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EL TEÓSOFO

VOL. 138 NO. 11

Editor: Sr. Tim Boyd

NOTA: Los artículos para publicar en “The Theosophist” deben ser enviados a: <editorialoffi [email protected]>

Tapa:

Órgano Ofi cial del Presidente, fundado por H. P. Blavatsky, 1879. La Sociedad Teosófi ca es responsable sólo por las noticias ofi ciales editadas en esta revista.

AGOSTO 2017

Propagando y Demostrando la TeosofíaTim Boyd

Duda, Engaño y Certeza en el Sendero EspiritualWilliam Wilson Quinn

La Búsqueda de la Felicidad D.P. Sabnis

El Poder de la AlegríaClarence Pedersen

Primera, Segunda y Tercera PersonaPradeep Talwalker

Dar el Ejemplo: Nuestro Verdadero TrabajoUn Estudiante

3

7

12

14

19

22

Diente de León (taraxacum offi cinale), las semillas tienen cerdas aplumadas que pueden ser arrastradas a largas distancias por el viento, esparciendo la maravilla de la Naturaleza.

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El Teósofo2

LA SOCIEDAD TEOSÓFICAFundada el 17 de Noviembre de 1875

Presidente: Mr Tim Boyd Vice presidente: Dr Chittaranjan SatapathySecretary: Ms Marja Artamaa Tesorero: Mr T. S. Jambunathan

Cuartel General: ADYAR, CHENNAI (MADRAS) 600 020, INDIAVice-President: [email protected]

Secretary: [email protected]ía: [email protected]

Biblioteca y Centro de Investigaciones Adyar: [email protected] de Publicaciones Teosófi cas (TPH): [email protected] - [email protected]

Ofi cina Editorial: editorialoffi [email protected], Website: http://www.ts-adyar.org

La Sociedad Teosófi ca está compuesta por estudiantes que pertenecen -o no- a cualquiera de las religiones existentes en el mundo. Están unidos por su aprobación a los objetivos de la Sociedad, por su deseo de deponer los antagonismos religiosos y congregar a los hombres de buena voluntad, cualquiera que sean sus opiniones religiosas y por su deseo de estudiar las verdades de las religiones y participar a los demás estudiantes los resultados de esos estudios. El vínculo que los une no es la profesión de una fe común, sino la común investigación y aspiración por la Verdad. Sostienen que la Verdad debe buscarse mediante el estudio, la refl exión, la pureza de vida, la devoción a elevados ideales. Consideran que el precio de la Verdad debe ser el resultado del esfuerzo para obtenerla y no un dogma impuesto por autoridad. Consideran que la fe debería ser el resultado del estudio o intuición interior y no su antecedente; que debe descansar sobre el conocimiento y no sobre una aseveración. Extienden su tolerancia hacia todos, aún a los intolerantes, no como privilegio que se abrogan, sino como deber que cumplen, esforzándose por disipar la ignorancia más bien que condenarla. En cada religión ven una expresión de la Sabiduría Divina, prefi riendo su estudio a su condenación y su práctica a su proselitismo. Su consigna es la Paz; su aspiración la Verdad.

La teosofía es el cuerpo de verdades que constituye la base de todas las religiones y que no pretende posea exclusivamente una de ellas. Ofrece una fi losofía que hace la vida inteligible y demuestra que la justicia y el amor guían su evolución. Coloca a la muerte en su legítimo lugar, como un incidente que se repite en la vida sin fi n, abriendo el paso a una existencia más plena y radiante. La Teosofía restituye al mundo la Ciencia del Espíritu, enseñando al hombre que él mismo es un Espíritu y que la mente y el cuerpo son sus servidores. Ella ilumina las Escrituras y las doctrinas de las religiones, revelando su signifi cación oculta, justifi cándolas ante la razón, como siempre se han justifi cado ante los ojos de la intuición.

Los miembros de la Sociedad Teosófi ca estudian estas verdades y los teósofos se empeñan en vivirlas. Todo aquel que esté dispuesto a estudiar, a ser tolerante, a tener miras elevadas y a trabajar con perseverancia, será bienvenido como miembro y dependerá del mismo miembro llegar a ser un verdadero teósofo.

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Agosto 2017 3El Teósofo

Propagando y Demostrando la Teosofía

Sociedad Teosófi ca (ST) fue fundada en 1875. En La Clave de la Teosofía H. P. Blavatsky (HPB) hace la afi rmación, aparentemente simple, de que se fundó para demostrar que la Teosofía existe. Ése era el propósito subyacente de la ST y del movimiento que se formó con su aparición. La intención había sido llevarlo a cabo en dos líneas diferentes.

La primera línea era la propagación de los conceptos y verdades incorporados en la Teosofía. En la Carta del MahaChohan se afi rmaba que debemos “predicar y popularizar” las diversas verdades que contiene la sabiduría teosófi ca. Hacía énfasis en la introducción de algunas ideas poderosas, capaces de cambiar la dirección del pensamiento y comportamiento humanos.

La segunda era la demostración, es decir, que las verdades incorporadas en esta sabiduría debían aplicarse siempre, y con esa aplicación la auto-transformación devenía una posibilidad. La idea ofrecida era que las ideas simiente, tan profundas y poderosas, una vez enraizadas en la conciencia individual, darían, necesariamente, resultados transformadores. Por un lado, pues, estaba la propagación y por el otro, la demostración de la validez y poder de estas verdades. En 1888, casi treinta años después de la fundación de la ST, HPB escribía el Memorandum Preliminar de un nuevo grupo llamado inicialmente Sección Esotérica (SE) de la Sociedad Teosófi ca. (Posteriormente ese nombre se cambió por Escuela Esotérica de Teosofía). En este memorándum, una de las cosas que señalaba era que la ST había alcanzado “estupendos” resultados desde su fundación, demostrando que tal cosa como la Teosofía existía. Pero limitaba estos resultados estupendos a las áreas que ella llamaba

“exotéricas”. El trabajo externo se había llevado a cabo de forma notable, particularmente

en el aspecto de sembrar ideas teosófi cas en la conciencia global. Por primera vez se estaba hablando de estas poderosas ideas. Decía que ése había sido el gran éxito del movimiento Teosófi co, junto con la inclusión de las religiones del mundo y el reconocimiento popular que, como resultado, se extendió a la ST.

El área en la que consideraba que la ST había fracasado era en demostrar la validez de las enseñanzas a través de la conducta de sus miembros. Desde su punto de vista, únicamente había que demostrar una cosa. Algunos de los primeros miembros estaban interesados en cultivar aquellos potenciales internos que pudieran darles el control de los poderes psíquicos y de las fuerzas de la Naturaleza. HPB produjo numerosos fenómenos, demostrando que los poderes internos eran reales y estaban al alcance del individuo adecuadamente preparado y motivado. Pero no era ése el tipo de demostración que le interesaba cuando hablaba de las difi cultades que afrontaba la ST.

Desde la perspectiva de HPB y de los Fundadores Internos, el propósito fundamental de la existencia de la ST era demostrar la posibilidad de una fraternidad universal. Era en ese punto donde ella consideraba que la ST, y consecuentemente sus miembros, no habían tenido éxito. Desde su punto de vista en aquella época, los miembros de la ST ni siquiera alcanzaban el nivel de cualquier organización fraternal corriente.

Su opinión se basaba en que las críticas de los miembros (de las que ella misma fue objeto), las calumnias que se produjeron, las relaciones interpersonales que superaron en importancia la idea y la práctica de la fraternidad fueron tan acusadas que pensaba que, si no se hacía algo para corregir esa tendencia, todo el trabajo realizado por los Fundadores Internos y por ella misma se perdería. Comentaba que los Maestros

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poco pueden ayudar a una organización que no está completamente unida en su propósito y sentimientos, y que vuelve la espalda a la razón fundamental de su existencia: el amor fraterno universal. Era necesario introducir un factor corrector. A falta de alguna demostración de la Fraternidad Universal, no había manera de sentir la infl uencia de los Fundadores Internos a través de la ST.

Siempre habrá individuos excepcionales que irán apareciendo periódicamente en el mundo, como HPB o J. Krishnamurti, que podrían ser utilizados con ese fi n. Pero la intención evidente no era la de tener una luz muy brillante luciendo por un momento en el mundo, sino estimular la creación de grupos activos de personas motivadas por sus enseñanzas, que quisieran expresarlas con su vida. El movimiento teosófi co se creó con la esperanza de que, a través de esta demostración de una fraternidad posible, la infl uencia de los Maestros se hiciera sentir en el mundo.

Es interesante ver que en la fundación inicial de la Sección Esotérica, HPB estableció, al desarrollarla, ciertas reglas para sus miembros. Hizo una lista de veintiuna reglas, que deberían regir la conducta y orientación de los miembros de esa Sección. De estas veintiuna reglas, once de ellas estaban enfocadas a la relación entre los miembros de la Sección Esotérica. Consideraba que era de suma importancia dejar claro cómo deberían conducirse sus miembros.

Blavatsky no hubiera establecido esas normas si los miembros las hubieran tenido en cuenta, pero el cotilleo, los juicios injustos entre ellos, las acusaciones de todo tipo contra un compañero, la pretensión de estar más avanzado de lo que realmente uno estaba y otras cosas parecidas, dieron lugar a que las estableciera como normas que los miembros de la Sección Esotérica debían respetar estrictamente. Evitar esas conductas se considera de sentido común en cualquier práctica de buena voluntad, cuanto más en la práctica del amor fraterno. Esos fueron los puntos en los que más insistió.

El resto de las normas hablaban de las prácticas, de la dieta, de cómo debemos considerar a los Maestros, del altruismo, de la naturaleza de la vida interior, pero las reglas más importantes que estableció eran sobre la conducta externa normal y simple. No creo que fuera algo accidental por parte de HPB, ni que se dejara llevar por la situación del momento. Existen razones para nuestra manera

de comportarnos. Nuestro desarrollo interno se expresa con la conducta externa.

Muchas veces intentamos empezar tratando de cultivar el estado interior ideal, para que la conducta externa pueda ser una manifestación del mismo. Pero HPB reconocía que el proceso puede funcionar también al revés -de fuera hacia dentro. Si actuamos de forma amable, adoptamos también la mente que dicta esa conducta. Tiene un cierto valor adoptar algunas conductas hasta que consiguen enraizarse en la conciencia. El viejo adagio que dice “imítalo hasta conseguirlo” expresa una cierta sabiduría.

La Teosofía tiene una capacidad muy profunda para describir las dimensiones de la condición humana, pero el verdadero valor que tiene para nosotros es el que lleguemos a ser capaces de aplicar esas enseñanzas a nuestra propia condición, o más precisamente, al condicionamiento de nuestra mente.

Queda muy claro en las enseñanzas teosófi cas que vivimos en un universo multidimensional. Todos funcionamos continuamente a muchos niveles. El funcionamiento de la mente humana se describe generalmente como la mente enraizada en los deseos (kama-manas) y en la satisfacción de esos deseos. Es la forma en que funciona nuestro pensamiento “normal”.

Evidentemente hay otras formas más expansivas en las que puede funcionar la mente. Está la capacidad que tenemos para que esa misma mente se exprese de forma muy diferente, frecuentemente descrita como la mente “iluminada”. En lugar de la mente enraizada en la satisfacción de los deseos, la mente es capaz de recibir una luz y quedar iluminada por la luz de la intuición (buddhi) -la mente universal.

Como cualquier buen médico, la Teosofía puede diagnosticar y también puede recetar. El diagnóstico de nuestra condición es que nuestra mente está enraizada, de alguna manera, en un lugar determinado. Una parte de lo que necesitamos para expandir las limitaciones de nuestra conciencia consiste en comprender qué que- remos decir cuando hablamos del deseo y de la mente enraizada en el deseo.

¿Qué es el deseo? Es una palabra con la que estamos familiarizados. En el librito A los Pies del Maestro, un joven J. Krishnamurti afi rma que hay cuatro cualifi caciones, y la más difícil de ellas es la carencia de deseos. La razón es que, como seres humanos, tendemos a pensar que nosotros

Propagando y Demostrando la Teosofía

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mismos somos nuestros deseos. Parece que nos defi nieran en muchos aspectos. Nuestros deseos están tan enraizados en nuestro sentido del yo, que es difícil incluso llegar a verlo. Hablar de la carencia de deseos es casi como hablar de su extinción; pero ¿qué es un deseo?

