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731 El Mecado de Abastos de Algeciras Una relectura de la Obra de Eduardo Torroja y Manuel Sánchez Arcas Quevedo Rojas, Carlos Resumen El Mercado de Algeciras es, sin duda, uno de los mejores ejemplos del Movimiento Moderno en Andalucía, resumen de los conceptos básicos de la arquitectura moderna: claridad conceptual, racionalidad técnica desde la economía de medios, practicidad y optimización funcional. Construido en 1933, con una planta octogonal, como parte de un espacio público cerca del Puerto de Algeciras, su cúpula rebajada de hormigón de ocho centímetros de espesor cubre un espacio centralizado y único con una luz de cuarenta y dos metros, como la del Panteón romano. Esta novedosa membrana reinterpreta la centralidad clásica con la utilización de nuevas técnicas que permiten la reducción de material. El juego de luces interiores se consigue con el pliegue de los bordes de apoyo de la cúpula con láminas que se levantan para dar paso a la luz, permitiendo a su vez una ventilación cruzada dado su uso interior, así como la apertura central de un gran óculo que resalta la forma limpia del hormigón, ese “cielo blanco”, consiguiendo una estructura limpia y diáfana que descansa en ocho puntos sobre un gran basamento de ladrillo visto. La sencillez de la forma con la que crea este elemento para cerrar un espacio lleno de luces y sombras se realiza por su propia materialidad y por la forma constructiva de crear pliegues que permiten la iluminación cenital y lateral, compositivamente bella, siendo un claro ejemplo de fusión entre estética y funcionalidad, entre composición y estructura, entre sencillez y definición constructiva. Para conseguir estas relaciones es fundamental el cuidado exquisito del detalle, como es el ejemplo del apoyo de la cúpula en los soportes, remarcados con unos modernos capiteles que recogen las sinuosas curvas de la cubierta, sirviendo de solución constructiva para la recogida de aguas pluviales. Su planta centralizada permite realizar cuatro accesos organizando el programa del propio mercado de forma radial separando funcionalmente las distintas zonas de productos del mercado, donde la zona de tránsito se convierte en la articulación entre el espacio libre y de consumo, que culmina con la plaza central como el corazón de la fusión de ambas, y siempre con la perspectiva como intermediador para el vínculo espacio-uso. Se convierte de esta manera en un referente urbano, sirviendo de continuidad al espacio público donde se enclava. Esta obra maestra, una de las pioneras en la región, transmite los valores antes mencionados relacionados con la arquitectura racionalista que sirve de ejemplo para muchas intervenciones y necesidades de nuestra arquitectura actual que busca de nuevo fusionar practicidad, estética, detalle, economía de medios, funcionalidad, respeto al entorno, austeridad y sostenibilidad en una misma solución de proyecto. Palabras clave: Torroja, Mercado, Racionalismo, Estructura, Sostenibilidad (Fig. 01) Fotografía actual del Mercado de Algeciras. Autor: www.antonio-cozar.com

El Mecado de Abastos de Algeciras Una relectura de la … · internacionales (CIAM, De Stijl, Constructivismo ruso, Racionalismo italiano, Bauhaus o International Style) y la divulgación

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El Mecado de Abastos de Algeciras Una relectura de la Obra de Eduardo Torroja y Manuel Sánchez Arcas Quevedo Rojas, Carlos Resumen El Mercado de Algeciras es, sin duda, uno de los mejores ejemplos del Movimiento Moderno en Andalucía, resumen de los conceptos básicos de la arquitectura moderna: claridad conceptual, racionalidad técnica desde la economía de medios, practicidad y optimización funcional. Construido en 1933, con una planta octogonal, como parte de un espacio público cerca del Puerto de Algeciras, su cúpula rebajada de hormigón de ocho centímetros de espesor cubre un espacio centralizado y único con una luz de cuarenta y dos metros, como la del Panteón romano. Esta novedosa membrana reinterpreta la centralidad clásica con la utilización de nuevas técnicas que permiten la reducción de material. El juego de luces interiores se consigue con el pliegue de los bordes de apoyo de la cúpula con láminas que se levantan para dar paso a la luz, permitiendo a su vez una ventilación cruzada dado su uso interior, así como la apertura central de un gran óculo que resalta la forma limpia del hormigón, ese “cielo blanco”, consiguiendo una estructura limpia y diáfana que descansa en ocho puntos sobre un gran basamento de ladrillo visto. La sencillez de la forma con la que crea este elemento para cerrar un espacio lleno de luces y sombras se realiza por su propia materialidad y por la forma constructiva de crear pliegues que permiten la iluminación cenital y lateral, compositivamente bella, siendo un claro ejemplo de fusión entre estética y funcionalidad, entre composición y estructura, entre sencillez y definición constructiva. Para conseguir estas relaciones es fundamental el cuidado exquisito del detalle, como es el ejemplo del apoyo de la cúpula en los soportes, remarcados con unos modernos capiteles que recogen las sinuosas curvas de la cubierta, sirviendo de solución constructiva para la recogida de aguas pluviales. Su planta centralizada permite realizar cuatro accesos organizando el programa del propio mercado de forma radial separando funcionalmente las distintas zonas de productos del mercado, donde la zona de tránsito se convierte en la articulación entre el espacio libre y de consumo, que culmina con la plaza central como el corazón de la fusión de ambas, y siempre con la perspectiva como intermediador para el vínculo espacio-uso. Se convierte de esta manera en un referente urbano, sirviendo de continuidad al espacio público donde se enclava. Esta obra maestra, una de las pioneras en la región, transmite los valores antes mencionados relacionados con la arquitectura racionalista que sirve de ejemplo para muchas intervenciones y necesidades de nuestra arquitectura actual que busca de nuevo fusionar practicidad, estética, detalle, economía de medios, funcionalidad, respeto al entorno, austeridad y sostenibilidad en una misma solución de proyecto. Palabras clave: Torroja, Mercado, Racionalismo, Estructura, Sostenibilidad

