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EL MAPA DE LA CATEDRAL. J. M. Ros Marino. Pardina Ediciones

El Mapa de la Catedral

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Novela de aventuras ambientada en la Catedral de Sevilla

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EL MAPA DE LA CATEDRAL.

J. M. Ros Marino.

Pardina Ediciones

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© 2012 Pardina Ediciones S.L.

1ª edición: Marzo de 2012

ISBN:

DL:

Impreso en Andalucía / Printed in Andalusia

Avda. el Valle, 21740. Hinojos-HUELVA

El mapa de la Catedral

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EL MAPA DE LA CATEDRAL.

J. M. Ros Marino.

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El mapa de la Catedral

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Capítulo 1: Visita a los Reales Alcázares.

Los caballos resoplaban en el frío de la mañana formando espectrales nubes de

vaho mientras el cochero fustigaba a los animales de manera acompasada. El coche, que se

movía pesadamente, era tirado por cuatro caballos que parecían notar que entraban ya en

las tierras de su señor Juan López de Lazárraga, contador mayor de los reyes Isabel y

Fernando. El viaje se había iniciado meses antes en Sevilla con parada en Toledo y Burgos y

llegaba ya a su fin. La organización de las Cortes en la capital andaluza hacía apenas unos

meses, en diciembre de 1499, había dejado exhausto al contador mayor, más aún tras los

cambios ocurridos en el reino con la aparición de las nuevas tierras descubiertas por Colón.

Y entre los legajos que portaba, un documento único, aquel plano de la Catedral de

Sevilla que la misma reina le había confiado y que tras mucho meditar trataría de perder

entre la multitud de documentos de la biblioteca familiar, para que permaneciera oculto

durante muchos años, para que permaneciera oculto durante siglos mientras a lo lejos el

pueblo de Oñate aparecía difuso en el horizonte.

* * *

La cola de personas que esperaba para entrar en los Reales Alcázares se alargaba

más de veinte metros fuera de las murallas. Las dos hermanas miraban desde allí la vista

impresionante de la Catedral de la que sobresalía su espléndida torre. Al darse la vuelta y

mirar hacia la entrada de los Reales Alcázares Nerea comentó:

-Aquí tenemos todavía más de media hora de espera.

-Os aseguro que merece la pena, chicas –dijo el padre-. No creáis que mucha gente sea

consciente del valor de estos Palacios; de hecho si os dais cuenta la mayor parte de los que

nos rodean son extranjeros.

Esperando en la cola se encontraban Sebastián y su familia: Olga y Nerea, sus dos

hijas y Adela la mujer a la que se había unido tras la muerte de su primera esposa. Vivían en

León, donde Sebastián, como arquitecto, trabajaba en la Diputación supervisando los

trabajos relacionados con el Patrimonio arquitectónico de la provincia. Se habían

desplazado hasta Sevilla para participar la semana próxima en un Congreso Internacional

sobre las Catedrales góticas en el que debía presentar una ponencia. Sebastián había

decidido llevarse a toda la familia de vacaciones intentando así limar las asperezas que

existían entre las chicas y Adela.

-Mira Papá, ¿que significa eso?- se encontraban cerca de la puerta de la entrada y Olga

siempre inquieta miró hacia arriba señalando un enorme león coronado, con una cruz en su

zarpa y una inscripción escrita en una banda.

-O, d, tres puntitos, i,t,r… od itrumm, no sé qué pone, vaya letra y luego dicen los profes

que yo la tengo mala –soltó Nerea.

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-No, lo que dice es “Ad utrumque” –dijo Sebastián- Se puso ahí a finales del siglo XIX y

significa algo así como “a por todas”.

-Vaya “a por todas”, me gusta eso –dijo exultante Nerea que no perdía ocasión para llamar

la atención.

Cerámica que decora la entrada de los RR. Alcázares

Al cabo de algo más de media hora habían traspasado ya la entrada y se

encontraban dentro del edificio. Caminaron un poco y a la izquierda subiendo unos

escalones avanzaron hacia una zona con dos estancias, la Sala de la Justicia y el Patio del

Yeso.

-Silencio, silencio…–una voz como el mármol había salido desde alguna parte- En este

lugar, fue asesinado un príncipe castellano, Fadrique Alfonso, a manos del propio rey, su

hermanastro Pedro I y su espíritu vaga aún por esta sala.

-Dios mío, ¿es eso cierto?-dijo Olga que junto con el resto de la familia no paraba de mirar

buscando el origen de la voz.

Al rato, del hueco de una ventana salió un hombre uniformado y las chicas

comprendieron que se trataba de un vigilante del Alcázar.

-Pues vaya susto nos hemos llevado –dijo Olga-.

-Bien, es mi manera de que no os olvidéis de la visita a este edificio. Y fijaros, ese mismo

rey que mató a su hermano construyó entre 1364 y 1366 gran parte del maravilloso palacio

que ahora vais a visitar, para que veáis lo compleja que es el alma humana. No es de

extrañar que unos lo llamaran Pedro I “el Justiciero” y otros “el Cruel”.

-¿Y en tan poco tiempo lo hicieron?. –preguntó Nerea interesada.

-Sí y eso a pesar de que sólo 16 años antes, en 1348 la Peste Negra había matado al 40% de

la población de Sevilla; sesenta mil personas dicen algunos historiadores que murieron a

causa de la epidemia que transmitía las ratas venidas en barco desde Asia. Y por si fuera

poco Pedro I estaba en medio de una terrible guerra civil con Enrique, otro hermano suyo.

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Ya sabéis, las típicas peleas de la nobleza por controlar a los monarcas, cosa que en este

caso ocurrió puesto que Enrique con la ayuda de los nobles se convirtió en rey asesinando a

Pedro I. Bueno, saliendo de aquí encontraréis el Patio del Yeso, casi la única parte que se

conserva en todo el Alcázar del período almohade; el mismo en el que se edificó la Giralda.

Los cuatro continuaron la visita dirigiendose hacia el patio de Montería con su

imponente fachada que era en realidad la entrada al interior del Palacio propiamente dicho.

-Papa, me recuerda un poco a la Alhambra, ¿no?.- dijo Olga, más interesada que su

hermana en cuestiones artísticas.

-Pues sí –contestó el padre- de hecho aunque parezcan mentira en esa época Pedro I rey de

Castilla, ese del susto y el sultán de Granada Muhammad V eran muy amigos y parece ser

que se intercambiaron obreros para trabajar aquí y en la Alhambra de Granada

conjuntamente.

-Vaya y yo que pensé que se habían llevado 800 años “a matar” –dijo Nerea.

-Eso es lo que algunos se han empeñado en hacernos creer –dijo Sebastián en un tono tan

serio que incluso Adela lo miró sorprendido-. No fueron 800 años de enfrentamientos;

hubo de todo, guerras, pactos, acuerdos, traiciones…como tú con tu hermana.

-Ahh, si es como yo y mi hermana, ya entiendo -dijo Nerea algo seria.

-De hecho muchos reyes castellanos, de Alfonso X “el Sabio” a Pedro I se mantuvieron en

el poder y ganaron muchas batallas contra sus propios familiares o contra la nobleza gracias

al apoyo de los califas y sultanes andalusíes.

La fachada del Patio de Montería aparecía reluciente y una gran cantidad de

personas se inmortalizaban en la entrada.

-Podríamos sacarnos una fotografía aquí –propuso Adela mientras le entregaba la cámara a

un chico –te importa, por favor.

Sebastián estaba ya en posición frente a la entrada y las chicas a su lado, así que

Adela se puso en el lado contrario a Sebastián quedando Nerea y Olga en medio. Al verlo

las chicas se colocaron instintivamente a la izquierda del padre con lo que se alejaban así de

Adela. El hecho no pasó desapercibido para nadie.

Desde allí penetraron en el interior y se dirigieron a través de estrechos pasillos al

Patio de las Doncellas. La luz sorprendió a la familia ofreciendo un espectáculo de una

belleza inigualable proyectando en el suelo la silueta de los arcos polilobulados de la

primera planta mientras la superior, con arcos de medio punto era de estilo renacentista. En

el centro del patio rodeado de columnas geminadas, dos pequeñas albercas y una fuente en

medio transportaban al visitante en el tiempo. Los mocárabes, como estalactitas de

escayola, como racimos de colores que se descuelgan del techo decoraban las esquinas del

patio. Olga, siempre más dada a la creación artística se preguntó cómo debió ser la vida allí.

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Se apartó un momento y se quedó sola, abrazada al fuste de una columna –verdaderamente

hay gente que ha intentado que el mundo sea un poco más bello a través de sus creaciones

–pensó- y vaya si lo ha conseguido-.

Dos enormes puertas con inscripciones por un lado en árabe en la parte del patio y

en castellano en la cara interior daban paso al imponente Salón de Embajadores. Las niñas

se quedaron con la boca abierta mirando el majestuoso techo que parecía una bóveda de

cielo de madera y cristal.

-Vaya –dijo Nerea- me río yo de las películas en 3D.

-Papá quiénes son esos que están pintados en la pared –preguntó Olga refiriéndose a un

friso con figuras que daba la vuelta a todo el salón.

-Son los retratos de todos los Reyes españoles, desde Recesvinto a Felipe III. Muchos de

ellos tuvieron aquí su trono –dijo Sebastián.

-Preferiría no ser reina y así no tener que llamarme de esa manera: Recesvinto –respondió

Nerea rápida como un trueno.

-Para ellos eran nombres comunes, ¿que pasa, te parecen más normales Jonathan o Jenny?.

-contestó Adela un poco cabreada por lo ocurrido con la foto. Sebastián notó que la

comunicación entre Adela y las niñas estaba siempre polarizada: o era demasiado dulce y no

parecía real o se iba al extremo contrario. Él sabía que Jonathan y Jenny eran dos de los

mejores amigos de las niñas.

-Bueno, bueno –sugirió para quitar tensión- ahora juguemos un poco. Vayamos hacia el

Patio de las Muñecas y veamos porqué se llama así.

Atravesaron diversas estancias con maravillosos azulejos en las paredes hasta llegar

al lugar. Pero todos los que se encontraban allí hacían lo mismo: buscar las dos caras

pequeñas que le daban nombre al patio. Al verlo lleno de gente y que todo el mundo lo

hacía Olga se negó a buscar nada, se negaba a hacer lo mismo que los demás y prefirió

fijarse en los delicados atauriques de las paredes realizados en escayola.

-¡Ya las he encontradoooo!- era por supuesto Nerea y quedaba claro que las había

descubierto.

Después de un rato decidieron salir hacia los jardines y relajarse para dar un paseo

entre el arrayán y el sonido de las fuentes.

-Pero antes nos detendremos en esta sala –dijo el padre-. Aquí se casaron en el año 1526 ni

más ni menos que el emperador Carlos V con Isabel de Portugal, probablemente el hombre

más importante del mundo en aquel momento.

Se trataba de una estancia rectangular con el techo lleno de casetones octogonales

con piñas en el centro excepto en trece de ellos en los que se representan figuras humanas.

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-Ven aquí Olga, vamos a ver cómo sería eso -Nerea y su hermana se cogieron del

brazo y de forma solemne comenzaron a andar por la estancia como si formaran parte de

un cortejo. Los turistas que estaban allí en aquel momento las miraban extrañados.

-Vamos, vamos; dejaros de tonterías –dijo el padre acostumbrado a las bromas de sus hijas.

Salieron y se dirigieron al jardín. Sería mejor decir los jardines pues ocurre lo mismo

que en el palacio, que el plural es más adecuado para captar la diversidad, la multitud de

jardines que allí se encuentran: el jardín de Troya, el estanque de Mercurio, la puerta del

Privilegio, el jardín de las Damas; incluso un laberinto. Tras un breve paseo continuaron

hacia el patio de Carruajes y de allí salieron de nuevo hacia el exterior en dirección a la

Catedral. Varios vendedores se les acercaron con postales de Sevilla.

-Bien, ha llegado la hora de volver al hotel –dijo Adela.

Las chicas se miraron y un poco por contradecirla insistieron en quedarse un rato

más.

-Está bien –dijo Sebastián- podéis quedaros. Os recomiendo que vayáis hacia la catedral.

-No, más edificios no papá –dijo Nerea.

-A lo mejor os interesa saber que allí dentro está enterrado Cristóbal Colón.

-Vaya, ¡más muertos! –dijo Nerea recordando el susto en los Reales Alcázares.

-No, está bien; a lo mejor allí me inspiro y me sale una idea para un corto. A este paso yo

creo que va a ir sobre muertos vivientes –dijo Olga en un frase que hubiera firmado su

hermana. Olga llevaba tiempo pensando en rodar un cortometraje desde que en la clase de

Plástica su profesora les había dado unas nociones sobre como realizar vídeos y más aún

porque el suyo había sido seleccionado para un concurso.

-Está bien, nosotros nos vamos al hotel, así que tenéis un par de horas para husmear por

ahí. Y por favor no meteros en problemas.

Sebastián y Adela se adentraron en las callejas que conforman el barrio de Santa

Cruz y las hermanas salieron disparadas hacia la Catedral templo repitiendo las dos al

unísono “Ad utrumque”.

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El mapa de la Catedral

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Capítulo 2: El encuentro.

De manera decidida el chico desembocó en la calle Alemanes que bordeaba los

muros del patio de la catedral. -¿Tendrá que ver el nombre de esta calle con los mercaderes

de toda Europa que vinieron a Sevilla después del descubrimiento de América cómo nos

dijo el profe de Historia?- pensó Fernando mientras subía hacia las gradas que rodean el

enorme templo. Sentados en ellas, por detrás de las enormes cadenas un grupo de turistas

miraba hacia arriba, siguiendo atentamente las indicaciones de la guía.

-Esta Catedral es anómala por muchas razones –que repetía la historia como una letanía-

fíjense ustedes: tiene 5 naves en lugar de tres, se entra por la cabecera y no por los pies del

templo como es lo habitual, su campanario se encuentra también en la cabecera y no en los

pies, el altar mayor está en medio de la nave central y no en el ábside….

La voz continuaba sonando confundida entre el gentío mientras algunos turistas

sacaban fotos a medida que la guía seguía hablando. Tras dejarlos atrás Fernando se dirigió

caminando junto a la base de la Giralda que parecía balancearse contra el cielo azul. -¿Se

moverá el Giraldillo con el viento?. Al fin y al cabo es una veleta –pensó.

El imponente ábside de la capilla Real atraía, tras la Giralda, las miradas de las

personas que ocupaban en ese momento la plaza Virgen de los Reyes, frente al barroco

Palacio Arzobispal y la calle Mateos Gago que penetraba serpenteante hacia el corazón del

barrio de Santa Cruz como una grieta en la cal. Al doblar la esquina de la Plaza del Triunfo,

las murallas del Alcázar y la geométrica presencia del Archivo de Indias atrajeron la mirada

de Fernando que por un momento trató de viajar en el tiempo invitado por el gran cartel de

una exposición sobre los esclavos en la América Hispánica colgado de las paredes del

edificio.

–Vayamos hacia el interior de la Catedral –se dijo a sí mismo- me queda un duro día de

trabajo-. Fernando se dirigió hacia la puerta del Príncipe donde contempló la copia a

tamaño real de la veleta que da nombre al antiguo alminar construido por los almohades de

la que fuera mezquita musulmana. Visto de cerca el Giraldillo parecía que hubiera bajado a

la altura de los hombres -¿a decirles qué, a avisarles de qué?, ¿qué veía la veleta desde

aquella altura privilegiada que el resto no podemos ni siquiera intuir?. Fernando miró y al

ver de cerca la estatua observó algo en lo que nunca había reparado.

- ¡Anda, pero si el Giraldillo es en realidad una “Giraldilla”!- se dijo-. Bueno, quizás

entonces ha bajado de las alturas a decirnos eso, que a pesar de su nombre popular no es

un hombre sino una mujer.

El chico se dirigió a la izquierda hacia la entrada del edificio, cogió un mapa y

caminó hacia el interior de la nave. Sí, había estado otras veces allí dentro: con sus padres,

para ver los pasos de Semana Santa desde dentro, alguna vez el día de San Fernando, con el

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colegio. Pero sin duda lo que mejor recordaba eran sus días como “seise” de la Catedral;

aquella antigua tradición por la cual una serie de niños vestidos con trajes barrocos

danzaban delante del Santísimo unos días concretos al año, en Carnaval o la Inmaculada.

No olvidaba el cariño de Don Francisco, la persona que los instruía y que tantas cosas le

contó en la intimidad sobre “la Catedrá”. Este templo ya no es un lugar sagrado –solía decir

indignado-. Aquí nadie viene ya a encontrarse con un Dios, solo a hacerse fotografías.

Si hay una primera vez que accedemos a las cosas, no físicamente, sino aquella

primera vez que el recuerdo rememora inconscientemente, aquella vez en la que es la piel la

que recuerda, entonces fue el primer día que entró en la Catedral con el resto de los niños

como “seise”.

La sensación dentro del edificio fue impresionante para Fernando; el color carnoso

de las paredes provocado por el sol que penetraba a través de las vidrieras confería a aquel

enorme lugar la apariencia de ser el interior de un gigantesco animal a punto de levantarse.

Los altos y enormes pilares daban a la vez la sensación de brotar del suelo, como si fueran

los músculos de ese animal. Era imposible detener la mirada en algún detalle concreto, la

inmensidad de las cinco naves hacía que la vista vagara de un lugar a otro entre la

incredulidad y la incomodidad provocada por un espacio tan enorme.

-Vaya; si a mí que estoy acostumbrado a ver películas en el cine y espectáculos por la tele

me impresiona todo esto, ¿cómo debía sentirse un hombre de hace quinientos años aquí

dentro? –. Y se sumió en un largo silencio, sin ningún otro pensamiento durante un rato

pero el ajetreo de turistas y los flashes de las cámaras lo devolvieron de nuevo a la realidad.

