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1 EL ARROYO PRIMERA PARTE

El Arroyo_ Herman A. Villarroel M

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EL ARROYO

PRIMERA PARTE

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El Arroyo

“Primera Parte”

“Solamente puedo agradecer a todas esas personas que alguna vez me inspiraron a escribir y me

ayudaron de una u otra manera”

Escrito por Herman A. Villarroel M.

“Escritores Jóvenes 2011”

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Te deseo que ames con toda la fuerza de tu corazón... cuando encuentres ese amor… donde quiera que este, quien quiera que sea... no huyas de el, pero tampoco lo persigas,

se paciente y acabara viniendo a ti y llegara cuando menos lo esperes, como llegaste tu. He pasado el mejor años de mi vida con la niña mas dulce, mas hermosa e inteligente del

mundo.... no tengas miedo cariño..... Y recuerda que ¡Amar es Vivir!

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Capítulo I Conociendo a un extraño

Mi nombre es Juan Ignacio, tengo un apellido que

llevo desde siempre, pero del cual no me siento dueño ni orgulloso. Tengo 20 años, y una familia muy reducida, tengo dos hermanos; Lucas y Consuelo, pero sólo uno de ellos vive junto a mí. Mi padre nos dejó hace más de diez años y hemos aprendido a vivir con ello. Hace un año hemos perdido a nuestra madre lo que conllevo a la separación de mi familia. En mi casa somos tres, bueno, casi tres; mi hermano, mi padrastro y yo. Digo casi tres porque desde la muerte de mi madre él ya no se siente parte de mi familia, o por lo menos eso es lo que demuestra. En el fondo es una persona buena y el padre que cualquier persona quisiera tener, sólo ha tenido la mala suerte que la fortuna vino junto con la desgracia. Mi hermano es un chico joven y divertido, le gusta salir con sus amigos, y sus amigos disfrutan de su compañía Hemos vivido juntos desde siempre. Ni los peores momentos han logrado separarnos por más de un día, ha sido mi apoyo cuando los que yo pensé que eran amigos dejaron de pensar en mí. Superamos juntos una niñez y juventud distinta a las de los demás, pero eso nos hizo salir adelante, creo que solos no hubiésemos podido.

Mi hermana es una chica que vivió la juventud normal o un poco más normal. De muchas amigas y novios a corta edad en su adolescencia. De carretes, fiestas en casas y demás, era la alegría de mi madre cuando estábamos todos juntos. Ella ha tomado un camino distinto, cuida de

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nuestra abuela en su otro hogar y vive aguantando a mi tío que es un lío para todo. Mi tío, mi abuela y mi cuñado están con ella, viven juntos pero por separado, no se soportan entre ellos, simplemente porque no piensan igual, ninguno de ellos aguanta a mi padrastro, por absurdas razones las cuales nunca he podido entender, la relación con él nunca ha funcionado, innumerables veces han intentado y terminan fallando, simplemente no funciona. Para terminar creo que debo hablarles de mí. Juan Ignacio es un chico lo más normal dentro de sus posibilidades, tiene muchos problemas para hablar con la gente; un problema que comenzó hace poco tiempo, le gusta mucho escuchar a los demás, buscar soluciones a problemas ajenos, de pocos amigos o más bien ninguno, algunos dicen serlo pero él no lo siente así, busca a un amigo como si mismo, alguien que comparta algo en su pensamiento, su forma de ser y que en verdad se preocupe por él. Ha querido y ha amado mucho, de una manera incondicional y siempre ha terminado con el corazón destrozado, ha entregado amistad y ha sido traicionado, ha vivido la vida de forma correcta y la vida le ha abofeteado una y otra vez, pero aun así sigue esperando por la recompensa. La vida no me ha tratado bien, no recuerdo un año en el que haya ido magnifico y creo que esa es la normalidad de la vida, que la gente falle, se caiga y aprenda de los errores, pero creo que mi familia ya ha recibido su lección, está lista para ser feliz y dejar de llorar, por lo menos, por un par de años.

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“No dudes en cometer errores, muchos errores, porque no

hay otra manera de aprender y de crecer. Te lo aseguro”

Jen Lindley, Dawson’s Creek-Episodio 128

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Capítulo II Antes y después de…

Érase un atardecer hermoso. Solo como cada día,

comencé a mirar a mi alrededor y me daba cuenta de que la gente tenía otras cosas que hacer que sólo las que hacia yo, había todo un mundo haya afuera, no tenía por qué pasar por ahí y dejar de ser percibido, no era necesario ser el más inteligente de mi curso, pero en realidad no tener una vida que vivir. Estaba siendo un chico, buscando un futuro, estaba en tercero medio y sabía que de mis notas dependía mi futuro, ya que sin padre y una madre parapléjica mi única solución sería una beca o algún tipo de beneficio de terceras personas, mi padrastro podría ayudarme, pero sería un aprovechamiento. Y el poco dinero que ingresaba de un pobre negocio en mi casa, no funcionaría para estudiar en la educación superior. En mi liceo, como cada día viviendo con mis compañeros había mucho que pasar y mucho que aprender, pero debía buscar con quien hacerlo, algunos compañeros habían propuesto ya ser mis amigos, pero sólo buscaban ayuda en sus estudios y sabía que no sería una verdadera amistad. Al siguiente día en actividades de terreno, el clásico descanso alargado tomó una conversación con un par de compañeros, la elección de los representantes de los alumnos estaba en boca de algunos, nuestro curso tenía la responsabilidad de poner un representante en él y no sabía cómo elegirlo, ni a quién elegir. Mientras buscábamos ideas para nuestro representante, uno de ellos tuvo una idea mucho mejor, propuso que nos presentáramos nosotros mismos como grupo y sacáramos

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el ya oxidado grupo de representantes de los alumnos de los años anteriores. Éramos seis; Gabriela y Edgar; los cuales eran pololos ya hace un tiempo; Danilo y Helena; al igual que los otros dos llevaban ya un tiempo saliendo; Katherine y, obviamente yo.

Ninguno de ellos tenía muy buena reputación como

para ser un representante de los alumnos, excepto Helena, ella tenía apenas un par de meses con nosotros, tenía buena conducta estudiando y relacionándose con los demás, era hermosa, su carita era muy linda, de contextura delgada y la niña más cariñosa que podía haber. Danilo estaba loco, era un desastre; amante de los ritmos raros y un genio anotando goles en su equipo y en el del instituto. Era un buen compañero y empezaba a convertirse en un gran amigo de a poco. Edgar y Gabriela eran el morbo en persona, una pareja que para los demás era símbolo de sexo, ella era no la mejor cara, pero si el mejor cuerpo, “no estaba mal” como decían algunos, era “una diosa” como pensaban otros. Edgar pasaba inadvertido si no hubiese estado con ella, creo que yo ni siquiera recordaría cuál es su nombre. Y Katherine era sólo una compañera, poco conocida, molestada habitualmente por los demás. O sea como fuese, ganáramos o perdiéramos, no teníamos nada que perder. Las elecciones eran mi menor preocupación, estaba despistado del mundo real, no había nadie que me importara más que mi familia, mis estudios y yo mismo. Cuando empezó nuestra campaña no sabía ni que hacer enfrente de tanta gente, le tenía pánico al hablar y no sabía cómo empezar, ser el presidente de tanta muchedumbre era un gran reto para mí y un gran paso a un personaje de líder al cual no estaba acostumbrado.

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Los días pasaron y la elección llegó, no sabía si preocuparme o relajarme, en la lista contraria eran buenos contrincantes, pero mi equipo creía haber hecho un buen trabajo. Me deje estar, y al final del día recibí la noticia de que nuestra lista era la ganadora y debía comenzar a prepararme para un periodo de tiempo que sería muy difícil.

El tiempo me hizo un buen líder y una excelente

persona, me sentía bien conmigo mismo y me dio a entender de que podía hacer cosas importantes, llegar a grandes metas, tenía más gente cerca de mí y eso me hacía muy bien.

Cuando ya llevábamos un tiempo en la presidencia, dos de nuestros compañeros, Gaby y Edgar salieron de nuestro equipo por una razón que a muchos no le extrañaron; los encontraron juntos en la pieza de ella, y eso estaba prohibido en nuestro liceo. Mi equipo de trabajo se había desarmado y los suplentes no fueron de lo mejor que pudimos encontrar. Luego comenzamos a tomarnos de las manos y el equipo funcionaba a la perfección, se nos vinieron encima las actividades de aniversario de nuestro liceo y las cosas empezaban a ponerse difíciles, había que empezar con la organización de todo.

Todo comenzó a salir bien, las actividades era un lujo, no muy entretenidas, pero para este liceo y para este lugar estaban muy bien; el problema surgió cuando nuestro curso comenzó a perder y nuestra candidata era posible que no ganara; era nuestra antigua compañera de equipo; Gaby. Cuando yo quería ayudar y ella quería ganar nos

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juntamos sin intención alguna, ninguno de los dos buscábamos planear algo, pero ella se comportó de una forma muy extraña, me comenzó a abrazar, a tomarme de la mano y estar cerca de mí. Empecé a sentirme vulnerable y le ayude a ganar. Los resultados eran mi decisión y arregle todo para que ganara.

Pasó el tiempo y en el momento mucha gente sospechó

de lo que había pasado pero nadie pudo descubrirlo, excepto mi amigo del alma; Dustyn, el cual tenía una amiga con ventaja; Analía.

