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DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE EXÉGESIS Y TEOLOGÍA BÍBLICA Kasper, Walter, 1933 Reino de Dios 1. Antiguo testamento Las formaciones abstractas para designar el reino, reinado y realeza de Dios, realeza, poder del rey: sal 103, 19; dominio real: sal 22, 29; reino: 1 Cró 29, 11; domino, reino: sal (114, 2) no aparecen en el AT testamento hasta fechas relativamente tardías. Un elemento característico para la concepción del reino y del reinado de Dios en Israel preestatal es la fe, que se encuentra ya en la religión de los patriarcas, en un Dios Padre trtascendente y personal que se revela en el mundo a los que él ha elegido. También durante el asentamiento en Canaán el ideal de reino y reinado de Dios marcó con su sello la fe del pueblo. El establecimiento de la monarquía de David en Jerusalén y la centralización del culto de Yahvé en el templo división introdujeron una nueva concepción de la fe en el reino, el dominio y la realeza de Dios. Con el hundimiento de la monarquía davídica, se empalma el nuevo éxodo del exilio como testimonio de la realeza de Yahvé (Is 41, 21; 43, 15; 44, 6), Israel se encamina de nuevo hacia Sión (Is 52, 7), donde al final de los días Yahvé, como salvador de su pueblo, y rey de la creación entera manifestará su gloria. El camino de Israel bajo el reinado de Dios se convierte en el lugar de la acreditación de la fe y de la salvación (Dn 3 y 6), anterior al reino y al reinado que Dios entregará al hijo del hombre representante de Dios (Dn 7, 13). 2. Judaísmo temprano El concepto de reino o respectivamente de reinado y de realeza de Dios es una formación abstracta surgida en el

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DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE EXÉGESIS Y TEOLOGÍA BÍBLICA

Kasper, Walter, 1933

Reino de Dios

1. Antiguo testamento

Las formaciones abstractas para designar el reino, reinado y realeza de Dios, realeza, poder del rey: sal 103, 19; dominio real: sal 22, 29; reino: 1 Cró 29, 11; domino, reino: sal (114, 2) no aparecen en el AT testamento hasta fechas relativamente tardías. Un elemento característico para la concepción del reino y del reinado de Dios en Israel preestatal es la fe, que se encuentra ya en la religión de los patriarcas, en un Dios Padre trtascendente y personal que se revela en el mundo a los que él ha elegido. También durante el asentamiento en Canaán el ideal de reino y reinado de Dios marcó con su sello la fe del pueblo. El establecimiento de la monarquía de David en Jerusalén y la centralización del culto de Yahvé en el templo división introdujeron una nueva concepción de la fe en el reino, el dominio y la realeza de Dios.

Con el hundimiento de la monarquía davídica, se empalma el nuevo éxodo del exilio como testimonio de la realeza de Yahvé (Is 41, 21; 43, 15; 44, 6), Israel se encamina de nuevo hacia Sión (Is 52, 7), donde al final de los días Yahvé, como salvador de su pueblo, y rey de la creación entera manifestará su gloria. El camino de Israel bajo el reinado de Dios se convierte en el lugar de la acreditación de la fe y de la salvación (Dn 3 y 6), anterior al reino y al reinado que Dios entregará al hijo del hombre representante de Dios (Dn 7, 13).

2. Judaísmo temprano

El concepto de reino o respectivamente de reinado y de realeza de Dios es una formación abstracta surgida en el judaísmo temprano que tiene como base el enunciado veterotestamentario verbal “Dios es rey”. , esa concepción se orienta en primer lugar, a un reino de Dios permanente y actual (universal), Jdt 9, 12; Dn 3,33, etc. Es la idea de un Dios cercano y que los guiará a la liberación y que establecería su reino en Sión, sobre todo el mundo: Is 52, 7-11, 24, 21, etc. Es Dios mismo quien garantiza la salvación.

3. Nuevo Testamento

a. Evangelios sinópticos: con este concepto se expresa el contenido central del anunció de Jesús. Él emplea este término en un sentido exclusivamente escatológico. En cuanto bien apocalíptico, la implantación de este reino cae bajo la competencia única de Dios (Mc 4, 26-29; Lc 17, 21). De hecho, en las bienaventuranzas se les promete el reino a los pobres (Lc 6, 20ss) o en el enunciado de la cercanía del reino (Mc 1, 15; Lc 10, 9). A través de las parábolas Jesús, pretende mostrar como es el reino. El reino de Dios es, por un lado, un don que debe ser aceptado (Mc 10, 15), pero que por otro lado, pide una decisión radical (Mc 9, 43.45; Mt 11, 12ss). La resurrección de Jesús no solo confirma su mensaje sino que aporta ya una primera realización de su contenido escatológico.