En los términos más simples, un deseo es un pensamiento que va en pos de un sentimiento o de una sensación. Nuestros cinco sentidos nos proporcionan información—conocimiento sobre el mundo en que vivimos—a través de las sensaciones (vista, tacto, olfato, gusto y oído). Las sensaciones en y por sí mismas son neutras; no son deseos. Pero cuando esas sensaciones interactúan con nuestra conciencia, se transforman. Así que algunas sensaciones nos parecen agradables y otras no. Debido a esas preferencias, nos sentimos atraídos por unas y repelidos por otras.

Lo que comienza como una simple sensación de gusto o tacto se convierte en un apego o una aversión. Cuando la mente se afi rma a sí misma, buscando aquellas cosas que son placenteras y apartándose de las que no lo son, entonces tenemos un deseo. Cuando mente, sensación, sentimiento y emoción coinciden en ese simple objetivo, entonces tenemos la mente de deseos, en la que la humanidad, en su conjunto, se encuentra enraizada. ¿Qué hacemos con este diagnóstico y esta descripción? Para que eso tenga algún valor deberíamos tener una receta de lo que se puede hacer. Esa es la otra cara de la sabiduría teosófi ca—la aplicación.

Durante su vida Buddha tuvo una experiencia de iluminación en la que vio que existían otras posibilidades más allá de esta mente de deseos. Y dedicó su vida a enseñar a los seres humanos cómo librarse de las diferentes formas en que esta mente de deseos causa el sufrimiento.

Entre las cosas que Buddha enseñó, y que se encuentran en La Voz del Silencio de HPB, están algunas poderosas herramientas que animó a utilizar a sus monjes y a sus seguidores. En La VozHPB tomó las seis Pāramitās del Budismo y añadió una séptima. La idea era que hay una posibilidad universal y que estas Pāramitās tienen la capacidad de conducirnos, si nos comprometemos con ellas, más allá de las limitaciones de nuestra norma, a experimentar el “alma maestra” o alaya, de la que ella habla.

La primera Pāramitā es la caridad (dāna), la generosidad. Muy frecuentemente, se considera que es la más fácil de practicar. Se dice que

podemos hacerlo en tres niveles diferentes. Uno de ellos es ser generoso con las cosas materiales, las que afectan al cuerpo físico. Aprendemos así a dar y compartir y los hábitos de la generosidad empiezan a tener un impacto en la mente comenzando por el nivel físico.

A un nivel más profundo de esta práctica de la generosidad adoptamos la visión de que todo el mundo sufre, e intentamos encontrar modos de ser generosos, identifi cando primero los sufrimientos de los demás y abordándolos después. Vamos al encuentro de otras personas a nivel de sus necesidades emocionales y mentales. Finalmente está el potencial para la generosidad universal que necesita despertar, que es la base de la Teosofía: concienciar una verdad universal, primordial, y generalmente dormida en lo más hondo de cada individuo. A medida que desarrollamos este potencial más profundo de generosidad, éste va adquiriendo la capacidad de ayudar a despertar la presencia de la conciencia universal en los demás. Es la expresión “más elevada” de la perfección o Pāramitā de la generosidad. Al describir las perfecciones en La Voz, HPB se refi ere a cada una de estas Pāramitās como una llave. Hay siete Pāramitās y cada una, dice, es la llave de siete “portales”, o umbrales, que nos conducen a la experiencia de lo universal. Y cada una debe practicarse en sucesión.

¿Qué signifi caría para nosotros comprender más profundamente esta primera perfección?

¿Qué signifi ca vivir una vida de generosidad? En términos de las reglas que HPB estableció para la Sección Esotérica, si esta primera regla se comprende y se aplica perfectamente, las restantes diez u once reglas relacionadas con la conducta se verán también mejoradas. Una de las difi cultades que H. P. Blavatsky tuvo que afrontar, así como todos los miembros de la Sociedad Teosófi ca, es que la Sociedad y su trabajo están destinados a personas imperfectas. Son para nosotros y el mundo que habitamos. Si pudiéramos verlo realmente así alguna vez, sería imposible relacionarnos con los demás de una forma distinta al espíritu de la generosidad.

La generosidad es la primera de las Pāramitās por una razón. Hasta que no podamos comprender lo que signifi ca ser verdaderamente abierto y verdaderamente generoso, las demás perfecciones quedarán fuera de nuestro alcance: la armonía, la paciencia, ese tipo de energía irresistible que no pierde su objetivo, la indiferencia al dolor y

Propagando y Demostrando la Teosofía

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al placer, el cultivo del profundo silencio de la meditación y fi nalmente la sabiduría, las siete Pāramitās, todas ellas, estarán fuera de nuestro alcance, hasta que realmente lleguemos a comprender la primera. Esta primera Pāramitā fue la que engendró las reglas de la EE, la primera

cuya ausencia representaba el problema para el trabajo de la Sociedad en el mundo.

Quizás valdría la pena refl exionar en lo que queremos decir cuando hablamos acerca de la “generosidad”. ²

Propagando y Demostrando la Teosofía

El modelo de una idea

Si usted dice: «¿Cómo he de ahorrar energía?», ha creado el modelo de una idea -el modo de ahorrar energía-, y entonces conduce su vida conforme a ese modelo; en consecuencia empieza otra vez una contradicción. Mientras que si percibe por sí mismo dónde se malgastan sus energías, verá que la principal fuerza de desgaste es el confl icto, el confl icto de tener un problema y no resolverlo jamás, de vivir con el recuerdo nocivo de algo ya muerto, de vivir en la tradición.

Uno tiene que comprender la naturaleza de la disipación de energía, y esta comprensión no surge conforme a Shankara, el Buda o algún santo, sino en la observación real de nuestro confl icto en la vida cotidiana. Así pues, el desperdicio principal de energía es el confl icto, lo cual no quiere decir que uno haya de sentarse cómodo y dejar perezosamente que la vida transcurra. El confl icto existirá siempre en tanto la idea sea más importante que el hecho.

Jiddu KrishnamurtiEl Libro de la Vida

El Pensamiento Válido y el Pensamiento no Válido

Desde nuestra experiencia ordinaria de cada día, sabemos que hay pensamientos que pueden ser clasifi cados como válidos y, otros, como no válidos. Por ejemplo, si un pensamiento particular corresponde con la realidad, es decir, si hay una correspondencia entre el estado de hechos en el mundo y la propia percepción de ellos, entonces, uno puede llamar a eso un pensamiento válido o una experiencia válida.

Pero también experimentamos pensamientos y emociones que son completamente contrarios al modo en que existen las cosas. En algunos casos, es posible que se trate de una forma de exageración pero, en otros, pueden ser diametralmente opuestos al modo de ser de las cosas. Tales pensamientos y emociones se consideran no válidos y sin fundamento.

XIV Dalai LamaAdiestrar la Mente

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7Agosto 2017 El Teósofo

Duda, Engaño y Certeza en el Sendero Espiritual

William Wilson Quinn es un Antiguo miembro de la ST en Norteamérica. Colaboró como Editor de su revista y como Editor Asociado de la TPH (Wheaton). Es graduado en Divinidad y Humanidad.

Después de años o aún de vidas, en la solemne e incansable búsqueda de la verdad espiritual, el buscador serio, el peregrino, invariablemente alcanza un punto en su sendero que genera la necesidad de tomar una decisión radical y transformadora. Para tales caminantes esta importante decisión, esta elección, es entre (i) proteger el status quo de nuestro sendero espiritual familiar, y continuar haciendo un progreso gradual en términos de carencia de auto-centrismo y otras cualidades relacionadas, necesarias para la admisión fi nal a la probación como un presunto chela de un Adepto o “Mahatma” en la Fraternidad de la jerarquía espiritual de la humanidad; o (ii) actuar con la fi rme creencia de que uno está preparado, y dejar atrás todo lo familiar y cómodo, sumergiéndose de cabeza sin equivocación en la búsqueda de la probación y el chelado bajo un Adepto con quien uno percibe una conexión. Esta opción fue brevemente expresada por el Adepto conocido como Koot Hoomi: “Que aquellos que en verdad deseen aprender, lo abandonen todo y vengan hacia nosotros, en lugar de pedirnos o esperar que nosotros vayamos hacia ellos”1.

Somos afortunados de tener una descripción y análisis detallados para tomar precisamente tal importante decisión, en una sola noche, por parte de Henry S. Olcott, la que es útil para examinar el asunto de la duda versus la certeza en el elevado sendero espiritual. Entre los muchos relatos y experiencias fascinantes de los fenómenos ocultos registrados por Olcott en sus memorias, publicadas en Old Diary Leaves (Historia de la

Sociedad Teosófi ca), quizás el más memorable es el relato del encuentro inicial de Olcott con su gurú, el Mahatma Morya. Este inusual encuentro tuvo lugar en los últimos días de 1877 en la dirección que compartió con su hermana Mary y con H. P. Blavatsky, en la Ciudad de Nueva York, que fue apodada la “Lamasería”. Olcott registra que después de un largo y agotador día, mientras estaba solo en su habitación, tarde en la noche y leyendo tranquilamente en una silla:

De pronto, mientras yo leía, algo vuelto hacia el lado contrario de la puerta, un resplandor de algo blanco apareció en el ángulo de mi ojo derecho; volví la cabeza y de asombro dejé caer mi libro. Por encima de mi cabeza, dominándome con su alta estatura, vi a un oriental vestido de blanco.…Era una fi gura tan imponente, tan imbuida con la majestuosidad de la fuerza moral, radiando tanta espiritualidad, y evidentemente tan por encima de la humanidad común, que me sentí intimidado en su presencia, y doblé mi rodilla bajando la cabeza como se hace ante un dios o un personaje divino”2.

Olcott dedica algunas páginas de sus memorias publicadas a este notable suceso donde su gurú, entonces residente en los Himalayas, se sentó y le reveló mucho acerca de su futuro y el de HPB, y en las cuales comparte sus pensamientos y conclusiones formados en los años siguientes, hasta que escribió este relato. Entre otras descripciones, Olcott trasmite que de todos los fenómenos y experiencias ocultas que presenció en su vida, esta fue “la más importante por sus consecuencias en el curso de mi vida” y que “fue la causa principal que me decidió a dejar el mundo y establecerme en mi hogar indo”. Más signifi cativamente, como concierne a nuestro

Nuestras dudas son traidoras, y nos hacen perder lo bueno que frecuentemente podríamos conseguir, al temer intentarlo.

Shakespeare

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VOL. 138.118 El Teósofo

tema aquí, fue su afi rmación de que hasta que esto ocurrió no podía ver claro “el romper los lazos de las circunstancias” que lo “unían” con Norteamérica. Concluyó más adelante que a menos que hubiera sucedido, podía haberse sentido obligado a posponer continuamente esta difícil decisión hasta un “tiempo más conveniente”, como los que vacilan se inclinan a hacerlo. Pero, habiendo sucedido de hecho, este encuentro con su gurú por medios ocultos, resolvió su destino, y “en un instante las dudas se disiparon (énfasis agregado), y “la clara percepción de una voluntad decidida mostró el camino”3.

El resultado de todo el suceso fue efectivamente sintetizado por Olcott en una sola frase, que perfectamente destaca la brecha de separación entre duda y certeza, certeza basada en el conocimiento. Olcott declaró como resultado de esta experiencia, como aplicada a (i) la existencia de los Adeptos y (ii) si la decisión de abandonar todo y convertirse en una chela de tiempo completo era lo correcto, que “a pesar de que otros menos privilegiados puedan dudar, yo SÉ”4. El énfasis en “SÉ” es de Olcott.

Mucho se puede deducir de la experiencia de Olcott ya que pertenece al estado característico de la mente necesario para llegar a la decisión de dedicarse plenamente en pensamiento y acción al principio de lo eterno más que continuar aplicando una parte signifi cativa de nuestra energía a lo que es transitorio y efímero. Al tomar tal decisión, quizás es más preciso referirse a nuestro “estado intuitivo” en colaboración con nuestro “estado mental”, que únicamente a nuestro estado “mental”. Lo que se requiere para tomar sabiamente tal decisión incluye una colaboración de los principios quinto y sexto, manas y buddhi, o aquello que concuerda con las mejores y superiores capacidades de la razón e intuición trabajando juntas, sino en síntesis.

