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1 El problema de los paradigmas en psicología Manuel Campos Roldán 1 Introducción El propósito fundamental del presente estudio es compulsar la organización académica, profesional e institucional de la psicología. Ello supone una evaluación de la posibilidad de existencia de paradigmas en el ámbito de la psicología. A tal efecto, el trabajo comprenderá tres partes: 1. Análisis de los problemas epistemológicos de la psicología; 2. El concepto de paradigma: Revisión y propuesta de definición; y 3. Modelos teóricos, metodológicos y técnicos como paradigmas. La naturaleza epistemológica del análisis a realizar reside en su incidencia en la exploración y cotejo de la posibilidad de una visión de conjunto de la psicología basada sobre la concepción subyacente de ciencia, el predominio concomitante de intereses discernibles en el 1 Profesor Principal de la Facultad de Psicología-UNMSM. Psicólogo. Magíster y Doctor en Filosofía.

El problema de los paradigmas en psicología

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El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán 1

Introducción

El propósito fundamental del presente estudio es compulsar la organización académica,

profesional e institucional de la psicología. Ello supone una evaluación de la posibilidad

de existencia de paradigmas en el ámbito de la psicología.

A tal efecto, el trabajo comprenderá tres partes:

1. Análisis de los problemas epistemológicos de la psicología;

2. El concepto de paradigma: Revisión y propuesta de definición; y

3. Modelos teóricos, metodológicos y técnicos como paradigmas.

La naturaleza epistemológica del análisis a realizar reside en su incidencia en la

exploración y cotejo de la posibilidad de una visión de conjunto de la psicología basada

sobre la concepción subyacente de ciencia, el predominio concomitante de intereses

discernibles en el trabajo académico y los métodos y técnicas de intervención vigentes

en nuestro país. Además brinda ocasión para despejar la imagen de desorden conceptual

que los mismos psicólogos habrían propiciado.

Esta impresión ya no estaría relacionada con el problema del «objeto de estudio»

de la psicología. Si la psicología muestra todavía cierta balcanización a este respecto, es

por controversias teórico-metodológicas tales como, por ejemplo, la preeminencia de lo

cuantitativo sobre lo cualitativo o viceversa, discusión que sería un seudo problema.

¿Cómo se encuentra en el Perú la psicología académica y profesional al empezar

el s. XXI? La respuesta exige desarrollar los puntos comprendidos en el plan de trabajo.

Comencemos por la primera parte.1 Profesor Principal de la Facultad de Psicología-UNMSM. Psicólogo. Magíster y Doctor en Filosofía.

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I. Análisis (y síntesis) de los problemas epistemológicos de

la psicología

Análisis viene de αναλυο (analyo), voz griega que significa «desatar». Como término,

designa la distinción y separación de las partes de una estructura o de un sistema para

conocer sus componentes, las relaciones entre éstos y los principios que gobiernan tales

relaciones. Así procederá la primera sección del estudio, en la distinción y separación de

los módulos de la psicología como sistema teórico o campo de conocimientos y sistema

tecnológico o campo de intervención profesional.

El término epistemología proviene de la reunión de dos voces griegas: έπιστήμη

(episteme), «conocimiento», y λόγος (logos), «discurso». Hoy por hoy nombra a la rama

de la filosofía que investiga los problemas filosóficos planteados por la investigación y

conocimiento científico-tecnológicos. Sus áreas-problema son el concepto de ciencia,

fundamentos histórico-filosóficos de las teorías, criterios de validación, el problema de

la verdad en ciencia y la eficacia en intervención tecnológica. En síntesis, su problema

sería la relación entre teoría (lo que se afirma en la descripción y en la explicación) y

realidad (lo que puede corroborarse y replicarse en los hechos).

Así como cada campo de conocimientos e investigación tiene un tema u objeto-

problema de estudio, con la epistemología entonces ocurre igual. A ésta se la denomina

filosofía de la ciencia, como esta rama del «árbol» de la filosofía que, como dice Bunge

(1980: 14), estudia la investigación científica y el producto respectivo: el conocimiento

científico. Esta definición delimita palmariamente tres atributos:

1. La inclusión de la epistemología en el campo de la filosofía;

2. La investigación y conocimiento científicos son áreas-problema de estudio

de la epistemología; y

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Paradigmas en psicología

3. La relación de consecuencia entre método y conocimiento científicos.

Podríamos decir que el primer punto ya es de dominio común. Pero el segundo y

el tercero hacen de la epistemología un área sui generis. Le dan un nivel de metaciencia,

de análisis metacientífico. Digo esto por meras razones de generalización: por ejemplo,

si, para aprender un idioma que no es el español, se asiste a las clases respectivas, en un

comienzo, el profesor se expresará en español para describir las características de la

lengua extranjera que se desea dominar. En ese caso, el español es metalenguaje porque

es el lenguaje en que se habla del idioma se desea aprender. Ahora bien, si metalenguaje

es el lenguaje en que se habla del lenguaje, metaciencia será el lenguaje en que se habla

de la investigación y conocimiento científicos. Ciencia es conocimiento. Por lo tanto, se

debiera partir de la definición de conocimiento.

I.1 El problema del conocimiento:

El conocimiento es entendible como un tipo de relación sujeto-objeto. Quizás no

podría ser en otros términos la definición: el sujeto es el que conoce, y lo que él conoce

es algo, un objeto. En la etimología latina de sujeto y objeto participa de modo decisivo

el sufijo iectum, como se verá en seguida. Éste se relacionaría con «echado», «lanzado»;

recuérdese «proyectil».

Ahora bien, «sujeto», que viene de sub-iectum, originariamente significó situado

debajo en función de fundamento, el hombre en tanto sujeto de conocimiento (Colomer,

1986: 16). «Objeto», de ob-iectum, era puesto o colocado, no debajo, sino hacia delante,

ante la mirada o la reflexión. Es, en síntesis, lo que el sub-iectum tiene ante sí.

La naturaleza de la relación sujeto-objeto en el conocimiento es tal, que el sujeto

capta o aprehende las propiedades del objeto. Esta captación puede expresarse en forma

lingüística o en forma operativa. La expresión lingüística del conocimiento la representa

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el conocimiento proposicional, las proposiciones verdaderas: «conocer algo» es estar en

aptitud de formular proposiciones verdaderas acerca de ese algo. A la vez, la expresión

operativa del conocimiento la representaría la eficacia respecto del uso de instrumentos,

procedimientos o técnicas.

Son discernibles tres áreas de estudio crítico y de investigación teórico-empírica

del proceso de conocimiento: la filosofía, la psicología y la sociología del conocimiento.

A la filosofía le concierne el origen y fundamento del conocimiento en general y del

conocimiento científico en particular; a la psicología, el estudio de los mecanismos que,

en el sujeto, posibilitan la relación entre éste y el objeto. La sociología del conocimiento

comprende el estudio de la influencia de normas, valores, ideas y creencias prominentes

en un contexto como fuentes condicionantes del conocimiento (Villoro, 2000: 11). Se le

atribuye la fundación de esta última área al alemán Karl Mannheim (1893-1947).

Uno de los problemas o áreas de análisis de la sociología del conocimiento es la

ideología. El mexicano Néstor Braunstein, un estudioso de la relación ciencia-ideología,

define a ésta como «saber precientífico»; como el conocimiento del modo de «aparición

de las cosas» y «el desconocimiento de la estructura que produce la apariencia». De allí

él saca esta conclusión respecto de la ideología:

Por lo tanto, es el imprescindible paso previo a la construcción de una teoría científica. Entre el saber ideológico y el conocimiento científico hay un claro corte (ruptura epistemológica) pero también hay una relación indisoluble que los liga y los implica recíprocamente. Un término necesita del otro y sin embargo, entre ellos, no hay armonía, sino lucha. Toda ciencia se alza críticamente contra una ideología que tenía vigencia en ese campo (...). Para ser reconocida como tal, sin embargo, la ciencia debe desalojar a la ideología. A veces termina rápidamente con ella; a veces no (Braunstein, 1975: 11; las cursivas son de él).

Si siguiéramos el argumento de Braunstein, existiría una relación de transición histórica

entre ciencia e ideología. Veamos si es así.

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Paradigmas en psicología

I.2 Una distinción conceptual entre ciencia e ideología:

El antropólogo Stefano Varese se refería hace algo más de treinta años a «cierto

marxismo simplificador y vulgar» que sorteaba «los factores culturales diferenciados

relegándolos a la sencilla fórmula cultura es igual a ideología» (Varese, 1971: 48). En

tal sentido, como uno de los elementos que conforman la extensión del concepto cultura

es la ciencia, ésta caería dentro de esa «fórmula». Moraleja: ciencia = ideología.

Pero ¿son lo mismo? ¿No es sino ideología el «conocimiento» del que se predica

la propiedad de científico? ¿Es conocimiento la ideología y viceversa? Creo que igualar

a ambas es mezclar cosas que al fin y al cabo tienen orígenes y fundamentos totalmente

diferentes. Una distinción epistemológica cardinal apunta en este sentido, en desentrañar

la madeja. La epistemología es el estudio crítico de los fundamentos filosóficos, lógicos

e históricos de la ciencia y de la tecnología como campos de conocimiento. Por lo tanto,

una cuestión medular es sobre qué se sustentan el conocimiento científico y la ideología,

qué los diferencia como formas de representación de la realidad. Vayamos por partes.

Hay toda una gama de definiciones de ciencia. Algunos escriben «Ciencia», con

mayúsculas, como cuando se trata de una iglesia. Una «fenomenología epistemológica»

serviría para definirla como aparece ante la experiencia colectiva. Esto es, sin necesidad

de dictámenes previos. Veríamos así que la idea ciencia se asocia en nuestra experiencia

con información derivada de observaciones e investigaciones metódicamente realizadas,

con conclusiones inferidas de análisis estadísticos. En fin, con experiencias replicables.

Ello definiría la índole intersubjetiva de la ciencia. Por construirse de este modo,

deviene en conocimiento racional; está al alcance del público, es objetiva y considerable

como tal por la difusión y discusión de resultados de investigaciones a nivel planetario.

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Como está organizada en hipótesis, leyes y teorías, es conocimiento sistemático

o sistematizado. También es ciencia el conocimiento del mundo biofísico y psicosocial,

mundo cuyas regularidades ella persigue describir, explicar, predecir y comprender. Por

último, la búsqueda de conocimiento por el conocimiento es la ciencia básica, mientras

que la búsqueda de usos prácticos del conocimiento científico es la tecnología.

A su turno, a decir de Mannheim (1993: 63), ideología es un concepto moderno.

Sus raíces estarían en Napoleón I Bonaparte (1769-1821), al motejar como «ideólogos»

a un grupo de filósofos opuestos a sus planes imperiales. Sin duda, su intención era

peyorativa: con «ideólogo», Napoleón invalidaba la actitud del adversario

atribuyéndole desviación o separación de «la realidad». Y ¿respecto de qué «realidad»

se producía ese alejamiento? Oigamos a Mannheim:

... la respuesta sería: apartado de la práctica, no real en cuanto se la confronta con los asuntos que se discuten en la palestra política. Por tanto, cualesquiera pensamientos marcados con el marbete de «ideología» se consideran como frívolos cuando se tratan de aplicar al dominio práctico, y el único acceso, digno de confianza, a la realidad, debe buscarse en la actividad práctica. Cuando se le mide con los patrones de la conducta práctica, el pensamiento o la reflexión pura se vuelve trivial. Así se ve claramente cómo el nuevo significado de la palabra «ideología» lleva grabado el sello de la posición y del punto de vista de aquellos que la acuñaron, es decir, de hombres de acción, de políticos (Mannheim, 1993: 64).

Ahora bien, según él mismo (Ibíd.: 65), la historia del concepto desde Napoleón hasta el

desarrollo del marxismo, no obstante una que otra variación en su contenido, preserva el

mismo criterio político de realidad. Según Eagleton (1997: 69), la definición del

«último Engels» se ajusta a la concepción de la ideología como «ideas contaminadas en

su raíz». Las «ideas de la ideología» serían entonces «genéticamente defectuosas».

Como fuere, el estudio de las «ideas» de ésta u otra ideología no es un problema

de investigación psicológica. En este campo, a la psicología le corresponde el estudio de

la actitud ideológica como determinante del comportamiento individual, interpersonal y

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Paradigmas en psicología

social. En carta que escribió diez años después de la muerte de Karl Marx (1818-1883),

Friedrich Engels (1820-1895) le dice a Franz Mehring que:

La ideología es un proceso que se opera por el llamado pensador conscientemente, en efecto, pero con una conciencia falsa. Las verdaderas fuerzas propulsoras que lo mueven permanecen ignoradas para él; de otro modo, no sería tal proceso ideológico. Se imagina, pues, fuerzas propulsoras falsas o aparentes. Como se trata de un proceso discursivo, deduce su contenido y su forma del pensar puro, sea el suyo propio o el de sus predecesores. Trabaja exclusivamente con material discursivo, que acepta sin mirarlo, como creación del pensamiento, sin someterlo a otro proceso de investigación, sin buscar otra fuente más alejada e independiente del pensamiento; para él, esto es la evidencia misma, puesto que para él todos los actos, en cuanto les sirva de mediador el pensamiento, tienen también en éste su fundamento último (Engels, 1893/s.f.: 726-727; las cursivas están en el texto).

Independientemente del explícito juicio valorativo de falsedad, para Engels, la ideología

no es un «saber precientífico». Él la presenta allí en términos de uno de los modos como

opera el pensamiento. Hay, así, dos mecanismos: a. la fuerza «propulsora»; y b. el papel

del pensamiento como «fundamento último» de la ideología. Luego, Villoro (1997: 184)

acertaría al advertir que la ideología no es compatible con el pensar discursivo y crítico,

puesto que ella desempeña una función directriz del comportamiento.

Por ejemplo, Vladímir Ilich Uliánov (Lenin, 1870-1924) decía, citando a Engels,

que: «Nuestra doctrina... no es un dogma, sino una guía para la acción» (Lenin, 1966:

3). Tal condición de «guía para la acción» explicaría el hecho de que las ideologías sean

aceptadas sin razones que las justifiquen, el hecho de que no admitan la crítica.

Sève argüía que: «Si... no hay ni puede haber, en sentido estricto, una psicología

marxista, lo que sin lugar a dudas existe y está llamado a desarrollarse más aún es una

concepción y un uso marxistas de la psicología» (Sève, 1972: 47; las cursivas son de

él). Allí se refiere a la ideología marxista en el mismo sentido de «guía para la acción».

Al parecer, el concepto de ideología ha devenido en «reificación sui generis», tal

como dice Eagleton (1997: 243). Se aplica al punto de vista que se desea proscribir. Por

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tanto, «la actitud ideológica» no es una disposición ni a la investigación ni a la crítica de

ésta. La actitud ideológica se basa, como dice Engels, sobre el pensar puro. La ecuación:

ciencia = ideología, es corolario de la incomprensión de la estructuración u organización

histórica del conocimiento científico. El concepto ciencia sería una adquisición cultural:

la idea griega o medieval de ella nada tiene en común con la ciencia actual.

En resumen, desde un punto de vista epistemológico, la ciencia y la ideología se

diferencian desde las bases que las sostienen. La ciencia es investigación, interpretación

y discusión crítica de resultados. Estas tres condiciones son la fuente de su evolución

histórica. En contraste, la ideología se basa sobre creencias y juicios de valor que llevan

a declarar objetivos. Ello haría retardataria a la actitud ideológica. Las consecuencias de

los «usos» de la ideología y la filosofía pueden ser, sin embargo, letales para ambas.

Pasemos a los problemas epistemológicos de la psicología.

I.3 Problemas epistemológicos de la psicología:

Los problemas epistemológicos de la psicología serían una «provincia» de lo que

Popper llamara los dos grandes problemas de la epistemología, los mismos que revisaré

a continuación. Antes, sin embargo, apuntaré unas respuestas a los tres desafíos que, de

acuerdo con Thomas Leahey (1998: 528-535), afronta la psicología:

1. Retos planteados por los dobles ocultos de la psicología;

2. Desafíos planteados por la biología y la biotecnología; y

3. Desafíos planteados por las ciencias humanas o humanidades.

Con el término «dobles ocultos», Leahey se refiere a la parapsicología. Ésta es,

para él, un reto por cuanto estudia fenómenos paranormales (percepción extrasensorial,

telekinesia) que no pueden explicarse con teorías físicas, biológicas o psicológicas. Pero

también aborda asuntos esotéricos u «ocultistas» como, por ejemplo, comunicación con

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Paradigmas en psicología

el más allá, creencias en la vida después de la muerte y apariciones como poltergeist.

Pero esto le otorga, empero, rango de seudo ciencia, pues no son fenómenos replicables,

es decir, experimentalmente reproducibles. Indagar por la diferencia fundamental entre

psicología y parapsicología, algo nada inusual, es ignorar la frontera entre epistemología

y escatología.

En lo que atañe a (2), los psicólogos usualmente somos interrogados acerca de la

diferencia entre psicología y psiquiatría. Leahey presenta este reto de manera dramática.