Fernando cogió el plano y buscó con la vista el lugar hacia el que quería dirigirse: la

puerta de San Cristóbal. Desde siempre le habían gustado los viajes y sobre todo los

grandes aventureros, así que cuando el profesor de Historia les había dicho que debían

buscar un aventurero o descubridor y debían contar su vida, no dudó en hacer el trabajo

sobre Cristóbal Colón que además estaba enterrado en la Catedral de su ciudad.

Ya prácticamente acabado el trabajo Fernando se decidió a ir a la Catedral a hacer

algunas fotos sobre el sepulcro en el que estaba enterrado el Almirante y a buscar esa

información que no se encuentra ni en los libros ni en Internet: esa especie de temperatura

que nos dan directamente los restos históricos y allí se encontraba él para medirla, para

sentir cómo huele la Historia. Se sorprendió de la coincidencia de un Cristóbal –el

descubridor- enterrado junto a un fresco representando a otro, S. Cristóbal, que ayudaba al

niño Jesús sobre sus hombros para cruzar un río. A Fernando le gustaba descubrir y

disfrutar de esas coincidencias, creía de hecho que esas trampas del tiempo están en

cualquier lugar, como cofrecillos que al ser descubiertos liberan una pequeña descarga de

placer, aunque no siempre atinamos a percibir. Observando a uno junto al otro pensó de

nuevo en los dos “Cristóbal” cargados, cruzando el agua, río u océano.

Al acercarse al gran catafalco un grupo de turistas japoneses escuchaba en absoluto

silencio la explicación del guía; sus miradas iban del monumento al guía del que salía una

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cancioncilla de palabras en japonés que obviamente Fernando no comprendía. En un

momento determinado la retahíla incomprensible fue rota por dos palabras reconocibles en

nuestro idioma: Cristóbal Colón, tras lo que todo el grupo rompió el silencio al unísono

con un sonoro y alargado “oooooooh”. Es de sospechar que el guía, pensó el chico, les

comunicaba en ese instante que allí estaba enterrado al Almirante que demostraban así su

sorprensa.

Fernando se acercó al monumento al que acababa de dedicarle una semana de

estudios. Allí estaban los cuatro heraldos que sostenían el ataúd con los restos del

descubridor; entonces sintió escalofríos. Dos chicas se acercaron al monumento mientras

Fernando hacía una de las fotografías que venía buscando, la granada que se encuentra

junto al pie izquierdo de uno de los portadores.

-¿Y seguro que es aquí donde está enterrado Cristóbal Colón?- dijo una de ellas.

Fernando apartó la cámara de su rostro y se giró mirándolas sorprendido; las chicas,

que estaban detenidas a los pies de la escultura, parecían tener aproximadamente su misma

edad. A pesar de ir vestidas de manera bastante diferente la una de la otra, el chico observó

un gran parecido físico entre ambas.

Monumento a Cristobal Colón

-Pues la verdad es que no estoy segura. –dijo la otra chica buscando por algún lado un

cartel o una inscripción.

-Cristóbal Colón está enterrado aquí –se decidió a hablar Fernando directamente-. Bueno lo

cierto es que el pobre viajó tanto muerto como vivo. Murió en Valladolid en 1509, luego lo

trasladaron a la Cartuja de Sevilla, después a Santo Domingo y luego a Cuba -Las chicas lo

miraron sorprendidas y con atención-. Es que este monumento que realizó por cierto

Arturo Mélida estaba destinado a levantarse en Cuba, pero coincidió con la Guerra de 1898

en la que Cuba se independizó de España y claro, finalmente decidieron ponerlo en Sevilla.

Las dos chicas se miraron sorprendidas; aquellas palabras le habían salido al chico

de corrido, casi sin respirar.

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-¿Y por qué aquí? -preguntó la chica, una de ellas que se había adelantado hacia Fernando.

-Bueno no estaba claro el sitio, porque muchas ciudades querían tener a un personaje tan

importante como Colón pero al final pesaron algunos factores como que el descubridor

rezaba aquí cerca antes de sus viajes, como otros muchos marineros, en aquella capilla de

allí detrás –dijo volviéndose- la Capilla de la Virgen de la Antigua, o que su hijo, Hernando

Colón estaba ya enterrado aquí en la Catedral, concretamente en aquella zona de allí -el

chico indicó con el dedo hacia los pies del edificio.

-Vaya, ¡si que sabes de esto!.

-Bueno, simplemente me gusta la Historia de mi ciudad- Fernando estuvo dudando en si

decir o no lo del trabajo, pero finalmente prefirió callárselo.

-¡Pues anda que tanto viajar para que al final miles de turistas no paren de hacerle fotos a tu

tumba!.

-Sí es curioso. ¿Sabéis que Colón se murió sin saber que había descubierto América?.

-¡Eso no puede ser!.- dijo Nerea.

-Viajó cuatro veces a América pensando que había llegado a la India, de ahí viene el

nombre de “indios” para los nativos de América y murió sólo y arruinado, traicionado por

los Reyes Católicos en una cárcel sin saber que había descubierto un nuevo continente.

-Yo sí lo sabía –dijo Olga- y he leído que Cristobal Colón no fue el primero en descubrir

América.

-¿Cómo? –Fernando se sintió desconcertado; él que pensaba que era un esperto y no sabía

de qué trataba aquello.

-Sí, cuando Colón llegó a América allí ya había personas; por lo tanto América ya había sido

descubierta –sentenció Olga.

Esas palabras lo desorientaron aún más, no lo había pensado nunca y lo cierto es

que la chica tenía toda la razón. Ya buscaría él información sobre aquello.

-¿Oye y quiénes son esos cuatro?.-continuó Nerea.

-Fijaos en el pecho, cada uno representa a un Reino: Navarra, Castilla, León y Aragón. Y os

voy a contar una anécdota –las chicas estaban ensimismadas- veis aquí, junto al pié del

Reino de León hay una granada atravesada por la lanza, significa la conquista del Reino de

Granada: dicen que el hombre que toca ese pié seguro que se casa.

-¿Uy, ten cuidado no vallas a tocarla tú! –las chicas se desternillaban de risa.

-Os gustaría acercaros a ver la tumba del hijo de Colón?. –dijo Fernando.

-Si, claro que sí.

El mapa de la Catedral

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-Bueno, no me he presentado, mi nombre es Fernando y soy de aquí, de Sevilla.

-Yo soy Nerea y ella es Olga y estamos pasando unos días aquí de vacaciones con nuestros

padres.

-Y por si no te has dado cuenta somos hermanas -dijo Olga sonriendo. Olga era la más

inquieta de las dos hermanas, le gustaba leer y sobre todo le apasionaba el cine, de hecho de

mayor quería ser directora y siempre andaba maquinando historias, posibles guiones para

sus futuras películas. Poseía una mente tan fantasiosa que conseguía ver su día a día como

una especie de película permanentemente proyectada. A Nerea le gustaba llevar las

conversaciones hacia la dimensión más alegre de la vida, buscándole siempre los tres pies al

gato o el lado más inverosímil de la realidad. Las Navidades pasadas adelantó todos los

relojes de su casa media hora antes de las campanadas de Noche Vieja, “para ser los

primeros en llegar al año” dijo entonces; suerte que sus padres se dieron cuenta.

A Fernando le pareció que eran algo infantiles pero también que tenían un atractivo

innegable. Las dos chicas y el chico se dirigieron por la nave lateral hacia la zona donde se

encontraba la tumba del hijo de Colón, cruzaron por el costado del Coro y cuando llegaron

al lugar un muro de panel azul les cortaba el paso con una gran inscripción escrita en latín.

-Vaya, parece que hay una exposición y la tumba queda dentro; echémosle un vistazo -dijo

Fernando. Se dirigieron a la entrada donde la azafata de la puerta que recogía las entradas

les anunció que se trataba de una exposición donde se repasaba la historia de la Catedral

desde que fue levantada como mezquita hasta la actualidad.

-Podéis pasar, hoy es el último día que está abierta. Hay piezas muy importantes, aunque

quizás lo más sugestivo sea el plano de la Catedral que puede verse dentro.

-¿Qué es eso, no sabía nada?.- preguntó sorprendido Fernando.

-Hace dos años se encontró en el monasterio de Bidaurreta de Oñate en el País Vasco el

plano de una gran iglesia, unos investigadores se pusieron a estudiarlo y resultó ser un

plano de finales del s. XV de la Catedral de Sevilla: es el más antiguo que se conserva de un

edificio en Europa.

-Vaya -dijo Nerea algo pícara- ¿pero es un plano con tesoro incluido?.

-Bueno, eso no se sabe -contestó la azafata –. ¡Podéis tratar de descubrirlo!.

No les faltó ni dos segundos a los chicos para meterse en la exposición donde

vieron restos de diversas épocas y en una vitrina el plano que la azafata les había dicho.

-Vaya, esto sí que no me lo esperaba yo -dijo Fernando sacando con frenesí su cámara y

comenzando a hacer fotos.

-Busquemos pistas en el mapa -dijo Nerea.

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-No puede ser, sólo es un plano realizado por un arquitecto para levantar la Catedral y eso

es raro.

-Ah sí ¿porque?-preguntó Olga.

-Porque en aquella época -siguió Fernando- se construía directamente marcando el terreno

y sin necesidad de planos. El maestro de obras iba dirigiendo día a día el trabajo. Lo que me

resulta raro es cómo llegaría ese plano hasta ese monasterio tan alejado de Sevilla.

Fernando hizo fotografías desde todos los ángulos y se agachó para fotografiar otro

plano que había al lado que indicaba la manera plegada como había estado conservado a lo

largo de este tiempo. Por fin abandonaron la sala y continuaron visitando la exposición; allí

había maquetas de cómo se habían construido la Catedral de Sevilla, el trabajo de los

canteros, etc. Pero las chicas estaban cansadas de un día lleno de emociones.

-Nerea, debemos irnos, Papá nos estará ya esperando -dijo Olga.

-Sí, -Olga miró el reloj con tristeza y continuó- nuestros padres nos esperan y no podemos

retrasarnos más.

Después de saludar a la azafata las chicas se despedían de Fernando. En ese

momento, de dentro de la exposición se oyó un chirrido agudo, como si frotaran los

bordes de dos vidrios y un hombre alto con barba, que se ponía en ese momento una gorra

salía corriendo de la exposición hacia la calle. Los chicos miraron hacia él y luego

continuaron sin más la conversación.

-Bueno -continuó Olga- ha sido un placer conocerte y haber pasado este rato contigo-.

-Si –dijo Nerea- y gracias por resucitarnos a Colón.

Las chicas se fueron y Fernando quedó con dos fuertes sensaciones contrapuestas;

por un lado el descubrimiento de ese mapa sorprendente de la Catedral y por otro el vacío

que las dos chicas que había conocido le dejaban: ¿volvería a verlas, dónde se alojaban,

cuándo se iban de Sevilla, se lo habían pasado bien con él?. Eso formaba parte de su

personalidad; cuando algo le interesaba se hacía un mínimo de 3 o 4 preguntas continuadas

sobre el tema. Era su manera de decirse que algo le interesaba mucho y por que cierto

nunca paraba hasta que no contestaba a esas preguntas.

Continuó deambulando por la Catedral pero al poco anunciaron el cierre; no era su

ánimo ya el mismo cansado de todo el día, así que decidió salir del templo y dirigirse de

vuelta a su casa.

El mapa de la Catedral

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Capítulo 3: El robo del plano.

-¿Qué te ocurre hoy Fernando, estás como en el aire?-. Le habían dicho varias veces a lo

largo del día los profesores, cosa inaudita en él. –Los profesores no pueden entender los

asuntos personales de sus alumnos –pensó para sí mismo. Verdaderamente el peso del día

anterior continuaba asaltándolo de manera insistente así que la vuelta a casa la veía aquel día

como una liberación. Eso fue al menos lo que le iba diciendo a Antonio, su eterno

compañero de mesa y de aficiones.

-Debemos ir a grabar esas entrevistas, hemos anunciado que las pondremos la semana que

viene –dijo Antonio-.¡Fernando, Fernando me oyes!.

Aquel día estaba resultando agotador. El recuerdo de la pequeña aventura vivida en

la Catedral la tarde antes le había impedido dormir bien y esa mañana se había levantado

cansado y estaba claro que no se había encontrado bien en las clases. Fernando se giró

hacia Antonio.

-Las entrevistas… –dijo con la mirada perdida. Los dos amigos habían montado desde el

curso pasado una radio digital en la que entrevistaban a personajes históricos que ellos

mismos recreaban. Cuando ocurría alguna noticia curiosa o interesante en el Instituto o en

el barrio también la daban. Para la semana que viene se les había ocurrido entrevistar al

mismísimo Colón, para que él mismo contara sus aventuras descubridoras.

-Te aseguro que fue una tarde extraña, la Catedral y aquellas chicas resultaron una mezcla

interesante -dijo Fernando, a lo que Antonio contestó con unas risas.

-Sí, sobre todo las chicas ¿No?.

Cómo cada día los comercios y supermercados iban cerrando a su paso como fichas

de dominó y en la tienda de animales los mismos cansados peces desprendían, a pesar de

sus colores eléctricos, la misma tristeza y apatía. También hoy se pararon a echar un vistazo

a los periódicos y las revistas, justo en la esquina antes de llegar a su casa, en el quiosco de

Manuela a la que llamaban “la coleccionables” por haberse especializado en esa disciplina.

Los dos amigos se inclinaron a mirar.

-Por qué tendrán la manía los quiosqueros de poner los periódicos al revés -dijo Antonio

que hacía malabarismos con el cuello tratando de leer un titular.

-Pues para eso -le dijo Fernando mirándolo- para que te rompas el cuello.

Los periódicos deportivos, los más vendidos, ocupaban las primeras posiciones y

soportaban una enorme piedra para que el viento no se los llevara. Fernando se fijó en

algunos de los libros apilados en uno de los lados; allí estaban relucientes varios tomos, en

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especial los de Ildefonso Marrón, sus “best-sellers”, libros que se decía hacían otros y él

recomponía y reescribía. Fernando, que tenía algo de escritor en ciernes, detestaba aquella

manera de escribir y sobre todo que cada libro que sacase se convirtiese en un éxito: -

¿Cómo se consigue eso?-. Antonio que parecía leer el pensamiento de su amigo le dijo

mientras hojeaba los periódicos:

-¿Sabes que la próxima semana viene a presentar su nueva novela?. Es durante un Congreso

sobre la Catedral de Sevilla y creo que su novela está ambientada aquí.

De repente la cara de Antonio cambió al leer una noticia.

-Oye, mira,-casi gritó- aquí pone algo sobre un robo en la Catedral.

-¿Qué robo?- Fernando se acercó y cogió el periódico.

-¡Si cogéis algo es para comprarlo eeeeeh!-dijo la quiosquera desde detrás de una barrera de

revistas y libros habituada a las perrerías de los chicos del barrio.

-”Roban un mapa en la Catedral. –tras leer el titular Antonio miró incrédulo a Fernando que se

había quedado rígido y estupefacto -. Ayer por la tarde, poco antes de cerrar el templo se produjo un

robo en la Catedral de Sevilla. Al parecer los ladrones aprovecharon que los guardias de seguridad ya

estaban retirando al público, para levantar una vitrina y llevarse un importante mapa que se encontraba

estos días en una exposición sobre la historia de la Catedral”-Antonio había leído casi sin respirar y

la emoción lo trababa- Parece que los ladrones sólo tuvieron que levantar la urna y coger el mapa. Lo

extraño es que no se llevaron otros objetos de valor que también se encontraban en la exposición”. ¡Esto es

increíble, no me lo puedo creer. Has visto Fernando, el mapa que me dijiste!.

-Sigue, sigue leyendo el final de la noticia -le insistió Fernando.

-”La policía no tiene todavía sospechosos aunque está revisando las cámaras de seguridad del templo por si

pudieran encontrar alguna pista”. ¡Esto es de película, vamos!.

Fernando y Antonio se quedaron charlando un rato verdaderamente sorprendidos

con la noticia. Decidieron que después de comer volverían a reunirse para intentar

solucionar el enigma que de repente había aparecido en sus vidas mientras a lo lejos se oía

la voz de la quiosquera gritando: ¡No, si ya lo sabía yo!-.

-Quedamos esta tarde en mi casa, después de comer -dijo Fernando exaltado.

-Pero qué ocurre, qué vamos a hacer -dijo Antonio preocupado.

-Vete a comer y luego hablamos.

Fernando comió de manera tan nerviosa que Ana, su madre le preguntó en

repetidas ocasiones si le ocurría algo; pero él se limitó a comer y a decirle que nada

importante. En la TV Local dieron la noticia pero no hizo ningún comentario. Se llamaba a

la colaboración ciudadana por si alguién había visto algo. Cuando acabó de comer pidió

El mapa de la Catedral

19

permiso a su madre para quedar con Antonio para ir a la Catedral y que luego ya le

explicaría. Una vez en la calle, vio a su amigo que lo esperaba impaciente.

-¿Has visto las noticias verdad?. Iremos a la Catedral a contar lo que ví.

El camino hacia la Catedral estuvo lleno de interrogantes y conjeturas. Una vez allí

preguntaron por un responsable porque querían tratar de un asunto importante relacionado

con el robo del día anterior así que fueron conducidos a una sala en la zona administrativa

del templo. Al poco rato entraron dos personas, uno de los cuáles, de manera un poco

brusca se dirigió a los chicos.

-Muy bien, mi nombre es Bernardo y soy el jefe de seguridad de la Catedral, así que podéis

contarme lo que sepáis.

Fernando contó su visita del día anterior con las dos chicas a la Catedral y cómo

había visto a un hombre salir después de oír el ruido del cristal. Tras dar una descripción

exhaustiva el hombre les preguntó:

-Tu descripción coincide con las imágenes de la cámara de seguridad. ¿Llegaste a verle la

cara?.

-Sí, justo en el momento en el que se ponía la gorra y se giraba para irse hacia la puerta.

Los dos hombres cuchichearon un rato entre sí y acto seguido hablaron a

Fernando.

-Esto que acabas de rebelarnos es muy importante. Así que no debéis decírselo a nadie.

