El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

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  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    1/80

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    '155.4

    VOLn

    üf,ffififfiiiíilffirm,*m

    rilr

    Juan

    Carlos

    Volnovich

    Editorial

    LUMEN

    El

    niño del

    "siglo

    del

    niño"

    bo^/^dá^/

    ul,Jiv[Ri,li-¡"\f.j

    r,i-

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    Viamonte 1674

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    E-mai : magisterio@qorYlrMt.ÉotrrJl

    República Arlentina

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  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    2/80

    ÑlF-

    --. T r*ffi

    I dmrló¡¡

    Minoridad

    Y

    familla

    INDICE

    Reconocimientos.

    ........................,.7

    I

    rrr..i,,,r¡:

    Marilde

    Luna

    lntroducción......,,

    ........................,..9

    capitulo I

    I

    El

    niño del "siglo del

    si91o".........................................-.-33

    s

    lf,rvisiór

    de

    l€xro:

    Pablo

    valle,

    Miln¡Ír

    (ltrlla|l

    Iinrl

    I

    'Capituto

    2

    '

    Los

    que

    viven en

    el

    margen de la sociedad

    civil......-

    ...49

    Capitulo

    3

    VLos

    chicos como

    sajetos de

    derecho

    antes

    que

    como

    obietos de tutelaje..........,.......-............69

    capitulo

    4

    Niños asesinos

    o niños

    asesinados.................,.............77

    I

    ,

    capitulo

    5

    Los chicos de la cibercu1tura.......,.,...............................85

    .

    capitulo

    6

    Juicios

    y prejuicios

    acerca

    lsBN

    950-72rt-862-5

    del

    impacto de Internet

    en los

    chicos..................'.....91

    capitulo

    7

    Desafios

    actuales en la clínica

    con

    niños......................97

    capítulo 8

    La niñez,

    el inconsciente

    y

    nuestra

    cultura

    actual......l03

    ,

    capitulo

    9

    I

    i3l

    cuerpo del niño

    y

    de

    la

    niña: aver

    y

    hov.......... ....115

    o

    r99q by

    LUMEN

    C¡Pitulo

    lO

    ltccrn

    ct

    depósiio

    qüe

    pr*iem

    ta lcy

    11.723

    La

    "inocente"

    sexualidad de

    los varones

    y

    .r({k»

    kN

    d.@hos

    r€servad*

    ¡a sexualidad

    "culpable"

    de

    las niñas... ............-........125

    capítulo

    ll

    r.lBRo EDrcróN

    ARGENTINA

    Estudio

    y

    trabajo

    en

    PRINTED lN

    ARCENTINA

    la formación de

    los

    ióvenes

    cubanos....................

    ,...141

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    3/80

    Para

    Jorge,

    que me

    acompaña

    desde

    niño'

    Para

    Silvia,

    que me

    ayudó

    a

    deiar

    de

    serlo'

    RECONOCIMIENTOS

    Mi

    profunda

    gratitud

    va

    para

    OIga Viglieca,

    que

    leyó el

    texto original

    y,

    junto

    al aliento

    incondicional de

    Patricia

    Kolesnikof,

    me aportaron

    crÍticas

    y

    sugerencias

    inteligen-

    tes

    y

    definitivas

    para

    un

    recorrido

    que,

    sin el

    contagioso

    entusiasmo

    de

    Matilde

    Luna,

    jamás

    me

    hubiera permitido

    iniciar.

    Con la

    renuncia

    a

    la Asociación

    Psicoanalítica

    Argenti-

    na, integrando

    el Grupo

    Plataforma

    (se

    autodisolvió

    en

    l97l),

    finalizaron

    mis

    pertenencias institucionales. No

    obstante,

    a

    partir

    de

    mi

    regreso

    del exilio,

    integré dos

    gru-

    pos

    anónimos.

    Aun

    sin saberlo,

    mis colegas del

    grupo

    de

    niños fueron

    interlocutores

    permanentes

    de

    estos textos.

    Para Rubén

    Efrom,

    Gilou

    García

    Reinoso,

    Eva Giberti,

    Adrián Grassi,

    Julio

    Marotta, Marisa

    y

    Ricardo

    Rodulfo,

    Ma-

    rio

    Waserman,

    mi

    reconocimiento porque

    ellos,

    en

    algún

    momento, dispararon

    ideas

    que

    me hicieron

    reflexionar

    y

    lidiar con

    mis

    prejuicios.

    También,

    estoy

    sinceramente

    agradecido a mis

    amigos

    del

    grupo

    de los

    jueves.

    Lucía

    Barbero,

    Ana Berezín, Gilou

    GarcÍa

    Reinoso, Graciela

    Guilis,

    Vida

    Kamkaghi, Silvia

    Werthein,

    Mario

    Fuks,

    León Rozitchner,

    Osvaldo

    Saidón

    fueron

    y

    siguen

    siendo

    mis

    privilegiados

    referentes

    y

    los

    destinatarios

    de todo

    lo

    que

    en este

    libro

    expongo.

    Dediqué este libro

    a mi hermano,

    Jorge

    Volnovich,

    con

    quien

    me une

    -entre

    otras

    cosas-

    la

    pasión

    por el

    psi-

    coanálisis

    de

    niños

    y

    el

    hecho

    de haber

    sido criados

    por

    un

    padre

    cuya

    condición

    de médico

    pediatra y

    neonatólo-

    go

    seguramente

    no ha sido

    inocente en

    la

    construcción

    de

    nuestras vocaciones.

    A Silvia

    Werthein,

    "mi

    cómplice

    y

    to-

    do",

    compañera

    inmejorable en

    esa tarea de

    hacer

    y

    edu-

    car a

    nuestros hijos.

    -7 -

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    4/80

    Por

    último,

    si el texto

    que

    aquí

    se

    plasma

    comenzó

    el

    día

    en

    que

    tomé la

    primera

    entrevista

    psicoanalítica

    a una

    niña

    de cinco años,

    es a la

    multitud

    de

    pibes

    y

    de

    pibas

    que

    a

    lo

    largo

    de

    estas

    décadas

    me

    acompañaron

    por

    el

    fascinante

    tránsito

    del

    inconsciente,

    a

    quienes

    quiero

    re-

    tribuir

    con esta

    publicación.

    TNTRODUCCIÓN

    Éste

    es

    un libro

    sobre

    niños.'

    Registra

    argo

    de

    mi

    trán-

    sito

    por

    el

    mundo

    de

    los

    niños.

    Es

    testimonial,

    ya

    que

    con_

    tiene

    las

    ideas que

    me

    guiaron

    a Io

    largo

    de

    estos

    úrtimos

    años

    por

    el

    mundo

    de

    los

    "chicos".

    En

    cierta forma, refleja

    mi

    recorrido como psicoanarista,

    a

    pesar

    de

    no

    ser,

    estric-

    tamente,

    un libró

    sobre

    psicoanárisis.

    son

    textos

    sobre

    niños,

    que

    nada

    tienen

    de

    psicoanalíticos

    pero

    que

    no

    hu_

    bieran

    podido

    ser

    pensados

    a

    no

    ser

    por

    mi

    condición

    de

    psicoanalista

    de

    niños.

    Más

    aun:

    tengo

    Ia

    convicción

    de

    que

    gran

    parte

    de los

    textos que

    pueblan

    estas

    páginas

    me

    Ios

    dictaron

    los

    "chicos".

    Éste

    es un

    libro

    armado

    con

    fragmentos

    pero

    cada

    uno

    de

    esos

    pedacitos,

    cada

    capítulo

    sólo

    cobra

    sentido

    a

    par_

    tir

    del

    eje

    que

    Ios

    vertebra y

    sobre

    el

    que

    giran

    mis

    refle_

    xiones.

    Aliento

    la

    esperanza

    de

    transmitir

    a

    lo

    rargo

    de

    estas

    páginas

    el

    respeto

    inclaudicable

    a los

    niños

    como

    su-

    jetos

    deseantes

    y

    como

    sujetos

    epistémicos.

    AI

    consignar

    la

    fecha

    al

    pie,

    puse

    especiar

    dedicación

    en resartar

    er

    con-

    texto

    en

    el

    que

    dichos

    fragmentos

    fueron producidos.

    eui_

    se,

    de

    ese

    modo,

    dejar

    bien

    en

    claro

    cuándo,

    dónde y

    por

    qué

    me

    vi

    "obligado"

    a escribirlos.

    No

    obstante,

    pienso,

    ahora, que

    la

    fecha

    al

    pie

    en

    cada

    capítulo

    oculta

    oi.,

    ..u_

    lidail:

    me

    he

    pasado

    más

    de la

    mitad

    de

    mi

    vida

    escribien-

    do

    este

    libro.

    Hace

    treinta

    y

    cinco años me

    introduje

    con el

    psicoaná-

    lisis

    en

    la

    compleja

    generación

    de

    los

    sesenti, y

    aquí

    estoy, para

    mi

    asombro,

    con

    el

    (¿mismo?)

    psicoanálisis

    I

    Así

    como

    el francés prohíbe

    subordinar

    a

    ra

    mérebajo

    re

    pére,

    ara

    filebajo

    /e

    fils

    por-

    "q:^""1i.1"_.^r-:,]enen.l'enfant,

    el casrellano-exige

    que

    mi

    paá.e

    y

    mi

    áadre

    iu.n

    _t,

    p.-

    ores;

    ru nermano

    y

    tu hermana

    sean

    tus

    hermanos, y

    su

    hijo

    y

    su hija

    sean

    sus hijbs.

    Quiero

    decir:

    casi

    no

    existen

    en

    casteilano

    significanies

    neutros que

    incruyan

    igualita-

    riamente

    a los

    dos

    géneros

    en un

    género

    humáno

    como

    sucede

    cori

    tu

    pataúru

    r'i'ndn,

    ",

    lemán,

    enfant

    en

    francés,

    o

    chiráren

    en

    inglés.

    a,

    ro lrrgo

    a"

    u.t.

    liú.o

    a.ürá'.nt"n-

    derse,

    ent-onces, que

    hasta

    que

    no

    encuentre

    una

    fórmula

    más

    conveniente,

    en

    el

    gené-

    rico

    "niño"

    o

    "niños"

    incluyo

    a

    ,,niña,,y'.niñas,'.

    9-

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    5/80

    después

    de haber

    recorrido

    varias décadas,

    casi

    todos los

    estratos

    de

    la

    sociedad de clases

    y,

    también, distintos

    sis-

    temas

    sociales.