Como se sabe, la llamada «depresión endógena», que, por definición, no es situacional y

tiene larga duración, es causada por deficiencias en ciertos neurotransmisores. Quienes

la padecen son tratados eficazmente con fármacos antidepresivos. Pasadas unas semanas

están mejor. Esto habría hecho aparecer a las terapias psicológicas como irrelevantes y

prescindibles. Este reto estaría latente: al ser la depresión, estado psicológico, explicable

en función de variables biológicas o neurobiológicas, la psicología misma sería reducida

a biología.

El reduccionismo provendría de la tesis neopositivista de la unidad de la ciencia,

como aduce Hilary Putnam (citado por Leahey, 1998: 531). Según dicha tesis, todas las

ciencias se organizan en jerarquías de mayor a menor, donde cada ciencia es reducible a

otra más básica hasta llegar así a la física, la más básica de todas. La psicología, más

básica que la sociología, podría reducir los conceptos sociales a conceptos psicológicos

de la conducta individual. Los conceptos y las leyes psicológicas sobre la conducta

individual se reducirían, asimismo, a los conceptos y las leyes de la neurofisiología, la

cual describe el funcionamiento de los cuerpos individuales. Y así por el estilo.

Una de las actuales refutaciones a este reduccionismo sería el monismo anómalo

de Donald Davidson. Él recusa el dualismo psiconeural, pero sostiene un materialismo

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en el que los conceptos de la psicología popular no pueden reducirse a las leyes de la

neurofisiología, aun cuando cada evento mental sea idéntico a algún evento cerebral. Si

se es materialista, habrá que admitir que cada suceso mental es también evento cerebral.

Pero si la psicología se reduce a neurofisiología, los conceptos psicológicos, y no sólo

los «eventos» psicológicos, se deberán corresponder con conceptos neurofisiológicos.

Y como las condiciones de coherencia, racionalidad o realismo y de consistencia

que se exigen al comportamiento «normal» no tienen respaldo «especular» en las teorías

físicas, por lo cual sólo se busca «correlaciones actividad cerebral-actividad mental», no

habría riesgo alguno de que la psicología pueda ser reducida a neurofisiología. La teoría

psicológica es autónoma, no va a ser asimilada por la biología ni por la neurofisiología,

ni eliminada o reemplazada por aquéllas, como, según parece, querrían los esposos Paul

y Patricia Churchland (véase Leahey, 1998: 531).

Insistir en el reduccionismo de los Churchland es desconocer los logros teóricos

y aplicados del análisis experimental del comportamiento (AEC). El AEC confirmó la

tesis de Skinner (1975: 365) de que «la conducta es una materia aceptable por derecho

propio y que cabe estudiarla con métodos aceptables y sin la mirada puesta en la

explicación reductiva». Podríamos pues dejar de lado esa tesis catastrofista que sostiene

que, ante la «identidad cerebro-mente», la psicología debería de desaparecer. Como dice

Rorty (1995: 243), un «cambio filosófico interesante (…) se produce cuando aparece un

nuevo conjunto de problemas y los antiguos comienzan a esfumarse».

Finalmente, en cuanto a (3), la psicología comparte con las ciencias humanas los

métodos hermenéuticos. Una regla básica exige examinar la historia de los conceptos, lo

que se hace en la enseñanza. De manera que no habría «desafío» alguno que las ciencias

humanas le planteen a la psicología. Veamos los problemas epistemológicos.

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Paradigmas en psicología

I.4 Universales, inducción y demarcación:

Los dos grandes problemas epistemológicos, señalados en más de uno de sus

trabajos por Popper, son: el problema de la inducción, formulado desde 1739 por David

Hume, filósofo inglés (1711-1776), y el de la demarcación ciencia-seudociencia (acerca

de esto véase, por ejemplo, Popper, 1977, págs. 27-30, 33-38). Visto en perspectiva, el

primero evocaría al problema de los universales.

Este último es un legado de los filósofos medievales, que lo hicieron suyo luego

de leer a Platón y Aristóteles. Lisa y llanamente, «universal» se opone a «particular»

como «abstracto» a «concreto». Los medievales llamaban universales a los conceptos

generales, a los conceptos referidos a propiedades abstraídas de los individuos u objetos

particulares. El problema de los universales tenía dos planteamientos:

1. Un planteamiento ontológico: ¿existe en la realidad externa al entendimiento

humano aquello que designan los conceptos universales?; y

2. Un planteamiento psicológico: ¿cómo se forman los conceptos universales?

Tres tesis o posiciones respondieron a estas preguntas: realismo, nominalismo y

conceptualismo. El término «realismo» designa en filosofía dos tendencias distintas,

una metafísica y otra gnoseológica. La primera tesis responde al planteamiento

ontológico del problema de los universales. Para el realismo metafísico, los universales

existen de hecho, y las cosas son sus reflejos: saludar a alguien abrazándolo evidencia la

existencia efectiva de la sociabilidad. Para el realismo gnoseológico, las cosas que

percibimos por los sentidos existen independientemente del observador, y éste las

conoce tal como son. Por esto se le conoce como «realismo ingenuo». Al realismo

metafísico, de inspiración platónica, se le opuso el nominalismo.

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Manuel Campos Roldán

Para el nominalismo, los universales carecen de realidad pues sólo los individuos

aparecen ante la observación; es decir, sólo observamos cosas particulares o singulares.

Eso es lo único que hay. Conceptos generales como «ser humano», «Estado», «nación»,

«virtud», «belleza», «triángulo», «enfermedad», nada real designan; sólo son nombres.

De allí lo de «nominalismo».

La defensa del nominalismo la ejerció Guillermo de Ockham (1285-1349), cuyas

tesis seguirían el empirismo lógico, el pragmatismo, la filosofía analítica y la semántica.

A su turno, el conceptualismo responde al problema de cómo se forman los universales

en la mente y media entre realismo moderado y nominalismo. Para el conceptualismo,

los universales no tienen existencia real, sino existen como formas comunes concebidas.

Como tales, son ideas o conceptos en la mente. Son más que meros nombres. Veamos el

planteamiento ontológico del problema proyectado a la psicología.

I.4.1 Repercusión del problema de los universales en psicología:

Los universales fueron considerados independientemente de las representaciones

lingüísticas respectivas, como se hace con los conceptos en la actualidad. Actualmente,

y especialmente en epistemología, no se emplea el término «universales»; antes bien, se

usa «objetos conceptuales», incluyéndose en esa designación los conceptos propiamente

dichos, enunciados, conjuntos, teorías, etc.

Para Popper (1961: 43), como «la mayoría de los problemas metafísicos», el de

los universales «puede ser refundido para convertirse en un problema de método

científico». Sea el enunciado: «Juan tiene personalidad dependiente». En él, «Juan» es

un sujeto particular y personalidad es un universal. ¿Qué corresponde en la observación

del comportamiento al universal «personalidad»?: ¿Existe la personalidad?

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Paradigmas en psicología

De un lado, en psicometría, las observaciones corresponden a casos individuales

de conducta. Y, de otro, los conceptos y teorías psicológicas pretenden ser universales.

¿Cuál es el fundamento empírico? Si no lo hay, se justifican las dudas que, entre propios

y extraños, se expresan cuando se pone en tela de juicio la cientificidad de la psicología.

Es decir, la distancia entre individual y universal pondría en cuestión la relación

entre la teoría psicológica y los segmentos de conducta que aquélla presumiblemente

describe. Aquí entraría en escena el problema de la inducción. Pero antes de examinarlo

veamos un esbozo de la estructura formal actual de los conceptos científicos.

I.4.1.1Teoría y estructura formal del lenguaje científico:

Entendida la mente como subconjunto funcional del cerebro, la discusión acerca

de la autonomía de la psicología respecto de las ciencias naturales y de la biotecnología

médico-psiquiátrica, deviene en «problema antiguo» y ya debió «esfumarse»: la mente

sólo existe convencionalmente. Los psicólogos se refieren a ella y «miden» sus atributos

como si existiesen. No discernir esto es no poder distinguir la dimensión pragmática o

social del lenguaje. Me detendré un instante en este punto.

Antes de hablar sobre la estructura de los conceptos científicos no estaría de más

decir algo acerca de los conceptos. De acuerdo con el Diccionario, concepto es una idea

que el entendimiento construye. Es una idea que el intelecto concibe, como lo sugiere el

propio término. Por su parte, la idea sería una representación mental que, por definición,

sustituye a la realidad a la cual estaría referida. Finalmente, y esto es lo más importante,

los conceptos se expresan a través de términos, con otras palabras, mediante expresiones

que nombran o describen cosas u objetos. En lo sucesivo, en consecuencia, la expresión

«concepto» referirá a «término».

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Manuel Campos Roldán

Un análisis lingüístico de la ciencia se aborda por dos razones nada desdeñables.

Primero, ella es una realización social. Supone transferencia o comunicación de saber, y

esto es posible sólo mediante signos, palabras habladas o escritas. Por tanto, las palabras

no son algo accesorio, sino un recurso esencial de la ciencia. En efecto, ¿cómo se podría

acceder al conocimiento sin leer textos especializados o informes de investigación?

En segundo lugar, las palabras son «materiales», son hechos de conducta verbal.

Si los conceptos se formulan con precisión, vale decir, con términos «operacionales», el

trabajo científico deviene replicable, pues los procedimientos respectivos se pondrían en

práctica solamente mediante el seguimiento de las instrucciones impartidas.

La transferencia o comunicación del conocimiento científico se realiza a través

de signos orales o escritos, los cuales constituyen las unidades del lenguaje. Los signos

lingüísticos tienen tres dimensiones, una sintáctica, una semántica y una pragmática. La

dimensión sintáctica es el nivel de las relaciones que las palabras mantienen entre sí. La

dimensión semántica corresponde al nivel de las relaciones entre las palabras y las cosas

u objetos que ellas significan, al nivel del significado. En fin, la dimensión pragmática

es el nivel de relaciones entre las palabras y los usos sociales de ellas.

Estos dos últimos niveles, el semántico y el pragmático, están interconectados.

En palabras del austriaco-británico Ludwig Wittgenstein (1889-1951): «El significado

de una palabra es su uso en el lenguaje» (Wittgenstein, 1988: 61). Según una teoría del

lenguaje de la ciencia, éste se dividiría en lenguaje observacional y lenguaje teórico.

Por definición, el lenguaje observacional se compone de conceptos que designan

eventos o propiedades y relaciones «observables»; se usa con meros fines descriptivos.

A su vez, el lenguaje teórico consistirá en conceptos referidos a eventos o características

«inobservables» de los eventos; serían usados con fines explicativos. La clasificación es

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Paradigmas en psicología

circular (lo reconozco: un término es teórico sólo por pertenecer a una teoría científica),

pero es una distinción epistemológica funcional para los fines del siguiente análisis.

Existencia designa al hecho de existir, y existir designa al hecho de que una cosa

está en un lugar. El concepto de «cerebro» pertenece al lenguaje observacional: todos lo

podemos ver dentro del cráneo. El concepto de «pensamiento», no: al mirar la superficie

y el interior del cerebro no se ve lo que la persona piensa. Éste es un concepto teórico.

Ahora sí vamos a los conceptos en tanto objetos.

Especificar cómo existen los «objetos conceptuales» es decisivo para determinar

cómo existe lo mental. Si sólo se dice: «no existe la mente», sino el «cerebro», no tiene

sentido hablar de la psicología, como pretenden ciertos «materialistas eliminativistas».

Propondré otra teoría del lenguaje de la ciencia: el materialismo conceptualista y

ficcionalista. Según ella, los conceptos son objetos, cosas. Así, son neutrales respecto de

su significación o referencia; son separables de su codificación lógico-lingüística.

La teoría tiene cuatro tesis: a) una tesis materialista; b) dos tesis conceptualistas;

y c) una tesis ficcionista. La primera arguye que, para que exista conceptualmente un

objeto, debe ser pensable por una persona. Las tesis conceptualistas sostienen que los

conceptos no son códigos lógico-lingüísticos ni procesos cerebrales; sólo existen porque

pertenecen a contextos teóricos: personalidad e inteligencia existen en psicología, pero

no en neurobiología. La «inteligencia» es un atributo del comportamiento en la solución

de problemas o en el desenvolvimiento social. ¿Tiene sentido atribuirla a las neuronas?

Consecuentemente, para la tesis ficcionista, la existencia de los conceptos no es

abstracta, material o subjetiva. La existencia de los conceptos es convencional. Esto es,

tanto en el lenguaje cotidiano como en el lenguaje científico, se habla como si existieran

o como si ocurrieran los procesos señalados por conceptos (Bunge, 1980: 50-51).

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Manuel Campos Roldán

Como concepto, lo mental es abstraído de la observación del comportamiento. A

éste la teoría lo describe y lo explica en segmentos tales como aprendizaje, cognición,

motivación, personalidad, actitudes, etc. Éstos son los factores que se integran en los

procesos que estudia la psicología: los procesos de organización y desorganización del

comportamiento humano. La estructura general de los conceptos científicos los organiza

en tres categorías:

Conceptos cualitativos o clasificatorios;

Conceptos comparativos; y

Conceptos métricos o cuantitativos.

Los primeros designan clases como ansioso, depresivo, introvertido, extrovertido

u otras propiedades conductuales. Ésa es su única misión informativa: agrupar rasgos en

clases. Debo decir, además, que nada tienen que ver con la investigación cualitativa. En

fin de cuentas, la investigación fáctica no pretende estudiar conceptos, sino hechos. En

tal sentido, los conceptos cualitativos sirven a propósitos exclusivamente descriptivos.

Si se busca explicar una conducta, el concepto clasificatorio resulta insuficiente,

pues redunda en tautológico: decir que alguien no entabló relación social alguna en una

fiesta debido a su carácter «introvertido», es buscar «explicar» esa conducta mediante la

definición del rasgo. «Introvertido» es término cualitativo (léase de clase) que agrupa

personalidades caracterizadas por la tendencia a interiorizar los sentimientos. El término

nos dice cómo es una persona.

Explicar un hecho, en cambio, es decir por qué ocurre. Es señalar las causas por

las cuales ocurre u ocurrió. La explicación opera mediante proposiciones o enunciados

condicionales de la forma: «x → y», donde x es la variable independiente, un estímulo

externo al sujeto cuya conducta se estudia, e y es la variable dependiente, una medida de

16

Page 17: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

la conducta de dicho sujeto. Por ello, la explicación permite saber que si las condiciones

en que ocurrió dicho acontecimiento se reiteran, éste volverá a darse. En pocas palabras,

la explicación científica sirve a la predicción y, consecuentemente, a la prevención. Ello

da a la explicación más jerarquía respecto de la descripción. Veamos el siguiente grupo.

Los conceptos comparativos, por definición, establecen comparaciones. En este

sentido, plantean distinciones de grado: una persona puede ser descrita como depresiva,

pero puede serlo más o menos que otra; un alumno tendría aptitud vocacional superior

para ingeniería antes que para economía; un postulante a un puesto en una organización

podría mostrar mayor capacidad para el trato con personas que otro; en un sector social

puede ser más baja la aprobación presidencial que en otro sector socioeconómico, etc.

Los conceptos comparativos constituyen el primer paso para la introducción ulterior de

conceptos métricos, también llamados conceptos cuantitativos o magnitudes.

Para determinar los conceptos métricos distinguiré entre medición y metrización.

Medición es el procedimiento en el que se formaliza el valor numérico de una magnitud,

de una dimensión o propiedad. Por su parte, el procedimiento de metrización consiste en

asociar conceptos con variables numéricas. Por tanto, no se debe confundir metrización

con medición: la metrización precede a la medición. Para medir debe haber un concepto

métrico que asigne a un segmento de conducta dado una cuantificación numérica. Esto

puede hacerse pues se dispone de conceptos métricos como inteligencia y personalidad.

La omisión de esta estructura conceptual, sin embargo, sería la responsable de

una confrontación entre ciertas metodologías cuantitativa y cualitativa. Revisemos esto.

I.4.1.2El falso dilema cuantitativo-cualitativo:

La investigación empírica estudia hechos. Éstos se representan mediante datos.

Un dato es un enunciado que informa y registra el resultado observado de una operación

17

Page 18: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

o la ocurrencia de un evento. No es algo «dado», sino construido en enunciados básicos

u observacionales. Los datos poseen «referencia objetiva», por cuanto las observaciones

de las que dan cuenta no se relacionan con la experiencia «personal» del investigador. A

fortiori, son enunciados cuya veracidad, en tanto reproducible, deviene intersubjetiva.

La observación puede ser directa o indirecta. Es observación directa si las cosas

o acontecimientos son inmediatamente perceptibles y acaecen ante la mirada y registro

del observador. Es observación indirecta en el caso del empleo de pruebas psicológicas

o de técnicas de neuroimagen. En ambos casos, los datos son interpretables. Hay dos

tipos de datos:

i. Datos cuantitativos; y

ii. Datos cualitativos.

Los datos cuantitativos presentan resultados en términos numéricos e inferencias

basadas sobre análisis estadístico. Estos datos se ordenan numéricamente, se distribuyen

en frecuencias y se calculan las medidas de tendencia central y dispersión. Aquí interesa

obviamente el cuánto de los datos obtenidos. Esto es, en torno a qué medida se reúnen

las puntuaciones y cuánto se esparcen o dispersan tales puntuaciones de aquel centro de

gravedad representado en los promedios. Brevemente, lo que interesa en investigación

cuantitativa es cuánto difieren las puntuaciones entre sí.

