EDUCACIÓN DE LA AFECTIVIDAD. Tomás Melendo

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  • 7/27/2019 EDUCACIN DE LA AFECTIVIDAD. Toms Melendo

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    EDUCACIN DE LA AFECTIVIDAD

    5. La formacin biogrfica de la afectividad

    Como hoy sabemos, la educacin del ser humano comienzaprcticamente desde su misma concepcin1 y, hasta cierto punto, desdemucho antes: pues recibe, entre otros, el influjo de lo que los esposos sonen el momento de contraer matrimonio y, ya casados, del modo comoactan hasta que conciben a cada hijo y durante el resto de su existencia.

    Todo lo cual es a su vez, muy especialmente, fruto de la libertad de loscnyuges, que han elaborado su semblanza personal y conyugal tambin

    como respuesta a la ascendencia de sus propias familias, culturas y un casiinabarcable etctera, al que enseguida volver a referirme.

    Aunque solo fuera por la belleza de las expresiones, y por romper untanto el ritmo de la exposicin, valdra la pena transcribir estos versos deMiguel Hernndez, que proyectan en la totalidad del tiempo humano enLa Historia la unin viva de los esposos:

    Para siempre fundidos en el hijo quedamos: / fundidos como anhelannuestras ansias voraces; / en un ramo de tiempo, de sangre, los dos ramos, /en un haz de caricias, de pelos, los dos haces. /

    [] l har que esta vida no caiga derribada, / pedazo desprendido denuestros dos pedazos, / que de nuestras dos bocas har una sola espada / ydos brazos eternos de nuestros cuatro brazos. /

    No te quiero a ti sola: te quiero en tu ascendencia / y en cuanto de tuvientre descender maana. / Porque la especie humana me han dado porherencia / la familia del hijo ser la especie humana. /

    Con el amor a cuestas, dormidos o despiertos, / seguiremos besndonos enel hijo profundo. / Besndonos t y yo se besan nuestros muertos, / se besanlos primeros pobladores del mundo2.

    El pasado

    Casi en los inicios del presente escrito dej constancia de la primordialfuncin que Lersch atribuye al pasado de cada persona en el despliegue y

    1 Al respecto, un escrito breve y enormemente atractivo es el de LPEZ MORATALLA,Natalia, El primer viaje de la vida, Palabra, Madrid, 2007.

    2 HERNNDEZ, Miguel, Hijo de la luz y de la sombra, en Obras completas, vol. I: Poesa,Espasa-Calpe, Madrid, 2 ed., 1993, pp. 715-716.

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    estructuracin de su afectividad y del conjunto de su existencia. Todo lovivido y acaecido ejerce su influjo sobre el presente.

    Nuestro autor desarrolla semejante idea, distinguiendo entre memoriaen sentido estricto (evocatoria de contenidos en acto) y memoriaexperiencial:

    Este fenmeno fundamental de la vida anmica, se acostumbra a designarcomo memoria. No podemos, como es natural, pensar exclusivamente enaquella forma de memoria en que las vivencias del pasado penetran de nuevoen la conciencia en forma de representacin, es decir, cuando recordamos elpretrito. Junto a esta memoria del recuerdo existe otra forma en la que lo yavivenciado est implcitamente presente en el aqu y el ahora y que se designacomo memoria experiencial3.

    Explica el sentido de la memoria no consciente o experiencial, como unasuerte de economa, sin la que la vida humana resultara imposible:

    Hablamos de esta memoria experiencial sobre todo cuando tempranas

    vivencias del pasado influyen activamente en el vivenciar actual, en losafanes, en las percepciones, en los sentimientos y en la conducta, sin serllevadas a la conciencia en forma de recuerdos. Ya en el animal hemos deadmitir esta forma de memoria experiencial. Sobre ella se basa todoadiestramiento. En el hombre, la memoria experiencial es de particularimportancia, porque ningn ser dotado de alma tiene que hacer tantasexperiencias, tiene que aprender tanto, para mantenerse en vida. En los mssencillos ejercicios de la vida cotidiana, empezando por el levantarse, lavarsey vestirse, hasta el acostare, el ir al trabajo, en la utilizacin de un medio detransporte, en la actividad profesional, en toda orientacin, en la percepcindel ambiente y en la conducta frente a l, acta en nosotros una considerablemasa de pasado, sin que en cada caso particular realicemos un actoclaramente explcito de recordacin.

    Sera imposible tener presente y abarcar en cada momento, en clarasrepresentaciones, el conjunto de nuestro pasado anmico, de todo nuestrosaber, de todas nuestras experiencias, vivencias afectivas y valores a quehemos aspirado alguna vez. Es manifiestamente una forma de economa elhecho de que nuestro vivenciar est organizado de tal modo que lo que hemossentido, pensado, aprendido, querido y experimentado desde nuestra primerainfancia se hunda en una regin profunda del inconsciente y solo una partemnima de nuestro pasado sea consciente, esto es, se halle presente en lasrepresentaciones del recuerdo4.

    Para concluir, como sabemos, que, no obstante, todo cuanto hemoshecho o nos ha sucedido incide eficazmente en nuestra vida actual.

    yel futuro

    Mas, igual que Hernndez, aunque con otra ptica, Lersch seala laimportancia del futuro en cada uno de los actos del ser humano. Se trata,

    3 LERSCH, Philip, La estructura de la personalidad, Scientia, Barcelona, 1971, p. 28.4 LERSCH, Philip, La estructura de la personalidad, Scientia, Barcelona, 1971, pp. 28-29.

