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  Política y Cultura ISSN: 0188-7742 [email protected] Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco México Valenti, Giovanna; Varela, Gonzalo El sistema de evaluación de las IES en México Política y Cultura, núm. 9, invierno, 1997, pp. 131-147 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco Distrito Federal, México Disponible en: htt p://www.redalyc.org/articulo.oa?id=267009 08  Cómo citar el artículo  Número completo  Más información del artículo  Página de la revista en redal yc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

El Sistema de Evaluación de Las IES en México

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  • Poltica y CulturaISSN: [email protected] Autnoma Metropolitana UnidadXochimilcoMxico

    Valenti, Giovanna; Varela, GonzaloEl sistema de evaluacin de las IES en Mxico

    Poltica y Cultura, nm. 9, invierno, 1997, pp. 131-147Universidad Autnoma Metropolitana Unidad Xochimilco

    Distrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26700908

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  • El sistema de evaluacin de las IES en Mxico

    Giovanna Valenti y Gonzalo Varela

    Este artculo nos presenta como desde finales de los aos ochenta existe una profunda preocupacin de investigadores, gobierno y opinin pblica por mejorar la calidad de la educacin superior en nuestro pas. De esta manera, se han planteado una serie de mecanismos para evaluar los objetivos y los resultados de las instituciones educativas; de tal suerte, la ampliacin en la asignacin de recursos se encuentra estrechamente vinculada con el desarrollo de estos procesos.

    I. Introduccin

    El Sistema Educativo Superior (SES) de Mxico tiene una composicin eminente-mente pblica, como se comprueba en el hecho de que en 1995 alrededor del 75% de la matrcula estudiantil se concentraba en las Instituciones de Educacin Superior (IES) del sector estatal. Aunque tambin es un hecho que durante los ltimos diez aos se ha registrado un crecimiento muy importante del segmento privado del SES, tanto en el nmero de instituciones como en la cifra de estudiantes. Ello se explica

    Profesores-investigadores del Departa-mento de Poltica y Cultura de la Universidad Autnoma Metropolitana-Xochimilco

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    por la diferencia en la intensidad de los incrementos porcentuales, ya que mientras las ES pblicas registran un alza de slo 11% de su matrcula en el perodo que va de 1985 a 1995, las ES privadas muestran un incremento del orden del 78%.

    Tomando como punto de partida el ao de 1970, cuando crece a altas tasas la educacin superior, al menos hasta el ao de 1982 observamos que este crecimiento fue principalmente impulsado y financiado por el gobierno con recursos pblicos. Son varios los hechos que apoyan esta afirmacin: el grueso del estudiantado se concen-tr y sigue concentrndose en las IES de tipo pblico; adicionalmente stas funcionan principalmente con un promedio de 95% de sus ingresos provenientes de subsidios de los gobiernos federal y estatales. Adems la investigacin cientfica y humanstica desarrollada principalmente en las ES pblicas es apoyada en buena medida por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologa (CONACYT) que fue creado a principios de los setenta y an hoy es la principal fuente de financiamiento para promover las acti-vidades directamente relacionadas con la investigacin y el desarrollo en el pas. Como resultado de lo anterior ms del 85% del financiamiento a la investigacin que se rea-liza en el pas tiene su origen en fondos pblicos. El CONACYT es tambin el principal proveedor de las becas-crdito para los estudios de posgrado en el pas y en el extranjero.

    As, durante quince aos de expansin del SES el gobierno jug un papel cen-tral como impulsor/financiador de la educacin superior y la ciencia y la tecnologa en el pas. Pero sus acciones y decisiones estuvieron esencialmente centradas en el fi-nanciamiento otorgado a las ES (Baza y Valenti: 1991) con bajo perfil en la regulacin y supervisin de los resultados y el impacto de la educacin superior. El efecto prin-cipal fue que los trminos de la relacin entre el gobierno y las IES se fijaron principalmente atendiendo al nmero de la matrcula estudiantil y de los cursos ofre-cidos y a la capacidad de control de las instituciones que demostraban las respectivas autoridades universitarias (Brunner:1993). Esto ltimo tambin estuvo influido en Mxi-co, por a la efervescencia estudiantil de los aos sesenta, que acarre un importante cuestionamiento del sistema poltico mexicano.

