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44 Eduardo Amézaga Expresión personal de honda humanidad Dr. Eduardo Sellanes Iglesias * Eduardo Amézaga, se formó en el Círculo de Bellas Artes, junto al maestro Domingo Bazurro. Desde el surgimiento y a pesar de ser naturalista, denunció un espíritu romántico, que lo llevó al manejo de grises nostálgicos. Fue un artista cuyo fin primordial era el tema. Los temas de sus obras lo insertaron en un realismo dolido y patético, en una dimensión trágica del existir. Hay autores que le atribuyen influencias de Eugenio Carriére, en cuanto a la manera de encarar el óleo, a los motivos que también se emparentaban con aquel francés de las veladuras. Si tal influencia fuera cierta, se constituye para bien; Amézaga encontró, de tal manera, no solo el tema, sino que a través de la pintura, se halló asimismo dentro de su propia piel. Al respecto, el destacado crítico de arte, José Pedro Argul, ha expresado: "…Eduardo Amézaga ha tomado definitivamente a Carriére por maestro y guía; es evidente su influencia. Pero todas las influencias son buenas cuando lo que ellas imponen, no impide agregar al discípulo tanto como recibe y bueno es advertirlo que cada vez es mayor el embrujo en las obras de Amézaga y es que en las figuras y paisajes es cada vez mayor la carga de sentida humanidad, doliente humanidad que sus obras encierran…". No se ubicó dentro de las tendencias de entonces, salió del margen estipulado por talleres y escuelas. Apareció en el concierto del arte nacional en toda su función creadora y el matiz espiritual y sensible, se desprendió como impulsor de una expresión personal, caracterizada por una honda humanidad. Sus telas de hospitales y asilos son un ejemplo: toma los temas, los supera en su parte puramente naturalista y los envuelve en una poesía realista y dolida de tonos sombríos. Entre los motivos preferidos por este artista se destacan las maternidades y las figuras. En ellas la ternura y un velado sentimiento de lírica dramaticidad, de tono un tanto crudo, nos ofrecen una humanidad a flor de piel y una dimensión trágica del existir. En sus autorretratos, aparece la figura casi descarnada en el estudio de los tonos y en la corriente expresiva de su mirada. Su paleta atestigua la tristeza y nostalgia que se reflejaba en su rostro. En los retratos hay un conocimiento que radica en la visión entera del cuadro, encontrando una fuerte determinación y solidez, fiel retratista. Los paisajes fueron cultivados con solvencia pero dentro de una sugestiva angustia. Rememora desde el ensueño los lugares que conoció, los reproduce sin preocuparse por la identidad espacial y temporal, ya que consideraba que lo que importaba es la composición, la esencia de las cosas. Autorretrato - Colección privada

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Eduardo Amézaga

Expresión personalde honda humanidad

Dr. Eduardo Sellanes Iglesias

*

Eduardo Amézaga, se formó en el Círculo de Bellas Artes, junto al maestro Domingo Bazurro. Desde el surgimiento y a pesar de ser naturalista, denunció un espíritu romántico, que lo llevó al manejo de grises nostálgicos.

Fue un artista cuyo fin primordial era el tema. Los temas de sus obras lo insertaron en un realismo dolido y patético, en una dimensión trágica del existir.

Hay autores que le atribuyen influencias de Eugenio Carriére, en cuanto a la manera de encarar el óleo, a los motivos que también se emparentaban con aquel francés de las veladuras. Si tal influencia fuera cierta, se constituye para bien; Amézaga encontró, de tal manera, no solo el tema, sino que a través de la pintura, se halló asimismo dentro de su propia piel.

Al respecto, el destacado crítico de arte, José Pedro Argul, ha expresado: "…Eduardo Amézaga ha tomado definitivamente a Carriére por maestro y guía; es evidente su influencia. Pero todas las influencias son buenas cuando lo que ellas imponen, no impide agregar al discípulo tanto como recibe y bueno es advertirlo que cada vez es mayor el embrujo en las obras de Amézaga y es que en las figuras y paisajes es cada vez mayor la carga de sentida humanidad, doliente humanidad que sus obras encierran…".

