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Discurso de Todos Los Diablos o Infierno - Quevedo

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Francisco de Quevedo[Preliminares]Discurso de Todos los Diablos,

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Francisco de Quevedo

 Discurso de todos los diablos,

o Infierno Emendado

[Preliminares]3Discurso de Todos los Diablos, o Infierno Emendado9

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Fol. 6, pág. 1. Que «los casados los mandó llevar arama del infierno».

Y así de todos estados.Decir que se enmiendan las penas por Lucifer, es dec

ue están mal ordenadas; que él tiene autoridad en ellaAmbas proposiciones son errores en la fe. Porque las penae fe católicas las ordenó Dios con suma sabiduría y justiciadie puede arbitrar en ellas; el demonio es condenado

ministro atormentador de los hombres que se condenaeputado por Dios sin más autoridad en las penas qubedecerle.

La aprobación de fray Ramón Roviroll confiesa que ítulo escandaliza. Eso basta para que no se permita, aunquo contenga doctrina contra la fe y buenas costumbreuzgo que es supuesta esta aprobación, por no sentir

mismo de un religioso que del autor.El prólogo, que llama « Delantal del libro», habla co

menosprecio indecente de los doctores y sabios de la Iglesue califican las proposiciones arrojadas y licenciosascarneciéndolos porque las califican. Debe ser sentimien

e las que le condenaron en otro librillo semejante a éstue intituló Política de Dios y tiranía de Satanás.En este prólogo dice le pueden hacer un argumen

ontra el título del libro los calificadores, y que remite bsolución a Lucifer. Los argumentos que se pueden hac

a quedan hechos en la censura del título. No se le debiero

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frecer, que a ofrecérsele, no diera un católico tal título bra suya. Si se le ofrecieron, disimulólos mal con el donaiue dijo contra los calificadores.

Juzgo que se puede presumir quiere seguir toda

octrina del demonio, quien da por defensa de sus escritoor solución a los argumentos que los sabios de la Iglesia icieren, lo que el demonio responde a ella y a ellos. Fol. ág. 1. Dice que «los demonios no se conocían». Es contl común sentir de los padres y santos, que afirman nerdieron los ángeles malos nada de lo natural; y así, que sonocen unos a otros.

En la misma pág. 1. Que el infierno es «casa revueltaonfusa». Trae el lugar de Job: ibi nullus est ordo . No ntiende, porque los demonios tienen sus órdenes erarquías; las penas su orden y concierto, pues determin

Dios los castigos a la medida de los pecados. Quien no saba Escritura, no se le ha de consentir juegue con ella.

En el mismo fol., pág. 2. Que «mire por si Satanás, que uieren quitar al diablazgo». Satanás no es nombre particule Lucifer, sino común a hombres y a demonios: quiere dec

l que contradice.Y aunque en nuestro vulgar está recibido llamar así odo demonio, nótase para que se vea que erró este autor eodo. Decir «adiablazgo» es irrisión de lo que se debe temer

En la misma pág. 2. «¡Ermitaño, letrado, médicos

iranos, qué confección para reventar una resma d

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nfiernos!» Injurioso a los tres estados, que de suyo souenos y aprobados, decir que son los que bastan escomponer el infierno en cuanto es malo y nocivo. L

mesma injuria es igualarlos con los tiranos. «Resma d

nfiernos», impropiedad burladora.En la misma pág. 2. «Algunos trataban de huirse dnfierno.» Es dar a entender a los ignorantes que puede se

Es contra la fe.Fol. 2, pág. 1. Que tiene Lucifer «guarda de tudescos

lemanes»; que el Entremetido hacía cortesías a las almas el infierno y se voseaba con ellas. Todo es irrisión de loastigos de Dios: ocasión que los tengan por burla lognorantes.

Pág. 2, el mismo fol. Que se condenó un hombre, por ner otro entremetido. Encarecimiento necio; en materia d

alvación, escandaloso; que pues no hay pena mayor quondenarse. Los demás de esa plana todo es irrisión de laenas del infierno.

En la misma pág. 2. Que un Emperador «tenía el cuerpleno de heridas y la cabeza de sangre». Si éste fuera sueñ

omo otros que ha tenido su autor, mal pensados y peoonsentidos, pudiera pasar decir que había visto cuerpos el infierno; pero, en realidad de verdad, no se puede deciues no los puede haber de ley ordinaria hasta la universesurrección.

Fol. 3 y 4. Desde donde comienza a hablar Julio Césa

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asta donde dice que «Lucifer dividió el Infierno eChancillerías», es una sátira osada, injuriosa, escandalosmal sonante de los letrados, tribunales, leyes, jueces, s

istinción de personas. Ocasión al pueblo de menospreci

os superiores, oponerse al estilo de Dios y de los hombreustos, pues Él manda y ellos ejecutan juzgar por las leyein que haya otro modo más ajustado a las de Diodministrar justicia.

Dicho este Discurso en una conversación particular, eigno de grave enmienda. ¿Que será impreso en lenguulgar? Mal se queja de leyes y jueces quien gana dinerosmprimir contra ellos. Fol. 6, pág. 2. Que un marido echaba ulpa de los excesos de su mujer a los frailes. Escandalosnjurioso a todo el estado.

Fol. 6, pág. 1. Que echaron a los maridos que había

ido ofendidos de sus mujeres «al Jarama del Infiernorrisión de las penas.

En la misma página. Que los vengativos, invidiosos resumidos decían que si volvieran a nacer, o a la vida, snmendaran.

Es dar a entender que en el infierno hay algún género drrepentimiento.Es error en la fe. Porque ésta enseña que en el infiern

o puede haber amor de Dios, ni del prójimo, sinbstinación perpetua y aborrecimiento continuo de Dios.

Fol. 6, pág. 2. hasta fol. 9, pág. 1. Discurre que es mej

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os poderosos.»Y trae dos lugares de este profeta. O las dijo algú

spíritu bueno, o alguno de los condenados. Cualquier coestas que confiese es falsedad; es mostrar la osadía qu

iene de tratar las cosas asgradas, pues usa dellas pandecencias tan inútiles. El espíritu bueno no puede decirln el infierno, ni había para qué; porque lo que dice en ellal profeta es quejarse Dios de las tiranías de un poderosnsolente. Esto, ¿a qué propósito se había de hacer en nfierno, cuando el infierno, murmurando, las acaba deferir? Y más siendo el sentir de los condenados acercellas tan encontrado con el de los justos. Espíritu malo nodía decirlas, pues no les duele a los que estáondenados que los príncipes procedan mal, que la ley no sumpla, que no se haga justicia; y si no les duele, ¿de qué s

abían de quejar? ¡Y dice, ay, que las almas las repetían! Eegundo lugar que trae del cap. 2, del mesmo profeta, dicue le dijo el espíritu «para consolar las almas del infierno»

El lugar a la letra contiene los castigos que Dios ha dacer a los poderosos que oprimieron a los buenos. Dec

ue esto se dice a los condenados para consolarlos, egnorancia. Ellos no pueden tener consuelo, ni alivio. Sabue otros han de ser castigados como ellos, no se les puedar, antes si con su mal ejemplo pecaron, aumentárseleena accidental. Lo que juzgo desto es, que por atreverse

odo este autor, se atreve a la Sagrada Escritura, tanto que

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ena de infierno para murmurar con ella y mancillarla.Fol. 20, pág. 2. Comienza con un «hondos gemidos

onde dice la enmienda que dio Lucifer a príncipes rivados, ordenando que vayan unos al cuartel de

erlesía, otros al de las mujeres hermosas. Allí se verá onaire que hace de las penas del infierno, y en qué ocasióan grave trajo los lugares de la Escritura antecedentes.

Parece tiene la Escritura Sagrada por patraña, el infiernor sueño, quien había ansí de cosas tan formidable la un

an venerable la otra. Fol. 21 hasta 23. Condena la loabostumbre, santa obligación de hacer testamento. Eiscurso escandaloso, pues reprueba lo que la Iglesia Saniene recebido y aconseja para bien de las almas; doctrinmpía y sediciosa a los fieles, que se abrazará más que otraues aún muy persuadidos de las consecuencias que tien

umplir esta obligación, no la ejecutan.Fol. 23 hasta 26. Entremés ridículo.Fol. 26 hasta 32. Murmuración de príncipes; que pues

ue el vulgo lo aplica a los que de presente gobiernan, enjurioso y mal permitido.

Fol. 32 y 33. Sátira disimulada de religiosos, puemurmura de los tres votos, y de dejar el mundo.Fol. 33, pág. 2. Dice que van contentas al infierno la

mujeres.Si lo dice de veras, es error; si por donaire, irrisión de l

enas, engaño de los ignorantes.

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En la misma página. Que un pregonero a la puerta dnfierno decía: Ibi erit fletus, et stridor dentiun, y que la

mujeres dijeron:«NO habla con nosotras, que no los tenemos.» Si e

eras, es herejía decir que no habla con todos loondenados. Si es burla y juego, es ireverencia blasfema eretical interpretar así las palabras que dijo él mismesucristo: Matth. 8, v. 12.

Fol. 34, pág. 1. Habla de materias muy laxas cometáforas eclesiásticas y del oficio divino. «Ofrecer paliza d

ifuntos», y cosas así. Es irisión de las cosas divinas.Todo lo restante y antecedente es una sátira de los má

rincipales estados de. la Iglesia, sin perdonar religiosoacerdotes y confesores. Es conocido escándalo del puebristiano, porque le enseña a pecar y a desenfrenarse (que

ecir que se hacen en la República todos pecados, es dliento para hacerlos, aun dicho con mucho espíritu en uúlpito, ¿qué será en una fábula entremesada

malsonante?); hacer donaire el pecar; menospreciar louperiores, con ocasión de saber que pecan en todo; hac

escarados a los que pecan, pues impresos y hechontremés sus pecados, ni aun de recatarse en ellos cuidaránJuzgo que este autor es digno de enmienda; de que se

rohíba escribir en todas materias; que lo que ha escrito epulte todo; que no se admita aun después de expurgad

ues dejar correr escritos corregidos, es privilegio de los qu

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stándolo de lo que tienen contra fe y buenas costumbrenseñan algo de lo que se debe saber y edifican los fieleero los deste autor, cuando más azarandados, siempre sofensa de los más principales estados de la Repúblic

ristiana, enseñanza de todo mal, y pecar al pueblo.La salida que tiene el autor para disculpar el libelo, eecir, que es discurso enigmático y figurativo para significu concepto; que la realidad, la verdad, no se menoscaba pl, se queda entera y en su lugar. Esto no lo saben lognorantes, antes creerán que pasa así en el infierno. No dicue sueño, ni que es parábola, sino que pasa así como uenta.

Y cuando hiciera esa salva, juzgo escándalo, impiedarreverencia, injuria de la Iglesia, blasfemia de la justicia d

Dios, irrisión de sus castigos, hacerlos instrumentos d

murmuraciones atrevidas, valerse dellos para la explicacióe pensamientos mundanos, indecentemente satíricos angrientamente infamadores de las cabezas de la Repúblicristiana.

Esto es lo que me parece, salvo meliore judicio.

En primero de julio de 1629.Censura del Doctor Bartolomé de la FuenteEste librillo de don Francisco de Quevedo, que tiene p

ítulo Discurso de todos los diablos, o Infierno emendad

e visto, y puesto que el discurso es de cosas fingidas

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ompuestas por su imaginación, no hallo que laroposiciones dél tengan cualidad de oficio, porque a tode satisface con decir que el Discurso es fingido, enigmátic

figurativo, para declarar su concepto por enigmas

iguras.Solamente hallo qué reparar en el título del libro y en sumpto del autor. Y cuanto al título, me parece que, ut jace

in averiguar la cualidad del Discurso, no solamente malsonante y escandaloso, sino que contiene error contra e, porque da a entender en él que las penas y castigos dnfierno estaban mal ordenadas y que se ordenaron mejoorque la enmienda supone falta y desorden en lo que se he enmendar, siendo como es de fe que por justo juicio d

Dios están ordenadas las penas conforme a las culpas de loondenados, como la gloria conforme a los méritos de lo

ienaventurados: Justa illud, Paul, Ad Rom. c. 2, «qeddet inicuique justa opera sua», lo cual se se repite etros muchos lugares de la Escritura. Y lo que más agravsta censura es que, ofreciéndosele al autor esta dificultan el prólogo, que él llama «Delantal del libro», y viendo qu

abían de reparar en ella los cualificadores, burla y moellos, remitiendo la solución a Lucifer, de quien se quieraler para defensa de su título y solución del argumento quontra él se puede hacer.

Cuanto al asumpto del autor, me parece que es satírico

scandaloso, porque da ocasión de errar a los ignorantes

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ente vulgar cerca de la materia del artículo de la de laenas del infierno, pensando que son como él las cuenta,n lugar de poner espanto y terror, como le pone la Sagrad

Escritura y los sanctas y la Iglesia católica para que sea

ormidables y freno para que no ofendan a Dios, pone ellas consuelo, alivio, entretenimiento y donaires y otraosas repugnantes al estado de los condenados.

Bien sé que Luciano, a quien imita el autor, hizo uiálogo en que finge haberse abierto la tierra y por uoquerón della haber descendido al infierno y visto muchaosas que después refirió en él, y Virgilio en sus  Eneida

ace mención del infierno y de los tormentos de los maloel río Flagetón y de la barca de Acherón, en que pasaba lalmas; pero éstos eran gentiles sin fe, y así se tiene pábula lo que cerca desto dicen; mas un hombre católico, qu

ebe sentir fielmente de las cosas de la fe, diga cerca de materia dellas cosas fingidas y donaires, no se puedxcusar de la censura sobredicha, especialmente que laoma por rebozo para infamar los estados más principales da república de graves y enormes vicios y pecado

eneralmente sin exceptar a ninguno; porque aunque no use proposiciones universales, sino indefinitas, pero ematerias morales equivalen a las universales; y así, es unátira disfrazada, injuriosa a los dichos estados: lo que nene el libro de Lazarillo ni de Celestina, porque tratan d

ersonas singulares y de defectos leves y comunes;

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ñádase a esto que el autor usa de palabras y sentencias da Sagrada Escritura para estas murmuraciones y donaireosa prohibida por el concilio tridentino, sesión 4, llamandlos autores deste abuso temeratores et violatores fide

or todo lo cual me parece que ni este Discurso ni otroemejantes que cerca de algún artículo de la fe dicen cosaingidas fabulosas, chistes y donaires se deben permitir, y especial se han de vedar a este autor, porque es muy morda

satírico, y usa destas ficciones para infamangrientamente los estados de la república. Y esto marece, salvo sem miliori censura.