    A

    veces

    pienso que

    ser

    psicoanalista, psicoanalista

    de

    niños, tiene

    para

    mÍ el sentido

    de haber

    habitado

    siempre

    en

    las

    fronteras. Significa

    haber atravesado casi

    medio si-

    glo

    en

    el epicentro

    de

    lo

    más

    creativo

    de la

    cultura

    y

    de

    la

    ciencia

    y

    -al

    mismo tiempo-

    en los

    márgenes. En

    el

    epi-

    centro,

    porque

    ¿quién

    duda

    que

    el siglo

    XX ha

    sido el siglo

    del

    psicoanálisis

    y

    "el

    siglo del

    niño"? En los márgenes,

    porque

    Buenos

    Aires

    queda

    tan

    lejos

    de

    París

    como

    de

    Londres

    y

    porque

    el

    psicoanálisis

    de niños

    ha

    mantenido

    un conflicto, en

    principio,

    con

    el

    propio psicoanálisis,

    y

    luego

    con

    las

    diferentes

    formas del

    pensamiento:

    la Iin-

    güística,

    la

    genética,

    la

    psicología

    del aprendizaje, la se-

    miótica, el

    derecho,

    la ética, la teoría de

    las relaciones

    en-

    tre

    los

    géneros;

    edificios

    conceptuales que

    han confluido

    en un borde,

    en una frontera, verdadero

    lugar de

    "aconte-

    cimientos"

    de la ciencia o, si se

    prefiere,

    límite

    y puente

    entre continentes

    teóricos.

    Esta sentencia

    -"el

    siglo

    XX

    ha

    de

    ser

    el

    siglo del

    niño",

    más

    que

    prospectiva,

    profética-

    la

    pronunció

    Edouard

    Claparéde en

    plena

    alborada

    secular,

    y

    luego

    la

    retomó

    La-

    gache.

    En efecto, sería

    poco

    decir

    que

    la

    pedagogía,

    la

    psi-

    cologÍa, el

    propio

    concepto de

    "infancia"

    se han renovado.

    El siglo

    XX ha estado signado

    por

    las críticas a

    los mé-

    todos

    autoritarios

    y

    directivos

    de la

    educación,

    por

    el

    in-

    tento de respetar

    las

    necesidades

    y

    las

    posibilidades del

    infans. Así, el advenimiento de

    la

    psicologÍa

    del

    niño

    per-

    tenece

    por

    entero

    a este

    siglo.

    R. Zazzo, H. Wallon,

    J.

    Pia-

    get,

    M. Montessori son sólo algunos

    de los

    gigantes que

    lo

    hicieron

    posible.

    S.

    Freud

    hizo

    una

    contribución

    definitiva

    ,a

    la

    profecía

    de

    E.

    Claparéde,

    demostrando el

    papel

    de

    las

    i

    primeras

    experiencias

    infantiles

    para

    la construcción

    de

    la

    "subjetividad adulta.

    Y creo

    que

    el

    psicoanálisis

    de

    niños

     ,

    I'

    I

    I

    I

    {'

    j,

    i,

    +

    1t

    I

    rl

    ri

    i

    I

    acumuló,

    así, frente al

    propio

    psicoanálisis,

    una

    serie de

    rasgos

    positivos:

    en

    el

    campo del saber,

    porque

    me daba

    la

    posibilidad

    de tener una experiencia

    directa

    -de

    prime-

    ra mano, en

    el

    aquí

    y

    ahora- con

    un

    psiquismo

    que

    se

    es-

    taba construyendo

    delante

    de

    y

    sobre el cual

    podía

    ejercer

    mi influencia, muchas veces

    alentado

    por

    la inge-

    nua esperanza de

    prevenir

    Ia

    enfermedad

    mental

    antes

    de

    que

    se

    produjeran

    males

    mayores,

    o de

    influir sobre

    aque-

    llo

    que

    funcionaba

    mal,

    cuando

    aún no se había coagula-

    do. Siempre,

    imaginando

    que

    esa

    experiencia

    con niños

    pequeños

    era la oportunidad

    privilegiada

    para

    teorizar

    lo

    que

    después aplicarÍa al

    psicoanálisis

    de

    adultos o,

    por

    el

    contrario,

    me

    permitía

    corroborar,

    en

    la

    proximidad

    del

    ni-

    ño,

    las hipótesis fuertes del

    psicoanálisis.

    En

    el

    plano

    institucional,

    el análisis de

    niños me

    ofrecía

    el espacio

    vacío de una

    práctica

    nueva,

    en

    vías de implan-

    tación,

    libre

    de

    arcaísmos.

    Práctica

    que compensaba

    gene-

    rosamente

    mis mejores intenciones,

    proponiéndome

    una

    clínica humana,

    inocente

    y

    "reparadora".

    ¿Qué

    causa más

    noble

    que

    asumir la

    "causa"

    de

    los niños, aliviar a los ni-

    ños

    del

    sufrimiento

    psíquico?

    ¿Qué

    práctica

    más digna

    que

    aquella

    que

    se

    despliega

    fuera de

    las restricciones ad-

    ministrativas,

    se enfrenta a

    los

    prejuicios

    médicos, al au-

    toritarismo

    pedagógico

    y

    no

    persigue

    otro objetivo

    que

    el

    de ayudar a los niños a

    romper con el

    cautiverio

    impues-

    to a su

    deseo,

    a descubrir una

    verdad sobre ellos mismos

    para,

    entonces, aliviar el dolor

    y

    modificar sus relaciones

    con

    los

    demás?

    Candor de un ciudadano de

    fronteras: en

    el esplendor

    de los sesenta,

    mi interés

    por

    el

    psicoanálisis

    de

    niños na-

    ció simultáneamente con

    mi interés

    por

    el

    psicoanálisis

    en

    general.

    Y

    asi,

    desde el

    comienzo,

    viví

    amenazado

    por

    Ia

    ilegitimidad de mi

    práctica.

    Lo

    que

    en un

    principio

    fue

    "Y

    el

    psicoanálisis,

    ¿es

    científico?"

    (interrogante

    que

    me acer-

    por

    años

    al

    positivismo

    lógico, a G. Klimovsky,

    y que

    desde entonces

    nunca de.ió

    de

    ser

    fuente de

    incertidum-

    1l

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    6/80

    brc)

    se

    bifurcó,,luego,

    en

    ,,y

    eso,

    ¿es

    psicoanálisis?,,(,,eso,,

    era

    cl

    análisis

    de

    niños).

    Más

    adelante,

    tomó

    la

    forma

    de:

    tl

    psicoanálisis_en

    el

    hospitai

    ,i,

    .ob.u.

    t

    ono*ios,

    ¿es

    sicoanárisis?"

    "Er

    psicoanirisis

    fuera

    de

    ra

    institución

    ofi_

    ial,

    fuera

    de

    la

    ApA,

    ¿es

    psicoanálisis?,,

    ¿y

    el

    psicoanálisis

    fuera

    de

    Ia

    doctrina

    lacaniana?

    "Er

    psicoanárisis

    fuera

    de

    Ia

    institución

    oficiar, fuera

    de

    a

    ApA,

    ¿es

    psicoanáris¡si,i

    i[rrn,

    i-pri.lio,' .*i*o

    .r,a,

    na

    respuesta:,,Eligen

    la

    polÍtica,

    abanáonun,.iJri.ouna_

    lisis'"

    Así

    anatemizaban

    desde

    iu

    apa

    nuestro

    arejamiento

    me

    refiero

    al

    del

    Grupo

    pluáio._u)

    de

    1971.

    Después

    vino:

    ,,El

    psicoanálisis

    en

    un

    paÍs

    socialista,

    en

    uba,

    ¿es

    psicoanáliitsz,,

    y,

    ;;.

    ,,el

    discurso

    analítico

    se

    pone

    al

    discurso

    del

    u.r,

    ¿i.

    es

    posible

    instaurar

    una

    xperiencia

    del

    inconsciente

    en

    un

    medio

    social

    .n

    qru

    redomina

    el

    discurso

    del

    amo?,,,

    me

    escribía

    en

    I

    g7B,

    fra

    ernal,

    mi

    amigo

    Luis

    MarÍa

    e._a.uao,

    desde

    Barcelona,

    te-

    itorjo

    libre

    del discurso

    a.l

    u*o,

    parece.

    SÍ.

    Desde

    el

    comienzo,

    viví

    amenazado

    por

    la

    legitimidad_

    ilegitimidad

    de

    mi

    práctica.

    aun

    tioy

    ,igo

    ,ri.-tjio

    or.,

    hora,

    con

    la

    convicció-n

    O. qr.-.ru

    incertidumbre

    me

    ha

    portado

    su

    beneficio;

    ha

    sidá

    el

    ert¡mulo

    ;;;,;;;;;ara

    Ia

    onfirmación

    de

    una

    identidad

    que

    se

    organiza

    en

    un

    mar-

    ,1::.tr,.tinido

    y

    que

    evira,

    así,

    iu

    consagración

    tecnocrá_

    Decía

    que

    mi

    interés

    por

    el

    psicoanálisis

    de

    niños

    nació

    imultáneamente

    con

    mi

    interés

    por

    el

    psicoanáliri,

    "n

    g.

    eral.

    Nació

    a

    comienzos

    del

    ,.r.n,u,

    cuando

    Ia

    salud

    ental

    de

    Ia

    Argentina

    estaba

    .n

    ta,

    poderosas

    manos

    del

    ector

    psiquiátrico

    manicomial. poder

    que

    fue

    a

    parar,

    con

    nganÍa,

    al

    coronel

    médico

    grteru],

    director

    A.i

    o_nipo

    ente

    Instituto

    Nacional

    de

    Salud

    Ulntal.

    (EI

    coronel

    Esté_

    ez,

    de

    especialidad

    traumatólogo.l

    En

    Ia

    Facultad

    de

    Me-

    icina,

    la.

    oligarquía

    franquir;

    ,;;;r,aló

    en

    la

    cátedra

    de

    siquiatría

    con

    el

    or.

    getti

    v

    el

    or

    gorhor..

    Entonces,

    en_

    --_17_

    _13_

    trú

    al

    psicoanálisis, porque

    cl

    psicoanálisis

    ofrecía

    una op-

    r:i«in

    progresista.

    HabÍa

    en el

    psicoanálisis

    algo

    de

    aventu-

    r¿r

    l'¿rscinante

    y

    riesgosa,

    seguramente

    determinada

    por

    su

    paradójico

    carácter

    de

    central

    y periférico.