Todo esto tiene su propia justificación. No es un mero «ejercicio» matemático.

Para corroborar hipótesis empíricamente contrastables, debe evaluarse cuánto varían dos

o más hechos u ocurrencias. Si esto se soslaya, no será posible determinar técnicamente

las relaciones entre variables.

Los datos cualitativos, por su parte, son informes de entrevistas, estudios de caso

o de campo y de observaciones detalladas. La investigación que reúne datos cualitativos

18

Page 19: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

no se interesa en cuánto varían las distribuciones ni infiere causalmente de puntuaciones

estadísticamente evaluadas. Reúne información directa de la percepción y el significado

que personas de sectores socioeconómicos muestreados le atribuyen a las circunstancias

que atraviesan. Los datos cualitativos aportados fundamentalmente en una investigación

de campo indican cómo la observación altera el comportamiento observado. De allí que

el nombre «investigación cualitativa» se deba a que en ésta la aproximación y el análisis

de datos son de calidad diferente a la de la investigación cuantitativa.

La controversia en torno a la supremacía entre lo cuantitativo o lo cualitativo se

podría resumir en esta pregunta: ¿Sobre qué tipo de datos se deben basar las inferencias

en psicología? ¿Debe preferirse un tipo de datos a otro? Éstas son preguntas capitales.

Pero, más que respuestas a preguntas como ésas, hallamos una suerte de defensa

de la investigación cualitativa como disyuntiva ante la investigación basada sobre datos

cuantitativos. Se dice, por ejemplo, que el nombre incluye «aquellas perspectivas… que

emergen como alternativa al enfoque positivista (cuantitativo) dominante en el campo

de las ciencias sociales desde el siglo XIX» (Rodríguez Gómez et al., 1996: 24).

También en esta misma línea, González Rey (1999: 31) mantiene que:

Todavía la reflexión acerca de la naturaleza epistemológica de las contradicciones entre lo cualitativo y lo cuantitativo no está extendida entre los investigadores sociales, en parte por el carácter dominante de la epistemología positivista que está también detrás del uso de los métodos cualitativos.

El planteamiento de una epistemología cualitativa encuentra importantes antecedentes en el marxismo, la epistemología histórica francesa, la teoría de la complejidad y los trabajos de P. Feyerabend.

Para González R. (1999: 35), «muchos de los intentos cualitativos que han caracterizado

la investigación social… no han podido superar completamente… la epistemología

positivista que está en la base del desarrollo de las metodologías cuantitativas». Los

19

Page 20: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

extremos que González Rey sitúa entre las premisas de «una epistemología cualitativa»,

el «marxismo» y «los trabajos de P. Feyerabend», son sumamente interesantes. Veamos

por qué, pero empezando con el filósofo austriaco Paul Karl Feyerabend (1924-1994).

Feyerabend reivindica una «epistemología anarquista» que «resuelve» su «teoría

del error» (Feyerabend, 1984: 16). Veamos si funciona la epistemología de Feyerabend.

La ciencia aparece en la historia, para él, como una combinación de la aplicación

de las reglas del método científico y del error consecuente de la aplicación. Necesitamos

también, afirma, «una teoría del error que añadir a las reglas “ciertas e infalibles” que

definen la “aproximación a la verdad”» (Feyerabend, 1984: 12; las cursivas son de él).

Aquí está el núcleo de la epistemología anarquista de Feyerabend:

Una teoría del error habrá de contener… reglas basadas en la experiencia y la práctica, indicaciones útiles, sugerencias heurísticas mejor que leyes generales, y habrá de relacionar estas indicaciones y estas sugerencias con episodios históricos para que se vea en detalle cómo algunas de ellas han llevado al éxito a algunas personas en algunas ocasiones. Desarrollará la imaginación del estudiante sin proveerle de prescripciones y procedimientos ya preparados e inalterables. Habrá de ser más una colección de historias que una teoría propiamente dicha, y deberá contener una buena cantidad de chismorreos sin propósito de los que cada cual pueda elegir aquello que cuadre con sus intenciones. Los buenos libros sobre el arte de reconocer y evitar el error tendrán mucho en común con los buenos libros sobre el arte de cantar, de boxear o de hacer el amor (Feyerabend, 1984: 13; la cursiva es de él).

Habrá que ver si una epistemología semejante sustenta el funcionamiento y la enseñanza

de los métodos cualitativos. Señalarle una base positivista a la investigación cuantitativa

es algo que sí tiene asidero. Pero el uso que Gonzáles Rey hace del término positivismo

es demostrablemente indeterminado, pues no considera que dentro de un nombre común

que abrevia a filosofía positiva, del francés Auguste Comte (1798-1857), están incluidas

tesis gnoseológicas afines, pero históricamente distantes y con concepciones distintas.

Con pocas palabras, «positivo» significa cierto, evidente. Califica un saber cuya

certidumbre reside en su soporte observacional. Pero la demanda de la observación para

20

Page 21: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

fundamentar el conocimiento no se formuló recién en el siglo XIX. Para no volver hasta

Aristóteles, esto es, hasta el siglo IV a. de C., fue explícita en los empiristas ingleses, en

los siglos XVII y XVIII, con John Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776).

El positivismo es entendible como una actitud normativa respecto de lo que debe

considerarse como conocimiento científico (Kolakowski, 1981: 15). Como tal, para que

se hable de ciencia se deben cumplir cuatro normas: a) fenomenalismo; b) nominalismo;

c) negación de valor informativo a juicios de valor y a enunciados prescriptivos; y d)

confianza en la unidad fundamental del método de la ciencia. La primera norma podría

haber estado en Comte, pero ni remotamente las tres restantes. Éstas definen más bien al

neopositivismo o positivismo lógico, o también empirismo lógico (Smith, 1994: 40).

El fenomenalismo es la regla cardinal, según la cual es prescindible la diferencia

entre «esencia» o «contenido» y fenómeno, lo que aparece en la observación. De manera

que, para ser estimada como científica, una afirmación debe basarse sobre la experiencia

sensorial. En otras palabras, debe remitir a lo observable. La observación nos dice cómo

son las cosas: solamente afirma (de allí que se hable de «lo positivo»).

El nominalismo cae por el propio peso del fenomenalismo. Ya se le examinó. La

tercera regla dice lisa y llanamente que no es lícito pasar del es al debe ser. Finalmente,

la cuarta regla fue reseñada líneas arriba: la física y sus métodos serían las bases a las

que se reducirían las demás ciencias. La posición del positivista lógico Rudolf Carnap

(1891-1970) a este respecto es inequívoca.

Para Carnap, ha habido dos enfoques en la evolución histórica de la psicología.

El primero fue el estudio de eventos introspectivos observables y eventos introspectivos

inobservables. Léase, respectivamente, eventos conscientes y eventos inconscientes. El

segundo enfoque sería el «conductismo molar».

21

Page 22: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

En palabras de Carnap (1986: 109-110):

Estos dos enfoques en psicología probablemente convergerán más adelante hacia teorías del sistema nervioso central formuladas en términos fisiológicos. En esta etapa fisiológica de la psicología, que ya ha comenzado, se dará un papel más y más importante a los conceptos cuantitativos y a las leyes que se refieren a microestados descritos en términos de células, moléculas, átomos, campos, etc. Y finalmente, la micropsicología podría basarse en la microfísica… Mi impresión personal… es que todo el desarrollo de la psicología… hasta la fundamentación final en microfísica parece hoy mucho más probable y mucho menos remota en el tiempo de lo que parecía incluso hace treinta años.

En lo que atañe a los «antecedentes» marxistas de la investigación cualitativa aludidos

por González Rey, parece oírse un «eco hegeliano-marxista» en las posturas de quienes

promueven esta metodología. Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) decía: «La

medida es el cuanto cualitativo como unidad inmediata, un cuanto al que está ligado un

ser determinado o una cualidad» (citado según Colomer, 1995: 338).

En ese sentido, la medida viene a ser una regla o una proporción que asienta una

relación concreta entre cuantitativo y cualitativo. La «ley de Hegel» (así la llamó Engels

[Colomer, Ibíd.]) es la ley de los «saltos cualitativos»: un mero cambio cuantitativo será

factible de traducirse en un cambio cualitativo. A partir de cierto punto, el cambio en las

relaciones de cantidad trae consigo cambios de medida y así cambios de cualidad. Marx

mismo suscribió «la corrección de la ley descubierta por Hegel en su Lógica, según la

cual cambios meramente cuantitativos se mutan en un determinado punto en diferencias

cualitativas» (citado según Engels, 1968: 116).

La distinción de la investigación científica en cuantitativa y cualitativa atendería

más a tesis epistemológicas o a ideologías estimadas como inspiradoras que al propósito

expresado en el planteamiento del problema, el tipo de muestreo y el tipo de variables

de estudio. A no ser que esa distinción vea en la investigación cualitativa una portadora

de información «cualitativamente superior».

22

Page 23: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Sin embargo, de acuerdo con las características de cualquier estudio, sólo habría

dos grandes grupos de investigación representados en los siguientes métodos:

1. Métodos experimentales; y

2. Métodos no-experimentales.

Las diversas modalidades de selección de sujetos de investigación, las también

diversas formas de combinación de variables independientes activas que pueden entrar

en un experimento (ver, por ejemplo, Kerlinger y Lee, 2002, caps. 20-21) y, por último,

las posibilidades del análisis estadístico (véase, por ejemplo, Catena et al., 2003) dan tal

potencia explicativa y predictiva a los métodos experimentales, que bien se podría decir

que la investigación cualitativa queda empequeñecida. O’Neil (1968) trata con sencillez

las características que distinguen mejor la naturaleza de los métodos no-experimentales,

de los que forma parte la investigación cualitativa.

En primer lugar, los métodos experimentales constituyen modelos de constancia

y de variación de un caso a otro (O’Neil, 1968: 31). Aquí, una variable independiente

activa está en poder del investigador; él la aplica a sólo un grupo de investigación (esto

es, el grupo experimental) con respecto a una variable dependiente y observará el efecto

sobre la medida de conducta que refiere a esta última variable. No hará lo mismo, sin

embargo, con un segundo grupo, llamado grupo control. Las operaciones entre

variables independientes activas y variables dependientes conforman el tratamiento

experimental.

Los métodos no-experimentales, por su parte, tienen como fin el establecimiento

de los hechos o datos representativos (O’Neil, 1968: 50). En tal sentido, serían aquellos

procedimientos destinados exclusivamente a mostrarnos en qué estado se encuentran las

condiciones que se pretende estudiar. Su finalidad sería, pues, propiamente informativa.

23

Page 24: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

De modo que, si se pretendiese llevar a cabo una investigación en profundidad, dicho de

otro modo, con propósitos comprehensivos o explicativos, previamente habrá que llevar

a cabo observaciones del statu quo.

Kerlinger y Lee (2002: 504) consideran a la investigación no-experimental como

aquella en la que «el científico no posee control directo de las variables independientes,

debido a que sus manifestaciones ya han ocurrido o a que son inherentemente no

manipulables». Esta definición es restrictiva, ya que al investigador puede no interesarle

tener «control» alguno sobre las variables independientes, sino exclusivamente observar

cómo se dan las condiciones que en su momento evaluaría como variables dependientes.

En fin de cuentas, dicha estipulación obedece al reconocimiento de aquellos diseños que

ellos mismos (Kerlinger y Lee, 2002: 422-426) estiman como «diseños inadecuados».

Los métodos no-experimentales comprenden esencialmente tres tipos de estudio:

1. Estudios de caso;

2. Estudios de encuesta; y

3. Estudios de campo.

La investigación cualitativa ha sido incluida dentro de los estudios de campo que

realizaran originariamente los antropólogos desde fines del siglo XIX (véase Kerlinger

y Lee, 2002: 531-536). Pionera de esta clase de trabajos es la estadounidense Margaret

Mead (1901-1978).

Grosso modo, los estudios de campo proceden acopiando datos vía observación

participante: el investigador convive con las personas del grupo convirtiéndose, en lo

posible que esto sea, en un miembro activo del grupo durante un lapso previsto. Pero el

estudio de campo puede plantearse con doble enfoque: el observador puede contemplar

24

Page 25: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

la cultura incorporándose a ésta, o adoptar una actitud objetiva o de observador externo.

Cualquier estudio de campo puede incorporar ambos puntos de vista.

Los procedimientos de la investigación cualitativa comprenden básicamente tres

técnicas (véase más en Rodríguez Gómez et al., 1996, cap. II):

1. Etnografía;

2. Etnometodología; y

3. Investigación-Acción.

Vistas así las cosas, podría decirse que la investigación cualitativa es un enfoque

alterno a la investigación cuantitativa. No todo aspecto del comportamiento social sería

susceptible de cuantificación, pero ello no quiere decir que haya una diferencia tal en la

realidad social, que, de un lado, haya «fenómenos cuantitativos» y, de otro, «fenómenos

cualitativos». La única diferencia entre estudios cuantitativos e investigación cualitativa

está en el lenguaje metodológico. Dado que las contraposiciones postuladas parecen ser

más ideológicas, estaríamos ante un seudo problema. Pasemos a la inducción.

I.4.2 El problema de la inducción:

La inducción, en lógica, es un procedimiento en el que a partir de la observación

de casos singulares se formulan conclusiones generales (la inducción lógica no debe ser

confundida con la inducción matemática, cuyo ámbito de probanza es el conjunto de los

números enteros positivos). La deducción lógica procede a contramano. En ella una

conclusión particular se desprende de una o varias premisas generales previas. Si las

premisas son verdaderas, la conclusión tiene que ser también verdadera.

Ahora bien, el supuesto implícito de la inducción lógica es que, si algo es verdad

en determinadas ocasiones, también lo es en situaciones similares aun si éstas no se han

observado. La probabilidad de éxito depende del número de casos observados. Uno de

25

Page 26: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

los procedimientos inductivos más usuales es la interpretación de encuestas de opinión,

donde las puntuaciones de las respuestas obtenidas de una pequeña parte de la población

total se proyectan a todo un país. (Aunque ahora se diga «un x% de los encuestados»).

Hume dejó formulada en 1739 una seria limitación a las generalizaciones cuando

sostuvo que no puede probarse que casos de los cuales no hemos tenido experiencia

sean semejantes a aquellos en que sí la tuvimos. Éste es el problema de la inducción. Es

una limitación lógica, de modo en nada quedarían afectadas las inferencias estadísticas.

Como es sabido, mientras que, para la estadística descriptiva, importan todos los

individuos de la población, para la estadística inferencial basta y sobran las muestras, es

decir subconjuntos formados sólo por algunos individuos seleccionados de la población.

A partir de la observación y la medición del comportamiento de esas muestras se infiere

conclusiones que se generalizan a la población: cómo se selecciona la muestra, cómo se

realiza la inferencia y qué grado de confianza se puede tener en aquélla son los aspectos

principales de la estadística inferencial. Su estudio y su ejecución aplican conocimientos

de matemática en general y, en especial, de la teoría de la probabilidad.

Entonces, se podría decir que el problema de la inducción no es estadístico, sino

lógico o de demostración. La demostración lógica es un argumento usado para probar la

verdad de una proposición: se comienza con una o más proposiciones, las premisas, y

luego se prueba, sobre la base de la sola aplicación de las reglas de la lógica, que, si las

premisas son verdaderas, la conclusión también debe serlo. Diferente el procedimiento,

¿no? No hay necesidad de control alguno de observaciones. Todo es, por así decir, sobre

el papel. Pero la cuestión no está para que la estadística cante victoria frente al problema

de la inducción. Aquí es donde nos enfrentamos al segundo problema.

26

Page 27: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

I.4.3 El problema de la demarcación:

Las teorías científicas son sistemas proposicionales, más exactamente, sistemas

hipotético-deductivos. Cuando tomamos un libro de psicología, por ejemplo, hallamos

definiciones, principios, leyes o generalizaciones y ejemplificaciones. Todo ello en un

lenguaje. En este sentido, las teorías se estructuran y organizan como redes lógicas. De

modo que, si el problema de la inducción es una barrera lógica, si las generalizaciones

tienen los límites demostrativos, argumentales, que plantea el problema de la inducción,

¿cuáles son los límites de validez de las teorías psicológicas como teorías fácticas?

Con esta pregunta he definido el problema de la demarcación: ¿cómo distinguir

entre ciencia y seudo ciencia?, ¿cómo deslindarlas? Así pasaríamos al tema del progreso

o desarrollo histórico de la ciencia. ¿Existe, efectivamente, el progreso científico? Más

concretamente, ¿se progresó en psicología? Esta pregunta puede trasuntar desconfianza,

pues no hay campo de conocimientos en el que se sepa menos que hace unos diez años.

La psicología y las ciencias vecinas abonan en favor de esta afirmación.

En fin de cuentas, respectivamente, los problemas de inducción y demarcación

definen los dos capítulos fundamentales de la epistemología:

1. La estructura de las teorías científicas; y

2. La dinámica histórica de las teorías científicas.

La siguiente sección trata una concepción de la historia de las teorías.

