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1 EL DESCUBRIMIENTO DE LA PSIQUE OBJETIVA Y LAS RELIGIONES “El descubrimiento de Jung de la realidad de la psique abre la puerta a una nueva aproximación al material tradicional. Las escrituras religiosas y los textos literarios, así como los primeros tanteos de protociencias tales como la alquimia, la astrología y la filosofía presocrática, pueden ahora ser entendidos como imágenes de la fenomenología de la psique objetiva [=lo inconsciente colectivo]. (…) Estamos tratando con procesos de desarrollo y transformación.” (Edward F. Edinger, Anatomy of the psyche) “Jung nos dice que `el Libro de Job sirve como paradigma de cierta experiencia de Dios que hoy tiene un significado especial para nosotros.’ Lo mismo puede decirse de muchos otros de los contenidos del Antiguo Testamento. (…) El Antiguo Testamento documenta un diálogo sostenido entre Dios y el hombre. (…) Nos presenta un compendio de imágenes extremadamente rico que representan encuentros con lo numinoso. Psicológicamente estás imágenes se entienden mejor como representaciones del encuentro entre el yo y el Sí-mismo [= Self], que es el motivo más característico de la individuación.

El Descubrimiento de La Psique Objetiva y Las Religiones

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“El descubrimiento de Jung de la realidad de la psique abre la puerta a una nueva aproximación al material tradicional."(Edward Edinger)

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EL DESCUBRIMIENTO DE LA PSIQUE OBJETIVA

Y LAS RELIGIONES

“El descubrimiento de Jung de la realidad de la psique abre la puerta a una nueva aproximación al material tradicional.

Las escrituras religiosas y los textos literarios, así como los primeros tanteos de protociencias tales como la alquimia, la astrología y la filosofía presocrática, pueden ahora ser entendidos como imágenes de la fenomenología de la psique objetiva [=lo inconsciente colectivo]. (…)

Estamos tratando con procesos de desarrollo y transformación.”

(Edward F. Edinger, Anatomy of the psyche)

“Jung nos dice que `el Libro de Job sirve como paradigma de cierta experiencia de Dios que hoy tiene un significado especial para nosotros.’ Lo mismo puede decirse de muchos otros de los contenidos del Antiguo Testamento. (…)

El Antiguo Testamento documenta un diálogo sostenido entre Dios y el hombre. (…) Nos presenta un compendio de imágenes extremadamente rico que representan encuentros con lo numinoso.

Psicológicamente estás imágenes se entienden mejor como representaciones del encuentro entre el yo y el Sí-mismo [= Self], que es el motivo más característico de la individuación.

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El Antiguo Testamento es, por lo tanto, un gran tesoro repleto del simbolismo de la individuación.”

(Edward F. Edinger, The Byble and the psyche)

“La psique objetiva [= lo inconsciente colectivo] fue primero experimentada y descrita en un contexto religioso, metafísico, por lo que las tradicionales imágenes religiosas son nuestra fuente de datos más rica en lo que concierne a la psique objetiva. (…)

Mi uso del término `Dios’ en este capítulo, por lo tanto, siempre se referirá a la imagen de Dios en la psique, esto es, el Sí-mismo [= el Self]. (…)

La consciencia es una sustancia psíquica que es producida por la experiencia de sufrir los opuestos, no con los ojos vendados, sino viviéndolos conscientemente. (…)

Esta experiencia es la coniunctio, el mysterium coniunctionis que genera la Piedra de los Filósofos, la cual simboliza la consciencia. (…)

Cada experiencia humana, en la medida en que se vive conscientemente, aumenta la suma total de consciencia en el universo. Este hecho otorga significado a cada experiencia y le da a cada individuo un rol en este drama mundial en curso que es la creación.”

(Edward F. Edinger, The creation of consciousness)

"Lo que hace a la alquimia tan valiosa para la psicoterapia es que sus imágenes concretizan las experiencias de transformación que uno sufre en psicoterapia.