    Paradójico

    ca-

    racter

    central,

    ya

    que

    ofrecia

    un

    lugar seguro

    y prestigioso

    para

    el desempeño

    de una

    práctica

    bien

    remunerada;

    y

    a

    la vez marginal,

    subversiva

    y

    bastarda,

    ya

    que

    se

    oponÍa a

    la psiquiatría

    clásica, a

    la

    hegemonía

    del

    manicomio, a

    la

    scgregación

    de la enfermedad

    mental.

    Ese mismo

    interés

    me

    llevó

    a

    la

    Facultad de

    Psicología:

    se sabía

    que

    allí algunos

    psicoanalistas

    con

    sensibilidad

    social

    estaban abriendo

    un

    nuevo

    frente. Allí

    estaban, cla-

    ro

    está,

    mis entrañables maestros

    José

    Bleger

    y

    Fernando

    Ulloa.

    Otro

    espacio clave fue

    el Servicio de Psicopatología

    del

    Policlínico

    de Lanús,

    donde Mauricio Goldemberg

    había in-

    tegrado,

    por primera

    vez,

    la

    psiquiatrÍa

    en

    un hospital

    ge-

    neral

    y

    recibía,

    generoso,

    a

    los

    primeros

    psicoanalistas

    que

    se

    animaban

    a salir del

    cascarón

    de

    la

    clase

    social

    que

    los

    había

    producido.

    En

    el Servicio de Psicopatología

    del

    Policlínico

    de Lanús

    funcionaba

    un

    Departamento

    de

    Ni-

    ños.

    Con Aurora

    Pérez

    aprendí lo

    primero, y

    tal

    vez Io me-

    jor,

    de

    la

    psiquiatría psicoanalítica

    de niños.

    Sí.

    A comienzos

    de la

    década del sesenta, el

    psicoanáli-

    sis

    era una opción

    progresista,

    instituyente,

    potencial-

    mente transformadora,

    en el

    campo

    de

    la

    salud mental.

    Y

    la

    Asociación

    Psicoanalítica Argentina

    era la

    Meca.

    Para

    no-

    sotros,

    la

    APA

    lo

    era

    todo.

    Nuestros maestros, librepensa-

    dores,

    inteligentes,

    inquietos,

    cultos,

    eran

    modelos

    admi-

    rados

    y

    venerados. Desde

    los

    primeros

    acercamientos,

    era

    fácil

    descubrir

    que

    Enrique

    Pichón Riviére,

    Marie

    Langer

    y

    algunos

    'Jóvenes"

    -entre

    los

    que

    se contaban Emilio

    Ro-

    drigué,

    "Noun"

    Racker,

    José

    Bleger,

    David Liberman,

    Edgar-

    do Rolla, León

    Grinberg,

    Gilou

    y

    Diego

    García Reinoso,

    Jor-

    ge

    Mom

    y

    (a

    partir

    de

    su regreso

    del

    Uruguay)

    Madelaine

    y

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    7/80

    r

    Willy

    llaranger-

    conformaban

    un

    polo

    de

    poder

    dentro

    de

    una

    APA homogéneamente

    kleiniana.

    El

    otro

    polo

    estaba

    rcprescntado

    fundamentalmente por

    Ángel

    Garma,

    Arnal-

    do

    y

    Luis

    Raskovsky,

    Celes

    Cárcamo,

    Fidias

    Cesio,

    Mauri-

    cio

    Abadi;

    más

    tarde,

    por

    Jaime

    Tomás

    y

    Nora

    Bisi.

    Llegué

    a la APA

    como

    quien

    acude

    a una

    cita largamen-

    te

    esperada

    y

    allí

    conocÍ

    a

    Arminda

    Aberastury. También

    a

    Elizabeth

    Goode

    de

    Garma

    y

    a Susana

    Lustig

    de Ferrer.

    Fueron

    mis

    profesoras

    en los

    seminarios

    de

    psicoanálisis

    de niños.

    La

    "Negra"

    Aberastury

    y,

    en

    general,

    Ias

    analistas

    de niños

    "fundadoras"

    pertenecÍan

    a la corriente

    interna

    opuesta

    a aquella

    con

    la

    que

    yo

    simpatizaba.

    No obstante,

    a

    veces

    pienso

    que

    toda

    mi

    vida

    como

    analista

    de niños

    no

    ha sido

    otra

    cosa

    que

    un

    diálogo

    inacabado

    con la

    "Negra".

    Diálogo

    lleno

    de refutaciones

    y

    coincidencias,

    de

    diferen-

    cias

    y

    de reconocimiento.

    Arminda

    Aberastury

    tenía

    un enorme

    prestigio

    como

    analista de

    niños.

    HabÍa

    introducido

    el psicoanálisis

    de ni-

    ños

    en la

    Argentina

    y

    se relacionaba

    directamente

    con

    Me-

    lanie

    Klein:

    supervisaba

    con ella.

    A

    pesar

    de

    su declarada

    afinidad

    con

    Melanie

    Klein,

    era

    fácil

    advertir

    que

    la

    capa-

    cidad

    clínica,

    la

    inteligencia

    y

    la

    creatividad

    de

    la

    "Negra"

    desbordaban

    ampliamente

    el marco

    teórico

    al

    que

    ella, de-

    cÍa,

    se

    subordinaba.

    La

    "Negra"

    tomaba

    de Melanie

    Klein lo

    que

    le

    parecía

    y

    desechaba

    el resto.

    Creaba,

    "inventaba"

    permanenteme

    nte.

    que

    no

    es ninguna

    originalidad

    repetirlo

    una

    vez

    más,

    pero

    la

    "Negra"

    era

    una clínica

    excepcional.

    pienso

    que

    en

    gran parte

    la

    "Negra"

    le

    impuso

    una fuerte

    predo-

    minancia

    clínica a

    lo

    que

    algunos

    empezamos

    a

    reconocer,

    ahora,

    como la

    escuela

    argentina

    de

    psicoanálisis

    de ni-

    ños.

    "He

    tratado

    -no

    sin

    dificultad- de

    que

    fuese

    el ma-

    terial

    clínico

    el

    que

    condujese

    Ia

    teoría",2

    decÍa.

    y

    lo

    hacía.

    2

    Abe.artury,

    Arminda,

    "Psicoanálisis

    de niños",

    en

    Revista

    de

    psicoanálisis,

    _t4_

    ¡

    l

    Lra

    extremadamente

    audaz

    y

    arriesgada,

    al

    mismo

    tiempo

    que

    tenía

    una sensatez

    demoledora.

    Con

    ella

    -gracias

    a ella,

    y

    desde

    un

    principio-,

    comen-

    a reconocer

    la

    importancia

    del

    desarrollo

    infantil

    en la

    clínica

    psicoanalítica con

    niños.

    Y empecé

    a

    tomar

    mis

    primeros

    pacientes, niños,

    en

    consulta privada. Y

    mis

    primeras supervisiones con

    ana-

    listas

    de

    la segunda

    generación'

    Con

    Elena

    Evelson,

    Delia

    Faigón,

    Elizabeth

    Tabak,

    Lea

    Rivelis,

    Rebe Grinberg,

    Isabel

    Luzuriaga

    aprendí

    -a

    veces

    más influido

    por

    D.

    Meltzer,

    otras

    por

    W.

    Bion,

    otras

    por

    Esther

    Bick o

    por

    D.

    Winnicott,

    casi siempre

    por

    Melanie

    Klein,

    y

    nunca

    por

    Anna

    Freud-

    cómo

    se

    construye

    una

    clínica

    infantil.

    Clínica

    que

    me

    per-

    mitió

    enfrentar

    el análisis

    con

    niños

    muy

    pequeños

    mucho

    antes

    de

    que

    apareciera

    EI

    psicoanálisis

    precoz,

    de

    R.

    Diat-

    kine

    y

    J.

    Simon.3

    Análisis

    con

    niños

    que

    aún

    no

    habían

    cumplido

    los

    dos

    años

    y que,

    por

    lo tanto,

    no

    hablaban.

    Por

    aquel

    entonces,

    estudiábamos

    mucho

    a

    Melanie

    Klein

    y

    leíamos

    la

    critica

    a

    Anna

    Freud;

    pero

    no

    sus

    textos.

    Los

    trabajos

    de

    Anna

    Freud

    eran

    casi clandestinos.

    (La

    Re-

    vista

    de

    Psicoanálisis

    de

    la

    APA

    publicó

    desde

    1943

    hasta

    1985

    sólo

    dos

    trabajos:

    en

    el número

    2

    de

    1946/47

    y

    en

    el

    número

    3

    de

    1949/50.)

    Y

    no es

    que

    yo

    apreciara

    especial-

    mente

    a Anna

    Freud,

    sino

    la

    posibilidad

    de

    leer

    todo

    lo

    que

    quisiera.

    Eso era

    difícil

    en

    la APA.

    No

    existía

    una

    pro-

    hibición

    explícita,

    pero

    había

    una

    fuerte

    presión

    social

    -y

    ransferencial,

    canalizada

    a través

    de

    los

    análisis

    cii-

    dácticos-,

    que

    hacía

    difÍcil

    salirse de

    la

    norma.

    Y

    la

    nor-

    ma

    era,

    sin duda,

    kleiniana.

    También

    a fines

    de

    los

    sesenta

    empecé

    a

    tomar

    mis

    pri-

    meros

    pacientes

    en

    el

    hospital:

    niños

    de

    otra

    clase

    social,

    a

    los

    que

    atendía

    sin

    recibir

    honorario

    alguno.

    Fue,

    tal

    vez,

    la

    fuerte

    presión

    asistencial

    del

    hospital

    la

    que

    me

    impul-

    3

    Diatkine,

    R.

    y

    Simon,

    J,

    El

    psicoanálisis

    precoz,

    México, Siglo

    XXI' 1975

    1946-7:?.

    -t5-

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    8/80

    rÓ,

    sillo ¡(

    eñ, rr

    ln

    l,Hlrolr,r'.rl,l.r

    (l(,

    lllIlx)

    (on

    r¡l11(rs,

    t.l

    ¡1rrr

    ¡ltt

    ¡lttt

    tttlllil

    l

    t'Hf

    lolltlt'¡'

    rt

    lrt

    rlrrt¡r¡urrl¡r

    ¿¡slslc¡lcl¿¡l

    rlc

    tul

    n[l

    lilFlll

    It.ty(lt

    rlr

    ¡trrt

    lr,nlr,*

    y

    llilt,t,t.,

    trsl, ntctros

    rcstrictlvit

    nli

    ¡lt'ñt

    llt'rr.

