Doxa3_20, Entrevista a Gonzalez Vezan

  • Upload
    zagreos

  • View
    217

  • Download
    0

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Entrevista

Citation preview

  • ENTREVISTA CON FELIPE GONZLEZVICN

    1

    sin de vivir tanto la gran Universidad alemana como la as- t edes tuvoen ladcadade los30enAlemania .A l l tuvooca-

    censin del nazismo. Qu impresiones produca a un jovenestudioso espaol la Alemania de aquellos aos? Qu recuer-dos conserva usted? Podra hablarnos de sus aos de forma-

    cin en Europa y de su peripecia acadmica desde la obtencin, en 1935,de la ctedra de Filosofa del Derecho de la Universidad de Sevilla?

    Mi biografa acadmica no difiere en mucho de la de mis compaerosde generacin. Estudi en las Universidades de Valladolid, Salamanca y Ma-drid. Pensionado por la Junta de Ampliacin de Estudios en Italia, Alema-nia e Inglaterra. En 1932, Profesor Auxiliar -como se deca entonces- enla Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid. En 1935, catedrti-co por oposicin de Filosofa del Derecho de Sevilla. En 1936, destituidode mi ctedra e inhabilitado para todo cargo docente. En 1937, y graciasa amigos fraternales, pude escapar de Espaa. Luego, la vida del emigrado:Francia, Inglaterra, Holanda, la lucha interminable por el permiso de resi-dencia y el de trabajo. Finalmente en Alemania, en casa de la familia de mimujer donde me sorprendi el estallido de la guerra, y donde pude aguantarcon traducciones y dando clases de espaol hasta el fin de la contienda. En1946 repuesto en la ctedra y destinado forzosamente a La Laguna. Desdeentonces, aqu estoy, aunque he podido prcticamente haber pedido el tras-lado a todas las Universidades espaolas. Medito a veces en las palabras deNietzsche: El carcter de una persona se mide por su capacidad para lasoledad.

    2Tanto en su tarea de traductor como en la de historiador de la filosofa

    jurdica usted ha trabajado fundamentalmente sobre el pensamiento alemn.Sin embargo, en las jvenes generaciones de filsofos del Derecho de nues-tro pas ya no parece predominar el inters por la filosofa jurdica alema-na, sino ms bien por la angloamericana . Cree usted que hay razones fun-dadas para este desplazamiento de inters, o que ste obedece en alguna me-dida a factores, digamos, imperiales ? Qu opinin le merece a usted la ac-tual filosofa del Derecho alemana?

    S, efectivamente, mi atencin se ha dirigido casi siempre y de modopreferente al pensamiento alemn. Tambin he traducido obras de otros idio-mas e incluso he publicado trabajos sobre Hobbes, Berkeley, J. Austin, Vi-co y Guicciardini, pero, en lo esencial, es verdad lo que se afirma en la pre-gunta, y casi toda mi obra escrita est orientada o basada en fuentes alema-nas. A qu se debe esto? Para responder a este tipo de interrogantes es pre-

  • ciso, mal que a uno le pese, bucear en las circunstancias biogrficas de lapersona. No poda ser de otra manera en mi caso. Yo estudi en Italia antesde ir a Alemania, y despus pas cerca de un ao en Cambridge. Yo no ssi fue mi propio estado de nimo -entonces tena veinticuatro aos de edad-pero lo cierto es que slo en Alemania encontr respuesta a las inquietudesy problemas que me aquejaban. Tan es as, que -esta vez sin pensin y ami propia costa- tres o cuatro meses antes de la oposicin volv a Berlnpara encerrarme en la Staatsbibliothek y terminar all mi memoria y mitrabajo de investigacin. Yo no s si mi preferencia por el pensamiento ale-mn no proviene tambin, en parte, de los consejos de mis colegas italianos,todos los cuales haban estado en Alemania, y me animaban incansablementea ir all, como si all se encontrara la cspide del saber. An cuando luegotuve ocasin de ver con mis propios ojos que esto naturalmente no era nimucho menos verdad, s me impresion la seriedad en el trabajo que hallentre los universitarios alemanes, el sincero e inquebrantable afn con quese esforzaban en llegar al ltimo resquicio de los problemas, por speros yhoscos que stos fueran. Pero lo que ms me sorprendi y qued grabadoen la mente, fue el ver cmo profesores renombrados, juristas y filsofos,se dedicaban de modo pleno y exclusivo a la filosofa del Derecho. Ver, ensuma, que sta ltima no era, como yo tantas veces haba visto, y habrade ver con harta frecuencia ms adelante, algo as como un solaz o un diver-timiento erudito escrito al margen de la labor seria de penalista, civilista oprocesalista, sino un campo del saber por s, de estructura y lmites determi-nados, que haba que indagar con un mtodo propio. Los filsofos del De-recho trabajaban su disciplina con la vista fija en los que les haban prece-dido y siempre orientados hacia el horizonte filosfico del tiempo en quelaboraban. Esta orientacin que es, ms bien, un entrelazamiento con lasideas por las que una poca se entiende a s misma, va a insertar tambinla filosofa del Derecho en la dialctica de los sistemas filosficos que se su-ceden a lo largo de la historia y es por eso, que, si seguimos el desarrollode la filosofa del Derecho desde comienzos del idealismo alemn, que escuando su denominacin cobra carta de naturaleza, hasta los ltimos siste-mas neokantianos o fenomenolgicos, veremos que tenemos ante nosotrosun verdadero perodo filosfico en el ms estricto sentido de la palabra. Unperodo en el que abundan las desviaciones y los cambios de perspectiva,pero todo penetrado por la voluntad unitaria de hallar respuesta a un nme-ro muy reducido de problemas.

    sta es, aunque muy resumida y salpicada de alusiones biogrficas, larespuesta que puedo dar a mi preferencia por el pensamiento alemn. Desdemis primeros aos de formacin postuniversitaria he credo, como hoy sigocreyendo, que la filosofa del Derecho como tal es, ante todo y sobre todo,una disciplina filosfica. No se trata de una opinin personal ma, sino dela de toda una poca, y a ella se debe, sin duda, el incomparable floreci-miento de la filosofa del Derecho espaola en aquellos lejanos aos de1931-1935. Una prueba de esta conviccin general puede verse, si se me per-mite un recuerdo personal, en la composicin del tribunal que juzg mis opo-siciones a ctedra, en el que figuraban dos de los ms notables filsofos deentonces: M. Garca Morente y J. Caos. Se comprende que con esta ideade nuestra disciplina y esta formacin, mi atencin se dirigiera preferente-

  • mente a una filosofa que, como la alemana, pareca hacer realidad aquellaidea, y cuya filosofa del Derecho se insertaba por principio en el movimien-to general de la reflexin filosfica.

    Sobre el cambio de la influencia alemana por la anglosajona en nues-tros jvenes filsofos del Derecho, apenas si puedo decir algo. Por qu fuedecisiva la influencia francesa en Espaa durante siglos, y no slo en la lite-ratura, sino en los mismos modos de vida? Por qu, desde mediados delltimo siglo, esta influencia es sustituida lentamente por la influencia ingle-sa o alemana? Se trata de procesos muy complejos en los que juegan papeltanto sucesos nimios como importantes, la publicacin de obras famosas,la labor de un maestro inolvidable. Quizs el desplazamiento de la filosofaalemana por la anglosajona se deba a la estructura consustancial a ambas.Un libro de filosofa inglesa, como, por ejemplo, un ensayo de Hume, pue-de leerse sin dificultad; podremos estar conformes o no con el autor, perosiempre pisamos terreno firme y podemos seguir sin dificultades el hilo delpensamiento. Una obra de filosofa alemana, por estar inscrita casi siempreen un crculo especulativo superior, se halla cargada de supuestos y razona-mientos preliminares, deja entrever y da por sabidas muchas cosas que noexplica y slo puede leerse con fruto comprendindola desde un contextogeneral en que se haya inserta. Es esto una explicacin? Es cierto aquellode que la filosofa inglesa se lee y la alemana se deletrea? No lo s. Comoya digo, me siento incapaz de hacer un diagnstico seguro en la materia.

    Y de la filosofa del Derecho alemana actual qu decir? De la que po-dramos llamar filosofa del Derecho clsica no queda nada, como nada ocasi nada queda de la vigorosa vida filosfica alemana tal como se desarro-llaba tradicionalmente en los seminarios universitarios o en crculos priva-dos. De ello se encargaron Hitler y sus aclitos: descabezando las Universi-dades y privndolas de sus mejores maestros, insuflando en las juventudesel desprecio por toda labor abstracta o intelectual, y finalmente, suprimien-do la filosofa del Derecho como materia de examen, lo que equivala a eli-minarla tambin de los planes de estudio de la facultad de Derecho. A loque hoy asistimos en Alemania es a algunos esfuerzos denodados por reco-brar la tradicin perdida. Son esfuerzos loables, muy meritorios y en algunaocasin incluso excelentes. Pero lo que hoy caracteriza a la filosofa alema-na es, sin duda, la influencia del pensamiento norteamericano. A esta in-fluencia se debe el auge insospechado de la historiografa pragmtica, y so-bre todo, de la sociologa ms emprica, que es la faz que hoy muestra haciael exterior la ciencia alemana.

    3Usted ha sido siempre partidario de una teora del Derecho que acente

    fuertemente su dimensin histrica y social. Sin embargo, parece que, trasKelsen, las teoras del Derecho de ms impacto en nuestro siglo no se handesarrollado en esa direccin, sino ms bien en la de un anlisis cada vezms refinado de la estructura interna del ordenamiento jurdico. A qu teo-ras del Derecho del siglo XX se encuentra usted ms prximo? Cree previ-sible un auge de las teoras sociales del Derecho en el prximo futuro? So-bre qu parmetros, en su opinin, habran de construirse?

  • Es verdad que, en los ltimos tiempos, se entiende como objetivo prin-cipal de la reflexin jurdica el anlisis de la estructura del Derecho en tantoque ordenamiento de la vida en comn, y de las normas en s como parteintegrante de dicho ordenamiento. Lo que yo niego es que este anlisis seafilosofa del Derecho. Ya a finales del siglo pasado tuvimos algo semejanteen la Allgemeine Rechtslehre de A. Merkel, y lo que entonces se argumen-taba en su contra tiene todava hoy validez: para proceder al examen de unobjeto, hace falta saber, ante todo, qu es ese objeto, siquiera para delimi-tarlo de otras zonas del ser. Este examen formal del ordenamiento jurdicoy de sus normas podr ser analtica jurdica, teora pura del Derecho o co-mo quiera donominrselo, lo que no es es filosofa del Derecho. La filosofadel Derecho tiene problemas especficos: qu es el Derecho y qu es Dere-cho, qu es validez, qu es y cmo se fundamenta la obligatoriedad jurdica,y muchos ms. Son problemas comunes, en parte, a otros ordenamientosde la vida humana en comn, pero que revisten un carcter propio por larazn de que el Derecho es producto de un grupo humano concreto en unmomento histrico concreto tambin, y slo teniendo en cuenta este hechoy desde su perspectiva pueden plantearse y contestarse adecuadamente estosproblemas.

    4En 1979 escribi usted un trabajo, La obediencia al Derecho, en el que

    mantena al respecto una tesis que bien puede calificarse de radical: mien-tras que no hay un fundamento tico absoluto para la obediencia al Dere-cho, s hay un fundamento tico absoluto para su desobediencia; dicho fun-damento est constituido por la conciencia tica individual que es un fe-nmeno esencialmente personal. Tras la polmica originada por dicho tra-bajo considera que su tesis debiera ser modificada en algn sentido? Esti-ma que la polmica en cuestin ha permitido poner de manifiesto algn ele-mento importante de dicha problemtica que usted no hubiera considerado?

    Sigo fiel a mi tesis de que no hay fundamento tico absoluto para laobediencia al Derecho, y s, en cambio, para su desobediencia.

    Hay que tener bien presente que no hablo de un fundamento tico cual-quiera, sino de un fundamento tico absoluto para la obediencia al Dere-cho, es decir, no de un fundamento que basta a una o ms personas, inclusoa una mayora, sino de un fundamento tico que de por s sea vinculantepara toda persona con un uso normal de razn. El argumento tan socorri-do, por ejemplo, de que hay que obedecer al Derecho por ser esta obedien-cia la garanta de la estabilidad y permanencia del orden establecido, dicealgo a grandes masas de poblacin que padecen institucionalmente bajo laestabilidad y permanencia de este orden social? Es que sta como todas lasfundamentaciones del Derecho por su funcin, con independiencia de su con-tenido, no son, ms bien, como dice Alf Ross, formas degeneradas deliusnaturalismo)?

    S creo, en cambio, que hay un fundamento tico absoluto para deso-bedecer en algunos casos al Derecho, a saber, siempre que el cumplimientode una norma jurdica contradiga los imperativos de la conciencia tica in-

  • dividual. Esta conciencia tica es lo que hace al hombre hombre, lo que prestavalor a su personalidad individual, y frente a ella no prevalece ninguna rea-lidad normativa. Aun a riesgo de repetirme, dir, una vez ms, que el deso-bediente tico no es un predicador poltico, no trata de ganar a nadie parasus ideas; no persigue tampoco la derogacin o reformas de normas o insti-tuciones, como es el caso en la llamada desobediencia civil. Lo nico que.el desobediente tico pretende es la paz consigo mismo, y por eso, est dis-puesto a sufrir la pena que lleva aparejada la infraccin jurdica. Es lo quese ha llamado por boca autorizada el derecho a padecer. En la desobe-diencia tica al Derecho alienta, es verdad, un momento de autntico dra-matismo, que no debe pasarse por alto. El que por imperativo tico sufrela pena consiguiente a la desobediencia a la ley jurdica, puede dudar un mo-mento de si lo que l tiene por imperativo moral lo es efectivamente, y sino llegar un instante en el futuro en el que piense de modo distinto, de talmanera que la pena que ahora sufre carezca en realidad de sentido. A ellohabra que responder, lo que, un da antes de su ejecucin por los nazis, sedeca a s mismo John Rittmeister, un resistente alemn: No pienses en elfuturo; ahora, y es lo que importa, ests cumpliendo con tu deber.

    Como se ve, no ha variado en nada mi posicin inicial, que es la de unafe inquebrantable en la personalidad y autonoma tica del individuo. Entretodos los argumentos acumulados contra mi tesis no he encontrado, hastaahora, ninguno que me haya hecho vacilar en mi posicin.

    5

    En los ltimos aos ha escrito usted diversos trabajos sobre Marx coin-cidiendo precisamente con un momento de baja del marxismo en los me-

    dios acadmicos. Por otro lado, su ltimo libro -que recoge sus ms re-cientes artculos y un trabajo sobre Kant de fecha muy anterior- tiene unttulo cuyo alcance pudiera pensarse que no es meramente descriptivo: DeKant a Marx. Estudios de Historia de las ideas. Finalmente, en alguna obrasuya de la dcada de los sesenta pueden leerse frases de sabor marxista.Por ejemplo, en Sobre el positivismo jurdico (1967), analizando el iusnatu-ralismo de la postguerra, pona de manifiesto cmo sus races se hallan enun fenmeno sociolgico: el derrumbamiento del mundo tico y polticode la burguesa industrial del siglo XX. El clamor por un Derecho naturalo por una tica jurdica material absoluta es solo un sntoma ms de la inse-guridad y de la desorientacin de una clase social agnstica, carente de feen sus destinos histricos. Hay alguna razn de fondo que permita unirestos tres aspectos de su obra que acabamos de sealarle? Ha sido o es real-mente importante en su obra la influencia de Marx? Cmo juzga el marxis-mo contemporneo?

    Para comenzar, quisiera dejar sentado, que el ttulo De Kant a Marxpara la ltima coleccin publicada de artculos y ensayos mos no es originalmo, sino que se debe a una inteligente sugerencia del director de la serieen que apareci el volumen. S puedo asegurar, sin embargo, que con dichottulo no se quiere aludir naturalmente, ni a una interdependencia de ideasentre Kant y Marx, ni mucho menos a un condicionamiento filosfico entre

  • ambos. Lo nico que se ha querido indicar con el ttulo han sido los lmitescronolgicos y temticos en que se movan los trabajos incluidos en el libro.

    Respecto a mi insistencia en tomar a Marx como objeto de estudio, s-lo puedo decir lo que sigue. El lector atento habr podido observar que to-dos mis trabajos sobre el marxismo -en breve aparecer otro- tienen co-mo objeto tan slo al Marx joven, anterior a 1848, y nicamente en rela-cin con las corrientes filosficas de su tiempo. Y es que el Marx que a mme interesa es el joven hegeliano de izquierda que con D. F. Strauss, L.Feuerbach, Br. Bauer, H. Hess, M. Stirner, van a imponer un sello a unapoca, la posthegeliana, que a m siempre me ha fascinado. Casi todos dis-cpulos directos de Hegel, intentan desde dentro hacer saltar en pedazos laconstruccin secular del maestro. Son los ltimos filsofos, como los de-nominara M. Hess, existencias desgarradas, a los que se les veda la docen-cia universitaria y se les confiscan sus libros, que viven en una miseria mate-rial que an hoy nos estremece, pero incapaces de compromiso y guiadostan slo por las exigencias de su verdad. Entre ellos y en primera fila se en-cuentra Marx, el gran debelador de Hegel, el seguidor y contradictor de Feuer-bach, el crtico despiadado de Br. Bauer y consortes. En una poca de ira-cundia y disputas interminables, Marx es el nico que ve con claridad la l-nea que lleva al futuro y que presiente ya las conmociones que aguardan ala sociedad europea.

    En la encuesta se reproduce tambin un prrafo de un lejano trabajomo, en el que trataba de explicar el pseudorenacimiento del Derecho natu-ral en la ltima postguerra, buscando una relacin con la sociedad de la poca.En esta explicacin que slo era y quera ser sociolgica, se ha encontradoun cierto sabor marxista. Por mi parte, yo no creo que para echar de verla naturaleza de la sociedad de la ltima postguerra haya que situarse unoen un determinado punto de vista poltico, sino slo abrir bien los ojos yver lo que realmente ha acontecido ante nosotros. Una sociedad que habasido herida hasta los ltimos estratos de su dignidad por una dictadura in-clemente, que haba sufrido en su propia carne los horrores y los crmenesde una guerra sin sentido, carente de los medios materiales ms indispensa-bles, destrudos todos los lazos y relaciones humanas, sin fe en su destinohistrico, una sociedad as no es natural que anse y salude con jbilo laexistencia de un pretendido catlogo de verdades intemporales tal como loofreca el iusnaturalismo renovado? Estas supuestas verdades no sirven y nohan servido de hecho para fundamentar la cohesin social ni para dar pau-tas al obrar colectivo; pero s han constitudo una aparente justificacin atoda una serie de existencias deleznables.

    6

    En la teora del Derecho actual parece existir una cierta tendencia (pen-samos al decir esto en autores como Dworkin, convertido en autntica es-trella de la Filosofa del Derecho de los ltimos aos) a abandonar, o supe-rar, el positivismo jurdico y a volver a poner en circulacin tesis segura-mente iusnaturalistas. Cmo valora usted dicha tendencia? Cree que lamisma guarda algn tipo de semejanza con el iusnaturalismo de la inmedia-ta postguerra? Plantean autores como Dworkin argumentos que hagan tam-

  • balearse a concepciones netamente iuspositivistas como la suya? Qu hayen su opinin de verdaderamente novedoso en esta nueva teora del Derecho?

    La pregunta contiene dos temas bien deslindados, y en consecuencia,voy a responder tambin a ambos separadamente.

    La primera parte de la pregunta se refiere a un supuesto renacimientodel Derecho natural en nuestros das, y si, dado el caso, este renacimientoguardara relacin con el auge temporal del iusnaturalismo como consecuenciade la ltima guerra. Ya es sabida la frase de Jean Paul: toda feria del libroy toda guerra traen consigo nuevos tratados de Derecho natural. Claro es-t, que Jean Paul no quera decir con ello que la guerra en s fuera causade nuevos tratados de Derecho natural, sino que quera aludir a la concien-cia que genera en la sociedad las matanzas y los desafueros que acarreansiempre las guerras. Esta conciencia es tambin la que hizo renacer tras laltima guerra toda suerte de teoras iusnaturalistas. La situacin pasiva einerme de toda una sociedad ante los horrores de una guerra encarnizadahizo clamar por un sistema de verdades absolutas, como las que aparente-mente ofreca el Derecho natural, que sirvieran para dar sentido a la exis-tencia individual y colectiva. Hoy nos encontramos en una situacin muydiferente y es, por eso, que no asistimos a un nuevo renacer iusnaturalista,y que las raras construcciones de Derecho natural sean, ms bien, algo ascomo plantas exticas en nuestro panorama jurdico actual. Y es que, mien-tras la conciencia social de la ltima postguerra era, como hemos visto, unaconciencia social pasiva, hoy vivimos, en cambio, una conciencia social quepudiramos llamar activa. Estamos insertos en una sociedad sacudida poruna profunda crisis: una sociedad competitiva, en la que la distribucin ygoce de los bienes materiales estn determinados annimamente por los po-deres econmicos, una sociedad de la que estn desapareciendo paulatina-mente las relaciones humanas y las formas en que se haban institucionaliza-do tradicionalmente. Pero una sociedad, y esto es lo decisivo, con una vo-luntad de pervivencia nica en la historia, y que pone al servicio de este fintodos los medios de que dispone. Entre estos medios cuenta, sobre todo, lalegislacin, adaptada a cada caso concreto y panacea, por eso, de todas lascrisis y dificultades. Es lo que yo antes llamaba conciencia activa. Es unaconciencia pragmtica que no busca verdades absolutas que presten sentidoa la vida en comn, sino frmulas concretas que, de momento, aseguren lapervivencia y la continuidad de las relaciones de poder. Y as hay leyes demayora de edad, de divorcio, de promocin o restriccin de las importacio-nes y exportaciones, de educacin... Leyes todas pensadas para una necesi-dad determinada o para hacer frente a una situacin concreta. Nunca se havisto una proliferacin semejante de la actividad legislativa, porque nuncatampoco se ha conocido una sociedad como la actual, falta de todo proyec-to histrico y preocupada tan slo por mantenerse en pie, aunque sea en equi-librio inestable. No; estamos lejos de las veleidades iusnaturalistas, de la ape-tencia de verdades intemporales, y hemos entrado ya de lleno en la pocadel positivismo jurdico. En una poca en la que el Derecho positivo, pensa-do como un instrumento dctil y fugaz, sirve para mantener sin ms proble-mas ni ms justificacin una situacin concreta.

  • La segunda cuestin es harto ms espinosa, ya que se trata de conside-rar la obra de un profesor norteamericano, Ronald Dworkin, enraizada portanto en un mbito jurdico concreto -judge-made-law-, common law, des-de la perspectiva de un concepto, como el de Derecho natural, nacido enun mundo jurdico tambin concreto y muy diferente, como es el del Dere-cho codificado.

    Lo equvoco del problema mismo se echa de ver enseguida en la cir-cunstancia de que, siendo todos los juristas anglosajones positivistas en elestricto sentido de la palabra, es decir, creyendo que el Derecho es obra hu-mana, y por tanto, contingente y perfectible, la obra de Dworkin se centra,segn propia confesin del autor, en un ataque frontal contra el positivismojurdico. Cmo es esto posible? La respuesta hay que buscarla en un ma-lentendido teminolgico, en que lo que Dworkin denomina positivismo ju-rdico no es exactamente lo mismo que lo que nosotros entendemos conesta expresin. Lo que Dworkin entiende por positivismo jurdico nos lo di-ce l mismo con las siguientes palabras: Legal positivism rejects the ideathat legal rights can pre-exist any form of legislation; it rejects the idea, thatindividuals or groups can have rights in adjudication other than the rightsexplicitly provided in the collection of explicit rules that compose the wholeof a communitys law. Es decir, que positivismo jurdico no significasimplemente que el Derecho es obra humana, sino algo ms, lo que entrenosotros se ha llamado y se sigue llamando positivismo de la ley: todanorma producida de acuerdo con el sistema formal de produccin estableci-do es norma jurdica y fuente nica de derechos y obligaciones. Es un posi-tivismo radical que puede llevar a consecuencias insospechadas. La leyms infame ha de ser tenida por obligatoria, siempre que haya sido produci-da de modo formalmente correcto, dira ya Bergbohm con palabras bienconocidas. Consciente quizs de estas posibles consecuencias, y escribiendoen un mundo jurdico que reconoce la discrecionalidad judicial, Dworkinaade al texto legal que el juez aplica un standard, un principio quesi se tiene en cuenta o es observado es slo por ser a requiriment of justiceor fairness or some other dimension of morality. Este principio -Dworkin no se cansa de repetirlo- no es obligatorio ni vinculante como loson las normas jurdicas; el juez escoge y presta validez al que estima msadecuado entre los que l conoce, o bien al que estima tambin ms adecua-do si concurren varios, anlogos o contradictorios. Para poner esto ms cla-ro, Dworkin aduce repetidas veces un famoso caso judicial. Una personareclama judicialmente una herencia, acompaando un testamento perfecta-mente legal en el que se le instituye como heredero universal; el testador,sin embargo, haba muerto a manos del heredero, y basndose en ello el juezrechaza la demanda de ste. No por razn de la ley, ya que el testamentoposea todos los requisitos exigidos por sta, sino apelando al principio,no contenido en ningn texto legal, pero que el juez estima vlido, de quenadie puede extraer provecho de su propia accin delictiva. Este princi-pio, como el de que toda persona es responsable de los daos causados porella misma u obedeciendo rdenes suyas y muchos ms, figuran, por asdecirlo, al lado de las normas jurdicas en sentido estricto, no poseen la obli-gatoriedad de stas, pero se hallan siempre a disposicin del juez que entien-de del caso.

  • Ahora bien, es esto Derecho natural? Difcilmente podr darse a la pre-gunta una respuesta afirmativa. Los principios de Dworkin no son reglasde validez absoluta extradas por el raciocinio de un orden universal de lascosas, sino slo standards, motivaciones ltimas de muy diversa ndole,que el juez puede o no tomar en consideracin. Y no es, por eso, extrao,ni mucho menos, que el mismo Dworkin se haya declarado recientementeajeno a toda especulacin iusnaturalista.

    En los ltimos aos -pongamos, en la ltima dcada- ha incremen-tado usted considerablemente su ritmo de produccin. Cules son las razo-nes de ello? Cules van a ser sus prximos trabajos? Finalmente, cul con-sidera usted que es su principal contribucin en el campo de la filosofa delDerecho?

    El hecho de que mi produccin cientfica haya sido menor anteriormentede lo que lo es en la actualidad puede explicarse sencillamente: falta de tiem-po y autocensura. Cuando yo estaba en activo tom muy a pecho las clasesy los dems deberes de la docencia universitaria, lo que me rest mucho tiem-po para otros menesteres; si a ello se aade que durante siete aos he sidoprofesor visitante de la Universidad de Heidelberg, con lo que ello implicade viajes y desplazamientos, se comprender que no he tenido demasiadaocasin para dedicarme a publicaciones. Y sin embargo, no puede decirseque hayan sido aos perdidos. Durante ellos, y aprovechando, sobre todo,los grandes fondos de las bibliotecas alemanas, tom notas y apuntes, ex-tractos, consult obras poco conocidas e incluso fui trazando mentalmentelos grandes esquemas de futuros trabajos. Otra cosa es la autocensura. Yono publico un trabajo sin estar satisfecho de l -lo que no quiere decir, des-de luego, que mi satisfaccin sea, ni mucho menos, garanta de la bondadde lo publicado-, sin haber comprobado, y ms de una vez, las citas y opi-niones contenidas en el trabajo. Esto explica que trabaje lentamente y conmuchas pausas; y no es de extraar, por ello, que tenga arrinconados traba-jos prcticamente terminados, pero en los que no he podido comprobar al-gn extremo que tengo por decisivo.

    Respecto a mis futuros trabajos, tengo terminado y aparecer en breveLudwig Feuerbach y los orgenes filosficos del marxismo y actualmentetrabajo en La jurisprudencia de los intereses, que viene a ser un paralelodel trabajo sobre la jurisprudencia conceptual que di a luz hace aos. Ade-ms est El neokantismo jurdico axiolgico que saldr en al Anuarioprximo, Rudolf von Jhering y el problema del mtodo jurdico y DerEntfremdungsbegriff bei Hegel que va a salir en una Festschrift alemana.Creo que es imposible, sobre todo en Espaa, dar un paso fructfero en lafilosofa del Derecho sin un slido conocimiento anterior de sus supuestosmetdicos y de las polmicas que, en su da, se desataron en torno a algunode ellos.