No se ubicó dentro de las tendencias de entonces, salió del margen estipulado por talleres y escuelas. Apareció en el concierto del arte nacional en toda su función creadora y el matiz espiritual y sensible, se desprendió como impulsor de una expresión personal, caracterizada por una honda humanidad.

Sus telas de hospitales y asilos son un ejemplo: toma los temas, los supera en su parte puramente naturalista y los envuelve en una poesía realista y dolida de tonos sombríos.

Entre los motivos preferidos por este artista se destacan las maternidades y las figuras. En ellas la ternura y un velado sentimiento de lírica dramaticidad, de tono un tanto crudo, nos ofrecen una humanidad a flor de piel y una dimensión trágica del existir.

En sus autorretratos, aparece la figura casi descarnada en el estudio de los tonos y en la corriente expresiva de su mirada. Su paleta atestigua la tristeza y nostalgia que se reflejaba en su rostro.

En los retratos hay un conocimiento que radica en la visión entera del cuadro, encontrando una fuerte determinación y solidez, fiel retratista.

Los paisajes fueron cultivados con solvencia pero dentro de una sugestiva angustia. Rememora desde el ensueño los lugares que conoció, los reproduce sin preocuparse por la identidad espacial y temporal, ya que consideraba que lo que importaba es la composición, la esencia de las cosas.

Autorretrato - Colección privada

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En sus trabajos finales reveló destellos cromáticos que no llegaron a amortiguar la eterna melancolía, una constante de su personalidad.

Se interesó además por los temas históricos. Concurrió a certámenes nacionales logrando primeros premios con los bocetos: Asamblea de la Florida (año 1942); Reforma Escolar de José Pedro Varela y Sus Colaboradores (año 1945) y con Los Primeros Pobladores de Montevideo (año 1958).

Argul nos dice: "El boceto presentado a concurso, “Asamblea de la Florida” es magnífico. Está totalmente resuelta la faz pictórica y la definidora actitud de los personajes: verdadero cuadro por lo que permitió a Amézaga cumplir satisfactoriamente la labor de la obra en el tamaño definitivo. Supo sentir los espacios y utilizarlos con dominante holgura.

Artista de niñez humilde, de escaso trato social, posó los personajes históricos, con dignidad ideal, ennobleciendo cada una de sus figuras".

Realizó exposiciones individuales en la Asociación Cristiana de Jóvenes en 1930; en el Subte Municipal de Montevideo en 1957; en la Unión de Artistas Plásticos Contemporáneos en 1971 y en el Instituto Cultural Uruguayo Soviético en 1973.

Se encuentra entre los artistas plásticos más premiados.

En los salones nacionales fue destacado:

Mención, Medalla de Bronce por su óleo “Autorretrato” (1938);

Premio Cámara de Senadores, por su óleo “Paisaje” (1939);

Premio Fernando García por su óleo “Paisaje” (1940);

Premio Caja Nacional de Ahorro Postal por su óleo “Aserradero” (1941);

2º Premio por su óleo “Paisaje” (1942);

2º Premio Medalla de Plata por su óleo “Fondos de una casa” (1943);

1º Premio Medalla de Oro por su óleo “Campos labrados” (1944);

Gran Premio Medalla de Oro por su óleo “Autorretrato” (Pintura y Escultura 1947);

Premio Cámara de Senadores, Medalla de Bronce por su óleo “Paisaje” (1950);

Premio Tabacalera Uruguaya S. A., Medalla de Bronce por su óleo “La abuela” (Pintura y Escultura, 1951);

Premio al Retrato, Medalla de Bronce por su óleo “Retrato” (1958);

2º Premio Medalla de Plata por su óleo “Día lluvioso” (1966).

