12
Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa - El discurso de Feijoo sobre la prensa Inmaculada Urzainqui UNIVERSIDAD DE ÜVIEDO QUE FEIJOO ERA UN gran lector de prensa no necesita prueba; basta recorrer sus obras para comprobarlo. Sus múltiples referencias a las prestigiosas Memoires de Trevoux y a la Histoire de l'Académie Roya/e des Sciences, y en menor proporción a la Histoire de laAcadémie Roya/e des /nscriptions et Belles-Lettres, las Nouvelles de la République des Lettres, el Journal des Savants y el Mercure Historique, así como a la versión francesa del Spectator de Addison y Steele, mencionado a partir del tomo 11 de las Cartas eruditas, muestran su conocimiento directo y, en el caso de las dos primeras, una gran familiaridad. A cambio, otras más que cita-Gacetas de Holanda y París, Acta Eruditorum, Philosophical Transactions, Miscellanea Berolinensia (que llama Efemérides de la Academia Cesárea Leopoldina)-parece conocerlas sólo indirectamen- te. El retraso y precariedad de la prensa española con respecto a la europea no le ofrece otra cosa, por el tiempo en que empieza a redactar el Teatro crítico, que la Gaceta de Madrid y algunas efímeras gacetas de provincias. Pero luego la situación cambiará, y desde 1736, en que aparecen las Memorias eruditas, hasta 1760, en que sale el último tomo de las Cartas eruditas, irán sucediéndose nuevas publicaciones, como el Diario de los Literatos (1737-1742), las Efemérides barométrico-médicas matritenses (1737- 1747), el Mercurio literario (1739-1740), la traducción del Mercurio de la Haya (desde 1738), la Resurrección del Diario de Madrid (1748), los Discursos mercuriales (1752; 1755-56) y el Diario noticioso (1758-). Esta prensa nacional, sin embargo, tiene en su obra una presencia mucho más reducida. Fuera porque no la conociera o porque no halla nada a propósito para su intento, lo cierto es que, aparte de la Gaceta de Madrid, que parece manejar habitualmente, sólo mencionará-a partir del Suplemento (1740) y en contadas ocasiones-las Memorias eruditas y el Diario de los literatos. Como quiera que sea, en este conocimiento y manejo de la prensa, por parcial e indirecto que haya sido, no hay escritor contemporáneo que pueda parangonarse con él. Tanto, que dará pie a que sus impugnadores pronto le acusen de copiar periódicos extranjeros. Y a en 1728, con solo el tomo 1 del Teatro publicado, el autor de la Tertulia apologética, Jaime Ardanaz y Centellas, le tacha de ser mero traductor de las Memorias de Trevoux y del Journal des Savants, cargo del que se defenderá vibrante y elocuente- mente en el "Prólogo apologético» al tomo III del Teatro crítico ( 1729). Luego repetirán la especie de un modo u otro Salvador José Mañer (Anti-Teatro crítico, 1729), el 611 -t .. Centro Virtual Cervantes

El discurso de Feijoo sobre la prensa - cvc.cervantes.es · El retraso y precariedad de la prensa española con respecto a la europea no le ofrece ... de donde pasó a la de Berna,

  • Upload
    dongoc

  • View
    214

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

El discurso de Feijoo sobre la prensa Inmaculada Urzainqui

UNIVERSIDAD DE ÜVIEDO

QUE FEIJOO ERA UN gran lector de prensa no necesita prueba; basta recorrer sus obras para comprobarlo. Sus múltiples referencias a las prestigiosas Memoires de Trevoux y a la Histoire de l'Académie Roya/e des Sciences, y en menor proporción a la Histoire de laAcadémie Roya/e des /nscriptions et Belles-Lettres, las Nouvelles de la République des Lettres, el Journal des Savants y el Mercure Historique, así como a la versión francesa del Spectator de Addison y Steele, mencionado a partir del tomo 11 de las Cartas eruditas, muestran su conocimiento directo y, en el caso de las dos primeras, una gran familiaridad. A cambio, otras más que cita-Gacetas de Holanda y París, Acta Eruditorum, Philosophical Transactions, Miscellanea Berolinensia (que llama Efemérides de la Academia Cesárea Leopoldina)-parece conocerlas sólo indirectamen-te.

El retraso y precariedad de la prensa española con respecto a la europea no le ofrece otra cosa, por el tiempo en que empieza a redactar el Teatro crítico, que la Gaceta de Madrid y algunas efímeras gacetas de provincias. Pero luego la situación cambiará, y desde 1736, en que aparecen las Memorias eruditas, hasta 1760, en que sale el último tomo de las Cartas eruditas, irán sucediéndose nuevas publicaciones, como el Diario de los Literatos (1737-1742), las Efemérides barométrico-médicas matritenses (1737-1747), el Mercurio literario (1739-1740), la traducción del Mercurio de la Haya (desde 1738), la Resurrección del Diario de Madrid (1748), los Discursos mercuriales (1752; 1755-56) y el Diario noticioso (1758-). Esta prensa nacional, sin embargo, tiene en su obra una presencia mucho más reducida. Fuera porque no la conociera o porque no halla nada a propósito para su intento, lo cierto es que, aparte de la Gaceta de Madrid, que parece manejar habitualmente, sólo mencionará-a partir del Suplemento (1740) y en contadas ocasiones-las Memorias eruditas y el Diario de los literatos.