    I,l lr¡tt

    ¡'ós

    prlr

    lu

    ¡rslcotcrlpia

    psicoanalitica

    rlc

    ¡ll'ul)o,

    r¡ut'

    vurla

    rliindt¡sc

    dcsdc

    fincs

    del

    cincuenta,

    habia

    ¡rrotlv¿rrlo

    lir

    f'undaci«in

    de

    la

    Asociación

    de

    psicologia

    y

    l)sicoterapia

    de

    Grupo

    (r

    95

    z);

    iniciativa

    asumida

    poralgunos analistas de la

    ApA,

    donde la psicoterapia

    de

    gru

    po

    no

    era

    considerada,

    strictu

    sensu,

    "psicoanálisis".

    para

    los

    grupos

    con

    niños,

    vinieron

    en

    mi

    ayuda

    algunas publi

    caciones por

    las

    que

    supe

    que

    no

    .estaba

    solo

    en

    esta

    empresa.o

    Esta

    orientación

    marcaba

    la

    ampliación

    de

    los

    límites

    del

    psicoanálisis

    al

    trabajo

    con

    grupos,

    en

    psico,

    profilaxis

    quirúrgica,

    y

    con

    el

    psicodrama.

    sí. Pienso

    que

    fue

    er

    desafÍo

    impuesto

    por

    Ia

    rearidad

    del

    hospital

    -tan

    diferente

    de la

    del

    consultorio

    privado-

    lo

    que

    me

    llevó

    a

    romper

    con

    el

    psicoanálisis

    "convencio-

    nal"

    de la

    APA

    (con

    su

    versión

    más

    tecnocrática),

    y

    me

    per_

    mitió

    apelar

    a la

    psicoterapia

    de

    grupo,

    a

    la

    psicoterapia

    breve,

    al

    psicodrama,

    sin

    renunciar

    jamás

    a

    los

    principios

    básicos

    del

    psicoanálisis.

    Aunque

    justo

    es reconocer

    que,

    casi

    desde

    el

    principio,

    Ia

    experiencia

    del

    policlínico

    de

    La-

    nús

    fue

    capturada por

    un

    proyecto

    político

    que

    quedó

    tributario

    del

    desarrollismo,

    desvirtuando

    Ia

    originalidad

    del

    propósito

    inicial.s

    Decía

    antes

    que,

    en

    generar,

    ras

    anaristas

    de

    niños

    "fun-

    dadoras"

    pertenecían,

    dentro

    de la

    ApA,

    al

    polo

    de

    poder

    contrario

    al

    de

    mis

    simpatías ideológicas

    y

    políticas

    (Ar-

    minda

    Aberastury,

    Elizabeth

    Goode

    de

    Garma,

    Susana

    Lus_

    4,Clasr.".man,MatíaRosaySirlin,.Mary,

    ps-icoterapiadegrupoconniños,BuenosAires,

    Nueva

    visión,

    lg74-

    (versiones

    mimeografiadas

    circurarón

    áesae

    riniiü

    áu-iolr.r"n-

    ra). Giordar¡o,

    Mora.

    "La

    psicorerapia

    de

    grupos

    infantiles",

    "i

    iiiiriá'á'iiriáiigio

    y

    eri_

    coterap¡a

    de

    1¡rupos,

    Buenos

    Aires,

    romo

    r¡i,

    N."

    3, 196s.

    pavrovsky,

    gáuriáo'pii.rr"rr-

    pia^de

    Grupo

    en

    n¡ños

    y

    adorescentes,

    ruenos

    Aiies,

    Centro

    Editói

    a"

    Á*c.iii'Lrtinu,

    r968.

    5

    chiarrett¡,

    silvia,

    "Atcn(i(1.

    primaria

    en

    salud:

    punruac¡ones

    para

    un

    enmascaramien-

    to

    del

    ,conflicto

    norte-sur",

    crr R¿v¡sr,

    Intercambios

    en

    t'sicotogia,

    rsicoanálli')

    saua

    Mental,

    año

    l,

    N.'

    I

    ,

    Buenos

    Ai

    rt¡s,

    I

    9g9.

    -

    t6-

    _t7

    _

    tlg de

    Ferrer).

    Y

    estas

    analistas

    eran

    mujeres.

    No.

    No

    quie'

    rr¡ decir

    que

    esas

    mujeres

    me resultaran antipáticas,

    sinc¡

    t¡uc

    la cuestión

    de

    género

    es

    fundamental

    en el

    psic«laná-

    lisis

    y,

    mucho

    más, en el

    psicoanálisis

    de

    niños.

    Se

    sabe:

    la mayor

    parte

    de

    los

    psicoanalistas

    que

    se

    dedican

    a

    ni-

    iros

    son

    mujeres,

    aunque

    se

    respete

    una

    cierta

    conven-

    ción: los

    varones,

    casi siempre, se

    hacen proporcional-

    nrente

    más

    presentes

    en

    las cúpulas de las

    pirámides

    ierárquicas.

    Pues

    bien,

    los

    analistas de

    niños con

    quienes

    compartía

    ideales

    y

    posición

    crítica

    frente

    al

    psicoanálisis

    oficial

    eran

    varones:

    Emilio

    Rodrigué,

    Diego García

    Reino-

    so,

    Alberto

    Campo.

    Cada

    uno a

    su manera

    introdujo

    algo

    que,

    más

    que

    aportar,

    revolucionó

    la concepción

    que

    te-

    niamos

    de

    la clínica de

    niños

    y,

    juntos,

    dieron

    fundamen-

    to a una

    identidad

    psicoanalítica

    que

    aún

    no

    ha

    sido

    sufi-

    cientemente

    recuperada.

    Todos,

    además,

    tenían

    una

    inten-

    sa

    y

    profunda

    práctica

    en

    hospitales

    públicos.

    Emilio

    Rodrigué

    es

    el

    único

    analista

    latinoamericano

    in-

    cluido

    en

    un

    libro compilado

    por

    Melanie

    Klein,6

    y

    su

    tra-

    bajo

    fue,

    justamente,

    sobre

    la

    clínica

    con

    un

    niño

    autista

    con

    mutismo.

    En

    1963

    publicÓ

    La interpretación

    lúdica.No

    he

    leído

    propuesta

    más creativa

    y

    original

    en

    psicoanálisis

    de

    niños, desde

    entonces.

    A

    fines de

    la década

    del

    sesenta, el

    auge

    de

    masas

    nos

    introdujo

    -nos

    arrastró,

    diria-

    a

    todos en

    la

    política.

    Aun

    a

    aquellos

    que

    en

    la

    APA disfrutábamos

    del

    confort de

    la

    campana

    de

    cristal. Disfrutábamos

    del confort

    del

    consul-

    torio

    privado, de

    nuestra asociación,

    de

    nuestra

    ciencia,

    refugio

    inmejorable

    para

    defendernos

    de

    los ataques

    de

    afuera

    y

    de

    nuestra

    propia

    inseguridad

    frente a

    la

    prácti-

    ca

    a

    la

    que

    nos dedicábamos.

    A comienzos

    de

    los setenta,

    asumimos

    la

    lucha contra

    la dictadura

    militar.

    Desde

    la

    Fe-

    deración

    Argentina

    de Psiquiatras,

    fuimos

    a las

    cárceles

    6

    Klein, Melanie,

    New Directions

    in Psychoanalysis,

    Londres,

    Tavistock

    Publications,

    I 955.

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    9/80

    r).ra

    d.runciar

    er

    estado

    de

    ra

    sarud

    mentar

    de

    ros presos

    p'líticos'

    Denunciamos

    ros

    episodios

    ,.ur-aii.olpor

    ros

    quc

    tenían

    que

    atravesar

    los

    niños

    que

    iban

    a visitar

    a

    sus

    padres

    a ras

    cárceres.

    unimos

    nuestras

    ruchas

    con

    Ias

    de

    otros

    gremios

    combativos.

    Hicimos

    huergas.

    Increíbre:

    huelgas

    generares

    a ras que

    ros

    psicoanaristas

    nos

    adhería-

    mos

    desde

    donde

    estábamos.

    Aun

    desde

    ros

    consurtorios

    privados.

    Con

    el

    Grupo

    plataforma, renuncié a

    la

    ApA.

    por

    entonces,

    contribuí

    con

    E/

    concepto

    de

    realidad

    en

    el

    niño:

    una

    aproximación

    psicoanalítica

    a los

    Cuestionaior,,

    qu"

    compilaron

    Marie

    Langer

    y

    Armando

    Bauleo.

    üu ui'ul

    f,n,

    sorprendido,

    capturado,

    interrogado

    por

    rnu prá.ii.u

    nr.-

    a.

    A

    fines

    de

    Ia

    década

    der

    sesenta

    y

    comienzos

    de

    Ia

    del

    setenta,

    dejé

    una

    "ne_utralidad,,que,

    en

    realidad,

    nunca

    ha_

    bía

    tenido,

    y

    empecé

    a recorrer

    el

    duro

    camino

    de

    ser

    un

    sicoanal

    ista,,parcial',.

    Fue

    en

    esa

    época,

    cuando

    los

    psicoanalistas que

    rompi_

    mos

    con

    las

    ataduras

    que

    nos

    ligaban

    a

    una

    disciplina

    adaptacionisra

    y

    posturada

    como

    ariada

    p.iviiegiááa

    oer

    Sistema,

    fuimos

    considerados

    como

    casos

    perdidos

    para

    Ia

    ciencia:

    ""'

    en

    esa política

    el

    psicoanárisis

    estaba

    excrui-

    do

    y

    el

    acento

    se

    desprazaba

    hacia

    un

    idear

    de

    psicoanaris-

    ta

    volcado

    en

    un

    compromiso

    social,,.,

    a;;r";;

    i.

    ,"0r.,,",

    ue

    "por

    haber

    notado

    ra

    diferencia

    porítica

    se

    vuerven

    in-

    diferentes

    en

    psicoanálisis,,.,

    -

    Esa

    toma

    de

    posición

    significó

    que

    ros

    especiaristas

    destacados

    en

    el

    arte

    de

    neuiralizar

    a

    la gente

    emprendie_

    ran

    con

    ánimo

    de

    cruzados

    Ia

    tarea

    de

    intentar

    curarnos

    de

    Ia

    parcialidad

    que

    nos

    aquejaba.

    primero

    fue

    Ia

    triple

    A

     

    luego

    Ia

    dictadura

    militar.

    oesaparecieron,

    mataron,

    tor-

    turaron

    a

    analistas

    parciales.

    fal

    vez,

    de

    habercuguiao

    7

    Lange.,

    M.:

    Bauleo,

    A.,

    8

    Garcia,

    G.,

    La

    en(rada

    9

    García,

    G.,

    Op.

    cit.

