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  • EL TRAJE DEL EMPERADOR13 propuestas para desnudar el poder

    Concepcin Cruz, Cristina Ibez, Susana Moreno (coords.)

  • NDICE

    Prlogo. Carlos Taibo .............................................................................7El traje del Emperador .......................................................................... 11Introduccin ..........................................................................................21

    Organismos transgnicos: queremos saber y queremos decidirAna Mara Rincn Romero ...................................................................27

    Decrecimiento: buscando alternativas en la crisis ecolgica globalJess M. Castillo ...................................................................................47

    El futuro del mundo se ha hecho urbanoJorge Benavides Sols ...........................................................................71

    Lengua e ideologaChristoph Ehlers ..................................................................................99

    Personas sordas y barreras de comunicacinCristina Ibez Espinosa ...................................................................127

    Universidad txica: estrategias artsticas de afrontamientoInmaculada Rodrguez Cunill .............................................................143

    Israel y Palestina: conflicto o violencia?Mara Jos Lera .................................................................................167

    Africanos en Andaluca. Superando prejuicios en sociedades multiculturalesSusana Moreno Maestro .....................................................................183

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    Edita: Atrapasueos editorial www.atrapasuenos.org

    Atrapasueos Soc. Coop. And.

    Web: www.atrapasuenos.org Blog: http://:atrapasuenos.wordpress.com

    LIBRERA SEVILLA C/ Aceituno 1. Sevilla

    LIBRERA WEB www.libreria-atrapasuenos.com - [email protected]

    Diseo portada e ilustraciones: Inmaculada R. CunillMaquetacin: [email protected]: Kadmos Hecho en Andaluca, 2012

    ISBN-13: 978-84-615-5101-9Depsito legal:

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    Enfermedades actuales: causas e intervencionesConcepcin Cruz Rojo ........................................................................203

    Opresin y accinVicente Manzano-Arrondo ..................................................................227

    Una educacin para comprender los problemas del mundoe intervenir crticamenteFrancisco F. Garca Prez ..................................................................257

    Internet, un derecho universal?David Benavides Cuevas ....................................................................281

    Ao 2100: una odisea hacia el dominio pblico.Introduccin a la propiedad intelectual, el copyright, el copyleft y el dominio pblicoPablo Neira Ayuso .............................................................................297

    Quines somos y por qu estamos aqu? ..........................................313

    PRLOGO

    Hace unos aos, con ocasin de un curso que se desarrollaba en Crdoba, una profesora de secundaria me pregunt qu haca yo, en la universidad, para despertar el pensamiento crtico en mis alumnos. La respuesta me sali rpida y espontnea: A decir verdad, bastante tengo con conven-cerles de que Irlanda es una isla. Me parece que mi reaccin, en clave de humorada, da en el clavo en lo que hace a una dimensin de la cuestin, pera esquiva el objetivo en lo que se refiere a otra. Si acierta cuando da cuenta, sin ms, de las enormes dificultades que un pensamiento ge-nuinamente crtico encuentra para abrirse camino en nuestro maltrecho mundo universitario, yerra cuando parece atribuir a los alumnos la res-ponsabilidad mayor al respecto, en franco olvido de los deberes que nos tocan a los profesores.

    Las cosas como fueren, sobran las razones para afirmar que de un tiempo a esta parte han crecido sensiblemente las dificultades a la hora de des-plegar en nuestras universidades algo que merezca, hablando en serio, el nombre de pensamiento crtico. Ello es as de resultas de una operacin muy tramada en la que se han dado cita factores varios: una general su-misin a los poderes establecidos, una impresentable compartimentacin del tiempo y de los saberes, la obligacin de acometer un sinfn de tareas estpidas y anodinas, una burocratizacin que campa por sus respetos y, ms all de todo lo anterior, una activa privatizacin y una apuesta descarnada en provecho de la mercantilizacin de todas las relaciones. No hay motivo para rehuir la afirmacin de que una de las razones que vienen a explicar la eclosin de un movimiento como el del 15 de mayo es la que, mal que bien, acabamos de enunciar. El llamado plan de Bolo-nia, que est en la trastienda de muchas de las miserias mencionadas, ha

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    crticamente el mundo que habitamos, la discusin relativa a la existen-cia, y a los requisitos, de un derecho universal a disfrutar de Internet, o, en fin, el significado de conceptos como los que hacen referencia a la propiedad intelectual, los derechos de autor, el copyright, el copyleft y el dominio pblico. Como es fcil apreciar a la luz de la lista que acabamos de perfilar, entre estos textos los hay que abordan discusiones de carcter general, propuestas innovadoras, cuestiones que remiten a nuestra vida cotidiana, consideraciones sobre la interesada terminologa que a menu-do se nos impone, reflexiones sobre la situacin de gentes marginadas y observaciones sobre las diferentes formas de opresin que arrastramos. Aunque sera desafortunado afirmar que el libro que el lector tiene entre sus manos no deja ningn flanco al descubierto, parece que el ndice que lo resume es suficientemente ilustrativo de una firme voluntad de agarrar al sistema en todas, o casi todas, sus manifestaciones.

    Debo agregar, con todo, algo importante. Como fcilmente podr ob-servarse, los trabajos incluidos en estas pginas son claros y precisos, combinan de manera afortunada el rigor acadmico y la voluntad de di-vulgacin, se presentan convenientemente ilustrados --las ilustraciones que introducen los captulos ayudan, por cierto, y mucho, a situar las discusiones correspondientes-- y no dan nada por sabido, de tal suer-te que cualquiera puede acercarse a materias que comnmente se nos explican de manera abstrusa. Para que nada falte, esos trabajos, que se hallan fundamentados intelectual y documentalmente, se alejan de vi-siones cerradas y abren el panorama al sinfn de propuestas que nacen --y son dos ejemplos entre varios-- de los discursos del feminismo y el ecologismo. Tienen, por aadidura, el mrito de situar todos los debates en un mbito ms general que permite que el lector relacione unas y otras discusiones. Constituyen, en suma, una demostracin palmaria de que es posible dar rplica a las monsergas que el sistema emite, y hacerlo de manera sagaz e intelectualmente competente, con una franca voluntad de plantear horizontes alternativos y hacederos, y sin desdear en modo alguno la polmica y la controversia, como, por lo dems, debe ser: qu otra cosa habra que demandar, en primera instancia, al pensamiento cr-tico? En esta dimensin configuran una contestacin frontal, sin rodeos, de los dobleces y los ocultamientos que son tan comunes en el medio acadmico.

    acrecentado de manera espectacular la sumisin al orden establecido y, por aadidura, y no sin paradoja, el caos. Muchas veces me he permitido adelantar que su aplicacin sin recursos constituye un indicador slido del estadio de corrosin terminal en el que se est adentrando el capitalis-mo, incapaz de poner freno a un proceso que, en esas condiciones, a buen seguro no da satisfaccin en grado alguno de los objetivos para los que el plan fue diseado por los dirigentes de la Unin Europea.

    Es importante subrayar, sin embargo, que hay quien resiste, y lo hace adems de forma afortunada. Valga como demostracin, desde Sevilla, un libro como ste, que quiero creer bien puede convertirse en un est-mulo para que otros asuman un camino similar. Hay quien dir, claro, que nos hallamos, al menos en primera instancia, ante una obra extraa. Baste con recordar al respecto que aporta captulos sobre las ms diferen-tes materias y que resulta visiblemente inencasillable en una disciplina precisa. sa es precisamente, y sin embargo, su primera grandeza: la de romper fronteras y recordarnos que, si ninguna de esas disciplinas aporta una luz plena, la combinacin de enfoques e intereses deja en el lector la impresin imperecedera de haber ledo un texto en el que se abordan trece cuestiones que retratan de forma cabal, desde la heterogeneidad y desde la heterodoxia, la miseria a la que tenemos que enfrentarnos. Un texto que desvela los mecanismos del poder, que da cuenta del porqu de nuestra sumisin, que denuncia los intereses --bien asentados y hasta hace poco eficientemente defendidos, de una minora-- y que, tras recor-darnos que es perfectamente imaginable otra manera de hacer las cosas, invoca la rebelin desde la conciencia, eso s, de que tambin nosotros formamos parte del mundo del que queremos desgajarnos y arrastramos, en consecuencia, muchas de sus cargas.

    Por estas pginas pasan, entonces, los transgnicos, el decrecimiento, las secuelas de la aberrante urbanizacin que padecemos, la relacin en-tre lengua e ideologa --con el sesgado debate lingstico espaol en la trastienda--, los problemas de comunicacin de las personas sordas, la aplicacin de estrategias artsticas al mobbing en el medio universitario, las manipulaciones y los equvocos que rodean al conflicto palestino-israel, la situacin de los africanos en Andaluca, la singular condicin de las enfermedades contemporneas, la opresin que padecemos y las respuestas que merece, los perfiles de una educacin que permita sopesar

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    Pero de este libro, que demuestra lo que es posible conseguir de la mano de un esfuerzo y un proyecto colectivos, no slo importa lo que significa en lo relativo a la capacidad de urdir pensamiento crtico en el medio universitario: tan relevante como ello es lo que, materialmente, nos dice, de la mano de lo que se antoja una saludabilsima y multidisciplinar in-troduccin a los problemas del mundo que habitamos. Estamos, en otras palabras, ante lo que, por un lado, es una genuina gua para lo que debe ser una enciclopedia del pensamiento crtico de nuestro tiempo y, por el otro, un reflejo del compromiso de los autores en lo que respecta a la gestacin de una universidad distinta. Buena falta nos hace.

    Carlos Taibo, julio de 2011

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    EL TRAJE DEL EMPERADOR

    Haba una vez un hombre que desde pequeo conoca su destino. Lo tena tan escrito en la frente como ese nio de pies descalzos tiene en la suya la sentencia morir pobre. La piel de aquel hombre llevaba graba-da la frase Rey, por la gracia de Dios.

    Rey y Dios. Dos caras en la misma moneda con que los sbditos busca-ban la vida o la perdan. Era la moneda que pagaba pan y ejrcito, sangre y gloria. La moneda que corra de unas manos hacia otras y terminaba habitualmente en las mismas. La moneda con que el rey compraba sus trajes.

    No regaba el huerto que abasteca su cocina. No daba de comer al gana-do cuyo olor de carne asada le resultaba tan familiar. No arrancaba a la tierra, con el sudor agrietado de las manos, el carbn que calentaba su palacio, ni las rocas convertidas en muros infranqueables. Pero, al me-nos, vesta con gracia real y soberana elegancia.

