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Don’t let me fall
Deja de sofocarme #2
Elizabeth Michel
Esta es una obra de ficción. Fue hecha sin ánimos de lucro y es de
distribución gratuita. No debe tomarse en serio los conceptos
utilizados. Cualquier parecido con personas vivas o muertas es mera
coincidencia.
Elizabeth Michel, 2014.
Todos los derechos reservados.
SAFE CREATIVE © 1402080098042
La autora fomenta que se comparta el libro, pero cabe mencionar que
se pide respetar el contenido. No alteres el documento. Da crédito a la
autora. Di no al plagio.
INDICE Dedicatoria
Contacto
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Epílogo
Próximo libro
Sobre la autora
DEDICATORIA Ni siquiera puedo creer que aquí acabe la historia de mi cavernícola
amado, pero bueno, no lloraré (no tanto).
Este libro va para todas mis chicas de Libros del Cielo, a todas las
que me apoyan para que siga escribiendo, GRACIAS. Sin ustedes yo
seguiría escribiendo y dejando abandonadas mis historias. Gracias por
creer en mí y darle a mis historias la oportunidad de hacerlas sonreír,
SON LAS MEJORES.
Este libro, va especialmente dedicado para Mica “Bambi”, te
prometí el libro de cumpleaños y me atrasé un poco, pero más vale
tarde…que nunca. Gracias, porque siempre me haces sonreír con tus
comentarios…gracias, por permitirme conocerte aunque sea en
mensajes, eres un amor de chica… ¡Nunca cambies! Espero que te
guste el libro…gracias por acompañarme a lo largo de la historia. Eres
la mejor.
Gracias a todas las chicas que creen en mí como escritora, y sobre
todo, gracias a aquellas que me mandan mensajes con sus opiniones
(no saben cómo me alegran el día).
Como siempre, le dedico el libro a mi familia (los amo), espero algún
día volverme escritora profesional y hacerlos sentir orgullosos de tanto
tiempo que me paso metida en la computadora escribiendo.
Disculpen si encuentran alguna falta de ortografía que no haya
corregido, sin más que decir por el momento: les deseo una feliz
lectura.
Elizabeth Michel
CONTACTO Si quieres enviarme un mensaje con cualquier comentario o
pregunta, no dudes en hacerlo, estas son mis cuentas oficiales:
https://twitter.com/Eliza_Michel
https://www.facebook.com/elizabeth.michel95
http://elizabethmichel-author.blogspot.mx/
https://www.goodreads.com/author/show/3362912.Elizabeth_Michel
Comparte tu opinión del libro conmigo…espero con ansias escucharte (leerte). XOXO.
SINOPSIS a historia de Vincent y Athena continúa. L
Después de una boda apresurada…
Un embarazo no planeado…
El inicio de una nueva vida para ambos…
Después de una unión por amor perfecta, era imposible que los problemas no hicieran aparición. Además, los problemas unen a las personas, ¿No es así? ¿O las separa?
Solo una cosa es segura, todo inició por un amor ilícito, un amor prohibido que tenía más de real que un amor socialmente aceptable. Si pudieron superar el lograr que la familia de Athena aceptara su relación y permitieran unir sus vidas en matrimonio… ¿También podrían lograrlo con la de él?
Eva, William y los señores Coleman, aparecen de repente en la vida de ellos…con las cabezas llenas de mil y tres preguntas. Pero no aparecen solos…Melissa Whittemore regresa nuevamente a la vida de Vincent, su novio de toda la vida. Exigiendo una explicación…y con toda la intención de recuperarlo: a cualquier precio.
No todo es miel sobre hojuelas, una tormenta de emociones intentará destruir el amor entre Vincent y Athena. Con cientos de problemas tocando a su puerta, tienen mucho en qué centrar su atención…además de la posible paternidad.
Solo queda esperar que al final de la adversidad venga la paz, y que ninguno de ellos deje de sostener al otro cuando la oscuridad gobierne sus días.
PRÓLOGO En la actualidad
MBARAZO DE ALTO RIESGO. ECreo que hasta este momento no había terminado de comprender lo que significaban esas palabras.
Habían sido de alguna forma, como una realidad abstracta…
Es decir, esto no podía estar pasándome a mí.
Jodidamente NO.
¿Qué demonios?
Quería gritar.
Quería llorar.
Quería rogar a Dios.
Quería consolar a mis pequeños hijos que habían decidido abandonar abruptamente mi vientre.
Quería rogarles que no me abandonaran.
Pero el destino era caprichoso.
Y nosotros estábamos a su merced.
No había nada para evitar la decisión que había tomado respecto a mí y mis pequeños.
Me sentía culpable.
Culpable porque en algún momento pensé la idea de terminar con el embarazo.
Culpable por no haber sido feliz al principio de la idea de unos trillizos.
Me sentía como la puta mierda.
Y estaba jodida.
Jodida y culpable porque estaba en el baño del pequeño departamento en donde había estado viviendo en el último mes.
Era culpable de todo.
Culpable por no ser lo suficientemente fuerte para soportar un embarazo múltiple.
Culpable por querer espacio lejos de Vincent.
Culpable por dejar a Melissa interponerse entre nosotros.
Culpable por no luchar.
Y ahora estaba allí, en el baño, sangrando incontrolablemente.
Marqué el número de Michael, quien a petición de Vincent se había estado quedando conmigo en el departamento.
Él me había dejado marchar.
Se había quedado callado mientras yo salía por la puerta de nuestra casa.
No había hecho nada salvo ordenar que la única jodida manera en que podía apartarme sería teniendo la protección 24/7 de Michael, su jefe de seguridad.
——— ¿Athena, qué ocurre? ——preguntó preocupado Michael.
Lloré en silencio intentando controlarme.
Sí, voz tranquila, todo un reto de conseguir entre tanto dolor.
——— Estoy en el baño…necesito…ir al hospital…por favor…ven…rápido——susurré entrecortadamente.
3 segundos después la puerta se abrió de golpe.
Michael estaba con las facciones distorsionándose por el pánico, pero manteniendo una actitud controlada.
Vi en cámara lenta su mirada recorrer mi demacrado rostro lloroso…mis manos aferrándose a la puerta de la ducha para no caer al suelo…y por último…el charco de sangre que se arremolinaba a mis pies.
No podía ni mirar el suelo.
No podía si quería mantener la cordura.
——— Dios mío——susurró asustado.
Un segundo después me encontraba allí en sus brazos, siendo cargada cuidadosamente mientras él corría lo más rápido y precautivamente posible.
Me dejó sentada en el asiento.
Miré mi enorme vientre abultado.
“No, por favor” rogué.
——— En seguida llegamos——me tranquilizó Michael.
Condujo como la mierda de rápido entre el tráfico.
Marcó por celular al hospital, avisando a mi doctora de la emergencia.
Un par de preguntas después estaba todo listo para mi llegada.
¿Qué tan fuertes eran las contracciones? Bueno, jodidamente intensas.
¿Qué tan frecuentes? Demasiado, para mi gusto.
¿Cuán abundante era el sangrado? Malditamente constante y abundante.
No podía más que llorar en silencio.
Tanto dolor, tanto físico como emocional, era abrumador…
Encerrada en mi mente solo pude apreciar los sucesos desde lejos.
Como si estuviera viéndome a mí misma desde otra perspectiva.
No sentía nada.
No decía nada.
No hacía nada.
Me vi a mí misma siendo ingresada a urgencias.
Minutos después de preparación previa…estaba allí, sedada y drogada hasta la mierda para no sentir dolor.
“Parto prematuro”.
Eso casi sonaba como un aborto para mí.
Se sentía como tal.
Veía montones de doctores y enfermeras revoloteando a mí alrededor.
Acostada en la camilla del quirófano, con Michael vestido con los mismos trajes que los doctores y con cubre bocas y guantes de látex, él sostenía mi mano.
El pánico abundaba en su mirada.
Aun así, con él a mi lado, me sentía sola…
Debía ser Vincent quien estuviera allí conmigo…
Si no hubiéramos peleado…
Si no hubiéramos dejado a los demás interponerse…
Si hubiera sido más madura…más fuerte…
Quizá entonces seguiríamos juntos.
Pero el hubiera no existe.
Y solo me quedaba esperar a que él llegara aquí lo más pronto posible.
El resto fue como en cámara lenta.
Sentí un fuerte tirón indescriptible, no dolía, estaba sedada, pero pude sentir como sacaban a uno de mis pequeños bebés de mí.
Los doctores revoloteaban sobre él.
No podía verlo.
Pero la mirada de Michael fue descripción suficiente.
Él podía ver todo.
Entre el pánico, el desconcierto y la maravilla. Entre esas cosas pasaban su rostro a cada momento. Primero una emoción…luego otra.
El mismo tirón.
El mismo alboroto.
Dos chillidos agudos.
El mejor sonido del mundo.
Otro tirón.
Más alboroto.
Y fue cuando mi vida se vino abajo, sin Vincent allí para sostenerme…para impedirme caer en un abismo destructor.
Sin Vincent para evitar que me sintiera como la mierda.
Sin Vincent para que me consolara mientras muchos minutos después los doctores me informaban que no respiraba.
No podían resucitarlo.
No respondía.
Se habían dado por vencidos.
Lo declararon muerto.
Mi pequeño…dulce…e inocente hijo…estaba muerto.
Muerto.
Ni siquiera podía creerlo.
Lo pasaron a mis temblorosos brazos, envuelto en una manta y completamente limpio: estaba el cuerpecito pequeño, casi miniatura, de mi hijo.
MUERTO.
M-U-E-R-T-O.
Y era mi culpa.
Por no haber sido capaz de darle lo que necesitaba.
Porque mi cuerpo no había sido lo suficientemente fuerte para darle la fuerza de vivir.
Ignoré el resto del mundo.
Ignoré el otro par de llantos.
Mis hijos. Seguía teniendo dos hijos.
Felicidad… agradecimiento… reproche… dolor… culpa… reclamo… impotencia…
Toda yo era un mar de emociones.
Un hijo había muerto…pero seguía teniendo dos.
Yo era incapaz de decidir qué sentir.
Si felicidad porque dos de mis pequeños siguieran viviendo.
O dolor y rabia hacia mí misma porque uno más no lo había conseguido.
Estaba sola en el quirófano…con dos niños vivos…un niño muerto en mis brazos…un Vincent ausente…y una completa depresión que me consumía cada vez más por segundos.
Allí mismo, no sabía si lograría alguna vez superar el dolor y vivir para mis dos hijos.
Era una pésima madre.
CAPÍTULO 1 Athena
Hace 6 meses y medio
RILLIZOS. TOK.
Era incapaz de comprender lo que la doctora había dicho.
Sí, la pantalla mostraba tres pequeños puntos.
Hice una mueca, Dios.
No uno…ni dos…tres…
Sí, lo estaba repitiendo demasiado.
¡PERO ME ACABABAN DE ANUNCIAR QUE ERAN TRILLIZOS!
Se supone que un embarazo gemelar podría considerarse de alto riesgo, y debe ser más monitoreado…imagínate un embarazo de trillizos.
No ayudaba en nada mi baja estatura y escaso peso.
No ayudaba en nada que mi pequeño cuerpo apenas podría soportar un embarazo gemelar…con trillizos no estaba segura de sí lo lograría.
No estaba segura de nada.
Y ni siquiera podía creer que estuviera siendo tan negativa.
Malditas hormonas.
Dios.
Odiaba ser tan…hormonal.
No escuché nada de lo que dijo la doctora.
Estaba inmersa en las palabras EMBARAZO DE ALTO RIESGO…incluso la información de que sólo a partir de los tres meses mi embarazo sería seguro…los tres primeros meses eran en donde había la posibilidad de un aborto espontáneo.
Dejé a Vincent responder a todo.
Dejé que él recibiera la receta y escuchara todos los cuidados prenatales.
De regreso a la casa, no hablé. No sabía qué decir.
Y podía ver en la mirada de Vincent ese miedo otra vez…como si pensara que no quería mis bebés.
BEBÉS.
En plural.
Y tampoco yo estaba segura de nada.
Sí, me hacía ilusión estar embarazada…pero era demasiado joven.
MALDITA SEA. SEGUÍA ESTUDIANDO LA PREPARATORIA.
Sí, estaba casada y me gustaba ser la mujer de Vincent…pero todo avanzaba muy rápido.
No, no me gustaría abortar como en algún momento lo sugirió la doctora…pero no lograba hacerme a la idea de tener 3 bebés.
De alguna manera había imaginado que tendría un bebé, este año sabático a lado de Vincent nos serviría para adaptarnos a la paternidad…pero aun así el siguiente año estudiaría la universidad.
Ahora, no lograba imaginar cómo haría el papel de madre de 3 pequeños bebés y además cursar una carrera.
Me sentía culpable, porque de alguna manera sonaba como un embarazo no deseado.
Pero lo quería.
Pero me asustaba.
Sí, lo dije, estaba asustada hasta la mierda.
Pero no importaba que estuviera asustada…en algún momento lo superaría.
Miré a Vincent.
Él me miraba fijamente.
——— ¿Estás bien? ——susurró con la voz destrozada.
Mi cavernícola.
Mi hombre.
Dios.
Solo con verlo me daba fuerzas para enfrentarme a mis miedos…para no sentirme sofocada.
——— Lo estaré——respondí lanzándome a sus brazos.
Me abrazó fuertemente.
Me acurruqué contra él.
Y sí, no pude evitarlo, comencé a llorar histéricamente hasta hipar descontroladamente.
Michael me miraba preocupado por el espejo retrovisor.
No lo pude soportar.
——— ¡Son trillizos! ——grité viéndolo.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente…mirando entre Vincent y yo.
Sus ojos se suavizaron.
——— Felicidades, Athena, es una gran bendición——explicó.
Bendición.
Sí, la palabra sonaba adecuada.
Miré a Vincent.
Esos ojos. Esos jodidos ojos eran mi perdición.
VERDE PERDICIÓN. Creo que así describiría el color de sus ojos.
Maldición.
Registraría un nuevo color, “verde perdición”, y sería el color de los ojos de Vincent.
——— ¿No estás enojado? ——susurré tristemente.
Maldita sea.
Un hombre que se entere que va a ser padre de 3 niños de sopetón: debe estar…abrumado.
——— Amor mío…es una sorpresa…pero estoy feliz——respondió.
Aun así pude ver el miedo en sus ojos.
Era el reflejo de los míos.
Estaba en el primer mes de embarazo…pero hasta no cumplir el primer trimestre…seguía existiendo la posibilidad de un aborto espontaneo.
No todos los embarazos se lograban.
Pero rogaba a Dios que el mío sí.
Porque ni Vincent ni yo estábamos preparados para enfrentar una semejante pérdida.
——— No quiero que nada malo les pase——dije tratando de ser lo más sincera posible.
Solo de pensar en sufrir un aborto espontáneo.
Todo el miedo a ser madre se esfumaba y solo quedaba la preocupación. Quería que nacieran esos bebés.
A la mierda la universidad.
A la mierda todo.
Si tenía que sacrificar mi vida por esos bebés…lo haría.
Viendo a Vincent, sabía que encontraríamos una manera de hacer funcionar las cosas. Sabríamos ser padres, aprenderíamos de los errores, estaríamos juntos siempre y podríamos superar cualquier cosa.
Rodeada por los brazos de Vincent y sintiendo el calor su cuerpo, sabía que todo estaría bien.
Porque en las buenas y en las malas, nos teníamos el uno para el otro.
——— Te amo, Vincent——dije mientras cerraba los ojos y me recostaba contra él.
——— Te amo tanto, Athena, tú eres mi todo——respondió besando mi frente.
Sonreí y me quedé dormida contra él.
CAPÍTULO 2 esperté al día siguiente. D
Rodeada por un Vincent que se envolvía a mí como una enredadera.
Y era tan malditamente tranquilizador.
Sonreí mientras lo veía dormir.
Parecía tan inocente cuando dormía…cosa que desaparecía en cuanto despertaba y decidía que quería su ronda feliz del día. Manteniéndome en la cama por horas hasta terminar ambos sudorosos e incoherentes.
Mi sonrisa feliz cambió a una sonrisa diabólica mientras me inclinaba sobre él y besaba todo el camino desde su pecho hasta sus labios.
Él se removió aún dormido, lanzando sus brazos contra mí, haciéndome caer en su pecho.
——— Buenos días, mi amada señora Coleman——susurró con voz ronca mientras abría sus soñolientos ojos.
No había nada más hermoso que verlo al instante de despertar.
Mi sexi-tierno e inocente Vincent dormido había desaparecido, solo quedaba el hambriento y posesivo cavernícola acaparador.
DIOS.
¿Era posible amar tanto a alguien?
Espera.
Maldición, comenzaba otra vez con mis complejos de chica distraída por el caliente cuerpo de mi novio…ejem…marido…no me acostumbraba a la idea.
¿Qué estaba por decir?
Yo era el colmo de la distracción.
S-E-Ñ-O-R-A.
“Eso era” pensé haciendo una mueca.
——— Odio la palabra “señora” ——comenté arrugando la nariz.
Vincent me miró fijamente.
Un poco de desilusión se dejó ver en su mirada.
¿Qué demonios dije?
Oh, mi tontito y posesivo cavernícola.
——— Pero amo ser “de Coleman”, suena tan caliente——me apresuré a decir.
Su rostro se iluminó con resplandeciente orgullo masculino, y nuevamente era mi seguro y egocéntrico hombre.
¿Cómo podía amar incluso esa faceta de él?
Sí, estaba oficialmente loca.
Loca de amor.
Loca por Vincent.
Di un grito sorprendido cuando se inclinó sobre mí, besándome posesivamente…tan hambriento…tan muy “Vincent”.
Respondí con fervor.
Estaba tan contenta.
EXTASIADA.
“Esto es la definición de <luna de miel> perfecta” pensé mientras sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo.
Su boca recorrió mi cuello, dejando pequeños y enloquecedores besos.
Y fue entonces cuando por primera vez sentí que hacer el amor con él no era algo tan importante.
No cuando mi prioridad de un momento a otro se había convertido en llegar al baño antes de que vaciara mi estómago allí mismo.
Lo aparté apresuradamente.
Corrí al baño lo más rápido que pude.
Al segundo en que estaba frente al inodoro, vomité lo suficiente para hacer que mi garganta ardiera dolorosamente.
Vincent estaba allí, sosteniéndome y dándome golpecitos en la espalda.
Cuando terminé de vomitar, me tendió un vaso de agua y esperó a que lo terminara y cepillara mis dientes intentando borrar el mal sabor de boca.
Estaba de más decir que me sentía como la mierda de mal.
Quería llorar.
Fue un simple pensamiento y de un momento a otro estaba llorando a moco tendido.
Sí, había pros y contras en eso del embarazo.
Y por un largo, largo tiempo, estaría experimentando los contras.
Mi pobre cavernícola me abrazó fuertemente contra él mientras me decía mil y un cosas tiernas y consoladoras. Esperando a que dejara de llorar, pasó un considerable tiempo, durante el cual él acarició tranquilizadoramente mí vientre. Si era para tratar de aliviar mi malestar o por el consuelo de que había unas pequeñas partes de él y yo dentro de mí, no lo sabía.
Puse mi mano sobre la de él.
——— Todo estará bien——susurré con voz ronca, intentando convencerme más a mí que a él.
——— Todo estará bien, porque estamos juntos——confirmó mientras me cargaba hacia la cama.
Casi quería hacer un puchero por no haber podido continuar con lo que habíamos dejado pendiente. Cuando se lo mencioné se rio con
fuerza, como siempre, mi maravilloso hombre estaba divirtiéndose a mis costas.
——— Siempre tan insaciable——dijo maravillado consigo mismo.
Entrecerré los ojos.
Tonto.
Intenté pararme pero enseguida estaba mi cavernícola revoloteando sobre mí, dando un interminable discurso del por qué tenía que estar en reposo.
Idiota.
Quería golpearlo.
Quería lanzarle el control de la televisión a la cabeza, y maldición si no lo hice, dejándolo aturdido por un minuto.
OH POR DIOS.
LE HABÍA AVENTADO EL CONTROL DE LA TELEVISIÓN A LA CABEZA.
¿Por qué demonios lo había hecho?
“¡Estúpidas hormonas!” maldije mentalmente.
——— Lo siento…lo siento…lo siento…lo siento…lo siento——canturreé besándolo docenas de veces en su frente, donde un chichón comenzaba a aparecer.
¿Qué me ocurría?
Comencé a llorar nuevamente.
Él me miró confundido, con una mueca de dolor en la cara.
——— Oh por Dios, tranquila, amor, solo es un golpe——dijo con la voz a un punto de la histeria.
Sí, podía ver que no sabía qué hacer conmigo cuando me ponía así.
¡NI YO SABÍA QUÉ HACER CONMIGO MISMA!
El pensamiento solo me hiso llorar más.
Vincent salió de la recámara con paso decidido.
¿El bastardo me estaba dejando?
En serio, él fue el culpable de que yo estuviera así…tan….tan embarazada…lo menos que podía hacer era sufrir conmigo las consecuencias.
Oh señor, mi remordimiento se volvió enojo…furia.
Y como una loca fui detrás de él.
¿Él no quería problemas? Pues una mierda, porque problemas iba a tener.
Lo encontré en la cocina sacando algo del refrigerador.
Me miró asustado.
¿Ahora le daba miedo?
SANTA MACARENA.
¡Esto solo empeoraba!
De alguna extraña manera podía imaginarme a mí misma siendo comparada en su mente con una furia griega.
Hijo de su madre.
¿Estaba comparándome con una furia?
“Eso solo es en tu mente” dijo mi conciencia.
“Oh es cierto” razoné estúpidamente.
Sí, estaba siendo una loca, lo sabía.
¡TRES BEBÉS…TRES INVASORES…DENTRO DE TI PODRÍA HACERLE ESO A CUALQUIERA!
Abrí la boca para gritarle por cosas sin sentido…porque simplemente quería gritarle…y el muy bastardo me debía por lo menos dejarme gritarle a mi antojo…él era quien me había embarazado.
Y nuevamente estaba siendo una psicópata.
Dios.
Podía ver los titulares de los periódicos: “¡Empresario y magnate…SE CASÓ CON UNA PSICÓPATA!”
Y las lágrimas comenzaron a caer nuevamente.
Vincent maldijo en voz baja mientras se acercaba rápidamente a mí con un enorme trozo de pastel de chocolate en la mano.
¿Había ido a la cocina por un trozo de pastel mientras yo enloquecía?
Abrí la boca para discutir y con una cuchara me hiso comer un trozo de pastel a la fuerza.
Lo maldije con la mirada.
Ese pastel era un pecado.
Y yo era una pecadora, porque vorazmente comencé a comer el pastel.
Vincent se quedó allí, asustado y divertido, mientras yo me concentraba en algo tan sencillo como comer cucharada a cucharada hasta que el enorme trozo desapareció.
——— ¿Más tranquila? ——preguntó dulcemente.
¡NIETO DE SU ABUELA!
¡SOBRINO DE SU TÍA!
¡HIJO DE SU MADRE!
——— ¿En serio, pensabas controlar la situación haciéndome comer? ——exigí incrédulamente, más tranquila y controlada con el estómago lleno de comida.
Él se encogió de hombros.
——— Hasta la fecha me ha funcionado——respondió orgulloso de sí mismo, y pude recordar las miles de veces en que él me distraía con comida.
¡SANTA VACA Y SUS BECERROS!
¡ERA UNA MALDITA ASPIRADORA DE COMIDA INCLUSO ANTES DE ESTAR EMBARAZADA!
Las lágrimas cayeron silenciosamente por mis mejillas.
Los ojos de Vincent se abrieron de sorpresa.
——— ¿Y ahora por qué lloras? ——preguntó derrotado.
——— Quieres engordarme… ¡Siempre lo has querido! ——lo acusé lloriqueando.
Suspiró.
Sí, me había convertido en una montaña rusa de emociones andante.
——— Claro que no.
——— ¡Claro que sí! ——dije tercamente.
La desesperación en sus facciones me derritió.
Me aventé a sus brazos mientras llenaba su rostro con besos.
Sí, él no podía estar más sorprendido.
——— ¿Y esto por qué? ——preguntó renuentemente.
Sonreí entre mocos y lágrimas.
——— Porque te amo…y porque me soportas——expliqué con una sonrisa tímida.
——— Siempre te soportaré con gusto——respondió besándome.
Sus manos recorrieron mi espalda y apretó mi trasero juguetonamente.
Lo golpeé.
Me miró confundido.
Pobre.
——— Aprovechado——expliqué simplemente mientras me giraba hacia el refrigerador, ignorando al caliente y excitado hombre que me devoraba con la mirada.
Corté un pequeño trozo de pastel.
Me senté a comer.
¿Por qué no podía dejar de comer?
¿Cómo podía pasar del sexo…por un simple trozo de pastel?
Sí, seguramente te preguntarás eso…pero en mi defensa era un gran y delicioso trozo de pastel.
Y mi mente trabajó a la velocidad de la luz mientras tiraba a Vincent en el suelo de la cocina y lo untaba del pastel.
“Sí, eso era aún mejor” pensé sonriendo mientras me inclinaba sobre un Vincent sonriente cubierto de pastel de chocolate.
Ahora los dos estábamos conformes y saciados.
CAPÍTULO 3 Horas después nos encontrábamos en las calles de New York,
recorriendo las tiendas en busca de… ¿Qué? No lo sabía.
Pero no había podido negarme a la petición de Vincent de salir a
caminar.
El muy descarado había comprado cualquier cosa que yo veía, incluso
cuando le decía que en realidad no me gustaba, simplemente miraba
para matar el tiempo. Eso no lo había detenido de comprar las
docenas de hermosos y carísimos vestidos que yo había visto.
Era una suerte que cada vestido fuera holgado, ya que con lo mucho
que estaba engordando mi vientre, no estaba segura de que podría
usar la misma ropa por más de unas semanas.
Solo de pensar en la idea quería llorar.
Y era una mala suerte que la “forma perfecta de consuelo” de Vincent,
fuera darme de comer.
Y debería de estar ofendida de que para evitar un confrontamiento él
me distrajera con comida. ¿Qué clase de novio…marido…hace eso?
Pues él tendría que aguantar las consecuencias, si antes del quinto
mes yo fuera una bola de boliche andante.
Pasamos delante de una tienda de bebés, donde un simple pañal
podría costar lo mismo que una maldita carriola en un centro comercial
normal.
Mi tonto y consentidor cavernícola tenía mucho dinero para gastar
extremadamente irresponsable durante por lo menos dos vidas, y
nada de cerebro.
¿Cómo es que era un importante y exitoso empresario, si no tenía la
menor idea de los límites a la hora de comprar?
Estaba segura que con todos los regalos que él había comprado para
mi familia entera, podríamos haber comprado un pequeño
departamento.
¿Qué por qué no le había dicho nada al respecto, una negación, una
queja, algo? Lo había hecho.
¿Su reacción? El bastardo había comprado una enorme, fina y
costosa caja de chocolates que me encontraba comiendo vorazmente
a su lado en la calle, sin importar las miradas de la gente al pasar.
¡Hey, era mi chocolate!
Esas personas seguramente no tenían tres bebés dentro y unos
deliciosos y finos chocolates en sus manos. Así que no podían
entenderme.
Probé una trufa de chocolate que se derritió placenteramente en mi
boca.
Gemí.
Era el mismísimo cielo.
——— Sigue haciendo esos ruidos y te tendré sobre mi regazo en la
camioneta dentro de unos segundos, sin importar quién mierda nos
vea——advirtió seriamente mi cavernícola insaciable.
¿Por qué demonios era tan insaciable?
¿Por qué me había corrompido tan efectivamente?
Lamí mis labios lentamente.
Su mirada siguió cada movimiento.
Gruñó como un perro en celo allí mismo, en las calles más concurridas
de New York.
La gente nos miró fijamente.
Debíamos parecer unos locos pervertidos, pero éramos nosotros y no
se podía esperar nada menos.
Tomó mi mano mientras entraba a la tienda.
Una empleada nos recibió.
Mostrándonos cada cosa que podría interesarnos.
——— ¿Cuántos meses de embarazo tiene su esposa? ——le
preguntó la chica, la malditamente flaca chica, a mi marido.
——— Poco más de un mes——respondió Vincent mirándome con
adoración mientras cubría mi vientre con su mano.
Sonreí tiernamente.
Cada vez que él se ponía en plan de “hombre orgulloso que embarazó
a su mujer no de uno…ni de dos…sino de tres bebés” me hacía la
mujer más feliz del planeta entero.
Era innegable la felicidad que tenía ante la idea de ser papá.
Y era contagioso.
No podía esperar a que los bebés nacieran, y llegara el momento en
que podríamos sostenerlos en nuestros brazos.
Solo el pensamiento de mi Vincent sosteniendo un bebé me
enternecía hasta el punto de querer llorar de felicidad.
Sabía que no sería un embarazo fácil, pero valía la pena, valía la pena
las náuseas, el mareo, la engordada histórica del siglo, los antojos, los
cambios de humor, las estrías (que aún no tenía), todo valía la pena.
La empleada miró vulgarmente a Vincent.
Entrecerré los ojos en su dirección.
“¡ZORRA!” quería gritarle.
Maldición, quería comprar una de esas estúpidas camisas que dicen
“Él es mi hombre…aléjate” para mi cavernícola.
ÉL ERA MÍO…SOLO MÍO.
Y yo no compartía, a excepción de los futuros bebés, solo con ellos
compartiría a mi Vincent.
M-í-O.
Tomé la mano de Vincent y lo encaminé hacia los mamelucos que
tenías chistosas frases escritas sobre ellos.
“El bebé de papá”
“El orgullo de mamá”
“La perfección hecha de más perfección”
Todos y cada uno eran tan tiernos.
Vincent sostuvo en sus manos un hermoso mameluco con tema de
rana, era tan…tierno.
Todo era tierno.
Me miró con ojos de borrego.
Sabía lo que me decía su mirada.
“Por favor da rienda suelta a mi complejo obsesivo compulsivo por las
compras”
Asentí.
Valía la pena permitir que Vincent comprara lo que se le viniera en
gana para los bebés.
Seguro era un error de mi parte, ya que por la mirada extasiada que
tenía, era 99.99% probable que comprara casi toda la tienda.
Él era lo suficientemente rico como para comprar estúpidamente cada
objeto ridículamente caro sin siquiera hacer pestañear su cuenta
bancaria.
Antes de que pudiera decir nada él ya estaba allí, ordenando a las
trabajadoras de la tienda, cada cosa que quería.
Con eficacia cada una cargaba con montones de ropa y juguetes para
bebés.
Finalmente no compró TODA la tienda, pero sí su mayoría.
Estaba de más decir que los aparadores lucían vacíos.
Maldito hombre exagerado.
Seguí comiendo los chocolates, sin preocuparme en elegir algo,
seguramente todo lo que me gustara estaría ya siendo guardado en la
cajuela de la camioneta.
——— ¿Qué tan eróticamente sensual puede ser el simple hecho de
comer chocolate? ——masculló en mi dirección con una mirada
tormentosa.
Mi tonto y pervertido hombre.
Lo besé sin inhibiciones.
Él gimió largamente.
——— Admito que son exquisitos los chocolates——exclamó cuando
por fin nos separamos.
La empleada flacucha y ofrecida me miraba feamente.
“Toma eso, perra” pensé mientras apretaba juguetonamente el trasero
de mi marido para su absoluta sorpresa.
——— Provocadora——susurró Vincent en mi oído.
——— Fácil——respondí burlonamente.
No era ningún secreto que Vincent era el hombre más fácil del mundo
entero, podría simplemente suspirar cerca de él y ya estaría jadeando
y ofreciéndose a mí entera disposición.
Él se hiso el ofendido.
Pero ambos sabíamos que lo que dije era verdad.
Ambos teníamos una extraña debilidad por complacer al otro.
——— ¿Sabes que ésta vez exageraste y enloqueciste por completo?
——comenté mientras Michael tenía un difícil momento para conseguir
que todas las cosas entraran en la cajuela.
Se venció de hacerlo al cabo de unos segundos.
Nos miró.
——— Intenta con el asiento trasero también——ofreció Vincent.
Puse los ojos en blanco.
Al ritmo en que iba, terminaría sentada sobre sus piernas para poner
caber todos en el auto.
——— Estás loco——insistí tercamente ahora que mis chocolates se
habían acabado.
El cavernícola tuvo el descaro de mirar asustado mi paquete de
chocolates ahora vacío. Era como si pensara que me hubieran cortado
el suministro de sedantes para mantenerme tranquila y de repente me
volvería loca.
Sacó de su bolsillo una paleta de cereza.
Descarado.
La tomé sin culpa alguna.
Amaba las paletas de cereza.
Él sonrió complacido.
Debería haber objetado algo, pero sería una batalla perdida y era lo
suficientemente inteligente para saber qué batallas librar y cuáles no.
Todas las empleadas terminaron sonriendo por las enormes propinas
que tenían. Incluso la perra hambrienta de atención por mi hombre,
tenía una considerable propina que la mantuvo alejada de nosotros.
Minutos después nos encontramos caminando tomados de la mano.
Michael caminaba tras nosotros con una sonrisa permanente en su
cara.
Un grito de alegría, o más bien un chillido, me llamó la atención.
Una espectacular rubia alta, con cuerpo de infarto y los mismos ojos
que Vincent, se aceró corriendo hacia él, abrazándolo sin importarle
que estuviera allí, tomada incómodamente de su mano.
Él lucía sorprendido.
Por un momento se quedó quieto.
Luego soltó mi mano y la abrazó felizmente.
——— ¡Oh por Dios, Vincent! ¿Qué haces aquí? ——preguntó en un
perfecto inglés.
Era una suerte que el inglés fuera una segunda lengua para mí.
Ella no le dio tiempo de responder y me dirigió una imponente mirada.
Tragué saliva, tenía un mal presentimiento.
——— Athena, te presento a Eva, mi hermana——interrumpió
Vincent, haciéndose el desentendido.
La miré fijamente sin saber qué hacer.
¿Su mirada? Podría derretir el hielo de los icebergs.
CAPÍTULO 4 ——— Soy Eva Coleman——dijo su hermana acercándose a mí y
dándome un rápido beso en la mejilla.
——— Soy Athena——respondí tontamente, de repente sentía como
si fuera a vomitar todo lo que voluntariamente había comido, a pesar
de que sabía que era una forma en que Vincent me distraía para poder
hacer de las suyas en su hora feliz.
Nótese que su hora feliz, ahora mismo, no era relacionada con su
buena ronda de sexo insaciable, no…era acerca de comprar
compulsivamente todo aquello que llamara su atención.
Era una suerte que fuera millonario y se pudiera permitir sus
caprichos.
Hice una mueca ante la mirada repulsiva que me daba Eva.
Seguramente, estaba pálida como la cal, y de alguna manera también
verde por las náuseas…y el vestido holgado que traía no debía de
favorecerme mucho, pero ocultaba perfectamente el pequeño
abultamiento en mi vientre.
DIOS.
Tan cruel era el destino conmigo, que estaba considerando que de un
momento a otro podría vomitar encima de su ropa a mi cuñada.
CUÑADA.
¡Maldita sea!
¡Jodidos borregos y cabras locas!
¡Benditos calzoncillos Calvin Klein que glorificaban los atributos de mi
hombre cavernícola!
¡Por todo lo querido en este mundo y los chocolates!
¿Qué podía decirle?
“Mucho gusto…soy la novia de tu hermano, quien por cierto me
engatusó para casarme con él…oh, por cierto… ¿Te dije que estoy
embarazada? De trillizos” sí, creo que esa no era una buena
presentación.
Miré a Vincent, con su rostro sorprendido, el pobre no sabía qué decir.
——— ¿Y tú qué eres de mí hermano? ——preguntó Eva con los ojos
entrecerrados. Acusadores.
“Ja, espera a que lo sepas…me odiarás” quería decirle.
——— Mi esposa——soltó Vincent, como si el tonto, tonto hombre no
tuviera ningún maldito filtro a la hora de hablar.
HIJO DE SU MADRE.
Lo fulminé con la mirada.
Al bastardo le esperaban semana…qué digo semanas, ¡MESES! Sin
nada, absolutamente nada, de sexo.
No, eso incluso no era castigo suficiente.
Incluso cuando Eva le gritó histéricamente en plena calle, él se
mantuvo impasible, dejó que ella le dijera lo tremendamente estúpido
que era. Y tuve que estar de acuerdo, era un hombre sin cerebro.
TONTO. TONTO. TONTO.
MALDITA SEA.
Ahora sí estaba segura que podría vomitar de un momento a otro.
Y Eva me odiaría por el resto de nuestras vidas si vomitaba sobre sus
hermosos Manolos.
——— ¿Podemos hablar en otro lado? ——dije en voz baja rogando
con los ojos a Vincent para que se compadeciera de mí.
El asintió.
——— Vamos a la casa, Eva, ¿Vienes? ——le preguntó a su hermana
que me miraba duramente.
Tragué saliva.
No estaba segura si podría contener el vómito.
AVE MARÍA PURÍSIMA.
——— ¡Por supuesto que voy, no se librarán tan fácilmente de mí! —
—gritó dándose la vuelta.
Supongo que un viaje en camioneta, todos juntos, era mucho pedir.
Bendita sea por su carácter gruñón.
La vimos caminar por un par de segundos.
En el momento en que Vincent se giró hacia mí sin pensarlo mi rodilla
conectó con su entrepierna. Sus ojos se abrieron sorprendidos por mi
ataque y susurró su arsenal de malas palabras.
Lo ignoré y caminé hacia donde Michael aguardaba manteniendo la
puerta abierta para mí.
Él tenía una mueca en la boca, probablemente por intentar contener la
sonrisa que amenazaba con escaparse de su control.
Vincent se acercó cojeando y con la cara roja.
Fruncía los labios de forma graciosa.
No me sentía mal, en absoluto, por haberlo pateado. Sí, había sido un
golpe bajo, pero no podíamos negar que se lo tenía merecido.
Cerré la puerta del asiento trasero en sus narices y señalé el asiento
delantero.
Me miró fijamente, seguramente mi mirada de advertencia lo
convenció que no era un buen momento para desafiarme.
Pero, ¡Hey, nunca contradigas a una mujer embarazada!
——— Malditas hormonas——mascullaba con voz ronca mientras se
sentaba al lado de Michael.
——— Y ese golpe ha sido el único contacto femenino que tendrás en
mucho tiempo——mascullé de regreso fulminándolo con la mirada.
Él hiso una mueca mientras se giraba en el asiento para verme.
Puso sus ojos de borrego.
Esa expresión de ojos de perrito maltratado pudo más conmigo que el
dolor que seguramente tenía en su entrepierna. “Por Dios, solo
perdona al pobre hombre” me dijo mi conciencia.
SANTO CACAO.
¿Por qué no podía enojarme más de cinco minutos con él?
——— Te lo tenías merecido——advertí antes de darle un corto beso
en los labios.
Su sonrisa me derritió por completo.
——— Lo tenía merecido——confirmó tomando mi mano entre las
suyas.
——— Serás un buen esposo si siempre aceptas que yo siempre
tendré la razón todo el tiempo——respondí divertida.
Oh, al hombre les esperaban muchos favores para redimirse conmigo
por su falta de tacto. Y estaba segura que disfrutaría mucho con ello.
*****
Para el momento en que llegamos a la casa no pude soportarlo más,
salí corriendo al baño a vomitar todo lo que había comido.
Vincent me sostuvo y me tranquilizó.
Cuando las arcadas por fin se detuvieron me senté en el suelo
tranquilamente, todo el mundo giraba a mí alrededor. Pero, claro,
incluso mareada y sintiéndome débil me preocupaba más por mi tonto
cavernícola.
Eso era amor.
Definitivamente tenía que serlo.
Y sonreí débilmente ante la idea de que la vida me había dado el
regalo de vivir ese amor donde sin importar lo mal que estuvieras
seguías preocupándote por el amor de tu vida. Incluso cuando era yo
la que había vomitado las entrañas hasta que la garganta me ardía
quería consolarlo y borrar ese sufrimiento de su rostro.
Mi tonto y preocupado hombre estaba que se subía por las paredes
por no saber qué hacer para hacerme sentir mejor.
Solo por eso no lo castigaría… no demasiado…
——— ¿Quieres agua? ——preguntó por tercera vez en menos de un
minuto.
Negué con la cabeza.
Mi estómago no se sentía capaz de soportar el agua aún.
——— ¿Quieres que busque alguna medicina o algo? ——insistió
nuevamente.
Puse los ojos en blanco y negué nuevamente con la cabeza.
Mi Vincent.
Lo amaba tanto.
Era imposible que hubiera alguna mujer en el mundo que no se
enamorara de él.
DEMONIOS: ¡QUE SE OBSESIONARA!
El hombre era todo un amor, el chico que todas las mujeres queríamos
tener.
——— ¿Quieres que te lleve a la cama? ——siguió insistiendo
mientras me miraba atormentado arrodillado frente a mí.
¿Cuándo pensaba callarse?
Negué con la cabeza. Otra vez.
Un segundo de tranquilidad.
Dos segundos de tranquilidad.
Tres segundos de tranquilidad.
Cuatro segundos de tranquilidad.
Cinco segundos de tranquilidad.
Seis segundos de tranquilidad.
——— ¿Segura que no quieres nada? ¿Te puedo ayudar en algo? —
—habló nuevamente.
HIJO DE…
——— ¡Por Dios, Vincent, solo cállate por unos segundos! No quiero
agua, no quiero medicina, no quiero nada, solo quiero que te
tranquilices por un maldito segundo mientras me recompongo——
exploté finalmente.
Sus ojos se abrieron en sorpresa pero se calló.
Me miró detenidamente, sin expresión alguna.
Un segundo de tranquilidad.
Dos segundos de tranquilidad.
Tres segundos de tranquilidad.
Cuatro segundos de tranquilidad.
Cinco segundos de tranquilidad.
Seis segundos de tranquilidad.
Siete segundos de tranquilidad.
SANTA CACHUCHA.
Me lancé a los brazos de Vincent tirándolo en el suelo por la sorpresa,
sus brazos me rodearon mientras se sostenía contra su pecho,
frotando mi espalda con un ritmo tranquilizador.
No me gusta herir a mi Vincent. Mi pobre cavernícola que se moría de
la preocupación por un simple vómito que era común en el embarazo.
——— Perdón… Perdón… Perdón… Perdón…——canturreé besando
su pecho.
Me susurró palabras tranquilizadoras.
Menuda pareja que éramos.
Pero éramos perfectos el uno para el otro.
Cuando por fin me tranquilicé, Vincent no se separó de mí mientras
me lavaba la boca y tomaba un vaso de agua.
Cuando le dije que me acostaría en la cama por un rato en seguida me
cargó y me llevó en sus brazos hasta el colchón. Acomodó las
almohadas. Me quitó los zapatos y masajeó mis pies.