Todos los días después de que había pasado lo de aniversario nos juntábamos por la tarde nosotros cuatro; Nicky y Jessica, estos últimos dos casi andaban pero nunca supe que tan serio era. La cosa se empezó a poner rara cuando Gaby quería estar conmigo y empezaba a buscarme para contarme sus cosas y decirme que se sentía mal, su padre estaba enfermo y mi madre también, le ayude a afrontar un enfermedad tal cual yo lo hacía y empecé a llevarme bien con ella, salíamos a todos lados y la pasábamos bien, mientras los otros cuatro; Dustyn ,Analía , Nicky y Jessica la pasaban bien por ahí de otra “manera”, llevábamos un par de meses en el mismo estilo. Un tiempo después una extraña enfermedad empezó a acomplejarme, me sangraba la nariz, me dolía la cabeza, me adelgacé un montón y me emborrachaba cada vez que estaba en clases. Un día no completé mi jornada escolar y me fui a mi habitación porque me sentía demasiado mal. Cuando había pasado un par de horas en mi habitación entró Dustyn. -¿Estás solo?- me dijo. - Sí - le respondí - Deja que vuelva con tu sorpresa.

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Entró en mi habitación, ella se recostó a un costado de mi cama y estuvo conmigo toda la tarde, me abrazó y me acarició en todo momento, tenía una cara rara y yo en verdad no tenía ni idea de lo que pasaba. Al otro día en clases hablando con mi amigo le conté lo que había pasado, le dije que me había sentido bien con ella y que jamás me había sentido así, el recalcó muchas veces durante conversación que no confundiera amistad con amor, y cuando se quedó callado le dije que en ese momento del día anterior me moría de ganas de besarla y no sabía qué hacer. Su cara de impresión fue tan grande como la mía, ni siquiera yo sabía qué estaba diciendo. Se largó de ahí y volvió un rato después, con noticias inesperadas para mí, pues ella también había sentido lo mismo. Me negué rotundamente a que pasara algo entre nosotros y deje de hablarle todo el resto del día, ni siquiera cruzamos miradas ni me junte con ellos, al final de la tarde y de las clases llegue a mi habitación, me recosté en mi cama y una escena se repetía en mi cabeza hasta que se hizo realidad tocaron la puerta y era.... el estúpido de Dustyn, me hizo la misma pregunta del día anterior y la respuesta fue la misma, ella me miró y yo estaba muy nervioso, no sabía que decirle, entró y se sentó a mi lado: - ¿Cómo estás?- me preguntó Gaby - Bien, he mejorado bastante- le respondí - Sólo quería saber cómo estabas.

Se recogió el pelo y se acercó a mí, me dijo con una voz suave

- Cuídate nos vemos luego- y me besó en los labios.. Después de un minuto me recosté en mi cama y comencé a pensar en lo que había pasado y sabría que algo malo saldría de eso. Cinco minutos después una amiga de ella

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me llamó a las afueras de mi pieza y me entregó un papel, un pequeño y arrugado papel que decía “Lo siento, pero hace mucho que quería hacerlo”, guarde el tonto papel por años, era algo muy especial para mí. Luego de todo fui como un niño alegre y enojado, al hablar con mi amigo le dije lo que había pasado y no recuerdo bien lo que me dijo, en ese momento sólo pensaba en lo que había pasado; era mi primer beso y era lo más raro que podía sentir en mi corazón. Rato después aquella hermosa niña por la cual hace ya un rato había empezado a sentir algo se acercó a la ventana, me miro y me dijo que lo sentía, me pidió disculpas y esta vez le dije que no importaba y terminé por besarla yo. Fue un beso extraño ni siquiera sabía cómo se hacía, nunca lo había hecho. Se despidió y se fue a su habitación, mientras se alejaba aunque realmente la quería, sentía que algo malo iba a suceder, lo presentía.

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Capitulo III El primer corte es el más profundo

Después de haber empezado algo que no tenía ni

idea dónde llegaría, pero que desde lejos tenía un aspecto fatal, empecé a dudar de todo y de todos. Cada vez que estábamos juntos no podía sentirme seguro, pensaba que eran una especie de mala pasada o que en realidad se estaba riendo de mí, nunca logré sentirme seguro a su lado y creo que eso me llevó a cometer muchos errores en mi primera relación. Las disculpas continuas y los “lo siento” aparecían de nuestras bocas cada noche al no saber tratarnos como más que amigos, nos alejábamos una y mil veces y siempre volvía uno al otro, había algo que no nos dejaba estar lejos. Yo la quería demasiado y ella así me lo decía. Comencé a tener miedo de perderla, cuando ya había pasado un tiempo de estar juntos, no quería decirle nada no quería tocarla no quería besarla, temía a que cualquier acción desatara algo que desde mi punto de vista parecía inevitable. Una tarde después de clases, apareció de improviso mi compañero, ella y yo no nos habíamos visto todo el día, la noche anterior habíamos estado juntos en la sala de clases nos habíamos besado y nos dijimos lo mucho que nos queríamos, mi amigo que siempre me había ayudado y que siempre me traía buenas noticias esta vez tenía con él la peor que podría haber escuchado hasta ese entonces, dijo con simpleza, con sinceridad, tranquilamente y con poca seguridad: - Ella esta con otro. - ¿A qué te refieres?- le pregunté.

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- Tu novia esta con Nicolás- dijo él. Pensé siempre en lo mejor y que se refería a una conversación entre ellos o algo por el estilo, pero quería decirme todo lo contrario, lo peor para mí, lo que sería una amistad destruida. La noche se hizo aún más oscura para mí, no sabía que decirle a mi amigo mientras me miraba tranquilamente y esperaba mí reacción, intenté tranquilizarme y dije un par de palabras de las que nunca me sentí orgulloso en la posteridad. Después de una noche de tristeza, de preguntarle en su cara y con ella misma admitiéndolo, intenté buscarle alguna explicación, intenté que ella me diera una, pero no había ningún tipo de excusa para ello. Pasada una semana se acercó a mí me dio las gracias por ayudarla, por apoyarla en su momento difícil y se marchó, cada vez que los veía juntos mi corazón se empezaba a estremecer tanto que pensaba que explotaría, se paseaba cada día por delante de mí con uno de mis mejores amigos y yo no podía hacer nada. Dejé que pasara el dolor lloré un par de veces pensando en que había hecho mal y nunca encontré una explicación, el tiempo me daría la razón y descubriría al final que quien se había equivocado no era sólo yo, sino ambos al intentar querernos más de lo que podíamos. Intentamos volver a ser amigos y no funcionó, cuando ella y mi amigo terminaron, ambos hablamos del tema, volvimos a como estábamos antes y nuestra amistad se estrechó aún más, supe por qué el “Ella y Yo” había acabado así y por qué el “Él y Ella” también lo habían hecho, todo era una simple venganza de la cual ni yo ni el teníamos algo que ver, sólo las mujeres estaban involucradas y no tenían la fuerza ni el coraje suficiente

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para poder afrontar las rupturas como nosotros dos lo habíamos hecho. Gabriela, quien era, no sé, era importante, por lo menos para mí era inalcanzable, no sé qué hice esa vez pero no he podido repetirlo, tal vez la mentira es la forma más rápida, pero no se puede engañar de esa forma a una persona. No me gustaba como lo estaba haciendo pero me encantaba estar con ella, no se podía seguir adelante había algo raro desde el primer beso

¿Por qué lo hizo? ¿Por qué a mí? Desde que me dio ese beso de improviso, ya sabía que iba a terminar sufriendo.

Por las tardes la pasábamos juntos, al menos dos horas cada día y los fines de semana hablábamos todos los días por teléfono, nos escondíamos y nos la pasábamos bien escondiéndonos del mundo real. Era sagrado salir detrás de las salas cada día, juntarse, regalonear por ahí en un lugar a oscuras. No duramos mucho, sólo un par de meses hasta que apareció uno de mis mejores amigos y se quedó con ella, me dolió y sufrí mucho, era mi amigo de verdad, o por lo menos era lo que yo pensaba. Un año después ya tenía otra pareja y dos años después ya tenía un bebe, me encantó su noticia y ver que era feliz como siempre quise que fuera, pero que su felicidad haya costado que yo cambiara en todos los aspectos que me haya convertido en un chico diferente, alguien de quien no estoy orgulloso, que ha logrado mucho y ha perdido aún más con la actitud que ella formó.

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Capitulo IV El nuevo yo

Después de un desastre en mi vida, podía venir algo

bueno. Pasé mi último año de liceo sin pena ni gloria, volví a ser la persona que nadie conocía y al que nadie caía bien. Empecé a ser antipático con todos, perdí a mis amigos y me quede solo, tal cual estaba antes. El chico que demostró ser un líder en el año anterior dejo de serlo para dar paso a un chico preocupado de su futuro, sabiendo que la Prueba de Selección Universitaria era su única oportunidad para poder aspirar a un estudio superior.

No tenía ganas de nada, aunque ya había olvidado lo que había pasado y no sentía más que odio hacia mi antigua novia, no quería nada de las mujeres, intenté darles una oportunidad pero después de un par de malas opciones, deje de creer que el amor todo lo puede. Hice mi mejor esfuerzo en la prueba y quedar seleccionado dentro de los primeros quince en la carrera que yo deseaba, fue un logro que para mi familia nunca había sido posible y del cual todos se sintieron orgullosos al igual que de mis profesores y liceo ya que fui el único que logro entrar en la universidad, sentí que de nuevo podía ser una persona importante, del cual podía sacar provecho y volver a progresar, me sentí importante y volví a creer en mí y en mis posibilidades. En mi primer año de universidad pase de todo y de todos, deje de hablar con la gente comencé a tenerles miedo a todos, quise dedicarme sólo a mis estudios y no resultó. Me encerré cada vez más en mí mismo, ya no tenía amigos,

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sólo mis compañeros de casa. Mi primer semestre en la universidad fue un desastre, conocí sólo una persona y fue sólo de casualidad, Daniela es su nombre y es una persona maravillosa, empecé a tenerle cariño, aprendí a conocer que habían mujeres que valían la pena y en las cuales podía volver a creer, estuvo conmigo cuando la necesite y en el momento más importante de la vida universitario; cuando aprobé mi primera asignatura.