Como quiera que sea, en este conocimiento y manejo de la prensa, por parcial e indirecto que haya sido, no hay escritor contemporáneo que pueda parangonarse con él. Tanto, que dará pie a que sus impugnadores pronto le acusen de copiar periódicos extranjeros. Y a en 1728, con solo el tomo 1 del Teatro publicado, el autor de la Tertulia apologética, Jaime Ardanaz y Centellas, le tacha de ser mero traductor de las Memorias de Trevoux y del Journal des Savants, cargo del que se defenderá vibrante y elocuente-mente en el "Prólogo apologético» al tomo III del Teatro crítico ( 1729). Luego repetirán la especie de un modo u otro Salvador José Mañer (Anti-Teatro crítico, 1729), el

611

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

612 INMACULADA URZAINQUI

colaborador anónimo de las Memoires de Trevoux que escribe desde Zaragoza y dice que lo mejor de su obra lo ha sacado de ellas 1, y Soto y Mame (Reflexiones Crítico-Apologéticas, 1748), al que responde con la Justa repulsa de inicuas acusaciones (1749).

Pero si es indiscutible que Feijoo está muy lejos de plagiar, sí es del todo cierto que contrae una importantísima deuda con las Memorias de Trevoux y otras revistas extranjeras, como han puesto de manifiesto Delpy2

, Ceñal3, Elizalde4, Sáenz de Santamaría5 y Ruiz Veintemilla6

Lo que no se ha analizado, sin embargo,-y eso que desde hace tiempo se viene vinculando a Feijoo con el periodismo7-es qué pensaba de este fenómeno emergente en el mundo de la cultura y cómo lo incorpora, asume y refleja en su obra; o lo que es lo mismo, de qué modo formaliza su discurso sobre la prensa periódica, con independen-cia de la mayor o menor deuda que contrajera con ella. Y a ello justamente van destinadas estas páginas, por más que, me apresuro a decirlo, el P. M. nunca llegue a dibujar una acabada construcción teórica del hecho periodístico en toda su extensión.

En efecto, una simple ojeada a los periódicos que desfilan por sus páginas permite ver que en ellos están representadas las tres direcciones básicas del periodismo de su época: la erudita o cultural de las Memoires de Trevoux o el Joumal des Savants, la noticiera de las gacetas y el Mercurio histórico, y la de crítica social del Spectator inglés. La primera, centrada en presentar el estado y avances de la cultura, ofrece fundamentalmente extractos y crítica de libros, discursos académicos, observaciones, descubrimientos y colaboraciones diversas de los lectores; la segunda da cuenta de la realidad política y social más inmediata, y la tercera, interesada más en la revisión crítica de las ideas y comportamientos humanos que en la noticia, se aplica a ello a través del essay. Pero todos tienen, por distintos que sean sus objetivos y procedimien-tos, el doble común denominador de tomar el pulso a la actualidad y de presentarse al

1 Septiembre, 1730. De ello da cuenta el propio Feijoo, que de nuevo reitera su defensa (TC, V, 17, § 31). Todas las citas de las obras de Feijoo proceden, modernizada Ja ortografía, de Ja edición preparada por Jos monjes de Samos, Madrid, Bias Román, 1781.

2 G. Delpy, Bibliographie des sources franr;aises de B. Feijoo, Paris: Librairie Hachette, 1936.

3 Ramón Ceñal, «Fuentes jesuíticas francesas de la erudición filosófica de Feijoo», Cuadernos de la Cátedra Feijoo, nº 18, El P. Feijoo y su Siglo, vol II, 1966, 285-314.

4 Ignacio Elizalde Armendáriz, «Feijoo, representante del enciclopedismo español», en 11 Simposio sobre el Padre F eijoo y su siglo, Oviedo: Centro de Estudios del Siglo XVIII, I, 1981, 321-354.

5 Carmelo Sáenz de Santamaría, «Feijoo y las Memorias de Trevoux», ibíd., 11, 53-60. 6 Jesús M. Ruiz Veintemilla, «El Diario de los Literatos y sus modelos», Boletín del Centro

de Estudios del Siglo XVI//, 4-5 (1977), 71-86. 7 El carácter periodístico de sus obras lo subrayan, entre otros, Vicente de la Fuente

(«Preliminares» ed. Obras escogidas de Feijoo, BAE, 56, p. XXXVI), Menéndez Pela yo (Historia de las ideas estéticas, III, 1940, p. 207), Emilia Pardo Bazán («Estudio crítico de las obras de Feijoo», Certamen literario en conmemoración del segundo centenario del nacimiento de Fray Benito Jerónimo Feijoo, Madrid, Tip. Perojo, 1877, p. 30) y más recientemente, José Antonio Maravall («El primer siglo XVIII y la obra de Feijoo», //Simposio sobre el Padre Feijoo y su siglo, I, 1981, 170-173).