Este señor de aquí es policía y ha tomado nota de todo lo que habéis dicho. Repito no

debéis decírselo a nadie, ni siquiera a vuestros padres puesto que ese mapa es más

importante de lo que creéis. Respecto a esas dos chicas ¿sabes donde se alojan?.

-No, ni idea. Sólo sé que estaban aquí de vacaciones con sus padres– dijo Fernando

tembloroso mientras miraba a Antonio.

-Muy bien, pues ahora ya podéis marcharos y ya nos pondremos en contacto con vosotros.

El jefe de seguridad se dirigió hacia la puerta y los dos chicos salieron casi

temblando del enorme edificio mientras un aire salino que parecía venir de Sanlúcar

remontando el Guadalquivir les daba en la cara. Fernando y Antonio caminaron por la

Avenida de la Constitución, se dirigieron a un bar cercano y se pidieron unos refrescos.

-Qué extraño es todo esto ¿no te parece?. Si tan importante es ese mapa, ¿porqué no nos

han hecho ir a la Policía?.

-Bueno, aquél hombre era policía –dijo dudando Antonio.

20

-Si ya… ¿y eso quién lo sabe?; además hay que declarar en la comisaría y como soy menor

de edad tienen que saberlo mis padres. Muy raro todo esto –las preguntas comenzaban a

encadenarse una a una en la cabeza del chico.

-No sé, quizás le das demasiadas vueltas a las cosas, no creo que sea tan raro.

El bar era uno de esos lugares nuevos que habían montado en el centro, de esos que

uno puede encontrar exactamente igual con las mismas fotos, la misma música, el mismo

olor en San Francisco, Berlín o Barcelona; estaba lleno de gente, chicos jóvenes conectados

a Internet, parejas de turistas viendo las fotografías del día, etc. La ola de la globalización en

la que un día había sido el único puerto de Europa en comerciar con América.

-No lo veo claro. ¿Y qué me dices del robo del mapa en sí?- el silencio llenó un gran

espacio de tiempo puesto que ninguno de los dos sabía lo que decir y mucho menos como

continuar con aquello –Tengo una idea –dijo al rato Fernando- vayamos a mi casa a ver las

fotografías que hice ayer por la tarde a ver si nos dan alguna pista.

Al llegar a casa entraron en la habitación, encendieron el ordenador y se pusieron a

descargar las fotografías de la cámara que desde el día anterior no había vuelto a encender.

Mentalmente, con la ayuda de las fotografías revivieron minuciosamente los

acontecimientos de aquella tarde: el monumento a Colón, las chicas, la exposición, la urna

con el mapa desde múltiples puntos de vista, etc. Pero por más que miraban no se les

ocurría que nada raro hubiera allí.

-Un momento –dijo Antonio señalando una de las fotos- dale para atrás a esa foto.

Fernando retrocedió y sobre la pantalla apareció una etiqueta un poco movida y con

luz ocre de no haber utilizado el flash, con el número de pieza y el nombre de esta sobre

una pegatina en blanco. La etiqueta decía:

Pieza nº 10: La “Copia de Bidaurreta”. Anónimo (1433?, 1490?) Convento de la Santísima

Trinidad de Bidaurreta, Oñate (Guipúzcoa). Este dibujo, identificado en 2008 como la más

antigua copia de la traza de la Catedral de Sevilla, hecha a fines del siglo XV a partir del

supuesto original de 1433, se conserva en el convento de la Santísima Trinidad de

Bidaurreta, en Oñate (Guipúzcoa). Edición facsímil.

-Si bueno, es interesante; es un plano de 1433 o 1490, no se sabe bien, pero encontrado en

un convento del País Vasco, ¿qué más? –dijo Fernando.

-Lee la última frase de la etiqueta, por favor.

Fernando formó entonces una enorme ¡Oooooh! con la boca alargada en el tiempo

y de la pantalla pasaron a mirarse mutuamente extrañados. Aquello no tenía ni pies ni

cabeza. Ahora todo tenía menos sentido que antes o más, pero ellos no lograban

encontrárselo.

-¡Ni siquiera es el plano original! –dijo Fernando.

El mapa de la Catedral

21

-Una edición facsímil, ¿para que querría alguien robar una copia de un plano?.

Tras un largo silencio a Fernando se le ocurrió una idea.

-Existen dos posibilidades, que supiera que era una copia o que no lo supiera. Si alguien se

dispone a robar un objeto así, evidentemente se asegura de que va a ser el original, así que si

sabía que era una copia fiel no le interesaba tanto el documento en sí como lo que el mapa

pudiera contener.

Ambos se abalanzaron sobre el ordenador para ver las fotografías del mapa,

buscando los símbolos y las letras escritas sobre él. Buscaron en Internet y se sorprendieron

porque encontraron buenas fotografías colgadas en la red.

-¿Es extraño, si el mapa se puede consultar en Internet para qué robarlo?.

-¿Quizás la copia reproduce también mensajes que sólo se pueden leer en el papel, ya sabes,

marcas, tintas mágicas, qué sé yo?. -Dijo Antonio.

La tarde se había ya hecho noche así que Antonio tuvo que marcharse para su casa

quedando en que al día siguiente continuarían con sus “investigaciones” mientras Fernando

permanecía tendido en la cama mirando al techo las fotografías que pasaban

automáticamente por la pantalla del ordenador en la habitación oscura como un pequeño

cine íntimo mientras la voz de su madre sonaba a lo lejos del pasillo llamándolo para cenar.

Poco después y antes de cerrar los ojos se le ocurrió una idea que tal vez pudiera ser cierta;

de ser así los próximos días iban a requerir de un gran esfuerzo y una auténtica aventura

que tendría obligatoriamente como centro principal a la Catedral. Pero antes de eso

tendrían que salir de dudas y para eso, para eso debían preguntarle a la mañana siguiente

viernes a su profesor de Historia, que era quién iba a orientarles en esa aventura. La

maquinaria de las preguntas en la cabeza de Fernando se había puesto definitivamente en

marcha.

22

El mapa de la Catedral

23

Capítulo 4: Nos ponemos en marcha.

Viernes a última hora, los alumnos y los profesores habían abandonado ya las aulas

y salían por la puerta como si por la mañana temprano hubieran sido metidos a presión en

el edificio. El olor del fin de semana impelía a todos a buscar el aire libre, las puertas

abiertas hacia el espacio exterior. Los dos alumnos y el profesor se sentaron en el aula vacía

en la que habían quedado.

-Bien chicos, me habéis hecho algunas preguntas sobre la Catedral de Sevilla y creo que

esto es lo más importante que deberíais saber. Este templo, como casi todos, al estar

construido a lo largo de casi quinientos años no es de un solo estilo artístico sino de varios.

Así que dependiendo en que parte nos fijemos habrá sido realizada en un estilo, por

ejemplo: islámica es la parte inferior de la Giralda y el antiguo patio de la mezquita, gótica

las naves y casi todas las portadas, plateresco, un estilo entre el gótico y el renacimiento es

el exterior del ábside de la Catedral, renacentista muchas estancias como el Cabildo o el

cuerpo superior de la Giralda, barroca la capilla del Sagrario y eso por no hablar de la

pintura y la escultura porque hay hasta cuadros de Goya o de Murillo.

El templo se comenzó a construir en 1401 y aunque no está demostrado, según una

tradición oral sevillana los canónigos habría dicho: «Hagamos una iglesia tan hermosa y tan

grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos». Se lo oiréis contar a los cocheros, no

paran de repetirlo. El mayor empuje le vino dado a la Catedral porque tras el

descubrimiento de América ya sabéis que Sevilla se convirtió en el único puerto de Europa

que podía comerciar con el nuevo continente. ¿Podéis imaginar lo que fue eso? –los niños

estaban atentos a las palabras del profesor como esperando un desenlace a todo aquello.

-Con lo cuál Sevilla se llenó de comerciantes genoveses, flamencos, franceses, alemanes,

claro.- dijo rápidamente Fernando acordándose del día anterior.

-Efectivamente y como comprenderéis el Cabildo Catedralicio disponía de mucho dinero

para contratar a los mejores artistas que venían de toda Europa a realizar las mejores obras.

Bien, además como me habéis pedido os he traído un listado con las obras más

significativas realizadas en la Catedral antes el siglo XV. ¿Para qué queréis esto?.

-Es para buscar…-era Antonio el que hablaba pero fue interrumpido por Fernando.

-Es para hacer un trabajo específico sobre una de esas obras- dijo Fernando. No sonó

convincente, pero el profesor también quería abandonar ya el IES y no les hizo más

preguntas.

-Está bien, estas sería las obras: El sepulcro del Cardenal Cervantes de 1453, las fachadas

del Nacimiento y el Bautismo y el retablo del altar mayor. No he contado las vidrieras,

24

otros retablos menores y pinturas, porque si no la labor sería ingente. Pero si las necesitáis

podéis pedírmelas.

-Profesor, una última pregunta –Fernando se paró un momento antes de continuar-, si

cuando Colón llegó a América allí ya había indígenas viviendo, ¿cómo es que decimos que

Colón descubrió América?.

-Vaya, vaya; poca gente se plantea esa pregunta –el profesor miró a Fernando esperando su

respuesta pero el chico no dijo nada-. Efectivamente, allí ya vivían millones de personas

antes de llegar Colón, incluso se dice que los vikingos o que otros navegantes andaluces ya

habían llegado antes. Sin embargo fue tras el viaje de Colón que se pusieron en contacto

Europa y América permanentemente y que se conoció la existencia de América de manera

científica, sería más preciso decir “el descubrimiento de América para el resto del mundo”.

El profesor se despidió de ellos mirando el reloj y cogiendo apresuradamente las

llaves de su coche. Los dos chicos caminaron juntos en dirección a casa.

-Debemos empezar por aquí –dijo Fernando señalando la hoja entregada por el profesor.

-Pero eso es una locura podemos tardar semanas en encontrar algo, ¡si es que existe ese

algo!.

-Si de acuerdo, pero es lo único que tenemos. Veamos, el plano más antiguo de la Catedral

de Sevilla ha sido robado, resulta que no es el plano original sino una copia, por lo tanto

alguien necesita ese plano para buscar algo. ¿Qué puede ser?, lo desconocemos. El plano

fue realizado hacia 1490 por lo tanto en el caso de que alguien señalara algo en el plano

tiene que ser de un capilla, un retablo, un obra en definitiva anterior a 1490 y por supuesto

una obra importante.

-Pero bueno- dijo Antonio perdiéndose un poco con las divagaciones de Fernando- ¿quién

ha dejado algo escondido?.

-Yo sólo digo que si alguien ha podido robar ese plano no lo ha hecho por su valor, porque

no era el original, lo ha hecho porque sabía que había marcado algo en él, quizás algo de

gran valor. Debemos buscar en esas obras realizadas en la Catedral con anterioridad a

1490.

-Sí, ya lo he entendido. ¡Pero eso es un locura!- repitió de nuevo Antonio que estaba como

aletargado.

-Lo sé. Ya has oído a nuestro profesor. Si nos creemos esta historia deberemos investigar y

comprobar si hay alguna pista sobre el tesoro en esas obras.

-Es una locura- repetía Antonio con insistencia, como un autómata.

Verdaderamente el trabajo que aguardaba a los dos chicos era ingente y también

descorazonador pues sus conjeturas estaban basadas en ideas vagas y nebulosas. Se trataba

por tanto de buscar pistas sobre algún tipo de “tesoro” que pudiera estar escondido todavía

El mapa de la Catedral

25

en la actual Catedral. Pero había una última dificultad; si alguien había robado el mapa, era

con la intención de encontrar “lo que fuera” antes que ellos. Se sumaba así a la ingente

cantidad de trabajo la prisa por realizarlo rápidamente. La situación quedaba planteada de la

siguiente manera: Antonio exploraría las dos portadas y el sarcófago del Cardenal Cervantes

y Fernando se encargaría del gran Retablo mayor. ¡Quién iba a decirles a ellos que debían

ahora poner en práctica aquellos conocimientos de las clases de historia que parecían tan

poco prácticos y aplicarlos ahora a una situación trepidante y casi de película!.

La tarde del viernes, aquella que normalmente dedicaban a quedar con los amigos o

a planear el fin de semana iban a pasarla sorprendentemente encerrados en la Biblioteca

Pública buscando información que les fuera relevante y que encajara en su historia. Se

acercaron al bibliotecario al que explicaron la información que necesitaban. Poco antes de

cerrar la biblioteca el trabajo estaba básicamente hecho; los dos amigos pusieron en común

lo encontrado y decidieron quedar para el día siguiente en la Catedral para comprobar in situ

aquellas hipótesis.

Justo al salir de la Biblioteca recibieron una sorpresa al toparse con Paco y con “el

Muelas”, dos alumnos de la clase de enfrente muy conocidos en el Centro por sus

“actividades extraescolares”.

-¡Qué pardillos!. Qué hacéis aquí un viernes por la noche estudiando –se mofaba “el

Muelas”-, pero si ni siquiera tenemos exámenes ahora.

Los dos chicos se miraron en silencio. Cómo explicarles que aquello no tenía nada

que ver con estudios, exámenes o deberes mandados por profesores; que aquello formaba

parte de otra cosa. ¿Entenderían aquellos dos alguna vez en su vida que hay cosas que se

hacen no por que te hayan obligado a ello, sino porque un ímpetu interior nos lo manda,

una fuerza que quizás sólo busca encontrarnos a nosostros mismos?. Fernando y Antonio

prefirieron no contestar y se alejaron mientras los otros dos chicos continuaban riéndose.

Al día siguiente, sábado, habían quedado a las 10 de la mañana en la puerta de casa

y ambos amigos se dirigieron hacía la Catedral. La mañana de invierno resultó cálida y el río

parecía una plancha de mercurio apenas rota por el movimiento acompasado de las

primeras piraguas que formaban uves enormes que se alargaban y se alargaban hasta

desaparecer de manera imperceptible. Cruzaron por la plaza Vicente Alexandre que exhibía

sus plataneros cobrizos cómo de metal y dejaron de lado la fachada imponente del Palacio

de San Telmo.

-¿Bonita escuela ehhh?.- dijo Fernando en referencia a que había sido durante siglos la

“escuela de Mareantes” de Sevilla y ahora sede de la Junta de Andalucía. En medio de la

gran portada barroca, San Telmo, patrón de los navegantes sostenía en sus manos un débil

barquito rodeado del barroquismo denso de esculturas, elementos decorativos y columnas

parecían imitar las olas inciertas y amenazantes a las que los marinos debían someterse.

Dejaron a un lado el antiguo palacio continuando hacia adelante y a la altura del Hotel

Alfonso XIII, junto a la Puerta de Jerez, una voz de chica los detuvo.

26

-Eeeeeh, perdona. ¿Te acuerdas de nosotras?.

Rápidamente Fernando recordó aquellas voces y caras: eran Olga y Nerea. Se

saludaron, les presentó a Antonio y las chicas les dijeron que permanecerían aún una

semana más en la ciudad. Se habían enterado de la noticia del robo del mapa y habían salido

por si los encontraban. Los chicos, principalmente Fernando, estaban verdaderamente

contentos de haber encontrado a aquellas chicas con las que tan bien había congeniado y

una especie de ¡viva! íntimo que nadie notó resonó palpitante en su pecho.

-Es que no te lo hemos dicho -dijo Nerea- pero estamos aquí porque mi padre es un gran

arquitecto y la semana que viene hay un Congreso en Sevilla y él está invitado a dar una

ponencia sobre “las catedrales góticas”.

-¡Pues vaya sorpresa! –dijo Antonio.

Los chicos pusieron a las hermanas al día de lo que había ocurrido últimamente y

tras explicarles sus proyectos las invitaron a ir a la Catedral con ellos. El plan era visitar

aquellas obras que su profesor les había dicho y que la tarde antes habían estado estudiado.

La antigua puerta de la muralla, lo que hoy era la Puerta de Jerez aparecía dinámica, llena de

gente y la gran avenida que conecta el río, un día puerto, con la plaza más importante de la

ciudad, la del Ayuntamiento, parecía invitarles a llegar cuanto antes al templo. Subieron por

el Archivo de Indias junto a cuya plaza había un pequeño mercado de antigüedades que

empezaba a desperezarse. Los chicos se acercaron a un puesto que ya estaba abierto con

libros antigüos, grabados y litografías sobre Sevilla.

-¿Crees que a papá le gustaría este regalo? –Olga llamaba la atención de su hermana.

Grabado con una vista de Sevilla. S. XVIII

Sobre un grabado del s. XVII de la fachada principal de la Catedral aparecía a la

izquierda la Giralda y en el centro del cielo, como saliendo del edificio un enorme sol con

una inscripción en la parte inferior: “Turris fortissima nomem dni proverb. 18”.

El mapa de la Catedral

27

-¿Sabéis lo que significa eso?. –les preguntó el anticuario.

-Pues la verdad es que no. –los cuatro chicos se arremolinaron entorno a la litografía.

-Es la inscripción que se encuentra en el último cuerpo de la Giralda, una palabra en cada

cara, veis –les dijo señalando hacia la torre- desde aquí podemos ver por este lado “proverb.

18”. El texto significa “Torre fortísima es el nombre de Dios, proverbios 18” que es el

lugar de la Biblia en el que aparece esa cita.

-Y el sol, ¿por qué está ahí dibujado?.

-Pues mirad, la Catedral es una de las brújulas más grandes del mundo. Sí, sí, una brújula

por que cuando la construyeron lo hicieron orientándola hacia los puntos cardinales.

-Ah sí –dijo Nerea sin pensarlo- está orientada hacia la Meca.

Los chicos y el anticuario empezaron a reír.

-No mujer, no, eso son las mezquitas. Esta Catedral tiene orientada su cabecera hacia el

Este, el lugar por el que sale el Sol, como se ve en el grabado. Así que los pies del templo

están orientados al lado contrario, el Oeste. Esta parte de aquí, donde está la entrada con la

gran estatua del Giraldillo hacia el Sur…

-Es una mujer, debería llamarse “Giraldilla” –aclaró Fernando.

