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Juan Emmanuel Ponce de León El campo que ardía Ediciones del León Taurino Digital

EL CAMPO QUE ARDÍA (Juan Emmanuel Ponce de León)

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Poemario de Juan Emmanuel Ponce de León. Editado en 2015 donde presenta 21 poemas que habían permanecido inéditos hasta la fecha.

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Juan Emmanuel Ponce de León

El campo que ardía

Ediciones del León Taurino Digital

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Juan Emmanuel Ponce de León

EL CAMPO QUE ARDÍA

(Poemas)

Ediciones del León Taurino Digital

Marzo 2015

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Ponce de León, Juan Emmanuel El campo que ardía, poemas Anchorena, San Luis. Argentina

Imagen de Portada

PYGMALION AND GALATEAArtist: Jean-Léon Gérôme (French, Vésoul 1824–1904 Paris) Date: ca. 1890 Medium: Oil on canvas Dimensions: 35 x 27 in. (88.9 x 68.6 cm) Classification: Paintings Credit Line: Gift of Louis C. Raegner, 1927 Accession Number: 27.200 © 2015. Ediciones del León Taurino Digital Reservados los derechos Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Juan Emmanuel Ponce de León Av. Hipólito Yrigoyen 535 Anchorena (CP 6389). San Luis. Argentina [email protected] www.jeponcedeleon.com

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Dedicatoria:

A Catriel Guillermo Ponce de León

A Jonás Emmanuel Ponce de León

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El viento pasa con sus ganas de bruja con su cara y su voz de bruja que se extiende por todo el pueblo y deja en el alambre de púas las costras del cielo. Sin embargo las ventanas se quedan impasibles esperando el incendio para que se desboquen las brujas y si cenizas, el viento. El viento para siempre.

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Clavabas las agujas cuando el crepúsculo anunciaba el color. Te reías y prometías volver a la infancia de las mariposas.

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En el encordado acobardado por el ojo celestial un abismo se abisma y abre tu boca al más allá el beso el aire los partos partiendo de la vida y las miguitas del sol perdidos en el bolsillo de la calle que sumerge los restos de la inundación hasta los huesos.

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Tu cara se cerró detrás de la ventana. Los árboles desde temprano preparaban sus flores y yo desde la cocina te pedía el agua para el mate. Ahora que recuerdo veo tu cara cerrada detrás de la ventana, tu grito en los ojos, tu miedo presente como un cuchillo hasta despertarme.

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No habíamos sido más que un beso hasta que las manos adivinaron el camino y dieron con el patio donde ceden las camisas recién lavadas a los caprichos del viento. Y nos quedamos ahí, tendidos, mirando las costillas de las estrellas, citando nuestra astronomía de constelaciones inexistentes. Como en todo el tiempo metió las púas y las palabras. Todavía no hemos encontrado el altar para sacrificar tanto orgullo.

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Estar vivos es un crimen menor. De la infancia vuelvo siempre callado. El animal que busca la mano también me devora desde adentro. Dejo los árboles para que los pájaros descansen de tanto cielo. Vuelvo a mi otra casa cada verano como una excusa para tumbarme en los ríos. La ternura ya no me pisa los talones pero veces me detengo en las jugueterías. Entonces en mi corazón sucede un niño.

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Confundió mis brazos con enormes sierras que luchaban por su cintura y por su sonrisa prendida al fondo donde el sol se hace tapiales. Casi obsceno el árbol expulsó sus naranjas como un desnudo.

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Entonces pasaron demasiadas palabras bajo los puentes. Los años pasaron contando angustias con los dedos hasta que el amor renunció a querer comer siempre del mismo pesebre. El cielo se mostró con la rabia de las tormentas. Volvimos al lugar donde es nunca…

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Manotazo de ahogado no existe. Imposible que los ahogados tiren manotazos. Cantan.

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Somos los fragmentos del árbol que aún perviven en el tronco solitario. A medio monte se ve. Con el trigo raso burlando la mordida nunca esquiva de la muerte. Y en medio a medio de esa nada partida a la mitad un retrato de cicatrices sucede.

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No tiene sentido llegar hasta el enorme patio que es Entre Ríos y no querer mojarse los pies. Los ojos. La llama que somos aunque se apague.

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Cuando dejaste las piernas totalmente desnudas en pleno viaje del tren supe que caminarías por sobre el amor, sin embargo detuviste los talones del viaje y presionaste tanto y tantas veces tanto hasta que el tren se descalzó las vías para desnudar también sus tobillos sin descarrilar. Sin más equipaje que la belleza te perdiste en el campo con mis fantasmas.

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Conozco a mis fantasmas. Puedo nombrarlos o cantarles una canción de cuna para que despierten. Y aunque cada tanto fingen obediencia, nunca dejan que sus látigos erren a mis cicatrices. ¿Hasta cuándo va a durarme este pasado?

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Hasta que no cae sobre mí la lluvia es de la calle como algunos niños y otros panes en desencuentro.

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Qué vas a hacer esta noche si no hay nada mas que morirnos en la ronda de suicidas que disparan culpas agujereándose el pecho con el puño de la oración.

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No me alcanzaban los ojos para su desnudez. Quise tocarla y entonces desaparecía.

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No sé. La noche se hizo fuego. Y yo incendié voluntariamente mi corazón en uno de esos sacrificios innecesarios. (Donde nadie muere. Donde nadie se salva.) Mientras el campo ardía algo en mí festejaba el incendio.

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Ahora sabemos que este río fue antesayer lluvia de otro lado. Con el revés de su falda devoró trigos y girasoles la sequía.

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El jardín es gris y es muerto hasta que lo mirás vos. Mis ojos deben llegar después o la culpa de la sed me cerca de demonios. No tengo tu paciencia de jardinera ni tus manos que arrancan muerte y veneno de un tirón. A veces, también, como un yuyito de más, le temo a tus manos. Todavía no me encuentro siempre vivo. Por eso espero a que me mires primero Por si todavía ando gris por si ando muerto todavía.

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Se suicidan pájaros en mi frente. Pájaros míos no más. Errores míos como pájaros que no pueden descansar (o que nunca) y que ya no soportan ese aire fresco y limpio que los roza. Tanta mentira la vida que debe ser muerte. Y ese pájaro que revolotea y yo que no te lo dije todavía.

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A mi padre

Pasan las cajas con la bailarina sobre el espejo y la música a cuerda. Pasan. Queda mi llamada en espera con esa misma música ya sin bailarina y sin espejo. … Y sin nadie del otro lado que vuelva.

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Este e-book se terminó de compilar

en el mes de Marzo de 2015 en la

localidad de Anchorena, San Luis.

Argentina.

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Juan Emmanuel Ponce de León nació en Caseros (Entre Ríos) el 17 de mayo

de 1982. Actualmente reside en Anchorena (San Luis).

Su obra poética está compuesta por:

Libros:

“La finitud del vuelo” (2008, Premio Escenario Diario UNO de Entre Ríos)

“La siesta inesperada” (2010, Premio Instituto Cultural Latinoamericano)

“Final de la calle” (2013, Premio Editorial Dunken)

“Cuaderno de la infancia país” (2014, Premio Editorial de los Cuatro Vientos)

Poemarios:

“Final de la calle” (2003)

“Los silencios y la palabra” (2006)

“Patio de infancia” (2006)

“Voces atrás” (2009)

“Poemas ayer” (2014)

Libros electrónicos

“Patio de infancia / Pátio de infância" (2014, español – portugués)

“Poemas ayer” (2014)

Audiolibro

“Poemas ayer” (2014)

www.jeponcedeleon.com