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

EL DISCURSO DE FEIJOO SOBRE LA PRENSA 613

público en entregas sucesivas y periódicas. Por eso, los hombres del XVIII que vieron, reticentes o esperanzados, su prodigioso desarrollo, les otorgaron, a ellos y a otras modalidades más que fueron apareciendo, el marbete común de «papeles periódicos», «escritos periódicos» o «papeles públicos»8

Feijoo, sin embargo, no parece tener todavía una visión omnicomprensiva y unitaria del fenómeno periodístico. O por lo menos, no hace consideraciones de conjunto, y sólo en una ocasión, si no me equivoco, utiliza la expresión «gacetas» para cobijarlos a todos: cuando en el discurso Guerras filosóficas del tomo 11 del Teatro (1728) habla de ellas como instrumentos para ganar la opinión pública a favor de las propias ideas:

[ ... ] Se aprovechan los eruditos de la credulidad de los indoctos, y despreciando cuanto dicen sus contrarios, hacen que en las gacetas que se esparcen al vulgo de la república literaria, suene como victoria verdadera un triunfo imaginario (TC, 11, 1, § 19).

Dado que se refiere a opiniones filosóficas, no parece que esté aludiendo a las gacetas propiamente dichas, de contenido político sobre todo, sino a los periódicos culturales del extranjero (en 1728 todavía no los hay en España) y, por extensión, a todos los demás. Pero fuera de esta, no hay ninguna otra percepción globalizadora, ni tan siquiera de la modalidad genérica formada por los que otros llamarán «diarios literarios». Cuando alude a ellos lo hace siempre de manera concreta, por sus títulos, sin presentarlos o categorizarlos como pertenecientes a una particular forma de escritura.

Únicamente las gacetas (y sus redactores, los gaceteros) aparecen con un perfil bien definido y merecen un tratamiento independiente: el que les dedica en el discurso quinto, «Fábulas gacetales», del tomo VIII del Teatro crítico (1739) y en la 36, «Satisfacción a un gacetero», del primero de las Cartas eruditas (1742), directamente relacionado con el anterior. Pero nada hace suponer que de algún modo los identificara con las Memorias de Trevoux o con las otras revistas culturales que maneja. A éstas las menciona siempre como «libros» o «tomos», y a sus responsables sencillamente como «autores». El nombre de «diaristas», que utiliza para referirse a los del Diario de los Literatos, sólo adquiere valor genérico muy tardíamente, a partir de la carta 10 del tomo IV (§ 21) donde emplea esa voz (parece que sugerida por su corresponsal), y luego en dos ocasiones más, para los autores de las Memorias de Trevoux. En cuanto a la prensa crítica, representada por el Spectator, todas sus menciones apuntan también a una consideración puramente libresca, sin aludir para nada a su dosificación periódica. Por mucho que aprecie a éste y a los periódicos que le sirven como intermediarios culturales, no hay nada al parecer que le motive a hablar de ellos como discursiva y detalladamente lo hace de las gacetas.

8 Trato con más ~plitud de todo ello en «Un nuevo instrumento cultural: la prensa periódica», en Joaquín Alvarez Barrientos, Fran9ois Lopez, Inmaculada Urzainqui, La República de las Letras en la España del siglo XVIII, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1995, pp. 125-216.

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

614 INMACULADA URZAINQUI

De ellas sí que tenía motivos para ocuparse. Por una parte, como observador atento y crítico de errores comunes era razonable que le tentara alertar al público de sus engaños, estando ya tan extendida su lectura; pero es que, además, habiendo él mismo padecido la mendacidad periodística, tenía que defenderse. Como enterará al lector mediado ya el citado discurso, la Gaceta de Londres del 27 de noviembre de 1736, había estampado una carta, escrita presuntamente por un teólogo de Madrid, en la que se le implicaba en un rocambolesco movimiento reformista de la Iglesia española. Para colmo de males, la noticia y la carta se habían reimpreso poco después en la Gaceta de Utrech, de donde pasó a la de Berna, y supone que también a las demás de la Europa protestante. Semejante acusación a un hombre de su ortodoxia exigía una inmediata respuesta. Y así lo hace, no sólo rechazando de plano tan disparatada incriminación, sino-lo que era más efectivo---desmontando sus bases con la evidencia de las patrañas-«fábulas»--que son muchas noticias, y el frecuente sesgo partidista de los informadores protestantes respecto de los católicos. Es decir, que si habla de la prensa, no es tanto para elucubrar en el aire cuanto para advertir al vulgo y recomponer su maltrecha reputación, como él mismo se adelanta a confesar: «No negaré que el amor proprio, aunque honesto y decoroso, ha influido algo en la formación de este discurso» (p. 65). Y lo «forma» como suele hacerlo: con brío, graduando los pasos de la argumentación pero con la libertad propia del discurso ensayístico, sazonándolo con observaciones sagaces y trayendo a colación los oportunos ejemplos.