Puede que sea tentador extraer de esta única experiencia de Olcott un paradigma funcional de la decisión de que todo aquél que aspira a ascender a alturas más elevadas del sendero espiritual debe un día llegar a: decidir y así abandonarlo todo, o “el mundo” como Olcott entonces sabía y lo describía, y entregarse completamente a las adversidades resultantes de la probación y comenzar el chelado bajo la guía de uno de los Adeptos. Pero la experiencia de Olcott no es un paradigma útil aplicable actualmente a la mayoría de quienes pueden estar en la encrucijada de

tomar tal decisión, y por lo tanto tal compromiso. La experiencia de Olcott, aunque inspiradora y elevadora de leer, era al mismo tiempo una extraña anomalía que se aplicaría solamente a un porcentaje muy pequeño de quienes pueden estar, por variadas razones, especialmente posicionados para ayudar a los Adeptos en su misión de brindar claridad espiritual e iluminación a la humanidad. Esto se debe a que estos Adeptos, según lo expresaron repetidas veces, “raramente muestran alguna señal externa por medio de la cual puedan ser reconocidos o sentidos”5.

Para ser honesto, en el resultado de una experiencia tal, como la de Olcott, los peregrinos más espirituales, probablemente la considerarían una decisión relativamente fácil de lograr al punto de abandonarlo todo y entregarse a tiempo completo al sagrado trabajo de los Adeptos. Siguiendo cualquier caso similar, sin dudas, una convicción inmutable los golpearía, como le sucedió a Olcott, con toda la velocidad y poder de la luz de un rayo que instantáneamente cauterizaría cada una y todas las incertidumbres que pudieran tener.

La decisión más difícil de tomar, sin embargo, y la decisión a enfrentar por la mayoría de tales peregrinos, desde las extraordinarias y voluntarias apariciones múltiples de algunos de estos Adeptos en el último cuarto del siglo diecinueve, es “abandonarlo todo” en ausencia de toda confi rmación empírica de su existencia, sus reglas y métodos, y su vigilancia a probacionarios y chelas. La gran fortuna de Olcott fue que se le disipó toda duda en un instante por esa abrumadora experiencia empírica de la visita de su gurú, y aunque fue de naturaleza oculta, resultó para él como la manifestación de una fuerte convicción de la verdad respecto a la existencia de los Adeptos y al propósito fundamental y métodos de su misión.

En contraste, los peregrinos más espirituales del presente que se aproximan al límite de la probación deben depender exclusivamente de su razón e intuición para tomar esta decisión trascendental: eliminar las dudas acerca de la existencia de los Adeptos y su misión y reemplazarlas por una certeza invencible. Una vez tomada, y así en un estado intermedio de caída libre, debe seguir un ejercicio de la voluntad para “forzar a las circunstancias a inclinarse ante usted”6 al avanzar en este sendero, para “llegar a nosotros”, en palabras del Adepto, como un probacionario y chela. El maravilloso favor

Duda, Engaño y Certeza en el Sendero Espiritual

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9Agosto 2017 El Teósofo

concedido a Olcott por su gurú Morya fue sin duda tanto bien merecido como necesario para la misión en ese momento, pero sería un error para esos peregrinos espirituales ahora en la cúspide de tal decisión imaginar que tal suceso ocurrirá en sus casos. Normalmente, un mayor progreso en el elevado sendero espiritual, requiere que la razón y la intuición se desarrollen hasta el punto en que por ellos mismos alcancen la misma fi rme convicción, en ausencia de cualquier evidencia o fenómeno externos, que Olcott expresó en sus memorias. Pero vencer la duda y lograr la convicción de esta manera no es fácil hazaña, tanto en el pasado como especialmente ahora en la modernidad, aunque existen recursos en el presente que eran inasequibles en 1870 que deberían ser útiles para aquellos que se aproximan a la puerta a través de la cual pueden adelantar con seriedad hacia el chelado y la iniciación.

Aún si entre las verdaderas pruebas para ser aceptado como chela de un Adepto está la de alcanzar la certeza, en ausencia de evidencia externa, por medio de la confi anza en una estrecha colaboración de la razón e intuición, es adecuado decir que alguna duda puede continuar existiendo dentro de la consciencia de un probacionario hasta que él o ella alcancen ese punto de completa convicción. La mayoría de las dudas del peregrino, ya sea acerca del impacto de su decisión sobre aquellos en sus vidas, o acerca de los Adeptos – sus poderes extraordinarios (siddhis), sus duras reglas y enigmáticos métodos, o las estrategias usadas en su sagrada misión – necesitarían ser extirpadas antes de entrar en probación. Pero como el normal periodo de siete años de probación es el terreno de prueba para los aspirantes a chelas, algunas fi rmes dudas, puede que no sólo permanezcan como un desafío para el viajero durante este tiempo, sino que pueden aún ser avivadas por el gurú como el herrero atiza el fuego en el horno, usando quizás un poco inesperadamente, el método del engaño. El engaño puede exacerbar las dudas existentes, y crear otras nuevas en la mente del probacionario, si él o ella carecen de sufi ciente discernimiento e intuición para detectar el engaño.

El engaño es un método efi ciente, claramente repetido por los Adeptos para entrenar y probar a los presuntos chelas. Como Koot Hoomi (KH) afi rma, “A un chela en probación se le permite pensar y hacer lo que le plazca. Se le previene y se le avisa de antemano: “usted será tentado y engañado por las apariencias…”7.

Pero KH y Morya eran también agudamente conscientes de que para el caballero o dama europeos de fi nales del siglo diecinueve, si no para la mente occidental en general, el engaño -la acción premeditada de engañar a otro – era considerado una ofensa de cierta magnitud. Más de una carta en la correspondencia de estos dos Adeptos a sus chelas occidentales contenían una conversación sobre este principio. Lo que estos Adeptos buscaban transmitir a estos chelas era el alto riesgo involucrado en el entrenamiento que estarían emprendiendo, y especialmente en el uso de la voluntad donde puede existir la duda – siendo las dudas a menudo la progenie del engaño. Solamente la habilidad o destreza de ser capaz de desenmascarar el engaño y la falsedad, y ver la verdad fundamental en un posible chela, le permitiría seguir al siguiente nivel de entrenamiento, desarrollar la voluntad y quizás, inclusive, ciertos poderes ocultos. “Nosotros trabajamos y nos afanamos”, concluye KH, “y dejamos que nuestros chelas sean temporalmente embaucados para procurarles medios mediante los cuales nunca puedan ser engañados en adelante, y para que puedan descubrir todo el mal de la falsedad y la mentira, no sólo en esta, sino en muchas de sus vidas futuras”8.

Si el probacionario puede ser engañado, y al ser engañado, tal engaño conduce a dudar respecto a nuestro adelanto en el sendero espiritual, como a menudo pasa, entonces, esta capacidad para ser engañado es en realidad una incapacidad en lo tocante al progreso en ese sendero. Esto es porque la duda, que también puede ser defi nida como la antítesis de la convicción, es indudablemente un estorbo y a menudo un obstáculo para el entrenamiento oculto y para ascender más alto en el sendero espiritual. KH sin atenuar las palabras, aconsejó a uno de sus chelas de esta manera: “Prestad atención Mohini Mohun Chatterjee – la duda es un cáncer peligroso”9. También aprendemos, signifi cativamente, que la duda es un problema común para los probacionarios: “¿Por qué las dudas y las viles sospechas parecen perseguir a todo aspirante a chela?”10.

La resolución a vencer estas “dudas y viles sospechas” es más simple de lo que puede parecer. Se soluciona apegándose al sabio consejo del Adepto Tuitit Bey: “INTÉNTELO. Aquiete su mente, disipe toda duda impura”11. Es solamente intentando, y si al principio el peregrino falla, que lo intente de nuevo, y así sucesivamente, que

Duda, Engaño y Certeza en el Sendero Espiritual

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VOL. 138.1110 El Teósofo

estas dudas que impiden su progreso fi nalmente se disiparán de la psiquis, y fi nalmente se puede tomar la decisión de abandonarlo todo. Intentar, nunca es una garantía de éxito, pero el triunfo nunca se alcanzará sin intentar primero. Esta importante decisión, una vez tomada, puede ampliar la certeza, que similarmente se alinea con el consejo fi nal de Tuitit Bey de “abre tu Espíritu a la certeza”. Proporcionalmente, cuando la duda se disipa, aumenta la certeza, y una mayor convicción conduce al peregrino a la fortaleza necesaria para decidir “abandonarlo todo y venir a nosotros”.

No ha habido tiempo en los periodos relativamente breves de la “historia registrada” o en las últimas rondas y ciclos menores de la evolución espiritual de la humanidad en la Tierra, como cuidadosamente reseñado en La Doctrina Secreta de HPB, en que los Adeptos de la jerarquía espiritual de la humanidad no recibieran, de acuerdo a su tradición, a aspirantes neófi tos como nuevos probacionarios y chelas para entrenamiento y avance hacia el Adeptado. En cénit especiales de estos ciclos, que representan tanto el fi n de un ciclo pasado como el principio de un ciclo futuro, se han hecho extraordinarios esfuerzos de parte de estos Adeptos para difundir la sabiduría antigua a un segmento más amplio de la humanidad. Uno de tales esfuerzos, durante el último cuarto del siglo diecinueve, fue la publicación en inglés moderno de las verdades y principios espirituales inmemoriales a través de la pluma de HPB y otros. Estrechamente unidos a la publicación de este material, no solo estuvieron las múltiples apariciones de algunos de estos Adeptos durante este tiempo, sino, por primera vez en la historia registrada, hubo escritos de ellos, en forma de cartas que quedaron disponibles al público, que proporcionaron un caudal de hechos y detalles acerca de la existencia, reglas, métodos, trabajos y misión de esta sagrada orden de Adeptos.

Henry Olcott, como hemos visto, fue afortunado de haber tenido contacto directo con su gurú, Morya, y como posible chela aceptado, con tal contacto, pudo instantáneamente y con poca difi cultad tomar su decisión de abandonar todo y seguir a su gurú. Sin embargo, en el presente, esos peregrinos que puede que estén en la cúspide de tal decisión son también bendecidos a su propia manera, y tienen el benefi cio nunca visto, de tener acceso a una gran colección de material escrito por algunos de estos Adeptos que proporcionan en sus

páginas un mapa para guiar a tales viajeros en los caminos del chelado y ascender a grandes alturas del sendero espiritual. Desde la publicación de Las Cartas de los Maestros de Sabiduría, 1ª. y 2ª. Serie, en 1919, y Las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett en 1923, el mundo en general y los peregrinos, han tenido una oportunidad excepcional para comprender y aceptar la verdad de su existencia, siendo ambas un poderoso antídoto contra la duda.

Ninguno de los primeros miembros de la Sociedad Teosófi ca en las décadas de 1870 y 1880 tuvo acceso a algunas de tales cartas publicadas. Con la excepción de aquellos como Olcott quien tuvo acceso directo a los Adeptos, o muy pocos otros que tuvieron acceso a ellos a través de HPB, la mayoría de esos miembros, podría argumentarse, estaban en esa categoría de peregrinos que necesitaban depender exclusivamente de la razón e intuición para tomar la decisión de abandonar todo y ejercer su voluntad para seguir a un Adepto. Antes de 1875, el conocimiento de los Adeptos y su Hermandad era típicamente adquirido por medios tradicionales, dentro de los elementos esotéricos de órdenes religiosas contemplativas o sociedades secretas, y no circulaba ampliamente. Este proceso, sin embargo, sufrió un cambio con la publicación de las cartas de estos Adeptos, y con los escritos de HPB sobre el chelado y el recorrido del sendero espiritual, de modo que cualquier peregrino del presente, dondequiera que puedan estar, tienen a su criterio una oportunidad de leer y familiarizarse con estas verdades. Cuanto más experto es el peregrino en el dominio de esta literatura, menos dudas tendrá.