-Sí, tienes razón, es una mujer y no solo eso, es que Cervantes en el Quijote la llamaba “la

giganta” de Sevilla. En fin pues eso, esta parte está orientada al Sur y la contraria donde está

el patio de los Naranjos al Norte. De todas formas no es cierto que sea una brújula

absolutamente perfecta porque los constructores tuvieron que respetar los cimientos de la

mezquita anterior que sí estaba orientada hacia la Meca, así que está un poco desviada de

los puntos cardinales.

-Vaya nunca me había parado a pensar eso y disculpe, ¿qué son esos negros que están aquí

dibujados?. –dijo Olga señalando otro grabado.

-Bueno, os contaré una pequeña historia. Desde el siglo XVI en este lugar, en los

alrededores de la Catedral se celebraban mercados y se vendían productos para América,

pero ya desde el s. XIV se comerciaba con esclavos negros. Quién lo dirían pero Sevilla era

uno de los puertos principales del comercio de esclavos con América, podeís verlo por

cierto en la exposición que hay aquí dentro, en el Archivo de Indias.

-Sí, –concretó Fernando- de hecho hay una Hermandad de Semana Santa que se llama “los

negritos”.

-Así es –continuó el hombre-, en la que solo los negros, ya fueran libertos o esclavos con el

permiso de sus amos, podían hacerse hermanos y salir de nazarenos.

28

No es del todo libre nuestra voluntad para penetrar en el significado de las cosas.

Aunque hayamos comido cientos de naranjas a lo largo de nuestra vida, el olor que

conservamos es el de aquella vez que nuestra abuela nos peló una; a pesar de las miles de

veces que nos hemos puesto los calcetines nada parecido a hacerlo como aquel día que nos

levantamos temprano y nos fuimos con el colegio de excursión y el sueño pegado en los

ojos. Para Fernando y Antonio un negro era simplemente su gran amigo Bari, compañero

de clases de Guinea. A los dos chicos les pareció incomprensible eso del comercio de

esclavos.

-Vaya, pues sí que parece raro eso de la esclavitud; quién lo diría –dijo Nerea- ¿y esas

cadenas alrededor de la Catedral qué significan?.

-Es que los mercaderes eran tan codiciosos que llegaban a entrar dentro de la Catedral para

hacer sus ventas -el anticuario cogió otra litografía para ilustrar lo que decía-, incluso metían

dentro los caballos cuando hacía mal tiempo. Hoy día parecen decorativas, pero el cabildo

de la Catedral tuvo que ponerlas para impedir que los animales entraran en las gradas y el

templo.

Los chicos se despidieron del anticuario, se adentraron en la Catedral y se

dirigieron hacia la Capilla de S. Hermenegildo.

El mapa de la Catedral

29

Capítulo 5: La Catedral es un libro.

La capilla de San Hermenegildo es la primera capilla a la derecha que nos

encontramos una vez que hemos entrado en la Catedral.

-Primera parada –dijo Fernando-. Esta es la Capilla de San Hermenegildo, aquí está la

tumba del Cardenal Cervantes.

-Vaya –dijo Olga- ¿y era familiar del autor del Quijote?.

-No- continuó Antonio contento de poder explicar algo que se traía bien preparado –Este

Cardenal murió en 1453 y Miguel de Cervantes Saavedra lo hizo en 1616. ¿A que no sabéis

que Cervantes estuvo preso en la Cárcel de Sevilla, en la actual calle Sierpes junto al

Ayuntamiento y que allí se le ocurrió la idea de escribir el Quijote?.

Las dos chicas se encogieron de hombros y se acercaron a la reja desde la que

miraron al interior.

-Vamos, vamos –apremió Fernando- que no tenemos todo el día.

-Bueno pues a ver si podemos encontrar aquí algo –guardó un poco de silencio, carraspeó,

sacó su libreta y comenzó a hablar:

-El cardenal Cervantes ha sido el único cardenal de la Catedral en toda la historia que ha

nacido en la provincia de Sevilla, vivió en Roma y celebró la boda del rey Enrique IV,

llamado por cierto “el Impotente” y hermano de Isabel la Católica. De su estancia en Italia

se trajo el gusto por el Renacimiento que en España todavía no estaba muy de moda por la

importancia aquí del Gótico. Este monumento se lo encargó a un escultor francés, Lorenzo

Mercadante de Bretaña que vino expresamente a hacerlo-. En ese momento Antonio se

paró y miró a las chicas y al interior de la capilla -¿qué os llama la atención de lo que veis?.

Sepulcro del Cardenal Cervantes

-No sé –dijo Olga- tal vez los animales de los escudos, ¿son ciervos?.

-Si, son ciervos, bueno cervatos, de donde viene el apellido Cervantes.

30

-A mí me llama la atención las almohadas, tiene tres; ¡qué incómodo dormir así! –comentó

Nerea.

-Eso creo que tiene que es para transmitir la idea de que al estar muerto se eleva de lo

terrenal hacia el cielo –dijo Antonio.

-Y qué me decís de la cara que tiene, ¡si parece que esté vivo!.-dijo de nuevo Nerea.

-Bueno, eso es porque probablemente la cara está hecha a partir de una máscara que le

hicieron cuando acababa de morir. Es una tradición que ya hacían los romanos.

-Y el animal que tiene a sus pies, ¿es un perro?.

-No, no es un perro, es una cierva y también es por su apellido; se ve bien porque tiene

pezuñas.

-¿Chicas, alguna idea con lo que habéis visto? –dijo Fernando.

El grupo permaneció en silencio contemplando el sepulcro que después de más de

500 años permanecía aún en su lugar, frío e inalterable. Cuando en el s. XIV la Peste Negra

igualó en la muerte a reyes y campesinos a artesanos y cardenales, el miedo a la muerte y el

deseo de permanecer más allá de esta llevó a los monarcas, los nobles y los altos

eclesiásticos a comprar capillas en las Catedrales y a construirse grandes enterramientos

para dejar constancia en la tierra de su presencia y claro también como obras expiatorias,

para conseguir la salvación eterna. Contemplando su sepulcro parece que el Cardenal

Cervantes cumplió con su cometido. Porque, dónde estarán enterrados los miles de obreros

que construyeron el templo.

Tras no surgir ninguna idea, se dirigieron hacia el centro de la Catedral, donde el

imponente retablo, que acupaba todo lo que la vista podía abarcar, aparecía irreal e

inaprensible. Entonces fue a Fernando al que le toco hablar:

-Pues aquí todos los libros repiten siempre más o menos lo mismo: que es el retablo de

estilo gótico más grande del mundo, que el primer oro llegado de América se utilizó para su

construcción, que tiene más de 200 figuras, etc. Parece ser que lo comenzó el escultor

flamenco Pedro Dancart en 1482. Se realizó a lo largo de más de 80 años, quedando

totalmente finalizado en 1564. En él trabajaron de forma sucesiva diversos tallistas

españoles y extranjeros que continuaron la labor de Dancart, como el maestro Marco,

Pedro Millán, Jorge Fernández Alemán, Roque Balduque, Juan Bautista Vázquez el Viejo y

Pedro de Heredia.

-Qué curioso, habéis visto arriba del todo al Cristo, está muy doblado –dijo Olga.

-Era la manera que tenían en la época de mostrar el dolor –dijo Antonio- Por ejemplo, para

dar la sensación de que todas las figuras son del mismo tamaño estas de aquí abajo son más

pequeñas que el resto y van creciendo de tamaño a medida que sube la altura. Se llama el

Cristo del Millón.

El mapa de la Catedral

31

-¿Del millón de qué?- era Nerea que esperaba oír algo divertido.

-Pues millón de milagros, creo. Leo lo que dice aquí “a pesar de la altura a la cual está colocado,

su postura parece que lo hace entablar conversación con los devotos que a Él suplican, superando el millón

los milagros a esta imagen atribuidos”. Aunque no está muy claro.

-Ah, vaya. Oye –dijo Nerea que ya había desarrollado una mente investigadora- ¿no se

llamará del Millón porque dentro oculte un millón de monedas, no?.

-Anda calla, eso es imposible. La verdad es que es que hay tantas que es un lío de imágenes

y es difícil orientarse. –dijo Olga no sabiéndo donde mirar.

Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla. En blanco (horizontal) los cuerpos, en negro (vertical) las calles.

-Sí pero hay un sistema para hacerlo. Para saber donde está cada imagen el altar se divide en

calles verticales, en este caso tiene siete, una central y tres a cada lado. Además tiene dos

calles laterales que se construyeron más tarde, estas que están en ángulo recto. Por otro

lado cada piso se llama cuerpo, llamándose el primero de abajo banco o predela; en este

caso tiene 4 más el banco. Veamos, decídme una imagen que os llame la atención.

-Pues no sé –Olga se demoraba ante el impresionante espectáculo-. Por ejemplo esas dos

figuras dándose un abrazo.

-Uyy, qué romántico –dijo Nerea.

-A ver… -Fernando miró en su guía- .Son Santa Ana y San Joaquín, los padres de la Virgen

y sí, se están dando un abrazo cosa poco habitual entre santos. Pues estarían en el primer

cuerpo y en la primera calle de la derecha, porque se habla como si miráramos desde el

retablo.

32

Mientras Fernando continuaba dando los datos sobre el altar mayor una sombra

cruzó tras los pilares y se dirigió hacia una de las puertas que da a la parte administrativa del

recinto, la abrió y penetró en ella; dentro un hombre que ordenaba unos archivos se giró

para ver quién entraba.

-Están aquí, en la Catedral. Según me han dicho en la entrada se pasaron toda la tarde

buscando información en la Biblioteca Provincial sobre algunas partes del templo -el

hombre habló de una manera lánguida, casi pétrea.

-Malditos niños -gritó Bernardo, el jefe de seguridad, con una explosión de ira- ¡pero como

pueden estar metidos en todo esto si son unos simples niñatos!- El hombre soltó los

archivos que tenían en la mano que se desparramaron sobre la mesa.

-Recuerda que dijeron que reconocerían al hombre que había robado el mapa.

-Sí, hay que ir con cuidado, ya lo creo.

Frente al altar los chicos seguían mirando un poco perdidos y abrumados ante

tantas figuras.

-No sé, desde aquí no podemos ver nada –dijo Olga-podríamos ir a ver a Alfonso el

arquitecto, el amigo de mi padre, tal vez nos dejara acercarnos un poco.

A todos les pareció buena la propuesta; se acercaron a la entrada y les indicaron que

Alfonso se encontraba en el Patio del Mariscal supervisando una exposición de fotografías.

Les señalaron en un mapa donde se encontraba y se dirigieron hacia allí. Salieron de nuevo

a la nave lateral, cruzaron por delante de la Capilla del Cardenal Cervantes, de la Virgen de

la Antigua, por el monumento a Colón y giraron a la derecha. Entraron en una estancia era

muy extraña, con un techo como si fuera un cofre. Por las fotografías que tenía su padre las

chicas reconocieron a Alfonso, que entraba en ese momento en la Sala y saludaron al

arquitecto.

-Así que soís las hijas de mi gran amigo Sebastián. Yo conocía a vuestro padre en la

Facultad y por supuesto, nos veremos la semana que viene en el Congreso.

Los chicos le relataron brevemente lo ocurrido estos últimos días en la Catedral: el

robo del mapa, la entrevista con el jefe de seguridad de la Catedral, sus investigaciones, la

capilla cerrada.

-Vaya, así que sois vosotros los que visteis al ladrón. Pues la verdad es que no le habéis

caído muy bien a Bernardo- el arquitecto se paró unos segundos para reflexionar- Yo

también le he estado dando vueltas a todo esto y no acabo de entender bien lo que ocurre;

el robo de ese mapa es extraño porque efectivamente es una copia.

-Es posible que quisieran ocultar algo que se encuentra en el mapa -dijo una de las chicas.

El mapa de la Catedral

33

-Tal vez -dijo Antonio- ¿y si en realidad lo único que pretendían era llamar la atención

sobre ese mapa o la Catedral?. Ha salido en todos los periódicos y en algunas televisiones.

Llevamos toda la mañana buscando y no hemos encontrado nada.

-Sí, no esta mal -se sorprendió Fernando- a lo mejor lo que buscan es llamar la atención,

publicidad.

-Pero, ¿con qué intención?. -se preguntó Alfonso.

El silencio llenó la sala; en realidad estaba claro que nadie sabía nada con certeza,

todo eran conjeturas, suposiciones, pero ninguna certidumbre.

-Mirad qué raro –dijo Nerea rompiendo el silencio y señalando a unos relieves de la pared

de la estancia en la que se encontraban-. Eso de ahí es una especie de rey con orejas de

burro.

-¡A ver!–su hermana se acercó a la pared-. Pues es verdad, aquí hay un hombre con cabeza

de jabalí que habla con otro hombre con cabeza de carnero.

-Y al lado hay otros hombres con horribles cabezas de gato, según parece.

Alfonso, acostumbrado a pasar por allí cientos de veces se sorprendió del interés de

los chicos.

-Esta sala es el Antecabildo -dijo- y aquí descansaban los curas y prelados antes de entrar en

la Sala Capitular que está aquí al lado a decidir los asuntos de la Iglesia de Sevilla. Por eso en

estos relieves hay imágenes de las virtudes que debían cumplir. Algo así cómo los videos

que les ponen a los futbolistas para motivarlos antes de un partido de fútbol. Esa de la que

hablábais hace referencia a los vicios, que son todos esos hombres con cabeza animal,

expulsando a la virtud, que es esa mujer que está junto al perro-. Los chicos estaban

ensimismados viendo los relieves-. Acompañadme, vamos a ver la Sala Capitular.

Tras caminar por un pasadizo en forma de curva llegaron al lugar. La sala era

sorprendente, ovalada y casi daba vértigo mirar al suelo que estaba dividido en piezas de

colores como formando un puzzle o un juego óptico.

-¡¡Pero si parece que ahora estemos en una edificio romano!!-dijo Nerea sorprendida-.

-Esta sala la construyó el mismo arquitecto que hizo la Giralda, Hernán Ruiz II y es de

estilo Renacentista. Nerea –dijo dirijiéndose a ella- por eso dices que se parece un edificio

romano o clásico. Ya sabéis que el Renacimiento recuperó las artes de la antigüedad clásica,

de Grecia y Roma. Se cree que fue la primera sala con esta forma que se construyó en el

mundo y lo hizo pensado que aquí tenía que reunirse el gobierno de la Iglesia de Sevilla, el

Cabildo y decidir sobre asuntos muy importantes y en realidad muy práctica: cómo eran

muchos los asistentes Hernán Ruiz pensó que si hacia la sala ovalada todos podrían verse

entre sí. Y esa Inmaculada que véis ahí… –dijo Alfonso señalando hacia la parte superior

dejando un poco de suspense-.

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-¿Qué pasa? –espetó impaciente Nerea.

-Pues que la pintó Murillo.

Los chicos estaban encantados aunque un poco cansados. La mañana había

resultado verdaderamente dura y a pesar del gran esfuerzo realizado tenían la sensación de

estar perdidos porque en realidad no habían encontrado nada que les hiciera albergar

esperanzas de estar cerca de encontrar algo interesante.

-Yo estoy muy cansada, la mañana ha sido apasionante pero necesito descansar y sobre

todo estoy muerta de hambre -era Olga la que se había adelantado a un pensamiento que

todos compartían. Nerea se llevó la mano al mentón pensativa.

-Bien, pues yo os dejo que tengo que continuar con unos proyectos. Recuerdos a vuestro

padre y pasáros por aquí cuando queráis- El arquitecto se fue y los chicos se quedaron

hablando.

-Oid, ¿que os parece si comemos con nuestros padres y de camino les contamos esta

historia en la que estamos metidos, tal vez ellos nos puedan dar alguna idea y ayudarnos?.

-Sí, venid, eso sería estupendo; además nuestro padre suele tener buenas ideas -corroboró

Nerea.

Las chicas llamaron a sus padres que se mostraron encantados de recibirlos. El

grupo de jóvenes dejó la Catedral, atravesaron el barrio de Santa Cruz en dirección a Santa

María la Blanca callejeando hasta llegar al hotel, atravesando unas calles cuya realización

sería inconcebible hoy día en una ciudad de la que los coches se han apoderado. Olga y

Fernando se adelantaron un poco por delante. El chico no había encontrado el momento

de hablar de su charla con el profesor sobre lo de Colón y el descubrimiento de America,

aunque rápidamente pasaron a otros asuntos.

-Todo esto es extraño, hace sólo unos días ni siquiera nos conocíamos y ahora estamos

aquí, envueltos en una historia que aún no sabremos como terminará- dijo Olga.

-Si, además tengo que reconocerte que Ana, mi madre está preocupada –decía Fernando-.

Ella tiene un sexto sentido y sabe perfectamente como me encuentro; a veces creo que

tiene un aparato para leer mi mente. Sabes, hace apenas un año que se ha separado de mi

padre y aún sigue envuelta en todo eso.

-Bueno, a pesar de todo disfruta de ella todo lo que puedas –dijo Olga con tristeza- mi

madre falleció hace unos años y todavía la hecho de menos, la echamos de menos mi

hermana y yo. Te lo digo por que la mujer que ahora verás con mi padre no es mi madre.

Es que no nos llevamos muy bien.

-Ya. Lo cierto es que no sé por qué te cuento todo esto. Sabes, los sentimientos no son mi

fuerte. Siempre he pensado que era como rebelar una debilidad íntima, que te hacía débil.

En fin, ¿Y tú cómo estás? –se interesó Fernando.

El mapa de la Catedral

35

-Bien; a veces pienso que todas esas historias que me invento y todas esas películas que

quiero hacer las creo para olvidarme de que ella no está- Olga miraba el viento sobre las

hojas de los naranjos.

-Piensa que lo importante es lo que seas capaz de hacer o crear y en fin, si la razón es el

recuerdo de tu madre pues mejor aún.