A la altura de 1739, el gaceterismo era ya una realidad consolidada que respaldaba un creciente número de lectores y concurrentes de mentideros y tertulias. La Gaceta de Madrid, fundada en 1661 y de periodicidad semanal ya desde 1697 en que adquirió el privilegio Juan de Goyeneche, era todavía una empresa privada en manos del marqués de Belzunce, hijo y sucesor suyo, aunque estaba atentamente vigilada por el gobierno, que anexionará su privilegio en 1762. Estructurada en dos bloques temáticos, ofrecía noticias de política internacional en el primero (marcadamente al servicio de los intereses nacionales), y de política interior, vida de la Corte y cosas de España, junto con el anuncio de publicaciones recientes, en el segundo. A falta todavía de un mejor sistema de documentación, esas noticias se allegaban por los conductos más dispares; entre otros, y como se verá en el discurso de Feijoo, por otras gacetas y por colaboracio-nes espontáneas de los lectores. Otras ciudades contaban también con gacetas del mismo estilo, aunque su existencia era mucho más precaria e irregular. Desde enero de 1738 se había unido al grupo el Mercurio histórico y político, traducción del de la Haya emprendida por el opositor de Feijoo, Mañer, bajo el anagrama de Monsieur le Margne.

Al Padre Maestro, buen conocedor de la Gaceta, a la que ya había citado unas cuantas veces (nada dice en cambio del Mercurio) y del alcance de sus informaciones, le asistía, pues, todo el derecho y la autoridad para pronunciarse sobre sus informaciones y para constatar, como base de su discurso, su importante papel en el crédito público de las personas:

Siendo la Gaceta uno de los principales órganos de la Fama, no será mucho apropriemos a aquella lo que de esta dixo Virgilio: «Tam ficti, pravique tenax,

-111- Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

EL DISCURSO DE FEuoo SOBRE LA PRENSA 615

quam nuntia veri.

Que fuera una nueva forma de escritura no es cuestión que parezca preocuparle. O al menos, nada dice de ello. Lo que le inquieta es la veracidad de su dimensión más inmediata: la información. Pero no planteada con carácter general o en el ámbito de la política-la parte del león de las gacetas-, sino en el particular de la vida civil. Hacía tiempo ya que estaba persuadido de que el falseamiento de los hechos era práctica habitual del noticierismo político y que había poco que hacer por ese lado. Como había escrito en el discurso Amor de la patria y pasión nacional, «en todos los reinos se estampan las gacetas con el privilegio, no digo de mentir, sino de colorear los sucesos de modo que agraden a los regionarios: en cuyas pinturas frecuentemente se imita el artificio de Apeles en la del rey Antígono, cuya imagen ladeó de modo que se ocultase que era tuerto; quiero decir, que se muestran los sucesos por la parte donde son favorables, escondiéndose por donde son adversos» (TC, III, 10, § 21). Cuando traiga a colación sus dos clases de noticias, las de Estado y las particulares que nada tienen que ver con la política, dejará claro que no son aquéllas de las que va a hablar, sino de las segundas. Reafirmándose en su antigua opinión, ve irremediable, y hasta cierto punto justificable, que se distorsionen los hechos políticos porque, como demuestra la historia, siempre se han querido saber las cosas por el lado que más conviene y satisface. «Entretanto que haya guerras entre algunas potencias, las Gazetas de cada reino exagerarán las ventajas proprias, disminuyendo las pérdidas; como al contrario, exagerarán las pérdidas, disminuyendo las ventajas del enemigo» (pp. 61-62). De manera que, siendo inútil «y aun acaso peligroso» intentar el desengaño de la «insinceri-dad política», vale más aplicarlo a la que se aloja en las materias que nada tienen que ver con ella, que a fin de cuentas obedecen a los particulares intereses y criterios de los propios gaceteros.

Y eso es lo que hace, no sin aducir también dos motivos para el optimismo: que los antiguos llegaron mucho más lejos en sus exageraciones que los modernos, y que «en orden a este artificio político de las Gazetas», las de Madrid suelen ser mucho más verídicas que las extranjeras, por lo que es absurdo, como hacen muchos, ir a buscar en las de fuera lo que creen no van a hallar en las de casa.

Centrado ya el tema, su construcción teórica se orienta en dos direcciones: una crítico-descriptiva y otra, diríamos hoy, deontológica; en demostrar, por una parte, con ejemplos fehacientes lo cierto de sus acusaciones, y por otra, en reflexionar sobre la sanción moral de esas patrañas. También, aunque tangencialmente, tocará el tema de la censura.

Para que los lectores desconfíen de las noticias gacetales y los gaceteros tengan más cautela en admitir las que reciben, Feijoo hace desfilar unos cuantos casos de mendacidad informativa nacidos, según demuestra, o del sensacionalismo acrítico, la mala fe o, como el suyo propio, del fanatismo religioso, sin duda tres de las grandes lacras del periodismo de todos los tiempos. Por citar un ejemplo, que además motivó la réplica del gacetero: la noticia publicada en la Gaceta de Zaragoza (del 28 de octubre de 1736) y repetida luego más abultada por la de Barcelona, del hallazgo de un

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

616 INMACULADA URZAINQUI

carbunclo en las proximidades de Orán. Como demuestra Feijoo con una carta que le remitió de allí el Intendente de Hacienda, todo partió de la broma de un soldado al gacetero de Zaragoza, quien crédulo y con pocos escrúpulos la estampó asegurando haber recibido la información a través de varias cartas. En consecuencia, los tres son culpables, el bromista y los dos gaceteros.