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b. Restantes escritos del nuevo testamento: Aquí solo desempeña una función de segundo orden: en el Evangelio de Juan, únicamente en el discurso tradicional: ver o entrar en el reino de Dios (3, 3.5). En la literatura epistolar, el reino de Dios designa el estado salvífico al que los cristianos han sido llamados (1 Tes 2, 12; 2 Tes 1, 5) o la herencia escatológica de la que están excluidos los pecadores (1 Cor 6, 6; Gál 5, 21, Ef 5, 5)

c. Reino de Dios y reino de Cristo: aunque reino de Dios y reino de Cristo aparecen a veces en paralelo: (Ef 5, 5; Ap 11, 15; 12, 10), no son conceptos sinónimos. El tema del reino en Cristo está muy ligado a contenidos muy diversos: el reino mesiánico del Señor exaltado (Cor 15, 24ss), el reino de los mil años (milenarismo, Ap 20, 1-6) el mundo como reino o zona de dominio del hijo del hombre (Mt 13, 41), etc.

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Mesías

1. Antiguo Testamento

a. El término mesías es la forma grecizada de una palabra aramea (Jn 1, 41; 4, 25), que se remonta al original hebreo: ungido. La denominación el ungido aparece en el AT casi sin excepciones, en conexión sintáctica con Yahvé (ungido de Yahvé o mi ungido), expresando de este modo el singular estatus de la persona consagrada, protegida y autorizada por la unción de Dios. El título se aplica fundamentalmente a los monarcas israelitas y subraya la función destacada de la unción en el rito de la coronación desde tiempos antiguos (Jue 9, 8; 2 Sam 2, 4; 1 Rey 1, 34.39). Hablan del ungido de Yahvé básicamente en 1 y 2 Sam y los salmos. Tras la caída de la monarquía, hereda el título en sumo sacerdote (Lv 4). También se mencionan a los patriarcas como ungidos de Yahvé (Sal 105, 15; 1 Cró 16, 22).

b. el concepto guía, mesías no aparece en los textos clásicos veterotestamentarios que suelen aducirse como prueba y de hecho no se convierten en prueba hasta la época del judaísmo temprano. Las llamadas pruebas mesiánicas son una parte de las múltiples y variadas expectativas veterotestamentarias de salvación (nuevo éxodo, nueva creación, etc.) y deben ser valoradas teológicamente dentro de su contexto. Textos mesiánicos: En el pentateuco figuran tres pasajes, que aunque no son mesiánicos en un sentido crítico histórico, han sido interpretados como tales: Gn 3, 14ss.

Desde Ireneo de Lyon la tradición cristiana ha interpretado este texto como protoevangelio, como vaticinio de la victoria de Jesús sobre Satán. El oráculo de Judá de Gn 49, 10 y el de Balaán de Nm 24, 17. En los libros históricos se han considerado la profecía de Natán de 2 Sam 17, 12-16. El primer centro de gravedad de los textos mesiánicos debe situarse en los libros proféticos. Encontramos en el AT alusiones diversas sobre el mesías, en diferentes textos. Está el título del mesías rey y pastor (Gn 3, 14ss; y en algunos libros del pentateuco e históricos).

También un mesías que es profeta en los libros de los profetas y algunos cánticos del siervo sufriente, principalmente en el deuteroisaías. Tenemos también el mesías como sacerdote al estilo de Melquisedec, etc. Todo esto está arraigado a la promesa que Dios ha hecho al pueblo de llevarlo a la salvación.

2. Judaísmo temprano

La esperanza mesiánica está ciertamente atestiguada en el Judaísmo temprano, pero no se la puede valorar como idea religiosa dominante. Los textos más ilustrativos se registran en los SalSa 17 y 18, probablemente surgidos en círculos fariseos del s, I a.C. SalSa 17, 1-31 testifica la espera del rey mesiánico de la casa de David, a quien se le encomienda la misión de liberar a Jerusalén de la impureza de los paganos. Al rey se le llama ungido del Señor.

3. Nuevo Testamento

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En el cristianismo primitivo, las más antiguas confesiones de Jesús como el Cristo (Ungido), se encuentran en los enunciados de fe prepaulinos (1 Cor 15, 3b-5). El predicado Cristo (sin artículo) aparece unido a la muerte y resurrección de Jesús, que acontecieron según las escrituras. La falta de artículo responde al estilo kerigmático (Rom 8, 34; 14, 9) e indica que Cristo se ajusta a la persona de Jesús, no a un concepto dogmático del Mesías.

En los sinópticos merece especial atención Mt que, en la elaboración del título de Cristo, ha puesto de relieve su acuñación judeocristiana. En cuanto Cristo, Jesús es el hijo de David y se inserta plenamente en la historia de Israel (1, 1.16ss). De hecho, la confesión de fe válida de Pedro se refiere ¨al Cristo, al Hijo de Dios vivo¨ (16, 16; 26, 63ss). En el proceso utiliza este título Pilato (27, 17.22). La condena de Jesús se produce, pues, como una entrega de Cristo por medio del pueblo.