(Fig. 01) Fotografía actual del Mercado de Algeciras. Autor: www.antonio-cozar.com

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Contexto histórico y urbano En el contexto histórico en el que se proyecta y ejecuta el Mercado de Algeciras, en la década de los treinta del siglo pasado, en pleno desarrollo del Movimiento Moderno en España, hemos de destacar la continua búsqueda de libertad para la creación y expresión del artista, rompiendo con los estilismos tradicionales para indagar en nuevos espacios, formas compositivas y estéticas. En esta búsqueda, dentro de la arquitectura, comienzan a reflejarse nuevos criterios de funcionalidad y conceptos estéticos. El uso de nuevos materiales utilizados en la construcción tales como el hormigón armado y el acero a partir de la Revolución Industrial, abre un nuevo abanico de posibilidades y retos en los que los arquitectos y artistas más desafiantes buscan innovar con formas y espacios inéditos gracias al uso de nuevas técnicas constructivas y del diseño y las posibilidades que estos nuevos materiales conllevaban. No podemos olvidarnos de la influencia de las grandes obras decimonónicas de ingeniería tras la revolución industrial tales como la Torre Eiffel o el Cristal Palace, la Torre hiperbólica de Vladímir Shújov o los proyectos de Maillart, como ejemplos de las posibilidades que se obtenían al construir con estos nuevos materiales. Así mismo, se ha de mencionar la influencia del modernismo catalán con las obras orgánicas gaudianas como retos a la expresión formal de la arquitectura en el que se usaban, sin embargo, bóvedas tabicadas cerámicas en lugar del hormigón armado pero, como hará Torroja en sus obras, se usa un método empírico de creación de un modelo previo a menor escala para analizar la propia estructura. Tampoco podemos olvidar, más reciente a la obra de Torroja, la influencia que tuvo la arquitectura expresionista de Erich Mendelsohn, donde el dinamismo y formalidad eran el referente en la arquitectura para una continua búsqueda de obsesivas expresiones materiales. Posteriormente, existen a principios del siglo XX cada vez más influencias con distintos movimientos artísticos internacionales (CIAM, De Stijl, Constructivismo ruso, Racionalismo italiano, Bauhaus o International Style) y la divulgación a través de revistas, exposiciones y organizaciones (como la GATEPAC) que hacen que la nueva tendencia se vaya diluyendo por el panorama nacional. Surge el racionalismo, vinculado al cubismo pictórico, que comienza a tomar fuerza en España con principios como geometrías puras y ortogonales, organización estructuralista de la arquitectura, ausencia de la ornamentación, concepción dinámica del espacio y uso de nuevos materiales y técnicas constructivas. Se deja, por tanto, lo básico, lo funcional, lo esencial en cada obra de arquitectura, siendo Le Corbusier el principal exponente de la “ópera” racionalista. Son un grupo de arquitectos españoles, pertenecientes a la GATEPAC los pioneros del racionalismo en la arquitectura española. En este contexto situamos a Manuel Sánchez Arcas, coautor del Mercado de Algeciras, como un arquitecto perteneciente a la denominada “Generación del 25”, entre los que encontramos a Luís Gutiérrez Soto, Carlos Fernández Shaw, Rafael Bergamín o Fernando García Mercadal, todos ellos, como hemos citado, destacados pioneros de la Arquitectura en el Movimiento Moderno, y en concreto del racionalismo. En este contexto de cambios en la disciplina arquitectónica hemos de enmarcar a los autores de la obra que analizamos. El arquitecto Manuel Sánchez Arcas (1897-1970), que trabajó en el estudio de Secundino Zuazo, fue uno de los pioneros del funcionalismo partiendo del academicismo, defensor de la industrialización de la construcción y de la arquitectura como construcción científica. Tras su exilio en la Guerra Civil, interrumpe su labor profesional, sin embargo es cofundador con Torroja del “Instituto Técnico de la Construcción y Edificación” y la revista “Hormigón y Acero”. El ingeniero Eduardo Torroja Miret (1899-1961), referente internacional en el campo de la ingeniería, es el coautor de la obra del Mercado de Algeciras, siendo ésta una de sus primeras obras desde que abre su oficina técnica. En su amplio historial cabe resumir que fue cofundador del Instituto y Revista antes descritos, profesor de la Escuela Especial de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, director del Laboratorio Central de Ensayo de Materiales de la Construcción, presidente de la Asociación Internacional del Hormigón Pretensado, con numerosas obras de ingeniería diseñadas y ejecutadas, así como una constante labor de investigación, que le llevan a dar el título de Marqués de Torroja y varias condecoraciones. En este punto, es inevitable hacer referencia a la obra coetánea y paralela del ingeniero italiano Pier Luigi Nervi, como uno de los máximos exponentes de arquitectura racionalista en los años veinte y treinta del pasado siglo. Las estructuras nervadas y con bóvedas con formas naturales son los aspectos estructurales que caracterizan a Nervi, haciendo que la ingeniería se convirtiera en arte con formas geométricas simples y prefabricación sofisticada, con el Palazetto dello Sport de Roma (1957) como referente de su obra.