¿En serio?
¡EL HOMBRE ERA UNA LAPA!
Pero era mi dulce y sexi lapa.
Sonreí y me dejé consentir.
Amaba al hombre con locura, y estaba segura que él también me
amaba con tanta devoción que era capaz de soportarme con todo y los
cambios de humor que tenía últimamente.
Me quedé dormida con ese último pensamiento, sin importarme que
Eva estuviera a punto de llegar. Todos sus berrinches y reclamos
podrían esperar a que me sintiera mejor.
Hasta entonces bien podría gritarle a Vincent todo lo que quisiera, que
él bien merecido se lo tenía.
Era malvada, lo sé.
Pero el hombre necesitaba un buen escarmiento, y me imaginaba que
soportar a Eva por más de una hora sería la peor tortura para
cualquiera.
CAPÍTULO 5 Vincent
Athena se quedó dormida rápidamente.
No podía dejar de sentir remordimiento.
Remordimiento porque era el culpable de que estuviera así de enferma.
Era tan contradictorio.
Amaba con locura la idea de que en ella crecían nuestros hijos, santa mierda, quería golpearme el pecho y aullar como un completo cavernícola. Estaba orgulloso de que ella y yo hayamos creado vida. Pero solo de pensar en todos los mareos, vómitos, dolores de pies, y todos los demás inconvenientes del embarazo me hacía sentir inútil por no poder hacer nada para evitarle pasar por ello.
Maldición.
¡No quería ni pensar en el momento en que llegara el parto!
Sentí el color irse de mi cara.
DIOS MíO.
No tenía ni puta idea del procedimiento del parto.
Esos videos educativos y traumáticos que enseñaban en la escuela primaria no preparaban para nada a un hombre para el momento en que tendría que enfrentarse a un parto dentro de unos meses.
¡Un jodido parto de trillizos!
HIJO DE LA GRAN…
Hice una nota mental para investigar algunos videos antes de mencionarle el tema a Athena.
MALDICIÓN.
No estaba seguro de cómo tomaría la noticia…
Cómo actuaría…
No tenía ni puta idea.
Sentí un escalofrío solo de pensarlo.
Y creo que por primera vez en la vida sentía un miedo tan atroz que no sabía cómo actuar.
Dejé el tema de lado antes de obsesionarme irremediablemente con él, aún me quedaban algunos meses más para hacerme a la idea.
Caminé hacia la cocina, después de ver a Athena comer durante todo el día me había dado hambre.
Un hambre que había ignorado con todas las cosas de bebés que compré.
Maldición.
Me había excedido un poco, era consciente de ello.
¡Pero intenta parar a un padre de consentir a sus futuros hijos!
Saqué los restos de pizza que había comprado la noche anterior por antojo de Athena.
Me gustaba consentirla ahora más que nunca.
Casi pude imaginarme a mi chica gruñendo mientras me llamaba “cavernícola”.
Amaba que me llamara así.
Maldita sea, ella era mía, y si estar orgulloso de ello me hacía un cavernícola, lo aceptaba gustoso de la vida.
El timbre sonó.
Gemí tontamente.
Tenía la hermana más molesta en el mundo.
Consideré dejarla afuera, pero haría un escándalo que podría despertar a mi esposa.
ESPOSA.
Una ola de orgullo me inundaba cada vez que pensaba en esa palabra para referirme a Athena.
Abrí la puerta maldiciendo la suerte que tenía.
Un segundo después Eva entró como un tornado, gritándome y llamándome “tonto” de todas las maneras que podría haber en este mundo. Incluso estaba seguro que inventó un par de maneras más ingeniosas.
Ignoré sus chillidos.
Podía apostar un millón de dólares que Eva se parecía a un jodido Banshee[1].
Con todos sus chillidos parecía que anunciaba una muerte cercana: mi muerte.
Hice una mueca.
¿Por qué tenía que tener una hermana tan jodidamente…loca?
——— ¿Me estás escuchando, idiota? ——preguntó de repente.
La miré y consideré mentir.
¿Cuál era el caso?
——— No te estoy prestando la más mínima atención——respondí honestamente.
Saqué la pizza del microondas y me senté en la mesa viendo con hambre el delicioso queso derretido. Amaba la pizza hawaiana, era mi favorita.
Cuando estaba a punto de tomar una rebanada, Eva tomó el plato y lo aventó con todas las fuerzas que le brindaba su monumental berrinche.
Casi pude ver en cámara lenta la pizza volar por los aires y estrellarse contra la pared blanca y luego caer al suelo.
[1] Banshee: forman parte del folclor irlandés desde el siglo VIII. Son espíritus femeninos que, según la
leyenda, se aparecen a una persona para anunciar con sus gemidos la muerte de un pariente cercano.
Hice una mueca.
No tanto por la pared.
Esa podría pintarse.
¡Mi puta pizza!
Las ultimas jodidas rebanas de pizza que quedaban en la casa ahora estaban en el suelo. Llenas de bacterias.
Entrecerré los ojos en dirección a Eva.
——— Eres un dolor en el culo, ¡Esa era mi pizza! ——grité.
——— ¡Y esa que está allí durmiendo plácidamente es mi…cuñada! ——gritó de regreso.
——— ¡Supéralo!
——— ¡NUUUUNCAAAAA! ——gritó fuertemente.
Hice una mueca.
Santa mierda.
Había olvidado lo molestos y dolorosos que podían llegar a ser los gritos de mi hermana.
——— ¿Puedes dejar de gritar? ——pedí tratando de ser civilizado.
——— ¡NOOOO! ——respondió alzando aún más el tono de voz, si es que era posible.
Pensé en Athena, tan cansada que se durmió inmediatamente.
No podía dejar que se despertara.
Menos aún para que al despertar lo primero que viera y escuchara sería a la histérica de mi hermana gritando a todo pulmón.
Con eso la decisión estaba tomada.
En un rápido movimiento tomé a Eva y la eché sobre mi hombro, el movimiento me dio unos segundos de ventaja por la sorpresa.
Ella estaba desprevenida.
No tenía idea de lo que se le avecinaba.
Caminé al patio trasero rápidamente. Acercándome al borde de la piscina aventé a mi hermana en ella.
Con un espectacular chapoteo, mandó el agua en todas direcciones, incluso me mojó pero valió la pena.
Sonreí, orgulloso de mí mismo.
Por fin, unos segundo de paz.
Eva salió jadeando por aire y escupiendo agua.
Maldita sea, había valido la pena.
Me fulminó con la mirada.
Se quedó en silencio.
——— ¿Ya estás más calmada? ——pregunté alzando una ceja en su dirección.
——— Sí——gruñó nadando a la orilla y me tendió una mano para que la sacara——ayúdame a salir, es lo menos que puedes hacer.
Dudé por un segundo.
Al segundo en que le di la mano, con todas sus fuerzas jaló hasta hacerme caer a la piscina con ella.
Hija de mi mamá.
Maldito dolor en el culo.
Tonta Banshee.
Chiquilla malcriada.
Salí a la superficie y escupí agua.
Maldita sea, había tragado tanta agua.
Eva me impulsó de regreso bajo el agua, haciéndome tragar más agua.
Oh, ESTO ERA LA GUERRA.
La tomé por la cintura y la sumergí también en el agua.
Salí a la superficie a tomar agua.
Y fue así como nos turnamos, entre sumergirnos e intentar tomar aire, no me había dado cuenta que Athena estaba parada en el marco de la puerta corrediza viéndonos horrorizada.
*****
Athena Los gritos de Eva me despertaron, tenía un dolor de cabeza insoportable y tenía un hambre de los mil demonios.
Consideré dejar a Vincent lidiar con su hermana, pero mi hambre ganó y terminé por levantarme para comer algo.
Un silencio repentino me hiso suspirar de alivio.
Estaba segura que Vincent había tranquilizado a su hermana y hablaban civilizadamente como los adultos que eran.
Un ruido de agua llamó mi atención mientras me asomaba al estudio en busca de ellos dos.
Me acerqué a la puerta corrediza y me detuve petrificada.
Eva y Vincent se turnaban en sumergirse en la piscina.
¡Parecían unos malditos críos peleando como pequeños demonios!
A pesar de que cada vez que uno salía a tomar aire y escupir agua, ninguno se rendía y seguían peleando entre sí.
Vincent me miró y abrió la boca para explicarse pero Eva aprovechó ese momento para sumergirlo.
AUCH.
Hice una mueca.
Debió de haber tragado mucha agua.
Esto no podía seguir.
Tomé la manguera y la abrí a la máxima potencia, apuntándola en dirección a Eva, la mojé tomándola desprevenida hasta hacerla alejarse del chorro de agua que iba dirigido a su cara.
Oh, estaba regodeándome en mí misma, disfrutando del momento.
Estaba segura que de un momento a otro me pondría a reír con la risa malvada de Mojo Jojo[2].
Vincent escupió agua y se rio de su hermana.
Lo mojé también haciéndolo callar.
Pero claro, su hermana se burló de él.
PAR DE INFANTILES.
¿Y esos locos eran ahora mi familia?
¡Maldición!
Esos locos eran la tía y el padre de mis hijos. MARAVILLOSO.
[2] Mojo Jojo: Antagonista principal de las Chicas Superpoderosas.
CAPÍTULO 6 ——— ¿Se puede saber qué demonios les ocurre a ustedes dos? ——
gruñí cuando por fin Eva y Vincent se separaron y se quedaron
flotando viéndome culpables.
Niños.
Vincent abrió la boca para explicarse. Lo interrumpí.
——— Pídele disculpas a tu hermana——dije seriamente.
Resopló burlonamente.
Lo fulminé con la mirada.
Me rogó con la mirada.
Alcé una ceja en su dirección.
Hiso ese hermoso puchero que podría quedar más de acuerdo con un
niño de cinco años que con un hombre de veinte nueve años.
Crucé los brazos en mi pecho.
Puso los ojos en blanco.
BATALLA GANADA.
Se sentía tan bien ganar una discusión con Vincent sin siquiera
discutir. Unas miradas y él se rendía. Era mala, lo sé.
Pero tenían que admitir que era algo divertido.
——— Lo siento——gruñó Vincent en voz baja a su hermana sin
siquiera mirarla.
Ella lucía presumida por la derrota de su hermano.
¡Pero vamos, podía apostar lo que sea a que Vincent había
empezado!
——— Ahora díselo en serio——me mofé poniendo los ojos en
blanco.
Ahora sí me dirigió una sucia mirada.
——— Está bien… lo siento, Eva, pero te lo tenías bien merecido——
dijo él.
Eva le salpicó agua al rostro.
Y nuevamente estuvieron salpicándose agua el uno al otro.
BIEN.
ME RENDÍA.
Dejé la manguera en el suelo y entré a la casa, cerrando la puerta
corrediza para que no entraran gotas de agua de la monumental
batalla acuática de esos tercos hermanos.
Sí, vinculo de sangre tenían que tener.
Rebusqué en el refrigerador por los restos de pizza que estaba segura
que estaban guardados detrás de la verdura que Vincent nunca
tocaba.
No.
No estaban allí.
¡Ese roba pizzas!
Justo cuando tenía antojo de algo él decidía escarbar entre la verdura
para encontrar mi escondite secreto de comida.
Saqué restos de una hamburguesa que había hecho a Vincent
comprarme el día anterior por la tarde.
DELICIOSA.
Maldita sea.
¿Qué clase de embarazo era el mío, que solo tenía antojos de comida
chatarra a todas horas?
¡Dentro de un par de meses sería una pelota!
Bueno, eso era exagerar, pero muy probablemente aumentaría
exageradamente de peso si seguía comiendo así.
Metiendo la mitad de hamburguesa al microondas me serví refresco
de fresa en un vaso. Y allí estaba, en la pared, una mancha de salsa
de pizza.
Y en el suelo estaban los restos de pizza.
MI POBRE Y DELICIOSA PIZZA.
Miré hacia el patio en dirección a Eva.
“Esa…Eva…se tiene bien merecido lo que le hiso Vincent” pensé
maliciosamente.
¡Y yo que la defendí!
Limpié los restos de pizza y la tiré en el cesto de basura, con un trapo
mojado limpie la salsa de la pared. Se quitó fácilmente, y lo agradecí.
Lo único que quería era comer.
Vincent y Eva salieron de la piscina chorreando agua.
Mi tonto cavernícola miró en mi dirección y una mirada malévola
iluminó su cara. NO. NO. NO. NO.
Antes de que pudiera reaccionar estaba entrando a la cocina en
dirección a mí.
Chillé tontamente cuando me rodeó con sus brazos y se restregó
contra mí, mojándome por completo.
Traté de apartarlo pero el hombre era una sanguijuela.
——— Vincent, ¡Apártate! ——rogué empujando su pecho lejos de mí.
——— Nunca, mi amor, nunca——declaró sonriendo infantilmente.
Me derritió por completo.
Con todo y sus idioteces, él era el amor de mi vida, el dueño de mi
corazón, mi esposo.
——— Me encanta cuando estás mojada——susurró maliciosamente
con ese brillo perverso en sus ojos.
OH NO.
——— Vaya, para el caso…no importa lo mojada que esté…sigues
estando castigado——respondí alejándome de él.
Me miró incrédulo.
¿Cómo podía negarle a mi cavernícola una deliciosa y deleitante
ronda de sexo?
Sí, él estaría resentido por un tiempo conmigo…no es que me
importara.
Ese hombre necesitaba una dosis de su propia medicina.
Ignorando por completo la mirada indignada y dolida que me dirigía
insistentemente me encaminé a la recámara para cambiarme la ropa
mojada.
Ignoraría efectivamente a Eva y a Vincent.
Al demonio con ellos, tenía hambre y nadie me distraería de mi meta
principal: la hamburguesa que espera deliciosamente a que llegara.
Solo de pensarlo comencé a salivar.
Demonios.
Me estaba volviendo loca.
Me puse un vestido nuevo, no quería arriesgarme a que Eva notara mi
vientre, no es que hubiera mucho que ver, pero el que estuviera un
tanto paranoica nadie me lo podría quitar. Y no es como si fuera a ir
por allí anunciando mi embarazo a todo el mundo.
Una parte de mí no podía dejar de recordar que hasta pasar el primer
trimestre del embarazo, éste podría considerarse seguro, o lo más
seguro que podría ser un embarazo de trillizos.
¿Cómo mierda había ocurrido?
Es decir, tenía gemelos en la familia, no habría sido raro estar
embarazada de gemelos, pero, ¿TRILLIZOS?
Simplemente, me dejaba sin palabras.
Regresé a la cocina más tranquila, o por lo menos lo estaba hasta que
vi a Eva comiéndose gustosamente mi hamburguesa.
Vincent estaba secándose el cabello con una toalla mientras ambos
seguían allí chorreando agua en el suelo de la cocina.
Hablaban tranquilamente.
No había rastro o seña alguna de la histórica pelea que habían
protagonizado minutos atrás.
QUÉ DEMONIOS.
Fue la gota que colmó el vaso.
Me quedé parada bajo el marco de la entrada de la cocina.
Vincent alzó la vista.
Examinó cada detalle de mi rostro, seguramente anticipando lo que
estaba por ocurrir.
Sus ojos se desviaron a la puerta de patio, considerando la salida de
escape más próxima a él.
COBARDE.
A veces era un jodido niño.
O quizá, solo quizá, yo estando embarazada y con las hormonas
revolucionadas daba miedo.
Lo señalé con el dedo acusadoramente.
Eva se rio en voz alta, seguramente disfrutando el espectáculo.
——— Retiro lo dicho, Vincent, jamás creí que llegaría el día en que te
vería besando el suelo por el que caminara una mujer, mucho menos
verte controlado por una——se regocijó a costa de la clara mirada de
advertencia de su hermano.
Él sonrió de repente, complacido consigo mismo.
Y claramente era uno de esos momentos de Vincent.
Y claro, si lo conocías, sabrías que eso era igual a LOCURA.
Y su locura, daba como resultado CAOS.
Precisamente con su locura es que habíamos terminado casados tan
apresuradamente.
Se acercó a mí, parándose detrás de mí y rodeándome con sus
brazos. Sí, ese era el lugar que yo siempre llamaría: hogar.
——— Verás, pequeña y molesta y neurótica hermana——comenzó a
decir como si estuviera dando un discurso, le di un codazo en las
costillas que él ignoró por completo——mi aquí presente y adorada
esposa, tiene pavor a las bodas, y como soy la clase de hombre que
va por lo que quiere y no se rinde…me aproveché gustosamente de su
desliz y antes de que se arrepintiera de darme el “sí”, la hice mi
esposa.
Bueno, bien podrían empezar a llover cochinos y su hermana ni
siquiera prestaría atención. Así de concentrada estaba en su hermano.
Suspiré.
Estos dos no me darían un descanso.
Para mi gran sorpresa, Eva comenzó a gritarle a su hermano de lo
“poco hombre” que había sido por jugar así de sucio.
Por un momento, al menos ahora, creí que después de todo, su
hermana no me odiaba como lo imaginé anteriormente. Ese era un
gran paso en la dirección correcta.
Por una vez, la estupidez de mi amado cavernícola, había encaminado
las cosas correctamente.
Me recosté contra su pecho, disfrutando del espectáculo de verlo ser
regañado por su neurótica hermana.
CAPÍTULO 7 Estaba equivocada.
Y era una ilusa.
Una tonta e ingenua ilusa.
El estallido de solidaridad femenina de Eva, era solo otro más de sus
típicos ataques repentinos.
Seriamente, estos hermanos tenían más de parecido de lo que ellos
se negaban a admitir.
Ambos siempre estaban siendo impulsivos y locos.
Ahora, mientras Vincent se quejaba de las interminables preguntas de
su molesta hermana, yo trataba de no vomitar el desayuno.
Ayer su hermana terminó decidiendo SOLA, que se quedaría a pasar
la noche con nosotros, después de todo, si se enfermaba de gripa
sería culpa de su hermano.
Lo acepté, porque al fin y al cabo, ahora éramos familia.
¡PERO ESTO…ESTO ERA EL COLMO!
Vincent y yo salimos de México para disfrutar de nuestra luna de miel,
los dos solos, solo él y yo y la cama, o por defecto cualquier superficie
que sirviera en el momento, la pared, el suelo, la ducha, etc.
Y estábamos regresando finalmente…con tres pequeños invasores
creciendo dentro de mí…y su hermana…
Así es.
No, no escuchaste mal.
Estábamos en el avión privado de Vincent, volando de regreso, con
Eva sentada frente a nosotros exigiendo información privada de
nuestra relación.
Maldita sea, ella era peor que un policía.
Estaba segura, que ella podría sacarle hasta el secreto más oculto a
cualquier delincuente.
Tragué saliva.
Aún no lo creía.
Vincent, Michael y yo estábamos aguardando a subir al avión cuando
una brillante limosina se estacionó frente a nosotros, llevando a una
sonriente y espontánea Eva, anunciando que vendría con nosotros a
México, más específicamente a “vivir” en la hacienda de Vincent para
estar “más cerca” de su familia.
No era bruja ni vidente, pero podía predecir claramente que era una
locura que me sacaría canas prematuras.
——— Así que, ¿Cómo se conocieron? ——siguió insistiendo Eva a
su hermano.
Él puso los ojos en blanco.
——— Ya te lo dije, nos vimos por casualidad y nos seguimos
encontrando a cada momento——respondió exasperado.
Entrecerré los ojos, me hubiera gustado añadir que él insistió en
comprar la casa de mi familia. Pero no, eso ya era historia pasada.
Tenía que superarlo.
Maldito hombre terco.
Él quería algo y lo obtenía.
Él me quería para sí mismo, y terminé siendo su esposa.
Él quería todo de mí, y terminó teniendo sus hijos creciendo en mi
vientre.
Él quería callar a su hermana, y no lo consiguió.
De alguna manera la lógica no me cuadraba, podía conseguir que yo,
la chica que odiaba el matrimonio, me casara con él y que mi familia lo
aceptara. PERO NO PODÍA CALLAR A SU HERMANA.
Cerré los ojos y comencé a contar en un intento por distraerme.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Su hermana siguió con el interrogatorio.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Vincent respondió de manera resumida a cualquier cosa que quisiera
saber su hermana.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce.
——— Voy a darles privacidad——anunció Eva y se fue al otro
extremo de la cabina, sentándose en un asiento y prendiendo la
televisión.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciséis.
Diecisiete.
Vincent tomó mi mano entre las suyas.
Diecinueve.
Veinte.
Le di un apretón con mis manos, cerrando los ojos fuertemente.
——— ¿Estás bien, amor? ——murmuró preocupado.
Veintiuno.
Negué con la cabeza.
No estaba para nada bien.
Veintidós.
Veintitrés.
——— Dios——mascullé parándome del asiento.
Vincent mantuvo su mano en la mía mientras trataba de caminar lo
más disimulada y lentamente posible al baño.
Correr por la cabina anunciando mis ganas de vomitar solo haría a
Eva sospechar del embarazo.
En el momento en que entré al baño y Vincent cerró la puerta no pude
soportar más las ganas de vomitar. Odiaba vomitar. Lo odiaba con
locura.
Como ya era costumbre, Vincent me sostuvo y apartó mi cabello.
Siempre me susurraba palabras cariñosas cuando estaba vomitando.
Nunca en ningún momento se apartaba de mí o hacía cara de asco.
¡ERA LO MENOS QUE PODÍA HACER DESPUÉS DE HABERME
EMBARAZADO!
Bueno, estaba siendo una perra.
Pero estas hormonas… ¡Estas jodidas hormonas me tenían como una
cabra!
Cuando terminé, jalé la llave del inodoro y me recosté contra Vincent.
Sus brazos me apretaron firmemente contra él mientras dejaba suaves
besos en la cima de mi cabeza.
En momentos como ese daba gracias a la vida todo lo que había
ocurrido para llegar a ese instante, ese instante donde Vincent y yo
éramos solo las personas que siempre habíamos estado destinadas a
ser. Era ese instante donde sabía que éramos el complemento del
otro.
Por momentos así, sentía que no importaba nada, siempre podríamos
estar juntos y superar todo.
Lo amaba.
Lo amaba tan jodidamente demasiado, que nada más me importaba.
A pesar de su psicótica hermana, estaba feliz de regresar a casa.
C-A-S-A.
Oh, mierda.
El piso se movió bajo mis pies, o quizá yo me moví, la cosa era que
estaba malditamente mareada.
Vincent me sostuve fuertemente contra él.
——— ¿Estás mareada? ——inquirió con esa usual preocupación.
——— Sí——confesé en un susurro.
——— Yo te sostengo, mi vida——aseguró mientras esperábamos a
que el mareo cediera.
Mi cavernícola. Mi perfecto y tremendamente sexi cavernícola.
Cuando por fin el mareo cedió y me sentí un poco estable, me giré en
brazos de Vincent para verlo a la cara.
——— Gracias——dije en voz baja.
——— No hay nada que agradecer, amor, siempre estaré aquí para
ti——aseguró acercándose para darme un beso. Giré la cabeza.
Negué firmemente, mientras me concentraba en lavarme los dientes y
hacer gárgaras con el enjuague bucal.
Cuando terminé no hubo manera de detener a Vincent de besarme
fervientemente como si no me hubiera besado en años, cuando la
realidad es que la última vez que nos besamos había sido antes de
abordar.
Lo besé con ímpetu de regreso.
Me separé para tomar aire. Estaba jadeando irremediablemente.
——— Sigues castigado——recordé juguetonamente cuando Vincent
comenzó a pasar sus manos por la curva de mi trasero.
Me miró incrédulo.
——— ¿Hablas enserio, no era una broma tuya? ——casi gritó
horrorizado.
No lo aguanté, comencé a reír del sufrimiento que reflejaba su cara.
CALIENTE CAVERNÍCOLA.
¿No podía pasar un día sin sexo?
Este pequeño castigo que tenía planeado para él comenzaba a
hacerse cada vez más atractivo y divertido.
——— Ahora, deja de lloriquear y llévame a la cama, y no, no es para
lo que piensas, solo quiero descansar, pero estas invitado a unirte——
le ordené regodeándome sobre mí misma.
Vincent resopló indignado, pero me tomó en brazos y me llevó a la
habitación del avión.
Me dejó delicadamente sobre la cama mientras se alejaba y me
quitaba los zapatos.
Era tan cariñoso y protector, el hombre perfecto.
——— ¿Les avisaste a mi familia que hoy regresábamos? ——le
pregunté cuando se acostaba a mi lado y me jalaba contra él.
Me acurruqué contra él y recosté mi cabeza sobre su pecho.
Amaba el olor de Vincent, no podía dejar de decirlo.
——— Les avisé desde ayer, nos estarán esperando en el
aeropuerto——confirmó como si nada.
Bueno, se acercaba lo importante del asunto.
——— ¿Cómo y cuándo les diremos lo del embarazo? ——cuestioné
sintiendo un pequeño miedo creciendo en mí.
Sus ojos se abrieron como platos, como si no hubiera pensado en ello
en absoluto. Me miró fijamente sin saber qué decir.
Pero definitivamente había un poco de temor en sus ojos por la
reacción que tendrían mis padres.
O más específicamente: MI PADRE.
CAPÍTULO 8 Para el momento en que llegamos a nuestro destino, estaba que me
moría con las náuseas.
Creo que si algo había aprendido en el viaje, además de que Eva
podría hablar por horas de sí misma sin parar, era que volar me
afectaba terriblemente con el embarazo.
Todo el tiempo Vincent me consoló como mejor lo sabía hacer:
leyéndome en voz alta un libro.
¿Qué mejor novio, esposo, podría haber que él?
No era solo el hecho de que si quisiera podría tenerlo leyendo para mí
50 sombras de Grey o Pídeme lo que quieras, no, aunque eso sería
algo tan malditamente erótico por hacer. Era su voz.
Su voz.
Amaba oírlo, tratando de dar emociones a lo que leía y cambiando de
tono cuando quería.
Y así fue como pasamos el vuelo.
O al menos lo hicimos cuando Eva se callaba.
Era de noche para el momento en que llegamos.
Al bajar del avión me sentía mareada.
——— ¿Estás bien? ——preguntó Vincent, cosa que hacía mucho
últimamente.
——— Estoy bien, solo es un pequeño mareo——aseguré mientras
rodeaba mi cintura con un brazo y caminábamos juntos.
Mi familia completa esperaba por nosotros.
No lo aguanté y me eché a llorar tontamente, los había extrañado
demasiado, más de lo que alguna vez imaginé. Era la primera vez que
estaba lejos de ellos tanto tiempo.
Louis corrió rápidamente hacia mí, dejando a Peter atrás quejándose
de ser el último. Ambos se abrazaron a mí, parloteando sobre lo que
habían estado haciendo en esos días.
Cuando Vincent les comentó sobre los regalos que habíamos
comprado para ellos, no hubo quien los apartara de nosotros.
Mi abuela y mi madre me abrazaron e hicieron preguntas que respondí
cortamente, intentando resumir todo el viaje en un par de palabras.
Era algo imposible de hacer.
De hecho, creo que sería imposible ponerme a contar cómo fue
nuestra luna de miel sin echarme a llorar, reír o soñar con cada
experiencia.
Vincent recibía abrazos de mi familia y presentaba a su “molesta e
hiperactiva y neurótica” hermana. Lo que claro, le consiguió una
patada en la espinilla que lo hiso gruñir y agacharse de dolor.
Eva saludó a todos de la manera en que siempre lo hacía, con un
carisma digno de una reina de concurso de belleza.
Mi papá.
Bueno, basta decir que parloteó lo mucho que había extrañado a su
“niña”, todo ello lo hiso dándole una fea e indignada mirada a Vincent.
Por alguna extraña razón, Eva parecía sincera con el interés en que se
familiarizaba con mi familia. Como si horas antes no le hubiera gritado
a su hermano por ser tan estúpido de casarse tan apresuradamente y
sin su consentimiento.
Mi abuela puso especial interés en darle la bienvenida de regreso a
Michael.
Fue…una experiencia…extraña.
Es decir, la vieja loca coqueteaba descaradamente con él, obteniendo
grandes sonrisas y halagos de parte de él. Sabía que era broma, que
estaban jugando, pero eso no le quitaba lo extraño a la situación.
——— Bueno, vamos de regreso a la casa——anunció mi abuela
tomando el brazo de Michael y uniéndolo con el suyo “para
equilibrarse por el mareo que tenía”.
Cuando mencionó mareo me pude sentir ponerme nerviosa.
Esa vieja loca y adorada parecía a veces bruja.
La parte coherente de mí dudaba que simplemente con verme ella
pudiera decir que estaba embarazada.
La parte supersticiosa de mí…bueno, estaba segura que ella
sospechaba algo por las miradas que me daba.
Olvidé todo y me concentré en Vincent, quien me abrazaba contra su
pecho mientras hablaba con mi papá.
COBARDE.
Por alguna razón creía que me mantenía abrazada como escudo,
porque sabía que mi papá no haría nada si estaba yo allí.
——— ¿Dónde me quedaré? ——preguntó inocentemente Eva.
Entrecerré los ojos en su dirección.
——— Bueno, Athena y yo estaremos en nuestra casa…S-O-L-O-S—
—dijo Vincent lentamente como si creyera que su hermana es lo
suficientemente tonta par no entender una indirecta.
Ella puso los ojos en blanco.
——— Dijiste que te quedarías en la hacienda——le recordó él
maliciosamente dándole una sucia mirada.
Él que la conocía de toda la vida, tenía conocimiento de sus sucios
juegos que tendía a poner en marcha por aburrimiento. Yo recién la
conocía, y me daba miedo verla aburrida, no sabía qué tontería haría
para “divertirse”.
Eva puso una mirada inocente.
Yo no me lo creía.
Algo se traía entre manos y Vincent también lo sabía.
——— Solo no quiero conducir hasta allí a estas horas——explicó
haciendo un puchero.
Mierda.
¿Y se supone que ella es más grande y madura que yo? Sí, claro, y yo
era virgen y pura.
Me reí.
Después de todo lo que Vincent y yo habíamos hecho no había
manera que pudiera volver a ser virgen, y no podía olvidar los
pequeños invasores que crecían dentro de mí.
——— Puedes ocupar la habitación de Athena, está disponible para
cuando quiera usarla——comentó mi mamá sonriendo cálidamente a
Eva.
Apreté los dientes fuertemente.
Llámame mala, pero no la quería cerca de mis cosas, de mi santuario.
Y a mí no me engañaba, ella era un lobo con piel de cordero.
Bueno, quizá exageraba.
No la conocía del todo y podría estar paranoica.
——— Eso sería muy amable de su parte——comentó Eva dándome
una dulce mirada——no quiero incomodarte.
Me abstuve de poner los ojos en blanco.
——— No es molestia, puedes ocupar mi habitación——accedí.
Ella comenzó a dar saltitos de emoción y nos apresuró a ocupar los
automóviles. Mi abuela terminó haciendo el viaje de regreso en la
camioneta con Vincent, Eva, yo y… Michael.
Fue “pura casualidad” que ella se sentara en el asiento delantero con
él.
Desafortunadamente me encontré en medio de Vincent y Eva.
Traté de ignorar la emoción de ella por cada cosa que veía.
Cenamos en casa de mis padres y le mostré mi habitación, antigua
habitación, a Eva. Ignoré las náuseas que me daba al oler el pimiento
del pollo salteado que comíamos.
Vincent, sin necesidad de que se lo pidiera, se comió todos los
pimientos de mi plato, dándome cortos besos entre bocados.
Mi papá carraspeaba en cada ocasión pero podía ver esa ligera
sonrisa ante nuestra felicidad.
Vincent escuchaba atentamente a mis hermanos y les prometía que
en cuanto termináramos la cena les daría todos sus regalos que
habíamos comprado.
Creo que a él se le había ido la mano, y comenzaba a creer que era
adicto a las compras, porque había comprado demasiadas cosas para
mi familia…y los pequeños invasores que aún no nacían.
Sonreí tímidamente al pensarlo.
Era consciente que tenía pocas semanas de embarazo, pero me
sentía diferente. No podía describirlo. Era esa hermosa sensación de
sentir, saber, que hay vida creciendo dentro de ti.
Vincent me dio una enorme y hermosa sonrisa cuando tomaba las
verduras de su plato y me las daba de comer en la boca. Tramposo.
Era como un niño que odiaba las verduras.
De vez en cuando lo verías comerlas, pero la mayoría del tiempo las
evitaría y preferiría un buen trozo de carne.
——— ¿Y para cuándo los bisnietos? ——Preguntó inocentemente mi
abuela mientras todo el mundo se quedaba en silencio——ya saben,
no me estoy haciendo más joven con el paso de los años.
Estaba exagerando, ella era más fuerte que un roble, no la veía
cediendo a la vejes durante un largo tiempo.
Me atraganté con la comida que masticaba desde que su pregunta
salió de su boca. Vincent me dio golpecitos en la espalda mientras me
decía que mirara al techo. Hice lo que me dijo y cuando me calmé me
dio de beber de su vaso de agua.
No me pasaba desapercibido que él tendía a compartir todas sus
cosas conmigo, desde su comida hasta su ropa para que la utilizara de
pijama.
——— ¿Y bien? ——insistió mi abuela.
Mi padre le dio una sucia mirada.
“¿Cómo se atrevía a mencionar tener bebés a su niña pequeña?” casi
podía verlo pensando.
Miré a Vincent.
Se encogió de hombros.
“Ahora o nunca, nena, de todas formas tu padre me cortará el
paquete” decían sus ojos.
Lloriqueé en voz baja por las miradas que recibíamos.
——— Hablando de ello——comenzó valientemente Vincent.
De inmediato mi padre se volvió serio y le dio una sucia mirada de
advertencia. Dios no quiera que a Vincent se le ocurriera tener bebés
pronto.
Bueno, demasiado tarde, porque estaba embarazada, y muy
probablemente no venía solo un bebé en camino, venían tres.
——— ¿Lo han pensado o platicado? ——preguntó mi madre de
manera neutral. Finalmente, había encontrado la voz de la razón.
Bajo ningún concepto miré a Eva. La evité como si fuera la
encarnación de Satanás en versión femenina. Aunque no estaba
demasiado lejos de serlo.
——— Bueno——comenzó a decir Vincent sin mirar a mi padre. Muy
valiente mi cavernícola——de hecho lo comenzamos a platicar hace
unos días.
Demonios, el ambiente tenso me ponía los pelos de punta.
¿Por qué mi abuela tenía que ser tan inoportuna?
No es como si lo hubiéramos podido esconder por mucho tiempo, pero
esperaba ganar algo de tiempo para encontrar la mejor manera de
anunciar mi sorpresivo e inesperado embarazo. Al parecer, mi mente
me decía que no había manera correcta. Lo decía y punto.
“Estoy embarazada”.
Dos palabras. Quince letras. Un problema.
——— ¿Y a qué conclusión han llegado? ——cuestionó mi abuela
dándome una mirada que me hiso saber que ella conocía nuestro
secreto.
La fulminé con la mirada.
Vieja entrometida. La amaba pero era muy inoportuna.
——— Bueno…que es inevitable que seamos padres——respondió
Vincent lentamente.
Mi mamá abrió los ojos en sorpresa.
Mis hermanos veían divertidos la conversación.
¿Eva? No sabía qué expresión tenía. No la miraba ni un poquito.
Mi papá. Mi papá seguía teniendo esa inexpresiva mirada de póker.
——— ¿Están planeando embarazarse pronto? ——curioseó mi
madre.
Tragué saliva.
No había manera correcta de soltar esa noticia.
——— Bueno, así como…que… que esperemos hacerlo
pronto…no…porque…bueno…ya estamos embarazados——balbuceé
tomando la mano de Vincent entre la mía.
Me dio un ligero apretón y una sonrisa tranquilizadora.
Entonces el infierno se congeló.
Mentira. Estoy exagerando, pero mi familia entera asimiló la noticia a
su propia manera. Pero el resultado fue el mismo, mi mamá, abuela y
hermanos sonrieron y hablaron de lo hermoso que sería tener un bebé
en casa.
Nos abrazaron a Vincent y a mí.
Todos hablaban al mismo tiempo y no contestábamos a nadie.
Mi papá se levantó y empujó ruidosamente la silla detrás de él, todo el
mundo guardó silencio mientras él se acercaba a nosotros, que aún no
podíamos olvidar la ocasión en que él le dio un puñetazo a mi amado
cavernícola.
Tragué saliva a la espera de su explosión en contra de Vincent.
Casi pude verlo prepararse mentalmente para el dolor del golpe que
recibiría.
CAPÍTULO 9 Para sorpresa de todos, el golpe nunca llegó.
Vincent abrió sus ojos de sorpresa cuando mi papá me abrazó y soltó
unas cuantas lágrimas.
——— Voy a ser abuelo——susurró como si no lo creyera.
Yo tampoco lo creía.
¿Quién demonios era ese hombre que me abrazaba y dónde estaba
mí padre que había golpeado a mí novio por ser mayor que yo?
Abracé de regreso a mi papá.
——— Te quiero, papi——susurré con melancolía.
Tontas hormonas, me hacían sensible.
——— Yo también pequeña——respondió.
Vincent se quedó allí parado sin poder creer que su rostro siguiera
intacto. Eva estaba con cara sorprendida mientras le hablaba al odio a
su hermano.
Cuando mi papá me soltó se giró hacia Vincent.
Todo el mundo contuvo el aliento. Ahora sí, el golpe se acercaba.
——— Aún no perdono la diferencia de edad, y sigo queriendo
golpearte porque no solo me robaste a mi niña, sino que también la
embarazaste——comenzó a decir con voz dura——pero por alguna
razón ella te ama…y no tengo más remedio que aceptarte en mi
familia, solo me queda por decir: felicidades por esa bendición de
bebé.
Juro que podría haber creído que alguien había robado a mi padre y
en su lugar estaba un extraterrestre, porque le dio un abrazo a Vincent
y algunos duros golpes en la espalda.
Mi abuela sonrió abiertamente mientras me abrazaba y ponía su mano
en mi vientre.
——— Tú hijo será una bendición en la familia——dijo con cariño y
orgullo, como si fuera gracias a ella que estuviera allí, casada con el
amor de mi vida y embarazada.
Pero lo admito, amaba a esa loca y entrometida vieja. Era mi abuelita.
Mi conciencia me hiso sentir culpable de no decirles los detalles de mi
embarazo. Pero no era capaz de hacerlo. No aún. No todavía que no
cumplía los 3 meses de embarazo.
*****
Después de pasar el rato con mi familia, Vincent y yo caminamos de
regreso a su casa. Michael se quedaba en la casa de al lado, que
también había comprado Vincent, así todos teníamos nuestra
privacidad.
Sin previo aviso Vincent me cargó en brazos mientras me reía de sus
ocurrencias.
——— ¿Es enserio? ——pregunté rodeando su cuello con mis brazos
y recostando mi cabeza en su hombro.
——— Absolutamente——aseguró con esa pícara sonrisa——soy
todo un caballero, ¿A qué no?
——— Por supuesto.
El sarcasmo en mi voz no le pasó desapercibido y procedió a morder
mi cuello, solté un grito sorprendido. Sus ojos eran lujuria pura. Negué
con la cabeza y mordisqueé su cuello juguetonamente de regreso.
Ahora estaba segura que asistiría mañana a la escuela con un enorme
chupete en el cuello.
Se apresuró a subir a nuestra habitación y me dejó en la cama con
delicadeza. Casi quería poner los ojos en blanco ante lo
sobreprotector que estaba siendo. En verdad, estaba siendo un
exagerado.
——— Ahora vuelvo——dijo y salió de la recámara.
Lo escuché poniendo los seguros de la puerta y hablando por teléfono
con Michael y seguramente otras llamadas de su trabajo.
El muy descarado había cedido gran parte de sus responsabilidades a
sus trabajadores para que así él pudiera concentrarse en mantenerme
en una burbuja. No exageraba, el embarazo había sacado por
completo al cavernícola interno de Vincent, tomando su actitud
posesiva y sobreprotectora a cada hora del día.
Sonreí secretamente.
Amaba su actitud, no se lo diría, porque bueno… ¡Vamos, el hombre
no necesita que le suban el ego!
Era consciente de lo afortunada que había sido al encontrarlo.
No cualquiera podía decir que encontró al amor de su vida a la primera
oportunidad. A veces simplemente todo parecía… demasiado cierto
para ser verdad.
Incluso inconscientemente me había llegado a preguntar cuál sería el
precio para tanta suerte.
Sacudí la cabeza y me negué a ser tan negativa.
——— Deja de pensar en ello——me susurré mientras me recostaba
contra las almohadas y prendía la tele.
Vincent tardaría unos minutos en subir, eso estaba claro.
La espera me mataba.
¡Hey, era una mujer embarazada que quería a su hombre…y lo quería
AHORA!
Reí en voz alta ante lo sorprendente de la situación, definitivamente
las hormonas eran peligrosas. Peligrosas por lo sensible que me hacía
a los cambios de humor, a los antojos, y sobre todo: al sexo.
Antes de arrepentirme me había quitado la ropa y estaba acostada en
medio de la cama haciéndome la dormida.
Esperé cinco minutos más hasta que pude escuchar jadear a mi tonto
cavernícola, le siguió un gruñido y el ruido de su ropa siendo
arrancada y cayendo descuidadamente al suelo.
La cama se hundió cuando él se subió a ella.
Resistí con todas las fuerzas para no darle ninguna señal de que
estaba despierta.
——— ¿Estás despierta, amor? ——susurró besando mi hombro.
Maldición, la sonrisa que quería aparecer en mi rostro era difícil de
detener.
Siguió un camino de besos hasta mi cadera.
Esperó por un momento a ver mi reacción: nada.
Gruñó frustrado.
Bueno, eso era divertido.
Él se acostó boca arriba en su lado de la cama y lo escuché
tranquilizar su respiración, ¿En verdad se había quedado dormido?
Abrí lentamente los ojos y lo espié sobre mi hombro.
COMPLETAMENTE DORMIDO.
Incluso había comenzado a roncar ligeramente como a veces lo hacía,
el muy descarado había tenido el valor de dormirse. Bueno, ahora fui
yo quien gruñó.
——— Eres un tonto——le dije mientras me sentaba a horcajadas
sobre él.
Abrió los ojos y se comenzó a reír.
——— Tú empezaste——acusó riéndose de mí.
Puse los ojos en blanco.
En momentos como este simplemente quería aventarle cualquier cosa
a la cabeza.
——— Yo empecé——me burlé imitando su tono de voz, lo que claro,
no hiso sino hacerlo reír más fuertemente.
Oh, pero me las pagaría.
Antes de que él pudiera reaccionarme acomodé sobre él y lo sumergí
en mí en un certero movimiento. Su risa de detuvo al instante y pude
ver sus pupilas dilatarse mientras me veía moviendo mis caderas
lentamente sobre él.
Maldición, si eso no era…excitante.
Sus manos apretaron mis caderas mientras me instaba a moverme
con él.