En Toledo, 19 de marzo, 1630.El Dr. Bartolomé de la Fuente.Delantal del Libroy Séase Prólogo o Proemio Quien Quisiere

Estos primeros renglones, que suelen, como alabarderoe los discursos, ir delante haciendo lugar con sus letores ombro, píos, cándidos, benévolos o benignos, aqescansan deste trabajo, y dejan de ser lacayos de molde emudan el apellido, que por lo menos es limpieza.

Y a Dios y a ventura, sea vuesa merced quien fuere, quoy el primer prólogo sin tú y bien criado que se ha vistoea, u oiga leer. Este tratado es de todos los diablos; sítulo: El Infierno emendado. No se canse vuesa merced everiguar lo uno ni en disputar lo otro; que ya oigo a lo

elmazos graduados el «no puede ser»; que enmendars

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umitur in bonam partem, y el infierno.. .; ergo remito olución a Lucifer, que él dará cuenta de sí, pues en cosa ta

menuda se atollan tan reverendas hopalandas y un grado taluminado y una barba tan rasa. Esta es de mis obras

uintademonia, como la quitaesencia. No se escandalice dítulo; créame y hártese de infierno vuesa merced, que podrer diligencia para excusarle. Si le espantare, conjúrele y ne lea, ni le dé a los diablos, que suyo es. Si le fuere dntretenimiento, buen provecho le haga; que aquél sab

medicina que los venenos hace remedios; y agradézcamuesa merced que por mí le enseñan los demonios que odos tientan. Si vuesa merced juese murmurador, sería otranto oro, que a puras contradicciones y advertencias maría a conocer, y no ha de haber Zoilo, ni invidias

mordaz, ni maldiciente, que son el Sodoma y Gomorra, Datá

Avirón de la paulina de los autores. Y si fuere título quieeyere estos renglones, tráguese la merced y haga cuenue topó con un señor de lugares por madurar, o con uermano segundo que no se pide prestado; que suelen rapnavaja tas señorías.

Chiste a los Bellacos Pícaroscon Quien HabloTacaños, bergantes, embusteros, perversos

bominables: todo lo escrito en este discurso habla couestras vidas, muertes, costumbres y memorias: no hay qu

empujar nada hacia tos buenos.

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Lo que han de hacer es no tomarlo ninguno por sí, sinnos por otros; y con esto ellos quedarán por quien son,

mi libro será bienquisto de los propios que abrasa ersigue; y porque no me antuvie alguno, tomo por mí lo qu

me toca, que no es poco ni bueno.Dios los confunda, si perseveran.

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Discurso de Todos los

Diablos,

o Infierno Emendado

Soltáronse en el infierno un Soplón, una Dueña y uEntremetido, chilindrón legítimo del embuste; y con ser

asa de suyo confusa, revuelta y desesperada y dondullus est ordo, los demonios no se conocían ni se podíaveriguar consigo mismos; los condenados se daban otez a los diablos; no había cosa con cosa, todo ardía dhismes, los unos se metían en las penas de los otros.

Mirad quién son entremetidos, dueñas y soplones, quudieron añadir tormento a los condenados, malicia a loiablos y confusión al infierno. Lucifer daba gritos, y andabor todas partes pidiendo minutas y juntando cartapele

Todo estaba mezclado, unos andaban tros otros, nadtendía a su oficio, todos atónitos .

El Soplón dijo a Lucifer que había muchos diablos quo salían al mundo y se estaban mano sobre mano, y qutros no habían vuelto mucho tiempo había. La Dueña, ptra parte, andaba con un manto de hollín y unas tocas deniza, de oreja en oreja, metiendo cizaña. Decía que mira

or s í Satanás; que había conjura para quitarle el diablazg

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que entraban en ella dos tiranos, tres aduladores, médicoletrados, mitad y mitad, y un casi ermitaño.

 No le quedó color al gran demonio cuando oyó decir asi ermitaño.

Parecióme a mí que lo daba todo por perdidoCalló un rato, y luego dijo: —¿Ermitaño, letrados, médicos, tiranos? ¡Qu

onfección para reventar una resma de infiernos con unnza!

En esto que iba a visitar su reino, vio venir a sí Entremetido.

 —Esto me faltaba —dijo Lucifer—. ¿Qué quieres contmí? Y empezó a mosquearse dél con toda su persona: mas

enía vaciándose de palabras y chorreando embustes. Díjomuy allá lo de que algunos trataban de huirse del infierno,

ue otros querían dar puerta franca para que entrasen unomohatreros y hipócritas, con que el mundo estaba rogandoos demonios, y otras cosas, que si no se huye por no ufrir, lo anega en embelecos y en cláusulas.

Viendo Lucifer el alboroto forastero de su imperio,

dvertido destos peligros, con su guarda y acompañamienque le sobran tudescos y alemanes para ella después quLutero y Calvino ladraron las almas de los ultramontanosmpezó la visita de todas sus mazmorras, para reconocrisiones, presos y ministros.

Iba delante el Soplón, haciendo aire, que atizaba

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ncendía sin alumbrar.La Dueña, en zancos de fuego, se siguía, atisband

como dicen los pícaros) todo lo que pasaba.El Entremetido, mirando a todas partes, no dejaba anim

in gesto y reverencia.A cuál decía: —Bésoos las manos.A cuál:

 —¿Es menester algo?Voseábase con los precitos, llamábase de tú con lo

erdugos y los dañados; a cada cortesía de las suyaecían: «Oxte», más recio que a la llamarada. —Más quieuego —decía una.

Otra le llamaba añadidura a las penas; otra, sobregüesel castigo.

Estaba un testigo falso entre infinita caterva delios, eugar más preeminente que todos, hecho maestro de falsoestimonios como de capilla.

Llevábales el dicho como el compás, y todos jurabann son. Tenían los ojos en las faldriqueras, mirando, lo qu

o vían, y en la cara por los ojos dos bolsas de fuego.Y así como vio al Entremetido, dijo el maestro: —Por no verte me vine al infierno; y si advirtiera en qu

ste había de venir acá, fuera bueno, no por salvarme, sinor ir donde no podía entrar.

En esto estábamos, cuando oímos gran tumulto d

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oces, armas, golpes y llantos mezclados con injurias uejas. Tirábanse unos a otros, por falta de lanzas, lo

miembros ardiendo; arrojábanse a sí mismos, encendidos louerpos, y se fulminaban con las propias personas.

 No se puede representar tan rigurosa batalla.Uno andaba disparándose a todos; parecía emperadoa cabeza tenía coronada de laurel; el cuerpo, lleno deridas; el cuello, lleno de sangre.

Estaba cercado de consejeros, que, con almaradafiladas en leyes, mal se defendían de su rabiosa furia y crunojo.

Llego a él Lucifer, y dando un trueno que hizo temblodo el infierno, le dijo:

 —¿Quién eres, alma, aún aquí presumida? —Yo soy —le respondió— el gran Julio César;

espués que se desbarató y mezcló tu reino, di con BrutoCasio, los que me mataron a puñaladas con pretexto de ibertad, siendo persuasión de la invidia y cudicia propestos perros, el uno hijo y el otro confidente. Nborrecieron estos infames el imperio, sino el emperado

Matáronme porque fundé la monarquía; no la derribarontes apresuradamente ellos instituyeron la sucesión dellMayor delito fue quitarme a mí la vida que quitar yo

ominio a tos letrados, pues yo quedé emperador y elloraidores; yo fui adorado del pueblo en muriendo, y ello

ueron jus ticiados en matándome.

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 —Perros —decía la grande alma de Julio César—estaba mejor el gobierno en muchos senadores que upieron perder, que en un capitán que lo mereció ganarEs más digno de corona quien preside en la calumnia y e

octo en la acusación, que el soldado gloria de su patriamiedo de los enemigos? ¿Es más digno de imperio el quabe leyes, que el que las defiende? Éste merece hacerlas,os otros estudiarlas. ¿Libertad es obedecer la discordia d

muchos, y servidumbre atender el dominio de uno? ¿muchas cudicias y ambiciones juntas llamáis padres, y

alor de uno tiranía? ¡Cuánta más gloria será al puebomano haber tenido un hijo que la hizo señora del mundue unos padres que la hicieron con guerras civile

madrastra de sus hijos! Malditos, mirad cuál era el gobierne los senadores, que habiendo gustado el pueblo de

nvención de la monarquía, quisieron antes NeroneTiberios , Calígulas y Eliogábalos que leyes y senadores.

En esto Bruto, con voz turbada y rostro avergonzadijo a gritos:

 —¡Ah, senadores!, ¿no oís a César? ¿Esa maldad añad

las otras contra el príncipe, siendo autores de la maldaulpar a quien os creyó? Hablad responded, consejeros, coosotros habla el divino Julio. Tales sois, que yo y Casiuimos traidores porque os creíamos ignorando quosotros siempre anheláis a que vuestro ceño y vuestra

arbas y lo prolijo de vuestras togas tengan la obediencia

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l mando, y el príncipe el peligro. Si en las repúblicamultiplicando dominios, ejercéis la soberanía, la cudicia depetir la primera dignidad os hace negociar y no regir, o onsideración de la suerte alternativa os amedrenta, pa

isgustar al que puede tener alguno capaz del mismo puesor pariente o amigo. Si asistías a príncipe, de tal manempináis vuestro oficio, y tanto autorizáis vuestra vanidaue le viene a ser más peligroso al monarca no obedeceroue al vasallo no obedecer al monarca. ¿Qué pretendisteon vuestro engaño o nuestra traición? Responded a Césaue nosotros padecemos castigo en nuestras afrentas, Une los senadores, que sepultado en ascuas enfadaba a laenas, con sobrecejo severo, muy ponderado de faccioneon voz desmayada y trémula, dijo:

 —¿Qué habláis los príncipes, si Ptolomeo, rey, mat

ilmente al gran Pompeyo por tu causa, a quien debía eino que tenía? ¿Qué delitos fue en los consejeros matartei para cobrar los reinos que nos arrebataste? ¿Desquitarompeyo es maldad? Júzguenlo los diablos. Achillas mató

Magno por mandato de su rey, y era un bergante que com

e sus delitos. Más infame fuiste tú, que viendo la cabeza dompeyo lloraste; más traidor fue tu Ilanto que su espadentimiento mandado fue el tuyo; de la piedad hicisenganza; más atroz fuiste mirándole muerto quenciéndole vivo: ojos hipócritas no han de estar en

rimera cabeza del mundo; nosotros empezamos

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estauración con tu muerte; no apresuramos la venida derón; el pueblo no supo escoger. Tal fuiste, tirano, que t

angre salieron, como de imperio hidra, de una cabezortada, doce.

Tornáranse a embestir si Lucifer no mandara comenazas que César se fuera a padecer los castigos de sonfianza, despreciadora de avisos y advertencias, y a BruCasio invió a que fuesen escándalo de las almas políticaa los senadores repartió entre Minos y Radamanto, pa

ue fuesen asesores de los demonios.Y nombrando infinitos buenos consejeros en todos lo

iempos, los atormentaban, y cada letra de sus nombres en tizón para aquellos malditos senadores, serpientes que,mitación de Lucifer, dan a los cudiciosos lo que Dios leedó y ya ley les niega; y dividió en chancillerías el infierno

Cuando entendieron que todo estaba acabadsomaron por un cerro unos hombres corriendo tras una

mujeres; ellas gritaban que las socorriesen, y ellos decían: —Ténganlas.Mandólos Lucifer asir.

 —¿Qué es esto? —preguntó.Y uno dellos , muy asustado, dijo: —Somos los padres sin hijos, y es tas bellacas . . .Díjole un diablo sumiller dellas que hablase más bie

riado y verdad, que padres sin hijos no podía ser. Él replic

 —Pues todos nosotros somos padres, que fuimos en

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mundo casados, hombres de recato, de los de «en mi came como», y otras hidalguías celosas, cartujos dlojamiento, atusados de visitas, calvos de amigas, que soodos los calzadores con que una frente calza el cuerno qu

a revienta en las sienes. Con esto nos echamos a dormiada año nos nacen hijos que criamos; por sustentarloozamos nuestras almas, y, a pura condenación, arañamoué dejarlos. Y ahora, habiendo muerto ellas, se ha sabidue los hijos fueron concebidos a escote entre los criadosos amigos, y algunas concibieron, como comadrejas, por ído.

En esto salió un maridillo, que parecía cabo de hombomo de hacha, muy cercenado de carnes, con unas barbae orozuz mascado, la habla entre ladrido y cinfonía, quarecía que había comido gozques, y dijo:

 —¡Voto a N, infame, que me has de desempadrar! Yo hido ayo del hijo de mi negro; un real sobre otro me han dolver mi legítima. Y yo, que nunca entendí que hiciera lnfame pecados tintos, teniendo tanto mozuelo moscatel eué escoger, echaba la culpa a los frailes, de que esto

rrepentido. Y era que la bellaca, para encantusarme, todoos días se iba al convento: decía que a confesar. Yo molvía loco, y al mismo negro le decía: «Domingos, voto a Nue yo no sé dónde peca tu ama esto que confiesa cada díi con quién lo peca .» Y el negro, riéndose, con una jeta d

n palmo, respondía: «Mi alma con la suya.» Y esto sonab

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labanza, y era pulla. —Bien mirado, bueno es —decían todos los padr

üeros—, que un hombre pasase su vida sufriendo unreñada regalando una parida, tragando un niño, pagand

n bautismo, sufriendo amas, oyendo taíta, llorando de rior las barbas abajo de que dijo coco, mama; y desstamos corridos, que andábamos contando por las casaMi hijo dijo hoy putenor pare . ¡Hay tal cosa! Ha de srande hombre.» Y vive Dios, que pareciéndose a bultuestros hijos a sus padres, nos decían las malditas: «A fue no niegue a su padre.» Hijo de padre si lloraba, hijo dadre si reía.

Y nosotros, la boca abierta y el moco tan largomprando babadores y dijes, y ahora nos hallamos en lonfiernos condenados cuquillos. No ha de pasar así.

Fuéles mandando que se retirasen a padecer sredulidad; lleváronlos al Jarama del infierno.

Gran revolución se vía en una sima muy honda, dlmas y diablos. Paróse la visita a entender lo que era; no io tal cosa en el infierno.

Estaban atormentándose unos presumidos y otroengativos y algunos invidiosos: «Si yo volviera a nacer; o volviera a la vida; s i muriera de dos veces.»

Los demonios estaban tan enfadados de oírlo, que leecían:

 —¡Ladrones, embusteros, infames, que está

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uebrándonos las cabezas con si volviérades a nacer! olviérades a nacer mil veces, cada vez tronárades a moreor, y a palos no os podremos echar de aquí. Mas, para que vea quién sois, ya tenemos orden para que volváis

acer. ¡Ea, picaños, alto a nacer, alto a nacer! Cosa extrañue los malditos que tanto lo blasonaban, así como oyeroecir «alto a nacer», se consumieron, y afligidos y tristes epultaron en un silencio medroso.