El hotel se encontraba junto a la Iglesia de Santa María la Blanca que había sido una

de las principales sinagogas de la Judería sevillana, hasta que se convirtió en Iglesia a partir

de los progromos o revueltas de 1391 en las que se culpó a los judíos de todos los males del

momento: de la Peste Negra, las malas cosechas, de ser usureros, etc. El hotel era una

antigua casa palaciega llena de patios interminables con el tiempo detenido en el color de

las paredes y en las enredaderas. Al llegar los chicos saludaron a los padres, se sentaron en

un pequeño patio llamado “el patinillo del Adarve” y rápidamente comenzaron a hablar

sobre aquello en lo que estaban metidos.

-Vaya, qué interesante -dijo Sebastián, el padre de las chicas después de oír la larga charla de

Fernando-. Ya me dijeron mis hijas que habíais visto el robo del plano. No me imaginaba

que pudiera haber una aventura así esperándonos aquí en Sevilla. Conozco bien la historia

de la Catedral y creo que tengo algunas cosas importantes para vuestra investigación.

La charla se alargó durante toda la comida y en ella los chicos se enterarían de

algunas cosas que acrecentarían su interés en continuar con esas investigaciones en las que

se encontraban.

-Comenzaré por lo que creo que es más importante -dijo seriamente Sebastián- y que creo

está más relacionado con todo esto. En 1499 se celebraron en la Catedral de Sevilla una

asamblea de las Cortes de Castilla a las que asistieron los Reyes Católicos. El hombre que se

llevó hacia el País Vasco y fuera de Sevilla el original del mapa robado en la exposición fue

seguramente uno de los que organizó aquellas Cortes en la Catedral ese año, al menos eso

es lo que dice mi amigo Alfonso, el actual arquitecto de la catedral que ya conocéis. En

aquella época las Cortes no eran como los Parlamentos de hoy día. Normalmente las

convocaban los reyes para solicitar dinero para alguna guerra o alguna obra o fiesta

concreta, tampoco penséis que había un parlamento elegido por el pueblo. Iban

representantes de las distintas ciudades, la alta nobleza y el alto clero. Pues bien, esas Cortes

de 1499 se celebraron concretamente en la capilla de la Virgen de la Antigua.

Los chicos se quedaron verdaderamente expectantes después de esta charla. Ese era

uno de los lugares que venían marcado en el viejo mapa. ¿Habían encontrado por fin el

lugar que solucionaría el enigma de robo del mapa?.

-Es sorprendente –dijo Fernando- pero lo cierto es que nunca imaginé que la Catedral

pudiera contener tantas historias, tantos secretos que están ahí ocultos como deseando ser

descubiertos. Recuerdo que mi profesora de Literatura suele decir que cualquier cosa, un

paisaje, una tarde, un amigo, un edificio puede adoptar la forma de un libro lleno de

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pequeñas historias desconocidas, de personajes y páginas sorprendentes. Hasta ahora no la

comprendía pero eso me parece ahora la Catedral, un enorme libro ansioso de ser leído.

-Esta claro que esto no puede quedar así –dijo Olga rompiendo el silencio de manera

enérgica- mañana domingo volveremos a la Catedral a visitar esa capilla. A lo mejor está allí

lo que tanto estamos buscando.

-“Ad utrumque” –gritó Nerea a los cuatro vientos.

-¿Qué significa eso?. –preguntaron los dos chicos mientras Adela y Sebastián reían.

El mapa de la Catedral

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Capítulo 6: Las Cortes en un capilla.

La reina miró hacia el cielo. Una cúpula estrellada, con astros aquí sí

verdaderamente dorados lo inundaban todo. A pesar de su apariencia islámica, ella sabía

que ese techo había sido realizado en 1427 por Diego Ruiz en tiempos de su padre, el rey

Juan II que había muerto cuando ella tenía 3 años. Recordaba perfectamente como su

madre, Isabel de Portugal, le había hablado de un cielo dorado que su padre había

mandado construir para ella allá en un palacio del Sur. Y debajo de él se encontraba ella

ahora. El aire que venía de las ventanas del salón de los Pavones en dirección al Patio de

las Doncellas le hizo volver a sentir ese frío que curiosamente tanto le desagradaba del

invierno sevillano a pesar de estar acostumbrada al frío castellano, al frío de la soledad de

la infancia cuando tras la muerte de su padre fue encerrada con su madre y su hermano en

la villa de Arévalo. El cielo del Salón de los Embajadores, pensó Isabel, era

verdaderamente impresionante.

Los Reyes Católicos se retiraron a descansar a los aposentos de la planta superior

del Alcázar después de una pequeña ceremonia de recibimiento a los participantes en las

Cortes. Las reformas efectuadas en la parte alta de los palacios eran del agrado de los

reyes y habían convertido esas estancias en cómodos apartamentos reales. Mientras su

dama la ayudaba en su alcoba, la reina pensaba en ir al mirador construido poco después

de la conquista de Granada que estaba estratégicamente situado entre los jardines y al

Patio de las Doncellas.

-Beatriz –dijo la reina dirigiéndose a su doncella- ¿Has encontrado las muñecas del patio

como te dije?.

-Bueno alteza, me ha costado un poco, pero sí, he visto las caritas. Están sobre la base del

arco más cercano a la Alcoba, junto al Cuarto del…..-la doncella se quedó entonces callada.

-Si Beatriz, si.; junto al Cuarto del Príncipe. Cómo olvidar que fue allí donde di a luz a Juan,

mi único hijo varón. Dos años hace ya que murió y parece que desde entonces todo sean

contratiempos.

Una vez descansados los reyes se dirigieron desde los Reales Alcázares hacia la

cercana Catedral. La ciudad aparecía aquel día de diciembre de 1499 engalanada y

resplandeciente, no solo porque en ella estaban los Reyes sino porque además se iban a

celebrar las Cortes de Castilla. El lugar elegido sería la Catedral de Sevilla, concretamente la

capilla de la Virgen de la Antigua; el lugar tenía un significado simbólico de suma

importancia, era el espacio que casi 250 años antes había ocupado el mihrab de la antigua

Mezquita de Isbyllya.

Una gran multitud recibía a los reyes en su camino con músicas y cánticos. Una vez

dentro se dirigieron hacia la capilla de la Antigua donde les esperaban ya los caballeros del

Reino. Juan López de Lazárraga, contador mayor, se acercó a los Reyes.

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-Altezas- dijo- está todo preparado.

Aunque en un principio las cortes castellanas reunían a la nobleza, al clero y a los

representantes de la oligarquía urbana, los Reyes Católicos poco a poco habían ido

convocando sólo a los representantes urbanos, a los que podían controlar mejor a

diferencia de la rebelde nobleza engrandecida por las conquistas y siempre deseosa de

acabar con el poder real. Bien lo sabía la reina Isabel que vió como a la muerte de su

hermano el rey Enrique IV, una nobleza acostumbrada a los regalos reales había apoyado

durante los cinco años de guerra civil, de 1475 a 1480, a su sobrina Juana “la Beltraneja” y

no a ella a la que veían más difícil de controlar. Qué trabajo le había costado tras esa guerra

pacificar Andalucía: recuperar y a veces destruir las fortalezas en manos de nobles

opositores, crear un cuerpo militar propio sin dependencias nobiliarias, limar las tensiones

entre pueblos vecinos y enfrentados en los dos bandos, etc.

Sólo 17 ciudades, incluida la recién conquistada Granada tenían representantes en

las Cortes con dos procuradores por ciudad. A los reyes les preocupaba sobre todo la

votación de los subsidios ante los grandes gastos que comportaba el gobierno de las “Indias

Occidentales”, las nuevas tierras descubiertas al otro lado del océano y las continuas

rebeliones que se producían en la recién conquistada Granada donde hacía unos días había

comenzado una revuelta de los moriscos en el Albaicín. Este último asunto fue tratado por

el procurador de Granada en las peticiones de las ciudades en las que se quejaba del clima

de inseguridad de la ciudad.

Acabadas ya las Cortes quisieron los reyes acercarse a los trabajos que se estaban

realizando en la Catedral en diversas dependencias invitados por el arzobispo de Sevilla

Diego Hurtado de Mendoza.

-Mi devoción por la Virgen de la Antigua es grande, alteza –dijo el arzobispo -de hecho

estoy preparando mi enterramiento en esa Capilla donde hemos celebrado las cortes, para

lo cuál mi hermano Iñigo López de Mendoza, como sabéis embajador de vuestra alteza

ante el Papa, me ha hablado de un gran escultor italiano llamado Domenico Fancelli que

realiza su arte “a la manera de los romanos”.

En primer lugar se dirigieron al altar mayor donde el maestro trabajaba con un

grupo de ayudantes en ensamblar alguna de las piezas de la predela o parte baja del retablo,

única que se hallaba labrada; a unos metros el Cristo del Millón sobre un fondo de

terciopelo rojo, orlado en verde presidía el altar mayor. Los Reyes subieron hasta allí y

entonces el maestro los recibió.

-Altezas –dijo el maestro Marco encargado de las obras del gran altar de la Catedral- es para

mí un gran honor. Mi trabajo comenzó hace dos años y es solo la continuación de la obra

iniciada por el maestro Pedro Dancart.

-Por el tamaño de la base parece que acabará siendo un enorme altar –dijo el rey Fernando.

-Y no puedo imaginar como será el resultado cuando esté acabado –dijo la reina.

El mapa de la Catedral

39

-Eso tardaremos aún bastantes años en conseguirlo altezas –dijo Marco.

-Maestro, por qué ese santo lleva un queso en las manos– preguntó el rey señalando una

figura.

-Bueno –dijo con su acento flamenco un poco entrecortado- se trata de San Lucio de Coira,

que es patrón de los queseros de esa ciudad suiza. Es que con nosotros trabajan algunos

entalladores de dicho lugar y hemos tenido a bien incluirlo. Como sabéis una gran cantidad

de artistas de toda Europa hemos venido a Sevilla tras el descubrimiento de las nuevas

tierras para engrandecer a esta ciudad y a sus altezas –el hombre hizo una reverencia que

fue agradecida por los reyes-. Ahora si os parece veremos algunas obras del gran maestro

Mercadante de Bretaña, que en paz descanse. Para ello les acompañará el maestro Pedro

Millán que está completando alguna de sus obras.

-Altezas es para mí un honor mostrarles nuestro humilde trabajo –dijo el escultor.

-Vayamos pues, que no disponemos de demasiado tiempo -contestó la reina.

Una calle destartalada intercalada de casas bajas y espacios sin construir se

presentaba frente a los pies de la catedral. Mirando al río se podía ver el ajetreo entorno al

muelle cercano a la Torre del Oro donde mercaderes, comerciantes y hombres deseosos de

trabajar se arremolinaban como las gaviotas tras el paso de los barcos allá cerca de Sanlúcar.

Pedro Millán y la comitiva que acompañaba a los reyes se dirigió hacia la primera de las

puertas.

-Esta, majestades, es la puerta del Bautismo y como veis representa en la escena central el

bautismo de Cristo por S. Juan Bautista en el río Jordán y aquí debajo, en las jambas

pueden ver las estatuas de seis santos sevillanos: San Justa, San Fulgencio, San Leandro, San

Isidoro, Santa Florentina y Santa Rufina.

-Cuanto bien hizo San Isidoro con sus escritos por nuestra santa madre Iglesia –dijo la

reina.

-Así es. San Isidoro está aquí a la derecha junto a la puerta, leyendo atentamente un libro,

tal vez sus “Etimologías” esa recopilación de saberes de la Antigüedad. Estas obras fueron

realizadas por el maestro Lorenzo Mercadante de Bretaña y aunque no podáis verlo porque

ahora están pintadas, están hechas de barro cocido.

-¿Y vos, en que habéis trabajado?.

-Mi señora aquí sólo he realizado estos dos profetas de los arcos.

-Sí, ya veo vuestra firma ahí labrada. Vaya, qué detalle, habéis realizado hasta las venas de

las manos –dijo el rey.

-Celebro que lo hayáis observado. Si os parece bien continuemos hacia la siguiente portada,

la del Nacimiento. En ella el maestro Mercadante quiso esculpir su ciudad de origen por

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detrás del Nacimiento. Observad como destacan las estrellas doradas y los cabellos de Jesús

sobre el azul del cielo.

Frente a la portada del Nacimiento se encontraba el Colegio de San Miguel,

fundado por Alfonso X el Sabio como primera Universidad de la ciudad. Pero un gran

estruendo que venía de la zona del río, del puerto por el que entraban los materiales que la

Catedral necesitaba, reclamó la atención del grupo que tuvo que mirar en esa dirección. A

lo lejos enormes piedras eran bajadas de las “carracas” o de las “naos”, naves que por su

capacidad de carga se utilizaban para transportar por mar las piedras que luego eran

desembarcadas a través de un “ingenio” colocado junto a la Torre del Oro que hacia las

delicias de los sevillanos; una especie de grúa en forma de rueda movida por un hombre en

su interior que era capaz de levantar enormes bloques de piedra. Después eran

transportadas en carros tirados por bueyes y dejadas frente al Alcázar en la llamada

precisamente “plaza de los Cantos”. Los grandes bloques casi recién sacados de las entrañas

de las montañas del Cerro de San Cristóbal en Cádiz habían remontado el río hasta la

Catedral. Eran como el alimento para un inmenso gigante.

Grúa medieval o ingenio

-Son los arrieros que traen las piedras para la Catedral majestad, las traen por el río desde el

Puerto de Santa María.

-Lo sé -dijo la reina- en 1477 renové la licencia que antes había concedido mi padre.

Tras la visita a las portadas Pedro Millán condujo a los reyes y a la comitiva de

nuevo al interior del templo para ver la última obra de Mercante de Bretaña, la única

firmada por el artista: el sepulcro del Cardenal Cervantes. Una vez acabado el recorrido su

majestad la reina mandó llamar a Juan López de Lazárraga.

-Todo ha funcionado de manera excelente y seréis ampliamente gratificado por ello. Estoy

meditando seriamente la idea de que seáis mi secretario, Lazárraga. Ahora debo confiaros

un documento de gran valor que sé que guardaréis convenientemente: el plano de la

El mapa de la Catedral

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Catedral de Sevilla. Sería del agrado del rey y mío que el maestro mayor nos lo explicase

personalmente y con detalle, sobre todo después de haber visto las obras de hoy, pero

desgraciadamente debemos abandonar Sevilla. Así que os lo confiamos y en unas semanas

estaremos de vuelta en la ciudad. Entonces tendremos tiempo suficiente para conocer

detalladamente esta gran obra.

Juan López de Lazárraga asintió y tras la comitiva real salió del templo al exterior de

la plaza y entre el deambular de la gente, se detuvo a contemplar aquel minarete musulmán

que aparecía junto a la cabecera del templo. Tras la conquista de la ciudad un terremoto

había caído las tres esferas o “yamur” que coronaban la torre y encima se había construido

una pequeña espadaña. El bullicio de la plaza la constituía en un centro lleno de vida, como

un dolor intenso, con vendedores, mendigos, clérigos. Y los músicos, los músicos callejeros

cuya voz se mezclaba con el murmullo de la plaza: Tres morillas /me enamoran en Jaén /Aixa,

Fátima y Mariel.

La mirada de Juan López de Lazárraga iba alternativamente del pequeño

campanario y los paños de sebka del cuerpo de la torre al plano del nuevo templo que

acababa de entregarle la propia reina y que tenía ahora en sus manos.

-¿Os gusta señor?.

Lazárraga se giró sorprendido, un hombre vestido elegantemente se puso a su lado.

Si no se equivocaba había formado parte de la sesión de Cortes recién celebrada.

-¿A qué os referís?.- dijo Lazárraga.

-Oh, disculpad, soy Antonio Benjumea, caballero de Sevilla. Y os preguntaba si os gusta la

torre.

-Si claro, me parece soberbia, no he visto nada igual en Castilla –dijo Lazárraga.

-Me alegro, pues de vos depende que siga o no existiendo.

-No entiendo, porqué habría de depender de mí. –dijo el contador mayor de los reyes

verdaderamente sorprendido.

-He observado que la reina os ha entregado un documento que si no me equivoco debe ser

el plano de la Catedral. Miradlo ahora que lo tenéis entre las manos y buscad en él la torre.

El murmullo alrededor de la Catedral era grande, al saber de la visita de los reyes

una gran cantidad de gente, vendedores y comerciantes de los pueblos de alrededor se

habían acercado a las inmediaciones del templo. Lazárraga miró en el plano la esquina

superior buscando el lugar que debería ocupar la torre pero no la encontró.

-En 1433 comenzó la demolición de la antigua mezquita de Sevilla para construir la nueva

catedral –dijo seriamente el hombre- y eso que tenéis entre vuestras manos es el plano

definitivo de la misma. Puesto que esa es la única copia, ahora ya entendéis porqué digo que

depende de vos que esta bella torre siga o no existiendo. Parece ser que algunos hombres

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importantes han presionado para que en Sevilla y concretamente en la nueva Catedral no

quede “ningún resto de herejes o seguidores de Mahoma”.

-¿Me estáis pidiendo que haga desaparecer este mapa que la reina me ha dado?.

-No –el caballero señaló hacia la torre- os estoy pidiendo que ayudéis a conservar esta joya.

El mapa de la Catedral

43

Capítulo 7: En peligro de muerte.

La conversación que los dos amigos habían tenido con el padre de las chicas

durante la cena había resultado muy interesante, sobre todo porque habían recibido una

información que de otra manera habrían tardado mucho timepo en conseguir.

Ahora sabían algunas cosas más que conectaban al organizador de aquellas Cortes

de 1499 en la Catedral con el plano del edificio aparecido en Bidaurreta. Al menos el cerco

se iba estrechando, sin embargo todavía quedaban algunas preguntas importantes por

aclarar. ¿Por qué Lazárraga se había llevado el plano tan lejos de Sevilla?, ¿porqué alguien

había robado aquel plano que sólo era una copia? Y tercero y más importante, ¿era aquel

plano el mapa de algún tesoro escondido en la Catedral de Sevilla?. Ya estaba de nuevo

Fernando embarcado en su retahíla de preguntas.