Para categorizar esta dimensión ética, Feijoo aplica clarividentemente el poderoso efecto multiplicador que supone la prensa. Puesto que según las reglas teológicas la malicia de un engaño se multiplica en razón del número de los hombres engañados, aunque de suyo la mentira sea sólo un pecado venial, la que se vierte en las gacetas se acrecienta en proporción igual. «Contémplese ahora cuántos millones de malicias contendrá un acto con que se engaña a todos los hombres de muchas naciones, presentes y venideros. Convengo en que son malicias solo veniales, ¿pero a qué alma que no tenga o el entendimiento muy estúpido o la voluntad muy depravada no dará horror el agregado de millones de millones de malicias, aunque leves?» (p. 69). Incluso aunque, como la del carbunclo, se trate de mentiras jocosas u oficiosas, las consecuencias que pueden tener (muchos crédulos podrían lanzarse en su busca) las hace particularmente perniciosas.

Por último, y aunque de pasada, Feijoo se pronuncia también sobre el tema de la censura. Si en la Gaceta de Madrid hay menos patrañas que en las otras es porque cuenta con una supervisión política cualificada («hay siempre la providencia de que a la formación y corrección de aquella preside algún ministro dotado de prudencia y crítica»). Que es tanto como avalar que esa supervisión exista.

La carta 36, «Satisfacción a un gacetero», que como se colige de su lectura es la respuesta a la que le había dirigido el periodista de Zaragoza defendiendo su honestidad y quejándose de la pérdida de crédito público ocasionada por su denuncia, le sirve para redondear su exposición proyectando hacia el oficio periodístico su repetido principio epistemológico de que todo aquel que proponga algo en público debe advertir honradamente el grado de fiabilidad que le asiste, y para aclarar algo más sus ideas sobre la prensa. La carta, en efecto, se la había escrito Luis de Cueto el 30 de mayo de 1739, y no hace mucho la publicó Rafael Alarcón Sierra con un documentado estudio sobre la figura e ideas de este gacetero9

• Con ella, se entienden mejor los nuevos puntos que Feijoo aborda. Los dos son corteses y se manifiestan aprecio; pero sus criterios son diametralmente diferentes. La disculpa del gacetero de haber estampado la noticia rápidamente tal como le había llegado y «más por noticia festiva que por decisión historial» no satisface a Feijoo. Aun cuando conceda de buena gana que la falsedad haya podido deberse más a la urgencia informativa que a la mala fe, ello no le redime ni justifica; porque aunque las prisas no permitan entrar en averiguaciones sobre la verdad de los hechos, si de algo no se está seguro hay que tener la precaución de decirlo. «Poco cuesta el ribete de que tal noticia necesita de confirmación» (pp. 343-344). Pero eso no es decir que sólo se han de publicar aquellas cuya veracidad está plenamente

9 Rafael Alarcón Sierra, «La prensa en el s. XVIII. (El Padre Feijoo y Luis de Cueto: una polémica sobre la Gaceta de Zaragoza», Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII, 2 (1992), 3-28.

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

EL DISCURSO DE FE!JOO SOBRE LA PRENSA 617

contrastada. Si así fuera, tendríamos, dice, unas gacetas «tristes, secas y descarnadas» que nada o muy poco podrían interesar. «No señor. Mi dictamen es que serán mucho más apreciables aquellas gacetas en que se divulguen cualesquiera novedades, o ciertas o sólo probables, que sean oportunas para lisongear la curiosidad de cualesquiera entendimientos bien dispuestos que aquellas en que se descarten todas las dudosas». Basta con advertir que lo son; y si luego se confirman en un sentido u otro, se entere de ello a los lectores. Y dos recomendaciones más cargadas, como las otras, de buen sentido: si algún bromista viniera con un embuste, nada mejor que sacarlo a la vergüenza pública para que escarmiente; y si el sujeto que manda la noticia no es conocido, es decir, carece de fiabilidad, «lo que se debe hacer es despreciarla» (p. 346). Por lo demás, añadirá complaciente, el poner en guardia a los lectores, no es desacreditar las gacetas ni decir que no se lean; al contrario, si el gacetero se conduce por estos criterios, las castigará más, y los lectores, más confiados, las leerán con mayor interés. Para ello no hay más que tener el talento y buena voluntad que, por otra parte, demuestra el gacetero de Zaragoza. «Todo el contexto de su carta me hace palpable cuan bien condicionadas tiene una y otra potencia. Y aun puedo decir que lo inteligente y discreto se dexó conocer bastantemente en el concertado estilo y ajustado método de sus gacetas, por lo que yo he leído con mucho gusto las que me han venido a las manos» (p. 345).

En resumen, que la prensa informativa, penetrada de veracidad intencional y practicada con rigor, «concertado estilo y ajustado método», además de útil puede ser muy atractiva.

¿Y qué piensa de las otras modalidades periodísticas? Aun cuando, como he indicado, la prensa cultural o erudita no cuente con un

discurso tan explícito como el de la noticiera-acaso porque teniendo para él un valor fundamentalmente instrumental y siendo todavía poco conocida en España (TC, V, 17, §48) no ve necesario hacerlo-, su amplia utilización y algunos breves comentarios desgranados aquí y allá permiten colegir lo esencial de su pensamiento.