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El Mercado de Algeciras, proyectado en 1933, se convierte en una de las primeras obras relevantes del ingeniero Torroja, siendo, por tanto, pionera en el contexto del racionalismo y del Movimiento Moderno en España. A partir de esta obra comienza a establecerse un vínculo entre la obra de ingeniería civil y la arquitectura. En Algeciras, originalmente el mercado de abastos se ubicaba en la denominada “Plaza de la verdura”. En 1819 se trasladan a la Plaza Ntra. Sra. de la Palma, configurando la antigua plaza de abastos. Es en esta misma Plaza donde se ubicará el Nuevo Mercado en 1933 tras un fallido intento de ejecutar uno en 1929 en la zona periférica de la población, por la influencia del tráfico rodado. Hemos de tener en cuenta que el contexto urbano en el momento en que se ejecuta el Mercado es muy diverso al actual. Como se pueden apreciar en las fotografías de la época, las viviendas que circundaban a la plaza de xxx, donde se ubica el Mercado, así como las de las calles colindantes tenían una altura de dos o tres plantas, variando notablemente la escala y percepción de este espacio urbano con respecto al actual (hasta 5 o 6 plantas). La tipología de las edificaciones en la tercera década del siglo XX era de una arquitectura andaluza tradicional conformada por viviendas de una o dos plantas, con cubiertas inclinadas de tejas, con balconadas y cierros proporcionados y reiterados, donde destacaba el color blanco de sus fachadas. También, en edificaciones puntuales quedaba registrado el carácter de arquitectura colonial inglesa por la influencia de la cercanía a Gibraltar así como varios ejemplos de arquitectura regionalista. La plaza de Ntra. Sra. de la Palma donde se ubica el Mercado es una de las principales de la “Ciudad Vieja” de Algeciras, junto con la Plaza Alta, siendo uno de los pocos espacios libres del Centro Histórico del municipio. Se ubica en la parte limítrofe al puerto histórico de la población, con una forma casi cuadrangular, al que se abren cuatro calles en una retícula algo arbitraria. Sin duda, su cercanía y apertura al puerto le dan un carácter histórico vinculado a la actividad portuaria, marítima y comercial. De esta forma se configura el edificio, como se detalla más adelante como un artificio que ocupa el espacio libre de la plaza pero que por la simplicidad y versatilidad de su forma, por su sencillez compositiva y por la apertura en todos sus sentidos de forma equivalente, dota al edificio de un espacio público que forma parte del contexto urbano en el que se ubica. (Fig. 02) Plantas general y de cubiertas del proyecto del Mercado de Algeciras de 1933. Fundación Eduardo Torroja. 158.208, 158.209.