——— ¿Ahora quién se ríe? ——bromeé.
Vincent puso los ojos en blanco.
Nos seguimos tomando el pelo con cosas estúpidas mientras
hacíamos el amor, amaba tener ese tipo de intimidad con él, no solo
era sexo entre nosotros, era…algo más.
Rato después me encontraba satisfecha y somnolienta mientras
acostaba mi cabeza sobre su pecho e inhalaba su olor. Amaba cómo
olía. Nunca me cansaría de ello.
——— Mañana tienes que regresar a la escuela——dijo más como un
quejido que un recordatorio.
Sonreí sin levantar la vista a él.
——— Tengo que ir——expliqué como si fuera de lo más obvio y él no
se hubiera dado cuenta.
Se quejó mientras me rodeaba con sus brazos y me apretaba más
contra él.
——— Señora Coleman, ustede puede hacer lo que se le venga en
gana——dijo solemnemente.
Reí tontamente por lo insistente que era Vincent algunas veces,
bueno, en realidad, la mayoría del tiempo.
——— Sí, claro, puedo hacer lo que quiera, cuándo quiera——me
burlé.
Mi cavernícola me hiso mirarlo a los ojos.
——— Cariño, tenemos más dinero del que podremos gastar en esta
vida y la siguiente, yo digo que dejemos todo y nos mudemos a una
isla privada, solo tú y yo y la docena de niños por venir——propuso
pícaramente con esa sonrisa torcida que tanto me gustaba.
Docena de niños por venir.
¡DOCENAS DE NIÑOS POR VENIR!
En serio, apenas estaba aprendiendo a lidiar con la realidad de un
embarazo múltiple, y él ya estaba mencionando futuros niños. Solo
Vincent podría hacer algo así.
——— Estás bromeando——afirmé.
Me dio esa mirada que daba a entender que algunas veces podía ser
un poco tontita. Genial.
——— Ok, de acuerdo——comencé a decir dándole una mirada
exasperada——si estuviera de acuerdo con tu plan, que no lo estoy, te
das cuenta que sería una locura. En serio, mi cavernícola, a veces
eres…un hombre tremendamente sexi con la mente fuera de la
realidad.
Sonrió tímidamente.
——— Pero te amo por ello, de no ser por tu mente hiperactiva y tu
tendencia a vivir el momento y llevarme en tus descabellados planes,
no estaríamos ahora casados——agregué besando su barbilla.
——— Te amo, pequeña——dijo besándome tiernamente.
——— Te amo, también.
——— ¿Has pensado qué nombres te gustarían para nuestros hijos?
Lo miré con los ojos abiertos como platos.
¿Nombres?
Negué con la cabeza.
——— Bueno yo sí.
——— ¿Me dirás qué nombres te gustan? ——pregunté.
——— Bueno, estaba pensando que si tenemos una niña, me gusta el
nombre de Natalie y si tenemos un niño, me gusta el nombre de
Arthur——explicó tímidamente.
Lo pensé por unos segundos.
——— Me encantan——aseguré feliz——definitivamente algunos de
nuestros hijos se llamaran así.
Una mirada de orgullo se hizo presente en él.
——— ¿Entonces ya accediste a que tengamos nuestro propio equipo
de futbol? ——cuestionó contento.
Me mofé.
——— Sí, claro, porque estoy segura de poder aguantar tantos
embarazos.
——— Me gustas embarazada.
Puse los ojos en blanco.
——— Eres increíble——comenté recostado mi cabeza en su pecho.
Cerré los ojos.
——— Descansa, amor——susurró besando la cima de mi cabeza.
Y me quedé dormida en sus brazos, completamente relajada al
escuchar su latido del corazón.
CAPÍTULO 10 Primer día de regreso a clases.
Hoy era mi primer día desde que me ausenté secretamente para mi
luna de miel, cosa que solo mis amigas sabían.
Porque no sería bien visto que en mi justificante pusiera que la causa
de la ausencia fue porque pensaba viajar con mi ahora esposo para
literalmente, tener un montón de sexo y descubrir qua ya estaba
embarazada desde antes de contraer matrimonio.
Sí, creo que eso no era muy bueno.
¡Los maestros me matarían!
Hundí la cabeza en la almohada tratando de alejarme de Vincent.
El brazo de Vincent salió disparado hacia mi cintura, rodeándome y
jalándome nuevamente a su lado. Medio adormilada, gemí tratando de
alejarme nuevamente.
Lo escuché gruñir mientras se envolvía a mí alrededor y quedábamos
en posición de cucharitas.
——— Estás caliente——me quejé débilmente mientras pateaba la
sábana lejos de mi cuerpo.
Recosté la cabeza en la parte fría de mi almohada y gemí de gusto.
Vincent recorrió mi cadera con su mano mientras se pegaba más a mí,
haciéndome sentir su felicidad mañanera contra mi trasero. Tonto
hombre insaciable.
——— Estoy caliente——susurró procediendo a dejar húmedos besos
en mi hombro y brazo.
——— Toma una ducha fría——sugerí sin querer renunciar al sueño.
Él se quejó mientras trataba de hacerme despertar.
Reí y me di vuelta hacia él.
Lo miré por un segundo, sonreía complacido mientras le daba a mi
cuerpo una lasciva mirada. Tonto cavernícola obsesionado con el
sexo.
——— Si consigues darnos un orgasmo en menos de 10 minutos,
creeré que eres el mejor hombre en este mundo——lo reté
bostezando.
¿Por qué estaba tan cansada?
Vincent sonrió presumido antes de lanzarse literalmente sobre mí.
9 minutos después jadeaba intentando recuperar el aliento, mientras
veía a Vincent aferrase a mí antes de suspirar y levantarse de la
cama.
——— Ahora regreso, pequeña——avisó y me quedé acostada.
Cerré los ojos y me dejé llevar nuevamente por el sueño.
*****
9:40 am.
Me había quedado dormida hasta que Vincent me despertó trayendo
el desayuno a la cama.
Lo primero que pensé fue: ¿Ese hombre es mío?
Creo que podría habérselo dicho para aumentarle el ego un poco solo
en esta ocasión, pero tenía tanta hambre que no hablé en absoluto
hasta haber terminado todo el desayuno.
Me recosté en las almohadas y le di una dulce mirada.
——— Eres el mejor hombre, ¿Te lo he dicho?
——— Siempre puedes recordármelo por el resto de nuestra vida——
respondió acostándose a mi lado y recostando su cabeza en mi
vientre.
Acaricié su cabello mientras él se quedaba allí como si quisiera poder
escuchar o sentir algo que fuera prueba la presencia de nuestros
invasores.
Aún era demasiado pronto, pero no tenía el valor de decírselo y
quitarle esa mirada de anhelo cada vez que ponía su mano o rostro en
mi vientre.
——— No puedo esperar a sentirlos moverse dentro de ti——susurró
en voz baja.
Sonreí.
Vincent era…increíble.
Creo nunca en mi vida me pude haber imaginado estando tan
locamente enamorada de un hombre, tanto que aceptara casarme con
él y no enloquecer por enterarme que estaba embarazada. Nunca me
imaginé querer regresar siempre a casa, al lado de mi hombre
después de un día lejos de él.
Pero había sucedido.
Había sucedido porque Vincent se había ganado a pulso el amor que
le tenía, él me había hecho darme cuenta que la libertad estaba en
decidir con quién compartir tu vida y estar al lado de ella sin sentirse
atrapado. Eso era libertad.
Libertad era amarlo y sentirme amada, sin ningún tipo de condición.
——— Antes de darnos cuenta seré del tamaño de un camión y
podremos sentirlos moverse——respondí sin sentirme cohibida por
estar desnuda en su presencia.
——— Serás hermosa, habrá más de ti para amar——dijo
coqueteando conmigo.
Sentí mi corazón dar un salto ante sus palabras.
——— Bueno, creo que me iré a bañar o se me hará tarde——
comenté alejándome de él y comenzando a caminar al baño.
——— ¿Hay espacio para alguien más? ——preguntó tímidamente.
Negué con la cabeza.
Amaba tanto las diferentes facetas de mi hombre.
Mi cavernícola tierno.
Mi cavernícola romántico.
Mi cavernícola salvaje.
Mi cavernícola posesivo.
Mi cavernícola controlador.
Mi cavernícola tímido.
Mi cavernícola ocurrente.
Mi cavernícola despilfarrador.
Amaba todas y cada una de sus facetas.
——— Siempre hay espacio para ti——aseguré esperándolo.
No lo pensó dos veces y se quitó el bóxer y lo arrojó al suelo antes de
encaminarse a mí y tomarme en brazos haciéndome rodear su cintura
con mis piernas. Abrió el agua de la ducha y acomodó la temperatura
para que no quemara.
——— Se supone que iba a bañarme, no a ensuciarme más——me
quejé en broma.
——— Me encantas sucia…y mojada——explicó metiéndonos bajo el
chorro del agua y comenzando a pasar su lengua por mi cuello.
*****
11:30 am.
Finalmente nos dignamos a salir de casa en dirección a la de mis
padres.
——— Cariño, finalmente llegas——gritó mi abuela entusiasmada.
Se quitó el mandil de cocina y caminó a nosotros, entonces cuando
llegó a nosotros nos apartó de su camino y siguió caminando…en
dirección a Michael. Quien gustosamente se dejó abrazar y arrastrar a
la cocina, donde mi abuela le sirvió un trozo de pastel.
Mierda.
¿Qué demonios?
Vincent tenía la misma cara que nosotros.
Boca abierta y ojos abiertos como platos por la sorpresa.
Ambos miramos a Michael sin comprender.
Él sonrió tímidamente.
——— Amo sus pasteles——respondió encogiéndose de hombros y
sentándose en la barra de desayuno.
Sonreí divertida con la situación.
En cierto modo Vincent poseía un poco de celos alrededor de él.
Hasta que llegó Michael, mi cavernícola había sido el hombre
consentido de mi vieja y extrovertida abuela. Supongo que al ver que
otro hombre ocupar su lugar, era obvio que sentiría celos.
Prácticamente me moría de ganas por reírme de la situación, pero no
sería muy ético que digamos. Porque, bueno, en venganza, Vincent
podría hacer algo como negarnos el sexo por algunos días.
No pensaba arriesgarme.
——— Me siento abandonado——suspiró Vincent en voz alta e
indignada.
——— Oh, cariño——se lamentó mi abuela dramáticamente antes de
darle un abrazo y servirle un trozo de pastel.
Él se sentó al lado de Michael, quien sonreía divertido.
Michael se había convertido en alguien perteneciente a la familia. Más
que el jefe de seguridad de Vincent, era su mejor amigo y compañero
de todo.
——— Yo soy la embarazada——me quejé sirviendo mi propio
pedazo de pastel y sentándome junto a Vincent.
——— ¿Cómo llevas el embarazo, querida? ——preguntó mi abuela.
Lo pensé por un segundo.
——— Los antojos me están matando——expliqué.
Afortunadamente las náuseas persistían pero el vómito se había
detenido. Era toda una suerte.
——— Yo siempre quería comer elotes durante todo el embarazo——
recordó.
¿Yo? Bueno yo quería de todo, especialmente postres dulces.
Pasos sonaron mientras alguien bajaba corriendo las escaleras.
Eva estaba allí, viéndonos comer pastel, mientras pasaba sus dedos
por su cabello mojado.
Nos saludó a todos antes de sentarse al lado de Michael y mirar su
pastel con antojo.
——— ¿Quieres que te sirva, querida? ——preguntó mi abuela.
——— Por favor, si no es molestia——respondió dulcemente Eva. Me
dio escalofrío al escucharla hablar tan…inocentemente. Especialmente
porque sabía lo loca que podría ser en algunos momentos.
Comimos y platicamos hasta que subí a mi cuarto a ponerme el
uniforme, Vincent se coló en mi habitación y se quedó acostado sobre
mi cama mientras me veía pelear por encontrar mis libros y acomodar
toda la tarea que había hecho.
Tracy me había enviado toda la tarea que encargaban y yo la había
hecho en algunos ratos libres, hoy la entregaría con el justificante.
Cuando estaba todo listo Vincent cargó mi mochila en su hombro y
tomó mi mano mientras caminábamos a su camioneta. Michael se
quedó en mi casa platicando con mi abuela y tratando de distraer a
Eva de hacer alguna estupidez.
——— ¿Estás lista? ——preguntó Vincent mientras me abrochaba el
cinturón de seguridad, cosa que parecía que le encantaba hacer.
Asentí.
Regresar a la escuela significaba renunciar a la burbuja que habíamos
creado en nuestra luna de miel.
Suspiré.
——— No quiero renunciar a esto——dije rodeando su cuello con mis
brazos y besándolo.
Me regresó el beso y en cierto momento comenzó a subir la falda de
mi uniforme, dejando expuesta mi pierna.
——— Solo quedan un par de meses y la escuela terminará, entonces
serás toda mía——prometió con esa lujuriosa mirada——aunque el
uniforme se queda, amo verte vestida de colegiala.
Sonreí ante sus ocurrencias.
——— Haces que algo tan mundano como asistir a la escuela con un
horrendo uniforme suene vulgar——me quejé.
Guiñó y cerró la puerta antes de dirigirse al volante.
Mientras conducía a mi escuela sentía que no quería dejarlo, estaba
acostumbrada a tenerlo pegado como una lapa día y noche, cuidando
de mí a cada paso que daba y cumpliendo cada antojo que tenía.
Cuando llegamos, estacionó frente a la escuela y tomó mi mano
izquierda entre la suya, acercándola a sus labios para besar los anillos
de mi dedo.
Amaba mis anillos, y amaba ver la alianza en la mano izquierda de él,
un claro anuncio que ese hombre estaba tomado, tomado por mí.
——— Cuídate mucho, cualquier cosa me envías un mensaje y estaré
aquí en un segundo, te veo en la noche——dijo mientras me besaba
en los labios.
Lo besé y me aparté antes de lloriquear para que regresáramos a
nuestra casa.
——— Tendré cuidado——aseguré mientras él se bajaba y me
ayudaba a salir de mi asiento, una costumbre.
——— En tu cartera puse dinero por si a nuestros pequeños les da por
ordenarte comer algo de la cafetería o si quieres invita a comer a tus
amigas, diles que yo invito——explicó con una sonrisa tímida.
Asentí.
Estaba segura que le daba paz mental saber que llevaba conmigo las
tarjetas que me había obligado a aceptar y que no utilizaría, y dinero
en efectivo para cualquier emergencia.
——— Gracias por cuidar de nosotros——comenté dándole un último
beso.
——— Gracias por hacerme tan feliz——expresó de regreso.
Me dio una palmada en el trasero para hacerme caminar, reí mientras
me alejaba con mi mochila colgando de mi hombro y varios de mis
compañeros mirándome con curiosidad.
Sería un día difícil.
CAPÍTULO 11 Mientras caminaba hacia el área de control escolar para obtener mi
justificante, pude sentir varias miradas puestas sobre mí.
Cuando salí del edificio con mi justificante firmado mi celular sonó.
“Todavía no han pasado ni quince minutos y ya te extraño, ¿Sonará
raro que también extrañe a nuestros pequeños invasores?”
Sonreí mientras leía el mensaje.
“También te extraño, es normal que también extrañes a los pequeños,
al menos yo los llevo conmigo.”
“Comenzaré a buscar una pequeña isla, te secuestraré y no te
volverás a separar de mí, esto es una mierda.”
“¿Isla? Odiaría estar rodeada de agua, mejor busca alguna otra opción
y si me gusta quizá acepte que nos fuguemos.”
“Trato hecho, guardaré el mensaje como prueba de tu aceptación.”
Negué con la cabeza mientras caminaba a mi salón.
“Bien, hazlo. Algunas veces tu lado empresarial se hace presente y
toma el control, es excitante.”
“GRRRR…no empieces, provocadora.”
“Está bien, me calmo…pero no gruñas, porque me harás pensar en
todas las veces que has gruñido mientras hacemos el amor.”
“Ignoraré eso o tendré serios problemas de concentración. Iré a
trabajar, ya me había acostumbrado a ceder algunas de mis
responsabilidades a los demás.”
“Flojo.”
“Prefiero estar contigo…en la cama…en la ducha…en la cocina…no
soy exigente, siempre que te tenga soy feliz.”
“Bueno, esto se está saliendo de control, ve a trabajar para nuestros
niños, tendrás 3 bebés que mantener dentro de poco.”
“Suerte que somos millonarios, podemos dejar de trabajar por el resto
de nuestras vida y simplemente gastar el dinero.”
“¿Qué haríamos si no tuviéramos que trabajar?”
“Vivir juntos…hacer el amor…ver la tele…hacer el amor…enseñarles a
los bebés a caminar, hablar, escribir, etc… hacer el amor…tener más
niños…hacer el amor…quejarnos porque nos sacan canas
verdes…hacer el amor…no soy exigente.”
“En resumen, hacer el amor durante el resto de nuestras vidas, cada
día y a todo momento.”
“Suena bien, apoyo la idea.”
“Tonto.”
“Hermosa.”
“Terco.”
“Mi princesa, mi vida…mi todo.”
“Bien, me rindo, te amo. Ve a trabajar.”
“También te amo, no te olvides de comer.”
“No lo haré, papi.”
“Me gusta cómo suena eso.”
“Pervertido.”
“GRRRRRR.”
Reí en voz alta por las ocurrencias de Vincent y guardé mi celular
mientras entraba al salón.
Tracy, Bianca y Allison salieron disparadas hacia mí antes de que
tuviera oportunidad de saludarlas. Todas hablaban al mismo tiempo
haciendo preguntas.
——— Esperen, solo dejo mis cosas y les cuento——interrumpí su
interrogatorio.
Dejé mi mochila en mi asiento y saqué de él mi celular. En la bosa
delantera estaba una bolsa de bolitas de chocolate amargo con una
nota.
Por si tienes un antojo y no estoy
allí para complacerte. Te amo.
PD: No te olvides de comer.
Atte.: Tú cavernícola enamorado. Sonreí al leer la nota y la sostuve en mi mano junto con la bolsa de
chocolates y mi celular mientras salía del salón. Caminé hacia mis
amigas y les entregué la nota.
Cada una la leyó y chilló de la emoción por el detalle tan romántico de
Vincent.
——— Yo también quiero un cavernícola enamorado——se quejó
Allison haciendo un puchero.
Bianca tenía una extraña mirada, ella siempre era observadora.
——— ¿Antojos? ——cuestionó dudosa.
Asentí.
——— Estoy embarazada——susurré muy bajito para que nadie más
que ellas lo escucharan.
Todas gritaron por la emoción y la sorpresa.
——— ¿Cómo? ——preguntó Allison.
Le di una sarcástica mirada mientras alzaba una ceja.
Sus mejillas se sonrojaron.
——— No me refería a eso——se quejó mientras Tracy, Bianca y yo
nos reíamos——me refería a cómo quedaste embarazada si se
supone que bueno…ya sabes… ¿Se estaban cuidando?
Asentí con la cabeza.
——— Estaba con la píldora…pero bueno…no es cien por ciento
segura…y Vincent está encantado con los bebés…hace unos días en
New York compró casi toda la tienda de bebés…ropa, juguetes, ese
hombre es un comprador compulsivo——expliqué divagando.
——— ¿Bebés? ——preguntó Tracy.
Sentí mis mejillas sonrojarse.
Asentí nuevamente con lentitud.
Dudé antes de contestar.
——— Cuando nos enteramos él me llevó con una doctora, haciendo
la ecografía notó que no había solo un pequeño creciendo dentro de
mí.
——— ¿Gemelos? ——preguntó Bianca emocionada.
Negué con la cabeza.
——— Tres.
Las tres se quedaron en silencio.
——— Wou.
——— Increíble.
——— Sorprendente.
Las miré y por primera vez desde que me enteré del embarazo fui
sincera respecto a mis sentimientos.
——— Es solo que…tengo miedo…el embarazo no es seguro hasta
los tres meses, en cualquier momento podría abortar…y aunque no lo
hiciera, el embarazo múltiple siempre es considerado de alto riesgo—
—les conté con lágrimas en los ojos mientras comíamos el chocolate.
Hablamos hasta que la maestra de la clase que nos tocaba nos obligó
a todos a entrar al salón. Durante todo el tiempo escuché susurros que
intenté ignorar. Entregué mis tareas y mi justificante.
De igual manera ignoré la extraña mirada que la maestra me daba.
Durante el resto de las clases hasta que fue hora del receso, puse
todas mis fuerzas en no escuchar los estúpidos chismes que
comenzaban a correr de boca en boca.
En serio. ERA UNA LOCURA.
¿Es que nadie tenía algo mejor que hacer que especular sobre mi
vida?
Como Vincent me había sugerido, invité a mis amigas a comer a la
cafetería, asombrosamente tenía antojo de…fruta.
¡FRUTA!
Eso era un milagro.
Al menos ahora tenía la pequeña esperanza que durante el embarazo
no tendría antojos únicamente de comida chatarra.
——— Señorita Rousseau, la necesitan en la dirección, si es tan
amable de presentarse de inmediato en la oficina de la directora——
dijo una de las secretarias.
Asentí.
Tomé mi vaso de fruta con yogurt mientras Tracy, Bianca y Allison se
miraban preocupadas entre sí. Me acompañaron hasta la dirección, en
donde prácticamente el infierno se desató.
*****
La directora de la escuela, la señora Montiel, me ordenó sentarme
frente a ella, obedecí confundida mientras dejaba mi vaso de fruta con
yogurt en la orilla del escritorio frente a mí.
Esperé a que explicara el motivo por el que estaba allí.
La directora acomodó unos papeles que se encontraban frente a ella.
El maldito suspenso me estaba matando. Apreté el celular en mi
mano.
Tenía un muy malo, malísimo, presentimiento.
Disimuladamente escribí un mensaje para Vincent.
“Estoy en la dirección.”
En seguida recibí su respuesta.
“¿Por qué razón, bebé?”
Sonreí disimuladamente.
“No lo sé aún, la directora me mandó a llamar.”
“Avísame cuando sepas algo.”
“Lo haré, te amo.”
“Te amo más.”
——— Señorita Rousseau——interrumpió sarcásticamente la
directora mi plática con Vincent.
Sentí mis mejilla sonrojarse.
Aparté la vista de mi celular y la miré confundida.
——— ¿Sabe por qué motivo está aquí?
Negué con la cabeza.
——— No, señora.
Ladeó la cabeza y me inspeccionó, enseguida mis nervios aumentaron
enormemente por la anticipación. Algo no estaba bien.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
——— Verá, esta escuela tiene una reputación que cuidar, y no sirve
de nada para el bien común que haya un pequeño detonante que
provoque muchos problemas serios. Usted es ese detonante, usted y
los chismes que está provocando con sus acciones.
La voz dura que usó la directora me confundió por completo.
Creo que nunca en mi vida había estado tan desconcertada.
CAPÍTULO 12 ——— ¿Disculpe? ——pregunté confundida.
Me miró como si fuera tonta.
¿Qué demonios pasaba aquí?
——— No nos hagamos tontas, durante todo el día han venido
alumnos a quejarse y a compartir las cosas que circulan alrededor de
usted. No tardando comenzarán a llamar los padres de familia para
quejarse del mal ejemplo que pone usted a los demás alumnos——
explicó con voz furiosa.
Así que de eso se trataba.
——— ¿Se puede saber de qué se me acusa? ——pregunté furiosa y
sarcástica.
La mirada de la directora se dirigió a mi mano izquierda, en donde se
encontraban mis anillos.
Me tensé, esperando las acusaciones de ella.
——— Para empezar, eso——dijo señalando mis anillos—— ¿Una de
nuestras alumnas casadas? ¡Es el colmo! Y para empeorar la
situación: embarazada.
Santa mierda.
Ahora si estaba enojada.
Creo que nunca antes había sentido eso, esas ganas de querer
golpear a alguien con todas mis fuerzas.
——— ¿Y qué mierda tiene que ver mi vida personal con mis
estudios? ——insistí enojada.
——— Se trata de la imagen, ¿Qué clase de chica se embaraza y
contrae matrimonio a esta edad? ——respondió insinuante.
Antes de detenerme tomé mi vaso de fruta con yogurt y se lo aventé a
la cara.
Me sorprendí a mí misma de mi sorpresivo ataque. Pero no me
arrepentía.
——— ¡No se atreva a insultarme! ——le grité y salí de su oficina.
Lágrimas caían por mis ojos y supongo que debía de verme patética,
seguramente toda la oficina había escuchado mis gritos.
——— ¿Estás bien? ——me preguntó la psicóloga de la escuela que
se acercó preocupada a mí.
Negué con la cabeza.
——— ¿Cómo voy a estar bien si la propia directora de mi escuela me
insulta? ——grité con el propósito de que todo el mundo en la
dirección me escuchara.
Secretarias, trabajadores, oficinistas y en general todo el mundo se
acercó a mí.
Pronto la directora salió limpiándose el rostro y todo el infierno se
desató.
——— Voy a hablarles a mis papás, no pienso soportarla——le
anuncié a la psicóloga, quien asintió de acuerdo y como todo el
mundo, se quedó quieta sin saber qué hacer.
En ese momento el timbre sonó anunciando el fin del receso.
Todos los alumnos estaban regresando a sus salones.
Me acerqué a la salida de la escuela y marqué el número de mi casa.
——— ¿Diga? ——contestó mi abuela.
——— Abuela, ¿Están mis papás por allí? ——pregunté llorosa.
Pude escuchar a mi abuela tirar lo que sea que sostenía en sus
manos.
——— Sí, aquí están, los llamó enseguida——respondió y escuché
que llamaba a gritos a mis papás—— ¿Está todo bien? ¿Qué pasó, mi
niña?
Entre el hipo y mi nariz mocosa no podía hablar bien.
——— Estoy bien, se trata de la escuela——expliqué.
En ese momento escuché a mi mamá tomar el teléfono y preguntarme
preocupada qué ocurría.
——— ¿Pueden venir, por favor? Necesito que vengan de inmediato—
—le pedí.
——— Está bien, querida, estamos saliendo en este momento.
Los escuché salir y subirse al carro.
——— ¿Qué ocurre? Ya vamos en camino.
——— Es que, la directora me mandó a llamar y prácticamente me
acusó de…mamá…se portó grosera mientras me echaba en cara lo de
mi embarazo, y también lo de Vincent…cuando insinuó que era
una…ni siquiera puedo decirlo…le aventé mi yogurt y salí de su
oficina…ni siquiera sé por qué me regaña de algo que no tiene que ver
con la escuela——expliqué entre hipidos.
——— Está bien, ya estamos llegando en unos minutos——respondió
mi papá y supe que estaba puesta en altavoz.
——— Gracias, papá——susurré.
——— Tranquila, bebé——expresó Vincent.
——— Oh por Dios, ¿Qué haces con mis padres, Vincent? ——exigí.
No quería que él tuviera que enfrentar las tonterías de mi directora, ni
siquiera sabía si podía hacer algo en mi contra por algo que no era
concerniente con la escuela. Supongo que pronto lo averiguaría.
——— Estaba en casa cuando tu abuela contestó y me preocupé, no
dejaré que enfrentes esto sola——confesó mi amado cavernícola.
——— Gracias.
Dos minutos después, la camioneta de Vincent se detuvo y él salió del
asiento trasero. Mi papá se bajó del asiento de conductor y mi mamá
del asiento de acompañante. Los tres se acercaron preocupados a mí.
La vigilante los dejó pasar cuando explicaron lo que ocurría.
Antes de poder decir nada, Vincent me tenía rodeada con sus brazos,
hundí mi rostro en su pecho y lo abracé fuertemente, lo escuché
susurrar tonterías cursis mientras me acariciaba lentamente con la
intención de calmarme.
Cuando lo consiguió me hiso mirarlo a los ojos.
——— Todo estará bien, amor, lo juro——respondió besándome
suavemente antes de tomar mi mano entre las suyas y rodear mis
hombros con su brazo.
Me recosté en él viendo a mis papás darse una cómplice mirada ante
nuestra escena. Mis mejillas se ruborizaron pero le sonreí a mi papá
que miraba orgulloso a Vincent, creo que finalmente habían logrado
superar los obstáculos que tenían.
Eso esperaba.
——— Vamos a arreglar esto——anunció mi papá acercándose a
darme un beso en la frente.
Caminamos todos a la dirección y en ningún momento Vincent me
soltó.
Agradecía tenerlo para recargarme porque no me estaba sintiendo
bien.
Pude ver que todo el mundo en la dirección miraba atentamente a mis
padres y especialmente a mi hermoso cavernícola que lucía
tremendamente sexi e intimidante con su traje de marca hecho a la
medida.
——— Estoy llenando tu traje de lágrimas y mocos——le susurré
tímidamente.
Me dio una enorme sonrisa despreocupada.
——— Cariño, solo es ropa, puedes limpiarte en mí, siempre seré tu
pañuelo——explicó con un guiño coqueto.
Negué con la cabeza divertida con su manera de expresar amor.
——— Te amo, Vincent——susurré.
——— Te amo también, Athena.
Entrando a la oficina de la directora, mis padres exigieron la presencia
del subdirector y la asesora académica.
Fue como ver una lucha de titanes.
Nadie allí presente podía negar el abuso de autoridad de la directora,
mucho menos la clara agresión con que trató el tema.
En cierto momento, Vincent se exasperó por completo con la situación.
Susurró algo a mi padre, quien asintió de acuerdo.
——— Claramente, esto no se resolverá aquí, no permitiré que
insulten a mi esposa por haber aceptado casarse conmigo y mucho
menos que la acusen de ser una cualquiera por el hecho de que muy
felizmente estemos esperando a nuestros hijos. Señora directora,
mejor que se preparen porque mis abogados contactaran con ustedes
pronto, y estoy seguro que las autoridades, muchas de ellas mis
conocidos y amigos, tendrán mucho que opinar del funcionamiento de
esta escuela.
Todo el mundo se quedó en silencio.
Mierda.
Yo estaba claramente sorprendida.
Nunca habría esperado que él literalmente amenazara con demandar
y exponer a la escuela.
SANTAS…PATATAS.
Verlo así de confiado e intimidante…hiso cosas extrañas en mí, en
lugar de espantarme creía que mi hombre nunca había estado tan
atractivo. Sobre todo, tomando en cuenta que me estaba defendiendo
fieramente.
Por la mirada de la directora, supe que se arrepentía de haber actuado
impulsivamente. Se podía decir que Vincent era alguien importante,
que claramente tenía sus influencias, no era alguien con quien la
gente le gustaría tener que enfrentarse.
Ignoré el resto de la discusión.
No había querido aceptarlo pero me sentía mal.
——— ¿Te siente bien? ——preguntó de repente mi madre.
Negué con la cabeza.
——— Por el momento, esto se queda aquí, pronto les avisaremos las
medidas correspondientes que tomaremos, por ahora lo menos que
pueden hacer es excusar a mi hija por el resto del día——exigió mi
padre.
Sin esperar respuesta nos hiso señas para salir.
Vincent me tomó en brazos repentinamente.
——— Tú y tu afán de querer cargarme todo el tiempo——me quejé
recostándome en él.
Me dio esa pícara sonrisa que tanto amaba.
——— Te quiero siempre en mis brazos——explicó con un puchero.
Pasé mi legua juguetonamente en sus labios discretamente y me
alejé. Sus ojos se agrandaron y sabía que quería vengarse de mi
arrebato pero no podía hacerlo en público.
Su mirada de advertencia me dijo que tendría que esperar a que
estuviéramos solos.
——— Voy por tu mochila, querida, esperen en el auto de Vincent
mientras tanto——dijo mi mamá, que lucía más tranquila y relajada
ahora que solo trabajaba en la escuela.
Finalmente las cosas comenzaban a mejorar para mi familia.
Mi padre, Vincent y yo nos metimos en la camioneta.
En el asiento trasero me recosté y puse mi cabeza en las piernas de
Vincent, cerré mis ojos y dejé que él acariciara mi cabello.
——— ¿Te sientes mal? ——preguntó mi padre.
——— Un poco.
——— ¿Qué tienes? ——preguntó Vincent preocupado.
——— Estoy mareada y me duele mucho la cabeza. Y quiero vomitar.
Antes de que terminara él estaba hablando con Michael para que
trajera a una doctora a la casa de mis padres. Suspiré. Mi hombre y
sus exageraciones.
Me quedé dormida al instante.
Desperté cuando Vincent hablaba con la doctora en susurros.
——— ¿Qué pasa? ——pregunté soñolienta por la mirada preocupada
de Vincent.
La doctora se adelantó a hablar.
——— Tenías la presión alta.
Asentí. Ella continuó hablando.
——— ¿Recuerdas cuando te explicaron de los riesgos en el
embarazo múltiple? Y también cuando te conté que hay casos en los
que las medidas de prevención tienen que ser mayores para evitar un
aborto espontáneo. Bueno, por prevención le contaba a tu marido que
debes sobrellevar el embarazo lo más tranquilamente posible.
La miré confundida.
——— ¿A qué se refiere con tranquilamente?
——— No estresarse, no hacer corajes, alimentarse correctamente,
tomar las vitaminas y medicinas que te receté…no hacer mucho
esfuerzo físico y en general, llevar una vida tranquila.
——— Está…bien——respondí confundida.
La doctora siguió hablando y me recordó que cualquier dolor que
sienta la llamara.
Cuando se fue, Vincent se acostó a mi lado y me abrazó.
Estábamos en mi cuarto en casa de mis padres.
——— ¿Y tu hermana?
Él se encogió de hombros.
——— Ella siempre es impredecible, seguramente está recorriendo la
ciudad, se apropió de la hacienda. No me sorprendería que cuando la
visitáramos todas las paredes sean de colores chillones y llamativos.
La puerta se abrió y entraron mis padres.
——— ¿Hija, qué está pasando en tu embarazo? ——preguntó mi
mamá preocupada.
Ellos se sentaron al pie de la cama y Vincent les explicó todos los
detales y lo que había dicho la doctora. La cara de mi papá
fue…memorable.
——— ¿Trillizos?
Mi mamá no se quedaba atrás.
——— Vamos a ser…abuelos…de trillizos.
A pesar de la preocupación podía verlos impactados y felices.
No todos los días se descubría un embarazo de trillizos en la familia.
Ellos y Vincent hablaron sobre la escuela y el documento que había
expedido la doctora del embarazo de alto riesgo que sufría. Los tres
coincidieron en que hablarían con la directora para permitirme
permanecer en casa en reposo y entregar las tareas desde mi casa.
Cuando traté de objetar los tres se negaron rotundamente a escuchar
mis argumentos. Finalmente el chantaje emocional funcionó en mi
contra: lo importante eran los bebés.
Y si estar en reposo y tranquila era lo que necesitaba para que todo
estuviera bien, pues eso haría.
CAPÍTULO 13 ——— ¿Qué quieres decir con “no”? ——pregunté confundida.
——— Exactamente eso, no. Definitivamente no. Malditamente, No—
—gruñó exasperado.
Puse los ojos en blanco.
——— Eres un exagerado——me quejé.
——— Te estoy protegiendo——debatió.
Crucé los brazos sobre mi pecho.
Maldito hombre testarudo.
——— Me estás sofocando——murmuré por lo bajo mientras le daba
la espalda.
Antes de que pudiera salir de nuestra habitación sus brazos se
envolvieron a mí alrededor, apretándome contra su cuerpo.
Suspiré.
Sabía que estaba a punto de ceder.
Al menos le daría batalla.
——— ¿Te sofoco? ——susurró con voz herida.
Santa mierda.
¿Y yo era la mujer sensible por las hormonas? ¿En qué momento
Vincent comenzó a presentar los síntomas del embarazo en mi lugar?
——— En el buen sentido.
——— ¿Hay un buen sentido en el sofoco? ——se quejó sin ceder.
——— Sí——respondí cubriendo sus manos con las mías——está el
sofoco asfixiante…y está ese sofoco…excitante…que tú me provocas.
Vincent enterró su cara en mi cuello, mientras murmuraba cosas sobre
lo complicadas que eran las mujeres. Sonreí dejándolo hacer su
berrinche. Creo que conviviendo con él, de alguna manera estaba
aprendiendo una o dos cosas para ser buena madre.
Lo principal: paciencia.
Estaba segura que estaba a un jodido paso de volverme una maldita
santa con la gran paciencia que estaba desarrollando.
——— Eres como un niño——comenté cuando por fin quedé libre de
sus brazos.
Caminé a la cocina y como siempre…Vincent ya me había ganado la
oportunidad de cocinar el desayuno.
¿De dónde había salido este…hombre tan único?
——— Y tú una niña——respondió mientras pone un plato de fruta
frente a mí.
Hice una mueca.
Estaba comenzando a odiar la fruta.
——— Come——ordenó dándose cuenta que estaba a punto de
apartar el plato de mí——recuerda que tienes que comer sano para
estar saludable.
Suspiré ruidosamente.
——— Sí, señor.
Mastiqué cada trozo de fruta lentamente.
Él se sentó frente a mí con su propio plato de fruta, comimos en
silencio hasta que finalmente acabé todo.
Hice una mueca por la ligera sensación de asco y arcadas que
comenzaron a invadirme.
En seguida mi atento cavernícola estuvo a mi lado tendiéndome un
caso de leche fría y acariciando suavemente mi espalda.
Me concentré en respirar lentamente. Odiaba vomitar, lo odiaba como
nunca imaginé que odiaría algo, es por eso que me negaba a vomitar
cuando mi estómago amenazaba con obligarme a hacerlo.
——— ¿Estás mejor? ——preguntó preocupado.
Asentí.
——— ¿Aún quieres continuar desayunando?
Asentí nuevamente.
Ni loca me perdería una comida.
Santa cachucha… ¡Sonaba como una loca obsesionada con la
comida!
Lamentablemente así era.
No creo que hubiera manera en que consiguiera no comer demasiado,
había subido de peso según mi doctora. Pero por dios. ¡No estaba
comiendo solo por mí! No era excusa, pero servía para calmar mi
conciencia.
Vincent y yo seguimos comiendo en silencio el resto del desayuno que
preparó.
——— ¿Ya lo pensante mejor? ——preguntó cuando me paré a lavar
los trastes.
——— No voy a cambiar de opinión.
——— ¿Por qué no?
——— Porque tengo que hablar con mis maestros y explicarles la
situación, y que ellos acepten que mande mis tareas y actividades
desde aquí.
——— Pero seguramente eso lo resolverá la directora, es su
problema——se queja abrazándome nuevamente.
Sus manos acarician lentamente mi vientre mientras sigo lavando.
No pude evitar sonreír.
——— Seguramente lo hará después de cómo la amenazaste con tus
influencias——respondí sarcásticamente.
——— Se lo merecía, nadie se mete con mi mujer e hijos——se
defiende con solemnidad.
E-S-P-O-S-A.
¡Era su esposa!
Amaba cómo sonaba, maldición, amaba estar casada con mi hombre,
pero aún me sorprendía el hecho de poder llamarlo mi esposo. Para
ser alguien que se había quejado toda su vida acerca de no querer
casarse, me había rendido muy rápido.
Cae más rápido un hablador que un cojo, según había escuchado, y
daba fe de ello.
——— Aun así no puedo creer que la hayas amenazado con ello——
insistí.
——— Acepta que te encantó verme hacerlo——insistió
coquetamente mordiendo mi cuello.
Rio en voz alta.
——— No lo negaré, amo verte siendo tan… imponente——confesé.
Él gruñe juguetonamente mientras sus besos se hacen más subidos
de tono.
——— Entonces aceptarás que vaya a la escuela a hablar
personalmente con mis maestros——afirmé sabiendo que él cederá.
Suspira cansado.
——— Está bien, pero te acompañaré primero a hablar con la
directora.
Muerdo mi labio nerviosa, me gustaría mantenerlo lo más alejado
posible de los prejuicios de la directora, pero sé que él no cederá en
ello.
——— Ok, pero controla tu temperamento.
*****
No podía negar el orgullo que me invadía por la forma tan imponente y
única que tenía mi sexi cavernícola al caminar por mi escuela vestido
con su carísimo y perfecto Armani.
Las miradas que las chicas le dirigían solo me hacía querer gritar: ¡Ese
es mi hombre, solo mío!
Pero el hecho de que tomara mi mano entre la suya me detuvo de
hacerlo, ¿Quién diría que yo era celosa? Recientemente lo descubría.
En un momento cuando la directora nos veía a lo lejos acercarnos a su
oficina, Vincent tomó mi mano izquierda y beso mi enorme anillo que
nunca me quitaba.
——— Amo que tengas este anillo puesto, y amo más tener un anillo
en mi propia mano, grita a todo el mundo que nos pertenecemos——
explica con esa voz ronca y sensual.
Trago saliva.
——— Cuando lo dices así…suena encantador…hasta me hace feliz
de haberme casado contigo——bromeo recargando mi peso en él.
——— ¿Te arrepientes? ——prácticamente grita de inmediato.
Niego con la cabeza.
——— En absoluto, aunque no olvido que llegue al altar siendo
cargada por ti como un saco de papas——sigo bromeando.
——— Pero te encantó.
——— Definitivamente.
La directora se acerca a nosotros y pregunta monótonamente mi
estado de salud.
Vincent le explica las recomendaciones de la doctora y le muestra
todos los papeles y recetas que tenemos como prueba de ello. En
cuanto lee acerca del embarazo múltiple alza una ceja y me da una
extraña mirada.
La ignoro por completo.
Finalmente accede a que pueda terminar el resto del parcial enviando
los trabajos desde casa, me entrega un justificante y me pide ponerme
de acuerdo con mis maestros para llegar a un acuerdo sobre las
tareas y actividades.
Mi cavernícola obsesivo se negó a dejarme ir sola a mi salón, insistió
tercamente, al más puro estilo cavernícola, a llevar él cargando mi
mochila como lo estaba haciendo desde que salimos de su camioneta.
Afortunadamente conseguí que me dejara caminar por mí misma.
Estaba segura que además de la mochila él quería llevarme también
en sus brazos.
Tonto Vincent.
El amor de mi vida.
Antes de dejarme en mi salón, donde todos mis compañeros
observaban boquiabiertos la escena, se despidió de mí con un beso
subido de tono.
Tracy, Bianca y Allison suspiraron ruidosamente, haciendo que me
sintiera incómoda por la muestra pública de afecto de Vincent. Él
simplemente sonrió con descaro y se despidió de ellas con galantería
y coquetería.
Puse los ojos en blanco.
¿Tan coqueto tenía que ser ese hombre?
Que ni se le ocurriera ser así con otras mujeres, porque una cosa eran
mis amigas y otra eran las mujeres que podrían malinterpretar su
coqueteo. Pobre de él si cometiera el error de coquetear aunque sea
en broma con alguien más.
Él podría ser mi cavernícola posesivo y arrimoso, pero yo era una
mujer embarazada con una enorme cantidad de hormonas
enloquecidas que podían llevarme a actuar con locura.
