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EL ESPEJISMO DE UNA ENERGÍA SOCIAL La economía del hidrógeno THE MIRAGE SOCIAL ENERGY The Economy of the Hydrogen Jesús A. VAlero MAtAs Universidad de Valladolid. España [email protected] Resumen El texto reflexiona sobre la economía del hidrógeno. Una esperanza que abrió Rifkin en su obra La economía del hidrógeno (2002) como solución a los carburantes fósiles y al efecto invernadero. Este nuevo “dorado” energético que iba a solucionar los problemas energéticos de la humanidad, en especial a los más desfa- vorecidos, no ha llegado, y posiblemente nunca llegue en los términos de Rifkin. Las cuestiones que impiden desarrollar la economía del hidrógeno son múltiples, entre ellas sus impactos sociales. La divulgación de las tesis de Rifkin abrieron la esperanza a muchos sectores de la sociedad, y tras el paso de los años esto no se ha cumplido y está lejos de hacerse realidad. Se exponen algunas razones por las cuales la economía “social” del hidrógeno no podrá convertirse en esa energía de salvación social. PalabRas Clave Ciencia, Tecnología y sociedad, Cambio social, Combustible, Impacto social, Energía renovable. abstRaCt This paper is a critical examination of proposals for a “hydrogen economy.” In Jeremy Rifkin’s The Hydrogen Economy (2002) such an economy was proposed as a solution to the many problems associated with the use of fossil fuels including the dangers of global climate change. The promise has been echoed since by many others who have been concerned by energy policy. Hydrogen has increasingly been viewed as a “dorado” energy that would greatly benefit all humanity, especially the most disadvantaged. But the golden age of energy has not yet appeared and may never do so. There are multiple problems in the development of a hydrogen economy. One of these problems concerns social impacts, which have especially been ignored. It is the potential social impacts of a hydrogen economy that are given special attention here, in order to explore some of the reasons for doubting that the social economy of hydrogen will be able to realize the many hopes associated with it. KeywoRds Fuel, Renewable energy, Social Impact, Science, Technology and Society, Social Change. Revista inteRnaCional de soCiología (Ris) Vol.68, nº 2, MAyo-Agosto, 429-452, 2010 ISSN: 0034-9712 eISSN: 1988-429X DOI:10.3989/ris.2008.08.13

El Espejismo de Una Energia Social

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El espejismo de una energia social

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  • EL ESPEJISMO DE UNA ENERGA SOCIALLa economa del hidrgeno

    THE MIRAGE SOCIAL ENERGYThe Economy of the Hydrogen

    Jess A. VAlero MAtAsUniversidad de Valladolid. [email protected]

    ResumenEl texto reflexiona sobre la economa del hidrgeno. Una esperanza que abri Rifkin en su obra La economa del hidrgeno (2002) como solucin a los carburantes fsiles y al efecto invernadero. Este nuevo dorado energtico que iba a solucionar los problemas energticos de la humanidad, en especial a los ms desfa-vorecidos, no ha llegado, y posiblemente nunca llegue en los trminos de Rifkin. Las cuestiones que impiden desarrollar la economa del hidrgeno son mltiples, entre ellas sus impactos sociales. La divulgacin de las tesis de Rifkin abrieron la esperanza a muchos sectores de la sociedad, y tras el paso de los aos esto no se ha cumplido y est lejos de hacerse realidad. Se exponen algunas razones por las cuales la economa social del hidrgeno no podr convertirse en esa energa de salvacin social.

    PalabRas ClaveCiencia, Tecnologa y sociedad, Cambio social, Combustible, Impacto social, Energa renovable.

    abstRaCtThis paper is a critical examination of proposals for a hydrogen economy. In Jeremy Rifkins The Hydrogen Economy (2002) such an economy was proposed as a solution to the many problems associated with the use of fossil fuels including the dangers of global climate change. The promise has been echoed since by many others who have been concerned by energy policy. Hydrogen has increasingly been viewed as a dorado energy that would greatly benefit all humanity, especially the most disadvantaged. But the golden age of energy has not yet appeared and may never do so. There are multiple problems in the development of a hydrogen economy. One of these problems concerns social impacts, which have especially been ignored. It is the potential social impacts of a hydrogen economy that are given special attention here, in order to explore some of the reasons for doubting that the social economy of hydrogen will be able to realize the many hopes associated with it.

    KeywoRdsFuel, Renewable energy, Social Impact, Science, Technology and Society, Social Change.

    Revista inteRnaCional de soCiologa (Ris)Vol.68, n 2, MAyo-Agosto, 429-452, 2010

    ISSN: 0034-9712eISSN: 1988-429X

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    intRoduCCin1

    Desde hace dcadas se viene investigando sobre diferentes alternativas energticas con el objeto de reducir o suplir la dependencia de los combustibles fsiles, as como frenar o erradicar la emisin de gases con efecto invernadero. Esto que en cierto modo preocupa a las polticas nacionales e internacionales ha conllevado en el ltimo lustro una mayor incidencia en los programas gubernamentales, con el objeto de ir perfilando medidas de contencin en la emisin de gases de efecto invernadero y reducir la depen-dencia de los combustibles fsiles. Quiz el mayor alegato surgi en 2003 cuando G. W. Bush dijo que haba que investigar sobre el hidrgeno como fuente de energa a modo de solucin al problema del petrleo y derivados. Esta apuesta tuvo su referente en la obra del Rifkin (2002) The Hydrogen Economy, la cual ha sido un canto a la solucin de los problemas energticos del planeta. Siguiendo esta estela, Bush emprendi la andadura en busca del santo grial energtico, y posteriormente la UE hizo lo propio. Ambos han destinado ingentes cantidades de dinero y capital humano en desarrollar el hidrgeno como la fuente energtica del futuro. El 17 de Julio de 2008 (The Washington Post) el ex candidato a la Casa Blanca y reconvertido activista verde Al Gore, en una conferencia en Washington reclamaba al Gobierno, que en los prximos 10 aos desaparecieran todos los productos energticos con emisiones de carbono, y se diera paso a la era energtica libre. Todo esto acontece cuando pases como Rusia o Alemania por esas mismas fechas emprendieron viajes por los pases del Magreb buscando una alianza energtica en torno al gas natural y el petrleo. La multinacional rusa Gazprom pidi a Libia comprar toda su produccin de gas lquido (GLN). Mientras unos abogan por una erradicacin total como ha empezado a hacer Islandia de los derivados del petrleo, otros como Alemania y Rusia persiguen situarse estratgicamente en torno a los combustibles fsiles. Se percibe cierto inters por las energas renovables como fuente energtica alter-nativa, pero ms como imagen institucional que por implicacin real. En este juego lo que probablemente subyace es que existe una cuestin sobremanera importante, y no es otra que la inexistencia de una fuente energtica limpia capaz de sustituir al petrleo. A nuestro juicio esto es lo que acontece, y por eso, los gobiernos mantienen silencio y van parcheando la situacin del cambio climtico y emisiones de CO2 con propuestas de baja influencia y alto coste.

    1 Este artculo ha sido escrito gacias a la ayuda concedida por la Consejera de Educacin de la Junta de Castilla y Len, para movilidad de profesores, en Colorado School of Mines, y al amparo del proyecto de investigacin Infraestructuras-investigacin termodinmica de combustibles innovadores renovables proce-dentes de la biomasa y del hidrgeno para su uso en automocin (GR152) dirigido por el catedrtico de Fsica Miguel A. Villamaan. Tambin quiero agradecer a Carl Mitcham su apoyo y los comentarios del artculo.