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El proyecto y su construcción La mejor forma de explicar el proyecto del Mercado es la que usan los propios autores en la memoria del mismo y que se transcribe en los siguientes párrafos: En el inicio de la memoria del Proyecto del Mercado1, firmada en diciembre de 1933, se puede leer: “Siguiendo las líneas generales del anteproyecto aprobado por el Excmo. Ayuntamiento, se proyectó el nuevo Mercado con una planta octogonal inscrita en el polígono que forman las cuatro calles de contorno. De este modo se obtiene una sala de gran utilización para los puestos de venta sin rincones difíciles de acceso; y la entrada desde los cuatro lados se obtiene fácilmente descongestionando así la circulación en los alrededores del Mercado. Esta circulación se facilita también con los chaflanes que en las esquinas de las calles presentan cuatro lados del octógono y que sin perjudicar los servicios interiores permite dar mayor amplitud a las aceras, punto importante dadas las aglomeraciones que suelen producirse en los alrededores de estos mercados en las horas de compra”. De esta forma se conocen de primera mano los objetivos del propio proyecto. Sólo con este inicio de texto, como justificación general del proyecto, podemos apreciar el carácter racionalista que tiene la obra donde se limita a justificar la forma de la planta del edificio para establecer una solución funcional del propio mercado y una respuesta urbana a la ubicación del mismo, con una propuesta diáfana y versátil. Y continúa: […] “La distribución interior de puestos se hace por anillos concéntricos situados, uno pegado al muro de fachada y otros tres en el centro de la planta, obteniéndose el acceso a todos ellos por medio de unas calles circulares y cuatro calles radiales correspondiendo con las puertas, y cuyo cruce en el centro se amplía con una plazoleta rematada con un pequeño estanque en el centro. De este modo se pueden desarrollar treinta y seis puestos en la periferia y sesenta y cuatro en el interior con facilísimo acceso a todos ellos desde cualquier punto Los puestos del interior serán portátiles, y por consiguiente, ahora sólo se proyecta la plataforma o andén correspondiente. Los puestos periféricos por el contrario deben ser algo más importantes, y se proyectan ya por consiguiente con sus separaciones y sus mostradores respectivos. De ellos no se proyecta construir ahora más que dieciocho, pero la planta está preparada para poder construir en su día la totalidad. Cada uno de estos puestos va proyectado con un revestimiento de azulejo o loseta de cemento impermeable en el muro, unas separaciones de tela metálica entre unos puestos y otros y un mostrador de piedra artificial pulimentada, con su correspondiente tabla abatible para el paso; sobre la pared posterior se colocarán los ganchos de sujeción y de este modo se obtiene un puesto muy simple y perfectamente vigilable, punto este muy importante”.

(Fig. 03) Interior del Mercado en 1935. Fundación Eduardo Torroja. I-ETM-093-06_01.

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El carácter centralista de la planta marca una lectura uniforme en la distribución sin que se produzca una jerarquía en la organización general de la distribución de los puestos, siendo el único elemento diferenciador el centro del edificio ocupado por el espacio público como corazón del mercado. De esta forma, con una geometría simple, se establece una clara relación entre forma y función marcada por la sencillez espacial, creando un espacio minimalista que articula un programa de necesidades teniendo en cuenta el contexto urbano del edificio. En la imagen anterior se pueden observar los detalles que se definen en las memorias del proyecto, con la distribución uniforme de los puestos terminados, las plataformas para la ubicación de los puestos provisionales y el estanque central. Podemos apreciar cómo se justifica en detalle tanto los elementos compositivos generales hasta los detalles constructivos particulares. De esta forma sigue: “Se ha prescindido de cerramientos, por considerar que en este tipo de mercado local no deben quedar las materias de venta de un día para otro sino que por el contrario debe vaciarse totalmente los puestos y hacerse un baldeo completo y diario de toda la superficie del Mercado, siendo una gran ventaja el tipo de planta adoptado porque permite hacer la vigilancia de entrada y salida de todo género de mercancías desde la parte central con una sola persona, pudiendo inclusive sustituirse si se considera oportuno el estanquillo por una pequeña plataforma para la inspección. La solera de todo el Mercado se proyecta de cemento corrido haciendo las calzadas con un pequeño bombeo hacia las partes laterales, y las plataformas o andenes de puestos con su pendiente también hacia el borde de la calle. De este modo pueden recogerse todas las aguas en las regolas que se proyectan en el borde de unión de las calles con el andén y que lleva de trecho en trecho los sumideros correspondientes, con sus rejillas de defensa. Así y disponiéndose a la vez cuatro bocas de riego en sitios estratégicos, se puede hacer la limpieza del Mercado con mangas de riego rápidamente, sin peligro de entorpecimiento hasta los mismos sumideros. Como el saneamiento se proyecta por medio de tres ramales perfectamente alineados y con arquetas de limpia en los extremos, no hay tampoco en las tuberías peligro ninguno de atasque, ya que la limpieza se hace con absoluta comodidad. Las tuberías de conducción de agua se proyectan en pequeñas regolas de defensa, con objeto de que cualquier fuga que se produzca se acuse rápidamente y no pueda perjudicar a la solera ni cimentaciones por entumecimiento o asientos del terreno. Aun cuando el Mercado ha de funcionar solamente en las horas de luz solar, hemos proyectado un sistema de iluminación a base de reflectores centrales colocados en lo alto de la cúpula con lo cual se obtiene una regularidad de iluminación sumamente grande, con objeto de que la limpieza pueda hacerse aun de noche con absoluta perfección”. (Fig. 04) Detalles constructivos del proyecto del Mercado 1933. Fundación Eduardo Torroja. 158.218.