Como pensamiento fi nal en este debate, se debe tratar el asunto de la desconfi anza en sí mismo. Dentro de este contexto, se la puede describir como una introversión de grandes dudas existentes que atormentan al peregrino respecto a los Adeptos y su existencia. Bajo estas circunstancias, la desconfi anza en sí mismo generalmente aparece como un asunto de si uno está verdaderamente equipado para tener éxito en el sendero espiritual para convertirse en un chela, o si uno tiene el valor necesario, fuerza, desinterés, bondad y pureza para triunfar. Pero este punto es más un asunto de confi anza interna en sí mismo que duda acerca de circunstancias externas.

Y mientras la desconfi anza en sí mismo puede ser un obstáculo en el sendero espiritual cuyo signifi cado no debería minimizarse por

Duda, Engaño y Certeza en el Sendero Espiritual

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11Agosto 2017 El Teósofo

ningún motivo, está solamente indirectamente relacionada con ese nivel de convicción que el peregrino debe alcanzar respecto a la existencia de los Adeptos, sus poderes (siddhis), sus duras reglas y métodos enigmáticos, las estrategias usadas en su misión sagrada, o la necesidad de abandonar todo e ir hacia ellos. Dentro de estas circunstancias, la desconfi anza en sí mismo también alcanza nuestro propio temor de fracasar en lograr alcanzar o interactuar con un Adepto, después de haber tomado la difícil y a menudo irreversible decisión de abandonar todo para hacerlo así. Sin embargo, tal desconfi anza en sí mismo también debe controlarse, o superarse completamente, antes que el peregrino pueda avanzar signifi cativamente.

La duda en todas sus formas puede ser un impedimento y un peligro en el sendero espiritual. Como KH observó, “Una vez que se ha emprendido defi nitivamente el camino hacia

el gran Conocimiento, dudar es correr el riesgo de volverse loco; detenerse es caer; retroceder es precipitarse hacia atrás de cabeza al abismo”12. Mientras la duda puede ser la causa principal de la locura para aquellos en probación o comienzo del chelado, puede muy fácilmente incitar a que el peregrino llegue a detenerse o retroceder en el sendero, también. Pero si el peregrino decide vivir diariamente una vida pura y espiritual, y lo intenta, y se mantiene intentando, esto es lo que él o ella descubrirá: “Poco a poco vuestra visión se clarifi cará, usted descubrirá que las nieblas se disipan, que vuestras facultades internas se fortalecen, vuestra atracción hacia nosotros gana fuerza y la certeza toma el lugar de las dudas”13. Entonces puede tomarse la decisión de cambiar su vida, de “abandonar todo y venir a nosotros”, sin ser distraído por la trepidación, equivocaciones o duda debilitante. ²

Notas:

1. Barker,A.T., comp. Cartas de los Mahatmas a A,P.Sinnett, Manila: TPH,1993, p.732. Olcott, Henry S.Old Diary Leaves, Vol.I, 3a. edic.. Adyar: TPH, 1974, p.3793. Idem, p.3764. Idem, p.3815. Jinarajadasa, C. comp. Cartas de los Maestros de Sabiduría, 1ª. Serie (7ª. edic.) Adyar: TPH, 2011, p.74.6. -----------, 2ª. Serie (4 edic.) Adyar:TPH, 2002,p.69.7. Barker, p.222.8. Idem. Una afi rmación similar fue hecha por Morya a E. W. Fern, quien devotamente voceó un alto grado en una sociedad esotérica que él afi rmaba que nunca perdonaría el engaño: “Bien, esta sospecha me condujo a pensar que alguien tan alto en una Sociedad que nunca toleraría ni practicaría el engaño, no puede interesarse en pertenecer a nuestra pobre Fraternidad que hace ambas cosas- respecto a sus probacionarios”. Jinarajadasa, Cartas de los Maestros de Sabiduría, 2ª. Serie, p.143.9. Jinarajadasa, 1ª. Serie, p.4210. Barker, p.45111. Jinarajadasa, 2ª. Serie, p.1112. Barker, p.4813. Jinarajadasa, 1ª. Serie, p.74

Duda, Engaño y Certeza en el Sendero Espiritual

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VOL. 138.1112 El Teósofo

La Búsqueda de la Felicidad

D.P. Sabnis es miembro de larga data de la Sociedad Teosófi ca en India.

contacto algo íntimo con la vida convencerá a cualquiera de que la felicidad y el dolor son inseparables. Son un par, uno de los cuales el Bhagavadgitâ designa como "pares de opuestos". Mientras quedemos presos en las trampas de estos pares, seguirán manifestándose en sucesión alterna, lanzando a la persona en oscilaciones de alegría y tristeza, de lágrimas y risas. Cuando decimos que quiere ser feliz, realmente desea que cesen para él todos los dolores, al menos por los años restantes de su vida. Quiere detener el giro del péndulo en el punto donde alcanza el cenit de la felicidad y fi jarlo allí por algún proceso que pueda contrarrestar y neutralizar ese tirón kármico de la Ley.

Mientras existan péndulos en nuestra vida que se balancean bajo estímulos externos, dolor y placer, éxito y fracaso, fama e ignominia seguirán sus pasos. Cada par refl eja la vida de existencia vibratoria y quienes viven en una atmósfera donde prevalecen tales oscilaciones, deben seguir siendo lanzados de aquí para allá, como desamparados restos fl otando en el océano, donde la calma es la precursora de las tormentas. Es por la emoción, por el deseo insatisfecho y por la sed de sensación, que uno empuja violentamente el péndulo en oscilaciones que deben entonces ejecutar su curso.

En el Bhagavadgitâ (III.34-35) Sri Krishna dice que los apegos y las aversiones de los sentidos son naturales y que por lo tanto, nadie debería caer bajo su infl uencia. Los llama enemigos del hombre. Apegos a cosas y personas, que por su naturaleza son perecederos, pueden traer dolor y angustia en el momento de la separación. Pero si los apegos tienen el poder de encadenar a la persona, y balancearlo de aquí para allá, de tal manera que no penetre luz, las aversiones

también tienen un fuerte poder para sacudirlo de sus amarras. Por ejemplo, hay muchas personas inteligentes y amables que se sienten atraídas por un trabajo que no es su deber realizar. Esta codicia acciona el constituyente opuesto del par, es decir, el aborrecimiento.

El pensar acerca de la desgracia de no tener un trabajo que le guste, la persona comienza a disgustarse y luego aborrece su propia tarea. Mientras más fuerte es su aversión, mayor es la fuerza que ejerce sobre el péndulo. Incluso cuando se consigue el objeto codiciado, las oscilaciones se burlan de lo conseguido y con demasiada frecuencia, donde se esperaba felicidad, aparece la miseria. Si, como dice el Bhagavadgitâ, el afecto y la aversión son mis posesiones, entonces lo que es agradable a los sentidos y por lo tanto conducente a la felicidad, con el tiempo dará paso a una condición de preocupación y tristeza. Por lo tanto, tal experiencia puede tornarse placenteramente dolorosa o dolorosamente placentera, para decirlo de una manera tosca. Las lágrimas nunca estarán demasiado lejos de la risa.

Las posesiones que corroen y se consumen por la acción del tiempo y la circunstancia son efímeras, y la felicidad que pueden brindar también es efímera. Además, estas posesiones, que pueden producir una intensa felicidad durante un estado particular de conciencia, pueden volverse repugnantes cuando sobreviene un estado superior. No se puede lograr ninguna felicidad permanente ya sea por posesiones o por falta de éstas. Son superfl uas para el alma y por lo tanto deben utilizarse únicamente como vías para vivir la vida del alma sobre la tierra. Si en su ceguera la persona hace uso de la fuerza para obtener el objeto de sus deseos, o utiliza fuerzas

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13Agosto 2017 El Teósofo

ocultas para fi nes egoístas, entonces la fuerza así utilizada puede tender a despertar la parte psíquica indeseable de su naturaleza y fi nalmente estallan en el cuerpo, en la mente o en la parte psíquica de su personalidad. Las semillas de la verdadera felicidad y alegría no se encuentran en el plano material, y si se las trae desde lo alto y se las siembra en la tierra, pierden sus cualidades intrínsecas en una atmósfera sofocante.

El arquetipo de la felicidad se encuentra en kâma, no como se lo materializa en estos días en un poder que gratifi ca al deseo, sino como está originalmente descrito en los Vedas. Es el primer deseo consciente y omnipresente para el bien universal, un amor por todo lo que vive y siente y necesita ayuda y bondad. Es el primer sentimiento de tierna compasión infi nita y misericordia que surgió en la conciencia de la Fuerza Una creadora desde que surgió a la vida. Kâma es principalmente el deseo divino de crear felicidad y amor. Donde el espíritu y la materia se conectan, y donde el fuego eléctrico, que es la fuerza que imprime en la materia la ideación que reside en el Espíritu, allí, yace el fundamento de la verdadera felicidad.

Donde la mente pierde su control sobre la diáfana alma interna, se destruye el ritmo de la evolución. Así, al perder el control sobre lo Verdadero, la persona intenta obtener su semblanza de felicidad en el júbilo que crece, decae y muere en acciones que satisfacen la vida sensorial. "La verdadera felicidad sólo puede encontrarse en el vínculo que conecta la entidad con la no-entidad o manas con puro âtma-buddhi". Desde esta confl uencia de

corrientes de vida, la felicidad desciende en cada etapa sucesiva de la escalera descendente de la vida. Allí donde la mente razonante se embriaga en su amor y unión con la mente superior, donde el intelecto rinde homenaje a la intuición, allí la calma reina sobre el alma agobiada y prevalece una paz que no puede destruirse a pesar de las tormentas de ira.

En la búsqueda de la felicidad, muchos pierden de vista el hecho de que la felicidad no es un fi n en sí misma. Es un efecto que sigue a cada despertar progresivo del alma. Los procesos de su fruto no pueden ser precipitados, ni su fl orecimiento puede ser duplicado por medios dudosos. Ha habido y seguirá habiendo quienes al no ver más allá de sus lámparas rotas, han intentado buscar la felicidad torturando y mutilando sus sentidos y órganos, y mediante el desarrollo de la tremenda fuerza de la Voluntad.

En un análisis fi nal, se verá que la felicidad brota y fructifi ca en las líneas laterales y fronterizas del camino que debe transitar el alma inquisidora.

Luz en el Sendero dice:

Busca [el Sendero] sumergiéndote en las espléndidas y misteriosas profundidades de lo más íntimo de tu ser…Búscalo estudiando las leyes del ser, las leyes de la naturaleza, las leyes de lo sobrenatural; y búscalo postrando tu alma ante la pequeña estrella que arde en el interior. En tanto que vigilas y adoras con perseverancia, su luz irá siendo más y más brillante. Entonces sabrás que has encontrado el comienzo del Sendero. ²

Comprende que toda felicidad es divina, y entonces sabrás dónde aferrar y dónde soltar. Entonces tendrás la piedra de prueba por la cual se muestra la diferencia entre la vida que es alegría y la forma que es a menudo la fuente y la causa del dolor. Mira a través de la forma, la vida; mira a través del vehículo exterior, lo que está dentro de él.

En tus amigos, en tus circunstancias cotidianas, en todo lo que te rodea, mira en lo que aparece ante el ojo, lo que el Espíritu conoce y siente. Entonces, en medio de los problemas terrenales, tu alegría estará segura, y en medio de la pérdida tu fortuna estará asegurada; entonces en medio de los problemas, tu paz será imperturbable; en medio de la tormenta, la calma permanecerá en ti.

Annie BesantLa Búsqueda de la Felicidad

La Búsqueda de la Felicidad

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VOL. 138.1114 El Teósofo

El Poder de la Alegría

Clarence Pedersen es ex Gerente de la TPH Wheaton, y antiguo miembro de la ST en Norteamérica. Reimpreso de El Teósofo, julio 1993.

El único hecho realmente ineludible acerca de la historia de la humanidad es que, a través del tiempo, se han escrito y dicho montañas y mon-tañas de palabras acerca de la situación humana. Igualmente cierto es que esta tendencia a las pa-labras es una de las tradiciones más valiosas y en gran medida responsable del desarrollo de nuestro potencial humano. Ciertamente este análisis de la naturaleza del ser humano a través de nuestro vocabulario ha desempeñado un papel central en la historia del movimiento teosófi co. Libros, con-ferencias y debates han sido el fuerte principal en nuestros esfuerzos por comprender y difundir la Sabiduría Antigua.