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    El agotamiento del petrleo en las prximas dcadas parece un hecho, por la can-tidad de multinacionales del sector que andan realizando prospecciones en cualquier lugar de la tierra, y estn apostando por energas renovables. La importancia adquirida por el gas natural y su intensidad en la economa mundial, se le estima una duracin no muy superior a la del petrleo. Su consumo comporta seguir con las alteraciones del cambio climtico por la quema de hidrocarburos fsiles emisores de bixido de carbono. En estos momentos, la etiquetada psicosis verde ha levantado mucho inters de cient-ficos, ingenieros, industria y polticos en fomentar el hidrgeno como combustible y por-tador de energa en el futuro. Se avizora que el hidrgeno en un futuro, especialmente, en el sector del transporte, jugar un papel importante. Prcticamente dos maneras pueden hacer que un vehculo funcione con hidrgeno: mediante un motor de combus-tin interna o utilizando una pila de combustible. La economa del hidrgeno posibilita una enorme redistribucin del poder, con con-secuencias trascendentales para la sociedad. Como es el potencial sobre el papel del hidrgeno para poner fin a la hegemona y dependencia del petrleo y la erradicacin del contubernio y peligroso juego geopoltico mantenido entre los pases musulmanes productores de petrleo y los pases occidentales. Pero tambin, reducir las emisiones de dixido de carbono y mitigar los efectos del calentamiento global. La abundancia de hidrgeno en el planeta y su poder energtico son innegables, pero la cuestin no est en hablar de los potenciales beneficios del hidrgeno, sino en resolver la cuestin energtica: Podr el hidrgeno ser la energa del futuro como pretenden hacernos creer? Sobre esta cuestin intentamos arrojar luz en las siguientes pginas.

    el hidRgeno Como tRansmisoR de eneRga

    Desde hace siglos el ser humano ha manejado diferentes fuentes de energa para cubrir sus necesidades, primero la madera, luego el carbn, el petrleo, la energa nuclear, las energas renovables, y ahora busca en el hidrgeno el nuevo dorado energtico. Gracias a la investigacin de la ciencia y la tecnologa, el ser humano ha ido mejorando su cali-dad de vida gracias a la aportacin de nuevos instrumentos a lo cotidiano, calefaccin, vitreocermicas, automviles, las telecomunicaciones, las videoconsolas, etc., y todo en su justa medida ha generado mudanza social. La energa no slo repercute sobre los bienes de consumo, tambin incide directamente sobre la produccin de bienes bsicos, los vegetales, las legumbres o los huevos entre otros. Desde hace un siglo, el petrleo viene siendo nuestra principal fuente de energa. Unos aos atrs, diferentes voces comenzaron a reclamar alternativas energticas, por el posible agotamiento del petrleo y los efectos negativos de los hidrocarburos sobre el medio ambiente. El descenso de las bolsas de petrleo est llevando a las grandes petroleras denodadamente a rastrear nuevas reservas de petrleo. Tal es la situacin

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    que las petroleras se han embarcado en explorar en la Antrtida y el rtico, conside-radas reservas slo con proyecciones cientficas. Ante posibles hallazgos, los pases limtrofes se estn repartiendo el territorio. Ante esta realidad surgen diferentes posiciones geoestratgicas para hacer frente al petrleo investigando y desarrollando nuevas fuentes de energa. Con esta situacin de fondo y enarbolando el estandarte del efecto invernadero se plante la economa del hidrgeno como posible agente energtico en sustitucin de los carburantes fsiles. Sus caractersticas le situaban en una situacin privilegiada para competir y desbancar a los combustibles fsiles, vendindolo como energa limpia, econmica y saludable. Se atribuye el descubrimiento del hidrgeno al cientfico britnico Cavendish, quien en 1766 observ que era diferente a otros gases inflamables. Pero sera el francs Lavoisier el responsable de su nombre, hidrgeno: productor de agua. Ya en el siglo XVI los alquimistas saban que cuando el aceite de vitriolo (cido sulfrico) actuaba sobre limaduras de hierro se desprenda un gas combustible, pero desconocan su natu-raleza. Paracelso fue el primero en describir el hidrgeno como gas, al mezclar metales con cidos fuertes. Ms tarde, en 1671, Boyle describira cmo la reaccin producida entre limaduras de hierro y cidos diluidos generaba hidrgeno gaseoso. El hidrgeno se licu por primera vez en 1898 y el cientfico responsable fue Dewar. El hidrgeno es el elemento qumico ms abundante en el universo, y en condiciones normales se encuentra en estado gaseoso. Es el ms comn y ubicuo de los elementos qumicos. El hidrgeno es, energticamente hablando, inagotable. A pesar de ser el ms abundante no se encuentra en estado puro, sino que est presente en forma molecular o inica. Como apunta Gutirrez Jodra (2005: 50) el posible yacimiento ms prximo est en Jpiter, inaccesible por el momento. Por lo tanto, el hidrgeno no es una fuente primaria de energa, sino un vector, y en consecuencia para obtenerlo se necesita la descomposicin qumica del elemento al que se encuentra asociado. La forma ms habitual de encontrar el hidrgeno es el agua, para obtenerlo se debe separar del oxgeno suministrando una corriente elctrica (electrolisis) generada por una fuente de energa primaria. Para que su obtencin sea rentable se recurre a fuentes de energa renovables (elica, solar, geotrmica, etc.). Sobre la consideracin del hidrgeno como vector energtico conviene destacar una serie de caractersticas: 1) bajos puntos de ebullicin y proximidad a la temperatura crtica; 2) bajas densidades del gas y del lquido; 3) su contenido en deuterio, que puede ser una de las bases de la energa nuclear de fusin (Gutirrez Jodra 2005: 50-51). La economa del hidrgeno como red est compuesta por tres etapas funcionales, produccin, almacenamiento y uso, y existen medios tcnicos para lograr estas tres cosas, pero ahora mismo no es posible, incluso, el mtodo ms barato para obtener hidrgeno, por medio del reformado cataltico de gas natural con vapor, es ms costoso que la gasolina (Ogden 2002: 69). Si adems adicionamos el coste del resto de etapas, el precio de consumo se dispara. Las caractersticas ms atractivas hacia el hidrgeno como transmisor de energa residen en su limpieza. Por la ausencia de carbono en el proceso de transicin a la gene-

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    racin de energa que no se producen emisiones de CO2. En segundo lugar su potencial energtico. Su limpieza y potencialidad energtica abri grandes expectativas a los defensores del cambio climtico, y algunas empresas de automviles divisaron una nueva forma de motorizacin con carburantes de hidrgeno. Ciencia y tecnologa llevan dcadas inten-tando encontrar y disear componentes adecuados para hacer a los vehculos hbridos competitivos con los automviles de gasolina. Por el momento, los automviles hbridos funcionan gracias a las denominadas pilas de combustible o fuel cells.

    Qu son las Pilas de Combustible?

    Los principios bsicos de la pila de combustible fueron descubiertos por el fsico suizo Schoenbein en 1938. Grove, en 1845, desarroll los primeros prototipos de la pila de combustible (a la cual llamaba batera de gas). En 1959 el fsico britnico Bacon cons-truy la primera clula estacionaria con xito. 120 aos despus de su descubrimiento, la NASA emple la primera pila de combustible en la misin del Gminis V. Desde enton-ces ha venido utilizando la pila de combustible en sus misiones, pero cada vez mejoradas. Cmo funciona una pila de combustible?: La pila consta de dos electrodos, un nodo, negativo, y un ctodo. El hidrgeno fluye hacia el nodo donde un catalizador como el platino facilita su conversin en electrones y protones (H+). Estos atraviesan la membrana electroltica para combinarse con el oxgeno y los electrones en el lado del ctodo (una reaccin catalizada tambin por el platino). Los electrones, que no pueden atravesar la membrana de electrolito, fluyen del nodo al ctodo a travs de un circuito externo y alimentan nuestros dispositivos elctricos. La figura muestra una sola celda electroqumica que produce aproximadamente un voltio. Para aplicaciones de poten-cia se apilan muchas de estas celdas para formar la pila de combustible, cuyo voltaje aumenta en proporcin al nmero de celdas apiladas (Gmez Romero 2002: 66). Existen varios tipos de pilas de combustible, las cuales aplican diferentes tcnicas en funcin del nivel de temperatura y aplicacin:

    Baja temperatura

    Membrana de Polmero Slido/Proton Exchange Membrane (PEM). Es la ms adecuada para su aplicacin en automocin, por presentar un buen ratio potencia/volumen, elas-ticidad y rpido arranque. Los inconvenientes: necesitan catalizadores caros y son muy sensibles a las impurezas.