No era exageración.
——— Amiga, ese hombre es pura dinamita——suspira Allison.
Le doy lo que espero sea una mirada fulminante.
Ella simplemente sonríe y se encoge de hombros restándole
importancia a su comentario.
——— Es la verdad——insiste y se aleja de mí cuando intento
acercarme a ella——calma fiera, es tu hombre, ya…me calmo.
Sonrío complacida y la dejo en paz.
Nadie puede comerse a mi hombre con los ojos y piropearlo frente a
mis narices y salir indemne de ello.
*****
——— ¿Y estás bien? ——pregunta mi maestra preferida.
——— Sí, aunque eso no quita que mis seres queridos estén
enloquecidos y sobreprotegiéndome a cada momento——me quejo.
Ella sonríe.
——— Por mí no hay problema, puedes enviar tus trabajos para no
bajar tu promedio. Y haz caso de tu doctora, relájate y lleva una vida
tranquila, tienes que ser consciente de los riesgos de no seguir
indicaciones.
——— Lo sé, es solo que no quería dejar de venir a clases.
Ella se ríe en voz alta.
——— Ese es el sueño de cada alumno, aprovéchalo.
Asiento, sé que disfrutaré mucho ese tiempo libre al lado de mi
cavernícola.
——— Y mira el anillo que te dio…ya quisiera yo que mi marido me
hubiera dado uno igual——comenta ella tomando mi mano izquierda
para observar mi anillo, enseguida pone los ojos en blanco——tuve la
suerte que no me diera uno de juguete.
——— Eso habría sido…raro.
Hago una mueca, no pude haber dicho algo más tonto.
Ella simplemente sonríe.
——— ¿Y estás segura de la decisión que tomaste? Al final eres joven
para tener un compromiso de tal magnitud.
——— Soy feliz con mi decisión, afortunadamente Vincent y yo
congeniamos de maravilla y no nos ha costado nada adaptarnos a la
vida de casados. En cuanto termine la preparatoria nos mudaremos
probablemente a New York, su empresa ha tenido algunos
inconvenientes allí que él deberá resolver estando presente.
——— Me alegra, te deseo una feliz vida al lado de tu hombre, y no
dejes que se acostumbre a dejar destapada la tapa de la taza del
baño, o la tapa de la pasta dental…demonios, que recoja su ropa
sucia y corte el pasto del patio de manera pareja…——ella divaga
diciéndome todo lo que no debería dejar hacer a Vincent.
La escucho atentamente.
Una nunca sabe cuándo necesitara consejos de una mujer con más de
veinte años de matrimonio.
CAPÍTULO 14 Enredadera.
Vincent era como una enredadera.
——— Suéltame——insistí por tercera vez.
DIOS. Este hombre era desesperante.
——— No——se quejó Vincent mientras me jalaba nuevamente contra
él. Se le estaba comenzando a hacer una maldita nueva costumbre el
arrimarse contra mí en las mañanas cuando tenía más calor que
nunca.
Era exasperante, honestamente.
——— ¿No tienes que ir a trabajar? ——gruñí queriendo alejarlo de
mí.
Dios. Tontas hormonas que me hacían tan propensa a cambios de
humor.
——— No——se quejó hundiendo su rostro en mi cuello.
Calor.
Hacía tanto calor.
Quería llorar.
Quería gritar.
Maldición, quería tirar a Vincent de la cama.
——— Tengo calor——lloriqueé finalmente.
Vincent alzó su rostro y me miró, maldición, debía estar al borde de las
lágrimas para que se apartara tan rápido de mí. Alejó el cobertor de mi
cuerpo y me miró preocupado.
¿Preocupado, enserio? ¡Simplemente tenía calor! ¡No es que tuviera
fiebre o algo grave!
——— Deja de mirarme así——le dije exasperada.
Abrió la boca para decir algo.
——— No digas nada——prácticamente lo amenacé con la mirada.
Se detuvo y me miró con extrañeza.
Genial. Ahora era un maldito animal de circo o un extraterrestre caído
en su cama, solo eso explicaría su mirada.
Idiota.
Lo amaba, pero por las mañanas yo estaba hormonalmente sensible
(eso sonaba mejor que decir que por las mañanas era una perra
psicópata que quería golpear a mi marido por el simple hecho de que
amanecía abrazándome fuertemente).
Bien, estaba siendo mala con él. Lo admito, ¿Ok?
*****
Vincent Calidez.
Amaba despertar así cada mañana desde el día en que tuve la fortuna
de convertir a Athena en mi esposa. Ella era pura y adictiva calidez.
Dios, no podía terminar de creer lo jodidamente afortunado que era de
tenerla siendo mi mujer. Mía, solo mía. Admito que pude haberme
apresurado, pero demonios, que me condenen si tenía que esperar
por lo menos un par de años para hacer que su miedo al matrimonio
desapareciera lentamente.
No, el problema mejor cortarlo de raíz y de tajo. Aunque puede, solo
quizá, me había sobrepasado. No me arrepentía.
Podía pasar los días con ella y cuidarla.
Podía verla despertar cada mañana.
Podía hacerle el desayuno a pesar de que ella quería ser la que lo
hiciera.
Mierda, podía acariciarla cuándo quisiera, dónde quisiera y a la hora
que quisiera sin que mis suegros me lanzaran dagas con los ojos. Ok,
sí, todavía me lanzaban dagas, pero al menos ya no recibía puñetazos
por abrazarla o besarla.
Y nuestros hijos, JODER, íbamos a ser padres y en lo único que podía
pensar era en lo jodidamente hermosa que se vería Athena con su
vientre redondeado. ¡Y nuestros hijos! Serían tan perfectos y
hermosos que no podía esperar para sostenerlos en mis brazos.
Culpa.
Una chispa de culpa me invadía cada vez que pensaba en ello. Culpa
por la plática que me dio la ginecóloga de Athena, al explicarme los
riesgos de un embarazo múltiple. Solo de pensar en que haya
complicaciones en el embarazo era como sentir un puñetazo en el
estómago.
No, era como sentir que me arrancaban cada centímetro de piel poco
a poco, lentamente.
No podía perder a Athena…pero tampoco podía perder a esos
pequeños bebés. La idea de perder a alguno de ellos…no…no podía
respirar solo de pensarlo.
Apreté a Athena más fuertemente contra mí, no queriendo alejarla en
ningún momento, no queriendo perderla de vista en caso de que…
No. Jodidamente no pensaría en ello.
Ella y los bebés estarían bien.
Tenían que estarlo.
No había posibilidad de que las cosas no salieran bien…porque
entonces todo estaría acabado para mí. Nada tendría sentido.
Sí, dejaría de pensar en ello.
El cuerpo de Athena era cálido contra el mío. Quería amanecer así
cada día por el resto de mi vida. No había otra opción, esta era mi
vida, la que yo quería, la que siempre quise.
——— Suéltame——insistió Athena por tercera vez.
Maldición, Athena a veces era muy quejumbrosa, pero la amaba.
——— No——me quejé mientras la jalaba nuevamente contra mí
cuando había logrado apartarse unos centímetros. No quería soltarla,
no quería perderla de vista, no quería alejarme ni un segundo de ella.
¿Sonaba acosador? Un poco, pero… ¡Mierda, era un esposo
preocupado por su mujer embarazada de trillizos! ¡Tenía todo el
derecho de volverme un acosador!
Estaba enloqueciendo, lo sabía, sus cambios de humor eran
contagiosos. Me sentía como en una jodida montaña rusa.
——— ¿No tienes que ir a trabajar? ——gruñó claramente queriendo
apartarme de ella.
Dios santo. Tontas hormonas que la volvían tan propensa a cambios
de humor.
——— No——me quejé nuevamente hundiendo el rostro en su cuello.
Calidez.
Hogar.
Refugio.
Esas eran las cosas que Athena representaba para mí, ella lo era
todo, ella era lo más importante que tenía y que me parta un rayo si de
alguna manera la perdía.
——— Tengo calor——lloriqueó finalmente.
De inmediato alcé el rostro y la miré fijamente, joder, sus ojos estaban
al borde de las lágrimas, sus mejillas sonrojadas fuertemente…más
rápido de lo que fui capaz me aparté de ella. Alejé el cobertor de su
cuerpo y la miré preocupado.
¿Preocupado, enserio? ¡Estaba al borde de un ataque de histeria y
preocupación extrema!
——— Deja de mirarme así——agregó exasperada.
Abrió la boca para decir algo.
——— No digas nada——prácticamente me lanzó dagas imaginarias
con la mirada.
Detuve cada movimiento y la miré con extrañeza.
No terminaba de acostumbrarme a ver esta faceta de Athena, una
parte de ella que era histérica, exagerada y muy sensible con los
cambios de humor. Sus hormonas estaban al límite y ambos lo
sabíamos, no la culpaba, la entendía, pero era increíble de ver los
pequeños cambios (grades, enormes, si hablamos de los cambios de
humor) que el embarazo provocaba.
Hermosa, lucía increíblemente hermosa cuando estaba enojada.
No se equivoques, aun luciendo hermosa es capaz de sacudir tu
cerebro aventándote el control remoto de la televisión a la cabeza. Sí,
lo digo por experiencia.
——— ¿Vaso de leche fría? ——sugerí con precaución.
Cúlpame por no querer tener nuevamente el control chocando contra
mi cabeza.
Juro por dios que amaba a Athena como a nada en este mundo, pero
eso no significaba que disfrutara de sus estallidos de ira repentinos.
Su expresión se suavizó y asintió lentamente.
Oooooooooooook.
Apresuradamente salgo directo a la cocina por su vaso de leche, un
vaso de leche que ha comenzado a tomar siempre.
Regreso como alma que lleva al diablo a la habitación y le entrego el
vaso en silencio, no quiero dar un paso en falso. La veo tomar
lentamente la leche. Sonrío al verla tan concentrada en ello.
Antes de que pueda ser capaz de comprender qué demonios pasaba,
ella estaba llorando. No, no ese lloriqueo silencioso y tranquilo. Hablo
de mocos, lágrimas y sollozos.
¿Qué debía hacer ahora?
¿Por qué lloraba?
En los dos segundos de duda que me tomó correr a ella y abrazarla
fuertemente, traté de pensar en algo que haya hecho mal y le
provocara llorar, pero no pude encontrar ninguna razón.
——— ¿Qué pasa, bebé? ——pregunto en un ruego desesperado
mientras la abrazo fuertemente contra mí intentando ignorar que
ambos estamos desnudos.
Athena balbucea algo inatendible.
——— Tranquilízate y respira——insisto.
No me gusta verla llorar.
No sé qué hacer cuando llora, además de abrazarla y decirle lo que
sea que venga a mi cabeza.
No…espera.
Me estiro rápidamente a la mesita de noche y abro el cajón, saco una
caja de pañuelos y uno de los Kinder Delice que tengo guardado para
ocasiones como esta.
Tomando un pañuelo seco las lágrimas de sus mejillas y la insto para
que se suene la nariz. Lo hace.
Finalmente cuando ya no llora ni moquea le doy el chocolate.
Sonríe tontamente y se lo come lentamente.
Trato de no sentirme celoso de los pequeños gemidos de placer que
hace ante el sabor del chocolate.
Sí, Athena tiene razón, puedo ser un poco cavernícola. Un poco. No
mucho. Bien… quizá lo soy completamente, pero así me ama ella.
Cuando acaba el chocolate y me mira con esos brillantes ojos que me
derriten el alma le pregunto: ——— ¿Mejor?
——— Mejor——confirma.
——— Ahora que estamos tranquilos, ¿Me puedes decir qué pasó?
——— No te merezco——susurra con voz temblorosa.
No otra vez, por favor.
——— No digas eso——ruego porque ella lo es todo para mí, ella es
más de lo que alguna vez esperé.
Mi cara debe ser…algo… mi cara debe mostrar algo…quizá pánico
por otro ataque de llanto, porque enseguida deja el tema y me besa
sonriendo. Ahora bien, eso está mejor.
——— ¿Vas a ir a trabajar? ——pregunta.
¿Trabajar, quién demonios quiere trabajar?
——— No——respondo burlonamente, de ninguna manera nada me
apartará de ella.
——— Eres un flojo.
——— Soy el jefe, puedo permitírmelo.
Athena niega con la cabeza mientras se baja de mi regazo y se una de
mis camisas antes de girarse nuevamente hacia mí.
Alzo una ceja y me acomodo en la cama.
——— ¿Qué? Tenemos muchos días de vacaciones——respondo
pensando en los días libre que tenemos de ahora en adelante que ella
dejará de ir a la escuela y simplemente enviará sus trabajos.
Una almohada se estrella contra mi cara.
¿Qué demonios…?
——— Son las hormonas——explica inocentemente antes de
lanzarme otra almohada.
Oh esto es la guerra.
Antes de que pueda tomarla en brazos, Athena corre al baño y cierra
la puerta con seguro. Segundos después escucho el agua de la ducha
caer. Se está bañando…y me negó la entrada. Trato de no sentirme
ofendido pero no puedo. Sus jodidas hormonas me están torturando.
CAPÍTULO 15 Athena
La primera semana que tuve libre de asistir a la escuela Vincent no se
separó en ningún momento de mí.
Turnábamos entre ir a mi casa y su hacienda a visitar a nuestra
familia.
Su hermana había puesto la hacienda patas arriba. Literalmente.
Era un desastre total.
Basura por doquier, trabajadores asustados de ella y…bueno…no
sabía cómo explicar que Eva, prácticamente había cambiado los
muebles de gran parte de la casa. Ahora, colores chillones cubrían
cada rincón. Era una locura.
Me arrepentía de haber estado allí en ese mismo momento.
Me negué a escuchar los gritos de Vincent y Eva acerca de los hábitos
de higiene y orden que les había inculcado sus padres.
Afortunadamente esta vez no terminaron a punto de ahogarse el uno
al otro en la piscina.
Eso no quita que hubieran hecho un desastre de la cocina con una
épica y extraña pelea de comida.
No quise preguntar cómo es que Vincent terminó con un ojo morado,
¿Cómo rayos consigues un ojo morado en una pelea de comida?
Desde entonces Vincent se negaba a comer manzanas, hacía una
mueca de disgusto cada vez que veía una. Y así fue como conseguí la
respuesta del origen de su ojo morado.
——— ¿Le aventaste una manzana a la cara a tu hermano? ——le
pregunté a Eva cuando la vi sola dos días después de su pelea.
——— Se lo merecía——respondió sin mirarme.
Suspiré.
¿Quién podía mantenerse al día con los cambios de humor de Eva?
Yo definitivamente no.
——— Eva, deben de madurar, no pueden seguir haciendo que sus
discusiones terminen en peleas tontas. ¡No sabes lo que me costó
ayudar a la cocinera a limpiar toda la cocina!
——— No tenías por qué haberla ayudado…después de todo no te
casaste con mi hermano para ser su sirvienta, ¿O sí? ——pregunta
con cizaña.
Trago saliva del lado equivocado y de inmediato me encuentro
tosiendo locamente intentando respirar bien. Mierda.
Eva definitivamente me había tomado desprevenida, y descubrir cómo
me veía ella fue como un golpe directo a mis entrañas. ¿Por qué tenía
que ser tan mala?
Cuando logro respirar bien, Eva me está dando una mirada
condescendiente.
——— No sé a dónde quieres llegar——respondo no queriendo entrar
en su sucio juego.
——— Oh, vamos, Athena. Te casas con mi hermano a escondidas de
mi familia, al poco tiempo sales embarazada…creo que es más que
obvio a dónde querías llegar tú——afirma.
¿Qué?
Lágrimas inundan mis ojos…maldición, si así piensa ella, es más que
obvio que lo mismo pensarán sus padres y su hermano. Dios mío, a
los ojos de su familia no sería más que una…cualquiera.
Antes de que pueda hacer nada un sollozo se escapa de mí.
Estúpidas hormonas.
Una lágrima cae tras otra en un incontrolable llanto silencioso. Eva me
mira con dureza, sin estar perturbada por el dolor que me causa con
su actitud.
——— ¿Y tú, qué me dices de ti? ——respondo sin controlarme, al
carajo con todo, era mi cuñada pero nadie me insultaba a mí ni a mis
bebés o al amor que había entre Vincent y yo——No eres más que la
loca hermana de Vincent, eres una maldita perra bipolar incapaz de
comprender lo que es el amor verdadero, por eso criticas lo que hay
entre Vincent y yo. Sí, me casé con él sin pensar más allá de que era
el hombre con quien quería pasar el resto de mis días. Y sí, puede que
quedé embarazada, pero fue inesperado y no me arrepiento…porque
Eva, este embarazo es fruto del amor que Vincent y yo nos tenemos y
dudo mucho que puedas llegara sentir un amor así alguna vez si
sigues con tu actitud de diva, porque, cariño, es patético que seas tan
mimada e infantil.
Después de mi estallido, todo ocurrió demasiado rápido.
Su mano se estrelló con mi mejilla fuertemente, haciéndome perder el
equilibrio. Un segundo estaba frente a ella y al siguiente estaba en el
suelo sobre mi trasero.
——— Nunca, nunca serás de mi familia, eso te lo aseguro, porque no
eres más que una arribista——gruñe Eva antes de dar la vuelta y
correr directo a su carro.
La veo manejar locamente, yéndose lejos.
¿Qué había pasado?
——— ¡Athena!
Escucho el grito asustado de Vincent, que enseguida se encuentra
frente a mí, agitado y en pánico, haciéndome mil preguntas seguidas
una tras de otra.
Detrás de Vincent se encuentra un hombre, de ojos verdes y cabello
negro…una versión más joven de él. William. Su hermano menor de
25 años.
William me mira preocupado viendo en dirección a donde Eva se fue.
Me da una mirada de culpabilidad que me confirma mi sospecha, él vio
todo. Nos escuchó discutir.
——— ¡Vincent, cálmate! ——ruego desesperada.
No me gusta ver a Vincent así de preocupado y mucho menos por mi
culpa.
——— ¿Qué pasó? ¿Te duele algo? ¿Estás bien? ——sigue
preguntando con esa mirada loca. Oh, solo eso me faltaba, un
cavernícola histérico.
Siento un poco de culpa por lo que estoy a punto de hacer.
Hundo mi mano en su cabello ligeramente largo y tiro con la suficiente
fuerza como para hacer que me preste atención, lo jalo contra mí y le
doy un pequeño beso que lo hace suspirar.
——— Respira, estoy bien…solo me tropecé, no es nada, ahora
tranquilízate de una buena vez. ¿Puedes hacerlo, vas a calmarte, por
mí, amor?
Asiente obediente dando lentas inhalaciones y exhalaciones.
——— Eso es, respira——lo animo.
Lo hace un par de veces más y en seguida me toma en brazos y me
lleva cargando a la sala de la casa. Escondo mi cara en su cuello y
respiro su fragancia.
Amo su olor. Me tranquiliza como nada más lo hace.
——— No sabes el susto de muerte que me diste al verte tirada en el
suelo…pensé…pensé——no puede terminar la frase y enseguida un
sollozo se escapa de él. Un ronco y crudo sollozo que me rompe el
alma.
DIOS MIO.
¿Qué hice? Casi le doy un ataque al corazón a mi preocupón e
histérico cavernícola.
Lo abrazo fuertemente y dejo que esconda su rostro en mi cabello. Lo
siento temblar bajo mis brazos y no puedo evitar que lágrimas de dolor
se derramen de mis ojos. Me mata ver a mi fuerte hombre siendo
tan…vulnerable. Y nada más y nada menos que por mi culpa.
——— Estoy bien…los bebés están bien…nos encontramos
bien…nada nos pasó——canturreo varias veces hasta que deja de
temblar y me mira a los ojos.
Sus hermosos ojos verdes están rojos y su cara tiene una expresión
de agonía. Un fuerte dolor se instala en mi pecho, y lo único que
puedo pensar es que este hombre que estoy viendo y que me mira
preocupado, es el amor de mi vida y no importa lo que diga su familia,
no me arrepiento de haber aceptado haberme casado con él.
Que se joda el mundo entero, es mi hombre y yo su mujer.
Al diablo con lo que piensen los demás, nada podrá volver hacerme
dudar de lo que tenemos.
——— Te amo tanto, Vincent, te juro que estoy bien, solo fue un
accidente sin importancia, lo prometo, estamos bien——insisto
mirándolo a los ojos y permitiendo que su mano se pose sobre mi
vientre.
Me mira fijamente y acaricia mi vientre con lentos movimientos.
Cuando se calma completamente me besa suavemente y me dice
contra mis labios: ——— No soportaría que nada malo te pasara, eres
lo más importante que tengo.
Y en ese momento sé que él también es lo más importante que tengo.
——— También te amo——respondo con una enorme sonrisa.
Sin poder evitarlo me regresa la sonrisa.
No me deja ir de su abrazo y yo no me aparto, me dejo sostener por él
porque es lo que ambos necesitamos. Más que nunca necesito tenerlo
cerca, para borrar las palabras de Eva por completo de mi mente. Y
más que nunca él me necesita, para saber que yo y mi embarazo
estamos de maravilla.
Alguien en la sala se aclara la voz y nos saca a ambos de nuestra
pequeña burbuja de privacidad.
Alzo la vista y me quedo congelada.
JODER. Con letras mayúsculas.
MIERDA.
SANTO CHRISTIAN GREY, AMO Y SEÑOR DOMINANTE DE MIS
FANTASIAS SECRETAS, (no se lo digan a Vincent, los celos y todo
eso…volverían loco a mi cavernícola).
Sentados en los otros sillones de la sala se encontraban William…y un
par de señores.
¡Los padres de Vincent!
William y sus padres, mis suegros, nos habían visto hacer nuestra
escena de amor. Nos habían escuchado. Y por las miradas que nos
dirigían…no sabía qué pensar de ellos.
Miré a Vincent, que lucía ligeramente arrepentido mientras
mordisqueaba su labio inferior.
Alguien había olvidado decirme que mis suegros nos visitarían.
Alguien se olvidó de advertirme que no llorara como una niña pequeña
frente a ellos sin saberlo.
Alguien evitaba mi mirada con las mejillas hermosamente teñidas de
rojo.
ALGUIEN DORMIRÍA EN EL SOFÁ POR LO MENOS DURANTE UNA
SEMANA A PARTIR DE HOY.
¿Sabían la respuesta? Yo sí: Vincent.
VINCENT TENDRÍA QUE DARSE MUCHAS, MUCHAS DUCHAS
FRÍAS DESPUÉS DE ESTO, PORQUE VINCENT TENÍA PROHIBIDO
TOCARME A PARTIR DE ESE MOMENTO DESPUÉS DE QUE MIS
SUEGROS NO NOS VIERAN.
CAPÍTULO 16 Tragué saliva torpemente.
Sentía la garganta inexplicablemente seca.
¿Qué demonios?
¿Por qué Vincent siempre tenía que ponerme en este tipo de
situaciones sin antes darme una jodida advertencia?
Maldición, ¿Era tan difícil decirme que vendría su familia?
Quería llorar.
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
La mirada de sus padres no era buena.
Joder.
¿Por qué no les dijo que me había pedido casarme con él?
Un frío asfixiante recorrió cada centímetro de piel mientras un
pensamiento se coló en mi mente. Rayos. Trataba de entender las
razones de Vincent para mantener lo nuestro en secreto. Lo trataba,
en serio. Pero, ¿Y si sencillamente él se avergonzaba de mí y ese era
la razón por la que trató de mantener lo nuestro en secreto?
¿Y si…?
Frené mis pensamientos de golpe.
No me gustaba la dirección que habían tomado en menos de un
segundo.
Miré a Vincent rogándole en silencio que dijera algo, que rompiera el
tenso silencio. Mierda, que se botara al suelo y rodara como perrito
para distraer a sus padres mientras yo huía histérica como el infierno
lejos de ellos.
Sí, sí, sí…sonaba como una cobarde. ¡PERO NO ME PODÍAN
CULPAR!
——— Di algo——le susurré a Vincent mientras le daba un codazo.
Hiso una mueca mientras me miraba con esa cara de “yo no fui” que
tanto había llegado a conocer últimamente.
Al carajo con él.
No por nada el infierno estaba lleno de gente con buenas intenciones.
——— Mamá…papá…William——comenzó a decir Vincent con voz
cansada——Ya conocen la historia, les presento a mi amada esposa,
Athena Rousseau. Athena, ellos son mis padres, Sonia y George
Coleman, y mi hermano, William.
Abrí la boca para decir algo, mucho gusto no era algo tan difícil de
decir. Pero, JODER, estaba congelada sin poder decir nada.
¿Qué se decía en este caso? ¿Perdón por no haberlos invitado a la
boda de su propio hijo? JODER, odiaba al estúpido de Vincent en esos
momentos.
Antes de saber qué demonios pasaba, un segundo me encontraba
sentada en el regazo de Vincent y al siguiente estaba con los pies
separados del piso mientras William me daba un fuerte abrazo rompe
espaldas. Ok, eso es una exageración. Simplemente era un abrazo de
oso.
——— Un placer conocerte, cuñada-hermana pequeña nueva——dice
con una voz entusiasta y una pronunciación pésima del español.
Sin poder evitarlo sonrío y le regreso el abrazo como puedo.
——— Un gusto conocerte también, William——respondo
recuperando el buen humor nuevamente.
Eva tenía una forma de sacar lo peor de mí. Literalmente.
Me daba dolores de cabeza al verme incapaz de seguir sus cambios
de humor, debía ser bipolar o alguna mierda, porque, ¡Vamos! Ella no
podía ser normal.
Un gruñido se escuchó claramente y William se rio fuertemente al ver
a su hermano mayor tratando de recuperarme de regreso en sus
brazos.
Dios, no otra vez, por favor.
Juro que si tengo que presenciar una nueva guerra de comida o agua
al estilo Coleman, Vincent dormiría en el patio. Demonios, tendría que
irse a un hotel.
William simplemente se rio y lo llamo de una manera muy peculiar que
una dama como yo no puede pronunciar. ¡Hay ajá, ni yo me la creí!
Sí, bromeaba.
William llamó a su hermano un cerdo acaparador bastardo egoísta.
Bueno, eso era lo poco que podría repetir, porque vamos, no quería
pensar en groserías cuando tenía a mis suegros frente a mí.
Finalmente, William me dejó ir y de inmediato Vincent me jaló contra
él, rodeándome con sus brazos y dando un pequeño beso en la mejilla
mientras miraba con molestia a su hermano. Cavernícola al acecho,
repito, cavernícola al acecho.
Su mano se posó en mi vientre y miró a sus padres con una extraña
manera.
Oh, los Coleman y su lenguaje privado, creo que nunca los llegaría a
entender. Sus discusiones terminaban en: o peleas monumentales y
peligrosas, o en miradas silenciosas que comunicaban más que mil
palabras.
¿Alguien podía traducirme, por favor?
——— Bueno, creo que todo está dicho——explicó la voz fuerte de su
padre.
Se levantó y caminó hacia nosotros, por un momento me imaginé que
me apartaría de los brazos de Vincent y me echaría de su vida, pero
bueno, eso iba más con la personalidad de mi papá y su trato con
Vincent.
——— Bienvenida a la familia——agregó George Coleman antes de
abrazarnos torpemente a Vincent y a mí en un abrazo grupal.
En algún momento su mamá, Sonia Coleman, se unió al abrazo y no
paró de hablar sobre lo egoísta e impulsivo que era Vincent.
Concordé con ella.
En algún momento mis hormonas se sintieron celosas de la atención
que estaba recibiendo porque hicieron acto de presencia, y me
encontraba llorando tontamente.
——— Oh, cariño, no llores…Vincent puede ser un idiota pero te ama,
y comprendemos sus razones para estar concentrado solo en ti——
trató de tranquilizarme mi suegra.
¿Sus razones? Ya no sabían cuáles habían sido sus razones.
Siendo honesta no podía evitar dudar un poco.
Tontas. Tontas hormonas.
——— Ok, sí, me calmo——respondí con un poco de hipo.
Mágicamente un vaso con leche apareció frente a mí.
Vincent me miraba comprensivamente y con una mirada de borrego a
medio morir, que me derritió el corazón por un segundo. Acepté el
vaso y bebí pequeños sorbos mientras me sentaba en el sillón con
Sonia a mi lado y Vincent en el otro.
Maldición.
Me estaba haciendo adicta a la leche.
——— ¿Entonces es cierto? ——cuestionó dudosamente Sonia
mientras nos miraba a Vincent y a mí.
George movía sus manos nerviosamente, no creo que sea consciente
de que lo hacía.
——— ¿Es cierto que nos van a hacer…abuelos? ——agregó él,
pronunciando la palabra “abuelos” como si la simple pronunciación los
pusiera nerviosos.
Oh mierda.
Le di una mirada a Vincent.
Él asintió con orgullo en la mirada.
Genial, un cavernícola orgulloso de haberme embarazado, solo eso
nos faltaba en esa situación.
——— Así es, estamos embarazados——confirmó con esa loca, loca
mirada de orgullo y miedo unidos.
“Estamos embarazados”, lo decía de tal manera que podría hacerme
creer que el proceso de embarazo también lo viviría él. Pero bueno, el
hombre estaba orgulloso de “estar embrazado”, ¿Qué podíamos
hacerle?
Sus padres lanzaron unos extraños gritos de alegría y hablaron
apresuradamente en inglés entre sí. Tan apresuradamente que no fui
capaz de comprender nada. Oh, creo que la hiperactividad provenía
de familia.
¿Qué demonios?
¿Por qué rayos no me estaban rechazando y condenando como Eva
lo hacía? No que quisiera ser repudiada por mis suegros, pero era
extraño esa manera tan fácil de aceptarme.
¿Qué rayos estaba mal con los Coleman?
——— ¡Voy a ser tío! ——gritó William victorioso.
Hey, alguien más que pensaba que era gracias a sí mismo que
vendrían unos bebés a este mundo.
Lo reitero, ¿Qué rayos tenían los Coleman en la cabeza?
Sin poder negarme, sonreía al verlos.
Vincent era exactamente como ellos: alegres, positivos, carismáticos,
hiperactivos, expresivos, etc.
Eran una familia, en toda la extensión de la palabra.
——— Esperen…algo más, ¿Alguna vez imaginaron que serían
abuelos por partida múltiple? ——interrumpió Vincent.
Sus padres y William lo miraron confundidos.
——— ¡¿Gemelos?! ——exclamó Sonia con alegría.
Joder.
Y yo que estaba preocupada por tanto misterio.
Bueno.
No, no son gemelos, pero no me atrevía a decírselo.
Eso le tocaba a Vincent.
Él negó con la cabeza y puso en su cara una sonrisa débil.
OH MI… ¿Y si no le hacía feliz la idea de tener trillizos?
¿Y si me estaba engañando y finalmente saldría huyendo lejos de los
bebés…lejos de mí?
Tragué saliva para aliviar el nudo en mi garganta y me negué a ver a
Vincent, no podía demostrarle las dudas que comenzaban a echar
raíces en mí.
Su familia insistió en hacer de comer mientras les contábamos los
detalles, eran una familia y lo demostraban, pero faltaba Eva y a nadie
le extrañaba que ella no estuviera presente.
——— Lo lamento por Eva, verás que cambiará de opinión——susurró
William en un momento.
Lo miré dudosa.
Ella no cambiaría de opinión, ambos lo sabíamos pero no quería
romper su ilusión.
——— Son trillizos——anuncia abruptamente Vincent, su voz
resonando por toda la cocina.
Todo el mundo detiene lo que estaba haciendo y me mira con
sorpresa.
Quería gritarles que no fui yo la que decidió que fueran trillizos, pero
no creo que decirlo cambiara la expresión de sus caras, así que hice lo
mejor que sabía hacer y saqué mi celular para tomar una foto de sus
expresiones, el álbum de fotos que estaba creando sería de lo más
especial si ellos me seguían dando fotos así.
Me miraron como si estuviera loca pero me encogí de hombros y no
pudieron detener la sonrisa enorme marca “Coleman” que me dieron.
CAPÍTULO 17 UN SIGLO.
Todo este tiempo se sentía como si hubiera sido un siglo a pesar de
que en realidad solo fueron unos cuantos días.
No podía seguir enojada con Vincent.
El pobre hombre estaba que ni el sol lo calentaba, así de grave era la
situación.
Después de que sus padres hablaran conmigo, a pesar de que habían
resultado ser un amor de suegros, me había negado a hablar con él en
absoluto cuando nos encontrábamos a solas.
Sí. No. Ajá. Mmm. Ok. Lárgate. Púdrete.
Ese había sido todo mi vocabulario en los últimos días, hasta ahora.
Sé que estaba siendo una total perra con él, pero vamos, el hombre se
había aprovechado de mi impulsividad y cuanto antes nos había
organizado la boda. El muy cabrón planeó todo para que no me
pudiera echar atrás. Sería su esposa sí o sí, eso había dicho él.
Bueno, ahora era su esposa, su esposa jodidamente emputada.
Era nuestra primera pelea de casados, y no podía negar la emoción
que me daba pensar en la reconciliación, solo ello me impulsaba a
seguir torturándolo un poco más.
Además era divertido verlo gimotear por atención.
Ok, eso lo hiso sonar como un perro, pero: ¡Mierda, él actuaba como
un perrito abandonado!
No bromeo, lloriqueaba cuando lo ignoraba y gruñía cuando lo
insultaba. A veces ponía esos ojos brillantes como si lo hubiera
pateado o algo parecido.
Era entretenido.
Ok, eso también sonó mal.
¡No me culpen!
Finalmente el cavernícola tenía el ego desinflado.
La puerta sonó por tercera vez en la noche.
Lo ignoré.
——— Lárgate——dije con la voz más indiferente que fui capaz de
pronunciar, quería reírme, pero eso solo pondría en evidencia mi
juego.
Hey, no, antes de lo pienses no es mi culpa actuar así…la culpa era
del embarazo.
El embarazo tenía la culpa de que comiera como una vagabunda que
no ha comido en una semana.
El embarazo me hizo adicta a la leche y al chocolate.
El embarazo tiene la culpa de mis cambios de humor.
El embarazo tiene la culpa de mi considerable subida de peso.
Los golpes en la puerta se hicieron cada vez más lentos hasta que se
detuvieron: ¡A LAS 12:04 DE LA MADRUGADA!
¿Vincent se habría ido a dormir a algún cuarto de huéspedes?
La curiosidad me mataba.
Tomando la camisa de Vincent con la que había estado durmiendo
desde que estaba sola solo para tener un poco de su olor conmigo y
no sentirme tan abandonada, me la puse antes de salir al pasillo.
Pisé algo y juro que mi corazón se detuvo por un momento.
Luego vi a Vincent tirado en el suelo con una almohada bajo su
cabeza y una cobija delgada sobre su cuerpo, y mi corazón pareció
romperse. Mi Vincent. ¿Qué demonios hacía en el suelo?
——— ¿Qué rayos haces, Vincent? ——cuestioné tratando de no
apartar la mirada de esos ojos tan expresivos.
Me miró con ojos de borrego.
——— Hago huelga.
¿Huelga?
——— ¿Se puede saber por qué?
——— Porque mi mujer me niega el sostenerla en las noches mientras
duerme, mi mujer me niega su cercanía y eso es inaceptable——
explicó como si estuviera dando un discurso frente a la corte para
conmover al jurado y permitir que el asesino de perritos saliera libre.
Así de buen abogado sería mi cavernícola.
——— Así que tú mujer está cometiendo una injusticia——le seguí el
juego mientras me recostaba contra el marco de la puerta.
Asintió solemnemente mirándome con tal adoración que me hacía
sentir culpable hasta la medula.
Chantajista.
Cavernícola chantajista.
——— Así es…y no me queda más que irme a huelga de hambre.
Exagerado.
Cavernícola exagerado.
——— Vamos Vincent, levántate——dije finalmente, odiaba sus
chantajes.
Negó con la cabeza y cruzó sus brazos sobre su pecho desnudo.
Espera, espera, espera… ¿Pecho desnudo?
Sin poder detenerme con mi pie empuje a un lado su pequeña cobija
y… ¡SANTA MADRE DE DIOS! ¡ESTABA COMPLETAMENTE
DESNUDO!
JODER.
EL HOMBRE JUGABA SUCIO.
Sí, el desgraciado había sacado todo su arsenal de cartas bajo la
manga.
——— Vincent, por última vez, mueve tu sexi culo y levántate——
gruñí tan demandante como nunca pensé que sonaría.
Al carajo, mi hombre estaba desnudo en el suelo…
Denme el látigo y las esposas porque no lo soltaría por tres días por lo
menos.
Vincent negó con la cabeza.
Estúpido cavernícola testarudo.
——— No me levantaré…no desistiré hasta…——no terminó su
discurso porque enseguida estaba sobre él besándolo como si fuera la
última vez que lo vería.
Gemí al probar su sabor por primera vez durante una eternidad.
——— Levántate ahora——ordené levantándome y caminando de
regreso al cuarto.
Me miraba confundido.
——— Nuestra cama…ahora, no lo repetiré——y antes de que
acabara de hablar él estaba entrando como un rayo como si quisiera
entrar antes de que yo cambiara de opinión…bueno, no lo haría.
Dos segundos después estaba acostado plácidamente en el centro de
la cama haciéndome una seña para que me uniera a él. Provocador y
chantajista, el jodido hombre se había ganado su reconciliación.
Pero yo también me la había ganado a pulso, fue una tortura no estar
con él en casi una eternidad.
*****
Había extrañado amanecer así.
Jamás creí que extrañaría el calor sofocante del cuerpo de Vincent.
Sus brazos encarcelándome fuertemente contra él.
Él negándose a apartarse de mí, todo ello lo había extrañado con
locura.
——— Te amo——susurré con voz débil y ronca.
Sospechaba que toda la hacienda entera nos había escuchado gritar
durante casi toda la noche.
Amaba las reconciliaciones, creo que solo por eso discutiría más con
mi cavernícola. Valía completamente la pena.
——— Te amo también, mi amor——respondió Vincent con su
sensual voz mañanera.
——— Recuérdame que tenemos que pelear más seguido——añadí
con una sonrisa secreta.
Él soltó una exclamación sarcástica.
——— ¿Es que quieres acabar conmigo, mujer? Quieres volarme los
sesos, es eso, ¿Verdad?
Le di un codazo con toda la fuerza que mis débiles brazos fueron
capaces de obtener.
Tonto.
Había extrañado sus tonterías.
——— Eres un idiota.
——— Y tú eres insaciable.
——— ¿Me estás diciendo ninfómana? ——grité sorprendida.
Me dio una mirada que me hacía quedar como una tonta.
Bueno…
¿Qué les digo? ERA ADICTA A MI HOMBRE.
Comencé a apartarme de él y en seguida me jaló de regreso a su
costado. Ya empezamos otra vez…
——— Déjame ir——gruñí.
——— Nunca——dijo besando mi cuello.
Sonreí.
——— Quiero traerte el desayuno a la cama, déjame consentirte——
pedí con paciencia.
——— Ok, ve——dijo y me empujó insistentemente.
¿Quién lo entiende?
Puse los ojos en blanco.
——— Sí, señor.
Él hizo una especie de ronroneo que me hizo sentir que mis rodillas
temblaban.
Él lucía sexy ronroneando… o algo así…
——— No te muevas de la cama——ordené poniéndome su camisa.
Antes de arrepentirme y regresar a la cama con él, salí en dirección a
la cocina. No podía dejar de cantar mientras caminaba. Estaba feliz.
Distraídamente abrí el refrigerador y comencé a buscar los
ingredientes para el desayuno.
——— Buenos días——dijo una voz femenina a mis espaldas.
¿Qué…?
Mientras me levantaba golpeé la orilla del refrigerador con mi cabeza.
Gemí de dolor pero seguí dando la vuelta.
Una maldita modelo anoréxica y sin forma estaba en el centro de la
cocina…en una diminuta, casi existente pijama.
Ok, era más bien una modelo hermosa, pero no se lo digan, era
horrenda a mi vista de ver. ¿Y qué mierda hacía vestida así en la casa
de Vincent?
Antes de permitirme aventarme para arrancarle sus horrendas (bonitas
y caras) extensiones de la cabeza, Eva se asomó en un pijama y me
miró con odio.
——— Oh, eres tú, Athena. Te presento a mi amiga, Melissa. Melissa,
ella es… Athena…la esposa de mi hermano.
Esposa, sonó como una grosería saliendo de sus labios.
Melissa me miró desde toda su larga estatura, con una mirada similar
a la de Eva.
CAPÍTULO 18 ——— Así es, soy Melissa…Melissa Whittemore——afirmó la güera
oxigenada con ojos azules. Su tono era altanero, y mis ganas de
golpearla aumentaron considerablemente.
——— Ok, soy Athena Rousseau——respondí negándome a saludarla
de alguna manera civilizada.
Aunque si “civilizado” podría ser que mi puño conecte con su cara, con
gusto lo haría.
Eva nos miraba, turnándose entre darnos miradas expectantes, como
si quisiera vernos golpeáramos la una a la otra repentinamente. ¿Qué
demonios pasaba?
Bueno, la mirada secreta que se dieron esas arpías me puso los pelos
de punta.
¿Quién mierda era Melissa?
No lo sabía y no lo quería saber.
Lo único de lo que estaba segura era que quería tomar un sartén en la
mano y estrellarlo contra la enorme cabeza deforme de esa perra. Al
diablo con la decencia y lo civilizado, si esa güereja seguía caminando
por la casa de mi marido en paños menores, saldría de la maldita
hacienda con su cara arañada y un par de huesos rotos.
Mierda, no estaba para estas cosas.
Unas náuseas me invadieron repentinamente.
Eva comenzó a abrir la boca, seguramente para decir algo que me
haría enojar o sentirme herida.
——— Joder, Eva, no estoy para tus tonterías——gruñí dirigiéndome
de regreso a la habitación.
Mientras me alejaba podía escucharlas susurras, cosas nada buenas,
de seguro.
¿Por qué Eva me odiaba?
No había hecho nada para que me odiara de tal manera.
Entrando a la habitación cerré de golpe la puerta y corrí al baño.
De inmediato Vincent estaba revoloteando a mí alrededor,
sosteniéndome mientras vomitaba lo poco que tenía en mi estómago.
Finalmente Vincent me llevó en brazos de regreso a la cama.
——— ¿Qué pasó? ¿Te sientes bien?
Su voz sonaba tan preocupada como su rostro expresaba.
——— ¿Quién es Melissa? ——solté abruptamente.
Su cara perdió el color por un momento y me miró asustado.
Joder.
Esto no me gustaría.
——— ¿Por qué lo preguntas? ——cuestionó con duda.
Quería poner los ojos en blanco.
——— Porque estaba en la cocina…casi desnuda——gruñí con
sarcasmo en mi voz. Mierda. Esa arpía me hacía odiarla como nunca
había odiado a nadie.