Unos dellos, que parecía más entendido, con muchspacio, suspenso de cejas, empezó a decir:

 —Si me han de engendrar bastardo, hay pecado oncierto y paga y alcagüeta y tercera parte como casa. Si he ser de legítimo matrimonio, ha de haber casamentero

mentiras y dote, que son epítetos , y no dos cosas. Yo he dstar aposentado en unos riñones, y dellos, con má

ergüenza que gusto, diciendo que se hagan allá los orinee de ir a ser vecino de la necesaria; nueve meses he dlimentarme del asco de los meses; y la regla, que es regona de las mujeres, que vacía sus inmundicias, será mespensera; andaré sin saber lo que me hago; antes de ve

leno de antojos; para nacer traeré más dolores que el mrancés; saldré revuelto en la sábana de la posada, comuien da madrugón; lloraré porque nací; viviré sin saber qus vida; empezaré a morir sin saber qué es muertnvolveráme la comadre en mantillas, que me la jurarán d

mortaja; enjugaré los pechos de un ama. Aquí entra lo d

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ener la leche en los labios; pónenme en una cuna; si lloaman al coco; si duermo me cantan:

con la grande polvareda...

»La mu llaman al sueño las mujeres, y el mu al que uerme; pónenme un babador, cuélganme dijes, nácenme loientes. Voto a N; por no aguardar eso, y unas viruelas y alomino muerto, y que no me rasque: « Ay, el angelicos »,

A ro, ro », me esté en los infiernos siempre jamás. ¡Pueué, si paso del sarampión, y ya mayor voy a la escuela envierno, con un alambique por nariz, tomados todos loabos del cuerpo con sabañones, dos por arracadas, uno a neta en el pico de la nariz, dos convidados a comer y cen

n los zancajos, llamando señor al maestro; y si tardo moman a cuestas, y como si el culo aprendiera algo o ncomendaran al lición, le abren a azotes! Maldito sea quieal quiere volver a nacer.

»Pues consideraos mancebos, acechados de la lujurc las mujeres en toda parte y sitiados de su apetitaciendo vuestras vidas y vuestras almas alimento de sesorden. ¿Ahora había yo de volver allá a calzar justo ndar mirándome a la sombra, trotando con los ojos lazuteas y los terrados, suspirando dc noche, hecho mgüero en competencia de las lechuzas, abrigando esquina

ecogiendo canales, adorando cabellos, y dando m

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atrimonio por la cinta de un zapato, y llamar favor que midan lo que no tengo? volver a! ¡Oh, maldito seobremaldito, quien tal quiere repasar! Pues qué, ya hombrargado de cuidados, entre arrepentimientos y desengaño

mpezando a sentir el montón de las enfermedades que mocedad acaudaló, haciendo el noviciado para viejmandando entresacar capas al barbero, que mejor se puedlamar canario, introduciendo en jordán la navaja, diciendue son lunares y achacándoselas a los trabajos, negandños a pasar de la jaqueca y dolor de mueles y ijada! ¡Pueué se compara con haber de ser forzosamente hipócrita d

miembros, y decir, cayéndome a pedazos: «Nunca estuvara más; yo lo haré; aquí me las tengo», y otras cosas quuestan caro a los que las dicen! Mas todo es burla coaber de estar enamorado y solicitar en competencia de lo

muchachos, retar a toda una mujer entera, y dejarla mámagada que harta, habiendo gastado la noche en achache

en disculpas y en requiebros vacíos, y ser forzosonerme colorado de que digan:

«Días ha que nos conocemos, amigo viejo»; y otra

osas así. Quien por esto pasare dos veces, puede echariablos con cuantos lo son. ¡Pues qué si la vida adredorfía hasta que uno envejezca, y le labra de calavera, coalva de pie de cruz, cáscara de nuez por pellejo, jiba d

equiem, muletilla que vaya llamando a las sepulturas, sueñ

n pie, vejiga empedrada, y el músito de braguero que

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igue luego, que canta pronósticos, astrólogo de orinaspiado de herederos, rondado de responsos, heredad d

médicos, ocupación de barberos y alegrón de boticariolamándome tío los labradores, agüelo los muchacho

nfierno vale más una ven que barriga dos. ¡Pues entecilla que hay en la vida y las costumbres! Para ser ricabéis de ser ladrón, y no corno quiera, sino que hurtéara el que os ha de invidiar el hurto, para el que os ha drender, para el que os ha de sentenciar y para que os quedvos. Si queréis ser honrado, habéis de ser adulador

mentiroso y entremetido. Si queréis medrar, habéis de sufrirer infame. Si os queréis casar, habéis de ser cornudo. Si no queréis ser, lo seréis (si os descuidáis) sin parte, y donde pudiere. Para ser valiente, habéis de ser traidor y borrachblasfemo. Si sois pobre, nadie os conocerá; si sois rico, n

onoceréis a nadie. Si uno vive poco, dicen que se malogri vive mucho, que no siente. Para ser bienquisto, habéis der mal hablado y pródigo. Si se confiesa cada día, eipócrita; si no se contiesa, es hereje; si es alegre, dicen qus bufón; si triste, que es enfadoso. Si es cortés, le llama

alamero y figura; si descortés, desvergonzado. ¡Válate iablo por vida y por vivo! No volviera por donde vine, puanto tienen el mundo. Renegados precitos, habiéndomído, ¿hay alguno de vosotros que quiera volver al nacer ponde vino, y recular la vida hasta el vientre de su madre?

 —Nones, nones —decían todos—: infierno y no mam

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iablos y no comadres.Sólo uno, mal encarado, barbinegro, cara salpicada

urdo, dijo: —Yo quiero volver, no por tornar a vivir, sino porqu

me estoy atormentando aquí con la memoria de los pícaros mentirosos y enredadores, que en la vida me contabamentiras, y yo, de puro cortés callaba, y ellos quedaban mu

fanos de que yo los había creído. Voto a N, que no creía adie nada, y piensan los bribones guiñapos que los cre

Don Fulano, que me dijo muy estirado de cejas: «Por misericordia de Dios, señor mío, puedo decir que en mi vid

e pedido nada a nadie»; y el ladrón decía verdad, porquedía algo; que nada no se pide; y porque él no pedía, sinomaba; era una demanda con don y tenía más deudas qu

Eva, y nadie le prestó dineros que no prestase paciencia,

ra a puras trampas ratonera, y decía que no. ¡Pues muchacha, que me dijo que era doncella, habiendo tenidmás barrigas que un corro de pasteleros, y, habiendo parida procesión de las amas, y me quería hacer creer que eirgo, siendo ella cáncer y yo escorpión! Y el tenderet

endiéndome fidalguía, más grave que mil quintales, y mansado que yo dél, me decía que todos los otros eraudíos, y sé yo que su padre se murió de asco de uorrezno, y que su merced anda de mala con la Pascua d

Resurrección, y que en los caniculares echa en remojo tod

u casa porque no se le encienda, y que clava una espina

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iez pasos de un Ecce Horno, y él piensa que se le puedeiar paternostres molidos; y voto a N, que sé yo que guardu dinero y la ley de Moisén. Él dice que espera un hábito digo que al Mesías. Pues el bellaco, pícaro, chancero, qu

on su «a Dios gracias» por empuñadura, muy entornado djos, con su cabeza torcida remendando su intención, mecía: «Yo, señor, me como tres mil ducados de renta limpioe polvo y de paja, éstos sin joyas y menaje y algúontantejo, y todo es de mis amigos; que a mí no me engordino lo que doy: que si hoy cobrase lo que me deben...; mal fin... Y entre chillido y suspiro remataba sacudiendo loüesos a manera de temblor. Pensó el mohatrero ganapáue yo lo entendí así; y otros mil infiernos padezca vos suando me lo estaba diciendo, no me daban vuelcos dusto dos reales que tenían en la faldriquera, de miedo d

us embestiduras, y que rezumaba de mientes por los ojoé yo que si le prestan las espadas todas, no tendrán vuelton decir que no hay ninguna sin ella; y aun el día de Sa

Antón, en su poder no tendrá vuelta lo que le dan: aunquea viejo, nunca es traído, sino llevado. Él no paga nada, ma

odo lo pagará con las setenas. Vendióseme el picarillo mucicalado de facciones, muy enjuto de talle, muy recoleto draje, pisador de lengua, haciendo gambetas con las palabr

corvetas con las cejas, cara bulliciosa de gestos misteriosa de ceño, por gran ministro, hombre severo, y de

ue llaman de adentro, plática de arriba. Decíame: «¿Qué ha

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e nuevo por este lugar?», porque yo dijese: «¿Quién abe como vuesa merced?» Y al punto, muy esparrancado djos, decía: No hay sino dejar de correr, Dios lo remedie, qual y cual, lo del camino carretero; sí por sí, no por no»; y

ecir «ello dirá,, ponía una boquieta escarolada, como le dDios la salud, y zurcíame un embuste a cada oreja cada díHarto estoy de decirlo; mi parecer dije, y con eso cumplo demás Dios lo haga; pues esto no es nada; presto erán grandes cosas.» Y hablaba unas palabras con larriga a la boca, de puro preñadas. Yo las oía en figura domadre; y, con tanto, se despedía de mí, diciendo: «Si alge ofreciere, amigos tenemos arriba; ya vuesa merced sabué sabe Caratulilla, matachín de palacio, títere de arribomo Caramanche!» Lo que yo sabía era que andabaemendando privanzas, y contrahaciendo validos,

opiando ministros, pasando a escuras favores chanflonentre pretendientes y pleiteantes, imitando lisiones pisonjear, y todo el año trasladando de los poderosos alidos ajes, barbas, meneos, tonillos , figuritas y escorzadopareciéndote por las escaleras, entrándote en la

udiencias, y siendo para todo el lugar fin de paulina. Ésengo en los güesos; que no me le sacarán con uncioneDéjenme volver al mundo, andaréme tras este muñeco hech

e andrajos de toda visión, diciendo a gritos a los que legan a él: «Ox, que no pica»; y no lo dejen por decir, qu

iendo condenado no he de ir a hacer tan buena obra

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odos; que yo no lo hago sino por hacérsela muy mala a élerrengalie la hipocresía.

Entretenidos tuvo esta gente a todos.Estábase Satanás embobado oyéndolos.

Vino el Soplón, abanico del infierno, resuello de laulpas , y dijo aLucifer señalándosele:

 —Aquel demonio que allí va despeado, acaba de llegel mundo, y ha veinte años que no ha venido.

Mandóle llamar; llegó muy congojado. —¿Cómo te has atrevido —le preguntó— al faltar d

quí tanto tiempo, sin venir a dar cuenta, ni traer alma alguni avisar de nada, y diablo me soy?

El diablo le dijo que no le reprehendiese antes de oírlue «quien condena no oyendo la parte, puede hac

usticia, mas no ser’ justo». —Óigame vuesa diablencia —decía—. Señor, yo reci

n guarda un mercader: los diez años le tuve persuadido quurtase; los otros diez que no restituyese.

Dóise Lucifer una gran palmada en la frente, y dijo:

 —¡Miren qué traza de diablo ésta! Ya no es el infierno ue solía, y los demonios no valen sus orejas llenas de aguY volviéndose al diablillo, le dijo:

 —Mentecato, con los mercaderes hase de gastar iempo, y ese muy poco, en persuadirles a que hurten; per

n hurtando, ellos se tienen cuidado de no restituir. Esto e

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anto y no sabe lo que se diabla.Llamó un ministro, y dijo:

 —Lleva ese demonio, y ponle pupilo de algún jueonde aprenda a condenar: que éste se debe de hab

lquilado en los autos para diablo.Grande rumor y vocería se oyó algo apartada; parecue se porfiaba entre muchos sin orden y con enoj

Estaban en diferentes corrillos; en algunos eran modestaas réplicas, en otros se mezclaban injurias y afrentas. Habuien, encendiendo la pasión, acompañaba con armas suazones. Víanse golpes, heridas, y cuanto más se llegaba isita, más de cerca se conocían los movimientorecipitados del enojo.

Esto puso más cuidado en los pasos; mas no fue tapresurado, que cuando llegamos ya la ira lo había mezclad

odo, y sin orden se despedazaban unos a otros. Laersonas eran diferentes en estado, mas todos gentereeminente y grande; emperadores y magistrados apitanes generales.

Suspendiólos la voz del príncipe de las tiniebla

olvieron todos a él, padeciendo tormento en no ejecutnos el odio y otros la venganza.El primero que allí habló fue un hombre señalado co

randes heridas , y alzando la voz, dijo: —Yo soy Clito.

 —Más honrado soy —dijo otro que estaba a su lado—

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he de hablar primero. Oye al emperador Alejandro, hijo dDios, señor de los mundos, miedo de las gentes, magno máximo.

Y no acabara de ensartar epítetos y blasones de s

ocura, si no le dijera el fiscal que callase: que ya aquel pape había representado en la vida, y que, acabada la comedel mundo, era yo reo acusado.