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En su conjunto, la alquimia proporciona una especie de anatomía de la individuación. Sus imágenes serán más significativas, por supuesto, para aquellos que han tenido una experiencia personal de lo inconsciente. "

(Edward F. Edinger, Anatomy of the psyche)

“Cuando uno examina el inconsciente, lo que uno se encuentra es el Sí mismo [= Self] inconsciente, el inconsciente, la imagen de Dios primordial, la cual es amoral. En algunos aspectos se corresponde con el ello freudiano. (…)

Los objetivos de este inconsciente, de esta imagen de Dios amoral son poder, placer y quedar satisfecho en todos los sentidos de la palabra. (…) Uno puede observar también este Sí mismo amoral fijándose en sus propias reacciones afectivas inconscientes. (…)

Job mantuvo su integridad incluso mientras estaba viendo la naturaleza de la Deidad. (…)

El yo y el Sí mismo han comenzado a experimentar algún grado de separación. Esto llega a ser posible en unos pocos casos para los que el yo toma conciencia de que un centro transpersonal tiene la última palabra en su vida.

Si se alcanza este nivel de conciencia, entonces el yo comienza a tener cierta idea de lo que significa `la voluntad divina en nosotros’. Esto, sin embargo, no puede suceder sin un desarrollo psicológico sustancial. (…)

Es posible que el simbolismo cristiano exprese la condición mental del ser humano en el eón de Piscis. (…)

Más específicamente, el término imagen de Dios es sinónimo de un aspecto particular del Sí mismo que podríamos llamar el Sí mismo colectivo. En otras palabras, es un centro transpersonal compartido por todo un cuerpo de la humanidad y puede tener más de una referencia individual. (…)

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La imagen de Dios en Occidente ha experimentado toda una serie de transformaciones en el curso de su desarrollo histórico y evolutivo, y ahora estamos al borde de otro salto evolutivo semejante en el desarrollo de la imagen de Dios. (…)

Hay un Sí mismo colectivo, en contraste con un solo Sí mismo individual. (…)

Antes de examinar lo que Jung tiene que decir en sus Cartas sobre la transformación de la imagen de Dios que está ocurriendo hoy, vale la pena repasar las series de transformaciones de la imagen de Dios en Occidente: 1. Animismo, 2. Matriarcado, 3. Politeísmo jerárquico, 4. Monoteísmo tribal, 5. Monoteísmo universal, 6. Individuación. (…)

Estas etapas forman una secuencia histórica. Al mismo tiempo, estas etapas históricas son también capas del inconsciente colectivo en la psique individual. (…)

Todas las imágenes de Dios son modos de expresión de la experiencia humana y del entendimiento de la autonomía de la psique –una formulación muy moderna. Una formulación semejante no fue psicológicamente posible antes de Jung.”

(Edward F. Edinger, The new God-image)

“El hombre adora en la divinidad la energía del arquetipo.”

(C. G. Jung, Símbolos de transformación, editorial Paidós 1998, pag. 113)

https://www.facebook.com/pages/Edward-F-Edinger-Anatom%C3%ADa-de-la-psique/1457489771182180?fref=ts

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“El arquetipo. Como se sabe, este concepto no es una `idea hereditaria’, sino un modo hereditario de la función psíquica, la manera innata en que el polluelo sale del huevo, los pájaros construyen sus nidos, cierta especie de avispa clava su aguijón en el ganglio motor de la oruga y las anguilas encuentran su camino hacia las Bermudas: se trata, por tanto, de un pattern of behaviour [pauta de comportamiento].

Este aspecto del arquetipo es biológico; de él se ocupa la psicología científica.

Esta imagen cambia por completo cuando la miramos desde dentro, es decir, en el espacio del alma subjetiva.”

(C. G. Jung, Prólogo al libro de Harding Frauen-mysterien; en: La vida simbólica, OC vol 18/2)

“Mientras que sólo conocemos las instinctive patterns [pautas instintivas] de los animales mediante la observación exterior, la psique humana ofrece la gran ventaja de que gracias a la representación y al lenguaje nos ilustra con imágenes de la fantasía el proceso instintivo y mediante el lenguaje pone esta visión interior al alcance del observador exterior.

