El Pájaro de La Noche

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  • 5/24/2018 El P jaro de La Noche

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    El pjarode la nochepor Rub Borgia

    ilustrado por Kathie Kelleher

    El pjarode la noche

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    por Rub Borgiailustrado por Kathie Kelleher

    El pjarode la noche

    El pjaro

    de la noche

    Copyright por Houghton Mifflin Harcourt Publishing Company

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    Impreso en Chile

    ISBN: 978-0-547-26967-2ISBN Edicin Chile: 978-0-547-87256-8

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    Los indios yanomamide Venezuela cuentan que hace

    mucho tiempo un gran pjaro les rob la noche.

    Esta leyenda nos dice cmo los yanomamis recobraron

    la noche para el bien de todos en la tribu.

    Los indios yanomami han vivido a la orilla del

    ro Orinoco por miles de aos. Pero aunque siempre

    hubo una luna y hubo pjaros, por muchos aos no

    existi la noche. Como no haba noche, siempre era

    de da y los yanomamis tenan que dormir con luz y

    sufrir con el calor del sol.

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    Un da antes de la cosecha, un grupo de jvenes

    salieron a explorar la selva. Despus de un tiempo

    encontraron un lugar muy silencioso donde no se

    escuchaba ni la cada de las hojas. De repente, con ungran estallido, escucharon unos alaridos tan extraos

    que pareca que los daba un ser extrao, jams

    conocido por ninguno de ellos.

    Los jvenes huyeron sin sentirse avergonzados de

    aquel lugar y de aquellos alaridos. Al regresar a sus

    hogares, reunieron a la gente de la tribu para contarleslo que haba sucedido. Todos estaban alarmados

    pensando en ese ser extrao. Solamente el jefe de la

    tribu escuch y sin decir nada mir a Hebewe, su hijo,

    y asent la cabeza.

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    Hebewe qued intrigado por lo que deca el

    grupo y tambin por la seal que le haba dado su

    padre. Saba que haba llegado el momento de hacer

    algo importante en su vida. Camin hacia el gran

    rbol, su lugar favorito para pensar.

    El joven no tena duda de que los alaridos

    que se escucharon los daba el gran pjaro de la

    noche. Su padre le haba contado mucho sobre

    este ser, llamado Titirit. Hebewe conoca

    el cuento del gran pjaro y cmo se rob lanoche. Se deca que haca mucho tiempo

    Titirit estaba celoso del jefe de la tribu y

    para castigarlo, se haba llevado

    para siempre la noche, lo que haca

    sufrir a los yanomamis, an despus de

    muchos aos.

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    Hebewe pens y pens cmo

    podra recobrar la noche

    perdida. Quizs

    podra hablar con el

    gran pjaro. Quizs

    lo podra convencer.

    Quizs ste le hara caso.

    Despus de tantos aos

    era tiempo de que la noche

    regresara a la tribu.Sin decir nada a nadie,

    Hebewe sali solo hacia la

    selva. Sali tan rpidamente

    que no tuvo tiempo de pedir

    prestada un arma. Tom la

    misma ruta que tomaron los

    jvenes de la tribu. Hebewe no saba cmo

    encontrar el pjaro de la noche, pero saba que s lo

    encontrara. Era tiempo. A su alrededor los animales

    le daban paso como si supieran que algo grande iba a

    ocurrir.

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    Luego, despus de varias horas de estar

    caminando, pas cerca de un grupo de culebras

    venenosas. Pero las culebras lo miraron sin moverse

    y sin hacerle nada. Apareci un ocelote hambriento,

    pero pas al lado del joven sin mirarlo. Hebewepareca que estaba encantado. Nada le poda hacer

    dao. La selva pareca ms bella que nunca, llena de

    plantas y flores de diferentes colores y rodeada de

    lindos pjaros con sus bellos cantos.

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    Cuando lleg el joven a la orilla del ro, se

    recost a descansar. La selva ahora estaba tranquila.

    Se escuchaba solamente el canto de los grillos y el

    llamado de los sapos. Poco a poco se le cerraron los

    ojos al joven y pronto se durmi.

    De repente el silencio fue

    interrumpido por un gran ruido.

    Hebewe despert, alarmado

    por los sonidos extraos que

    escuchaba a sus espaldas.Se dio vuelta rpidamente.

    Fue entonces cuando se

    enfrent con la visin

    ms increble que

    haba visto. Supo

    que haba

    encontrado a

    Titirit, el gran

    pjaro de la

    noche.

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    De lo ms profundo de la selva haba aparecido

    el pjaro de la noche. Era de un tamao tan grande

    que evocaba temor. El gran aleteo de sus enormes alas

    provocaba un ruido como jams se haba escuchado.

    El joven se qued mirando al pjaro, maravillado

    por lo que vea. La espalda de la criatura estaba

    totalmente cubierta de plumas negras y grises. El

    frente era todo blanco y en

    la cabeza, como corona, llevaba unamultitud de magnficas plumas

    azules brillantes.

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    Como si supiera que lo estaban admirando,

    Titirit abri sus enormes alas y alz vuelo. Lleg a la

    cima de un rbol, mirando a Hebewe con un aire de

    desprecio.

    El joven, que haba quedado paralizado con la

    presencia del pjaro, ahora sinti unos grandes deseos

    de tocarlo. Se adelant unos pasos y se acerc a la

    criatura. De repente el pjaro, con un gran alarido,

    abri sus magnficas alas y atac fuertemente al joven,

    tumbndolo al suelo. Hebewe se levant rpidamente

    y trat una vez ms de acercarse al pjaro. Pero una

    vez ms el gran pjaro lo tumb al suelo.

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    Sintindose victorioso, Titirit vol de rama en

    rama y de rbol en rbol, dndole vueltas al joven,

    acosndolo. Pero Hebewe no se daba por vencido.

    El joven se dio cuenta que el pjaro, anciano ya, le

    tena miedo, pero jams lo mostrara. Decidi hablar.

    Quizs lo comprendera.

    Desde su lugar en el suelo, Hebewe se dirigi a

    Titirit.

    Gran pjaro, Titirit, no vengo a hacerte dao.

    Slo quiero tocar tus bellas plumas. Permteme eso yte dejar en paz.

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    Al escuchar esto, el gran pjaro dej de moverse

    de lado a lado y permaneci quieto en una gran rama.

    Sus ojos, cansados y viejos, miraban al joven con

    curiosidad. Sin embargo, no se movi ms y el joven

    tom esto como seal de que asenta.

    Temblando, Hebewe se acerc al pjaro. Estir

    una mano hacia arriba y con gran delicadeza, acarici

    las blancas plumas del pecho del pjaro. El pjaro lo

    miraba desde su lugar en el rbol sin moverse.

    Al momento enque la mano del joven toc

    el pecho del pjaro, Titirit

    dio un gran alarido.

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    Al escuchar el alarido Hebewe dio un paso atrs.

    Y en ese instante se abri el gran pecho del pjaro de

    la noche, revelando un gran abismo. De este abismo

    salieron miles de pequeas luces que brillaban

    intensamente y parecan bailar ante el asombradoHebewe.

    Hebewe se apart del pjaro que ahora pareca

    perder fuerzas. El abismo negro en el pecho se haca

    cada vez ms y ms grande. Y pronto Hebewe se

    encontr en la oscuridad.

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    El abismo negro ahora iba cubriendo toda la

    selva. Al poco tiempo se sinti la Tierra temblar amedida que el abismo se esparca sobre ella.

    Mientras ms se abra el pecho del gran pjaro,

    menos quedaba de l. En poco tiempo, el pjaro

    desapareci por completo y qued solamente lo

    negro.

    La selva estaba cubierta por la noche.

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    Y fue as cmo se hizo de noche. Las pequeas

    luces que salieron del abismo bailaron hacia el cielo e

    inmediatamente se convirtieron en una multitud de

    estrellas brillando en el cielo negro.

    Con gran emocin, Hebewe corri en la noche,

    deseoso de llegar a su hogar y a contarles sus

    experiencias a todos. Ms que nada, quera contarle a

    su padre cmo haba regresado la noche a la tribu.

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    3 Querido diario

    La narradora de cuentos

    El pjaro de la noche

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