Vincent se quedó estupefacto…luego su cara se volvió roja…
——— Quédate aquí——ordenó con un tono de voz que jamás había
utilizado conmigo.
No tuve oportunidad de discutir, salió de la cama y se vistió
apresuradamente. Antes de salir de la habitación me dio una fría
mirada de advertencia que me dejó congelada donde estaba.
*****
Vincent ¿Melissa?
¿Qué mierda hacía Melissa aquí?
Eva.
La respuesta era Eva, por supuesto.
——— ¡Eva! ¡Trae tu culo anoréxico aquí! ——grité sintiendo la rabia
crecer a montones por segundo.
Maldita chiquilla malcriada.
¿Le era tan difícil ser responsable…o, mierda, normal?
Joder.
Athena tenía 18 años y a veces por su forma de ser podrías pensar
que tenía la actitud de alguien mayor. Era madura, responsable,
razonable…era perfecta.
¿Eva? Esa mocosa de 19 años era un maldito remolino de emociones,
no podía estar quieta por más de 5 minutos. Incluso desde pequeña
había sido un huracán que arrasaba con todo a su paso.
Will y yo no hicimos menos que protegerla y tratarla como la princesita
que decía ser, con sus vestidos y sus tiaras, era mortalmente
adorable. Al menos, lo había sido antes.
¿En qué momento se volvió la perra insoportable y malcriada que era
ahora?
Podía tolerarle todo.
Irse de la casa de nuestros padres tan pronto cumplió la mayoría de
edad. Perdonado.
Abandonar la universidad para tomarse un año sabático y descubrir
qué quería ser. Perdonado.
Gastar una pequeña fortuna de la familia. Perdonado.
Ausencias por un largo tiempo. Perdonado.
Ser una perra superficial. Perdonado.
Todo se lo habíamos perdonado. Siempre supimos desde que era
pequeña, que era un espíritu libre. Una gitana. Ella siempre se movía,
jamás se quedaba. Lo aceptamos porque es quien era ella.
Pero, mierda, meterse con Athena, lo más importante que había en el
mundo para mí, eso no se lo perdonaría ni se lo permitiría.
——— ¿Por qué los gritos? ——se quejó Eva apareciendo con un
vestido floreado de un color amarillo chillón.
Mis ojos se quedaban cada vez más ciegos con cada cosa que a Eva
le gustaba.
——— ¿Qué mierda estás tramando?
——— Nada——respondió con tanta inocencia que podría haber
convencido a cualquier detective de homicidios, pero no a mí.
Puse los ojos en blanco.
——— ¿Qué hace Melissa aquí?
——— Cálmate, solo me está visitando.
Visitando, sí, claro.
——— La quiero fuera de mi casa——ladré sin dejar lugar a réplicas.
Desgraciadamente, mi tono de voz funcionaba en los negocios pero no
en Eva. Ella podría gritarle locamente a un toro que trate de envestirla,
aun sabiendo que recibiría una cornada por quedarse en su camino
gritándole en vez de correr como el infierno de lejos.
——— ¡Pero es mi amiga! ——chilló dejándome sordo.
Hice una mueca.
——— Sí, y le está faltando el respeto a mi esposa en nuestra casa—
—debatí.
——— Pero la invité a pasar unos días conmigo, estoy sola——
comenzó a chillar. Mierda.
Pensé rápidamente en la mejor solución posible.
——— Juro que nos mantendremos apartadas de su camino, pero por
favor, deja que se quede——rogó poniendo esos ojos de borrego que
con frecuencia yo usaba en contra de Athena.
Tonto karma.
Asentí secamente.
——— La quiero apartada de mi Athena, o juro que ambas se
arrepentirán——la amenacé sabiendo que me volvería un loco
psicópata si se atrevían a intentar algo para separarme de ella.
——— No te preocupes——aceptó rápidamente.
Entrecerré los ojos en su dirección… ¿Sería posible que tramaran
algo?
Alejé el pensamiento rápidamente, Eva era mi pequeña hermana, ella
no haría nada que pudiera herirme. Era una loca, pero confiaba en
ella.
——— Debes comenzar a madurar——recalqué antes de huir de
regreso a la habitación, me detuve en pleno camino.
Rápidamente regresé por un vaso de leche y un par de pastelillos de
chocolate que Athena adoraba. Mejor ir armado a la guerra…
*****
Athena ¿Por qué tardaba tanto Vincent?
Ok, estaba siendo una exagerada, no pasaban ni cinco minutos desde
que se fue…pero, vamos, necesitaba respuestas antes de que tomara
el sartén por el mango y lo estrellara en la cabeza oxigenada de
esa…mujer cusca…facilota… ¡Mujer de cascos ligeros, casi
inexistentes!
Maldición, quisiera poder decirle gorda, pero…
¡Esa mujer no se alimentaba!
¡Era un esqueleto!
Bien, bien…estaba tratando de hacerme sentir mejor…porque al paso
que iba… ¡Sería una ballena dentro de un par de meses!
Bueno, bueno…estaba exagerando nuevamente…
¡Hey, no me culpen, soy una mujer embarazada!
A las mujeres embarazadas se les perdonaba todo, ¿No es así?
La puerta se abrió y un Vincent sonriente entró…cargando…un vaso
de leche y… ¡Pastelillos de chocolates!
Mi boca se hiso agua mientras los veía acercarse a mí lentamente…en
algún momento Vincent comenzó a mover los pastelillos arriba y
abajo…a un lado y al otro…
——— ¡Eres un idiota! ——le grité finalmente dejando de ver la
comida con ojos de una mujer hambrienta.
Crucé mis brazos ofendida.
¿Cómo se atrevía a bromear con mi…pequeño problema alimenticio?
Por pequeño problema alimenticio me refería a UN GRAN
PROBLEMA CON LA COMIDA. Lo juro, no podía dejar de comerla…
Solo de pensarlo quería llorar…
Me decidí por mejor gritarle a Vincent, era más divertido que llorar.
——— ¡¿Quién demonios es Melissa?! ¡¿Qué rayos hacía ella en tú
cocina casi desnuda?! ¡Te la estás imaginando desnuda, lo sé! ——y
de repente…mi plan falló: las lágrimas ganaron——Joder, la imaginas
porque tiene mejor cuerpo qu-que yo. ¿Verdad? S-soy una ballena y
p-por e-so… ¡YA NO ME QUIERES!
Las lágrimas dieron paso a los sollozos.
Los sollozos dieron paso a los mocos.
Los mocos dieron lugar al hipo.
¿Todo ello junto? Dio lugar a un Vincent histérico.
Observé a Vincent caminar en el centro de la habitación como si no
supiera qué hacer, en un momento tomó un sorbo de mi vaso de
leche. Hice una mueca, ¡Esa era mi leche! No dije nada, porque,
bueno, es el amor de mi vida…de lo contrario, ya le estaría rompiendo
un brazo.
Sin saberlo, en algún momento puse mis manos sobre mi vientre, un
tic nervioso que había comenzado a hacer últimamente.
Seguí con la mirada a mi cavernícola adorado, que ahora se comía
mis pastelillos.
Traté de no lanzarle dagas con la mirada.
Unos segundos después se giró hacia mí con la mirada más clara y
con una sonrisa vacilante. Se acercó a mí y me entregó el vaso y el
palto vacío. Nuevamente, traté de no hacer una mueca de lástima.
Cuando se dio cuenta de que se había comido todo, me miró como si
esperara que me convirtiera repentinamente en un dragón escupe
fuego.
¿De verdad así de loca esperaba que me pusiera de loca solo porque
se comió mí comida?
Me negué a sentirme ofendida, yo no era una perita en dulce. Le había
dado suficientes motivos para que pensara eso.
Dejando los platos en la mesita de noche, le hice señas para que se
acercara. Lo hiso temeroso de recibir un golpe.
Ok, también tengo la culpa de eso, después de todo ya le había
aventado el control remoto antes.
——— Siéntate aquí——le pedí señalando mi regazo.
Se sentó entre mis piernas y se recostó contra mí. Lo abracé
fuertemente deseando nunca dejarlo ir.
——— ¿Quién es Melissa? ——pregunté con calma.
Giró su rostro hacia mí, y como la aprovechada que soy…comencé a
besarlo lentamente. ¿Qué te digo? No podía mantenerme alejada de
mi hombre.
——— Es una exnovia——explicó cuando se apartó un poco de mí.
Hice una mueca.
¿Por qué tenía que tener una exnovia con cuerpo de…modelo? Ignoré
el pensamiento.
——— Ok, ¿Qué hace aquí? ——proseguí con calma.
——— Se hizo amiga de Eva, el resto es historia. Ya la conoces.
Puse los ojos en blanco, conocía a Eva demasiado. Ella lo explicaba
todo, mi cavernícola no tenía la culpa de nada.
——— Le dije a Eva que la mantuviera alejada de nosotros, aceptó—
—se apresuró a decir.
Bien, eso era suficiente explicación para mí.
Declárenme culpable de no querer saber sobre su ex cuando me
encontraba en mi momento más…vulnerable. Con un par de kilos
recientemente subidos, las hormonas revolucionadas y un
temperamento de fácil gatillo.
Sí, mejor dejar ese tema para cuando volviera a ser una mujer
racional.
——— Te comiste mis galletas y te acabaste mi leche——le dije a
Vincent con un tono tranquilo.
Su cuerpo se tensó, seguramente ahora sí esperaba el golpe.
Le di un pequeño beso en la punta de la nariz.
——— Pero te perdono por comerte mi sagrada, en serio sagrada,
comida. Porque te amo——concluí.
Para mi gran sorpresa él comenzó a reír locamente. Lo miré
interrogante, ¿Se estaba burlando de mí?
——— Bueno, si esto no es amor, no sé qué es——dijo por fin
dándome esa sonrisa patentada marca “Coleman”.
Le devolví la sonrisa, él no sabía cuánta razón había en sus palabras,
si no lo amara ya le estaría rompiendo todos los dedos de la mano por
haberse comido mi comida sin mi permiso.
CAPÍTULO 19 10 semanas.
Me encontraba en la décima semana de embarazo.
Ni siquiera podía creerlo.
Me sentía…extasiada.
Por una parte, el embarazo era de lo más tranquilo, en lo que cabe.
Las náuseas continuaban haciendo aparición de vez en cuando en el
momento menos esperado.
Pero Vincent, el pobre estaba que ni Dios lo calmaba.
Siempre estaba detrás de mí, supervisando cada paso que daba y
cuidándome a cada momento. Creo que la idea del riesgo que
implicaba un embarazo múltiple lo tenía con los nervios de punta.
Y me dolía no poder hacer nada para tranquilizarlo.
Por eso me esforzaba en llevar una vida tranquila.
No me gustaba.
¿Quién quería estar tranquilo cada día por varios meses?
Pero era necesario, era más que consciente que esto no se trataba
solo de mí, había tres pequeñas vidas dentro de mí que contaban
conmigo para fortalecerlas y cuidarlas.
——— Cálmate——le susurré a Vincent que se removía nervioso a mi
lado en la camioneta.
Me miró con esos brillantes y expresivos ojos.
Mi cavernícola.
Tonto y sentimental.
——— Ok, me calmo——accedió.
Estuvo quieto por un par de segundos.
Un minuto pasó.
Michael se detuvo frente a un semáforo en rojo.
Cerré los ojos por unos segundos.
Cinco segundos pasaron.
Vincent volvió a removerse en su asiento.
Suspiré.
——— ¿Quieres que hablemos de ello? ——pregunté viéndolo
pacientemente.
Me miró fijamente y negó con la cabeza.
La camioneta se puso en movimiento nuevamente.
Me quedé callada viendo por la ventanilla.
——— Está bien, estoy nervioso——casi gritó mi cavernícola.
Pude haberme reído de no ser por el sufrimiento que expresaba la
cara de mi amado Vincent. Era una ternura. Casi quería tomarle una
foto de recuerdo.
Rápidamente saqué mi celular y lo tomé una foto a su expresión
atormentada.
Sonreí mientras contemplaba la imagen.
Definitivamente un momento Kodak.
Él resopló.
——— Yo aquí sufriendo y muriendo por los nervios y tú…tú me tomas
una foto——se quejó tontamente fulminándome con la mirada.
Michael se encontró con mi mirada a través del espejo retrovisor,
ambos nos reímos al mismo tiempo en voz alta.
Era de conocimiento público que el embarazo afectaba
monumentalmente el estado de ánimo de Vincent. Casi podría haber
jurado que él era el embarazado de no haber sido porque algunas
veces creía sentir a los pequeños invasores moverse dentro de mí.
No estaba del todo segura, teniendo en cuenta que era demasiado
pronto para sentirlos, pero sí podría haber apostado cierta cantidad a
que estaba en lo cierto.
Abracé a Vincent por el costado y hundí mi rostro en su cuello, inhalé y
suspiré. Amaba el olor de Vincent. ¿Qué podía decirte? No me
cansaba de decirlo.
——— Tienes que admitir que eres divertido cuando te pones así——
susurré.
Podía jurar que sonreía, no podía verlo, pero lo conocía como la palma
de mi mano.
——— Si mi sufrimiento sirve para tu diversión, ¿Qué puedo hacer? —
—gruñó en broma mientras besaba la cima de mi cabeza.
Seguimos tomándonos el pelo con bromas hasta que llegamos al
consultorio de la doctora.
En el transcurso Vincent no apartó su mano de mi vientre.
Últimamente siempre mantenía su mano sobre él, como si quisiera de
alguna forma proteger a nuestros bebés. Me gustaba cuando lo hacía.
Michael nos esperó en el estacionamiento.
Vincent caminaba rápidamente, trataba de seguirle el paso pero
estaba cansada, casi siempre me cansaba muy rápido.
——— Ve más lento——le pedí finalmente.
Me miró sorprendido.
Sus mejillas se cubrieron de un ligero rubor.
Quería besarlo allí mismo. Bueno besarlo y…
Detuve el pensamiento.
Silencio.
Subimos en el ascensor en silencio, Vincent se removía ligeramente.
DIOS, QUE NERVIOSO HOMBRE.
Lo peor de todo es que me ponía igual de nerviosa.
——— Todo estará bien——dije nuevamente. No me gustaba ver a mi
cavernícola sufriendo así.
Desde que Melissa apareció en la hacienda y se involucró en parte de
nuestra vida social…él estaba sobreprotector conmigo. No lo entendía,
pero seguía sin querer hacer preguntas.
——— Esta mañana llamaron tus padres——dije finalmente.
Vincent me miró confundido.
——— No escuché que el teléfono sonara.
——— Eso es porque me llamaron a mí——expliqué con arrogancia—
—a mi celular.
Sus ojos se entrecerraron.
——— Alguien me ha robado mi puesto de persona favorita en la
familia——responde lentamente como si la idea no cuadrara en su
mente.
Le di una sonrisa engreída.
Mi cavernícola me miró con una chispa de orgullo y un poco de celos.
Al final de todo, sus padres se encontraban muy atentos conmigo y a
veces lo ignoraban a él. Sospechaba que lo hacían al propósito en
modo de juego. Pero no podía comprobarlo.
¿Quién podría entender la mentalidad de la familia Coleman?
En cierta forma todos eran igual, carismáticos, hiperactivos,
agradables, envolventes… demonios, pensaba que incluso les
gustaba competir entre sí solo por divertirse.
Eso sí, nunca peleaban, no como podía imaginarlo con otras familias.
¿Will, el hermano de Vincent? Había decidido quedarse también para
pasar tiempo con su familia.
Normalmente él viaja a donde sea que se le ocurriera en el momento,
él era un nómada de corazón. Su familia lo aceptaba tal cual.
Los señores Coleman confiaban en la educación que les habían dado
a sus hijos, y por consiguiente, respetaban las decisiones que
tomaban.
Según me había platicado Sonia, estaban preocupados por Eva,
porque su actitud iba de mal a peor y se negaba a escucharlos. Se
encontraba atravesando una etapa de rebeldía, o eso quería creer
ella.
¿Yo? Yo pensaba que estaba loca, pero claro, no le podía decir eso a
mi suegra.
Ya sabes, por respeto.
Vincent y yo nos sentamos en la sala de espera del consultorio de la
doctora que se encontraba en un prestigioso edificio de la ciudad.
Conocemos a Vincent, él no podría aceptar que recibiera una atención
médica menos que excelente.
Jugueteé con el bordecillo del vestido que estaba usando.
Últimamente no prefería usar algo más.
No es solo porque la redondez de mi vientre comenzara a hacerse
notar (porque la verdad es que lucía adorable). Se trataba de
comodidad. Los pechos sensibles y el bochorno, por eso prefería usar
vestidos.
Además…le daba fácil acceso de mi cuerpo a Vincent.
——— Pueden pasar, señor y señora Coleman——dijo la secretaria
de la doctora.
Debía de tener un problema con las consultas, porque, ¡Carajo!
Nuevamente me perdí todo lo que dijo la doctora. Solo vi su boca
abrirse y cerrarse consecutivamente.
Ni siquiera presté atención cuando tomó mi peso, medidas y mi
presión arterial. No escuché nada de lo que dijo ni respondí nada de lo
que preguntó. Afortunadamente eso siempre lo hacía Vincent en mi
lugar.
En un abrir y cerrar de ojos me encontraba nuevamente esperando a
ver a las pequeñas criaturas que crecían dentro de mí.
Esta vez estábamos haciendo una ecografía 4D.
Había estado entusiasmada con la idea.
Tomé la mano de Vincent con fuerza. Me regresó el apretón de manos
con una sonrisa temblorosa en la cara.
El latido de mi corazón retumbaba pesadamente en mis oídos.
Inhalé. Exhalé. Inhalé. Exhalé. Inhalé. Exhalé.
Lo hice hasta que me calmé un poco más.
Un sonido llamó mi atención…era…era como pequeños tambores…
Miré el rostro de Vincent.
Creo que en ese momento supe que había tomado la elección correcta
respecto a todo lo relacionado con él. Sus ojos lagrimeaban con una
emoción sobrecogedora al escuchar el…latido de nuestros bebés.
Quería tanto besarlo y abrazarlo por haberme hecho la persona más
afortunada del mundo al permitirme vivir esta experiencia de la vida: el
embarazo.
La voz de la doctora me sacó de mis pensamientos.
——— Bueno…en esta ecografía podemos ver——comenzó a decir
concentrada en la imagen de la pantalla——un solo feto en su bolsa y
a dos hermanos gemelos debajo, que comparten placenta, pero que
están alojados en bolsas diferentes.
Dirigí la vista a la imagen de la pantalla.
Mi corazón se detuvo, ¿Y esos otros sonidos que escuchaba a lo
lejos? Eran mis sollozos. Estaba lloriqueando irremediablemente por la
emoción.
La imagen estaba en color sepia, pero se notaba claramente los tres
pequeños bebés que comenzaban a formarse en mi interior. Nunca
había visto nada más hermoso.
Y sonaría feo…pero, ¡Parecían unos perritos!
Es la única manera en que pude expresar la manera en que lucían.
Era lo más increíble y espectacular que llegaría a ver alguna vez en mi
vida.
Vincent daba pequeños besos en mi mejilla mientras miraba la imagen
tan embebecido como yo lo estaba.
——— Eso sí, se ve perfectamente una membrana de separación
entre el bebé "solitario" y sus hermanos. Los tres, con tan sólo 10
semanas de gestación, se mueven a sus anchas porque aún hay
mucho espacio dentro del útero.
No podía hablar pero hice todo un esfuerzo mientras tomaba la cara
de Vincent en mis manos y dirigía su mirada a la mía. El brillo de sus
ojos me dejó aún más enamorada de lo que ya estaba.
——— De-después de todo…s-sí…vamos a tener…u-
unos…gemelos——bromeé en un susurro inestable.
En seguida sus labios se estrellaron contra los míos y pude escuchar a
la doctora suspirar tontamente.
Me sentí tan…malditamente feliz…como no lo había sido nunca.
¿Esto? Superaba por completo la dicha de nuestra perfecta y extraña
boda.
——— Demonios que sí——respondió Vincent cuando se separó de
mí.
Sus ojos…
OH MI DIOS.
Mi cavernícola posesivo estaba en su máxima expresión…
Y era terriblemente caliente…
Al menos, eso pensaban mis locas hormonas de embarazada.
CAPÍTULO 20 Finalmente había llegado el día.
La graduación había tardado una eternidad en llegar, o quizá era yo la
que no podía esperar a que la escuela acabara oficialmente para ser
libre de pasar todo mi tiempo…con Vincent.
Ok, eso sonó mal, porque Vincent estaba todo el tiempo pegado a mí.
Lo que quería decir es que quería estar libre de toda esa tarea y
trabajos de mierda, listo lo dije.
——— ¿No estas feliz de que finalmente acabamos la escuela? ——
preguntó mi sexy cavernícola mientras anudaba su corbata.
Lucía tremendamente sexi con su traje de vestir de miles de dólares.
No te mentiría, estaba orgullosa hasta la médula de presumir a mi
hombre frente a toda la escuela. Especialmente frente a la directora.
——— ¿Acabamos? ——cuestioné burlona mientras me ponía el
uniforme de la escuela.
Lo admito: había subido de peso.
La falda de la escuela me quedaba apretada de la cintura, por lo que
secretamente dejé el botón sin desabrochar.
Vincent llegó detrás de mí y me rodeó con sus brazos.
Me recargué contra su pecho, segura de que no me dejaría caer.
——— Sí, no sabes qué tortura fue pero finalmente nos graduamos—
—suspiró cansado.
Reí porque es lo único que podía hacer.
Vincent hablaba de todo en plural.
Que si ESTABAMOS embarazados.
Que si TENIAMOS antojos.
Que si nos GRADUAMOS.
Que si TENIAMOS cansancio.
Todo era en plural y me encantaba, porque de cierta forma él no
incluía a ambos en cada aspecto de la vida de cada uno.
——— ¿Y cuál es nuestro regalo de graduación? ——pregunté
mientras lo miraba con deseo.
Rayos, amaba estas hormonas.
Creo el pobre hombre le encantaba tenerme tan…cachonda.
Ok, eso no sonó bien.
Pero era la cruel y dulce realidad.
——— Estaba pensando en algo que te gustará——susurró dejando
pequeños besos a lo largo de mi cuello.
Oh mi…
Juro que sentí mis piernas debilitarse. Así de afectada me dejaba
Vincent con sus arrumacos.
——— ¿Chocolate? ——pregunté esperanzada.
Me miró con ojos risueños.
Esos ojos.
Esperaba que nuestros hijos tuvieran sus ojos.
Y sus labios.
Y su cabello.
Ok, quería que fueran una pequeña copia de mi cavernícola.
——— ¿Cómo lo supiste? ——preguntó exasperado.
Bueno, lo admito.
Intercepté aquel paquete súper confidencial que Michael había dejado
en la sala para Vincent. Yo era como un detector de chocolate.
De inmediato la culpa echó raíces en mí.
Vincent me dio esa mirada acusatoria.
Lo sabía.
Joder, no podía esperar menos, me había comido los chocolates sin
que él supiera.
La caja había sido secretamente desechada.
Nada de evidencia y no me podían culpar.
Desgraciadamente el plan no había funcionado.
——— ¿Te gustaron los chocolates?
Mis mejillas se ruborizaron.
¿Qué si me gustaron? JODER, HABIA SIDO COMO COMER UN
PEDASO DE CIELO.
Chocolate suizo especialmente enviado.
Sí, sabía que había costado una pequeña fortuna todos esos
chocolates, pero vamos, el chocolate suizo es lo mejor que había
probado en mi vida. No me pude resistir.
——— En realidad, sabían deliciosos. Exquisitos. Sabrosos——admití.
No, no puedes culparme.
Y quizá ya sabes lo que viene pero no lo debes olvidar: CULPA DEL
EMBARAZO NO MÍA.
Y sí, soy consciente de que es un pretexto, pero estaba bien conmigo.
——— Para tu suerte tengo otro regalo para ti——dijo mi cavernícola.
¿Más chocolate? Amaba a este hombre, me conocía a la perfección.
La puerta se abrió de golpe y sin avisar, Will entró siendo la misma
clase de huracán que era Eva. Pero en Will lucía sexi y solo por eso se
le perdonaba.
——— ¡Hermanita, es la hora! ——gritó William avanzando a
zancadas hasta mí.
Empujó a Vincent de su camino y me rodeó con sus brazos, comenzó
a darme vueltas hasta que estaba gritándole que me regresara al
suelo. Vincent mascullaba lo molesto que era su hermano menor pero
se podía escuchar el cariño con el que lo decía.
Me había acostumbrado a las espontaneas muestras de afecto de Will,
él era así, y me encantaba, era como tener otro hermano. Además de
que él adoraba jugar futbol americano con Peter y Louis.
——— Lo sé, finalmente soy libre de la molesta preparatoria——
exclamé sintiendo el piso moverse bajo mis pies cuando finalmente
Will me soltó.
——— Así que, tengo un regalo, pero antes… ¿Cómo están mis
sobrinos?
Lo pensé por un segundo.
——— Exigiéndome comida——respondí porque era la verdad: ¡ME
MORÍA DE HAMBRE!
Para mi suerte ya no sentía culpa alguna en comer a montones.
——— En ese caso, toma, felicidades, hermana——dijo Will con esa
enorme sonrisa marca Coleman.
Mi corazón se derritió.
Amaba a todos los Coleman.
Menos a Eva. No, es broma, incluso con lo perra psicópata que sabía
que era, la quería. A mi propia manera. No es que se lo fuera a
demostrar.
Will me entregó otra caja de chocolate suizo.
SANTO WILL. Se acababa de ganar un boleto directo al cielo.
——— ¡Oh, Will, te amo, eres el mejor! ——grité abrazándolo.
——— Lo sé, lo sé…soy el mejor——confirmó dándole una mirada
engreída a Vincent mientras me abrazaba.
De inmediato mi cavernícola me tomaba en brazos y me apartaba de
su hermano menor. Mientras nos llevaba a la sala yo abría la caja
completamente concentrada en mi único objetivo: el chocolate.
——— ¡Felicidades, cariño! ——gritó Sonia mientras hacía que
Vincent me bajara al suelo para poder abrazarme.
Lo mismo hiso George, quien tenía los ojos brillantes de la emoción.
Eran como unos segundos padres para mí y eso que solo los había
conocido por no más de un par de meses.
Se habían mudado temporalmente a la hacienda, junto con Will y Eva,
con el único objetivo de pasar más tiempo conmigo y conocerme a mí
y a mi familia. Era un alivio que todos se llevaran como si siempre
hubiéramos sido una familia.
——— Mía——gruñó Vincent infantilmente mientras me tomaba en
brazos y me apartaba de su familia.
La única que faltaba era Eva, pero no me había hecho esperanzas de
que apareciera. Seria pedir un milagro.
Sus padres se rieron y Will le sacó la lengua.
Amaba a los Coleman, su entusiasmo y actitud los hacía únicos.
*****
——— Athena Rousseau——mientras escuchaba mi nombre ser
anunciado, avancé por el centro del escenario.
Mientras recibía mis papeles y aceptaba la mano de toda la mesa de
profesores, podía escuchar los aplausos y los gritos de mi familia.
Giré el rostro con una gran sonrisa mientras miraba a la audiencia.
Louis y Peter gritaban ánimos a todo pulmón, al lado de ellos, Vincent
y Will me gritaban obscenidades infantilmente, con esa enorme
sonrisa infernal que los hacía lucir ardientes, especialmente a mi
hombre.
Mis padres y los padres de Vincent, aplaudían animadamente mientras
mi abuela grababa con la cámara de video.
Les mandé un beso y un saludo.
Mientras bajaba del escenario, en lugar de ir con el resto de mi salón
corrí hacia Vincent, quien me recibió con los brazos abiertos mientras
me besaba.
Un silencio tenso llenó el auditorio, peor enseguida los abrazos y gritos
comenzaron a sonar. Podía escuchar a mi familia reírse y
abuchearnos para que nos separáramos.
——— A partir de ahora, somos libres, solo tú, yo y nuestros hijos——
dijo Vincent contra mis labios.
Lágrimas salieron de mis ojos.
——— Libres finalmente——confirmé antes de darle un último beso.
Me dejó ir, no sin antes darme una palmada en el trasero para que
regresara a mi lugar con el resto de mis compañeros.
Mientras lo hacía, supe que de no haber sido lo suficientemente
valiente para arriesgar todo por el amor de Vincent, habría cometido el
mayor error de mi vida. Y sí, había muchas cosas que estuvieron en
nuestra contra, pero lo superamos y ahora nuestra relación era más
fuerte que la de mucha gente que tiene años de noviazgo y
matrimonio.
Todo se trataba de encontrar a la persona adecuada, yo había
encontrado a la mía, sí, era un cavernícola posesivo, pero era MI
cavernícola posesivo, y me hacía malditamente feliz.
¿Hoy? Hoy era el comienzo de una nueva vida para Vincent y para mí,
porque nos estábamos mudando nuevamente a New York,
temporalmente, claro.
Mi cavernícola seguía sin encontrar nuestra propia versión de isla
privada en tierra.
——— TE AMO——gesticulé con los labios una última vez a Vincent
antes de sentarme en mi asiento.
——— Te amo, también——dijo de regreso con su mirada cargada de
orgullo.
Mío.
Ese hombre era mío.
CAPÍTULO 21 Decir adiós era lo más difícil.
——— Prometo que los llamaré todos los días——lloriqueé a
mediados de julio.
Eran las vacaciones de verano.
Vincent y yo nos estábamos mudando de regreso a New York, su
familia viajaba de regreso con nosotros. Al parecer, Vincent quería
delegar a su papá el puesto de presidente de su compañía por un
tiempo. “Solo hasta que nazcan los bebés” o al menos eso es lo que él
decía.
Will era terco y había convencido a su hermano de que quería
finalmente entrar en el negocio familiar.
Mi cavernícola había accedido con la condición de que apartara sus
jodidas manos de mí. Claro, que todos sabíamos que no lo haría.
Will tenía esa clase de estúpida intrepidez que lo llevaba a molestar a
su hermano mayor aun cuando sabía que eso podría dar como
resultado una monumental pelea, peor que las de Eva y Vincent.
Hablando de Eva, se despedía animadamente de mi familia, creo que
honestamente les agradaba. Aunque no sabría asegurarlo. Solo el
tiempo lo diría.
Sin embargo, Melissa era harina de otro costal.
Había pasado todo su tiempo con Eva, se había apropiado de una
habitación de la hacienda, aunque ni Vincent y yo cruzábamos camino
con ella nunca, así que no me quejaba, por ahora.
Eso sí, seguía odiando su grasienta (perfecta) y arrugada (firme) cara.
Los padres de Vincent trataban de ser lo más objetivos con la
situación, pero podía ver la incomodidad que les causaban que
estuviéramos Melissa y yo juntas bajo el mismo techo.
——— No te preocupes por nosotros——dijo mi madre con ojos
llorosos.
Oh diablos.
Me aventé a sus brazos mientras le regresaba el abrazo con fuerza.
Susurraba en mi oído muchas cosas.
Quería responderle pero no podía hacerlo.
Tenía la garganta inflamada.
——— Iremos a verlos en navidad——me recordó mi papá con voz
ronca.
Cuando mi mamá me dejó ir eché mis brazos alrededor de mi papá,
me abrazó fuertemente mientras maldecía a Vincent que se alejaba
lentamente de él. Más vale prevenir que lamentar, y no quería a mi
cavernícola lleno de moretones.
——— Oh, al carajo, voy a extrañar a mi niña——dijo mi padre con
voz ronca y los ojos llorosos.
Si tuviera que elegir, diría que ese había sido el momento más difícil
que había enfrentado hasta ese momento.
Después de las despedidas, abordamos el avión.
No está demás decir que al momento de despegar me quedé
completamente dormida, con el cansancio que comenzaba a cobrarme
factura, me salvé de escuchar a Melissa parlotear con mis suegros.
*****
——— Noooo——me quejé cuando Vincent me despertó suavemente.
Mi cabeza dolía y estaba segura que estaba sufriendo una migraña.
——— Vamos, amor, ya aterrizamos——repitió Vincent con paciencia
cuando me abracé a la sábana de la cama nuevamente.
——— Cárgame——accedí finalmente.
Escuché a mi cavernícola mascullar que de por sí, no hubiera dejado
que caminara por mi propia cuenta.
Pero como la buena esposa que soy, lo ignoré. Lo ignoré porque de lo
contrario me habría desquitado con él por mi migraña.
Vincent me tomó en brazos y yo hundí mi rostro en su hombro, el olor
de su perfume me hiso volver a quedarme dormida.
*****
——— ¿Vincent? ——susurré finalmente cuando abrí los ojos.
Era de… ¿Noche?
Miré el reloj de la mesita de noche.
06:13 am. Del día siguiente
Oh, genial, había estado dormida por mucho tiempo.
Mi estómago gruñó, recordándome que no había comido nada en
mucho, mucho tiempo. Era un record.
Desde que estaba embarazada nunca había estado más de 4 horas
sin comer algo.
Oh, estoy segura que Vincent trató de despertarme varias veces, pero
todas ellas le contesté muy coloridamente. Solo había querido dormir.
¿Ahora? Ahora solo quería pedirle disculpas a mi pobre cavernícola.
Creo que en uno de estos días él me denunciaría a la policía por
maltrato intrafamiliar. Ya podía verme en los noticieros: “Mujer
embarazada de trillizos agrede a su esposo multimillonario hasta
dejarlo traumado.”
Sí…estar sin comer me estaba haciendo daño.
De cualquier manera, estaba en el cuarto mes de embarazo. No me
culpen, se supone que ahora comienzo a tener más hambre. Pero no
sabía cómo era eso posible.
Me levanté torpemente de la cama, me sentía atontada después de
tanto dormir.
Me estiré perezosamente y me puse una camisa de Vincent.
Hice una mueca al ver mi vientre, ahora cualquiera adivinaría desde
un kilómetro de distancia que estaba embarazada. La redondez de mi
abdomen estaba muy marcada, pero lucía jodidamente adorable, y lo
amaba con locura.
Vincent adoraba acariciar constantemente mi vientre, siempre lo hacía
a todo momento sin importar en dónde estuviéramos. Además, al
dormir dejaba su mano sobre él, como si cuidara de nuestros hijos con
esa sencilla acción.
¿Dónde rayos estaba?
Salí descalza de la habitación, adorando el frío del piso contra mis
pies.
Sin poder detenerme puse mis manos sobre mi vientre, no podía dejar
de hacerlo.
——— ¿Vincent? ——pregunté nuevamente.
Estábamos en su ático en un prestigioso edificio de la ciudad. ¿Qué
tenían los millonarios con los áticos? ¿Acaso es una clase de fetiche?
——— Aquí——respondió desde su despacho.
Entré para verlo sentado cansadamente frente a su computadora.
——— Ven aquí, nena——dice señalándome su regazo. Pongo los
ojos en blanco pero camino hacia él y me siento en sus piernas.
Me rodea con su brazo y deja su mano en mi vientre.
Su otra mano la deja en el mouse.
——— Finalmente despertaste, bella durmiente——comenta dándome
esa enorme y pícara sonrisa.
Gruño pero le devuelvo la sonrisa. Es inevitable no hacerlo
——— ¿Y tú familia? ——pregunto curiosa.
——— En su departamento.
Oh.
——— ¿Y Melissa?
Me da una mirada confusa.
——— Ni idea, supongo que finalmente se largó.
Ok.
——— Tengo hambre——comento recargándome en él.
Me besa en la frente.
Mi cavernícola amado.
——— ¿Cuándo no tienes hambre?
Buen punto.
Finalmente me levanto y lo dejo mientras voy a preparar un sándwich
para cada uno. Preparo también un plato de fruta, hey, finalmente
tengo que comer sano.
Regreso y comemos en silencio.
——— ¿Estás bien? ——le pregunto dudando.
Me da esa mirada de borrego que me dice que algo quiere… cuando
finalmente me besa…sé lo que se trae en manos.
——— Te quiero——dice en un susurro.
¿Y yo soy la insaciable? ¡Hay ajá!
*****
——— No quiero ir——se queja poniendo la chaqueta de su traje
Armani.
Luce delicioso.
Y comestible.
——— No seas infantil——digo mientras cepillo mi cabello.
Él resopla tontamente.
——— Luces hermosa——comenta con voz ronca.
——— No me vas a convencer——le digo dándole una seria mirada.
Pasa todo el camino hasta la oficina quejándose. Michael y yo lo
ignoramos y hablamos de la comida que definitivamente debería
probar para calmar los antojos que me atormentaban día y noche.
——— Se supone que siendo el jefe puedo hacer lo que se me dé la
gana——nos interrumpe Vincent.
Michael y yo ponemos los ojos en blanco y lo ignoramos.
Paso el resto del día acostada en su cómodo sillón de su oficina
mientras él asiste a algunas juntas importantes.
Trato de no quejarme, pero eso es imposible.
Los pies hinchados, la indigestión y la sensibilidad de los pechos, me
tienen flipando como una cabra loca.
Afortunadamente quedaban pocos meses y todo valdría la pena por
sentir a mis bebés en mis brazos.
——— Prepárate, la próxima semana hay un evento obligatorio——se
queja mi cavernícola cuando finalmente regresa a la oficina.
Me ve tumbada plácidamente en el sofá mientras veo la tele y sonríe.
Me da un beso y deposita un beso más en mi vientre.
——— Hola, pequeños, ¿Extrañaron a papá? Porque papá los extrañó
terriblemente——dice con una voz tan dulce que me derrite por
completo.
Estoy segura que sentí a un bebé moverse pero…no estaba segura…
CAPÍTULO 22 A mediados de semana me encuentro en la oficina de Vincent
nuevamente, después del primer día de no hacer nada me aburrí y
comencé a archivar todos sus documentos.
Will se escabullía y realizaba su trabajo conmigo.
Platicábamos hasta que Vincent entraba nuevamente y fulminaba a su
hermano. Que si estaba demasiado cerca. Que si me daba muchos
chocolates. Que si esto o aquello.
Sospechaba que a Vincent le gustaba molestar a su hermano menor,
punto.
——— ¡Bueno días, Athena! ——gritó felizmente Eva entrando a la
habitación como un desastroso y no deseado tsunami.
Me atraganté con el chocolate caliente que estaba tomando.
Lamenté que Will estuviera con su hermano en algún lugar del edificio.
——— Buenos días, Eva——dije con voz neutral.
Me miró con impaciencia.
“¿Dios, por qué me haces esto?” Pregunté mentalmente.
——— ¿Y Vincent? ——me preguntó Eva dándole una mirada a la
ostentosa oficina de su hermano que ahora estaba cubierto de
pequeños toques míos.
Libros, cuadros nuevos, una esponjosa y hermosa alfombra blanca
debajo de los muebles y la mesita de café.
Vincent había traído un nuevo frigo bar que estaba repleto de postres
que me encantaban. Pasteles de toda clase. Helado de varios
sabores. Gelatina. Malteadas.
Había de todo, y créeme cuando te digo que Vincent había sido bien
agradecido por ese hermoso y delicioso detalle.
——— Está en una junta importante, así ha estado desde hace días—
—explico acomodando el último de sus archivos.
Mierda. ¿Ahora con qué me distraería? Supongo que tendría que
preguntarle a mi cavernícola, o quizá podría ayudar a su secretaria
con su trabajo.
Golpeteé rítmicamente mis uñas en el escritorio de Vincent.
——— Así que…——comenzó a decir Eva con incomodidad——me
preguntaba, ya que no está mi hermano, si te gustaría acompañarme a
comer. Antes podríamos ir de compras. Si quieres.
Entrecerré los ojos hacia ella.
Cuando Eva ponía esa mirada inocente y ese tono de voz humilde, no
sabía qué esperar. Rayos, era mi cuñada, no tendría por qué estar
dudando de ella con cada pequeña acción que hiciera. Definitivamente
tenía que comenzar a ganármela.
De cualquier forma, estaba aburrida.
——— ¿Ahora? ——pregunté dudosa.
Ella sonrió con esa sonrisa patentada “Coleman”. Cuando lo hacía se
me hacía muy difícil recordar que podría no tener buenas intenciones.
Allí estaba yo, nuevamente dudando de ella.
——— Podemos ir ahora a comprar y después ir a comer.
——— Está bien, pero primero tengo que hablar con tu hermano.
Ella aceptó gustosa.
Solté lentamente el aire que había estado conteniendo.
Colgando mí bolso de mi hombro salí de la oficina y caminé hacia la
secretaria de Vincent, Chelsea, quien tecleaba furiosamente su
computadora.
——— Hola, Chelsea, ¿Sabes dónde está Vincent? ——le pregunté
nerviosamente mientras Eva prácticamente respiraba en mi cuello.
Quería alejarla, tenerla a por lo menos un metro de mí, pero decirlo
sería descortés. Me contuve.
Chelsea me dio una sonrisa compasiva.
——— En recursos humanos——respondió.
Asentí.
——— Está bien, gracias——respondí sacando una de mis muchas
bolsitas llenas de chocolate que siempre cargaba en mi bolso, se la
entregué con una sonrisa.
——— Gracias, Athena, como siempre…eres un amor——dijo antes
de regresar la atención a su computadora, no sin antes abrir la bolsita
y comenzar a comer los chocolates.
——— ¿Vamos? ——me apresuró Eva ya caminando hacia el
ascensor.
Agradecí finalmente tener mi propio espacio personal.
Caminé tras ella mientras bajamos al piso de recursos humanos.
Encontramos a Vincent en la sala de juntas. No quería molestarlo pero
verdaderamente no quería ir con Eva sin antes decirle.
Si subiera a buscarme y no me encontrara le daría un ataque al
corazón.
Abriendo la puerta silenciosamente, me asomé para verlo sentado
fríamente junto a varios hombres vestidos de trajes de vestir. Todos y
cada uno de ellos miraba a Vincent fijamente, esperando aprobación o
estando atentos a sus palabras.
Ver a Vincent en su papel de empresario siempre me sorprendía,
tomaba los negocios con tanta tranquilidad que era inquietante de ver
la intensidad de su concentración.
No te mentiré, igualmente era ardiente como el demonio.
Podía pensar por un momento que tenía mi propio Christian Grey, no
es que fuera a permitirle a mi cavernícola esposarme o darme azotes,
eso solo lo dejaría en un éxtasis enloquecedor. ¿Y su ego? Su ego
dejaría de tener los pies en la tierra y prácticamente volaría por los
cielos.
Así que, mi fantasía de un hombre sadomasoquista tendría que
esperar.
Su mirada se encontró como si estuviera irremediablemente atraída
por mí. Una enorme sonrisa instantánea apareció en su rostro y pude
notar que el resto de los hombres se relajaban con la acción. Oh, mi
hombre los ponía nerviosos.
——— Amor——dijo Vincent antes de pararse rápidamente y caminar
(correr) hacia mí.
Miré a los hombres sentados y les di una pequeña sonrisa.