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    tambin ahora, de una realidad asequible al anlisis fenomenolgico y, porconsiguiente, a cualquiera que reflexione sobre el despliegue de suexistencia:

    Al igual que el pasado, el futuro, por su parte, est contenido en laactualidad de la vivencia. Todo presente vivido es anticipacin del futuro. Esto

    es cierto en la medida en que cada momento de la vida anmica estentretejido por la dinmica y la temtica de la tendencia que se dirigen haciala realizacin de un estado todava no existente y que constituye unaconstante en la direccin y configuracin de la vida. As, pues, la vivenciapresente implica siempre un preludio, una bsqueda anticipada5.

    En el mbito filosfico, han concedido especial importancia a estadimensin estrictamente humana muchos y grandes autores, tambincontemporneos, casi todos ellos tras las huellas de Heidegger. Sealoentre los ms cercanos a Maras, que caracteriza al hombre como un serfuturizo, y a Polo, una de cuyas propuestas de fondo consiste en futurizarel presente.

    Tambin los psiquiatras han tematizado el carcter intrnsecamentetemporal del varn y la mujer. Pero con matices diversos, hasta llegar a laestricta contraposicin.

    1. Y as, Freud y sus seguidores, dotan de especial relieve alpasado, sobre todo en las primersimas etapas. Un pasado conservado enel subconsciente, que determinara buena parte de las actuaciones y, msque nada, de los conflictos y los traumas del sujeto, que de este modoacabara por no ser responsable de sus actos.

    2. Por el contrario, la logoterapia se desentiende de ese pasado

    remoto, e intenta que la persona responda a las solicitaciones del presentey del futuro desde la parte ms sana de s misma el espritu, poniendoen juego los resortes de su libertad.

    En cierto sentido real, aunque metafrico cada varn o mujer condensa en s toda lahistoria de la humanidad, articulada y modificada en funcin de sus libre eleccionesElementos que la conforman

    En efecto, como exponen intensamente las palabras del poeta,deseara al menos apuntar que en el despliegue de una personalidad se

    entrecruzan:

    1. El punto de partida: la gentica, que podramos calificar comocondiciones fsico-psquicas iniciales o temperamento, que incluyen supropia variabilidad epigentica.

    5 LERSCH, Philip, La estructura de la personalidad, Scientia, Barcelona, 1971, p. 29.

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    2. La educacin, en su acepcin ms amplia.

    3. Y, sobre todo, el sinfn de decisiones personales y, por tanto,libres que ese individuo va adoptando con el pasar del tiempo, a medidaque crece y se despliega.

    Son muchos los ejemplos que ponen de manifiesto, por un lado, que lapeculiar constitucin psico-fsica de un individuo insina ya por s mismaun sentido o direccin para su posterior desarrollo.

    Pero que, tanto o ms que esas condiciones de partida, interviene en suxito o fracaso futuro la educacin y los dems influjos recibidos, sobretodo en sus primeros aos de vida.

    Y que, con relativa independencia de lo anterior, el factordeterminantemente determinante es justo la libertad personal, que debetener en cuenta la situacin en que se encuentra, con todos los elementosde relieve, pero que casi siempre resulta capaz de superar condiciones

    incluso muy precarias, en ocasiones haciendo un uso estratgico tambinde los propios dficits.

    Adems de lo que nos ensea lo mejor de la neurologa contempornea(pienso, entre otros, en los magnficos estudios de Sacks) y tambin loms excelente de la psiquiatra (ahora me vienen a la memoria, entremuchos, los ensayos de Frankl, de Lukas y de Cardona Pescador), lo quellamamos conversiones o rectificaciones radicales de toda una vida,constituyen pruebas palpables del alcance de la libertad humana.

    Aunque matizara algn extremo, transcribo de momento, como

    estupendo resumen de lo visto, otras palabras de Frankl:Hay determinismo dentro de la dimensin psicolgica y hay libertad dentrode la dimensin notica [o espiritual], la cual se definira como la dimensin delos fenmenos especficamente humanos. [...] Por tanto, la libertad es uno delos fenmenos humanos. Pero tambin es un fenmeno demasiado humano.La libertad humana es libertad finita. El ser humano no est libre decondiciones, sino que solo es libre de adoptar una actitud frente a ellas. Peroestas no lo determinan inequvocamente, porque, al fin y al cabo, lecorresponde a l determinar si sucumbe o no a las condiciones, si se somete ono a ellas. Es decir, hay un campo de accin en el que el ser humano puedeelevarse sobre s mismo y levantar el vuelo hacia la dimensin humana porexcelencia6.

    Y aado estas de Lukas, que en parte completan las precedentes:La logoterapia ha dado la vuelta a la antigua pregunta determinista de

    cmo se establecen de antemano los actos y sentimientos de una persona, yha preguntado de dnde viene ese resto de indeterminacin que no debeeliminarse y que persiste incluso en situaciones de necesidad y enfermedad. Y

    6 FRANKL, Viktor, Der Wille zum Sinn. Ausgewhlte Vortrge ber Logotherapie, Munich,Pieper, 1996, 3 ed., pg. 156; traduccin propia.

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    su respuesta es que proviene de la dimensin notica. Gracias a ella, el serhumano es capaz de obstinarse frente a su destino, distanciarse de su estadointerno, ofrecer resistencia a sus circunstancias externas o aceptarheroicamente sus lmites. En el plano psquico no existe realmente tal libertad:nadie puede elegir su estado anmico. Los miedos, la ira y los sentimientosinstintivos no se pueden destituir; los condicionamientos no se pueden anular;

    no podemos escabullirnos de las formaciones sociales preestablecidas nilevantar las barreras de las aptitudes. Quien reduce lo espiritual a lo psquico,como hace el pandeterminismo, despoja al ser humano (al menostericamente) de su propia responsabilidad y lo abandona a su destino7.