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Con un carácter higienista, se siguen añadiendo aclaraciones funcionales al discurso justificativo, estableciendo una concordancia entre el uso y el detalle constructivo, definiendo el carácter purista y racionalista de la obra arquitectónica. El detalle del elemento constructivo, las instalaciones y cualquier elemento de mobiliario forman parte de un sistema unitario donde todas las partes quedan vinculadas para establecer una belleza y armonía al conjunto del edificio.

Este conjunto de detalles son los que van a conformar lo más importante de esta obra que es el espacio interior de este “recipiente” que es el Mercado, el juego de luces y sombras, el “cielo blanco” que conforma la hermosa cúpula, la sensación de encontrarse en un lugar atractivo donde se respira un ambiente agradable, donde no se olvida que no es un espacio vacío, sino que se proyecta para que el ruido del murmullo de la gente, el continuo movimiento, la brisa del mar que atraviesa el espacio, los olores propios de un mercado con una mezcla de sabores son los que van a completar el contenido de esta obra arquitectónica. Es la luz que se introduce por el lucernario central y laterales la que se va derramando a través de la cúpula para crear una iluminación indirecta y diáfana que acentúa más aún los colores de los productos que se exponen el mercado. Y si por el día resalta desde el exterior el blanco del macizo de lo construido, por la noche resalta la luz interior que quiere salir del “contenedor” dejando entrever los huecos, como si de un negativo de la propia obra se tratase. Dicho espacio interior se complementa, por tanto, con el exterior con una clara relación entre lo público y lo privado, funcionalmente perfecto, con una simbiosis de luces y sombras y de contrastes de llenos y vacíos que dan un ambiente único al edificio.

(Fig. 05, 06) Interior del Mercado durante su construcción en 1934. Fundación Eduardo Torroja. I-ETM-093-04_01. Interior del Mercado actualmente. Autor: www.antonio-cozar.com

“En el proyecto de las fachadas, se ha prescindido de todo elemento ornamental constituyéndose ésta solamente con los pilares necesarios para la resistencia del conjunto, la viga tirante hormigonada, las bóvedas de la cúpula que sobresalen de la fachada, y el sistema de atirantar las mismas, constituido por radios metálicos con una masa de hormigón central, cuyo perfil se proyecta modelado para servir de motivo ornamental sobre las puertas de acceso. A parte de estos elementos la fachada no consta más que de un pequeño muro de ladrillo sobre zócalo de hormigón acusando al exterior las líneas horizontales de sus hiladas como única decoración. De este modo toda la estructura queda a la vista y la parte estética no es otra cosa sino la traducción o expresión misma de las funciones estructurales de cada elemento esencial. La iluminación se obtiene por los ventanales y puertas de fachada cuya superficie de doscientos sesenta y tres metros cuadrados, o sea, la cuarta parte de la planta y se compensa además en la parte central con una

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claraboya cenital de losetas de cristales de unos doce metros cuadrados; de este modo y dada la altura de esta claraboya ha de obtenerse una iluminación suficientemente uniforme en todo el conjunto de la planta. La ventilación se obtiene con ventanas de fachada que quedan suficientemente altas para no molestar al público y por pequeños agujeros que se dejarán en el arranque de la claraboya central, con objeto de crear un pequeño tiro de renovación del aire. Para evitar la entrada de agua en días de lluvia por las ventanas de fachada, se han volado las bóvedas por fuera de fachada de tal modo que constituyen verdaderos tejadillos de defensa de los huecos, con lo cual se evita la entrada del agua sin perjudicar para nada la ventilación del conjunto”. De esta forma se configura el edificio justo con lo que realmente se necesita, proyectándose de manera eficaz, proporcional y bella compositivamente. En la fotografía tomada en 1935, cuando se termina el Mercado, podemos apreciar exteriormente los elementos que resaltan en la composición y que forman parte de la sencilla y a su vez complicada estructura: la gran cúpula que con su forma rebajada y casi frágil, de poco espesor apenas sobresale respetando el entorno urbano, las sinuosas bóvedas cilíndricas que con sus salientes remarcan la entrada que nos recuerdan a las cubiertas utzonianas de Sidney, los sencillos soportes rematados por cilíndricos capiteles también con un carácter funcional, y el apaisado tirante que enmarca cada uno de los alzados de cuyo blanco resalta para enfatizar la fuerza de la propia estructura, sobre el que asienta un tímpano que remarca el ingreso desde el que sale un cableado radial con una función de pretensado del propio tirante. Todo esto enmarca los nervios de la propia estructura, siendo el resto de elementos tales como hastiales, zócalo como cerramiento y carpinterías, usados de distintas tonalidades como elementos de cerramiento secundarios.