    II. La evaluacin de la calidad educativa superior

    Los criterios arriba enunciados comenzaron a modificarse paulatinamente en el trans-curso de los aos ochenta1 y hacia principios de la dcada de los noventa la poltica

    1 Un ejemplo de ello fue el Diagnstico del Posgrado Nacional realizado por el CONACYT, cuya preocupa-

    cin central fue reconocer los principales problemas que aquejaban el funcionamiento de calidad de los posgrados.

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    pblica de educacin superior experiment importantes transformaciones (Varela Pe-tito: 1997). Estos cambios han generado orientaciones que difcilmente se revertirn: a) la introduccin de procesos voluntarios de evaluacin de las IES para regular el funcionamiento de stas, condicionando la provisin de financiamientos adicionales a los normalmente entregados, a determinados parmetros y otros referentes de cali-dad definidos por la Comisin Nacional de Evaluacin (CONAEVA) o por las mismas IES, en lugar del tradicional criterio de asignacin de fondos por nmero de matrcula; b) una opinin pblica crecientemente crtica del grado de eficacia y eficiencia con el que las universidades pblicas, utilizan los recursos que se les entregan en el des-empeo de sus tareas, dada la importancia de stas en los procesos de desarrollo de los pases.

    Desde finales de la dcada de los ochenta, tanto la comunidad de investigado-res y especialistas como la opinin pblica y el gobierno, coincidieron en priorizar el mejoramiento de la calidad de la educacin superior. Sobre este tema, los debates y propuestas han sido mltiples y diversos durante los ltimos quince aos. Se ha dado cierta coincidencia en cuanto a que en la generacin y sostenimiento de la calidad de los servicios educativos que ofrecen las IES intervienen, al menos, las siguientes di-mensiones (Valenti y del Castillo: 1997a):

    - Las caractersticas jurdico-organizativas de la institucin. - El perfil acadmico de su cuerpo docente. - La pertinencia y competitividad de la produccin cientfico-tecnolgica de la ins-titucin.

    -La amplitud, actualidad y capacidad innovadora de los perfiles de formacin ofrecidos, tomando en cuenta la pertinencia profesional, la de tipo cientfico-tec-nolgico y la social.

    - La capacidad de planeacin estratgica y de gestin acadmico-administrativa de los rganos de gobierno de la institucin.

    - La capacidad de la institucin para absorber e impactar los mbitos extrauniver-sitarios.

    Los aspectos antes enunciados colocan inevitablemente a la evaluacin en el centro de las estrategias de desarrollo de la educacin superior, tanto en el nivel de las instituciones como en el de las agencias gubernamentales y de financiamiento internacional.

    No son fortuitas, entonces, la expansin y multiplicacin que en aos recientes han tenido los mecanismos y procesos de evaluacin. La gama es muy diversa: la

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    autoevaluacin y evaluacin institucionales, la evaluacin de la productividad cientfi-co-tecnolgica, y la evaluacin del impacto (por ejemplo, estudios de seguimiento de egresados). Las unidades de anlisis son, tambin, varias: desde los individuos (los investigadores y profesores) y los programas de formacin (carreras, posgrados), hasta las instituciones y los egresados.

    Cada uno de estos mecanismos y procesos involucran a personas con estatus y orgenes diversos (cientficos, autoridades universitarias y gubernamentales, especia-listas en evaluacin nacionales y extranjeros, personalidades sobresalientes en su disciplina, etc.). La misma afirmacin es vlida respecto a las metodologas aplicadas o desarrolladas ad hoc, en lo relativo al enfoque cuantitativo o cualitativo que orienta las indagaciones y la seleccin de las unidades de observacin (grfica 1).

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    La revisin de la problemtica educativa superior sugiere que en torno al tema de evaluacin y su vinculacin con la optimizacin de la calidad hay que empezar a dar respuestas fundamentadas en sus tres dimensiones bsicas: formacin profesio-nal, produccin cientfica y tecnolgica y gestin y direccin universitarias eficaces y apegadas al profesionalismo acadmico.

