16

El fantastico destino de una nubecilla y su manada

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Cuento e ilustraciones elaboradas en el taller "MomoMomico handmade deco" con la colaboración de Javier Andrés para completar el encargo de la nube luminosa para Oscar. https://www.facebook.com/MomoMomico?ref=aymt_homepage_panel

Citation preview

el fantastico destino de una

nubecilla y su manada

El cielo azul es un lugar maravilloso donde reinan las nubes. Allí todo es inmenso y la vida transcurre muy despacio hasta perder la noción del tiempo. Si se otea bien el horizonte siempre puede divisarse una bonita nube dejándose llevar por el viento y jugueteando con las aves que se atreven a volar muy alto. Hay nubes de todo tipo. Las hay pequeñas, grandes, alargadas, con di-ferentes formas divertidas, infinitos colores y texturas tan suaves que serían la envidia del algo-dón más fino. Y no son así por casualidad. Los humanos las necesitamos para poder vivir y todo comienza cuando somos muy muy pequeños. Permitidme que os cuente una breve historia para que vosotros también conozcáis el secreto. En una bonita ciudad de nubes, la mañana había comenzado muy ajetreada. Miles de nubes tra-bajaban, jugaban, desayunaban y las mas pequeñas se divertían mucho aprendiendo en el cole. A todas les encantaba aprender y se esforzaban mucho para lograr las dos cosas que más les gus-taban. Una era volar y la otra... la otra la iremos descubriendo poco a poco.

En ese mismo colegio había una nube marrón muy pequeña. Era casi una recién nacida pero ya era una intrépida. Le encantaba jugar y estaba deseosa por aprender a volar. Siempre se pasaba horas y horas entrenando. Todos le decían que no estaba preparada, pero ella sabía que era capaz. No estaba dispuesta a parar hasta conseguirlo. Miraba en el recreo, con los ojos como platos, a las nubes mayores iniciándose en el arte de volar y sentía el impulso de saltar para ser como ellas.

Un día volvía del colegio deslizándose por el suelo camino de casa, mientras fantaseaba se despis-tó. Cuando se dio cuenta había llegado al lugar donde sólo las nubes adultas podían ir. Estaba en el límite de la ciudad, donde no había suelo.

Sabía que era muy peligroso estar allí pero no podía dejar de asomarse para contemplar la in-mensidad que esperaba bajo ella. Quería saltar, ¡sabía que era capaz! así que se fue acercando len-tamente al borde y con todas sus fuerzas se im-pulsó para disfrutar de su primer vuelo. Estaba emocionada, contenta y noto por primera vez las caricias que el viento le regalaba al rozar su es-ponjosa piel. Se movía de un lado para otro jugan-do en el aire, se retorcía y adoptaba formas impo-sibles. Estaba tan feliz que sin darse cuenta había descendido unos cuantos metros y ahora la ciudad ya no estaba a su alcance. Trató de subir con todas sus fuerzas, pero no lo conseguía cada vez se alejaba más y más...