——— Disculpen la interrupción pero necesito hablar con mi marido un
momento… ¿Si no les molesta? ——dije con voz nerviosa sintiendo
mis mejillas sonrojarse.
Un hombre canoso con una mirada calculadora me ofreció una
enorme sonrisa mientras veía mi abultado vientre.
——— Ningún problema, señora Coleman, ¿Todo bien con su
embarazo? ——su voz era ronca y daba escalofríos.
——— Todo bien——dije acariciando mi vientre antes de salir de la
sala con Vincent pegado a mí.
——— ¿Estás bien? ——pregunta rápidamente.
Asiento.
Sus labios se estrellan contra los míos y sus brazos me abrazan
fuertemente contra él. Eso no estaba en mis planes pero amaba el
sabor de los labios de mi cavernícola.
Eva se aclaró la voz molestamente.
Vincent gimió lastimeramente antes de dirigirle a su hermana una
mirada fulminante.
——— Qué…——ladró sin soltarme.
——— Eva acaba de invitarme a ir de compras y a comer——
respondo antes de que ese par comience a insultarse y a aventarse
cosas justo afuera de la sala de juntas de Vincent.
Él me da una mirada incrédula.
Trato de decirle con la mirada que no sea malo.
——— Solo venía a avisarte——le recuerdo con una clara
advertencia.
Lo piensa por unos minutos.
——— Te dejaré salir y no te cargaré tercamente si cumples una sola
condición——dice dándome una mirada que conozco muy bien.
——— Ok, acepto——cedo rápidamente porque tiene una junta a la
que regresar.
Mi cavernícola sobreprotector luce completamente engreído y
orgulloso de sí mismo. Quiero golpearlo, pero no puedo sacer de mi
mente el hecho de que lo maltrato mucho con mis cambios de humor.
——— Bien, entonces llevarás tu tarjeta de crédito contigo y
comprarás lo que quieras, ¿Entendido?
——— Está bien——respondí poniendo los ojos en blanco.
——— Y no te acepto en mi cama si no gastas por lo menos una
cantidad menor a cinco cifras.
Ahora, eso era exagerar.
¿Cómo podría gastar tanto?
——— Y recuerda que necesitas un vestido para el evento——insiste.
Ok.
Esto será un día muy largo.
——— Ok——gruño porque es lo único que puedo hacer.
——— Y ve con cuidado, amor——dice con un tono de voz dulce.
Oh, solo por eso le perdono el querer convertirme en su pequeña mini
copia compradora compulsiva.
Lo beso y me alejo.
——— ¡Lleva a Michael contigo! ——grita finalmente.
En el estacionamiento encontramos a Michael ya encendiendo la
camioneta y dándome una enorme sonrisa.
Me ayuda muy caballerosamente a subir a mi asiento e ignora
fervientemente a Eva. Ella trata de llamar su atención locamente pero
él no cede.
¿Qué demonios?
Me alejo de ese tema porque verdaderamente no quiero saber nada
de nada en lo concerniente a ese interés repentino de Eva en Michael.
La escuché parlotear en todo el trayecto hasta llegar a la primera
tienda que ella escogió. Sus precios eran exorbitantes pero traté de
hacer oídos sordos a ellos. Después de todo, Vincent no me aceptaría
a su lado en la cama si no gastaba dinero, y no podía permitir eso,
¿Verdad?
Sí, pretextos…pretextos.
——— Necesitas un vestido azul, quedará contigo——dice
distraídamente mientras en la tienda me amontona varios vestido para
probarme.
Trato de no lloriquear.
Una hora después mis pies me están matando.
Michael está a punto de explotar mientras Eva lo hace cargar el
montón de cosas que ha comprado.
——— ¿Piensas comprar algo o no? ——se queja ella.
——— Sí, pero no he visto nada que me guste——me defiendo.
Ella resopla queriendo recalcar que es porque probablemente no
tengo tan buen gusto como ella.
Eso solo me haría querer regresarle la cachetada que me debe.
Tres tiendas después estoy a diez pasos de pedirle a Michael que me
cargue junto con las bolsas de Eva. Así de cansada me sentía.
Creo que Eva estaba tratando de matarme…o torturarme.
——— Aquí, entremos——dijo en otra tienda.
La seguí y enseguida me senté en la primera silla que encontré.
De inmediato noté un hermoso vestido corte imperio de color amarillo
pálido. Sin esperar a la aprobación de Eva lo tomé y entré en un
probador.
——— ¿Qué te estás probando? ——gruñó fuera del probador.
——— Un vestido——le respondí como si fuera estúpida.
Cuando salí del probador, me miré atentamente en los espejos.
El vestido era sencillo pero elegante y remarcaba ligeramente mi
pancita. Lo adoraba y estaba segura que Vincent lo adoraría.
——— ¿Qué opinas, Michael? ——le pregunté.
Me miró desde el otro extremo de la tienda.
Me dio un pulgar arriba.
——— No está mal——comenta Eva finalmente.
Pago por el vestido sin echarle una mirada al precio, mejor así o me
daría un ataque.
*****
C-O-M-I-D-A.
El cielo.
Finalmente comería y me sentía en el cielo.
Eva ordenó a Michael sentarse en otra mesa, y aunque le pedí que no
lo hiciera, él me dijo que preferí hacerlo que tener que seguir
soportando a la loca mujer.
——— No estoy loca——le gruñó Eva, pero él hiso como si ella no
existiera.
Oooook.
Sip.
No sabía qué pasaba allí.
——— Así que, Athena, dime qué es lo que Vincent ama de ti——dice
Eva cuando quedamos solas.
Me atraganto con el vaso de agua que estaba tomando.
¿De dónde venía esa pregunta?
Lo pensé pero…no supe qué contestar…
——— ¿Por qué lo preguntas, Eva? ——respondí en su lugar. Ella me
dio una mirada inocente.
——— Quiero entender qué fue lo que él vio en ti.
Nuevamente: ¿Cómo podía responder a ello cuando ni yo misma
conocía la respuesta?
Un peso sofocante se instaló en mi pecho y algo cambió en mí. Sabía
que eran las dudad que Eva trataba de implantar en mí…pero eran
dudas que…habitaban en una parte de mí.
Esa caja que guardaba todas mis inseguridades y miedos…se rompió.
La caja de pandora fue abierta por una loca criticona…y no pude
detenerlo.
——— No puedes responderme porque no lo sabes——afirmo ella
muy segura.
Guardé silencio para no condenarme con mis palabras.
——— Te aseguro, Athena, que mi hermano…no estará todo el
tiempo interesado en ti. Cuando menos te lo esperes, tu suerte se
acabará——prosiguió ella——te apuesto a que Vincent no te dijo que
estaba por casarse con Melissa.
¿Qué?
El silencio nos invadió.
Quizá no me condené con mis palabras…
Pero lo hice con mi silencio.
CAPÍTULO 23 ——— Vamos de regreso——le pedí a Michael sentándome en el
asiento de copiloto.
Me miró extrañado pero sabiamente no dijo nada.
Eva estaba en el asiento trasero platicando animadamente.
Quería darme la vuelta y romperle la nariz, pero eso no sería muy
ético, aunque se estaba ganando mi oído a pulso.
——— ¿Estás bien? ——susurró Michael.
Lo miré con lágrimas en los ojos.
——— Si te pregunto algo, ¿Me lo responderías?
Él dudó por un segundo.
——— No lo sé, depende.
——— Sí o no——insistí duramente.
Sus ojos se ampliaron y tragó saliva nerviosamente.
——— Somos amigos, ¿No es así? ——seguí insistiendo aunque
sabía que no estaba siendo justa, él no tenía la culpa de nada.
——— Somos amigos——afirmó——pero hay cosas que no puedo
decir porque no está en mis manos hacerlo. No me gustaría que eso
me lo hicieran.
Ok, había sido una perra total.
——— Lo siento…——me lamenté queriendo llorar——no estaba
pensando.
Recorrimos todo el camino en silencio.
Mi celular sonó.
“Te extraño tanto”.
Vincent había comenzado con su acoso, pero no sabía qué decirle, no
con el ánimo en el que me encontraba.
Lo dejé en mi regazo, fulminándolo con la mirada como si el celular
tuviera la culpa de todo.
“¿Todo bien, amor?” Insistió unos segundos después.
Tampoco contesté.
“¿Pasa algo?”
Seguí sin contestar.
“Athena, responde el maldito teléfono.”
Tampoco contesté.
Una llamada entrante hiso sonar mi teléfono con la canción de Fly me
to the moon de Tony Bennett. El tono de llamada de Vincent.
Una lágrima rodó por mi mejilla.
¿Qué estaba haciendo? Estaba dejando que Eva consiguiera lo que
quería. No podía confiar en ella. Yo confiaba en Vincent.
La llamada acabó y en seguida el celular de Michael comenzó a sonar.
——— ¿Sí? ——Dijo——…ajá…está aquí…lo entiendo…
Mientras hablaba me miraba de reojo.
En un momento me entregó su celular.
Me negué a tomarlo.
Me dio una mirada de súplica y finalmente puse el celular contra mi
oído pero no hablé. La línea permaneció silencio por 5 segundos.
——— Athena, amor, sé que estás allí——dijo con voz ronca.
Apreté mis labios fuertemente.
——— Vamos, bebé, dime qué está mal…
——— Nada——sigo en voz muy bajita, que no estoy segura de sí me
escuchó.
Al otro lado de la línea Vincent soltó un suspiro y masculló algo.
——— Por favor, amor, dime qué tienes——suplicó esta vez pero yo
no era capaz de hablar. Colgué porque era lo único que podía hacer.
Le di de regreso el celular a Michael.
De inmediato el celular volvió a sonar y él hablo con Vincent con
cortas palabras, no apartó la mirada de mí pero no pude enfrentarlo.
Lágrimas silenciosas rodaban por mis mejillas. En algún momento Eva
pidió bajarse del auto, porque iba a salir con una amiga. Melissa de
seguro.
Michael prácticamente la sacó a patadas mientras le entregaba sus
bolsas de compras, las cuales él dejo en el suelo en plena banqueta.
Eva lo maldijo pero el enseguida entró de regreso y arrancó antes de
que ella se arrepintiera.
No sabía lo mucho que se lo agradecía.
*****
En el momento exacto en que Michael detuvo el auto en el
estacionamiento del edificio de la empresa de Vincent, éste apareció
como un demonio, echando humo por los oídos y pareciendo un alma
torturada.
Michael se escabulló en tiempo record dejándonos a solas.
La puerta de mi lado se abrió y Vincent desabrochó delicadamente mi
cinturón de seguridad y escondió su rostro en mi hombro.
En seguida mis sollozos empezaron y mi cuerpo comenzó a temblar
incontrolablemente. Vincent me sacó de la camioneta y nos deslizó
hasta el suelo, sentándome en su regazo.
——— Tranquila, amor——dijo en un ruego desesperado.
No hiso más que alterarme más.
Ahora lloraba a moco tendido y con fuertes sollozos que hacían eco
por todo el estacionamiento.
Vincent no paró de besarme y decirme lo mucho que me amaba.
——— ¿Por qué me amas? ——pregunté antes de poder detenerme.
Me miró confundido.
——— ¡Estás guardando silencio porque no lo sabes! ——lo acusé
llorando aún más fuerte.
Mi garganta ardía.
Mi pecho ardía.
Mi cabeza se sentía pesada.
Sabía que tenía que calmarme pero no podía hacerlo.
——— Wou, Athena, detente allí——gritó Vincent——no sé a qué
viene esto y porque tratas de dar vuelta a mis palabras…pero te diré
algo y quiero que lo metas en tu jodida cabeza dura, ¿Me entiendes?
Su voz dura me hiso guardar silencio y verlo sorprendida.
——— Dios santo, eres una idiota——comenzó con la misma voz
cruda y llena de emoción——¿Y sabes por qué? Porque sigues sin
creerme cuando te digo que te amo. Te amo porque eres tú. No hay
tanta ciencia en el amor. Se ama o no se ama. Y yo te amo, tontita.
Mis ojos no podían estar más abiertos, lo juro.
——— ¿Sabes qué más? ——Continuó mirándome a los ojos,
quemando mi alma con la intensidad de su mirada——te amo porque
cuando sonríes mi mundo parece mejor. Te amo porque cuando lloras
mi mundo tiembla y quiero mover cielo y tierra para hacerte sentir
mejor. Te amo porque eres jodidamente terca y me sacas de quicio,
pero me gusta. Te amo porque tienes un alma vieja e inocente. Te
amo porque me aceptas por la persona que soy. Te amo porque
desde que te vi, una chica joven de preparatoria, no podía dejar de
pensarte, no dejaba de verte en todas partes. Te amo, porque
verdaderamente el amor no tiene condiciones, te amo porque sí,
porque se me da la jodida gana y porque mi mundo comienza y
termina contigo.
El pecho de mi cavernícola subía y bajaba
rápidamente…salvajemente.
Tenía una loca mirada.
Una mirada que iba dirigida hacia mí.
——— Dime que lo entiendes, porque me estás matando con tus
dudas. El amor no son estereotipos ni razones. El amor se da, quieras
o no y no escoges a quien amar. Pero a pesar de todo, yo siempre te
escogería sin importar lo que el jodido mundo piense.
Lo callé con un beso, un beso que habló más por nosotros. Podría
haberlo desnudado y hacerle el amor allí mismo, en el suelo del
estacionamiento, pero no estaba en el voyerismo desde que tenía una
gran panza.
Aun cuando nos separamos me sostuvo contra él.
Estando más tranquila le dije: ——— Te amo demasiado, Vincent
Coleman alias mi cavernícola posesivo.
Me dio esa pícara sonrisa.
——— ¿Gastaste mucho dinero como te ordené?
Puse los ojos en blanco pero asentí, el jodido vestido había salido
caro, a mi parecer. Pero cuando Vincent vio el ticket, me dio una
mirada de decepción: ——— Tengo que enseñarte mejor, mi pequeña
saltamontes——dijo sonriente.
*****
El evento se trataba de una nueva adquisición de la empresa.
No presté mucha atención.
El tiempo pasaba volando.
Tan solo un par de días antes estaba dudando del amor de Vincent
por alguna tontería de Eva.
Tan solo hace unas horas estaba quejándome mientras después de
ponerme el vestido, Vincent trataba de quitármelo nuevamente.
Su mamá me había ayudado a peinarme, por lo que Vincent se quejó
e hiso berrinche, porque estando mi suegra y suegro presentes,
Vincent tuvo que desistir de su plan de arrancarme el vestido.
Ahora estábamos en el salón de fiestas de un prestigioso hotel, con
mucha gente queriendo conocerme a mí, a la esposa de Vincent
Coleman.
Al principio estaba sufriendo de incomodidad, pero me encontré
relajada por el apoyo moral que me brindaba mi cavernícola.
Comimos.
Bailamos.
Platicamos con mucha gente.
Vi a mi hombre dar un discurso.
Posamos para fotos.
Y finalmente la noche acabó.
——— Tienes que quedarte un rato más, ¿No es así? ——le pregunté
cuando estaba por dar la media noche.
Su mano acarició mi vientre y me dio una mirada de lástima. No quería
quedarse.
——— Tengo que hacerlo, pero puedes adelantarte a la casa, yo en
un rato más me iré——responde dándome un pequeño beso.
Asentí.
——— Lo haré, mis pies me están matando——me quejé
brincoteando un poco en mis tacones.
¿Por qué me había puesto tacones?
Después de un rato me despedí y salí con Michael de camino al
departamento.
A medio camino lo detuve para comprar un helado de una tienda 24/7.
Cuando estábamos por llegar a nuestro destino olvidé que mi bolsa se
había quedado en la mesa que teníamos Vincent y yo. Podría haberle
marcado, pero finalmente no quería estar lejos de mi hombre, tonto, lo
sé.
——— ¿Estás segura? ——preguntó Michael dudando.
——— Vamos, ya casi termina Vincent y podemos regresar juntos——
dije.
Casi estaba dormida cuando regresamos al hotel.
Definitivamente le diría a Vincent que pidiéramos una habitación para
dormir allí porque no soportaría otro viaje de regreso.
Bostecé caminando entre las mesas.
Tomé mi bolso y busqué a Vincent con la mirada, no estaba allí.
——— ¿Se te perdió algo? ——dice Eva con inocencia. Solo eso me
faltaba.
——— ¿Has visto a tu hermano?
Ella asintió.
——— Subió a una habitación.
¿Ok?
——— ¿Sabes a cuál? ——pregunté queriendo terminar esa plática.
——— Te acompaño——dijo.
Caminamos hasta el ascensor y subimos. El sueño me hacía sentir
que todo pasaba muy rápido y yo era inconsciente de mí alrededor.
Solo quería dormir.
——— Esa habitación——señaló una.
Toqué la puerta pero al primer golpe esta se abrió. ¿Qué…demonios?
Entré dudosa…
Pero lo que vi…bueno, no sabía qué pensar…
En la cama se encontraba Melissa…y Vincent…
Antes de hacer un sonido que delatara mi presencia me di la vuelta y
salí de la habitación. Corrí al ascensor no sin antes darle un puñetazo
a la cara sonriente y burlona de Eva.
En cuanto mis nudillos impactaron contra la nariz de ella se escuchó
un sonido desagradable…
Ella cayó al suelo con la nariz sangrándole a montones…
Mis nudillos ardían dolorosamente pero no me importó. Corrí como el
infierno de lejos con la esperanza de dejar de sentir ese dolor
lacerante que se atenazaba a mi pecho.
Me lamenté de pensar que el adiós de mis padre había sido lo más
doloroso que me había pasado en la vida…porque eso…Melissa y
Vincent juntos…eso se ganaba un magnifico primer puesto de
doloroso como que me arrancaran la piel centímetro a centímetro.
CAPÍTULO 24 De regreso en la recepción encontré a Michael platicando con alguna
mujer. Sintiendo que estaba interrumpiendo, caminé con culpa hacia
él.
——— Michael, vámonos, por favor——le rogué manteniendo una
mano en mi vientre mientras trataba de recuperar la calma.
“Suerte con ello” se burló mi conciencia.
Ignoré el pensamiento.
——— Enseguida——dijo dándole un rápido saludo a la mujer y
encaminándome de regreso a la camioneta.
Guardó silencio.
——— ¿Todo bien? ——preguntó cuándo nos detuvimos en un
semáforo en rojo.
Asentí. Luego negué con la cabeza.
¿Cómo iba a estar todo bien cuándo Vincent había estado en la cama
con…Melissa…haciendo…? Dejé ese pensamiento, porque no hacía
más que hacerme querer sollozar hasta sentir mi garganta en carne
viva.
——— Sólo apúrate en llegar lo más pronto posible——respondí en su
lugar. Aceleró como le pedí.
Pude ver la ciudad pasar como un borrón a través de la ventanilla.
Llegando nuevamente al edificio, tomamos el elevador hasta el ático
en silencio. Mis manos temblaban incontrolablemente. No estaba
segura de nada, mierda, mi mente era un torbellino de locas ideas.
Solo sabía una cosa: tenía que irme.
*****
Vincent Odiaba las interrupciones
Así de sencillo.
Athena, mi dulce Athena lucía tan hermosa en su vestido amarillo que
solo quería quitárselo y devorarla…
Pero no, mis padres habían llegado en ese momento y me
mantuvieron alejado de ella como si supieran que quería echar a
perder el peinado y maquillaje que mi mamá le había hecho.
——— Respira——resopló mi papá mirándome burlón.
Entrecerré los ojos.
——— Solo quiero a mi esposa——le dije lentamente.
Él puso los ojos en blanco pero se acercó a mí para darme una
palmada en la espalda.
——— Escogiste bien——añade.
Puedo sentir mis ojos iluminarse, demonios que sí había escogido
bien. Athena era la mejor esposa que jamás podría haber encontrado.
Ella era cariñosa, atenta, un diablo en la cama, comprensiva y me
amaba.
Me amaba.
No creía la suerte que tenía.
Antes de ella pensaba que si me casaba sería por obligación, porque
necesitaba una esposa…y nunca creí que en un matrimonio, se
pudiera tener lo que mis padres tienen.
Estaba resignado a que seguramente terminaría viviendo una vida de
infierno al lado de Melissa. Pero entonces Athena había aparecido y
no pude más que hacerla mi esposa. Mi mujer.
——— Es el amor de mi vida——le conté a mi papá, quien resopló en
burla.
——— Creo que ya nos dimos cuenta de eso desde hace mucho
tiempo.
Ok.
Cúlpenme de no querer ocultar el gran amor que sentía por mi mujer.
——— Ya estamos listas——anunció mi mamá entrando en la sala
con Athena.
Mi boca cayó abierta y estaba seguro que estaba salivando
incontrolablemente, pero era una diosa. El embarazo le daba una luz
nueva a su mirada y a toda ella. Lucía…llena de vida.
——— Luces hermosa——comenté estúpidamente.
Idiota. Idiota. Idiota.
Lo que yo quería decirle era que lucía hermosa, bella, llena de vida,
fantástica, deslumbrante…
Pero mi boca no funcionaba y sentía mi cerebro hecho papilla.
——— Tú estás tan guapo——respondió ella acercándose a mí y
dándome un beso.
La abracé listo para llevarla de regreso a la habitación.
——— Vincent——advirtió mi papá poniéndole el abrigo a mi mamá.
Los miré queriendo decirles que se fueran y nos dejaran a solas.
——— Vamos——dijo mi mamá con tono de voz autoritario.
Miré a Athena.
——— Bien——mascullé pero me quejé el resto del camino solo para
molestarlos infantilmente. Hey, hay costumbres que nunca se
abandonan.
*****
Era una jodida tortura bailar con Athena pegada a mi cuerpo y tener
que mantener mis manos quietas. Solo quería tocarla…tocarla y
desnudarla…
Conforme avanzaba la noche me volvía más desesperado, quería ir de
regreso a la cama con mi Athena. Estaba a unos segundos de echarla
sobre mi hombro y llevarla a alguna habitación.
No presté mucha atención a nuestro alrededor.
El tiempo pasaba volando.
Mucha gente quería conocer a mí bella esposa, y aunque dejaba que
hablaran con ella, solo quería alejarla para tenerla solo para mí. Pero
me contenía, quería mostrarle a todo el mundo quién era el amor de
mi vida. Quería presumirles a todos la suerte que tenía al haber
encontrado a la mejor esposa de todo el mundo. Y era mía.
Al principio pude ver que ella estaba sufriendo de incomodidad por
toda la atención recibida, pero creo que mi presencia le dio algo de
calma porque enseguida estaba hablando animadamente con
cualquiera que se acercara.
Comimos.
Bailamos.
Platicamos con mucha gente.
Tuve que dar un discurso.
Posamos para fotos.
Y finalmente la noche acabó.
——— Tienes que quedarte un rato más, ¿No es así? ——preguntó
Athena cuándo estaba por dar la media noche.
Acaricié su vientre sintiéndome en éxtasis por la hermosa barriga que
tenía. Le di mi mejor mirada de perrito herido, no quería quedarme,
quería regresar con ella y dormir teniéndola en mis brazos.
——— Tengo que hacerlo, pero puedes adelantarte a la casa, yo en
un rato más me iré——respondí rápidamente antes de arrepentirme y
le di un pequeño beso.
Asintió.
Sabía que debía de estar muriendo de cansancio. Últimamente estaba
muy cansada y eso me tenía subiéndome por las paredes.
——— Lo haré, mis pies me están matando——se quejó brincoteando
un poco en sus zapatos de tacón.
¿Por qué se había puesto tacones? Nunca comprendería a las
mujeres y su afán de ponerme instrumentos de tortura en sus pies aun
sabiendo que a las pocas horas estarían sufriendo por la decisión.
Después de un rato se despidió y salió con Michael de camino al
departamento.
Regresé al salón sintiéndome como un perro abandonado.
Literalmente.
——— ¿Cómo estás, hermano? ——dijo Eva tomándome
desprevenido, me entregó un vaso de ponche.
Lo tomé de un solo trago para calmarme un poco.
——— Como la mierda, quiero largarme con mi esposa——me quejé
mirando a toda la gente que platicaba animadamente. No tenían prisa
por irse.
Me decidí, en unos cuantos minutos me largaría, ellos podían
quedarse celebrando. Pero yo me iría a la cama con mi mujer.
Bostecé repentinamente. Estaba muriendo de aburrimiento
——— ¿Me acompañas a la habitación que aparté? Es tarde y me
estoy muriendo de sueño.
Qué molesta.
——— Bien, vamos, pero apúrate porque yo me largo con mi mujer.
Subimos el ascensor.
Mi cabeza explotaba y la vista se había vuelto borrosa. ¿Qué
demonios?
——— ¿Eva…qué? ——comencé a decir.
——— Vincent, aquí estas amor——dijo una voz, giré sorprendido y
allí estaba… ¡Athena!
Con su largo vestido verde y sus rizos bien peinado.
——— ¿Qué haces aquí? Pensé que habías regresado a la casa con
Michael——comenté torpemente sintiendo mi lengua pesada.
Di un paso pero tropecé.
Enseguida estaba Eva y Athena rodeándome con sus brazos y
ayudándome a entrar en la habitación.
——— Si quieres pueden tomar la habitación y dormir aquí…yo pediré
otra——dijo Eva y Athena aceptó.
Todo lo escuchaba lejos.
Mi cabeza giraba.
¿Qué?
Athena arrancó la ropa de mi cuerpo. Bien, eso comenzaba a
buscarme.
Estiré mi mano para tocarla, mi mano aterrizó en su vientre…plano…
¿qué demonios?
Me asusté de inmediato, ¿Qué había pasado? Debía ser un
sueño….porque, ¿Dónde estaba su pancita de embarazada?
Sus labios se estrellaron con los míos pero la alejé.
——— Noo…——protesté pero ella insistió.
——— Hazme el amor, Vincent…sabes cómo me ponen loca estas
hormonas——susurró en voz baja.
Bueno…debía de estar borracho…pero no le negaría nada a mi
mujer…
Que Dios me ayude, dejé que Athena me pusiera una venda sobre los
ojos y me atara a la cama. ¿Desde cuándo era tan traviesa? No
pregunté.
Se subió sobre mis caderas y perdí el conocimiento.
CAPÍTULO 25 Mi cabeza estaba adolorida.
Me sentía como el infierno de jodido.
¿Dónde estaba?
Miré la habitación. Un hotel.
Bien.
El cuerpo junto al mío se removió y miré esperando ver a mi hermosa
Athena abrir los ojos.
Pero no…
No era mi Athena la que estaba junto a mí.
Era…
Melissa.
Y estaba desnuda.
Así como lo estaba yo.
NO. NO. NO. NO. NO. NO. NO. NO.
ESO NO PODÍA ESTAR PASANDO.
Me levanté rápidamente de la cama, jalando la sábana conmigo y
haciendo caer a Melissa al suelo por mi brusquedad. Se lo tenía
merecido. ¿Qué demonios había pasado?
——— Jodido estúpido——se quejó Melissa con su horrenda voz.
Me estremecí.
Joder.
Recogiendo mi ropa apuradamente del piso me la puse en tiempo
record, todo el tiempo sintiendo la mirada de Melissa sobre mí. Perra
estúpida.
——— ¿Qué demonios? ——le pregunté confundido.
——— Ahora ella nunca regresará a tu lado——respondió Melissa con
su cara deformada por esa enorme y malvada sonrisa.
OH DIOS.
Athena.
¿Qué había hecho?
No…espera…yo no había hecho nada…
Rememoré la noche anterior.
Todo era confuso pero…recordaba claramente a Eva apareciendo
después de que Athena se fuera…a Eva haciéndome acompañarla en
su habitación…a Athena apareciendo…
Miré el suelo, donde un vestido idéntico al de Eva estaba tirado…junto
con una peluca similar al cabello de Athena.
DEMONIOS.
¡Melissa se había hecho pasar por Athena!
Y eso no era lo peor…Eva la había ayudado…
Fue como si me dieran un puñetazo directo al estómago.
Apresuradamente marqué el número de Athena…pero no
contestó…marqué a la casa…pero tampoco contestó…marqué a
Michael…y tampoco contestó.
Un miedo paralizante se apoderó de mí. No Dios, por favor.
——— ¡¿Qué mierda hiciste?! ——le grité a Melissa con una voz
enloquecida. Esa puta nos había tendido una trampa.
Melissa cambió su expresión a una de miedo…como si no hubiera
planeado que yo reaccionara así. ¿Cómo esperaba que reaccionara
cuando me había hecho está broma de mal gusto?
——— No…n-no sé d-de qué ha-hablas——dijo en un susurro.
Negué con la cabeza.
Un objeto me llamó la atención…una cámara.
Me acerqué a ella…sí, estaba grabada la noche anterior.
En menos de un segundo estaba sobre Melissa con mi mano
apretando fuertemente su cuello.
——— ¡Dime qué hiciste! ——grité apretando más.
Ella boqueó como un pez y su cara se volvió roja por el esfuerzo de
conseguir respirar.
La solté y enseguida jadeó por aire.
——— Cálmate, Vincent——rogó alejándose. Pero no me calmaría, fui
tras ella tomando su cabello en mi mano y haciéndola mirarme a la
cara.
Ella hiso una mueca de dolor pero no me importaba.
——— Dime qué hiciste——exigí.
Y así lo hiso.
Explicó todo lo que tramaron Eva y ella. Había enviado imágenes a
Athena a su celular. Athena había aparecido ayer y vio con sus
propios ojos lo que “ocurría”.
La dejé allí, saliendo como un demonio de la habitación.
Corrí a la salida, oyendo a gente hablándome pero lo ignoré.
Tomé un taxi y le ordené que condujera lo más rápido posible.
Dios.
¿Por qué?
¿Por qué Eva me había hecho esto? Marqué nuevamente a Athena
pero no contestó. En seguida la voz de la contestadora me anunció
que había sido apagado.
Ella no quería hablar conmigo.
Subí lo más rápido posible al departamento.
——— ¡Athena! ¡Amor! ——grité al entrar dentro, pero el silencio fue
mi única respuesta.
Corría a la habitación y todo mi mundo se vino abajo…
Encontré ropa esparcida por todos lados, cajones abiertos.
Obviamente Athena se había enterado y había salido como alma que
lleva el diablo de allí.
¿Podía culparla?
De repente nada había tenido sentido.
Después de eso recorrí todos los lugares intentando encontrarla,
hablar con ella y aclararle todo, no podía permitir que ella se fuera de
mi lado. Desde el momento en que la había conocido aquella
madrugada caminando detrás de su madre con una bata ondeando a
su alrededor había perdido por completo el corazón.
Mi vida ya no era mía, le pertenecía a ella.
¿Cómo podía echar todo a la borda? Todo lo que habíamos pasado…
todo lo que habíamos vivido…todo lo que le había dicho y
demostrado… ¿Cómo podía simplemente abandonarme así?
Sin ninguna explicación…
Sin ninguna respuesta…
Sin ningún aviso…
Simplemente se largó…
En medio de la calle atestada me detuve. La gente me veía con
lástima, sabía lo que veían: un hombre miserable con la cara
desencajada por el dolor y con lágrimas rodando por su rostro en un
llanto incontrolable.
Athena era lo más valioso que tenía en la vida…sin ella no era
nada…sin ella me sentía muerto…sin ella…sin nuestros bebés…
Un sollozo se escapó de mi control.
Fue esa clase de sollozo que proviene de un dolor tan intenso que
sientes que hasta el alma misma está sufriendo. En medio de tanta
gente…entendí que estaba solo…
Estaba solo porque Athena no me perdonaría…la conocía a la
perfección…no importaba que le explicara la trampa de Eva y
Melissa…ella no me perdonaría…ella no volvería conmigo…ella…
Mi celular sonó, sacándome de mis pensamientos. Estoy segura que
un par de personas me preguntaron si estaba bien…si podían
ayudarme en algo…pero ya no había nada que hacer por mí.
Michael llamaba.
Contesté.
——— ¿Dónde están? ——pregunté con voz ronca e inestable. Al
carajo con todo, los hombres también lloraban…
Un sollozo se volvió a escapar de mí.
——— Señor…no puedo decirle——respondió Michael con pesar——
la señorita Athena me pidió que la llevara a un lugar…pero no puedo
dejarla así…
——— Quédate con ella——le ordené, era la única manera que tenía
de mantenerla a salvo.
——— Señor, no están bien…ninguno de los dos.
Lo sabía.
——— ¿Cómo está ella?
Él dudó por un segundo.
——— Destrozada.
Igual que yo.
Ninguno de los dos teníamos la culpa, pero eso ella no lo entendería.
——— Déjame hablar con él——susurró Athena al otro lado de la
línea.
Mi corazón dio un salto, tal vez teníamos oportunidad de aclarar los
malos entendidos. Lo que teníamos era más fuerte que todo.
Podríamos vencer cualquier cosa, por nuestro amor, por
nosotros…por nuestros hijos.
Pero estaba pidiendo demasiado.
——— Quiero el divorcio——dijo Athena y acto seguido se cortó la
línea.
Ni siquiera podía terminar de entender lo que sucedía…Athena…se
había dado por vencido tan rápido.
Quizá no me amaba como solía decir.
Quizá no me quería más.
Quizá…quizá ya no quería volver a saber de mí.
El resultado era el mismo: ELLA SE HABÍA VENCIDO MUY
FÁCILMENTE.
——— ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO! ——grité en plena calle y corrí
al único lugar que necesitaba ir y de la forma en que nunca creí que lo
haría.
La distancia era inexistente bajo mis pies.
Cuando finalmente llegué al edificio de departamentos ignoré al
guardia de seguridad y al recepcionista. Corrí por las escaleras,
queriendo cansar mi cuerpo para dejar de sentir tanto dolor.
Cuando llegué al departamento toqué furiosamente y enseguida mi
familia, menos Eva, apareció preocupada. Recepción debió de haber
anunciado mi llegada.
——— Mamá——sollocé y me aventé a sus brazos como no lo había
hecho en muchos años. Me sostuvo como cuando era un niño y me
dejó llorar. Mi padre se unió al abrazo, todos preocupados.
——— Me pidió el divorcio——escupí después de alejarme a la cocina
y comenzar a beber de una botella de vodka.
Me pidió el divorcio…la única cosa que no podía negarle sin excepción
o dudas. La única condición que sus padres habían puesto para
permitirme casarme con ella. En el momento en que, si ella quería,
pedía el divorcio…yo no podía negarme.
Habíamos firmado un acuerdo.
Legalmente estaba atado de bolas para dejar ir a la mujer de mi vida
sin poner trabas.
CAPÍTULO 26 Athena
——— Tienes que calmarte——decía Michael con el rostro repleto de
preocupación——por el bien de los bebés.
Los bebés…
Dios…Michael tenía razón…mi embarazo estaba considerado de alto
riesgo…no podía seguir como estaba o podría suceder algo malo.
Me dejé caer en la cama de la habitación de hotel que había pagado.
——— Puedes irte, prometo estar tranquila——le dije cuando pude
respirar con normalidad.
——— No me voy——respondió sentado en la única silla de la
habitación.
No era lujosa ni amplia, era una habitación pequeña y barata de un
hotel decente que había pagado con el dinero de mis ahorros.
Lo miré confundida.
——— No la dejaré en su estado, no solo porque Vincent me
mataría…también porque me preocupo por usted, ¿Somos amigos,
qué no?
——— Solo si dejas de hablarme de usted. No estoy vieja.
Él sonrió.
——— ¿Quieres algo de cenar?
Negué con la cabeza, no tenía hambre.
——— Bien, entonces iré a pedir una habitación, la de al lado, por si
necesitas algo——dijo y se fue.
Le di la llave de la habitación y me acosté sobre la cama con el vestido
puesto, no tenía ganas de cambiarme. Antes de saberlo me quedé
dormida. Gracias a dios.
*****
El día siguiente fue una tortura.
Desperté con mi cabeza punzando.
Sentía los ojos hinchados y la garganta seca.
——— Buenos días——dijo Michael sentado en la silla.
Lo miré confundida.
Entonces recordé.
——— No hay nada de buenos——le dije con una pequeña sonrisa.
——— ¿Quieres desayunar?
——— Claro que sí.
Tomé una ducha y lloré un poco más, finalmente me vestí con un
vestido ligero y un suéter. Michael y yo salimos a desayunar.
Mi celular sonó pero lo ignoré, en cierto momento lo apagué.
El celular de Michael sonó y cuando finalmente contestó lo hiso con
pocas palabras. Supe quién era: Vincent.
——— Déjame hablar con él——pedí en un susurro.
Me miró dudoso pero me entregó su celular.
——— Quiero el divorcio——le dije y colgué.
Le entregué nuevamente el celular a Michael, no enfrenté su mirada
mientras comíamos.
——— ¿Puedo preguntar qué pasó? ——dijo finalmente.
Saqué mi celular y lo prendí, busqué en mis mensajes recibidos, Eva
había tenido el descaro de regresarme el puñetazo en forma de un
mensaje, que era igual o más doloroso.
Seleccionando la imagen se la enseñé a Michael.
Sus ojos se ampliaron imposiblemente.
Me dio una mirada de incredulidad.
——— Así los encontré ayer.
——— Dios…no lo entiendo——susurró.
Bueno…ya éramos dos.
*****
Una semana después, finalmente tuve el valor de enfrentar a Vincent,
Michael y yo regresamos al departamento…solo para encontrarlo
patas arriba.
Después de pensar mucho, tenía que admitir que debía escuchar su
versión de los hechos, conociendo a Eva, había algo más que yo no
sabía.
Sonia estaba sentada en el sillón con una expresión mortificada.
Había algunos cristales en el suelo.
Olía a…sí, a mucho alcohol.
——— ¿Y Vincent? ——le pregunté en voz baja.
Señaló nuestra habitación.
Caminé con miedo a lo que me encontraría.
Esto no iba con mi cavernícola…no lo entendía.
Abrí la puerta lentamente.
La habitación era un desastre.
Y mi cavernícola…mi cavernícola estaba en mi lado de la cama con su
cara hundida en mi almohada mientras abrazaba mi camisa favorita.
Era de él pero siempre la usaba de pijama.
Estaba vestido con solo unos viejos pantalones de mezclilla.
Su cabello lucía desaliñado y el suelo estaba lleno de botellas.
Él hacía unos ruidos extraños.
Mi corazón latía salvajemente mientras me acercaba a él en pasos
silenciosos. Cuando llegué hasta él, comprendí que sus ruidos eran
sollozos cansados y desgarradores.
——— Vincent——susurré moviéndolo del hombro.
Se giró lentamente como si creyera que era un producto de su
imaginación y no estuviera verdaderamente allí.
Me recorrió con la mirada antes de levantarse lentamente y acercarse
con miedo a que desapareciera.
Sus ojos estaban inyectados de sangre y su rostro tenía una barba de
varios días.
Me mataba verlo así, me mataba más de lo que me había dolido su
traición.
Ya no era mi Vincent. No parecía mi Vincent.
Lucia como un hombre atormentado.
Sus brazos me envolvieron suavemente, con temor a asustarme. Le
permití abrazarme y recargar su cara en mi vientre. Lo abracé
suavemente porque no podía detenerme. Lo seguía amando, me
seguía preocupando por él.
——— Perdón…perdón…perdón…——canturreaba con una voz
irreconocible.
Lo sostuve mientras temblaba incontrolablemente porque es lo menos
que podía hacer.
No podía decirle que lo perdonaba porque aún no lo hacía.
No podía decirle que lo amaba porque las palabras no salían, algo aún
me lo impedía.
Solo podía sostenerlo, porque lo seguía amando, porque me dolía
verlo así, porque su dolor era mi dolor. Lo sostuve porque también
necesitaba abrazarlo.
——— Tú lo eres todo…eres mi todo, Athena…——decía hablándole
a mi vientre…
Fue cuando sucedió, algo se movió dentro de mí.
Fue ligero al principio, pero conforme Vincent seguía hablando, el
movimiento se hiso más pronunciado.
Una patadita.
Vincent debió haberlo sentido porque se calló al instante y su cuerpo
se tensó.
Sus ojos se dirigieron a los míos con una pregunta silenciosa.
Asentí.
Lágrimas corrían por mis mejillas…porque en los momentos más
dolorosos de mi vida…algo bonito había aparecido, la primera
patadita. Y Vincent la había presenciado.
——— Sigue hablando——le pedí en voz baja.
Asintió con la cabeza mientras ponía sus manos sobre mi vientre.
——— No tengo palabras para decirte lo mucho que significas para
mí, Athena, tú y nuestros hijos…son mi todo…sin ustedes…no soy
nada…te amo tanto——por extraño que parezca su voz desencadenó
algo…
Porque en seguida un movimiento similar lo sentí pero en el lado
contrario.
Vincent permitía que sus ojos lagrimaran mientras miraba a mi vientre
como si al momento en que dejara de hacerlo, el milagro que
presenciamos se terminaría.
Por lo que parecieron horas nos quedamos abrazados sin hablar.
*****
Otra semana pasó y algunas cosas volvieron a la normalidad.
No todas.
Regresé al departamento pero nada era igual, a veces no podía dormir
al lado de Vincent porque había una parte de mí que me alejaba de él.
Él trabajaba hasta tarde para darme mi espacio.
No me forzaba a que recuperáramos la cercanía que teníamos.
No volvimos a compartir intimidad.
Yo no me sacaba a Melissa de la mente.
Vincent trataba de apoyarme y hacerme sentir que yo tenía el control
de la situación…pero mis pensamientos me traicionaban.
No mencioné otra vez el divorcio, pero la verdad es que
necesitábamos un tiempo separados. Yo lo necesitaba más que él.
Con las semanas pasando finalmente lo hablé con él…lo hablamos…y
me mudé.
CAPÍTULO 27 EMBARAZO DE ALTO RIESGO.
Creo que hasta este momento no había terminado de comprender lo
que significaban esas palabras.
Habían sido de alguna forma, como una realidad abstracta…
Es decir, esto no podía estar pasándome a mí.
Jodidamente NO.
¿Qué demonios?
Quería gritar.
Quería llorar.
Quería rogar a Dios.
Quería consolar a mis pequeños hijos que habían decidido abandonar
abruptamente mi vientre.
Quería rogarles que no me abandonaran.
Pero el destino era caprichoso.
Y nosotros estábamos a su merced.
No había nada para evitar la decisión que había tomado respecto a mí
y mis pequeños.
Me sentía culpable.
Culpable porque en algún momento pensé la idea de terminar con el
embarazo.
Culpable por no haber sido feliz al principio de la idea de unos trillizos.
Me sentía como la puta mierda.
Y estaba jodida.
Jodida y culpable porque estaba en el baño del pequeño
departamento en donde había estado viviendo en el último mes.
Era culpable de todo.
Culpable por no ser lo suficientemente fuerte para soportar un
embarazo múltiple.
Culpable por querer espacio lejos de Vincent.
Culpable por dejar a Melissa interponerse entre nosotros.
Culpable por no luchar.
Y ahora estaba allí, en el baño, sangrando incontrolablemente.