I.4.3.1La teoría de las revoluciones científicas de Kuhn:

Popper sugirió parsimonia en la estimación de sistemas de hipótesis o teorías. Él

sostiene explícitamente que «podemos exigir que cualquiera que defienda el carácter

científico-empírico de una teoría sea capaz de especificar bajo qué condiciones estaría

27

Page 28: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

dispuesto a considerarla falsada…» (Popper, 1985: 25). Esta posición es coherente con

sus tesis sobre la influencia que el aumento de los conocimientos tiene sobre el curso de

la historia y sobre la imposibilidad de predecir el crecimiento futuro de la ciencia, lo que

de paso haría impredecible a la misma historia (véase más en Popper, 1961: 11-12).

Ahora bien, en lo que concierne a la dinámica de las teorías, son conocidas estas

tres tesis del empirismo lógico:

1. La ciencia progresa o se desarrolla por acumulación de conocimientos:

2. La ciencia es un proceso lineal o continuo; y

3. La ciencia sigue un curso teleológicamente orientado a la ciencia unificada.

Una posición adversa a esta concepción lineal del progreso científico la hallamos

en el trabajo histórico de Thomas Kuhn.

Para Kuhn, la ciencia no progresa por acumulación de conocimientos, sino por

revoluciones al interior de comunidades científicas. A su vez, revoluciones científicas

son aquellos «... episodios de desarrollo no acumulativo en que un antiguo paradigma es

reemplazado, completamente o en parte, por otro nuevo e incompatible» (Kuhn, 1978:

149).

Existe ciencia normal y ciencia revolucionaria. La primera es «...investigación

basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que

alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como

fundamento para su práctica posterior» (Ibíd., pág. 33). Es decir, es la que tiene lugar en

el contexto de paradigmas, de «... realizaciones científicas universalmente reconocidas

que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y de soluciones a una

comunidad científica» (Kuhn, 1978: 13).

28

Page 29: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Con arreglo a esa definición, paradigma en psicología sería el método del reflejo

condicionado del fisiólogo ruso Iván Pavlov (1849-1936). Éste fue, primero, un modelo

de problema para el estudio experimental del aprendizaje y, luego, modelo de solución

representado en el desarrollo de las técnicas de «terapia conductual».

Por su parte, la ciencia revolucionaria resulta de la investigación extraordinaria.

Ésta se ocupa de resolver las anomalías o contraejemplos de los que se suele desprender

el científico normal. Kuhn afirma que los descubrimientos comienzan con la percepción

de anomalías. Éstas muestran que «...la naturaleza ha violado las expectativas inducidas

por el paradigma...» (Kuhn, 1978: 93): los contraejemplos soslayados por la ciencia

normal evidencian la insuficiencia de ésta y presionan por un cambio de paradigma.

Cuando las anomalías se incrementan irrumpe la crisis. En este tránsito acontece

la revolución científica. La tesis kuhniana al respecto tiene paralelos políticos notorios.

Kuhn aduce que tanto la revolución política como la revolución científica se dan bajo un

clima de insatisfacción ante la incapacidad de las instituciones vigentes para afrontar los

problemas planteados por el statu quo.

En su análisis, Kuhn concluye que ambas suponen además una condición previa:

un sentimiento de mal funcionamiento conducente a la crisis. Sentimiento que inspiran

el paradigma vigente y las instituciones que lo asumieron. La salida de las crisis recaerá

sólo en ciertas fracciones de las comunidades de investigadores (Kuhn, 1978: 149).

El cambio de paradigma implica la redefinición de la ciencia respectiva. Asuntos

que pertenecían al paradigma anterior se confinan a otra ciencia o pasan a ser estimados

como «no-científicos». Dificultades antes vistas como fútiles o imprevistas, en el nuevo

paradigma se truecan en arquetipos de realización científica.

29

Page 30: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Al cambiar los problemas se modificarán las normas que distinguen una solución

científica real de una mera especulación: «La tradición científica… que surge de una

revolución… es no sólo incompatible sino también a menudo realmente incomparable

con la que existía con anterioridad» (Kuhn, 1978: 166). A esta imposibilidad de

comparación entre el paradigma antiguo y el nuevo, Kuhn le dio el discutido nombre de

«inconmensurabilidad»: el paradigma desplazado y el paradigma reemplazante serían

inconmensurables en el sentido de que no habría un lenguaje común entre ellos.

¿Hubo en psicología esta clase de revoluciones, desplazamientos de paradigmas?

Señalé al reflejo condicionado como método y teoría que, de acuerdo con la definición

inicial de paradigma de Kuhn, sería modelo de problema y de solución. Pero la vigencia

del «condicionamiento pavloviano» estuvo limitada, en la acepción territorial de esta

palabra, a un enfoque de la psicología, al conductismo. La eclosión y desarrollo de éste

no acarrearon desplazamiento paradigmático en ningún momento. La convergencia de

«modelos» como el psicoanálisis, la fenomenología, por nombrar algunos, justifica esta

aserción.

Rorty (1995: 61) tendría razón cuando dice que «nadie puede triunfar empleando

argumentos que utilicen inequívocamente términos compartidos con la sabiduría

tradicional». De modo que haría falta otra percepción de los problemas (y ¿soluciones?)

en ciencias sociales. Ésta es ocasión para analizar la composición de las «comunidades»

científicas y profesionales que conforman en especial a la psicología.

Dicho análisis supondría llevar a cabo la revisión conceptual de usos tales como

escuela, enfoque, etc.

30

Page 31: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

II. El concepto de paradigma: Revisión y propuesta de

definición

¿Qué diferencias hay, si las hay, entre enfoque y paradigma? Para escudriñarlas veamos

una distinción, antes que semántica, pragmática.

II.1 Enfoque, escuela y movimiento:

Un enfoque sería la orientación de la atención teórica hacia un aspecto estimado

como causalmente decisivo para explicación de los procesos estudiados. El consenso en

torno a la psicología como ciencia de la conducta no supone adhesión al conductismo,

pues el comportamiento puede estudiarse desde diversos ángulos. En síntesis, su estudio

convoca «enfoques» alternos. En psicología habría hasta cinco:

1. El enfoque psicobiológico:

2. El enfoque psicoanalítico;

3. El enfoque conductual;

4. El enfoque cognitivista; y

5. El enfoque fenomenológico.

Una escuela sería una subdivisión en una comunidad profesional. Ella defiende

una teoría como si ésta fuera una «doctrina», por lo que asume la misión de enseñarla y

difundirla. El hecho de que la teoría se asuma de ese modo se debe a las características

que definen una doctrina: cuerpo de ideas enseñables y transmisibles (esta palabra viene

del latín docere, enseñar). Los miembros de la escuela aceptan la teoría de aquel que la

desarrolló, el fundador de la escuela. Tenemos así las escuelas de Piaget, la de Skinner,

de Freud, etc.

31

Page 32: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Mientras «enfoque» tiene connotaciones de índole cognitiva, de aproximación

teórica (o approach), «escuela» las tiene de grupo cohesionado en torno a personas.

Esto colocaría a las escuelas más allá del ámbito de la ciencia, que es básicamente modo

de producción de conocimientos, conocimientos cuya replicabilidad y objetividad le dan

más bien un carácter impersonal.

Por último, movimiento es una tendencia que compartirían grupos profesionales

o políticos, afines o no, para promover valores supuestamente olvidados. Esta naturaleza

de tendencia o corriente es reconocida como «ismo». Los valores que buscan cristalizar

pueden ser teóricos o ético-políticos. El conductismo y el psicoanálisis eran presentados

como movimientos que, respectivamente, defendían el valor heurístico del estudio de la

conducta o del inconsciente. A su turno, la psicología humanista sostuvo la recuperación

de valores éticos. Para este movimiento, el valor de la persona estriba en que es el único

ser que es un fin en sí mismo. Los movimientos trascienden aún más que las escuelas. A

diferencia de éstas, y aunque no compartan una concepción uniforme, los movimientos

posibilitan desarrollos teóricos al impulsar e incluso redireccionar la investigación.

Ahora bien, ¿pueden tornarse un enfoque o escuela en paradigma? Para contestar

esta pregunta convendría esbozar cómo se introdujo este concepto en la epistemología.

Se trata de un concepto polémico, pero factible de rastrear en su trayectoria. Esto es lo

que intentaré a continuación.

II.2 Paradigma: Una primera aproximación

Ya vimos que el término apareció de una manera explícita en la discusión sobre

el desarrollo histórico de las teorías científicas. Pero este concepto tiene antecedentes

más remotos. En Platón (427-347 a. C.), por ejemplo, paradigma (παράδιγμα) es imagen

o modelo representativo de las «Ideas», modelo que debe mirarse si se desea hacer algo.

32

Page 33: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

El alemán Albrecht von Bollstädt, más conocido en historia de la filosofía como

Alberto Magno (1193-1280), observó que paradigma venía de dos voces griegas: παρά,

«al lado de», y διγμα, «lo que enseña» (Fernández, 1979: 159). En síntesis, equivaldría a

«lo que enseña por medio de lo que está al lado». Él preservaba así la noción platónica.

Luego de este esbozo, ¿qué vincula al paradigma con enfoques y comunidades?

Se trata de mostrar que los enfoques en psicología suponen la asunción de respuestas a

problemas definidos. Se trata, así, de mostrar que todos los miembros de una comunidad

profesional o una subdivisión de ésta comparten las respuestas a esos problemas.

Sobre este último punto tendré que volver más adelante. Primero es conveniente

definir qué es una comunidad profesional, pues los psicólogos la conformarían. Esto es,

conformarían un subsistema social.

En castellano usamos como sinónimas las expresiones de comunidad y sociedad.

La primera se emplea aun como equivalente a colectividad u organización. No estaría de

más ver la etimología del vocablo. Communis o comunnio, respectivamente, en latín, es

lo que es de varias personas o participación en lo común. En alemán hay dos voces con

distintas connotaciones, Gemeinschaft y Gesellschaft, «comunidad» y «sociedad» o

«asociación» (ver, por ejemplo, Tönnies, 1979).

En español, estaríamos apegados a la tradición latina. Aquí, comunidad es una

agrupación social cuyos integrantes comparten una tradición teórica, metodológica y

técnica (e incluso de «experiencias», como sí ocurre con las comunidades terapéuticas).

Volviendo a la pregunta anterior: ¿cuándo un enfoque o escuela se vuelven paradigmas?

Responderé la pregunta buscando consensuar un concepto de paradigma. Es presumible

que no quepa otro destino para un término como ése.

33

Page 34: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

II.3 Paradigma. Una propuesta conceptual:

En la psicología contemporánea, en especial en nuestro medio, convergen

enfoques sobre la concepción e instrumentación del trabajo profesional. Pese a ello, en

la opinión pública, no habría dudas respecto de qué estudia el psicólogo. Habría, pues,

consenso en este aspecto.

Dicha coincidencia, a fin de cuentas, fue producto final de la original belicosidad

conductista (vía Watson). Ella se patentiza en la definición, hoy corriente, de psicología

como ciencia de la conducta. Pero la aceptación vigente de la psicología como ciencia

de la conducta no sería un logro «conductista», pues es verosímil que sea una definición

de taquigrafía conceptual. En todo caso, las explicaciones y estrategias metodológicas y

técnicas distan de ser comunes.

Es decir, aceptado que el psicólogo estudia la conducta, pero lo teorizado sobre

ésta y lo que se ponga en práctica para mejorarla no tiene por qué ser forzosamente al

«estilo» conductista. Uso adrede la palabra estilo pues alude a un patrón de pensamiento

y proceder científicos.

Como conocimiento fáctico, la psicología posee niveles descriptivos, o de

generalización empírica, y teóricos, en los que se construyen sistemas conceptuales

interpretativos del primero de los mencionados. El nivel empírico concierne a «hechos

de conducta» como punto de partida común.

Sin embargo, los sistemas teóricos actuales manejan categorías diferentes, pues

el conocimiento científico, a despecho de lo sugerido por la gnoseología empirista,

opera sobre preconcepciones o esquemas en torno a un campo de estudio determinado.

A partir de ello se conciben e implementan formas de tratamiento del objeto de estudio

34

Page 35: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

presupuesto o propuesto. Así se conformarían los aludidos patrones de pensamiento

científico. Por esto propondré una definición pragmática de «paradigma».

En tal sentido, propongo definir como paradigma psicológico a toda subdivisión

de la comunidad profesional de los psicólogos que comparta tres características:

1. Un enfoque teórico u ontológico sobre los determinantes del comportamiento

como tema de estudio psicológico;

2. Un conjunto de procedimientos afines derivados del enfoque ontológico para

dar cuenta de problemas teóricos e hipótesis empíricas; y

3. Un conjunto de aplicaciones técnicas acordes con (2) para abordar

soluciones a problemas prácticos que se presentan en el ámbito de estudio

concebido.

Estas tres características determinarán un paradigma según el sentido prístino de

παράδιγμα (paradigma, «modelo que debe mirarse al momento de de hacer algo», o «lo

que enseña por medio de lo que está al lado»), pues, sobre la base de principios teóricos

uniformes y rectores, se estructuran una metodología y sus aplicaciones técnicas. En un

paradigma psicológico se integrarían tres perspectivas:

1. Una perspectiva metafísica respecto de la relación cerebro-mente-conducta;

2. Una perspectiva metodológica derivada que teoriza sobre los procedimientos

aptos para estudiar la conducta o lo mental; y

3. Una perspectiva praxeológica o teoría de la acción planeada sobre la base de

(1) y (2) para la solución de problemas prácticos.

En síntesis, un paradigma psicológico vendría a ser un sistema socio-epistémico

cuyos miembros procederían siguiendo un esquema. Para darle forma final al concepto

35

Page 36: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

de paradigma, traeré a colación una definición afinada por David Rumelhart (citado por

Leahey y Harris, 1998: 218). El concepto de esquema designa:

1. Una obra escrita, con personajes, acciones, ambientes, etc.

2. Una teoría que guía interpretaciones y fundamenta predicciones que se han

de contrastar empíricamente para validarlas o revocarlas;

3. Un sistema operativo similar a programas de computadora y organizador de

actividades estructuralmente relacionadas entre sí y con otros entes; o

4. Un analizador sintáctico que analiza, organiza e interpreta datos de entrada.

La comunidad profesional representativa del paradigma operaría en los términos

de un esquema: las interpretaciones, predicciones e intervenciones respecto de los datos

de entrada son guiadas por principios teórico-metodológicos que las vertebran.

La diversidad de paradigmas psicológicos se debería a la diversidad de enfoques

relativos a los mecanismos responsables del comportamiento. Además de compartir una

ontología, los paradigmas comparten metodologías. Precisemos conceptos. Metodología

es teoría del método. Como tal, justifica los criterios de elección de un procedimiento de

investigación. Método es un conjunto de reglas generales de procedimiento que indican

qué y cómo hacer para resolver problemas. Son generales porque sirven al tratamiento

de un «universo» de problemas. Si se aplican a casos específicos, el método deviene en

técnica. En la siguiente sección veremos los paradigmas.

III. Modelos teóricos, metodológicos y técnicos en psicología

como paradigmas

La propuesta conceptual presentada consolida la revisión respectiva realizada por Kuhn

hacia 1974. Él estipuló que una comunidad científica está formada por los profesionales

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Page 37: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

que pertenecen a un área particular de investigación e intervención. Estos profesionales

son copartícipes en la formación académica, intelectual y en entrenamiento profesional.

Difunden los resultados de sus estudios en conferencias nacionales o internacionales.

También son solidarios en la formación de las generaciones siguientes en el aprendizaje

y práctica de la carrera (Kuhn, 1996: 319).

Pero, en especial, los profesionales de la comunidad científica compartirían algo

más exacto que un «paradigma»: compartirían una matriz disciplinaria. En tanto matriz,

consta de elementos ordenados a especificar. Es «disciplinaria» por la posesión común

de la tradición de conocimientos y acción. Un sentido de matriz es «entidad generadora»

(creo que es ostensible su parentesco con mater, madre).

En psicología, sólo cuatro modelos de investigación y de intervención satisfarían

los criterios estipulados hacia el final de la última sección:

1. El paradigma psicobiológico;

2. El paradigma psicoanalítico;

3. El paradigma conductual; y

4. El paradigma fenomenológico.

En exposiciones como ésta se me ha preguntado por qué la relación excluye tres

aproximaciones: el cognitivismo, el constructivismo y la programación neurolingüística.

Veamos brevemente el porqué de esas exclusiones.

En cuanto ismos, el «cognitivismo» y el «constructivismo» denotan movimiento

o actitud en favor de ciertos temas o problemas teóricos en psicología. El cognitivismo

sería así entendible como la actitud, tendencia o movimiento que defiende la cognición

como problema central de la teoría e investigación psicológica. Esto se ve expresamente

en el primer libro que aparece con el nombre de Cognitive Psychology de 1967 (Neisser,

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Page 38: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

1976: 14). En otras palabras, el cognitivismo es sólo un enfoque teórico y una propuesta

metodológica de la psicología. Como dijera líneas arriba, los «ismos», por su naturaleza

de movimiento, impulsan investigaciones y promueven desarrollo teórico. La psicología

cognitiva sería un área de la psicología académica resultante del enfoque cognitivista.