    La concreta personalidad de cada individuo es fruto de su dotacin gentica, la educaciny, sobre todo, de sus distintas y reiteradas elecciones libresUna peculiar estructuracin

    En cualquier caso, la mltiple interaccin de elementos sucintamente

    presentados va generando a lo largo de cada biografa:1. El desarrollo y la configuracin cada vez ms concreta de

    todos los componentes de la persona, en los distintos mbitos que laintegran.

    1.1. mbitos ya conocidos y que, expresados con el menornmero de palabras, podran reducirse al biofsico, al psquico y alpropiamente espiritual.

    1.2. Y componentes que, limitados tambin a los principales yaislndolos de forma un tanto artificial, podran ejemplificarse apelando a

    la inteligencia y la voluntad, en los dominios del espritu; a la cogitativa, laimaginacin, la memoria, el sensorio comn, los sentidos externos, losapetitos correspondientes, y algunos otros, en la esfera de la psique; elaparato digestivo, el neuro-motor, el circulatorio, el muscular y tantosms, en lo que atae al organismo.

    1.3. Pero me interesa sealar, antes que nada, que todos ellosse individualizan y diversifican ms y ms con el paso de los aos: laimaginacin o fantasa y la memoria de cada persona va adquiriendorasgos peculiares y distintos de los de cualquier otra, como tambin suentendimiento, su musculatura, su resistencia al esfuerzo fsico, la

    capacidad de digerir unos u otros alimentos y un largusimo, casi infinito,etctera.

    El resultado es ya una diferenciacin fundamental, que todava se tornams nica e irrepetible en funcin de:

    7 LUKAS, Elisabeth, Logoterapia. La bsqueda del sentido, Paids, Barcelona, 2003, pp.37-38.

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    2. La mayor o menor integracin de esos distintos factores y,muy en particular por lo que a la afectividad se refiere, del complejsimoconjunto de las tendencias intelectuales y sensibles, tocadas tambin deformas muy diversas por el conocimiento.

    3. El predominio ms o menos marcado de alguna de esasesferas y, de nuevo sobre todo, de una u otra tendencia en concreto.

    Desde esta perspectiva, y solo por ejemplificar un tanto, encontramospersonas que atienden de manera prioritaria al desarrollo corporal, sincuidarse apenas del despliegue del entendimiento o de la voluntad; oviceversa, que centran todas sus energas en el estudio y la reflexin,olvidando o dejando muy en segundo lugar el ejercicio fsico, el cuidado dela salud, etc.; que realizan proyectos ms o menos fantsticos, sin teneren cuenta las reales posibilidades de llevarlos a cabo; que buscan deforma casi obsesiva el xito profesional o econmico, abandonando sinapenas advertirlo su vida de familia y las relaciones con sus amigos

    O, en el extremo ms noble, varones o mujeres que integran conbastante tino los distintos mbitos en que se desenvuelve su existencia,dando a cada uno la importancia que merece. De modo que, sindesatender su salud, ocupan buena parte de su jornada con un trabajohecho a conciencia, en torno o junto al cual cultivan tambin susamistades, y saben dedicar el tiempo necesario a su familia, al trato conDios, etc.

    Segn el distinto desarrollo e integracin de los elementos constitutivos de unapersonalidad, esta resultar ms o menos estructurada o disfuncionalY un desarrollo variable

    Sea como fuere, en directa relacin con nuestro tema, me interesa denuevo recordar que en ese hacerse a s mismo del ser humano, y en elproducto que en cada momento o etapa va arrojando como saldo, resultanfundamentales y decisivos:

    1. Por un lado y quiz como lo ms concluyente, el crecimientomayor o menor, y ms o menos adecuado, del entendimiento y de lavoluntad; o, si preferimos expresarlo con un solo trmino, el progreso dela propia libertad, cuyos fundamentos son espirituales o anorgnicos,segn la terminologa de Pithod y otros.

    2. Como consecuencia de ese desarrollo, pero tambin de laatencin que se preste a este aspecto en particular, la capacidad deordenar y moderar los apetitos sensibles:

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    2.1. Es decir, de atemperarlos, hacindolos crecer o, cuandosea el caso, frenando sus exigencias, si estas se tornan desorbitadas.

    2.2. Y, en fin de cuentas, intentando que tales tendenciascontribuyan al bien ntegro del hombre, conocido por un entendimientobien aparejado y querido por una voluntad buena, en el mejor sentido deeste vocablo, que dira Machado.

    3. De donde se infiere la necesidad de que esa inteligenciacorrectamente constituida dedique una particular atencin al conocimientode lo que el ser humano en general y cada cual en concreto debe llegar asery a la diferencia que existe con lo que de hecho es, con objeto de irdisminuyendo las distancias entre lo segundo y lo primero.

    3.1. En semejante contexto, nunca podr exagerarse hastaqu extremo el desarrollo coherente y armnico de cualquier personahumana resulta daado por la ignorancia y, ms en particular, por el

    desconocimiento o la desatencin a las cuestiones de ms relieve sobre elhombre mismo: su naturaleza, el sentido de la libertad, del amor, de lasexualidad y de la afectividad!

    Un desconocimiento, por desgracia, muy extendido en nuestracivilizacin, que ha incrementado prodigiosamente el dominio sobre losmedios lo que hoy llamamos tcnica o, incorrectamente, tecnologa,palabra que significa tratado sobre la tcnica, en buena parte a costa dedesatender los fines que el propio hombre encuentra inscritos, si losbusca, en lo ms ntimo de su ser.

    3.2. Y, dentro de esta esfera, goza de particular relieve el

    descubrir e instaurar vitalmente un correcto equilibrio entre las propiasposibilidades de crecimiento y las expectativas que orientan nuestra vida yel conjunto de nuestras actividades: teniendo en cuenta, como enseguidaapuntar, la fuerte incidencia de un entorno desmesuradamentecompetitivo, que incita muy a menudo a desear e intentar conseguirobjetos o/y objetivos innecesarios o claramente fuera del propio alcance.

    Se trata de una cuestin de singular relevancia en la educacin de loshijos, que se sienten continuamente impulsados a compararse con losdems y calibrar las respectivas posesiones y las de sus padres.

    Por eso, segn la formacin que se les transmita y la jerarqua devalores que se propicie en ellos, podrn sentirse frustrados por no tenerlas ventajas materiales que los otros ostentan o, al contrario, apreciaraquello de lo que ellos gozan un elevado nmero de hermanos, porponer un nico ejemplo, en el seno de una familia numerosa aun acosta de no disfrutar de comodidades ordinarias en hogares con solo uno odos hijos.

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    3.3. Pero no importa menos, como ya sugera al hablar delfuturo, descubrir y apropiarse de grandes ideales para la propia existencia.Anhelos y aspiraciones que no solo son compatibles con la conciencia de lapropia fragilidad, sino que en cierto modo derivan de ella, por cuanto porfuerza van acompaados de la conciencia expresa de que, para

    alcanzarlos, cualquier ser humano requiere siempre de la ayuda de otraspersonas: de los amigos, en el sentido ms amplio y hondo de estetrmino, y, en el caso de los creyentes, del auxilio de un Dios que todo lopuede, en la medida en que se le permite intervenir en la propia vida.

    En la maduracin de cualquier personalidad goza de gran relevancia el conocimiento delo que es el hombre, de uno mismo y de los ideales a los que se encuentra llamado, envirtud de su particular idiosincrasia y modo de serMagnanimidad: grandes ideales

    Aunque probablemente vuelva sobre este punto, me interesa dejar yaconstancia del alcance primordial de lo que acabo de sugerir: los grandes ymagnnimos propsitos, ms cuanto ms los hemos interiorizado yuniversalizado, configuran el conjunto de nuestro obrar y cada uno denuestros actos; pero, adems y sobre todo, en ellos y con ellos, talesmetas van confiriendo el temple definitivo al conjunto de nuestro ser,incluida la afectividad.

    Con palabras de Wadell:

    Nos hacemos personas de una clase u otra a travs de nuestrasintenciones, ya que ellas no solo dan forma a nuestras acciones, sino tambin

    a nuestras personas. Estamos marcados por las intenciones, por aquello quecontinuamente estamos deseando. [] La intencin de un acto le da unacualidad especial, lo identifica, pero, cuando actuamos, la cualidad queidentifica al acto se convierte en un rasgo que se atribuye a nuestro yo; laintencin que da forma al acto tambin da forma a la persona que acta, lasdos cosas estn ntimamente conectadas. Aunque esto pueda parecerexagerado, es lo que explica por qu nos convertimos en lo que hacemos 8.

    Ms de una vez he explicado que el sentido ms hondo del trminoresponsabilidadcamina por estas veredas: sin poder evitarlo, todo nuestroser responde a las acciones que vamos realizando.

    Por eso, quien reitera los actos de generosidad, se est haciendogeneroso; quien se esfuerza por sonrer, incluso en los momentos decansancio o aridez, se convierte en una persona amable y afable; quien,por el contrario, acostumbra a responder con acritud, se torna unmalhumorado, etc.

    8 WADELL,Paul J., La primaca del amor, Palabra, Madrid, 2002, pp. 77-78.

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    Y esto se cumple de una manera muy particular y honda con lasmagnas actitudes de fondo, capaces de orientar toda una vida.

    Desde el punto de vista psquico, la cuestin se advierte tambin porcontraste, considerando lo que sucede a quienes carecen de metas queden sentido a su caminar por este mundo. Holmer lo resume as:

    se avecina una tragedia cuando una persona no aprende lo que todapersona finalmente debe aprender: unos deseos poderosos y persistentes. Alcontrario de los animales cuyos deseos son innatos y por naturaleza, laspersonas tienen que invertir tiempo en descubrir qu son sus propios deseos.Y si uno no desea lo que es esencial y necesario por ejemplo, ser moral, serinteligente e informado ms que ser estpido, o, incluso estar sano ms queestar enfermoentonces, le falta gran parte de lo que es una persona [].

    Ciertamente se encuentra muy apurada la persona que a la edad decincuenta o sesenta aos tiene que decir: Yo nunca supe lo que quera.Porque ese estado describe una vida sin sentido y sin significado, ya que nosaber lo que quieres te deja sin direccin, sin rumbo9.

    Las intenciones, fines, propsitos o ideales que guan los distintos comportamientos deun individuo son tambin un factor de enorme importancia en la estructuracin de supersonalidadEducar la afectividad

    He de apuntar, por fin, aunque a ello dedicar todo un estudio distintoy volver a referirme en este ensayo, que la educacin de la afectividadcorre pareja con la del conjunto de elementos sealados, al menos de dosmaneras:

    1. Por cuanto un desarrollo equilibrado del resto de la personadebe procurar y promover el surgimiento y la floracin de las emociones,sentimientos y estados de nimo pertinentes, que refuerzan la armona defacultades y potencias y de la persona toda.

    2. Y, desde la perspectiva complementaria, porque el crecimientoarmnico de la vida afectiva constituye un apoyo insustituible para eldespliegue del entendimiento, la voluntad y, en fin de cuentas, de laentera persona y personalidad de cada varn o mujer.

    Asimismo, el desarrollo armnico de la afectividad influye y es influido por el resto de lapersonalidad de cada ser humano, mujer o varn

    9 HOLMER, P. L., Making Christian Sense, The Westminster Press, Philadelphia 1984, pp.29-30. J. FINNIS, Fundamentals of Ethics, Georgetown University Press 1983, p. 139, enWADELL,Paul J., La primaca del amor, Palabra, Madrid, 2002, p. 75.

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    6. Educacin y afectividad

    Como es patente, los elementos del subttulo recin enunciado no sonajenos a los que hasta ahora he venido apuntando. Por eso, antes de

    desarrollar este apartado, me gustara hacer un par de puntualizaciones,no por obvias, y ya dichas, menos necesitadas de un recordatorio.

    Insistir, en primer trmino:

    1. En que ninguno de los factores antes referidos es estable,inmutable, unidireccional ni mecnico, sino que se halla profundamenteembebido de espritu y libertad.

    2. Y que, por tanto, en condiciones normales, la libertad constituyela causa ltima y ms radical del desarrollo y/o de las contrahechuras queintroduzcamos en nuestro ser.

    Ya apunt que la dotacin gentica, aunque sea la que es, imposible demudar, no determina, en la acepcin ms fuerte de esta expresin, elposterior desarrollo de un individuo, ni siquiera el intrauterino.

    En conexin con toda la persona y todo su entorno

    Asentado lo cual, me interesa dejar claro que existe un entrecruzarsey un influjo mutuo de los elementos en cuestin. Una interaccin recprocaque lleva a que en cada instante de nuestra historia, en las grandesdecisiones y en las menudas, se parta de un estado concreto y nico, en elque los sentimientos y el tono vital revisten gran inters, pues a veces suinflujo es de hecho contra lo que la propia naturaleza del hombre encierto modo reclama muy superior a los del entendimiento y la voluntad.

    Y, como veremos, importa mucho todo! aprender a sacar partido aese estado en particular, sin aoranzas ni utopas sobre lo que uno hubierapodido ser que no suelen pasar de simples escapatorias semiconscientesy condenan a menudo a la inaccin.

    Para comprender esa interaccin, conviene insistir en algunos extremos:

    1. Antes que nada, y con plena conciencia de que me vuelvo arepetir en parte para contrarrestar la insistencia carente de argumentoscon que se afirma lo contrario, que la dotacin gentica y el desarrollobiolgico de cada individuo no determinan ninguno de los resultados, almenos en lo que afecta al carcter, al tonode la afectividad y a su mayoro menor peso en la existencia, al triunfo o fracaso conyugal, en el trabajo,en la vida social, aunque influyan, e incluso notablemente, en todosellos.

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    1.1. Que esto es as, porque la educacin familiar y la escolar,mutuamente imbricadas, inciden con enorme vigor sobre los elementosbiolgicos y temperamentales y los modifican, pero, a la par, se apoyanpor fuerza en ellos.

    1.2. Que, como fruto de ese interactuar mltiple, se vaproduciendo una sedimentacin biogrfica no siempre consciente, quecompone la plataforma de base a partir de la que cada cual obra, y en laque algunas experiencias o sucesos, sobre todo de la infancia, resultanms definitivos que otros, sin ms concesiones al psicoanlisis de las quehay que hacerle, que a menudo implican matices y correcciones.

    2.Asimismo, me interesa ahora sealar que tampoco cabe achacarla responsabilidad de nuestros actos al influjo de la cultura ambiental o dela educacin no institucionalizada, aunque tales influencias resulten cadavez mayores en el mundo de hoy.

    2.1. Y me estoy refiriendo a factores espacialmenteinmediatos, como las costumbres que se observan en la vida cotidiana delpropio entorno.

    2.2. Y a los geogrficamente ms lejanos, como el modo devida de otros pases, incluso muy apartados, que marcan incluso con msvigor las pautas de comportamiento, sobre todo a determinadas edades.

    Los dos tipos de estmulos se cuelan hoy en cualquier hogar, si es queno los invitamos a que entren y se acomoden, sobre todo a travs de losmedia y de las modernas tecnologas unidas a la informtica.

    Al respecto, considero oportuno recordar algo que he desarrollado porextenso en otros lugares.

    Precisamente en virtud de cuanto estoy sealando, es menesterincrementar activa y conscientemente, con el vigor y el tesn necesarios,el temple y los contenidos de nuestra vida familiar.

    Por qu? Porque el peso del ambiente en cada uno de los hogares enel propio matrimonio y, de manera derivada, en los hijos resultainversamente proporcional al que ejerza la propia familia, y muy enparticular los padres: sobre todo, el padre, que fcilmente pone entreparntesis la relevancia de su presencia ante los hijos y se desentiende de

    esa tarea.La consecuencia no podra ser ms clara: cada uno de nosotros hemos

    de procurar llenarde ideales, valores, actividades, entretenimientos y, endefinitiva, de amor, la propia familia y el propio hogar. No solo niespecialmente en lo que atae a los hijos, sino, de manera muy particular,al respectivo cnyuge. Pues, como ensea la experiencia, si no se mimada a da la relacin con el propio esposo o esposa, se estn poniendo

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    todos los medios para que el matrimonio desemboque en un rotundofracaso y arrastre en su cada al resto de la familia.

    2.3. Por otra parte, de acuerdo con lo que apunt, al hablar delambiente o cultura, apelo tambin a la dimensin temporal, al modo devivir actual y pretrito: pues el conocimiento de la Historia, lo mismo queel de otros lugares o costumbres, puede muy bien, por contraste, corregirlos dficits o resaltar los logros del momento presente.

    Y todo esto influye en el comportamiento de las personas pero nunca lodetermina. Es uno de los asuntos en los que ms insiste Lukas, incluso enlos casos, aparentemente desesperados, de neurosis.

    Es imprescindible aprender a sacar partido de la situacin y circunstancias en que cadacual se encuentra, sin aoranzas ni utopas sobre lo que uno hubiera podido serOtra vez la libertad

    Bosquejado lo anterior, y antes de proseguir, reitero consciente porensima vez el principio maestro o la conviccin clave. A saber, que: porencima de los factores indicados hasta ahora la dotacin biolgica, porun lado, y el influjo educativo-cultural, en el opuesto, lo determinantepara el despliegue afectivo sigue siendo el desarrollo y el ejercicio delentendimiento y la voluntad, es decir, de la libertad.

    De nuevo el binomio Frankl-Lukas permite perfilar mejor la cuestin:

    Los extremos crean sus propias limitaciones. El determinismo que hadominado el pensamiento psicolgico por ms de medio siglo, est siendo

    cuestionado. El ms importante entre aquellos que cuestionan, est elpsiquiatra viens Viktor E. Frankl, que va ms all de la psicologa profunda ydel conductismo. l considera la dimensin del espritu humano, ms all detodas las interacciones psicofsicas y psicolgicas. El espritu humano, pordefinicin, es la dimensin de la libertad humana y, por lo tanto, no estsujeto a leyes deterministas.

    Libertad es una palabra a menudo mal empleada. Para evitar malasinterpretaciones, Frankl no habla de libertad de algo, especialmente no decondiciones (nadie est libre de sus condiciones fsicas o psicolgicas), sino delibertad para algo, una actitud libremente tomada hacia estas condiciones. lrefuerza la actitud de a pesar de, nuestra eleccin de respuesta al destino.

    Aqu se da una base para consolar y ayudar a la gente, sin importar cuninescapable sea el sufrimiento. Solo venciendo el determinismo es posibleconsolar; esto se hace al reconocer la dimensin del espritu humano10.

    Ni la dotacin gentica ni la educacin institucionalizada ni el influjo del ambientedeterminan el modo de ser y obrar de la persona humana10 LUKAS, Elisabeth, Tambin tu sufrimiento tiene sentido, Ediciones LAG, Mxico D.F.,

    2 reimp., 2006, p. 25.

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    7. La voluntad-inteligente, clave de todo el entramado

    El peculiar modo de ser de cada persona

    Resumiendo lo visto bajo un prisma un tanto diverso, cabra sostenerque los elementos aludidos en los prrafos que preceden van cristalizandoo se posan a modo de hbitos y costumbres, de distinto alcance yprofundidad y estabilidad, dando como resultado personalidades que seinclinan hacia algunos de los polos del tipo: pesimista u optimista, confiadoo suspicaz, superficial o profundo, autnomo o influenciable, soso obullanguero, sociable o hurao

    Para lo que nos atae, este modo de ser facilita o dificulta las accionesconcretas y el manejo de los estados anmicos y de los sentimientosmomentneos, de tanto alcance para la vida vivida y para la comprensinde la persona humana.

    A.Sus componentes desde otra perspectiva

    Cules son los integrantes bsicos de ese peculiarsimo modo deser? Como complemento a lo ya expuesto, cabra afirmar que, para cadaindividuo, todos ellos cristalizan en la existencia de:

    1. Una constelacin de bienes, extremadamente diversos y de muydistinta densidad, a los que cada cual, en virtud del desarrollo yconfiguracin singulares de las respectivas tendencias, es ms sensible.

    Como ya vimos, precisamente en cuanto se refieren a cada sujeto

    particular y ejercen mayor o menor influjo en l, tales bienes suelenllamarse valores.

    Y tambin qued apuntado el papel sin igual que en cualquier existenciahumana desempean la presencia o ausencia de esos ideales y la calidadde los mismos.

    2. Una mayor o menor capacidad de responder a esos bienesconcretos, con exclusin de otros y de hacerlo o no de un modopertinente.

    Dentro de este contexto, suele hablarse de ms o menos coherencia de

    vida, de unidad o disociacin entre teora y prctica, de fuerza de voluntado carencia de ella

    Por otra parte, y parece lgico, no se trata de un organismo estable,sino de algo que va variando justo en virtud de que respondamos o no alos mltiples valores y de la mayor o menor flexibilidad para hacerlo: eneste sentido, los caracteres se disponen en una amplia gama que va desde

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    el perfeccionismo hasta, en el extremo contrario, la cara dura, elfingimiento sistemtico o el cinismo.

    3. Una manera propia y ms o menos pronunciada de vibrar o nocon todo ello: la distincin con el rasgo que precede resulta ms clara enel supuesto de dos personas que sresponden a la llamada del deber,pero una de ellas lo hace fra y racionalmente, y la otra poniendo en juegotodas las fibras que la constituyen.

    3.1. Encontramos en esta lnea personas ms racionales, cuyopunto de referencia es la bondad objetiva de los hechos y situaciones, yque, por lo mismo, suelen tener un comportamiento ms estable ypredecible.

    3.2. Y otras, ms sentimentales o afectivas y, con frecuencia,ms intuitivas, en las que la primaca compete ms bien a la resonanciade los valores en su intimidad; personas ms dependientes, por eso, del

    modo como se encuentran en cada instante y, por lo mismo, a menudo,ms inconstantes o lbiles.

    Este modo de ser, muy relacionado con lo que llamamos personalidad,se manifiesta en la orientacin general de la vida de cada individuo ypresenta mltiples variantes.

    Podemos hablar, entonces, de personas ms sensibles a los bienesespirituales o a los materiales, hasta el punto de ignorar o no advertir losprimeros o, ms raramente, los segundos; ms pendientes del propio yo odel bien ajeno, cosa bastante unida a la anterior; que atienden ms alestado de nimo o a la accin en s o llamada del deber; a la belleza y el

    arte o a lo pragmtico y utilitario; a lo propia y hondamente humano,como la vala interior, en la ms amplia acepcin de estos vocablos, o a loaccesorio, pasajero y superficial, entre los que se cuentan los caracteresmeramente fsicos, las posesiones, el xito o fracaso, el prestigio

    La peculiar afectividad de cada persona depende del conjunto de bienes que ms influyenen ella, de la capacidad de responder a tales valores y de la mayor o menor vibracin conque lo hagaB. Pero siempre modificables

    Sea como fuere, tan o ms importante que una buenadescripcin de los componentes de tal modo de ser, as como de suimbricacin mutua, es recordar que:

    1. Todo ello es educable, al menos dentro de ciertos lmites, y hayque educarlo en nosotros mismos y en quienes se encuentran a nuestroalrededor!

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    2. Como resultado de esa educacin y como respuesta a la dotacingentica esto es, a la compenetracin de ambas, pueden darse casosextremos de hiper-desarrollo de la sensibilidad-sentimiento, y tambin deatrofia de la capacidad de sentir, temporal o cuasi definitiva: loobservamos en muchos criminales, en lo que sabemos de los campos de

    concentracin, en cierto modo de ejercer el propio trabajo y, y si no seandan con cuidado, en bastantes profesionales de la salud y de otrosmbitos.

    De acuerdo con lo que ocurre habitualmente, tampoco aqu existe unamanera de ser preferible de forma absoluta, sino que cada cual llevaconsigo sus ventajas y sus inconvenientes: por ejemplo, las personas msfras suelen conservar la calma suficiente para resolver problemascomplicados, all donde los ms sentimentales ven ofuscada su razn, peroestos ltimos se implican normalmente ms en los asuntos, por lo que enocasiones son ms tenaces, adems de arrastrar y prestar apoyo emotivo

    a quienes lo necesitan3. En cualquier caso, y teniendo en cuenta el contexto en que se

    sita este escrito, quiero conscientemente reiterar que en la formacin delmodo de ser de cualquier persona presenta una importancia decisiva laeducacin, sobre todo la de los primeros aos, y, ms todava, laeducacin de la libertad, fruto en gran medida del propio uso de la libertadmisma que se educa.

    En consecuencia, poniendo medios concretos, hemos de huirpositivamente tanto del sentimentalismo como de la frialdad, muchasveces provocados-transmitidos por los padres y las madres.

    Pero, ms importante, a la hora de encarar la propia educacin o la dequienes conviven con nosotros, es empear todos los recursos disponiblespara impedir que nuestras respectivas vidas giren en torno al diminuto y ala par casi infinito ego de cada cual; o, lo que viene a ser lo mismo,habremos de luchar para abrir constantemente la voluntad propia y la dequienes nos rodean a la bsqueda del bien de los otros, comenzando denuevo, en el caso de las familias y en relacin con los hijos por el de suspropios hermanos, que es terreno real donde durante muchos aospueden ejercitarse y, tantas veces, lo que marca la diferencia de por vidaentre las distintas personas.

    Precisamente en ese pasar de la preponderancia indiscriminada del yo alimperio de la realidad se juega la madurez de la persona:

    El proceso de madurez humana se realiza a travs de una serie deresoluciones de conflictos, utilizando mecanismos psicolgicos particulares, yllegando a una sustitucin paulatina del principio de placer, de poder, deautorrealizacin egocntrica por el principio del conocimiento y adecuacin devida (pensamientos y actos) a la realidad objetiva. A la madurez corresponde,

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    entre otras cualidades, una elevacin del nivel de tolerancia del dolor, delsufrimiento, de las contrariedades11.

    Como he explicado en otras ocasiones, la educacin de la libertad corre pareja a lacapacidad de una persona de prescindir del propio bien para ocuparse del bien ajeno encuanto talEl principio del fin

    Pido excusas por repetir una vez ms que llevamos entre manos algoenormemente complejo, imposible de captar en toda su variedad yriqueza, menos an con una sola mirada.

    Pues, en fin de cuentas, me estoy refiriendo al entero desarrollobiogrfico de la persona humana, aunque desde la perspectiva prioritariade la naturaleza y el manejo de su afectividad.

    A.Jugamos a la vida?

    Por eso, para exorcizar en parte el sentimiento de indefensin eineptitud, me atrevo a proponer un smil si no muy apropiado, al menosfcil de entender.

    Me refiero a cualquiera de los juegos de naipes con que bastantes denosotros hemos ocupado los ratos de ocio en determinadas etapas denuestra existencia.

    Igual que sucede en esos entretenimientos, desde el principio de la viday a lo largo de ella, cada ser humano dispone de un conjunto de bazas con

    las que enfrentarse al desenvolvimiento de su persona.Se trata de elementos no inmutables, sino que se van desplegando o

    atrofiando, y varan, para bien o para mal, dentro de ciertos lmites ysegn el uso que hagamos de ellos.

    La vida puede compararse a un juego de naipes, en el que contamos con cartas ms omenos buenas y con la posibilidad de aprender a utilizar cada vez mejor unas y otrasB. Con nuestras mejores bazas

    No obstante, existe una ley clave, anloga a la de los llamados

    juegos de-azar-e-inteligencia.Podra resumirse as: el mejor modo de ser, para cada individuo

    particular y en cada momento, es justamente ese que en realidadposee.