El Evangelio de Juan y las cartas de Juan emplean el título de Cristo en una época en la que ya era frecuente la denominación de Jesucristo como nombre propio (1 Jn 2, 22; 5, 1; 2 Jn 9; Jn 20, 31). El concepto grecizado de Mesías solo aparece en el NT en Juan1, 41; 4, 25. En la tradición se da por sobreentendida la mesianidad de Jesús, una mesianidad que, por lo demás, debe ser puesta bajo su verdadera luz a través de la cruz.

4. Judaísmo

También en el Judaísmo rabínico de los siglos siguientes al 70 d.C desempeña una importante función la espera de la figura de un salvador mesiánico para el fin de los tiempos. Ya en los años 132-135 se produjo una segunda rebelión contra Roma, ocasionada por un cierto Bar Kosebá. Ahora ya tan sólo se espera el establecimiento de un reino de paz mesiánico que, en definitiva, será introducido por el mismo Dios.

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Parábola

1. Antiguo Testamento

a. Concepto: el discurso en parábolas, entendido en sentido amplio se apoya en la comparación de procesos o de cualidades de los diferentes ámbitos que figuran en la exposición. Por otro lado, el hebreo antiguo no tiene un término específico y estable para el concepto de parábola como género discursivo.

El sustantivo formado a partir de la base verbal (primariamente: ser parecido, igualar) designa las diferentes formas de unidades de enunciados, sobre todo en la literatura sapiencial y en la profética, y abarca semánticamente las características de la comparación, del sentido oculto, de la significación trasladada o cualesquiera otras formas imaginativas significativas estrechamente emparentadas con los enigmas (Prov 1, 16), los refranes populares y las frases proverbiales. (1 Sam 10, 12; Ez 18, 2ss)

b. Crítica de los géneros: desde la perspectiva de la crítica de los géneros son relativamente pocos los testimonios veterotestamentarios que pueden aducirse como ejemplos claros de parábolas en sentido estricto y menos aún de fabulas (Jue 9, 8-15; 2 Re 14, 9ss) y tampoco se les designa expresamente como mashal.

La parábola en sentido estricto describe un suceso bien conocido a través de la experiencia cotidiana para elevar hasta el plano de la conciencia e iluminar por su medio otros aspectos. Las narraciones en parábolas veterotestamentarias pueden ser consideradas parábolas en sentido estricto en cuanto que no exponen narrativamente eventos cotidianos concretos y respetan así el principio del mismo nivel entre lo comparante y lo comparado, posibilitan al destinatario la identificación y llevan a una nueva compresión y una nueva actuación. Hay tres parábolas que señalan, en sus respectivos contextos, una función de auto-condena crítica frente a los poderosos (2 Sam 12, 1-4.5ss; 14, 5-17; 1 Re 20, 38-43). Etc.

2. Nuevo Testamento

a. Concepto: en el término parábola se vierten los vocablos griegos παραβολή: puede significar también proverbio (Lc 4, 23) o sentencia sapiencial (Mc 7, 17) (50 veces en el NT, 48 de ellas en los sinópticos)

b. Clases: las parábolas de Jesús pueden articularse en: 1) comparaciones en sentido estricto, que describen experiencias de validez general, y por lo mismo, convincentes, por ejemplo la siembra y la cosecha (Mc 4, 3-9.26-29-30-32), la fermentación de la masa (Mt 13, 33), el hallazgo de la moneda o de la oveja perdidas (Lc 15, 4-10), el trato entre el amo y el criado (Lc 17, 7-10). De ahí que algunas de las parábolas inicien con la pregunta: ¿quién de vosotros…? (Lc 15, 4; 17, 7 y otros). 2) parábolas que narran casos singulares inhabituales, por ejemplo el de los jornaleros que reciben la misma paga por horas de trabajo diferentes (Mt 20, 1-16) o el de la enorme suma de la deuda condonada a un deudor

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que luego es incapaz de perdonar a la vez una minucia de a un deudor suyo (Mt 18, 23-35), el banquete que al final se celebra a pesar de que no asiste ninguno de los invitados iniciales (Lc 14, 16-24). Etc. 3) narraciones ejemplares: que describen casos ejemplares, de rasgos tanto positivos como negativos, por ejemplo la ayuda del samaritano (Lc 10, 30-37), la necedad del hombre rico (Lc 12, 16-21), la conducta del fariseo y del publicano (Lc 18, 9-14).

La dimensión teológica más importante de las parábolas de Jesús consiste en que sus destinatarios se dejan afectar y cambiar por el reino de Dios del que se habla en ellas, al igual que lo hacen, por ejemplo los milagros. Ahora bien, el mundo narrado en las parábolas no es una utopía, como demuestra la resurrección. Es una realidad que incluye al narrador, Jesús quien es capaz de transformar la realidad.