Hable Clito.Y él, que tenía gana, despejando mal la risa de s

entimiento, dijo: —Yo, señor, fui gran privado deste emperador; que pa

er cuán poco caso hacen los dioses de las monarquías de ierra, basta ver a quién se las dan. Hicieron a este maldinsensato, de quien la soberbia aprendió furores, señor dodo, con título de rey de los reyes. Persuadióse que era hi

e Dios; a Júpiter Ammon llamaba padre, y por autorizarson el sello de Júpiter, se introdujo en esta de carnero y sizó de cuernos, y no falta sino torearle en las monedas lamarse Alejandro Morueco. En balde porfiaban en él laasiones naturales, tan doctas en desengañar la presunció

umana: dióle lo que tuvo la fiereza, hízole grande emeridad, creció del robo, no era capaz de advertenciresento por testigo al filósofo envasado, vecino de un

inaja, que le tuvo por bufón y se rió de verlo, y para uelta le dijo, estorbándole el sol que le calentaba: «No m

uites lo que no me puedes dar.» Yo le serví en lo que m

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mandaba, y no me dio la privanza mi obediencia diligentino el entender él que yo sería partícipe de sus insultoéquito de sus locuras y aumento de sus adulaciones. Yodesdichado de mí! ) quise tener lástima dél; atrevíme a s

eal al tirano (esto que no es nada), y viéndole desacreditas cosas de su padre Filipo y desnacerse, con la lengua as obras, de tan gran príncipe que le dio el séesengañábale de la divinidad. Traté de que descornase sescendencia: referíale los esclarecidos hechos y virtudes du padre, entre muchos que adorándole con incienso, ecían que era hijo de Dios; y había adulador que seguraba de vista la generación divina, y consejero que pínea recta de varón le hallaba mayorazgo del cielo eredero forzoso del rayo y el trueno. Yo le hacía taleecuerdos de las cosas de su gran padre, que le decía: «Poc

e falta a esta decendencia para divina. » Pues para ver quiéue este desatinado tirano y cuál su violencia, por testigo du grandeza, por voz de las alabanzas de su padre, con suropias manos me mató a puñaladas, más él murió en la mesvivió en la guerra. Concertadme estas medidas. Su maestr

e quien no quiso aprender a vivir, enseñó con qué matasen, y una uña de asno disimuló el veneno, y él uedó cornudo, sin Dios , sin reino y sin vida. A mí me dio in que he dicho por lo que habéis oído, y a Abdolonym

mondapozos, estándolos mondando, le hizo rey de Sidoni

o por ensalzar la virtud, sino por mortificar con afrenta

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oberbia de los nobles de Persia después de la muerte dDarío. Topéme aquí con él, porque los privados que h

abido en el mundo nos juntamos a tomar satisfacción duestros príncipes, y díjele que dónde había dejado lo d

Dios, y que si estaba desengañado; y en razón desto nosimos cuando llegaste. Matóme porque alabé a su padrMira lo que es delito digno de muerte en un tirano, siéndoólo en el padre haberle engendrado. A Parmenion y Filotaus privados, también los mandó matar, aunque le adorabatenían por hijo de Júpiter. A Amyntas, su prima, y a su

madrastra y hermano, y a Callisthenes, su privado, mandmatar. De suerte, ¡oh Lucifer!, que el delito es ser privado, ner malo ni bueno, y es como lo que pasa en la vida humanue todos mueren de hombres, y no de enfermos; que ése echaque.

 —¿Ahora sabes —dijo Satanás— que la privanza eropezón y todo príncipe zancadilla; que los tiranos borrecen todo: a lo bueno porque no es malo, y a lo maorque no es peor? ¿Qué privado han hecho que no le hayarecipitado? ¿Qué digo? Acuérdeseos de la emblema de

sponja: todos sois esponjas de los príncipes; déjanohupar hasta que estáis hinchados, y luego os exprimen acan el zumo para sí.

A estas razones se oyó grande alarido, y llegándose Lucifer un hombre blanquecino, desangrado, viejo

enerable y digno de respeto, dijo:

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 —Parece que hablan conmigo esas razones de sponja, por los muchos tesoros y riquezas que tuve. Yo soéneca, español, maestro y privado de Nerón. Loesperdicios de su grandeza cargaron mi ánimo, no

lenaron. En recibir lo que me dio sin pretenderlo no fudicioso, sino obediente. Quiere el príncipe en honras aciendas mostrarse magnánimo, generoso y agradecido con privado. Contradecir al príncipe tales demostraciones eesamor y atención a la utilidad propia; pues rehusarlas euerer que el acto de virtud sea el suyo, y preferir dmiración de la modestia y templanza del criado a sclarecida generosidad del príncipe. Recibir el valido lo qul príncipe le da es querer que se vea su grandeza antes qua virtud y humildad propia, y dar luz a la virtud del príncips el más reconocido vasallaje que puede darle un vasall

Dióme Nerón cuanto es decente a tal príncipe: el precio mérito desto fue la enseñanza; permitía tantos bienes no

emostración de premio, no la presunción de hacienda ni esvanecimiento de patrimonio; no emperezó el tesoro darmonocimiento del séquito que tiene forzoso en la invidia, qu

jecutiva me procesaba por las calles, afirmando quersuadía a otros el desprecio de los tesoros pesembarazar de competidores la sed mía de riquezas. Yo vdolecer mi opinión y enfermar mi buena dicha, no mi culpino mi crecimiento, porque el escándalo no está en el qu

riva, sino en todos los que no privan; y nunca puede s

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ienquisto de todos quien tiene puesto que los que soomo él desean para sí, y los que no, para otro en quieengan más afianzada la medra. Determiné, adestrado costas consideraciones, desembarazar mi ánimo y descans

e todos estos odios: fuime al príncipe, y volvíle cuanto mabía dado; y porque la restitución fuese cortés y nrosera, la acompañé con palabras que Tácito refiere

mejora, persuadiéndole a que en darme tanto caudal mostró espléndido, y en recibirlo prudente, pues mostrab

ue lo había dado el benemérito, pues lo sabía despreciar. Yuve tan grande amor al príncipe, que no acobardaron muen celo las amenazas de su condición; batalla, nomunicación era conmigo la suya, según las grandeontradicciones con que siempre le disgustaba. No acallaro

mi verdad su locura ni su fuerza, ni menos derramó sang

ue a mi reprehensión se adelantase el desvelo de monciencia. Mató a su madre, quemó a Roma, éste quespobló todo el imperio de beneméritos con el cuchillo; stas cosas pudieron persuadir a Pisón la conjuración, que llamó de su mismo nombre pisoniana, muy bie

ropuesta, pero mal callada, donde murieron los mismos quabían de matar. Son pasos de la Providencia el guardar irano del peligro de la vida, por no venir colmado de la

muchas afrentas y desesperación que merecía. Aseguróse ríncipe déstos, pero no de sus vicios, y luego al pun

mandó matar a Lucano porque era mejor poeta que él, y a m

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ambién me dio a escoger muerte: mas eso no lo hizo piedad, antes bien fue fuerza mañosa, pareciéndole a él qua padecería muchas veces repetida en la elección della, ue padecería, la que escogiese, con el efeto, y las qu

ejase, con el miedo que las rehusaba. Yo, metido en uaño, cortadas las venas, me despaché para este puesto quoy tengo, donde este maldito aún no se harta de crueldadelee cátedra de martirios a los diablos. En el Senado cuand

mató a su madre, hicieron votos y sacrificios públicos, saron adularle con las aras y los templos; y cuando ifirió de la conjura de Pisón, hicieron lo mismo por la saluel príncipe, y mandaron que al mes de abril, en honra suye llamasen Nerón. ¡Mirad qué senadores, que luego entenciaron a muerte ellos propios siendo su príncipe, y icieron morir como merecía porque los creyó! Mas lo

enadores malos muchas veces aconsejan al príncipe lo que pueden acusar.

»Y hay alguno que, en viendo propuesta alguna gramaldad, desea que todos sus compañeros sean justos antos, sólo porque su bellaquería sea única y su iniquida

l apoyo de la perdición.Llevantáronse Quinto Hateria y Marco Escauriciendo:

 —Y esos que tú acusas, ¿bastan a profanar tantorandes senadores cuyo ánimo nunca temió los peligros d

a verdad ni las amenazas de los príncipes? Los malo

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ministros se escriben, y se cuentan, y se maldicen: todo pamitarlos. De los buenos nadie hace memoria, porque el bieo se aprende, y el mal se pega, de la manera que un enfermega el mal a veinte sanos, y mil sanos no pegaron jamá

alud a un doliente. Nerón, ceñudo y con los ojos en el suelo, ya voelgada y temerosa, dijo:

 —Saber más que el príncipe el privado y maestro eecesario, y conveniente disimularlo con el respeto. Presumon el príncipe esta ventaja es delito; pues ¿qué será porficonvencer el criado a su señor a que sabe más que él? E

anto que me enseñaste a mí con lo más que sabías, te prefen todo, y fue estimación de tu prudencia mi imperio, y llegescándalo del mundo. Luego pasaste a enseñar a todo

ue sabías más que yo, cosa que debiste excusar, y aquí fu

mi enojo; y quiero antes sufrir lo que padezco, que privadue hace caudal de mi descrédito; y si no, díganlo todosos príncipes.

Y dio voces: —¡Ah, reyes! ¿Ha pasado algún privado vuestro má

delante, en llegando a presumir en sí suficiencia y discursuperior al vuestro? En tanto que los pueblos creen que ríncipe tiene talento y que obra por sí, se sustenta rivado que lo persuade; mas, en desarrebozándose erdad y en desmayando el engaño, muere súpito tod

alimento. Decid s i esto es así. Y a una voz dijeron todos:

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 —No, no, ni pasará adelante de aquí a la fin del mundue así dejamos tomada la palabra a nuestros sucesores ncargada esa acusación a la invidia.

 —¿Qué tengo yo que ver con eso —dijo Seyano—, qu

upe y disimulé menos que Tiberio, y habiéndole obligadon mis servicios, me mandó adorar y me hizo estatuas y laoncedió privilegios sagrados? Fue mi nombre aclamacióel pueblo romano, mi felicidad lisonja de todo el imperio; malud voto de las gentes y ruego común; y siendo el privade mayor dominio en el alma de su señor, este maldito iempre abominable Tiberio me hizo prender y despedazaiendo mérito en el furor de los amotinados traer en lohuzos algún pedazo de mi cuerpo. Con garfios mrrastraron de las quijadas por las calles, y la crueldanfanda no se detuvo en la sepoltura: más allá pasó, que

mis hijos hizo morir afrentosamente, y una hija, que por rivilegio de la virginidad no podía morir justiciada, mandue el verdugo la violase primero y que luego la degollas

Testigos tengo de mi abono: Veleyo Patérculo encarece malor, mi ingenio, mi maña y mi asistencia; y Tácito, que co

a malicia se hizo bienquisto de los letores a costa de loifuntos, él tampoco me niega las alabanzas. Nadie me dijerdad; y con ser tantos los que acababan con mi caídadie se enojó de mí ni tampoco me osó enojar. Mi ruinmpezó desde que quise prevenir todos los hados, quitar a

ortuna el poder, burlar sus diligencias a la providencia d

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Dios. Entonces, más sacrílego que prudente, me fortaleontra la maña de los hombres, haciendo morir los buenosos atentos, desterrando a los ociosos y advertidos, rovoqué por enemigo al cielo, a quien quise excluir de m

ausa. También es verdad que yo me valí y acompañé dente ruin: del médico para los venenos, del sedicioso paa venganza, del testigo falso y del mal ministro ventero das leyes; mas no fue elección de mi voluntad, fue necesidae mi puesto. Yo usaba de los que son siempre trastos doder; y como sabía que, en cayendo, así me habían de faltos malos como los buenos, usaba de los malos como dómplices, huía de los justos como de acusación. Cadirtuoso para el que puede es un dedo a la margen, y cadntendido un espía y un testigo en buen lenguaje, que abla, persigue, y si calla, culpa. No inventé la tiranía, ni su

malas costumbres. Tiberio las aprendió de mí, que más laadecía aprobándolas lisonjero, que en las cárceles y uchillo los sentenciados. Si dicen que yo le aconserueldades para quitarle el amor del pueblo y disponer mevantamiento, ¿quién le aconsejó las que hizo conmigo?

aso es, Lucifer, que los príncipes tienen por disculpa de lue permiten, la ruma del medio que para ello escogieron,ue nuestra culpa es ser sola. mente la suficienatisfacción de los odios nuestras muertes; y al cabo, reyea nota cae sobre vosotros y vuestra inconstancia, y

ástima sobre nuestros castigos. Las historias, contand

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avorecido de Vitelio, emperador; y Rufo, favorecido dDomiciano, y Amproniaso, de Adriano, estaban oyendo l

oz temerosa y venerable del gran Belisario, favorecido dustiniano, que ciego, habiendo dado con el bordón do

olpes y meneado la cabeza entorno para prevenir silenciijo: —¿Es posible, príncipes, que todos vuestros valido

an sido malos? Peor es en vosotros ser verdugos de loerros de vuestra elección que nuestras desgracias. Yo servpríncipe cristiano y justo y que enseñó qué era justicia

acerla, y debiendo a mi valor el imperio, despojos, monarquía y triunfos, me hizo cegar, y me dejó pidiendo poas esquinas el sustento con los miserables; y el nombre que oía animando los estandartes y espantando los enemigoque valió por ejército apellidado andaba por las plazas

alles pidiendo sin saber a quién. El favor de los príncipes zogue, cosa que no sabe sosegar, que se va de entre loedos, que en queriendo fijarle se va en humo; cuanto más ubliman es más venenoso, y de favor pasa a solimá

manoseándole se mete en los güesos, y el que mucho

omunica y trabaja por sacarle, queda siempre temblando, nda temblando hasta que muere, y muere dél.Siguieron luego a estas palabras quejas lastimosas

erribles alaridos, señalando todos con ¡ay! dónde tenían zogue del favor; y empezaron todos a temblar, que parec

amilia de Almadén.

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Mas Belisario tornó otra vez a hablar y todotendieron:

 —Ved la infamia de Justiniano, que acobardados suremios del exceso de mis méritos y servicios, me cegó; y m

irtud tan solamente me negoció la desdicha. Y habiendo dejarme, temió . mi razón y acabó conmigo. Y todos vosotroo habéis hecho de la misma suerte, y en vuestras corónicaomos manchas coloradas de vuestra reputación.

Y un afligido, que no se dio a conocer, dijo: —No estéis ufanos de la miseria de los que os creen

ueden con vosotros, que príncipes no habido constantes,rivados firmes: esto es echaros el agraz en el ojo. Josef eas sagradas letras; Eleázaro, conde y príncipe, fue privade Roberto, rey de Francia, y ni tropezó ni resbaló ni cayo, tros muchos cuya alabanza vivió igual hasta su fin, cuy

plauso no descaeció, cuya dicha nunca la enfermaron lonvidiosos, y vivos y muertos y escritos fueron. exaltacióe sus reyes, como nosotros acusación y escándalo y quej

En esto se oyó una voz de un espíritu, que decía estaalabras de Habacuc, profeta, hablando con los poderosos

 —Quare respicis super iniqua agentes, et taceevorante impio justiorem se?Et facies homines quasi pisces maris, et quasi repti

on habens principem.Et factum est judicium, et contradictio potentior.

Propter hoc Iacerata est lex, et non pervenit usque a

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inem judicium. —¡Despedazóse la ley, no llego el juicio al fin! —

epetían todas aquellas almas cuando el espíritu, paonsolarlos desta nulidad que alegaban en el otro mund

ontra los que los atropellaron, dijo con el mismo profetapítulo II: —Como el vino engaña al que bebe, así sucederá

arón soberbio, y no será ensalzado el que extendió su almomo el infierno; y él mismo, como la muerte, no se harta,ongregó a sí todas las gentes, y aunóse con todos loueblos.

»¿Por ventura todos éstos no tomarán parábola contl y hablilas de sus enigmas; y se dirá: Desdichado de aquue multiplica lo que no es suyo ? ¡Hasta cuándo agravaontra sí lodo pegajoso.