El nuevo frente abierto era considerable pero ahora se imponía la visita a la Capilla

de la Virgen de la Antigua, lugar en el que se habían celebrado aquellas Cortes. Tal vez,

pensaban, aquél era definitivamente el lugar elegido para esconder algo. Los chicos

decidieron pues empezar por esto último, así que al día siguiente, domingo por la mañana,

entraron en la Catedral y se dirigieron hacia la capilla.

-Es por aquí, aquella de allí –dijo Fernando que recordó que el primer día le había hablado

a las chicas de ella.

Apenas se encontraron en frente les sorprendió que un guardia de seguridad saliera

de la capilla cortándoles el paso.

-Lo siento, no podéis entrar -les dijo a la par que comenzaba a cerrar las grandes puertas

que formaban la reja.

-Pero por qué cierras justo ahora, sólo queremos echarle un vistazo -se quejó Nerea-.

-Yo no sé nada, me han ordenado que cierre esta capilla -les repitió el guardia.

-Vaya, pues sí que es mala suerte no haber llegado un poco antes –dijo Olga.

Los chicos se quedaron mirando la capilla desde la reja, contemplando la imagen

de la Virgen que parecía inaprensible. Se encontraba en la calle central de un gran retablo

de mármol, decorada con un fondo dorado llevando en su mano derecha una rosa y en el

brazo izquierdo al Niño que parecía jugar con un jilguero mientras tres ángeles los

rodeaban. A sus pies, en la parte derecha una pequeña mujer casi inapreciable orando de

rodillas, la donante o persona que había pagado el fresco. También ellos parecían ahora

aquellos marineros que antes de emprender el rumbo largo e incierto hacia las Américas

se detenían allí ante esa imagen a rezar. Así era como veían el futuro de sus

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investigaciones después de la sorpresa en la Capilla, como marineros frente a un mar

incierto o una inhospita jornada.

Al alejarse los chicos el guardia de seguridad sacó su radioteléfono y apretó el botón

para hablar.

-Han estado a punto de entrar, pero al final les he cerrado la reja justo en sus narices -

Cuuuhhhhhhhhh. Del otro lado del micro sonó la voz.

-Muy bien, estos críos se creen que la Catedral es suya; buen trabajo- Cuuuuuhhhhhh.

Fernando estaba apesadumbrado. Otro nuevo inconveniente se interponía en el

camino.

-Bueno, no hay problema, vamos a avisar a Alfonso a ver si puede ayudarnos – dijo Olga.

-Me parece una buena idea -contestó Antonio.

Los chicos se dirigieron hacia el despacho de Alfonso, el arquitecto, que los recibió

con gran placer. Le contaron lo sucedido al pretender entrar en la Capilla de la Virgen de la

Antigua.

-¿Porqué queríais visitar la Capilla de la Antigua?.

-Sebastián nos dijo que las Cortes se celebraron dentro de esa capilla en 1499 y parece ser

que uno de los organizadores de dichas cortes se llevó el mapa de la Catedral. Pensábamos

en encontrar alguna pista en esa Capilla.

-Así es y ese hombre era con toda seguridad Juan López de Lazárraga, contador mayor de

los Reyes Católicos. Yo mismo descubrí ese mapa y la identidad de ese personaje que acabó

siendo secretario personal de los Reyes Católicos. Pues sabéis qué os digo, que vamos hacia

ella.

El grupo salió del despacho del arquitecto y se dirigió hacia aquel lugar.

Al pasar por delante del altar mayor les sorprendió que un grupo de chicos se

encontrara allí delante, haciendo unas danzas tras la reja y frente a ellos un señor que

parecía dirigirlos. Al verlos Fernando dió un pequeño respingo y corrió hacia ellos.

-Don Francisco –dijo Fernando abrazándolo.

-Hola Fernando, ¿cómo estás?, cuánto tiempo sin verte.

Para el chico fue imposible no recordar los buenos años pasados en aquel lugar

junto a su maestro de ceremonias, las fiestas cuando toda la Catedral estaba pendiente de

las danzas de aquellos niños, las horas y las risas durante los ensayos, etc. Fernando le contó

un poco por encima el lío en el que estaban inmersos.

El mapa de la Catedral

45

-Pues hablando de aventuras nosotros nos hemos vuelto muy importantes –dijo Don

Francisco-. El escritor más de moda, Ildefonso Marrón ha estado con nosotros. Parece ser

que su próximo libro trata sobre esta Catedral y un asunto relacionado con los Seises -

Fernando y el resto de chicos se quedaron verdaderamente sorprendidos.

-¿Es eso verdad?.

-Si, –dijo Don Francisco- ha estado hablando conmigo y preguntándome cosas sobre

nuestras tradiciones, los ensayos, los bailes, tú ya sabes a las cosas a las que me refiero.

Estuvieron charlando un rato más y poco después se despidieron y continuaron su

camino hacia la capilla de la Virgen de la Antigua mientras los críos vestidos con ropas

barrocas reanudaban sus danzas frente al altar.

-Antes de continuar quedaros aquí un momento que me gustaría explicaros algo -dijo

Alfonso. El grupo se encontraba frente al altar mayor de la Catedral. –Aquí detrás tenemos

el coro, donde se sentaban los canónigos a cantar la misa, por eso cuentan con esos dos

magníficos órganos, aunque si os fijáis bien veréis que los asientos están llenos de animales

terroríficos y de monstruos. Mirad ahora hacia arriba. Nos encontramos en la nave central

de la Catedral y podemos contar dos naves laterales a la derecha y dos a la izquierda, en

total cinco naves. Nos encontramos en el punto en el que se unen los brazos con la nave

central…

-El crucero –dijo Antonio-.

-Muy bien, el crucero. Si os fijáis bien las bóvedas están hechas con arcos de estilo

gótico….

-Ojivales o apuntados –volvió a decir Antonio.

Crucero de la Catedral de Sevilla

-Así es. Pués encima del crucero se construyó una torre, que se llama cimborrio y que se ha

caído dos veces, la última por cierto el 1 del 8 de 1888, una fecha curiosa, todo unos y

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ochos. Así que esta bóveda del centro está reconstruida. Observad cómo están muy

decoradas, con formas de estrellas. Mucha gente que pasa por aquí no las mira. Y allí, en

aquel lugar está Capilla de la Virgen de la Antigua.

El grupo se dirigió hacia aquel lugar. Los chicos sabían que contaban con un guía de

autentico lujo.

-Yo no entro ahí –dijo Nerea- el suelo está todo lleno de tumbas.

-Claro, es que daba mucho prestigio enterrarse aquí. Ante esa imagen que veis ahí rezaban

todos los marineros que marchaban hacia América cuando Sevilla era el único puerto de

Europa que podía comerciar con América –Fernando miró a las chicas recordándoles que

él ya lo había dicho antes-. También rezaron aquí Juan Sebastián Elcano y Magallanes antes

de partir para dar la primera vuelta al mundo en 1521 que como sabéis comenzó y acabó

aquí en Sevilla, al otro lado de la torre del Oro. No sé, que más a parte de lo que ya

sabemos -dudó el arquitecto-. Este sepulcro de la derecha que realizó el italiano Domenico

Fancelli pertenece al Cardenal Mendoza arzobispo de esta Catedral, uno de los hombres

más poderosos de la época. Gustó tanto que los Reyes Católicos le encargaron uno al

mismo escultor para su propia tumba que ahora está en la Capilla Real de Granada.

-Y bueno, está también lo del pilar- los chicos lo miraron inquisitivos.

-¿Qué es eso del pilar?.- casi dijeron todos a una.

-No, simplemente que la Virgen de la Antigua está pintada sobre el único pilar que queda

dentro de la Catedral perteneciente a la antigua Mezquita almohade.

-Vaya, sorprendente –dijo Antonio- una virgen pintada sobre un muro de la antigua

mezquita.

-No sólo es el único pilar que queda de época islámica –Alfonso adoptó un tono aquí que

hizo que los chicos se le acercaran inconscientemente como se acerca uno a una candela

encendida- es que en este lugar estaba situado el lugar más sagrado de la mezquita: el

mihrab.

-Claro, cómo nos dijo el anticuario, señalando hacia la Meca –recordó Nerea.

En ese momento ocurrió algo sorprendente que nadie se esperaba. La puerta de la

reja de la capilla rechinó, se abrió bruscamente y por ella entró de muy malos modos

Bernardo, el jefe de seguridad de la Catedral junto con su acompañante habitual, miró a los

niños y después al arquitecto.

-Estos niños no pueden permanecer en estas dependencias, deben abandonarlas ahora

mismo.

La interrupción de la charla parecía providencial, como si quisiera cortar la

conversación justo en el momento más interesante.

El mapa de la Catedral

47

-Tranquilízate -dijo el arquitecto verdaderamente sorprendido con la actitud de Bernardo-

son las hijas y los amigos de un amigo mío, pueden estar aquí.

-Vaya, así que estas son las niñas. De todas formas, “por seguridad” deben abandonar este

lugar.

-Pero la verdad, no entiendo a qué viene todo esto Bernardo –el arquitecto se sentía

verdaderamente incómodo.

-No importa–dijo Fernando-, gracias por tu información Alfonso, ya volveremos a

ponernos en contacto contigo.

Los chicos abandonaron la Catedral por la puerta que da al Patio de los Naranjos

bajo la atenta mirada de Bernardo. Fernando miró hacia atrás y vió a aquellos hombres y

pensó que la cara del acompañante le resultaba conocida, que la había visto en algún otro

momento pero por más que lo pensaba no lograba recordar cuando. Nerea y Antonio se

retrasaron un poco charlando en el que fuera antiguo patio de la mezquita.

-Ven Nerea te voy a enseñar una cosa que no te esperas: un lagarto.

-Qué lagarto, ni que estuviéramos en un zoo- dijo pensando que le estaban tomando el

pelo.

-No, mira, ven, está en una de las puertas que da a la Giralda en el techo.

Efectivamente un enorme cocodrilo de madera colgaba del techo atado con unas

cadenas. Antonio le contó la historia: que un rey de Egipto trajo un cocodrilo y una jirafa

vivos a Sevilla a finales del siglo XIII como regalo porque quería casarse con la hija de

Alfonso X el Sabio y cuando murió el animal lo secaron y lo colgaron ahí arriba, aunque

luego después de pudrirse hicieron esta reproducción de madera.

-Mi abuelo me decía que era el guardián de la Giralda y que por eso ningún terremoto ha

conseguido derribarla –dijo Antonio mientras Nerea se sentía encantada.

A su vez Fernando y Olga se adelantaron un poco y se dirigieron hacia la salida del

patio, salieron por la Puerta del Perdón y se quedaron parados ante aquellas enormes

puertas chapadas con palabras árabes. La calle Alemanes estaba extrañamente despejada, a

pesar de que en los soportales de enfrente la gente abarrotaba los bares y comía y bebía

alegremente como venían haciéndolo desde hacía siglos. Los chicos comentaban los

últimos acontecimientos. Un coche de caballos pasaba con turistas mientras el cochero

repetía alguna información verdadera o inventada sobre la ciudad.

-Cada vez está más claro que este hombre teme algo de nosotros, ya van dos veces que

“milagrosamente” nos cierra el paso para visitar esa capilla– dijo Fernando que seguía

dándole vueltas a la cara de aquél hombre.

-¿Temer algo de nosotros? ¿y qué podemos saber nosotros?.- dijo Olga-. Sabes, estoy

empezando a ver esta historia como una película. Ya he empezado a escribir el guión.

48

-Oye, pues cuéntame el final por favor, que estoy impaciente.

-En realidad, esta aventura me está pareciendo maravillosa en parte porque por primera vez

en mucho tiempo tengo la sensación de estar en algo real, dentro de algo que me apasiona –

Olga miraba emocionada a Fernando-. En la visita del otro día a los Reales Alcázares me

quedé reflexionando ante tanta belleza. Y sí, hay gente que ha consagrado su vida al mal o a

hacer daño, pero otros muchos lo han hecho a que el mundo sea un poco más bello y

mejor.

-Vaya –dijo Fernando- pues no es ese mal objetivo en la vida.

-Además después de la charla en el hotel, cuando os fuisteis se acercó Adela a hablar

conmigo y por primera vez no la ví como la sustituta de mi madre sino como una persona

en sí misma, por descubrir o como tú dirías, un libro. No te diré que como una amiga, pero

comenzamos a hablar y todo surgió de una manera muy natural.

-Me alegro y de que hablasteis.

En ese punto Olga se sintió acalorada, habían estado hablando sobre los chicos y

concretamente como Adela había notado las buenas relaciones de ella con Fernando, pero

claro ahora no se atrevía a decirlo.

-No, bueno, de estos días de vacaciones, aquí…llenos de sorpresas permanentes.

-Sí, ya lo creo –enfatizó él- sorpresas a cada momento.

Los dos chicos comenzaron a bajar los escalones. Todo ocurrió tan rápidamente

que sólo después fueron verdaderamente conscientes de lo sucedido. Cuando se

encontraban en medio del paso de cebra, un 4x4 apareció en la calle de manera inesperada a

toda velocidad. Fueron Antonio y Nerea, que seguían algo rezagados mirando las figuras de

la Puerta del Perdón, allí donde se veía a Jesús expulsando a los mercaderes del templo, los

que se dieron cuenta de las intenciones del coche y tuvieron el tiempo justo de empujar a

sus amigos al otro lado de la acera mientras el vehículo pasaba sin parar y desaparecía de la

vista de los asustados chicos y de los atónitos turistas que asistieron a la escena.

El mapa de la Catedral

49

Capítulo 8: Un paseo nocturno.

El revuelo en casa de Fernando era comprensible y no solo por el reciente accidente

en el que se habían visto involucrados todos los chicos el día anterior. El asunto del robo

del mapa y todo lo que había ocurrido con posterioridad habían convertido lo que parecía

un simple juego de niños en un asunto más que peligroso.

-Todo esto deberían ustedes haberlo puesto en nuestro conocimiento desde el primer día,

así nos habríamos ahorrado algún que otro susto-. El que hablaba era un inspector de

policía que se había desplazado hasta la casa de Fernando.

-Ya se lo hemos dicho –dijo un poco cabreada su madre- ya le hemos contado la visita de

mi hijo a la Catedral en su momento para informar sobre el robo.

-Sí –titubeó extrañado el inspector- eso no acabo de entenderlo porque a nosotros no nos

han comunicado nada. Este asunto vamos a estudiarlo ahora mismo. Muy bien, ya saben si

tienen alguna otra noticia háganosla llegar cuanto antes. Y vosotros no os metáis en más

líos –dijo dirigiéndose a los dos chicos.

Cuando los policías abandonaron el comedor, Fernando pensó que su casa no había

estado así de concurrida ni siquiera en la más feliz de las Navidades, aunque ciertamente allí

nadie cantaba de alegría. Incluso Joaquín, su padre, que no había vuelto a entrar en la casa

desde la separación, se había acercado a verlo. Todos quedaron en un silencio expectante

que rompió Ana, la madre de Fernando.

-Bien, Fernando, qué tienes ahora que decir –le preguntó entre cálida e inquisitiva.

Fernando tenía la cabeza agachada; pensaba en las repercusiones que aquel

accidente podían haber tenido no sólo para él sino para sus amigos y eso no se lo

perdonaba. Pero por otro lado confirmaba la importancia del asunto; aquello no eran las

elucubraciones de cuatro chiquillos, si habían intentado atropellarlos con el coche en medio

de la calle, porque era indudable que habían intentado atropellarlos, era porque estaban

muy cerca de descubrir algo. Rememoró los minutos anteriores al accidente, cuando

Bernardo les cerró la verja, la salida por el Patio de los Naranjos junto a Olga, su mirada

atrás…la cara de aquél hombre…Ahora lo había entendido, ahora recordaba de que le

sonaba la cara del acompañante de Bernardo, ahora ya sabía quién era aquel hombre: un

plan perfectamente estructurado surgió entonces en su cabeza de manera automática. Con

las palabras de su madre resonando aún en el salón pensó para sí mismo “esto hay que

acabarlo cuanto antes”.

-No me meteré en más problemas –sentenció con voz apocada aunque todos pudieron

oírle.

50

* * *

-No acabo de entender cómo es posible que yo haya accedido a hacer esto –La voz de

Alfonso, el arquitecto, sonaba verdaderamente extraña.

El silencio en los alrededores de la Catedral era impresionante, las tiendas y los

restaurantes, tan bulliciosos durante el día parecían ahora como de otro mundo, sin rastro

de coches de caballos esperando a la sombra de los naranjos, vacíos de los personajes

exóticos y variopintos que pueblan esas calles desde el siglo de Oro. Silenciosa como las

atracciones de feria sin niños y con las luces ya apagadas, la Catedral en lo profundo de la

noche, bañada por la cálida luz de las farolas parecía un enorme instrumento musical

dormido, cansado del concierto diario.

-No te preocupes, si se cumplen mis sospechas mañana aparecerás como un héroe en todos

los periódicos- Fernando le contestó de una manera tremendamente segura, impropia para

su edad y sobre todo para el momento que estaban a punto de vivir.

Avanzaron hasta los muros del viejo edificio y entraron por una pequeña puerta

que les dio acceso al interior. Pocas veces se encuentra uno absolutamente extraño en un

lugar que habita a diario, pero cuando ocurre las imágenes cotidianas pueden quedar

entonces extrañamente trastocadas. Así se sentía en aquel momento el arquitecto que había

accedido a penetrar de noche en la Catedral con el chico y los retablos, las columnas o las

esculturas que veía a su paso le resultaban irreconocibles. La hipótesis que Fernando

barajaba era que ese hombre, Bernardo, el jefe de seguridad, era el responsable del robo del

mapa y estaba detrás del intento de atropello. El haberlos expulsado de la Capilla de la

Virgen de la Antigua y sobre todo que Fernando creía estar seguro de que el acompañante

de Bernardo era el hombre con barba que había robado el mapa en sus narices parecía

confirmar esa hipótesis. Solo quedaba averiguar el móvil de dicho robo aunque Fernando

intuía que no podía tratarse de ningún tesoro físico, real sino algo de muy diverso tipo. El

momento del robo en el último día de la exposición parecía que inevitablemente estaría

relacionado con algún hecho trascendente. ¿Querían llamar la atención, tal vez

aprovechando aquel Congreso que al día siguiente comenzaba en Sevilla y que inaugurarían

importantes personalidades?. No faltaba, ni más ni menos, que entrar en el despacho de

Bernardo, abrir su ordenador y comprobar todas aquellas sospechas. De no encontrar nada

todo se desmoronaría como aquellos castillos del verano demasiado altos, demasiado

pegados a la orilla.

