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 En la soledad de los campos de algodón Bernard M. Koltès Traducción y adaptación Alfredo Alcón 1

En La Soledad de Los Campos de Algodón Version 2

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En la soledad de los campos de algodn

En la soledad de los campos de algodn

Bernard M. Kolts

Traduccin y adaptacinAlfredo Alcn

Un deal es una transaccin comercial concerniente a valores prohibidos o estrictamente controlados, que se realiza a cualquier hora del da y de la noche, en espacios neutros, indefinidos y no previstos para ese uso, entre proveedores y clientes, por acuerdo tcito, signos convencionales o conversaciones con doble sentido, con el propsito de evitar los riesgos de traicin y estafa que implica una operacin de esa naturaleza.

El Dealer

Si saliste a caminar a estas horas y por estos lugares es porque deses algo que no tens, y yo te lo puedo ofrecer; porque, si estoy en este lugar desde hace ms tiempo y por ms tiempo que vos, y si incluso a esta hora que es la hora de las relaciones salvajes entre los hombres y los animales- no me voy de ac, es porque tengo lo necesario para satisfacer el deseo de los que pasan delante de mo, y es como un peso que tengo que sacarme de encima para ponerlo en alguien que pase delante de mo, hombre o animal.Por eso yo me acerco, a pesar de sta hora, que es cuando, generalmente, el hombre y el animal se tiran salvajemente uno sobre el otro; yo me acerco con las manos abiertas y las palmas vueltas hacia vos, con la humildad del que propone frente al que compra, con la humildad del que posee frente al que desea; y veo tu deseo como se ve una luz que se enciende, en la ventana alta de un edificio, al anochecer; me acerco a vos, como el anochecer se acerca a esa luz, suavemente, respetuosamente, casi afectuosamente, dejando muy abajo en la calle al animal y al hombre tirar de sus correas y mostrarse salvajemente los dientes.No es que haya adivinado lo que ests deseando, ni que este apurado por saberlo; porque el deseo de un comprador es lo mas melanclico que existe, algo que se contempla como un secreto que solo pide ser penetrado y que nos tomamos un tiempo antes de penetrarlo, como un regalo. que recibimos embalado y que nos tomamos un tiempo en abrirlo.Pero es que yo mismo he deseado, desde el momento en que estoy en este sitio, todo lo que todo hombre o animal puede sesear a esta hora de oscuridad que lo hace salir afuera de su casa, a pesar de los gruidos salvajes de los animales insatisfechos y de los hombres insatisfechos; por eso s mejor que el comprador inquieto que guarda por un instante su misterio, como una virgencita educada para ser puta- que lo que me vas a pedir, yo lo tengo, y que slo tens que pedrmelo, sin sentirte herido por la aparente injusticia que suele sentir el que pide frente al que propone.Ya que en esta tierra no hay otra injusticia mas verdadera que la injusticia de la tierra misma, que es estril por el fro o estril por el calor, y raramente frtil por la suave mezcla de lo caliente y lo fro, no hay injusticia para quien anda por el mismo pedazo de tierra sometida al mismo fro o al mismo calor o a la misma suave mezcla; y todo hombre o animal que puede mirar a otro hombre animal a los ojos es su igual porque andan sobre la misma lnea fina y plana de latitud, esclavos de los mismos fros y de los mismos calores, igualmente ricos e igualmente pobres; y la nica frontera que existe es la que hay entre el comprador y el vendedor, pero es incierta, porque los dos poseen el deseo y el objeto del deseo, a la vez hueco y abultado, con menos injusticia todava que la que hay en ser macho o hembra entre los hombres o los animales. Por eso es que provisoriamente tomo prestada la humildad y te presto el orgullo, para que se nos distinga a uno del otro a sta hora que es inevitablemente la misma para vos y para m.Decme, entonces, virgen melanclica, en este momento en el que gruen sordamente hombres y animales, decme cul es tu deseo para que te lo pueda dar, y te lo voy a dar suavemente, casi respetuosamente, y tal vez con afecto; despus, luego de haber llenado los huecos y aplanado los montes que hay en nosotros, nos alejaremos el uno del otro, satisfechos en medio de los hombres y de los animales insatisfechos de ser hombres, insatisfechos de ser animales; pro no me pidas que adivine tu deseo; estara obligado a enumerar todo lo que poseo para satisfacer a los que pasan delante de m desde que estoy ac, y el tiempo que necesitara esa enumeracin secara mi corazn y quiz fatigara tu esperanza.

El Cliente

No camino por este lugar y a esta hora; camino solamente, yendo de un sitio a otro, por asuntos privados que se tratan en esos sitios y no en el trayecto; no conozco ningn crepsculo ni ningn tipo de deseo y prefiero ignorar lo que pasa en mi trayecto. Iba de esa ventana iluminada, detrs de m, all arriba, hasta otra ventana iluminada, all, enfrente mo, segn una lnea muy recta que pasa a travs tuyo, porque deliberadamente te pusiste ah.Ahora bien, no existe nada que evite, a quien va de una altura a otra, bajar para volver a subir despus, ni el riesgo entre un movimiento y otro de pisar los desperdicios tirados por las ventanas; cuanto ms alto se vive, ms sano es el espacio, pero mas dura es la cada; y cuando el ascensor lo ha dejado a uno abajo, lo condena a caminar en medio de todo lo que desde arriba uno no quera; en medio de un montn de recuerdos que se pudren como en el restaurante, cuando el mozo te hace la cuenta, enumerando a nuestros odos asqueados todos los platos que uno ya est digiriendo desde hace rato.Por otra parte, habra sido necesario que la oscuridad fuese todava ms espesa y que yo no pudiera percibir tu cara; en ese caso habra podido, quiz, equivocarme acerca del motivo de tu presencia y del desvo que hiciste para ponerte en mi camino, y a m, desviarme del tuyo; pero, Qu oscuridad sera tan espesa como para hacer que parezcas menos oscuro? No existe una noche sin luna que no parezca medioda cuando vos pases debajo de ella, y ese medioda es suficiente para demostrarme que no es el azar de los ascensores lo que te puso aqu, sino una indescifrable ley de gravedad muy tuya, que cargs, visiblemente, sobre tu espalda, y que te ata a sta hora, en ste lugar desde donde calculs, suspirando, la altura de los edificios.En cuanto a lo que deseo, - si es que hubiera algn deseo que me pudiera recordar ahora, en la oscuridad del crepsculo, en medio de gruidos de animales, a los que ni siquiera se les ve la cola; tengo el deseo evidente de ver que dejes de lado la humildad y que no me ofrezcas el orgullo, porque si tengo alguna debilidad por el orgullo, odio la humildad, en m y en los otros y ste intercambio no me gusta-, lo que yo pudiera desear seguramente no lo tendras. Mi deseo, si lo tuviera, quemara tu rostro al decrtelo, te hara retirar las manos con un grito y huir en la oscuridad como un perro que corre tan rpido que no se le ve la cola.Pero no; lo turbio de este lugar y de esta hora me hace olvidar que alguna vez puede haber tenido algn deseo del que acordarme; no, no tengo ningn deseo y tampoco nada que ofrecerte, as que va a ser necesario que te corras, -para que yo no tenga que hacerlo-, que salgas del camino que yo segua, anularte, porque esa luz, all arriba, en lo alto de un edificio, a la que se acerca la oscuridad, contina brillando imperturbable; perfora esa oscuridad, como un fsforo encendido perfora el trapo que pretende apagarlo.

