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tra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su ayo y consejero, le dijo que estaba muy preocupado por algo que quería hacer, pero, que si hacía, podía ser muy criticado, y si optara por lo contrario, también podría ser censurado con razón. Le contó a Patronio de que se trataba y le pidió consejo. — Señor Conde Lucanor, — comenzó Patronio — me gustaría que meditaseis la historia que le voy a contar, se trata de la historia de un padre y su hijo. El Conde le pidió que le contase la historia y Patronio comenzó a narrar: — Señor, húbose un hombre que, aunque de buen corazón, siempre intentaba no ser criticado. Ese hombre tenía un hijo que pensaba que no había que ser manipulado por las críticas e intentaba transmitirle esta sabiduría a su padre. Un día, los dos salieron para llevar unas

El conde lucanor

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tra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su ayo y consejero, le dijo que estaba muy preocupado por algo que quería hacer, pero, que si hacía, podía ser muy criticado, y si optara por lo contrario, también podría ser censurado con razón. Le contó a Patronio de que se trataba y le pidió consejo.

— Señor Conde Lucanor, — comenzó Patronio — me gustaría que meditaseis la historia que le voy a contar, se trata de la historia de un padre y su hijo.

El Conde le pidió que le contase la historia y Patronio comenzó a narrar:— Señor, húbose un hombre que, aunque de buen corazón, siempre intentaba no ser criticado. Ese hombre tenía un hijo que pensaba que no había que ser manipulado por las críticas e intentaba transmitirle esta sabiduría a su padre.Un día, los dos salieron para llevar unas vasijas muy pesadas a otro pueblo, y el hijo aprovechó para concienciar a su padre. Se ofreció voluntario a llevar la carretilla en la que estaban las vasijas, y al cruzarse con dos hombres, estos dijeron que el padre debía llevar la carretilla, porque el hijo aún era demasiado joven para llevar tanto peso. El padre, después de escuchar aquellas palabras, le dijo a su hijo que desde ese momento sería él el que llevase la

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carretilla.Al poco tiempo se cruzaron con otros dos hombres que comentaron mientras caminaban que el hijo debería ayudar a su padre a llevar la carga, pues este ya tenía sus años. El padre mandó al hijo a ayudarle con la carretilla, y ambos comenzaron a cargar con ella.Más tarde, cuando ya les faltaba poco para llegar al pueblo, coincidieron con un matrimonio que disfrutaba de un paseo. La pareja, al ver la escena de padre e hijo cargando con las vasijas, murmuró que debía ser el hijo el que llevase la carretilla. Entonces el padre paró y le pregunto al hijo el qué debía hacer, y el hijo le explicó que debía hacer lo que considerase mejor, y que no se tenía que dejar llevar por las críticas.

— Y vos, Conde Lucanor, si dudáis entre hacer algo o no hacerlo, debéis hablar con vuestro corazón y hacer lo que mejor os parezca.

El consejo de Patronio le pareció bueno al Conde, que obró según él y le fue de gran provecho.

Don Juan escuchó esta historia, y como le pareció de que aportaba mucha sabiduría, la mandó poner en este libro y anotó una moraleja al final del texto:

Por miedo a las críticas no dejéis de

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hacer, lo lo que más conveniente pareciere ser.

David 3ºC