    Siendo nio, una maana de invierno, al observar a los sbditos semi-desnudos soportando con resignacin las pualadas del fro, pregunt a su madre: Por qu ellos no tienen ropas como las mas?. Ella sonri compartiendo una mirada cmplice con su marido. Haba llegado el mo-mento. El nio estaba ya preparado para conocer la respuesta. Querido, ellos no ven lo que pasa. Incrdulo, busc en las cuencas de los rostros y encontr ojos colocados en sus sitios. Ojos como los de su padre y su madre. Sin embargo estaban ciegos. Ah! Ahora entiendo... si ellos vieran....

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    rano. Sin darse cuenta, el Excelentsimo senta a cada momento mayor repulsin por sus ropas y, paralelamente, mayor inquietud por lo que podran ofrecerle aquellos maestros de la aguja. Y as lleg el momento en que los visitantes realizaron su propuesta: Su Majestad, tenemos con nosotros la tela ms bella jams confeccionada, con los patrones y las he-rramientas ms perfectas. Todo ello venimos a ofrecerle, para dar forma a un traje tan hermoso, elegante y espectacular que ser sin lugar a dudas propio de Su Majestad. El rey estaba tan asombrado que no supo qu decir. Imagin a los sbditos mirndole desde lejos y exclamando Oh! Qu gran soberano! Es el mejor de cuantos reyes podramos imaginar! Observad cmo viste!.

    No obstante, Majestad, tal vez no deseis que llevemos a cabo el tra-bajo. Por qu decan eso? Cmo no iba a desearlo? En su mente y su corazn no exista en aquellos momentos idea ms fija que la de verse cubierto con semejante maravilla. Interpretando correctamente la turba-cin que expresaba el rostro del soberano, los sastres continuaron. Esta tela sin par que traemos en primicia no puede ser disfrutada por gente estpida. Vos la apreciareis. Seguro tambin que lo har vuestra excelsa Corte. Pero es posible que algunas personas, desprovistas de la inteli-gencia suficiente, no vean siquiera la propia tela, como si fuera invisible. En su proceso de fabricacin, llevado a cabo por sabios orientales con el cabello de un animal sagrado, se adquieren propiedades de una belleza insuperable, pero a costa de exigir al ojo que mira un mnimo de inteli-gencia. As, por ejemplo, las bestias salvajes no pueden apreciarla. Ocu-rre tambin que no existe en nuestro mundo conocido tela ms costosa, al alcance nicamente de quienes poseen las mayores riquezas, en manos de contados mercaderes y gobernantes. El rey guard silencio.

    Pens en que l podra ser uno de los pocos, si no el nico, que llegara a lucir un traje tan hermoso como relataban aquellos visitantes. Su fama se extendera ms all del reino. El coste? Por qu pensar en el coste? Para qu acuar tantas monedas de oro si no es para fines tan justifica-dos como ese? Para qu trabajan los sbditos si no es por la ilusin de encontrarse bajo la tutela del mejor de los reyes? Ah! Qu oportunidad irrepetible! Pero... No se ve por la estupidez! Podra no verlo l mis-mo? Qu tontera! Pensar en un rey tan estpido como las bestias sal-vajes! Las ropas que vesta demostraban sin lugar a dudas lo lejos que se

    Transcurrieron treinta aos desde aquel episodio. El nio se haba con-vertido en el soberano. Aunque olvid la pregunta y su respuesta, ambas circulaban por su sangre como lo hace el oxgeno. Tal vez por eso se aferraba a las ropas. Son mis trajes, lo que me distingue de todo cuanto me rodea, lo que seala al ignorante quin soy yo, lo que ocupa la vista de quien mira... S, soy mis trajes.

    Quien fuera ungido rey por la gracia de Dios, saludaba cada da con una indumentaria distinta. Pasaba largo tiempo con los sastres de la corte, debatiendo sobre estilos, tendencias, apariencias, combinaciones, dise-os, proyectos... hasta llegar al momento ms esperado de cada jornada: probarse un traje nuevo. La ropa lo era todo. Eso lo aprendi tambin de sus padres. Querido, vstete de forma deslumbrante, asombra, inspira admiracin y, si ello no fuera suficiente, miedo. La gente debe hablar de cmo vistes y no de qu haces, de lo que jams llevas puesto y no de lo nunca llevars a cabo. No es difcil, querido. Djate llevar, pues unos y otros sabemos la cancin desde la cuna y la cantamos sin pensarlo. Sin embargo, a sus cuarenta aos de edad, el rey se senta cada vez ms hastiado. Si vivieran sus padres les preguntara de nuevo. Tal vez ellos supieran qu le estaba pasando. Cmo seguir deslumbrando? Tal vez se volvera ciego tambin? Tal vez se haban agotado todas las posibi-lidades en el reino?

    Sumido en estas reflexiones, uno de los consejeros se le acerc sensible-mente afectado. Su Excelentsimo Seor Rey Magnfico, su Eminencia Sobresaliente, su Infinita Gracia Divina, su Majestad S? Esperan en la Sala Regia de las Puertas Derrumbadas por la Dignidad, dos sastres prodigiosos, llegados de un pas lejano y, segn sus propias palabras, portadores de una buena nueva. El rey qued conmocionado. En efecto, la gracia de Dios le acompaaba. Justo en el momento en que la insopor-table predecibilidad comenzaba a asfixiarle, aparecan como por milagro dos magos del diseo.

    Los hizo pasar. Su apariencia normal le defraud. A simple vista pare-can tan ciegos como el resto. Sin embargo, un extrao brillo pareca ro-dearles de algn modo. Los sastres fueron prolijos en halagos y lisonjas hacia el rey. No obstante, cuando llevaban ya muchos minutos hablando, comenzaron a realizar alusiones negativas a los trajes actuales del sobe-

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    consejero volvi hasta su rey, se postr de rodillas y dijo con ojos gachos Jams, mi soberano, he visto cosa de igual belleza. Sin lugar a dudas, vais a deslumbrar de un modo insuperable.

    Las semanas siguientes parecan interminables. El rey soaba con el tra-je, tanto dormido como despierto. Cada maana enviaba a un consejero diferente con una nueva bolsa de monedas de Rey y Dios, con el come-tido de observar el avance del trabajo. Cada maana, el consejero de turno, sometido a una presin que se acrecentaba cuantos ms das e ins-pecciones pasaban, llegaba de vuelta con los calificativos ms excelsos y exaltados que podan utilizar. Oh, Alteza! Sin lugar a dudas, nuestro pueblo se merece este esfuerzo por vuestra parte. El teatro ejecutaba un guin que nadie haba escrito en sus detalles, pero que se ejecutaba a la perfeccin gracias al temor de todos los actores por quedar sealado.

    Por fin lleg el da.

    Tras guardar en su bal la ltima bolsa con monedas de oro, los sastres prepararon el equipaje para partir y esperaron al soberano en la sala que fue su hogar durante casi tres meses. El rey entr. El corazn le lata con tal fuerza que lleg a creer que no podra escuchar nada ms que el ensordecedor movimiento de su pecho. Busc el traje con la mirada, manteniendo una forzada compostura. Los sastres se acercaron hasta una distancia prudencial. Se inclinaron como el primer da y sealaron am-bos hacia la misma direccin. Las lneas imaginarias que construan sus brazos extendidos terminaban en un maniqu vaco que ocupaba el centro del espacio. No haba nada en l! Dios mo! Soy una bestia salvaje! No veo el traje que con tanta precisin han descrito mis consejeros! Puede que sea yo el nico estpido de mi reino? Ah! Qu desdicha! He esperado semanas para descubrir lo que me hubiera gustado no saber nunca. Casi he vaciado las arcas de mi palacio para que dos extranjeros escupan en mi regia cara la sentencia de idiota. Qu hacer?

    Con voz tan regia como su postura, vocaliz conscientemente cada una de sus palabras. Por primera vez desde que comenc mi cometido di-vino he quedado sin palabras. No dudis que vuestra obra ser conocida y que an habr de recompensar con ms oro un trabajo que no puede pagarse debidamente en esta vida. Los sastres ayudaron al rey a vestir-

    encontraba de esos seres cuya existencia tiene el nico fin de servir para alimento. Pero y si algunos sbditos, ciegos como son ante la esencia del teatro que se ejecutaba desde haca siglos, no vieran la tela? Va! Y a quin importa! Sufra acaso al ordenar una cena compuesta por cien gallos y cincuenta corderos? Quin ha de molestarse por las bestias?

    Adelante! Comenzad inmediatamente. Os encargo el mejor de los tra-jes que hayis de confeccionar en vuestra vida. No os preguntar por el coste. El rey, sencillamente, paga. Con una amplia sonrisa de satisfac-cin, solo superada por la inclinacin de sus espaldas, los visitantes se retiraron.

    A la maana siguiente, el rey orden que acomodaran una sala amplia y alumbrada para los sastres, satisfaciendo cuantas necesidades tuvieran, de modo tal que no pudieran quejarse en ningn momento ni respecto a nada. As ocurri. Y al siguiente da, juzgando un plazo suficiente, un consejero visit, por mandato soberano, la sala. Su encargo era inspec-cionar la tela.

    El consejero entr con aires de suficiencia, dirigindose hacia el telar, en donde los dos especialistas ejecutaban su trabajo con amplios y giles movimientos. Al llegar a la altura del aparato, el consejero se asust. Su corazn lata con rapidez y not un escalofro desagradable. No vea la tela! Sera un estpido? Record las palabras que tanto escuch de pe-queo, Nio, pareces tonto. En efecto lo era. Qu descubrimiento tan cruel! An as, mantena la inteligencia suficiente como para guardar las apariencias. Nadie deba enterarse de ello. Su puesto peligraba. El linaje del que proceda e innumerables halagos emitidos a lo largo de los aos le mantenan en el cargo. Una sombra de duda, una voz indebidamente quebrada, un temblor inoportuno en los labios y sera delatado. Con gran aplomo exclam Por Dios! Qu maravilla!. Los sastres sonrieron con una visible satisfaccin, como si descansaran de un temor previo. Acom-paaron al consejero con calificativos de grandiosidad por la obra que estaban iniciando, describiendo profusamente los detalles del diseo, los trazos oportunos, el contraste perfecto de colores y cuantos matices ha-ban ensayado previamente con precisin. Hicieron que el enviado del rey pasara sus manos por una superficie imaginaria, resaltando la extre-ma ligereza de una tela cuya delicada textura pareca flotar en el aire. El

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    El pueblo esperaba el acontecimiento con gran ilusin.

    La noticia de la llegada de los sastres milagrosos y de las propiedades de la tela haba corrido por todo el reino casi desde el inicio del proceso. Jams tanta gente se haba agolpado por las calles principales que rodea-ban el palacio.

    El rey camin con soltura, decisin y la frente alta.

