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Una mirada a la historia de la

literatura infantil y para

adolescentes

2 Unidad

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Lic. Vicky Canales Licenciada en Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, tiene un Diploma de segunda especialidad en Formación Magisterial de la Pontificia Universidad Católica del Perú y ha concluido estudios de una Maestría en Literatura Infantil y Juvenil. Ha publicado seis libros de cuentos para niños y se desempeña como profesora de Comunicación y capacitadora.

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1.- Origen de la literatura infantil y para adolescentes

Inicios, la tradición oral: Sabemos que durante siglos los niños no fueron considerados diferentes a los adultos, no tenían un trato especial ni se atendía a las necesidades propias de su edad, tal como la vemos en el mundo contemporáneo. Durante la edad media y hasta aproximadamente el siglo XVIII los niños eran considerados pequeños adultos que tenían las mismas tareas y exigencias que los demás, por lo tanto estaban presentes en las conversaciones de los mayores y escuchaban lo que estos oían. Las historias narradas tenían como temática común la búsqueda del amor, la crueldad, el maltrato, el incesto; es decir temas de la realidad circundante que no pretendía atenuar la crudeza de lo narrado. Se sabe, por las pinturas y grabados de la época que la indumentaria de los niños y adolescentes era igual a la de los adultos. No es difícil suponer que su lenguaje sería similar al de estos. Durante siglos se transmitieron en forma oral mitos y relatos tradicionales, es decir de generación en generación. Su carácter de oral también le daba a estos relatos la categoría de anónimos y reflejaban su concepción del mundo y la explicación a muchos fenómenos que no entendían.

La Edad Media Durante la Edad Media se divulgaron por todo el mundo estos cuentos populares y es posible que los niños escucharan estas versiones. En aquella época aún no se podía hablar de literatura dirigida específicamente a ellos. Las versiones originales de “Las mil y una noches”, “Alí Babá y los cuarenta ladrones” contienen elementos eróticos propios del mundo adulto y eso hace suponer que no fueron concebidos para los niños. Abundaban en aquel tiempo las obras que traían mensajes religiosos y morales. La Biblia fue traducida y ya en lenguaje sencillo se convirtió en el libro al alcance del pueblo. Dice Denisse Escarpit, en su obra “La literatura infantil y juvenil en Europa”:

“La Biblia suplía todos los libros: era narración de aventuras, historia, poesía, filosofía, religión. De este modo, cualquier niño que hubiera aprendido a leer tenía a su alcance un abundante material de lectura que le evitaba caer nuevamente en el analfabetismo”.

Marc Soriano, en su obra “Literatura para niños y jóvenes” analiza la evolución de la literatura para niños y adolescentes

“La Edad Media recupera esos “trucos pedagógicos” de los antiguos, pero no ve la necesidad de crear una literatura autónoma. Los escolares, decepcionados, se sumergen en ese “gran montón” (el término es el que utiliza Montaigne) de novelas de caballería y libros baratos. La literatura para niños propiamente dicha, la impresa, nace en Europa Occidental a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, en efecto, es sólo para entonces cuando, tanto en Inglaterra como en Francia, la incipiente

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industrialización y el desarrollo del comercio permiten la constitución de un público infantil y adolescente de extracción burguesa, que sabe leer y cuentan con cierto poder adquisitivo. Este “lectorado”, sin embargo, suele dejar de lado los libritos que le están destinado y “roba” en la literatura adulta cuatro obras que reflejan sus necesidades y sus gustos: el Quijote de Cervantes, percibido como una carcajada desmitificante de las pretensiones de los adultos; “Los cuentos de mama oca”, ocho historias de la tradición oral recogidos por Pierre D’Armancour y adaptados a un tono irónico por su padre Charles Perrault, “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swuif, una violenta sátira de costumbres políticas de la época, sentida en este caso como una especie de gran metáfora acerca del crecimiento (ser grande entre los pequeños y pequeño entre los grandes), y, por último, el “Robinson Crusoe” de Daniel Defoe, interpretable como el juego fundamental en el que el niño se mide con la naturaleza, un concepto que analizará Rousseau en su “Emilio”.

Durante el siglo XVII los textos morales tuvieron gran difusión, las fábulas constituyeron los relatos dirigidos especialmente a los niños. En Francia, Jean de La Fontaine escribió fábulas dirigidas a educar al hijo del rey, pero luego éstas fueron difundidas en el pueblo, a la vez que el autor encontraba historias populares que luego embelleció y fueron difundidas cuando surgió la imprenta. En el siglo XVIII se dio un hecho que habría de cambiar totalmente el mundo de la literatura para niños y adolescentes pues comienzan las recopilaciones de cuentos populares. El primer recopilador de estos relatos fue Basile, en Italia, quien en 1634 publicó “El Pentameron”, que era un libro en el que diez vecinas cuentan, durante cinco días, diez cuentos cada una. En esa primera recopilación ya están presentes “La cenicienta”, “El gato con botas” y “Piel de asno”. Cabe resaltar que en dichos cuentos la mayoría de personajes son adolescentes y abordan temas adecuados para esta etapa de la vida. El francés Charles Perrault (1628 - 1703) fue el gran recopilador, quien rescató y divulgó los cuentos que han llegado hasta nuestros días. Fue un gran colaborador de Luis XIV y miembro de la Real Academia Francesa. En su obra “Los cuentos de la mama oca” consignó historias de tiempos antiguos que leía con las damas de la corte. Ana Garralón afirma: “Esos ocho cuentos que circulaban en recortadas versiones en la literatura de cordel, adquirieron su forma definitiva: “La bella durmiente del bosque”, “Caperucita roja”, “Barba azul”, “El gato con botas”, “Las hadas”, “Cenicienta”, “Riquete el del copete” y “Pulgarcito” perdieron la espontaneidad con que eran narrados en corrillos para recibir innovaciones estéticas del gusto de la época. Lo maravilloso, que aquí se manifestaba en hechizos, hadas buenas y malas, brujas, enanos y ensalmos, encontró en el público saturado de gestas y épicas el éxito que lo consagraría.

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Respecto a la obra de Perrault, dice Marc Soriano:

¿POR QUÉ PERRAULT?

A medida que la alfabetización hacía sus progresos y que la imprenta amenazaba la forma cultural a la que estaba acostumbrado, el pueblo fue pegándose a estos cuentos, que le ofrecían, bajo una forma sencilla y hermosa, algunos de sus relatos favoritos. Las razones del éxito de Perrault entre los niños son más complejas y más difíciles de identificar. Tienen que ver, en primer lugar y seguramente con el estilo, que es condensado y claro, de ritmos simples y que emplea con buen criterio y en forma sistemática esas fórmulas pintorescas y poéticas del tipo: “Anita, hermosa Ana, ¿no veas que venga nada?” o, si no, ”Suelta la clavija, la aldaba cederá”. Y además está presente, sin duda, la familiaridad y la soltura, el hecho de que se trata de cuentos que hemos oído contar en épocas en que nuestra memoria era aún fresca, cuentos que transmitimos naturalmente a nuestros hijos (…) En los “Cuentos de la mama oca”, precisamente, los padres no están bien vistos. Perrault, en sus memorias, y en otras obras, habla de los suyos con mucha piedad y respeto, pero en cuanto entra en el terreno de la ficción, es decir, en un sector menos sometido a las censuras del inconsciente, evoca siempre las “instancias parentales” de manera burlona o crítica. Esta es la situación de los cuentos. Cuando se ponen uno junto al otro los retratos de padres y madres que contienen obtiene una galería sorprendente. Los padres son a menudo serviles, o bien sádicos o incestuoso, y, en cuanto a las madres, no tienen nada que envidiarles a sus siniestros maridos; suelen ser locas, charlatanas, tontas y desconcertantes, rivalizan en crueldad y en ferocidad con ellos. Lo que se ve por todas partes es el drama, el horror o al menos la inseguridad. En cambio, la literatura infantil de nuestros tiempos parece obedecer a criterios inversos. Los padres y madres son siempre ejemplares y dotados de todo tipo de virtudes. Una de las reglas no escritas que la rigen es que no se ponga en cuestión la autoridad de la familia. Los cuentos de Perrault les hablan a los niños en su propio idioma, les presenta un mundo diferente, un mundo en el que los adultos son malvados e inseguros, en el que el niño tiene que ganarse solo su lugar. Y son precisamente esos cuentos los que se impusieron como “Clásicos infantiles”.

