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7/21/2019 El Celta no tiene la culpa http://slidepdf.com/reader/full/el-celta-no-tiene-la-culpa 1/1 FARO DE VIGO MIÉRCOLES, 16 DE DICIEMBRE DE 2015 [email protected] 42  ■ S OCIEDAD F. FRANCO  Vigo “Los hijos cultivamos un insano narcisismo por el cual exigimos a nuestros padres que sean solo eso  y no puedan tener derecho a su propia historia. A veces pienso que es propio de la naturaleza del hijo la intransigencia”, decía ayer en el Club FARO el periodista, escritor y director teatral Alfonso Armada, responsable de las páginas cultu- rales de ABC. Su charla“El Celta no tiene la culpa, una historia de odio  y amor a Vigo, el equipo celeste y Cholo Armada”tuvo como presen- tadores a Amaia Mauleón, Manuel Alonso Macías y el hijo de éste,Ma- nuel Jorreto. El mayor muy amigo de su padre, el otro muy amigo su-  yo en tiempos colegiales. Un libro suyo de reciente apari- ción en la editor ial Libros del K.O., “El Celta no tiene la culpa”, fue el fondo de armario argumental que nutrió esta charla a cuatro voces, con la suya como protagonista.“Es un libro -comentó- que busca ex- plicaciones a un cierto rencor re- trospectivo o a una mala interpre- tación sobre mi pasado. Cuando empecé a escribirlo me di cuenta de cómo había utilizado en mi vi- da la figura de mi padre, Cholo Ar- mada, como una especie de espe- jo en el que no quería mirarme,con todo lo que le rodeaba,fuera el Cel- ta o la ciudad de Vigo”. En la “extraña”génesis del libro está la propuesta del editor de que escribiera sobre el Celta en la sec- ción “Holligans ilustrados“” de la editorial . “Más que de mi afiliación al Celta –explicó– aproveché para escarbar en mi memoria y hablar de lo que me distanció del Celta, que tuvo que ver con todo lo que representaba mi padre. Pero ya sa- bemos que eso de la memoria es algo peculiar, de modo que inven- tamos cada vez que recordamos, y no sé si algo de eso habrá en estas páginas que, en realidad, intentan ser una reconciliación con mi pa- sado.Es un reencuentro tardío con él y con la ciudad de Vigo de la que tanto me separé, que infantilmen- te rechacé en el pasado”. Una relación enfermiza Dice Armada que en esa refle- xión vertida al papel rastrea un punto de fusión retrospectiva radi- cal entre su padre y él que ni siquie- ra el paso del tiempo ha logrado esclarecer; un camino hacia la di- sidencia paterno-filial que se volcó también contra todo lo que le ro- deaba, fuera la ciudad, su equipo, el colegio en que estudió... “Como en tantas otras cosas –contó– hice lo contrario de lo que mi padre es- peraba de mí para no parecerme a él en nada, para llevar una vida completamente distinta. Una rela- ción enfermiza con él, su ciudad que era la mía y el mismo Celta, que se prolongó tanto en el tiem- po que cuando quise darme cuenta ya era de- masiado tarde para deshacer el entuerto, aclarar los equívocos o ir juntos a Balaí- dos. Él ya padecía alzheimer y fa- llecería después”. No podía faltar en esta proyec- ción de su pasado su etapa cole- gial en el colegio Montecastelo. “Tanto yo como Manolo, que está en la mesa,o Din Matamoro,que es- tá entre el público, pertenecíamos a esos alumnos más sensibles que tuvimos problemas de integración con el resto. Y en el deporte cole- gial, yo era todo lo contrario de lo que represen- taba mi padre,cuya casa estaba lle- na de cientos de trofeos de vela pe- ro que también había sido guarda- meta del Rápido de Bouzas. Yo cuando me ponía de portero en el fútbol me tapaba la cara para que no me rompieran las gafas. Era de- masiado bajo para el baloncesto y demasiado blando para el balon- mano.En natación conseguía batir mis marcas... por abajo.Tal vez por eso me dediqué a la lectura y a su principal derivada: la escritura”. ¿Y por qué su escasa pasión por el fútbol? Según Armada por lo mu- cho que le ha costado siempre for- mar parte de algo más grande que él..“Alguno podría pensar que se trata de una cuestión de elitismo, de no querer disolverse en un cuer- po mayor, en un club, en un parti- do,una iglesia,una ideología,inclu- so en una manifestación. Y lo que es cierto es que no acabo de sen- tirme a gusto en todo ello. Es como si por sistema tuviera una aversión de origen desconocido pero equi- valente a una suerte de cautela contra el fervor de las muchedum- bres, como si me negara a partici- par en el sentir mayoritario, como si la masa, la muchedumbre, me diera miedo”. Armada reconoció que no le gustan los hinchas,los fanáticos,los que dividen el mundo entre ellos y nosotros “como los nacionalistas”. “Me espantan los que se enrolan tras una bandera, una nación, un partido. Prefiero ir por libre”. “En los deportes era una calamidad, por eso me dediqué a leer y a escribir”  Armada: “Me espantan los fanáticos, los hinchas, el fervor de las muchedumbres” “Al reflexionar sobre mi pasada aversión a Vigo o al Celta me di cuenta de que en verdad me distanciaba infantilmente de lo que representaba mi padre”, dice el periodista Una batida sentimental por su memoria La periodista de FARO Amaia Mauleón abrió el turno de quienes le acompañaban en la mesa e hicieron el introito, re- saltando su personalidad profe- sional como periodista inicia- do en FARO, que luego pasó a El País y Abc, con corresponsa- lía en Nueva York por medio, pero también de guerra. Y sus otras facetas como escritor y di- rector teatral. Para ella el libro de Armada es una crónica sen- timental surgida de una intros- pección en la memoria perso- nal y al tiempo de su genera- ción, en la que la figura del pa- dre juega un papel fundamen- tal, primero como referente a batir y después como objeto de reconciliación con ella y lo que le rodeaba. Manuel Alonso Macías, muy amigo de su padre, recordó aquellos años de infancia del periodista en que con su hijo y amigos “que a veces se conver- tían en okupas” iban por su ca- sa.“Tuvo problemas por no se- guir -dijo- la senda naval e in- dustrial de su padre, ya no digo la deportiva, pero logró impo- nerse y hacer lo que quería,que era periodismo.Cuando leí su li- bro,corto en páginas, admiré su profundidad y al tiempo su ac- cesibilidad, y pensé que en el fondo buscaba una armonía con el pasado discordante que retumbaba en su memoria”. Su hijo, Manuel Jorreto, re- cordó aquellos tiempos cole- giales comunes, y cómo Arma- da manifestaba ya entonces una tendencia hacia las artes, “Antes de nada yo creo que le gustaba la poesía -afirmó son- riendo-; no olvido aquellos reci- tales que me daba en casa, que a mí,nada amante de este géne- ro,me dormían. Años más tarde tuve ocasión de ver su primera obra teatral cuando apareció por mi casa con su propia com- pañía, de nombre Koyaanis- qatsi, y la verdad es que aluci- né, no entendía nada”. De izda. a dcha. Manuel Jorreto, Manuel A. Macías, Alfonso Armada y la periodista Amaia Mauleón. // Lores El público asistente al acto en el auditorio vigués del Areal. // José Lores CLUB