    El sndrome del consejero campeaba por la multitud. Nadie quera confe-sar pblicamente su estupidez. Nadie. O tal vez s. Una nia en primera fila dio un chillido gracioso. Se rea al tiempo que se tapaba a boca. No pudo evitar un grito sonoro El Rey est desnudo!. Un murmullo reco-rri la calle. Es posible que tambin el pueblo sea estpido? Si lo es el pueblo y tambin la realeza, quin queda? El principal del reino mir a sus consejeros. Todos evitaban la mirada. Algo no cuadraba. S! El rey est desnudo! O tal vez cuadraba todo. Pasaron por su memoria los rostros de los sastres, las expresiones de la Corte, las palabras de su hijo y las de aquella nia. Aquella nia... En efecto, no he visto la tela porque soy estpido. Esa nia es... Esa nia es lo que yo hubiera deseado ser. Libre. Valiente. Dios mo! Djame salir de esta moneda!

    No tenemos ms constancia del resto de la historia. Hay tantas formas para terminar el relato! Aunque Colorn Colorado, este cuento se ha ter-minado.

    O, tal vez, no ha hecho otra cosa que comenzar.

    Y t? Ves la tela?

    se. En cada movimiento, exclamaban maravillados por la destreza del soberano a la hora de ocupar el interior de aquella obra de arte. Meted la mano por aqu, Majestad... as es. Oh! Cunta soltura tenis al intro-duciros en un traje tan etreo y delicado como el que ya vests! Oh! El resultado en vuestro excelsa silueta es mucho mejor del que imagina-mos al disearlo! Y as continuaron durante largo rato, hasta que el rey, tan desnudo como uno de los pollos antes de ser posado sobre la mesa del almuerzo, abandon la sala camino de sus aposentos. Le esperaba el pequeo prncipe para acompaarlo en el paseo real. Tan rpido el rey abandon la sala, los sastres montaron en su carruaje y partieron.

    El padre se acerc al hijo destinado a ocupar el trono en un futuro que esperaba todava lejano. Como un buen aprendiz, el pequeo contaba ya con un vestuario que ocupaba varias habitaciones. Se acerc a su padre, con los ojos muy abiertos, sin entender muy bien qu estaba pasando. El rey lo cogi en los brazos y lo abraz. Te gusta el nuevo traje de pap? Papato, no veo ningn traje... Ya ests vestido papato?

    Oh! No! El nio tambin era tonto. Su propio hijo, un ser estpido! Qu hacer? El funesto da caa con todo el peso sobre sus espaldas. Ya le importaba poco su propia insuficiencia. La inteligencia deficiente del heredero de la corona constitua la peor de las constataciones. Qu diran sus padres? Fueron tambin estpidos como l y su propio hijo? Qu dira la reina? Por qu permanece recluida en ese convento, ahora que la necesita tanto? Ser tambin tonta como le parece ahora que lo son todos los miembros de la familia? En eso consiste casarse entre la propia realeza? Habr un solo soberano en toda Europa capaz de ver la tela? Un momento! No hay nada de lo que preocuparse! Yo he sido estpido toda mi vida y tal circunstancia no ha entorpecido mi divina labor! l podr hacer lo mismo! Basta con dejarse llevar. Todo el mundo sabe cul es el papel que ha de realizar. Si ellos vieran...

    Sonre. El prncipe debe tener confianza. Todo es confianza. Ay, mi nio! T no digas nada. Pase lo que pase hoy, no abras la boca. Ya lo comprenders cuando seas mayor.

    Padre e hijo abandonaron la estancia.

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    Que toda la vida es sueoY los sueos, sueos son.

    Caldern de La Barca

    Al contar un sueo, lo inventamos. El relato de un sueo es un acto de creacin, en el que imgenes y sensaciones se ordenan para construir algo que tenga sentido. Si pudiera contar literalmente lo que so ano-che, ni tan siquiera yo, la persona que lo so, entendera algo. As que el sueo desaparece para siempre mientras creo estar describindolo y su lugar queda ocupado por mi narracin, perfectamente organizada y plena de significado.

    La historia es como un sueo. Millones de acontecimientos caticos de origen desconocido terminan organizados perfectamente en un flujo l-gico. La lgica depende de quin est construyendo la historia en ese momento. Primero hay que despreciar a los annimos, a las personas de a pie que no tienen hueco en el libro. Despus, otorgar a personajes concretos (a las construcciones que hacemos de ellos) un poder sobre-natural mediante el que podemos creer, a partir de ese momento, que fueron los verdaderos artfices de los acontecimientos. Por ltimo, hay que reducir la ingente cantidad de hechos manufacturables, a unos pocos efectivamente manufacturados. Esos pocos, gruesos y presentados como los nicos relevantes, en combinacin con la eleccin de los protago-nistas, terminan construyendo lo que verdaderamente ocurri. Cualquier narracin no vale, no prospera. La que termina imponindose puede ser llamada versin hegemnica.

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    Frente a la construccin hegemnica se levanta este libro. Sus autores, especialistas en reas distintas del conocimiento, organizan sus tripas para gritar que esa versin es sencillamente una mentira. Se trata de una mentira incluso mal contada, incoherente e incompleta, aunque tales simplezas no son suficientes para desnudar su poder. Muy al contrario, tal simpleza es parte de su capacidad de persuasin.

    Todos los captulos de este libro surgen de la rabia y de la esperanza. Nacen de la rabia al contemplar cmo los relatos dan forma a una manera de estar en el mundo que alimenta los procesos de opresin. Nacen de la esperanza porque millones de personas han decidido optar por otras formas de construir mundo, cada vez ms conectadas entre s, menos annimas y ms activas en la creacin de visiones y trnsitos felicitantes y liberadores.

    Un buen ejemplo de estos relatos-constructores-de-realidad es el de los transgnicos u organismos genticamente modificados. La versin hege-mnica establece que se trata de un elemento fundamental de progreso (el progreso es bueno per se), que permite una produccin mejorada de alimentos, y que incluso es el vehculo para terminar con el dficit ali-mentario del planeta. Ana Rincn entra en estos aspectos, describiendo las explicaciones biolgicas de los organismos genticamente modifica-dos y entrando finalmente en algunos de los asuntos que ms nos preocu-pan y que tienen que ver con el modo en que una parte del problema se vende como solucin.

    Qu decir del modelo de crecimiento econmico, tan fuertemente asen-tado en la lgica capitalista protagonista de este momento histrico? Je-ss Castillo entra de lleno en ello, describiendo resultados y procesos que, entre otros frentes, estn generando un profundo deterioro ecolgi-co. Son los mismos procesos que, como denuncia Jorge Benavides, dan forma a un planeta especialmente urbanizado. Y no solo urbanizado, sino practicante de un modo concreto de urbanizacin que ciega, invisibiliza los procesos, asla y embrutece, un urbanismo salvaje cuyo proceso per-mite comprender en buena medida los acontecimientos planetarios.

    Christoph Elhers aborda la construccin de realidad homogeneizante atendiendo a una materia prima fundamental: el lenguaje. No solo cons-

    La historia se ha construido siempre del mismo modo. Quienes practican su invencin juegan con ventaja: los acontecimientos ya pasaron. Parece que vivir lo que ocurre en tiempo real constituye una buena vacuna, una prevencin frente a la manipulacin histrica. Yo vi lo que pas. Estuve all. Sin embargo, asistimos hoy a la negacin prctica de esa vacuna. La construccin del sueo, el relato de los acontecimientos ha abandona-do los libros de historia y campea con ms comodidad en la narracin del presente, organizando sensaciones y pensamientos, imgenes y aconteci-mientos, de tal forma que nace la versin hegemnica del mundo de hoy: esto es lo que ocurre porque as es como funciona el mundo y he aqu los papeles asignados para cada cual.

    As, por ejemplo, en el instante en que escribo estas letras estamos obser-vando la redaccin de un nuevo captulo del libro oficial sobre el terror internacional: la civilizacin occidental (capitaneada ahora por Barak Obama) contra el terror islmico sin fronteras (representado por Bin La-den) es la construccin favorita de estos das. En ese relato, el bueno ha matado al malo y los espectadores de la pelcula disfrutan desde sus asientos, con las dosis de indefensin del guin. Tras la pantalla de cine, cuarenta mil personas invisibles mueren cada da de hambre. Y las si-guen matando. En la construccin de presente no se les ha guardado siquiera el equivalente a un pequeo spot publicitario.

    Al pensar en los centros de construccin de realidad es ingenuo imagi-nar a un ser maligno que decide qu debe pensar cada habitante del pla-neta, construyendo la pesadilla de Orwell en 1984. Esto es imposible. La mayor acumulacin imaginable de poder ser siempre limitada. Y cada ser humano en concreto, sensiblemente ms limitado an. Sin esta constancia no hay esperanza. Lo que ocurre, para entender cmo somos capaces de generar y aceptar una versin tan reducida, simple y orde-nada, es la combinacin de mltiples acontecimientos, que van desde los intereses de cuatro magnates de los medios de comunicacin has-ta el eco inconsciente de los miles de comentaristas y tertulianos que repiten lo que escuchan y lo que leen, llenando con ms de lo mismo el ocano de la versin hegemnica. Esta versin procura perpetuarse alimentando la injusticia de los profundos desequilibrios de poder que desgarran al mundo.

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    cidas de lugares lejanos. Transcurre en la cotidianidad. En este sentido, Concepcin Cruz aborda los conceptos enfermedad y salud tal y como siguen construyndose. La forma de considerar la salud tiene mucho que ver con el desprecio de las condiciones econmicas y sociales que cons-truyen enfermedad al mismo tiempo que industria del lucro. Resulta muy ilustrativo observar cmo un asunto tan relevante y familiar como la sa-lud es tan poco inocente, se encuentra tan cargado ideolgicamente que configura un paquete de medidas y soluciones encaminadas a perpetuar el orden de las cosas.

    Frente a este panorama qu podemos hacer? Todos los captulos no solo ejercitan el anlisis y la denuncia, sino tambin la propuesta. Vicente Manzano pone en tela de juicio la propia cuestin Qu podemos ha-cer? y ofrece herramientas conceptuales para analizar cmo funciona el sistema de orden social a la hora de protegerse de orientaciones al cambio, para perpetuarse, para hacer inviable cualquier esperanza o al-ternativa. Francisco Garca se encarga de abordar las posibilidades de una educacin que, al contrario de la que se favorece hoy de forma ma-yoritaria, ha de preparar a las personas para construir otros mundos. Tras proponer una visin en principio poco optimista sobre el estado de la sociedad planetaria, analiza qu hace la educacin formal, qu podra estar haciendo para preparar a las personas en el camino de construir otros mundos posibles, as como algunas iniciativas concretas que estn llevndose hoy a cabo. Jess Castillo describe la lgica de la propuesta que esta conocindose con el nombre de decrecimiento sostenible. In-maculada Cunill propone la actividad artstica para superar los procesos opresores. El arte puede ser utilizado como lenguaje de liberacin, como estrategia que supera las asfixiantes barreras de incomunicacin, a la vez que construye conciencia individual y colectiva. Mara Jos Lera exige hablar directamente de violencia, vctimas y verdugos, en lugar de con-flicto palestino-israel.