El Dealer

Hacs bien en pensar que no baj de ninguna parte y que tampoco tengo intencin de subir, pero te equivocaras si creyeras que lo lamento. Evito los ascensores como un perro evita el agua. No es que se nieguen a abrirme la puerta ni que me moleste encerrarme, es que los ascensores en movimiento me hacen cosquillas, y, entonces, pierdo mi dignidad; y, aunque me gusta que me hagan cosquillas, tambin quiero que no me las hagan para defender mi dignidad. Los ascensores son como ciertas drogas; demasiado uso hacen que uno flote, ni subir ni bajar, confundir lneas curvas con lneas rectas y congelar el fuego en su raz.Sin embargo, desde que estoy en este lugar s reconocer las llamas que, de lejos, detrs de los vidrios, parecen heladas como crepsculos de invierno; pero basta que nos acerquemos suavemente, tal vez afectuosamente, para recordar que no hay ninguna luz definitivamente fra; mi propsito no es hacer que te apagues, sino abrigarte del viento y que seques la humedad del momento al calor de esta llama. Porque, digas lo que digas, la lnea, tal vez recta, en la que caminabas, se torci cuando me viste y capt el instante preciso en que tu camino se volvi curvo; y no curvo para alejarte de m, sino curvo para venir a m; de otra manera, nunca nos hubiramos encontrado y te habras alejado de m, porque caminabas a la velocidad de quien va de un lugar a otro, y nunca te habra alcanzado porque yo solo me muevo lentamente, tranquilamente, casi con inmovilidad, al paso de quien no va de un lugar a otro sino que, siempre en el mismo lugar, acecha a quien pasa delante de l y espera que modifique ligeramente su recorrido. Y si digo que hiciste una curva y quiz vas a pretender que era un desvo para evitarme, a lo que voy a afirmar, en repuesta, que fue un movimiento para acercarte- sin duda es porque, a fin de cuentas no te desviaste, porque toda lnea recta slo existe en relacin con un plano, porque nos movemos segn dos planos distintos y porque, resumiendo, lo nico que cuenta es que me miraste y que intercept esa mirada, o fue al revs, y que la lnea sobre la cual caminabas, de absoluta que era se hizo relativa, compleja, ni recta ni curva, pero fatal.

El Cliente

Sin embargo, no tengo deseos ilcitos para complacerte. Mis negocios los hago en las horas aceptadas del da, en los comercios aceptados iluminados con luz elctrica. Tal vez sea puta, pero si lo soy, mi prostbulo no es de ste mundo; el mo se encuentra bajo la luz legal, y cierra sus puertas a la noche, iluminado con luz elctrica porque ni la luz del sol es fiable. Qu espers de un hombre que no da un paso sin que sea aceptado y sellado y legal, inundado de luz elctrica en sus menores recovecos? Y si estoy aqu, recorriendo, a la espera, detenido, fuera de ste juego, fuera de sta vida, provisorio, prcticamente ausente, por as decir en otra parte,- acaso se dice que un hombre que cruza el Atlantico en avion esta en determinado momento en Groenlandia?, esta ah verdaderamente o en el corazn tumultuoso del ocano?- y si yo me desvi, a pesar de que no haya ninguna razn para que se tuerza de repente mi lnea recta, del lugar de donde vengo al lugar a donde voy, des porque me impediste el camino, lleno de intenciones ilcitas y de sospechas sobre m y de intenciones ilcitas. Lo que mas me repugna en este mundo, incluso mas que la intencin ilcita, mas que la actividad ilcita misma, es la mirada de quien sospecha que uno est lleno de intenciones ilcitas y que acostumbra tenerlas; no solamente a causa de sa mirada y tu mirada hara subir el barro desde el fondo de un vaso de agua- sino porque por el solo peso de tu mirada, mi inocencia se siente culpable, y la lnea recta, destinada a llevarme de un lugar iluminado a otro lugar iluminado, por tu culpa se tuerce y se vuelve un laberinto oscuro, en este territorio oscuro donde me perd.

