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EL PERSONAJE El personaje es tal porque hace. Se define en la acción. Y su devenir estará enmarcado por dos fuerzas: a) Su deseo (el que como guionistas le inventamos) b) Su destino (la fatalidad que a modo de un dios también nosotros le creamos. La historia tiene acción porque el personaje se mueve. Y se mueve por quiere algo, desea lo que no tiene, ansía y busca aquello de lo que carece. Dice Propp en Morfología del cuento: “La carencia inicial (o privación) es una situación que data de muchos años cuando comienza la acción, pero llega un día en que el mandante (o buscador) se da cuenta de golpe que le falta algo, y en ese instante se origina su motivación”. Si bien esta carencia es importante y constitutiva de todo personaje, cualquiera sea el género en o el medio en que lo hagamos discurrir, cuánto más importante es una miniserie, donde esa carencia principal debe ser el motor de, por línea general, los 13 capítulos de una temporada. O si sólo se resuelve la carencia parcialmente o no se resuelve, tal vez de más de una temporada. Y ni que hablar en una serie. Los ponys A propósito, se dice en Hollywood (y se repite en el mundo) que los personajes de las miniseries (por excelencia, y la mayoría en otros géneros, por regla general) deberían tener ponys. ¿Qué sentido tiene esta palabra? Tiene un valor simbólico pero de fácil comprensión. ¿Quién no ha querido de niño tener un pony? O algo similar, soñado y pocas veces obtenido como ese pequeño animal. El pony se constituye así en sinónimo de infelicidad o frustración infantil. Es algo que se quiso tener y no se pudo. Esa carencia infantil define también al personaje (y aquí hay un eco de Freud). Son esos sueños ocultos que alguna vez deben salir a la luz, y al hacerlo

El Personaje

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Apunte de cátedra.

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EL PERSONAJE

El personaje es tal porque hace. Se define en la acción. Y su devenir estará enmarcado por dos fuerzas:

a) Su deseo (el que como guionistas le inventamos)b) Su destino (la fatalidad que a modo de un dios también nosotros le creamos.

La historia tiene acción porque el personaje se mueve. Y se mueve por quiere algo, desea lo que no tiene, ansía y busca aquello de lo que carece.

Dice Propp en Morfología del cuento:

“La carencia inicial (o privación) es una situación que data de muchos años cuando comienza la acción, pero llega un día en que el mandante (o buscador) se da cuenta de golpe que le falta algo, y en ese instante se origina su motivación”.

Si bien esta carencia es importante y constitutiva de todo personaje, cualquiera sea el género en o el medio en que lo hagamos discurrir, cuánto más importante es una miniserie, donde esa carencia principal debe ser el motor de, por línea general, los 13 capítulos de una temporada. O si sólo se resuelve la carencia parcialmente o no se resuelve, tal vez de más de una temporada. Y ni que hablar en una serie.

Los ponys

A propósito, se dice en Hollywood (y se repite en el mundo) que los personajes de las miniseries (por excelencia, y la mayoría en otros géneros, por regla general) deberían tener ponys. ¿Qué sentido tiene esta palabra? Tiene un valor simbólico pero de fácil comprensión.

¿Quién no ha querido de niño tener un pony? O algo similar, soñado y pocas veces obtenido como ese pequeño animal. El pony se constituye así en sinónimo de infelicidad o frustración infantil. Es algo que se quiso tener y no se pudo. Esa carencia infantil define también al personaje (y aquí hay un eco de Freud). Son esos sueños ocultos que alguna vez deben salir a la luz, y al hacerlo nos iluminarán aspectos fundamentales del sentir o el accionar de nuestro personaje.

En un capítulo de House, por ejemplo, nos enteramos que el padre del Dr. House no le prestaba atención, lo subestimaba. ¿No es esa una clave para entender su soberbia, su deseo de sobresalir, de ser reconocido? ¿No es una compensación tardía su autovaloración llevada al límite de la fanfarronería?