»¿Por ventura, de repente, no se levantarán los que an de morder, y despertarán los que te han de hacedazos, y serás su despojo?

»Porque tú despojaste muchas ciudades, te despojaráodos los demás que quedaren de los pueblos, por la sang

el hombre, y la maldad de la ciudad de la tierra y de todoos que en ella habitan.»Pensaste confusión a tu casa, acabaste mucho

ueblos y pecó tu ánima.»Por lo cual la piedra de la pared dará voces, y

madero que está entre las junturas de los edificio

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esponderá, o el escarabajo de la madera lo parlará. —Yo —dijo el espíritu— no os pondero las amenaza

el profeta; sólo os advierto que no hace Dios tanto caso dosotros, que remita el castigo de los tiranos a grande

ríncipes, ni a sucesos prodigiosos, ni a mayores fuerzas: astigo está en las cosas de que no hacéis caso. Mirad coué gente hace Dios liga contra vuestras prevencioneoberbias y vanidades; con la piedra de la pared y scarabajo de la madera y el leño podrido que está entre launturas de los edificios. Artillería de Dios es la carcoma, y usano, y la mosma, y la rana, y otra infinidad de sabandijaa palabra de Dios, malditos, es aquí mancuerda de todo

uestros oídos.Hondas gemidos daban los monarcas, y alarido

estiales y espantosos.

Formáronse a mezclar con amenazas y heridas; maLucifer mandó que los privados se fuesen al cuartel de

erlesía, y los príncipes, reyes y monarcas entre las mujerermosas, hasta en tanto que se averigüe quién escoge pees más mudable y más desagradecido. Todos apelaban

mas ejecutóse, sin embargo.Los períátícos decían: —Nosotros tenemos cura; lleven a los privados, p

emblones, con la hoja en el árbol.Las mujeres gritaban «que llevasen a los monarcas co

a loba; que ellas en el escoger tenían disculpa, pues en vid

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uían de los señores hacia los mercaderes».Y en ninguna parte los querían, y unos a otros s

espedazaban.En esto estaban ocupados todos, cuando vimos u

ombre que en las insinias parecía herrador; con un silencodrido estaba embolsado en sí propio, muy cerrado dampiña: conocíase en la atención y los gestos que hablaballá dentro dél.

 —¿Quién eres —dijo el fiscal—, con ese yunque y esmartillo y esos clavos?

Él, con voz de grito por azote, en tono de ox, dijo: —Yo me entiendo.Salió la Dueña hecha otra dueña, por no decir u

ejalgar, y dijo: —Entendido para ti mismo: habla claro; que aunque n

e entienda, te chismaré todo. Di tu nombre, y qué hierraquí, donde no hay bestias; y dilo luego, que si no lo diceuego, te pondré otra dueña buida a los pechos hasta que igas.

El pobre, que entendió que estaba ya en los profundo

e la dueña, dijo: —En esto conoceréis que yo me entiendo solo, puereguntándome quién soy y mi oficio y habiéndolo dichlaro, no me habéis entendido. Yo soy aquel desdichado  y

me entiendo que anda en el mundo paladeando confiado

isculpando necios y entreteniendo bellacos. Si m

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o más dote con lo que miento que la novia con el que llevuando le doy virtud con lo que callo, calidad con lo quinjo, hermosura con lo que encarezco, ninguna boda oncertara. Y si la esposita me entendiera:

Él es un pino de oro, más aplicado que otro tanto; jugai por sueños; otros vicios, ni por lumbre; en la condición echo de cera; muy rico; ya se ve, con el etcétera de laxpectativas (que es la hojarasca que gastamos loasamenteros, y todo para en pino de oro, ni por sueños, or lumbre y ya se ve, hojaldre de bergantes), antes la trisiera con su doncellez en unas tocas que embodarse. ¡Pueerme prometer infinito y no traer nada, diciendo mulechado de cejas: «Señor, vuesa merced no repare eacienda, pues Dios se la ha dado; calidad, harta sobra uestra merced. Pues hemosura, en las mujeres propias ante

s cuidado y peligro. Cierre vuesa merced los ojos y déjeobernar; que yo le digo lo que le conviene!»

 —¿Hay ladrón como éste? —dijo el Soplón—. Pueemonio, ¿qué me traes, si ni tiene calidad, ni hacienda, ermosura, y quieres que cierre los ojos?

Embistiera con él, sino que la Dueña se puso en mediiciendo: —No hay tal hombre: por otra relación como ésta m

ragó a mí por mujer quien se casó conmigo. —¡Maldito sea yo —decía un testador—, que me ve

esta suerte por mí culpa! Voto a N —decía (y llamaba

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odos)—, que si sé hacer testamento, que estoy vivo ahorque no me he condenado.

La enfermedad más peligrosa, después del dotor, es estamento: más han muerto porque hicieron testamento, qu

orque enfermaron. ¡Ah, vivos! —gritaba—, sabed hacestamento, y viviréis como cuervos. ¡Desdichado de mí, qunfermé de mi exceso y peligré de mi dotor y expiré de mestamento! Dejáronme los médicos, mandándome prevenio, con mucha devoción y mesura, ordené mi testamenon mi In Dei nomine, Amén, lo de su «entero juicio», «uerpo a la tierra» y las demás cláusulas del boquear. uego (nunca yo lo dijera) empecé los Item más;

A mi hijo dejo por heredero. Item, a mi mujer dejo esto sto. Item más, a Fulano, mi criado, tanto y cuanto.

Item más, a Fulana, mi criada, esto y el otro. Item más,

ulano, mi amigo, porque se acuerde de mí, un vestido. Itemás (si muriere), dejo libre a Mostafá, mi esclavo. Mando eñor dotor Fulano una taza de plata que tengo, dorada, pl cuidado con que me ha curado. Y al instante que firmé estamento, la tierra, a quien mandé el cuerpo, tuvo mujer d

monjil, mi criado de lágrimas y vestido, mi amigo dcordarse; y todos andaban dados al diablo. Si yo pedía ócima, mi mujer respondía: tocas ; el criado: ropilla; sclavo, horro Mahoma. Por darme confortativos me dabaupia. El dotor, desde allí adelante, cuando venía me pedía

aza por pedir el pulso, y de mala gana tomaba uno por otr

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i le preguntaba cómo ha de ser la cena, decía que pesadaonda. Si daba un grito decía mi hijo: ya expiró; mi mujeescuelguen; el criado, daca; el amigo, veamos; el esclavaya. Y como nada de lo que. mandaba se podía cumplir si

mi muerte, en mandar a todos algo, mande que me mataseodos. Si yo volviera a la vida, éste fuera mi testamento:Item, mando a mi hijo heredero, que mal provecho

aga cuanto comiere, y que mi maldición caiga, y que cuane dejo es de mala gana y por no poder más. A él y a ellos sos lleve el diablo; y a mi mujer, que mala pestilencia le d

Dios, y duelos y quebrantos. Y a Fulano, mi criado, si ymuriere, mando que le persigan y se gaste mi hacienda e

estruirle; y si viviere, le daré dos vestidos. Y a Fulano, mmigo, si falleciere, mando que no le dejen parar ni a sol niombra, y que declaro que es un perro.

Item más, si me muero, niego todas mis deudas (¡y sóonsiderad, demonios, cuáles andarían los mohatreros pesucitarme a mí!).

Al esclavo, si muero, mando que cada día le pringueres veces. Al dotor que me curó, que mi mujer se muestr

arte y le pida mi muerte. Y a mi heredero, que haga tasar lue justamente vale el haber acabado conmigo, porque ma encarecido el ser calavera, como si yo se lo rogara, y m

o ha hecho desear, y pido a todos que lo apedreen. Y voto , que sólo estoy sentido aquí del dotor, que no solamen

me persiguió sano, me mató enfermo, sino que pasa la ojeri

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e la sepoltura; y en expirando uno, por disculparse diceél mil infamias: «Dios le perdone, que el mucho beber cabó; ¿cómo le habíamos de curar, si era desordenado? Éra insensato, estaba loco, no obedecía a la medicina, estab

odrido, era un hospital; él vivió de suerte, que le ha sidmejor; esto le convenía (¡miren qué «convenía» éste a mosta!); llegó su hora» ; pues tomen el dicho a la hora dodos los difuntos, y ella dirá que ellos la llevan y rrastran, y que ella no se llega. ¡Oh, ladrones! ¿No bas

matar a uno y hacerle que pague su muerte, costumbre de loerdugos, sino tener la disculpa de la ignorancia en eshonra del pobre difunto? Aprended a saber hacestamento y llegaréis los mozos a viejos, y los viejos ecrépitos, y moriréis todos hartos de vida, y no os podaran flor las hoces graduadas y el dotor Guadaña.

Tales palabras dijo aquel difunto por madurar, quLucifer y sus ministros a gritos dijeron:

 —No dice mal este condenado; mas si le oyen y reen, a los médicos y a los diablos (el ruin delante) los ha destruir.

Mandáronle tapar la boca, y a pocos pasos qunduvieron fue tal el alarido y la grita, que con prevenciónusto se pusieron en defensa.

Habia gran número de gente de todos estados. —Ellos son —decían—; sáquenlos.

 —¿Habíamos de dar con ellos?

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 —¡Oh, infame mujer! ¡Oh, maldito pícaro! —Aquí te tengo.Y otras palabras tal alborozadas como éstas .Unos se asían de otros, y apenas se vían sino do

ultos: uno con un manto, señas de mujer; y otro hechedazos y lleno de alcuzas y jarros y trastos. —¿Qué es esto ? —dijo la guarda.Llegó la ronda, bien ordenado el tribunal; respondieron

 —Señor, aquí hemos hallado escondida la disculpa dmuchos chismes y la

averiguación de muchas insolencias. —Aquí están —decían con gran alegría. —Aquí los tenemos.Pedían albricias a Lucifer:

 —Aquí están, señor, la mujer tapada que dice todas la

osas, y et poeta de tos pícaros. No se puede explicar la demostración que Lucifer hiz

e haber hallado en su reino estas dos figuras taerniciosas. Mandó sacar a la mujer tapada; estaba hecha uvillo, liada con su manto; dio grandísimos gritos, diciend

ue no la destapasen, porque se perdería el mundo. —Déjenme; basta, que estoy aquí sólo porque me tapo tengo infinitas caras, y muchos me acusan que debajeste manto tienen la suya; mi delito es mi manto. Yo, obre mujer tapada, dije al rey pasando un chiste y a la rein

tro; yo dije a los privados, yo a los ministros, yo a lo

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eñores, yo a los clérigos, yo a los frailes, y a los obispos;ste negro manto ha sido de lenguas, y no de soplillo. Nengo yo la culpa, sino bellacos, que como me ven tapada,

me meten debajo del manto y dicen lo que quieren, y lueg

o hay sino: «una mujer tapada dicen que dijo»: «¿Sabeuesas mercedes lo que dijo una mujer tapada?» «Cuentaue una mujer dio tal memorial.» Y yo, pobre de mi, soy unonta que apenas sé pedir siendo mujer. Si fuera yo esellaco pícaro que está a mi lado.. .

Y él respondió: —¿Qué culpa es la mia, mala hembra? —¿Qué culpa? —dijo un demonio—. Ser tú peor qu

odos nosotros: ¿tú no eres el poeta de los pícaros, que halenado el mundo de disparates y locuras ? ¿Quién inventó

Tengue—tengue y  Don gotondrón, y Pisare yo el polvillo

Zarabanda y dura, y Vámonos a chacona, y Qué es aquelue relumbra, madre mía, la Gatatumba , y Naqueracuza

Qué es naqueracuza, infame? ¿Qué quiere decir Gandi; urrúa, que en la ventana está; y Ay, ay, ay (y traer todo ueblo en un grito); y Ejecutor de la vara, y daca

jecutor de la vara; y Señor boticario, deme una cala; Válate Barrabás el pollo; y Guiriguirigay, y otras cosa

ue sin entenderlas tú ni el que las canta, ni el que las oye,on de las alcuzas y de los jarros y de los platos las cantaos muchachos y mozas de fregar con tonillos de aceite

inagre y dos de queso, y pella y pastel, que tú compones,

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o hay recado que no chilles, ni calle que no aturdabligando a que se enfurezcan las repúblicas, y coregones restañan tus letrillas y hues y ayes y arrorro

uzas y pipiritandos? Nadie está en los infiernos con tan

ausa ni con tan sucia causa.El pobre poeta de los pícaros, que no pudo negarse y sio descubierto y conocido, pidió que le diesen licencia paablar.

Fuéle concedida, y dijo: —¿Es mejor lo que hacen los poetas de los honrados

Está mejor ocupado un ingenio en gastar doce pliegos dapel de entradas y salidas y maranas para casar un lacayin amontestaciones, que yo, que con un cantarillo y u

Cachumba, cachumba, y un ¡Oh, qué lindito!, al muchachue trae un pastel a su amo, le embarazo la boca con

onillo para que no dé un bocado al plato, y al jarro uorbo? Más sisas excusé con el Zambapalo y con arigarulleta, que letras tienen mis cantares. ¿Con qué m

agarán que a la niña que trae el cuarto de mondongo mbarace la garganta con el Naqueracuza, y no con un

morcilla? ¿Fuera mejor matar de hambre a todos loraciosos, hacer gallinas a todos los lacayos, y en lontremeses deshonrando mujeres, afrentando maridos achando costumbres, y entreteniendo con la malicicabando con palos o con músicos, que es peor? ¿Es mej

acer autor, y andar dando qué decir a Satanás, y pidiendo

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lma, y lloviendo ángeles a pura nube, y tener a vuemerced quejoso siempre? —dijo mirando a Lucifer, y que n

aba a un poeta una ánima, que siempre se la lleva el bueastor—. ¿Es mejor andar sacando los pecados propios

mis amancebamientos a la jineta, en los romances, darganta en garganta, y que canten todos lo que yo había dlorar; y que, si Doris escupe, ande su gargajo de boca eoca? ¿Es mejor que Gil y Pascual  anden siempre en loillancicos, el uno con mil, y el otro con portal, tirando laavidades, envueltos en consonantes sin pelo ? ¿ES mejndar gastando auroras en mejillas y perlas en lágrimaomo si se hallasen detrás de la puerta; y estando Españin un real de plata, gastarla en fuentes y en cuelloorneados, valiendo a setenta por ciento, y sin que se vena onza gastada en lámparas por los poetas, teniend

epartidos millones en orejas y testuces? ¡Pues lo que haceon el oro! A carretadas fo echan en cabellos, como si fueraja donde no aprovecha nadie: ¿y llamándome a mí poeta dícaros, porque sin gasto ni daño alegro y entretengo barabrioso con Vengo de Panamá, y De qué tienes dulce e

dedo, y Don don camaleón, y otras letrillas traviesas de socomederas.? No, sino escribiré coruscos, lustros, jove

onstruyendo, adunco, poro, con trisulca, alcuza, naquer

uza; y libando, aljófar, con si bien, erigiendo pira

anoro con centodeliras:

Zarabullí, ay bullí, bullí, de zarabullí.