    Para todo ello es necesario comunicarse, entrar en contacto, construir de forma colectiva. David Benavides toca estos asuntos desde diversas controversias asociadas al uso y significado de Internet, especialmente todo aquello que afecta a un acceso equitativo, en trminos de hardware, software e informacin. Pablo Neira hace otro tanto respecto a la pro-piedad intelectual, su sentido oficial y su papel en la prctica. Y Vicente

    tituye la herramienta bsica en la creacin de una visin monoltica sobre el mundo, sino que es en s tambin un objeto de deseo para la opresin, para la construccin de modos de estar que implican la asuncin acrtica de conductas lingsticas consideradas superiores. En esta misma dimen-sin transita Cristina Ibez al abordar el asunto de la comunicacin en torno a las personas sordas, un excelente ejemplo de cmo la forma de ver y estar en el mundo prima unos estndares altamente exclusivos, es decir, alimenta procesos que excluyen sistemticamente a personas que, por razones de nacimiento o de experiencia vital, quedan desahuciadas de la posibilidad de una vida digna. Y en esa misma dimensin, Inma-culada Cunill describe lo que denomina la universidad txica como ejemplo extendido de institucin opresora, cuyos mecanismos de comu-nicacin e incomunicacin construyen una realidad asfixiante de la que es difcil, pero posible y urgente, escapar.

    Uno de los frentes en que el lenguaje, como representante del pensa-miento y de la forma de ver y estar en el mundo, construye realidad, es la asidua utilizacin del trmino conflicto para hacer referencia a la relacin Israel-Palestina. Mara Jos Lera lleva a cabo un anlisis de esta situacin, observando especialmente cmo se describe y cmo se construye una actitud que implica connivencia con la injusticia, con la reduccin de Palestina a un cada vez ms pequeo archipilago de cr-celes sin techo.

    Nuestra forma de ver lo que nos rodea, tan condicionada por el discurso hegemnico de la confrontacin, del peligro, del miedo, de la homoge-neidad, choca con una realidad diversa que se resiste a vestir una misma indumentaria. Susana Moreno nos habla de las barreras a las que se en-frenta la diversidad cultural para mostrar su rostro dulce: los prejuicios mediticos, los estereotipos sobre la diferencia, o las ideas preconcebidas sobre frica, como las que genera la mirada de la globalizacin econ-mica.

    Como queda evidente, no es una mera cuestin de discurso. Los bombar-deos en Palestina o el hambre en frica, por citar solo dos asuntos y en dos localizaciones, son la constancia tangible de que la forma de ver es forma de estar, forma de hacer y de dejar hacer. Este mundo es nuestro producto. Lo est siendo. Y no afecta nicamente a personas descono-

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    Manzano describe algunas barreras que hay que superar para acentuar la presencia y contundencia de la accin colectiva.

    Si son nuestros los acontecimientos, si somos los ladrillos con los que se construye el edificio de la Historia, entonces nos resta seguir alimen-tando la conciencia de seres histricos poderosos, dando forma a nuestro propio relato.

    El sueo es nuestro.

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    ORGANISMOS TRANSGNICOS: QUEREMOS SABER Y QUEREMOS DECIDIR

    A menudo encontramos en los medios de comunicacin alguna noticia sobre transgnicos, casi siempre tremendista, en las que se presentan qui-meras imposibles, un ratn con una oreja humana en la espalda, una cebra con cuernos de cabra o un tomate con una cola de pez. La mayora de las veces aparecen como un campo de batalla en el que se encuentran los que estn en contra, principalmente representados por grupos ecologistas, y los que estn a favor, que son los representantes del gobierno de turno y, ms recientemente, algunos cientficos. No obstante, la oposicin a los transgnicos est ya alcanzando a muchos sectores de la sociedad y se estn incorporando sindicatos, organizaciones profesionales agrarias, investigadores, docentes universitarios, asociaciones de consumidores, de productores de agricultura ecolgica, ONGs de desarrollo y entidades privadas entre otras. Cada cierto tiempo se suceden las encuestas sobre la opinin pblica en materia de transgnicos, ms probablemente para sondear el mercado que para tenerla en cuenta a la hora de formular leyes al respecto. En principio, los ciudadanos se muestran contrarios al uso de transgnicos, lo que frena en cierta medida que las empresas se atrevan a sacarlos al mercado por miedo a ver daada su imagen. Sin embargo, esta opinin est fundamentada en el miedo a lo desconocido, entre otras razones debido a una absoluta falta de informacin al respecto. Sabe-mos los ciudadanos lo que es un organismo transgnico? Conocemos las repercusiones que su uso conlleva ms all de nuestra salud y del

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    La mayora de los organismos vivos comparten muchos genes, sobre todo los que dan lugar a protenas con funciones muy importantes y por lo tanto muy conservadas en todos ellos, como las protenas que intervie-nen en la obtencin de energa a partir de los azcares, las que sirven para empaquetar el ADN o las que forman parte del esqueleto de la clula. Sin embargo, otras protenas estn presentes solo en algunos organismos y les confieren caractersticas exclusivas. Por ejemplo, las plantas poseen protenas que transforman la energa solar en energa qumica y que los humanos no tenemos.

    En cuestin del flujo de informacin ADN-protena, todos los organis-mos conocidos hasta ahora hablan el mismo idioma, es decir el ADN est compuesto por las mismas 4 bases nitrogenadas y las protenas por los mismos 20 aminocidos, combinados de manera distinta. Esto supone, como se ha demostrado, que para una clula, el ADN de cualquier orga-nismo es perfectamente interpretable. La consecuencia de esto es que, si se introduce un gen de otro organismo, la clula producir la protena para la que el gen lleva informacin; otra cosa es el efecto que esa prote-na tenga en el equilibrio celular del organismo receptor.

    La clula replica, es decir, hace una copia completa y exacta del ADN cada vez que va a dividirse, y as la clula hija resultado de la divisin llevar exactamente la misma informacin que la clula de la que proce-de. Esa es la base de la herencia, y la responsable de que, en los organis-mos que estn compuestos por ms de una clula y que se originan por divisiones sucesivas de una primera, todas las clulas lleven la misma informacin. Lo que hace que las clulas de un organismo multicelu-lar tengan funciones distintas (por ejemplo clulas del hgado o clulas sanguneas) es consecuencia de complejos procesos de regulacin de la produccin de protenas a partir de los genes, es decir, un sistema de en-cendido y apagado que la clula controla segn sus necesidades.

    Cmo se modifica genticamente un organismo?

    El avance cientfico fundamental que ha hecho posible la obtencin de organismos transgnicos ha sido la Ingeniera Gentica, que comienza su desarrollo a principios de los setenta y que comprende una serie de tc-

    medioambiente? Para poder decidir si queremos o no utilizar organismos transgnicos es necesario primero saber con exactitud qu son. Para ello, los cientficos en particular, y cualquier profesional de una rama del co-nocimiento especializada, tienen el deber de trasladar este conocimiento a la sociedad, mxime cuando su uso puede tener consecuencias en tan-tos aspectos de la misma.

    El ADN: El libro de instrucciones para la vida

    Un organismo transgnico es aquel cuyo ADN ha sido modificado de manera artificial, por ello se denominan ms apropiadamente Organis-mos Modificados Genticamente (OMGs). Pero antes de explicar aqu cmo se obtienen y qu tipos existen, es fundamental saber primero qu es el ADN.

    Todos los organismos vivos estn compuestos por una o varias clulas que desarrollan las funciones biolgicas caractersticas de la vida, como la obtencin de energa, la eliminacin de productos de desecho o la re-produccin. Todas estas funciones son llevadas a cabo mayoritariamente por las protenas, que son molculas compuestas por aminocidos y que, en cooperacin con otras protenas, componen un entramado perfecta-mente sincronizado que mantiene a los organismos funcionando.

    Las instrucciones necesarias para producir estas protenas y para coordi-nar su funcin reside en el ADN. El ADN es una molcula lineal muy lar-ga compuesta por cuatro bases nitrogenadas (adenina, guanina, citosina y timina) que se encuentra en el ncleo o regin que cumple esa funcin de todas las clulas y cuya informacin se divide en segmentos mucho ms cortos, denominados genes. Cada gen determina la sntesis de una protena distinta con una funcin distinta. A modo de ejemplo grfico podemos imaginar un libro escrito solo con cuatro letras (A, G, C, T). Los genes seran la informacin comprendida entre cada punto y segui-do. A menudo los organismos poseen ms de una molcula de ADN, y se denominan cromosomas, lo que en nuestro ejemplo sera el equivalente a cada uno de los volmenes de una enciclopedia. La secuencia completa del ADN de cada organismo se denomina genoma.

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    duo completo a partir de una nica clula. En el caso de los animales, es necesario transformar un cigoto, que es la clula resultante de la unin entre un espermatozoide y un vulo.

    La ingeniera gentica y la biotecnologa

    La ingeniera gentica ha permitido avanzar considerablemente en el co-nocimiento de la funcin de los genes y de su regulacin y ha facilitado mucho la comprensin de los fenmenos biolgicos. Pero, como todo avance cientfico y tecnolgico, ha tenido adems repercusiones inme-diatas en actividades humanas ms prcticas. En este caso y al tratarse de una tecnologa que afecta exclusivamente a los seres vivos, la ingeniera gentica ha revolucionado el mundo de la Biotecnologa, que es la ex-plotacin de los organismos vivos en inters humano. Veamos distintos aspectos en los que ha influido considerablemente:

    Biotecnologa Alimentaria. Respecto a la industria alimentaria, la ma-yora de las modificaciones genticas que se estn investigando estn encaminadas a mejorar los procesos industriales o a generar nuevos pro-ductos para el mercado. Por ejemplo: la levadura panadera (Saccharomy-ces cerevisiae) se cultiva en desechos de la remolacha (melaza) a nivel industrial para luego ser empaquetada y vendida a los panaderos para la elaboracin del pan. La principal fuente de energa que tiene la melaza es una molcula compleja de la que la levadura solo puede aprovechar una tercera parte por carecer de la protena que se encarga de hacer accesible el resto. Con la introduccin en la levadura panadera del gen que lleva la informacin para esta protena, procedente de una levadura vnica, se ha conseguido aumentar el rendimiento cuando se cultiva en melaza. Otro ejemplo: la levadura cervecera produce alcohol a partir de los azcares que contiene la cebada. Este proceso lo llevan a cabo dentro de la clula una serie de protenas que los van transformando en pasos sucesivos en una reaccin bioqumica equilibrada que da lugar a etanol y a acetato a partir de un precursor comn. Si se aumenta el nmero de copias del gen que da lugar a la protena que transforma el precursor comn en acetato de manera que desve la reaccin de produccin de etanol, el desequili-brio puede dar lugar a una cerveza con menor contenido alcohlico.1

    1 Ramn D. Los genes que comemos. La manipulacin gentica de los alimentos. Alzira: Algazar, 1999.

    nicas que permiten extraer el ADN de cualquier organismo, identificar y aislar el gen de inters e introducirlo en otro organismo. Estas herramien-tas, unidas a la capacidad de conocer la secuencia completa del genoma de cualquier especie, han generado un potencial sin precedentes para la investigacin biolgica.

