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1
El fenómeno del suicidio en el sureste mexicano: una aproximación al
caso de Ciudad del Carmen, Campeche
Reina del Carmen Tello Briceño
Moisés Frutos Cortés
Susana López
Hernández
Guadalupe Calderón
Gómez
Mírame desaparecer,
podría vivir pero estoy muy joven, y no quiero.
Por eso mírame, desaparecer...
(Roberto Ponce)
Introducción
En las ciudades más importantes del sureste mexicano en los últimos años se ha observado
un incremento de los intentos de suicidio y suicidios consumados tanto a nivel municipal
como a nivel estatal. De hecho, la muerte violenta en el estado de Campeche se encuentra
entre las diez causas principales de muerte y ocupa el cuarto lugar con el 10.6 % (INEGI,
2005). En tanto, la tasa promedio de suicidios es de 9 por cada 100 mil habitantes. El
suicidio requiere nuestra atención, pero desafortunadamente su prevención y control no son
tarea fácil, al ser un fenómeno complejo, por lo que debe abordarse bajo diversas vertientes,
sociales, culturales, psicológicas, históricas e incluso genéticas. Estudios y tendencias
recientes señalan que el suicidio no es un fenómeno unidimensional sino multidimensional,
por lo que su análisis debe partir de un enfoque multidisciplinario que lo aborde como un
fenómeno psicosocial, engendrado, producido y factible de resolver desde el individuo y la
sociedad.
El suicidio y la depresión constituyen uno de los temas más dolorosos y tuvo un
considerable incremento en la década de los años ochenta, en el siglo XX. Se decía que la
causa de ese aumento en las estadísticas era el crecimiento de la población adolescente, que
las madres trabajaban, el aumento en el consumo de drogas, etcétera. Esas condiciones
Integrantes del Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre Violencia, Inseguridad y Suicidio en el
Sureste (GIIVISS), Universidad Autónoma del Carmen.
2
continúan hoy en día, pero la realidad es que los niveles de suicidio en México son más
altos en algunos estados del sur de la República como Yucatán, Campeche y Tabasco (con
índices entre 18 y 16 %). Sobre todo es preocupante el incremento en el índice de suicidios
entre jóvenes de 15 y 24 años (INEGI, 2005).
Durkheim, en su obra ya clásica El Suicidio (1897), lo definía como “a todo caso de
muerte que resulta directa o indirectamente de un acto, positivo o negativo, cometido por la
victima, a sabiendas que va a producir dicho resultado”. Según la psicología profunda, el
suicidio es el último término de la serie siguiente: condena moral de sí mismo, vejación de
sí mismo y destrucción de sí mismo, es el objetivo último de la agresión a sí mismo. La
base de esta manifestación de las pulsiones de muerte (Freud) está constituida por
sentimientos de culpabilidad reprimidos. El sentido inconsciente del suicido es la expiación
de la culpa mediante la “muerte”.
Por su parte, O’Carrol pone orden a los términos en su extraordinario trabajo
titulado Más allá de la torre de babel y define los siguientes tipos:
Suicidio: muerte autoinfligida con pruebas de que la persona tenía la intención de morir.
Ideación suicida: pensamientos acerca de cómo provocarse la propia muerte. La gravedad
de esta idea varía dependiendo de los planes de suicidio y el grado de tentativas.
Intención suicida: expectativas y deseos subjetivos de llevar a cabo un acto autodestructivo
causando la muerte.
Autolesiones deliberadas: Son actos voluntarios los que tienen la finalidad de lesionarse,
destruirse o dañarse uno mismo, pero sin intención de morir.
De hecho, todos nosotros en algún momento de nuestra vida hemos deseado morir y
quizá hayamos consentido ideas de suicidio. Pero no todos lo intentan. ¿Por qué se suicida
el humano? ¿Qué lo lleva a esta decisión? Y ¿Qué factores de riesgo predominan en la
región Sureste para obtener los índices más elevados del suicido en todo el país?