Si la psique animal fuera capaz de hacer esto, conoceríamos por ejemplo la mitología que el pájaro tejedor enlaza con su nido y la mariposa con la yuca, es decir, sabríamos qué imágenes dibuja su fantasía para preparar sus acciones instintivas.

Este conocimiento sólo podemos tenerlo en relación con los seres humanos y nos permite acceder al inmenso mundo del mito y del folclore, con sus analogías y sus motivos paralelos extendidos por todo el globo terráqueo.

La concordancia de lo que vemos aquí con lo que vemos en los sueños y en las ideas fijas es como mínimo sorprendente.”

(C. G. Jung, Prólogo al libro de Bertine Menschliche beziehungen; en: La vida simbólica, OC vol 18/2)

“He denominado `arquetipos’ a las manifestaciones psicológicas del instinto.”

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(C. G. Jung, Prólogo al libro de Laszlo Psyche and symbol; en: La vida simbólica, OC vol 18/2)

“No hay ningún instinto amorfo, pues todo instinto tiene la forma de su situación. Y se corresponde siempre con una imagen que tiene propiedades fijas. El instinto de la hormiga arriera se corresponde con la imagen de la hormiga, el árbol, la hoja, cortar, el transporte y el huerto de setas. Si falta una de estas determinaciones no funciona el instinto, ya que no puede existir sin su forma total, sin su imagen.

Una imagen de estas características es un tipo a priori. Este tipo es innato a la hormiga y previo a cualquier actividad, pues ésta sólo puede tener lugar cuando existe el correspondiente instinto que la origine y la haga posible. Este esquema tiene validez para todos los instintos y existe en idéntica forma en todos los individuos de la misma especie. Lo mismo cabe decir del hombre: éste tiene a priori tipos de instintos que constituyen la causa y el modelo de sus actividades, siempre que funcione de manera principalmente instintiva. Como ser biológico, no puede comportarse sino de manera específicamente humana y cumplir su pattern of behaviour”.

“La imagen representa el sentido del instinto”.

“La consciencia no es sólo en sí misma una modificación, sino también un modificador de la imagen original del instinto”.

“La naturaleza del arquetipo. Las representaciones arquetípicas que nos proporciona lo inconsciente no deben confundirse con el arquetipo per se. Dichas representaciones son imágenes muy variadas que remiten a una forma básica en sí misma irrepresentable”

(C. G. Jung, Consideraciones teóricas acerca de la esencia de lo psíquico; en: La dinámica de lo inconsciente, O.C. vol. 8)

“Los instintos son formas típicas de la acción, y siempre que se trate de formas de reacción que se repiten uniforme y regularmente estamos ante un instinto, independientemente de que éste vaya asociado o no a una motivación consciente.”

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“Los arquetipos son formas típicas de la aprehensión, y siempre que se trate de concepciones que se repiten uniforme y regularmente, estamos ante un arquetipo, independientemente de si se reconoce o no su carácter mitológico.

Lo inconsciente colectivo consta de la suma de los instintos y de sus correlatos, los arquetipos. Del mismo modo que el hombre posee instinto, así también posee imágenes primigenias (…) En mi opinión, es imposible decir qué es lo primero, si la aprehensión o el impulso a actuar. Me da la impresión de que los dos son una misma cosa, una misma actividad vital que, para entenderla mejor nos vemos obligados a pensar por separado.”

(C. G. Jung, Instinto e inconsciente; en: La dinámica de lo inconsciente, O.C. vol. 8)

“La aparición de los arquetipos tiene un marcado carácter numinoso que ha de calificarse si no de mágico, sí al menos de espiritual (…) el efecto (…) puede ser curativo o destructivo, pero nunca indiferente [“A veces pueden ir asociados a él incluso efectos sincronísticos o parapsíquicos”] (…) El arquetipo (…) su numinosidad tiene a menudo una cualidad mística con el correspondiente efecto sobre el ánimo. El arquetipo es capaz de poner en marcha concepciones filosóficas y religiosas (…) A menudo se empeña en lograr su objetivo con tal pasión y tal coherencia implacable que consigue que el sujeto sucumba a su hechizo y que, pese a oponer una resistencia desesperada, no pueda desprenderse de él. Hasta que finalmente el sujeto ya no quiera desprenderse de él, porque esa vivencia le ha deparado una plenitud de sentido hasta entonces inimaginable para él (…) El arquetipo representa el verdadero elemento del espíritu, un espíritu que no es idéntico al intelecto del hombre, sino que más bien constituye un spiritus rector, el contenido esencial de todas las mitologías y de todas las religiones y de todos los ismos es de naturaleza arquetípica. El arquetipo es y no es espíritu, y lo que acabe resultando finalmente depende casi siempre de la actitud de la consciencia humana.”