Sin embargo, parece que hay un factor de crea-ción, de vida, que ha permanecido en relativa os-curidad entre los voluminosos escritos teosófi cos. Esto es lo que podría llamarse "el factor alegría". Aquí y allá por supuesto encontramos literatura sobre este tema: la encantadora miniatura de la Quest, El encontrar profunda alegría de Robert Ellwood por ejemplo; y el reciente artículo "Es-calones de Oro, escalones de alegría" de Diana Dunningham Chapotin que apareció en The Theo-sophist en noviembre de 1992.

Pero éstas son excepciones. Y esto es muy malo. Porque a pesar de las presiones y dolores de la vida, a pesar de las hambrunas, contaminación, guerras, enfermedades, etc. siempre existe el fac-tor alegría a considerar, la alegría de ser humano. La alegría de estar vivo. La alegría en el centro de nuestro ser que cubre cada átomo del universo y es responsable del fenómeno esencial que llama-

mos "vida".Hay muchos sinónimos que podríamos usar

para alegría. Como dicha, creación, lilâ o Dios. Cada uno se refi ere a esa perpetua corriente de éxtasis puro que impregna nuestro ser y el ser de todo lo que está vivo. Esto no es, por supues-to, una referencia a esa alegría relativa que uno siente cuando la buena salud y la riqueza preva-lecen. Eso es felicidad, una relación transitoria y relativamente escasa, la sombra imperfecta de la alegría de ser. La felicidad es vulnerable, está condenada a la extinción, condenada a volverse dolor. La felicidad viene y va. La alegría es para siempre, mientras haya vida. Y la vida parece in-terminable. Esta alegría entonces podría llamarse la décima beatitud: "Bendito sea el gozoso". Es lo que William Wordsworth experimentó cuando escribió:

Mientras con un ojo aquietado por el poderDe la armonía, y el profundo poder de la alegría,Vemos dentro de la vida de las cosas.

Líneas compuestas a pocas millasTintern Abbey, ll. 47-49

Es la alegría sobre la que J. Krishnamurti ha-bla:

La felicidad y el placer los puedes comprar a un pre-cio en cualquier mercado. Pero la dicha no se puede comprar, ni para usted ni para otro. La felicidad y el placer están limitados al tiempo. Sólo en total liber-tad existe la dicha. El placer, como la felicidad, lo puedes buscar y encontrar en muchas formas. Pero estas vienen y van. La dicha, ese extraño sentido de la alegría, no tiene motivo. No puedes buscarlo. Una

Nadie sabe lo sufi ciente como para ser un pesimista. — Norman Cousins

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15Agosto 2017 El Teósofo

vez que está ahí, dependiendo de la calidad de tu mente, permanece atemporal, sin causa, algo que no es mensurable por el tiempo.

(Meditaciones, Harper & Row, página 15)

En pocas palabras, más allá de los tormentos de nuestra vida diaria, trascendiendo la felicidad y el dolor, existe una corriente subterránea om-nipresente de dicha. No se puede defi nir porque no tiene atributos. Es nada menos que la realidad fundamental de toda la vida.

Torrentes de palabras e imágenes describen las cosas malas que el hombre hace a sus semejantes y a otras formas de vida, incluyendo la mismísima tierra. Por otro lado, muy poco ha sido destinado a "la buena vida". Tal vez es hora de reexaminar nuestras prioridades, enfocarnos, escribir y hablar un poco más sobre las glorias de la existencia. Nuestra preocupación unilateral por la miseria no hace justicia a la vida. La buena vida debe tener algún tipo de argumento, al igual que Mark Twain sugirió acerca de Satanás cuando escribió su En defensa de Harriet Shelley:

No tengo un aprecio especial por Satanás, pero al menos puedo afi rmar que no tengo ningún prejuicio en su contra. Incluso puede ser que me incline un poco a su favor por no tener un espectáculo justo Todas las religiones emiten Biblias en contra de él y dicen las mayores injurias sobre él, pero nunca escu-chamos su defensa. No tenemos más que la eviden-cia para la acusación y, sin embargo, hemos dado el veredicto. En mi opinión, esto es irregular. … Por supuesto, Satanás tiene algún tipo de argumento, no hace falta decir nada. Puede ser uno pobre, pero eso no es nada; eso se puede decir acerca de cualquiera de nosotros.

Lo mismo sucede respecto al lado alegre de la existencia. El optimismo, la esperanza y la alegría deben tener algún tipo de argumento, incluso si ahora parece ser pobre. Porque el optimismo, la esperanza y la alegría se basan en la realidad: en la realidad de una alegría benéfi ca en el corazón de la existencia, una alegría de ser que cualquie-ra puede darse cuenta en cualquier momento bajo cualquier circunstancia, porque no tiene nada que ver con las circunstancias. Solo con la vida.

En su libro La ciudad de la alegría, Domini-que Lapierre describe la vida de las personas que viven en el distrito de Calcuta de Anand Nagar, la ciudad de la alegría. Aquí está el área más pobre,

más desfavorecida, más superpoblada de Calcuta, donde las familias viven sus vidas, día y noche, en las calles, sin los servicios básicos y sin nin-guna esperanza de cambiar sus estilos de vida. Sin embargo, en el corazón de esta comunidad, Lapierre no pudo encontrar desesperación perma-nente, sino más bien heroísmo, amor, generosidad y más felicidad que en muchas ciudades del prós-pero occidente. Bajo tales condiciones totalmente deprimentes, esta fuente de júbilo pareciera repre-sentar evidencia convincente de que esencialmen-te la vida en el nivel más profundo es un estado de bienaventuranza omnipotente.

El problema con las personas, sin embargo, parece ser la incapacidad de volverse conscientes de este estado de bienaventuranza. De hecho, la mera sugerencia de que somos criaturas de alegría produce burla y cinismo inmediato, y los motivos de esta reacción son bastante obvios cuando ve-mos el mundo a través de los ojos del ego. Aun así, hay MANERAS para entrar en contacto con nuestra alegría interna a pesar de nuestro "egocen-trismo". Ernest Wood, por ejemplo, sugiere:

Cuando tengamos una raza de hombres mejores, ellos no contarán sus salarios; ellos harán lo que lla-mamos trabajo por el deleite de la creación, como parte de esa actividad divina de la que se habla en las escrituras hindúes como "la obra de Lila- el de-leite del juego". Nuestro Dios-hombre no tomará en cuenta la necesidad o la muerte. Como la fl or, vivirá por el día.

Exploremos este ego, el dilema del ego. Con-jeturemos juntos, alegremente, por un momento, acerca del propósito de la creación. Supongamos que Dios nos creó a nosotros, los animales y los árboles, etc., porque su mismo ser es dicha, y la naturaleza de la dicha demanda que ésta sea com-partida. Si no es compartida, desaparece. Mejor aún, nunca existió. Entonces, Dios, al ser dicha, no puede evitarlo. Su alegría, su mismo ser lo hace crear, lo hace compartir su alegría, a sí mis-mo. Por lo tanto, bajo este escenario, encontramos que toda la vida no es más que la pura dicha de la Divinidad "transformada" en nosotros para ma-nifestarse como una alegría radiante vinculada a la personalidad. Y encontramos que esta versión transformada de nuestra Divinidad se convierte para nosotros en una necesidad perpetua de rea-lización, de grandeza. Y digamos que podemos lograr este estado de grandeza compartiéndonos

El Poder de la Alegría

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VOL. 138.1116 El Teósofo

a nosotros mismos con otra vida. Quizás esta es la razón por la que hemos sido creados: para com-partir la alegría de ser. "La pena", escribió Mark Twain, "puede cuidarse sola, pero para valorar totalmente la alegría, debes tener a alguien con quien compartirla". Y por supuesto, compartir nuestra alegría es como dividir una llama. La lla-ma original no se reduce, ha compartido su esen-cia y ha crecido más.

Mucho para conjeturar. Pero, qué hay en la historia colectiva del hombre y en su historia in-dividual que pueda convencernos que nosotros, junto con toda otra vida, seamos criaturas de ale-gría? La convicción fehaciente individual debería venir, por supuesto, de la experiencia subjetiva, tal vez de un intenso escrutinio de la Naturaleza. Debe venir de una conciencia más profunda de la vida, similar al momento místico que Ralph Wal-do Emerson experimentó cuando escribió en sus Diarios: "Cuatro serpientes se deslizan hacia arri-ba y hacia abajo por un hueco, sin ningún propó-sito que pueda ver, no para comer, no para amar, solo se deslizan." "Ser, no hacer, es mi principal alegría", escribió Theodore Roethke.

Cada vez más estamos llegando a entender la interdependencia de toda la vida en el universo. Como hay vida-consciencia en los reinos animal y vegetal, así como en el humano, quizás tam-bién podamos sentir, como Emerson, que hay una inconsciente "Alegría" presente en toda la crea-ción. En realidad, como seres humanos, a veces proyectamos espontáneamente nuestros buenos sentimientos hacia estos reinos de la naturaleza. Nos emocionamos, por ejemplo, con el despertar y el crecimiento de la vida cuando vemos una rosa desplegarse al mundo exterior. Sonreímos en de-leite espontáneo al observar cachorros y gatitos retozando traviesamente, un derivado de la ale-gría. Y experimentamos el buen sentimiento de satisfacción mientras miramos el animal más ma-duro solo "deslizándose hacia arriba y hacia abajo por un hueco". El animal no necesita un propósi-to para estar felizmente contento. No necesita un motivo para su existencia. Simplemente es.

El estado de dicha, nuestra alegría, se mani-fi esta en una variedad de formas en el nivel de la personalidad de nuestro ser. Se puede expresar en el juego, o en formas más sofi sticadas tales como la experiencia estimulante de la unidad con la vida fuera del yo. Frecuentemente, comienza con la característica más ubicua aparente del hu-mano y en gran parte del mundo animal: la cu-

riosidad. La necesidad de saber implica interés, que a su vez conduce a una mayor conciencia del objeto de nuestra curiosidad. Por lo tanto, si estamos interesados en el sentido de la vida, nos volveremos más profundamente conscientes de la vida. Entonces, es posible por ejemplo, cuan-do observamos el desarrollo de la rosa, si nuestra contemplación es lo sufi cientemente intensa, que podamos encontrarnos siendo uno con la rosa, y experimentando la cualidad de "ser una rosa". Se-guramente un momento dichoso que nos lleva a su vez a una sensación de asombro y admiración por la gloria de la creación.

Tal es el acto supremo de la "participación mística" el cual, declara Levi Bruhl, es más fuer-te que el instinto de supervivencia. Esta cualidad de la creación está aclarada por Alexandra David-Neel en su libro Las Enseñanzas Orales Secretas de Sectas Budistas Tibetanas, donde escribe:

Ya sea que seamos conscientes de ello o no, los pen-samientos, los deseos, las necesidades que sentimos por la vida, nuestra sed de ella, nada de todo esto es completamente nuestro, porque todo es colecti-vo, es el río fl uyendo de incalculables momentos de conciencia que tiene su origen en las profundidades impenetrables de la eternidad.

(City Lights Books, 1968, p 72)

Y así nuestro crecimiento, el desarrollo de nuestra naturaleza alegre, comienza con la curio-sidad, conduciendo a la participación, y culmi-nando en asombro y maravilla de los misterios de la creación. Albert Einstein escribió:

Lo importante es no dejar de cuestionarse. La cu-riosidad es la razón misma de la existencia. Uno no puede evitar estar asombrado cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillo-sa estructura de la realidad. Es sufi ciente si uno trata de comprender parte de este misterio todos los días. Nunca pierda la bendita curiosidad.