    Alcalinas (AFC). Utilizan como electrolito el hidrxido de potasio y alcanzan una eficien-cia prxima al 70%. La NASA utiliza estas pilas en sus cohetes y transbordadores. Su alto coste no permite su comercializacin. Los inconvenientes: la eliminacin del CO2 del fuel y el aire que resulta excesivamente costoso.

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    Metanol Directo (DM). Empleadas en electrnica, tiene la ventaja de utilizar combustible lquido: el metanol. Su principal inconveniente est en el bajo rendimiento y su baja vida til.

    Temperatura media

    cido fosfrico. Son las pilas ms extendidas y con mayor comercializacin Su eficiencia est por encima del 40%, llegando al 80% cuando se aprovecha el calor subyacente. Utilizadas en plantas elctricas estacionarias de hospitales, aeropuertos y otros centros de emergencia. Su inconveniente, el alto coste de su catalizador, el platino.

    Temperatura alta

    Carbonato Fundido (MC). Este tipo de pila consume combustibles basados en hidrocar-buros. Presentan muy buena relacin consumo/potencia, hacindola una buena candi-data. Tiene como desventaja la alta facilidad de corrosin y el uso de alta tecnologa.xido Slido (SO). Sustituye el electrolito por un material cermico, favoreciendo su fun-cionamiento a alta temperatura, y de esta manera lograr una eficiencia inicial del 60%. Su inconveniente est en la alta tecnologa que requiere. En el cuadro siguiente se expone la relacin entre las pilas de combustible y sus condiciones para el transporte.

    Cuadro 1.Pilas de combustible y su relacin con el transporte.

    Fuente:www.scienceprep.org/images/Fuelcell.jpg

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    RIS, VOL. 68. N 2, MAYO-AGOSTO, 429-452, 2010. ISSN: 0034-9712. DOI: 10.3989/ris.2008.08.13

    PosiCiones enContRadas sobRe el futuRo oRo de la eneRga: la eConoma del hidRgeno

    Como en multitud de ocasiones, cuando algo aflora impregnando el avance o la sostenibi-lidad aparecen defensores y detractores. En el caso del hidrgeno con mucha ms razn, puesto que puede erigirse como el nuevo valor energtico, y para otros como Rifkin la solucin a los problemas del mundo y especialmente en los pases ms desfavorecidos. El hidrgeno ha despertado muchas pasiones y esperanzas, a las cuales bastantes cientficos las consideran infundadas e incluso peligrosas. Mientras unos mantienen las grandes posibilidades del hidrgeno como generador de energa social frente al petr-leo, otros ven en el hidrgeno un gran vector de energa pero no para convertirse en el oro energtico del siglo XXI abogando por desarrollar otras energas con mayores posibilidades. Aqu exponemos dos criterios encontrados y que sirven a modo de anlisis de los impactos ante la puesta en escena de la economa del hidrgeno en la sociedad. Lovins, investigador del Rocky Mountain Institute atribuye al hidrgeno casi el cali-ficativo del nuevo dorado energtico. Mientras, Bossel, ingeniero de la European Fuel Cell Forum no niega lo positivo del hidrgeno en materia energtica, pero por una serie de desventajas y dificultades no lo vislumbra como la energa del futuro. Lovins (2005) denuncia veinte mitos generados en torno a las imposibilidades del hidrgeno como generador de energa. Los ms dainos son especialmente cuatro, y su divulgacin est siendo enormemente destructiva y evita que en un futuro la poblacin pueda beneficiarse de ella.

    Mito 1. El hidrgeno es un gas demasiado inestable.

    El gas de hidrgeno puede quemarse, desde luego, y se inflama con mayor facilidad que el gas natural. Pero el hidrgeno presenta una serie de propiedades fsicas que lo hacen una opcin ms segura que los combustibles de fsiles. En primer lugar, el hidrgeno es sumamente voltil casi 15 veces ms ligero que el aire dispersndose y mezclndose con el aire ms rpidamente que los vapores de gasolina. Una vez combinado con el aire, su tendencia cuando salta una chispa es quemarse, a diferencia de los hidrocar-buros cuya tendencia es a explotar con extremada potencia. La llama del hidrgeno es limpia y emite menos humo que los combustibles procedentes de hidrocarburos. Por otro lado, ante una fuga, el hidrgeno tiende a acumularse en el techo del edificio o de la instalacin de almacenamiento, disminuyendo la posibilidad de que las personas se quemen. No aconteciendo lo mismo con la gasolina y el propano por su tendencia a expandirse a los largo del edificio o de la instalacin de almacenamiento.

    Mito 2: El combustible de hidrgeno es demasiado caro para competir con la gasolina.

    En trminos de rentabilidad, el hidrgeno es ms barato que la gasolina. Un coche de motor de combustin rinde energticamente un 15% del volumen del tanque de combus-

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    tible, un hbrido como el Toyota Prius un 26% y un coche con clula de combustible entre un 50% y 70%. Por lo tanto, aunque aparentemente es ms caro en trminos absolutos es mucho ms barato. Haciendo caso a los datos del Ministerio de Energa de USA, un kilo de hidrgeno cuesta 0,71 dlares frente a los 0,72 dlares de 5 litros de gasolina. No hacer caso de esto implica distorsionar la realidad.

    Mito 3: La instalacin de infraestructura del hidrgeno sera prohibitivamente cara.

    Para Lovins la relacin infraestructura/automvil es la pescadilla que se muerde la cola. Si no existen vehculos que demanden hidrgeno no hay infraestructura, y si no hay infraestructura no hay demanda de automviles con clula de hidrgeno. Con este plan-teamiento no ser posible desarrollar el hidrgeno como combustible. Como primera medida Lovins aboga por seguir con la infraestructura del gas natural. Esto servira de inicio hacia la creacin de demanda e implica no tener que emprender una nueva infraestructura. A medida que crezca la demanda y se vaya desarrollando la economa del hidrgeno se estar en condiciones de dotar de nuevas estructuras. A su juicio no es necesario ir tan rpido y debemos movernos hacia la energa del hidrgeno por medio de las energas renovables. Es preciso caminar despacio y seguro. Por el momento hemos de conformarnos y desarrollar la economa del hidrgeno desde el gas natural, el metano y el etano. Insistir en que el hidrgeno se obtenga exclusi-vamente por medios renovables implica hacer un flaco favor al desarrollo energtico, porque se despotencia al hidrgeno fomentando su negatividad. En trminos generales es necesario convencer a las personas de la importancia y beneficios del combustible de hidrgeno con la mirada puesta en generar demanda y hacerlo rentable. Tras la potenciacin del hidrgeno como combustible (y ms tarde como generador de energa a mayor escala) entonces nos hallaremos en las condicio-nes de emprender el camino a la instauracin del hidrgeno puro como energa social bsica. Por ello se necesita continuar investigando sobre nuevas formas de obtencin de hidrgeno como la electrolisis generada por energa elica, el metano reformado, la biomasa, etc.

    Mito 4: Una economa basada en el hidrgeno podra tener un impacto imprevisto en el clima.