2.- Panorama de la literatura infantil y juvenil desde el siglo XVIII hasta la actualidad En el año 1719 fue publicada en Inglaterra la novela “Robinson Crusoe”, su autor, el inglés Daniel Defoe (1660-1731) la escribió en sólo dos meses por encargo de un editor. Esta novela que tuvo muchos detractores y que recibió abundantes críticas debido a las incoherencias que habían en su trama, se convirtió en un gran éxito y tuvo numerosas traducciones a la vez que el autor se vio en la necesidad de escribir continuaciones que no alcanzaron el nivel de la

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primera. Esta novela considerada como la primera novela de aventuras cautivó especialmente a los jóvenes por su temática de rebeldía ante el orden impuesto, tuvo tanto éxito que dio origen a otras obras derivadas. Denisse Scarpit analiza esta novela y sus implicancias:

“Robinson iba dirigido a la nueva burguesía media que necesitaba hallar justificaciones para la tarea colonizadora que había emprendido la Inglaterra del siglo XVIII, así como valorar la idea del trabajo, tanto desde el punto de vista moral como económico. Su éxito fue inmediato en ambos lados de la mancha. La primera edición resumida se publicó en Inglaterra desde 1719 y de ella se hicieron numerosas reimpresiones. En 1720 aparecieron dos traducciones alemanas en Francia, Robinson entró inmediatamente a la literatura popular de buhoneros; pero, al despojarse éstos de sus largas descripciones y de sus extensas intrigas, solo quedó un relato de aventuras y el mito de la isla desierta. Este relato, mezcla de realismo ficción, fue el que adoptaron los niños y el que ´”engendró” una larga descendencia de novelas conocidas con el nombre de “Robinsonadas”

En 1726 otra obra de éxito similar se publicó en Inglaterra: “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. A partir de 1727 se tradujo En Francia, y se convirtió en el libro favorito de niños, jóvenes y adultos. Este libro fue visto como una sátira política, cargada de humor que recreaba los viajes de exploración y los relatos de los viajeros. Denisse Scarpit, respecto a esta obra afirma:

”Aun cuando Gulliver sea básicamente una sátira política, echa mano de algunos procedimientos -mundo al revés, absurdo- que pertenecen a la literatura popular. Además, lo que los niños conocen de Gulliver es por lo general Gulliver en Liliput, es decir, la historia de un gigante en el país de los hombrecitos; ahora bien, “el mundo al revés” es un elemento maravilloso con el que los niños están familiarizados y que plantea, además el problema de la relación adulto- niño.”

SIGLO XIX A inicios del siglo XIX surge en Alemania el movimiento romántico, que luego se difunde por toda Europa. Es en este periodo que se busca inspiración en el pasado y se valoran las tradiciones y los cuentos populares. Dice Ana Garralón: “El romántico, emotivo y soñador, buscó sus raíces en los cuentos populares, llenos de fantasía, que circulaban por pueblos y aldeas. Lo popular era considerado romántico, algo propio, el acervo cultural de cada pueblo, el referente que permitía distinguirse de los demás”. Es en este periodo que se vuelven a recopilar rimas y cuentos populares. Dos hermanos filólogos Jacob y Wilhelm Grimm publican en 1812 el primer volumen de “Cuentos del niño y del hogar” en el que reproducen los relatos tal como fueron escuchados y en 1815 en el segundo volumen ya en el prólogo se dirigen a los niños como su público lector: “en estos cuentos se encierra todo lo que existe en el mundo. En ellos aparecen reyes, príncipes, fieles sirvientes y honrados artesanos, pescadores, molineros, carboneros y pastores, todos tan próximos a la naturaleza”.

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Aún hay una tercera parte: en 1822 se publicó el tercer volumen y en 1825 una selección de los cincuenta mejores cuentos. Luego en el año 1857 se publicó una última y definitiva versión mejorada. Estos cuentos son los que han llegado hasta nuestros días. El objetivo de los hermanos Grimm, al recopilar estos cuentos populares no era escribir el de cuentos para niños, sino hacer una investigación científica que sirviera a la historia. Según Ana Garrafón:

“A los hermanos Grimm, filólogos, les movía el espíritu científico: recogieron los cuentos, a veces tal y como fueron escuchados en un principio y los transcribieron respetando su esencia y sin introducir apenas variaciones. Esto se puede observar en el primer borrador de los cuentos, el llamado “Manuscrito de Olmberg” (1810), donde aparecen tal y como se contaban en las aldeas: sin didactismos, con un lenguaje sencillo y directo, comprensible para los iletrados. Esta primera intención de trabajo de campo fue modificada en las ediciones posteriores (1812, 1819) hasta llegar a la última y definitiva en 1857, con cuentos literariamente mejorados. “Hansel y Gretel” “Blancanieves”, “La bella durmiente del bosque”, “Cenicienta” y “Caperucita roja” han perdurado así hasta nuestros días: a diferencia de otras recopilaciones de cuentos que se sucedieron durante años y en las que cabía todo tipo de expresiones populares, propias de leyendas y hasta de costumbres, la selección de los hermanos Grimm ha permanecido porque, dentro de la tendencia romántica en la que fueron recopilados, evitaron los sentimentalismos y moralismos típicos del momento”.

En el año 1846 llegaron a Inglaterra las traducciones de los cuentos de Hans Christian Andersen: “Historias maravillosas para niños”, “Leyendas y cuentos de hadas daneses”, “Un libro de cuentos daneses” y “El ruiseñor” y otros cuentos.

Para entender la obra de este gran escritor veamos algo de su biografía relatada por Marc Soriano en su obra “La literatura para niños y jóvenes”: “Nació el 2 de abril de 1805 en Odense, Dinamarca, y murió el 4 de agosto de 1875 en Copenhague. Tuvo una infancia difícil. Su padre, que simpatizaba con la revolución francesa, se enroló en 1812 en el ejército napoleónico; regresó a su hogar dos años después y murió casi en seguida. Este niño sensible que fue Andersen quedó entonces librado a la compañía de mujeres frustradas y desdichadas: una madre melancólica y borracha, una abuela seca y dura, una hermana que termina prostituyéndose, vecinas que viven en la mendicidad y que se tiran las cartas para adivinar algún súbito cambio de fortuna. Siendo el único hombre de la familia, asume las esperanzas de todos, peor lo hace con la ingenuidad propia de su edad y con angustia. A los catorce años, persuadido por las predicciones de una adivina, que le aseguran que le aguarda un gran destino, parte hacia Copenhague, asedia las casas de las actrices de moda, ejerce diversos oficios menores para sobrevivir y conoce el hambre; pero se siente sostenido en todo momento

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por un irrefrenable deseo de complacer y de triunfar, un sentimiento en el que entra una buena dosis de vanidad, sin duda, pero también la clara conciencia de su talento y un extraordinario amor por los demás”. Durante años intentó destacar como escritor y lo logró con la publicación de sus cuentos infantiles. Se dice que recorría todo su país leyéndoles a los niños. Su obra está formada por recopilaciones de cuentos de tradición oral que ya eran conocidos como “La princesa y el guisante” y por cuentos de su propia creación en los que predominaba la fantasía dando vida a objetos como en “el soldadito de plomo”. Usaba un lenguaje sencillo lleno de emoción y fantasía.