El Dealer

Ests tratando de poner una espina debajo de la montura de mi caballo para que se ponga nervioso y se desboque; pero, aunque mi caballo es nervioso y poco dcil, lo tengo con las riendas cortas y no se desboca con tanta facilidad; una espina no es un cuchillo, el caballo conoce el espesor de su cuero y puede aguantar el pinchazo. Sin embargo, Quin conoce de verdad el humor de los caballos? A veces aguantan una aguja, pero a veces una partcula de polvo que queda bajo el arns, puede hacerlos encabritar y girar sobre ellos mismos y tirar al jinete.Quiero que sepas que, si te hablo a esta hora, as, suavemente, tal vez todava con respeto, no me responds de la misma manera, si no forzado, con un lenguaje que hace que te vea miedoso, con un miedo chiquito y agudo, sin sentido, demasiado visible, como el de un chico frente a una posible paliza de su padre; yo tengo el lenguaje del que no se deja reconocer, el leguaje de este territorio y de este espacio de tiempo en el que los hombres tiran de la correa y os cerdos chocan con la cabeza contra el corral; yo contengo mi lengua como se contiene a un semental por las riendas para que no se lance sobre la yegua, porque si soltara las riendas, si aflojara apenas la presin de mis dedos y la fuerza de mis brazos, mis palabras me haran caer de la silla y se lanzaran hacia el horizonte con la violencia de un caballo rabe que huele el desierto y ya no puede frenar.Por eso, sin conocerte, te he tratado correctamente desde la primera palabra, desde el primer paso que di hacia vos, un paso correcto, humilde y respetuoso, sin saber siquiera si algo tuyo mereca respeto, sin conocer nada tuyo que pueda ensearme si la comparacin de nuestros dos estados permita que yo sea humilde y vos orgulloso, te dej el orgullo a causa de la hora en la que nos acercamos uno al otro, porque la hora en la que te acercaste a mi es la hora en la que la correccin ya no es obligatoria y por eso se hace necesaria, en la que slo es obligatoria una relacin salvaje en la oscuridad, y hubiera podido tirarme encima tuyo como un trapo sobre la llama de una vela, hubiera podido agarrarte por el cuello, por sorpresa. Y esa correccin, necesaria pero gratuita que te he ofrecido, te liga a m, solamente porque yo hubiera podido, por orgullo, pisarte como una bota pisa un pedazo de papel, porque saba, los dos sabemos, quin es la bota y quin el pedazo de papel.

El Cliente Aunque lo haya hecho, hubiera deseado no haberte mirado. La mirada se pasea, se detiene, y cree encontrarse en terreno neutro y libre, como una abeja en un campo florecido, como el hocico de una vaca en el espacio cercado de una pradera. Pero, Qu se puede hacer con la mirada? Mirar hacia el cielo me pone nostlgico y fijar la vista en el suelo me entristece; extraar algo y recordar que no lo tenemos son dos cosas igual de molestas. Entonces es necesario mirar bien delante de uno, a la propia altura, sea cual sea el nivel donde se puso provisoriamente el pi; por eso, mi mirada deba chocar tarde o temprano con cualquier cosa quieta o en movimiento a la misma altura que yo; ahora bien, por la distancia y las leyes de perspectiva, todo hombre y todo animal est provisoriamente y aproximadamente a la misma altura que yo. Si, quiz la nica distancia que nos queda para distinguirnos, o la nica injusticia si prefers-, es la ignorancia que tenemos del grado en que ese miedo es compartido, del grado de realidad futura de esa paliza y del grado de su violencia.As que no hacemos otra cosa que reproducir el vnculo comn de os hombres y de los animales entre ellos en las horas y el los lugares ilcitos y tenebrosos que ni la ley ni la electricidad han invadido; es por eso que, por odio a los animales y por odio a los hombres, prefiero la ley y prefiero la luz elctrica y tengo razn para creer que toda luz natural y todo aire no filtrado y toda temperatura no corregida hace inseguro al mundo; porque no hay paz ni derecho en la naturaleza, no hay comercio en el comercio ilcito, hay slo amenaza y la huda y el golpe sin nada que vender, y sin nada que comprar, y son dinero vlido y sin lista de precios; tinieblas de los hombres que se encuentran en la noche; y si me buscaste, es porque, a fin de cuentas, me quers golpear; y si te preguntara por qu me quers golpear, me contestaras lo s- que es por una razn secreta incluso para vos y que, tal vez yo no tenga por qu saber. Entonces no te preguntar nada acaso se le habla a una teja que cae del techo y que te va a partir el crneo? Somos una abeja que se ha posado sobre la flor equivocada, el hocico de una vaca que quiso pastar del otro lado del alambre de pas; uno se calla o escapa, se lamenta, espera, hace lo que puede, con razones insensatas, en lo ilegal, en las tinieblas. Met el pie en una zanja de establo por donde corren misterios como deshechos de animales y es de esos misterios y de esa oscuridad, que son tuyos, de donde sali la regla que dice que cuando dos hombres se conocen, siempre hay que elegir ser el que ataca; y sin duda, a esta hora y en estos lugares habra que acercarse a todo hombre o animal que la mirada percibi, golpearlo y decirle: no se si tu intencin era golpearme, por una razn insensata y misteriosa que, de todos modos, no hubieras credo necesario explicarme, pero, fuera lo que fuera, yo prefer golpear primero, y si mi razn es insensata, al menos no es secreta; porque, por mi presencia, por la tuya y por la unin casual de nuestras miradas estaba en el aire la posibilidad de que me golpearas primero, y prefer ser la teja que cae y no la cabeza, el alambre de pas en vez del hocico de la vaca.Si no, si fuera cierto que sos el vendedor que posee mercaderas tan misteriosas que te negs a revelar y que no cuento con los medios para adivinarlas, y que yo soy el comprador con un deseo tan secreto que yo mismo lo ignoro, y, por lo tanto, para asegurarme de que tengo un deseo me es necesario raspar mis recuerdos, como a una costra, para que la sangre corra; si eso es cierto, Por qu segus escondiendo tus mercaderas, cuando ya me detuve, cuando estoy aqu y espero? Por qu las guards como en una gran bolsa lacrada que cargs sobre los hombros, como si no existieran y solo deberan existir tomando la forma de un deseo; como los que incitan a los clientes en las puertas de los bares de strip tease que lo agarran a uno por el codo cuando a la noche uno vuelve a acostarse, y que te susurran al odo:-Ella est ac esta noche, mientras que, si me mostraras las mercaderas, si le dieras un nombre a lo que ofrecs, cosas lcitas o ilcitas pero con nombre y, entonces, al menos juzgables, si me las nombraras, sabra decir no, y no me sentira como un rbol sacudido por un viento venido de ninguna parte que le arranca las races. Porque se decir no y me gusta hacerlo, soy capaz de enceguecerte con mis no, de hacerte conocer todas las maneras que existen de decir no, de hacerte conocer todas las maneras que existen de decir no, que empiezan por todas las formas que hay de decir si, como esas mujeres coquetas que se prueban todos los vestidos y todos los zapatos para no comprar ninguno, y el placer que sienten probndose todo est hecho solamente del placer de rechazar todo.Decidite, mostrame: sos un bruto que aplasta el pavimento o sos un comerciante? En ese caso, mostrame tu mercadera primero y ya nos tomaremos el tiempo de mirarla.