    Es evidente el calentamiento global del planeta. La temperatura ha crecido un grado cen-tgrado en el siglo pasado. La quema de combustibles fsiles est documentada como factor importante en el efecto invernadero. Nuestra responsabilidad reside en encontrar alternativas energticas a los combustibles fsiles. El efecto invernadero afecta a todo el planeta: agricultura, ganadera, fauna, flora, etc. No se sabe con exactitud si el hidrgeno como combustible afectar o no al cambio climtico. A priori no tiene por qu, pues no tiene en su molcula carbono ni en el pro-ceso de divisin por medio de la electrolisis interviene el carbono. Slo en el caso de la obtencin de hidrgeno por medio del gas natural en donde s interviene el carbono. A

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    tenor de ello, y con la juventud de este modelo, es obligado seguir estudiando en profun-didad posibles efectos en la atmsfera del uso de estos carburantes. Bossel no recibe la vida social del hidrgeno en los mismos trminos. El tratamiento social e investigador conferido al hidrgeno lo interpreta como un derroche humano y econmico. Entiende que conociendo las limitaciones del hidrgeno para transformarse en un carburante generalista social, se deberan emplear los esfuerzos en el anlisis y el estudio de las fuentes energticas existentes y de otras nuevas. El hidrgeno es un gas muy inestable, hasta tal punto que es muy inflamable y presenta alta detonabilidad. Pero tambin, es un gas agradecido que concede excelentes condiciones de seguridad en su tratamiento, siendo poco ms de un 1% el total de accidentes producidos por el hidrgeno. En su estudio, Bossel analiza una variedad de mtodos para la sntesis, almace-namiento y distribucin de hidrgeno, ya que ningn mtodo an ha demostrado ser superior. Para empezar, el hidrgeno no se encuentra en estado natural, se necesita sintetizarlo. En ltima instancia, el hidrgeno tiene que ser obtenido del agua por elec-trlisis a partir de fuentes renovables, y posteriormente transformarse en electricidad por medio de las pilas de combustible. La separacin de hidrgeno del agua por electrlisis requiere grandes cantidades de energa elctrica y abundante agua (Bossel 2006). El hidrgeno no es una fuente de energa, slo es un portador de energa. El trans-porte de hidrgeno, bien sea por camin o tubera presenta unos costes energticos bastante superiores a lo establecido por la energa del gas natural o gasolina. Incluso la forma ms eficiente de produccin de energa por hidrgeno, las pilas de combustible, no pueden recuperar los valores perdidos de energa. Almacenar hidrgeno lquido implica permitir que se evapore por razones de segu-ridad parte del gas. As que tras dos semanas, un coche perdera la mitad de su com-bustible, incluso cuando no est en movimiento. Argumenta que donde se necesitan cuatro plantas de energas renovables para alimentar una sola planta de hidrgeno puro, necesario para las pilas de combustible, y continua: se necesitan tres de estas plantas de generacin de energa para cubrir las prdidas parasitarias de la economa del hidr-geno, mientras que slo una de ellas es para producir energa til (Bossel 2006). Para concluir, uniste en que una economa del hidrgeno es un despilfarro econ-mico y humano. La gran cantidad de energa necesaria para aislar hidrgeno a partir de compuestos naturales (agua, gas natural, biomasa) ya sea para almacenarlos va gas por compresin o licuefaccin, y su posterior transferencia de energa al usuario, se pierde mucha cantidad de energa hasta convertirla con las pilas de combustible en electricidad til. Solamente un 25% termina siendo efectiva. Esto es un valor inaceptable si se desea ejecutar en un futuro una economa energtica sostenible. Slo el nicho de aplicaciones como los submarinos y las naves espaciales podran utilizar el hidrgeno como energa. Por mucho que la ciencia y la tecnologa se impliquen en esta tarea, hay una cuestin con la cual no podr luchar la economa del hidrgeno, la segunda ley de la termodinmica. Concluye proponiendo la economa del electrn, pues a su juicio tiene mayores proyecciones y puede ser un nuevo campo a abonar en material energtica.

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    Ambos planteamientos son defendibles. No obstante es necesario tener en consi-deracin una cuestin fundamental, para valorar objetivamente cada una en su con-texto. Los costos medioambientales y los beneficios de poner en escena una economa del hidrgeno dependen de si recurrimos al hidrgeno limpio o al hidrgeno sucio. El hidrgeno sucio es el procedente de los combustibles fsiles con baja eficacia y con-tribuyendo a una amenaza global, as como asociado a la generacin de problemas medioambientales locales por la extraccin y distribucin de combustibles fsiles. Y el hidrgeno limpio producido por energas renovables con gran eficacia y bajo impacto medioambiental. Este slo asegura los beneficios medioambientales que son muy importantes (Andrew 2005: 25). Lo que se baraja son dos cuestiones fundamentales, reducir las emisiones de CO2 o eliminarlas. Si la intencin es reducir las emisiones de CO2, la tesis de Lovins es vlida, ahora si la pretensin alberga eliminar la pendencia social de los combustibles fsiles, tendrn que implementarse otras alternativas. Como expone Bossel, hoy por hoy y no cree que en un futuro pueda ser resulta difcil que el hidrgeno se transforme en el dorado de la energa social.

    imPaCtos soCiales de la eConoma del hidRgeno

    Cuando nos referimos a impactos sociales producidos por algo, conviene delimitar aque-llo que se va a evaluar, para posteriormente proceder al anlisis de los hechos. Este requiere una valoracin del ciclo de vida y su repercusin tecnolgica, entrando a formar parte una serie de elementos como el impacto econmico, el medioambiental, social, salud, riesgo, necesidades humanas, sensibilidad, desarrollos objetivos de la sociedad y los impactos polticos y toma de decisiones. Por lo tanto, tomando estas cuestiones como horizonte y destacando que la implan-tacin de tecnologa nunca puede hacer que los riesgos superen descompasadamente los posibles beneficios sociales, as como tampoco que sobre los ciudadanos recaiga todo el peso de su implantacin, y mermando su calidad de vida en lugar de obtener los beneficios declarados de las tecnologas. Reflexionaremos sobre los efectos de la economa del hidrgeno. Dependiendo de cul sea la fuente de obtencin del hidrgeno vara sustancialmente el precio. Ante este hecho debemos plantearnos dos cuestiones: Si de lo que se trata es eliminar la dependencia energtica de los combustibles fsiles, o reducir la emisin de CO2 a la atmsfera. Segn la eleccin, las repercusiones sobre el impacto social varan sustancialmente. Si la intencin es reducir las emisiones de gases con efecto inverna-dero como se ha expresado en epgrafes anteriores, el actual mtodo de obtencin de hidrgeno va gas natural es el ms rentable. Empresas, universidades y centros de investigacin continan explorando diferentes componentes para abaratar los costes,

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    hacerlo competitivo y logar una menor emisin de CO22. Los autobuses municipales de