-Debemos ir con cuidado, tenemos poco tiempo hasta que los guardias de seguridad

vuelvan en su ronda –avisó el arquitecto.

-Bien, vayamos directos a ese despacho–. Era como si Fernando tuviera claro lo que

buscaba aunque en realidad no era así.

En unos minutos se encontraron en el interior del despacho y con sumo cuidado se

pusieron frente al ordenador, lo encendieron y el arquitecto introdujo la clave general del

El mapa de la Catedral

51

sistema. Después de trastear un poco entre las distintas carpetas desistieron al no encontrar

nada importante.

-Veamos si tenemos suerte con su correo electrónico – dijo Fernando.

-Pero necesitamos la clave personal para entrar –dijo el arquitecto.

-Bueno, a ver si tenemos suerte. Si ha cerrado la ventana del programa sin cerrar la sesión,

el correo se abrirá sin problemas. ¡No te puedes imaginar como nos previene contra eso

nuestro profesor de Informática!.

Ocurrió lo que Fernando había previsto; de repente apareció en la pantalla la

bandeja de entrada del correo electrónico de Bernardo. Los ojos de ambos se pegaron al

monitor y comenzaron a repasar los nombres con los correos recibidos y enviados.

-Es extraño –dijo Fernando- se repite aquí en los últimos días de manera insistente una

dirección, vamos a leer los correos.

-¡Dios mío! –murmuró Alfonso que había vuelto por un momento a la realidad- todo esto

que estamos haciendo es ilegal.

-Fíjate qué cosa tan curiosa, en las últimas semanas no ha parado de escribir correos con

Ildefonso Marrón, el famoso escritor de novelas históricas.

-¿Con Ildefonso Marrón?.- dijo Alfonso verdaderamente sorprendido.

-¿Sí, porque estas tan sorprendido?.

-Bueno, porque en el último año ha estado un par de veces por aquí. No sólo para hablar

con Don Francisco sobre los seises; incluso una vez se entrevistó conmigo y me dijo que

estaba escribiendo una novela ambientada en la Catedral.

-Ese hombre empieza a aparecer por todos sitios. Fíjate cómo todos los correos tienen en

el apartado “asunto” el mismo nombre: “Mapa Catedral”.-Fernando tuvo por primera vez

la impresión de haber encajado la primera pieza verdaderamente importante del puzzle.

-Más abajo hay una copia en pdf del libro que va a salir mañana, vaya esto sí que es una

primicia, –Fernando se buscó en el bolsillo- voy a descargármelo en mi “lápiz de memoria”.

A los dos “investigadores” se les puso la piel de gallina al leer el título que el escritor

le había dado a la Novela: “La muerte del Seise”. Tras leer por encima los correos electrónicos

y a medida que iban comentándolos, se iba configurando en la mente de ambos el principio

y el fin de aquella aventura que hasta ese momento parecía rocambolesca e indescifrable. A

los pocos minutos cerraron los ordenadores, apagaron las luces y salieron a las naves. Al

pasar por delante del altar mayor Alfonso susurró:

-Aguardemos aquí un momento; no me fío de los guardias de seguridad.

52

Fernando miró hacia arriba, hacia el altar, un poco asustado sabiéndose observado

por cientos de ojos inertes; pensó que todas aquellas imágenes del tiempo lo miraban desde

su materialidad indefinible que silencia y conserva la historia de la ciudad. Ante aquellos

ojos de vidrio o esmalte habían pasado bodas reales, bailes de seises, visitas de personajes

ilustres, paseos de turistas, robos, abrazos. Con la Catedral vacía, muda, oscura, no se

adivinaba allí rastro alguno que hiciera sospechar que hechos así hubieran sucedido. -Sin el

silencio no entendemos nada, sin el silencio nunca entenderemos la otra parte del mundo

que es la palabra –se dijo.

A pesar de la oscuridad reparó el chico en aquella parte del altar que había estado

viendo por la mañana con sus compañeros y entre la penumbra intuyó las dos imágenes de

las que habían hablado y tuvo entonces uno de aquellos momentos de descubrimiento que

lo sobrecogían: Santa Ana y San Joaquín abrazados; cómo no había caído antes, ese era el

nombre de sus padres. ¿Qué significaba aquello?, ¿por qué aparecían justo cuando todo

parecía solucionarse?, ¿se resolvería también ese otro asunto familiar?, ¿eran la constatación

del pasado, un aviso de futuro o tal vez simplemente de que iba por el buen camino?. De

nuevo un ciclón de preguntas lo absorbía. Pensó en qué hacía él allí escondido de

madrugada en la Catedral de Sevilla, en por qué hace uno algunas cosas, por qué el ser

humano se embarca en aventuras irracionales, imposibles, en asuntos que si nos

detuviéramos un poco a pensarlos los abandonaríamos sin dudarlo un segundo pero que

luego con el paso del tiempo, aunque habían sidos tomados por locos significan grandes

avances para la humanidad.

-Ahora es el momento –murmuró el arquitecto.

Aún excitado por todos aquellos pensamientos siguió a Alfonso y dejaron de lado el

imponente altar ahora apagado, esperando a que el guardia de seguridad pasara a la hora

prevista delatado cuando sus pasos sonaran en el enorme tambor del templo. Los dos

bultos llegaron a la puerta que daba al exterior, la cerraron y abandonaron la zona del casco

histórico con aquel descubrimiento sorprendente entre las manos y sabiendo que la noche

de lectura iba a ser muy, muy larga.

El mapa de la Catedral

53

Capítulo 9: Un final inesperado.

-Ildefonso –decía Marcelo Sánchez, el editor- todavía no logro entender como has

atinado de manera tan brillante con esta historia. Acabo de volver a leerme el libro, que

digo, de bebérmelo literalmente.

Engolado y engreído el escritor se demoraba en dar una respuesta sabiendo que era

el centro absoluto de la atención de sus dos oyentes. Si había conseguido convertir el libro

anterior en un best-seller, con este podía vislumbrar perfectamente lo que iba a ocurrir:

grandes ventas, traducciones en el extranjero, reportajes, quizás una película, etc.

-Bueno, esto es como sacar un buen vino, necesitas buena materia prima, un buen saber

hacer y algo de suerte –dijo el escritor sabiendo que aquello era una frase hecha.

-Vas a ganar mucho dinero, Ildefonso- dijo el editor con una gran sonrisa.

-Y tú también, Marcelo. -le contestó Ildefonso dándole un toque en el codo.

-Ríete tú de las colas que se formaron para comprar Harry Potter.

Ildefonso no había pensado en esa imagen y se regodeó imaginando a la gente

luchando en las librerías por conseguir un ejemplar de su libro.

-Es hora de pasar- dijo el presentador- la prensa nos está esperando.

La Sala se encontraba completamente abarrotada de público. El salón central del

Archivo de Indias, la antigua Lonja de los Mercaderes que comerciaban con América

realizada por Juan de Herrera bajo el reinado de Felipe II, se encontraba ahora habilitada

para la presentación del libro. Miles de documentos que guardaban la historia de los viajes y

los negocios realizados durante siglos entre Sevilla y América se conservaban en aquellas

vitrinas. Muchos de aquellos mapas realizados por los exploradores que habían descubierto

nuevas tierras permanecían aun en silencio, muchas de las cartas y las vidas de aquellos

aventureros permanecían a la espera de que algún historiador o estudioso sacara a la luz los

secretos que cobijaban.

Si por la mañana se había dado inicio a la primera sesión del Congreso con la

presencia habitual de políticos y demás fauna mediática y con un concierto de música

barroca, la tarde estaba reservada a la presentación de uno de los libros más esperados del

año; su autor, sin duda el escritor más polémico del país, aunque quizás por ello también

uno de los que más vendía, se disponía a presentar un libro del que sólo se sabía que estaba

ambientado en Sevilla. Pero el secretismo que la editorial y que él mismo habían mantenido

sobre el contenido y la temática del libro eran tales que una gran expectación dominaba no

solo la sala sino también el mundo editorial español.

54

Los tres individuos entraron en la sala y se sentaron tras la larga mesa llena de

micrófonos y de botellas de agua. El presentador del acto, un famoso crítico literario,

Marcelo Sánchez, el editor de la novela y finalmente oculto tras unas gafas, el inaccesible

autor, como una estrella de cine, el escritor Ildefonso Marrón. Una vez sentados en sus

asientos y tras el gesto del presentador, una gran foto del autor y lo que parecía ser el título

de la novela, “La muerte del Seise” apareció tras ellos. Una gran explosión de flashes inundó

la sala hasta que el presentador se acercó al micrófono y pidió un poco de silencio.

-En contadas ocasiones en la historia se dan la mano la realidad y la ficción como en este

acto que nos ocupa y una vez más la obra de este magnífico escritor se adelanta

milagrosamente a su tiempo.- Era el presentador del acto que tras carraspear y beber un

poco de agua había comenzado el acto de manera rimbombante.-Ahora nuestro autor ha

elegido Sevilla como marco privilegiado para el desarrollo de su última novela. Siempre se

ha dicho que Sevilla adolecía de una gran novela que narrara la vida y las gentes de esta gran

ciudad, que toda gran ciudad necesita también de una gran novela y pensamos que por fin

ha llegado el momento. En esta novela ficción y realidad se dan la mano engarzadas por el

talento de nuestro autor y para que puedan comprobarlo voy a leerles el comienzo, escrita

por cierto hace varios meses…

-Hace exactamente nueve meses que realicé el comienzo –dijo el autor con voz engolada.

-Hace exactamente nueve meses- continuó el presentador- y que comienza así:

“Un hecho sorprendente tenía conmocionada a la Sevilla de aquellos días, periódicos y televisiones, las

charlas en los mercados y en las calles no hablaban de otra cosa; uno de los mayores tesoros de la ciudad

había sido robado: el mapa de la Catedral”.

Los periodistas reaccionaron con gran sorpresa. Precisamente eso que acababa de

leerse había ocurrido hacia solo unos días y efectivamente había conmocionado a la ciudad

de manera similar a como era narrado. El presentador continuó hablando mirando a la sala

mientras sonreía al escritor.

-No voy a continuar leyendo y como ustedes comprenderán este libro está lleno de

sorpresas que no vamos a desvelar.

Una gran cantidad de manos se levantaron impacientes para preguntar y conocer

más cosas de aquel sorprendente libro.

-Lo sentimos, solo les diremos que este libro que tengo ya aquí en mis manos no saldrá a la

venta hasta dentro de tres días.

Los chicos habían logrado introducirse en la sala y poco a poco habían llegado hasta

los primeros periodistas que estaban junto a la mesa, en primera fila. Fernando y Antonio

se miraron de manera cómplice. Era el lugar y el momento oportuno para desvelar toda la

trama y los secretos de la historia en la que se había visto envueltos; allí finalizaba todo, el

barco llegaba a buen puerto y la Virgen de la Antigua parecía haber oído sus súplicas.

El mapa de la Catedral

55

Además lo harían delante de los periodistas con lo que en breves minutos la ciudad entera

conocería la verdad. Lo que había comenzado de forma casual aquella tarde en la Catedral

terminando un trabajo de Historia para el instituto acabaría en unos momentos de manera

insospechada.

-Vuelvo a repetirlo, solo les diremos que este libro que tengo ya aquí en mis manos no

saldrá a la venta hasta dentro de tres días –dijo el editor- no desvelaremos ningún otro

secreto.

En ese momento Fernando se levantó, se dirigió hacia la mesa, hacia el micrófono

más cercano y dijo:

-Si claro, tres días más y en ese plazo de tiempo se darán más casualidades que aparecen en

el libro, ¿no?. Por ejemplo uno de los seises de la Catedral será secuestrado como sucede en

el libro; igual que robasteis el plano de la Catedral para que todo pareciese una coincidencia

y así aumentar las ventas del libro.

-Qué tonterías son esas –dijo el editor y miró al niño con sorpresa y desprecio. Pero el

escritor de repente cambió de cara ante aquellas palabras, como inmovilizado por el pánico,

miró a los periodistas, a los niños y vio también como una pareja de policías bajaba por las

escaleras y se dirigía hacía la gran mesa. Algunos fotógrafos aprovecharon para sacar

fotografías de aquel momento.

-¡Pero que es todo esto!- el editor miraba ahora a Ildefonso y comprendía que había algo

que no funcionaba correctamente. Fernando volvió a coger el micrófono.

-Nada de coincidencias. Ha sido todo planeado, una trampa para vender más libros. Este

señor –dijo señalando a Ildefonso- ideó el robo del mapa de la exposición y el secuestro de

un chico que pertenece a los “seises” con la ayuda del jefe de seguridad de la Catedral para

que coincidiera con su novela.

Antonio, Nerea y Olga seguían aquellas palabras con entusiasmo. En aquel

momento los policías bajaron al escenario y se dirigieron hacia la mesa.

-Señor Ildefonso Marrón queda usted detenido por intento de secuestro y simulación de

varios delitos- dijo uno de los policías que se le acercó por detrás. El revuelo en la sala fue

verdaderamente descomunal. Ninguno de los allí presentes había imaginado un final así

para la presentación de aquel libro.

Al día siguiente todos los periódicos llevaban la noticia en su portada: “Detenido el

escritor Ildefonso Marrón por robo e intento de secuestro de un menor” o también “Descubierta la trampa

para vender más novelas” o similares.

Los chicos habían decidido realizar una fiesta para celebrar el feliz final de aquel

embrollo invitando a sus familiares: los padres de Antonio, Sebastián y Adela, Ana la madre

de Fernando e incluso Joaquín, su padre se encontraban allí. También Alfonso, el

56

arquitecto se había acercado por la fiesta. Desde la azotea en la que se encontraban la vista

de la Giralda y de la plaza eran extraordinarias, casi se le podía dar la mano a la “Giraldilla”.

-Mirad que cara de cera tiene Ildefonso Marrón –dijo Olga señalando al periódico.

-Pero si parece la cara del Cardenal Cervantes –todos los niños rieron sabiendo de qué

hablaba Nerea.

-Este también es bueno: “Un grupo de chicos consigue desmantelar la trama de delitos que se escondía

tras las obras de Ildefonso Marrón”.

-¡Qué desilusión!, al final ni tesoro escondido… -dijo Nerea con sarcasmo

-…ni mensaje oculto del pasado…-continuó Olga.

-Por cierto, hay una cosa que no entiendo –preguntó Ana, la madre de Fernando- ¿al final

qué ocurrió con aquella capilla en la que no os dejaban entrar?.

-Según cuenta la novela –dijo Fernando- es el lugar en el que estaba encerrado el “seise”

secuestrado. Es posible que estuvieran preparando allí una especie de escondrijo y por eso

no nos dejaron entrar.

-Yo hay otra cosa que me sorprende –dijo Joaquin, el padre de Fernando- ¿Qué te hizo

pensar que esos dos truhanes eran los responsables del robo y de vuestro intento de

atropello?.

Fernando se quedó muy ensimismado. Su padre le hacía la pregunta más

importante, como siempre y no quería defraudarlo. Todos estaban pendientes de la

respuesta pues esa había sido la clave de la resolución de toda la historia.

-Bueno –dijo Fernando- convencí a Alfonso de que me acompañara al interior de la

Catedral cuando le dije que había reconocido al acompañante de Bernardo como el ladrón

del mapa de la exposición. Sólo nos faltó confirmarlo entrando en su ordenador.

-Vaya qué fácil se ve ahora. Y eso os ha permitido salir en todos los periódicos –era

Sebastián quién hablaba abrazado a su amigo Alfonso y dirigiéndose a él- y a tí también,

pillo.

-Y lo más importante es que hemos evitado que un chico pase un mal rato– sentenció

Fernando.

-Y que un farsante deje de ganar dinero –dijo Antonio.

-Por cierto con vuestro permiso –dijo Olga- ahora si que tengo ya la historia para mi primer

corto.

-Pues anda que el próximo programa de radio que nosotros tenemos preparado. Eso si –

dijo Antonio mirando a las chicas-, necesitaremos de vuestra colaboración.

El mapa de la Catedral

57

-Yo creo- era Adela la que hablaba recorriendo con sus ojos la mirada de todos los que

estaban allí- que aquí acaba de nacer un interesante grupo de detectives.

-Esto ha sido como un milagro.

-Pues enhorabuena; mucha gente se pasa la vida esperando un milagro que al final no llega

–dijo Adela con gran sinceridad.

En ese momento, como si hubieran oído una orden Nerea y Olga se miraron,

salieron corriendo hacia ella y la abrazaron. Todos contemplaron la escena sabiendo lo que

significaba. Fernando miró a sus padres y recordó la noche en la que se encontró frente al

altar y no supo si aquella imagen era una señal que formaba parte del pasado o del futuro.

Su padre se le había acercado antes y le había dicho que se sentía orgulloso de él –Si todo

esto ha servido al menos para verlos juntos una tarde habrá merecido la pena-. Volvió a

pensar en por qué hace uno determinadas cosas y al no encontrar respuesta decidió que

seguiría haciéndose preguntas; tal vez en eso precisamente consistía la vida, en seguir

haciéndose preguntas. Se levantó y de nuevo sorprendió a todos con una reflexión.

-No sé, tengo la impresión de que hay algo que todavía no hemos descubierto; quizás ese

mapa si que oculte un secreto. Ayer mirando el plano de la Catedral robado me di cuenta de

que es cierto, la Giralda no estaba dibujada dentro de ese plano, debió ser destruida. Si no

formaba parte del proyecto, ¿entonces cómo es que todavía se mantiene en pie?.