Sin duda, si una sensación de asombro y ad-miración por los misterios de la creación son una indicación de nuestra naturaleza alegre esencial, entonces nunca nos encontraremos en total des-esperanza. Porque el asombro y la maravilla son estímulos poderosos para el desarrollo, y este pro-ceso en curso nos trae un estado continuo de exal-tación. Curiosamente, esta pequeña parte de la sabiduría no está reservada para los fi lósofos es-

El Poder de la Alegría

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pirituales entre nosotros, sino que fue notada por la fi rma General Motors en el "Siglo de progreso" durante la Feria Mundial de 1933 en Chicago. Fue aquí que esta normalmente prosaica corporación mostró un gran cartel entre sus productos que de-cía: "El mundo nunca morirá de hambre por sus maravillas; sino solo por falta de ellas." Y en su poema Tiempo de robo, DeWolfe Howe escribió:

Ahora, Tiempo ladrón, toma lo que debes, Rapidez para moverte, para escuchar, para ver. Cuando el polvo se está acercando al polvo, Tales necesidades de disminución deben existir. Sin embargo, vete, oh, vete exento del saqueo, Mi curiosidad, mi maravilla!

Todo lo cual podría llevarnos a concluir que efectivamente hay un esplendor encarcelado den-tro de la vida, un esplendor tan intenso, que cada vez que nos sumergimos en él, donde sea que mi-remos, encontramos un sentido de la alegría. Este penetra, tal vez se origina, en nuestro ser espiri-tual como el "Deleite del juego" que los hindúes creían era la esencia de la creación: "Vishnu, al ser por lo tanto sustancia discreta e indiscreta, espíritu y tiempo, juega como un niño juguetón, como tú aprenderás al escuchar sus jugueteos". (La Doctrina Secreta, TPH, Adyar, Vol. 3. ed., p. 126)

Una manifestación más de nuestra alegre natu-raleza, se puede encontrar en nuestra ansia univer-sal de reír, y la risa puede ser un catalizador para la experiencia de la alegría. Arturo Koestler, en su clásico, El acto de la creación, percibe, no la risa, sino el pensamiento que precede a la risa como un acto creativo provocado por una situación de "dos autosufi cientes pero habitualmente incompa-tibles marcos de referencia". Traducido, esto su-giere que nuestra risa es el resultado de descubrir lo ridículo de lo racional. Hay evidencia de que tal risa puede ser benefi ciosa tanto para nuestro ser personal como para nuestro ser espiritual. Por ejemplo, Norman Cousins afi rma que recuperó su salud mirando espectáculos de comedia (Los tres chifl ados, etc.) que lo mantuvo riendo por largos períodos de tiempo. Y en su libro Madre: el Ma-terialismo Divino sobre la madre en Pondicherry, Sat Prem escribe:

Ella se rió de todo, esta Madre. Se rió especialmente ante las difi cultades, la mejor manera de disolverlos: "Debo admitir que personalmente me siento mucho

más yo misma cuando estoy alegre y jugando (a mi manera) que cuando estoy grave y seria, mucho más. Cuando estoy grave y seria, siento como si estuvie-ra arrastrando el peso de toda esta pesada y oscura creación: pero cuando juego, cuando puedo jugar y reír, y me divierto, se siente como si un polvo de ale-gría descendiera desde arriba, impartiendo un brillo especial a esta creación y este mundo, acercándolo mucho más a lo que esencialmente se supone que es. Porque la alegría es la verdad real de la tierra, solo lo hemos olvidado: estamos tristes y sufrimos. ¿Por qué sufrir? Yo digo que uno no debería sufrir, no hay necesidad de ello. El supra-mental es, de hecho, la alegría del mundo anterior al advenimiento de la mente; no ser lo que uno es, es sufrimiento. La ver-dadera tierra es una tierra de alegría, es por alegría que todo fue creado en primer lugar. Solo nosotros no hemos llegado allí todavía.

(Madre de la Nueva Especie, Instituto de Investi-gación Evolutiva, 1983, p. 47)

Quizás así es como funciona la creación. Por-que leemos en los Upanishads: "De la alegría to-das las cosas nacen, por la alegría se sostienen, nacen, y en la alegría entran después de la muerte. "(Swami Prabhavananda Y Frederick Manchester, Tr. Los Upanishads, New American Lib., 1963, p. 59)

Ahora bien, todo lo mencionado no sugiere que debemos asumir la perspectiva de un optimismo irresistible con los problemas obvios de la vida, sino más bien, el reconocimiento de que dentro de cada vida existe un centro trascendental de pura alegría que no puede ser extinguido Después de todo, toda vida, desde la infancia hasta la muerte es una constante serie de desafíos, y esto sugiere agitación recurrente, sufrimiento y desamor. Pero incluso aquí encontramos que nuestros desafíos nos proporcionan satisfacción interior, una sensa-ción de "hacer" que es dhármico en su fuerza y persistencia. Parece que hay algo en la naturaleza del hombre que le prohíbe absolutamente aceptar el status quo, un estado de inercia físico, emo-cional y mental, de muerte. La conciencia como sabemos, puede existir solo en una atmósfera de tensión y la respuesta del hombre a la tensión es su respuesta a los desafíos de la vida.

"La alegría es sabiduría, el tiempo una canción sin fi n", escribió William Butler Yeats en su poe-ma La tierra de los deseos del corazón. Tal vez Yeats acababa de terminar de leer a Fra Giovanni quien escribió en el año 1513:

El Poder de la Alegría

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VOL. 138.1118 El Teósofo

La oscuridad del mundo no es más que una som-bra. Detrás de ella, pero aún a nuestro alcance, está la Alegría. Hay resplandor y gloria en la oscuridad. Solo tienes que mirar. La vida es un generoso dador, pero nosotros, juzgando sus regalos por sus envolto-

rios, los descartamos como feos, o pesados, o duros. Elimina el envoltorio y encontrarás debajo un es-plendor viviente, un tejido de amor, por la sabiduría, con poder. ²

La ecuanimidad

Dado que la compasión genuina es universal y no discrimina, cultivar la compasión implica, en primer lugar, cultivar la ecuanimidad para con todos los seres sintientes. Por ejemplo, alguien sabe que fulanito o menganito son sus amigos o parientes en esta vida, pero el budismo señala que esa persona bien pudo ser su peor enemigo en una vida pasada. El mismo razonamiento puede aplicarse a alguien que consideremos nuestro enemigo actual: a pesar de que esa persona pueda haberse comportado de forma negativa con nosotros y sea nuestro enemigo en esta vida, él o ella pudo haber sido nuestro mejor amigo o incluso nuestra madre en nuestra vida pasada.

Refl exionar sobre la naturaleza fl uctuante de nuestras relaciones con los demás y también sobre el potencial que existe en todos los seres sintientes para ser tanto nuestros amigos como nuestros enemigos nos permite desarrollar esa atención equitativa o ecuanimidad.

La práctica de desarrollar la ecuanimidad implica una forma de desapego, pero es importante entender qué signifi ca «desapego». A veces, cuando la gente oye hablar de la práctica budista del desapego, cree que el budismo aboga por la indiferencia hacia todas las cosas, pero eso no es así. Cultivar el desapego sirve para eliminar las consideraciones superfi ciales de distancia y proximidad de las emociones que albergamos hacia los demás. Amparándonos en eso, podemos desarrollar una compasión que es verdaderamente universal. El desapego no signifi ca sentir la indiferencia hacia el mundo o la vida, sino todo lo contrario. Una experiencia profunda de desapego es la base sobre la que podemos construir la compasión genuina y extenderla a todos los demás seres sintientes.

XIV Dalai Lama

El Poder de la Alegría

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19Agosto 2017 El Teósofo

Primera, Segunda y Tercera Persona

Pradeep Talwalker es Miembro de la Logia Poona, Sociedad Teosófi ca en India.

un programa de Radio de la BBC en 1948, “La Gran Compañía de Cerebros”, se le pidió a Bertrand Russell un ejemplo de un verbo fuerte. Russell escogió el verbo “ser”. Pero en lugar de expresarlo simplemente como “yo soy, tú eres, él es”, dijo: “Yo soy fi rme, tú eres obstinado, ¡él es un imbécil testarudo!”.

Con su agudo sentido del humor, Russell muy festivamente sacó a relucir una debilidad humana muy común. El ejemplo cargado de humor dado por Russell cautivó la imaginación del público. Gramáticos, con fi ngida seriedad, lo clasifi caron como “Conjugación Emotiva” o “Conjugación de Russell”. Las revistas lanzaron concursos, y la gente inundó las revistas con cada vez más ejemplos humorísticos. Fue bien usado el género en la década de 1980 en la serie cómica de TV de la BBC “Sí, ministro”. El pomposo ministro le dice a su secretario: “Yo he reconsiderado mi opinión, tú has cambiado tu opinión, él faltó a su palabra”; y “Yo di una información confi dencial a la prensa, tú la fi ltraste, él está siendo acusado bajo la sección 2A de la Ley de Secretos Ofi ciales”.

La gente ve sus propias faltas bajo una gloriosa luz, pero no son tan benévolos con otros. Incluso en esto, cuando hablan directamente con alguien acerca de la misma falta en él, evitan la aspereza, aunque lo digan “francamente”, pero no malgastan la caridad en una persona ausente. Un cambio de punto de vista cambia la visión. El egocentrismo siempre hace alguna maldad en las transacciones humanas, un resultado de la ¡“herejía de la separatividad”! Como personas evolucionadas, todos somos conscientes de esto. Este es el motivo por el que disfrutamos tan sinceramente de la “conjugación de Russell””. ¡Las personas se comportan muy graciosamente!

Pero la distorsión es: aunque nos burlemos de los demás, cada uno de nosotros es propenso a la misma debilidad. Jugamos el mismo juego con los demás. Reírnos de otros es divertido, pero cuando los otros se ríen de nosotros no es ni la mitad de divertido. Si nos comentan nuestros defectos con igual franqueza, no lo encontramos divertido. Incluso si un amigo perceptivo nos habla amablemente acerca de ello nosotros no estamos de acuerdo. Aunque sabemos en nuestro corazón que nuestro amigo está en lo correcto, tal opinión no es bien recibida. Si queremos encontrar una salida a este dilema, debemos mirarnos inquisitivamente a nosotros mismos.

Este autoexamen no es fácil. No es que haya algo particularmente difícil acerca de ello, pero nuestros propios defectos no son fácilmente visibles para nosotros. Aún con la mejor de las intenciones, tendemos a cegarnos a nuestras propias debilidades. Habiéndonos comportado “correctamente”, según nuestro propio criterio, se hace difícil ver la falta. Cualquier remedio que se pueda encontrar tiene que estar fuera de este verdadero revoltijo. Requerirá de un pensamiento profundo.

Si emprendemos una rigurosa introspección, veremos que nuestra más profunda emoción, oculta en los más profundos escondrijos de la mente, es de defensa, particularmente de nuestra “imagen”. Cualquier cosa que parezca que nos desestime, o nos exponga al ridículo, es vista como una afrenta. Reaccionamos. Inconscientemente, hemos formado una corteza emocional de autodefensa a nuestro alrededor que es por ahora de muchas encarnaciones de antigüedad, y más bien endurecida a lo largo del tiempo. Ahora es tal parte de nuestro ser, que somos completamente

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VOL. 138.1120 El Teósofo

inconscientes de su existencia, y desecharemos tal sugerencia.

Pero por el rechazo no podemos escaparnos de ella, y mientras esté allí, continuamos reaccionando. En nuestra ignorancia, hacemos todo lo que podemos para proteger esta corteza. El pensamiento que surge de esta actitud está centrado naturalmente a nuestro alrededor. Vemos la realidad solamente a través de esta tendencia, y pensamos que es la “realidad obvia”. Nos asombramos de que los demás no concuerden con nosotros.

En un confl icto, ambas partes insisten que son ellos quienes están en lo correcto. Ambos intentan sinceramente “cambiar” a la otra parte. Vemos que esto sucede todo el tiempo, los ejemplos no son necesarios. Estas “cruzadas” nunca terminan. Hoy día podría ser un lado el que gana, mañana, el otro. Pero aún ganar una pelea es agotador. Perder nos incita a la revancha. Ganador y perdedor se dirigirán a tener más problemas. Podrían ser individuos, naciones o grupos religiosos. Las causas y los resultados son los mismos, solamente difi eren en el grado y la complejidad. Y continúan. Todos sabemos esto. También conocemos la locura común que se halla en la raíz de todo esto.