Marqué el número de Michael, quien a petición de Vincent se había
estado quedando conmigo en el departamento.
Él me había dejado marchar.
Se había quedado callado mientras yo salía por la puerta de nuestra
casa.
No había hecho nada salvo ordenar que la única jodida manera en que
podía apartarme sería teniendo la protección 24/7 de Michael, su jefe
de seguridad.
——— ¿Athena, qué ocurre? ——preguntó preocupado Michael.
Lloré en silencio intentando controlarme.
Sí, voz tranquila, todo un reto de conseguir entre tanto dolor.
——— Estoy en el baño…necesito…ir al hospital…por
favor…ven…rápido——susurré entrecortadamente.
3 segundos después la puerta se abrió de golpe.
Michael estaba con las facciones distorsionándose por el pánico, pero
manteniendo una actitud controlada.
Vi en cámara lenta su mirada recorrer mi demacrado rostro
lloroso…mis manos aferrándose a la puerta de la ducha para no caer
al suelo…y por último…el charco de sangre que se arremolinaba a mis
pies.
No podía ni mirar el suelo.
No podía si quería mantener la cordura.
——— Dios mío——susurró asustado.
Un segundo después me encontraba allí en sus brazos siendo
cargada cuidadosamente mientras él corría lo más rápido y
precautivamente posible.
Me dejó sentada en el asiento.
Miré mi enorme vientre abultado.
“No, por favor” rogué.
——— En seguida llegamos——me tranquilizó Michael.
Condujo como la mierda de rápido entre el tráfico.
Marcó por celular al hospital, avisando a mi doctora de la emergencia.
Un par de preguntas después estaba todo listo para mi llegada.
¿Qué tan fuertes eran las contracciones? Bueno, jodidamente
intensas.
¿Qué tan frecuentes? Demasiado, para mi gusto.
¿Cuán abundante era el sangrado? Malditamente constante y
abundante.
No podía más que llorar en silencio.
Tanto dolor, tanto físico como emocional, era abrumador…
Encerrada en mi mente solo pude apreciar los sucesos desde lejos.
Como si estuviera viéndome a mí misma desde otra perspectiva.
No sentía nada.
No decía nada.
No hacía nada.
Me vi a mí misma siendo ingresada a urgencias.
Minutos después de preparación previa…estaba allí, sedada y
drogada hasta la mierda para no sentir dolor.
“Parto prematuro”.
Eso casi sonaba como un aborto para mí.
Se sentía como tal.
Viendo montones de doctores y enfermeras revoloteando a mí
alrededor.
Acostada en la camilla del quirófano, con Michael vestido con los
mismos trajes que los doctores y con cubre bocas y guantes de látex,
él sostenía mi mano.
El pánico abundaba en su mirada.
Aun así con él a mi lado, me sentía sola…
Debía ser Vincent quien estuviera allí conmigo…
Si no hubiéramos peleado…
Si no hubiéramos dejar a los demás interponerse…
Si hubiera sido más madura…más fuerte…
Quizá entonces seguiríamos juntos.
Pero él hubiera no existe.
Y solo me quedaba esperar a que él llegara aquí lo más pronto
posible.
El resto fue como en cámara lenta.
Sentí un fuerte tirón indescriptible, no dolía, estaba sedada, pero pude
sentir como sacaban a uno de mis pequeños bebés de mí.
Los doctores revoloteaban sobre él.
No podía verlo.
Pero la mirada de Michael fue descripción suficiente.
Él podía ver todo.
Entre el pánico, el desconcierto y la maravilla. Entre esas cosas
pasaban su rostro a cada momento. Primero una emoción…luego otra.
El mismo tirón.
El mismo alboroto.
Dos chillidos agudos.
El mejor sonido del mundo.
Otro tirón.
Más alboroto.
Y fue cuando mi vida se vino abajo, sin Vincent allí para
sostenerme…para impedirme caer en un abismo destructor.
Sin Vincent para evitar que me sintiera como la mierda.
Sin Vincent que me consolara mientras muchos minutos después los
doctores me informaban que no respiraba.
No podían resucitarlo.
No respondía.
Se habían dado por vencidos.
Lo declararon muerto.
Mi pequeño…dulce…e inocente hijo…estaba muerto.
Muerto.
Ni siquiera podía creerlo.
Lo pasaron a mis temblorosos brazos, envuelto en una manta y
completamente limpio: estaba el cuerpecito pequeño, casi miniatura,
de mi hijo.
MUERTO.
M-U-E-R-T-O.
Y era mi culpa.
Por no haber sido capaz de darle lo que necesitaba.
Porque mi cuerpo no había sido lo suficientemente fuerte para darle la
fuerza de vivir.
Ignoré el resto del mundo.
Ignoré el otro par de llantos.
Mis hijos. Seguía teniendo dos hijos.
Felicidad…
agradecimiento…reproche…dolor…reclamo…impotencia…
Toda yo era un mar de emociones.
Un hijo había muerto…pero seguía teniendo dos.
Yo era incapaz de decidir qué sentir.
Si felicidad que dos de mis pequeños siguieran viviendo.
O dolor y rabia hacia mí misma porque uno más no lo había
conseguido.
Estaba sola en el quirófano…con dos niños vivos…un niño muerto en
mis brazos…un Vincent ausente…y una completa depresión que me
consumía cada vez más por segundos.
Allí mismo, no sabía si lograría alguna vez superar el dolor y vivir para
mis dos hijos.
Era una pésima madre.
La puerta se abrió escandalosamente y mi torbellino personal entró
con la fuerza suficiente para causar estragos en mí. Vincent miró la
escena y creo que el dolor que ambos compartimos nos unió
nuevamente. O quizá nos separó. No lo sabía. Era muy pronto para
decirlo, eso solo estaba en mano de nuestras acciones y decisiones
que estábamos por tomar.
Mi dulce cavernícola me rodeó a mí a y nuestro pequeño hijo con sus
brazos, los tres compartiendo un abrazo lleno de dolor.
——— Estoy aquí, Athena——dijo minutos después, los doctores
habían desistido de separarnos.
——— Lo estoy también——respondí en voz baja.
Juntos nuevamente nos quedaba el primer paso por dar: el entierro de
nuestro hijo.
CAPÍTULO 28 Mi habitación en el hospital me estaba volviendo loca.
Bien…bien…no era de esas habitaciones blancas de hospital. Esas
eran enloquecedoras.
En realidad la habitación en la que estaba era bonita…
Con color azul y amarillo en las paredes, daba un aire de
calidez…había una televisión de pantalla plana y cómodos sillones.
Había flores en una esquina.
Y LE ESTABA COSTANDO UN OJO DE LA CARA A Vincent.
Quien por cierto no había visto desde que había salido a hablar con
una de las trabajadoras de la funeraria que había cerca del hospital.
Funeraria.
No podía jodidamente creer que de verdad estábamos necesitando los
servicios de una funeraria.
¿Cómo habíamos llegado a esto?
Se suponía que tenía que descansar, las enfermeras habían tratado
de sedarme pero me negué rotundamente. Eso sí, la idea de la
cesárea que me habían realizado hace solo un par de horas…me
tenía enloqueciendo.
Si no me movía todo estaba bien…
Pero cuando me movía…quería llorar.
Era sumamente extraño no tener a mis pequeños dentro de mí.
Me sentía vacía.
Vincent entró en la habitación luciendo derrotado y cansado.
——— ¿Estás segura de esto? ——preguntó inseguro.
Asentí.
——— Sólo si tú también lo estás.
Sus ojos se cerraron como si sus parpados pesaran demasiado. Sus
hombros se curvaban como si estuvieran soportando un enorme peso.
——— Es lo mejor——respondió sentándose a mí lado.
Tomé su mano y miré al techo.
——— ¿Cómo llegamos a esto? ——pregunté confundida.
——— Porque no supimos hablar.
Guardamos silencio.
——— Lo siento——dije finalmente dejando salir un sollozo——lo
siento…lo siento…lo siento…fue mi culpa…por mi culpa está muerto…
Era mi culpa…si hubiera sido más fuerte…
Quizá si no me hubiera ido…
Quizá si lo hubiera escuchado…
Pero él hubiera no existe y sabía por la doctora que no era normal que
me echara la culpa. Según ella no tenía la culpa de que mi hijo
estuviera muerto. Pero me seguía culpando de cualquier manera.
——— No es tu culpa——me interrumpe Vincent con los mismo ojos
atormentados que ha tenido por el último par de horas.
——— No quiero ver a nadie——le dije con un susurro.
No soportaría ver la mirada de compasión de Sonia, ni de George, no
podía escuchar las palabras de mi familia. No quería ver a Eva, quien
había desaparecido desde el día en que le di el puñetazo. Nadie había
sabido nada de ella ni de Melissa.
——— Lo entiendo y respetaré tu decisión…yo tampoco quiero ver a
nadie más que a ti——admite mirando nuestras manos unidas.
Las veo también.
Su mano más grande cubre la mía por completo.
Le doy un apretón.
——— Te sigo amando como el primer día——confieso queriendo
finalmente hablar.
No quiero callar más.
No quiero guardar mis sentimientos.
Quiero pelear.
Me mira sorprendido. ¿Creía que lo había dejado de amar? Mi
cavernícola…
——— Te sigo amando como el primer día——repito teniendo su
completa atención——cuando Eva me llevó a la habitación…yo ya
dudaba de tu amor…porque fui lo suficientemente cobarde para no
admitir que estaba siendo insegura. Me creí mis dudas y creí en
Eva…debí haber luchado por ti…debí decirte que te amaba y que
superaríamos todo juntos…pero no lo hice…y en su lugar me fui…te
dejé…y ahora…
——— Y ahora nada…Dios pone pruebas en nuestro camino por una
razón, Athena——me interrumpe con esa mirada cruda que tanto
extrañaba——podemos decidir cruzar este obstáculo juntos o seguir
cuestionándonos todo y dejar de lado lo que aún tenemos…podemos
enfrentar esto, juntos, como siempre debíamos hacernos. Yo también
fui cobarde, porque te dejé ir…te permití el silencio y yo también callé.
Porque tenía miedo a enfrentar lo que mi propia hermana…
En seguida rompió en un llanto descontrolado.
Su hermana…
¿Cómo podía habernos hecho esto?
A su propio hermano.
Ni él ni yo teníamos la culpa.
Habíamos desquitado la ira con las personas equivocadas…
Por un par de horas más nos quedamos acostados, logré dormir
mientras Vincent tomaba mi mano.
Cuando desperté…supe que era la hora…
*****
Sentada en la silla de ruedas esperaba en la pequeña capilla del
hospital. Esperaba a Vincent.
Cuando finalmente llegó…lo hiso con el rostro destrozado…y con una
pequeña urna en sus manos.
El bebé que poco antes había sostenido en mis brazos había
sostenido…ahora estaba allí…en cenizas…
Sollocé aceptando la urna y abrazándola fuertemente.
La despedida de mi bebé siempre estaría en mi mente.
“——— Mi pequeño…mi niño…mi angelito…no te pude conocer…no
podré verte crecer…pero siempre estarás en mi corazón…siempre
serás una parte de mí…siempre estarás conmigo…en mi corazón, en
mi mente…pero creo que no era tu tiempo, ni ángel——le dije en un
susurro mientras dejaba un mar de besos por todo su pequeño rostro
mientras lo sostenía y mecía en mis brazos——no era tu tiempo, pero
sé que en alma siempre me acompañarás…y cuando decidas que
quieres venir a este mundo yo seré la más feliz y gustosa de darte
una parte de mí, de tenerte creciendo dentro de mí, para que crezcas
y puedas nacer… te estaré esperando, mi amor, cuando decidas que
es el momento adecuado… hasta entonces, te llevaré conmigo en el
corazón…mi pequeño Nicholas.” Le había dicho mientras Vincent me
abrazaba y acariciaba la pequeña cabecita de Nicholas, nombre que
habíamos concordado en darle.
Pero la despedida de Vincent, me había destrozado. Nunca lo había
visto así de vulnerable.
“——— Mi pequeño Nicholas, mi alegría, mi dicha…mi hijo…no sabes
cómo me parte el alma no verte dar tu primer sonrisa, o tu primer
paso…me mata saber que nunca me llamarás papá ni a Athena la
llamarás mamá…pero siempre seremos tus padres…y tú siempre
serás nuestro hijo…y te prometo, mi campeón, que te esperaremos
con los brazos abiertos…con ansias…cuando decidas que quieres
venir a darnos el honor de hacernos tus padres——Vincent solloza
tomando la pequeña manita en su mano——siempre serás recibido
con gran alegría, mi campeón…hasta entonces, prometo cuidar de tus
hermanos, y de tu mamá…te juro que lucharé por hacerlos
feliz…sobre todo, te juro ser un gran padre y esposo…hasta que nos
volvamos a encontrar, mi Nicholas Coleman Rousseau.”
Ahora, teniendo la urna con forma de cofre que guarda mi mayor
tesoro, solo quiero honrar la memoria de Nicholas, siendo una buena
madre…y regresando al camino para ser la esposa que Vincent
merece y que yo quiero ser.
Rezamos y presenciamos la misa que el sacerdote accedió a dar con
tanta prisa.
Solo estamos Vincent y yo…pero no me siento sola en absoluto.
CAPÍTULO 29 Vincent
——— Estoy muerta——se queja Athena cuando se acomoda en su
cama de hospital.
Tiene la piel pálida y luce sumamente frágil.
Quiero hacer algo…lo que sea…por verla sonreír otra vez.
Quiero curarla…curarla con mi amor y el de nuestros hijos.
——— Duerme un rato, amor, tienes que descansar——le pido con un
tono de voz cansado.
Estoy muerto, me siento como si hubiera estado una semana entera
sin dormir. Supongo que el fallecimiento de Nicholas me afectó
severamente. Ni siquiera puedo describir lo que se siente haber
perdido un hijo…el dolor es indescriptible.
——— ¿Vas a ir a verlos? ——pregunta tímidamente.
Athena quería ir a ver a nuestros hijos, pero el doctor se lo había
negado, primero tenía que descansar. ¿Mañana? Mañana ella podría
finalmente ir a conocer a nuestros hijos.
——— Voy a verlos, les tomaré muchas fotos para que las veas——le
digo con una sonrisa.
Ella me da una pequeña sonrisa y antes de poder detenerme la estoy
besando suavemente. Amando el sabor de sus labios.
——— Te he extrañado tanto——susurro.
——— Yo también——admite——ahora corre a ver a nuestros hijos y
tómales muchas fotos para mí.
Asiento dándole una mirada a la urna que descansa en una mesita de
la esquina de la habitación. Nicholas.
Lágrimas comienzan a formarse nuevamente en mis ojos y salgo
antes de que Athena las vea y le contagie la nostalgia.
Michael está afuera esperando.
Camino hacia él y le doy un abrazo.
——— Gracias por estar aquí——le digo.
Él estuvo a mi lado mientras…mientras incineraban el cuerpecito de
Nicholas. Ha estado a mi lado en todo momento.
——— No hay nada que agradecer, amigo——responde y entra a la
habitación a hacerle compañía a Athena.
Los meses habían pasado sin verdaderamente hacerlo, había habido
una distancia enorme entre Athena y yo a pesar de seguir viviendo
juntos. Había sido una tortura que me mataba lentamente. Pero ya no
más.
Lucharía por traer a mi dulce y alegre Athena.
Saldríamos adelante.
Pero tenía una cuenta pendiente…una cuenta pendiente con Melissa
y…Eva. Pero las descaradas habían desaparecido y ahora que me
había decidido a buscarlas ni teniendo a todo un equipo de seguridad
había logrado encontrarlas hasta el momento.
Había estado tan concentrado en ello, tratando de seguir los pasos de
Eva…
Y entonces fue cuando recibí la llamada.
De parte del hospital, avisándome de la situación de Athena.
Había sido ingresada al hospital por parto prematuro. Mi amor, mi
vida… estaba en un hospital dando a luz a nuestros hijos.
Una llamada de la enfermera y mi mundo se vino abajo sabiendo que
estaba por entrar a quirófano para una cesárea de emergencia.
Y fue la vez en que viajé a un lugar más rápido de lo que jamás lo
había hecho. Fue cuando con el cabello desordenado, la ropa
arrugada y el cuerpo demacrado llegué a lado de mi amada.
¿El pronóstico? Estaba en pleno quirófano. La operación de
emergencia había salvado las vidas de los pequeños. Athena tenía
una hemorragia que controlaron rápidamente, gracias a Dios.
Desde el momento en que había huido estaba embarazada de 7
meses, y el parto se había dado casi a comienzos del octavo mes.
Ella había llevado en su vientre a nuestros hijos por casi ocho meses,
y gran parte de ese tiempo estuvimos peleados por las artimañas de
unas víboras, una de ellas: mi hermana.
Como si estuviera en un sueño caminé al área de las incubadoras.
El tiempo se había congelado repentinamente, no recordaba haberme
puesto la ropa de quirófano y los guantes de látex. Una enfermera
había registrado el pánico que se apoderaba de mí. Me había tomado
del brazo y me había guiado a una incubadora donde se encontraban
dos bebés: un niño y una niña.
Ellos estaban durmiendo. Pero fue cuando mi pequeña hija, mi gran
milagro, mi pedazo de cielo, abrió los ojos y tuve el primer vistazo de
sus brillantes ojos verdes, que eran exactamente una réplica de los
míos propios, que al fin todo volvió a tomar sentido.
——— Felicidades, es usted el padre de una hermosa pareja de
gemelos, un niño y una niña——me había dicho la enfermera pero su
voz había sonado lejana.
Lo único que podía ver era a mi par de hermosos hijos.
Ambos tenían la piel suave y blanca de Athena, así como también los
rizos que tanto amaba de ella, pero los ojos…los ojos de ambos eran
los míos. Eran una pequeña parte de ambos, eran el fruto de nuestro
amor.
Entonces la realidad me golpeó como una roca de 40 toneladas: era
padre.
Vincent Coleman, un empresario, hombre cavernícola y loco
enamorado, era padre de dos hermosos hijos. Y no había nombre para
describir que era padre de otro hijo, muerto.
Y fue entonces cuando lloré, la emoción me abrumó y lloré como un
tonto lleno de felicidad, más que nunca recé, recé porque Athena
regresara a mí para amarme como solo ella lo sabía hacer, recé para
que ella se recuperara y conociera los pequeños pedazos de cielo que
teníamos.
Sin poder detenerme saqué el celular y tome unas docenas de fotos.
No podía esperar a mostrárselas a Athena, las amaría. Amaría ver la
perfecta parejita de hermanos que teníamos.
Pensé en Nicholas, habría amado tenerlo en mis brazos cada
noche…pero Dios hacía las cosas por una razón. Sería fuerte, fuerte
por esos hermosos hijos que tenía.
——— Son hermosos, ¿No es así? ——le pregunté a la enfermera.
Ella me dio una sonrisa divertida.
——— Hermosísimos——confirmó——¿Quieres tocarlos?
¿Tocarlos? DEMONIOS, SÍ.
Asentí tontamente. Abrió una de las ventanillas circulares de la
incubadora.
Metí la mano temblorosa... tomé una manita…de mi hija. Ella se
removió e hiso una clase de sonido. Sonreí.
——— Hola, mi princesa, eres tan hermosa, no puedo esperar a
cargarte…tu mami se muere por verte…Dios, cuando te vea…le dará
un ataque al corazón por tanta perfección——le dije hablándole con
los ojos llorosos—— ¿Y a mí? Me harás viejo muy joven, dándome
problemas para alejar a todos esos mocosos que traten de robarte de
mí, mi princesita.
Cuando tomé la mano de mi hijo sentí el mismo tirón en mi pecho,
abrió sus ojos y eran del mismo verde. Sería un mini-mí. Mi pequeña
copia.
——— Hola, mi precioso campeón, mi niño…DIOS SANTO, te veo y
no puedo negarlo ni mentirme, eres un pequeño Vincent, no le digas a
tu mamá pero te enseñaré a ser igual de cavernícola que yo…para
que cuando encuentres al amor de tu vida, así como yo encontré a
Athena, la hagas tu esposa llevándola al altar en el hombro y
esposada a ti. Pero será nuestro pequeño secreto, mi niño precioso.
Y así me quedé hablándoles hasta que se durmieron y tuve que salir.
Regresando a la habitación, prácticamente saltaba de la emoción por
mostrarle a Athena los grandes tesoros que teníamos.
Éramos padres.
Y estaba que me golpeaba en el pecho por el orgullo y la felicidad.
Ambos estaríamos bien, porque era terco y no aceptaba que las cosas
no volvieran a ser lo que eran antes. Traería a mi Athena de regreso y
le demostraría mi amor para que no volviera a dudar nunca más.
CAPÍTULO 30 Athena
——— Y mira sus ojos——repite Vincent con excitación——son como
los míos. Tienen mis ojos.
En el mismo instante en que desperté mi cavernícola me había
acribillado con docenas de fotografías de nuestros gemelos.
Gemelos.
Finalmente, sí teníamos unos gemelos.
Traté de disimular lo mejor que pude mi confusión interna, estaba
dividida entre el dolor de la pérdida de Nicholas y la dicha de tener a
mis gemelos sanos y a salvo.
Eran pequeños y tenían un peso bajo, pero se recuperarían
rápidamente, según me habían dicho los doctores.
Eso sí, seguirían estando un par de semanas en la incubadora,
después de ello…podríamos llevarlos a casa. A nuestro…hogar.
Sin embargo, la tristeza y la felicidad luchaban contra sí dentro de mí.
¿Cómo se podía ser tan feliz y miserable al mismo tiempo?
——— Y tienen tus rizos——continuó Vincent en un parloteo.
Lo mi señalar lo que quería que viera.
Los pequeños estaban…bueno…seguían arrugados y parecían unas
hermosas pasitas.
Mis pasitas.
——— Son tan hermosos——comento en un susurro.
Y es la verdad…son tan hermosos que me siento terriblemente
orgullosa de ser su madre.
Madre. Era madre.
DIOS SANTO.
——— ¿Ya los viste, Michael? ——le pregunto con una enorme
sonrisa cuando mí cavernícola se deja caer en el sillón, cansado de
caminar de un lado a otro mientras me hablada de su encuentro con
los gemelos.
Michael se acercó y observó las fotos con detenimiento.
Finalmente nos dio una enorme sonrisa.
——— Son perfectos.
——— Lo sé——insiste Vincent como si quisiera gritarle que es lo que
le había estado diciendo por los últimos minutos y él no lo hubiera
entendido.
Negué con la cabeza.
——— Muero de hambre——comenté en un quejido.
——— Yo conseguiré algo, le preguntaré al doctor qué traerte——se
apresura a decir Michael——la comida de los hospitales es horrenda,
créeme.
Y sale de la habitación.
Vincent toma mi mano mientras hace pequeños círculos en la palma
con su dedo gordo.
——— ¿Cómo te sientes?
——— Como si me hubieran abierto el vientre por completo y hubieran
hurgado en mí como si fuera un saco de patatas——respondo con una
sonrisa.
Él pone los ojos en blanco.
——— ¿Y eso es un bien o mal?
——— ¿Tú que crees? ——me burlo.
Los hombres y su incapacidad por entender lo que es enfrentar un
parto, sea natural o de cesárea.
——— En una horas podremos ir a verlos——dice después de un
silencio.
——— No puedo esperar.
Más silencio.
——— ¿Qué…?——comienza a decir antes de aclararse la
garganta——¿Qué quieres que hagamos con nuestra familia
Justo el tema que no quería tocar.
——— Bueno…puedes enviarles las fotos a mi familia…——comencé
a decir con voz temblorosa——y si quieres…mis suegros
pueden…pueden venir a conocer a los gemelos…
Me detuve para tomar aire.
——— Pero…
——— Pero…——prosigo——…no quiero ver a nadie todavía…no
ahora…necesito…necesito tiempo…
Vincent se acomoda a lado de mí en la cama y me abraza con
delicadeza.
——— Lo entiendo, amor…así será…
Nos quedamos acostados hasta que Michael regresa con una
enfermera pisándole los talones. Nos da una mirada de reproche.
——— Señor, no puede acostarse…——comienza a decir pero se
calla con la mirada que le da mi cavernícola. Es aquella mirada que
usa en sus negocios.
Bueno…creo que mi cavernícola posesivo y controlador está de
regreso.
*****
——— Son tan pequeños——comento desde la silla de ruedas en la
que estoy sentada.
Mis hijos…son tan pequeñitos. Y lucen tan hermosos.
Son perfectos.
——— Son nuestros hijos——dice Vincent sorprendido abrazándome
mientras se inclina detrás de mí para verlos.
En silencio extendí la mano hacia el pequeño.
——— ¿Sabes qué he estado pensando? ——digo en voz baja.
——— ¿Qué has pensado? ——pregunta curioso.
——— Ambos perdimos la apuesta.
De inmediato se hecha a reír en voz alta.
——— Así es, ambos perdimos, porque tuvimos un niño y una niña—
—concuerda mirando a los pequeños.
——— Arthur y Natalie Coleman Rousseau——suelto de golpe.
Me mira confundido por un segundo.
——— Los nombre que propusiste, ¿Recuerdas? Ellos tienen cara de
Natalie y Arthur——explico lentamente.
Una parte de mí tiene miedo de que cambie de opinión…
Pero simplemente me da una sonrisa temblorosa mientras asiente. No
hace falta decir nada. Sé exactamente lo que quiere decir.
Le devuelvo la sonrisa.
*****
Se supone que mis suegros estaban en ese mismo instante visitando
a sus nietos. Vincent había dicho que ellos querían verme pero
respetaban mi silencio y esperarían a que estuviera lista.
No podía enfrentar a nadie. No aún.
Vincent había hablado con mi familia.
Lo mismo ocurrió, todos morían de preocupación por mi reacción pero
me daban el espacio que necesitaba.
Una psicóloga había comenzado a visitarme, a pedido de Vincent. Fue
una sorpresa pero comprendía que era necesario que recurriera a la
ayuda profesional para poder enfrentar la situación.
Mi hijo había muerto. No era fácil de asimilar.
Estaba cien por ciento segura que no lo superaría…
No lo superaría nunca…
Pero aprendería a vivir con ello…
Porque, como Vincent, honraría la memoria de Nicholas siendo una
buena madre para sus hermanos y una buena esposa para su padre.
*****
El alta era una mierda.
Estaba asustada de regresar a casa.
Especialmente porque regresaría sin mis hijos.
Y los puntos…tenía miedo de que la herida de la cesárea se abriera.
Sí, tenía que estar en reposo…pero… ¿Y si la herida se abría?
Ok, ese era mi miedo hablando, incluso me había negado a ver la
rajada que tenía…no…le echaría un vistazo hasta que estuviera bien
curada, hasta entonces no, porque mi vida sería un infierno.
Si pensaba que no estaba allí, casi podía olvidarla.
——— ¿Lista? ——preguntó Vincent.
——— Lista, vamos a casa——le pedí.
Y así hicimos, regresamos a casa, a nuestra casa-departamento.
CAPÍTULO 31 Eva
Me sentía como una basura…
En el último par de días no había hecho más que tomar…tomar hasta
caer desmayada.
Mis padres y hermanos estarían decepcionados de mí sí me vieran.
Si vieran qué tan bajo había caído…
Yo era una persona egoísta, malvada, loca, egocéntrica,
narcisista…esa era yo.
Y había estado feliz con quién era…hasta el día en que me dejé guiar
por mi impulsividad y lastimé a una de las personas que más amaba
en la vida: mi hermano Vincent.
En ese entonces había creído que estaba haciendo lo correcto, yo no
confiaba en Athena, ella no era lo mejor para mi hermano. Ella no lo
merecía. Él merecía algo mejor.
Pensé que Melissa era lo mejor.
Ella siempre había amado a Vincent.
Ella siempre había estado allí, desde que yo tenía uso de razón.
Ella era mi ejemplo a seguir…era mi mejor amiga…
Ella había sido la hermana que siempre había querido…
Pero no…las cosas no habían sido como yo creía.
Todo había sido una mentira…una mentira que me había costado muy
caro. Mi familia debía odiarme. Athena, mi cuñada, debía odiarme. Su
familia debía odiarme.
Y eso no era lo peor…
Todos mis seres queridos podrían odiarme y eso ni siquiera sería la
punta del iceberg.
Yo me odiaba: eso era lo peor.
Porque tenía que cargar con mi consciencia y con el peso de mis
pecados. Porque no tenía el valor de dar la cara y pedir disculpas.
Porque sabía que no merecía el perdón de nadie.
Yo no me perdonaba.
Melissa me había hecho creer que ella era la indicada para Vincent.
Vincent era la luz de mi vida, era mi héroe. Él era mi hermano mayor,
mi ídolo.
Y yo solo quería darle lo mejor, quería hacerle entender lo que era
bueno para él…pero yo no tenía ni idea. No tenía ni idea de que solo
le estaba causando un daño.
Cuando al día siguiente del evento había buscado a Melissa no pude
evitar ver la cara de mi hermano al salir de la habitación.
Su cara lucía desencajada y tenía una mirada perdida.
Él no se había dado cuenta de que había pasado junto a mí.
Yo lo seguí.
Lo vi buscar a Athena en su departamento…y cuando salió pareciendo
aún más perdido…lo vi recorrer todos los lugares posibles en busca de
ella. Maldición, lo vi gritar en plena calle con un dolor indescriptible.
Nunca habría llegado a pensar que esa clase de dolor fuera
posible…pero me había equivocado.
Había sido lo suficientemente estúpida para creer que sabía lo que era
lo mejor para él…cuando ni siquiera yo sabía qué era lo mejor para mí.
Fui una tonta.
Cuando regresé a enfrentar a Melissa, para pedirle consejo…me lanzó
a la calle como un perro no deseado. Ahora era como un perro
callejero, literalmente.
Había visto la verdadera cara de Melissa, había escuchado las burlas
de ella porque había conseguido controlarme por demasiado tiempo.
Me llamó estúpida…y no la corregí.
Finalmente hui.
Hui porque no podía dar la cara.
Estaba avergonzada de mí misma.
Me avergonzaba de lo que era…en quién me había convertido.
Lo más curioso de todo fue cuando mi hermano comenzó a buscarme.
Lo conocía…conocía a su equipo de seguridad. Sabía lo que
pensaban de mí.
Ellos me habían buscado por mar y tierra, en los lugares más obvios.
Lugares caros.
Lugares lujosos.
Pero se equivocaban…porque yo era una rata callejera, y como tan
vivía. Yendo de un lugar a otro. Buscando dónde dormir. Negándome
a usar un peso de la cuenta que mi familia me había facilitado.
Había sido ingenua toda la vida, siempre muy sobreprotegida.
Pero yo no tenía idea de nada…
Hasta ahora.
Porque era una indigente.
Una indigente voluntaria.
Sucia…con hambre…una don nadie…
Me sentía feliz…
Me sentía feliz castigándome…haciéndome crecer como
persona…conociendo la realidad… una realidad sin dinero.
Mi vida ahora era una lucha.
Ni Vincent ni nadie se les había ocurrido buscar bajo las piedras,
porque allí donde había pobreza y desesperanza…allí me podían
encontrar.
A veces pasaba los días con Mary, una chica sin casa de 16 años. Ella
era prostituta. Ella había decidido serlo. Porque su padre la golpeaba y
la violaba. Su madre la repudiaba. Ella había decidido huir y enfrentar
el infierno de las calles en lugar del infierno que la hacía vivir su
familia.
Yo no quería darle el infierno a mi familia de tener que soportarme, no
quería darles vergüenza.
Estaban mejor creyendo que estaba en algún paraíso terrenal…
En lugar de ver en quién me había convertido.
——— Un bebé murió——me contó Mary, quien había ido a investigar
sobre la aparición de Athena en el hospital.
Mi mundo terminó de irse al caño.
Era mi culpa.
Si en algún momento había pensado en regresar…en dar la cara…en
hablar… ahora ya no era así.
Había tomado la decisión correcta.
Ellos estaban mejor sin mí.
CAPÍTULO 32 Athena
Los días sin mis hijos habían sido una eternidad.
Vincent no se despegaba de mí a menos que fuera a visitarlos al
hospital.
Yo tenía que estar en reposo.
Gracias a Dios que Vincent siempre tomaba docenas de fotos de
Natalie y Arthur. Cada día creían un poco más. Cuando llegó el tiempo
de que eran libres de salir a donde pertenecían: con nosotros, no
aguardaba la espera.
Pero finalmente había llegado la hora. Hoy tendría a mis hijos
conmigo.
Mi familia había insistido en viajar, pero me había negado. En unas
cuantas semanas sería navidad y hasta entonces, que mis hermanos
tuvieran vacaciones, podrían venir a pasar las fiestas decembrinas con
Vincent y conmigo.
La semana pasada había hablado con ellos.
Fue difícil porque la culpa irracional por la muerte de mi hijo me
impedía dar la cara. No quería que nadie viera mi dolor.
Nadie más que Vincent, Michael y mi psicóloga, me había visto desde
el parto.
Hoy sería mi primer contacto real con alguien además de mis padres,
quienes muy amablemente no habían tocado el tema del fallecimiento
de Nicholas, ellos entendían que cuando estuviera preparada, acudiría
a ellos. Hasta entonces, necesitaba lamer mis heridas.
George, Sonia y Will estaban en la sala. Charlando emocionados
sobre la llegada de los gemelos.
——— Hoy es el día——dice Vincent a mis espaldas.
——— Así es——digo mientras cepillo mi cabello.
Visto un vestido holgado de color azul cielo.
Uso unas sandalias de piso.
No tengo nada de maquillaje.
Ni tengo ningún accesorio.
Solo soy yo.
——— ¿Cómo te sientes? ——pregunta dándome un beso en la cima
de mi cabeza mientras se sentaba a lado de mí en la cama.
——— Ansiosa——respondo honestamente.
Me mira por unos segundos intentando comprobar la veracidad de mis
palabras. Debe estar conforme con lo que ve porque me da un
pequeño beso en los labios.
——— Yo también, no vas a creer lo que se siente tenerlos en brazos.
Puedo imaginarlo.
La primera vez que Vincent puso tomar en brazos a los gemelos llegó
a la casa volando por los cielos de la emoción. Había descrito a detalle
la experiencia.
Ahora no podía dejar de saltar por la emoción de finalmente tener a
mis hijos en brazos.
——— Mis padres… ¿Estás segura? ——cuestiona.
——— Son nuestra familia, merecen compartir este momento——le
digo con voz temblorosa.
No sé cómo me recibirán…o qué pensarán de mí.
Pero no puedo apartarlos de los gemelos, son sus nietos y sobrinos.
——— Tengo miedo de enfrentarlos——agrego mirando fijamente el
cepillo de cabello en mi regazo.
Los brazos de mi cavernícola me rodean.
——— No tienes nada de qué preocuparte.
Probablemente era así y yo solo estaba siendo una tonta.
——— Bien, vamos——digo poniéndome lentamente de pie——en
serio, no puedo esperar a que me quiten los puntos.
Él pone los ojos en blanco.
——— En unos cuantos días te los quitarán——me recuerda
burlonamente con los ojos preocupados.
Yo no he visto la herida de la cesárea.
La sensación de tenerla es…bueno, siendo honesta, es horrible.
Vincent la ha visto, él me ayuda a hacer las curaciones y a cambiar las
gasas. Yo permanezco todo el tiempo lloriqueando
——— ¿Cómo lo llevas? ——su voz interrumpe mis pensamientos.
¿Cómo quiere que lleve la muerte de Nicholas? ¿Cómo se supone que
una mujer sobrelleve la muerte de su hijo? No lo sé. Quizá para cada
mujer es diferente.
Solo sabía que…estaba bien.
Un dolor punzante de instalaba en mi pecho en algún momento.
Algunas veces soltaba a llorar a moco tendido.
Algunas veces tanto era mi llanto que mi cabeza terminaba punzando,
mi estómago dolía hasta querer vomitar y mi garganta se sentía
asfixiada. La mayoría de las veces terminaba teniendo hipo.
Pero no solo era eso… había veces, en que podía pensar en Nicholas
con cariño, con amor. Podía pensarlo y sonreír.
No me pregunten por qué, tal vez era mi imaginación…pero no sentía
la pérdida total de Nicholas…una parte de mí…creía que esta
separación solo era temporal, Nicholas seguía estando en mí…y en
algún momento el volvería a nacer. No era su tiempo.
Si me aferraba a ello, podía pasar los días y las noches tranquila.
Aun me quedaban mis dos hijos, Natalie y Arthur, por ellos volvería a
ser fuerte. Ellos me necesitaban…yo los necesitaba.
——— Mejor de lo que esperaba——le respondo a Vincent.
Siempre me dolería la muerte de Nicholas…
Pero solo quedaba aprender a vivir con el dolor.
De lo contrario me volvería loca…y había muchas personas que me
necesitaban.
*****
Paso a paso.
Vincent me ayudó mientras caminaba lentamente, cuando entramos a
la sala todo el mundo se quedó en silencio. Me moría de nervios
porque era la primera vez que enfrentaba a mis suegros y a Will desde
que fue el parto.
Sabía que no podría evitarlos por siempre, por lo que alcé la mirada y
enfrenté sus miradas.
No estaba segura de qué esperaba que hicieran ellos…
Pero el fuerte abrazo que me dio Sonia me tomó por sorpresa.
——— Todo está bien, mi niña——susurra en mi oído.
Le regreso el abrazo agradecida, no sabía qué tanto necesitaba saber
que ellos no me odiaban, hasta que todos me abrazaron como si
siempre hubiera sido parte de su familia.
——— Bueno…ya…que si no me pondré a llorar——dije unos minutos
después.
Will hiso un puchero cuando su hermano no le permitió abrazarme.
——— Aún tiene los puntos…puedes lastimarla.
——— No soy un bruto——bufó ofendido.
Negué con la cabeza.
Había extrañado ver pelear a esos dos.
Lo que me llevó a otro pensamiento que no podía sacar de mi mente.
Eva.
¿Dónde estaba?
Sabía que Vincent estaba preocupado por ella, la estaba buscando por
todas partes…sí., sí…
Ella había sido una perra conmigo…y por su culpa Vincent y yo casi
nos separábamos…
Pero…
Yo no era como ella…
Era mi familia…era mi cuñada…me preocupaba que nadie hubiera
sabido algo de ella…
Si eso me convertía en una tonta, que así fuera…
Pero no cambiaría quien era, yo no podía guardar rencor…a menos
que habláramos de Melissa, entonces, guardaba rencor, furia y
muchos golpes. Un día le daría esos golpes.
Esperaba que la nariz de Eva no hubiera terminado permanentemente
torcida.
Hice una mueca.
——— Tenemos un regalo para ti…——comenzó a decir Vincent con
inseguridad.
¿Qué regalo?
Oh, la curiosidad me mataba…lo negaba, pero AMABA LOS
REGALOS.
¿A quién no?
No sabía cómo actuar cuando recibía uno…pero seguía amando los
regalos.
Vincent me llevó a uno de los cuartos de huéspedes del departamento
y se detuvo en la puerta.
——— Sabemos que no estabas con la capacidad física ni la fuerza
emocional para hacer esto…pero——comenzó a decir con torpeza—
—entre nosotros cuatro…bueno…¿Recuerdas que venían muy
seguido? Pues era porque estábamos armando tu regalo…así
que…espero que te guste…pero si no…podemos cambiar lo que
quieras…
Se quedó en silencio y me indicó que abriera la puerta.
Cuando lo hice…me quedé congelada…
El cuarto estaba hermosamente adornado.
Había una cuna grande de color blanco con muchos detalles.
Los muebles combinaban con la cuna, eran de color blanco.
Pero las paredes…
Las paredes estaban hermosamente decoradas de colores
calidad…rosa y azul, una hermosa combinación…
Y la pared más grande…tenía un paisaje de un bosque.
El techo estaba pintado de tal manera que parecía que era un cielo
azul cubierto de nubes.
Peluches y juguetes estaban esparcidos estratégicamente.
Había todo lo que necesitarían los bebés…pañales, toallitas
humedad…talco…cremas…ropa…había de todo.
Una silla mecedora daba hacia la vista del paisaje.
Abrí el guardarropa…dividido en dos…ropa de niño y niña…todo
acomodado en colores…ropa de todo tipo y tamaño. La mayoría era la
que Vincent había comprado meses atrás.
Miré a Vincent que se removía de un lado a otro.
George, Sonia y Will esperaban amontonados en la puerta.
——— Me encanta——chillé de alegría——muchas gracias.
Vincent soltó el aire que estaba conteniendo.
Los abracé a todos, contenta de tener a parte de mi familia de vuelta.
*****
——— Justo así——explicó Vincent ayudándome a acomodar a
Natalie en mis brazos.
Estaba sentada en una silla mecedora mientras acunaba a mi niña en
mis brazos. Esperábamos los papeles del alta, mientras tanto, una
enfermera me explicaba cómo alimentar a los bebés.
Estaba nerviosa.
——— No tiene nada que temer, señora——dijo nuevamente la
enfermera.
Natalie estaba más pesadita desde el día en que nació. Lucía fuerte.
Era hermosa.
Tenía poco cabello, pero el que tenía estaba rizado, así como el de
Arthur.
Vincent cargó a Arthur y comenzó a mecerlo suavemente.
Con mano temblorosa desabroché los botones que mi vestido tenía en
el escote, sabía que debía alimentar a los bebés, la leche materna era
mejor que la fórmula.
Ellos habían estado siendo alimentados con fórmula, hasta ahora, que
su mamá estaba de regreso, o sea: yo.
Pero, joder, hacerlo no era fácil, tenía miedo…
La enfermera me ayudó a acomodar a Natalie mientras esta por
primera vez se aferraba a mi pecho y comenzaba a mamar. Di un grito
de asombro.
Estaba…estaba alimentando a mi hija por primera vez.
Mis ojos se llenaban de lágrimas mientras la veía acomodar su manita
en la cima de mi ceno, estaba acomodada mientras comía, y no lucía
como quisiera alejarse por un largo rato.
Miré a Vincent.
Sus ojos estaban humedecidos mientras me veía alimentar a Natalie,
se acercó y me besó en la frente.
——— Mis princesas…lucen tan hermosas——susurra mientras mece
a Arthur.
——— Mis príncipes…tan guapos y sexis——respondí dándole una
sonrisa.
Arthur hiso un sonido mientras comenzaba a llorar. Tenía hambre.
Sonreí.
Cuando Natalie terminó Vincent se ofreció para hacerla eructar.
Se la tendí cuidadosamente.
La enfermera que cargaba a Arthur me lo entregó.
Acomodando mi vestido para poder alimentarlo con el otro pecho vi a
Vincent seguir las instrucciones de la enfermera para hacer eructar a
Natalie.
Arthur, como su hermana, se aferró a mí mientras comía.
Lo besé en la cima de su cabecita.
——— Esto es laborioso——se quejó Vincent asustado.