Beatriz Amézaga Acuña (h)Colección privada

Renée Acuña de Amézaga Colección privada

Eduardo Amézaga Acuña (h)Museo Municipal de Salto

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En los salones municipales fue distinguido con los Premios Adquisición:

Por su óleo “Asilo” (1940); por su óleo “Retrato” (1942), por su óleo “Vacuna” (1944); por su óleo “Paisaje” (1956); por su óleo “Maternidad” (1957); por su óleo “Paisaje serrano” (1958); por su óleo sobre tela “Retrato” (1961).

Concurrió también a algunos certámenes sobre temas históricos, logrando primeros premios en los de “La Asamblea de la Florida” (1942); ”La Reforma Escolar”(1945); “Los Primeros Pobladores de Montevideo” (1958).

Sus obras forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Visuales, del Museo Juan Manuel Blanes, del Museo Municipal de Salto, del Museo Histórico Nacional, del Museo y Biblioteca Pedagógica Central y de la Intendencia de Montevideo.

Es Amézaga una figura indiscutida de la rica Historia de la Pintura Uruguaya.

Describió el devenir con profunda tristeza.

Autorretrato - Museo Nacional de Artes Visuales

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Autorretrato - Colección privada

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Eduardo Amézaga nació en Montevideo el 17 de septiembre de 1911. Hijo de padres desconocidos. Cuando nació lo entregaron a las monjas con una medalla de oro, que tenía inscripto su nombre Eduardo Amézaga.

Residió primero en el asilo “Buen Pastor”. Cuando tenía ocho años lo mandaron a vivir a una chacra en Solís de Mataojo. Donde lo hacían levantarse a las tres de la mañana para realizar trabajos de campo.

Su vocación decía que había nacido con él. Empezó haciendo garabatos como todos los chicos de su edad, pero cuando otros niños dejaron los lápices y comenzaron a hacer diferentes cosas, él siguió dibujando y pintando. Dibujando con fiebre ardorosa cuanto cartón y papel llegaba a sus manos. No sabía por qué, ni para qué dibujaba, pero su oculta y poderosa vocación permanecía en él. Él lo expresa diciendo: “El fuego devora a los recién nacidos, pero los empuja a los elegidos, a propagar sus chispas creadoras”.

Fue así, entre el trabajo de campo y los garabatos que conoció a un molinero vecino suyo. Le gustaba mucho charlar con él, y es él que le cuenta acerca del concurso para niños que estaba convocando la revista “Mundo Uruguayo”. Amézaga con tan solo ocho años se presentó y ganó el primer premio del concurso y de su carrera.

Posteriormente vuelve a Montevideo, residiendo en el barrio Sur.

A los veinte años aproximadamente, ingresó al Círculo de Bellas Artes, bajo la dirección de Domingo Bazurro, un docente que propugnaba la economía de recursos pictóricos dentro del apego a la fisonomía naturalista y la austeridad en el uso planista del color. Estuvo allí únicamente tres años, eso le bastó para saber que tenía una gran necesidad “la de estar solo”, lo decía sin eufemismos. Como un obrero de la pintura, había aprendido lo necesario.

Más adelante se vinculó a Prevosti que le dio consejos y lo orientó en su carrera. Continúa como autodidacta admirando a Carlos Federico Sáez y siguiendo de cerca la obra de Pedro Figari y Alfredo de Simone.

En un comienzo desempeñó distintos trabajos ya que no podía vivir de su pintura.

El 23 de diciembre de 1937 se casó con Renée Acuña. Ella venía de París después de haber estado muchos años viviendo allá. Provenía de una familia muy adinerada. Cuando conoció a Eduardo Amézaga y a su pintura, decidió apoyarlo. Lo obligó a dejar de trabajar y dedicarse a la pintura, la que solventaba los gastos del hogar era ella.

Luego Amézaga comenzó a dar clases de dibujo en el hogar femenino n.º 1 (calle Yaguarón). Utilizaba principalmente tierra y goma arábiga como

Datos biográficosLic. Cecilia Casavieja

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materiales. También dio clases en la Colonia Berro, en el Consejo del Niño, en el liceo n.º 13 de Maroñas del cual fue fundador junto a su esposa.