Pero un subterfugio humano es: pensamos que tales cosas suceden a “otros”, no a nosotros. Nos olvidamos de que también somos susceptibles acerca de nuestros intereses. Una gran parte del karma está centrado en esto. Aquellos cercanos a nosotros, como la familia, compañeros, amigos (y enemigos), ligados a nosotros por el karma, siguen apareciendo, en nuevas relaciones, en vidas sucesivas. Los desacuerdos aumentan, agregándose a las fricciones interminables. Si todavía pensamos que somos una excepción a la regla, que no estamos en esta secuencia “necia”, refl exionemos en lo siguiente.

No podemos observar esto, pero mantener una interminable tensión por largos periodos (¡vidas!) causa una fatiga insidiosa en nuestros sistemas físico y mental y va en contra de nuestra salud. En realidad, aquí es donde se originan la mayoría de nuestros complejos y enfermedades. A nivel mental, somos acosados por la desconfi anza en nosotros mismo, timidez, hipersensibilidad, etc. Sus manifestaciones pueden ser variadas de acuerdo a aspectos individuales de la composición mental general de la persona. A nivel físico, los diferentes sistemas del cuerpo se alteran resultando en alguna enfermedad. Las medicinas o la cirugía

no pueden ofrecer una cura permanente porque solo tratan los síntomas, no al paciente. Esto es como mangueras de entrenamiento, para llamas que se ven en el cielo mientras el fuego ruge dentro de la casa. Puede parecer que las llamas se mojan transitoriamente, pero la casa aún continúa ardiendo. Las causas reales, al haber sido traídas de vidas anteriores, no están al alcance de la ciencia médica. Claramente, la coraza defensiva de nuestra propia creación sólo nos da problemas. Nuestra afl icción no termina, y no sabemos dónde mirar.

Por el contrario, vemos algunas personas excepcionales entre nosotros que están siempre contentas. Ellas nunca culpan a nadie, sino que admiran rápidamente los buenos aspectos de todos. Ellos comparten el mundo con los mismos hombres que nosotros encontramos insufribles, pero no tienen problemas con ninguno, por el contrario, ellos proporcionan alegría a todos los que los rodean. Se verá que disfrutan de buena salud. Si alguna vez se enferman, no escuchamos mucho acerca de ello. Toda su personalidad y estilo de vida son sanos. De buenos modales, no están en guardia o a la defensiva en su comportamiento. Incluso aceptan burlas ocasionales, de modo razonable. Nosotros los amamos y apreciamos. Por qué entonces ¿no podemos nosotros ser como ellos? Este es un asunto que merece nuestra atención. Traigamos todos, alegría a nuestras vidas, haciéndola más fácil.

Habiendo llevado la coraza protectora por muchas vidas y solamente sufrido por ella, es tiempo de liberarnos de esta raíz de todos los males. La gran pregunta es. ¿CÓMO? No es como sacarse una camisa. Tendrá que haber un ejercicio mental. Tal caparazón muestra temor crónico. Tenemos que enfrentar y analizar este temor hasta su fi nal lógico. ¿De qué estamos asustados? ¿A quién tememos? Aún si nuestros temores son reales, ¿este caparazón nos protegerá? Si nuestros temores no son reales, ¿merece que llevemos esta carga inútil? Una vez que comprendamos la inutilidad de arrastrar el caparazón, será el comienzo mismo de su debilitamiento. Cuando avancemos en positividad, se hará más delgado y desaparecerá.

Necesitamos reafi rmar nuestra fe. Orar a Dios, pedirle algo, no indican nuestra fe en él, en realidad solo lo opuesto. Dios sabe lo que es mejor para nosotros y ya está dándolo en plena medida, sin que se lo pidamos. Pedir algo, muestra

Primera, Segunda y Tercera Persona

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21Agosto 2017 El Teósofo

insatisfacción con lo que ya tenemos. Necesitamos refl exionar sobre este aspecto de nuestra fe. Él nos protege exquisitamente. No necesitamos temer o preocuparnos. Una vez convencidos, la fe real aumentará sin nuestro esfuerzo.

También, necesitamos verifi car nuestro comportamiento con otros. Si comenzamos a tratar a otros con amor incondicional, tolerancia y comprensión, tendremos un punto de apoyo positivo. Todavía no podemos esperar que comiencen a corresponder con nuestro amor inmediatamente. Todos están muy acostumbrados a nuestra naturaleza peleadora, y nos han tratado del mismo modo por edades. Entonces, hay mal karma acumulado que trabajar con estas personas. Desarrollar amor en nuestra naturaleza egocéntrica es en sí un ejercicio. El obstáculo es grande. Pero necesitamos abordarlo. Necesitamos comenzar con determinación y sostenerlo intrépidamente. Requerirá una infi nita paciencia y una incansable tenacidad. No será una tarea fácil, pero cada pequeño progreso dará frutos proporcionales.

No olvidemos: que tenemos un constante Compañero Mayor en nuestro esfuerzo, que nos cuida sin palabras. Lentamente, los más maduros de nuestros amigos, observarán el cambio en nuestra actitud y comenzarán a respondernos bien. Esto nos animará. Otros seguirán luego. La calidad de nuestro amor y tolerancia comenzará a mejorar, trayendo mejores resultados. Algunos pueden pensar de esto como de nuestra nueva “pose”, y pueden ser cautelosos en responder. Finalmente, ellos también verán la verdad si somos sinceros en nuestros esfuerzos. Por supuesto, unos pocos podrían ser completamente sordos a nuestra nueva cordialidad y pueden continuar con su ánimo, viejas deudas kármicas. Tengamos compasión por ellos. Nuestro mal karma defi nitivamente será tratado algún día. Ahora tenemos el requisito de la tolerancia y la paciencia. En cualquier caso, la mayoría de ellos son ahora nuestros amigos. Podemos llevar algunas almas desafortunadas en nuestro caminar.

Esto, por supuesto, es más fácil de decir que de hacer, pero ciertamente, no imposible. Los Adeptos deben haber pasado por todo esto. La meditación regular es útil. Es básico ser un observador sereno de cualquier cosa que suceda, tener una fe inquebrantable en Dios, mantener una conducta pura. Es útil comprometerse en el trabajo de la comunidad. Nuestro esfuerzo y paciencia serán probados por los Poderes, pero

cada paso hacia adelante producirá resultados proporcionales. Nuestra vida será mucho más suave, más placentera. Habrá “golpes positivos” que confi rmen que estamos siguiendo líneas correctas. Requerirá gran valor, y determinación de acero. “Este Atman no lo obtiene el débil” (Mundaka Upanishad III.2.4). Pero los Poderes que prueban son benévolos, y están de nuestro lado. Así como prueban, también ayudan. Saben mucho mejor que nosotros cuánto necesita el mundo con urgencia gente iluminada que los ayude. No tenemos nada que temer. El precio será alto, ciertamente digno de trabajar por él. La victoria es segura. La liberación (moksha) ya se habrá alcanzado. Pero al alcanzar la liberación, ya no la atesoraremos; por el contrario, querremos estar aquí para ayudar a quienes todavía están luchando. Actualmente muchos Mahatmas han elegido estar entre nosotros, y están haciendo que nuestro paso sea más rápido. Ellos quieren buenos ayudantes. Queremos serles útiles en esta noble tarea. Esto acelerará nuestro paso, también. Debemos estar impregnados del Amor Divino por toda la creación. Hoy día somos receptores de este amor. Queremos devolverlo. Esta devolución no puede ser para Dios o sus Hábiles Ayudantes, cualquiera sea el amor que les transmitamos, retornará a nosotros en abundancia. Esta es la experiencia confi rmada de todos los chelas. Las bellas líneas de Milton vienen a la mente: “Dios no necesita ni el trabajo del hombre ni sus propios dones; quienes mejor soportan su dulce yugo le sirven mejor”. Podemos pagarle a Dios solamente sirviendo a aquellos que están luchando. Si practicamos la empatía, el amor y la compasión con todo nuestro corazón, fi nalmente podremos ver la Unidad básica de todos los seres, que a quienes ayudamos somos a nosotros mismos. No son ellos y nosotros – todos somos NOSOTROS.

La primera, segunda y tercera persona están bien en gramática, pero son mejor guardadas allí. Más que hablar y escribir el lenguaje correcto, no dejemos que se conviertan en algo demasiado grande de nuestro pensamiento y sentimiento. Los santos han sentido la Unidad con toda la creación. Las escrituras se refi eren unánime e inequívocamente a ella. Que pueda convertirse en nuestra experiencia también, no solo un tema de debate pedante. ²

Primera, Segunda y Tercera Persona

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VOL. 138.1122 El Teósofo

Dar el Ejemplo: Nuestro Verdadero Trabajo

Basado en una conferencia dada a los miembros de la Rama Adyar, Sociedad Teosófi ca en India.

La señora Blavatsky dijo en La Clave de la Teosofía1 que dar el ejemplo con nuestras propias vidas era la expectativa más importante que esperaba de nosotros como miembros de la Sociedad Teosófi ca (ST). Probablemente, también es lo más difícil porque literalmente tenemos que vivirlo. Pero esto no debería ser solo su esperanza respecto a nosotros, nosotros deberíamos esperarlo de nosotros mismos. Como seres humanos relativamente avanzados, estamos dotados de una conciencia única, creativa, que solamente puede ser usada en su máximo potencial si podemos concentrar nuestro poder del pensamiento, ayudados por la fuerza de nuestra voluntad. Así podemos perfeccionarnos efi cazmente no solo por razones egoístas, sino para el benefi cio de la humanidad en general.

Dar el ejemplo es la mejor forma de enseñar, especialmente cuando se enseña a los jóvenes. Muy pocos, si es que hay alguno, pueden estar realmente infl uenciados por el método de instrucción, “Hazlo lo que digo, no lo que hago”. Pero esto implica que tratamos de dar el mejor ejemplo posible, y generalmente implica el auto-entrenamiento. Puede ser benefi cioso explorar lo que algunos de los sabios han dicho acerca de la construcción del carácter, tanto directa como indirectamente, ya que sus vidas son dignas de emular. Aunque algunas de sus enseñanzas puede que no hayan sido etiquetadas como teosófi cas, podemos decidir si suenan a verdaderas.

El gran emperador fi lósofo romano Marco Aurelio, quien vivió en el siglo II DC, presenció el gradual desmoronamiento de las fronteras romanas, como también el hambre y las plagas. Se dijo que tenía un elevado carácter y que se había dirigido cada vez más hacia el estudio de

la fi losofía estoica. Aspiraba a ser un discípulo espiritual y en sus Meditaciones, revela una mente de gran humanidad y humildad:

Comienza cada día diciéndote: Hoy día encontraré confl ictos, ingratitud, insolencia, deslealtad, mala voluntad y egoísmo, todo ello debido a la ignorancia del ofensor, de lo que es bueno o malo. Pero, de mi parte, hace mucho que he percibido la naturaleza del bien y su nobleza, del mal y su mezquindad, y también la naturaleza del mismo ofensor, que es mi hermano (no en el sentido físico, sino como un semejante similarmente dotado de razón y una parte divina): por lo tanto, ninguna de estas cosas puede dañarme, porque nadie puede involucrarme en lo que se está degradando. Ni puedo enojarme con mi hermano, ni pelear con él, porque él y yo nacimos para trabajar juntos, como nuestras dos manos, pies o párpados, o como la hilera superior e inferior de nuestros dientes. Estorbarnos mutuamente está contra la ley de la Naturaleza - ¿y qué es la irritación o la aversión sino una forma de obstrucción?2

Intenten mover a otros por medio de la persuasión, sin embargo, actúen contra la voluntad de ellos, si los principios de la justicia así lo determinan. Pero si alguien usa la fuerza para obstruirles, entonces tomen un lineamiento diferente; renuncien sin dolor, y conviertan el obstáculo en una oportunidad para el ejercicio de alguna otra virtud3.

Un místico norteamericano, fi lósofo y amante de la Naturaleza de principios del siglo 19, Henry David Thoreau, fue instado por un amigo mayor que él, Ralph Waldo Emerson, a asistir a la Universidad de Harvard. Ambos fueron parte de lo que se llamó el Movimiento Trascendentalista.