    Los procesos de evaluacin, por tanto, se pueden constituir en la fuente princi-pal de informacin para la toma de decisiones de las autoridades y de los grupos acadmicos que buscan orientar sus acciones hacia el paulatino mejoramiento de las tareas acadmicas sustantivas (docencia e investigacin), as como tambin de las actividades de extensin universitaria. Sin embargo, como se ver en la segunda par-te de este artculo, an cuando se ha aceptado la necesidad de introducir cambios en las IES y en el sistema en general, existe todava una tensin entre aceptacin y resis-tencia hacia el sistema de evaluacin de la calidad que ha sido promovido principalmente por el gobierno. Estos puntos nos conducen a preguntarnos acerca de los avances y la pertinencia de los procesos y mecanismos de evaluacin que operan desde 1990 a la fecha, tanto en las agencias gubernamentales como en las institu-ciones de educacin superior.

    En la experiencia internacional, son varias las lecciones que habra que re-cuperar para la formulacin y aplicacin de los procesos y mtodos de evaluacin en las IES mexicanas (Valenti (et al): 1997b): a) la evaluacin til es aque-lla que adems de verificar el cumplimiento de metas y resultados, se ocupa de comprender los procesos que subyacen a tal cumplimiento; b) los procesos de eva-luacin deben ser esencialmente orientadores de las acciones futuras en funcin del balance que realizan; c) las metodologas ms exitosas son las que logran arti-cular la verificacin de los indicadores y variables establecidas, otorgan evidencia confiable acerca de las dimensiones de inters y elaboran un anlisis compren-sivo de los resultados; d) los procesos de evaluacin que pretenden cambios deben considerar necesariamente espacios de interaccin entre el evaluador y el eva-luado.

    En Mxico, la evaluacin que prevalece es aquella que est orientada a la veri-ficacin del cumplimiento de insumos y los avances ms importantes han sido la elaboracin de un marco de referencia que tiende a homogeneizar la informacin re-querida, a la vez que explcita, en algunos casos, los componentes de la calidad. Esto ha sido hecho por parte de las agencias gubernamentales o de enlace entre gobierno e IES (CONPES, CONACYT, etc.) y los antecedetes ms importantes son el Sistema Nacional de Investigadores y el Diagnstico del Posgrado Nacional realizado por el

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    CONACYT en 1985 y 1987, que despus de 1990 adopt la modalidad del padrn de excelencia de los posgrados de CONACYT (grfica 2).

    La evaluacin que se practica est dirigida a los individuos o a las instituciones. De stas ltimas se valoran los programas, asi como sus recursos materiales y hu-manos. El origen de la evaluacin puede ser externo o interno (y en este ltimo caso es autoevaluacin). La valoracin de los investigadores y docentes es realizada por comits de pares o comisiones ad hoc ya sea de la misma institucin o externos a la misma. Cabe tambin sealar que los distintos mecanismos de evaluacin (interna o externa) son formalmente voluntarios, si bien por motivos fundamentalmente (aunque no solamente) financieros, se da una significativa presin sobre las IES pblicas o los acadmicos individuales para que los adopten, con ciertos mrgenes de flexibilidad mayor para que definan su propio sistema, en el caso de las universidades autnomas.

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    Cabe mencionar que la evaluacin que tiene mayores implicaciones econmicas es la que se practica a los docentes e investigadores. Los resultados de sta, se en-cuentran asociados a la asignacin de ingresos personales complementarios bajo la figura de becas y estmulos cuyo objetivo principal es la diferenciacin salarial basada en la produccin acadmica individual. Tambin la evaluacin de la calidad de los posgrados que realiza el CONACYT tiene un impacto econmico, dado que solo aquellos posgrados que son evaluados positivamente estn en posibi-lidad de obtener becas para sus estudiantes y fnanciamiento para mejorar su infraestructura.

    En resumen, el impacto que las evaluaciones tienen en los diversos actores evaluados es diferenciado, en unos es directo y de carcter principalmente eco-nmico y, en otros, es indirecto y centrado en orientaciones para el cambio (grficas 3, 4 y 5).

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    En cambio, la autoevaluacin de las Instituciones opera como un requisito que tienen que cumplir para recibir financiamiento pblico adicional al presupues-to normal. Para desarrollar esta nueva modalidad en el financiamiento, entre otros mecanismos la SEP cre desde 1990 una instancia especial denominada Fondo para la Modernizacin de la Educacin Superior (FOMES) ante la cual se pre-sentan las IES a solicitar financiamiento, cubriendo ciertos procedimientos de evaluacin.

    En general, los esquemas aplicados privilegian el establecimiento de requisitos y el cumplimiento de indicadores y otros referentes, en conexin con ideas de calidad y productividad. El Sistema Nacional de Evaluacin que opera desde 1989 promovi en una primera etapa la autoevaluacin, cuyos resultados parecen ser positivos si se toma en cuenta la sistematizacin y homogeneizacin de la informacin, pero todava de escaso peso si se atiende a la orientacin al logro de cambios sustantivos en el conjunto del sistema.

    En el marco de estas actividades, se cre la CONAEVA para que realizara la evaluacin de los programas de formacin y algunas funciones de la Universidad. A partir de iniciativas de CONAEVA y CONPES, tambin se formaron diversos comits de pares que se apoyan en una metodologa que privilegia la evaluacin diagnstica (P-rez Rocha: 1997). Hasta el momento, el balance de este proceso parece ser bastante positivo para las instituciones en cuanto lograr una relacin de retroalimentacin con dichos comits de pares.

    Pero al da de hoy uno de las principales puntos de discusin en la agenda de la educacin superior es cmo articular los procesos de evaluacin de la calidad con el establecimiento de un sistema de acreditacin, con el arribo a un acuerdo consen-sado en el sentido de reconocer la necesidad de contar con un Sistema Nacional de Evaluacin y Acreditacin de la Educacin Superior y con un organismo coordinador autnomo, de carcter no gubernamental y con alta credibilidad social. Una de las cristalizaciones de este consenso es la XXVII Asamblea General de la ANUIES, cele-brada en la Ciudad de Toluca en noviembre de 1996 (Snchez: 1997).

    En consecuencia, un balance somero de la estrategia evaluadora en la poltica educativa superior de los noventas, nos lleva a hacer consideraciones acerca de ven-tajas y limitaciones.

    En primer lugar, las instituciones de educacin superior estn ahora obligadas a asumir la lgica de rendir cuentas de los resultados alcanzados con criterios de cali-

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    dad y sujetos a evaluaciones que pueden ser tomadas en cuenta por los organismos gubernamentales proveedores de recursos pblicos. En segundo lugar, en la medida en que existe una participacin ms activa de la autoridad gubernamental y los me-canismos de enlace gobierno-IES (ANUIES, CONPES, etc.) respecto a la orientacin concreta de la educacin superior, los acadmicos, las autoridades y los analistas estn ms pendientes de estas decisiones y, sobre todo, han comenzado a intere-sarse en propuestas alternativas en materia de evaluacin y de gestin acadmica. En tercer lugar, la valoracin de la produccin, la formacin y la actualizacin de los acadmicos ha llevado a que se rompan algunas de las inercias paralizantes que aquejaban anteriormente a las IES.

    Cules seran las principales limitaciones de tal estrategia? En primer orden, es de sealar que los tiempos y los procedimientos de la evaluacin son, en general, excesivos en papeleo y dbiles en cuanto a mecanismos de seguimiento. Como se-gunda limitante se observa que la evaluacin de los investigadores y docentes en la medida en que opera muy directamente ligada a compensaciones econmicas lleva a que los ingresos de los profesores, en funcin de su perfil acadmico y desempe-o, tengan un horizonte de estabilidad a corto plazo.

    La evaluacin institucional est an muy centrada en la relacin lES-gobierno, es decir, an cuando existe un avance en cuanto a la orientacin de la importancia de rendir cuentas de los resultados, predomina la evaluacin basada en criterios me-dibles de manera cuantitativa o bien la "evaluacin por requisitos". Est todava pendiente el desarrollo de modelos ms amplios de evaluacin que ofrezcan informa-cin a la sociedad acerca de aspectos que resultan de inters y utilidad para entender mejor la calidad de los servicios educativos de nivel superior (qu se ensea y cmo y cunto aprenden), para lo cual habra que responder a algunas de las siguientes interrogantes: cunto saben los estudiantes y egresados de lo que deberan saber?, lo saben bien?, qu grado de vinculacin existe entre la formacin recibida y las exigencias que le plantea su desempeo profesional posterior?, estn actualizados los saberes tericos, metodolgicos y tcnicos que se han establecido como esen-ciales curricularmente?, su enseanza contempla la interaccin alumno-academia y alumno-campo profesional?.

    Tambin sera necesario que los procesos de evaluacin exploraran otras pre-guntas: cul es la pertinencia profesional, cientfico-tecnolgica y social de la formacin ofrecida y de la produccin cientfico-tecnolgica y humanstica, a nivel in-dividual, grupal e institucional?, cul es la competitividad nacional e internacional de los saberes generados en los niveles disciplinario e interdisciplinario?.

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    Del mismo modo, habra que conocer aquello que los empleadores y los especialistas consideran como las caractersticas idneas de los perfiles de for-macin.

    En sntesis, lo que se sugiere es que la evaluacin debe apoyar ms las accio-nes y decisiones encaminadas a mejorar la calidad de la educacin superior. En este sentido, habra que tener una informacin ms amplia acerca de que han hecho tanto las IES como las autoridades educativas nacionales con los resultados de las evalua-ciones practicadas. En otras palabras, qu claridad se tiene hoy acerca del funcionamiento del Sistema Educativo Superior, de los tipos de instituciones que pre-valecen, la pertinencia profesional, cientfica y social de la formacin profesional ofrecida, los perfiles diferenciados de la formacin profesional y el grado de articula-cin de ellos con el mercado de trabajo.

    De ah la importancia de que en la consolidacin del Sistema Nacional de Eva-luacin se garantice la existencia de un cuerpo tcnico muy especializado y respetuoso de los valores acadmicos, adems de que los comits de pares y rganos de eva-luacin se apoyen cada vez ms en investigaciones evaluativas que analicen algunos de los temas aqu sugeridos.

    III. Posibles estrategias institucionales en relacin con la evaluacin

    Habiendo realizado un repaso general del escenario de las polticas de evaluacin en el pas, nos ocuparemos ahora de caracterizar tres casos posibles de respuesta por parte de las IES en relacin con el sistema de evaluacin de la calidad de la educa-cin superior implementado desde 1989 a la fecha.

    No obstante que el espectro del SES es muy amplio y diverso, para efectos de este ejercicio nos concentraremos en el segmento de las universidades pblicas, que son las que atienden a la gran mayora de los estudiantes matriculados en educacin superior en Mxico y aqullas que se caracterizan por tener gran autonoma jurdica y operativa, a pesar de que dependen del Estado por razones de financiamiento, lo que de algn modo las presiona a asumir la poltica de evaluacin de la educacin supe-rior definida por las autoridades gubernamentales y sus mecanismos de enlace, aunque introducindole a menudo variantes permitidas por la autonoma (y por la participacin de las mismas universidades en los mencionados mecanismos de enlace).

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    Dado que existe en Mxico un nmero importante de varias decenas de univer-sidades pblicas, sera difcil y en parte arbitrario colocar con precisin a cada una de las mismas en uno de los tres ejemplos que siguen. Adems, en instituciones de gran tamao y complejidad como son muchas de estas instituciones, distintos seg-mentos o unidades acadmicas de las mismas podran incluirse en uno de los tres casos sealados, producindose una combinacin de tipos en una misma organiza-cin. Por eso hemos preferido operar, en la siguiente seccin, con una metodologa de tipos ideales que como es sabido son construcciones hechas con base en infor-macin emprica, si bien por lo regular no se ajustan a un caso emprico en particular2.

    Es de destacar que la respuesta de las universidades a la poltica de educacin superior no es uniforme, y las diferencias dependen de lo que podemos llamar los sistemas polticos internos de cada IES. El enlace entre el gobierno y cada institucin en concreto es hecho por las autoridades de cada universidad que deben convencer a su vez a las comunidades acadmicas de asumir la prctica rutinaria de la evalua-cin.

    En ese sentido distinguimos tres posibilidades, de acuerdo a distintas comunida-des acadmicas: evaluacin por consenso, por conflicto o por interaccin entre lites de evaluadores y evaluados.

    1. La evaluacin por consenso puede darse en instituciones con fuerte liderazgo interno, siempre que las autoridades universitarias sean a la vez capaces de tener tambin una buena relacin con el gobierno. En estos casos, los dirigentes universita-rios, sin oponerse a las directivas generales acerca de la poltica de la evaluacin que disea el estado, negocian en primer lugar con las autoridades gubernamentales los criterios generales con que aplicarn en sus respectivas universidades los procedimien-tos tcnicos de evaluacin. Esto supone el hecho de que el gobierno no impone un procedimiento de evaluacin institucional homogneo a cada universidad autnoma, sino que estas tienen libertad para elegir, dentro de ciertos lmites, su propio modelo.

    En el caso de la evaluacin por consenso, un logro central de las autoridades universitarias en su negociacin con el gobierno, es lograr presentar un modelo de autoevaluacin con la suficiente solidez tcnica como para que sea aceptada por el estado. Ello supone por tanto que el modelo de evaluacin est a la altura de los parmetros internacionales en la materia.

    .

    2 Ver McKinney (1968).

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    En lo interno, a su vez, la implantacin de la evaluacin por consenso supone al menos dos requisitos principales: que haya un lderazgo por parte de las autoridades, y que no haya fuertes grupos organizados contrarios a la prctica de la evaluacin. (Aunque de hecho, dados los fuertes condicionantes financieros, es difcil que en nin-guna IES se de un rechazo completo a la evaluacin). En tal caso, la evaluacin, para llegar a implantarse y a funcionar realmente, debe ligarse en forma profunda a los mecanismos existentes de planeacin, transformando como es lgico la prctica mis-ma de la planeacin universitaria, sus resultados, y la lgica de la toma de decisiones.

    En el proceso de la implantacin de la evaluacin por consenso es importante el cronograma y la discusin. A diferencia del modelo que veremos ms adelante, de implantacin de la evaluacin en un caso de conflicto, en este caso se supone nece-sariamente que debe haber en la comunidad acadmica procesos de discusin acerca del modelo evaluativo a adoptar, pero que estos no deben rebasar ciertos lmites de intensidad, es decir que el proceso de discusin no debe convertirse en un fenmeno absorbente de la vida interna de la institucin, ni rebasar ciertos niveles de apasiona-miento. Ello est ligado al uso del tiempo. Las autoridades universitarias deben ser capaces de programar un cronograma de discusiones y tambin de implantacin pro-gresiva de la evaluacin, segn el cual sea un punto aceptado, desde el principio, el que independientemente de las discrepancias que puedan surgir, el sistema de au-toevaluacin institucional ha de estar funcionando rutinariamente en una fecha lmite fijada de antemano con cierta precisin. El plazo no ha de ser muy largo, pero tampo-co muy breve, pues un proceso relativamente lento (aunque con fechas fijas) es esencial para la elaboracin de ideas y lograr el consenso que se realiza a travs de la discusin y la prueba en tramos sucesivos de los distintos elementos principales del sistema de evaluacin.

    2. En el caso de la evaluacin por conflicto, el primer problema a salvar es el de la estructura institucional misma. En estas circunstancias, las universidades se sue-len regir por un sistema entre formal e informal de gobierno, de tipo "consejal", con amplia participacin en considerable pie de igualdad, de representantes de profeso-res, estudiantes y tambin de trabajadores administrativos. Esta situacin favorece una dinmica poltica que es participativa pero con poca capacidad de decisin, pues el juego de unos grupos organizados de inters dentro de este sistema muchas veces termina por trabar la capacidad ejecutoria de los otros, ms que por asegurarse a s mismo una propia cuota de decisin. Ello contribuye a alimentar una situacin latente de conflicto entre grupos. Esto se debe a que, dentro de este esquema, la paridad de fuerzas, la descentralizacin del poder y la legitimacin de la participacin permite a los grupos mantener un poder "negativo" antes que "positivo". La administracin coti-

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    diana de los asuntos de la universidad no se ve del todo imposibilitada, pero s sufre de dilaciones y distorsiones al tener que ser procesada constantemente por medio de un sistema de poder de este tipo.

    Lo anterior se refiere al manejo interno de las universidades; en el aspecto exte-rior, este tipo de IES suelen tener fuertes distanciamientos polticos el gobierno, si bien dependen por completo, al igual que las otras, del financiamiento que provee el esta-do. Por esta razn, se les plantea frente a la evaluacin un dilema. Por un lado son las ms reacias a adoptarla, porque ven en los mecanismos evaluatorios una forma de intervencin nociva del estado. Pero por otro lado su dependencia econmica de los fondos pblicos les hace comprender que la adopcin de la evaluacin es inevita-ble. En este sentido, se abre un perodo de ajuste en parte similar al que hemos descrito al hablar de la evaluacin adoptada por consenso de las comunidades aca-dmicas.

    Sin embargo, a diferencia del modelo del consenso, el punto principal en los modelos conflictivos, es que la legitimidad de la evaluacin no es aceptada, sino que se la considera como un hecho injusto e ilegal. Por tanto, la discusin interna en tor-no a la forma de hacer viable la evaluacin es menos importante. Se trata de una opinin muy extendida en las comunidades de estas universidades, por encima de las divisiones que pueda haber en su interior entre distintos grupos de inters y de poder, de modo que en esta situacin el conflicto se plantea entre la universidad y el gobier-no, y no en el interior de la misma. Pero dado que las universidades no pueden finalmente rechazar la evaluacin, se trata de adoptarla bajo modalidades matizadas, tanto que a veces llevan incluso a quitar todo valor real a la autoevaluacin institucio-nal.

    La forma de hacer tolerable en estas circunstancias la evaluacin como meca-nismo institucional normal, es tambin la del ajuste del sistema de planeacin de cada institucin, dentro del cual son diseados e incluidos nuevos mecanismos especficos de evaluacin. Slo que con tales condicionamientos, en un contexto que es ms de resistencia que de mutuo acomodo entre distintas visiones sobre la evaluacin, tanto la evaluacin como la misma planeacin arriesgan ser ejercicios puramente formales o retricos, con poco efecto sobre la toma de decisiones y la administracin cotidiana de la universidad.

    3. Finalmente tenemos tambin la evaluacin procesada mediante interaccin entre grupos de lite. Algunas universidades pblicas que han logrado consolidar gru-pos acadmicos de alto nivel en materia docente y sobre todo en materia de

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    investigacin, han sostenido desde hace mucho tiempo relaciones privilegiadas con las autoridades educativas gubernamentales. Es ms, a menudo estos grupos de lite acadmica han sido los responsables, en interaccin con los grupos de planeacin educativa del gobierno, de disear y refinar algunos de los principales dispositivos de las polticas educativas que se suceden en el tiempo. Estos grupos acadmicos de alto nivel generalmente ejercen, adems, el liderazgo institucional en las universida-des a las que pertenecen.

    Este razonamiento es vlido tambin en materia de evaluacin. En las universi-dades pblicas que giran en torno a grupos cientficos de lite, la evaluacin de actividades acadmicas al menos en la modalidad de evaluacin de productos del trabajo individual de los profesores es una actividad ms frecuente y aceptada que en las dems, y a menudo estas prcticas evaluatorias han precedido en el tiempo al lanzamiento de una poltica general de evaluacin para toda la educacin superior, por parte del gobierno. El hecho principal es que los grupos acadmicos de lite que se destacan sobre todo en la investigacin en ciencias bsicas estn acostumbra-dos a ser evaluados de acuerdo con parmetros internacionales de calidad, dado que regularmente presentan sus trabajos en congresos y seminarios internacionales, y los publican tambin en revistas internacionales o nacionales de alta calidad. Adems tie-nen bien establecidas rutinas de trabajo en equipo, as como de seleccin y formacin de su personal ms joven, de acuerdo con los mismos parmetros internacionales de excelencia.

    Dada la cercana y estrecho contacto con las autoridades educativas guberna-mentales, estos grupos no tienen tampoco razones para desconfiar de las polticas oficiales de evaluacin de la educacin superior, pues ellos mismos han contribuido a generarlas. Sostienen peridicos contactos con las autoridades educativas, y stas suelen convocar a miembros de estos grupos acadmicos de alto nivel como consul-tores de la poltica educativa y de desarrollo en ciencia y tecnologa, y tambin como integrantes de los comits de pares que suelen revisar la pertinencia y calidad de los programas acadmicos de educacin superior que solicitan financiamientos adiciona-les al gobierno.

    Sin embargo cabe tener en cuenta que, a pesar de esta cercana interaccin, nunca existe una identificacin total entre los grupos acadmicos y el gobierno. Se mantienen distancias determinadas tanto por discrepancias en torno a ciertos aspec-tos concretos de la poltica de evaluacin (o de otras polticas educativas) como por discrepancias concernientes al resultado de evaluaciones especficas de programas o de instituciones, hechas por los comits gubernamentales de evaluacin. Esto da la

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    pauta de que nunca existe una coincidencia de opiniones permanente o profunda en-tre gobierno y comunidades acadmicas, porque estas ltimas, en cualquiera de las tres circunstancias que hemos expuesto en estas pginas, tratan de preservar de una forma u otra la autonoma poltica y jurdica que es tpica de las universidades pbli-cas mexicanas y latinoamericanas.

    Bibliografa bsica

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