(Fig. 06) Exterior del Mercado en 1935. Fundación Eduardo Torroja. I-ETM-093-02_02.

Y continúan las memorias con la justificación de la estructura diseñada: “De intento hemos dejado para el final el hablar del tipo de estructura adoptada para cubrir a toda luz la gran planta de este moderno Mercado o sala de venta. […] Evidentemente la ingeniería moderna presenta hoy como solución más apropiada para la cubrición de grandes vanos de este tipo, la de las cúpulas de simple o doble curvatura, y en el caso de superficies circulares o inscritas en ella, indudablemente la mejor es la de las superficies de revolución de doble curvatura. Así está resuelta la gran sala de Gena con una luz muy parecida a la de este proyecto y las salas de Leipzig y Basel. Las luces estas dos son mucho mayores que la nuestra, alcanzando en Leipzig a 76 metros, pero allí la cúpula tiene mayor altura y está formada por bóvedas en cañón de simple curvatura con las aristas reforzadas por sus correspondientes nervios. En nuestro caso hemos preferido la solución de bóvedas de doble curvatura resistentes ellas mismas,

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por considerar que es una solución más simple y a la que siempre pueden añadirse si se considera oportuno en algún momento las nervaturas de refuerzo, siendo ello por consiguiente un nuevo margen de seguridad que se reserva sobre los del cálculo. Por otra parte la bóveda en forma de casquete de revolución es indudablemente la forma simple más resistente para este caso y los peligros de pandeo que pudieran aparecer en los bordes de la cúpula al llegar a las fachadas están alejados en nuestro proyecto con el enlace de la bóveda cilíndrica de fachada. Aun cuando la tendencia en todas estas estructuras es a disminuir cada día más el espesor para poder prescindir de los esfuerzos de flexión y obtener una cubierta lo más aproximada posible a una membrana rígida, quedan sin embargo flexiones que conviene controlar. El cálculo completo de la cúpula esférica aun con la simplificación que representa el radio de curvatura constante es tan grande que hace el cálculo casi imposible prácticamente de utilización, pero sobre todo aún más si se tiene en cuenta que no es posible en él estudiar los esfuerzos anormales debido a sobrecargas disimétricas; ni mucho menos las deformaciones y esfuerzos que se producen en este tipo de cúpula al pasar de la forma circular a la octogonal, es decir, en los triángulos que quedan entre el paralelo de las claves de las bóvedas cilíndricas y laterales y las líneas de intersección del casquete con estas mismas bóvedas. Bosquejemos la marcha a seguir en un cálculo riguroso para formarnos idea de su complejidad y extensión y lo difícil que resulta aplicarlo con garantía de no haber cometido errores que no es fácil de comprobar a posteriori”. […] “El cálculo de la cúpula de revolución bajo la acción de fuerzas simétricas con relación a su eje sabemos que se resuelve con mucha sencillez siempre que se prescinda de las flexiones y que por otra parte desde el punto de vista constructivo la mejor solución es siempre aquella que reduce estas flexiones al mínimo no solamente por la mayor economía sino también por la mayor seguridad. Por estas razones las soluciones más modernas de superficie de doble curvatura son siempre tanto desde el punto de vista técnico como desde el punto de vista práctico a base de aumentar grandemente la esbeltez de las piezas adoptándose relaciones de la luz al espesor del orden de 500 y 600. Nosotros adoptamos para la luz de 47,62 metros una esbeltez del tipo 470; con ello y con los cálculos que a continuación desarrollamos se obtiene unas cargas de compresión en el hormigón que no pasan de 10 kg por centímetro cuadrado, carga suficientemente baja para asegurar la resistencia tanto más cuanto que se producen en los dos sentidos meridiano y paralelo con el mismo sentido, o sea ambos en compresión”. Estos párrafos resumen la aplicación del elemento diseñado que más destaca en el edificio: la cubierta. Se ha de tener en cuenta que la cubierta del Mercado de Algeciras ha sido durante 30 años la bóveda de doble curvatura de simple membrana con mayor luz del mundo, con apenas ocho centímetros de espesor en el centro y unos cincuenta en sus apoyos para cubrir un espacio de 47,62 metros de luz. Se aprecia en las memorias el marcado carácter innovador que posee la aplicación de esta, sin lugar a dudas, tecnología de construcción como fase experimental a aplicar en un elemento y que sirvió de legado a tipologías estructurales construidas a posteriori. Se destaca la simplicidad de la forma de casquete de revolución y su resistencia en función de la poca materia necesaria para su ejecución, reduciendo su propio peso y flectores en perímetro, teniendo en cuenta los grandes problemas de pandeo que pueden producirse en sus apoyos. Para ello se rebaja la cúpula para que trabaje toda a compresión y se introducen de forma novedosa los cilindros en el anillo exterior para transmitir las cargas a los soportes siendo el elemento más resistente y fundamental el tirante que ha de soportar los empujes, con tracciones de hasta 120 tn, compuestos por 16 redondos de acero de 30 milímetros. Con esta astucia geométrica, donde las sencillas formas se enlazan para conseguir dar una lectura unitaria al conjunto de la estructura, se obtiene un elemento formal, estética y compositivamente armonioso y funcionalmente impecable. De palabras del propio Torroja se puede concluir: “El nacimiento de un conjunto estructural, resultado de un proceso creador, fusión de técnica con arte, de ingenio con estudio, de imaginación con sensibilidad, escapa del puro dominio de la lógica para entrar en las secretas fronteras de la inspiración. Antes y por encima de todo cálculo está la idea, moldeadora del material en forma resistente, para cumplir su misión” 2. El óculo central compuesto por nervaturas trianguladas con vidrios, con un diámetro de unos diez metros de arista a arista, diseñado para iluminar y ventilar el interior del mercado nos recuerda, sin duda, al Panteón romano, aumentando la sensación de centralidad y diafanidad del espacio interior.