-¡Por favor, otra vez no!- bromeó Antonio.

-Eso suena bien: “Ad utrumque”- gritaron las hermanas a la vez.

Mientras la fiesta seguía, abajo, en la plaza Virgen de los Reyes, a los pies de la

Giralda seguían pasando los coches de caballo con sus cocheros reinventando el glorioso

pasado de Itálica, las aventuras de Don Juan Tenorio o las correrías de Cervantes o de

Carmen por la ciudad. Los grupos de turistas seguían deambulando buscando la puerta de

los Reales Alcázares, el barrio de Santa Cruz o ese lugar cercano que dicen los folletos en el

que tomar una copa de vino de naranja mientras la ciudad seguía palpitando abierta y

eterna.

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El mapa de la Catedral

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Capítulo 10: La decisión más importante.

A pesar del paso de los siglos y de las lenguas, de las civilizaciones que se suceden y

de las innovaciones técnicas, algunas cosas hay que permanecen en las ciudades a lo largo

de la historia. Esos aspectos inaprensibles, difíciles de precisar, más que el nombre que

cambia o su fisonomía que se modifica, es lo que hace que una ciudad siga siendo, al menos

en alguna medida, inmutable y reconocible en el devenir errático del tiempo.

El día de invierno había amanecido fresco en Sevilla, como muchos otros, pero la

decisión que se iba a tomar en el Cabildo de la Catedral de Sevilla aquel 5 de Enero de 1558

tendría una trascendencia histórica que ninguno de los allí presentes podía siquiera intuir.

Hacia apenas dos años que el emperador Carlos I había dejado el trono, se había retirado a

Yuste y su hijo Felipe II le había sucedido como Rey de España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña,

Inglaterra e Irlanda, Duque de Milán, Soberano de los Países Bajos y Conde de Borgoña.

En el Norte de Italia, en la ciudad de Trento se venía celebrando desde 1545 un Concilio

que intentaba contrarrestar las reformas protestantes iniciadas por Lutero y Calvino en la

segunda década de aquel siglo y que habían cambiado para siempre la cultura, el arte y la

religión en Europa.

-Maestro Hernán Ruiz, por favor, nos gustaría conocer su proyecto.

El secretario del Cabildo comenzó a escribir sobre el papel: “En miércoles 5 de

hen.º M558 as.º. Y siendo el señor don Rodrigo Ximenez azno de Sevi.ª…”

El maestro avanzó por la concurrida sala donde se encontraban los prelados

reunidos formando el Cabildo de la Catedral. Hernán Ruiz II, también llamado el Joven o el

Mozo, era hijo de Hernán Ruiz I o el Viejo y padre de Hernán Ruiz III, todos ellos

arquitectos. Llevaba numerosos planos bajo el brazo que fue dejando uno a uno sobre la

mesa central, se giró y a su espalda aparecieron cuatro hombres portando sobre los brazos

lo que parecía ser un enorme cajón de madera tapado por una gran lona. A su mente

acudieron los dibujos y planos de Vitrubio, el arquitecto romano del siglo I aC. que él

mismo había traducido y que la noche antes había estado hojeando.

-Con el permiso de “sus excelencias”, en estos planos he diseñado no solo el nuevo

campanario de la Catedral de Sevilla sino también la nueva sala Capitular que esta Catedral

y sus prelados se merecen.

Un murmullo corrió entre los allí reunidos, los unos en signo de aprobación y

alegría, los otros en la tensa espera de poder ver los proyectos. Hernán Ruiz era desde el

año anterior maestro mayor de la Catedral de Sevilla y trabajos en la provincia de Córdoba

o en la propia capital como la reparación del puente romano sobre el Guadalquivir o la

torre de la Iglesia de S. Lorenzo de la capital avalaban su arte. Ante el silencio general el

maestro comenzó la defensa de su proyecto.

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Sala Capitular de la Catedral de Sevilla

-Comenzaré hablando sobre la nueva Sala Capitular. Esta sala es el espacio en el que deben

debatirse y tratarse tanto los problemas de gobierno espiritual como los materiales del

templo. Por ello la he concebido de forma elíptica para que por un lado ofrezca una

perfecta visibilidad de todos los integrantes en las reuniones del cabildo catedralicio; por

otro lado su disposición ovalada facilitará la expansión de la voz a lo largo de todo el

recinto y no como ocurre ahora en esta sala en la que nos encontramos. Estará ubicada

dentro de la Catedral, en la parte sureste de la misma y espero que su acústica resulte la

mejor de esta ciudad.

El asentimiento de los presentes fue general, aquella sala en la que se encontraban

en el Corral de los Olmos frente de la Catedral era vieja e impropia de una ciudad como

Sevilla que estaba pidiendo a gritos un cambio.

-Pasaré ahora a la descripción de la nueva torre campanario de esta Catedral, pero antes

quiero que vean esto.

Hernán Ruiz sabía que la mayor parte del cabildo se oponía a construir un

campanario encima del actual alminar por miedo a que este se derrumbara y pudiera caer

sobre las naves de la Catedral. Pero para convencerlos disponía de una pequeña sorpresa. A

una señal suya los hombres que agarraban la lona tiraron de ella y como por arte de magia

apareció la maqueta de la nueva torre para sorpresa de todos. Una gran cantidad de

murmullos y de muestras de admiración llenaron la sala. La torre, de la altura aproximada

de un hombre, respetaba la mayor parte del alminar musulmán y lo continuaba en cada una

de sus caras con cuatro espadañas unidas en ritmo decreciente en estilo renacentista que

finalizaba en la parte superior con una gran veleta.

-Con esto pretendo demostrar que la actual torre es una base más que suficiente para

soportar encima este campanario y que no hay peligro de construir encima- dijo el maestro

señalando a su maqueta.

En medio de los signos de aprobación una voz se levantó por encima de la mayoría

rompiendo la harmonía de la sala.

El mapa de la Catedral

61

-Pero esa torre es medio musulmana.

-Sólo conservo lo que creo que es digno de ser conservado –contestó Hernán Ruiz.

-Protesto, esa torre debería ser demolida. Ya bastantes problemas tenemos con los

moriscos como para que encima, el símbolo de esta Catedral tenga una base infiel –quién

así hablaba era ni más ni menos que el arzobispo de Sevilla e Inquisidor General Don

Fernando de Valdés, conocido en todo el Reino por su animadversión a los moriscos y a

cualquier cosa que pudiera recordarlos.

-Con el debido respeto, excelencia...-dijo Hernán Ruiz.

-Además, conoceréis la tradición que nos habla de la existencia de un plano, que los

propios Reyes Católicos validaron durante su visita a esta Catedral hace casi un siglo, en el

cual no aparecía traza alguna de esta torre –dijo señalando la enorme maqueta- por lo cuál

debió ser demolida al menos hace ya un siglo.

Hernán Ruiz que se esperaba todo tipo de preguntas sobre la fortaleza de la base y

que había realizado todo tipo de cálculos al respecto no se esperaba una crítica de aquel

tipo. Era conocido por todos que Don Fernando de Valdés estaba preparando un nuevo

“índice de libros prohibidos” en el que según decía quería incluir al humanista Erasmo de

Rotterdam o al poeta místico San Juan de la Cruz. Su lucha contra los moriscos, erasmistas

y luteranos era feroz. Sólo hacía un año, 1557, que en la misma Sevilla, en el monasterio de

San Isidoro del Campo se había descubierto un foco de monjes proclives a la Reforma que

al ser descubiertos habían huído a Ginebra. Corría la voz de que había dado órdenes al

Santo Oficio de iniciar los preparativos para la realización de “autos de fe” para el próximo

año en Sevilla y Valladolid, como gran escarmiento popular pues sabía de la gran

repercusión que estos actos macabros tenían entre la población.

-Excelencia, no conocemos con precisión la existencia de ese plano que se realizó

efectivamente en tiempos de los Reyes Católicos pero del que nunca más se ha sabido- dijo

H. Ruiz que no esperaba una oposición tan virulenta a su proyecto.

-Sabemos cómo era ese plano y lo que contenía; además no es conveniente que duren por

más tiempo estos simbolos infieles en tierras cristianas. Deberíamos haber hecho como se

hizo con la mezquita de Granada.

-No fue de la misma opinión su majestad el emperador Carlos V cuando vio lo que se había

hecho en la antigua mezquita de Córdoba y bien sabéis que comentó al obispo fray Juan de

Toledo "hacéis lo que hay en otras muchas partes y habéis deshecho lo que era único en el Mundo".

También sabéis que fue mi propio padre, Hernán Ruiz I quién diseño la primera nave de la

Catedral y yo mismo quién continuó su trabajo y aún así soy del mismo parecer del

Emperador. ¿O quizás opináis de manera contraria a su Majestad?.

El arzobispo y gran inquisidor se revolvió en su asiento no sabiendo qué responder

a dichas palabras.

62

-Por otra parte y con el debido respeto –continuó el maestro en tono conciliador- esa torre

no contiene ningún símbolo islámico, medias lunas o frases que ensalcen a Alá. Si

queremos quitar cualquier pasado islámico deberíamos derribar puentes y caminos y la

mitad del caserío de esta ciudad. De hecho deberíamos cambiar el nombre de la propia

ciudad por que Sevilla deriva del nombre islámico Isbyllya

.

izquierda: alminar musulmán,

derecha: Giralda antes del proyecto de H. Ruiz.

centro: Giralda en la actualidad.

Esas últimas palabras habían conducido a una especie de sosiego general. El

Cabildo se disponía a realizar la votación para aprobar o no el proyecto de Hernán Ruiz y

de alguna manera para decidir si conservar o no definitivamente el alminar musulmán.

Aquella obra que realizaran los alarifes Ibn Baso y Alí de Gomara acabada en el año 1198,

sólo 50 años antes de la conquista cristiana de la ciudad, cuando Sevilla era la capital de la

Andalucía almohade y recibía las influencias de torres similares construidas en Rabat o

Marrakech, podía ser ahora demolida más de 300 años después.

Antes de que los prelados comenzaran a emitir sus votos el maestro mayor de la

Catedral Hernán Ruiz abandonó la sala y salió fuera del Corral de los Olmos, edificio frente

a la Catedral en el que se reunía el Cabildo. Paseando con los planos bajo el brazo levantó la

mirada hacia la torre y se alegró de que, existiera aun o no ese plano de la Catedral de

Sevilla al menos estuviera lejos, muy lejos de aquel lugar.

El mapa de la Catedral

63

EJERCICIOS DE LECTURA.

Capítulo primero.

1.-¿Qué escrito hay en la entrada de los RR. Alcázares y qué significa?. ¿Crees que

tiene algo que ver con el resto de la novela?.

2.-Uno de los principales constructores de los Alcázares fue Pedro I. Busca y

justifica por qué unos le llaman “el Cruel” y otros “el Justiciero”.

3.-Dice Sebastián a su hija en la página 7, que entre musulmanes y cristianos “No

fueron 800 años de enfrentamientos; hubo de todo, guerras, pactos, acuerdos,

traiciones…como tú con tu hermana”. Cita qué cosas positivas dejó el Islam en Andalucía.

4.-Qué significan las siguientes palabras: mocárabe, arco polilobulado, columnas

geminadas, fuste y ataurique.

Capítulo segundo.

1.-¿Por qué dice la guía que la Catedral de Sevilla es anómala?.

2.-¿Qué descubrimiento hace Fernando con respecto a la veleta de la Giralda?.

3.-¿Cuánta veces viajó Colón a América y a dónde pensaba realmente que había

llegado?.

4.-¿A qué edificio pertenecía el plano robado y por qué era tan importante?.

Capítulo tercero.

1.-¿Qué es un libro “best-seller”?. ¿Cita el título de algunos de ellos y sus autores?.

2.-¿Qué significa que un documento es un “facsímil”?.

3.-¿En qué lugar del País Vasco habían descubierto los investigadores el mapa

oculto?.

Capítulo cuarto.

1.-¿Según el profesor de Fernando y Antonio cuántos estílos artísticos se pueden

encontrar en la Catedral de Sevilla?. ¿Por qué crees que es así?.

2.-¿Cuál fue la razón por la cuál la Catedral de Sevilla se convirtió en un edificio tan

importante y pudo contratar a tantos artistas de toda Europa?.

3.-Fernando y Antonio vuelven a encontrarse con Nerea y Olga tras pasar por el

palacio de San Telmo. ¿Qué era y qué función tuvo el Palacio de San Telmo?.

4.-¿Por qué la Catedral no está perfectamente orientada en la dirección de los

puntos cardinales?.

64

5.-¿Por qué se colocaron las grandes cadenas que rodean en la actualidad a la

Catedral?.

Capítulo quinto.

1.-¿Qué animales aparecen en la tumba del Cardenal Cervantes y por qué?. ¿Cómo

consiguió el escultor un rostro tan preciso?.

2.-¿Por qué los nobles quería enterrarse en las Iglesias y Capillas?.

3.-¿En qué dos grandes partes se divide un retablo?. Haz un dibujo y pon los

nombres.

4.-¿Qué función tenía la Sala Capitular de la Catedral?. ¿De qué estilo es, quién fue

su autor y por qué tiene esa forma?.

5.-En la página 35 de la novela se dice que la Iglesia de Santa María la Blanca era

antes una sinagoga. ¿Por qué se convirtió en Iglesia?.

Capítulo sexto.

1.-¿En qué época y fecha está ambientado el capítulo sexto?. ¿Qué personajes

históricos aparecen?.

2.-¿Después de ganar la guerra civil contra su prima Juana La Beltraneja, con qué

problemas se encontró la reina Isabel.?

3.-¿Cómo eran las Cortes en 1499 y quiénes estaban representados?.

4.-¿Durante las Cortes qué dos aspectos preocupaban principalmente a los Reyes

Católicos?.

5.-¿Quién fue Lorenzo Mercadante de Bretaña y qué tres obras del autor visitan los

Reyes en la Catedral?.

6.-¿Quién fué Juan López de Lazárraga y qué le ocurre al final del capítulo?.

Capítulo séptimo.

1.-¿Quién era Don Francisco, qué relación tenía con Fernando y qué son los

“seises” de la Catedral de Sevilla?.

2.-En la Capilla de la Virgen de la Antigüa de la Catedral han ocurrido muchas cosas

a lo largo del tiempo. ¿Puedes citar algunas?.

3.-En la página 45, Alfonso, el arquitecto de la Catedral le habla a los chicos sobre

algunas partes de la misma. ¿Para qué servía el coro de la Catedral?. ¿Qué es el crucero y

que le ocurrió el 1/8/1888?.

El mapa de la Catedral

65

4.-¿Qué historia le cuenta Antonio a Nerea sobre el lagarto de la Catedral?. ¿Crees

que es cierta?.

Capítulo octavo.

1.-¿Qué encuentran Fernando y Alfonso en el ordenador de Bernardo, el jefe de

seguridad de la Catedral?.

2.-En la página 52, cuando Fernando está frente al altar de la Catedral hace la

siguiente reflexión: “Pensó en qué hacía él allí escondido de madrugada en la Catedral de Sevilla, en por

qué hace uno algunas cosas, por qué el ser humano se embarca en aventuras irracionales, imposibles, en

asuntos que si nos detuviéramos un poco a pensarlos los abandonaríamos sin dudarlo un segundo pero que

luego con el paso del tiempo, aunque habían sido tomados por locos significan grandes avances para la

humanidad.”. ¿Crees que tiene razón?. Pon el ejemplo de alguna de esas aventuras imposibles

en las que se ha embarcado el ser humano.

Capítulo noveno.

1.-¿En qué lugar se realiza la presentación de la novela de Ildefonso Marrón “el

asesinato del seise”?.

2.-¿Por qué el autor no quería dar a conocer más informaciñon antes de que saliera

el libro a la venta?.

3.-¿Qué hecho hizo que Fernando convenciera a Alfonso para entrar dentro de la

Catedral de noche?.

4.-¿Qué problema logran resolver Olga y Nerea al final del capítulo?.

Capítulo décimo.

1.-¿Qué dos proyectos, que hoy día son realidad, presentó Hernán Ruiz al Cabildo

Catedralicio el 5 de Enero de 1558?.

2.-¿Qué personaje se opone a la ampliación de la torre musulmana?. Averigua quién

fue y señala algunos hechos importantes de su vida.

3.-¿Qué era la Inquisición y qué eran los llamados “Autos de fé”?.

4.-¿Qué argumentos dá Hernán Ruiz II para que la torre no sea derribada sino

ampliada?.

5.-En la última página del libro mientras los prelados están decidiendo sobre la

ampliación de la Giralda, Hernán Ruiz II mirando la torre hace una reflexión (página 62).

Intenta dar una respuesta a dicha reflexión (para ello te ayudará leer la primera página de la

novela).

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Índice.

1.-Visita a los Reales Alcázares………………………………………………….….….......5

2.-El encuentro………………………………………………………………….……….11

3.-El robo del plano…………………………………….……………………….……….17

4.-Nos ponemos en marcha……………………………………………………….….......23

5.-La catedral es como un libro………………………….…………….………………....29

6.-Las Cortes en una capilla……………………………………….………….…………..37

7.-En peligro de muerte…………………………………….………………………….....43

8.-Paseo nocturno………………………………………….…………………………….49

9.-Un final inesperado………………………………………..…………………………..53

10.-La decisión más importante…………………………………….……………………59

Ejercicios……………………………………………………………………………...…63

Índice……………………………………………………………………………………66

El mapa de la Catedral

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Un mapa ha sido robado de la Catedral de Sevilla mientras unos chicos se

encontraban en su interior visitando el templo. Además una gran expectación se ha

levantado en la ciudad porque un conocido escritor de best-sellers va a presentar en

Sevilla, en un gran Congreso Internacional que se va a celebrar sobre la Catedral su

novela más esperada ambientada.

La persecución del ladrón por parte de los chicos y una serie de extrañas

casualidades nos permitirán adentrarnos en la vida de esos jóvenes y en algunas de

las historias y los secretos que conserva ese edificio único en el mundo.