Paralelamente continuaba pintando en su estudio ubicado en su propia casa de la calle Mar Ártico 1230.

A él le gustaba usar mucho el óleo y solía pintar: retratos, casonas, figuras de niños y niñas, siendo la maternidad uno de sus principales temas.

Eduardo Amézaga falleció el 27 de abril de 1977, debido a una enfermedad que lo aquejaba desde hacia muchos años.

En su honor la Intendencia de Montevideo le dio su nombre a una calle del Cerrito de la Victoria.

En la época en la que Eduardo Amézaga era estudiante del Círculo de Bellas Artes, él mantenía su postura de no seguir ninguna corriente artística. Se basaba en el proceso del pintor y su madurez. Pensaba que si vivía pendiente de corrientes, éstas podían frustrar la carrera de un pintor.

Amézaga expresaba en el arte su mundo interior. “Es el sentir de lo que yo quiero comunicar lo que guía mi mano y mi pincel”.

Amézaga no negaba la posible influencia de otros pintores en su obra.

Teniendo todo conocido y experimentado, dominando el medio expresivo, sus manos trabajaban por sí solas. Quedando así libre de modas y tendencias. Al no pertenecer a ninguna corriente, mantenía el arte siempre fresco.

“Estoy solo y algo limitado físicamente”, nos dice una voz del otro lado del teléfono. “He vendido mucho, ahora tengo poca obra. Dentro de la naturaleza, la figura y el paisaje son los temas que me siguen conmoviendo. Desde el sentido más profundo de la pintura… mi meta única es expresarme en la libertad más absoluta. No, nunca pinto para preparar una exposición. Nunca la realicé porque debería para ello reunir de quince a veinte cuadros buenos; de gran calidad. Que me conformaran a mí, y no a los demás. Esto es difícil. Por dicho motivo es que no hago exposiciones individuales. ¿Qué, qué, teoría sustento?

No soy esclavo de ninguna tendencia. Ni arte moderno ni arte antiguo.

Yo pinto como siento y deseo”. No dice Amézaga de sus triunfos. De aquellos que quizás los jóvenes no lo sepan. Sus cuadros históricos ganados a concurso: “La Declaratoria de la Independencia” y el cuadro a José Pedro Varela… Sus grandes y primeros premios en el Salón Nacional, y sus hermosas obras, en las que la figura tuvo en él, quizás en un determinado momento, al más representativo de los pintores nacionales. (artículo publicado en el diario “El Día”, 5 de

abril de 1968).

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La Reforma escolar - Sala “Alberto Pérez Ruano”, Museo y Biblioteca Pedagógica Central-ANEP De derecha a izquierda: Manuel W. Parsons, José Pedro Varela, Remigio Castellanos,

Jaime Roldós y Pons, Emilio Romero y Juan Álvarez y Pons.

Los primeros pobladores de Montevideo - Intendencia de Montevideo

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Patio de asilo - Museo Juan Manuel Blanes

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Patio de hospital - Museo Nacional de Artes Visuales

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Patio de hospital - Colección privada

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Maternidad - Museo Juan Manuel Blanes

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MatermidadColección privada

Niña - Atelier Zuloaga Niña - Atelier Zuloaga

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Maternidad - Museo Juan Manuel Blanes

MaternidadAtelier Zuloaga

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Maternidad - Museo Juan Manuel Blanes

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La abuela - Museo Juan Manuel Blanes

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La costurera - Coleccción privada

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Niña de azul - Museo Juan Manuel Blanes

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Niña rubia - Coleccción privada

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La playa - Museo Nacional de Artes Visuales

Barrio: recuerdo de mi infancia - Colección privada

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Paisaje de campo - Museo Juan Manuel Blanes

Casonas - Galería Ciudadela (Peatonal Sarandí)

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Paisaje serrano - Museo Juan Manuel Blanes

La tropilla - Museo Juan Manuel Blanes

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La carreta - Colección particular

La Chacra - Colección privada

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