El Dealer

Precisamente porque quiero ser comerciante y no bruto pero comerciante de veras-, no te digo qu es lo que poseo ni lo que te pongo, porque no quiero sentir el rechazo, que es lo que mas teme cualquier comerciante, porque es un arma que l no tiene. Porque nunca aprend a decir no y no quiero aprender ahora; pero conozco todos los tipos de si: si, espere un poco; espere mucho; esper ac conmigo una eternidad; si, lo tengo; lo voy a tener; lo tena y lo voy a volver a tener; nunca lo tuve pero lo voy a conseguir para vos. Y si me dicen: supongamos que uno tiene un deseo, que uno lo admite y que usted no tenga nada para satisfacerlo. Dir: tengo lo necesario para satisfacerlo; y si me dicen: imaginate de todos modos que no lo tens; incluso imaginndomelo, lo tengo sierre.Y si me dicen: supongamos que ese deseo sea tal que no vas a querer tener ni la idea de lo que es necesario para satisfacerlo. Bueno, incluso no querindolo, a pesar de eso, tengo lo necesario para satisfacerlo. Pero, cuanto mas correcto es un vendedor, mas perverso es el comprador; todo vendedor busca satisfacer un deseo que todava no conoce, mientras que el comprador somete siempre su deseo a la satisfaccin de poder rechazar lo que se le propone; y su deseo oculto aumenta por el rechazo, y olvida su deseo por el placer que siente al humillar al vendedor. Pero yo no soy de la raza de comerciantes que ponen sus carteles al revs para satisfacer el gusto por el enojo y la indignacin de los clientes. No estoy ac para dar placer, sino para llenar el abismo del deseo, despertar el deseo, obligar al deseo a tener un nombre, arrastrarlo por la tierra, darle una forma y un pero, con la crueldad obligatoria que hay en darle una forma y un peso al deseo. Y como veo que el tuyo aparece en la comisura de tus labios como saliva que vuelve a ser tragada, voy a esperar a que corra por tu menton o a que escupas tu deseo antes de ofrecerte un pauelo, porque si te lo ofreciera demasiado pronto, s que lo rechazaras, y es un sufrimiento que no quiero sentir.Porque a lo que todo hombre o animal le tiene miedo, a esta hora en la que el hombre se pone a la misma altura que el animal, y en la que el animal se pone a la misma altura que el hombre, no es el sufrimiento, porque el sufrimiento se mide y la capacidad de dar y de tolerar el sufrimiento se mide; lo que temen, por encima de todo, es lo desconocido del sufrimiento y a ser llevado a soportar un sufrimiento que no conocen.Por eso, la distancia que siempre va a existir entre los brutos y las seoritas no viene de la evaluacin respectiva de sus fuerza, porque, entonces, el mundo se dividira simplemente entre los brutos y las seoritas, cada bruto se lanzara sobre cada seorita y el mundo ser simple; pero lo que mantiene al bruto y lo mantendr todava por eternidades- a distancia de la seorita es el misterio infinito y lo infinitamente desconocido de las armas, como esos frasquitos que llevan en sus carteras las seoritas y cuyo liquido echan a los ojos de los brutos para hacerlos llorar; entonces vemos como, de pronto, perdiendo toda dignidad, los brutos, lloran frente a las seoritas, y como se convierten en nada, en lgrimas de vergenza sobre la tierra de un campo. Por eso brutos y seoritas se temen tanto como se desconfan, porque uno solo se da a los sufrimientos que puede soportar y solo le tiene miedo a los sufrimientos que uno mismo no es capaz de darse.Entonces, te lo ruego, no te niegues a decirme el objeto de tu fiebre, de tu mirada sobre mi; decime la razn; y si se trata de no herir tu dignidad, bueno, decime tu razn como si se la dijeras a un rbol, o frente al muro de un prisin, o en la soledad de un campo de algodn en el que uno pasea desnudo de noche; decmelo sin siquiera mirarme. Ya que la nica crueldad verdadera a esta hora del crepsculo en la que los dos nos encontramos no es que un hombre hiera a otro o lo mutile o lo torture o ni siquiera que lo haga llorar; la verdadera y terrible crueldad es la de hacer que otro hombre o animal quede inacabado, interrumpido, como puntos suspensivos en la mitad de una frase, desvindose de l despus de haberlo mirado, haciendo del hombre o del animal un error de la mirada, un error del pensamiento, como una carta que se empez y que se estruja brutalmente despus de escribir la fecha.