    Cuestionamos

    2,

    Buenos

    Aires,

    Granica,

    1923.

    del

    psicoanálisis

    en la

    Argenti¡ra,

    Buenos

    Aires,

    Altazor,

    lgZg

    -

    tB

    _

    rilr,r¡rlo

    ncutrales,

    no

    hubieran sido necesarias

    las

    terapias

    lr¡lt,¡rsivas

    que

    se

    nos

    aplicaron.

    O

    sí.

    Porque,

    desgraciada-

    nr(,nlc,

    cl horror

    tocó

    de

    cerca

    a más de

    uno

    que

    nada

    te-

    rrlir

    t¡rrc

    ver

    con

    la

    política

    o

    la

    izquierda.

    Af

    innaba,

    antes,

    que,

    a

    fines de la década del

    sesenta

    y

    r

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    10/80

    cl atentado

    que

    destruye la

    unidad

    básica barrial

    en la

    que

    rato

    antes los

    niños

    estaban

    jugando,

    las

    sirenas

    de

    los ve-

    hículos

    militares,

    allanamientos,

    rastrillajes,

    todo

    esto

    contextualizando

    la

    cotidianidad

    de

    los

    niños.

    Si

    la realidad del hospital

    fue

    el

    desafÍo

    que

    me

    llevó a

    repensar

    mi

    aproximación

    a la clínica

    con niños,

    la violen-

    cia social

    que

    se anunció

    en

    el'73

    y

    se

    pronunció

    en

    el'76

    reclamó

    todos mis

    esfuerzos para

    enfrentar

    una

    práctica

    para

    la

    que

    no

    estaba

    preparado

    y

    sobre Ia

    que

    no

    había

    antecedentes.

    A

    mediados de la década

    del setenta,

    la represión

    se

    tornó

    despiadada. El

    orden

    de

    Ia

    realidad,

    afirmado

    en el

    despojo, la tortura, la

    desaparición

    y

    la muerte,

    me

    empu-

    a

    un exilio

    que

    no

    quería.

    Por

    entonces,

    Ottalagano,

    in-

    terventor

    de Ia

    Universidad

    de Buenos Aires,

    aconsejó

    a

    los

    psicoanalistas

    que,

    por

    su

    propio

    bien, se mudaran

    a

    ParÍs,

    a Moscú

    o a Tel

    Aviv.

    Yo no

    le hice

    caso

    y

    me fui

    a La

    Habana.

    En

    Cuba trabajé como

    psicoanalista

    durante ocho años.

    Fui

    parte

    del Servicio

    de

    PsiquiatrÍa

    del

    Hospital

    Pediátrico

    "William

    Soler".'0 Trabajar

    como

    psicoanalista

    en

    un

    hospi-

    tal no me

    era ajeno.

    Sin embargo,

    la experiencia

    del Servi-

    cio de Psicopatología

    del Policlínico

    de Lanús

    y

    la

    del

    de

    La

    Habana,

    lejos

    de

    parecerse,

    eran

    significativamente

    dife-

    rentes. Aquella

    sensibilidad

    social

    que,

    allá

    por

    el sesenta,

    me

    había

    llevado

    al hospital,

    a

    desplazarme

    con el

    psicoa-

    nálisis

    del barrio

    rico

    al barrio

    pobre,

    del consultorio

    pri-

    vado para

    la

    clase media

    acomodada

    al

    hospital para

    el

    niño

    de

    familia

    proletaria,

    incluía

    problemas

    transferencia-

    les

    y

    contratransferenciales

    que

    nada

    tenÍan

    que

    ver

    con

    mi

    práctica

    cubana.

    En

    el sesenta,

    expurgaba

    mi mala

    con-

    ciencia

    social

    atendiendo

    gratuitamente

    doce horas

    sema-

    nales

    para

    poder

    atender, muchas

    más, cobrando

    elevados

    Io

    william

    Soler es

    efectos de la

    tortura

    el nombre

    de un niño

    cubano de

    dieciséis

    años

    que

    murió

    por

    . durante

    la

    dictadura

    de

    Batista,

    sin

    delatar a

    sus

    compañeros.

    -20

    -

    los

    Iro¡trlrari

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    11/80

    seramente

    la

    salud

    del

    pueblo

    como

    la

    tuberculosis,

    no

    udiendo

    ser

    tampoco

    abandonada

    su

    terapia

    a Ia

    iniciati-

    a

    individual.

    Se

    crearán,

    unaon..r,

    instituciones

    médicas

    en

    las

    que

    habrá

    analistas,

    .n.u.gados

    de

    preservar,

    capa_

    es

    de

    dar

    asistencia

    y

    rendimifnto

    a los

    hombres

    que,

    abandonados

    a

    mismos,

    ,.

    .nir.garían

    a

    la

    bebida;

    a

    las

    ujeres

    próximas

    a

    derrumbarse

    ba;o

    .l

    p..o

    J."ll,

    p.i

    aciones;

    y

    a

    los

    niños,

    cuyo

    único

    porvenir

    es

    Ia

    delin_

    ;ff1;.11,:

    Ia neurosis'

    El

    tratamiento

    será,

    naturarmenre,

    Así,

    fui

    freudiano

    en

    Cuba

    como

    antes

    lo

    había

    sido

    en

    anús.

    Sólo que,

    en

    Cuba,

    muchas

    de

    las

    dificultades

    _di_

    ficultades

    resistenciares,

    transferencrares

    y

    contratransfe_

    renciares-

    habían

    sido

    superadas

    por

    er

    propio

    contexto:

    orque

    mis pacientes

    tenían,

    y

    lo

    asumían

    ,in

    ot.u

    culpa

    ue

    la

    de

    su

    fantasma

    melancólico,

    pleno

    derecho

    a

    una

    tención

    adecuada;

    además,

    sabían

    que

    yo

    era

    retribuido

     

    cobraba

    por

    mi

    trabajo.

    De

    usta

    manera,

    se

    superaba

    to-

    o

    Io

    que

    de

    filantropismo

    existÍa

    en Lanús, desaparecía

    la

    enigración

    der

    tratamiento

    en

    función

    de

    su gratuidad;

    y

    odía

    discriminar,

    claramen,.,

    .ni."

    mi

    legítima

    necesi-

    ad

    económica

    y

    las

    reglas

    técnicas

    del

    tratamiento.

    A

    partir

    de

    1926, junto

    con

    el

    análisis

    de

    niños

    cuba_

    os,

    comencé

    a

    atender

    a

    niños

    exiliados

    O.

    éfril.,.

    U.,

    uay

    y

    Argentina.

    Esto

    me

    llevó

    a

    intercamUiar

    mi,e*p._

    iencia

    con

    colegas

    y

    equipos

    asistenciares

    de

    organismos

    de

    Derechos

    Humanos

    en

    el

    resto

    del

    mundo.

    Surgieron,

    entonces'

    comprejas

    e inevitabres

    refrexiones

    sobre

    Ios

    fectos

    psicorógicos

    der

    ter.orismo

    de

    Estado. De

    entrada,uedó

    claro

    para mÍ que

    existÍa

    ,nu

    air...ncia

    notabre

    en-

    re

    el

    trauma

    individuar,

    tar

    cuar

    r',uuiu

    sido

    conceptualiza-

    do

    en

    la

    teorÍa,

    y

    Ia

    experi.r.iu-rri,Au

    bajo

    un

    Estado

    de

    :::.::,:T:l:l

    :. 1e

    hilo

    evidenre

    que

    tos

    acontecimien_

    tos

    rraumáticos

    no

    bastaban,

    pr.

    ri*lr*;;,;#:;lTilI

    I2

    Freud,

    S.,,,Los

    caminos

    de

    la

    terapia

    analítica,,,

    en

    O.

    C.,tomo

    CV

    _'))

    -23

    -

    irl r

    irrr¡1o de cxplicaci

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    12/80

    rr:

    pudio por

    la actividad

    n'rilitante.

    En una

    palabra,

    no apa-

    rccc

    una

    contradicción,

    por

    lo menos a

    nivel

    oficial.

    Se

    tra-

    ta

    en

    pocas palabras

    de

    un

    simbólico

    que

    define

    al sujeto

    y

    lo

    ubica

    en un lugar de

    reaseguramiento narcisista."

    "EI

    niño bajo el

    terror

    de Estado" era

    la

    perfecta

    contra-

    partida

    de:

    "Los

    hijos

    pasan

    al

    cuidado del

    Estado... sim-

    bólico

    que

    define al sujeto

    y

    lo ubica en

    un lugar

    de

    rea-

    seguramiento narcisista."

    De todo eso, si algo me

    quedó

    claro, es

    que

    la

    práctica

    psicoanalítica

    cambia

    radicalmente

    cuando se

    pasa

    del

    te-

    rrorismo de Estado al Estado

    de

    derecho,

    y

    que

    el síntoma

    social

    habla

    siempre

    a

    través

    del síntoma

    individual.

    He tratado

    en

    Cuba a

    varios niños

    psicóticos

    aunque,

    para

    mi

    sorpresa

    -y

    a

    pesar

    de

    que

    me

    es

    imposible

    ha-

    cer

    cualquier

    referencia estadística-,

    la

    incidencia

    de

    psi-

    cosis

    infantiles en Cuba, más allá de

    las

    diferencias

    teóri-

    cas en el diagnóstico,

    es

    bajísima.

    En

    Cuba

    trabajé

    como psicoanalista

    en

    el

    hospital

    y fue-

    ra de

    é1.

    No

    en consultorio

    privado.

    Digo

    "fuera

    del

    hospi-

    tal"

    porque

    los

    grupos

    de

    psicoterapia

    -grupos

    que

    incluÍan

    coterapeutas

    especializadas en expresión

    corpo-

    ral,

    danza,

    artes

    plásticas-

    no

    funcionaban

    en

    el hospital

    sino,

    por

    ejemplo,

    en

    la Casa de

    Cultura

    del Municipio Pla-

    za. O

    sea, casas

    donde

    agrupábamos a niños

    que

    habían

    consultado en

    el hospital,

    con

    niños

    "normales",

    del ba-

    rrio. De

    esta

    forma, borrábamos la diferencia

    entre

    "enfer-

    mos mentales"

    y

    "sanos".