Es verdad que no podemos saber por qué se mato un ser humano, si éste logró su
propósito. Nunca podremos interrogar un cadáver. Como tampoco podremos confiar
plenamente en los motivos conscientes que dejó escritos en su nota de despedida, si
escribió alguna. Pero hay muchas personas que intentaron el suicidio y no pudieron
matarse, que pueden ser fruto de la observación para conocer las causas de lo que lleva a
alguien a buscar su muerte.
3
Además, retomando a Díaz Conti se sabe que una persona que atenta contra su vida
tienen muchos años atrás de enfermedad mental, es decir, que comienza a cometer suicidio
mucho antes de llegar al acto suicida y mucho antes de empezar a vivir la circunstancia
detonante. Dentro de cada ser humano hay un principio de destrucción. Esta afirmación
puede ser sostenida con la sola y mínima observación de la conducta de los pueblos y de los
hombres.
La sociedad no sólo atrae hacia sí los sentimientos y la actividad de los individuos,
sino que también es un poder que los regula. Esta regulación mantiene una profunda
relación con la tasa total de suicidios.
Por otra parte, el infortunio económico no tiene la influencia agraviante que a veces
se le ha atribuido. Las crisis financieras no conducen al suicidio por empobrecer a la gente,
sino porque son crisis, rupturas del orden colectivo, del equilibrio que impulsan a la muerte
voluntaria. Una persona no puede vivir ni ser feliz si sus necesidades no son
suficientemente proporcionales a sus medios. La tendencia a la vida es el resultado a todas
las demás tendencias y, consecuentemente, se debilita si las otras se relajan.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las conductas
violentas en la región de América constituyen un gran problema de salud pública y son
causa del deterioro de la calidad de vida. Sus consecuencias para la salud y el bienestar de
las colectividades, su equilibrio social y su estabilidad económica, reviste proporciones
alarmantes (OPS, 1993). Así, al tratar de comprender fenómenos sociales como el de la
violencia y el suicidio como parte de la descomposición social, debemos partir entonces del
reconocimiento de que éstos responden a múltiples factores cuyos efectos se refuerzan
recíprocamente de manera cíclica. Esos factores de riesgo los podemos entender como
aquellos procesos que están afectando la cohesión social en localidades que históricamente
habían aprendido a convivir en sus diferencias, pero que ahora muestran señales de
debilitamiento en su tejido social.
Ya lo advertía Norbert Lechner (2006) hace unos años, en las sociedades
contemporáneas las relaciones interpersonales se van estableciendo en contextos de
“debilitamiento del vínculo social” producto de cambios culturales y de la estructura social.
Ese proceso acelerado de cambios tanto en las formas prácticas de convivir como en los
imaginarios colectivos, ha trastocado los lazos de confianza y de cooperación social en
4
diversas ciudades mexicanas; lo que configura un problema de integración–desintegración
en las llamadas sociedades post tradicionales.
No obstante, lo que nos interesa en esta ocasión es entender cómo se relacionan e
influyen estos cambios sociales y económicos –dependientes de la industrialización y la
urbanización- con las prácticas suicidas de los lugareños “carmelitas”.
En este sentido, el presente trabajo aporta los primeros avances del proyecto Análisis
multifactorial del significado actual del suicidio en Campeche. Estos primeros resultados
corresponden a la información generada de las bases de datos estadísticos que se
construyeron de diferentes fuentes (INEGI; Secretaría de Salud, periódicos locales y del
Departamento Psicológico de la UNACAR) durante el período 2003-2008, lo cual permitió
describir la magnitud del problema del suicidio en Ciudad del Carmen, Campeche, al
menos de manera preliminar.
Debido a que las estadísticas oficiales sobre los suicidios no son por completo
fiables y mucho menos precisas en términos de lo contextual, se recurrió a la estrategia
metodológica de revisar en los diarios locales -en el período 2000-2008- tanto los intentos
como los casos de suicidio consumados en la entidad. No obstante, debe subrayarse que los
registros periodísticos pueden contener algunos sesgos y conducir a un error de
interpretación. Aunque en este caso resultaron de mucha utilidad porque permitieron
extraer y considerar factores que generalmente las fuentes oficiales no proporcionan y que
regularmente la nota policíaca sí brinda. Nos referimos a datos que tienen que ver con lo
inherente a la personalidad y lo concerniente al contexto social en que se desarrolló el
individuo suicida: lugar de ocurrencia (colonia), condiciones de vida, lugar de origen,
ocupación, presencia de alcoholismo, drogadicción, etcétera. En todo caso, lo que se
presenta en esta oportunidad es la primera fase del estudio, es decir, un acercamiento al
análisis cuantitativo; lo que constituye solamente una aproximación al fenómeno del
suicidio en una ciudad del sureste mexicano.