Lo propio ocurre con el «conductismo», a partir del cual prosperaron las «teorías

del aprendizaje». La exclusión del cognitivismo de los paradigmas obedece a que carece

de aplicaciones técnicas: hasta 1976, cuando las técnicas conductuales ya tenían más de

una década de exitosa introducción, los psicólogos cognitivistas lo admitían. Hacia fines

de los ’70, Neisser decía que el enfoque «todavía no se ha comprometido abiertamente

con una concepción de la naturaleza humana susceptible de aplicación más allá de los

límites del laboratorio», y aun «dentro del laboratorio, sus supuestos básicos no van más

allá del modelo de computador al cual le debe su existencia» (Neisser, 1981: 27-28).

Igualmente, Pribram y Gill (1977:11) escribían que «está claro que la psicología

cognitiva tradicional ha fracasado hasta ahora en la empresa de formular alguna teoría

clínicamente adecuada» (la cursiva es de ellos). Con el constructivismo el asunto es algo

más complicado.

Podemos encontrar el término «constructivismo» en arte, filosofía, filosofía de la

matemática y psicología. En esta última, Feixas y Villegas (1993: 19) lo presentan como

una tesis que «propone que es el sujeto (observador) quien activamente construye el

conocimiento del mundo exterior, y que la realidad puede ser interpretada en distintas

formas». Cualquier definición que intente darse será ineluctablemente circular.

Jean Piaget (1896-1980) y Liev Semionovich Vygotsky (1896-1934), psicólogos

y lingüistas suizo y ruso, respectivamente, representan al constructivismo endógeno y al

dialéctico. También pertenecen al constructivismo psicológico la teoría del aprendizaje

38

Page 39: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

significativo de David Ausubel (1918- ) y la teoría de los constructos personales de

George Kelly (1905-1967). En suma, el constructivismo es una concepción entrecruzada

en lo teórico, al extremo de que se ha asociado a él incluso al enfoque sistémico (Feixas

y Villegas, 1993: 108-120), enfoque que bien merecería un análisis aparte. La ausencia

de uniformidad metodológica y técnica excluye al constructivismo de los paradigmas.

Y, para terminar, la programación neurolingüística (PNL) es «arte y ciencia de la

excelencia personal» (Alder y Heather, 2000: 31). Es ciencia porque «intenta, en la

medida de lo posible, dar una estructura a la experiencia, y porque ha desarrollado unos

principios y unos modelos sólidos y un “lenguaje”» y «aplica todo el rigor científico

que se puede aplicar dentro de los límites de un campo de estudio muy subjetivo»

(Ibíd.). Se da el caso, con todo, de que la PNL es únicamente un conjunto de técnicas

desprovisto de teorías que den «estructura a la experiencia». No recurre a la

neurociencia cognitiva.

Por todo ello, dedicaré el ensayo al análisis de los paradigmas de acuerdo con las

características que he determinado. Empezaré con el paradigma psicobiológico.

III.1 El paradigma psicobiológico:

Describiré este paradigma partiendo de los aspectos de la comunidad profesional

para pasar a la ontología y metodología. Finalmente, revisaré las aplicaciones técnicas.

Las divisiones académico-profesionales de este paradigma estarían representadas

por los especialistas en neurociencias. Esto es, por los neuropsicólogos y biopsicólogos.

En el paradigma psicobiológico, se interpreta la conducta como el resultado de

procesos que tienen lugar a nivel de los mecanismos y dinámica cerebrales. Dicho de un

modo sencillo, los principios que sustentan este paradigma son los de la neurofisiología,

39

Page 40: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

es decir, principios que regulan los procesos físicos y químicos que tienen lugar durante

la recepción y transmisión de información interneuronal.

A comienzos de la década de 1970, John C. Eccles, Premio Nobel de Fisiología

y Medicina 1963 (australiano, 1903-1997), escribía que el conocimiento del cerebro

alcanzado hasta ese entonces permitiría enunciar «cierto número de principios generales

en forma bastante dogmática» (Eccles, 1975: 100). Serían siete (Eccles, Ibíd.: 100-101):

1. Propagación de impulsos como principio de transmisión interneuronal;

2. Proyección de una neurona hacia otras como principio de divergencia;

3. Proyección de diversas neuronas hacia una como principio de convergencia;

4. Cambio de una fase eléctrica a una química y viceversa en la sinapsis;

5. El principio de descarga de fondo de las neuronas cerebrales.

6. El principio de inhibición, que asciende, afina señales y controla descargas

neuronales por circuitos de feedback y feedforward; y

7. El principio de la actividad neuronal como base de la función cerebral y de la

respectiva mensurabilidad con señales que, en el trabajo sináptico, estimulan

neuronas en tipos de organización complejos.

Por ende, la ontología incluida en el paradigma psicobiológico podría describirse

en dos rasgos: a) es monista psiconeural; y b) explica la conducta por causalidad

interna. El paradigma psicobiológico se funda sobre la neurociencia. El problema

central es el conocimiento del funcionamiento cerebral, desde los niveles neuronales

hasta el de la conducta misma. De acuerdo con el último principio, sus métodos de

investigación son de índole correlacional. Persiguen información basada sobre registros

de covariaciones entre estructura y dinámica cerebral y conducta.

40

Page 41: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

A su vez, las covariaciones se interpretan como indicadores de la determinación

neurobiológica del comportamiento. A este respecto, los métodos más conspicuos serían

los de visualización del cerebro humano in vivo: tomografía por emisión de positrones y

resonancia magnética funcional. Ambos nos brindan imágenes de la estructura y función

cerebrales durante actividades cognitivas. La segunda ofrece imágenes tridimensionales

de las áreas involucradas en estas actividades (ver más en Pinel, 2001: 123-127).

Las aplicaciones técnicas del paradigma psicobiológico están restringidas al área

clínica, a la neuropsiquiatría, cuyo eje es la psicofarmacoterapia. Pasemos al paradigma

psicoanalítico.

III.2 El paradigma psicoanalítico:

Quizá son legión los psicólogos abocados al psicoanálisis, pero los profesionales

que lo sienten suyo son los psiquiatras. La revisión del psicoanálisis como paradigma se

centrará en la teoría de Sigmund Freud (1856-1939).

Excluiré las escuelas o variantes del pensamiento y tratamiento psicoanalíticos.

No lo hago por ortodoxia, sino para atenerme a lo dicho por Freud mismo en su historia

del psicoanálisis.

En 1914, Freud escribió: «El psicoanálisis es… obra mía… Todavía hoy, no

siendo ya el único psicoanalista, me creo con derecho a sostener que nadie puede saber

mejor que yo lo que es el psicoanálisis… y qué es lo que puede acogerse bajo su

nombre o debe ser excluido de él» (Freud, 1972: 1895). Así, «las convicciones» sobre

las cuales se basa el psicoanálisis «rechazan las modificaciones de los sistemas de Adler

y de Jung» (Freud, Ibíd.: 1930).

Erich Fromm (1992: 17), a su vez, calificó como «superficial» y «rotundamente

equivocada» la contradicción supuesta entre ciertas escuelas neofreudianas culturalistas

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Page 42: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

y la orientación biológica del psicoanálisis freudiano. Sostiene que la confusión de su

posición respecto de las tesis freudianas se debe a dos cosas: una, a la «importancia que

doy a los factores sociales en la formación del carácter; y otra, a mi crítica a las teorías

de Freud de los instintos y de la libido» (Ibíd.). En síntesis, Fromm (1992: 25) testifica

que: «... no hay una orientación “cultural” frente a una orientación “biológica”, ésta

seguida por Freud y, aquélla, por la “escuela cultural” de Fromm. Aparte de que yo no

soy fundador de una escuela sino un psicoanalista que ha tratado de mejorar la teoría de

Freud mediante ciertas revisiones, la mía es una orientación sociobiológica...».

Dicho esto, veamos los aspectos ontológicos del psicoanálisis. En el problema

cerebro-mente el paradigma psicoanalítico muestra cierta ambigüedad. Freud no habría

tenido una posición definida a este respecto. Como es sabido, Freud postuló en un inicio

un mecanismo hipotético descriptivo de lo mental (Pribram y Gill, 1977: 12), propuesta

influida quizá por su formación neurológica original. Redactó un esquema en 1895. No

lo tituló, pero se refirió a él como su «Psicología para neurólogos». El cogollo freudiano

lo llama el Entwurf, el Proyecto. Se publicó en inglés en 1950 como Proyecto para una

psicología científica.

Pero Freud abandonaría esa tarea. Según Rof Carballo (1972: 21), «Freud, para

consagrarse a su obra, reprime, rechaza toda su larga labor… de neurólogo» (la cursiva

es de Rof Carballo).

En cualquier caso, la definición de Freud del Trieb, o impulso instintivo, permite

entrever una posición dualista. Ésa es una idea central en el psicoanálisis, por lo que no

está de más examinar la definición freudiana.

Hay un ensayo de Freud de 1915 publicado en inglés con este título: «Instincts

and their vicissitudes». En español aparecería como: «Metapsicología de los instintos, la

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Page 43: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

represión y el inconsciente». Como puede verse, en vez de Trieb, allí aparece «instinct»

o «instinto». En relación con esta traslación Rof Carballo ha advertido sobre las diversas

dificultades con los principales términos de la teoría psicoanalítica: «La palabra “Trieb”

que en inglés es traducida por “drive”, no tiene en castellano un correcto correlato. Es, a

la vez, impulso y tensión, empuje y “resorte instintivo”. Algo que se distiende y que

fuerza a esa distensión» (Rof Carballo, 1972: 96). Oigamos qué dice Freud del Trieb:

Y si ahora procedemos a considerar la vida mental desde un punto de vista biológico, el «instinto» nos parece ser un concepto de región limítrofe entre lo mental y lo físico, siendo a la vez el representante mental de los estímulos que proceden de dentro del organismo y llegan a la mente y, al propio tiempo, una medida de la demanda puesta a la energía de esta última como consecuencia de su conexión con el cuerpo (Freud, 1974b: 94).

Assoun (1982: 69) califica como agnóstica la actitud de Freud y dice que fue precedido

en ello por el fisiólogo francés Émile Du Bois-Reymond (1818-1896). Éste es conocido,

entre otras cosas, por su agnosticismo. El término se usa, sin duda, en sentido extensivo

o metafórico, pues, en rigor, designa a la doctrina que afirma que la existencia de Dios y

otros seres espirituales no es ni segura ni imposible. Es decir, agnóstico es el que asume

como inaccesible al entendimiento el conocimiento de lo divino y de lo que trasciende a

la experiencia. El término procede de una voz griega que significa «no conocido».

Ahora bien, para Du Bois-Reymond, nunca sería dable acceder al conocimiento

de cómo la función cerebral produce lo mental (su lema era: ignoramus et ignorabimus,

«ignoramos e ignoraremos»). Pero si se observa la definición de Trieb dada por Freud,

se concluirá que la calificación de agnosticismo es inexacta.

La explicación psicoanalítica del comportamiento humano seguiría el modelo de

causalidad interna. Freud mismo llamó a su teoría con el nombre de «metapsicología».

Él expuso diversas fases que comprenden, entre otros, tres ángulos explicativos:

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Page 44: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

1. Un punto de vista topográfico, según el cual la conducta es expresión de un

aparato psíquico integrado por una «proyección mental» de la superficie del

cuerpo que es el yo (Freud, 1974: 2709, nº 1634); por la profundidad de éste,

el Ello, ignoto e inconsciente (Freud, Ibíd.: 2707); y por el «ideal» del yo, el

super-yo (Freud, Ibíd.: 2710);

2. Un punto de vista dinámico, representado en la tesis de que la conducta está

funcionalmente determinada por impulsos básicos como el impulso de vida

(Eros) y el impulso de destrucción o muerte (Freud, 1974: 2716-2721); y

3. Un punto de vista económico según el cual toda conducta consume energía y

es regulada por ésta mediante unidades de energía psicológica: las catexias

Rapaport, 1967: 60-64).

Según dice: «La articulación de lo inconsciente se halla enlazada con la tentativa

de representarnos el aparato anímico compuesto por una serie de instancias... de cuya

relación entre sí hablamos desde un punto de vista espacial, independiente en absoluto

de la anatomía real del cerebro. Es éste el punto de vista que calificamos de tópico»

(Freud, 1974a: 2775-2776; la cursiva es de él). Es obvio aquí el dualismo psiconeural.

Dos principios fundamentales explican la conducta humana en el psicoanálisis:

1. El principio de placer, principio de tradición hedonística que afirma que el

comportamiento está orientado a la búsqueda de satisfacción y por ende a la

eliminación o atenuación de las condiciones productoras de displacer; y

2. El principio de realidad, que plantea que, luego de obtenida la satisfacción,

sobreviene el ajuste del comportamiento a las condiciones del entorno.

El proceso de satisfacción es un proceso primario, mientras que el de ajuste es el

proceso secundario. Ahora bien, ¿cuál es la metodología psicoanalítica?

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Page 45: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Esta pregunta la puede responder el propio Freud. Para él, psicoanálisis designa

tres cosas: a) un método para investigar procesos psicológicos difícilmente accesibles de

otro modo distinto; b) una técnica terapéutica de alteraciones neuróticas basada sobre

los efectos del estudio realizado según ese método; y c) un conjunto de conocimientos

psicológicos consecuentemente adquiridos que gradualmente constituirán «una nueva

disciplina científica» (Freud, 1953: 183).

Freud se refiere a la índole inconsciente de los procesos psicológicos. Y también

a la relación de consecuencia entre método de estudio y técnica terapéutica. Finalmente,

define al psicoanálisis como un conocimiento obtenido a partir del método y la técnica.

Esto insinúa una metodología inductivista del conocimiento científico. Veamos por qué.

Para una perspectiva inductivista del conocimiento científico, éste se obtiene con

base sobre la observación. De ésta se infieren las generalizaciones. Inductivismo supone

verificacionismo. Éste consiste en la tendencia a preferir la búsqueda de confirmaciones

de las hipótesis formuladas, antes que la evaluación crítica de ellas.

Precisamente, Freud manifestó tendencias verificacionistas. Es muy conocida su

actitud ante las críticas al psicoanálisis, las mismas que él estimó como «resistencias».

Luego de evaluarlas, concluyó que todas eran de procedencia emotiva. Mejor dejémosle

la palabra (Freud, 1955: 108):

Las fuertes resistencias contra el psicoanálisis no eran, pues, de índole intelectual, sino que procedían de fuentes afectivas: esto permitía explicar su apasionamiento y su falta de lógica. La situación se adaptaba a una fórmula muy simple: los hombres, en tanto que masa humana, se conducían frente al psicoanálisis exactamente igual que un individuo neurótico sometido a tratamiento por sus trastornos, pero al cual se podía demostrar pacientemente que todo había sucedido como el psicoanálisis lo afirmaba. Por otra parte, tales hechos no fueron inventados por esta ciencia, sino hallados en el estudio de otros neuróticos, mediante esfuerzos prolongados durante varios decenios.

Semejante situación tenía, al mismo tiempo, algo terrible y algo grato: terrible, porque no era ninguna minucia tomar a la especie humana como paciente; grato, porque a fin de cuentas todo venía a suceder como, de acuerdo con las hipótesis del psicoanálisis, debía ocurrir.

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Page 46: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

El fragmento es muy elocuente. Además, podría señalarse la apelación a la autoridad, lo

que es deducible de este juicio: «… el análisis no se presta a usos polémicos. Presupone

una aquiescencia total del analizado y la existencia de un superior y un subordinado»

(Freud, 1972:1920). Pero esto apunta al modus operandi de la técnica psicoanalítica, ya

que, de su teoría, Freud decía que: «Tolera tan bien como la física o la química que sus

conceptos superiores sean oscuros y sus hipótesis provisionales, y espera de una futura

labor una más precisa determinación de los mismos» (Freud, 1953: 201).

Sin embargo, las suyas no fueron hipótesis tan «provisionales» que se diga. Él

mismo escribió que la «hipótesis de la existencia de procesos psíquicos inconscientes, el

reconocimiento de la teoría de la resistencia y de la represión, la valorización de la

sexualidad y el complejo de Edipo son los contenidos capitales» del psicoanálisis, y,

como tales, son «los fundamentos de su teoría». Coronó esto diciendo que «quien no los

acepta todos, no debía contarse entre los analíticos» (Freud, 1953: 194-195).

Un rasgo adicional que sí es atribuible a la metodología psicoanalítica sería el

intuicionismo, lo que se insinúa en la estimación de Freud a la comprensión empática

como medio de conocimiento. Esto último merece su justificación. Pero hay que ir por

partes, pues el asunto no es sencillo. Antes veamos qué es «intuicionismo».

Como «ismo», el intuicionismo es la tendencia que hace prevalecer a la intuición

como medio de conocimiento. La intuición sería una captación instantánea o súbita de

las cosas. Esto haría de ella un conocimiento distinto y, para algunos, incluso superior a

la percepción sensorial y al conocimiento racional. Respectivamente, en estos últimos el

conocimiento es mediado por los sentidos o la argumentación deductiva. En la intuición,

en cambio, el conocimiento sería directo, por captación intelectual o emotiva.