El Celta no tiene la culpa

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Crónica de El Faro de Vigo sobre la presentación del libro El Celta no tiene la culpa.

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7/21/2019 El Celta no tiene la culpa

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FARO DE VIGO

MIÉRCOLES, 16 DE DICIEMBRE DE 2015

[email protected] 

42 ■SOCIEDAD

F. FRANCO ■ Vigo

“Los hijos cultivamos un insanonarcisismo por el cual exigimos anuestros padres que sean solo eso

 y no puedan tener derecho a supropia historia. A veces pienso quees propio de la naturaleza del hijola intransigencia”, decía ayer en elClub FARO el periodista, escritor ydirector teatral Alfonso Armada,responsable de las páginas cultu-rales de ABC. Su charla “El Celta notiene la culpa, una historia de odio

 y amor a Vigo, el equipo celeste yCholo Armada”tuvo como presen-tadores a Amaia Mauleón, ManuelAlonso Macías y el hijo de éste,Ma-nuel Jorreto. El mayor muy amigode su padre, el otro muy amigo su-

 yo en tiempos colegiales.Un libro suyo de reciente apari-

ción en la editor ial Libros del K.O.,“El Celta no tiene la culpa”, fue elfondo de armario argumental quenutrió esta charla a cuatro voces,con la suya como protagonista. “Esun libro -comentó- que busca ex-plicaciones a un cierto rencor re-trospectivo o a una mala interpre-tación sobre mi pasado. Cuandoempecé a escribirlo me di cuentade cómo había utilizado en mi vi-da la figura de mi padre, Cholo Ar-mada, como una especie de espe-jo en el que no quería mirarme,contodo lo que le rodeaba,fuera el Cel-ta o la ciudad de Vigo”.

En la “extraña”génesis del libroestá la propuesta del editor de queescribiera sobre el Celta en la sec-ción “Holligans ilustrados“” de laeditorial . “Más que de mi afiliaciónal Celta –explicó– aproveché paraescarbar en mi memoria y hablarde lo que me distanció del Celta,que tuvo que ver con todo lo querepresentaba mi padre. Pero ya sa-bemos que eso de la memoria esalgo peculiar, de modo que inven-tamos cada vez que recordamos, y

no sé si algo de eso habrá en estaspáginas que, en realidad, intentanser una reconciliación con mi pa-sado. Es un reencuentro tardío conél y con la ciudad de Vigo de la quetanto me separé, que infantilmen-te rechacé en el pasado”.