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(Fig. 07) Mercado en construcción en 1934, con la armadura de tirantes vista. Fundación Eduardo Torroja. I-ETM-093-05_01.

(Fig. 08) Fotorgrafía actual del Mercado de Algeciras. Autor: www.antonio-cozar.com

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Legado y trascendencia

El Mercado de Algeciras influencia en la propia obra de Torroja al ser uno el primer gran diseño de arquitectura que realizó. Influirá en otras obras reconocidas como el Frontón Recoletos (1935, con el arquitecto S. Zuazo), o el Hipódromo de la Zarzuela (1935, con los arquitectos C. Arniches y M. Domínguez). En ambas obras, Torroja continúa con el discurso racionalista aplicado en el Mercado, donde la estructura genera la forma como elemento funcional aportando materialidad a la misma a la vez que crea el espacio sensiblemente iluminado en su interior, con un discurso horizontal, curvo y dinámico. En el Hipódromo de la Zarzuela sorprende el gran voladizo de hormigón que se diseña para cubrir el graderío de dimensiones casi imposibles, donde la magia de la sección oculta el equilibrio de la forma. También en el Frontón de Recoletos, con una cubierta formada por dos cilindros asimétricos que se cortan perpendicularmente y en el que se incorporan lucernarios, crea un espacio interior inédito donde vuelve a fusionar arquitectura e ingeniería, funcionalidad y forma, sencillez y complejidad, materia y espacio, luz y sombra. También la obra de Torroja, y en concreto el Mercado de Algeciras como su primer gran trabajo de arquitectura tuvo una gran transcendencia en el vínculo entre la ingeniería civil y la arquitectura, donde la liviandad de sus estructuras formaban parte de imágenes arquitectónicas expresivas y dinámicas, dotando de un juego mágico de ingravidez a la materia arquitectónica, creando espacios interiores fascinantes. De hecho, la obra de otro gran arquitecto como fue Félix Candela sería incompresible sin la del propio Torroja, también con diseños de geometrías simples y forzadas como las cubiertas con formas de paraboloides hiperbólicos. También se perciben inluencias en las posteriores formas a base de fábricas de cerámica armada de Eladio Dieste que las lleva a su máxima liviandad gracias a la expresión formal y no a su masa en una clara conjugación entre tradición y modernidad. Otros autores como Eero Saarinen, que con las líneas curvadas de las cubiertas de sus edificios, formando parte del International Style, o Maciej Nowicki también se vieron influenciados por la obra de Torroja en sus obras arquitectónicas. Influye también en la obra de Frank Lloyd Wright, con el cual se reúne en varias ocasiones, como en su Museo Guggenheim de Nueva York (1943), con espacios interiores sinuosos y funcionales, donde el recorrido es la base del proyecto, que se exteriorizan en formas curvas y dinámicas. Incluso, posteriormente, trascendió a la obra de orgánica de Frei Otto, siendo éste un gran especialista en estructuras tensadas, ya practicadas por Torroja, así como a la arquitectura de Buckminster Fülller y sus cúpulas geodésicas. Tampoco podemos olvidar al pionero en la exploración de las posibilidades plásticas constructivas que fue Oscar Niemeyer, influencia clara de la obra precedente de Torroja en sus edificios de Brasilia (1956). Como él mismo citaba: “No es el ángulo oblicuo que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein” Y