    Fuera

    del hospital:

    en

    los

    CÍrculos

    Infantiles.

    Los Círcu-

    los Infantiles

    son

    instituciones

    a cargo

    del

    Estado

    donde

    las

    madres

    que

    trabajan

    llevan

    a

    sus

    niños

    desde las

    pri-

    meras

    semanas

    de vida

    hasta la

    edad

    en

    que

    empiezan

    el

    jardín

    de

    infantes.

    Como el

    proceso

    revolucionario

    propi-

    l3

    García Reinoso, Diego,

    Buenos Aires, 1987.

    "EI

    niño

    bajo el

    terror

    de

    Estado",

    en

    Psyché, Año 2,

    N.' 14,

    -24-

    -75

    -

    ció

    Ia

    incorporación

    masiva

    de

    Ia

    mujer

    al

    trabaio

    extrado-

    méstico,

    loi

    CÍrculos

    fueron

    muy

    demandados'

    Y'

    por cier-

    to,

    funcionaban

    muy

    bien.

    Las

    mamás,

    por la

    mañana

    ca-

    mino

    al trabajo

    -páto

    no

    sólo

    las

    madres'

    muchas

    veces

    los

    papás-,

    llevaüan

    a

    los

    niños

    al

    Circulo'

    los

    dejaban

    con

    la

    ropa

    limpia

    y

    los

    retiraban

    por

    la

    tarde'

    de regreso

    del

    trabajo.

    Los

    reiiraban

    bañados

    y

    alimentados'

    c'on

    la

    misma

    ropa

    limpia

    con

    la

    que

    los

    habían

    dejado'

    La

    higie-

    ne,

    la

    alimentación

    v

    el

    vástido

    de

    los niños'

    durante

    el

    tiempo

    que

    permanecían

    dentro'

    eran

    provistos

    por

    la

    ins-

    titución.

    De

    tal

    torma

    que, cuando

    la

    mamá

    o

    el

    papá

    re-

    gresaban

    a

    la

    casl

    t"rr

    tf

    niño'

    no

    les

    esperaba

    el

    peso de

    las

    tareas

    domésticas'

    Pues

    bien,

    cuando

    se

    abrieron

    los

    primeros

    círculos

    In-

    fantiles

    (y

    eso

    fue

    un

    plan

    nacional

    a

    lo

    largo

    de

    toda

    la

    is-

    la),

    se

    produjeron

    conflictos

    entre

    los

    niños'

    los

    padres

    y

    las

    educado.rs

    d.

    los

    Círculos'

    El

    síntoma

    estaba

    focaliza-

    do

    en

    el

    momento

    en

    que los

    padres

    dejaban

    a

    los

    niños'

    Las

    educadoras

    prácticamente

    arrancaban

    a los niños

    de

    los

    brazos

    de

    los

    padres

    y

    allí

    se

    producían

    llantos'

    pata-

    letas,

    berrinches,

    angustias

    de

    separ-ación

    de

    todo

    tipo'

    Tanto

    en

    los

    pud,t'

    io*o

    en

    el

    niño'

    El

    fundamento

    era

    que

    "si

    no

    llora,

    no

    se

    adapta"'

    y

    lo

    que

    en

    realidad

    conse-

    guían era

    una

    multitud

    de

    inadaptados

    que

    lloraban

    cada

    vez

    más

    y

    estructuraban

    verdaderas

    fobias

    a

    la

    institu-

    ción.

    ¿Tarea

    para un

    analista

    institucional'

    para un

    pslcoana-

    lista

    de

    niños?

    Pasaré

    por alto

    el análisis

    de

    la

    demanda

    y

    del

    encargo

    para

    pasar

    a

    las

    recomendaciones'

    Sugeri

    lo

    que

    era

    obvio:

    o

    eu€

    se

    graduara

    el

    tiempo

    de

    despegue;

    r

    qu€

    la

    separación

    fuera

    paulatina;

    r

    qu€

    primero

    la

    mamá

    llevara

    al

    niño

    para conocer

    el

    Círculo' Que

    se

    quedara

    con

    él

    los

    primeros

    días;

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    13/80

    .

    que

    cada

    vez

    permanecieran

    más

    tiempo los dos

    jun-

    tos

    y que

    sólo después

    lo

    fuera dejando

    por

    períodos

    breves;

    o

    eu€

    se incluyera,

    entre

    las

    reivindicaciones

    laborales

    de

    la mamá

    o

    del

    papá,

    Ia

    posibilidad

    de

    quedar

    exi-

    midos de concurrir

    al

    trabajo durante

    el

    período

    de

    adaptación,

    sin

    que esto alterara

    el

    salario

    y

    los

    mé-

    ritos laborales;

    o

    eu€,

    aun

    cuando el

    niño se

    adaptara sin

    dificultades,

    la madre

    permaneciera

    en

    el Círculo

    los

    primeros

    dÍas.

    Y

    después

    también,

    un momento

    antes de

    de-

    jarlo.

    Que

    posteriormente,

    cuando

    Ia adaptación

    fue-

    ra total,

    no lo despidiera

    en

    la

    puerta;

    que

    entrara

    con

    el

    niño, le

    cambiara

    la ropa

    y,

    recién después,

    se

    alejara.

    Es claro

    que

    como recomendaciones

    nada tienen

    de

    sor-

    prendente.

    Lo

    sorprendente

    es

    que estas

    medidas

    se

    toma-

    ran en cuenta

    y

    fueran

    "normadas"

    para

    todos los Círculos

    Infantiles

    del

    país.

    Pasaré a

    relatar, ahora,

    una

    intervención

    con adoles-

    centes

    cubanos

    pero,

    para

    eso,

    voy

    a

    hacer una explica-

    ción

    preliminar.

    La

    campaña

    de alfabetización

    de 196I

    y

    las

    posteriores

    "batallas"

    educativas

    -primero

    para

    al-

    canzar

    el sexto

    y

    luego

    el noveno

    grado-

    concluyeron

    con

    éxito

    pero

    dejaron,

    asimismo,

    una

    serie de

    problemas

    de difícil solución.

    En

    Cuba,

    la responsabilidad

    por

    la

    al-

    fabetización y

    la

    escolarización

    de

    un niño

    es, más

    que

    de

    la

    familia, más

    que

    de la escuela, del

    barrio.

    Es

    profunda-

    mente social.

    Son los vecinos

    los

    que

    se

    preocupan

    si un

    niño

    no va a la escuela.

    Son

    los vecinos

    los

    que

    presionan

    a los

    padres

    que

    no mandan

    a

    un

    niño al

    colegio,

    los

    que

    reciben a través

    del

    Comité

    de

    Defensa de

    la Revolución

    (organismo

    de

    masas

    que

    agrupa

    a

    los ciudadanos

    de ca-

    da

    cuadra)

    las

    citaciones

    de

    la

    escuela

    o

    el

    anuncio

    de

    que

    el niño

    no está

    concurriendo

    por

    tal

    o cual

    razón. Pues

    _27

    -

    bien:

    la

    presión

    social

    hacia

    la

    escolarización

    masiva

    e

    tn-

    discriminada

    fue

    nutriendo'

    con

    un

    número

    creciente

    de

    niños,

    los

    servict"t

    át

    pticopatología

    infantil'

    Aparecie-

    ron

    dificurtades

    .l.i

    upr.ndizaje,

    rreacciones

    fóbicas

    a

    la

    escuela,

    somatizacionu''

    todo

    tipo

    de

    neurosis

    en

    rela-

    ción

    directa

    con

    l;i;;";;tidad

    de

    responder

    a

    las

    exigen-

    cias

    docentes'

    Niños

    q"'

    tn

    otros

    contextos'

    habrÍan

    en-

    grosado

    ru,

    t"u¿i''"tiiut'a"

    los

    desertores escolares'

    se

    veÍan

    instados

    compulsivamente

    a

    escolarizarse'

    Y'

    así'

    para

    un

    cierto

    número

    de

    niños

    rebeldes

    a

    toda

    escolari-

    zación,

    ta

    insisten:1"-tt

    la

    obligatoriedad

    de

    Ia

    escuela

    prolongadu

    r'u't""üs

    áieciséis

    años

    se

    convirtió

    en

    una

    pesadilla

    Oe

    permanente

    y

    sistemático

    ataque

    a

    su

    au-

    toe

    stima,

    .o,

    .r..ilr-p.

    i.i

    úai.iares

    para

    la

    estructuración

    de

    su

    Psiquismo'

    Estos

    niñOS

    arrastraban,

    generalmente,

    una

    larga

    histo-

    ria

    de

    fracasos'

    Ut"

    ["tt'a

    insalvable

    se

    abría

    enre

    las

    as-

    piraciones,

    ro'

    ánii:i'

    llt^

    exigencias

    que

    sobre

    ellos

    caÍan

    y

    su

    proplo

    rendimiento'

    siempre

    pobre'

    siempre

    en

    falta.

    Entre

    lo

    que

    eran

    y

    lo

    que

    debían

    ser'

    entre

    lo

    Que

    aprendían

    y

    to

    que

    debían

    aprender'

    se

    abría

    un

    abismo'

    una

    deuda

    trnoJuotJ;;;;t

    saldada'

    Deuda

    que

    los

    abru-

    maba,

    los

    agobiaba

    y

    que

    conspiraba

    en

    contra

    de

    su

    recu-

    peración;

    ,outriJli'*o

    q"

    la

    exigencia

    escolar-

    quería

    lograr.

    para

    colmo'l;;1;yt;

    laboralei'

    que intentaban

    bo-

    rrar

    la

    Uo.t'otno'"u

    t*pt'it"tia

    de

    la

    explotación

    de

    ióve-

    nes

    como

    -uno

    de

    obra

    barata

    en

    los

    países

    capitalistas'

    les

    impedt'

    t"lo""*t

    ;;;t;

    pasados

    I":

    9'ttit-t-t^t^años'

    Es-

    tos niños,

    gtnt;irntnte

    púberes

    o

    adolescentes

    jóvenes'

    tenían

    una

    vid-a

    lnstituciánal

    muy

    tormentosa

    porque

    no

    aguantaban

    la

    escuela

    y'

    por otra

    parte'

    les

    estaba

    prohibi-

    do

    trabaja,'

    'n

    tit*t"*l'

    la

    vagancia

    y

    el

    ocio

    se

    conver-

    tían

    en

    argo

    socialmente

    insopoitabre

    que

    implicaba

    nega-

    tivamente

    a

    toda

    la

    familia'

    En

    mi

    experiencia

    -a

    los

    trece'

    catorce'

    quince

    años-'

    la

    vida

    con

    los

    adultos

    proporciona

    a

    los

    adolescentes

    po-

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    14/80

    sibilidades de

    nuevos intereses

    y,

    de

    paso,

    les

    permite

    elu-

    dir la dolorosa

    segregación

    por

    edad.