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Bullícuzcuz de la Veracruz;Yo me bullo y me meneo,me bailo, me zangoteo,me refocilo y recreo

 por medio maravedí:Zarabullí.

«Júzguenlo los diablos, cuánto es mejor zarabullí qudunco, y cuzcuz que poco; y meneo que pira, y zangote

ue lustro; y refo cilo que trisulca; lo uno es culto y lo otimiento. Cuál hará mejor caldo, dígalo un cocinero. Ello bieuedo ser yo, el poeta de los pícaros; mas ellos son loícaros poetas; y por lo menos a mi no me vela la Inquisiciói tengo examinadores; y míreseme bien mi causa, que soy

mejor de todos; y Dios me haga bien con mis seguidillas acarandinas, que no me entiendo con octavas ni con esotristorias, ni se hallará que haya dicho mal de otro poeta.

El culto se iba a embestir con él, armado de cede eoven como de punta en blanco.

Mandóle Satanás detener, y reconociéndole, hallaroue lle vama escondidas y desenvainadas dos paludeuidas y un adolescente de chispa. Mandó Lucifer que, pueada uno de por sí bastaba a revolver el mundo, que entre uviesen paz, y que se repartiesen el uno a ser confusión denguas y el otro sonsonete.

El culto, con dos piras de ayuda entre construyes

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riges, se fue a matar candelas, digo las luces de todos loscritos de España, y a enseñar a discurrir a buenas nochedesde entonces llaman al culto, como a vuestra diableda

ríncipe de las tinieblas.

El poeta de los pícaros se fue concomiendo de chistesestejar la boca de noche, y el miedo de los niños, y evestirse en el cuerpo de los poetas mecánicos, ingenioantoneros y musas de alquiler como mulas.

Con gran risa quedó la vista; mas sucedióla no menspanto en la tabaola (así la llaman los contracultos) que yó.

Todo era voces y gritos; los que los daban parecíaente de cuenta y puesto, diferentes en los trajes y en ladades.

Unos andaban encima de otros; víase una batal

esigual: los unos herían con puñales desnudos; los otroiejos y caídos se adargaban con libros y cuadernos.

 —Tenéos —dijo un ministro.Suspendieron su ejecución violenta, no sin enojo, y

bediencia no disimuló el motín, respondiendo:

 —Si supiérades quién somos y la causa y razón quenemos, sin duda os añadiérades al castigo.Y cuando menos vi a Nino y a Yugurta y a Pirro y

Darío, todos reyes; y, siendo infinitos, todos eramajestades y altezas.

Iba Lucifer a satisfacerlos, cuando se levantó u

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ombre viejo, y con él otros muchos, que arrastrados de loríncipes, tenían el suelo lleno de canas y de sangre.

 —Yo soy —dijo— Solón; aquellos los Siete sabioquel que maja allí aquel tirano Nicocreonte, es Anaxacr

ste, Sócrates; aquel pobre cojo y esclavo, EpictetAristóteles, el que detrás de todos saca la cabeza con temolatón, aquel que no puede echar la habla del cuerpócrates, el que no ha vuelto en sí y tiene, como veiudosa vida. Los que veis arrinconados son otros muchoue (como nosotros) han escrito políticas y advertimientoiciendo en libros cómo han de ser los príncipes y cómo hae gobernar, que amen la justicia, que premien la virtud, quonren los soldados, que se sirvan de los doctos, que scondan a los aduladores, que busquen los ministroeveros, que castiguen y premien con igualdad, que s

ficio es ser vicarios de Dios en la tierra y representarle; or esto, sin nombrar a ninguno ni meternos con ellos, noienen en el estado que veis, porque los servimos de guía e camino. Aquellos gloriosos reyes y emperadores en quiestudiamos esta dotrina, diferente patria tienen qu

osotros. Numa está entre los dioses: Tarquino, tizóhuma; Sardanápalo diferente memoria tiene que Augusto,erón que Trajano.

Y otro detrás dél dijo: —Acerca más el discurso a los tiempos de ahora: do

ernando el Santo y don Fernando el Católico y Carlos

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ienen corónica; Rodrigo y don Pedro paulina coobrescrito de historia. La mitra en fray Francisco Jiménez iadema y en Olpas coroza.

 —Mientes, infame filósofo —dijo Dionisio el Siciliano

álaris, a veces, y con ellos Juliano Apóstata y otromuchos—: mientes por todos; que vosotros sois causa duestras infamias y acusaciones y deshonras y muerteiolentas y ruinas; pues por mentir en vuestros escritos ablar de lo que no tenéis noticia y dar preceptos en lo quo sabéis, estamos los más difamados en muerte erseguidos en vida.

 —¿Cómo, señor —dijo Juliano Apóstata mirando atanás, que un hombre déstos, soplón y mendigo, que pasu vida con las sobras de las tabernas y vive de la liberalidae los bodegoneros, despreciado en el traje, solo en

otrina, sin comunicación ni ejercicio, haciendo de agabundo mérito y de la desvergüenza constancia, saber qué es reino, ni rey, escriban cómo han de ser reyes einos, y pretendan que su dotrina los elija y su opinión loeponga, y que en su imaginación esté lo durable de la

oronas? ¿Puede todo el infierno dar mayor cuartana oder, ni más asquerosa mortificación a la grandeza dmundo, que rascándose uno destos bribones, con una camboscada en su barba, y unos ojos reculados hacia ogote, con habla mal mantenida, diga: «Quien mira por sí

irano, quien mira por los otros es rey»? Pues, ladrón, si

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ey mira por los otros y no por sí, ¿quién ha de mirar por éo, sino aborrecerémonos como a nuestros enemigo

endremos odio con nosotros, y nuestra enemistad nasará de nuestra persona, y la guerra nos tendrá por límit

erros, decid la verdad y escribid de día y de noche; nscribáis lo que había de ser, que esa es dotrina del deseoo lo que debía ser, que esa es lición de la prudencia, sino ue puede ser. ¿Y es pusible, respondedme, podrá uno se

monarca y tenerlo todo sin quitárselo a muchos? ¿Podrá superior y soberano, y subordinarse a consejo? ¿Podrá sodopoderoso, y no vengar su enojo, no llenar su codicia, natisfacer su lujuria? ¿Podrá, para hacer estas cosas, servire buenos y dejar los malos? No; porque eso tiene lo maeor; que necesita de ruines para su efecto y ejecucióPodrá premiar los méritos quien en ellos tiene su acusació

su temor? ¿Podrá dejar de rogar a los mentirosos ntremetidos y facinorosos con las dignidades onsulados, si tiene su abrigo en sus demasías, su calidan su imitación, su disculpa en su exceso? No. Pueicarones barbudos, ¿por qué no escribís la verdad? ¿Ser

uena dotrina si uno dijese que el buen carnicero engordas ovejas y que el desollador las pone pellejo, y que el buearbero cuando sangra cierra las venas? Pues lo mismo eecir que los tiranos han de guardar palabra, ser justos erdaderos y humildes. Y como decís esto que había de ser

osotros somos lo que se usa, y no puede ser menos en lo

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iranos, todos nos aborrecen por hombres que no cumplimoon nuestro oficio. Decid y escribid lo que han de ser todoos que quisieren para sí solos lo que es de todonobedientes a la ley de Dios, y nadie se quejará de nosotro

reinaremos en paz; y si no, callad todos, y hable y escribel gobierno sólo Photino: oídle.Y en esto un bellaconazo todo bermejo, con mucha ca

poca barba, cabeza con acometimientos de calvo, hacizco con resabios de zurdo, propio para persuadir maldademejor para conocer los tiranos, abriendo la sima de la

njurias por boca, y ladrando, pronunció este venenazonado:

Jus, et fas multos faciunt. Ptolemae, nocentes .Dat poenas laudata FIDES

et cole felices, miseros fuge, sidera terraut distant, ut flamma mari sic utile recto.Sceptrorum vis tota perit, si pendere justaincipit: evertitque arces respectus honesti.Libertas scelerum est, quae regna invisa tuetur,

sublatusque modus gladiis; faceres saeve,non impune licet, nisi dum facis; exeat aula,qui vult esse pius; virtus , et summa potestasnon coeunt: semper metuet, quem saeva pudebun(Lo lícito y lo justo a muchos hacen, Tolomeodelincuentes, y padece castigos la fe honesta verdadera cuando defiende gente perseguida de l

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fortuna. Llégate a los hados y a los dioses, y asista los dichosos; huye los miserables. Como el fuegdista del mar y el cielo de la tierra,así dista lo útil dlo bueno. Toda la fuerza de los cetros muere e

empezando a obrar justificado; y el mirar a lhonesto desbarata las escuadras: el reinaborrecido sola la libertad de los delitos defiende, y el dar licencia al hierro. Hacer todas lacosas con fiereza no es lícito sin pena, sino sólcuando las haces. Salga de palacio quien quisierser pío; no se juntan la suma potestad y lavirtudes. Quien tuviere vergüenza de ser malsiempre estará temblando y temeroso.)

(Lo lícito y lo justo a muchos hacen, Tolomeodelincuentes, y padece castigos la fe honesta verdadera cuando defiende gente perseguida de lfortuna. Llégate a los hados y a los dioses, y asista los dichosos; huye los miserables. Como el fueg

dista del mar y el cielo de la tierra,así dista lo útil dlo bueno. Toda la fuerza de los cetros muere eempezando a obrar justificado; y el mirar a lhonesto desbarata las escuadras: el reinaborrecido sola la libertad de los delitos defiende, y el dar licencia al hierro. Hacer todas lacosas con fiereza no es lícito sin pena, sino sól

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cuando las haces. Salga de palacio quien quisierser pío; no se juntan la suma potestad y lavirtudes. Quien tuviere vergüenza de ser malsiempre estará temblando y temeroso.)

 No hubo fulminado esta postre ponzoña, cuandevantándose Crysippo, dijo:

 —Por eso no quise yo ser rey, y respondí a los que mo preguntaron con estas palabras: «Si gobierno mal, enojoos dioses, y si gobierno bien, a los hombres. No quier

ficio que de todas maneras se yerra.» Galba, que estabimpiándose unas babas, muy aterido, con gran melancolíijo:

 —Algo de la lición se verifica en mí. Estábame yuando se ardía el mundo, con tanto flema como devoció

acrificando a los dioses, y Othón saqueando a Roma surpándome el imperio; yo asistía a la religión para smperador: él al robo vino por el atajo y siguió la verdad dficio; y yo acabé, como se ha leído, con más desprecio quentimiento; él se quedó monarca y yo babera.

Hízole callar Domiciano, que traía arrastrando por unierna al miserable Suetonio Tranquilo, y a grandes voceecía:

 —¡Cuánto peores son estos infames historiadores oronistas, que aguardaban detrás de la vida de umperador, y con su deshonra hacen lisonja a suescendientes!

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 —Ahí se ve quién sois vosotros —decía Suetonio coollozos mal formados—, que os es sabrosa la ignominia duestros antecesores, como si para la vuestra no diecencia el aplauso que hacéis a la ajena.

 —Señor —decía Domiciano—, estos malditooronistas no dejan vivir su vida a los reyes, y les haceornar a vivir entre su malicia y su pluma, como le convienl lucimiento de su malicia.

Este traidor insolente, escribiendo la vida de que en mayor parte él fue el delincuente, en la Diferencia Xratando de mi pobreza y de que yo procuré socorrermliviando gastos y de mis vasallos, echa este contrapunto:

«Exhaustus operum ac munerum impensistipendioque, quod adjecerat: tentavit quidem, a

relevandos castrenses sumptus, militum numerudiminuere. Sed cum obnoxium se barbaris per hoanimadverteret: neque eo secius in explicandoneribus omnibus haereret: nihil pensi habuit qui

 praedaretur omni modo bona vivorum e

mortuorum usquequaque, quolibet et accussatoret crimine corripiebantur. Satis erat objiqualecumque jactum dictumque adversumajestatem principis. Confiscabantur alienissimahaereditates: vel existente uno, qui diceret, audissex defuncto cum viveret, haeredem sibi Caesareesse. (Lib. VIII, cap. 12.)

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»Habiendo empobrecido con gastos en obray en dádivas, y en los sueldos que había crecid(¿pues en qué ha de gastar un príncipe, sino edar, edificar y mantener la milicia con premios?

intentó, para aliviar los gastos militares, disminuel número de los soldados; mas conociendo qu por esto venía a ser enojoso a los extranjerodesenfrenadamente sin reparar en algo, dio erobar de todas maneras.

»(¡Este es modo de hablar de los príncipes? ¿Qué se die los infames ladrones? ¿NO es bellaquería usar de u

mismo vocabulario con el cetro y con la ganzúa?)

»Los bienes de los vivos y de los muertos, e

todas partes y de todas maneras, por cualquierdelito y acusador se agarraban; bastaba alegaalgún dicho o hecho contra la majestad d

 príncipe. Confiscdbanse heredades remotas ajenas de la acusación, con sólo uno que dijesque había oído al difunto cuando vivía que Césaera su heredero.

»Y es tan grande bellaco, que escribiendo en mi tiempsa decir estas palabras:

»Interfuisse me adolescentulum memini, cum

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 procuratore, frequentissimoque conciliinspiceretur nonagenarius senex an circumsectuesset.

»Siendo yo niño me acuerdo que por el procuradrecuentemente, y por el concilio, se miró si un viejo doventa años estaba circuncidado.

»¿Qué culpa tenía yo del exceso de los ministronferiores y de la demasía, y que me suceden príncipes quonsientan tal libro contra mí, que gasté mi tesoro y m

audal y el tiempo en reparar las librerías que se muemaron? »

 No lo hubo dicho, cuando con voz casi enterrada centos desmayados, dijo Suetonio:

 —Si eso fue bueno, también lo dije. Mas, ¿qué replica

ú, que dictando una carta para dar una orden, dijiste de ropio: «Vuestre señor y Dios lo manda así?» Del divinAugusto y del gran Julio y de Trápano, ¿qué virtud call

ué acción no encarecí? Si fuistes pestes coronadas, ¿quecado es acordaros vuestras obras? De vosotros tené

orror y asco, y no queréis ser contados los que fuisteadecidos. —Nadie se puede quejar dese verdugo de monarca

ino yo —dijo un hombre de mala cara, feo, calvo speluznado, zancas delgadas y mal puestas, color pálidalle perverso.

Y por las señas fue conocido por Calígula.