    La introduccin de ADN en los organismos (transformacin) es un fen-meno que se da en la naturaleza con cierta frecuencia, por ejemplo entre una bacteria y otra, de un virus a una bacteria, de una bacteria a la clula de una planta o de un virus a una clula humana. Los cientficos han aprovechado este hallazgo en el laboratorio y adems han desarrollado otras tcnicas artificiales como el bombardeo de las clulas con partcu-las de oro al que se ha pegado previamente el ADN o la microinyeccin del ADN directamente al ncleo de la clula. A veces es tan fcil como poner a las clulas en una solucin salina, o someterlas a un cambio brusco de temperatura o darles una descarga elctrica para que absorban el ADN que se encuentra a su alrededor. El ADN que entra en la clula, si consigue llegar al ncleo, ya que hay protenas que se encargan de degradarlo, es fcilmente integrado en el ADN endgeno. Es como si cortsemos una frase de un texto y la pegsemos en la mitad de otro. Si existe en el genoma receptor una secuencia de ADN idntica a la del gen introducido, ste se suele integrar en el mismo sitio, pero si no, lo har de manera aleatoria. Una vez integrado, el ADN exgeno ser tratado por la clula como si fuera propio.

    Estas tcnicas tambin permiten eliminar un gen de cualquier organismo, introducir varias copias de un gen en su organismo original o cambiar la forma en la que el gen est regulado para que produzca la protena, es de-cir, cambiando los interruptores de encendido y apagado de estos genes. Cuando se modifican genticamente organismos unicelulares, como bacterias o levaduras, solo hay que tratar una poblacin de estos micro-organismos y seleccionar las clulas transformadas. Sin embargo, para obtener un organismo pluricelular y que todas sus clulas lleven el gen de inters, como una planta o un animal, es necesario transformar una clula a partir de la cual se origine el individuo completo por divisiones sucesivas. En el caso de las plantas, una clula procedente de cualquier tejido es suficiente, ya que las plantas son capaces de generar un indivi-

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    Biotecnologa Medioambiental. Respecto al medioambiente, la biotec-nologa puede aplicarse tanto a la descontaminacin (biorremediacin) de suelos, aguas residuales y aire, como a evitar la contaminacin. En el primer caso se utilizan microorganismos o plantas que son capaces de absorber o degradar los productos contaminantes, como por ejem-plo la bacteria Pseudomonas en los derrames de petrleo o las plantas para la contaminacin de metales por vertido de las minas. Aun as, exis-ten contaminantes difciles de degradar en la naturaleza, para los cuales no se han encontrado hasta el da de hoy microorganismos capaces de transformarlos. La ingeniera gentica puede ofrecer una solucin a este problema, que consiste en el desarrollo de microorganismos o plantas genticamente modificados capaces de eliminar aquellos materiales que son difciles de degradar naturalmente por incorporacin de genes de otros organismos.

    Los organismos transgnicos tambin pueden aplicarse a la obtencin de procesos alternativos a otros que sean muy contaminantes, como la ob-tencin de ndigo para teir las prendas vaqueras. Esto se hace mediante un procedimiento qumico, adems peligroso para los trabajadores, que podra sustituirse por una estirpe de la bacteria Escherichia coli a la que se han introducido hasta 15 genes de otra bacteria (Pseudomonas) para que pueda completar la produccin de ndigo a partir de una sustancia que ya produca.3

    Biotecnologa Animal. Es una de las ms controvertidas, a pesar de que su vertiente biomdica, sobre todo el uso de ratones transgnicos, tiene un valor incalculable en el estudio de la funcin de genes humanos impli-cados en enfermedades. En su lado biotecnolgico, una de las modifica-ciones ms estudiadas ha sido la produccin de protenas teraputicas en la leche de mamfero, lo que permitira unos niveles altos de produccin a mejores precios que los sintticos. En Argentina se ha creado una vaca que produce la hormona del crecimiento humano para el tratamiento del enanismo en nios, por ejemplo. Otra caracterstica susceptible de me-jora es el rendimiento de las especies destinadas a la alimentacin. Este es el caso del salmn AquAdvantage, que presenta el gen de la hormo-na de crecimiento de una especie de salmn gigante cercana. Este gen,

    Applications of Recombinant DNA. Washington: ASM Press, 2009.3 Scragg, A. Biotecnologa medioambiental. Zaragoza: Acribia, 2001.

    Biotecnologa Industrial. La produccin de productos de alto valor aa-dido es una de las industrias que mueve ms beneficios a nivel mundial. La mayora de estos productos se obtiene a partir de microorganismos confinados en grandes tanques de cultivo. Un ejemplo de cmo ha afec-tado la ingeniera gentica a estos procesos es la produccin de la in-sulina que se emplea para el tratamiento de los enfermos de diabetes. Esta protena se obtena a partir de extractos del pncreas de cerdos o de vacas, pero, desde que se aprobara su uso en 1982, toda la insulina que se comercializa actualmente se produce a partir de una bacteria (Esche-richia coli) a la que se le ha introducido el gen de la insulina humana. La manipulacin de ADN ha permitido tambin modificar ligeramente la secuencia de aminocidos de la protena, de manera que ahora la insulina es ms fcilmente asimilable por el organismo y se inyecta justo antes de ingerir la comida (insulina Lys-Pro), no 30 o 45 minutos antes como se haca con la insulina original. Tambin se han diseado insulinas de accin lenta, todo ello para mimetizar en lo posible el funcionamiento del cuerpo humano. Adems de la insulina, existen ms de 30 protenas de uso mdico producidas por microorganismos transgnicos (bacterias, levaduras y hongos filamentosos) como eritropoyetina, interferones, hor-mona del crecimiento, vacunas, etc., as como protenas para usos indus-triales muy diversos (ver tabla 1).

    tipos de protenas Actividad econmica millones $/aoSacarasas e isomerasas Procesamiento del almidn, endulzantes y ja-

    rabes ricos en fructosaFabricacin de textiles

    150

    Proteinasas DetergentesCarnes, quesosProcesamiento de pescadosProcesamiento de tejidos

    400

    Renninas (quimosinas) Coagulacin de la leche 60DetergentesProcesamiento de pielessaborizantesProcesamiento de carne y queso

    20

    Celulasas Produccin de zumo de frutasProduccin de aceitunasModificacin de granos y fibrasEnvejecimiento de prendas vaqueras

    20

    Tabla 1. Tipos de enzimas que se obtienen a partir de microorganismos genti-camente modificados2.

    2 Glick B.R., Pasternak J.J. and Patten C.L. Molecular Biotechnology: Principles and

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    Ventajas e inconvenientes de la ingeniera genrica frente a los procesos tradicionales de mejora

    La bsqueda de la mejora de los organismos usados en biotecnologa ha sido una prctica inherente a la historia de la misma. A medida que sta se desarrollaba y los descubrimientos cientficos avanzaban, el proceso ha ido acelerndose de manera exponencial. As, lo que los mejoradores antes conseguan seleccionando en cada descendencia las variedades y cepas de organismos que daban mayor rendimiento o determinadas ca-ractersticas, con el descubrimiento de que esas caractersticas venan definidas en el ADN y eran hereditarias, la seleccin se fue perfeccio-nando con el cruce entre distintas variedades u organismos, incluso entre gneros distintos. Es el caso del Triticale, un hbrido entre el trigo y el centeno, conseguido en el laboratorio a finales del s. XIX, que se emplea como cereal forrajero. Sin embargo, todava vendra un salto cualitati-vo mayor cuando la seleccin de especies se aceler gracias al proceso de mutagnesis, que consiste en tratar a los organismos con un agente qumico o fsico que provoca daos en el ADN. Algunos de estos daos dan lugar a una alteracin en la secuencia de bases nitrogenadas de un gen, de manera que la protena resultante ya no es exactamente la mis-ma y puede tener una funcin distinta a la que tena e incluso mejor. Ya en 1927 se obtuvieron variedades vegetales con un aumento de la produccin mediante irradiacin con rayos X.5 Podramos poner muchos ejemplos, como la variedad de pomelo Star Ruby, que contiene menos pepitas que la variedad original (0-9 en lugar de 40-60) y fue obteni-da mediante mutagnesis y aprobada en 1970, o la variedad Rio Red, aprobada en 1984, que tiene un color rojo ms fuerte que la variedad de la que procede.6

    El uso de la Ingeniera Gentica en la mejora vegetal conlleva a una serie de ventajas con respecto a estos mtodos tradicionales. Una de ellas es que es una tcnica ms limpia, tanto en cuanto afecta solo a un carc-ter (un gen), mientras que con la mutagnesis puede haber muchos ms genes afectados cuyo efecto no se observa a priori. Otra de las venta-jas es que ha permitido tanto acelerar el proceso de mejora como crear

    5 Garca-Olmedo F. La tercera revolucin verde. Madrid: Debate, 1998.6 Base de datos de la FAO/IAEA de cultivos que se consumen en el mundo mejorados

    por mutagnesis. Disponible en: http://mvgs.iaea.org

    que normalmente est apagado a bajas temperaturas, ha sido manipulado para que est siempre encendido, de manera que el salmn crece el doble de rpido (ao y medio en lugar de tres aos), aunque el tamao alcan-zado no supera al de la variedad no transgnica. Este salmn, que podra ser el primer animal transgnico aprobado para consumo humano, ha estado a punto de aprobarse a finales de 2010 en Estados Unidos, pero los expertos evaluadores han pospuesto su decisin ante la falta de seguridad ambiental.4

    Biotecnologa Agrcola. La incidencia que la Ingeniera Gentica ha te-nido en la biotecnologa agrcola es quizs la que ms repercusin ha tenido en la sociedad. Es la que ms controversia ha generado y no es raro que la gente identifique a los OMGs con las plantas transgnicas. Una de las primeras plantas modificadas genticamente que aparecieron en el mercado fue el famoso maz Bt de la compaa Monsanto. Este maz es resistente a la larva de un insecto patgeno habitual de este cul-tivo. La modificacin de esta planta consiste en que lleva el gen de una toxina bacteriana, de Bacillus thuringiensis, que da lugar a una protena daina para los insectos, de manera que estos mueren cuando comen cualquier parte de la planta. Actualmente se comercializan muchas ver-siones de este maz con distintas toxinas bacterianas. Otra modificacin muy comn es la tolerancia a herbicidas, que consiste normalmente en la introduccin en la planta de un gen, bacteriano tambin, que da lugar a una protena capaz de detoxificar estos compuestos. As, ya que los herbicidas son poco especficos, puede fumigarse una plantacin contra las malas hierbas sin perjuicio del cultivo de inters. Es el caso de la soja Roundup Ready de Monsanto, resistente al herbicida Roundup, tam-bin comercializado por Monsanto. Tambin existen ya en el mercado flores de colores imposibles que se consiguen introduciendo genes de otras especies para modificar la ruta de sntesis de los pigmentos origi-nales, por ejemplo claveles o rosas azules que llevan un gen de petunia. De la misma manera se est investigando para modificar los aromas de las flores.