En el segundo semestre me alejé un poco de ella y la veía de vez en cuando, ya me había vuelto a quedar sin amigos porque ya no los quería buscar, tenía pánico de entregar mi amistad y quedarme sin nada, que se rieran de mí y que en realidad todo fuera algo sólo superficial.

Terminé mi primer año de universidad con la mejor aprobación y empecé a sentir que podía hacerlo. Mientras descansaba en mis vacaciones, comencé a ayudar más a mi familia, siempre lo hice, pero esta vez debía comenzar a poner más de mi parte, el esfuerzo de mi madre era admirable, no suficiente con estar en una silla de ruedas, no le gustaba que nadie la ayudara, quería criar y cuidar de sus hijos y su casa tal como cualquier madre, comencé a hacerme cargo de uno de los negocios de mi familia y conocí a una sobrina de la pareja de mi madre es cuasi mi prima, pero en realidad no somos nada.

Se llama Ivonne y es la peor adolescente que uno se puede imaginar, no hace nada entretenido, muy apegada a su religión y con normas impuestas por sus familiares, que a la larga tienden a ser estúpidas. Empecé a charlar con ella una que otra vez cuando nos encontrábamos en el trabajo, me caía bien, nunca había conocido a una persona tan ilusa e inocente o por lo menos eso es lo que demostraba, me gustaba hablarle y empecé a creer de que podía volver a confiar en una mujer.

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La pasé bien con ella en especial en verano. Podía decirse que éramos amigos. Antes de empezar el año nuestra amistad se había acabado, a veces la echaba de menos y pensaba en que sería de ella, le tome cariño y nos alejamos por mucho tiempo. Cuando comenzamos el año universitario tenía un compañero nuevo para mi habitación, alguien conocido desde siempre, pero nuevo en el acto de vivir solos, mi hermano me acompañaba este año en un nuevo tipo de vida para él y para mí. Mi madre nos dejó en La Serena y preocupada en demasía por mi hermano, pues era la primera vez que él salía de nuestra casa, creo que fue una noche extraña para nosotros. Al despertar el segundo día, era el primer día de clases en la universidad para mi hermano, esperaba que todo fuera de maravilla, fui a mi clase de la tarde con todo el ánimo posible, Geología, rocas y etc. Comprendí a la perfección todo lo que decían y cada vez más me sentía tan orgulloso de entender la vida universitaria que decidí llamar a mi madre mientras caminaba hacia mi casa. A mitad del camino encendí mi teléfono móvil y un mensaje llego al momento, decía: “Reúnete con tu hermano en la casa y esperen mi llamado”, el estómago se me contrajo y el corazón empezó a acelerarse, tomé mi teléfono y llame a casa, contesto mi madre y tenía una voz de angustia que se podía apreciar de buenas a primeras, entre lágrimas me dijo que mi abuelo había sufrido un accidente vascular, la mirada se me perdió, eche los brazos y la cabeza hacia el suelo, me apoye en un poste en

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la esquina de la avenida principal de la ciudad. Camine despacio hacia mi casa rogando al ponderado Dios que mi abuelo estuviera vivo, llegué donde mi hermano y tenía una cara de felicidad por sus primeros días de clase que me enorgullece hasta el día de hoy, no sabía lo que había pasado y a mis cortos 19 años no estaba preparado para decirlo. En menos de 10 minutos llego mi padrastro y confirmó la muerte de mi abuelo, mi hermano cayó encima de la cama en llanto y me sentía impotente al no poder decirle nada, no sabía qué hacer , él era como nuestro padre el que nos enseñó todo, del cual estábamos orgullosos y ahora estaba muerto. Viajamos en el mismo momento, bajándonos del auto frente a la casa de mi abuelo y ver su ataúd en medio del salón, y mi abuela con la cara de dolor que no dejaba mirarla a los ojos, en un rincón mi madre nos abrazaba y decía que su viejo se había ido, era una impotencia tan grande con el tal Dios que no le di en el gusto de verme llorar por lo que me hacía y no derrame ni una lágrima durante su velatorio, no podía y no quería llorar, no quería sentir la impotencia de empezar a perder a mi familia y menos empezando por una persona como él. En el funeral llevando a mi madre sentía el peso de lo que pasaba, la emoción de ella y mi familia llorando su última vez juntos, en el momento sentía emoción y ganas de llorar, mientras escuchaba a mi tío decir unas palabra en el funeral. A la lejanía la vi a ella, Ivonne, estaba parada con su madre a un costado del ataúd mientras mi gente lloraba, fue, me abrazó, me dijo que siempre podía contar con ella, me apretó muy fuerte contra ella y me dijo “te quiero”, mis ojos comenzaron a llorar sin querer y sentí que yo

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también la presione contra mí, no quería soltarla, pero con su voz tierna me envió donde mi familia, me fui a llorar mientras veía como mi abuelo se despedía de mí. Ella, mi amiga, estaba de vuelta y mi abuelo se despedía para siempre de todos nosotros. “Y esto es por mis padres, mis amigos y familiares me

enseñaron que el amor no lo puede todo, que el amor no es

eterno, que el amor se acaba, se muere… Y vuelve a nacer”

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Capítulo V Y… ¿Por qué no lo intentamos?

Llévatela, por favor

La vida debía continuar y así seguiríamos adelante. Una semana después del funeral yo y mi hermano volvimos a La Serena, seguimos de a poco volviendo a nuestra vida normal, dentro de lo que se podía pedir, era un golpe fuerte y nadie siquiera lo dudaba, pero nadie nos había enseñado a olvidar ni a dejar partir. Mi hermano se endureció emocionalmente con sus amigos, cada uno empezó a ayudarlo de una u otra forma y logró volver a ser el chico de antes. Yo en cambio solo tenía una amiga y estaba a kilómetros de mí, conversaciones por teléfono, cartas y mensajes, calmaban por unos momentos mis sentimientos de remordimientos y depresión. Pasó el tiempo y logré equilibrarme sentimentalmente, ya no sentía pena ni lloraba cada vez que recordaba a mi abuelo. Mi amiga me había ayudado en mucho y no sabía cómo pagárselo. Después de tantas conversaciones en la semana y a veces una visita sagrada a su lugar de trabajo los fines de semana. Empecé a sentir que algo le faltaba, que se sentía incómoda y que necesitaba hablar. Un día después de clases, llegue a casa y charle todo el resto de la tarde con ella, descubrí lo que

le pasaba; era un problema con su novio y me confesó un secreto con el cual cargo hasta el día de hoy.

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Me sentí tan en deuda que empecé a animarle a intentar que saliera de la oscuridad en que se encontraba. No sé por qué pero se me ocurrió contarle una historia que saque de mi cabeza pero no de mi corazón, le dije cómo y qué había pasado para que dejara de ser mi amiga del alma para pasar a ser la mujer que me gustaba en todos los aspectos. No tuve ningún problema, no sentía más que cariño por ella, discutimos un rato, ¿Pero cómo paso?, “¿Por qué no lo habías dicho antes?” y cosas así, todo iba bien era sólo una distracción para ella y así olvidar sus problemas. Cuando pensé que todo estaba bien y que no tendríamos ningún problema, ella dijo o más bien escribió una palabra que marco nuestra relación hasta el día de hoy “Y... ¿Por qué no lo intentamos?”, quede tan sorprendido, que me quedé en silencio y pensando dentro de mí, no sabía que responder, nunca la había mirado como algo más que mi amiga, -sin mentirles creo que si me gustaba en realidad, pero en ese momento no lo sabia- le dije que sí obviamente y ese día la amistad creo que se acabó. No nos vimos nunca y jamás nos tocamos, no nos dimos la mano y menos un beso, nunca más respondió mis mensajes y comencé a tener la absurda creencia que me gustaba de verdad, cada vez que su nombre sonaba en mi casa el corazón se me aceleraba y sólo quería volver a verla, intente de todas las formas contactar con ella hasta el punto de ser insistente, quería saber que había pasado en realidad. El año transcurría lentamente sólo era junio o julio, apunto de salir de vacaciones de invierno, me había quedado solo otra vez, no sé por qué, pero por tratar de hacer algo bueno terminé perjudicado otra vez. Sentía que

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la quería, que la necesitaba, pero ella a mí ya no. A mediados de junio mi madre enfermó de problemas estomacales como nunca antes le había pasado, se sentía mal y no podíamos saber que era, ella con su pareja estaban disgustados, yo y mi hermano ocupados con los negocios, y mi madre en su silla de ruedas, emprendió rumbo al hospital, porque ya no podía más. Ya nunca más volvió a ser la misma, casi un mes en el hospital y regresó a casa, estaba enferma y yo podía ver en su cara que no estaba bien, su ánimo decayó, el cáncer la mato, la depresión por la muerte de su padre la destruyó por dentro y sentía que no quería seguir adelante. Ver como cada día mi madre moría un poco más y cada vez que volvía a casa verla un poco más muerta en su cama, me generaba una depresión que con todo lo anterior que me había pasado, ya no podía soportar. No tenía ganas de vivir. Tocar su cuerpo, aliviar sus dolores con mis propias manos y leerle cada noche antes de dormir fue lo único que pude hacer para pagarle todo lo que me había dado, sé que ella se sentía orgullosa de nosotros sus hijos y más aún de mi hermana, yo sabía que no estaba haciendo lo suficiente para pagarle, pero no sabía que más hacer. Cada mañana temprano antes del amanecer despertaba y veía como una ambulancia llevaba a mi madre llena de dolor al hospital, sus dolores eran terribles y aún así ella no quería que dejáramos de estudiar. El último fin de semana llego y mi madre estaba peor, mi familia toda reunida excepto mi padre que nunca apareció, mi hermano que estaba en La Serena, siquiera pensaba que el amor de su vida, mi madre, estaba a punto de decir adiós.