5
Ciudad del Carmen como escenario del suicidio
Históricamente las regiones productoras de energéticos, así como las que han impulsado la
actividad turística, aun cuando son fundamentales para la economía mexicana traen
diversos cambios que no necesariamente se traducen en posibilidades de un desarrollo
regional sostenido. Lo que sucede realmente es un conjunto de problemas sociales y
económicos tales como el crecimiento demográfico acelerado, la rápida urbanización, la
insuficiente dotación de servicios públicos esenciales, el incremento en los niveles de
subempleo y desempleo, la ampliación de las desigualdades en la distribución del ingreso y
el alza en el costo de la vida, entre otros (Allub y Michel, 1980: 7).
Aunque la llegada de la industria petrolera a la región por un lado favoreció la
apertura de fuentes de trabajo y generó una importante derrama económica que estimuló las
actividades comerciales, paralelamente dio como resultado el desplazamiento de las otras
actividades económicas locales, lo que influyó directamente en el cambio de la estructura
socioproductiva de la región.
Así pues, el trópico mexicano ha experimentado grandes cambios durante las
últimas décadas. Y esos cambios, primero en el ámbito económico, tienen repercusiones
después en lo social; en específico nos interesa hablar de esas formas de convivencia que se
han visto afectadas debido al debilitamiento del vínculo social, producto del anárquico
proceso de urbanización y del cambio cultural. Este último ha transformado las identidades
locales, es decir, ha cambiado la imagen del “nosotros” que permitía estrechar lazos de
confianza y cooperación social. Como en el caso de Carmen, donde “ellos”, “los
petroleros”, o sea los inmigrantes, son los que permiten crear una línea de diferenciación
discriminatoria con su secuela habitual, el prejuicio y la violencia.
Estos serían algunos de los factores que están dificultando los procesos de inclusión
social. Siguiendo con esa premisa se puede plantear, retomando a Katzman (1997), que los
factores que determinan los comportamientos violentos y marginales en una sociedad como
Carmen, van sumando sus efectos de manera cíclica en los individuos y de generación en
generación. La desarticulación familiar, los procesos de segmentación residencial, así como
el debilitamiento de la función integradora del sistema educativo, son factores que
observamos en la conformación de un mismo fenómeno, el suicidio.
6
Pero el suicidio y la violencia social son sólo algunos de los indicadores que
muestran esa descomposición social en la región, sobre todo en su zona urbana (incremento
de la delincuencia, “tugurización”, tráfico de drogas y alcoholismo) y que obedecen a
factores culturales (pérdida de identidad, individualismo en la realización personal, el
consumismo); sociales (la transformación de las instituciones “tradicionales”, la familia, el
barrio, la comunidad e iglesia, la segregación residencial y la estratificación del acceso a los
servicios básicos); y económicos (principalmente los efectos sobre el empleo-desempleo y
sus exigencias de mayor competitividad a causa de la apertura comercial) (Kaztman, 1997:
92).
De este modo, el fenómeno de la descomposición social se ha hecho visible en la
Región Sureste de México, en especial en zonas urbanas que tienen o han tenido como
principal soporte económico la actividad petrolera. Ahí se ha generado además una
desequilibrada demanda de servicios básicos y públicos (vivienda, agua potable, educación,
transporte, salud) para la población foránea atraída por el auge petrolero. Demandas que si
las observamos en un contexto más amplio dentro de la región, no son exclusivas de estas
ciudades, sino que también se han presentado en el pasado reciente en otras localidades del
Golfo y del Sureste de México, donde se ha dado la sobreexplotación del petróleo o la
actividad turística, como han sido los casos de los estados de Tamaulipas, Veracruz,
Tabasco y Quintana Roo, donde sus habitantes han enfrentado problemas serios en lo
social, económico, político y ambiental ( Cuadros 1 y 2).