    Como en tantos otros casos, la pretensin de ser de otra forma, laespera hasta que se alcancen ciertas habilidades, los sueos con lo que

    11 CARDONA PESCADOR, Juan, Los miedos del hombre, Rialp, Madrid, 1998, p. 71.

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    uno lograra hacer si tuviera otro temperamento o lo rodearancircunstancias distintas constituyen uno de los mayores lastres para eldesarrollo real y equilibrado de la propia personalidad, que, justo por serla nica existente, resulta siempre la mejor. Porque, con el refrn popular,o se ara con esos bueyes o simplemente nose ara.

    Volviendo al smil esbozado, la clave consiste, en cada instante, en:1. Esforzarnos por utilizar aquello con lo que contamos del mejor

    modo posible.

    2. Aprender a hacerlo sin comparaciones ni estriles nostalgias.

    3. Y poner todos los medios a nuestro alcance para que esepatrimonio crezca y mejore.

    En referencia a tal desarrollo, bien se trate de la vida humanaconsiderada en su conjunto, bien en particular al de la realidad que nosocupa los sentimientos, existe una capacidad que marca la diferencia,determinando el tono global y el xito o el fracaso de toda nuestra vida.

    En cada instante, y para cada persona, el mejor modo de ser es el que en esemomento poseeC. A saber: la libertad

    Esa capacidad surge o se instaura, principalmente, en laconfluencia de dos facultades la inteligencia y la voluntad y asume encierto modo el resto de nuestra persona. Para designarla no encuentrootro trmino ms adecuado que el de libertad, ya tantas veces empleado.

    Pienso que es pertinente citar aqu a Toms de Aquino, cuando afirma:Existen potencias que renen en s la virtud [o el poder] de varias potencias

    [o facultades], y tal es el caso del libre albedro, como queda patente alconsiderar su acto. Pues elegir, que es su acto propio, lleva consigo tanto eldiscernir como el desear: en efecto, elegir equivale a preferir una cosarespecto a otra. Pero estas dos acciones no pueden llevarse a trmino sin elpoder de la voluntad y de la razn. De donde se sigue que el libre albedrorene el poder de la voluntad y de la razn, y que por ello se denominafacultad [o potencia] de una y otra12.

    Por eso, en la bsqueda de la potencia por excelencia hay que examinarla libertad: la potencia de las potencias sumas, el poder de nuestrospoderes superiores. Y por el mismo motivo, el influjo de la voluntad esdecisivo en el desarrollo de una afectividad madura.

    En efecto, como explica Leonardo Polo, lo que distingue una afectividadsana y positiva de un sentimentalismo daino y entorpecedor, no es sino

    12 TOMS DE AQUINO, In II Sent., d. 24, q. 1, a. 1 c.

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    el influjo y el imperio de la inteligencia y la voluntad: de una inteligenciacon capacidad de mando y de una voluntad que sabe discernir13.

    Cuando funciona bien, de una manera sana, la afectividad contribuye alperfeccionamiento del hombre

    Tranquilidad.

    El conocimiento humano es progresivo. Normalmente no se comprende del todolo que se lee por primera vez.

    Lo medio-entendido entonces prepara para estudiar lo que sigue, y el nuevoconocimiento aclara lo ya aprendido. A menudo es preciso ir y venir, leer ms

    de una vez lo mismo. Pero el resultado final suele provocar una notablesatisfaccin.

    nimo.

    Ayuda para la reflexin personal

    Puesto que nuestro estudio se est alargando, en este caso me limito acopiarte algunos prrafos de un excelente libro sobre la afectividad, escritopor lvaro Sierra y titulado: La afectividad. Eslabn perdido de laeducacin. A la pregunta sobre si es o no educable la sexualidad humana,responde que s, como ms adelante veremos, puesto que no se trata de unpuro instinto.

    A continuacin explica que afirmar que la sexualidad humana no estsujeta a un instinto puro, no implica el negar que est sometida a pulsionesinstintivas. Lo primero no excluye lo segundo y para comprenderlocabalmente ha de definirse lo uno y lo otro. Y establece un Cuadrocomparativo entre instinto sexual y pulsin sexual, que copio:

    Cuadro comparativo entre instinto sexual y pulsin sexual

    Instinto

    1. Mediado genticamente.

    2. Condiciona conductas estandarizadas para todos los miembros deuna misma especie.

    3. Es ineludible. El sujeto no puede sustraerse a su cabal cumplimiento.

    4. Una vez desencadenado el instinto, el sujeto no puede detenerse

    voluntariamente.5. Se desencadena por fenmenos bioqumicos, en una reaccin en

    cadena o en cascada.

    6. En condiciones naturales, el objeto sexual es un sujeto de la mismaespecie y del otro sexo.

    13 Cfr. POLO, Leonardo, Presente y futuro del hombre, Rialp 1993, pp. 83-84, que sercitado ms adelante.

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    La pulsin sexual

    1. Obedece a una estructura de la sexualidad, propia de la naturalezahumana, aunque su manifestacin est altamente influida por factoresindividuales y culturales.

    2. No determina conductas especficas, solo motiva o direcciona unarelacin marcada por una condicin sexuada.

    3. Es potestativo del sujeto el actuar o no en la direccin sugerida porla pulsin.

    4. La pulsin puede desencadenar una actuacin que el sujeto est encondiciones de detener o desviar.

    5. Puede ser liberada voluntariamente y su expresin puede sercompleta o incompleta.

    6. El objeto sexual es seleccionado por el sujeto y puede nocorresponder a alguien del sexo complementario. (SIERRA, lvaro, Laafectividad. Eslabn perdido de la educacin, EUNSA, Pamplona 2008, pp. 186-187).

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