En Friends, nos enteramos del pony de Chandler, que odia los Días de Acción de Gracias. Claro que en tono de comedia, nos enteramos de que el padre de Chandler se cambió repentinamente de sexo y se puso de novio con un filipino un día de Acción de Gracias. El pony de Mónica es que sus padres no le prestaran atención, que prefirieran a su hermano. Y eso se simboliza porque ella se queja todo el tiempo de que cuando se fue de su casa, de inmediato sus padres hicieron de su habitación (no de la del hermano) un gimnasio.

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No es necesario siempre un pony, no es ineludible, pero saber cuál es el pony de nuestro personaje y hacer que surja una vez iluminando aspectos de su carácter y su accionar será muy beneficioso. Pues la asociación sentimental, la empatía del espectador con nuestro personaje, se suele dar por sus carencias y no por sus virtudes. Eso lo hace un semejante. Su vulnerabilidad es la que lo aproxima, a punto tal que seres moralmente despreciables o con conductas sociales oscuras o impropias, se nos hacen simpáticos al conocer sus carencias.

La carencia

Volvamos al tema de la falta como motor de la acción. Un personaje puede ser definido a partir de sus carencias constitutivas, y ello aún por encima de sus evidentes virtudes.

Lo que no tiene es lo que lo mueve, y por lo tanto, su característica principal.

Crear un personaje es crear un ser carenciado en algún sentido, disfuncional consigo mismo, y signado por la falta.

Por lo tanto, al momento de su construcción, deberíamos saber qué le falta, que ansía, qué hará o no para suplir esa carencia y de qué modo ésta se manifestará en él, en su accionar. Dado que dijimos que el personaje es eso: su acción. Un personaje quieto no sería tal, sino casi una porción del decorado.

Y esa constitución nos mueve a pensarlo en otra doble miradas.a) Hacia el pasado, para ver la raíz de su carencia y de qué modo ésta lo ha afectado y lo afecta aún.

b) Hacia el futuro, lo que dará cuenta de su acción a lo largo de la trama.

Así, si logramos que lo histórico y psicológico marque el itinerario actual, el personaje ya caminará con sus propias piernas: estaremos en buen camino.

Dentro del marco de la historia, el personaje hará uso de una relativa autonomía, y esa estará determinada por su lucha para satisfacer el vacío, para paliar o compensar su carencia.

Claro, el personaje tendrá mayor o menor fuerza de voluntad, y eso marcará la fuerza con que desea suplir lo que le falta, o la magnitud de eso que no tiene.

El entramado se enriquece porque todos los personajes buscan algo, y a menudo algo distinto para suplir anhelos o carencias distintas y hasta opuestas. Y gracias a ello hay conflicto. O sea, choque de apetencias, colisión de intereses, deseos de unos que se oponen a los fines de los otros.

El punto de vista de cada personaje

Cada uno de los personajes no sólo representa una fuerza antagónica de otros. Es un observador que ve la realidad con su propio prisma. Por eso es que una misma situación se vuelve objeto de

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interpretaciones distintas, y da origen a un choque. ¿O no lo vemos en las parejas, donde para uno comer despatarrado es signo de placer hogareño y para otro es una falta de respeto? Para uno, el yerno que demora su adolescencia será un simpático reflejo de la propia juventud; para otro, una pérdida de tiempo para la hija y un mal ejemplo para los hermanos menores. ¿Cómo vivió cada uno de los padres? ¿Qué historia y que carencias tiene? ¿Qué busca?. Tener resuelto esto de antemano enriquecerá nuestra historia.

Siguiendo el ejemplo de Kant: “Uno no puede pescar tiburones si lleva una caña para mojarritas”. Habrá cosas que los personajes no podrán hacer o comprender conforme a su historia, sus ponys, sus carencias no resueltas. Aun así querrá mostrarse apto para pescar tiburones. Pero su incapacidad debe ser mostrada y explicada a través de su constitución más íntima.