Sin dejar de reconocer que en estos temas la estadística se puede prestar a la polémica por
el subregistro o la llamada cifra negra, no deja de ser útil, así sea con propósitos
descriptivos y de referencia. En este sentido podemos observar que las muertes violentas en
el estado de Campeche en el año 1998, incluidas las producidas por accidentes, lesiones
autoinfligidas y agresiones, registraron un incremento en casi un tercio respecto a 1993,
pasando de 335 a 437, respectivamente. Para el año 2000 la cifra registró 382 muertes
violentas, incluyendo los accidentes en vehículos (INEGI, 2004). Al igual que en la cifra
nacional (Gráfica 1), es importante subrayar que la proporción de muertes violentas en
Campeche es mayor entre los hombres que entre las mujeres -320 contra 62,
respectivamente- (INEGI, 2000).
7
* Tasa por 100 mil habitantes. No se incluyen defunciones no especificadas por sexo o edad, ni las defunciones de
residentes en el extranjero. Fuente: INEGI /Secretaría de Salud. Bases de datos de las defunciones, 2004.
*Tasa por 100 mil habitantes. No se incluyen defunciones no especificadas por sexo o edad, ni las defunciones de
residentes en el extranjero. Fuente: INEGI /Secretaría de Salud. Bases de datos de las defunciones, 2004.
Fuente: INEGI (2005), Estadísticas de Intentos de Suicidio y Suicidios.
Cuadro 1. Tasa de mortalidad por suicidios, por grupo de edad y sexo
masculino, según entidad de la península de Yucatán, 2004 *
Nacional
Total
0 a 4
5 a 14
15 a 29
30 a 44
45 a 59
60 y más
6.5 0.0 0.9 9.4 9.0 7.9 11.0
Campeche
14.7 0.0 3.5 21.8 17.2 11.7 42.7
Quintana Roo
9.0 0.0 2.6 13.7 8.4 15.2 19.9
Tabasco
15.1 0.0 .9 20.3 24.0 18.4 29.8
Yucatán
13.1 0.0 1.1 17.5 19.1 19.5 19.6
Cuadro 2. Tasa de mortalidad por suicidios, por grupo de edad y sexo femenino,
según entidad de la península de Yucatán, 2004 *
Nacional
Total
0 a 4
5 a 14
15 a 29
30 a 44
45 a 59
60 y más
1.3 0.0 0.5 2.2 1.3 1.4 1.4
Campeche
2.7 0.0 0.0 7.3 1.3 2.3 0.0
Quintana Roo
2.7 0.0 0.9 3.2 3.3 6.2 4.9
Tabasco
2.5 0.0 0.5 3.9 1.4 3.6 7.8
Yucatán
2.5 0.0 0.0 4.7 1.1 3.5 5.0
Cuadro 3: Suicidios registrados en el estado de Campeche 1993-2005
Año 1993 1997 1999 2000 2001 2003 2004 2005 Total
Número
de Casos
26
54
63
60
73
49
71
69
465
8
Fuente: INEGI (2005).
Lo que pretendemos mostrar es que la dimensión del suicidio en el municipio del
Carmen, como quizá muchos de los actos violentos que suceden ahí, no están alejados del
entorno social y del sujeto mismo que vive en esa sociedad. Por lo que el análisis de la
base de datos de registros periodísticos (que va de enero del 2000 a julio del 2008), de los
intentos de suicidio y/o suicidios consumados, brinda la posibilidad de voltear a mirar la
situación actual del suicidio a partir de dos vertientes importantes, que van de lo individual
a lo social o de lo social a lo individual.
Es decir, si en nuestra entidad con base en los factores predominantes encontrados
se demuestra que: 1) si el individuo que se suicida vierte a través de su pase a la muerte
una violenta protesta por una identidad fragmentada en la localidad; ó 2) la entidad está
generando una tendencia de sujetos suicidas debido a su resquebrajamiento social,
caracterizada por ser una región impregnada de la cultura del petróleo.
