EL LENGUAJE COMO SISTEMA DE COMUNICACIÓN

El lenguaje humano es un asunto complejo, cuyo estudio ha sido abordado desde distintas disciplinas. No se trata de una capacidad innata, sino que, adquirida progresivamente a través de las distintas etapas evolutivas. Este desarrollo está condicionado, a su vez, por un conjunto de factores endógenos y exógenos a cada individuo.

Un modelo funcional de carácter interdisciplinario y evolutivo de la comunicación oral normal, es esencial y muy útil para la interpretación, evaluación e intervención educativa o terapéutica de las alteraciones o patologías que afectan este proceso. Este es el propósito del presente documento de trabajo.

El lenguaje y la comunicación

El concepto de comunicación se refiere, esencialmente, al paso o transmisión de información de un lugar a otro. Un modelo de comunicación simplificado tiene básicamente tres elementos: El lugar desde donde se envía la información, el lugar donde se recepciona y el medio o canal por el cual ésta se difunde.

Para analizar y describir específicamente los elementos participantes en los procesos comunicativos de distinto tipo, diversos autores desarrollaron, hace varios años, diferentes modelos de comunicación. Uno que en particular resulta de interés, para ser aplicado a la comunicación oral es de Claude Shannon y Warren Weaver (Teoría matemática de la comunicación).

Este modelo sitúa en el lugar de la emisión, dos elementos: La fuente u origen, donde se genera la información y el transmisor, elemento capaz de poner dicha información en un código susceptible de ser difundido. En el lugar de recepción, incluye, a su vez otros dos elementos: el receptor, aparato capaz de captar y conducir la señal codificada hasta el destino, donde ésta es descifrada.

Si se aplica el modelo descrito a la comunicación oral con el propósito de identificar, desde una perspectiva neuro-anatómica, las estructuras orgánicas que participan en este proceso, se pueden establecer las siguientes equivalencias:

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- El lugar de emisión está representado por la persona que emite un mensaje en un momento determinado de la comunicación, es decir, la persona que habla o hablante.

- El lugar de recepción está representado por la persona que en un momento determinado de la comunicación recibe la información, es decir, la persona que escucha u oyente.

- La fuente u origen del mensaje en el hablante, está localizada en el Sistema Nervioso Central, principalmente en el cerebro, que en el momento de elaborar la información lingüística actúa, como un todo, pero que luego concentra esta información, en la zona fronto parietal, del hemisferio cerebral dominante, generalmente el izquierdo para la persona diestra y también para un porcentaje significativo de personas zurdas.

- El transmisor está representado por el llamado aparato fonoarticulador, el cual realmente no existe como un verdadero aparato. Se trata más bien de una integración funcional de algunos elementos orgánicos del aparato respiratorio y del digestivo para los efectos de la producción del habla. Por esta razón se considera a la expresión oral como una “función sobreimpuesta” a estas estructuras orgánicas que tienen primariamente otras funciones biológicamente prioritarias como son, por ejemplo, las de respiración y alimentación.

- El receptor, en el oyente, está representado por el aparato auditivo, constituido por un segmento periférico (oídos: Externo, medio e interno) y otro central (vías auditivas centrales).

- Finalmente, el destino, donde se descifra el mensaje corresponde al Sistema Nervioso Central del oyente, especialmente el cerebro, que actúa inicialmente en total y que luego concentra la información procesada en la zona temporal del hemisferio cerebral dominante, generalmente el izquierdo para las personas diestras, donde se encuentra localizada el área auditiva primaria.

El propósito de identificar las estructuras orgánicas participantes en la comunicación oral es establecer que la normalidad de este proceso se basa en la indemnidad o ausencia de

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alteraciones en las mismas y lesiones, malformaciones o disfunciones que afectan a las zonas cerebrales mencionadas, al aparato auditivo o al llamado aparato fonoarticulatorio, derivan en trastornos de distinto tipo y magnitud, según su severidad que afectan a la comunicación oral en distintos planos o niveles.

Si se analiza el modelo de comunicación propuesto, desde una mirada anátomo-fisiológico y funcional, el acto comunicativo puede describirse secuencialmente en las siguientes fases:

1. A nivel del cerebro la persona que va a hablar, se formula un mensaje lingüísticamente estructurado, basado en los pensamientos, sentimientos, ideas, información, etc. que se desea comunicar. A esta fase se le ha denominado FORMULACIÓN.

2. Desde la zona cerebral fronto pariental salen estímulos neuromotrices que activan coordinada y sincronizadamente los mecanismos fonoarticulatorios que hacen posible la expresión del habla. A esta fase se le ha denominado EXPRESIÓN.