Que tenía un elevado concepto de ella se deja ver claramente ya en el primer tomo del Teatro, cuando, encareciendo el aprendizaje del francés para acceder a un gran caudal de conocimientos nuevos cita, entre otras publicaciones, la Historia de la Academia Real de las Ciencias como el mejor repertorio de noticias científicas y observaciones de todo tipo10

, y para estas y otras muchas materias, las otras tres grandes revistas de la Ilustración francesa:

Otros muchos libros hay escritos en el vulgar idioma de la Francia, singulares cada uno en su clase, o para determinada especie de erudición, como las Noticias de la República de las Letras, las Memorias de Trevoux, el Diario de los Sabios de París,

10 «De la física experimental (que es la única que puede ser útil) se han escrito en el idioma francés muchos y curiosos libros, cuyas noticias no se hallan en otros. La Historia de la Academia Real de las Ciencias es muy singular en este género, como también en infinitas observaciones astronómicas, químicas y botánicas, cuyo cúmulo no se encontrará, ni su equivalente, en libro alguno latino; mucho menos en castellano» (TC, I, 15, § 6, Paralelo de las lenguas castellana y francesa)

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

618 INMACULADA URZAINQUI

la Biblioteca oriental de Herbelot, etc. (ibíd.)

Para un intelectual como él, ávido de conocimientos y empeñado en la lucha contra el error, las revistas de la modernidad ilustrada representaban un depósito inmenso de informaciones a las que difícilmente habría llegado de otra manera; un cauce privilegiado «para enriquecer la memoria de especies» y verter luego las más a propósito en el discurso de su obra, como dice defendiéndose de la acusación de plagio (TC, III, «Prólogo apologético») Qué «especies» fueran estas lo evidencian sus citas: extractos de libros, disertaciones académicas, noticias de inventos y experimentos científico-técnicos, reflexiones, datos que confirman sus hipótesis o sus ideas, casos y testimonios médicos, noticias y apreciaciones críticas sobre autores aún no leídos, temas para todo un discurso (TC, VIII, 8) o para una parte de otro (TC, VIII, 10, § 68) ... De ahí que solo en un contexto defensivo se explica que pudiera limitar su alcance al de simples repertorios de resúmenes bibliográficos:

[ ... ]Porque así las Memorias [de Trevoux] como el Diario [de los Sabios] no son otra cosa que unos meros catálogos de los libros que van saliendo a luz, dando una noticia tan ligera y superficial de su asunto, que en media hora se lee el contenido de más de treinta libros (TC, 111, «Prólogo apologético»)

Sabe que son eso, pero también tribunas para la confrontación científica y la exposición libre de las propias ideas. Por eso no tiene nada que objetar a que las Memorias de Trevoux publicaran la carta enviada contra él desde Zaragoza sin más comentarios. Lo hicieron «ut iacebat, sin poner cosa alguna de suyo, sin afirmar ni negar, sin asentir ni disentir. Esto es lo que practican con todas las noticias literarias que se les suministran de varios reinos y estampan al fin de cada mes. Así muchas veces se encuentran unas noticias contradictorias a otras. Si yo les escribiese ahora que el anónimo de Zaragoza es un impostor [ ... ] eso mismo imprimirían allá, porque su incumbencia es publicar las noticias que se les comunican, sin asenso ni disenso, y aun sin examen (porque este, por la mayor parte, les es imposible) de la verdad o falsedad que tienen» (TC, V, 17, §39). Y por eso también, aunque muchas veces asiente a lo que lee en ellos, otras lo corrige, lo interpreta de forma diferente, añade observaciones propias, o decide suspender el juicio.

Por otra parte, según idea ya bastante generalizada, considera a este tipo de prensa, en tanto que registro dinámico del progreso humano, fuente fundamental para el conocimiento histórico de las ciencias y artes y una suerte de «historia literaria», aun cuando no llegue a utilizar este sintagma que en la formulación baconiana se impondrá a lo largo del siglo''. Lo dice cuando a consulta de un corresponsal que quiere realizar una gran historia de la cultura (CE, IV, 10), propone dos publicaciones periódicas. En

11 Vid. I!J.maculada Urzainqui, «El concepto de historia literaria en el siglo XVIII», en Homenaje a Alvaro Galmés de Fuentes, Oviedo-Madrid: Universidad de Oviedo-Gredos, 1987, III,.565-589.

-111- Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

EL DISCURSO DE FEuoo SOBRE LA PRENSA 619

concreto, para la historia de la música, podrán servir «los muchos materiales que hay para ella en la Historia y Memorias de la Academia Real de las Inscripciones y Bellas Letras»; y para las ciencias y artes en general, las Memorias de Trevoux, muy superiores a otras fuentes que también recomienda, por su planteamiento historicista, especializa-ción y acertada labor de equipo:

En defecto de historias formadas, indicaré a V.S. tres fuentes copiosas de noticias para la historia de las Ciencias y Artes, que son el Theatrum vitae humanae de Lorenzo Beyerlink, las Memorias de Trevoux y los tres últimos tomos de la Historia antigua de Monsieur Rollin [ ... ] Las Memorias de Trevoux contribuirán con grandes y más seguros socorros para el asunto; grandes, porque esta dilatada obra fue y está dedicada a ese fin, y así le pusieron y ponen sus autores el título de Memorias para la Historia de las Ciencias y Bellas Artes; más seguros, por la mejor crítica y más ciencia de los autores; porque como son muchos los que trabajan asociados en esta obra, dividiendo entre sí los asuntos, abarca cada uno solo aquello que es proporcionado a su estudio, inteligencia y comprehensión.(p. 141).