0
1
2
3
4
5
6
Ta
sa d
e fre
cuencia
1990 1995 2000 2004
Gráfica 1: Tasa de suicidio por sexo en México 1990-2004 (por 100 mil habitantes)
Hombres
Mujeres
9
Cuadro 4: Muertes violentas en Ciudad del Carmen
(1995-2007)
Año Número Tasa x 100,00
1995 55 54.07
1996 67 65.87
1997 85 54.16
1998 110 74.17
1999 76 51.24
2000 88 63.76
2001 101 70.41
2002 90 52.30
2003 99 63.95
2004 90 58.13
2005 83 53.61
2006 78 50.38
2007 64 41.34
Fuente: Indesalud (2007).
Fuente: Elaboración propia con base en los periódicos Tribuna, La i, Carmen Hoy. Gráfica actualizada a septiembre de 2008 (148 casos).
Gráfica 2: Número de suicidios en Carmen por año 2000-2008
23
18
13 13
22
14 13 11
211
0
5
10
15
20
25
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
2007
2008
N ú
m.
S u i c i d i o
s
10
El comportamiento suicida en los jóvenes del Carmen
El Departamento Psicopedagógico de la Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR),
desde el año 2004 al presente, viene realizando estudios exploratorios acerca de las
tendencias suicidas en el medio estudiantil de la universidad. Como parte del seguimiento
que se registra de alumnos atendidos, se ha encontrado que hay un 62 % de mujeres y un 38
% de hombres con más de un intento suicida en diferentes etapas de su vida. Siendo las
mujeres universitarias quienes lo intentan más veces que los varones universitarios.
La llamada paradoja del suicidio en diferentes sexos. Las mujeres sufren más
depresión que los varones e intentan mucho más el suicidio sin conseguirlo (instrumentos
menos letales), mientas que los varones tienden a utilizar métodos más violentos y, por
tanto, más eficientes en consumar el acto (Ontiveros, 2006).
El dato es relevante ya que es en la escuela donde los jóvenes de 12 a 22 años
pasan más de la mitad de su tiempo, después del hogar. Siendo, además, una población en
riesgo porque precisamente este intervalo de edad es el más propensa a los intentos de
suicidio y/o suicidios consumados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en
ese rango de edad se ha señalado al suicido como la tercera causa de muerte en los jóvenes
en el mundo.
Es por ello que se vuelve una necesidad que en las universidades sea identificado el
perfil psicológico del alumno bajo riesgo suicida con la finalidad de ofrecer alternativas,
espacios y estrategias de acción preventivas tanto a jóvenes que presentan factores de
riesgo, así como la orientación y el apoyo especializado a jóvenes que llevan uno o más
intentos de suicidios fallidos, al mismo tiempo que transcurren sus estudios en la
universidad (Gráfica 4).
En este tenor, en 1999 se inicia el programa SUPRE, 1 una iniciativa mundial para la
prevención del suicidio. Sin embargo, estos programas no son suficientes si se desconoce la
realidad más cercana en la que vive el joven en riesgo. Es bien sabido que hay tantas líneas
de investigación como procesos para el estudio del comportamiento suicida. No obstante, el
abordaje del suicidio desde una panorámica basada en la región, en específico del sureste
1 Suicide Prevention Program. Documento en Trastornos Mentales y Cerebrales. Departamento de Salud
Mental y Toxicomanías. OMS, Ginebra 2000.
11
mexicano, no existe, mucho menos para la localidad del Carmen; una ciudad-isla inmersa en
la actividad petrolera.
Los pocos estudios regionales que existen de la problemática del suicidio en el
sureste están circunscritos dentro de la realidad de los estados de Tabasco, Yucatán y
Quintana Roo, aunque si bien hay ciertos procesos culturales similares que atraviesan a los
tres estados, hay también factores aislados o de nuevos alcances para el entendimiento del
riesgo suicida. Sin omitir o dejar a un lado lo más valioso, que es el entorno y la realidad
del sujeto mismo.