El Cliente

Vos sos un ladrn demasiado extrao que no roba nada o que tarda demasiado en robar, un merodeador excntrico que se mete de noche en la huerta para sacudir los rboles y despus se va sin recoger la fruta. Vos sos el que conoce estos lugares, yo soy el extranjero; soy el que tiene miedo y el que tiene razn de tener miedo; soy el que no te conoce, el que no puede conocerte, el que no imagina tu cara en la oscuridad.A vos te corresponde adivinar, poner nombres y, entonces, tal vez, con un movimiento de cabeza yo habra aprobado, con una seal, lo habras sabido; pero no quiero que mi deseo se derrame por nada, como sangre, sobre una tierra extraa. Vos no arriesgs nada; conocs mi inquietud, mi duda y mi desconfianza; sabs de donde vengo y a dnde voy; conocs estas calles, conocs esta hora, sabs cules son tus planes; yo no conozco nada y arriesgo todo.Frente a vos estoy como frente a esos hombres que se visten de mujer y que despus se disfrazan de hombres, y al final, ya no se sabe donde esta el sexo.Porque tu mano se puso sobre mi hombro como la del ladrn sobre su vctima o como la de la ley sobre el ladrn, y desde entonces sufro, sin saber si soy juzgado o cmplice, sin saber por lo que sufro, sufro por no saber que herida me causas y por donde corre mi sangre. Tal vez no seas extrao sino retorcido; tal vez solo seas un servidor de la ley disfrazado de ladrn para acorralar al ladrn; quiz seas, en fin, mas legal que yo. Y entonces, por nada, por casualidad, sin que yo haya dicho ni querido nada, porque no saba quien eras, porque soy como el extranjero que no conoce el idioma ni las costumbres ni o que est mal o bien aqu, y que acta como encandilado, perdido; es como si te hubiera pedido algo, como si te hubiera pedido lo peor que pudiera imaginar, algo que, por pedrtelo, me har culpable. Un deseo como sangre corri fuera de m hasta tus pies, un deseo que no conozco y que no reconozco, que nicamente vos conocs y juzgs.Si es as, si te empes, con el sospechoso apuro del traidor, en obligarme a actuar con o contra vos para que, de todos modos, yo sea culpable, si es eso, entonces, reconoc al menos que todava no actu ni a favor tuyo ni en contra tuyo, que todava no hay nada que reprocharme, que hasta ahora he sido honesto.Declar a mi favor que no me senta a gusto en la oscuridad donde me detuviste, que slo me detuve porque pusiste tu mano sobre mi; declara que reclame la luz, que no me deslic en la oscuridad como un ladrn por gusto y con intenciones ilcitas, sino que he sido sorprendido y que grit como un chico en la cuna cuando el velador se apaga de golpe.

El Dealer

Si cres que tengo planes violentos con respecto a vos y quiz tengas razn-, no le des demasiado pronto ni gnero ni nombre a esa violencia.Naciste con la idea de que el sexo del hombre se esconde en un lugar preciso y se queda ah, y por precaucin mantenes esa idea; sin embargo, yo se aunque nac de la misma manera que vos- que el sexo del hombre, con el tiempo que pasa esperando y olvidando, permaneciendo sentado en la soledad, se desplaza suavemente de un lugar a otro, nunca escondido en el mismo lugar; visible dono no se lo busca; y que ningn sexo,-pasado el tiempo en que el hombre aprendi a sentarse y a descansar tranquilamente en la soledad-, se parece a ningn otro, no mas de lo que un sexo macho se parece a un sexo hembra; que no hay disfraz en eso, sino una suave duda de las cosas, como las estaciones intermedias que no son ni el verano disfrazado de invierno ni el invierno de verano. Sin embargo, una suposicin no merece que uno se enloquezca por ella, uno tiene que mantener su imaginacin como a su noviecita: verla mariposear esta bien, pero dejarle perder el sentido de las conveniencias es tonto.No soy retorcido, soy curioso; puse mi mano sobre tu brazo por pura curiosidad, para saber si, a una carne que tiene la apariencia de la de una gallina desplumada, corresponde el calor de un gallina viva o el fro de una gallina muerta, y ahora lo se. Vos padecs, sin ofenderte dicho sea de paso-, el fro, como una gallina viva a medio desplumar, como la gallina apestada en el sentido estricto de la palabra- por el mal que la despluma; cuando yo era chico corra detrs de las gallinas por el gallinero para tocarlas y descubrir, por pura curiosidad, si su temperatura era la de la muerte o la de la vida. Hoy, al tocarte, sent el fro de la muerte, pero tambin sent el sufrimiento que causa el fro, como solo alguien vivo puede sentirlo. Por eso te di mi saco para cubrir tus hombros, porque yo no sufro el fro.Y nunca lo sufr, a tal punto que sufr por no conocer ese sufrimiento, sufr tanto que mi nico sueo, cuando era chico esos sueos que no son objetivos,sino carceles adicionales, que son el momento en que el chico percibe los barrotes de su primera prisin, como los que, nacidos esclavos, suean ser hijos de patrones-, mi sueo era conocer la nieve y el hielo, conocer el fro, que es su sufrimiento.Si te prest mi saco nada mas, no es por ignorar que sufrs el fro slo en la parte de arriba de tu cuerpo, sino, sin ofenderte dicho sea de paso-, desde arriba hasta abajo y quiz todava un poco mas all; yo siempre habra pensado que haba que darle al friolento la parte de ropa correspondiente al lugar donde tiene fro, an a riesgo de quedarse desnudo de arriba abajo y quiz todava un poco mas all; pero mi madre, que no era avara pero que tena el sentido de lo conveniente, me deca que, si era bueno dar la camisa o el saco o cualquier cosa que cubriera de la cintura para arriba, siempre hay que dudar mucho en dar los zapatos y que en ningn caso es conveniente dar el pantaln.Ahora bien, as como se sin explicrmelo, pero con una certeza absoluta- que la tierra sobre la cual estamos vos y yo y los otros est en equilibrio sobre los cuernos de un toro y mantenida en esa posicin por la mano de la providencia, igualmente intento, sin saber totalmente por qu pero sin dudarlo-, permanecer en los lmites de lo conveniente, evitando lo inconveniente del mismo modo que un chico debe evitar inclinarse en el borde del techo incluso antes de entender la ley de la cada de los cuerpos. Y tambin, como el chico cree que se le prohbe inclinarse en el borde del techo para impedirle volar, por mucho tiempo cre que se le prohiba al varn dar su pantaln para impedirle que muestre el entusiasmo o el abatimiento de sus sentimientos.Pero ahora, que entiendo muchas mas cosas, que reconozco mucho mas las cosas que no entiendo, que me qued en este lugar y a esta hora tanto tiempo, que vi pasar tantas personas, que las mir y que a veces puse mis manos sobre sus brazos, tantas veces sin entender nada y sin querer entender nada pero sin renunciar por eso a mirarlas y a tratar de poner mi mano sobre sus brazos; porque es mas fcil agarrar a un hombre que pasa, que a una gallina en el gallinero, se perfectamente que no hay nada inconveniente ni en el entusiasmo ni en la languidez que haya que esconder pero que hay que seguir las reglas sin saber por qu.Tal vez hubiera debido desviarme de tu camino, si no hubiera visto en tu mirada, fija sobre m, el brillo de quien va, en el sentido exacto de la palabra a pedir algo. Ademas, sin ofenderte, cubrindote los hombros con mi saco, esperaba volver tu apariencia mas familiar. Demasiada extraeza puede volverme tmido y vindote venir hacia mi hace un rato, me pregunte: Por que un hombre sano se viste como una gallina enferma, que pierde las plumas y sigue pasendose con las plumas pegadas a ella todava?, a merced de su enfermedad...Y probablemente por timidez me habra conformado con rascarme la cabeza y desviarme para evitarte, si no hubiera visto en tu mirada, fija sobre mi, el brillo de quien va a pedir algo, -en el sentido estricto de la palabra- y ese brillo me distrajo de tu vestimenta.