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No estábamos preparados. Menos de un mes para perder a tu madre es inhumano, llegó mi hermano a verla y con su alegría de siempre le gritó, mi madre con sus últimas fuerzas lo regaño y yo lo único que quería era llorar, buscaba la explicación en Dios como todos dicen y nunca me respondió, nunca me ayudó, le pedí mil veces que no me quitara a mi madre y era como que hacia oídos sordos. Día de madrugada en mi casa y otra vez la ambulancia llevaba a mi madre al hospital, sus últimas palabras fueron, “me duele mucho hijo” y me arrodillé al costado de su cama le tomé la mano, nunca más la volví a escuchar hablar y me sentí tan culpable por no haberle dicho cuanto la amaba cuando lo necesitaba. Cuando llegaron del hospital mi madre ya no podía hablar y sólo respiraba como durmiendo y hacia un sonido raro con su garganta que cada vez que lo escucho y lo recuerdo me salen lágrimas de los ojos porque sé que debería haberla amado aún más.. Cuando mi hermano supo que sólo faltaban horas para decir adiós, se marchó de la casa, no quería hablar con nadie y yo lo entendía. Fui y me senté en el patio de mi casa mirando al cielo , eran aproximadamente las tres de la tarde, veía mi patio, su jardín y todo lo que mi madre pudo lograr aún estando en una silla de ruedas, alzaba la cabeza al cielo y recordaba sus últimas palabras, entonces dentro de mí con los ojos llenos de lágrimas insulte a Dios, le dije qué es lo que había hecho yo para merecer esto y le dije “Llévatela…por favor, que no sufra más, ya nos ha entregado bastante”, justo cuando terminé de decirlo vi como mis dos hermanos salieron corriendo hacia la habitación de mamá, me miraban y me decían que había muerto, volví a tomar su mano como en la madrugada de

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ese día y le repetí mil veces que la quería que la amaba, que jamás nos alejaríamos y que siempre seriamos una familia. Soñé la misma escena de mi hermano llorando una semana antes, mi madre estaba muerta. Sentado en mi cama ya no quería nada más, puse la consola de videojuegos y comencé a jugar como nunca lo había hecho, creo que tenía tanta rabia que no sabía cómo expulsarla, ni siquiera quería llorar, ¿Por qué Él otra vez me había jugado una mala pasada?¿Por qué mi madre que era pura alegría, cada vez que lloré con ella me dijo que las guardara porque había algo que las merecería de verdad? No podía más, llamé a mi antiguo amigo del instituto y mientras le contaba comenzó a llorar, quería mucho a mi madre casi igual que yo, pero no necesitaba que lloraran necesitaba que me escucharan, llore con él por teléfono y me dijo que haría lo posible por estar junto a mí en este momento tan difícil, lo cual nunca ocurrió ya que jamás apareció. Seguí callado y aunque en mi interior quedaba un montón de lágrimas para ella, ya no quería llorar más, pasó un minuto de silencio y sonó la puerta de mi pieza, seguí mirando la pantalla del televisor y la puerta se abrió, era ella, ella otra vez. -Quiero estar solo - dije yo. - Déjame entrar, soy tu amiga, no quiero que estés solo. Le dije que se sentara donde quisiera, se sentó sobre mi cama, recaí, mirándola y llorando. - Es agonía- le dije- completa y horrenda agonía, es como si te arrancaran el corazón de pronto y te lo pisotearan y no puedes respirar, no quieres comer, no funcionas, es…. es el dolor más intenso que jamás has sentido y no hay

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forma humana de aliviarlo, es una incesante y despiadada tortura y tú sabes que lo sufrirás de por vida. No dijo nada se arrodillo dónde estaba sentado yo, me abrazó muy fuerte. - Te quiero- me dijo- Y mientras ella lloraba me hizo llorar a mí, no podía más de llanto, le tome la mano bajamos a la pieza de mi madre y vimos los dos juntos como la ponían en su ataúd, ella me apretaba la mano y lloraba mientras yo la miraba y corrían mis lágrimas por la cara. Estuvo conmigo todo lo que pudo, se fue a su casa y volvió al otro día, jamás en ningún momento me soltó la mano y sentí el apoyo que ninguno de mis amigos pudo darme por diferentes circunstancias, varios compañeros de la universidad, de mi liceo y otros más que me hablaron por teléfono ese día, pero que no recordé nada al día siguiente. Sentía que la quería, que debía sentirla aún más cerca, que me hacía latir el corazón a mil y no sabía si estar triste o feliz.

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Capítulo VI También podríamos ser extraños

Después de la muerte de mi madre me alejé de mi

familia y de mi ciudad, comencé a viajar y a vivir solo, me despejé la mente en otro lugar y dejé así de llorar por las noches, de tener sueños con mi madre y escuchar su voz cada vez que me quedaba solo en mi casa. Viajé y me radiqué en un pueblito llamado Arstrain, a sur de mi ciudad natal, allí viví un año entero, tenía una vida completamente nueva, trabajaba para una familia de extranjeros muy amables que me acogieron mientras pasaba por allí, conocí a una nueva chica, su nombre era Jenn, no era muy diferente a todas las chicas, le gustaban las fiestas y ese tipo de cosas, no éramos muy compatibles pero me hacía sentir diferente a mi anterior vida. Llamaba a menudo a casa para saber cómo iba todo y mantenía comunicación con algunas personas que alguna vez fueron grandes amigos. Dejé mi hogar bajo unas enredadas situaciones con la persona que realmente amaba, Ivonne, no hablé con ella nunca más, antes de irme era sólo cuestión de tiempo el cumplir mi sueño y finalmente poder estar con ella, le pedí que nos fuéramos juntos para así no tener que separarnos y poder intentarlo al menos una vez, se negó, argumentando que jamás dejaría a su familia por intentar algo tan arriesgado, siendo que su madre y su hermana ya tenían sus vidas formadas, yo no tenía ganas de seguir esperando por ella y simplemente me largué y no tuvimos otra conversación. Cuando había pasado el tiempo y debía volver a casa, lo

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hice de la mano de mi novia Jenn, le di seguridad de que mis amigos y pequeña familia nos acogerían bien en mi humilde casa y emprendió el viaje de vuelta conmigo. Cuando llegamos nos besamos al entrar en la puerta, y de repente una voz fuerte nos llamó, era mi hermano, mi hermana, Ivonne, y mi amigo de los tiempos del liceo Dustyn, todos se quedaron un rato viéndonos, y mi amigo sólo nos dio una pequeña sonrisa. Todos ellos junto a mi padrastro habían preparado una cena para mi llegada, pero yo cometí el grave error de no decir que venía acompañado. Mientras estábamos sentados a la mesa se podía sentir la tensión, todos sabíamos lo que había pasado anteriormente, lo que yo sentía por Ivonne y lo que pasaba entre nosotros antes de irme. Innumerables veces ella y mi hermana se pusieron de pie juntas y caminaban hacia el baño, tardaban un par de minutos y luego salían, hablaban de algo, pero yo no sabía exactamente de qué se trataba. Me sentía engañándome a mí mismo, sabía que la chica que estaba sentada frente a mí en la mesa era la persona que realmente amaba y que con Jenn sólo quería estar porque me hacía sentir menos solo. Cuando ya pasamos de comer el primero plato, todos nos pusimos de pie y comenzamos a dispersarnos por la casa, mi hermana, Ivonne y Jenn se fueron a la cocina y los 4 hombres nos quedamos en la mesa. Ellos comenzaron a preguntarme que había pasado, el por qué de esta relación si sabía que sentía algo por la otra persona y mi amigo Dustyn seguía sólo teniendo una sonrisa en su rostro. Sabía que tenía que hablar con ella, decirle algo, sentía que se merecía una explicación, pero no sabía cómo comenzar.