    4 Ramn D. Los genes que comemos. La manipulacin gentica de los alimentos. Alzira: Algazar, 1999.

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    legislacin al respecto es bastante permisiva. Por su parte, los animales transgnicos empiezan a pedir paso tmidamente, aunque an no existe ninguno autorizado en el mundo. Y respecto a los microorganismos en la industria alimentaria, es decir en la elaboracin de pan, cerveza, vino, quesos, encurtidos, etc., solo existen en la UE (en el Reino Unido) y des-de hace muchos aos dos levaduras genticamente modificadas cuyo uso se permite: una levadura panadera que levanta la masa ms rpidamente y una levadura cervecera que produce cerveza con menos caloras, pero ninguna de las dos se usa comercialmente. Tampoco existen ms solici-tudes de aprobacin pendientes. Recientemente, en Estados Unidos y en Moldavia se ha aprobado el uso de una levadura que mejora el sabor y la estabilidad del color en el vino y reduce el contenido en histaminas (que produce dolor de cabeza) (ML01, de Springer Oenologie) y en Canad una levadura vnica que reduce el contenido en etilcarbamato, un com-puesto sospechoso de tener efecto carcinognico.7

    La Unin Europea ha sido tradicionalmente mucho ms reticente a los transgnicos que Estados Unidos y el debate en su seno sobre los mis-mos ha sido muy importante. De hecho exista una moratoria para su uso desde 1999, hasta que en 2003, y no exentos de presiones por parte de Estados Unidos, entr en vigor una normativa que los regulaba: la Directiva 2001/18/CE sobre liberacin intencional en el medio ambiente de organismos modificados genticamente (OMGs), que regula la auto-rizacin de OMGs para su comercializacin o con fines experimentales y los reglamentos 1829/2003, sobre alimentos y piensos modificados ge-nticamente y 1830/2003, relativos a la trazabilidad y al etiquetado de OMGs y a la trazabilidad de los alimentos y piensos producidos a partir de estos. Estas leyes obligan al etiquetado de todos los productos alimen-tarios obtenidos a partir de OMGs aunque su producto final no contenga ADN o protenas transgnicas, as como de todos los alimentos deriva-dos de OMG destinados a la alimentacin animal. En el etiquetado debe figurar claramente, y no en letra pequea, que el alimento contiene o ha sido producido a partir de organismos modificados genticamente.

    Las principales crticas que reciben estas normas por parte de ONGs que cumplen la labor de observatorios de OMGs, como Ecologistas en Ac-cin o Greenpeace, son la falta de legislacin sobre responsabilidad

    7 Disponible en: http://www.gmo-compass.org.

    variedades imposibles de obtener mediante los mtodos de cruce o de mutagnesis tradicionales.

    Por otra parte, las principales desventajas que plantea esta tcnica son dos: la primera es que durante el proceso de obtencin de los OMGs en el laboratorio se utilizan genes bacterianos que acompaan al gen de inters que queremos introducir en el organismo. Estos genes confieren a las clulas transformadas resistencia a antibiticos y as pueden dis-tinguirse de las no transformadas en las primeras etapas del proceso. La legislacin vigente prohbe expresamente la liberacin de organismos que lleven estos genes, debido al temor de que la resistencia alcance, por transferencia de los mismos una vez liberados de los organismos porta-dores, a las bacterias del suelo o de nuestro organismo. Esto generara cepas de microorganismos resistentes a esos antibiticos, lo que podra dar lugar a problemas sanitarios. Actualmente son muchas las investiga-ciones encaminadas a eliminar este ADN una vez finalizado el proceso de obtencin de OMGs o a evitar utilizarlo. El otro inconveniente es el destino del ADN exgeno en los casos en los que no se puede dirigir a un sitio concreto del genoma. El hecho de que este ADN se inserte de manera aleatoria puede provocar en otros genes alteraciones que tengan efectos negativos para el organismo. Esto es extremadamente importante a la hora de usar la tcnica con seres humanos, por ejemplo para corregir el efecto de genes defectuosos mediante la introduccin de una copia funcional de los mismos. Este procedimiento, que se encuentra en pleno proceso de investigacin, se denomina terapia gnica y no ser tratada en este captulo.

    El estado actual de los transgnicos: Del laboratorio a la mesa

    A pesar de que la investigacin que se est desarrollando en los labo-ratorios abarca todos los campos de la biotecnologa que hemos men-cionado, la implantacin de los OMGs en el mercado, y por lo tanto en nuestra mesa, es bastante desigual. As, el uso de microorganismos para la produccin de frmacos o aditivos industriales est ampliamen-te reconocido. Les siguen las plantas transgnicas, de las que ya hay ms de 150 variedades aprobadas para su uso, sobre todo en Estados Unidos, uno de los principales productores de transgnicos y donde la

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    (OMC) y de los lobby pro-transgnicos, est permitido el comercio y la importacin de muchas otras variedades de transgnicos (maz, achico-ria, soja, colza, remolacha, tabaco y algodn), muchos de ellos destina-dos a pienso de consumo animal. Europa importa inmensas cantidades de piensos procedentes de Estados Unidos, Brasil y Argentina, donde se produce el 80% de los cultivos transgnicos a nivel mundial. En la Tabla 3 puede compararse el nmero de cultivos transgnicos autorizados en algn sentido (para cultivo, pienso, alimentacin o comercializacin) en todos los pases, lo que nos da una idea de lo que podra, en breve, llegar al nuestro.

    Pas N Variedades Tipos de cultivo

    Canad 98 remolacha, colcha, papaya, calabazn, soja, algodn, gira-sol, lenteja, lino, tomate, alfalfa, arroz, patata, trigo, maz

    USA 89 csped, remolacha, colza, papaya, achicoria, meln, pepino, soja, algdn, lino, tomate, alfalafa, tabaco, arroz, cerezo, patata, trigo

    Japn 81 remolacha, colza, algodn, tomate, alfalfa, patata, maz

    Mxico 65 remolacha, colza, algodn, tomate, alfalfa, arroz, patata, maz

    Corea 62 remolacha, colza, algodn, alfalfa, patata, maz

    Filipinas 54 remolacha, colza, algodn, alfalfa, patata, maz

    Australia 51 remolacha, colza, algodn, alfalfa, patata, maz, arroz, cla-vel

    Unin Europea 38 remolacha, colza, algodn, achicoria, tabaco, maz, soja, algodn

    Taiwn 27 soja, maz

    China 26 colza, soja, algodn, maz

    Brasil 21 soja, algodn, maz

    Sudfrica 21 colza, soja, algodn, maz

    Colombia 16 Remolacha, clavel, soja, algodn, arroz, trigo, maz

    Argentina 15 soja, algodn, maz

    Rusia 5 soja, maz

    Suiza 4 soja, maz

    El Salvador 3 maz

    La India 3 algodn

    Reino Unido 3 soja, maz

    Uruguay 3 soja, maz

    Burkina Faso 1 soja, maz

    por daos a la salud y al medio ambiente, la falta de normas y medidas para frenar la contaminacin gentica ligada a la introduccin de culti-vos transgnicos y que no exigen que la leche, los huevos y la carne de animales alimentados con piensos transgnicos vayan etiquetados como derivados de OMG.8

    Caracterstica Empresa Cultivo Alimentacin Pienso Comercia-lizacin

    Archicoria Resistente a herbicida

    Bejo Zaden BV

    1996 1996

    Clavel Maduracin retardada

    Florigene Pty Ltd.

    1998 1998

    Clavel Resistente a herbicida y modificacin del color

    Florigene Pty Ltd.

    1998 1998

    Maz Resistente a insecto

    Monsanto Company

    1998 1998 1998 1998

    Maz Resistente a herbicida

    Bayer Crop Science

    1998 1998 1998

    Maz Resistente a insecto y a herbicida

    Syngenta Seeds, Inc.

    1997 1997 1997

    Patata(Amflora)

    Carece de amilosa

    BASF 2010 2010

    Tabla 2. Plantas transgnicas autorizadas para su cultivo en la Unin Europea.9

    Segn esta normativa, en la Unin Europea solo est autorizado el culti-vo de siete tipos de plantas transgnicas, algunas de ellas adems estn autorizadas para su uso en alimentacin, otras como pienso animal y otras para su comercializacin (ver tabla 2). Han tenido que pasar 12 aos desde que se concedieran las primeras autorizaciones para que se permitiese cultivar otra variedad transgnica en suelo europeo. Es el caso de la patata Amflora, a la que se ha eliminado el gen responsable de la sntesis de amilosa, facilitando as la obtencin de un almidn ms puro para intereses industriales. Solo est aprobada para uso industrial y no alimentario. Adems de esto, y como consecuencia de las enormes presiones de Estados Unidos, de la Organizacin Mundial del Comercio

    8 Ecologistas en Accin. Legislacin sobre OGMs. Disponible en: http://www.ecolo-gistasenaccion.org.

    9 GM Crop Database. Disponible en: http://www.cera-gmc.org

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    Organismos transgnicos: queremos saber y queremos decidir

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    Ana Mara Rincn Romero

    El debate sobre el uso de transgnicos

    Mientras que el desequilibrio entre las legislaciones de los distintos pa-ses se pone al da al paso que marcan los mercados, el uso de OMGs ha suscitado, desde sus inicios, una serie de dudas en la sociedad sobre los posibles riesgos que ello conllevara.12

    Riesgos para la salud. Uno de los problemas que se plantean respecto a la salud humana se refiere a la posibilidad de que se transfieran a la flora intestinal los genes bacterianos que confieren resistencia a antibi-ticos que se usan para seleccionar los organismos transformados. As se generaran bacterias resistentes a dicho antibitico, con los problemas sanitarios que ello conlleva. Sin embargo, y aunque seran necesarios es-tudios a largo plazo, este tipo de sucesos es muy poco probable, ya que el ADN que ingerimos constantemente con los alimentos, es degradado en el estmago. Otro riesgo posible es que se produzcan alergias por consu-mir protenas que normalmente no consumimos o que estas sean txicas para el ser humano, por ejemplo, si consumimos maz con la toxina Bt. A este respecto hay que decir que antes de aprobar un OMG para su uso en alimentacin, son muchas las pruebas que tienen que superar, entre ellas de alergenicidad y de toxicidad. No sera exagerado decir que un OMG ha seguido unos controles de calidad superiores a los de una ham-burguesa de McDonalds. Sin embargo, para descartar esta posibilidad seran necesarios estudios que analizaran el efecto del consumo de estos productos a largo plazo.