El Cliente

Qu esperas sacar de mi? Todo gesto que tomo por un golpe acaba siendo una caricia; me pone nervioso ser acariciado cuando deberamos golpearnos. Exijo que, al menos, desconfes si quers que me quede. Ya que pretends venderme algo, por qu no te pregunts primero si tengo con qu pagarte? Quizs mis bolsillos estn vacos; lo lgico hubiera sido pedirme primero que pusiera mi plata sobre el mostrador, como se hace con los clientes sospechosos. Vos no me pediste nada; qu placer encontrs arriesgndote a ser engaado? No vine a este lugar para conseguir ternura; la ternura es minorista, ataca dividiendo, despedaza las fuerzas como a un cadver en una sala de medicina. Necesito mi integridad; tu desconfianza al menos me va a conservar entero.Enojate, enfurecete; si no, de dnde voy a sacar mi fuerza? Enojate; as vamos a estar seguros de que los dos hacemos el mismo negocio. Porque, as como yo s de dnde saco mi placer , no comprendo de dnde sacs el tuyo.

El Dealer

Si hubiera sospechado un solo instante que no tenas con qu pagar lo que viniste a buscar, me hubiera desviado cuando te acercaste a mi. Los negocios vulgares exigen de sus clientes pruebas de solvencia, pero los negocios de lujo adivinan, no piden nada y nunca se rebajan verificando el importe del cheque y la conformidad de la firma. Hay cosas para vender y cosas para comprar, de tal manera que no se plantea el problema de saber si el comprador podr pagar el precio ni cuanto tiempo va a tardar en decidirse. No podemos arrepentirnos de un insulto, pero si de una gentileza y es mejor abusar de esta, que usar una sola vez lo otro. Por eso, soy paciente, porque no se insulta a un hombre que se va cuando se sabe que va a volver. No me voy a enfurecer todava, porque tengo tiempo para no hacerlo y tengo tiempo para hacerlo, y quiz cuando todo ese tiempo haya pasado me voy a enfurecer.

El cliente

y si por hiptesis- confesara que slo us el orgullo sin ganas porque me pediste que lo usara cuando te acercaste a mi por algn a razn que todava no adivino, - porque no estoy dotado para adivinar- y que sin embargo me retiene aqu? si por hiptesis te dijera que lo que me retiene ac es la incertidumbre frente a tus propsitos y el provecho que sacs de ellos? Y si fuera por inercia que me hubiera acercado a vos? Llevado no por voluntad propia, sino por esa atraccin que sienten los prncipes que vana divertirse en las posadas del camino, o como el chico que baja a escondidas al stano,-la atraccin por el objeto minsculo y solitario por la masa oscura, impasible que esta en la soledad-, entonces, hubiera venido a vos, midiendo tranquilamente la morbidez del ritmo de mi sangre en las venas, con la curiosidad de saber si esa morbidez iba a ser excitada o agotada completamente; lentamente quizs pero lleno de esperanza, sin ningn deseo con nombre. Listo para satisfacerme con lo que se me propusiera, porque, fuera lo que fuera la propuesta hubiera sido como el surco en un campo abandonado y demasiado tiempo estril; para el que no hay diferencia entre las semillas cuando caen sobre l; listo para satisfacerme con todo; de lejos hubiera credo que te acercabas a mi, de lejos hubiera tenido la impresin de que me mirabas; entonces me habra acercado a vos, te habra mirado, esperando de tu parte demasiadas cosas-, demasiadas cosas, no para que las adivinaras, porque ni yo mismo s, no s adivinar, pero esperando de tu parte el gusto de desear y la idea de un deseo, el objeto, el precio y la satisfaccin.

El Dealer

No hay que tener vergenza de olvidar a la noche lo que se va a recordar a la maana; la noche es el momento del olvido, de la confusin, del deseo, que, de tan caliente, se vuelve vapor. Sin embargo, la maana lo recoge como una gran nube encima de la cama, y sera tonto no prever a la noche la lluvia de la maana.Entonces, si por hiptesis, me dijeras que, por el momento, ests desprovisto de deseos que expresar, por cansancio o por olvido o por exceso de deseo que lleva al olvido, como hiptesis de respuesta, te dira que no te canses mas y que tomes prestado el deseo de otro. Un deseo se roba, pero no se inventa; ahora bien, el saco de un hombre mantiene el mismo calor cuando se lo pone otro, y un deseo se toma prestado mas fcilmente que la ropa.Ya que a toda costa debo vender y que a toda costa vas a tener que comprar, bueno, compr para otro, cualquiera que sea el deseo que ronde y que agarres te va a convenir para alegrar y satisfacer a quien a la maana se despierta a tu lado entre tus sbanas, una noviecita que al despertarse desear algo que todava no tens, que a vos te gustara regalarle, que te hara feliz de poseer porque me lo habras comprado. Es una suerte para el comerciante que existan tantas personas diferentes, tantas veces interesadas en tantas cosas diferentes con tantas formas diferentes,porque la memoria de unos es reemplazada por la memoria de otros. La mercadera que me vas a comprar podr servirle a cualquier otro si por hiptesis- vos no pudieras usarla.