Denisse Scarpit dice acerca de su obra:

“La obra para niños de Hans Christian Andersen se extiende a lo largo de casi cuarenta años. El primer volumen, “Cuentos para niños”, de 1835, fue completado en 1836 y 1837; el segundo, formado por dos volúmenes, apareció en 1847 y 1848, y la última historia, en 1872. Los títulos de las traducciones inglesas subrayan la inspiración diversa de los cuentos de Andersen. Encontramos el cuento extraído del folklore oral, tal como al escritor le gustaba oírlo de labios de su padre en la infancia; encontramos también el cuento extraído de las sagas y leyendas danesas; el cuento tomado de fuentes literarias; pero sobre todo -y en ello reside la originalidad de Andersen- el cuento que da vida a los objetos cotidianos o a la naturaleza, ya sea vegetal o animal, en el que los objetos y la naturaleza se vuelven parte integrante de la obra y no un simple escenario. Al salirse de los senderos tradicionales, el cuento pierde la rudeza del testimonio o el encanto anticuado del vestigio; se vuelve humano, es decir, una mezcla de emoción y de ternura; de alegría y de tristeza, de fantasía y de humor”.

Acerca de su obra y sus personajes decía el propio autor: (consignado por Marc Soriano en su obra)

“Trato de penetrar en ellos con todo mi corazón, y atrapo una idea para grandes que cuento después para niños, recordando que a menudo también papá y mamá están escuchando y que también hay que entregarles algo a ellos. Los temas sobran en éste más que en ningún otro género literario; a veces me parece que cada pared, cada florcita me están diciendo: mírame un poco, mírame que comprenderás mi historia” y, si les hago caso, ¡listo el cuento!

Por la originalidad de su obra y sus entrañables personajes como “El patito feo”, “El soldadito de plomo”, “La cerillera” “La sirenita” y otros, este autor es considerado el autor para niños y adolescentes por excelencia y se ha instaurado el premio “Hans Christian Andersen” para reconocer a los escritores que dedican su obra a la literatura infantil y juvenil. En el año 1837, Charles Dickens publica la primera parte de su obra “Oliver Twist”, en la que cuenta la vida de un niño pobre y desvalido que escapa de un orfelinato y va a caer en un grupo de ladrones. Su objetivo fue denunciar los problemas de la sociedad y atacar la nueva Ley de Pobres e iba dirigido a un público adulto.

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Posteriormente, en el año 1850, publica “David Copperfield”. En 1844, en Alemania, un médico psiquiatra, harto de no encontrar libros adecuados para su pequeño hijo, decidió en las navidades comprar un cuaderno en blanco y escribir e ilustrar él mismo las historias que le leería a su hijo. El resultado fue un libro de cuentos ilustrado, llamado “Historias alegres e imágenes graciosas” su tercer cuento llamado “Struwwelpeter” (Pedro, el desgreñado) comprendía diez historias en verso en los que se describían las travesuras de los niños desobedientes y sus escarmientos. El humor era un ingrediente principal por lo disparatado de los castigos. El libro logró un gran éxito y tuvo diversas traducciones. Fue la primera obra en la que aparece el humor en la literatura infantil. En 1846, Edward Lear publica en Inglaterra “El libro del absurdo” (sin sentido) en el que hace derroche de su humor disparatado con la creación de sus limericks. En el año 1852 se publica “La cabaña del tío Tom”, una obra que fue concebida por su autora Harriet Beecheer Stowe para sensibilizar a la población acerca de las atrocidades que se cometían con la población negra durante la época de la esclavitud. Fue una obra de denuncia que logró su cometido. En 1868, Louise May Alcott publica su obra “Mujercitas” en la que consigna los valores deseables e ideales de la sociedad norteamericana. Posteriormente continúa la saga con “Señoritas”, en la que muere una de las niñas, luego publica “Hombrecitos” y “Los hijos de Jo”, estas novelas inauguraron las obras que se conocerían después como “Novelas para niñas”. En Francia, durante el año 1856 se publicó un libro ilustrado “Nuevos cuentos de hadas”, la autora era Sophie Rostopchine, más conocida como la condesa de Ségur, ella publicó a una edad avanzada los cuentos que les contaba a sus nietos. Un libro muy conocido de esta autora es “Memorias de un asno”, en el que narra las peripecias de un asno humanizado llamado “Cadichón”, aunque debido a algunos pasajes, la autora ha sido tildada de racista y conservadora. Julio Verne publicó en 1862 “Cinco semanas en globo” que tuvo gran éxito, era la época de los grandes descubrimientos, por eso se afirma que Verne fue un hombre de su tiempo. Su característica principal es que investigaba y plasmaba en sus obras datos científicos reales, todo tiene una coherencia. Tiene una amplia producción literaria: “La vuelta al mundo en ochenta días”, “Veinte mil leguas de viaje submarino”, “Un capitán de quince años”, entre otras. Sus obras que fueron destinadas a los jóvenes fueron también favoritas del público adulto. Marc Soriano afirma, respecto al éxito de su obra entre los jóvenes:

“La mirada admirativa, tierna y acariciante, que posa el escritor sobre sus héroes adolescentes, sobre su ímpetu y sobre la elasticidad de sus cuerpos, es sin duda, una de las razones del éxito de Julio Verne entre los muchachos de su época, que sintieron que estos libros eran, en una forma metafórica, un homenaje a su virilidad naciente y a su encanto fugaz".

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También Ana Garralón comenta su obra:

“Verne explicó a sus lectores que la ciencia podía aclararlo todo, que no había misterio ni tradición popular arraigada en lo irracional para que la ciencia no tuviera una explicación. El hombre podía llegar a dominar el mundo con su saber científico, y así quedaba patente en sus novelas, donde la ciencia siempre vencía a la naturaleza. Verne se documentó desaforadamente, buscó información en científicos y publicaciones especializadas que confirmaran la veracidad de sus datos y lo legitimaran ante sus lectores…”

El humor y el didactismo son combinados en una obra que tuvo tantos defensores como detractores en Alemania: en el año 1865 Wilhelm Busch publica su obra “Max y Moritz” en la que relata las travesuras de dos niños “endiablados” que no sienten ningún remordimiento en urdir y llevar a cabo sus burlas y bromas a los adultos. La obra está escrita en verso con un lenguaje cargado de humor. Los castigos de los dos pillos son tan desmesurados que se convierten en absurdos y generan hilaridad. El libro fue ilustrado completamente por el autor, que es considerado “El padre del Cómic”. En ese mismo año, Charles Lutwidge Dodgson, un diácono que nunca llegó a ordenarse sacerdote, y que tuvo el seudónimo de Lewis Carrol publicó el cuento “Alicia en el país de las maravillas”, que fue inspirado en las conversaciones que sostenía con las hijas de sus amigos. Carroll también fue un hombre interesado en las matemáticas y un fotógrafo creativo que retrató especialmente a las niñas. En todas sus biografías se afirma que gustaba de pasear en compañía de niñas y conversar con ellas disfrutando de la imaginación e ingenuidad. Fue en uno de esos paseos en barca, en compañía de tres niñas entre las que se encontraba Alicia, que inventa un relato y éste resultó tan fantástico y ameno que Alicia le pide que lo escriba para no olvidarlo. Es así como Carroll se decide a escribir un primer borrador e ilustrarlo él mismo. En el año 1865 la obra tuvo una versión definitiva, después de muchas correcciones y de buscar un ilustrador que respondiera a las expectativas del autor, pues sus propios dibujos no le parecieron adecuados. Denisse Scarpit, analiza el cuento:

"Alicia no es solamente el primer gran cuento inglés para la juventud, sino también un cuento que, debido a esas maravillas que se amplían hasta el absurdo, no podía ser sino inglés. Carroll lo imaginó e improvisó para divertir a unas niñitas. Desde el inicio no existe ni plan ni intriga preparada: no hay más que una situación inverosímil y una suposición previa, la de todos los cuentos: los animales hablan, y no es nada sorprendente que Alicia los comprenda, o que las cosas cobren vida. Lo maravilloso del cuento va a ampliarse en forma prodigiosa, pues se echa mano de todos los recursos de lo extraordinario: cambios de tamaño (Alicia pasa del tamaño de un súper Gúlliver al de un ratón), cambios de naturaleza (el bebé se convierte en

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puerco), apariciones y desapariciones mágicas del Cheschire cat; etcétera. No obstante Alicia difiere del cuento tradicional. En éstos hay una lógica interna de la narración: los acontecimientos se encadenan unos a otros, el después sigue al antes. En Alicia, hay discontinuidad en el relato, sucesión y no encadenamiento de los elementos de la narración, pues dichos elementos -personajes o cosas- sólo nacen por mediación de Alicia. El propio personaje de Alicia es ambiguo: una niñita diligente y bien educada, de espíritu lógico y, en forma simultánea, una niña que sigue sin pensar los caprichos de su fantasía, que vive totalmente su nueva vida de personaje de un cuento que ella misma crea, y que, al mismo tiempo, guarda sus distancias frente a ese personaje. Agreguemos a todo ello las imágenes que John Tenniel realizó para Alicia, sin tratar de concretar lo absurdo del relato, sino más bien de traducir situaciones normales o posibles”.

En el prefacio a su obra, el autor se dirigía a sus lectores:

En la cálida tarde de este día La barca se desliza lentamente, Y es muy grato dejar vagar la mente Por el reinado de la fantasía. Un cuento me pedís, niños amados, Y os voy a complacer. Quedad callados Y oiréis de mis labios el relato. Largo será, mas, ¿no es cierto que el rato En que vagáis por mundos de quimera Es cuando más felices os sentís? Y yo me vuelvo niño al atenderos Huyendo de la vida verdadera. Un hermoso país desconocido Os voy a presentar. Nada de cuanto explico ha sucedido, Pero os hará gozar. Decís que empiece ya, que no os importa La lógica razón de mi argumento Y anhelosos estáis de oír el cuento? Comienzo, pues; y aunque una amiga, Alicia, Me lo hizo concebir, hoy lo dedico, Deseando causar vuestra delicia, A cuantos niños lean este libro.

En el epílogo se despedía de sus lectores con nostalgia:

Terminó el sueño, niños queridos, De nuestra Alicia, por el País Que en unas horas de fantasía La hizo feliz. Que igual a vosotros hayáis gozado Con el relato de su aventura

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Es lo que solo he deseado. Vuestra ventura, Niños amados, me hace dichoso, Pues aunque lejos están de mí Los años bellos en que viví Tal ilusión, Imaginando en torno mío Mil cabecitas Apiñaditas, Oyendo cuentos, leyendo fábulas, Vuelve la infancia a mi corazón. Bella es la vida con su verdad, Pero una gota de fantasía Pone en el ritmo de cada día Más suavidad. Sed en la vida un poco niños Aun en los años de madurez, Y habrá destellos de fantasía Dulcificando vuestra vejez.

Seis años después de publicada esta obra, sale a la luz, por fin, después de muchos ruegos por parte de su editor, “Alicia a través del espejo”. En el prólogo de esta edición, el propio autor recuerda en un poema la creación de su obra (tomado de la obra de Marc Soriano) “Un cuento que comienza en otros tiempos, Cuando brillaban los soles del verano, Un simple sonsonete que marcaba El rítmico vaivén de nuestros remos. La memoria recuerda aquellos tiempos, Aunque el tiempo exija que olvidemos”. En Inglaterra durante el año 1883, Robert Louis Stevenson publica “La isla del tesoro”, inspirado en un mapa del tesoro dibujado por su hijastro. Esta obra fue publicada por entregas en una revista juvenil y el autor usaba el seudónimo de Capitán George North. Posteriormente publica otras novelas de aventuras: “La flecha negra” y “Secuestrado” y en 1886 “El extraño caso del DR. Jekyl y Mr. Hyde” En Italia Carlo Lorenzini, conocido como Carlo Collodi, un periodista satírico que publicaba en diversas revistas de la época, en el año 1875 empieza a escribir para niños y adaptar diversos cuentos para ellas. “Las aventuras de Pinocho” fue escrito en quince capítulos y publicado por entregas, tuvo por título “La historia de un muñeco”. Cada capítulo contiene una aventura completa y el autor intentó varias veces “matar” a su personaje, pero fue conminado por sus miles de lectores a continuar con las aventuras. Ana Garralón afirma:

“Collodi comenzó a escribir la historia del pedazo de madera en un periódico por entregas, como era habitual en la época. Después de quince

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capítulos de aventuras de ese muñeco irrespetuoso, Collodi lo ajustició para liberarse de él , pero ante las insistentes protestas de los lectores, lo hizo revivir y le dio vida en catorce capítulos más, donde ya adoptó el título definitivo de “Las aventuras de Pinocho” y finalizó en las siguientes siete entregas cuando convirtió al muñeco en niño. La historia es la socialización de un niño, el desarrollo que cualquier pequeño necesita desde el egocentrismo hasta la responsabilidad. Por eso, es una historia que todos los niños del mundo pueden leer y en la que pueden sentirse reconocidos. El Pinocho de madera representa el mito de la infancia anárquica que sólo desea comer, beber, dormir y divertirse, y este es el modelo que los niños adoran y con el que se sienten identificados”.

Respecto a esta obra, dice Marc soriano:

“Algunos señalan que esta obra está construida como la Biblia, sobre la teoría de la desobediencia, de la falta y de la redención; otros señalan, por el contrario, que si Pinocho no escucha los buenos consejos es porque su padre se olvidó de fabricarle orejas, metáfora que significaría tal vez que el que no es escuchado no podrá a su vez escuchar”.

En el año 1876, Samuel Langhhorme Clemens, que toma el seudónimo de Mark Twain, publicó su obra “Las aventuras de Tom Sawyer” en la que el personaje principal era un niño americano que se movía entre el juego y la desobediencia. Posteriormente, el autor produce otras obras juveniles: “Un vagabundo en el extranjero”, “El príncipe y el mendigo” hasta que en 1885 da a conocer su obra “Las aventuras de Huckleberry Finn”, que por su temática generó escándalo entre las personas que abogaban por la moral. Laurie Alison en su obra “No se lo cuentes a los mayores” afirma respecto a “Las aventuras de Tom Sawyer”:

“El Tom Sawyer, de Mark Twain, no era, por ejemplo, la clase de relato que las autoridades del momento recomendaran para niños. Twain lo escribió como reacción ante lo que él llamaba “libros de niños buenos-buenos”, destinados a mejorar la conducta y que en el siglo XIX las instituciones religiosas y educativas distribuían a millares. Los folcloristas definían el argumento esencial de todos estos relatos como “el generoso y el mezquino”. En Tom Sawyer, Twain dio la vuelta intencionadamente a este argumento. Tom miente, roba, dice palabrotas, fuma, burla la ley y gana un concurso de versículos en la iglesia dominical por medio del fraude. Se escapa de casa una noche y desaparece durante varios días, llevando a su tía Polly a la desesperación. Al final del libro, Tom consigue una pequeña fortuna en oro, se convierte en la admiración de toda la ciudad y gana el amor de Becky Thatcher, mientras que su hermano “bueno”, Sid, es expulsado a puntapiés de la casa…” ¿Cómo es que, precisamente en 1876, Twain pudo salirse con la suya? Por supuesto, en parte porque era un genio; pero también porque había aclarado en el prólogo que Tom Sawyer estaba pensado “para el

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entretenimiento de niños y niñas” no para que se tomara en serio, Hucklevberry Finnn, que no apareció con esta aclaración, no corrió la misma suerte y se topó inmediatamente con dificultades; los críticos lo consideraron “vulgar” y “ordinario” y fue prohibido por la Biblioteca Concord de Massachusetts.”