    hidrgeno de Madrid, Barcelona y otras ciudades espaolas y europeas utilizan este combustible. Otra manera de adquirir hidrgeno es por medio de la biomasa. El aprovechamiento energtico de la biomasa es la gasificacin, que permite obtener gas de sntesis (CO + H2). El gas de sntesis obtenido puede utilizarse como combustible directo, bien como fuente de H2 o como materia prima qumica para preparar otros combustibles. La obten-cin de hidrgeno por gasificacin de biomasa se presenta como una opcin intere-sante, presenta la ventaja sobre el procedimiento clsico (reformado de metano con vapor de agua) de emplear un residuo y no materia prima qumica. Surge como una esperanza al consumo de energa, aunque emite CO2 se reduce la dependencia de los carburantes fsiles. Tiene una desventaja importante, su efecto corrosivo, reduciendo considerablemente la vida de las pilas de combustible y tuberas de transporte. Por otra parte, si lo buscado es eliminar la dependencia de los combustibles fsiles y no emitir CO2 el proceso es bien distinto. Para logar hidrgeno libre de carbono el medio ms comn es el agua, y su tratamiento es la electrolisis. Este mtodo requiere mucha energa para romper la molcula de agua y dividirla en hidrgeno y oxgeno. El suministro de energa bien sea por medio de energas renovables o nuclear, es mayor a la energa que posterior se aprovechara con el hidrgeno. Por ejemplo, el kilogramo de hidrgeno producido por medio del gas natural viene a costar unos 2 euros, donde el 45% de su produccin se debe al coste del gas natural. Segn el precio actual de la energa elctrica, el kg de hidrgeno producido por electrolisis costara unos 5 euros, donde el 85% del coste es producto del precio de la energa. Por otras vas, depen-diendo de un amplio elenco de factores, una estimacin groso modo rondara entre 3,5 euros por kg hasta 8 euros por kg de hidrgeno. A esto se deben aadir costes de transporte, comercializacin, etc. Este asunto es importante tenerlo de referencia cuando se estn analizando las repercusiones econmicas de un producto y comparndolo con otro. De esta manera se aprecia las diferencia de coste y su repercusin econmica en una sociedad. Realizar un balance de la produccin del hidrgeno no atiende exclusivamente a valores finales de consumo y coste dinerario, tambin intervienen y de forma importante, los recursos necesarios para su produccin. En este caso, las toneladas de agua nece-sarias para producir fuel de hidrgeno. Slo en los Estados Unidos se estimaba en 2006 (Norskov y Christensen 2006: 1322-1323) que se necesitan cerca de 150 millones de toneladas de agua al ao para cubrir las necesidades del transporte, si a esto se aade

    2 En Julio de 2008, investigadores de la Politcnica de Catalua (UPC) y del CSIC idearon un catalizador que transforma el etanol en hidrgeno, y que puede ser la solucin para la fabricacin de coches impulsados por hidrgeno. La temperatura de funcionamiento del catalizador es de 310 grados, lo que permite que una mezcla de etanol y agua, en forma de gas, pase por sus canales interiores y salga en forma de hidrgeno y CO2, reduciendo considerablemente el CO2 frente a otros. El carburante de hidrgeno no es puro, ya que contiene carbono.

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    la demanda de los edificios, empresas y uso domstico, el consumo se dispara a los 500 millones de toneladas al ao en EEUU. La sociedad y los recursos hdricos y energti-cos estn preparadas para hacer frente a este reto, a la economa del hidrgeno? Las fuel cells o pilas de carburante son el artilugio necesario para transformar por medio de energa qumica una sustancia en energa elctrica y hacer que funcione un motor de combustin externa. Actualmente, como se ha enumerado sucintamente en epgrafes anteriores, existen diferentes tipos de pilas de combustible, adecuadas a demandas y necesidades diversas. Siendo la pila de combustible alcalina (AFC) la que presenta un mejor rendimiento. La NASA emplea este tipo de pila de combustible en sus actividades espaciales, pero presenta un problema importante, su alto precio. Por qu este encarecimiento? Bsicamente por sus componentes, los catalizadores utilizados son de platino/rutenio, los electrodos contienen gran cantidad de metales nobles, por ejemplo, el nodo puede confeccionarse con platino y paladio, y el ctodo con oro y platino, si esto se desarrolla en todo el mundo, su abaratamiento resultar imposible, porque la demanda de oro, platino, paladio y rutenio se disparar, incrementando el valor de estos metales por la escasez y necesidad de su uso. En el caso de llegar a comercializarse, sera cuestin de plantearselo, porque si el petrleo se agota, los meta-les nobles tambin. Y sobre estos existe un mayor desconocimiento de su durabilidad. En un futuro inmediato tampoco se divisa un descenso de precios, en el mundo existen millones de millones de coches y su produccin va en aumento. En un intento de poder hacer viable los vehculos movidos por hidrgeno, las com-paas de automocin han desarrollado una pila con tecnologa PEM (Protn Exchange Membrane) abaratando bastante el producto. El problema no se ha solucionado del todo, porque el catalizador sigue siendo el platino. Volviendo al mismo asunto, y si se opta por disear todos los automviles hbridos con este tipo de pilas, el platino dispa-rar su precio, aumentando el coste de la pila de combustible. De nuevo entra en liza el cuestionamiento de la durabilidad. El platino es perecedero y estamos hablando de millones de coches y de pilas de vida til entre 10 y 15 aos en el mejor de los casos. El platino es un metal noble agotable. La pregunta a plantearse debe ser: Es viable emprender la comercializacin? En caso afirmativo, Cunto tiempo durar? Las com-paas automovilsticas esperan poder comercializar estos vehculos en 5 10 aos. No nos llevemos a engao, a mayor coste, menos prestaciones y ms dificultades de repostaje. La ciudadana se decantar por este vehculo? Almacenar gran cantidad de hidrgeno de manera segura y barata y posibilitar su utilizacin (por medio de clulas de combustible o por combustin directa) es otro de los retos de este producto. El hidrgeno puede almacenarse de diferentes maneras: Gasi-ficado comprimido a altas presiones, lquido por combinacion qumica o nanoes-tructuras de carbono (Fakioglu, Yrm y Veziroglu 2004: 1373-1374). Actualmente, el hidrgeno gasificado es el ms utilizado, transportndose en botellas como gas a alta presin. Esta forma de almacenamiento no es la ptima si va a usarse como energa para un vehculo, debido al elevado volumen de dichas botellas. Si el inters esta en suministrar a un grupo de viviendas (como hacen actualmente los depsitos de propano)

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    se necesita un silo cuyo volumen ser el tripe al utilizado en estos momentos por las cisternas de almacenamiento de propano. Esto es muy sencillo de observar, slo hay que fijarse en el tanque principal (donde esta el hidrgeno lquido) del transbordador espacial, cuyo volumen es mayor que la propia aeronave3. Los depsitos de hidrgeno gasificado deben ser elaborados con materiales especiales que preserven la seguridad y eviten el riesgo (Kreith y West 2004). El hidrgeno mediante composicin qumica conlleva recurrir a numerosos metales de transicin, y sus aleaciones para almacenar hidrgeno en forma de hidruros metlicos. Este proceso presenta un importante pro-blema, el elevado peso del sistema de almacenamiento como consecuencia de los bajos niveles de retencin de hidrgeno que se consiguen (Conte et al. 2004: 6). Por ltimo las nanoestructuras de carbono, implica introducirlo en el interior de un material slido a una temperatura y presin determinadas para posteriormente extraerlo con otros valores de presin y temperatura. Esta forma de almacenamiento permite acumular una mayor cantidad de hidrgeno en volmenes de dimensiones a los antedichos. No es el modelo ms ptimo, aunque una investigacin reciente ha puesto una brizna de esperanza a las nanopartculas como sistema de almacenaje de hidrgeno (Aguey y Ares 2008). El hidrgeno lquido y el hidrgeno gas a presin son los ms extendidos en el alma-cenaje y transporte de hidrgeno. En el caso del hidrgeno gas a presin para su trans-porte, algunos sugieren utilizar la red de tuberas del gas natural. Esto no es posible porque el gas natural todava se seguir usando por muchos aos. En el supuesto de poder hacerlo por las mismas tuberas del gas natural, stas no serviran pues la fragili-dad del acero frente al hidrgeno hace que las tuberas requieran un aislamiento espe-cial, con fibra de carbono por ejemplo. Por lo tanto, implica un alto coste. La otra opcin consiste en someter al hidrgeno a altas presiones y almacenarlo. Para trasportar hidr-geno lquido es necesario exponer al hidrgeno a una temperatura de -252 grados cen-tgrados es decir, fuel criognico. En Estados Unidos, la NASA y empresas que trabajan con hidrgeno lquido lo transportan en cisternas criognicas bien sobre camin, vagn de ferrocarril o barcaza especialmente preparados. Bossel y Eliasson (2003) desacon-sejan esta prctica como consumo domstico por dos razones: 1) La energa consumida por un tanque de hidrgeno a presin viene a ser una fraccin importante de la energa de hidrgeno consumida del contenido. Por ejemplo para una entrega de 40 kilmetros, la energa utilizada en el recorrido de suministro equivale al 20% de la energa de hidr-geno entregada. 2) Se necesita una flota de transporte inmensa. Siendo la relacin de 15 camiones de hidrgeno por un camin de gasolina de 25 toneladas. Seleccionar esta posibilidad resulta inoperante e irracional. Primero, la flota de camiones desbordara el trfico rodado, su aplicacin conllevara un incremento considerable de puestos de trabajo. En segundo lugar, el consumo de carburante de hidrgeno se disparara.