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 —¿Qué maldad, qué sacrilegio, qué crueldad, qué locuo escribió de mí, las más increíbles? Que estudiaba gestoara hacerme feroz. Mira si haría esto quien inventó loalzadillos para disimular las malas piernas; que porque n

me viesen la calva, era delito de muerte mirar desde arribuando yo pasaba, y decir cabra. Por eso dijo PisistratConociendo yo el peligro que tenemos los tiranos en loue piensan y discurren sobre las vidas ajenas, en looctos que se juntan, en los maliciosos que se pasean, a loue en las plazas vía pasear ociosos les preguntaba que pué no asistían a alguna ocupación, y les decía: «Si a ti se

murieron los bueyes con que arabas, toma de mi haciendaompra otros, y vete a trabajar; y si eres mendigo y pobre demilla, yo te la compraré, y siembra», temiendo que ciosidad destos no me dispusiese asechanzas. ( Pisistratu

um in regnum esset evectus, accersi jubebat eos, qui ioro deambulando, atque otiando tempus tererent: e

nterrogavit, num quae causa esset ipsis in foro oberrandi

imulque dicebat: Si tibi boves aratores mortui sunt, d

meo cape rursus alios, atque ad labores te confer: si egenu

t inops es seminum, de meo dentur tibi: veritus, ne horutium insidias aliquas pareret .) (Aeliano: Variae histor ., liX, cap. 25.)

Príncipes, al que no tiene que hacer compradle cupación, y con eso compraréis vuestra quietud; temed

ue no tiene otra cosa que hacer sino imaginar y escribir. N

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s a propósito desterrarlos ni prenderlos; que calificáis ujeto y va con recomendación su malicia para lo

malcontentos. Caudal hacen y pompa los maldicientes de ersecución de los príncipes, y es precio de sus escrito

uestro enojo. Imitadme a mí, que, a costa de mi patrimonios ocupaba y divertía sus inclinaciones.Un condenado venía furioso, más que los otro

iciendo a voces: —¿Qué es esto? Llámome a engaño: ¿unos diablo

ientan y condenan, y otros atormentan ? Todo el infierno hevuelto, y no veo algún demonio de los que me tienen aqu

Denme mis demonios. ¿Qué es de mis demonios? ¿Dóndstán mis demonios?

 No se ha visto tal demanda. ¡Demonios buscaba en nfierno, donde se da con ellos! Hundíase todo de alarido

ba a decir de risa.Detúvole la Dueña, diciéndole:

 —Anima desdichada, si aquí te faltan diablos, ¿quarás por allá fuera? Hártate de demonios.

Él abrió los ojos, y, conociéndola, dijo:

 —¡Oh, sobrescrito de Bercebús, pinta de sataneseecovera de condenaciones, encañutadora de personas nflautadora de miembros, encuadernadora de viciondilgadora de pecados, guisandera de los placeres, lucere los diablos mundanos, que vienes siempre delante

maneces las lujurias! ¡Tú si que eres proemio d

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mbusteros y prologo de arremangos! ¿Dónde has dejados diablos y las diablas que me trajeron; que no soy taobo que me dejase engañar ni traer destos demonios coolas y cornudos ahumados, con telas de cochinos y alas d

morciélagos? Mala municián es fiereza para tentar apetitona madre flechando hijas enherboladas, una tía disparandobrinas como chispas, una niña con ojos enristre, una mosestando meneos, una vieja armada de moños en naguaomo de punta en blanco; un adulador, que es sí perpetue todo lo que se quiere y amén de la letra vista; uhismoso, ques polilla de la quietud, y por cada maravedí dn cuento; que vive de llevar y traer como arriero, trajinade mentiras, que dice lo que no oye y afirma lo que no sabjura lo que no cree; un maldiciente, picaza de las honra

ue sólo se sienta en las mataduras; un hipócrita, qu

aciendo mortificación la comodidad, y éstasis los ahitos,enitencia los mofletes, y revelaciones los chismes, ratorios las mesas, y desiertos los estrados, y milagros lauras, adivinando lo que le dijeron, y resucitando los vivosaciéndose bobo para el trabajo, negociando con De

ratias y empreñando con la sombra, vive a costa de todomuere a la de Dios; pues pierde su parte en un pícarestos conventuales de la calle, que tienen por superior icio, la obediencia entre las sábanas, la castidad entre lo

manteles, la pobreza en el entendimiento. Dicen que dejan

ue tienen por Dios, y no es mal trueque, pues es para ten

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o que todos poseen por el diablo. Éste es el diablo y éstoon los diablos que me condenaron; y tú, maldita vieja, mos has de dar, que con esas tocas eres epílogo de demonioo había desengañafarle de la Dueña, hasta que le mandaro

allar, diciéndole el Entremetido, de parte de Lucifer, que se habían subido las penas a la cabeza, pues las colas y louernos y las tetas y el humo y el hedor de los diablos no abían a madre y a hijas, y a tía y a sobrina, y a adulador yipócrita. No bien acabó estas palabras, cuando se oyó grauido de quicios y gran rumor de gente en infinita cantida

Venían delante unas mujeres muy afeitadas, presumidaabladoras y melindrosas, riéndose y mostrando graontento. Acusólas el Soplón de que pasaban la alegrasta la jurisdicción del infierno. Túvose a gran delito.

Fuéles hecho cargo, y preguntado que cómo venía

ntretenidas, y no llorando, a la condenación.Una de ellas, vieja y flaca, pellejo en zancos, dijo p

odas: —Señor, nosotras veníamos tan tristes como se pued

reer de mujeres traídas, a quien no ha quedado sobre lo

üesos sino excrementos de los años y lacras del tiempo; ondenadas a heder de nuestra cosecha y a oler de acarretEn la pila nos bautizamos, y el libro del bautismo nos hiz

esbautizar; pero como vimos al pregonero que está a uerta decir gritos, señalando este reino:

 Ibi erit fletus, et stridor dentium ( Allí será el lloro y

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echinar de los dientes), dije yo: ¡Buenas nuevas!, que eso se dice por nosotras, que no los tenemos, ni muelas.

 —¿Han quedado raigones? —dijo la Dueña—. Pues esasta, y la parte se toma por el todo, y desengáñense las d

a boca desempedrada, que no las ha de valer esta vez.Fueron arrebatadas para yesca y encender con ellas duro secas; y dábanlas leña a narices como humo.

Mucho fue de ver, al irse a entrar, gran diversidad dentes de todos los estados y oficios y dignidades. Se leusieron delante muchos licenciados con bonetes de pezotanas de humo, arrebozados con manteos de hollín hasos pies, de manera que se echaba de ver que escondíalgo.

Era una clerecía de tinieblas y un acompañamiento dumero.

Detúvolos la novedad y el horror, y ellos, muabizbajos , con voces muy agraz, dijeron:

 —¡Ah, caballeros! ¿Quién trae libranza de misasDíganlo primero que pisen el umbral.

Un hombrecillo, tan chico que parecía cabo de hombr

on una cara anegada en barbas y unos ojos búzanos dello, que apenas podían salir a nado de la avenida digotes y cejas, dijo a los demás :

 —¡Misas piden aquí? A buen lugar venimos: purgatorme fecit .

Todos empezaron a repetirlo, cuando un dotor en cisc

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e los de la carda, dijo: —No purgatorien, que éste es el infierno, y esotra cas

e les queda ahí a mano derecha. —¿Pues cómo, si es el infierno, piden misas aquí?

Yo se lo diré —dijo muy corto de razones uno de loadres vizcaínos de tizne—. ¿Viene ahí algún ladrón? —Sí —dijeron más de ochocientos. —Pues oigan. Cuando contaban los hurtos que hacía

no se los reprehendieron muchas veces, y ellos respondía¿Qué hemos de hacer? ¿Aguardar que se nos venga a cas

o que todos guardan? ¿Cómo se puede un hombre pasear,ener amiga y dineros, y juego y vicio, sin servir ni oficio?»esto, ¿qué les decía el bien intencionado que los reprendí

 —Decíanos —dijo uno de ellos—: Allá se lo dirán d

misas.

 —Pues, hidalgos, esas misas son las que se dicen aquEl infame que en casa de su amigo le paga la confianzolicitándole su mujer, y reprehendiéndoselo respondí¿Qué hé de hacer? ¿He de ir donde me aguardan con uanzón a la puerta, sino donde me la abren y me estiman,

me regalan, y me llaman, y se fían de mí?»Cuando respondía esto, ¿no le dijeron: Allá se lo dirá

de misas? Pues aquí es allá, y tenemos acetadas las misaCanalla descomulgada, ¿hay entre vosotros algún hombró

e pecados que no teniendo hacienda bastante pa

ustentar su mujer y sus hijos se andaba de puta en puta

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e alcagüeta en alcalgüeta, pagando a costa de su familia lodulterios, y cuando les decían: «Acudid a vuestra muje

mirad por vuestros hijos y familia», replicaba: «Mi mujer dasa es, y a mis hijos y a los demás no les faltará la merce

e nuestro Señor; quiero holgarme.» ¿No le dijeron: Allá so dirán de misas; y perseveró? Pues ea, malditos, entreue es hora. Y diciendo esto, sacando tizones, empezaron ficiar sobre ellos una paliza de difuntos, y en tanto qullos se quejaban, sirviendo de órgano los alaridos de sulasfemias, acompañado del tenor de un cuerno, un hombordo, cantando triples desde un coro de fuego, decía:

 —Allá se lo dirán de misas.Respondía una lechuza vestida de monacillo, con uno

rancos de garganta por pasos, entre sorber aceite y cantaluego toda la capilla de horno, en tono de carretas d

ueyes, con regüeldos por ajos, y gangosos por chirimíaijo:

 —Que éstas son nuestras misas y sus penas.Fue tal la armonía de palos, y gritos y cuernos,

onquidos, que parecía hundirse toda la fábrica maldita d

os reinos dañados. Víase allí cerca un hombrón muy magrercado de mucha gente, atenta a muletas, traspiés ropezones y casi pinitos.

Estaba gobernando los hervores de una gran caldera. —¿Quién eres —preguntó el Entretenido—, pupilero d

chaques, sobrante de tizones, guisandero frisón?

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 —Yo soy —dijo—  Pero Gotero ; esa es mi caldera, taamosa entre los cuentos y los muchachos; éstos que msisten son los gotosos, aquélla mi caldera, y aunque erande, habré de ensancharla; que son muchos los qu

ienen a la caldera de Pero Gotero y muchos los que hay ella. Unos se tiñen como los viejos, a quien allá llamamos loiñosos de la edad; otros se cuecen, otros se guisan, otroe fríen.

En esto dio tres o cuatro borbotones la caldera, que cae salía, y el buen Pero Gotero agarró por cucharón usquife y empezó a espumar. Daba saltos en medio un bultrande.

 —¿Quién es aquél el ojo? —preguntó la Dueña—, qume ha llenado

 —Aquél —dijo el buen Gotero — es el Punto crud

ue ha mil siglos que gastó con él lumbre y carbón, y nunce ha empezado a calentar.

 —¡Válate la mala ventura por  Punto crudo —dijo oplón—, y qué duro eres y qué maldito! ¡Qué de veces e topado yendo a pedir dineros, y me respondían: «Vues

merced me perdone, que ha llegado a punto crudo. » Si yos debía, y venían a cobrar, y suplicaba me aguardaseespondía el acreedor: «Señor, el venir a cobrar ha sido tanunto crudo, que no lo puedo suspender., Si pretendía algo daban a otro, y me decían: «Si vuesa merced aguarda

ablar a punto crudo, ¿de qué se queja?» Si solicitaba algú

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avor de alguna dama, me decía: «Señor, vuesa merced llegun punto tan crudo, que me ejecutan por dos mil reales

Válate el diablo por punto crudo, que toda la vida me hatosigado con tus crudezas! Señor Gotero, cuézale vue

merced hasta que se deshaga; y si no ásele, y tenga asadomo tiene caldera.En esto empezó a alborotarse la caldera y a hac

spuma; víase un figurón danzando entre el caldo hirirando.

Asió el cucharón, y encajándole en el brodio, dijo: —Aún no está en su punto.Dióle con él dos empellones, y zambullóse dando fiero

ritos. —¿Quién es ése?Y él respondió: —le preguntó la Dueña.

 —Este es un Bienquisto, que está el más desabrido dmundo, y no le puedo guisar con ninguna cosa.

Y ello era así, porque de lo hondo de la caldera dabnos gritos

temerosos , y decía:

 —Yo soy el más necio, maldito y desdichado hombel mundo. Puedo enseñar a majadero a un preguntador, stoy por decir a un porfiado. ¡Que creyese yo que toda melicidad era ser bienquisto, cosa que aconsejan siempre loribones y emprestilladores!

Yo convidaba por ser bienquisto, y gastaba en tragos

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ocados mi patrimonio con alabanceros meridianos, qulaban al paso que mascan. Yo prestaba cuanto me pedíaobre la nota de un billete sacabocados, por ser bienquist

Yo pagaba por todos, por ser bienquisto. En alabándome

spada, la gala, la presea, la daba por ser bienquisto; y enta hojarasca de: «es un príncipe; no hay tal caballero ni tmesa; no se habla en la corte en otra cosa sino en el platodos si no es vuesa merced, son piojosos»; y las dolenciae caballero badea, llamando despensero al lacayo ocinero a la ama, y mayordomo a un pícaro que me servon mesura de compañero; sólo por ser bienquisto vine uedar sin hacienda, sin qué comer y hecho andrajos por sienquisto.

Hombres del mundo, no prestéis, no convidéis, no déiedid y agarrad, y ande el mogollón; que ser quisto no e

an bueno como ser guardoso, y ser rico es mejor quuitarse con los pidones.

 No hay cosa tan cara como ser bienquisto, ni de tanomodidad y ahorro como ser malquisto. No lleven y gruñao coman y murmuren; ser caballero de ayuno es gran cos

ue alabanzas pasadas por hospital peores son que uituperio por ahorro.Atajóle otra legumbre de la caldera, que nadab

ntremetido con todo, bien descubierto; y sabido su nombrra el Pero, fruta de los achaques y de la malicia, de quien s

ace los postres a cuanto oye la calumnia: el Pero, que n

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eja madurar ninguna honra ni crédito. —«Doncella es , pemiga de ventana; hidalgo es, pero no sé qué me ha oídombre de bien es, pero muy soberbio.» —Y este  Pero nay lenguaje que no le lleve, y los hay de invierno y d

erano.Y oyendo esto, dijo Gotero: —Es tan agro el diablo, que me tiene hecha un vinag

a caldera, y él se está tan verde como al principio.En esto arremetió a la caldera con un cobertor y tapól

reguntáronle la causa y dijo: —Están hirviendo ahí Penseque, aquel maldito que e

iscreto después y advertido sin tiempo, y otro picarón qua mal sabor a toda la caldera y me tiene aturdido; que abe lo que se hace, ni lo que se dice, ni lo que se caldera,iempre responde que él ata bien su dedo, y sólo trata d

tar su dedo, y que como él ate bien su dedo, le basta; ería mejor que por loco le atase su dedo a él. Esto hace pealdo que los mojigatos que ahí están.

Gozando de la ocasión y del divertimiento, se entraroran cantidad de gente, de rondón, sin que nadie les dije

ada.Preguntó a un portero el Soplón que cómo se entrabaquéllos sin dar razón, y respondió:

 —Éstos son los de mi alma con la suya; y así, vienen racimos: gente que se ofrece al infierno en vida; e

iendo uno con la cabeza torcida, con un tarazón d

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iciplina, seguido de muchachos aunque sea mulatocicado de viejas aunque sea judío, obedecido de beataunque sea puto, luego dicen: Mi alma con la suy

Concédeseles la petición, y vienen en romería, asidos uno

e otros.Maniatado y asido, con grande alarido y empelloneue llama el Calepino de los corchetes, traían muchospíritus malos al diablo de los ladrones: grandemencriminaban su delito. Lucifer se mesuró, y un relator dijo:

 —Señor, este diablo no sabe lo que se diabla, ni vale uiablo, y es vergüenza que sea diablo, porque no trata sine hacer que se salven los hombres.

Estremecióse todo el tribunal en oyendo la palabalven.

Resfrescáronse las llagas, mordieronse los labios, y di

l supremo maldito: —¿Y eso es cierto?Y replicó el fiscal:

 —Señor, éste no gasta el tiempo sino en hacer quoben y hurten los hombres: llévanlos a la cárcel, ahórcanlo

, si son monederos falsos, quémanlos: predícanloreviénenlos, confiésanse; sálvanse. Y éste no pensaba quor la horca y por el fuego se podía ir al cielo, y ehorcados y quemados ha usurpado infinito patrimonio a loormentos.

 —No hay que aguardar: eso no tiene respuesta —dijo

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residente.Mas el pobre diablo (que por éste se dijo) replic

idiendo que le oyesen: —Óigame —dijo a grandes gritos—, que aunque dice

El diablo sea sordo», no se dice por vuesa majestad.Callaron entonces todos, y él dijo: —Señor, yo confieso que se me salvan los ahorcado

mas recíbanseme en cuenta los otros que se me condenaor condenar a estos, y no a sus compañeros ni a su

ministros. Yo, con un ladrón que me ahorcan y se me salvondeno al alguacil que le prendió y se suelta a sí; scribano que escribe contra el que hurtó a uno, y no contí, que hurta a todos; al procurador, que le defiende menoue le imita; y al otro que le condena, no porque no hayadrones, sino porque no haya otro; no porque no hay

muchos, sino por quedar sólo a la república, que por quitos ladrones, trae muchos otros. Sucede lo mismo que al quor limpiarse de ratones trae gatos, que si el ratón le roía u

mendrugo de pan, un arca vieja, un poco de madera, uergamino, viene el gatazo, y hoy le come la olla y mañana

ena y esotro día las perdices; y en poco tiempo suspira pus ratones. A mí se me debe esta treta, y yo trueco uhorcado a doscientos ahorcadores y a tres mil viejaechiceras que van por soga y muelas y mal entendido eor agradecido. Yo estoy cansado, encomiéndenlo a otro

ue yo me quiero retirar a un pretendiente.

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Detrás destos dos venía el diablo del Cohecho, y esiablo tenía linda cara y talle: cosa que no en otro, y eomo un oro, y me parece que le he visto en mil diferenteartes, en unas arrebozado, en otras descubierto, llamándos

nas veces niñería, otras regalo, otras presente, otraimosna, otras paga, otras restitución, y nunca le vi con sombre propio; y me acuerdo de haberle visto llamerencia, ganancia, barato, patrimonio, reconocimiento ada; y le he conocido en unas partes dotor, en muchaicenciado, entre mujeres bachiller, entre escribanoerechos, y entre confesores limosna.

Éste venía con grande séquito, pretendiendo título diablo máximo; mas se lo contradijo con notable satisfacciól diablo de la Consecuencia, diciendo:

 —Yo soy el enredo político y la fullería de los príncipe

el achaque de los indignos y la disculpa de los tiranos. Yoy tintorero de las bellaquerías, que las doy color, y ltropello y tengo el mundo confuso y revuelto. Yo hesterrado la razón y hecho mérito la porfía y poderoso jemplo, y he dado fuerza de ley al suceso y autoridad a

ellaquería, y acreditado la insolencia.Para alcanzar un bellaco lo que a otro dio la iniquidan alegando: con otro se hizo, da un tapaboca a laonsultas y a las advertencias, y a lo imposible saca duicio; y mientras yo durare en el mundo, no hay que tem

a virtud ni justicia ni buen gobierno.

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Y ese diablo del Cohecho, si no le arrebozo, ¿con quara se entrará por unas uñas graduadas y por unaopalandas magníficas? Calle el pícaro; que el título d

máximo diablo sólo es mío.

 —¿Y yo —dijo otro—, mondo virtudes como níspolasSoy de los diablos de mala muerte que se hallan detrás de uerta? ¿conténtome con niñerías?

¿Valgo yo de embelecos de a ciento en libra? Yo soemonio de pocas palabras: cuatro razones diré, y habuien se atreviere. Yo el tal diablo he hecho honra el seornudos, gracia el ser putas, oficio el ser ladrón, ladroneos oficios .

Y, entre tantos, no hubo quien tomase la mano: todoallaron, dando lugar a un diablazo, que asido de uablador y de un vano y lisonjero, decía:

 —Déjenme entrar, que traigo. . . —¿Qué traes? —dijo el Entremetido.Respondió:

 —Éstos dos. —¿Quién son?

 —Un hablador y un lisonjero y vano: son piezas del repor eso los traigo al nuestro.Viólos Lucifer con asco, y dijo:

 —¡Y cómo, si son piezas de reyes! Mas, aunque rey iablo y archidiablo, no gusto desta gente.

Desde lejos un demoñuelo decía:

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 —Príncipe, seis años ha que ando tras un ruin, y es tauin, que no sí cómo lo acabe de destruir, porque, de puruin, no es para nada ni bueno ni malo.

 —¿Eso dudas? —dijo la Dueña—. y acabarás con él,

l con el mundo.Si es ruin, ponle con honra, —¿Dijera más el diablo? —dijo el Soplón.Respondióle el Entretenido:

 —Pues, ¿qué le falta a la Dueña?El Soplón, que andaba en forma de cañuto aventand

ulpas, dio en un rincón con un haz de diablos viejos lenos de telarañas y mohosos: dio cuenta dello; no loodían despertar, Preguntáronles qué demonios eran y uién estaban repartidos y cómo no hacían su oficio, espondieron bostezando que eran los diablos de lo

namorados: y que desde que el dinero cayó más en graciaas mujeres que su honor ni los requiebros, se habían venidllí, porque la moneda suplía sus faltas, y que antmbarazaban, pues una tentación de talego vale por mil diablo, y caen mucho antes en una dádiva que un

entación, y antes consienten en un toma que en uensamiento. Otro demonio estaba roncando y el ruidropio le acusó. Asiéronle, y preguntando cómo dormueño de cornudo, dijo:

 —Tres días ha que me acosté. Yo soy el diablo de la

onjas, y quedan eligiendo abadesa. Y, en tratándose deso

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o hay sino descuidar, que todas son diablos; y en el torne hilan, y en las redes se ciernen; y antes estorbara yorque las ambiciosas tienen por punta de honra que iablo presuma en este tiempo de hábil.

Cuando acá falte desorden y alboroto y parcialidadesando, y si la paz se aventurare alguna vez a asomarse aco hay sino arrimar al infierno una elección de superiora, o nos conoceremos todos.

 —Yo soy el diablo de los  Juzgamundos, de unoellacos acechones, que tintos en políticos, son el pero dodo lo que se ordena. Bien fue mandarlo, pero se deb

mirar. Bien mereció el oficio, pero... Gente que siempre acabn peros lo que discurre.

Son unos invidiosos de buena capa, y una carcomonfitada en estado. Y como éstos para condenarse n

guardan sino que los príncipes manden algo, sus validos ropongan o los consejos lo determinen, fiado en su maldiontradición a cuanto no ordena su malicia, me duermo, y loguardo y los recibo, porque ellos no se duermen en venirsen sonsacar a otros para que vengan.

Gente tan infame, que para ser bienquistos dicen mal dodos, y para tener buenos días desean a todos mal; pueomo son más las desdichas que los gustos, siempre andaecibiendo parabienes de ruinas y desgracias. Bien le parecLucifer esta advertencia, y por remediarlo todo y preven

os mayores aumentos de su dominio, mando juntar la

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omunidades, repartimientos de sus prisiones; bedeciendo a su señor, se vio junta una gran suma dspíritus infames.

Entonces, abriendo por boca una sima, aulló es

azonamiento: —Unión desesperada, pueblos precitos, los quobraste en muerte los estipendios del pecado, aquí se hretendido entre tres demonios el título de máximo. No le hado a ninguno, porque entre vosotros hay una diabla qu

o merece mejor que todos.Miráronse unos a otros; empezaron a discurrir co

murmurio. —No os canséis —dijo—, llamadme a la Buena dich

ue por otro nombre se llama la diabla Prosperidad.Y luego, de lo último de todo el cónclave, salió ella mu

resumida y descuidada.Púsose delante, y en viéndola el rebelde serafín,

ucero amotinado, dijo: —Mando que todos vosotros tengáis a la Prosperida

or diabla máxima, superior y superlativa, pues todo

osotros juntos no traéis la tercera parte de gentes nfierno que ella sola trae.»Ésta es la que olvida a los hombres de Dios y de sí

e sus prójimos. Ésta los confía de las riquezas, los enlazon la vanidad, los ciega con el gozo, los carga con lo

esoros, los entierra con los oficios. ¿En qué tragedia n

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eparte todos los papeles? ¿Qué cordura, en llegando a ello se resbala? ¿Qué locura no crece? ¿Qué advertencia tien

ugar? ¿Qué consejo se logra? ¿Qué castigo se teme? Y, ¿cuo se merece? Ella alimenta de sucesos los escándalos, d

scarmientos las historias, de venganzas a los tiranos y dangre a los verdugos. ¡Cuántos ánimos tuvo la miseria y pocamiento canonizados, que en poder de la prosperidaueron insolentes y formidables ! ¡Ah, ministro

Reverenciadla y introducidla; y las almas que mantuvieron humildes a prueba de prosperidad, no ha

erder tiempo con ellas. Escarmentad en aquel diablo neciue para tentar a Job pidió licencia a Dios para perseguirlmpobrecerle y plagarle. ¡Gentil maña, debiendo pedicencia para aumentarle los bienes y el descanso y la salu

Que en el mundo el que alcanza todo lo que quiere, como n

cha menos a Dios para nada, aun para jurarle le olvida.»¡ Demonios —dijo, empinando el aullido—

ublíquense desde hoy los trabajos y la persecución pnemigos mortales del infierno! Son milicia de Dios

medicina de su sabiduría y dádiva de su mano. El rico dic

Hay que comer y que guardar y que gozar.»Y el pobre: “¡Ay, Dios mío! ¡Dios me remedie!» Y pidon Dios, y come por Dios; y al uno le llaman pordiosero,l otro hombre sin Dios. Trabajos delos el Sumo Señoescanso y buena ventura y felicidad, vosotros. »Item má

ara encaminar el buen gobierno, os mando que ningú

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emonio pierda tiempo en las audiencias, tribunales alacios, que los pretendientes y pleiteantes y aduladoresnvidiosos mejor saben venir acá y traerse unos a otros, quosotros traerlos.

»Ningún demonio se me aborrece con otra capa sino e la comodidad, que es el calzador con que entrará a pocostirones en la conciencia más estrecha.

»Al dinero, en todas las partes que le toparen loemonios, sin exceptar ninguno, se levanten y le den sugar, que importa: la causa es secreta, no nos oigan laaldriqueras.

»La guerra se ha de estorbar por todos mis ministros eodas partes, que ejercita los ánimos, premia los virtuosompara los valientes, aniquila el ocio nuestro amigo cuerda de los santos y de los votos. Diablos, en todo

mundo meted paz; que con ella viene el descuido, la lujuria gula, la mormuración; los vicios medran, los mentirosos yen, los alcagüetes se admiten, las putas, la negociación;

os méritos se caen en su estado. Y no os fatiguéis mucho enredar los hombres en amancebamientos y gustos de muje

o hay pecado tan traidor como éste, que apunta al infiernda en el arrepentimiento cada vez; y las mujeres se damucha prisa a desengañar de sí, y los que no se arrepientee hartan.

»Hijos diablos, asistid a mohatreros y a usuras,

enganzas, a pretensiones, a invidias, y sobre todo o

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ncomiendo la hipocresía, que es lazo de todas las cosas e todos los sentidos y potencias; que no se siente ni onoce ni se rehúsa, y se premia y se adora.

»Y, sobre todo, acreditadme los chismes con lo

oderosos, y veréis lo que hacen y lo que padecen, y cuonen el mundo y adónde van a parar.»Y esos emperadores y esos ministros no se junta

más, y cada uno pone para sí mismo.»Los filósofos y los tiranos están donde se oigan y

tosiguen, los unos con oprobios y los otros coentencias.

»Los soplones sirvan de fuelles, y no de abanicoticen y no refresquen.

»Los entremetidos sean piojos del infierno, y comanuien los cría, y hagan ronchas en quien los sustenta.»

Y mirando a la Dueña, dijo: —¿Dueñas? Déselas Dios a quien las desea: mirand

stoy adónde las echaré.Los demonios y condenados, que le vieron determinad

ruciarlos de dueñas , empezaron todos a decir:

 —Por allá, por acullá; dueña, y no por mi casa.Escondíanse todos y bajaban las cabezas, viéndomagar de dueñas.

Viendo es te alboroto y temor, dijo: —Ahora esténse así, y juro por mí y por mi corona, qu

l diablo que se descuidare en lo que he mandado, y

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condenado que más despreciare mis órdenes, que le he condenar a dueñas sin sueldo.

Esténse varadas en ese zahurdón, y condenaré a diablos a dueñas como a galeras.

Con esto desaparecieron todos, atemorizados castigo; y Lucifer se retiró a su antigua noche, dejando afamilia horror, a sus estados leyes y a los hombadvertencia, que, si fa logramos, podremos decir que tal ves medicina el veneno