Aunque sólo concreta sus sugerencias a estas dos revistas, se deduce que otras similares estarán en condiciones de ofrecer lo mismo. Tal como había expresado diez años antes su gran amigo Sarmiento cuando, al proponer los fondos de una buena biblioteca, incluía las publicaciones periódicas entre las Colecciones de historia literaria 12

Fuera de estas consideraciones de carácter más general, su discurso se completa con las pinceladas críticas que dedica a tres importantes periódicos, la Historia de la Academia Real de las Ciencias (ya mencionado), las Noticias de la República de las Letras, que califica de «doctíssima obra» (CE, V, 3, § 8) y las Memorias de Trevoux, para cuyos autores tiene los mayores y más repetidos elogios como hombres «doctos» (TC, VIII, 12, § 28), «sabios», de sólido pensamiento (Ilustración apologética, p. 130), autorizados, claros y exactos en sus extractos (CE, V, 21, § 5), <<junta de hombres doctos en todo género de letras» (Adiciones, p. 239), etc.

A cambio, los demás periódicos eruditos que maneja, tanto franceses como españoles, no reciben ningún comentario, mientras que sí valora las disertaciones o trabajos que aparecen transcritos o reseñados en ellos: indicio claro, a mi juicio, de que le interesan más los contenidos que el continente (los periódicos), y quizás una de las

12 «Bajo este título comprendo aquellos libros periódicos que salen todos los años y que contienen un extracto y crítica de los libros que van saliendo en Europa. De este género hay que empezaron y lo dejaron, y estos son infinitos con diversos títulos de Memorias, Diarios, Bibliotecas, Historias, Mercurios, Epístolas, Novelas, Gacetas, Catálogos, República, Obrages, Actae, etc. Otros son los que prosiguen .. », Catálogo de algunos libros curiosos y selectos para la librería de algún particular que desee comprar de tres a cuatro mil tomos. Por el Rmo. P. Fr. Martín Sarmiento. Terminado en 1743 y revisado en 1754. Lo editó el Semanario erudito, V (1787),97-174.Lacitaenp.128.

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

620 INMACULADA URZAINQUI

razones por las que no hace nunca caracterizaciones de conjunto. O casi nunca, si es suyo un texto aparecido en El Hablador juicioso y crítico

imparcial (1763) del Abate J. Langlet. Según declara su redactor, como remate a una «Satisfacción al público», Feijoo le acababa de dirigir una carta de apoyo animándole a seguir con su revista:

[ ... ] Para satisfacción núa me basta el testimonio con que me honra, sin conocerme, el Ilmo. Señor y eruditísimo P.M. Feijoo animándome a la prosecución de esta obra, en carta del 8 del presente mes 13

,

cosa que no hay por qué dudar de que fuera cierta. Ya aunque no se conociera el texto, el dato tendría interés porque, aparte de ser uno de los últimos de Feijoo, serviría para saber que tal apoyo se produjo. Pero es el caso, además, que dos números después, en el VIII (y último de la publicación, que desaparece de la escena sin que se conozca la causa), se estampa una Respuesta al autor de estas noticias literarias de un hombre de letras conocido en España, que bien podría ser la mencionada carta de Feijoo. Advierte Langlet que aunque escrita el día 6, no llegó a sus manos hasta el 21, y que ha silenciado el nombre del autor atendiendo a su deseos, si bien cree que el público sabrá identificarlo por los rasgos de su pluma.

La carta, muy larga, pues ocupa casi 8 páginas, es un pormenorizado comentario crítico del Hablador juicioso en respuesta a la solicitud del periodista. La pregunta, pues, surge sola: ¿es la misma a la que éste había aludido antes? ¿Se trata realmente de un texto de Feijoo?

A favor de esta suposición hay varios argumentos: 1 º) La coincidencia entre su contenido y el de la carta que Langlet dice haber recibido de Feijoo, pues aunque sus consideraciones críticas traducen una cierta desconfianza hacia su labor, hay efectiva-mente palabras de elogio que podrían interpretarse como de ánimo. 2º) El autor de la carta-«un sabio», «Un hombre de letras conocido en España»----encaja a la perfección con la imagen pública de Feijoo. 3º) El tono, el estilo y en parte también las ideas podrían cuadrar igualmente con los suyos. 4º) El redactor de la carta se confiesa anciano, y Feijoo desde luego lo es, pues contaba por entonces 87 años. 5º). A ello hay que añadir que esta atribución es antigua, como lo evidencia una nota manuscrita del ejemplar de la BibliotecaNacional-«Dicen q. fue el Illmº p. Benito Feijoo»-, y que un especialista como Guinard la dé también como probable, pues aun cuando Langlet fuera intenciona-damente ambiguo, la reserva que cortésmente manifiesta hacia la prensa abogaría por

13 El Hablador juicioso y crítico imparcial; noticias literarias de España acompañada de reflexiones críticas y eruditas. Por el Abate J. Langlet, Académico de la Real Academia de Angers, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, 1763, nº VI (sin paginar). Aunque los números no consignan la fecha, como el 1 lo anunció la Gaceta del 31 de mayo y era semanal, se deduce que se trata del mes de julio.