Otro personaje que ha quedado en la historia de la literatura infantil es Peter Pan, su creador, el escocés sir James Matthew Barrie, fue periodista y dramaturgo, pero alcanzó su mayor éxito con la publicación de “Peter Pan, el niño que no quería crecer”. El autor tuvo una infancia muy triste y carente de amor, su hermano mayor, que era la esperanza de la familia, murió a los catorce años y James se pasó toda su niñez intentando reemplazarlo en el recuerdo y el afecto de su madre que se encontraba enferma de dolor y de pena. Se dice que este hecho motivó el rechazo hacia el mundo adulto. James Barrie sintió apego por los niños, especialmente por los cinco hijos de un matrimonio amigo a quienes adoptó cuando se quedaron huérfanos. Con uno de ellos creó una obra de teatro llamado “El pajarito blanco” en la que ya aparecía el personaje de Peter Pan. En 1902 fue publicado con ilustraciones. En 1906 aparece un cuento “Peter Pan en los jardines de Kensington” y en1911 se publica la versión en prosa “Peter Pan y Wendy” Alison Lurie, analiza la obra:

“En Peter Pan todos los deseos se convierten en realidad, desde las primeras fantasías de volar hasta la resurrección de los muertos: los niños perdidos, extraviados, posiblemente muertos y viviendo en una especie de confortable tumba, finalmente vuelven a Londres, donde son adoptados por los Darling. Toda la obra es un sueño de plenitud intrincadamente elaborado, de anhelos infantiles intensos pero contradictorios- por un lado, hacerse mayor de golpe y por otro no crecer jamás, experimentar emocionantes aventuras y sentirse a la vez perfectamente seguro; escapar de la propia madre al tiempo que se la tiene siempre a mano. También es, en un sentido profundamente subversivo, en cuanto demuestra gráficamente que los padres son tímidos e hipócritas y que es muchísimo mejor ser joven y vivir en la Tierra del Nunca Jamás”.

En Inglaterra surgió una escritora que combinó hábilmente el texto y la ilustración: Beatrix Potter, cuya vida estuvo marcada por la falta de libertad. Se dice que pertenecía a una familia conservadora y adinerada. Beatrix no iba al colegio, su única distracción era leer y dibujar. Afortunadamente para ella, había temporadas en las que toda la familia se retiraba al campo, así ella podía contemplar y dibujar la naturaleza a la vez que se interesaba en la vida de los animales con una curiosidad casi académica. Dibuja con precisión todos los animales que observa pero nunca fue tomada en serio debido a su condición de mujer en aquella época victoriana. Mantuvo correspondencia con los hijos de sus institutrices a quienes les contaba cuentos que ella ilustraba hasta que en el año 1902 publicó su primer libro costeado por ella misma, que antes había sido rechazado por una editorial: “El cuento del conejo Pedro”.

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El formato pequeño y con amplias ilustraciones y poco texto que eligió Beatrix le valió muchas críticas pero pronto se convirtió en el favorito de sus pequeños lectores. Ella pensaba que los libros debían ser fáciles de manipular por los niños. Entre 1902 y 1913 publicó veinte libros. Jean de Brunhoff , un pintor francés creó para sus hijos al elefante “Babar”. El libro fue concebido como un inmenso cuaderno de espiral y en él se relataban las aventuras de un elefantito vestido de verde que llevaba un sombrero antiguo. El libro se publicó en el año 1931 y se tomaron en cuenta todas las exigencias del autor en cuanto al formato y en él se combinaban texto e ilustración. Posteriormente se publicaron cinco libros más: “El viaje de Babar”, “El rey Babar”, “ABC de Babar”, “Las vacaciones de Zéfiro” y el último publicado en forma póstuma: “Babar y Papá Noel”. Winnie the Pooh, es otro de los personajes entrañables dentro de la literatura para niños, su creador Alan Alexandeer Milne era ya un conocido escritor de obras de teatro e incluso y había publicado libros de poesía infantil. Se inspiró en el juguete de su hijo: un osito de peluche que adquiere vida en su cuento que fue publicado en 1926. En este caso también el autor tuvo especial cuidado en mezclar el texto con imágenes atractivas. Este libro tuvo mucho éxito y puso de moda a los animales de peluche. En 1945 se publica “Pippi Calzaslargas”, un libro escrito por Astrid Lindgren. Este libro fue rechazado por varias editoriales debido a su carácter irreverente y subversivo con la educación de aquella época. Su personaje, Pippi era una niña independiente, ingeniosa que no necesitaba de los adultos. Cuando al fin el libro fue publicado, se convirtió en un gran éxito y la autora, que había empezado contando las historias que le relataba a su hija, se tuvo que dedicar por completo a la literatura. Si bien la literatura llamada juvenil tiene múltiples detractores y se ha puesto en duda su legitimidad, pues se aduce que un lector adolescente debe estar entrenado para leer todas las obras, es cierto que existen obras que por su temática juvenil han logrado ser las favoritas de los adolescentes como es el caso de Robinson Crusoe, Las aventuras de Tom Sawyer y El diario de Ana Frank. “El diario de Ana Frank” es un libro único, un diario escrito por una adolescente en circunstancias terribles (Segunda Guerra Mundial) que fue presentado en el año 1947, en una primera edición que obviaba algunos capítulos. Este libro, que aborda en forma natural toda la problemática adolescente en circunstancias anormales, se ha convertido en un clásico en las escuelas. Su protagonista y autora, Ana es condenada a vivir escondida junto a su familia para evitar los horrores de la guerra. Ana sufre también porque no se siente comprendida y debe buscar una manera de expresar todo lo que debe callar. Tiene muchos planes para su vida como futura escritora, pero estos sueños le son arrancados cuando los ocupantes del anexo son delatados y llevados a campos de concentración. No es difícil que las adolescentes de todo el mundo se sientan identificadas con esta niña, pues en su libro se plantean los conflictos propios de esta etapa, además de ser un valioso testimonio histórico.

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En el año 1963 se publica el libro “Donde viven los monstruos” de Maurice Sendak en el que unía texto e ilustraciones perfectamente compenetradas que abordaba el mundo de la fantasía y los miedos infantiles. En el año 1974, Tomi Ungerer publica en Estados Unidos su libro “Ningún beso para mamá” que fue censurado durante veinte años. Las ilustraciones mostrando a un niño en situaciones nunca antes vistas en libros para niños (un Niño sentado en el baño y fumando) causaron escándalo. Christine Nöstlinger es otra autora que empieza a publicar por esa época y que continúa haciéndolo en la actualidad. Su obra presenta una crítica a la sociedad y a los modelos establecidos. Una obra conocida es “Rosalinde tiene ideas en la cabeza” en la que se aborda el tema de género. La protagonista desea seguir una profesión atribuida al género masculino. Roald Dalh, el gran autor inglés nos ha dejado obras llenas de irreverencia y humor en la que enfrenta el mundo de los adultos con el mundo de los niños. Sus personajes redondos y sus originales historias siguen cautivando a las nuevas generaciones. Marc Soriano dice acerca de este autor:

“Nació en Gales en 1916 y murió en 1990. Es indudablemente el autor contemporáneo más traducido y leído por los niños del mundo entero, aunque también se le conozca por sus novelas y relatos para adultos”. Al mismo tiempo, es aquel cuya obra ha suscitado los más virulentos ataques por parte de los críticos: su humor ácido ha sido puesto en la picota tanto por su crueldad (en “El cisne”, 1977), como por su amoralidad y por la visión desaprensiva que ofrece de los adultos, especialmente en “los cretinos” (1980), en “La maravillosa medicina de Jorge” (1981) y en “Matilda” (1988), por el racismo latente de “Charlei y la fábrica de chocolate” (1983) y por la misoginia de “Las brujas” (1983). No obstante, son textos que despiertan el entusiasmo en su público. Es evidente que el arte de Dalh, que declara dirigirse preferentemente a los lectores de entre siete y nueve años, consiste en abordar los mayores fantasmas del imaginario infantil, los que rozan los tabúes corporales o sexuales y la percepción y el cuestionamiento de las reglas sociales (…) En definitiva, Dalh ha sabido conmover con una sensibilidad que se ejerce decididamente en el domino de lo lúdico: desde las “barbaridades” de Jorge, cuyas peligrosas pociones mágicas terminan siendo ensayadas sobre su propia abuela y superando toda ficción, hasta las “sorpresas” del señor Wonka, que llena de chocolate a los niños del planeta, pasando por “las bromas pesadas” de los dos cretinos y por todas las “catástrofes” que afligen a James y a Matilda y que hacen girar incesantemente la rueda de la aventura; el escritor termina por recorrer palmo a palmo toda la gama de las bromas y los inventos infantiles. Pero no se trata de ejercicios a partir de consignas, sino de auténticas representaciones y “retratos del artista en su papel de niño” donde lo que está en juego es nada menos que la salud afectiva del propio creador: de ahí la impresión de verdad que da solidez a su escritura, anclándola en los “misterios” y en los recursos de improvisación que posee la infancia”.

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Otro de los escritores que renovó la temática de los cuentos infantiles fue el italiano Gianni Rodari, quien cuestionó la pedagogía de su época y los modelos preconcebidos. Estuvo muy ligado a las escuelas de Italia y abogó por una nueva concepción de la educación. Escribió cuentos diferentes, creativos, pero sobre todo nos legó un libro en el que nos enseña a cultivar la fantasía en los niños: “Gramática de la fantasía”. Leamos lo que dice Marc Soriano acerca de su obra: “Comienza a escribir en 1950 y se impone rápidamente como el mejor escritor para niños. En cierto sentido, su inspiración es muy clásica, ligada a la corriente de la poesía popular italiana (las filastrocche, el equivalente de las coplas y retahílas). Pero lo que Rodari retiene fundamentalmente de la tradición es su aspecto revolucionario; en efecto, su arte sigue abierto a las preocupaciones más actuales de los jóvenes de hoy, tanto en la forma como en el contenido. Obras comprometidas, a menudo militantes, que se esfuerzan por desmitificar los ídolos de la sociedad de consumo, pero que, al mismo tiempo se caracterizan por una fantasía y por una invención perpetuas”. Veamos a continuación un breve panorama de lo que ocurría en América latina, tomado de “Historia portátil de la literatura infantil” de Ana Garralón:

“Durante este principio de siglo, los niños continuaron alimentando su imaginario con la poesía cultivada por poetas procedentes de todas las tendencias, inspirados, sobre todo, en el folclore. En Portugal, Polonia, en América Latina y en muchos países, la difusión de los poetas se hizo a través de variados canales, donde los libros ilustrados hasta las revistas y libros escolares, todos con la misma intención de proporcionar diversión y espacios idílicos donde recrear la fantasía. En América Latina, libre de las guerras que asolaban el Viejo continente y gracias a la difusión que permitió el uso de una lengua común, se produjeron destocadas obras literarias dirigidas a los niños. La poesía resultó un vehículo inmejorable para acercar las tradiciones populares, y también para enriquecerlas con las últimas corrientes literarias. Esto ocurrió con el modernismo y su principal impulsor, el nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), quien encontró en los niños los oyentes perfectos para su poesía cargada de elementos románticos y clásicos (...) Otros poetas latinoamericanos que consagraron una parte de su obra a los niños lo hicieron en muchas ocasiones por casualidad, por tener cerca a algún niño conocido al que querían dedicar sus versos, como la uruguaya Juana de Iborbourou (1895-1979). El cubano Nicolás Guillén (1902-1989), aunque no escribió expresamente para niños, publicó poemas que se encuentran hoy en numerosas antologías infantiles (…) Otra escritora que se inspiró en el folclore fue Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy (1889-1957). De profesión maestra, comenzó publicando poemas en libros escolares y acabó ocupando un espacio intelectual con pretensiones de reformar la educación en Latinoamérica. Gabriela Mistral aborrecía los libros importados llenos de fábulas de otros tiempos, que transmitían una cultura obsoleta. Prefirió mostrar una mirada

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limpia hacia la infancia con poemas llenos de ternura, inocencia y con una gran exigencia literaria… La autora obtuvo el premio Nobel en 1945 y, con él, una gran difusión de sus libros e ideas”.

En Latinoamérica, un autor colombiano, Rafael Pombo publicó en 1867 sus “Cuentos pintados” y en 1869 “Cuentos morales para niños formales” que son relatos en verso en los que abunda el humor, el ritmo y la musicalidad. José Martí, el gran poeta cubano es otro de los precursores e innovadores de la literatura para niños y jóvenes pues en 1822 escribe el poemario Ismaelillo, inspirado en su hijo, además este texto se considera precursor en la introducción del Modernismo. Posteriormente , después de siete años publica la revista “La edad de oro” en la que propone una nueva visión de la literatura para niños y jóvenes. En la obra La literatura para niños y jóvenes se consigna un artículo preparado por el investigador cubano Antonio Orlando Rodríguez:

“La Edad de Oro, constituye un punto de giro: representó una ruptura con la literatura que hasta ese momento se difundía para la niñez. Martí desdeña los motivos estereotipados, obvia los tres pilares sobre los que descansaban la mayor parte de los textos para niños del pasado siglo (S. XIX) ( el premio a la virtud, el temor irracional a Dios y el castigo a la desobediencia) e inaugura un conjunto de temas insólitos en el discurso dirigido al niño: el reconocimiento de la identidad latinoamericana (“Las ruinas indias”), el homenaje a los próceres de la independencia (“Tres héroes), la antropología social (“Un juego nuevo y otros viejos”), la lucha contra el colonialismo ( “Un paseo por la tierra de los anamitas”)

También durante el Modernismo, el gran poeta Rubén Darío aborda la temática infantil y juvenil con sus famosos poemas: Sonatina, A Margarita Debayle y La rosa niña, que obtuvieron la admiración de Gabriela Mistral y que son muy valorados y declamados por los niños. Otros grandes autores que han dejado obras llenas de humor como la escritora argentina María Elena Walsch quien en 1960 publicó un libro en el que el lenguaje lleno de juegos verbales y disparates, era el atractivo principal: “Tutu Marambá”. En sus obras abunda el humor como en “El reino del revés” y el “Zooloco”. Sus personajes como la mona Jacinta y la vaca de Humahuaca perduran en la memoria de chicos y grandes. En Brasil, Ana María Machado tiene una vasta obra para niños y jóvenes así como importantes ensayos y estudios sobre literatura infantil. Respecto a la importancia de la lectura de clásicos para niños y jóvenes, Ana María Machado en su obra Clásicos, niños y jóvenes afirma:

“ Si el lector traba conocimiento con un buen número de narraciones clásicas desde pequeño, es muy posible que estos eventuales encuentros con los maestros de la lengua se den más tarde, al final de la adolescencia,

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de forma natural. Y un buen profesor que lleve al salón algunas selecciones de sus lecturas clásicas preferidas y que hable de ellas con entusiasmo y pasión les ayudará considerablemente a los jóvenes”.

En México, Francisco Hinojosa, un autor ingenioso usa como ingrediente principal un humor inteligente y cómplice que agrada a los niños. Sus obras “Amadís de codorniz” y “La peor señora del mundo” nos descubren un mundo en el que el orden queda alterado y los problemas se solucionan con ingenio.

3.- La literatura infantil y para adolescentes en el Perú Según consigna Roberto Rosario Vidal, autor e investigador de Literatura infantil en el Perú, la primera obra publicada para el público infantil en el Perú fue el libro de cuentos “Juguetes” en el año 1929, cuya autora Aída Elguera Mac Parlin recibió elogiosas críticas. En el año 1930 Angélica Palma publicó un libro de cuentos dirigido a los niños que se tituló “Contando cuentos”. La poesía infantil en el Perú se inaugura con la publicación de “Las canciones de Rinono y Papagil” del poeta Luis Valle Goicochea en 1932, posteriormente en el año 1935 el autor completa el poemario con unos poemas inéditos. En este poemario se vislumbra la añoranza por la infancia y la vida sencilla en la provincia, que es expresada mediante una poesía sencilla e ingenua. En el prólogo a la “Obra Poética de Luis Valle Goicochea” en 1974 que reunía toda su obra recopilada por Francisco Izquierdo Ríos, Aurelio Miro Quesada dice respecto a “Las canciones de Rinono y Papagil”:

“En cambio en Valle Goicochea había una sencillez auténtica, sin artificios ni amaneramientos. Todo en “Las canciones de Rinono y Papagil” era simple, natural, candoroso. La ingenuidad no tenía doble fondo; y el poeta por ser sencillo, por no ser “literario”, había llegado hasta el extremo de eliminar lo que en esos años de neogongorismo era lo más atrayente: la metáfora (…) Y, sin embargo, la sencillez de Valle Goicochea era tan limpia que desarmaba toda crítica. Con deliciosa ingenuidad, nos habla de gentes y cosas que eran suyas, que él evocaba con tersura infantil: el tío Rinono, la hermana Queca, la Rarra, el tío Gil, la viejecita recadera “que tiene cariño en las dos manos” (la única metáfora del libro), doña Sacramento la hilandera, el tío Daniel, el sacristán, el Dolores, don Ninfo el molinero. Junto a la sencillez de las personas, la apacibilidad de la vida en la aldea. Es una vida en la que parece que no pasa nada, en que no hay ni una conmoción sentimental ni un acontecimiento externo más importante para un niño que el asno, que la escuela, la acequia, la pila de la plaza, las campanadas de la iglesia, “la pared torcida de la casa vieja”, la travesura de escribir a escondidas “el apodo de don benjamín en la puerta de su casa”, el sueño de tener “un sombrerazo como el del guardia rural”. Nos conturbaba en realidad una simplicidad tan extremada; pero nos sorprendía al mismo

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tiempo que por unos caminos tan sencillos el poeta pudiera conducirnos a una emoción tan cierta y a una ternura tan auténtica”.

Posteriormente el poeta publica otros poemarios: en 1934 “El sábado y la casa”, “La elegía tremenda y otros poemas” en 1936, “Parva”, en 1938, “Paz en la tierra” en 1939 y “Miss Lucy King y su poema” en 1940. Era el año 1943 cuando el poeta Luis Valle Goicochea o “Vallecito”, como lo llamaban sus allegados, escribió una carta a su amigo Aurelio Miro Quesada pidiéndole que le hiciera el honor de prologar un poemario que tenía por título “Marianita Coronel” y que era acompañado por el subtítulo Versos para niños. El poemario estaba dedicado al hijito fallecido de su amigo el poeta Manuel Moreno. Según cuenta Aurelio Miro Quesada en el prólogo de Obra Poética de Luis Valle Goicochea, recopilada por Francisco Izquierdo Ríos y publicada por el Instituto Nacional de Cultura en 1974, el poemario para niños nunca fue publicado y sólo en el año 1947, la revista “El deber” de Arequipa “dio a conocer doce de las canciones y, ya muerto el poeta, otras se publicaron en Trujillo en los cuadernos bimestrales de poesía”. Posteriormente, en el año 2005, el poeta Jorge Eslava recopiló y prologó toda la obra de Luis Valle Goicochea, que fue publicada por la Universidad Alas Peruanas. En esta edición se publicó el poemario completo “Marianita Coronel” bajo el título “Al oído de este niño” que, a diferencia del anterior, contiene sesenta y cuatro poemas, algunos inéditos. El poemario de la primera edición de 1974, comienza con el poema “Marianita Coronel”, mientras que en la nueva edición del 2005, se puede leer primero “Este niño se ha dormido…” en alusión al niño inspirador de estos poemas. A través de todo el poemario se aprecia el apego y la añoranza por la provincia, se transmite nostalgia por la vida apacible de los pequeños pueblos donde transcurre la infancia del poeta. Este poemario conmueve por su originalidad y sencillez, nos transmite sentimientos de nostalgia, a través de imágenes cotidianas que no por eso dejan de contener belleza. Lamentablemente no ha sido tomado en cuenta para formar parte de los planes lectores de las diversas editoriales. Carlota Carvallo de Núñez es, sin duda una de las mayores representantes de la literatura infantil en nuestro país, publicó en 1947 “Rutsi, el pequeño alucinado”, en 1952 “Arbolito”, en 1958 “El pájaro niño”, en 1966 “Cuentos peruanos”, en 1968 “Cuentos fantásticos” y en el año 1973 “Cuentos de navidad”. Estudió pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y fue alumna de Daniel Hernández y José sabogal. Ganó diversos premios como pintora y como escritora de cuentos para niños, entre ellos el Premio nacional de Literatura Infantil “José María Eguren” en 1972. También incursionó en la música, compuso canciones para niños y participó en la publicación de la revista de literatura infantil “Urpi”. Julián Huanay publicó su novela “El retoño” en el año 1950, esta obra fue traducida al ruso en 1965, narra las aventuras del personaje niño sometido al trabajo y a la injusticia.

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Jesús Cabel, en su libro “Literatura infantil en el Perú, América y Europa” comenta la obra de este autor:

“El retoño” (traducida al ruso y editada en 1965) o la peripecia de Juanito Rumi para llegar a la gran capital de sus ensueños, es su obra cumbre. Aquí Lima juega un doble rol: ciudad de expectativa y de fracaso; alternativa paralela que pone al descubierto la ferocidad, la indiferencia y el abandono con que el sistema trata a nuestra niñez, más aún si se trata de un infante que ha perdido a sus padres como Juanito Rumi (…)

Otro autor importante dentro de la literatura infantil fue Francisco Izquierdo Ríos, quien en el año 1950 publica “Cuentos del tío Doroteo”, “El árbol blanco” en 1963, “Cuentos de Adán Torres” en 1965 y “El colibrí con cola de pavo real” en 1965. En poesía publicó “Papagayo, el amigo de los niños” en 1965. El poeta Mario Florián publica en 1956 “Poemas para niños” y en 1961 da a conocer su “Antología de poesía para niños”. Javier Sologuren publica en 1964 la antología universal “Cuentos y leyendas infantiles” que tuvo tres ediciones debido a su calidad. Luego en 1973, varios años después, en el año 1986, publica su libro de poesía para niños “Retornelo”, en cuya presentación confiesa:

“Los primeros versos que escribí pensando en los niños como sus más idóneos lectores nacieron por fuerza del azar y las circunstancias. Al confiárseme la tarea de preparar un libro destinado al segundo año de educación primaria, me vi precisado a seleccionar textos en verso y prosa de autores peruanos y extranjeros que sirvieran tanto para la formación como para el esparcimiento de sus pequeños usuarios. En el curso de esta grata actividad, me hallé, casi sin proponérmelo, rimando para mis futuros lectores. Algunos de estos poemas se incorporaron en dicho libro (PASEO de lecturas e imágenes, 1973) los restantes fueron apareciendo en periódicos y revistas.”

Otra de las grandes figuras de nuestra literatura infantil fue la escritora Rosa Cerna Guardia, cuya obra “Los días de carbón” obtuvo en el año 1966 el premio “Juan Volatín”. Jorge Díaz Herrera publica en 1965 la obra de teatro infantil “Los duendes buenos” y en 1977 el libro de cuentos “Parque de las leyendas”. “Mi amigo caballo”, otro libro de cuentos se publica en 1980, “Historias para contar, reír y jugar” en el año 2005. Es importante aclarar que, al igual que en la literatura universal los niños y jóvenes adoptaron obras que no fueron escritas a propósito para estos lectores, también se han impuesto en sus preferencias debido a su temática cercana a sus intereses y realidad. Es por eso que no podemos dejar de mencionar las obras de grandes autores que si bien no fueron concebidas para el público infantil, han sido leídas por generaciones de niños a través del tiempo. Es el caso del cuento de César Vallejo “Paco Yunque” que contiene una gran

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crítica social y cuestionamiento y que fue rechazada en un primer momento debió a que la consideraron demasiado triste. La obra de Abraham Valdelomar: “El caballero Carmelo”, “El vuelo de los cóndores”, “El hipocampo de oro” entre otros, así como su producción lírica, son favoritas de los pequeños y jóvenes lectores. De la obra de José María Arguedas podemos tomar el cuento “Warma kuyay, o el capítulo de “El zumbayllu”, tomado de la obra “Los ríos profundos”; la obra de Antonio Gálvez Ronceros: “Monólogo desde las tinieblas”, algunos cuentos de Julio Ramón Ribeyro como “Por las azoteas”, “La botella de chicha” “Los gallinazos sin plumas”, “Scorpio”, entre otros. “El niño de junto al cielo” de Enrique Congrains y toda la obra poética de José María Eguren. También los lectores adolescentes pueden encontrar libros afines a sus intereses en obras que desafortunadamente no son muy difundidas, pero que harían reír a muchos lectores como es el caso de “Las tradiciones peruanas” que son un testimonio histórico narrado en forma amena, así como “Las tradiciones en salsa verde” de Ricardo Palma, en las que predomina el estilo picaresco y humorístico con un notable manejo del lenguaje popular que escandalizó durante aquella época. Otras obras importantes que tienen las preferencias de los jóvenes por su temática y su hábil manejo del lenguaje coloquial cercano a los adolescentes, a pesar de los años transcurridos desde su publicación y que continúan vigentes son: La casa de cartón de Martín Adán, El gaviota de José Diez- Canseco, Los inocentes de Oswaldo Reynoso; La palabra del mudo de Julio Ramón Ribeyro, Los jefes, Los cachorros de Mario Vargas Llosa; Huerto cerrado de Alfredo Bryce, Cinco para las nueve y El susurro de la mujer ballena de Alonso Cueto, El mal viaje y Tres días para Mateo de José Antonio Galloso; Templado y Navajas en el paladar de Jorge Eslava. Otras obras importantes que desafortunadamente no son muy divulgadas en las escuelas ni figuran en los planes lectores son las de Arturo D. Hernández: Selva trágica y Sangama, que presentan la vida en la selva. El maestro y escritor Jorge Eslava ha analizado al personaje adolescente en su tesis doctoral “Adolescentes en la ciudad” en cuya introducción afirma:

“Es verdad que la adolescencia no es un rostro nuevo en la literatura peruana- existen, como veremos, escasos antecedentes-, más como tópico literario es tal vez el más frecuentado en los últimos cuarenta años. El personaje y los temas adolescentes fueron un eje de preocupación en los narradores de la generación del 50, tanto por los conflictos interiores de la edad como de su problematización a causa del sistema injusto e indiferente que vivimos. La marcada lealtad al universo adolescente, por ejemplo en escritores como Ribeyro o Vargas Llosa, provocó un movimiento en cascada cuyo resultado hoy nos es fácil comprobar. Buena parte de lo publicado en narrativa en las últimas décadas, obedece a una terca mirada sobre la adolescencia y su entorno. Al mismo tiempo que se abordan las tensiones psicológicas- propias de una fase de desórdenes-, se insinúan o manifiestan rasgos de descalabro en la ciudad de Lima. Nos atrevemos a

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una imagen de efecto cenestésico: los personajes adolescentes son un estruendo y las condiciones urbanas una caja de resonancia10".

A partir de la década del noventa y en los últimos años se han publicado diversas obras literarias para niños en las que se combinan texto e ilustraciones y se tratan diversos temas cercanos a nuestros niños, aunque generalmente estas están ambientadas en la ciudad. El escritor más prolífico en la literatura infantil peruana actual es Jorge Eslava, quien ha publicado diversos títulos en los que predomina el ingenio y el humor que tanto gusta a los niños. Entre su extensa obra encontramos: “La niña de la sombra de colores”, “El papá mago”, “Florentino”, “El guardador de secretos”, “Florentino súpercochino”, “Joaquín Espadachín”, “La estrella del circo”, “Cuentos horribles + siete escenas siniestras”. En Literatura juvenil, la obra “Templado” y “Navajas en el paladar” para todos los lectores.

10 Eslava, Jorge: Adolescentes en la ciudad. Lima, Fondo Editorial UCSS 2008

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LECTURA COMPLEMENTARIA “Historia portátil de la literatura infantil” de Ana Garralón11"

“Cuando el ser humano usa la palabra como vehículo para transmitir historias, lo hizo buscando una explicación al sentido de su existencia y a su relación con la naturaleza. Así nacieron los primeros relatos, conocidos hoy como mitos. El mito, narración que da cuenta de la actuación de personajes memorables para explicar el mundo , el origen de las divinidades, la aparición del hombre, el sentido de algunas instituciones y el más allá es la respuesta simbólica de las interrogaciones del hombre frente a su destino. Es la condición universal del mito lo que ha hecho que perdure en el tiempo y se haya transmitido de generación en generación (…) En estas versiones reducidas se habrían perdido los elementos religiosos típicos del mito- lo sagrado- y habrían sobrevivido la acción y las aventuras, es decir, los hechos más cautivadores, alejados de la excesiva y tediosa retórica de las grandes hazañas. Los protagonistas ya no serían esos grandes y lejanos héroes, sino personas casi reales, reconocibles por quienes escuchaban estas historias, que no eran contadas por los poetas sino por gente común. Estos cuentos incluían mensajes profundos sobre la vida y el comportamiento -la prohibición del incesto, las normas del parentesco o los vínculos entre los vivos y los muertos- pero no grandes lecciones morales, y la diferencia más significativa era el triunfo de lo pequeño y del más débil. En ellos se da cabida a todo tipo de temas, maravillosos, anecdóticos, burlescos, fábulas, leyendas, hechos sobrenaturales y también reales”.

11 Garralón, Ana: Historia portátil de la literatura infantil, Madrid. Anaya (2005)

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Actividad No Calificada 2

1.- Tomando en cuenta la información leída y el texto de Ana Garralón “Historia portátil de la literatura infantil”, escriba un comentario usando una carilla como máximo, sobre “La evolución de la literatura infantil en el Perú y el mundo a través del tiempo” Para elaborar tu comentario crítico puedes orientarte por las siguientes preguntas:

a) ¿Cuáles fueron los orígenes de la literatura infantil y para adolescentes? b) ¿Cuáles fueron los objetivos de la literatura infantil en sus inicios? c) ¿Cuáles crees que fueron las razones por las cuales los niños y jóvenes prefirieron

obras como “Pinocho” “Alicia en el país de las maravillas” o “Las aventuras de Tom Sawyer? ¿Qué tienen en común dichas obras?

d) ¿Cuáles son, a tu entender los temas que atraen en la actualidad a los adolescentes? 2.- Visualice el video de la canción final de La sirenita en la versión de W. Disney en: http://www.youtube.com/watch?v=GDDnvGjSVdw y lea la versión original y completa del cuento La sirenita de Hans C. Handersen en http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/sirenita.htm y escriba un comentario comparando el final de ambas versiones y dando su apreciación crítica usando una cartilla como máximo.

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Evaluación en Línea 2 Luego de visualizar los videos y leer los textos, ingrese con su clave al aula virtual: www.utrivium.com para desarrollar la actividad calificada asignada en esta unidad.