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Cuando mi hermano fue a hablar con Jenn y mi hermana con Dustyn sólo quedábamos mi padrastro, ella y yo, no sabía que decir ni si ponerme de pie y salir corriendo. Le dije a mi padre que fuera a comprar algo para beber y así nos dejara a solas un momento indiscretamente. Al momento de él salir llegaba el momento de hablar, pero ella de inmediato se puso de pie y se fue a la cocina, caminé despacio hacia ella y sabía el cómo tratarla, era la persona que más conocía del mundo, comenzó a lavar los platos y me apoyé a su lado sobre la mesa de la cocina, ninguno de los dos hablaba y ella ni siquiera me había saludado, entonces lance una broma para romper el hielo: - Si mi madre estuviera aquí se enojaría demasiado al ver que le has borrado el dibujo a esa fuente-le dije, y sonrió un poco sin mirarme, no dijo nada, sólo seguí hablando yo. - Te agradezco mucho que finjas estar bien en esta fiesta familiar y que sonrías ante Jenn y los demás, pero conmigo no hace falta- Entonces un silencio se tornó en la cocina, dejó la fuente que había estado lavando en todo momento, se viro hacia a mí y por primera vez en más de un año volví a verle sus ojos. -¿Me echas de menos?, ¿Echas de menos estar conmigo? -me dijo ella. - Si claro que echo de menos estar contigo- le respondí. - Es que mientras te recordaba y te escuchaba hablar en la mesa sólo pensaba en la distancia que nos separa, antes estábamos muy unidos. Y creo que una parte de ti no me perdona haber cambiado el futuro- me dijo ella, mientras cruzaba los brazos y se apoyaba en la mesa al igual que yo. -En realidad yo cambie el futuro, he vuelto- le dije - ¿Y por qué los has hecho? -preguntó con voz muy baja. Yo mirándola fijamente a los ojos le respondí: - Tú sabes el por qué. - Entonces que pasó, ¿Cómo pasé de ser una clara

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posibilidad a no ser nada de nada?- me preguntó ella. - Tú no eres nada de nada Ivonne, tu eres todo lo contrario y ojala pudiera darte una explicación, la mereces -le respondí. Entonces ella se cubrió el rostro con su mano y dijo: -Yo no quiero una explicación por que la merezca, ni que me trates como crees que deberías, sólo quiero… Que lo compartas conmigo. Asenté con la cabeza y comencé a hablar, -Cuando murió mi madre algo cambió, se perdió algo y una parte de mí, la parte que aún tenía esperanzas, pensó que tal vez lo nuestro podía esperar, porque de repente, el camino en el que estaba, el que parecía tan perfecto al principio, dejo de tener sentido y adaptarme a mi nueva rutina, me impedía respirar. Escapar de aquí con Jenn fue…como volver a empezar- ella me miraba atentamente y preguntó: -¿Las cosas habrían sido diferentes si yo hubiese ido contigo? -No lo sé, no sé qué contestarte a eso, sólo sé que estando con Jenn me sentí yo mismo, no la versión censurada de mí mismo, ni la triste versión de mí mismo, sólo yo. Y por primera vez en mucho tiempo me sentí muy a gusto. -¡Y no puedes ser tu estando conmigo!- Exclamó ella. - Sólo oyes lo que quieres oír- repliqué yo. - No, oigo lo que te da miedo decirme- dijo ella, con una voz muy triste, paso un momento en silencio y seguíamos mirándonos a los ojos que para ese entonces ya estaban llenos de lágrimas. -Ivonne, sufro cuando estoy contigo- le dije agachando la cabeza y ella dejo caer sus lágrimas y estremeció su rostro al escucharme, no dijo nada y seguí hablándole: -Cuando te miro, me asaltan recuerdos de todo tipo, no

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tan sólo de nosotros sino de toda mi vida pasada y me siento como congelado en un sitio en el que no soporto estar, te quiero muchísimo, hasta donde puedo recordar, todo vuelve siempre a ti y pasara lo que pasara entre nosotros, pensar en ti era siempre un consuelo, pero no puedo volver atrás, duele muchísimo. Yo ya había dicho todo lo que podía decir y ella no quería hablar más, me dijo que seguir así era hipócrita, seguir viéndonos y seguir cercanos parecía una gran mentira, sequé sus lágrimas y ella secó las mías para volver con los demás. Seguíamos en la mesa y ella en frente de mi cambiaba la cara a algo muy triste cada vez que le tomaba la mano a Jenn, no sabía si tenía algo más que decirme o ya había acabado aquí. Mi hermano se puso de pie y dijo, “es la hora de salir con amigos”, y todos buscaron una excusa para irse, mi hermano donde sus amigos y mi hermana donde las suyas, mi padre se fue a dormir, instalé a Jenn en su habitación y fui a dejar a Ivonne a su casa, de camino allí hablamos y me dijo: -No podemos esperar a que lo que nos queríamos antes nos queramos ahora, cuando dejé que te fueras sólo me sentí aliviada al saber que encontrarías otra persona para que te cuidara y ahora, lo siento pero no esperaba perder mi puesto, ¿Suena horrible verdad? - No- le dije yo-. Porque es la verdad, yo aprendí y creo firmemente que las cosas siempre suceden por una razón y que tienen la maravillosa costumbre de arreglarse solas, por mucho que nos empeñemos en lo contrario. Entonces nos abrazamos, la dejé en la puerta y la miré hasta que entró a su casa.

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Caminé lentamente a mi hogar pensando en todo lo que había pasado y en cuál sería el próximo paso en esta vida, había abandonado mi nueva vida y había vuelto a mi antigua, que era la que más me gustaba porque en esa vida estaba la persona que realmente he amado, aquí estaba mi persona predestinada.

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Capítulo VII Intersecciones

Al volver a casa Jenn ya había conciliado el sueño de una forma muy especial, parecía una pequeña niña dormida sobre mi cama, la miré, y dije en voz baja: -¿Cómo te digo que te quiero y no te amo? Me senté en el borde de la cama y puse mis manos sobre su pelo, la acaricié y la miré toda la noche mientras descansaba, sentía su olor y me encantaba, sentía que podía ser feliz a su lado, que no era necesario volver a sufrir y volver a querer a mi persona predestinada. Al siguiente día, me despertó con un beso y me preguntó como estaba, le respondí que bien, sabiendo que dentro de mí, tenía una confusión tremenda. Pasó más de un mes y no volví a ver a Ivonne, mi relación ya iba mejor, podía sentirme feliz con ella y sentía que ya no necesitaba a mi alma gemela, pero quería saber cómo estaba en realidad. Busqué a mi amigo Dustyn, el incondicional, el que nunca me había fallado, el que jamás me había mentido y le pedí que habláramos. -¿Cómo va tu relación con Jenn? -dijo él - Bien- respondí yo- Es algo alucinante, algo que jamás había sentido, es algo que muchas veces pareciera que fuera mentira, que fuera una fantasía -Amigo, ¿Y qué pasa con la que sí es real? -pregunto él.

-¿Por qué lo preguntas?- respondí, de manera idiota con otra pregunta. - Porque hoy es un gran día, es su cumpleaños. Hasta donde yo sé, desde que la conoces nunca has faltado a uno, tu mi Amigo e Ivonne, la dulce Ivonne, se volverán a

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juntar, llevan meses separados y el mundo intenta averiguar que va a pasar. Y sonrió a manera de burla. Entonces respondí a su burla y le dije. -Puede que el mundo y tú, no me hayan oído las ultimas mil veces que lo he dicho… se acabó, yo ahora estoy con Jenn, no con Ivonne y no quiero volver a caer en el mismo error. -Si claro- dijo él- Se acabó hasta que te hable. -No lo hará- respondí rápidamente. -Tú subestimas los poderes curativos del tiempo amigo -Se explayó con su típica sonrisa burlesca-, el tiempo hará que Ivonne perdone y olvide. Me puse de pie y busqué cosas que hacer porque de verdad hablar de eso me ponía nervioso, entonces le dije: - Puede que perdone y olvide, pero yo no, no puedo olvidar que la última vez fue casi una pesadilla, que prefirió a una familia que por ella poco da, a intentarlo sólo una vez conmigo, gastar todo el tiempo en hablar y sufrir en vez de vivir, sólo necesito aprender a existir y no volverme loco con esto. -Tú no eres mi amigo, te han cambiado -lo dijo ahora riéndose de mí-. ¿Qué ha pasado en esa ciudad que te ha cambiado? -Nunca lo sabrás -le repliqué yo, sonreí y volví a sentarme a su lado. Luego de estar sentados en la escalera de mi pieza toda la mañana, me preguntó: -¿Irás a saludar a Ivonne por su cumpleaños?, ¿o prefieres quedarte aquí?

Me puse de pie frente a él y respondí: -Obvio que sí, jamás he faltado y no faltaré ahora, ya se acabó y no le tengo miedo, no me pasará nada por volver

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a verla, solo iré y la saludaré. -¡Bien amigo! -exclamó él-. Ahora yo te pondré en una situación. ¿Qué pasara cuando te la encuentres, cuando se pare frente a ti y te diga que lo siente?, hará ese gesto que hace siempre con su pelo, y te mirará con su profunda mirada de ojos café, entonces quedarás atolondrado…. Y ¿Que dirás tú, amigo? - Simplemente decirle que se acabó, que pasó nuestro tiempo y que estamos mejor separados. Después de eso mi padre nos interrumpió pidiéndonos ayuda en uno de sus negocios y fuimos a colaborar. La hora de ir a su casa llegaba y no quería ir solo, le pedí a Dustyn que me acompañara y le dije a mi hermano que cuidara de Jenn; obviamente sin mentirle a nadie le dije a Jenn donde iba y me despedí de ella con un beso. El tan sólo hecho de salir de mi casa parecía que era la ida a la guerra mundial, no podía aguantar la ansiedad de llegar y ver qué pasaría. Llegamos a su casa y la puerta estaba abierta, entramos, había mucha gente en su fiesta, pero ella no estaba. Nos quedamos cerca de la puerta, entonces mi amigo dijo: -¿Recuerdas ese profesor de nuestro liceo?, ese que era inspector, era como muy raro…¿No crees? ¿Cómo era que se llamaba? - Sí- le dije-. Creo que se llamaba…-y me quede enmudecido. - ¿Cómo? ¿Cómo se llamaba?, ¿Vas a terminar la frase o no? Me di vuelta hacia él y le dije:

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-Bien Dustyn me rindo, me desmorono.

- ¿De qué estás hablando?-me dijo él. -Ella está allí - le respondí con voz angustiada, no podía aguantarme las ganas de estar cerca de ella, de abrazarla y de decirle que la quería. -Vamos Dustyn, sácame de aquí, donde sea que ella no pueda encontrarme. Mientras él me sacaba del brazo de allí, no podía quitarle los ojos de encima, de mirar su cara y de admirar sus ojos, observé a la salida que me miró a los ojos y vio cómo me iba sin saludarla, entonces noté que su cara tenía esa reacción de angustia otra vez. Nos fuimos de allí a pasar la noche en un lugar de fiesta. De madrugada, volvimos a casa, Jenn aún estaba despierta y decidí hablar de inmediato con ella. -Tenemos que hablar -dijo ella. -Lo sé, tenemos que hablar de muchas cosas, de todo esto, de lo que está pasando, de lo mal que me te he tratado hoy, de lo mucho que me he olvidado de que eres mi novia y de muchas cosas -seguí diciendo cosas pero en realidad no decía nada. -Yo te quiero -dijo ella-. Pero quiero que seas feliz, ¿Qué quieres tú? - Quiero ser feliz y sé que esta es la única forma Jenn, estar contigo es la única forma de ser feliz, porque hoy descubrí que te amo a ti y a nadie más -le dije yo, aunque estaba muy inseguro de amarla a ella. - Si de verdad eso te hace feliz, yo también quiero estar contigo y ser felices. Entonces me senté en el sillón de mi casa y la abracé, nos

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recostamos y nos quedamos dormidos allí, hasta el próximo amanecer.

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Capítulo VIII No sueñes con que esto ha terminado

Por los oscuros y tenebrosos rincones de mis

pensamientos están las mentiras más grandes que algún día había dicho y decirle a Jenn que la amaba era una de ellas. La mayoría de la gente siempre desea algo y lucha tanto para conseguirlo, que cuando está en sus manos se da cuenta que todo el esfuerzo no valió la pena para tener lo que buscaba, que ya no lo quiere y que ya no desea todo eso por lo que tanto lucho. Estar con Jenn era todo lo que algún día quise, una persona que me quisiera y que estuviera cerca de mí, alguien a quien poder entregarle todo mi cariño y hacerla la persona más feliz del mundo. Quería eso y había luchado tanto que ahora que lo tenía ya no lo quería, pero tampoco quería volver a estar solo. Las noches de viernes comenzamos a salir con Jenn, creía que así podía ser un poco más conectado a ella, después de que había vuelto me sentía más conectado con Ivonne pensaba seguido en ella y muy poco en mi pareja, incluso cuando estaba con ella no podía dejar de pensar en la otra persona. Un día por la tarde se me ocurrió invitarla al cine y ver juntos una película, pues pensé que allí, en un lugar que en las fantasías era romántico, podría sentirme más cerca de ella. Cuando llegamos allí me paré a pensar que allí había sido mi primera cita con el amor de mi vida y me quedé en blanco por un momento, me apretaron fuerte la mano y Jenn me dijo: -¿Entramos?

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-Claro que sí – respondí. Nos sentamos a ver la película y la puse cerca de mí ayudándome con el brazo, le dije que la quería y la besé en la frente. Terminó y nos retiramos de la sala para volver a casa, cuando estábamos fuera me tomó la mano y me miró a los ojos. -¿Me quieres de verdad? - me preguntó – porque yo sí, de verdad te quiero y mucho, más de lo que tú puedas imaginar, creo de repente que no puedo estar sin ti y siento que tú a veces no sientes lo mismo por mí. Me sentí un poco sínico, no quería decirle te amo, ya había cometido ese error y no quería volver a hacerlo, entonces solamente callé. Ella se levantó en las puntas de sus pies y me agachó la cabeza para besarme la frente tal y cual yo lo había hecho dentro del cine. - Caminemos un poco, acompáñame- me dijo. Me tomó de la mano y comenzamos a caminar, pero no era en dirección a mi casa. Cuando ya llevábamos un par de minutos me di cuenta que estábamos llegado a la parada del bus, entramos en el terminal y nos sentamos cerca de los andenes, metió la mano a su bolso y saco de él un boleto, pero sin dirigirme ni una palabra. Algo malo iba a pasar ¿Estaba lista para irse? o ¿Necesitaba un poco de tiempo?, ¿Me dejaría para siempre? ¿La volvería a ver?, comencé a pensar en todo eso, pero no sabía cómo empezar a hablarle. -Lo que dijiste, ¿De verdad lo crees? - le pregunté.

-Cada palabra - dijo Jenn, y yo sonreí un poco –. Y por eso deberías dar media vuelta he irte con ella – y me cambio el aspecto de la cara. -Hace un tiempo cuando llegamos, tuviste la ocasión de dejarme, de decirme que se acababa, y por mí no lo hiciste.

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-¡Jenn, no fue por tu culpa!- exclamé. -Sí, debí haberte obligado a decirlo, pero fui egoísta y te retuve, porque quería que te quedaras conmigo, me niego a repetir el mismo error – me respondió ella. Entonces me angustie de cierta manera y pensé un momento que decir. -¿Y qué pasa si es mi elección? ¿Si quiero quedarme contigo?- me miró un momento en silencio y luego dijo: -No te mientas así, hasta yo puedo verlo- agache la mirada como dándole toda la razón a lo que me decía. -Esta es tu segunda oportunidad y tienes que verlo por ti mismo, ¿Entiendes?, puedo decirte que es un error colosal y que todos los caminos conducen a mí, pero no será distinto por eso, las palabras suenan bien, pero no llevan a nada. Lo que importa ahora mismo es lo que quieres tú y tu sabes que es lo que quieres...a ella, por que le quieres, le quieres como yo te quiero, le amas como yo te amo, la diferencia esta en que ella te ama del mismo modo, vete , vete ahora, sigue tus impulsos eres libre.

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Capítulo IX Quédate

Cuando regrese a casa no podía imaginar el cómo

seguiría mi vida ahora, no tenía mucho a lo que aferrarme, sólo un par de amigos a los que conocía desde hace ya un par de años, Ivonne y Dustyn. Busqué a mi amigo de siempre y conseguí liberarme un poco de mis tensiones pero no podía olvidar lo que había pasado con Jenn. No podía sacarme de la cabeza, que por algo que sentía de repente por una amiga, ya no podía estar con la que tal vez sería la persona que me querría de verdad. Sentados en la escalera de mi casa, mi amigo me preguntó - ¿Cuándo volverás a hablarle? - ¿A quién?-le dije -. ¿A Ivonne o a Jenn? - Ya olvídate de Jenn hombre, ella se ha ido admítelo, ha renunciado, no sigas esperando algo que tú dejaste morir. - Ya, tranquilo- le respondí-. No hablaremos más de ello. -Entonces dime cuándo volverás a hablar con Ivonne, ella es la mejor amiga que te conozco y casi la única. -La única idiota, es la única- le respondí con un tono de gracia - Bueno en realidad no lo sé, la semana pasada la vi en el centro comercial y me saludó como si nada, y yo tampoco le tomé mucha importancia. - Bueno deberíamos entonces intentar volver a su casa para que ustedes dos hablen, al menos eso creo yo - dijo mi amigo. Emprendimos el corto viaje hasta la casa de ella y la encontramos a medio camino, nos saludamos, sin darle importancia a todo lo que anteriormente había pasado,

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salimos los tres juntos al centro comercial y pasamos un buen día. Nuestra relación iba muy bien, éramos muy buenos amigos, pero siempre había y se notaba la tensión sexual de lo que había ocurrido antes. Un día cuando regresé a casa del trabajo, quería sólo descansar después de un día duro, pero éste tenía algo más duro aún para su transcurso. Entré en mi habitación y sin mirar a ningún lugar lancé mi bolso sobre la cama y escuché: -Auch... Ten cuidado con eso-entonces bajé la vista y era Ivonne, estaba recostada en la cama de mi habitación. - ¿Qué estás haciendo aquí? - Tenemos que hablar- dijo ella. - Está bien, dime qué es lo que pasa - Me voy de esta ciudad. Cuando lo dije era como si me volviera a enamorar, ¿Qué está pasando?, decía dentro de mí, ¡Estamos recién volviendo a ser amigos y ella lo primero que hace es irse, ¡Está loca!, ¿Qué le pasa? - Sólo quería que lo supieras. Quiero que me acompañes estos últimos días que me quedan aquí para hacer algunas cosas; ir a ver la tumba de mi padre, despedirme de mis amigos y esas cosas, sólo quiero que pasemos estos últimos momentos juntos. Me quedé anonadado y sólo asentí con la cabeza. Después de un par de días, caminamos hasta el cementerio de la ciudad para cumplir con uno de los deseos que tenía ella antes de marcharse, una larga caminata que duraba aproximadamente una hora, en la cual podíamos hablar mucho, de repente tomaba mi mano

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y me abrazaba, otras veces caminaba deprisa delante de mí y otras veces parecíamos extraños caminando en el mismo sentido de la calle. Cuando llegamos, ella tomó asiento al lado de la tumba de su padre y yo me senté a su lado. Para romper el hielo inventé una absurda conversación con su padre muerto he intenté que volviera a sonreír como antes. -¿Sabes qué?, tu hija es fantástica - le decía a la hierba intentando disimular que hablaba con su padre -. Es guapa, inteligente, divertida, también muy miedosa - le tomé la cintura para asustarla y ella dio un sobresalto de la hierba -. Y es honesta - seguí hablando solo -. Uno siempre cuenta con que te dirá la verdad, aunque la verdad duela. Es odiosa a veces, discutimos mucho, al punto de quedarnos enfadados por meses enteros, pero es una amiga realmente buena, siempre leal, además cree en mí y como yo soy un soñador es bueno que haya una persona así en mi vida - me miró, sonrío y me tomó de la mano-. Si se va de aquí, no sé qué voy a hacer, porque es mi mejor amiga ¿entiendes?, es más que eso... lo es todo. Después de un par de horas regresamos a mi casa y nos recostamos juntos en mí habitación, -He estado pensando en nosotros últimamente, quiero entender dónde estamos, lo que pasa de verdad entre nosotros -le dije yo. -¿Y cómo se hace eso Juan Ignacio? - Dios, no lo sé, lo siento, pero no lo comprendo, puedo analizar a los demás sin problemas sin el menor esfuerzo, pero cuando vuelco toda esa capacidad de percepción hacia mí es como si se desconectara mi corazón de mi cabeza, como si fueran incompatibles y no pudiera unirlos y.... ojala pudiera, porque me da mucho miedo pensar en

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lo que puede pasar si no lo hago, no lo sé, dime algo ¿Tiene esto algún sentido para ti? - ¿Pero Juan Ignacio a que le tienes tanto miedo? -dijo con un tono ansioso. - No lo sé, lo siento, la verdad es que no lo sé.

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Capitulo X

Saludo y despedida

Al entrar en su modesta, casa debes llegar al final de un angosto pasillo que desemboca en el maravilloso

jardín que su difunta madre creo con sus propias manos, debes virar a la izquierda y subir las complicadas escaleras para llegar hasta su habitación.

Un chico de barba de un par de días, esta vez utilizando anteojos, esta recostado hacia atrás en la silla de su

escritorio, con un lápiz en la mano que lo mueve de un lado a otro.

Patricio y Lucas, su padrastro y su hermano respectivamente, ya hace muchos años eran sus fieles

compañeros en la casa notablemente olvidada por una mujer, en la que la pequeña familia cada vez se separaba más.

Juan Ignacio vio partir a su abuelo, luego a su madre y finalmente al amor de su vida. Ivonne se marcho hace ya

más de un año, sin nunca darle una chance a este chico que desde ese entonces ya ha cambiado. Sin señales de ella comenzó a olvidarla y solo a recordarla cuando las

fechas importantes de sus reencuentros llegaba; la muerte de su madre, la de su abuelo, el cumpleaños de ambos, su primera salida al cine y el día que le dijo que se

había enamorado, eran algunas fechas en las que el joven

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recordaba a su pequeña compañera y añoraba volver a verla.

El cumpleaños número veintiuno de Juan Ignacio a llegado, y junto con éste la obligación de cumplir el sueño de su madre y de su padre, volver a la Universidad.

Cuando llegó marzo y los días de clases volvieron, llegaron también nuevas amistades, nuevas historias y

prácticamente una nueva vida para él. Recién comenzaba el año escolar y Juan Ignacio aprendió a conocer a seis nuevas personas, que empezaron a cambiar su forma de

ver la vida y con las que el con toda confianza podía contar, las primeras tres eran chicas de las cuales dos

llevaban el mismo nombre, Natalia, ambas eran muy parecidas en vidas y pensamientos, ambas tenían un bebe una niña y la otra un niño. La tercera chica se llamaba

Claudia, una muchacha cerrada a los sentimientos, que esconde siempre lo que siente y tiene miedo a dejarse querer, tal vez por miedo a querer o tal vez simplemente

no le llama la atención llegar a enamorarse.

Las tres chicas en poco tiempo se transformaron en

consejeras de Juan Ignacio, aunque ellas mismas eran amigas nunca sabían que de las tres dependía cada paso, cada sentimiento, y cada acción que el chico realizaba.

Las tres personas restantes se volvieron los inseparables compañeros de Juan Ignacio; Martín, Lorenzo y Cesar,

eran tres chicos que hicieron cambiar la forma de pensar de Ignacio, con sus locuras, sus ganas de siempre pasarlo

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bien, y su ánimo de nunca pensar en la parte negativa de las cosas. Los tres llegaron justo en el momento en el que el eterno amigo de Ignacio, Dustyn, se marcho del país

después de terminar sus estudios y titularse.

Cuando habían pasado ya seis meses de que Ivonne se

había ido y aproximadamente tres de que las clases habían comenzado , Juan Ignacio empezó a extrañarla con todo el corazón, echaba de menos su voz tierna, y su

locuras de niña, sus consejos adultos, sus abrazos en los momentos duros y simplemente verle le añoraba

demasiado. Fue entonces cuando el joven tomo un pedazo de papel y cada vez que pensaba en ella se lo decía a través de una carta que escribía simplemente con el

corazón, si ninguna intención de volver a lo mismo de antes, si no simplemente sacar el sentimiento de dentro de si, cada carta, cada palabra y cada momento se fue

plasmando en un pedazo de papel y guardándose en un cajón de su escritorio sin que nadie mas supiera que todos sus pensamientos se guardaban allí. Los cinco meses

siguientes, cada semana escribía un pedazo de su historia y la guardaba en su cajón.

A mediados de noviembre de 2011 Juan Ignacio vio pasar por los pasillos de la universidad a una pequeña ternura llamada Catalina, una pequeña que le hacia olvidar,

pensar en cosas nuevas, pensar en alegrías, pensar en sentimientos buenos y pensar solo en querer, cada día después de cada clase, intentaba salir junto a ella y con

suerte saludarle, ya que hablar con las mujeres no era su

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especialidad, “Hola” y “¿Cómo estas? Era lo que mas podía decirle.

Un día después de tantas vueltas se dio cuenta que le provocaba algo mas que atracción, era algo que pasaba dentro de él cuando ella le miraba a los ojos, cuando le

tomaba la cara para saludarle o simplemente cuando ella se daba cuenta que el existía, su corazón comenzaba a latir mas rápido de lo normal.

Catalina era una pequeña de estatura, con una carita muy linda y una sonrisa muy tierna, con un corazón hermoso

en alma y pensamiento, demasiado buena, que algunos hasta debían aprovecharse de su bondad, pero ella sabia

como responder a los que se pasaban de la raya.

Cuando ya había pasado un mes de que Juan Ignacio

comenzó a ver la belleza en el corazón de Catalina, El junto a uno de sus tres amigos estaban caminando a medio camino de la Universidad y Juan Ignacio corto una

rosa a medio abrir para ella.

Terminaron las escaleras y con ellas el camino a la

Universidad, a lo lejos se ve Catalina fuera de la sala de clases, en la mano izquierda de Juan Ignacio una rosa bien cuidada por todo el camino hasta allí, la cual pretendía

regalarle como un gesto de cariño, preocupación y bondad, al faltar pocos metros vio como Ernesto podía su mano sobre el hombro de Catalina, le besaba en la mejilla

y ella le sonreía al hablarle,

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Ernesto es un chico engreído, que a la mayoría cae mal, por su arrogancia, y sus ganas de siempre mostrarse superior a todo aun no siéndolo,

Juan Ignacio presiono en su mano la rosa de Catalina y esparció los pétalos sobre la jardinera antes de llegar a su

lado y simplemente silenció su boca a todo saludo para ambos, paso a su lado y desde ese momento vivió el resto del día como si nada hubiese pasado.

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Capitulo XI

El Arroyo

Habían pasado ya tres meses desde que había vuelto con Jenn, había sido un verano raro teníamos un

poco de rareza entre nosotros cada vez que hablábamos, había algo que no iba del todo bien. En este nuevo año debía cambiarme de ciudad para continuar mis estudios y

eso complicaba un poco más las cosas pues estaba a un par de horas más de viaje del lugar donde nos podíamos encontrar. Pasaron dos semanas mientras estábamos

separados y no duro mucho más. Hable con una de las chicas, con la que menos hablo, las tres son buenas

diciéndome que tengo que hacer, pero no se si esta vez Claudia apunto a lo correcto pues me dijo que era mejor que estuviera solo. No era la primera vez que rompíamos,

pero esta vez era diferente, no quería estar con ella, estaba rara, no era la chica que había conocido hace un par de años y no me refiero a físicamente si no a su

manera de pensar.

En la Universidad no todo iba muy bien, Lorenzo se ha

marchado, Martín se ha retrasado, Cesar tiene una chica y casi ni se aparece por aquí. Una de la Natalia se ha ido y la otra junto a Claudia es de lo poco que queda.

Después de muchas vueltas y demasiadas contradicciones entre lo que quería, debía y podía hacer no cambio nada y

todo siguió casi igual, cuando ya llevaba un mes en mi nueva ciudad el teléfono sonó una y otra vez con el

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numero de Jenn marcando, las primeras diez veces no quise contestar hasta que lo hice. En realidad no era ella al teléfono si no su madre, hace mucho que la muerte no

visitaba esta corta vida y ya era la hora de que te tocara volver a visitar el cementerio chico. Pues no se que le paso y tampoco quise preguntar demasiado, solo estuve

allí y listo, no parecía yo nada de esto tenia sentido, era como la forma de terminar con ella sin decirle ni siquiera una palabra, no llore, no la mire, no sentí nada, solo me

senté en una silla cerca de su madre agache la mirada y seguí a la multitud.