    3 La NASA para reducir el peso y no el volumen utiliza aleacciones especiales que encarecen demasiado el producto. La aleacin actual es de alumino y litio, cuyo precio aproximado del tanque de hidrgeno ronda los 6 millones de dlares.

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    La seguridad es otro principio importante en la valoracin del impacto de la tecno-loga en la sociedad. Como anunci en su da Beck (1998) estamos ante la sociedad del riesgo, esto no simboliza tomar ms riesgos de los necesarios, y bastantes son consecuencia de los efectos colaterales de la tecnologa. Respecto a la seguridad del hidrgeno no existe un criterio comn. Unos como Braun (2003: 114) testimonian la gran seguridad del hidrgeno frente a otros combustibles fsiles, y apostilla que el nmero de accidentes derivados del hidrgeno en la actualidad aproximadamente son del 1%. En cambio, otros tericos consideran el hidrgeno mucho ms peligroso que las gasolinas (Hordeski 2005: 25). En nuestra sociedad la herencia del hidrgeno muestra cierto rechazo, porque es visto como una fuente de desgracias. El ser humano por fortuna tiene memoria histrica, lo que en muchas ocasiones le ayuda a no cometer los mismos errores, en otros sirve para recordar cuestiones pasadas transformndolas en negativas. El hidrgeno como fuel implica una reaccin qumica sencilla donde hay una transferencia de electrones que producen corriente elctrica. Haciendo uso de la memoria histrica recordemos el Gran Zeppeln que explot en 1937 en Hinderburg. La deflagracin fue producto de un escape de hidrgeno. Ms reciente tenemos la Bomba H, cuya prueba conocida como Ivy Mike se realiz en el atoln de bikini en el archipilago de las Islas Marshall, o la explosin del transbordador Challenger (1986) y su desintegracin en el espacio. Todas ellas son imgenes presentes en la memoria del ser humano, y como tal, sujetas a reflexin y observacin. Junto a esta simbologa se refuerza en su contra la peligrosidad, la alta ignicin y la toxicidad. El gran intervalo de sus mezclas con aire y la velocidad de propagacin de la llama favorecen una posible explosin, mientras que la difusividad y la densidad tienden a reducir su probabilidad, especialmente en espacios abiertos. En espacios cerrados, el escape de hidrgeno tiene lugar con disminucin de la tempera-tura lo que reduce el riesgo. En otro orden, la reaccin qumica transcurre con reduccin de volumen por lo que en vez de explosin lo que ocurre es una implosin (Gutirrez Jodra 2005: 59). Ante todo, su capacidad de destruccin es superior a cualquier otro combustible, y ante un accidente de automvil las consecuencias alcanzaran mayores dimensiones (Jones y Thomas 2008). Los automviles de hidrgeno son una apuesta por el futuro, determinadas compa-as (Ford, Toyota, Honda, Volkswagen, Chrysler, etc.) han desarrollado coches hbridos combinando gasolina y electricidad, reduciendo el consumo de combustible y en con-secuencia las emisiones de CO2. Estos coches presentan sobremanera dos problemas: 1) al tener que introducir dos motores en su interior, aumenta la dimensin y reducen el espacio para los pasajeros o del maletero, 2) el precio de un hbrido oscila entre 12.000 y 18.000 euros ms que uno de gasolina o gasoil, dependiendo del modelo y compaa automovilstica. Otra idea reside en el empleo de hidrgeno limpio, es decir, automviles 100% de hidrgeno, cuya impacto ser de otra magnitud. Al igual que acontece con los vehculos movidos por gasolina o gasoil necesitaran un almacenaje de combustible, pero en el caso del hidrgeno como el volumen es mayor se necesitara un deposito ms grande y

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    En el caso europeo, la incompatibilidad de infraestructuras puede ser un importante impedimento. Por dos asuntos, uno, la oferta de un solo tipo de combustible de hidrgeno, es decir, procedente de metanol o gas natural. Esto es una realidad, porque en Europa muchos automviles consumen biodiesel, y algunos pases europeos no ofertan en sus gasolineras este carburante. Esto es un problema a solucionar antes de emprender una campaa de proliferacin de vehculos de hidrgeno puro. La cuestin no es balad. Los automviles con carburante de hidrgeno puro tienen menor autonoma y necesitarn repostar con mayor frecuencia. Esto obliga a poner hidrogeneras menos espaciadas. De Valladolid a Lisboa un automvil movido solamente por hidrgeno deber repostar aproximadamente entre cuatro o cinco veces, mientras uno de gasolina, dependiendo de la potencia necesitara dos. Es condicin obligada estandarizar reglas internacionales en material de normas de seguridad, de equipos y de actuacin con el objeto de asegurar la libre circulacin de los conductores. La historia pone de relieve la tendencia a emplear mecanismos diferentes para ser diferentes. En este punto la historia deja a Europa y al mundo maltrecho, porque a la hora de unificar criterios afloran demasiado las divergencias. El impacto medioambiental con una economa del hidrgeno sera el ideal de soste-nibilidad, pero siempre y cuando se dieran las condiciones adecuadas. Y ste no es el caso. Dejar de emitir entre un 70% y 80% de CO2 a la atmsfera significara la posibilidad de su regeneracin en un espacio de tiempo relativamente pequeo, as como mejorar la calidad del aire de las ciudades, especialmente las ms contaminadas como Mxico. Incluso, con la nica puesta en escena de automviles por hidrgeno veramos reducida la emisin de gases con efecto invernadero en un 20%. Estos valores se refieren a com-bustible de hidrgeno con ausencia de carbono. Si su aplicacin se diera en condiciones ptimas, el hidrgeno sera un vector energtico de sostenibilidad. El impacto de la toma de decisiones posiblemente sea el activador inicial ms impor-tante. En los polticos recae la capacidad de emprender imperiosamente el proyecto o no. As ha sido, cuando Bush en 2003 dio un fuerte empujn al proyecto, a fecha de 2008 se va desinflando. Una accin poltica de esta envergadura, en un mundo globalizado donde el petrleo es moneda de cambio, y las grandes multinacionales del crudo y pases productores de petrleo estn estrangulando las economas mundiales, pasara a ser historia. La decisin no evitara los diferentes problemas anunciados por Rifkin (2002). Algunos de ellos se agudizaran ms. Rifkin declara que con la economa del hidrgeno se llegar a una justicia social, prosperidad e igualdad. Esto no ser as, la economa del hidr-geno requiere un nivel tecnolgico muy alto del que carecen los pases ms desfavo-recidos y los pases productores de petrleo. La formacin de los ciudadanos de estos pases es muy escasa. Por lo tanto, seguirn dependiendo de los pases industrializados (Primer Mundo). Segundo lugar, si sus niveles productivos y tecnolgicos dependen de los pases del Primer Mundo, Cmo van a poder producir tales materiales, aerogene-radores, plantas fotovoltaicas, electrolisis del agua, pilas de fuel, etc.? Mxime cuando algunos viven en los umbrales de la subsistencia y otros incluso por debajo. Cmo se les puede prometer la energa de la libertad?