El Cliente

La regla hace que un hombre que se encuentre con otro siempre termine dndole palmaditas en el hombro hablndole de mujeres; la regla hace que el recuerdo de las mujeres sirva de ltimo recurso a los combatientes cansados; la regla hace eso, la tuya; no me voy a someter a esa regla. No quiero que estemos en paz por la ausencia de la mujer ni por el recuerdo de un ausencia, ni por el recuerdo de nada. Los recuerdos me dan asco y los ausentes tambin; mas que la comida digerida prefiero los platos que no fueron todava tocados. No quiero una paz cualquiera: no quiero que estemos en paz.Pero la mirada del perro supone que todo alrededor de l es perro tambin. Vos pretends que el mundo en el que estamos, vos y yo, es mantenido en la punta del cuerno de un toro por la mano de la providencia. Pero yo se que flota, puesto sobre el lomo de tres ballenas; que no hay providencia ni equilibrio, slo el capricho de tres monstruos idiotas. Nuestros mundos no son iguales y nuestra singularidad se confunde con nuestra naturaleza, como la uva con el vino. No, no voy a levantar la pata, frente a vos, en el mismo lugar que vos; no sufro la misma ley de gravedad que vos; no sal de la misma hembra. Porque no es la maana cuando me despierto y no es entre sbanas donde me acuesto.

El Dealer

No te enojes, viejo, no te enojes. Soy slo un hombre vendedor que apenas conoce este pedazo de territorio donde espero para vender, que no sabe ms que lo que su madre le ense; y como ella no saba nada, o casi nada, yo tampoco s nada, o casi nada. Pero jun buen vendedor se esfuerza por decir lo que el comprador quiere escuchar, y, para tratar de adivinarlo, necesita lamerlo un poco para reconocerle el olor. Tu olor no me fue familiar, porque no salimos de la misma madre. Sin embargo, para acercarme a vos, supuse que vos tambin, igual que yo, saliste de una madre, supuse que tu madre te dio hermanos, como la ma me los dio a m, en cantidad incalculable, como si hubiera tenido hipo despus de una comilona. Y me aferr a lo que por lo menos tenemos en comn, porque uno puede viajar mucho tiempo por el desierto con tal de que tenga un sitio de arraigo en algn lugar. Pero si me equivoqu, si no saliste de una madre, si nadie te dio hermanos, si no tens ninguna noviecita que se despierte a la maana entre tus sbanas, entonces viejo, te pido perdn. Dos hombres que se cruzan no tienen otra posibilidad que golpearse, con la violencia del enemigo o con la ternura de la fraternidad. Y si a fin de cuentas, eligen en el desierto de esa hora evocar lo que no est presente, lo pasado o lo soado o lo que falta, es porque no nos enfrentamos directamente al misterio. Frente al misterio hay que abrirse y mostrarse entero para obligar al misterio a mostrarse tambin. Los recuerdos son las armas secretas que el hombre guarda para s cuando es despojado: la ltima franqueza que provoca el retorno de la franqueza; la ltima desnudez. Si no extraigo de lo que soy ni gloria ni confusin, es porque no te conozco y a cada momento sos mas desconocido-, entonces, as como el saco que me quit y te ofrec, as con mis manos que te mostr desarmadas, si soy perro y vos humano, o si soy humano y vos otra cosa diferente, cualquiera sea mi raza y cualquiera sea la tuya, la ma, al menos, se la ofrezco a tu mirada, te la dejo tocar, palparme y acostumbrarte a mi, como un hombre que se deja revisar para no esconder sus armas. Por eso te propongo, prudente, grave, tranquilamente que me mires con amistad, porque as se hacen los mejores negocios. No trato de engaarte y no pido nada que no quiera dar. La nica camaradera en la que vale la pena comprometerse no implica actuar de tal o cual manera, sino no actuar; te propongo la inmovilidad, la infinita paciencia y la injusticia ciega del amigo. Porque no hay justicia entre los que no se conocen y porque no ay amistad entre los que se conocen, as como no hay puente sin vaco debajo. Mi madre sola decirme que era tonto rechazar un paraguas cuando se sabe que va a llover.

El Cliente

Mas que amistoso, te prefiero retorcido. La amistad es mas mezquina que la traicin. Si hubiera necesitado sentimiento, te lo habra dicho, te habra preguntado el precio y te lo hubiera pagado. Pero los sentimientos solo se intercambian por sentimientos; es un comercio falso con moneda falsa, un comercio de pobre que imita al comercio. Acaso se cambia una bolsa de arroz por otra bolsa de arroz? No tens nada que proponer, por eso tirs tus sentimientos sobre el mostrador, as como los malos negocios hacen descuentos sobre las baratijas y despus uno no se puede quejar de lo que compr. Yo no tengo sentimientos que darle a cambio; estoy desprovisto de esa moneda, no pens en llevarla conmigo, podes revisarme. Entonces, guar tu mano en el bolsillo, guard a tu madre en tu familia, guard tus recuerdos para tu soledad. Nunca aceptar esa amistad que, a escondidas, tratas de crear entre nosotros. No acept tu mano sobre mi brazo, no acept tu saco, no acepto el riesgo de ser confundido con vos. Porque si hace un momento te sorprendiste por mi forma de vestir, cosa que no creste conveniente ocultar, sab que mi sorpresa no fue menor cuando te vi acercarte a mi. Pero en tierra extranjera habitualmente el extranjero suele disimular su asombro, porque para el toda extraeza se convierte en costumbre local y tiene que adaptarse a ella como el clima o el plato regional. Pero si te llevara entre los mos, si vos fueras el extranjero forzado a esconder tu asombro y nosotros los autctonos libres exhibirlo, te rodearamos sealndote con el dedo, se te tomara de repente por un fenmeno de circo y me preguntaran:-Donde se compra las entradas?. No ests ac para comerciar. Ests ac para pedir limosna y para robar despus. No ests ac para satisfacer deseos. Porque yo tenia deseos; cayeron en la calle y los pisaron; grandes, chicos, complicados, fciles : te hubiese bastado agacharte para recogerlos a montones; pero los dejaste rodar hasta la alcantarilla, porque ni siquiera tens como satisfacer los chicos ni los fciles. Vos sos pobre y no ests ac por gusto sino por pobreza, por necesidad y por ignorancia. No quiero comprar estampitas ni pagar lastimeros acordes de una guitarra en una esquina. Doy limosna si quiero o pago el precio de las cosas. Pero que mendiguen los mendigos; que se animen a extender su mano y que los ladrones roben.No quiero ni insultarte ni gustarte; no quiero ni bueno ni malo, ni golpear ni ser golpeado, ni seducir ni que trats de seducirme.Quiero ser cero, y mas que a la violencia de los golpes le temo a la violencia de la amistad.Seamos dos ceros bien redondos, impenetrables el uno para el otro, provisoriamente jun tos y que rueden cada uno en su direccin. Ahora que estamos solos, en la infinita soledad de esta hora y de este lugar, que no son ni una hora ni un lugar definibles porque no hay razn para que me encuentre aqu ni razn para que te me cruces ni razn para la amistad, ni una cifra razonable previa que nos d sentido-, seamos simples, solitarios y orgullosos ceros.