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Page 47: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Dicho con otros términos, esta captación vendría a ser la comprensión, la misma

que tendría su fuente en la inteligencia o en los sentimientos. Ahora volvamos a Freud.

Él valoraba la comprensión implícita en la empatía. Decía que en la comprensión

«nos hallamos ante el proceso denominado… Einfuehlung..., proceso del que depende

en su mayor parte nuestra comprensión del yo de otras personas» (Freud, 1987: 45).

Einfühlung es, en efecto, empatía. Es la identificación mental y afectiva que una persona

descubre en sí respecto de la experiencia de las demás personas. En palabras del filósofo

alemán Wilhelm Dilthey (1833-1911), la comprensión (Verstehen) es «un reencontrarse

del yo en el tú» (Dilthey, 1978: 215).

Desde la perspectiva del diseño experimental, el paradigma psicoanalítico caería

dentro de la investigación no-experimental. Aunque esto suele ser menospreciado por

los propugnadores del paradigma, no es un problema desdeñable. Veamos por qué.

Existe una clase de diseño de investigación en el cual la variable dependiente es

sometida a observación y la variable independiente es supuesta o postulada debido a que

su ocurrencia ya tuvo lugar. Se llaman «diseños no-experimentales», pues postulan y no

controlan el acaecimiento de la VI. Un ejemplo son los diseños de un grupo. En éstos se

evalúa para fines de tratamiento la conducta de un sujeto o un grupo y, luego, se asume

que la conducta observada está determinada por condiciones que se dieron en el pasado.

Para Kerlinger, las conclusiones de Freud son de esa clase de diseños: «La queja

no es en contra de Freud, sino en contra de las suposiciones de que estas conclusiones

están “científicamente establecidas”» (Kerlinger y Lee, 2002: 423). Para terminar esta

revisión, veamos los aspectos técnicos, los mismos que se desprenden directamente de

los metodológicos.

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Page 48: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

La gama de aplicaciones técnicas en el paradigma psicoanalítico es la misma que

introdujera Freud. Son cinco las técnicas principales:

1. El uso de asociaciones libres, técnica guiada por la «regla fundamental»

del psicoanálisis. Se instruye a la persona a que, en estado de relajación,

dé curso a sus libres ocurrencias suprimiendo restricciones racionales o

morales para facilitar la aparición del «material inconsciente reprimido».

Parece, empero, que estas asociaciones nada tienen de libres, pues, como

dice Freud (1953a: 169), suprimidas las reservas, surge la determinación

inconsciente de las ocurrencias por obra del Ello.

2. La interpretación de los sueños, técnica en la que se examina el «trabajo

onírico», léase, el proceso en el que el contenido latente, o enmascarado,

del sueño adopta su contenido manifiesto o concreto;

3. La evaluación de la psicopatología de la vida cotidiana, técnica referida a

la observación y registro de los errores (fallas u olvidos) en que incurre el

sujeto y de sus ironías o chistes como expresiones de «agresión pasiva».

4. El análisis de las resistencias, técnica en la cual se evalúan los medios

por los que el sujeto se rehúsa a afrontar su situación con estrategias tales

como la «intelectualización» o la «somatización» de sus síntomas; y

5. El análisis de la transferencia, es decir, de la relación sujeto-analista (la

relación analista-sujeto es contratransferencia). Tal relación reproduciría

las del sujeto con las personas más importantes de su experiencia familiar

o social.

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Page 49: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

III.3 El paradigma conductual

Desde el punto de vista de comunidad profesional, el paradigma conductual está

representado por los psicólogos. La teoría del paradigma psicoanalítico es la motivación

inconsciente. Según Hartmann:

Los datos reunidos en la observación psicoanalítica son ante todo datos de conducta. Y la meta es claramente la explicación de la conducta humana; aunque en un sentido más amplio del que al menos las escuelas «conductistas» más antiguas habrían aceptado. Esos datos son, sin embargo, interpretados en el análisis en términos de procesos mentales, de motivación, de significado» (Hartmann, 1969: 270).

Por su parte, el paradigma conductual es un modelo de aprendizaje (Bernstein y Nietzel,

1982, cap. 10). En consecuencia, para la teoría respectiva, las relaciones entre el entorno

y el comportamiento determinan los cambios en éste. Tres principios lo fundamentan:

1. El principio de adquisición por condicionamiento clásico;

2. El principio de adquisición por condicionamiento operante; y

3. El principio de adquisición por aprendizaje imitativo.

El condicionamiento clásico es un principio de adquisición conductual que tiene

lugar si un estímulo que no produce una respuesta comienza a hacerlo después de que se

le hace seguir inmediata y sistemáticamente por el estímulo que sí la produce. Se trata

de un nuevo tipo de respuesta, pues la conducta que en un inicio se daba sólo ante una

forma de estímulo se traslada hacia otra. La adquisición por condicionamiento clásico

es producto de relaciones entre sucesos del entorno (Rachlin, 1979: 241). El nombre de

«clásico» obedece al hecho de que el esquema experimental primigenio fue introducido

por Pavlov.

El condicionamiento operante es un principio que afirma que el comportamiento

se adquiere, desarrolla y mantiene por las consecuencias que produce en el contexto. Es

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Manuel Campos Roldán

condicionamiento «operante» porque en él el comportamiento «opera» sobre el entorno.

Las consecuencias que produce con los resultados mencionados se llaman reforzadores.

El aprendizaje por condicionamiento operante es resultado de relaciones entre conducta

y consecuencias producidas por ésta en el entorno (Rachlin, Ibíd.). El condicionamiento

operante fue descubierto por el psicólogo estadounidense B. F. Skinner (1904-1990).

El aprendizaje imitativo es el principio de adquisición conductual de la teoría del

aprendizaje social de Albert Bandura (1925- ). Es una teoría social-cognitivista (Bower

y Hilgard, 1989: 571-579). Es social porque, para Bandura (1979: 215), aunque «cierta

cantidad de aprendizaje tiene lugar mediante el entrenamiento y la recompensa directa,

buena parte del repertorio de conductas de una persona puede ser adquirido a través de

la imitación de lo que observa en otro».

Y es cognitivista, pues para Bandura aprendizaje es «actividad de procesamiento

de información en la que los datos acerca de la estructura de la conducta y de los

acontecimientos del entorno se transforman en representaciones simbólicas que sirven

como lineamientos para la acción» (Schunk, 1997: 109). Debo señalar que, desde 1977,

el interés teórico-metodológico de Bandura se dirige a la investigación en autoeficacia.

El paradigma conductual es, pues, un modelo de aprendizaje. El aprendizaje es

un cambio relativamente estable en la conducta derivado de la experiencia, la práctica o

de la relación con el entorno, a diferencia de la motivación, que es también un cambio

pero reversible, activador y direccional. Es el caso que el condicionamiento satisface la

definición de aprendizaje. Todas las técnicas conductuales se basan sobre esta noción.

No está de más advertir que se dice conductual y no «conductista». Se distingue

entre conductismo radical y conductismo metodológico. Uno y otro fueron formulados

en 1913 cuando John Watson (1878-1958) expuso el famoso «Manifiesto Conductista»:

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Paradigmas en psicología

La psicología, tal como la ve el conductista, es una rama puramente objetiva y experimental de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción y el control de la conducta. La introspección no constituye una parte esencial de sus métodos, y el valor científico de sus datos no depende de que se presten a una interpretación fácil en función de la conciencia... Parece haber llegado el momento de que la psicología descarte toda referencia a la conciencia; de que no necesite ya engañarse al creer que su objeto de observación son los estados mentales (reproducido según Hothersall, 1997: 455).

Como dice Smith (1994: 16), el patrón argumental del conductismo fue originariamente

metodológico. En efecto, Watson descartó un procedimiento, la introspección, y, en su

reemplazo, propuso un objetivo teórico, predicción y control, respecto de un objeto de

estudio explícito: la conducta. Decía Watson así que:

La psicología que yo trataría de construir tomaría como punto de partida, en primer lugar, el hecho observable de que el organismo, tanto el hombre como el animal, deben adaptarse al medio ambiente mediante lo que poseen por herencia y hábito. Estas adaptaciones pueden ser muy adecuadas o tan inadecuadas que el organismo apenas mantenga su existencia; en segundo lugar, que ciertos estímulos hacen que los organismos respondan. En un sistema psicológico completamente elaborado, una vez dada la respuesta se puede adivinar el estímulo; dado el estímulo se puede predecir la respuesta (reproducido según Barrat, 1974: 141).

Para Ribes y otros (1980: 180), el conductismo metodológico surgió al aceptarse que la

conducta es objeto de estudio de la psicología. Pero no podía ser el único, pues el nivel

explicativo respectivo residiría en última instancia en procesos internos que trascienden

a la observación. Ello significó el desarrollo de procedimientos indirectos de medición y

la postulación de conceptos inferidos: «Estas dos mistificaciones han recibido el nombre

de conductismo metodológico e incluyen a todas las “aproximaciones” a la psicología,

¡incluyendo aquellas que se consideran no conductistas!...» (Ribes et al., Ibíd.).

Skinner, en cambio, es conductista radical. Schwartz y Lacey dicen que él es «la

figura principal de la teoría de la conducta» y el «portavoz» de ésta. Insisten en que lo

que identifica a esta teoría es la tesis de que un análisis de cómo los sucesos del entorno

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Manuel Campos Roldán

afectan a la conducta dirá todo lo que se necesita saber sobre los determinantes de ésta

(citados por Amsel, 1993: 28). Es radical, pues elimina de raíz a «la mente».

Respecto de los procesos mentales o «encubiertos», Skinner es suficientemente

claro en su concepción. Para él, no debiera decirse que la «conducta operante» se emite.

Mejor sería decir que ésta aparece.

Esto es, el término emisión daría la impresión de que la respuesta está dentro del

organismo y después sale al exterior. Skinner formula luego una analogía que justifica

hábilmente su abstracción de la interioridad: «... la palabra “emisión” no necesariamente

debe indicar “sacar”; en el filamento caliente no hay luz antes de que se emita»

(Skinner, 1975a: 56). A lo sumo, para él, esta conducta encubierta es «acompañamiento

de la manifiesta (acaso parte de la misma)» (Skinner, 1975: 419).

A su turno, el conductismo metodológico es «metodológico» sólo porque acepta

que la observación de la conducta es el método fundamental de la psicología, pero sin

que ello regatee el estudio de los procesos mentales. El conductismo radical, el método

y tecnología que lo respaldan, análisis experimental de la conducta y análisis conductual

aplicado respectivamente, son fruto de las posiciones e investigaciones de Skinner. A su

vez, las líneas del conductismo metodológico las definió Edward Tolman (1885-1959).

Tolman introdujo entre 1935 y 1938 los términos metodológicos que empleamos

actualmente (Hothersall, 1997: 497; Leahey, 1998: 397). Él describió un modelo teórico

de explicación de la conducta que consiste en el análisis de tres variables: a. variables

independientes; b. variables intervinientes; y c. variables dependientes.

Variables independientes son las condiciones de experimentación o del entorno

cuyos efectos influyen primeramente sobre el estado fisiológico o psicológico que en un

momento dado se atraviesa. Variables intervinientes son dichos estados. Finalmente, las

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Paradigmas en psicología

variables dependientes son las medidas de conducta resultantes de la influencia de las

variables independientes sobre las variables intervinientes. Esta atención de los procesos

fisiológicos y psicológicos caracterizó al conductismo metodológico como base teórica

de dos aplicaciones técnicas del paradigma conductual, la terapia conductual y la terapia

racional-emotiva.

Para Franks (1991: 15), Watson es conductista radical y casi todos los terapeutas

conductuales son conductistas metodológicos. Él no preferiría llamarlos «conductistas»,

sino conductuales, pues la metodología prevalece sobre especulaciones o implicaciones

filosóficas. Oigamos a Franks:

En lo que concierne a la práctica, parece difícil ver, con pocas (o posiblemente ninguna) excepciones, cómo un terapeuta de conducta podría trabajar con su paciente, en una relación significativa, sin recurrir a aspectos cognitivos tanto del paciente como del terapeuta. Es difícil ver cómo podría responder un paciente, incluso a un procedimiento delimitado como un sistema de fichas o un estímulo aversivo, sin implicar a la cognición o al darse cuenta (Franks, 1991: 16).

Así se expresan los terapeutas de conducta Golfried y Davison (1981: 23): «... no somos

radicalmente conductistas, pues no evitamos la utilización de conceptos inferidos. Con

tal que vinculemos las mediaciones internas con estímulos y respuestas observables, los

conductistas no tenemos por qué ignorar la vida interior del ser humano». La omisión de

de los procesos que median entre estímulo y respuesta en la explicación de la conducta

llevó por tanto a los que compartían la insistencia conductista en la objetividad a marcar

distancias frente al conductismo radical de Skinner.

Las aplicaciones técnicas del paradigma conductual se denominan modificación

de conducta. Ésta es una familia de técnicas compuesta por cuatro grandes grupos:

1. La terapia conductual;

2. El análisis conductual aplicado;

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Manuel Campos Roldán

3. La terapia conductual-cognitiva; y

4. El entrenamiento en autocontrol.

Últimamente las técnicas se han diversificado notablemente (Olivares y Méndez,

2001), pero las enumeradas son las más conocidas. El término «terapia conductual» fue

introducido por Skinner y Ogden Lindsley en 1953 (Bernstein y Nietzel, 1982: 392-393;

Kazdin, 1983: 154) en reportes que, además de inéditos, tuvieron reducida circulación.

Allí se describía resultados de aplicaciones de condicionamiento operante a la conducta

de sujetos psicóticos. Psicólogos ingleses lo usaron después para designar el tratamiento

de desórdenes emocionales (Bernstein y Nietzel, 1982: 393; Kazdin, Ibíd.).

Las técnicas matrices de la terapia conductual que comentaré son cinco (ver más

en Olivares y Méndez, 2001):

1. Desensibilización sistemática;

2. Entrenamiento asertivo;

3. Modelamiento;

4. Condicionamiento encubierto; y

5. Retroalimentación biológica o biofeedback.

Veamos estos procedimientos en sus aspectos más generales.

La desensibilización sistemática conjuga entrenamiento en relajación muscular

progresiva con evocaciones de situaciones generadoras de tensión para el tratamiento de

problemas emocionales relacionados con la ansiedad neurótica. Implica adiestramiento

en discriminación de tensión y en capacidad de reconstrucción visual de imágenes de la

experiencia cotidiana y personal. Se basa sobre el contracondicionamiento: principio de

sustitución que reemplaza la respuesta-problema por respuestas incompatibles con ella.

La desensibilización sustituye ansiedad por relajación (Rimm y Masters, 1980: 61).

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Page 55: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

El entrenamiento asertivo es preparación en comportamiento auto afirmativo. En

otras palabras, es el desarrollo guiado de interacciones verbales reductoras del conflicto

interpersonal a través de la expresión de sentimientos u opiniones de tal modo que no se

arriesgue el irrespeto a la autoestima ajena. Se aplica para tratar desórdenes emocionales

generados en y por las relaciones interpersonales: ansiedad social, timidez, adicciones,

problemas de pareja y estrés laboral. Su enseñanza incluye exposición de conductas-

modelo, ensayo conductual, juego de roles y ejecución de comportamiento asertivo. Son

técnicas de entrenamiento en habilidades sociales (Olivares y Méndez, 2001, cap. IX).

El modelamiento es una serie de cambios conductuales, cognitivos y afectivos

producto de la observación de uno o más modelos de comportamiento. El procedimiento

consiste en presentar al sujeto de tratamiento un patrón de comportamiento realizado

por un modelo para que éste reproduzca dicho patrón y lo incorpore a su repertorio por

efecto de las consecuencias que experimenta el modelo de resultas de su conducta. Éste

es un aprendizaje vicario: las consecuencias que por su comportamiento logra obtener

el modelo, que hace las veces del observador (por ello se llama «vicario»), son las que

refuerzan a éste permitiéndole adquirir los respectivos patrones de conducta.

El condicionamiento encubierto aplica el condicionamiento operante para tratar

las respuestas encubiertas (sentimientos, emociones, creencias o deseos) que preceden a

conductas-problema y las propician. Ya se definió dicho condicionamiento.

La retroalimentación biológica (biorretroalimentación, biofeedback) comprende

un grupo de técnicas de condicionamiento operante con equipos de control y monitoreo

de respuestas viscerales y musculares implicadas en los desórdenes psicosomáticos. Con

esta descripción ya podríamos pasar a las técnicas del análisis conductual aplicado.

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Page 56: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Por definición, el análisis conductual aplicado «aplica» el análisis experimental

del comportamiento, o condicionamiento operante, a la solución de problemas prácticos.

No sólo a casos «clínicos», como en terapia conductual, sino a problemas educativos y

organizacionales, entre otros. El análisis experimental del comportamiento, como dice

Skinner (1975a: 16), procede así: «En ambientes cuidadosamente controlados se estudia

el comportamiento de organismos individuales y luego se formula la relación entre el

comportamiento y el ambiente».