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    Continuando con esta tesis, asistimos a otro de los temores de Rifkin, el problema del fundamentalismo. Su valoracin est en que si se desarrolla la economa del hidr-geno, se caminar a la desaparicin del fundamentalismo islmico. Todo lo contrario, se radicalizara. Los pases islmicos vern mermadas sus capacidades econmicas y no podrn hacer frente a la nueva energa. Sus ciudadanos achacarn de sus males a Occidente, por sus peores condiciones sociales y econmicas, haciendo que surjan nuevos cofrades de la guerra santa contra el infiel. Para finalizar, las decisiones cientficas. Cuando se abre la veda de lo nuevo y con ello proyectos con suculentos fondos, algunos cientficos ven la manera de sacar exce-lentes beneficios, aun sabiendo que dicha investigacin no va a ningn sitio. Y en oca-siones cocinan el propio experimento con el objeto de seguir recibiendo fondos. Como dice Resnik (2007: 88) lo correcto, es que los cientficos deben ser los primeros en salir en defensa contra los experimentos diseados. Las normas de objetividad, la honestidad y el cuidado implican que uno debera huir de los experimentos donde se cocinan los datos. Es ms, cocinar los datos deliberada e intencionalmente podra ser considerado un fraude cientfico, pero el fraude no es el gran problema aqu. Lo preocupante es cuando uno sucumbe a la autodecepcin en la ciencia, especialmente cuando un cien-tfico se ha sometido a obtener unos resultados de la investigacin con acuerdo a los intereses de quin financia la investigacin. Esto acontece en bastantes ocasiones especialmente cuando los resultados no estn muy claros, o los costes son muy altos para unos rendimientos de escasa entidad. Entonces se fomentan discursos agoreros buscando implicar a un mayor nmero de personas evitando as desechar el proyecto. Esto no favorece en absoluto a la ciencia y tecnologa, todo lo contrario, las personas han reducido su apuesta por la ciencia y tec-nologa ante los mltiples engaos. El impacto est ah, desde los aos 60 de la pasada centuria el descenso de estudiantes de ciencia y tecnologa se ha ido reduciendo con-siderablemente. La ciencia y tecnologa han dejado de ocupar ese lugar predominante en los individuos. Esto es preocupante y contradictorio porque estamos en una sociedad cada vez ms tecnologizada y con mayor escasez de cientficos y tecnlogos, causado porque los jvenes no se decantan por estas ramas del saber. La incursin de la economa del hidrgeno en la sociedad producir una inusitada transformacin social y energtica, incluso podramos asistir a una nueva revolucin social. Su aplicacin no slo transforma el concepto de energa, tambin las formas de vida.

    la soluCin al dfiCit eneRgtiCo mundial est en la eConoma del hidRgeno?

    La economa del hidrgeno no es algo nuevo surgido de las reflexiones de un terico social. En 1874, Julio Verne reconociendo la caducidad del carbn como fuerte ener-gtica, y percibiendo la potencialidad del hidrgeno obtenido del agua por electrolisis, pronostic el aforismo: el agua ser el carbn del futuro. Ms de medio siglo despus,

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    Rudolf Erren ante el coste de la importacin de crudo, y las emisiones contaminantes de los vehculos propuso a la Royal Society y al Gobierno Britnico emplear hidrgeno pro-ducido por electrlisis del agua como combustible. En esa misma direccin dos dcadas ms tarde, el ingeniero britnico Francis Thomas Bacon propuso utilizar el hidrgeno como sistema de almacenamiento de energa. Todos estos proyectos con casi 100 aos de antigedad no se han desarrollado. De su negativa se puede ir al discurso fcil y acusar a los lobbies del petrleo, empresas energticas y polticos de haber hecho caso omiso en favor de sus intereses. Pero en el fondo anida la complejidad de hacer realidad tan interesante proyecto. Existen sobradas razones para no considerar la economa del hidrgeno como la energa del siglo XXI, por ejemplo:

    a) La imposibilidad de poder producir tanto hidrgeno para la demanda de autom-viles mundial. Ya no slo los millones de vehculos actuales, sino los millones de automviles ante la creciente demanda de China e India (recordemos que estos pases son una de la principal causa del incremento del crudo).

    b) El agua requerida para producir esa cantidad de hidrgeno. Estamos ante una sustancia problemtica como es el agua. Su escasez ha llevado a la guerra a varios pases. Con el tiempo se irn agudizando ante la mayor escasez de este lquido. En Espaa hay un enfrentamiento entre comunidades autnomas por la insuficiencia de agua, esto es una mnima parte de lo necesario frente al hidrgeno como fuente energtica.

    c) El coste para hacer frente a la necesidad de producir hidrgeno por medio de la electrolisis. Esto no se resuelve en los mismos trminos que el petrleo donde una planta puede refinar millones de toneladas de crudo. Las plantas de produccin de hidrgeno presentan menos capacidad productiva, por lo que se requerirn miles.

    d) El despliegue de hidrogeneras y similares para que los ciudadanos puedan repos-tar su depsito de combustible, independientemente de la propuesta (ms meditica que real) de Rifkin (2002) de que todos los ciudadanos tengan un cargador de hidr-geno en su casa o con una cercana inferior a 10 metros.

    e) Los costes derivados en su desarrollo, produccin, almacenamiento, redes de dis-tribucin, modificacin de los productos y enseres de la vida cotidiana, (adaptacin de las viviendas al suministro de hidrgeno, vitrocermicas, lavadoras, etc.).

    Hoy en da, la mayor parte del hidrgeno se produce a partir del gas natural por medio de reformado de vapor de metano, y aunque esto puede entenderse como una primera incursin en la economa del hidrgeno, representa tan slo una modesta reduccin en las emisiones de los automviles procedente de los vehculos hbridos. Junto a este modelo tambin se puede recurrir a la electrlisis del agua, energa trmica, elica, geo-

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    trmica, solar y la transformacin de biomasa (utilizando una variedad de tecnologas que van del reformado a la fermentacin). Las tcnicas de procesamiento de biomasa pueden beneficiar en gran medida de la riqueza de la investigacin llevada a cabo durante aos en el refinado y conversin de combustibles de fsiles lquidos y gaseosos. La biomasa puede ser fcilmente conver-tida en combustibles lquidos, incluyendo metanol, etanol, biodiesel, y la pirolisis petr-leo, que pueden ser transportados con facilidad y generar hidrgeno en el lugar. Aunque la biomasa es claramente (y necesariamente) sostenible, no puede transformarse en el suministro de hidrgeno atendiendo a las cantidades requeridas para el suministro de hidrgeno mundial. Fundamentalmente, por la limitacin de los alimentos como se ha podido observar con el bioetanol disparando los precios de los cereales. Pero aun as, aunque se pueda pagar ese dinero, dejara a la poblacin ms desfavorecida sin alimentos. Por otro lado, se sigue emitiendo CO2 a la atmsfera, en menor cantidad. Es evidente que no son sostenibles. La nica opcin de sostenibilidad de produccin de hidrgeno como energa es recu-rrir a las energas renovables, y stas sern insuficientes para poder hacer frente a la demanda energtica mundial. Y no se puede construir un mapa energtico a golpe de impulsos, es necesario confeccionar el futuro mapa energtico sobre una base cohe-rente y sostenible. Otra asunto es ampliar la diversidad de suministro energtico generada por la eco-noma del hidrgeno. El cual ser bastante beneficioso para la seguridad y la estabilidad econmica, pero no necesario para el medio ambiente. En funcin de esto, el hidrgeno como un portador de energa tiene puntos dbiles relacionados, y por ello, no podr constituirse en nico valor energtico (Andrews 2005: 24). El caso de Islandia, es un ejemplo actualmente recurrente a modo de defensa de la sostenibilidad del hidrgeno como transmisor de energa. Es evidente que se ha vendido como el pas que abandona la dependencia del petrleo. Vayamos por parte, Islandia es una isla pequea y resulta fcil generar una red de hidrogeneras. Los vehculos slo funcionarn en la isla y no tendrn problemas de traslado a otro pas porque es una red cerrada de circulacin. Su poblacin es algo ms de 300.000 habitantes, y no todos tienen vehculos. El pas cuenta con grandes fuentes de energa como la geotrmica e hidroelctrica que facilitan poner en escena la economa del hidrgeno por medio de la electrolisis abaratando bastante los costes. Islandia necesita importar el 100% del crudo, entre unas cosas y otras, la obtencin de hidrgeno y el refinado de crudo en gasolinas viene a tener un coste similar. Su situacin energtica y tamao poblacional facilitan considerablemente emprender esta transformacin. No obstante, su abandono a la dependencia del petrleo no es del todo cierto. Su desercin del petrleo atiende al consumo domstico pero no al comercial. Porque de momento, la mayor flota pesquera del mundo seguir movindose a travs de combus-tibles fsiles, ya que, el carburante de hidrgeno tiene una escasa autonoma y requiere dotar a los barcos, si desean mantener desarrollando la actividad al igual que acontece con el gasoil, de mayor tamao para introducir los tanques de hidrgeno. Es cierto que