Además, aun cuando en el estado de Campeche se tiene una de las tasas más
elevadas de suicidio en la República Mexicana, al ocupar el tercer lugar nacional (INEGI,
2006), es importante reconocer que se carece de especialistas en suicidiología. Lo mismo
ocurre para el tratamiento y la intervención del acto suicida, pues presenta una serie de
dificultades en Carmen debido a la escasez de psicólogos clínicos y psiquiatras que brinden
el servicio de apoyo a la comunidad. Por lo tanto, no se ha logrado estudiar en forma
integral y seria el comportamiento suicida y el perfil psicológico del joven que lo lleva una
y otra vez a intentar acabar con su vida.
Ahora bien, tener ocasionalmente pensamientos suicidas no es anormal, estos son
parte de un proceso de desarrollo en la infancia y la adolescencia al tratar de elucidar los
Fuente: Elaboración propia con base en los periódicos Tribuna, La i, Carmen Hoy.
Gráfica 3: Suicidios por lugar de ocurrencia en Carmen
Vía pública 10%
Casa Habitación 82%
Otros Lugares
4%
Campo 2%
Cárcel 2%
12
problemas existenciales, cuando se trata de comprender el sentido de la vida y la muerte.
Los pensamientos suicidas se vuelven anormales en los niños y adolescentes cuando la
realización de estos pensamientos parece ser la única salida para sus dificultades. Es
entonces cuando existe un serio riesgo de intento de suicidio. Cabe entonces la pregunta
¿qué mecanismos internos y externos hacen que se lleve a la práctica el acto suicida una y
otra vez en los jóvenes? o más bien ¿cuáles son los mecanismos que no funcionan para
llegar al acto suicida?
En el análisis cuantitativo de Carmen, los datos ofrecen un panorama parcial de la
situación del suicidio y los intentos de suicidio; como uno de tantos fenómenos que existen
dentro de la localidad vinculados con la violencia. Sin embargo, encontramos indicadores
significativos para voltear a ver la situación específica del municipio sureño.
El estudio determina que existen suicidios e intentos con más frecuencia en la edad
que va de los 16 a 26 años (gráfica 4), siendo el sector de jóvenes el más afectado en la
violencia de autodestrucción. Estos jóvenes, en su mayoría, no se encuentran realizando
estudios, sino trabajos de baja calificación como albañiles, jardineros, vendedores
ambulantes, chóferes, vigilantes, ayudantes en general o mujeres dedicadas al hogar. Esto
indica que el sector más bajo, en cuestión de estudios, servicios sociales y empleos bien
remunerados, sea el que aparezca en los medios locales como el único que se autodestruye
quitándose la vida; en comparación con el mínimo número de profesionistas y jóvenes de
clase media identificados como propensos a suicidarse.
De las jóvenes universitarias con alto índice de intentos de suicidios señalado en los
datos del psicopedagógico, se observa que los causales se relacionan con una muy mala
relación en sus familias, el bajo rendimiento escolar, conflictos de pareja, así como etapas
depresivas a lo largo de su adolescencia. No son causales la falta de recursos económicos o
de estudios, como lo establece el análisis de las notas periodísticas en los casos de suicidio
consumado.
Esto nos hace pensar que el sector de la población en Carmen con mayores
problemas socioeconómicos, con viviendas en malas condiciones, con carencias de
diversos tipos, así como con un nivel bajo en educación o de capacitación para el trabajo,
sea el que esté incurriendo en mayor proporción en el suicidio; o por el contrario, quizás
13
sea el único sector que sí dice, abierta y públicamente a la sociedad, que prefiere ejercer
esta vía de violencia autoinfligida a seguir viviendo en ella.
Fuente: Elaboración propia con base en los periódicos Tribuna, La i, Carmen Hoy.
