Upload
leonel-vazquez-neira
View
48
Download
5
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Cuento
Citation preview
Discusión sobre el término zonaJuan José Saer
Cuento leído el domingo 30 de octubre en el programa Contextos
Puro Cuento, año II, número 11, Julio-Agosto 1988
Lugar: Un restaurant de nombre “El Dorado”, del otro lado del puente colgante, sobre el
camino de la costa; en rigor, un cubículo desparejo de lata, dividido en dos por un tabique
de madera, con una galería de madera que da sobre el camino y un patio trasero lleno de
árboles, separado del río por una baranda de troncos. Después de la baranda viene un
declive abrupto, la barranca, y en seguida el río. En la otra orilla, casas elevadas sobre
pilares de madera dan sus fachadas frágiles al agua.
Época: Un día de febrero de 1967, a las dos de la tarde.
Temperatura: 37 grados a la sombra.
Protagonistas: Lalo Lescano, y Pichón Garay. Han nacido el mismo día del mismo año,
1940, pero mientras que miembros de la familia Garay sostienen descender del fundador de
la ciudad, Juan de Garay, el día en que Lalo Lescano nació unas vecinas tuvieron que hacer
una colecta para mandar a la madre de Lalo al hospital, ya que su padre, que era mozo en
un restaurant, se demoró muchas horas antes de volver a su casa, se supone que en las
carreras de caballos.
Circunstancias: Comida de despedida, porque Garay saldrá dentro de unos meses para
Europa, donde se quedará a vivir unos años.
La discusión comienza cuando Garay dice que va a extrañar y que un hombre debe ser
siempre fiel a una región, a una zona. Garay habla mirando hacia el agua –están sentados a
una mesa defendida del sol por la sombra de los árboles- mientras amasa con el índice y el
pulgar un pedazo de papel de diario, que ha servido de envoltorio a los pescados a la
parrilla. Ni Lescano ni Garay son sibaritas, pero van a ese restaurant (ninguno de los dos lo
confiesa), porque saben que años atrás lo frecuentaban Higinio Gómez, César Rey, Marcos
Rosemberg, Jorge Washington Noriega y otros que pasaban a ser la vanguardia literaria de
la ciudad. Cuando el pedacito de papel está bien amasado, Garay lo tira en dirección al río,
sin cuidarse de mirar donde cae. Lescano sigue la trayectoria de la bolita gris con la mirada,
y dice entonces que no hay regiones, o que es más bien difícil precisar el límite de una
región. Y explica: ¿Dónde empieza la costa? En ninguna parte. No hay ningún punto
preciso en el que se pueda decir que empiece la costa. Pongamos por ejemplo dos regiones:
la pampa gringa y la costa. Son regiones imaginarias. ¿Hay algún límite entre ellas, un
límite real, aparte del que los manuales de geografía han inventado para manejarse más
cómodamente? Ninguno. Él, Lescano, está dispuesto a admitir ciertos hechos: la tierra es
diferente, tiene otro color, y en tanto que la pampa gringa se siembran trigo, lino, alfalfa, en
la costa, en cambio, pareciera que la tierra es más apta para el arroz, el algodón, el tabaco.
Pero, ¿cuál es el punto preciso en que se deja de sembrar trigo y se empieza a sembrar
algodón? Étnicamente la pampa gringa está compuesta más bien por extranjeros, italianos
sobre todo, en tanto que en la costa predominan las familias criollas. ¿Pero acaso no hay
italianos en la costa y criollos en la pampa gringa? La pampa gringa es más fuerte desde el
punto de vista económico, y sabemos con precisión que mientras que ella está más cerca de
Córdoba, la costa en cambio limita con Entre Ríos y con Corrientes. Todo esto supone un
principio de diferenciación, admitido. Pero, ¿no existe también la posibilidad de definir la
pampa gringa como una costa que está más lejos de Entre Ríos (la parte de la costa más
alejada de Entre Ríos, digamos), una costa en la que por las características de la tierra se
siembra más trigo que algodón? Yo admitiría que se trata de una región diferente si hubiese
la posibilidad de marcar un límite con precisión, pero esa posibilidad no existe. La
proximidad del río no es un buen argumento, porque hay partes de la costa que no están en
la proximidad del río, y se la llama sin embargo la costa. No hay ningún límite preciso: el
último arrozal está ya en el interior de los campos de trigo, o viceversa. Pongamos, si te
parece, otro ejemplo: la ciudad. ¿Dónde termina el centro y dónde empiezan los arrabales?
La línea divisoria es convencional. El boulevard Gálvez, digamos. Pero cualquiera de
nosotros sabe muy bien, porque ha nacido aquí y ha vivido aquí y conoce por lo tanto la
ciudad de memoria, que al norte del Boulevard Gálvez hay muchísimas cosas que podrían
estar, tranquilamente, en el centro: casas de varios pisos, monoblocs, negocios, buenas
familias. Y la ciudad ¿dónde termina? No en la caminera, porque la gente que vive más allá
de la caminera dice, cuando le preguntan dónde vive, que vive en la ciudad. Por lo tanto, no
hay zonas. No entiendo, termina Lescano, cómo se puede ser fiel a una región, si no hay
regiones.
No comparto, dice Garay.