Dichas relaciones son relaciones de contingencia. La contingencia es relación de

consecuencia o condicionalidad entre conducta y resultados en el entorno. De modo que

la relación sería de la forma: R → E, donde «R» es la respuesta y es condición para que

ocurra «E». Ésta es contingencia de refuerzo. Las contingencias de refuerzo forman una

triple relación:

1. La situación en que ocurre una conducta;

2. La conducta misma; y

3. Las consecuencias de la conducta.

Por ello el análisis conductual aplicado es conocido en modificación de conducta

como manejo de contingencias o como técnicas operantes. Las principales son tres:

1. Técnicas para adquisición, desarrollo y mantenimiento de conductas;

2. Técnicas para reducción y eliminación de conductas; y

3. Técnicas de organización de contingencias.

Estas técnicas del análisis conductual aplicado se apoyan sobre tres principios

básicos del condicionamiento operante: reforzamiento, extinción y castigo. Las técnicas

operantes nombradas en (1) recurren al reforzamiento positivo y a sus variaciones. El

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Paradigmas en psicología

reforzamiento positivo procede presentando un estímulo contingente o seguidamente a

la aparición o ejecución de una respuesta.

Las técnicas de adquisición, desarrollo y mantenimiento de conductas son tres:

1. Moldeamiento por aproximaciones sucesivas;

2. Encadenamiento de respuesta; y

3. Desvanecimiento (o fading).

Para el moldeamiento por aproximaciones sucesivas se descompone la conducta

cuya adquisición se desea hacer posible en una conducta-meta y en conductas cuya

topografía o forma se acerca a ella. A continuación, se refuerzan positivamente sólo las

conductas que se van aproximando a la conducta-meta. El reforzamiento se continúa

hasta que ésta adquiera la forma estipulada. Como se dice en Olivares y Méndez (2001:

151), el moldeamiento por aproximaciones sucesivas es usual en tratamiento de autismo

y retardo en el desarrollo.

El encadenamiento de respuesta es una técnica usada para adquirir o construir

patrones complejos de comportamiento. Para ello, las pautas complejas se descomponen

en unidades de respuesta para que éstas se enlacen entre sí mediante el reforzamiento

positivo de cada una de dichos «eslabones» secuenciados. El encadenamiento se aplica

en toda clase de adiestramientos como entrenamiento sanitario, aprendizaje de deportes

y adquisición de destreza en maniobras militares (Olivares y Méndez, 2001: 157).

El desvanecimiento del estímulo o fading consiste, precisamente, en amortiguar

gradualmente la presencia de los estímulos reforzantes que estuvieron manteniendo el

comportamiento adquirido para que éste, por así decir, bajo refuerzo automático. Dentro

de educación especial y la enseñanza de lectoescritura el fading es técnica de elección.

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Page 58: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Las técnicas de reducción y eliminación de conductas indeseables comprenden

en especial tres procedimientos:

1. Extinción;

2. Castigo; y

3. Tiempo-fuera del reforzamiento positivo.

Hay más técnicas reductivas (véase Olivares y Méndez, 2001: 159-176), pero las

mencionadas son las más representativas. Veamos la primera.

Extinción es supresión de reforzamiento. Una vez detectado el reforzador que ha

mantenido la conducta-problema, se le suprime contingentemente. Consecutivamente a

la elevación de la fuerza de respuesta, ésta irá reduciéndose gradualmente hasta alcanzar

o acercarse a cero en frecuencia de ocurrencia.

En el manejo de contingencias hay dos modalidades de castigo: castigo positivo

y castigo negativo. Castigo positivo es la presentación de un estímulo punitivo (llamado

de atención, una censura o reproche, por ejemplo; no tiene por qué ser «castigo físico»)

conjuntamente a la respuesta que se debe eliminar del repertorio de la persona. Castigo

negativo es la sustracción o eliminación también contingente de un reforzamiento ante

la ocurrencia del comportamiento-problema. También se le llama «costo de respuesta».

Finalmente, el tiempo-fuera del reforzamiento positivo consiste en la separación

de la persona que está actuando reprochablemente de la situación o escenario en que las

conductas-problema están ocurriendo. Veamos por último el tercer grupo de manejo de

contingencias.

Las técnicas de organización de contingencias son procedimientos que consisten

en la llamada economía de fichas y en los contratos conductuales o de contingencias. La

economía de fichas recibe este nombre porque es un sistema de producción y cambio de

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Page 59: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

objetos simbólicos (llamados «fichas») que se administran creciente o decrecientemente

como puntos a favor de comportamientos socialmente aceptables o, respectivamente,

que se restan debido a la reaparición de una conducta-problema.

El contrato conductual es un documento que escriben y firman las partes de un

programa de modificación de conducta, profesional y el o los consultantes, a efectos de

que dicho sistema se cumpla fielmente fuera del escenario de consulta o del tratamiento

(ambulatorio u hospitalario). Es un documento multipropósito, pues suele redactarse

para autocontrol en obesidad o en tabaquismo. La omisión que quebrante una de las

cláusulas del contrato se sanciona con pérdida de «puntos», suspensión del programa o

la culminación definitiva de éste.

El principio rector del análisis conductual aplicado es, por tanto, el conductismo

radical skinneriano: la certidumbre de que «un análisis de cómo los sucesos del entorno

afectan a la conducta dirá todo lo que se necesita saber sobre los determinantes de ésta»

lleva a la prescindencia absoluta de las variables «intervinientes».

Le toca el turno ahora a la terapia conductual-cognitiva. Ésta también es llamada

reestructuración cognitiva. La terapia conductual-cognitiva es propiamente «conductista

metodológica». Dos técnicas son representativas de ella:

1. La terapia cognitiva de Aaron Beck; y

2. La terapia racional-emotiva de Albert Ellis.

Como de costumbre, hay otras técnicas incluidas en este rubro (ver, por ejemplo,

Rimm y Masters, 1980, cap. 10; véase también la clasificación respectiva en Olivares y

Méndez, 2001: 411-412), pero estas dos que menciono también representan eficazmente

al todo. La terapia conductual-cognitiva descansa sobre tres tesis (Olivares y Méndez,

2001: 411):

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Page 60: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

1. La atención selectiva y la codificación simbólica son los procesos cognitivos

con los que las personas desarrollan patrones de comportamiento apropiados

o no para el ajuste al entorno social;

2. Dichos procesos pueden ser activados funcionalmente por procedimientos

isomorfos a los del aprendizaje humano en el laboratorio; y

3. La labor del terapeuta es diagnosticar y educar en dos etapas: a. debe evaluar

procesos cognitivos desajustados; y b. organizar experiencias de aprendizaje

que reestructuren cogniciones y modifiquen pautas afectivas y conductuales.

Éstas son las tesis comunes a las dos técnicas de la terapia conductual-cognitiva

señaladas. El principio básico de la terapia cognitiva de Aaron Beck (1921-) asienta que

emociones y conducta vienen determinadas por el modo en que se construye el mundo

percibido, sea éste el mundo circundante o el mundo que cada quien es en sí mismo.

Esto es semejante a la concepción del paradigma fenomenológico, como se verá luego.

Esta terapia se usa en desórdenes emocionales y drogodependencias (Beck et al., 1999).

A su turno, la terapia racional-emotiva de Albert Ellis (1913- ) también procede

de acuerdo con la tesis de que los problemas psicológicos son consecuencia de patrones

de pensamiento irracionales. El modelo asume que el comportamiento está determinado

por una relación entre acontecimientos de la forma A-B-C-D-E (Rimm y Masters, 1980:

453).

La variable «A» designa a un suceso que la persona enfrente en una oportunidad;

«B» (de belief, creencia) es la cadena de pensamientos o autoverbalizaciones que se dan

en respuesta a «A». Consecuentemente a esto, «C» designa a las emociones y conductas

desencadenadas por «B». «D» viene a nombrar a los esfuerzos del psicoterapeuta para

modificar lo que acontece en «B»; mientras que, al final de la secuencia, «E» constituye

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Page 61: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

el resultado de «D», refiriéndose a la reestructuración cognitiva y emocional resultante

de la intervención terapéutica. Para terminar el paradigma conductual, veamos las líneas

generales del entrenamiento en autocontrol.

El entrenamiento en autocontrol es un grupo de estrategias orientadas a adiestrar

al sujeto de tratamiento en auto-administración de contingencias de reforzamiento. Ésta

es una meta realizable solamente después de que la técnica de modificación de conducta

empleada haya evidenciado los progresos esperados. Ello quiere decir que el consultante

ya estaría en aptitud de abandonar la relación terapeuta-cliente y de aplicarse a sí mismo

los procedimientos programados con arreglo a un contrato de contingencias (sobre estas

ventajas ver Thoresen y Mahoney, 1981: 22-23)..

Las técnicas de autocontrol son predominantemente «operantes». En tal sentido,

es la persona misma quien pone en práctica consigo los principios del condicionamiento

operante. Por consiguiente, el autocontrol comprende estas seis técnicas (se recomienda

ver Thoresen y Mahoney, 1981, caps. III-VI):

Auto-observación y auto-registro;

Control de estímulos;

Auto-reforzamiento;

Auto-castigo;

Entrenamiento en auto-instrucción; y

Autocontrol de respuestas encubiertas.

En la siguiente sección revisaré el último paradigma de la relación propuesta.

III.4 El paradigma fenomenológico:

Desde el punto de vista de comunidad profesional, el paradigma fenomenológico

está representado en una importante partición de los científicos sociales. Psicólogos,

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Page 62: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

antropólogos y sociólogos comparten la teoría de este paradigma, una teoría que asegura

que los determinantes del comportamiento humano están en el modo como las personas

perciben el mundo en que viven (Millon, 1974: 173; Bernstein y Nietzel, 1982: 79).

Para una correcta intelección de los supuestos teóricos de este paradigma se debe

diferenciar entre fenomenología como escuela, movimiento o doctrina, y fenomenología

como método. Mediante esta distinción podrá esclarecerse por qué existe una psicología

«fenomenológica».

III.4.1 De Brentano a Husserl:

En el desarrollo de la fenomenología hay trayectos e influencias elocuentemente

decisivas que convendrá revisar. Como movimiento y método, la fenomenología es obra

del filósofo alemán Edmund Husserl (1859-1938). Éste fue discípulo de Franz Brentano

(1838-1917), otro filósofo alemán cuyas tesis tienen en la actual psicología cognitiva un

mayor impacto que el que pudieron haber tenido en su tiempo. Él sostenía que el criterio

distintivo de lo mental es la intencionalidad, el hecho de que la conciencia siempre está

conteniendo algo, de modo que conciencia es «conciencia de».

También fueron estudiantes de Brentano, Christian von Ehrenfels (1852-1939) y

Carl Stumpf (1848-1936). El primero denominó cualidad de totalidad, cualidad Gestalt

(Gestaltqualität), a la propiedad de la percepción de captar, en primer lugar, estructuras

organizadas. Estas consideraciones de von Ehrenfels son fundamentales en la génesis de

la escuela de la Gestalt (Leahey, 1998: 248). Después de estudiar con Brentano, Husserl

lo hizo con Stumpf, a quien dedicó sus Investigaciones lógicas (1900). En 1899 Stumpf,

músico precoz, filósofo y psicólogo, propondría una primera teoría cognitivo-evaluativa

de las emociones (Hothersall, 1997: 201).

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Page 63: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

III.4.2 Método fenomenológico y psicología humanista:

El término «fenomenología» proviene del griego φαινόμενον (phainómenon, «lo

que se muestra»). El movimiento enarboló un lema que compendia el método: «¡Vuelta

a las cosas mismas!». El método fenomenológico procede poniendo «entre paréntesis»,

suspendiendo todo prejuicio o juicio sobre la existencia o la inexistencia de cosas reales

o ideales, cualquier noción preconcebida o proveniente del conocimiento científico, para

centrar la atención en lo que se da en la conciencia, en la observación. Éste es el método

de reducción fenomenológica o έποχή (epokhé, voz griega traducible como «estado de

suspensión», «duda»). Lo que con ello se busca es, justamente, ir a las «cosas mismas»,

describirlas tal como «se muestran».

Este método ha sido aplicado en psicología, en especial, desde los últimos veinte

años. Para Richard Lazarus, su enfoque de las emociones es fenomenológico. La noción

central es evaluación cognitiva, el proceso de estimación a través del cual las personas

consideran si una ocurrencia podría afectar o no su integridad: «Dado que la evaluación

cognitiva se apoya en la interpretación subjetiva de un acontecimiento, podemos decir

que es fenomenológica» (Lazarus y Folkman, 1986: 70). En la perspectiva de Lazarus:

no importa cómo intentamos tranquilizar a las personas diciéndoles que no existe motivo para que se sientan enojadas, ansiosas, culpables, avergonzadas, tristes, envidiosas o celosas... este intento no servirá de mucha ayuda... Lo que puede resultar más eficaz si queremos brindar ayuda y apoyo es comprender los significados personales que estos individuos otorgan a los acontecimientos, que a su vez suscitan las emociones que sienten (Lazarus y Lazarus, 2000: 21).

Igualmente, Rodríguez et al. (1996: 40-44) y Buendía et al. (1998: 229-233) incluyen a

la «fenomenología» como uno de los enfoques de la investigación cualitativa. González

Rey no está de acuerdo con esto. Para él, «la filosofía no representa en ningún caso un

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Manuel Campos Roldán

conjunto de referentes estáticos que están listos para ser aplicados como fórmulas en un

campo del conocimiento» (González Rey, 2003: 43). Oigamos a González R.:

Por ejemplo, el tratamiento de la cuestión de la esencia de la conciencia, en la fenomenología, que está estrechamente asociada con la reducción fenomenológica y con una definición trascendental de conciencia, no puede ser convertida en principio a priori de la investigación psicológica, dado que ella misma está en el centro de los problemas a investigar por la psicología (González Rey, 2003: 43-44).

Otra vez, González R. marra el tiro aquí. Husserl mismo anticipó que su έποχή (epokhé)

estriba «en abstenernos por completo de juzgar acerca de las doctrinas de toda filosofía

anterior y en llevar a cabo todas nuestras descripciones dentro del marco de esta

abstención» (Husserl, 1913/1995: 46-47; las cursivas son de él). Por tanto, la reducción

fenomenológica opera como regla de procedimiento. Además, el concepto de la esencia

de la conciencia no sería principio a priori, sino un resultado del tránsito de lo concreto

a lo abstracto, de lo empírico u observacional a lo ideal, formal o conceptual. Franquear

la observación del comportamiento de un individuo concreto como paso para determinar

su estructura de personalidad es ingresar a la esencia de aquél. (Filosóficamente, esencia

sería sinónimo de «estructura», porque designa al conjunto de atributos que marcan a un

objeto de tal modo, que sin ellos dejaría de ser lo que es, quedaría des-estructurado).

Esto ratificaría la posibilidad de separar un método de la teoría en la cual surgió.

No es cosa de espíritu acomodaticio. Los criterios de evaluación teórica y metodológica

son diferentes: el valor de una teoría se mide según su potencia explicativa y predictiva,

mientras que el valor del método reside en su capacidad heurística o de búsqueda.

Marx hizo lo propio con Hegel:

El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales

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Paradigmas en psicología

de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho ponerla de pie, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional (Marx, 1867/2001: XXIV).

La «dialéctica» del método fenomenológico también tiene su movimiento. Como tal, es

un cómo de la investigación, según dice en uno de sus escritos el filósofo alemán Martin

Heidegger (1889-1976). En psicología, y respecto de la metodología conductista de

Skinner, se definió la fenomenología como una «forma de mirar» (Mackenzie, 1982:

153).

Es que, para Skinner (1971: 41), ciencia es «ante todo un conjunto de actitudes».

Entre éstas, una «disposición para tratar con los hechos más que con lo que alguien ha

dicho sobre ellos». Heidegger, estudiante de Husserl, aplicó el método fenomenológico

al análisis de la existencia humana, análisis crucial en el desarrollo del movimiento de la

psicología humanista.

El problema fundamental en su pensamiento es la respuesta a una «pregunta

olvidada»: el sentido, la comprensión de la existencia, del ser. La filosofía existencial de

Heidegger concibe al ser humano como único ser al que se puede atribuir la existencia.

El hombre es una existencia que se desarrolla y, como tal, se re-crea.

La filosofía de Heidegger es complejísima, y su descripción no es la meta de esta

revisión. Para remate, la activa adscripción de Heidegger al hitlerismo terminó poniendo

en serio entredicho su sistema. Aún así, creo que no estaría de más aislar algunos puntos

aptos para un epítome de las tesis que hizo suyas el movimiento psicológico humanista.

Para empezar, humanismo es un concepto que designa un pensamiento centrado

en el hombre, en sus posibilidades de realización y creación. El humanismo invocado

por la psicología humanista no es el de las tendencias prerrenacentistas o renacentistas

que defendían la reviviscencia de la antigüedad greco-latina como un ideal estético,

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Manuel Campos Roldán

filosófico y social. Más bien, es el humanismo ético kantiano, para el cual la dignidad

suprema de cada ser humano reside en el hecho de que, desde el cigoto, cada persona es

un fin en sí mismo (véase Kant, 1788/2000: 183).

La psicología humanista tomó forma en 1961, al publicarse el primer número del

Journal of Humanistic Psychology. En 1962, gracias al ánimo organizador del psicólogo

estadounidense Abraham Maslow (1908-1970), se instituyó la American Association of

Humanistic Psychology. Entre los fundadores se hallaban Gordon Allport (1897-1967),

psicólogo, Rollo May (1909-1994), psiquiatra, y Carl Rogers (1902-1987), psicólogo.

El segundo de ellos, Rollo May, escribió que en el nombre psicología existencial

este último término designaba una actitud o un enfoque, no una escuela o grupo especial

y, en tal sentido, menos sería un sistema de psicoterapia. La psicología existencial, pues,

es una actitud hacia la terapia, «no un conjunto de nuevas técnicas».

La actitud se expresa en el hecho de que «todo psicoterapeuta es existencialista...

en la medida en que está en condiciones de comprender al paciente en su realidad».

(May, 1974: 175). Puesto que no es sino «un conjunto de nuevas técnicas», la psicología

existencial distaría de ser un paradigma en el sentido que se ha definido este concepto

en el presente trabajo. El propio Rollo May lo dice: es sólo una actitud.

Empero, Carl Rogers conjuga concepción, aproximación metodológica y técnica

psicoterapéutica. En su concepción y en su trabajo, en consecuencia, encontraríamos las

características paradigmáticas del enfoque fenomenológico. Para la revisión respectiva

sintetizaré las ideas centrales de la filosofía existencial.

Cuatro son estas tesis centrales. Una, el ser humano es una «existencia arrojada»

al mundo: nadie vino a este planeta porque lo decidió. Dicha situación define la segunda

66

Page 67: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

idea: ser una «existencia arrojada» inconsultamente coloca ante la obligación de elegir y

decidir destino. Esta segunda idea es la libertad de decisión.

Pero, además, define la tercera idea: la responsabilidad ante las consecuencias de

las decisiones tomadas. La cuarta idea es la situación de presente, vivido como apertura

o anticipación al futuro. Éste le da sentido o dirección a la existencia: cada existencia es

un pro-yecto (para más detalles, véase Quitmann, 1989).

Siguiendo este patrón conceptual, el paradigma fenomenológico es identificado

usualmente con la terapia centrada en el cliente de Rogers y con la terapia gestáltica del

psiquiatra alemán Friedrich (Frederick) o Fritz Perls (1893-1970) (Bernstein y Nietzel,

1982: cap. 11). Aquí reseñaré sólo la concepción teórico-metodológica rogeriana pues la

terapia de Perls no resistió las suspicacias que, respecto de su replicabilidad operacional,

merecieron su procedimiento y lenguaje (Bernstein y Nietzel, 1982: 474-478). Más aún,

se la rechazó como derivación de la escuela berlinesa de la Gestalt de Max Wertheimer

(1880-1943), Wolfgang Köhler (1887-1967) y Kurt Koffka (1886-1941). Köhler recusó

la terapia de Perls como descendiente genuino de esta escuela (Hothersall, 1997: 253).

III.4.3 La terapia centrada en el cliente de Carl R. Rogers:

Hacia 1976, Richard Evans entrevistó a Rogers preguntándole, entre otras cosas,

acerca del nuevo curso que entonces había tomado el estudio de la percepción, donde se

había dado más importancia al conjunto de la experiencia del individuo. Concretamente,

Evans le preguntó: «¿Este enfoque fenomenológico les interesa hoy en día a muchos

psicólogos, más que las reacciones precisas a unos estímulos...?». Oigamos la respuesta

de Rogers:

67

Page 68: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Sí, desde luego. Pienso que soy un caso representativo de esa tendencia que usted acaba de mencionar. Para mí, el estrecho campo de la percepción es un hecho neurológico que vale la pena estudiar, pero que me interesa relativamente poco. Ya que a mí me interesa más la Gestalt de lo que la persona percibe en su medio y en sí misma. Una cosa que me parece muy cierta es que no hay percepción sin significado. Es decir, que el organismo humano atribuye inmediatamente un significado a lo que percibe (Evans, 1987: 259).

Más claro, ni el agua. Rogers admite allí su «filiación» fenomenológica. De manera que,

en lo que sigue, esbozaré la concepción que sustenta su metodología y las aplicaciones

consecuentes.

Para Rogers, desde la niñez el ser humano percibe su experiencia como realidad,

le es inmanente la tendencia a la autorrealización y su comportamiento está determinado

por esta tendencia (Rogers, 1959/1974: 188-189). Dicha tendencia a la autorrealización,

o auto-actualización, trae consigo una tendencia a la diferenciación. Diferenciación que

a su vez redunda en una conciencia de ser. Esta conciencia de ser no es otra cosa que la

experiencia del yo (Rogers, Ibíd.: 189).

Consecuentemente, la metodología y la terapia rogerianas se centran en las fases

que se deben consumar para la diferenciación, para el proceso de formación del yo. Así,

antes que un mero «conjunto de técnicas», la terapia centrada en el cliente es un proceso

de relación interpersonal construido por el especialista a efectos de que su «cliente» use

dicha relación para el crecimiento personal ulterior (Bernstein y Nietzel, 1982: 444).

Tres posiciones interdependientes gobiernan el proceso de la terapia centrada en

el cliente:

1. Estimación positiva incondicional;

2. Empatía; y

3. Congruencia.

68

Page 69: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

La estimación positiva incondicional es el pilar de la terapia rogeriana. Contiene

tres aspectos: a) preocupación efectiva por el consultante; b) aceptación; y c) convicción

en la capacidad de cambio y crecimiento que le es intrínseca al cliente.

Como preciso allí, el primer aspecto, la preocupación, debe ser «efectiva». Pues

nada inusuales son una preocupación formalista y una preocupación encimadora. Dicho

de otro modo, es una preocupación que expresa un «cuidado no-posesivo» de la persona

que se tiene ante sí como consultante. Esto se registra en un explícito deseo de escuchar,

deseo manifiesto en atención constante, acuciosidad y calidez ante lo que el cliente dice.

El aspecto «incondicional» de la estimación positiva reside especialmente en la

decisión del terapeuta de aceptar a su cliente tal y como éste es, haciendo a un lado toda

clase de prejuicios o juicios. Para Rogers, la experiencia de ser estimado como persona,

al margen de la calidad de los sentimientos o costumbres del cliente, puede coadyuvar al

crecimiento, en especial, de aquellos cuyo desarrollo es frustrado por presiones de valor

socialmente instaladas. Aceptación del cliente significa que el terapeuta debe abstenerse

de interpretaciones o juicios de valor.

Y el «componente positivo» de la estimación incondicional, de otra parte, estriba

en la convicción que tiene el terapeuta en la aptitud del cliente para enfrentar problemas

y para emprender el trabajo de crecimiento personal. Pero esta convicción o certidumbre

no es mera expectación. Es también una construcción propiciada por el terapeuta dentro

de las «salidas» que él prevea en el proceso de solución de problemas. Es la anticipación

de consecuencias que provendrán de las decisiones que adopte el propio cliente.

La estimación incondicional positiva es el capítulo ético-humanista de la terapia

centrada en el cliente, mientras la empatía es el aspecto propiamente fenomenológico.

69

Page 70: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Lo testimonia la aseveración de Rogers relacionada con su interés respecto de la Gestalt

que la persona percibe de su entorno y de sí misma.

La comprensión empática es la comprensión diltheyana, referida líneas arriba en

relación con el intuicionismo psicoanalítico. Es el redescubrimiento del yo en el tú. Para

Rogers, esto requiere de un acercamiento del terapeuta a la interpretación que el cliente

tiene del mundo, de modo que, cuando se haga explícita la comprensión, se haga posible

una relación interpersonal fructífera entre el primero y el segundo.

La empatía no es emocional, sino cognitiva: no se trata de que el terapeuta sienta

lo mismo que el cliente. Esto último sería «simpatía», lo que trastocaría todo el proceso.

De lo que se trata es que el terapeuta conozca las circunstancias que atraviesa su cliente,

y que descifre o se sitúe en los pensamientos y sentimientos desencadenados.

Por último, congruencia es, lisa y llanamente, coherencia, consistencia. Éste es

un requisito que debiera satisfacer la relación entre lo que se piensa, se siente y se dice

en esa relación interpersonal que es la terapia centrada en el cliente. La recomendación

es de difícil cumplimiento, pero calza con la prédica humanista de sentir lo que se dice y

decir lo que se siente. Prédica que, finalmente, suele incurrir en vaguedades como las

que revisaré en la sección que da término a esta monografía.

Conclusiones: Programas y fusiones

Los enfoques psicobiológico, psicoanalítico, conductual y fenomenológico serían, por lo

tanto, los cuatro paradigmas definidos en la psicología contemporánea, la psicología que

arribó al siglo XXI. En ellos se cumpliría el sentido prístino de la expresión, por cuanto

los investigadores reunidos en las respectivas subdivisiones de la comunidad profesional

de la psicología tomarían decisiones metodológicas o de intervención de acuerdo con un

mismo esquema teórico que tienen en común.

70

Page 71: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Por el carácter de las aplicaciones revisadas, éstas sugerirían que es la psicología

clínica la que ha sido fuente de paradigmas. Pero no sería así, tal como lo testimoniarían

los módulos «operantes» del paradigma conductual. Sea como fuere, un comprensible e

inveterado interés en solución de problemas que implican desajustes en comportamiento

interpersonal y emocional, auto eficacia y auto concepto, explicaría que se propongan

cada cierto tiempo diversos proyectos psicoterapéuticos que, como tales, funcionarían

como los programas de investigación del filósofo húngaro Imre Lakatos (1922-1974).

Para Lakatos, un programa de investigación sería una serie o sucesión de teorías

unificadas por una continuidad histórica en los problemas que relaciona a los miembros

de una comunidad científica. Por lo que el programa consistiría en reglas metodológicas

que prescriben los derroteros de investigación a seguir (la heurística positiva) y aquellos

que se deben evitar, la heurística negativa (ver más en Lakatos, 1983: 65-72).

El concepto de programa de investigación es de Popper. Tal como está definido,

recuerda las convenciones y reconvenciones del conductismo skinneriano. El sentido

que Popper le dio es, como él mismo anota (Popper, 1996: 53-56), parecido al concepto

kuhniano de paradigma, con la salvedad de que él considera las revoluciones científicas

como resultado de la crítica, y además alude a proyectos que por definición aún no están

acreditados.

En un sentido más lato, sin embargo, las técnicas aludidas en este trabajo como

constructivistas o sistémicas provendrían de programas o teorías en serie que aún no han

cuajado como esquemas uniformes en la praxis. La terapia familiar es una terapia, y una

terapia merecidamente prestigiada; no es una trilogía coherente teoría-método-técnica.

Lo mismo diría de una de las derivaciones de ella, la terapia de pareja.

71

Page 72: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

Un contra-argumento a este respecto sería que la terapia familiar es sistémica, y,

como tal, los presupuestos y la metodología subyacentes están representados en la teoría

general de los sistemas del austriaco-canadiense Ludwig von Bertalanffy (1901-1972).

Una tesis central en esta teoría sostiene la determinación por interdependencia entre los

elementos del sistema, por lo que la causalidad lineal (E → R) no tendría cabida en ella.

Para Lynn Hoffman, conocida discípula del antropólogo inglés Gregory Bateson

(1901-1980), éste identificó «dos villanos particulares, hablando epistemológicamente»

(Hoffman, 1998: 317). No sé cuán epistemológico sea el concepto de «villano», pero sin

duda ella se refería allí a influjos precisos: «Uno es el “pensamiento lineal”, que parece

asignar una causa y a menudo termina echando una culpa. El otro es cualquier forma de

dualismo» (Hoffman, Ibíd.).

Estos «estilos» expositivos sugieren un fondo teórico tan compartido entre otros

puntos de vista, que ese «fondo» resulta difuminado. Si ello aparece en una concepción

que se predica de científicamente fundada, nada de extraño tendría esto que se escribió

en un editorial de la revista Self and Society, publicación de la Asociación de Psicología

Humanista de los EEUU, como una suma de recomendaciones y auto-descripciones:

Vivir más ampliamente. Divertirse más. Sufrir más. Ver más. Sentir más. Y sobre todo, hablar, hablar, hablar. Amar generosamente. Odiar cordialmente. Decir lo que se siente y sentir lo que se dice. Ser más humanos y recordarme mi humanidad.

Dentro de mí existe un niño y un viejo sabio. Ellos se conocen. El niño desempeña su propio papel. El viejo no habla mucho. Ambos se asustan de la gente y muchas veces se visten con el manto del adulto para encontrarme con las otras personas. A veces, con gentes especial, se desprenden de la capa: el niño retoza con los otros, el viejo responde a vuestra sabia persona (reproducido según Cohen, 1980: 412).

El colofón de Cohen a estas líneas es lapidario: «Tales niveles de reflexión garantizan el

éxito del conductismo» (Cohen, Ibíd.). La orfandad teórico-metodológica y la vaguedad,

por tanto, no son inocuas. La cuenta que se pasa es el galimatías.

72

Page 73: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Ello no obsta, empero, la fusión de perspectivas teóricas y aplicaciones técnicas.

Un ejemplo es la «terapia dialéctica conductual» de Marsha Linehan (2003), una técnica

cognitivo-conductual en la cual convergen la psicoterapia individual y el entrenamiento

en habilidades sociales (Linehan, 2003: 19).

El carácter «dialéctico» de este enfoque psicoterapéutico residiría en la dialéctica

hegeliana de las relaciones entre tesis, antítesis y síntesis. Esta dialéctica es «compatible

con los modelos de conflicto psicodinámicos de la psicopatología. El pensamiento, la

conducta y las emociones... extremas... son... fracasos dialécticos» (Linehan, 2003: 21).

En el diálogo en particular y en la relación interpersonal en general se pondrían en juego

estas relaciones dialécticas. La «base filosófica» de la terapia dialéctica conductual sería

el holismo (del griego ολός, holós, todo), pues asume la realidad como totalidad.

Semejantes fusiones, sin embargo, difícilmente llegarían a formar un paradigma

en los términos aquí expuestos. Ello no sería un demérito, como tampoco será un mérito

que un enfoque teórico redunde en un conjunto de procedimientos y de técnicas. Sólo se

constituiría como un esquema de trabajo científico y profesional. A este último respecto,

los estudios de cognición social constituirían un «programa» de investigación en el área

respectiva de la psicología académica.

En conclusión, los modelos teóricos contenidos en los paradigmas examinados

en las secciones anteriores están en vigor (y por ende están vigentes) para la explicación

y la intelección de los complejos procesos que hacen factible la organización conductual

(motivación, aprendizaje, cognición, personalidad, contexto sociocultural). Paradigma

no es ciencia; es sólo paradigma. Por ejemplo, los psicoanalistas son tan dependientes,

tan «herederos» del pensamiento de Freud, que sólo han conseguido que el psicoanálisis

73

Page 74: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

trascienda el ámbito de la ciencia, el ámbito de la investigación, producción, discusión,

difusión y comercialización de conocimientos a nivel planetario.

Por otra parte, insistir en un «paradigma único» en psicología sería alimentar una

causa perdida. Aspirar a un paradigma único equivale a pretender «pensamiento único»,

y eso se llama reduccionismo. Insistir en ello implica soslayar la convergencia de los

procesos complejos en la determinación del comportamiento humano.

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Page 81: El problema de los paradigmas en psicología

Paradigmas en psicología

Índice

Introducción.....................................................................................................................1

I. Análisis (y síntesis) de los problemas epistemológicos de la psicología.............2

I.1 El problema del conocimiento.................................................................3

I.2 Una distinción conceptual entre ciencia e ideología................................5

I.3 Problemas epistemológicos de la psicología............................................8

I.4 Universales, inducción y demarcación....................................................11

I.4.1 El problema de los universales en psicología..............................12

I.4.1.1 Teoría y estructura del lenguaje científico.......................13

I.4.1.2 El falso dilema cuantitativo-cualitativo...........................18

I.4.2 El problema de la inducción.........................................................25

I.4.3 El problema de la demarcación....................................................27

I.4.3.1 La teoría de las revoluciones científicas de Kuhn...........28

II. El concepto de paradigma: Revisión y propuesta de definición..........................31

II.1 Enfoque, escuela y movimiento...............................................................31

II.2 Paradigma: una primera aproximación....................................................32

II.3 Paradigma: una propuesta conceptual.....................................................34

III. Modelos teóricos, metodológicos y técnicos en psicología como paradigmas....36

III.1 El paradigma psicobiológico....................................................................39

III.2 El paradigma psicoanalítico.....................................................................41

III.3 El paradigma conductual..........................................................................48

III.4 El paradigma fenomenológico.................................................................61

III.4.1 De Brentano a Husserl.................................................................62

81

Page 82: El problema de los paradigmas en psicología

Manuel Campos Roldán

III.4.2 Método fenomenológico y psicología humanista.........................62

III.4.3 La terapia centrada en el cliente de Carl R. Rogers.....................67

Conclusiones: Programas y fusiones...............................................................................70

Referencias......................................................................................................................73

Índice...............................................................................................................................80

82