    De ese modo,

    han

    sido auspiciosos

    los resultados obtenidos

    a

    partir

    de

    una

    serie

    de

    orientaciones

    que

    surgieron de

    profundos y

    refle-

    xivos debates.

    Sugerí:

    o

    eu€

    se les

    permitiera

    a esos

    niños

    alejarse

    de

    la

    es-

    cuela;

    r

    eu€

    se tomaran

    las medidas necesarias

    para

    incorpo-

    rarlos al trabajo

    de sus

    padres,

    tíos

    u

    otros

    familiares

    más

    lejanos o amigos,

    al

    mismo tiempo

    que,

    con

    un

    certificado

    médico

    (el

    certificado

    es un

    representante

    importantísimo

    del

    "poder

    médico"),

    protegíamos

    al

    administrador

    del

    taller, del negocio o de

    la fábrica

    que

    les

    permitÍa

    ingresar.

    De

    esta

    manera,

    logramos

    convertir

    estas

    instituciones

    productivas

    en

    verdade-

    ros talleres

    de aprendices.

    El

    período

    de

    práctica

    con

    el

    mecánico, con

    el

    peluque-

    ro, en el

    restaurante

    o en el

    almacén

    de alimentos,

    en la

    lancha

    pesquera

    o

    en

    la empresa constructora,

    revalorizó

    a los adolescentes,

    les

    devolvió

    la

    confianza,

    la autoesti-

    ma

    perdida; y

    -después

    de triunfar en un

    oficio de

    adul-

    tos-

    pudieron

    volver,

    espontáneamente,

    a replantear

    su

    interrumpida

    carrera escolar.

    Exigiendo,

    incluso,

    que

    se

    les

    permitiera

    incorporarse

    a cursos

    nocturnos o

    que

    se

    los liberara del

    trabajo

    para

    seguir estudiando.

    Nuevamente:

    Io

    asombroso

    fue

    que

    estas

    medidas se to-

    maron en

    cuenta,

    y

    eso

    hace

    a

    la

    necesidad de reconocer

    el contexto

    global

    en el

    que

    se desarrolló

    mi

    práctica psi-

    coanalítica.

    Fueron

    iniciativas tomadas desde

    el margen

    -alternativas

    a la

    psicologÍa

    oficial-,

    llevadas a

    cabo e

    implementadas

    por

    el

    centro mismo de decisiones.

    Estas experiencias

    (los grupos

    de

    psicoterapia

    infantil

    mixtos integrados

    con

    niños

    que

    consultaban

    por

    sínto-

    -ZB-

    -29

    -

    rrras

    psiquictls

    y

    ¡liños

    "sallos"

    clcl

    barrio'

    grupos

    despla-

    z.aclosdelhospitalalaCasadeCultura;eltrasladoalárea

    productiva

    de

    jóvenes

    estudiantes

    y

    Ia

    formación

    de

    talle-

    ,.s

    de

    aprendices)

    corren,

    desde

    ya'

    el

    riesgo

    de

    estar

    do-

    tadas

    del

    ambiguo

    status

    de

    vitrina

    y

    máscara

    respecto

    del

    Sistema.

    A

    partir de

    Trieste,

    o

    de

    Bonnheuil'

    todo

    el

    mun-

    do

    sabe

    que

    una

    experiencia

    relativamente

    aislada

    puede

    ser

    exaltada

    (sobre

    todo,

    si

    esta

    experiencia

    tiene

    lugar

    en

    Europa)

    hasta

    el

    punto

    de

    parecer

    ejemplar'

    Cada

    9'pt-

    riencia

    de

    este

    tipo

    encierra

    el

    peligro

    de

    eludir

    el

    análisis

    de

    las

    contradicciones

    reales

    que existen

    en

    los

    países

    donde

    se

    llevan

    a

    cabo'

    No

    obstante'

    estas

    iniciativas'

    estas

    alternativas

    a

    las

    repuestas

    convencionales

    que Ia

    psicología

    y

    el

    psicoanálisis

    dan,

    permiten

    alentar

    la

    espe-

    ranza

    de

    que es

    posible,

    a

    fuerza

    de

    imaginación

    y

    creati-

    vidad

    -y

    partiendo

    del

    psicoanálisis-'

    humanizar

    las

    condiciones

    de

    la

    práctica

    existente'

    Sobre

    todo'

    cuando

    existen

    decisiones

    políticas

    para

    que

    asÍ

    sea'

    Cuando

    estas

    decisiones existen,

    es

    posible

    transformar

    la escuela'

    el

    hogar,

    la

    fábrica,

    el

    barrio

    en

    un medio terapéutico'

    Es

    po-

    sible

    eludir

    la desesperanza

    que

    transforma

    nuestra

    impo-

    tencia

    en

    un

    discurso

    de

    moda'

    DecíaantesqueenCubahabíasidofielaFreud(porlo

    tanto,

    traidor)

    y,

    también,

    habÍa

    sido

    fiel

    a

    Ia

    carta

    del

    Gru-

    fo

    elataforma

    donde

    afirmábamos

    que'

    de

    1971

    en

    más'

    el

    psicoanálisis

    no

    sería

    para

    nosotros

    la

    institución

    psicoa-

    nalítica

    oficial.

    ,,El

    psiioanálisis

    es

    donde

    los

    psicoanalis-

    tassean.EntendiendoelserComounadefiniciónclaraque

    no

    pasa

    por

    el

    campo

    de

    una

    ciencia

    aislada

    y

    aislante'

    si-

    no

    por

    .l

    d.

    ,nu

    ciencia comprometida con las múltiples

    realidades

    que

    pretende

    estudiar

    y

    transformar'"

    Amediadosdeladécadadelochenta,regreséalaAr-

    gentina.

    Desde

    entonces

    (diciembre

    de

    1985)'

    fueron

    los

    If..,o,

    psicológicos

    del

    terrorismo

    de

    Estado

    en

    los

    niños

    los

    que

    ocuparon

    el

    centro

    de

    mis

    intereses'

    Dirigí

    inves-

    I

    I

    1l

    l

    i

    I

    i

    I

    it

     l

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    15/80

    tiflaciones

    sobre

    el tema

    en el CONICE'I',

    tomé

    en

    análisis

    niños

    que

    habían

    sido

    víctimas

    directas

    del terrorismo

    de

    Estado.

    Siempre

    próximo

    a los equipos

    asistenciales

    de los

    Organismos

    de Derechos

    Humanos,

    junto

    con Alicia

    Lo

    Giúdice,

    organizamos

    el área

    psicológica

    del

    Seminario

    In-

    ternacional

    sobre

    Identidad,

    Filiación

    y

    Restitución

    que

    convocó

    Abuelas

    de

    Plaza de

    Mayo.

    En la Facultad

    de

    Psi-

    cología

    de

    la Universidad

    de

    Buenos

    Aires dictamos,

    tam-

    bién

    con

    Alicia

    Lo

    Giúdice,

    un

    Seminario sobre

    Ética

    y

    De-

    rechos Humanos en

    el Posgrado

    de Clínica

    de

    Niños

    que

    dirigen

    los

    Dres. Marisa

    y

    Ricardo

    Rodulfo.

    Junto

    a mi interés

    por

    el

    impacto de

    la violencia

    social

    en los niños, surgió

    en

    mí,

    entonces, Ia

    necesidad

    de revi-

    sar

    aquellos

    conceptos de

    la

    teoría

    psicoanalítica

    que

    que-

    dan

    tributarios

    de

    paradigmas

    patriarcales.

    Para eso tomé

    en cuenta

    el vínculo

    filial,

    vínculo

    donde

    la

    madre

    es teni-

    da

    siempre,

    y

    solamente,

    como

    objeto,

    jamás

    como suje-

    to.

    (Y

    esto

    es así,

    independientemente

    de

    Ias diferentes

    versiones teóricas.)

    Tanto

    la

    apertura

    a

    los

    efectos

    del

    terrorismo

    de Estado

    en

    los

    niños,

    como también

    a

    los efectos

    del terrorismo

    de

    Estado en

    los

    propios psicoanalistas,

    en

    la

    teoría

    y

    en la

    clínica,

    y

    la

    revisión de

    la

    propia

    disciplina

    psicoanalítica,

    sus

    instituciones

    y

    saberes

    desde

    los Estudios de Género

    y

    el

    Feminismo

    contemporáneo,

    me llevaron

    a

    profundizar

    en un

    ya

    viejo interés,

    nacido

    a comienzos

    de

    los sesenta

    en

    la

    Facultad de

    Psicología.

    El Análisis

    Institucional,

    here-

    dero de

    la

    PsicologÍa

    Institucional

    que

    José

    Bleger

    introdu-

    jo

    entonces, propone

    -entre

    otros

    muchos conceptos

    que

    cuestionan

    radicalmente

    la

    práctica

    profesional-

    una

    aguda

    reflexión sobre

    la

    implicación

    y

    la sobreimplicación

    de

    los

    profesionales.

    Da la

    clave

    que

    nos

    permite

    pensar

    la

    ubicación

    del

    psicoanálisis

    y

    del

    psicoanálisis

    de

    niños en

    el contexto

    de una

    política

    neoconservadora

    dentro

    de un

    país

    periférico.

    Comencé

    afirmando

    que hace

    treinta

    y

    cinco

    añc¡s

    me

    introduje

    con

    er

    pri.o"narisis

    en

    la

    compreja

    generación

    de

    los

    sesenta

    y

    que aquí

    estoy:

    con

    el

    (¿mismo?)

    psicoa-

    nálisis,

    después

    Oe

    t'uütt

    recorrido

    todos

    los

    estratos

    de

    iu

    ,o.i.aud

    de

    clases

    y'

    también'

    djferentes

    sistemas

    so-

    ciales.

    Decía

    que ser

    psicoanatista

    de

    niños

    me

    había

    per-

    mitido

    estar

    simultáneamente

    próximo

    al

    centro

    y

    en

    el

    margen

    de

    la

    ciencia

    y

    la

    cultura'

    Ciudadano

    de

    frontera'

    Ia práctica psicoanalitica con

    niños

    supone

    el

    inclaudica-

    ble

    ejercicio

    de

    tensar

    los

    Iímites

    de

    la

    disciplina'

    Tensar

    IoslÍmitesdelpsicoanálisisdeniñossignificó:

    Ia

    iniciación

    de

    análisis

    precoces'

    con

    niños

    muy

    pe-

    queños,

    el análisis

    de

    niños

    afectados

    por

    una

    patología

    grave;

    ,

    apelar

    a

    otros

    recursos

    interpretativos;

    recursos

    no

    verbales,

    como

    lá-interptetación

    lúdica'

    por ejemplo;

    ,

    ampliar

    el

    psicoanálisis

    individual

    a

    la

    práctica

    con

    grupos;

    .

    poner

    nuestro

    saber

    al

    alcance

    de

    niños

    de

    otras

    cla-

    ses

    sociales,

    de

    otras

    etnias

    y

    culturas;

    en

    Ia

    práctica

    hosPitalaria,

    fundamentalmente

    ;

    .

    fundamentar

    Ia

    legitimidad

    del

    análisis'

    a

    pesar

    de

    la

    gratuidad

    de

    la

    atención;

    .

    Ilevar

    el

    psicoanálisis

    fuera

    del

    consultorio:

    a

    la

    es-

    cuela,

    al

    hogar,

    a

    las

    Casas

    de

    Cultura'

    .

    incluir

    el

    psicodrama

    psicoanalítico

    como

    recurso

    te-

    rapéutico;

    o

    investigar

    la

    relación

    entre

    los conflictos

    afectivos

    y

    los

    conflictos

    cognoscitivos;

    entre

    la

    psicología

    gené-

    tica,

    el

    desarrolñ

    de

    Ia

    inteligencia

    y

    Ia

    teoría

    de

    la

    construcción

    subjetiva;

    .

    desarrollar

    el

    psicoanálisis

    en

    una

    sociedad

    donde

    las

    diferencias

    de

    clase

    se

    han

    abolido;

    en

    otro

    sistema

    -30-

    -3r-

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    16/80

    lr

    I

    social, difcrente

    de aquel

    en

    el

    que

    el

    psicoanálisis

    nació,

    se

    desarrolló

    y

    fue

    consumido;

    .

    aportar a

    las cuestiones

    legales,

    genéticas y,

    funda-

    mentalmente,

    de

    la

    ética

    humana,

    a

    partir

    del trabajo

    sobre los efectos del terrorismo

    de

    Estado

    en

    la

    for-

    mación

    de

    la

    identidad, el

    proceso

    de

    apropiación

    y

    la

    restitución

    de niños;

    .

    abordar

    Ia

    problemática

    del

    género

    en la

    práctica psi-

    coanalítica con niños;

    .

    incluir

    el análisis

    de

    la

    institución

    psicoanalítica

    como activo

    proceso

    de

    lucha

    entre

    fuerzas

    institu-

    yentes

    y

    fuerzas instituidas

    que

    abren

    y

    clausuran

    la

    posibilidad,

    justamente,

    de

    tensar

    (transgredir)

    los lÍ-

    mites

    que

    la disciplina impone,

    para

    poder

    pensar

    la

    realidad

    de nuestros niños

    de

    manera

    más creativa

    y

    eficaz.

    Este

    tránsito

    por

    el

    centro y la periferia,

    este

    destino

    de

    marginal

    y

    fronterizo,

    este

    trabajo

    de

    tensar los límites

    no

    ha sido,

    claro está, un trabajo individual

    y

    solitario. Varias

    generaciones

    de

    psicoanalistas

    de niños

    en

    Ia Argentina lo

    han

    venido haciendo.

    Estos

    analistas

    y

    esta

    producción

    han dado como

    resultado

    una

    clínica

    que

    tiene caracterÍs-

    ticas

    distintivas

    y

    que

    bien haríamos

    en

    no renunciar

    a re-

    conocer como

    una clínica

    con

    identidad

    propia.

    A

    pesar

    de

    -o

    justamente,

    gracias

    a- la diversidad de

    posiciones y

    las

    diferencias de

    enfoques.

    CnpíruLo

    I

    EI

    niño

    del

    "siglo

    del

    niño"'n

    aaaaaaaaaaa""o"""""'o'o""oto""'

    14

    Una

    primera

    versión

    de

    este

    trabajo

    fue

    presentada

    en

    la

    Revista

    E'PSLB'A'

    octubre

    de

    I994.

    rl

    lr:

    l)

    It

    t'l

    I

    1

    ll

    it

    il

    -32 -

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    17/80

    f

    I

    "siglo

    rlcl

    niñ«¡"

    cs la

    imagen

    de

    una

    época en

    la

    que

    L

    lir

    ¡lrcocupación

    por

    la

    infancia ha adquirido

    una

    im-

    ¡rrrrllncia

    rclativamente

    preponderante

    y

    una nueva orien-

    l¡rt l«'n.

    "l.l

    siglo

    XX

    ha

    de ser

    el siglo

    del

    Niño"

    es la

    profe-

    t'i¿r

    c«¡n

    Ia

    que

    Edouard Claparéde,

    apenas éste

    comenzaba,

    r¡rtlso

    sintetizar un

    movimiento

    de

    reivindicación

    de

    Ia

    in-

    l¿r¡rcia. Ln este

    período

    de

    la historia,

    la conducta de Ios

    pa-

    rll'cs, de

    los

    educadores

    y

    de

    los médicos con respecto

    a los

    ¡liilr¡s

    ha

    cambiado notablemente. Cambio que

    se

    manifies-

    la, fundamentalmente,

    en

    la

    sincera intención

    de

    descen-

    lr¿rrse del lugar de adultos

    y,

    empáticamente, colocarse en

    e

    I

    lugar

    de los

    niños.

    Cambio

    que propone

    colocarse

    en el

    Iugar de los niños

    para

    comprenderlos,

    para

    adecuarse a

    sus

    posibilidades,

    a

    sus

    necesidades,

    a

    su

    deseo.

    No siempre fue

    asÍ.

    Las investigaciones

    históricas

    reve-

    lan

    una

    larga

    y

    triste secuencia de abusos

    cometidos

    con-

    tra los niños, desde los tiempos

    más

    remotos,

    que

    tienen

    una

    cruel

    vigencia en

    nuestros

    dÍas.

    El

    escándalo

    que

    hoy

    producen

    Ias estadísticas sobre

    las condiciones

    de

    vida

    y

    de muerte

    de

    los

    niños

    -los

    alarmantes

    índices de morta-

    lidad

    infantil,

    de apaleamiento

    y

    maltratos-

    sólo

    consti-

    tuye un

    pálido

    reflejo,

    continuación

    atenuada

    de

    lo

    que

    fue

    una

    característica

    sistemática de

    la antigüedad; carac-

    teristica

    que

    apenas

    empezó a

    cambiar en el siglo

    XVIIL EI

    trato

    despiadado

    a los

    niños,

    la

    práctica

    del infanticidio,

    el

    abandono,

    Ia

    negligencia, los

    rigores de la envoltura

    con

    fajas, las

    torturas

    múltiples, la inanición

    deliberada, las

    palizas

    y

    los

    encierros

    alevosos han

    sido

    moneda corrien-

    te a través de

    los

    siglos. esí

    fa

    historia de la

    infancia

    es

    una

    pesadüa

    de la que

    hemos

    empezado

    a

    despertar

    hace

    muy

    poc{f

    '

    De

    todos

    los libros

    sobre la

    infancia en otras épocas, el

    libro

    de Lloyd de Mause

    -aun

    con su

    precaria y

    conven-

    cional

    fundamentación

    psicoanalÍtica-

    es

    el

    más ambicio-

    ,-t.-ara-Ís

    toría

    de

    la

    infancia,Madrid,

    Alianza

    Universidad,

    ,nn,.

    /

    -

    --.

    -35-

  • 8/19/2019 El Niño Del Siglo Del Niño Volnivich

    18/80

    so

    y

    abarcativo

    y

    está

    en

    franca

    polémica

    con

    Ariés,

    sin

    duda

    un

    historiador

    más

    y

    mejor

    conocido.'u

    lla

    tesis

    central

    de

    Ariés

    es

    la opuesta

    a

    la de

    De

    Mause.

    Rríé{sostiene

    la

    existencia

    de

    una

    suerte

    de

    paraísoftn la

    antifrreda-{-una

    especie

    de

    comunidad

    primitiva

    quépo

    habÍa

    logrado

    aún

    Ia

    representación

    de

    "infancia",

    tal

    Co-

    mo

    sucedió

    muchos

    sigios

    despué¡L

    en el

    que

    los niños

    circulaban, ignorados

    pero

    felices, porque podían

    mez-

    clarse

    libremente

    con

    las

    personas

    de

    diversas

    clases

    y

    edadgs.

    Para

    Ariés

    fue

    reciéneülu

    alborada

    defa

    moder-

    nidal

    cuandoGurgió

    el

    concepü

    de

    "infancia"'i,

    con é1,

    '

    .t'

    -.

    .

    -

    - r^---,1,^i F.^

    ^,r

    ^-i,

    "

    esa

    organr

    zacton

    tiránica

    que

    es

    la

    familiál

    En su

    opinión,

    Ta

    organización

    familiar

    fue

    la

    que

    destruyó

    la amistad,

    los

    lazos

    de solidaridad

    y

    sociabilidad

    "naturales"

    y

    privó a

    Ios

    niños

    de la

    libertad

    de

    que

    hasta

    entonces

    gozaban,

    imponiéndols

    no¡primera

    vezftr

    férula

    doméstica

    como

    prótección

    y

    límitil¡Sobre

    todo

    ói"o

    límite,

    cárcelflspa-

    cio

    donde,

    para

    educarlos,

    se

    los

    castigaba

    de

    múltiples

    forma§

    Paralle

    Maus{

    por

    el

    :ol *tiq-,

    el

    concepto

    de

    "infan-

    cia"

    existía

    ya

    en

    É'attu'-edud

    rvrediál

    cuando

    losftiños

    erani

    prácticamente'

    masacrados.

    Con

    la--familia

    moderna

    -in-

    tenta

    probar

    r.

    *;;;;{;-*rtr;u

    poLi,i.u

    más.iiiaao-

    sa

    que

    incluyó,

    gradualmente,

    la

    conservación

    de

    los

    niños

    y

    un

    trato

    cada

    vez

    más

    humaü

    I-üero

    nada de

    esto

    impide

    s