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    Islandia ha dado el primer paso, pero no el definitivo. Este caso concreto por sus condi-ciones no sirve como proyecto piloto para un posterior traslado a todo el planeta. Su pro-puesta ser una opcin de estudio de donde posiblemente saldrn importantes medidas de futuro, pero no ser el proyecto generalista y salvador de la energa mundial. El hidrgeno no podr ser la energa sustitutiva de los carburantes fsiles por la cantidad ingente de inconvenientes e imposibilidades que lo hacen poco viable. La eco-noma del hidrgeno ha sido de nuevo una falsa alarma, ante la necesidad del mundo de hacer frente a los problemas energticos habidos en el planeta. Esto puede ser otro caso como el de la fusin fra. Donde se haban puesto muchsimas esperanzas, no produca impacto ambiental, los residuos nucleares no resultaban peligrosos y generaba grandes cantidades de energa. En 1989 los cientficos Pons y Fleischman anunciaron haber logrado la produccin de fusin fra con la correspondiente liberacin de energa. Todo fue un engao. Por qu? Sencillamente cuando en los aos 70 del pasado siglo se abri la puerta a la investigacin sobre la fusin fra, cientficos, polticos, empresas, etc. se agarraron a ella, como la solucin energtica y comenzaron a reclamar investi-gaciones, fondos y material para abordar el asunto. Tras aos de inversiones de tiempo, recursos humanos y dinero no haba resultados. Para evitar el abandono al proyecto, estos investigadores se inventaron dicho fraude. Las esperanzas de la fusin fra se enfriaron. Aun existen investigaciones pero sin el entusiasmo y expectativas de antao. Lo mismo acontecer con la economa del hidrgeno, no ser un engao pero si humo que veremos desvanecer. En el fondo de esta cuestin, existe otra realidad: los intereses polticos y comer-ciales, y no olvidemos la poltica y la economa, y es que la importancia potencial de hidrgeno como portador de energa puede parecer exagerada, sin embargo muy signi-ficativa. El valor energtico del hidrgeno como sustituto del petrleo es el principal obje-tivo de las polticas de los pases de la OCDE, pasando a ocupar un inters secundario las ventajas medioambientales (Andrews 2005: 24). En el momento de inexistencia de rentabilidad econmica, el proyecto sufrir un abandono, aunque su contaminacin sea 0%. Las posibilidades de continuar en la carretera se van estrechando, y en breve puede pasar a la cuerda floja.

    a modo de ConClusin

    La energa y su futuro es actualmente la mayor preocupacin en las sociedades occi-dentales. El creciente desarrollo econmico habido en el mundo especialmente el de la India, China y Brasil como consecuencia de la globalizacin ha trado consigo un incremento del consumo de energa, que con los mimbres actuales no se podr hacer frente en los prximos anos. Los efectos directos han sido un progresivo ascenso en los precios de la energa y un aumento en las emisiones de CO2. Ante esta realidad, existe un consenso sobre la necesidad de elaborar un nuevo mapa energtico donde las

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    energas renovables ocupen el lugar dominante: solar, elica, biomasa, etc., hidrgeno e incluso energa nuclear, para poder hacer frente a la demanda y garantizar el suministro energtico a un valor adecuado, y cuidando el medio ambiente. Con esto de fondo, las diferentes administraciones de los pases de la OCDE han empezado un viaje a nunca jams. Es evidente que no se puede negar el potencial del hidrgeno, pero debemos ser realistas, el hidrgeno segn las leyes de la fsica y la qumica no podr ser el trasmisor universal de energa a un precio razonable y en los mismos trminos que sus competidores. Esto no significa abandonar su estudio e inves-tigacin, sino proceder como una energa renovable ms. Es necesario seguir una lnea ascendente de investigacin y desarrollar nuevas alternativas a los combustibles fsiles, pero es cierto que deben y tienen que hacerse sobre una base slida, y no bajo bonitas misivas escasas de realidad y fundamento cientfico. El crudo se agota en nuestro planeta y es necesario encontrar alternativas energti-cas al petrleo. No podemos pensar en el hidrgeno y otras energas alternativas como el pan de los pobres, porque seguirn los mismos controlando la energa. Y ese deseo de Rifkin de hacer libres e iguales a todo el mundo, se quedar indudablemente en un deseo y no en una realidad. El cambio climtico est ah, no es una invencin ni una fantasa sino una realidad que lleva muchos aos cambiando y trasformando el ambiente del planeta. Por lo tanto, todo esfuerzo en mejorar el medio ambiente no ser en vano, pero tampoco escudarse en ello para alcanzar objetivos particulares y personalistas en lugar de metas globales. El hidrgeno es una energa renovable ms, y como tal ser otro apoyo para competir nuestro puzle energtico y solventar las carencias habidas por el crecimiento econmico y la demanda mundial. Los esfuerzos econmicos y humanos se deben destinar a todos los potenciales: energtico, geotrmica, elica, mareomotriz, biomasa, fotovoltaica, etc., en la suma esta la razn y no en sus partes. No estamos descubriendo nada nuevo, los alquimistas propusieron el hidrgeno como energa, lo propio con la energa solar, y con la mareomotriz otro tanto de lo mismo, que data de 1799. Por lo tanto, estamos en la obligacin de mejorar estas propuestas con la alta tecnologa que poseemos. Tampoco cerremos puertas a ninguna fuente de energa, atendiendo a los criterios de lo poltica-mente correcto, porque la energa nuclear de fusin, si puede ser el dorado energtico. La ilusin, al igual que la economa del hidrgeno, desempea una importante fun-cin psicolgica en nuestra sociedad, y muchos en la comunidad tcnica lo manipula. Los ingenieros y cientficos deben jugar un papel importante en la sociedad, educar al pblico y a los polticos sobre las verdaderas opciones. Debemos recordar una vieja cari-catura en la serie de Pogo titulada hemos encontrado al enemigo y est entre nosotros (Shinnar 2005: 480).

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    RIS, VOL. 68. N 2, MAYO-AGOSTO, 429-452, 2010. ISSN: 0034-9712. DOI: 10.3989/ris.2008.08.13

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    JESS VALERO MATAS es Doctor en Sociologa (UCM). Licenciado en Sociologa (UCM) y Licen-ciado en Ciencias Polticas y de la Administracin (UCM). Actualmente es profesor de sociologa en la Universidad de Valladolid. Ha sido profesor visitante en diversas universidades extranjeras, Edinburgh University, Auckland University, Colorado School of Mines, UNAM, Polish Academic Nauk, etc. Tiene en su haber ms de 20 publicaciones en revistas nacionales e internacionales y varios libros.

    RECIBIDO: 13/08/08ACEPTADO: 16/09/09Publicado on-line: 29 de abril de 2010