    Riesgos para el medioambiente. Los riesgos que entraa la liberacin de OMGs al medioambiente son desde mi punto de vista de los ms importantes, no solo por la dificultad que entraa controlar el escape de genes a especies silvestres emparentadas (al cruzarse con estas) y por las interacciones ecolgicas no previstas que pudieran darse (como cada vez que se liberan organismos en un entorno que no es el suyo) sino que los efectos son irreversibles. En este sentido las evaluaciones del impac-to seran tan complejas como lo es cualquier ecosistema y habran de hacerse a largo plazo. Ya se ha detectado contaminacin en maz nativo

    12 Riechmann, J. Qu son los transgnicos. Bioingeniera y manipulacin de los alimentos. Barcelona: Integral, 2011; Iez, E. Biotecnologa y Sociedad. Disponible en: http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/biotecno.htm

    Pas N Variedades Tipos de cultivo

    Repblica Checa 1 soja

    Holanda 1 maz

    Paraguay 1 soja

    Tabla 3. Nmero de variedades transgnicas y tipos de cultivo autorizados para algn uso (cultivo, pienso, alimentacin o comercializacin) en distintos pa-ses10. Datos referidos hasta 2009

    A pesar de la legislacin vigente, hay disparidad de opiniones, la mayora en contra de los transgnicos, lo que ha hecho que todos hayan sido auto-rizados unilateralmente por la Comisin Europea y no por el Parlamento, poniendo de manifiesto la falta de participacin y democracia en la toma de decisiones, sobre todo las que afectan a los intereses del mercado.

    El maz transgnico solo se cultiva en Espaa (80% de la produccin total), Eslovaquia, Portugal, Repblica Checa y Rumana. Han adoptado salvaguardas contra su cultivo Alemania, Austria, Francia, Grecia, Hun-gra y Luxemburgo. Polonia prohbe todo cultivo de transgnicos.

    En el resto del mundo, la produccin de transgnicos ha ido aumentando de manera exponencial desde 1996. Los primeros productores de trans-gnicos en el ao 2009 fueron Estados Unidos (64 millones de hect-reas), Brasil (21,4 hectreas), Argentina (21,3 hectreas), la India (8,4 hectreas), Canad (8,2 hectreas), China (3,7 hectreas), Paraguay (2,2 hectreas) y Sudfrica (2,1 hectreas). Los cuatro cultivos transgnicos principales fueron la soja, el algodn, el maz y la colza, con una pro-porcin respecto a sus homlogos no transgnicos de 77%, 49%, 26% y 21% respectivamente.11 Eso quiere decir que es altamente probable que estemos consumiendo productos elaborados con soja transgnica (pos-tres, yogures, galletas, zumos) y muy probable que estemos llevan-do prendas elaboradas con algodn transgnico. Y, desde luego, nuestra ganadera estar siendo alimentada con piensos elaborados a partir de transgnicos.

    10 GM Crop Database. Disponible en: http://www.cera-gmc.org11 James, Clive. Internacional Service for the Acquisition of Agri-Biotech Applications. Disponible en: http://www.isaaa.org

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    Ana Mara Rincn Romero

    aminocidos (2), flores con colores modificados, como por ejemplo cla-veles azules (2) y reduccin en nicotina (1). De esos cultivos 110 perte-necan a 6 compaas biotecnolgicas, que adems controlan tambin las semillas no modificadas: Monsanto Company (43), Bayer Crop Science (17), Syngenta (15), DuPont (12), BASF (12) y Dow (11).13 Esto supo-ne un monopolio creciente de las semillas (transgnicas o no) y por lo tanto una dependencia cada vez mayor de los agricultores de un nmero pequeo de proveedores. La patentabilidad de estas semillas puede lle-var tambin a situaciones injustas como que las empresas biotecnolgi-cas denuncien a los agricultores cuyos cultivos han sido contaminados, como ya se ha dado el caso. Adems, estas empresas han desarrollado tcnicas para evitar que puedan utilizarse las semillas de una cosecha para el ao siguiente (tecnologa trator y terminator), lo cual hace que aumente su control sobre las mismas y provoca una prdida de las prcticas agrcolas locales.

    Ante todos los riesgos mencionados, son muchos los pases que se basan en el principio de precaucin, contemplado en el protocolo de Biose-guridad, para evitar el cultivo de transgnicos. Hasta 2009, ms de 260 regiones, 4500 municipios y otras entidades locales as como decenas de miles de agricultores y productores de alimentos de Europa se haban declarado zona libre de transgnicos.

    Sin embargo, como hemos visto, no puede decirse que la tecnologa transgnica sea mala per se. En algunos casos puede ser una buena herramienta para resolver problemas, sobre todo industriales, por ejem-plo sustituyendo procesos contaminantes. La cuestin es, como para otras tecnologas, el uso que hacemos de ella y si estamos dispuestos o nos compensa asumir sus riesgos. En ese sentido podra compararse a la energa nuclear.

    En general en nuestra vida sociopoltica y en particular cuando nos en-frentamos a avances tecnolgicos que tienen tantas repercusiones a to-dos los niveles, debera ser la sociedad la que decidiera qu hacer con ellos y en beneficio de quin deben ir dirigidos. Por eso ste no debera ser un debate entre cientficos, ni tampoco entre intereses econmicos y grupos ecologistas, debe ser un debate de la sociedad en su conjunto. Y

    13 GM Crop Database. Disponible en: http://www.cera-gmc.org

    en Mxico, uno de los mayores productores de maz del mundo, con la toxina Bt. La solucin en la UE por el momento ha sido la de permitir hasta un 0.9% de contaminacin de transgenes en cultivos convenciona-les. Este problema, que en principio puede ser ecolgico, tiene tambin consecuencias directas para las poblaciones que basan su alimentacin y su economa en estos cultivos. Por una parte en trminos de conserva-cin de la biodiversidad, pero qu pasar cundo el maz se contamine con polen de plantas no destinadas al consumo humano? En cuanto a la repercusin en otros organismos del ecosistema, uno de los primeros efectos negativos que se observ del maz Bt fue que la toxina afectaba tambin a la poblacin de mariposas monarca, una especie muy apre-ciada en Amrica del Norte. Con este caso hubo una gran controversia porque numerosos estudios cientficos apoyaban esta conclusin, pero hubo otros que cuestionan a estos primeros. Este fue sin duda un caso excepcional motivado por la novedad, ya que, en general, existen pocos estudios cientficos que evalen el impacto de los transgnicos.

    Riesgos socioeconmicos. La Ingeniera Gentica, al igual que otras tec-nologas altamente especializadas, tiene tambin un fuerte impacto so-cioeconmico. Se necesita una gran inversin econmica y de personal cualificado para su desarrollo, cosa que solo pueden hacer los estados a travs de sus instituciones pblicas o bien las grandes multinacionales de la biotecnologa. Segn esto, las grandes corporaciones son las que in-vierten fuertemente en el desarrollo de transgnicos. Esto y la posibilidad de obtener patentes sobre la vida, como las semillas y los genes, hace que esta tecnologa aumente an ms las diferencias Norte-Sur y que muchas veces se despoje a los pueblos ms empobrecidos de sus propios recursos biolgicos. A menudo se justifican las plantas transgnicas como una herramienta para resolver precisamente estas diferencias, pero, si bien es cierto que con dinero pblico se financian investigaciones para crear cul-tivos que aumentan su contenido nutritivo o que son mejor cultivables en terrenos ridos o salinos, en la prctica ninguna de esas modificaciones ha alcanzado an el mercado. En 2009, de las 144 variedades de plantas transgnicas que estaban aprobadas para su cultivo en todo el mundo, 87 estaban modificadas para tolerar determinados herbicidas y 56 para resistir el ataque de insectos. Otras modificaciones estn tambin apro-badas, pero menos representadas: maduracin de frutos retardada (7), resistencia a virus (7), composicin de cidos grasos (6), composicin en

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    Organismos transgnicos: queremos saber y queremos decidir

    profundizando ms en sus orgenes, tambin debera ser un debate de la sociedad qu queremos investigar y si la ciencia debe estar al servicio exclusivo del lucro. La mayora de los conocimientos que posibilitan los avances biotecnolgicos y las patentes sobre ellos provienen de la investigacin pblica, y al final son aprovechados por las empresas pri-vadas para obtener beneficios que poco repercuten en lo pblico y que adems vetan su uso por parte de lo pblico. En la actualidad, lejos de que los gobiernos pongan alguna salvaguarda a ello, debido a la poltica cientfica de investigacin y desarrollo en la que priman los proyectos aplicados en los que una empresa participe, cada vez es mayor el sesgo de la investigacin pblica hacia lo que interesa a las empresas. Asimis-mo se valora de manera importante en el curriculum de un investigador que haya participado en el desarrollo de una patente.

    Para finalizar, o quizs para empezar, creo que podemos plantear-nos las siguientes cuestiones: Son necesarios los transgnicos? Para qu? Queremos correr los riesgos que su uso conlleva? Hasta dnde? Cmo? Eso es algo que tendramos que decidir entre todos y con todas las cartas sobre la mesa.

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    Jess M. Castillo

    DECRECIMIENTO: BUSCANDO ALTERNATIVAS EN LA CRISIS ECOLGICA GLOBAL

    Nos encontramos inmersos en una crisis ecolgica global, es decir, una situacin difcil en la gestin de las relaciones del ser humano con su entorno a escala planetaria; algo que va mucho ms all de problemas socioambientales ms o menos locales, como la deforestacin de una zona concreta o la contaminacin de un ro determinado. Crisis ecolgica resultante de un rgimen perpetuo de impactos socioambientales que se refleja en multitud de problemticas como la sobreexplotacin de ban-cos pesqueros, la contaminacin de aguas, atmsfera y suelos, la exten-sin de las enfermedades olvidadas, la deforestacin, la lluvia cida, la erosin de suelos y la desertizacin, las migraciones ambientales1, la extincin masiva de especies animales y vegetales, la introduccin y ex-pansin de especies invasoras, la fragmentacin del territorio, la prdida de conocimientos ancestrales, los impactos socioambientales derivados de las guerras, el debilitamiento de la capa de ozono estratosfrico, el cambio climtico provocado por la potenciacin del efecto invernadero y sus mltiples consecuencias, etc.