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23Agosto 2017 El Teósofo

Thoreau estaba inspirado por la fi losofía oriental y, a su vez, sus escritos infl uenciaron a Mahatma Gandhi, especialmente uno de los ensayos de Thoreau sobre la “Desobediencia Civil”. Se rehusó a pagar impuestos al estado porque el gobierno de Estados Unidos, aunque era una democracia, todavía aceptaba la esclavitud, y esto era algo que él no quería apoyar, ni siquiera indirectamente:

Una tarde…cuando fui al pueblo a buscar un zapato donde el zapatero, fui arrestado y encarcelado porque no pagué un impuesto, ni reconocí la autoridad del estado, que compra y vende hombres, mujeres y niños como ganado en la puerta de su cámara del senado…Es verdad, podría haberme resistido fuertemente con más o menos efecto, podría haber “perdido el control” en contra de la sociedad, pero preferí que la sociedad “perdiera el control” en contra de mí, al ser la parte desesperada. Sin embargo, fui liberado al día siguiente, obtuve mi zapato remendado, y volví al bosque a tiempo para tener mi comida de arándanos…Estoy convencido que, si todos los hombres vivieran tan simplemente como yo lo hacía entonces, no se conocerían ladrones y bandidos. Estos existen solamente en las comunidades donde algunos tienen más de lo sufi ciente, mientras otros no lo tienen4.

Al acumular propiedades para nosotros o para nuestra posteridad, al fundar una familia o un estado, o aún adquirir la fama, somos mortales: pero al tratar con la Verdad, somos inmortales y no necesitamos temer ningún cambio ni desgracia5.

Los Vedas dicen: “Todas las inteligencias despiertan en la mañana”… Para quien su pensamiento fl exible y enérgico sigue el ritmo del sol, el día es una eterna mañana. No importa lo que diga el reloj o las actitudes y trabajos de los hombres. La mañana es cuando yo estoy despierto y hay un amanecer en mí… Debemos aprender a volver a despertar y mantenernos despiertos, no con ayudas mecánicas, sino por una infi nita esperanza del amanecer, que no nos abandona en nuestro sueño más profundo. No sé de un hecho más alentador que la indiscutible capacidad del hombre de elevar su vida por un esfuerzo consciente”6.

En La Clave de la Teosofía (pág.52), cuando se le preguntó a la señora Blavatsky si la elevación moral es el objetivo principal en el cual se insiste en nuestra Sociedad, ella respondió que

“Un verdadero teósofo debería ‘conducirse con justicia y caminar humildemente’, y ella explicó más adelante que “ha de olvidarse de sí mismo por los demás”. Para ella, el altruismo puro era el principal propósito de la ST.

Esto también apunta al auto-perfeccionamiento, sin el propósito de obtener una liberación egoísta de nuestro propio sufrimiento, como se expresó anteriormente, sino de estar mejor preparado para ayudar a otros a alcanzar su liberación, y enseñarles a ayudar y enseñar a otros a su vez. Para que nosotros lleguemos a ser mejores ejemplos en nuestras vidas diarias, debemos primero desear reconocer lo que es necesario mejorar en nosotros mismos, debemos comprender que tenemos la fuerza de voluntad para mejorar, y entonces empezar a hacer los cambios necesarios, es decir, a tener que poner nuestros pensamientos creativos en práctica. No es necesario decir que esto es más fácil decirlo que hacerlo, por lo tanto, intentemos examinarlo un poco más.

En una colección de sabiduría budista titulada The Book of Tibetan Elders de Sandy Johnson, escritora norteamericana contemporánea, uno de los temas es sobre el fallecido Gelek Rinpoche, quien estudió en el Monasterio de Drepung en Lhasa. Él también ayudó en la enseñanza e investigación de estudios tibetanos en el Centro Tibetano Budista y Cultural Jewel Heart, en Michigan, EEUU, desde 1987 hasta su muerte en febrero de 2017. Cuando se le entrevistó acerca de la naturaleza del Buddha Dharma, dijo:

La esencia de las enseñanzas de Buddha es desarrollar la virtud tanto como sea posible, evitar la negatividad tanto como sea posible, y vigilar vuestra mente. Tenía soluciones para cada problema. Por ejemplo… Algunos de nosotros nos enojamos con nuestras madres y guardamos esa ira durante años, ¿correcto? Pero una vez que reconocemos esa ira, vemos que perdura por periodos de tiempo cada vez más breves. Entonces, quizás podremos ver cuando sobreviene la ira, antes de que la sintamos. Entonces, podemos evitarla7.

Hay un librito práctico e inspirador, Dioses en el Destierro de J. J. Van der Leeuw, quien fue Secretario General de la Sección Holandesa de la ST a principios de 1930. Activo teósofo y prolífi co escritor, su libro El Fuego de la Creación le hizo ganar la Medalla Subba Row en 1925. También escribió La Conquista de la Ilusión, y fue amigo

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VOL. 138.1124 El Teósofo

y admirador de J. Krishnamurti. En el Prólogo de Dioses en el Destierro, van der Leeuw dice que lo que escribió en este pequeño libro estaba basado en un despertar de la consciencia egoica que trajo consigo el conocimiento que, aunque llegó en un momento singular, le tomó muchos días comprenderlo, y muchas páginas para describirlo. Estos son algunos de sus pasajes:

El sufrimiento es causado por esta imaginación indisciplinada, más de lo que pensamos. Las incontables ocasiones que se encuentra en las vidas de tantos que fallan en controlar sus pasiones, especialmente el deseo sexual, son el resultado de una imaginación indisciplinada, no de una voluntad débil. Puede sentirse un fuerte deseo, pero es el pensamiento creativo que origina la acción… Pocas personas han aprendido hasta ahora que la resistencia ansiosa o desesperada inspirada por el temor es algo muy diferente de la voluntad8.

La función especial de la voluntad no es hacer cosas o luchar contra las cosas, sino mantener un propósito en la consciencia y excluir todo lo demás9. Cuando usamos la voluntad como debería usarse… no puede haber difi cultad… No debemos permitir que infl uencias ajenas nos aparten de nuestra línea de acción. Intentemos entonces comprender esta voluntad dentro de nosotros… sentir que es irresistible y que tiene el poder de mantener cualquier propósito hasta alcanzarlo. Al haber sentido y comprendido una vez este verdadero poder de la voluntad, nunca más podremos hablar nuevamente de que la voluntad es débil. … Usemos este poder de la voluntad entonces para mantener en nuestra consciencia un propósito, y solo uno, la perfección para bien del mundo10.

El Sabio de Arunachala, Sri Ramana Maharshi, también habló acerca de la función de la voluntad humana. Aunque enseñó mucho a través del silencio, a veces instruía a través de la palabra. La mayor parte del tiempo en que sí habló, respondió a quienes le hacían preguntas diciendo simplemente que deberían preguntarse a sí mismos, “¿Quién soy yo?”, en vez de preguntar otras cien cosas. Enseñó que la auto-indagación debería ser “la más fácil de todas las tareas”, pero no es tan fácil para muchos de nosotros. En una recopilación de sus diálogos con discípulos y visitantes, Conversaciones con Sri Ramana Maharshi, cuando se le preguntó, “¿Cuáles son

los medios para obtener el poder de la voluntad?”, él respondió:

Su idea del poder de la voluntad es triunfo asegurado. El poder de la voluntad debería comprenderse como la fuerza de la mente que la hace capaz de enfrentar el éxito o fracaso con ecuanimidad. No es sinónimo de cierto éxito. ¿Por qué nuestros esfuerzos deberían estar siempre acompañados del éxito? El éxito desarrolla arrogancia y entonces el progreso espiritual del hombre se detiene. Por otra parte, el fracaso es benefi cioso puesto que abre los ojos del hombre a sus limitaciones y lo prepara para rendirse. La auto-entrega es sinónimo de felicidad eterna. Por lo tanto, uno debería intentar adquirir el equilibrio de la mente bajo toda circunstancia. Este es el poder de la voluntad11.

Entonces le formularon la pregunta, ¿Se obtiene el poder de la voluntad abandonando los pensamientos? Y Sri Ramana respondió: “Más bien limitándose a un solo pensamiento. Finalmente, éste también desaparecerá dejando detrás la Consciencia Pura. La concentración nos ayuda a lograrlo”12.

El discípulo entonces dijo: “Entonces, el poder de la voluntad se obtiene dirigiendo la mente y concentrándola. La personalidad no tiene nada que ver con él”. Y Sri Ramana declaró: “La personalidad es la causa raíz de las actividades externas. Debe sumergirse para obtener el bien más elevado”13.

Nuestra anterior presidente internacional, señora Radha Burnier, dijo que la teosofía es el estudio de la vida misma, y se ha estudiado desde muy diferentes puntos de vista. Agregó que hay tres aspectos en la vida: Lo que es insondable, infi nito e ilimitado, (lo que algunos llaman Dios); el universo; y uno mismo; y que para examinarlos está el estudio de la teosofía. En cierta ocasión ella le dijo a un grupo de miembros nuevos de la ST en Adyar, que todos podemos aprender a ser más afectuosos y más sabios, de modo que otros puedan ser ayudados por la forma en que pensamos, hablamos y actuamos.

Radhaji repitió lo que N. Sri Ram, también anterior presidente de la ST, dijo a los miembros de la Sociedad en Nueva Zelanda en una conferencia dada hace cincuenta y siete años, que el mundo se salvará solamente por cosas como la genuina bondad. A continuación doy extractos de esa conferencia acerca de vivir la vida teosófi ca:

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25Agosto 2017 El Teósofo

Creo que la teosofía, para todos nosotros, no debería ser solamente una Teosofía de libros, cualesquiera que ellos sean, sino que debería signifi car, más que cualquier otra cosa, una forma de vida y acción. Si es eso, entonces nunca nos cansaremos de la teosofía…Si podemos tener una actitud diferente, que es una actitud creativa, entonces creo que la teosofía no se volverá vieja, sin interés…porque la vida entonces siempre será una aventura….

El hecho mismo de que creamos que algo es posible y deseable, muestra que ya ha entrado en existencia cierto impulso dentro de ustedes que les da esa comprensión. …Debemos comprender que somos los fi deicomisarios de este trabajo solo por ahora, y por lo tanto, debemos descargar nuestra confi anza de la mejor manera posible, y entregarles a quienes puedan venir tras de nosotros, una Sociedad que esté

llena de vida, llena de energía, en la cual cada uno esté intentando vivir una clase diferente de vida, esté intentando pensar en la línea de la verdad, y no solamente en lo convencional y la superstición. Siento que este es el trabajo al cual todos somos llamados.

Tratemos de convertir las expectativas de la señora Blavatsky, y las nuestras, en un desafío, por medio de una profunda introspección, de modo que podamos originar un cambio verdaderamente duradero en nuestras vidas diarias. Este daría el mejor ejemplo a los miembros y no miembros por igual, ayudando así al trabajo de la Sociedad a elevar no sólo a la humanidad, y a todos los seres sensibles como un resultado, sino por el bien de nuestra doliente Tierra – como una entidad viva.²

Notas

1. Blavatsky, Helena Petrovna, La Clave de la Teosofía, Theosophy Co., Mumbai; 1987, p.246

2 y 3. Aurelio, Marcos, Meditaciones, Penguin Books Ltda., Londres; 1995, p.1 y 43.

4. Thoreau, Henry David, Walden: O la Vida en el Bosque, Boston: Shambhala Publications, Inc.: 1992, pp.131-32 (“La Aldea”).

5. Idem, pp.79-80 (“Lectura”)

6. Idem, pp.71-2 (“Donde Viví”)

7. Johnson, Sandy, El Libro de los Ancianos Tibetanos, Nueva York: The Berkley Publishing Grup: 1996, p.261.

8-10. Van der Leuuw, Johannes Jacobus, Dioses en el Exilio, The Theosophical Publishing House, Adyar: 1987, pp.48-50, 53 y 88-

11. Conversaciones con Sri Ramana Maharshi, Sri Ramanasramam, Tiruvannamalai: 1996, p.390: y

12 & 13, p.391

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Page 29: EL TEÓSOFO pdf/AGOSTO 2017.pdfEL TEÓSOFO VOL. 138 NO. 11 Editor: Sr. Tim Boyd NOTA: Los artículos para publicar en “The Theosophist” deben ser enviados a: