Duelo y alegoría de la experiencia - Pablo Oyarzun R

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  • 8/14/2019 Duelo y alegora de la experiencia - Pablo Oyarzun R.

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    Duelo y alegora de la experienciaA propsito de Alegoras de la derrota,

    de Idelber Avelar 1

    Pablo Oyarzun R.

    Me vendra casi como cosa natural hablar sobre este libro desde mis primerasimpresiones. Mucho de su estilo, de su celo reflexivo, de las inquietudes que lo mueven, seme hace tan prximo que, al leerlo, tena a ratos la sensacin de estar conversando con suautor. Pero no estara bien limitarse a un impresionismo de esa laya. Y tampoco sera fielcon mi lectura. Hay comentarios y preguntas que me suscita, y tratar de bosquejarlas aqu.

    Pero, de todos modos, para hacerlo, conviene que diga cules son esas impresiones.Quiero resumirlas en algo que me provoca llamar la entereza del texto que ahora

    presentamos.Digo entereza para referirme al menos a cuatro cosas: una es la cobertura analtica de

    un universo discursivo, aqul de la narrativa latinoamericana de los ltimos 40 aos, apartir del renombrado boom: universo que mide su tarea y su envergadura desde elpropsito de corresponder a la sustancia y la deriva de los pueblos latinoamericanos.

    Otra es la notable perspicacia que ejerce Avelar en la lectura de su material electivo.Est, por una parte, su ponderacin del boom (en los nombres de Fuentes, Carpentier,Vargas Llosa, Cortzar y Rodrguez Monegal), que me resulta desde todo punto de vistapersuasiva, acaso porque me confirma en cierto recelo que he experimentado a propsito de

    esa frondosa produccin desde mi poca adolescente.2

    Luego, la revisin de cierta literaturaque va en camino de la produccin de una alegoresis que y aqu est el nudo de la obrasera la nota distintiva de lo que l mismo concibe y examina, de manera ejemplar, como lanarrativa de postdictadura (y aqu los nombres son Piglia, Santiago, Eltit, Noll, Mercado).

    Una tercera es la robustez terica que sostiene esos anlisis: Avelar no slo recurre a uncuerpo especulativo de alta densidad que fue ganado a su tiempo, ms prximo o msdistante a nosotros, en la urgencia por alcanzar claridades y orientaciones frente al duroasedio de unos hechos inditos, sino que sabe moverse en su espesura y puede aportarlenuevas dimensiones, en el debate de sus teoremas y en la confrontacin con el materialestudiado.

    1 Texto ledo en la presentacin del libro de Idelber Avelar, Alegoras de la derrota: La ficcin postdictatorial y el trabajo del duelo (Santiago: Cuarto Propio, 2000, 336 pp.), en la Sala Domeyko de la Casa Central de laUniversidad de Chile, el da 10 de agosto de 2000. El libro fue editado anteriormente en versin inglesa bajoel ttulo The Untimely Present. Postdictatorial Latin American Fiction and the Task of Mourning (Durhamand London: Duke University Press, 1999, 293 pp.). Las citas van acompaadas de la indicacin del nmerode pgina entre parntesis.2 La ponderacin a que me refiero tiene su centro en la afirmacin de un doble carcter compensatorio propiode la gran narrativa suscrita bajo ese epteto propagandstico: compensacin por el subdesarrollo,compensacin por la prdida del aura de lo literario (cf. 22 ss. y captulo I).

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    Por ltimo, lo que el trmino que empleo ya dice de suyo: un nervio tico y poltico queno est dispuesto a ceder a los ajustes fciles, aun a costa de exponer al yerro o al ments lasapuestas fundamentales de la obra.

    Eso, por lo que toca a mis impresiones. Doy paso ahora a mis incursiones en el asuntode este libro. Todas ellas irn encaminadas a interrogar el estatuto de ciertas nociones que,segn creo, forman su trazado esencial: duelo, derrota, experiencia, narracin, alegora,escritura.