Una relación enfermiza

Dice Armada que en esa refle-xión vertida al papel rastrea unpunto de fusión retrospectiva radi-cal entre su padre y él que ni siquie-ra el paso del tiempo ha logradoesclarecer; un camino hacia la di-sidencia paterno-filial que se volcótambién contra todo lo que le ro-deaba, fuera la ciudad, su equipo,el colegio en que estudió... “Como

en tantas otras cosas –contó– hicelo contrario de lo que mi padre es-peraba de mí para no parecerme a

él en nada, para llevar una vidacompletamente distinta. Una rela-ción enfermiza con él, su ciudadque era la mía y el mismo Celta,que se prolongótanto en el tiem-po que cuandoquise darmecuenta ya era de-masiado tardepara deshacer elentuerto, aclararlos equívocos oir juntos a Balaí-dos. Él ya padecía alzheimer y fa-

llecería después”.No podía faltar en esta proyec-

ción de su pasado su etapa cole-

gial en el colegio Montecastelo.“Tanto yo como Manolo, que estáen la mesa,o Din Matamoro,que es-tá entre el público, pertenecíamos

a esos alumnosmás sensiblesque tuvimosproblemas deintegración conel resto. Y en eldeporte cole-gial, yo era todolo contrario delo que represen-

taba mi padre,cuya casa estaba lle-

na de cientos de trofeos de vela pe-ro que también había sido guarda-meta del Rápido de Bouzas. Yo

cuando me ponía de portero en elfútbol me tapaba la cara para queno me rompieran las gafas. Era de-masiado bajo para el baloncesto ydemasiado blando para el balon-mano. En natación conseguía batirmis marcas... por abajo. Tal vez poreso me dediqué a la lectura y a suprincipal derivada: la escritura”.

¿Y por qué su escasa pasión porel fútbol? Según Armada por lo mu-cho que le ha costado siempre for-mar parte de algo más grande queél.. “Alguno podría pensar que setrata de una cuestión de elitismo,

de no querer disolverse en un cuer-po mayor, en un club, en un parti-do,una iglesia,una ideología,inclu-

so en una manifestación. Y lo quees cierto es que no acabo de sen-tirme a gusto en todo ello. Es comosi por sistema tuviera una aversiónde origen desconocido pero equi-valente a una suerte de cautelacontra el fervor de las muchedum-bres, como si me negara a partici-par en el sentir mayoritario, comosi la masa, la muchedumbre, mediera miedo”.

Armada reconoció que no legustan los hinchas,los fanáticos,losque dividen el mundo entre ellos ynosotros “como los nacionalistas”.

“Me espantan los que se enrolantras una bandera, una nación, unpartido. Prefiero ir por libre”.

“En los deportesera una calamidad,por eso me dediquéa leer y a escribir”

 Armada: “Me espantan los fanáticos, loshinchas, el fervor de las muchedumbres”“Al reflexionar sobre mi pasada aversión a Vigo o al Celta me di cuenta de que en verdadme distanciaba infantilmente de lo que representaba mi padre”, dice el periodista

Una batidasentimental

por su memoria

La periodista de FAROAmaia Mauleón abrió el turnode quienes le acompañaban enla mesa e hicieron el introito, re-saltando su personalidad profe-sional como periodista inicia-do en FARO, que luego pasó aEl País y Abc, con corresponsa-lía en Nueva York por medio,pero también de guerra. Y susotras facetas como escritor y di-rector teatral. Para ella el librode Armada es una crónica sen-timental surgida de una intros-pección en la memoria perso-nal y al tiempo de su genera-ción, en la que la figura del pa-dre juega un papel fundamen-tal, primero como referente a

batir y después como objetode reconciliación con ella y loque le rodeaba.

Manuel Alonso Macías, muyamigo de su padre, recordóaquellos años de infancia delperiodista en que con su hijo yamigos “que a veces se conver-tían en okupas” iban por su ca-sa. “Tuvo problemas por no se-guir -dijo- la senda naval e in-dustrial de su padre, ya no digola deportiva, pero logró impo-nerse y hacer lo que quería,queera periodismo.Cuando leí su li-bro, corto en páginas, admiré suprofundidad y al tiempo su ac-cesibilidad, y pensé que en elfondo buscaba una armoníacon el pasado discordante queretumbaba en su memoria”.

Su hijo, Manuel Jorreto, re-cordó aquellos tiempos cole-giales comunes, y cómo Arma-da manifestaba ya entoncesuna tendencia hacia las artes,“Antes de nada yo creo que legustaba la poesía -afirmó son-riendo-; no olvido aquellos reci-tales que me daba en casa, quea mí,nada amante de este géne-ro, me dormían. Años más tardetuve ocasión de ver su primeraobra teatral cuando apareciópor mi casa con su propia com-pañía, de nombre Koyaanis-qatsi, y la verdad es que aluci-

né, no entendía nada”.

De izda. a dcha. Manuel Jorreto, Manuel A. Macías, Alfonso Armada y la periodista Amaia Mauleón.  // Lores

El público asistente al acto en el auditorio vigués del Areal.  // José Lores

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