más recientemente, la obra de Santiago Calatrava con la creación de artefactos ingeniosos más caprichosos, con una mayor vinculación a la estética y al formalismo que a la arquitectura y al espacio, pero en la que se refleja la influencia de las obras pioneras orgánicas y de relación ingeniería-arquitectura de Torroja. En esta línea hacer referencia a la arquitectura de arquitectos también contemporáneos como Frank Gehry, reconocido por sus innovadores y peculiares formas edificatorias que diseña con el máximo exponente de su Museo Guggenheim de Bilbao (1992). Y es que el legado de la obra de Torroja, siendo el Mercado de Algeciras su gran obra arquitectónica pionera, ha dejado destellos a lo largo de los años incluso hasta la actualidad de innumerables ejemplos brillantes de diseño en general y de arquitectura en particular en los que el gesto integral, la voluntad de expresión, el dominio de la técnica, la innovación de la materia y la solución funcional han marcado una tendencia en la forma de producir un lenguaje único cada vez más en auge en una sociedad de consumo. “La construcción, la arquitectura, no pueden prescindir de la realidad del fenómenos físico, esto es, de las leyes de la estática. Su belleza se funda esencialmente sobre la verdad, sobre la racionalidad de la estructura; debe por tanto, poderse lograr sin adiciones ni ornamentaciones externas. Pero, para obtenerla, es necesario un esfuerzo largo y tenaz en el sentido de las íntimas razones de resistencia de las formas. El resultado genial de un momento de inspiración es siempre el epílogo de un drama, que frecuentemente está constituido por toda una vida de trabajo” 2.

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Notas 1. Memoria del Proyecto del Mercado de Algeciras. Exp. Cat. 158.302, p 1-9. Fundación Eduardo Torroja. 2. Torroja Miret, Eduardo: Razón y ser de los tipos estructurales. Madrid, Intituto de la Construcción y del Cemento, 1957, prólogo. Bibliografía AA.VV.: MOMO Cádiz, Arquitectura del Movimiento Moderno en la Provincia de Cádiz. Cádiz: Colegio Oficial de Arquitectos de Cádiz, 2004. AA.VV.: Eduardo Torroja: La vigencia de un legado. Valencia: Vicerrectorado de Cultura. Universidad Politécnica de Valencia, 2003. Antuña Bernardo, Joaquín: "Gran mercado de Algeciras", en: Manuel Sánchez Arcas. Arquitecto. Madrid: Fundación Caja de Arquitectos, Fundación COAM, 2003, pp. 214-218. Antuña Bernardo, Joaquín: Las estructuras de edificación de Eduardo Torroja Miret. Madrid: Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Arquitectura, 2002, pp. 96-108. Arredondo Verdú Francisco [et al.]: La obra de Eduardo Torroja. Madrid: Instituto de España, 1977, pp. 191-199. "Una charla con el ingeniero de caminos Sr. Torroja. La construcción y sus problemas. Las bóvedas de membranas", El Sol, nº 5887, 5 julio 1936, p. 7. “Conferencias: Las cubiertas delgadas de hormigón para grandes luces [de Eduardo Torroja]”, La Construcción Moderna, nº 4, 15 febrero 1936, p. 29. Fernández Ordóñez, José Antonio y Navarro Vera, José Ramón: Eduardo Torroja. Ingeniero. Madrid: Pronaos, 1999, pp. 100-107. "Mercado de Algeciras. Cádiz", Informes de la Construcción (Madrid), nº 137, enero-febrero 1962, p. 136-3 "Mercado de Algeciras (1936)", Nueva Forma, Madrid, nº 33, octubre 1968, p. Sierra Muñoz, María Rosa: "El Mercado “Eduardo Torroja” de Algeciras", Almoraima (Algeciras), nº 2, 1993, p. 7-25.