Una muestra de esta tendencia se observa en las colonias populares de la
isla, donde se aprecia que es ahí donde están ocurriendo el 55 por ciento de los casos
Cuadro 5: Suicidios por colonias/barrios de ocurrencia
2000-2008
Colonia Número de casos
Renovación 24
Manigua 11
Benito Juárez 9
Santa Rosalía 6
San Nicolás 5
Miguel de la Madrid 5
Sta. Margarita 4
23 de julio 4
Francisco I. Madero. Carmen 4
Belisario Domínguez
4
No especifica lugar 16
0
5
10
15
20
25
N/E 15-20
16-20
21-25
26-30
31-35
36-40
41-45
46-50
51-55
56-60
61-65
66-70
71-75
76-80
81-85
No
. d
e S
uic
idio
s
Rango de edades
Gráfica 4: Suicidios por rango de edad en Carmen, Camp.
2000-2008
14
registrados (Cuadro 5). Finalmente, es la prensa escrita quién pone en sus páginas dichos
escenarios sociales para erigirse en opinión pública.
Por otro lado, la familia está siendo afectada ante la violencia que emerge de las
nuevas redes sociales y los compromisos que se adquieren o no se pueden asumir por ser
parte de un núcleo familiar, y que implican proveer bienestar material, valores y afecto a
los miembros del grupo familiar. Se observa que la población local, originaria o flotante,
no está exenta de los efectos del proceso de modernización en la isla, el cual produce
tensiones, conflictos y desorganización. Esto se refleja en la modificación de valores, la
aparición de otros, y en cambios en las concepciones tradicionales de la vida social y
tradicional.
Asimismo, vemos que el género más predominante a realizar actos suicidas es el de
los varones, sin embargo, la tendencia sigue indicando que las mujeres lo intentan más de
una vez. Son también hombres y mujeres, casados o en unión libre, quienes se inclinan por
quitarse la vida con mayor frecuencia, teniendo como motivos los disgustos familiares y
los problemas económicos, los conflictos emocionales con la pareja, los estados de
depresión y en menor porcentaje por situaciones de enfermad o depresión (Cuadro 1).
Mención aparte merece el que casi un 80 % de estos suicidios e intentos fueran
realizados por ambos sexos vía estrangulación con soga. Resulta un rasgo muy
característico y de índole cultural este modo de suicidio en la región sureste mexicana: el
ahorcamiento con el hamaquero (Gráfica 5).
Fuente: Elaboración propia con base en los periódicos Tribuna, La i, Carmen Hoy.
4% 4%
85%
7%
Gráfica 5: Suicidios por métodos utilizados (2000-2008)
Arma de fuego
Otros medios
Estrangulación
Intento de
suicidio
15
Sin embargo, más importante es señalar la tendencia del suicidio en individuos
residentes en la propia localidad, a diferencia de la creencia un tanto generalizada de que son
los foráneos o las personas que vienen a radicar temporalmente a la ciudad, quienes al no
lograr adaptarse a la vida en el trópico, deciden quitarse la vida.
Este dato también es un indicador de las contradicciones y el proceso de cambio
en la identidad del lugar. Para los nativos del Carmen el vivir frente a un fenómeno social,
económico y cultural que crece junto con su ciudad; el ver como gente de todas las
regiones del país viene desenfrenadamente por la llamada “fiebre del oro negro” a buscar
oportunidades que no siempre encuentra. Esta competencia y dureza de vida significa
luchar y competir en el mercado laboral, pelear por un espacio habitable en medio del
crecimiento urbano y el alto costo de la vida. Todo lo cual se traduce en cierto sentido en
un equivalente del costo social de la extracción y disponibilidad de la “sangre del progreso
moderno”.
Al identificar estos escenarios sociales que plasman la repercusión de diversos
factores asociados con la situación del suicidio en el Carmen, resulta pertinente el proponer
continuar con un estudio más detallado, no tan sólo en torno al suicidio, sino también al de
la violencia social en todas sus vertientes (intrafamiliar, escolar, de género, etcétera) y la
inseguridad pública. Además de ir considerando la necesidad de instaurar un observatorio
de la violencia en la entidad como un mecanismo independiente, que permita a la sociedad
civil coadyuvar en el seguimiento y el análisis estadístico de este fenómeno, así como
proponer políticas de prevención y modelos de atención adecuados para responder a las
necesidades de la población del sureste.
16
Bibliografía
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