Tenía una toallita en el hombro.
Acomodó a Natalie de tal manera que cuando esta eructo y sacó un
poco de leche, esta cayó en la toalla.
——— ¡Eso es, pequeña! ——gritó Vincent victorioso. Me reí al igual
que la enfermera que nos miraba soñadoramente.
Con otra toallita limpió su boca y la acomodó en el cunero.
Estaba tranquila y saciada, por lo que se mantuvo en silencio.
Mientras tanto Vincent sostuvo la cabecita de Arthur contra mi pecho
mientras me besaba nuevamente.
——— Comelón——le dijo a Arthur.
Reí.
——— ¿A quién se parecerá? ——me burlé en voz baja.
La enfermera no escuchó pero enseguida Vincent se echó a reír
fuertemente, provocando que nuestra pequeña hiciera un ruidito.
——— Sabe lo que es la calidad, de tal palo…tal astilla——respondió
Vincent dándome un guiño coqueto.
Idiota.
Mi idiota encantador.
CAPÍTULO 33 Vincent le sacó a Arthur cuando éste finalmente se dignó a dejar ir mi
pecho.
Era un tragón.
Sonreí cuando Vincent volvió a gritar emocionado como aquella vez en
que lo vi celebrar por un touchdown que había hecho su equipo
preferido. Los vaqueros de Dallas.
——— Así que son libres de irse——dijo el doctor cuando nos
terminaron de explicar los cuidados para los bebés y todos aquellos
tips para padres primerizos como nosotros.
——— Gracias por todo——le dije dándole un abrazo.
——— No hay de qué——respondió con una sonrisa——no olvides tu
cita para quitarte los puntos.
——— No lo haré.
Vincent cargaba a Natalie, que tenía un gorrito y mameluco rosado. Le
habían hecho las perforaciones en sus orejitas, por lo que traía un par
de esos aretitos de bolitas de oro.
Cargué a Arthur y seguí a Vincent a paso lento hasta que llegamos a
la sala de espera.
Will fue el primero en acercarse y pedir cargar a un bebé.
Vincent, como el cavernícola que es, se negó a dejar ir a Natalie, y si
tuviera en sus brazos a Arthur, tampoco lo hubiera prestado ni por un
minuto.
“Padre celoso y posesivo” pensé burlonamente.
——— Si quieres puedes cargar a Arthur——le dije con una sonrisa.
——— Tú si me quieres——suspiró dándome un beso en la frente.
Reí por la expresión de Vincent.
——— Manos fuera de mi esposa——advirtió regresando su atención
a Natalie, quien se estaba quedando dormida rápidamente.
Will cargó a Arthur con mucho cuidado, por su expresión podía
adivinar que moría por el día en que pudiera tener a sus propios hijos.
Sería un buen padre, estaba segura.
——— Hasta dan ganas de tener un hijo propio——exclamó Will
sorprendido.
Sonia soltó un ruido sorprendido que me hiso pensar que se estaba
atragantando. Le dio una mirada a Will.
——— Bien, primero me caso…——agregó rápidamente él antes la
mirada de su madre.
——— Así es——confirmó ella antes de acercarse y hacerle mimos a
Arthur.
No sé si era mi imaginación, pero Arthur estaba encantado con la
atención recibida y podía ver sus párpados caer cerrados por el
sueño…pero el pequeño se negaba a dormirse.
Resoplé.
Era toda una pequeña copia de Vincent.
Lo que significaba…que alguna chica tendría alguna vez la misma
suerte que yo…y tendría a un mini cavernícola estilo Vincent…
La sola idea me hiso sonreír.
Cuando finalmente Arthur calló dormido víctima del sueño en brazos
de Will, lo dejé sostenerlo hasta llegar a la camioneta.
Dos asientos de bebés estaban instalados en el asiento trasero.
Vincent los acomodó con mucho cuidado y miedo.
Estaban tan pequeñitos que daba miedo hacerles daño.
——— ¿Quieren comer con nosotros en casa? Muero de hambre——
les pregunté a mis suegros. Will ya estaba entrando en el asiento
delantero.
——— ¡Hey, ese es mi lugar! ——gritó Vincent a su hermano.
Will cerró la puerta con seguro y subió la ventanilla.
Ignoró los gritos de su hermano y se puso el cinturón de seguridad.
Will tenía un problema de confianza…DIOS, era igual que su hermano
mayor. Pero era dulce.
——— Nos encantaría——responde George.
——— Nos vemos allá——les digo antes de subirme cuidadosamente
a la camioneta.
——— Que Michael conduzca su carro——dice Vincent.
——— Solo me quitas mi lugar porque Will te quitó el tuyo——se
queja Michael.
Niego con la cabeza.
Son irremediables.
Cuando nos ponemos en marcha, con Vincent conduciendo, pienso en
lo bonito que se siente regresar con mis gemelos.
Arthur y Natalie dormían plácidamente.
*****
——— No puedo——me quejo llorando más tarde.
——— Sí puedes——insiste Vincent.
Discutimos mientras él insiste en que puedo bañar a los gemelos.
La verdad es que tengo miedo.
¿Y si hago algo mal y alguno sale herido?
¿Y si los lastimo?
¿Y si…?
Detengo el pensamiento.
Puedo aprender a bañar a mis hijos, sé que puedo…no los lastimaré…
DIOS.
Soy una cobarde.
——— Está bien——accedo.
George y Sonia se habían quedado todo el día, hasta que se habían
retirado momentos antes.
¿Will? Will seguía comiendo los pastelillos favoritos de Vincent
mientras veía la televisión en la sala.
Él se negó a abandonar el departamento.
Vincent se había rendido después de discutir media hora.
El baño estaba listo, la enfermera que habíamos contratado nos
explicaba y guiaba en todo. Afortunadamente.
——— Tú quítale la ropa a Natalie——dijo él.
Asentí.
En silencio le quité cuidadosamente la ropita y el pañal a Natalia, ella
pataleaba alegremente. Nunca se quedaba quieta, al igual que su
hermano.
¿Si te lo preguntabas?
Arthur había nacido segundos antes que Natalie, por lo que ella era la
menor, no por mucho tiempo, pero al fin y al cabo la menor.
En el baño habían dos lavabos llenos de agua, lo suficientemente
grandes para que hicieran de tina para los bebés.
——— Tienes que meterlos en el agua y sostener sus cabecita fuera,
así——explicaba Vincent sumergiendo a Arthur y acomodando su
brazo de tal manera que su codo hacía de reposadera para su
cabecita.
No lucía tan difícil.
Hice lo mismo con Natalie.
Imité la manera en que enjabonó su cuerpecito y lo limpió
cuidadosamente.
Natalie pataleaba incontrolablemente.
Y aunque me tenía alerta…estaba feliz…a pesar del temor…estaba
bañando por primera vez a mi hija.
Cuando acabamos la envolví en la toalla rosita que tenía a un lado.
En silencio la sequé y la vestí.
Era la primera vez que también ponía un pañal.
——— Sabía que podías hacerlo——dice con una enorme sonrisa de
orgullo.
Me acerco a darle un beso.
——— Gracias por tu apoyo.
——— Siempre, amor, siempre estaré para ti——responde dándome
un beso.
Regresando al cuarto de los bebés me acomodo en la silla mecedora
para darle de comer a los bebés.
Vincent tenía un grave problema de obsesión por verme alimentar a
los pequeños.
Él se sentó en la mecedora junto a la mía, la que había mandado a
traer en nuestra ausencia.
——— Me estoy enamorando nuevamente de ti——le digo.
Me mira confuso.
——— ¿Habías dejado de quererme? ——prácticamente grita.
Niego la cabeza con una sonrisa.
——— Me estoy enamorado MÁS de ti——aclaro.
Al instante se tranquiliza.
Cavernícola exagerado.
——— Yo cada día, a cada hora, me enamoro más de ti——responde.
Cuando terminamos de acomodar a los bebés en la cuna, finalmente
nos vamos a dormir a nuestra habitación.
——— Yo tomaré la habitación de invitados——dice Will pasando
frente a nosotros con una pijama de Vincent.
Sonreí por lo confianzudo que era Will.
Jalé a Vincent a la habitación antes de que se propusiera arrancar su
pijama del cuerpo de su hermano.
——— Esa es mi pijama——se queja Vincent infantilmente.
Pongo los ojos en blanco.
——— Tienes muchas——le recuerdo poniéndome un camisón.
No volteo a ver mi vientre.
——— Sí, pero esa era mi preferida.
——— Nunca usas pijamas en la cama——le digo.
Y como si él estuviera esperando a que se lo dijera me lanza su ropa a
la cara. Doy un grito sorprendido apartándolas de mi vista para ver a
Vincent desnudo, posando como si fuera una estatua griega.
Niego con la cabeza.
——— Sí sabes que no podemos hacer nada, ¿Verdad? ——le digo
con la voz ahogada.
——— Lo sé…pero me gusta verte babear por mí.
Y allí está…mi cavernícola engreído y orgulloso.
¿Mi Vincent? Estaba de vuelta.
CAPÍTULO 34 En la noche los gemelos se despiertan y me levanto para ir a verlos.
Deben tener hambre.
——— El deber nos llama——dice Vincent somnoliento.
——— Así es——le digo—— ¡Ponte un pans!
Le grité al ver que salía muy campantemente desnudo.
La enfermera estaba en la habitación al lado de los bebés…no dejaría
que alguien además de yo, viera a mi marido como dios lo trajo al
mundo.
——— Sí, señora——se queja poniéndose un pans.
Tonto.
Llegando a la habitación en seguida descubro el motivo de su llanto:
necesitan un cambio de pañal.
——— ¿Sabes cambiar un pañal? ——le pregunto asustada.
Él se encoje de hombros.
——— Nop.
La enfermera entra y nos explica cómo cambiar los pañales.
La contratamos para que nos guiara en estos días mientras nos
adaptábamos a la llegada de los gemelos pero nosotros hacíamos
todo.
No lo quería de otra manera.
Aunque en algún momento necesitaría una niñera…
De forma sincronizada, Vincent y yo desvestimos a los gemelos.
Cuando abro el pañal, al mismo tiempo que él, no puedo evitar hacer
una mueca. Joder.
Bueno…no me culpes… ¡Era la primera vez que cambiaba un pañal!
Vincent hiso una arcada igual que la mía.
La enfermera se rio.
——— No saben la cantidad de veces que he presenciado esto…es
normal en padre primerizos.
Aunque no me consoló en absoluto… ¡Logré cambiarle el pañal a mi
niña sin vomitar!
Debía sonar como una mala madre…pero no lo entenderías hasta que
tuvieras que cambiarle el pañal por primera vez a un bebé.
*****
NAVIDAD.
Finalmente era navidad.
Para el momento en que mi familia había llegado…no se había
separado de mí.
Mi padre estaba encantado con los gemelos.
Él y George platicaban mientras cargaban a los gemelos.
Mi mamá y Sonia, además de la abuela, me hablaban de todo lo que
vivieron cuando fueron madres primerizas.
Vincent y Will gritaban a todo pulmón mientras competían en el Guitar
Hero con Peter y Louis.
Solo faltaba Eva.
Y se podía sentir en el ambiente que todos pensaban lo mismo. Me
gustaría que estuviera de regreso para decirle que la perdonaba…de
corazón la perdonaba…porque Vincent y yo teníamos una relación
más fuerte.
Cada día era un trabajo levantarse sabiendo que la ausencia de
Nicholas era reciente…pero juntos lo estábamos superando.
El día en que me habían quitado los puntos Vincent me pidió perdón
por la situación de Melissa y Eva.
Yo no tenía nada que perdonarle.
Pero le pedí que se perdonara…él era el único que recordaba día y
noche lo que había pasado. Y me mataba verlo culparse.
Pensé que nunca lo haría…pero lo consiguió y había vuelto a tener
ese brillo de absoluta felicidad y paz en su mirada.
Y gracias a ello, estaba teniendo la más hermosa navidad de toda la
vida.
*****
25 de diciembre.
——— Despierta, amor——insistió Vincent.
Le hice una seña con la mano, como si estuviera espantando una
mosca molesta.
——— ¿Le pasó algo a los bebés?
——— No——respondió.
——— Entonces déjame en paz——hey, no era una persona muy
mañanera después de las primeras semanas con los bebés llorando
toda lo noche.
Si tenía un momento para dormir, lo aprovechaba.
——— Vamos, Athena… ¡Es navidad! ——gritó como si fuera un niño.
Navidad…
Vincent debía estar en el quinto cielo de la emoción.
Se había escabullido de mi vista hace una semana…y no había
regresado después de casi 7 horas.
¿Por qué? Él y Will habían ido a hacer las compras navideñas…se
habían pasado más de 6 horas vaciando docenas de tiendas, lo
juro…por la cantidad de regalos que se amontonaban alrededor del
árbol, habían gastado una millonada.
Ambos eran una maldita copia, igual de impulsivos, alegres y
obsesivos compradores.
——— ¿Quieres abrir los regalos? ——pregunté somnolienta.
——— ¡Finalmente me entiendes, mujer! ——se queja exasperado.
Pongo los ojos en blanco.
Me siento mientras me estiro perezosamente.
Vincent aprovecha el momento para dejar un beso húmedo entre mis
pechos.
Lo alejo sabiendo que si le doy entrada a sus
arrumacos…terminaremos acostándonos y toda nuestra familia estaba
allí.
——— Tengo algo que quiero que abras——comienza a decir,
caminando por una caja que estaba sobre la mesita de noche.
Me la entrega.
——— ¿Juras que no son joyas ni chocolates? ——pregunto.
Tengo unos kilos de más que se niegan a desaparecer.
Dar pecho a los gemelos ayuda de mucho.
Pero unos kilitos se aferran a mí y no quiero excederme con los
postres.
¿Las joyas? Vamos, es Vincent de quien hablamos, es capaz de
darme algo enorme y caro que nunca jamás usaré.
——— Te lo juro——responde inquieto——vamos, ábrelo.
Abro la caja.
Saco un álbum repleto de fotografías que hemos hecho en todos estos
meses. Nuestras, de nuestra familia, de los bebés…
——— Es hermoso, lo amo——digo con lágrimas en los ojos.
Me lanzo a sus brazos y lo beso por toda la cara, él ríe feliz.
——— Todavía hay más.
Miro la caja y saco una cajita, la abro… dentro hay una llaves.
Lo miro confundida.
——— Finalmente encontré nuestra isla privada en tierra——dice
tímidamente.
Mis ojos se llenan en lágrimas…
Eso es como…increíble…
Conociendo a Vincent sé que amaré el lugar…
——— No puedo esperar a verlo——admito con alegría——te amo
tanto, mi cavernícola posesivo, siempre te amaré.
——— Podemos empezar a mudarnos…mañana——dice él.
——— Eres incorregible——le digo.
——— Lo sé, ¿Qué harías sin mí? ——Exclama con incredulidad——
pero también te amo, Athena. Eres mi todo.
Dejo que me vista mientras me apresura para que vayamos a abrir el
resto de los regalos con la familia.
A pesar de que cada día, al momento de levantarme, beso la urna de
las cenizas de mi pequeño Nicholas, nunca había sido más feliz en mi
vida.
El dolor nos hacía valorar lo que teníamos.
El dolor me había hecho apreciar la maravillosa familia que tenía.
Sí, dolía como el infierno la ausencia de Nicholas, pero el apoyo y el
amor de Vincent me estaba ayudando a salir adelante. Así como el
amor de mis hijos.
¿Ahora? Ahora era más fuerte como persona…era más fuerte como
mujer… y el amor que había entre Vincent y yo era más fuerte.
*****
——— No espíes——dice Vincent cubriendo mis ojos con sus manos.
Caminamos lentamente.
Es enero y el clima en Dallas, Texas es agradable para mí.
Amaba el calor.
Era un hermoso día.
Vincent había arreglado toda la mudanza pero no me había permitido
ver el lugar en el que viviríamos.
Will, como la sanguijuela que es, se escabullo con la mudanza,
digamos que ahora estaba temporalmente viviendo con nosotros. Y
aunque mi cavernícola lo negara, estaba feliz viendo a su hermano
todos los días.
Eva seguía sin aparecer, pero teníamos la esperanza de que pronto la
encontráramos.
Se había comunicado para decir que dejáramos de buscarla.
Pero no nos rendíamos…ella era parte de la familia. Ella era
bienvenida en nuestras vidas y teníamos una plática pendiente.
——— Listo——dijo Vincent descubriendo mis ojos.
Lo que vi…bueno superaba mis expectativas.
——— ¿Es lo que creo que es? ——pregunté viendo los kilómetros de
terrenos que había frente a nosotros.
——— Nuestra pequeño rancho…nuestra isla privada en tierra.
——— ¿Pequeño? ——cuestiono con duda.
——— Bien…quizá mediano——se corrige.
Caminamos hasta encontrar…sí…una hermosa casa estilo colonial.
A lo lejos se pueden ver unas casas parecidas a la nuestra pero más
pequeñas.
——— ¿Qué es…?
——— Cuando te dije que quería nuestra isla privada…quería incluir
un lugar para nuestra familia para cuando quieran venir——admite
tímidamente.
Y creo que me enamoré más de él.
Había pensado en nuestras familias.
——— Tendremos nuevos vecinos en estas vacaciones de verano—
—agrega sonriente. Lo miro sorprendida.
——— ¿Estás diciendo que..?
——— Sabía que los extrañas…y así podemos ser vecinos…cada
quien tiene su privacidad pero estamos a metros de distancia——
responde.
——— Gracias, amor——susurro besándolo.
Aún tenemos algo pendiente.
Lo hablamos y creo que era el tiempo…
——— ¿Estás listo?
——— Sí——afirma tomando mi mano.
Caminamos hacia la parte trasera de nuestra casa.
En un lugar específico hay un hermoso jardín que le pedí que hiciera
cuando me describió en lugar.
En el centro de ese jardín, aguarda un agujero en el suelo.
Cargo la urna en mi mano.
Mientras nos acercamos mis ojos se llenan de lágrimas.
Nos detenemos y nos hincamos en el suelo, Vincent me jala contra él
y me sienta en su regazo.
——— Nicholas, mi bebé——comienzo a decir——no sabes cómo te
extrañamos tu padre y yo… cada día es un martirio levantarme y
caminar hasta tu urna para besarla.
Un sollozo se escapa de mí.
Vincent me abraza fuertemente, hunde su rostro en mi hombro, lo
siento derramar sus lágrimas sobre mi piel.
——— No sabes cómo odio pensar que estabas allí, encerrado en una
maldita caja——prosigo——pero no sabes cuan doloroso fue reunir el
valor de dejarte ir…es egoísta mantenerte encerrado…tu papá y yo
finalmente lo logramos…
No puedo seguir hablando.
Mi garganta se cierra dolorosamente.
——— Eres y siempre serás nuestro pequeño——continúa Vincent en
mi lugar——tú sabes que estaremos esperando por ti, campeón, hasta
entonces, hoy nos reunimos aquí para honrarte…tus cenizas son lo
único que dejaste en tu breve estancia con nosotros…tu alma nos
acompaña, eso siempre lo hemos sabido…y cuando lo desees, te
recibiremos con los brazos abiertos… hasta entonces, dejamos que
tus cenizas continúen su camino…esta es nuestra forma de honrarte,
porque aun cuando no permaneciste mucho tiempo aquí, tú sigues
dando vida…nos das vida a tu mamá y a mí…nos diste una gran
lección, campeón…nos uniste…espero verte pronto, mi niño. Hasta
entonces, tú sigues dando vida y sabiduría con tu recuerdo. Hasta
pronto, mi amor.
Y finalmente procedemos a dejar ir a nuestro pequeño Nicholas.
Vaciamos sus cenizas y plantamos un árbol.
El árbol en honor a Nicholas.
Un árbol, del que crecerá Nicholas.
Vincent me abraza mientras lloramos en silencio y acomodamos la
tierra alrededor.
Una placa yace cerca:
“En memoria de Nicholas Coleman Rousseau, nuestro campeón,
nuestro maestro, nuestro tesoro… hasta pronto, ángel.”
Y así es como dejamos libre a Nicholas, libre para elegir cuándo
regresar a nuestros brazos, libre para escoger cuándo sería su
momento…libre para volvernos a escoger como padres.
Un llanto suena desde el interior de la casa, Arthur y Natalie
despertaron.
Nos levantamos y caminamos de regreso a la casa, de regreso con
nuestros hijos…Vincent y yo regresamos tomados de la
mano…cargando una urna ahora vacía.
****
Tres años después
Estaba sentada en una silla mecedora en el porche de nuestra casa
en Dallas, Texas. Desde que habían nacido Natalie y Arthur,
buscamos la mejor casa para convertir en nuestro hogar, la isla
privada en tierra que tanto queríamos, y ganó Dallas, honestamente
creía que así lo decidió Vincent porque los vaqueros de Dallas era el
equipo de futbol americano favorito de Vincent. Tonto, lo sé, pero le
gustaba ir a ver a los juegos de los equipos universitarios, y también
me gustaba.
La espalda me dolía horrores, aunque no es que quisiera decírselo a
Vincent, últimamente estaba muy alterado y sobreprotector.
Vi a mis pequeños gemelos correr a través del patio, con mi sexy
hombre detrás de ellos. Los cargó a ambos como si fueran costales y
ellos gritaron extasiados.
Me paré y me recargué sobre el barandal del porche.
Vincent encontró mi mirada.
Sonreí.
Les dijo algo a los niños y ellos siguieron jugando mientras él
caminaba hacia mí.
Se paró detrás de mí y me rodeó con sus brazos.
Comenzó a besar mi cuello y hombro.
Hacía demasiado calor.
——— Deja de sofocarme——me quejé débilmente.
Él gruñó.
Le encantaba cuando le decía eso.
Se volvía un pulpo con tentáculos. Rodeando mi cuerpo con sus
manos.
——— Creo recordar muy bien que fue por ese mismo motivo, que
dijiste eso, que ahora tienes este hermoso vientre abultado——explicó
poniendo sus manos en mi vientre.
Parecía un maldito camión.
En el último mes mi vientre había crecido considerablemente.
Lo que era de esperarse, tomando en cuenta que tenía un pequeño
pateador muy saludable y pasadito de peso. Un niño. Estábamos
seguros que Nicholas finalmente nos dejó de hacer sufrir y se dignó a
venir a este mundo.
Sonreí y recargué mi cabeza en el pecho de mi cavernícola.
——— Y valió completamente la pena——respondí juguetonamente.
Él había entrado en una completa faceta de hombre de las cavernas
cuando le había gritado que dejara de sofocarme. Un completo
maratón sudoroso y excitante había sido el resultado.
Sentí una patadita.
——— Se están moviendo——dijo Vincent distraídamente mientras
mantenía maravillado sus manos sobre mi panza.
Desde que el embarazo de Natalie y Arthur había resultado con el
fallecimiento de Nick, ahora era una garrapata conmigo, siempre
pegado a mí, no queriendo perderse nada de esta etapa de nuestras
vidas y siempre sobreprotegiéndome a mí y a nuestro niño.
Sus tendencias sobreprotectoras y controladoras habían aumentado
considerablemente desde que habían niños en nuestra casa.
En serio, cuando alguno de mis pequeños hijos se caía, él llegaba
corriendo hecho un alboroto y prácticamente llevando a los niños al
hospital.
Yo sonreía. Era algo lindo de ver.
Los niños lo adoraban
Natalie era la niña de sus ojos.
Ella era apegada a él.
Como era de esperarse, Arthur era más apegado a mí.
Excepto cuando ambos se unían y se pegaban como lapas a alguno
de los dos.
Normalmente les gustaba pegarse a las piernas de su padre y hacer
que él caminara con ellos unidos a él.
Eran adorables.
Eran el mejor regalo de la vida.
Eran mis hijos queridos.
No me arrepentía de absolutamente nada de lo que había ocurrido
para llegar aquí. Todo había valido la pena.
Desde la casa de escuchaban voces.
La gran propiedad que Vincent había comprado tenía más que
hectáreas extras.
A unos metros de distancia se encontraban casas de huéspedes
rodeando la casa principal, donde él, los gemelos y yo, vivíamos. No
me había adaptado a la casa central.
En una de las casas de huéspedes, extremadamente grandes, vivían
mis padres y hermanos. Lo que era un alivio.
No quería separarme de ellos, pero también debíamos de tener
nuestro propio espacio Vincent y yo. Así que de sorpresa había
comprado esta enorme propiedad donde podría tenerlos a unos
cuantos metros.
Toda mi familia se encontraba dentro de la casa principal, así como los
padres y hermanos de Vincent, a excepción de Eva (se había vuelto a
negar a asistir) , así se habían vuelto últimamente todos los días. Ellos
venían a cada hora que podían a ver los gemelos y a pasar un rato
familiar. Además ellos cuidaban a los gemelos cuando iba a la
universidad, estaba por graduarme finalmente.
Juro que los hijos de Vincent y míos, no podrían haber tenido unos
abuelos y tíos más consentidores.
Ellos los malcriaban a niveles extraordinarios.
Y Vincent ni se diga, él era un consentidor de lo peor.
Era como un niño cuando se trataba de comprar juguetes para ellos.
¿Y yo? Bueno adoraba a mis hijos, pero no estaba sobre ellos a cada
hora del día como Vincent.
Sentí otra patadita.
Vincent no podía quitar esa incrédula expresión de su rostro.
Miré hacia el pequeño árbol que crecía poco a poco, donde estaban
las cenizas de Nick. No se lo digan a Vincent, pero estaba segura que
el alma de Nicholas nos había vuelto a escoger como padres, lo había
soñado y lo creía. Tenía a mi niño de regreso y esta vez venía con
revancha…creciendo demasiado y teniendo un peso más que
saludable.
——— Tienes un grave problema con embarazarme cuando estoy por
graduarme——le digo a Vincent.
Él pone los ojos en blanco.
——— Me declaro culpable——dice besándome.
Le regreso el beso antes de que Arthur se interponga entre nosotros y
me abrace las piernas. Le da una mirada a su padre.
——— No seas egoísta——le dice tiernamente y me vuelve a abrazar
encantado.
Vincent lo mira con orgullo y algo de arrepentimiento.
Le enseñó muy bien a Arthur cómo ser un cavernícola, tanto así que
se le volvió en su contra. Constantemente Arthur trata de acaparar mi
atención solo para hacer molestar a su padre.
Natalie llega con su vestido rosado, adora el rosado, creo que Eva
estaría orgullosa de ella.
——— ¡Mocosos, vengan a comer! ——grita Will desde la casa.
Se asoma y me da una sonrisa…detrás de él…su esposa me saluda,
ella está colgando de él como si fuera un chango. Sonrío por lo
hermosos que lucen…aunque les costó un infierno de problemas
llegar a donde están… honestamente…ese par está loco.
Los gemelos salen corriendo hacia ellos.
——— Gracias——le digo a Vincent.
——— ¿Gracias de qué?
——— Por darme esta hermosa familia——le digo.
Y como si tanto drama en la casa no fuera suficiente…siendo como rompo aguas…creo que alguien finalmente me dio el regalo de sostenerlo en brazos…al menos lo haré cuando logre dar a luz…por parto natural…me niego a sufrir otra cesárea.
Vincent me da una mirada llena de pánico.
Bueno…algo de drama siempre es bueno.
Le doy una cachetada para que entre en razón y comienza a gritar a toda la familia. Un nuevo miembro está por llegar…si consigo que mi cavernícola se calme y me lleve al hospital…en serio, a veces pienso que él sufre todos los síntomas de mi embarazo.
Es un exagerado.
Pero es mi exagerado
FIN
EPÍLOGO Vincent
La muerte de Nicholas era lo más doloroso que podría llegar a
experimentar alguna vez, de eso estaba seguro.
Eso siempre estaría grabado en mi memoria.
Estaba solo, esperando a que me entregaran las cenizas de mi hijo.
Un crematorio…creí que nunca me vería en la necesidad de ver a
algún ser querido ser cremado. Pero ahora estaba allí, sentado en una
sala de espera vacía…esperando las cenizas de mi hijo.
Una mano se posó en mi hombro, haciéndome saltar.
No me había dado cuenta que temblaba incontrolablemente por los
fuertes sollozos que salían de mí.
——— Estará todo bien——dijo Michael sentándose a mí lado.
Agradecía que permaneciera en silencio mientras aguardaba junto a
mí en el momento más difícil de mi vida.
Michael fue un soldado en algún momento.
Fue a la guerra…vivió un infierno…y regresó siendo alguien más.
Él había sido un amigo desde la preparatoria.
Cuando nos rencontramos él iniciaba su agencia de seguridad.
El resto es historia.
Él era el mejor y le confiaba mi vida cada día. Era mi jefe de
seguridad, pero sobre todo, era un amigo.
Un amigo que en algún momento me hiso golpearlo hasta sacar la
mierda de él cuando él y Eva…
Me negué a recordar.
Jodidamente no pensaría en ello.
——— ¿Has sabido algo? ——le pregunté finalmente.
——— Nada aún——respondió, él tenía a su equipo trabajando en
encontrar a Eva…pero sencillamente ella no aparecía.
Miré el reloj de la pared avanzar con un tic tac.
Y entre esos monótonos sonidos pensé: ¿Qué demonios estaba
haciendo?
Estaba allí, queriendo morir por la pérdida de Nick cuando aún tenía a
dos hijos que me necesitaban a mí a Athena. Entonces tomé la
decisión, honraría la memoria de Nicholas. Haría todo por hacerlo
sentir orgulloso en donde sea que estuviera por su padre.
Haría sentir orgullosos a mis gemelos de tenerme como padre.
——— Prométeme que cuando las cosas se calmen…la buscarás tú,
específicamente tú——le pedí a Michael, no creí que querría ver a Eva
y a él juntos…pero si alguien podría encontrarla, era él——tienes que
encontrarla.
Michael guardó silencio.
——— Te lo prometo——dijo finalmente con una mueca de agonía.
Sabía en lo que lo estaba metiendo al hacer esto…sabía el precio que
él pagaría al meterse nuevamente en la vida de Eva…
Joder.
Estaba condenando a mi mejor amigo…lo condené por la loca de mi
hermana.
Pero aceptaría el precio…porque sabía lo que vendría después…ese
par se mataría…pero mientras Eva estuviera bien…ellos podrían
matarse frente a mis narices y yo no los volvería a…separar.
Cuando finalmente me entregaron las cenizas de mi Nicholas en una
pequeña urna…estaba destrozado.
Caminé de regreso a la capilla donde aguardaba Athena…con nuestro
hijo metido en la urna.
Michael tenía una mirada dolorosa y agónica en su rostro.
*****
Cada día, lo primero que hacía Athena…era besar la urna de Nicholas.
Su mirada melancólica me mataba, pero me mataba más verla
hundiéndose en su dolor.
Pero día a día logré hacerla sonreír un poco más.
Cuando hablé con ella…entendió…entendió que no estaba yendo por
el camino correcto.
Respeté su decisión de no querer ver a nadie, aunque lo que más
quería era demostrarle que nadie la culpaba y que nuestra familia solo
quería demostrarle su amor.
Ella finalmente lo entendió, yo sabía que lo haría…
Ella no se dejaría rendir, menos ahora que nuestros gemelos nos
necesitaban.
Los días pasaban…Athena y yo aprendíamos a ser padres. Algunas
veces nos costaba trabajo adaptarnos, como cuando los gemelos se
negaban a dormirse en las madrugadas…o las veces que teníamos
que cambiarles los pañales…
Pero lo lográbamos.
Ella sola salía de su depresión y acudía a mí cuando me necesitaba.
Pero había algo pendiente.
Melissa.
——— Necesito ir a atender algo——le dije a Athena unos días antes
de la navidad.
Ella me miró fijamente.
——— Conozco esa mirada——dice meciendo en sus brazos a Arthur.
El mocoso, lo digo con cariño, era un chantajista.
Creí que le enseñaría a ser un cavernícola…pero ÉL HABÍA NACIDO
SIENDO UNO.
Lloraba solo para llamar la atención de su mamá, nuestra Athena, y en
cuanto estaba en sus brazos se calmaba y hacía ese amago de
sonrisa.
Me acerqué y besé el piecito desnudo de mi hijo.
Sonreí cuando hiso esos soniditos incoherentes.
Mi hijo. Estaba tan orgulloso.
——— ¿Qué mirada tengo? ——respondí con inocencia.
Ella pone los ojos en blanco.
——— La que dice que estás por salirte con la tuya…y que será algo
malo.
Hice una expresión ofendida…
Pero ella me conocía tan bien…que no podía hacerte el estúpido para
salirme por la tangente.
——— Está bien, sí…tengo algo pendiente.
——— Voy contigo——dice rápidamente, llamando Will a gritos.
Él aparece como un rayo, de rápido. Joder. Si yo estuviera aplastado
por un poste de luz, él caminaría a paso de tortuga en mi auxilio. Pero
si Athena gritaba, él estaba allí al instante, como un paparazzi cuando
una estrella se encuentra en su momento más vergonzoso.
——— ¿Puedes cuidar de los gemelos? Natalie está dormida y Arthur
solo quiere que lo carguen——comienza a decir pero Will le arrebata
cuidadosamente a mi hijo de sus brazos.
Lo carga con tanto cuidado y devoción que me siento orgulloso de ser
su hermano.
——— Claro, no hay problema….ya saben que yo soy su canguro
24/7——dice ahuyentándonos como si fuéramos moscas molestas.
Genial.
Mi hermano tenía una obsesión por sus sobrinos…sobrinos a los que
corrompería mientras creían.
Él los malcriaría, de eso estaba seguro hasta la medula.
——— Pero…——comienzo a decirle a Athena cuando ella me
arrastra hacia la camioneta.
——— Pero nada…tenemos asuntos pendientes.
——— ¿Tenemos? ——insisto con sarcasmo.
Ella se niega a hablar y se sube a la camioneta.
No tengo otra opción que traerla conmigo…
Te preguntarás cuál es mi asunto.
Llegando a mi destino, cargadores sacan los muebles de una
propiedad lujosa.
Una gritona Melissa ordena que tengan cuidado…es lo último que le
queda de su herencia que le dejó su abuelo. Sus padres no la
apoyarían, ella había malgastado parte de su fortuna.
Ella estaba pobre y en ruina.
Me senté a ver la vista.
Mi asunto pendiente estaba resuelto. Le había dado donde más le
dolía. Estábamos a mano, casi. Ella siempre quedaría debiéndome
todo por todo el daño que nos causó a Athena y a mí. Incluso a Eva.
——— ¿Este era tu asunto pendiente? ——dijo Athena mirando
confundida.
Asentí en silencio.
——— Fuiste tú——dijo con una afirmación.
Me encogí de hombro, para qué negarlo…
Había dejado en la calle a Melissa…después de cobrar muchos
favores.
Melissa giró la vista y nos vio, enseguida llegó corriendo a gritarme.
Athena reaccionó antes de que lo supiera, se bajó de la camioneta y
se acercó a Melissa…y le dio un puñetazo en la cara que la tiró al
suelo. Sangre goteaba de su nariz rota.
——— Esa me la debías——dijo con sencillez y volvió a subirse a la
camioneta con una sonrisa de triunfo, haciendo una mueca por su
mano lastimada del golpe.
Yo estaba estupefacto.
Bien, ahora los dos teníamos nuestros asuntos resueltos.
No sabía qué pasaría con Melissa, pero de corazón la perdonaba y la
compadecía. Tendría que trabajar para mantenerse…y me daba igual
lo que ahora ocurriera con ella.
Yo estaba feliz con mi mujer de las cavernas.
——— Eres una salvaje——le dije a Athena con una sonrisa. Ella se
encogió de hombros, pero pude verla más en…paz.
*****
Agosto.
——— ¿Por qué tienes que ir? ——me quejo nuevamente cargando a
los gemelos en cada brazo.
——— Porque es la escuela…el primer día de clases, ¿Recuerdas? —
—responde Athena.
Lo recordaba, pero era la primera vez en muchos meses que me
separaba de ella por tanto tiempo.
——— Quédate con nosotros…los bebés te necesitan——lloriqueo en
broma. Sé que la debo dejar ir…pero vamos, tengo que hacer el
intento de que me escoge por sobre la aburrida universidad.
——— Solo hay un bebé que me necesita…y no es Arthur ni Natalie—
—dice ella sonriendo.
Puedo ver en su mirada lo difícil que es su primer día lejos de los
bebés por más de unas cuantas horas.
Las clases del día solo eran 4 horas seguidas.
Ella regresaría nuevamente.
——— Anda, corre——le digo ahuyentándola antes de arrepentirme.
La veo salir hacia su primer día de clases. ¿Yo? Bueno, yo me quedo
con los gemelos…ni loco voy a trabajar. Lo sé, pretextos,
pretextos…pero por algo era el jefe.
*****
——— ¡Está caminando! ——grita Will.
Corro con la cámara a mano para grabar finalmente los primeros
pasos de Arthur. Pero cuando llego él se sienta de golpe dándome una
sonrisa enorme.
Niego con la cabeza mientras me acerco a mi hijo y lo alzo en mis
brazos, aventándolo al aire y atrapándolo.
Él ríe con placer.
El mocoso tiene una obsesión por hacerme repelar.
Él ya camina, pero cuando intento grabarlo se niega a dejarme
hacerlo.
Por el contrario de Natalie, que corretea locamente alrededor de la
sala, con Will persiguiéndola.
——— ¿Qué hacen mis diablillos preferidos? ——interrumpe Athena
entrando después de un día de clases.
——— ¡Mamaaaaaaaá! ——grita Arthur y Natalie al mismo tiempo,
ambos corren hacia ella al instante.
——— Mis amores——dice ella llenándolos de besos.
——— Yo también quiero besos——gruño entrometiéndome entre mis
hijos, haciéndolos reír.
La sonrisa que me da Athena me hace el hombre más feliz del mundo,
mi esposa. Mi esposa está nuevamente en casa…y yo no he pisado la
oficina de trabajo en un largo tiempo (1 semana) pero ella no lo sabe,
por lo que mi trasero (y mis pelotas) están a salvo de una de sus
patadas.
*****
En el último año de universidad de Athena, nuevamente está a punto
de golpearme.
Está embarazada.
Me culpó de ello, dijo que tenía una obsesión por embarazarla cuando
estaba por graduarse, pero me perdonó en cuanto sus hormonas se
calmaron.
Ella era la embarazada más loca que podría alguna vez existir.
*****
Amaba el calor de Dallas.
Correteando tras mis demonios de Tasmania, me alegra haber
encontrado este lugar, varias hectáreas de tierra solo para mí y mis
seres queridos, alejados del mundo.
Podía ver a Athena sentada en la silla mecedora en el porche de
nuestra casa. Lucía tan hermosa y llena de vida con su enorme panza.
Un miedo me recorrió la espalda al verla…en menos de una semana
tendría que enfrentar mi miedo más grande: el parto.
Con los gemelos no pude estar allí para sostener la mano de mi mujer,
pero ahora, con nuestro hijo en camino, estaría a su lado. Ella había
decidido tercamente que quería tener un parto natural…y no podía
hacer nada más que prepararme para presenciarlo…
Cargué a los gemelos en mis hombros, haciéndolos gritar de alegría,
amaban que los cargara. Ellos disfrutaban cuando me ponía en plan
de cavernícola.
Miré hacia Athena… estaba recargada en el barandal luciendo
acalorada. Me sonrió. Solo eso fue como un canto de sirena que me
atrajo…
——— Sigan jugando un rato, pequeños——les susurré a Natalie y a
Arthur.
Camine hacia mi esposa y la abracé comenzando a besarla. Me era
imposible mantener mis manos apartadas de ella.
——— Deja de sofocarme——se quejó débilmente.
Gruñí.
——— Creo recordar muy bien que fue por ese mismo motivo, que
dijiste eso, que ahora tienes este hermoso vientre abultado——
expliqué poniendo mis manos en su vientre.
——— Y valió completamente la pena——respondió juguetonamente.
Sentí una patadita.
——— Se están moviendo——dije distraídamente mientras mantenía
maravillado las manos sobre su panza.
——— Tienes un grave problema con embarazarme cuando estoy por
graduarme——dice nuevamente.
Pongo los ojos en blanco.
——— Me declaro culpable——digo besándola.
Arthur se interpone entre nosotros y abraza a su madre por las
piernas.
——— No seas egoísta——lo miro con orgullo y algo de
arrepentimiento. Le enseñé más que bien a ser un mini-yo.
Natalie llega con su vestido rosado, adora el rosado.
——— ¡Mocosos, vengan a comer! ——grita Will desde la casa.
Los gemelos salen corriendo hacia ellos.
——— Gracias——dice Athena.
——— ¿Gracias de qué?
——— Por darme esta hermosa familia——explica.
Y como si tanto drama en la casa no fuera suficiente…Athena rompe
aguas…
Le doy una mirada llena de pánico.
Bueno…algo de drama siempre es bueno.
Ella me da una cachetada tomándome por sorpresa.
——— ¡Mamá, papá…Will, suegro, suegra! ——comienzo a gritar
histéricamente. Joder.
¡El bebé está por llegar!
Mierda. Mierda. Mierda.
Mi suegro me da un golpe en la cabeza mientras ayuda a su hija a
caminar a la camioneta, todo está preparado y cuando menos lo
espero me encuentro en la sala de parto.
——— ¡Puja! ——grita la doctora a Athena. Ella aprieta dolorosamente
mi mano y obedece…finalmente después de 12 horas.
Mi mano tiembla incontrolablemente mientras tomo la cámara y me
alejo de Athena para grabar el parto.
——— ¡Puja! ——grita nuevamente la doctora.
Y puedo ver…sí…joder…a mi hijo…comenzar a nacer…
Antes de saberlo estoy cayendo al suelo…desmayado.
Bueno, me perdí el de Alex…pero cuando llegue la siguiente niña
(porque estoy seguro que habrá otro embarazo dentro de unos años)
prometo no perderme el momento justo del nacimiento. Eso espero…y
si no…siempre puede volverse a intentar (si es que Athena no me
arranca las pelotas por embarazarla).
PRÓXIMO LIBRO
SOBRE LA
AUTORA Qué les digo de mí que no sepan
ya… AMO COMER (no me canso
de decirlo). Ok, ya enserio, soy
una escritora mexicana que ama
escribir por el simple placer de
divertir a mis lectoras. Si pudiera,
me dedicaría a escribir por el
resto de mis días (pero la
universidad me está pisando los
talones, alguien que le diga que
me deje en paz). Tengo esta
obsesión por el hombre más sexi
del mundo: David Gandy (¿Quién
no?). Me encantaría en un futuro
intentar hacer una película (se
vale soñar). Amo comer (¿Ya lo
dije?). Oh, bueno, no hay nada
interesante que contar… amo
leer…me gusta dibujar… soy
normal.
¡GRACIAS POR LEERME, PUEDES ACOMPAÑARME EN MIS OTRAS
HISTORIAS, ESPÉRALAS!