Pasaron dos días de vuelta en casa y simplemente cerré mi maleta llena de mis pertenencias y volví a la

universidad, me sentí asquerosamente idiota, como si la solución a mis problemas estuviese en su muerte en dejarla sin hablar en sacarme un peso de encima. Llegue a

mi casa y deje la maleta sobre la entrada, me senté a un costado de la cama, me abofetee la cara de un lado a otro y rompí a llorar, a veces creía que yo tenia la culpa o que

yo le había echo eso, pero con el tiempo me di cuenta que era solo cuestión de tiempo pues ella también sabia que este final llegaría, pues quizás eso explicaría su forma tan

diferente de pensar, sus ganas de vivir la vida sin mas y de su forma tan a transparente dulce y cariñosa, pasar a una fiestera alocada y callejera niña de universidad.

Después de la muerte de la chica Juan Ignacio comenzó a escribir, cada cosa, cada palabra, cada

momento que marco su vida. La muerte es algo que

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marca demasiado, ya sea de una persona cercana, no tan cercana, tu familia, un amigo o más que eso. Nadie elige el lugar de su nacimiento ni el lugar de su muerte, o sea los

dos principales hechos de la vida de un ser humano le son impuestos: el nacimiento y la muerte. Hay personas que preferirían no haber nacido en ninguna parte, pero hay

muchas que preferirían no morir en ninguna parte.

Hay un momento en tu vida, en el que te das cuenta quién importa, quién nunca importó, quién no importa más, y quién siempre importará. De modo que no te preocupes por la gente de tu pasado, hay una razón por la que no estarán en tu futuro.

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Capitulo XII

Los sitios que tú más quieres

Los sitios que la gente mas quiere son aquellos en que los momentos que marcaron su vida vienen de

regreso a su mente, donde recuerdan las cosas malas, las buenas, las frases que le marcaron y las que le llevaron a ser el quien son. Cada vez que en la vida de una persona

sucede algo relevante este recuerda el con quien y donde estaba sin escatimar en detalles y esforzar la mente puede recordar cada paso que dio sin necesidad de ser

una especie de genio.

Cada regreso a su ciudad natal hacia que Juan Ignacio volviera a los siento que el mas quiere, las escaleras donde por ultima vez vio al amor de su vida, las calles

donde corrió cuando pequeño, ahora llenas de asfalto y en ese tiempo solo un montón de piedras y tierra suelta, las personas que le recuerdan a su madre y aquellas que

le recuerdan la maldad de la humanidad.

Es la tarde de sábado en un fin de semana santo, el chico

esta a la deriva de la brisa fresca después de que el sol comience a caer tras las casas que se logran ver al final de la ciudad. El cansancio del día ya llega y solo los dos

habitantes que quedan en casa se preparan para ir a dormir. Su hermano ya no vive con ellos, a pesar de ser menor a Juan Ignacio se largo de la casa a temprana edad,

tal vez abandonando los recuerdos que a su hermano aun le hacen vivir, el a preferido huir. La habitación del chico

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sigue siendo la de ambos hermanos, ahora una repisa que el mismo hizo con sus manos alberga los dos primeros libros que escribió a su corta edad de veinte años, los

libros que leyó y que inspiran el ser como son, los cuentos que a su madre leía mientras ella moría, las cartas de Jenn, las cosas de ella, el enorme perro de

peluche que Ivonne adorno con el prendedor de su ropa y que su madre bautizo como Tobby, El montón de apuntes que su hermano dejó y los fotos y recuerdos de la familia

feliz de cinco persona que en esa casa alguna vez vivió.

Ya son pasada la media noche y parado fuera de la puerta de su habitación instalada en segundo piso donde una especie de descansillo que hay antes de entrar. Desde allí

puede ver prácticamente toda la ciudad incluso mas de tres cuadras por su calle hasta el fondo.

En el final de la calle una chica con un abrigo que llegaba casi al suelo caminaba entre la niebla que para ese entonces comenzaba a bajar, cada paso que daba le

parecía conocerla mas, su forma de caminar la había visto antes, pero aun no recordaba el donde. Ya quedaba menos para resolver el misterio y la chica casi pasaba por

fuera de su casa, en la altura del segundo piso de pie junto a su puerta le vio acercarse y le reconoció, le escuchó golpear la puerta y como su padre a abrirle se levantó, el

chico comenzó a temblar y unas ganas tenia de gritar un “Yo no te quiero aquí”. El no la miro, ella tampoco a el, no hubo esa misma conexión pues ambos miraron al piso

cuando ella había terminado de subir las escaleras, como

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en los antiguos tiempos le tomo la mano y metió dentro de su propia habitación, se quito el abrigo y de su bolso un manuscrito fotocopiado sacó.

¿Por que insistes en revivir con lacerante detalle una de las experiencias más doloras de nuestra vida? ¿Es tu

perversa y destructiva forma de pasar página? o ¿Solo intentas castigarme? – Dijo la pequeña lanzando sobre el escritorio del chico una copia del libro que el mismo

había escrito.

- ¿Qué diablos haces con eso?, ¿de donde lo has sacado?-

Pregunto el chico mientras recogía las cosas que al lanzar el libro cayeron desde su escritorio.

- Cuando estabas fuera estuve aquí, tu padre me dejo entrar, mire el libro, lo tome, lo copie y leí cada cosa que

escribiste – guardo silencio un momento y continuo – ¿Como puedes llevarlo tan bien?, ¿No significábamos nada el uno para el otro?, ¿No hay nada sagrado para ti?…

ya se que tu has superado lo nuestro y todo lo que paso, pero nunca se te ha ocurrido pensar que tal vez yo no, hace falta tiempo, me alegro por ti, y me encanta que

encuentres tan fácil el superarlo pero sabes este libro es autocompasivo e injusto por que….

- El chico espero el primer tartamudeo de ella y replico – Un momento, un momento vamos a rebobinar la historia… tu me dejaste, tu te fuiste, tu tienes un nuevo

amigo, tu tienes un nuevo novio, tu me plantaste ¿Que tengo yo?

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- Una libro con una historia obsesiva – respondió ella, mientras que el con un tomo mas pesado y discrepando dijo – Pues perdóname por no soltar lo único que me

queda de ti.

- Eso no es sano Juan Ignacio – le dijo Ivonne casi

gritando.

- El chico tomo su chaqueta y mientas se la ponía encima

le dijo – No voy a quedarme aquí a escuchar como te quejas y me regañas por lo que he hecho… tu me dejaste, tu me plantaste, tu me olvidaste, no lo he superado, ¡No

lo he olvidado vale …y por eso me aferro con uñas y dientes a lo único que me mantiene vivo. Cerro de un

portazo al salir y la dejo a ella dentro de la habitación.

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Capitulo XIII

La verdad no hace ruido

La niebla esta por los suelos, los tejados gotean el roció que esta dejo y casi son las cinco de la madrugada.

Juan Ignacio camina monótonamente hasta su casa, sube las que parecen a esa hora unas interminables escaleras para llegar hasta su habitación. Cuelga su chaqueta y se

quita los zapatos que para ese entonces estaban humedecidos por el hielo que calaba en los huesos a esas horas de la mañana, se volteo a su cama y se dio cuenta

que ya estaba ocupada. La chica estaba sobre su cama con una chaqueta que le cubría medio cuerpo y con las

rodillas a medio flectar, dormía tumbada hacia un costado.

- Como es que te veo aun cuando no lo quiero – le susurro el joven al oído mientras se sentaba en el suelo y apoyado a un costado de la cama se intentaba dormir. Concilio el

sueño y en menos de una hora ya había vuelto a amanecer. Ella tomo su mano y le invito a dormir juntos. Ambos, uno frente al otro, ella intentaba mirarle a los ojos

y el tenia la mirada perdida.

- Te hecho de menos – dijo ella

- Y yo a ti, pero sabes que ocurre, he pasado los últimos meses de mi existencia intentando aprender a vivir sin ti ,

he tratado de hacer como si no me doliese, fingir que no me importa, por que pensé que si actuaba como si lo

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hubiera superado todo acabaría haciéndolo, pero muchas veces lo que pienso es que quiero entrar en mi cuarto junto a mi amiga cerrar las ventanas y las puertas y

simplemente abrirle a ella mi corazón – respondió él y parecía que la conversación seria una de las tantas que ya había tenido antes y que no llevaban a ningún sitio.

¡Pequeño! – Le dijo ella – No creo que te des cuenta que a sido igual de difícil para mi, por que esto también me esta

destrozando por dentro. Se que siempre estaremos conectados, se que nuestras vidas están destinadas a

entrecruzarse pero...

- ¡Debemos avanzar! - interrumpió él – un poco hoy, otro

poco mañana. Pero tengo miedo, tengo miedo – ella le acariciaba la cara del chico y le preguntaba el por que – Tengo miedo de acabar siendo un solitario, tengo miedo a

estar condenado a ser simplemente, el amigo, hermano, compañero o confidente de todo el mundo, al que puedes contarle todo y el que siempre les escuchara…Tengo

miedo de no ser todo para alguien… y sobre todo de no encontrar a esa mujer a la que pueda querer tanto como te quiero a ti. Ella comenzó a llorar y se acerco a el, le seco

las lagrimas de su cara y le beso en la frente.

- Eres la mejor persona que conozco y creo que jamás

conoceré a alguien como tú, me has dejado ser feliz por mi cuenta y sientas lo que sientas has respetado mi decisión. Se que duele muchísimo y siento mucho todo lo

que te hice pero por ahora es todo cuanto puedo hacer

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por ti – La chica se levanto de la cama y el se sentó a un costado, ella se arrodillo delante de el, le tomó la cara con ambas manos y simplemente le beso, un beso corto,

sencillo y tierno, luego se separo de el y le dijo un te quiero, volvió a acercarse y en la frente le beso. Tomo sus cosas, su abrigo y su bolso y salio de su habitación.