    Avelar arranca de esta premisa fundamental para la literatura postdictatorial: estara ella,insalvablemente, bajo la doble determinacin del imperativo del duelo y la decadencia delarte de narrar (34). Esta doble determinacin marca la dificultad, por no decir laimposibilidad de satisfacer la exigencia que de ella nace: El duelo y la narracin, inclusoal nivel ms obvio, seran coextensivos: llevar a cabo el trabajo del duelo presupone, sobretodo, la capacidad de contar una historia sobre el pasado. Y a la inversa, slo ignorando lanecesidad del duelo, slo reprimindola en un olvido neurtico, puede uno contentarse connarrar, armar un relato ms, sin confrontar la decadencia epocal del arte de narrar, la crisisde la transmisibilidad de la experiencia (ibd.). Este motivo (la segunda determinacin) es,como se sabe, de raigambre benjaminiana. El fin del arte de narrar es diagnosticado en Elnarrador, y Benjamin indica que una de sus causas y desde luego, hemos de entenderque es la principal radica en el hecho palmario de la cada de la experiencia.Acudiendo a una constatacin que suministraba la base para las reflexiones de un breveensayo anterior, titulado Experiencia y pobreza, reproduciendo sus trminos, Benjaminobserva que, al cabo de la primera guerra, las gentes volvan enmudecidas del campo debatalla, que no regresaban ms ricas, sino ms pobres en experiencia comunicable. 3 Ciertamente, no es slo el consabido horror de la guerra lo que provoc ese pasmofundamental. El artculo ms temprano anota que una pobreza enteramente nueva hasobrevenido con este monstruoso despliegue de la tcnica sobre los hombres. Este datocrucial esta vinculacin de la cada de la experiencia con las transformaciones ingentesdel capitalismo debe tenerse a la vista para entender a qu se refiere Avelar cuando hablade la derrota, porque el modo en que articula este vocablo se inscribe visiblemente en laestela de aquellas notas de Benjamin: en cifra latinoamericana, sudamericana, la derrotadesigna el trnsito histrico del Estado al Mercado, impulsado por el instrumentalmortuorio y disciplinario de las dictaduras.

    Cmo ha de concebirse la derrota? Pues se trata aqu de un concepto, no de un trminodescriptivo. En este sentido, lo que nombra el trmino no se puede entender como mero

    factum. O bien, si es un factum, es uno que desborda su facticidad, en cuanto clama justicia.En todo caso, la palabra derrota tiene esta doble significacin: camino y vencimiento,desvo de los buenos rumbos, arribo forzoso, maltrecha condicin, estrago, desnudez.Designa, s, un estado de cosas, el da despus de la catstrofe, la desolada dispersin; perotambin alude a la escena de estertores, a las incorporaciones incipientes, a los tientosciegos y los roces temerosos en que se delata la evidencia de que en ese descampado habituna vez un pueblo, que esos muones de vida albergaron alguna vez la posibilidad de undestino.

    La derrota es una transformacin radical de la experiencia, y en estos mismos trminosla concibe Avelar. Cuando sostiene que, en los textos que marcaran el trnsito del boom a

    3 W. Benjamin, Der Erzhler, en Gesammelte Schriften, II-2 (Frankfurt/M.: Suhrkamp, 1991), p. 439. Cf.Erfahrung und Armut, en op. cit., II-1, p. 214. El primer ensayo es de 1936, el segundo, de 1933.

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    postdictatorial y, en ella, junto a esa comn extenuacin, la gravitacin de lo arrasado, de lamuerte numerosa.

    Pero entiendo que la envergadura total de la materia que examina Avelar no se agota conel enunciado de esa dimensin radical de la experiencia que queda acuada en la nocin deduelo. Est tambin la cuestin del modo en que semejante experiencia se articula. Y echoun poco de menos en este libro una mayor cavilacin sobre el punto. Ese modo al que merefiero, creo, nos remite a una determinada operacin de la memoria y, con ella, a unaestructura de la subjetividad en que sta misma se hace cargo de su contingencia y de sucrisis radicales, renuncindose, destituyndose. Es la memoria que Hlderlin, como elprimero de todos, reconoci bajo el nombre de Andenken, es decir como una forma delcogitare cuya originariedad y espontaneidad son sustradas por una anterioridad absoluta.Cierto, a ella hace alusin el epgrafe que antepone Avelar a su introduccin, y que habladel recuerdo de lo disuelto (die Erinnerung des Aufgelsten), y, cierto, en la promesa desu posibilidad vuelve, despus, a cerrarse el libro. Pero creo que una escrupulosaconsideracin del asunto sera recomendable para consolidar su arquitectura. 6