(C. G. Jung, Consideraciones teóricas acerca de la esencia de lo psíquico; en: La dinámica de lo inconsciente, O.C. vol. 8)

“Instinto y arquetipo están unidos como correspondencias, están íntima y recíprocamente relacionados aunque no pueden ser reducidos el uno al otro.

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Para entender esta relación hay que considerar la psique como un lugar intermedio entre dos opuestos, entre el cuerpo y la mente, bipolaridad que se corresponde con la que existe entre instinto y arquetipo como reflejos o manifestaciones de la energía psíquica.

Jung para explicar esta interacción bipolar entre instinto y arquetipo, vistos como manifestaciones de la energía de la psique, compara a esta última con el rayo de luz, cuyo espectro contiene todos los colores del arco iris.

En un extremo de la escala del espectro luminoso, el polo de los rayos infrarrojos, los fenómenos de la psique se convierten lentamente en fenómenos físicos, se manifiestan como instintos, relacionados con la estructura corporal; en el polo opuesto del espectro luminoso, el de la luz violeta, se sitúa el mundo de los arquetipos relacionados con la vida psíquica de la mente.

La psique está, por tanto, situada entre el instinto y el arquetipo, entre la materia y el espíritu. (…)

M. L. von Franz da como ejemplo para expresar esta analogía de la gradación del espectro de la luz del infrarrojo al violeta, es decir, del instinto al arquetipo, el del monje medieval que tiene una visión de la Virgen María y queda completamente extático ante ella y luego escribe un opúsculo sobre el culto mariano y el significado de la madre de Dios. En este momento está experimentando el arquetipo de la madre en su extremo espiritual, como un arquetipo que le aporta experiencias emocionales y espirituales y proporciona significado a su vida.

Pero si el monje encuentra una mujer gorda y maternal, se arroja a su regazo y se sienta allí por el resto de su vida, entonces estará experimentando lo materno en el extremo instintivo; podríamos decir que el monje ha caído en el patrón instinto madre-hijo.

Reconoce la autora que ha usado un caso extremo para ilustrar una oposición que representa, sin embargo, el viejo contraste que ha sido descrito por la filosofía como la oposición entre cuerpo y espíritu. [Ejemplo extraído de: M. L. von Franz, Mitos de creación, (1978), Caracas, Monte Ávila Ed.]

Jung asegura no haber encontrado un solo arquetipo que no tuviera su instinto correspondiente.

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Esto confirmaría la sospecha de que existe una conexión entre ambas cosas. Si uno se mueve hacia el extremo simbólico o espiritual –analógicamente hacia la luz ultravioleta- experimenta el significado emocional y anímico de las imágenes arquetípicas, y quedará enriquecido por sus representaciones interiores;

si uno se mueve hacia el otro extremo –analógicamente hacia el rayo de luz infrarrojo- entonces se desplaza hacia la acción, la actividad instintiva, hacia el desarrollo de una acción en el plano de la realidad física.

La autora puntualiza que normalmente la psique humana es oscilante, es como el rayo de luz que se mueve a lo largo de la escala del espectro, aproximándose a veces a uno de los extremos, otras veces, al otro, y otras, las más de las veces, permaneciendo en el medio del espectro. (…)

La frecuencia de las ondas no es inmóvil; diríamos que el instinto puede `violetizarse’ a veces y el arquetipo puede también, a veces, `enrojecerse’. Hay una continua oscilación entre ambos. (…)

El símbolo es la misma imagen arquetípica en su proceso de acercamiento y de integración en la consciencia.”

(Rosario Scrimieri Martín, Los mitos y Jung)