    A nivel global, la gravedad de la crisis ecolgica no hace ms que au-mentar aunque se observen mejoras en la calidad ambiental temporales o en zonas muy determinadas. Los ms optimistas2 afirman, tras analizar

    1 Castillo J.M. Migraciones Ambientales. Huyendo de la crisis ecolgica en el siglo XXI. Barcelona: Editorial Virus, 2011.

    2 Lomborg B. El ecologista escptico. Barcelona: Espasa Hoy, 2001.

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    Decrecimiento: buscando alternativas en la crisis ecolgica global

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    Jess M. Castillo

    empobrecidos deberan evolucionar como lo han hecho los enriquecidos hasta seguir desarrollndose disminuyendo el nivel de degradacin del entorno. Sin embargo, esta hiptesis no tiene en cuenta que los pases enriquecidos han sido capaces de cambiar el rumbo gracias a la exportacin de huella ecolgica a los empobrecidos y que, como stos no podran hacerlo, seguiran aumentando su degradacin ambiental con el desarrollo sin alcanzar un punto de inflexin (ruta 2 en lnea discontinua).

    Los ecosistemas silvestres han funcionado durante siglos de forma sos-tenida basados en una alta biodiversidad4, en el reciclado de nutrientes in situ gracias a un flujo de energa renovable, en flujos verticales de materiales (de abajo arriba y viceversa5) que superan con creces a los horizontales (paralelos a la superficie planetaria6), y en bucles de retroa-limentacin negativa que automantienen al sistema en equilibrio din-mico.7 Por lo tanto, si queremos que los sistemas humanos (antrpicos), como el sistema productivo, se comporten de forma sostenible8 deberan imitar a los sistemas naturales o ecosistemas que llevan hacindolo desde hace siglos. Sin embargo, el funcionamiento del sistema antrpico de produccin9 y consumo capitalista cada vez se aleja ms de la soste-nibilidad, es decir, no puede automantenerse en el tiempo, es inviable a largo si no a medio plazo. La maduracin del sistema capitalista de organizacin de la produccin le ha llevado a una fase neoliberal10 y globalizadora11 en la que la biodiversidad es destruida, la circulacin de

    4 La biodiversidad es el nmero de especies animales y vegetales que habitan una zona.5 Unos de los flujos verticales ms importantes son la incorporacin, desde el suelo,

    de los nutrientes inorgnicos a los vegetales y su vuelta al suelo como materia orgnica cuando los vegetales mueren.

    6 Un ejemplo de flujo horizontal sera el transporte de materiales por los ros o por el viento.7 A esta autorregulacin se le conoce como homeostasis.8 El funcionar de forma sostenible implica satisfacer las necesidades de las generacio-

    nes presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.

    9 La produccin podemos verla como la transformacin consciente de la Naturaleza con propsitos humanos.

    10 El neoliberalismo en una teora poltica que tiende a reducir al mnimo la interven-cin del Estado en la economa, aunque a veces interviene para impulsar muy decidida-mente los intereses privados capitalistas.

    11 La globalizacin podra contemplarse como la tendencia de las empresas y sus mercados a extenderse, alcanzando una dimensin mundial. Los inicios intelectuales de la globalizacin estaran en Adam Smith (The wealth of nations, 1.776) que expuso que

    la relacin entre el crecimiento econmico y la degradacin ambiental en los pases desarrollados o enriquecidos, que en una primera fase la degradacin ambiental aumenta con el crecimiento econmico, pero que llega un momento, cuando se supera un determinado punto de inflexin, tras el que sigue aumentando el crecimiento econmico y disminuye la degradacin ambiental gracias al desarrollo cientfico y tecnolgico, y a la restauracin de ecosistemas degradados. As que si esto ha sucedido en los pases enriquecidos, afirman, ocurrir tambin en los pases sub-desarrollados o empobrecidos y en las potencias emergentes conforme se desarrollen; zonas en las que ahora crece con fuerza la degradacin ambiental. Sin embargo, esta extrapolacin de lo sucedido hasta el mo-mento en los pases empobrecidos al futuro de los empobrecidos no tiene en cuenta que los primeros han podido conservar, e incluso mejorar, la calidad de su entorno al exportar huella ecolgica3 a los segundos. Por lo tanto, ciertos pases empobrecidos nunca podrn superar el punto de in-flexin tras el cual el crecimiento econmico se desacopla de la degrada-cin ambiental, pues seguirn recibiendo impactos socioambientales desde otras zonas y ellos no podrn exportar los suyos propios (ver figura 1).

    Figura 1., Cambios en el nivel de degradacin ambiental en funcin del nivel de desarrollo. Fuente: elaboracin propia.

    Algunos piensan que al aumentar el nivel de desarrollo aumenta la degrada-cin ambiental hasta llegar a un punto de inflexin (marcado por la flecha) tras el cual la degradacin ambiental disminuye con el desarrollo, gracias a una mayor eficiencia, a la restauracin de ecosistemas, etc. Por lo tanto, los pases

    3 La huella ecolgica representa el rea productiva necesaria para generar los recursos necesarios y adems para asimilar los residuos producidos por una poblacin determina-da de acuerdo a su modo de produccin y consumo.

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    materias primas y a donde se exportan muchos residuos. De esta manera, la huella ecolgica de los pases enriquecidos es transferida a los empo-brecidos. Por ejemplo, crecen los bosques en Europa y Estados Unidos, los mayores consumidores de madera del mundo con fines industriales y la deforestacin con fines industriales, entre otros, se extiende sin control en latitudes intertropicales. Otros ejemplos de exportacin de huella eco-lgica es la apertura de minas en los pases empobrecidos para exportar los minerales a los pases enriquecidos, o la exportacin desde estos lti-mos de todo tipo de residuos hacia los pases empobrecidos.

    Desde el punto de vista de la Hiptesis Gaia16 que asimila la estabilidad del planeta Tierra a la de un ser vivo, pues ambos se autorregulan de forma parecida, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que nuestro Planeta est enfermo. Y al constituir el ser humano una parte indivisible de la Naturaleza, la enfermedad del Planeta afecta, sin remedio, al mismo ser humano. Es decir, al cambiar la Naturaleza (mediante nuestro traba-jo) nos cambiamos a nosotras y nosotros mismos. En el contexto de la crisis ecolgica global, los ecosistemas son degradados y esto conlleva que se degrade nuestra calidad de vida y la de las generaciones futuras, al privarnos y privarlos de un capital natural de valor incalculable.

    Sin duda, es inevitable que el ser humano impacte en su entorno, pues somos estructuras disipativas17, es decir nos mantenemos ordenados a la vez que, cumpliendo con el Segundo Principio de la Termodinmica18, exportamos desorden a nuestro alrededor y este desorden exportado es mayor que el orden que generamos para mantenernos vivos y mantener en funcionamiento nuestro sistema de organizacin social. Una vez que somos conscientes de que exportamos desorden continuamente, de que no podemos evitar generar impactos socioambientales, no debemos caer en una actitud derrotista o de culpabilidad respecto a la conservacin ambiental. Los ecosistemas cuentan con una capacidad de autoregene-racin, de manera que son capaces de recuperarse de los impactos am-

    16 Lovelock, J. La venganza de la Tierra. La teora de Gaia y el futuro de la humani-dad. Barcelona: Editorial Planeta, 2007.

    17 Estructura disipativa es un concepto de la termodinmica que se refiere a estruc-turas autoorganizadas en sistemas alejados del equilibrio estable.

    18 El Segundo Principio de la Termodinmica anuncia que la cantidad de entropa (desorden) del universo tiende a incrementarse en el tiempo.

    nutrientes es cada vez ms abierta y se emplea ms energa no renovable, los flujos horizontales de materiales crecen sobre los verticales, y los bu-cles de retroalimentacin negativa12 naturales, que mantienen al sistema en equilibrio, se rompen y son sustituidos por bucles de retroalimenta-cin positiva13 que conllevan fuertes desequilibrios ambientales impo-sibles de predecir. En vez de imitar a la Naturaleza en su sostenibilidad (comportamiento conocido como biommesis segn Jorge Richman), el sistema productivo se separa de ella vertiginosamente en una senda insostenible, atravesando muchos cruces sin retorno. Ya en el siglo XIX, el filsofo y activista anticapitalista Karl Marx (1818-1883) mostraba su preocupacin sobre la rotura de los ciclos de nutrientes en las explo-taciones agrcolas al exportar gran parte de la cosecha a las ciudades (alargndose los flujos horizontales) perdiendo nutrientes que no volvan a reciclarse en las zonas cultivadas cuyos suelos iban empobrecindose (al disminuir los flujos verticales).14

    La crisis ecolgica global se enmarca en la fase neoliberal y globalizada del capitalismo y se caracteriza, entre otros atributos, por la globaliza-cin de los impactos socioambientales que la componen. Al aumentar sobremanera los flujos horizontales de materiales (tanto materias primas como productos elaborados y residuos), aplicarse de forma desigual e in-teresada el desarrollo tecnolgico y deslocalizarse parte de la produccin se facilita la exportacin de los impactos desde los pases enriquecidos a territorios fantasmas15 en los pases empobrecidos. Es en estos terri-torios fantasmas empobrecidos de donde principalmente se extraen las

    el lmite de la prosperidad estaba en el tamao del mercado.12 Los bucles de retroalimentacin negativa automantienen a los ecosistemas en equi-

    librio dinmico, en homeostasis, ya que el efecto final del bucle es disminuir el efecto inicial. Por ejemplo, un termostato funciona con un bucle de retroalimentacin negativa, de manera que cuando sube la temperatura reacciona activndose para bajarla, regulando as la temperatura alrededor de un valor determinado.

    13 Los bucles de retroalimentacin positiva hacen evolucionar, cambiar rpidamente, a los ecosistemas, pues el efecto final del bucle potencia el inicial, como una bola de nieve que cada vez se hiciera ms grande al rodar por una ladera.

    14 Foster, J.B. La ecologa de Marx. Materialismo y Naturaleza. Barcelona: El Viejo Topo, 2004.

    15 Los territorios fantasmas son denominados as porque gran parte de la poblacin de los pases enriquecidos no se sabe dnde estn, aunque se exporten a ellos muchos impactos socioambientales.

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    inundaciones, instalando sistemas de riesgo frente a sequas, levantado diques frente al ascenso de los ocanos, etc. La adaptacin a la crisis ecolgica es un campo de negocio cada ao ms frtil. Adems, como los ecosistemas de calidad ecolgica cada vez son ms escasos su disfrute se comercializa, lo que conlleva una elitizacin del ocio en naturaleza bien conservada; tambin un yacimiento de negocio que no para de aumentar. En este contexto se enmarca el capitalismo de desastres descrito por la investigadora antiglobalizacin Naomi Klein.

    Por si lo descrito anteriormente no fuera poco, la crisis ecolgica no vie-ne sola, sino acompaada