    En cambio, la tercera cuestin que desde mi perspectiva exige la materia ha sidoricamente abordada por Avelar. Me refiero al problema de la acuacin: cmo es posible

    presentar esta experiencia? Qu lugar y qu figura, en la tpica y la trpica del lenguaje,puede cumplir la tarea improbable de presentar la anterioridad absoluta sin reducirla a lainstancia actual en que se anuncia? Siempre en la huella de Benjamin, Avelar apela alconcepto de alegora: La alegora florece en un mundo abandonado por los dioses, mundoque sin embargo conserva la memoria de ese abandono, y no se ha rendido todava alolvido. La alegora es la cripta vuelta residuo de reminiscencia (18). Partiendo de la tesisde que la condicin de la escritura literaria en la postdictadura se define por el devenir-alegora del smbolo (22), la alegora se convierte para Avelar en la lengua de la derrota:Esta inmanentizacin radical [propia del contexto transicional de las dictaduras del conosur] se vinculara... con la experiencia de la derrota, cuya rplica tropolgica reside en elconcepto de alegora: derrota histrica, inmanentizacin de los fundamentos de la narrativay alegorizacin de los mecanismos ficcionales de representacin, seran tericamentecoextensivos, cooriginarios (27). Lo decisivo aqu radica en la crisis de la narratividadcomo forma de tal presentacin, y este libro ofrece, por decirlo as, el dossier histrico deesa crisis para la novelstica latinoamericana. La experiencia del duelo sera inenarrable. Elpunto afecta al material diegtico del que se ocupa Avelar, y marca la pregunta con que stese le aproxima: la pregunta por la posibilidad de la narracin.

    Creo que efectivamente lo que piensa Avelar bajo la nocin de alegora mantiene laresistencia y la pasin de irreductibilidad respecto del transformismo metafrico delMercado (y del conformismo poltico fomentado por ste) que l mismo le atribuye. Perono me parece que las obras a las que se refiere, a pesar de su vigor narrativo, de sus riesgosy su lcida complejidad, satisfagan en todo su alcance la alta exigencia que esa nocinplantea. La distincin entre literaturas que se quieren escrituras (que se abocan a la tarea delduelo) y literaturas conformadas a su estabilizacin genrica es, probablemente, una

    6 El hermoso pasaje de Hlderlin pertenece a uno de sus fragmentos poetol gicos, conocido bajo el ttulo Eldevenir en el declinar (Das Werden im Vergehen) y redactado en la vspera del siglo XIX. El fragmentocontiene las meditaciones sobre la construccin potica del proceso de ocaso-y-transicin de la patria. Cf.Friedrich Hlderlin, Smtliche Werke in drei Bnden (ed. Knaupp), Darmstadt: WissenschaftlicheBuchgesellschaft, 1992, II, 73.

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    distincin subordinada respecto de aqulla entre escritura y literatura. Creo que la hiptesisbenjaminiana sobre el fin de la narrativa con que trabaja Avelar, y que ste radicaliza por sucuenta a partir de la gravitacin epocal de la derrota, se cierne como una amenazaconstitutiva sobre las expectativas que el autor se hace con respecto a la eficacia de lasobras examinadas. Constantemente se resiste l a la consecuencia estrictamenteapocalptica que habra que extraer de sus premisas y de sus anlisis: la devastacin de laposibilidad misma de la escritura. 7

    Veo en esa resistencia un ejercicio esencial de la tarea de la crtica, que tiene quereclamar la existencia de la obra all donde sta no est dada, ms aun: que ha de reclamarlaall donde falta la posibilidad misma de tal existencia. As tambin es como entiendo lapostulacin de lo intempestivo que, obviamente bajo inspiracin nietzscheana, se hace en ellibro: Lo intempestivo sera aquello que piensa el fundamento del presente, desgarrndosede l para vislumbrar lo que ese presente tuvo que ocultar para constituirse en cuanto tal lo que, en otras palabras, a ese presente le falta (34 s.). 8 Y es una doble postulacin, porcierto: al comienzo, de una literatura intempestiva esta intempestividad es hoy, entiempos de derrota, la misma esencia, la calidad constitutiva de la literatura (35) y alfinal, de una crtica intempestiva: El crtico intempestivo nunca toma el presente comoalgo dado a lo que habra que adaptarse, es decir, nunca se trata, para l, de intentarpreservar un rincn protegido en la configuracin presente de las cosas. Intempestiva serala insistencia en un desacuerdo radical con el presente que tratara de mantener la aperturaabsoluta del futuro, su naturaleza inimaginable e irrepresentable, a la vez que se pone elpresente en crisis. Por lo tanto, en lugar de ajustarse a los nuevos tiempos..., cabra quizinsistir en la reflexin sobre las condiciones de posibilidad del mismo carcterintempestivo, discordante, de la literatura en el mercado actual (314).

    Y veo tambin la tcita designacin de un lugar en que todava le cabra enunciarse a laexperiencia, hostigada como deca antes en su propia posibilidad: ese lugar es elconcepto, en su vocacin ms esencial, asctica y abismtica: su vocacin memoriosa, queciertamente ha estado orientada, en la gran tradicin metafsica, desde la idea platnica al

    Begriff hegeliano, a una subsuncin de la experiencia que en l mismo es recordada; tal esel vigor presentificador que esa misma tradicin le asigna. Creo reconocer una prueba

    7 Esa resistencia no es ingenua, no nace del voluntarismo: para Avelar est claro (vase el eplogo) que lasituacin postdictatorial es tal que en ella uno ya no puede escribir, que escribir ya no es posible, y que lanica tarea que le queda a la escritura es hacerse cargo de esta imposibilidad. La prdida con la cual laescritura intenta lidiar ha tragado, melanclicamente, a la escritura misma: el sujeto doliente que escribe se dacuenta de que l es parte de lo que ha sido disuelto (315). En este darse cuenta, en esta revelacin queembarga al sujeto doliente leo el efecto apocalptico al que me refiero arriba, y de acuerdo al cual habraque decir, en todo rigor, que el apocalipsis es el fin de la escritura.

    Con todo, subsiste en esta verdad una tensin irrefrenable, de la que nace, acaso, la resistencia de quehablo. Pues hay una variante de este apocalipsis que se manifiesta en l o que mencionaba antes, sobre ladiferencia entre escritura y literatura. Se podra decir que jams ha habido escritura, en el sentido de uncumplimiento pleno de la tarea del duelo (aun en esa forma de cumplimiento con la que habra que contar porprincipio, a saber: su incumplimiento radical; toda escritura se resigna, de uno u otro modo, a caer en laliteratura), y que el advenimiento de la escritura sera el fin de la historia.8 Avelar alude a la caracterizacin de lo intempestivo (unzeitgem) que proporciona el prlogo a lasegunda de las Consideraciones, De la utilidad y perjuicio del estudio histrico para la vida: actuar encontra del tiempo y, por lo tanto, sobre el tiempo y, se espera, a favor de un tiempo venidero (FriedrichNietzsche, Werke in drei Bnden (ed. Schlechta), Mnchen: Hanser, 1966, I, 210. Lase tambin este asertoprincipal: lo intempestivo es aquello que ha fracasado en la historia, pero sin cuya irrupcin ningunahistoria podra haberse constitutido en cuanto tal (212; cursiva del autor).

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    verosmil de este atisbo en cierto efecto de conjunto de las interpretaciones de Avelar:parece como si, merced a una secreta labor de ventriloquia, los textos examinados hablasen

    por Benjamin, y esto en la doble direccin del dativo: que hablasen en lugar de l, como susportavoces, y que se los hiciera hablar en la medida en que es l quien habla a travs deellos. Pues bien: Benjamin que tram esto desde su versin monadolgica de la Ideahasta su nocin de la imagen dialctica es, precisamente, una de las instancias decisivaspara una reformulacin de la vocacin memoriosa del concepto, capaz de hacer justicia a lasingularidad de la experiencia.

    Una configuracin alegrica del concepto, una inscripcin, una escritura del conceptosera la demanda latente que plantea, desde su pasin crtica, este libro. Indicios de estademanda podran hallarse, quizs, en el comentario que dedica Avelar, allegndose a laconclusin de su obra, a la novela En estado de memoria, de la argentina Tununa Mercado,que, segn lo que l mismo anticipa, provee la clave maestra con la que se interpretantodos los dems (33). En referencia a una suerte de situacin teraputica que relata laescritora, tramada en torno a una lectura grupal de la Fenomenologa del Espritu, Avelardeja apuntada una observacin sobre la verdad que me parece esencial para determinar elconcepto de escritura (y la escritura de concepto), a propsito de la constitucin delsujeto... en un lugar marcado por un no saber (304). La observacin hace pie en aquellasea sobre la verdad sobre su aferramiento en el instante de su huida, de suevanescencia que Benjamin dej registrada en las llamadas Tesis de filosofa de lahistoria: 9 ...uno escribe para experimentar la imposibilidad de llenar el vaco y abarcar louniversal... En su estado [es decir, entiendo, en estado de memoria, que es el ttulo de lanovela de Mercado], la impotencia en agarrar la verdad sera la nica forma posible demanifestacin de la verdad. La imposibilidad de abarcar lo universal, de concluir el viajefenomenolgico, es el prerrequisito para la emergencia de una verdad slo articulable por laescritura. Su entendimiento de la desventura de la escritura, su abrazo y aceptacin deella, ya contiene la totalidad de la leccin de Hegel, como si no comprender el sentido de laobra de Hegel, fracasar al intentar leerla, fuera hoy tras Auschwitz, tras la catstrofedictatorial la nica forma posible de captarlo en su verdad; en otras palabras, laimposibilidad de hacer que la verdad prevalezca a tiempo sera la verdad fundamental denuestros tiempos (304 s.). Rozando la cuestin esencial del vnculo entre verdad y tiempo,Avelar deja entrever la inteligencia de una originaria condicin mortal de la verdad. Endiferendo con la comprensin inveterada de una verdad impvida, que permanece cabe s indiferente al tiempo y a la historia, eterna, y rebatiendo tambin la explicacin dialcticade una historicidad de la verdad que, sin embargo, reasume todas las errancias, las estelas yvestigios de su devenir en el presente pleno de la conciencia absoluta, se insina aqu quetoda verdad tiene su tiempo, y que hay tambin el destiempo de la verdad. 10 Lo que meparece entender bajo el motivo de una verdad que acontece justo a tiempo (de una verdadque los poderes histricos dominantes impiden de acontecer as) es el decisivo ligamen

    9 Tesis V: La verdadera imagen del pretrito pasa fugazmente. Slo como imagen que relampaguea en elinstante de su cognoscibilidad para no ser vista ya ms, puede el pretrito ser aferrado. La verdad no ha deescaprsenos: este lema, que proviene de Gottfried Keller, designa con exactitud, en la imagen de la historiadel historicismo, el punto en que sta es atravesada por el materialismo histrico. Pues es una imagenirrecuperable del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca aludido en ella. W:Benjamin, El concepto de la historia, en La dialctica en suspenso. Santiago: Arcis/Lom, 1995.10 El cual coincide, acaso, con la historia.

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    un duelo realizable afirmativamente, en cuanto afirmacin? (308) La cuestin a la que seabre esta pregunta, segn creo, es la decisiva cuestin del duelo del duelo. Sera tal lamelancola? Recuerdo una conversacin que sostuve con Alberto Moreiras en los pasillosdel Edificio Diego Portales, el mismo que la dictadura haba usurpado, con ocasin delseminario Utopa(s), en 1993, al cabo de una presentacin que hice sobre Lengua, lugar,abismo, donde se trataba de la posibilidad utpica del habla. Llevados por la deriva delintercambio, fuimos a dar en ese giro. Moreiras ha dicho cosas insoslayables sobre lo que elgiro nombra en su libro Tercer espacio: literatura y duelo en Amrica Latina. 14 Junto conel admirable trabajo de Avelar, quisiera rendir homenaje aqu tambin a esa otra obra:ambas atestiguan la insistente posibilidad y responsabilidad del pensamiento esencial enAmrica Latina.

    10 de agosto de 2000

    14 Publicado por Arcis/Lom, en 1999.