3. La señal oral se difunde, en forma de una onda sonora compleja, a través de un medio físico: El aire.

4. El aparato auditivo de la persona que escucha recepciona la señal acústica del habla, la transforma de energía mecánica vibratoria en potenciales eléctricos, a nivel periférico, y conduce estos potenciales a través de las vías auditivas centrales hasta las zonas cerebrales correspondientes: Área auditiva primaria. Esta fase es denominada RECEPCIÓN.

5. La información recibida y procesada en las zonas cerebrales correspondientes es comprendida por la persona que escucha, adquiriendo la connotación de un mensaje significativo. Esta fase es denominada COMPRENSIÓN.

Entre la primera y segunda fase, la información es puesta en un código susceptible de ser transmitido. Este proceso recibe el nombre de CODIFICACIÓN.

Entre la cuarta y quinta fase la señal codificada es descifrada. Este proceso recibe el nombre de DECODIFICACIÓN.

El análisis de la comunicación oral desde una perspectiva anátomo-fisiológica y funcional, permite determinar las cuatro habilidades fundamentales en que se sustenta este proceso: Formulación, expresión, recepción y comprensión.

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Se puede establecer además, que la normalidad de la misma está basada en una adecuada competencia en el uso de dichas habilidades.

Este análisis permite demostrar además la relación directa que existe entre cada una de estas habilidades y las estructuras orgánicas en que se sustenta su funcionamiento.

Este hecho tiene especial importancia para los efectos de evaluación diagnóstica e intervenciones terapéuticas para atender este tipo de alteraciones. A manera de ejemplo se puede señalar que las alteraciones de la voz y el habla afectan la función expresiva del lenguaje y se originan en patologías localizadas en el aparato fonoarticulatorio o sistemas orgánicos relacionados con éste.

Por otra parte, a partir de la observación de la competencia en el uso de estas habilidades básicas de comunicación se puede establecer una impresión clínica preliminar sobre el trastorno que se pretende evaluar. Así por ejemplo, se podrán determinar alteraciones del lenguaje de predominio receptivo-comprensivo, formulativo expresivo o mixto. Esta información podrá orientarse posteriormente a la focalización de las acciones para efectos de evaluación y diagnóstico, o de estimulación, intervención educativa o terapéutica.

Desde una perspectiva lingüística, es necesario precisar que las cuatro habilidades básicas de la comunicación oral se sustentan en un sistema lingüístico. Esto es, una red de elementos relacionados e interdependientes: Fonemas, palabras, oraciones y significados.

Para formular un mensaje lingüístico es necesario que el hablante disponga de un léxico o vocabulario del cual pueda seleccionar las palabras que le permitan organizar dicho mensaje: estructurarlo oracionalmente de acuerdo con las reglas sintácticas de su lengua y regular las variaciones de forma (género, número, formas y desinencias verbales) de las palabras que componen la estructura oracional, según las reglas morfológicas del idioma.

Para expresar el mensaje oralmente el hablante debe regular su producción fonoarticulatoria de acuerdo con las normas fonológicas de su comunidad lingüística, en nuestro caso del español que se habla en Chile. Así, a partir de las realizaciones articulatorias de los fonemas, éstas se integran progresivamente en sílabas, frases y oraciones, elementos que conforman los denominados grupos fónicos, los cuales

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constituyen las unidades funcionales del habla. Se define un grupo fónico como una emisión de habla delimitada por dos pausas o silencios.

Para una adecuada recepción del mensaje el oyente debe conocer las reglas fonológicas que regulan su lengua para facilitar así la discriminación del mismo. Finalmente, para una efectiva comprensión del mensaje el oyente debe conocer las reglas lexicales y morfosintácticas del sistema lingüístico que se utiliza en el desarrollo de una comunicación.

Los distintos planos del sistema lingüístico: fonológico, lexical y morfosintáctico, por ser elementos interdependientes, se influyen recíprocamente e inciden en el plano semántico, es decir, el plano de los significados.

Esta perspectiva de análisis lingüístico tiene particular importancia especialmente, desde una perspectiva educativa y pedagógica, porque hacia ella se orientan las intervenciones para atender los trastornos del lenguaje tanto en su evaluación diagnóstica como de intervención.

Si se observa con atención se puede establecer que distintos planos del sistema lingüístico se relacionan de preferencia con algunas de las cuatro habilidades de comunicación y todas ellas convergen hacia el campo semántico del lenguaje, es decir de las significaciones lógicas.

Este plano semántico es el que subordina el lenguaje, a través de los procesos de simbolización y de pensamiento verbal, a las funciones psíquicas superiores del ser humano. Desde este punto de vista se considera al lenguaje como una forma de expresión del pensamiento.

Esta subordinación permite interpretar aquellos trastornos del lenguaje de causa psíquica, en los cuales no está afectado el instrumento de la comunicación, sino que obedecen, más bien, a perturbaciones del psiquismo global del individuo y en los que generalmente se advierte alteración o disgregación del pensamiento.

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