-111- Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa-

EL DISCURSO DE FEuoo SOBRE LA PRENSA 621

su autenticidad14• Por otra parte, los intereses enciclopédicos del periodista, su sintonía

de pensamiento con Feijoo (dedicatoria al público, defensa de la mujer, entusiasmo por la ciencia ... ) y los cálidos elogios que le dedica justificarían que alguien tan dado a contestar a quienes amistosamente le consultaban se aviniera con gusto a complacerle.

Pero hay también dos razones que operan en sentido contrario: las fechas de ambos escritos no coinciden exactamente y las reservas del anónimo hacia la prensa contradicen la literalidad del apoyo de Feijoo. Por lo demás, Caso González y Cerra no recogen el texto en su completa bibliografía15• En consecuencia, y a falta de mayores evidencias, solo puede proponerse la autoría de Feijoo como un hecho verosímil. Pero puesto que existe esa posibilidad, resumiré brevemente lo que interesa a mi tema.

En principio, el plan de la obra le parece utilísimo, pues todas las materias que se propone tratar (moral, política, metafísica, bellas letras) con la noticia y crítica de obras nuevas son necesarias al hombre «y las más deliciosas a la racionalidad»; pero también inabarcable para un hombre solo, a no ser que se conforme con decir muy poco de cada cosa. Para hacer el extracto y crítica de libros «son menester muchos»: muchos han sido los que se han empleado en el Diccionario (sic) de Trevoux y con cuatro comenzó el Diario de los Literatos, «que en mi sentir no era inferior a aquel, y ninguno sobró, siendo muy verisímil que si nuestra desgracia no hubiera hecho abortar aquella importantísima obra, hoy estaría por lo menos triplicado el número de sus autores» (pp. 52-53). Pero aun suponiendo que supiera de todo (cosa quimérica), le desaconseja que critique obras ajenas porque siempre tendrá enfrente a quienes se empeñan en negar la legitimidad de la crítica. Por otra parte, el dar obras mediante papeles periódicos tiene más inconvenientes que ventajas, pues obligando a leerlas «a retazos, sirven más para una curiosidad pasajera, que para una instrucción sólida» ya que cuando el segundo papel llega al lector, ya se olvidó del primero, y si quedó pendiente un asunto, «es preciso repetir la lectura del uno para tomar el hilo a la materia del otro». O sea, que no comparte sus planteamientos, por más que luego contrarreste sus reservas calificando la revista como «bella, erudita y útil» y diga que se cuenta en el número de sus apasionados «por lo que honra a nuestra nación, por lo que promueve nuestra literatura, y por lo que favorece a mi persona» (pp. 57-58). Ni que decir tiene que si realmente la escribió Feijoo, no muestra demasiado entusiasmo por la prensa. O por la que practica Langlet, que no es lo mismo.

Aunque a Feijoo le cabe el honor de ser el primero que en España da fe pública de conocer la revista que, con The Tatler, abre la fecunda vía del ensayo crítico-periodísti-co, y de admirarla (por los préstamos que toma y los elogios que le dedica se conoce que le produjo un auténtico deslumbramiento), da la impresión, como he dicho, que no alcanza a captar su dimensión periodística. Seguramente porque la conoció tarde-a

14 Paul F. Guinard, La presse espagnole de 1737 a 1791. Formation et signification d un genre, Paris: Centre de Recherches Hispaniques, 1973, p. 142, n.95. Pero no entra en más explicaciones.

15 Benito Jerónimo Feijoo, Obras completas. Tomo I. Bibliografía. Por José Miguel Caso González y Silverio Cerra Suárez, Oviedo: Cátedra Feijoo-Centro de Estudios del Siglo XVIII, 1981.

-t .. Centro Virtual Cervantes

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Inmaculada URZAINQUI. El discurso de Feijoo sobre la prensa

622 INMACULADA URZAINQUI

través de su traducción francesa, pues no sabía inglés 16-y ya como una publicación unitaria y cerrada. De todos modos, de sus comentarios y citas se desprende que sabe de su extraordinario éxito («Corre hoy con tanta celebridad», CE, 11, 18, § 18) y que capta a la perfección algunos de sus rasgos más salientes y caracterizadores: su sagacidad crítica, ingenio, amenidad, gracia, y talento para forjar retratos que representen al vivo las actitudes y comportamientos humanos.

En fin, a la luz de lo indicado parece claro que un lector tan fiel de prensa como fue Feijoo, por más que la apreciara y se beneficiara tanto de ella como vehículo de conocimiento, sólo alcanzó a tener una visión parcial del fenómeno periodístico. Comprendió e interpretó muy bien el noticierismo de las gacetas, y se adelantó a dar clarividentes pautas sobre ellas. Pero del erudito y del crítico pasó, o prefirió pasar, poco más allá de los umbrales.

Con todo, ¿hay quién duda de la elocuencia del gesto?

16 Publicada entre 1711 y 1713, la primera traducción francesa salió en Amsterdam en 1714 con el título que, hispanizándolo con una voz nueva, le da Feijoo, Le Spectateur fram;ais ou le Socrate moderne (El Spectador o Sócrates Moderno), y la segunda en París en 1754.

-ti- Centro Virtual Cervantes