El Dealer

Pero ya es demasiado tarde: la cuenta ya empez a gastar y hay que saldarla. Es justo robar a quin no quiere dar y guarda en sus arcas para su placer solitario, pero es vulgar robar cuando todo est en venta y por comprarse. Y si es provisoriamente decente deberle a alguien lo que no es mas que una demora justa y acordada-, es obsceno dar y obsceno aceptar que se nos d gratis. Nos hemos encontrado aqu para el comercio y no para la batalla, no sera justo entonces que haya un ganador y un perdedor. No vas a irte como un ladrn con los bolsillos llenos. Te olvidaste del perro que cuida la calle y que va a morderte el culo. Ya que viniste hasta aca, no buscando nada tangible, ya que quers ser herido por no s qu oscura razn, te va a hacer falta, antes de dar la espalda, pagar, vaciar tus bolsillos, para no debernos nada y no habernos dado nada. Desconfi del vendedor: el vendedor al que se roba es mas celoso que el dueo al que se saquea; desconfi del vendedor: sus palabras tiene la apariencia del respeto y de la dulzura, la apariencia de la humildad, la apariencia del amor; solamente la apariencia.

El Cliente

Pero, Qu es lo que perdiste y yo no gan? Porque, por mas que busco en mi memoria, no veo que haya ganado nada. Acepto pagar el precio de las cosas; pero no pago el viento, la oscuridad, la nada que hay entre nosotros. Si perdiste algo, si tu fortuna despus de haberme encontrado es menos pesada de lo que era antes, entonces, a dnde se fue lo que nos falta a los dos? Mostrme. No, no disfrut nada; no, no pagar nada.

El Dealer

Si quers saber lo que desde el principio fue puesto en tu factura y que debers pagar antes de darme la espalda-, te dir que es la espera, la paciencia y los elogios que el vendedor le hace al cliente y la esperanza de vender, esa esperanza que hace de todo hombre que se acerque a otro con un pedido en la mirada un deudor desde el principio.De toda promesa de venta se deduce la promesa de compra, y el que no mantiene su promesa tiene que pagar una indemnizacin.

El Cliente

Vos y yo no estamos perdidos en medio del campo. Si yo gritara, veras luces prendindose, pasos acercndose, auxilio. Si cuesta odiar estando solo, siendo varios se vuelve un placer. Vos atacs mas a los hombres que a las mujeres, porque le tens miedo al grito de las mujeres y supones que a cualquier hombre le parecera indigno gritar; conts con la dignidad, la vanidad, el silencio de los hombres. Esa dignidad te la regalo. Voy a gritar, voy a pedir auxilio, voy a hacerte escuchar todas las formas que existen de pedir socorro, porque las conozco a todas.

El Dealer

Si no es por la vergenza de escapar, por qu no escaps? Escapar es un medio sutil de combate; vos sos sutil, deberas escapar. Vos sos como esas seoras gordas que, en los bares, se deslizan entre las mesas, volcando las tazas; paseas tu culo detrs de ti como un pecado del que tens remordimientos, y te das vuelta pretendiendo que tu culo no exista. Pero por mas que lo hagas, te lo vana a morder.

El Cliente

No soy de la raza de os que atacan primero. Me tomo mi tiempo. Tal vez, sera mejor buscarnos las pulgas en vez de mordernos. Me tomo mi tiempo. No quiero tener un accidente como un perro distrado. Vamonos juntos; busquemos a otros, porque esta soledad nos cansa.

El Dealer

Ah est el saco que no quiste cuando te lo ofrec; ahora vas a tener que agacharte para recogerlo.

El Cliente

Si escups sobre algo, fue en general o sobre ropa, que es nada mas que ropa; no fue contra vos, y si te moviste para recibir la escupida en la cara, -por gusto, por prevencin o por clculo- te repito que yo slo despreci ese pedazo de trapo, y un pedazo de trapo no pide que se le rindan cuentas.No, no me voy a doblegar delante de ti, eso es imposible, no tengo la flexibilidad de un fenmeno de circo, hay movimientos que el hombre no puede hacer como por ejemplo lamerse el culo. No voy a pagar por una tentacin que no tuve.

El Dealer

No es bueno que un hombre se deje insultar la ropa. Porque si la verdadera injusticia de ste mundo es la del azar del nacimiento de un hombre, del azar del lugar y de la hora, de su cara de sus brazos, del color de su piel, la nica justicia es la ropa. La ropa de un hombre es mejor que el mismo, lo mas sagrado que tiene, l mismo que no sufre, como el punto de equilibrio en el que la justicia contrapesa la injusticia, y no hay que despreciarlo. Por eso hay que juzgar a un hombre por su ropa, no por su cara, ni por sus brazos, ni por su piel. Se podr escupir sobre el nacimiento de un hombre, pero es peligroso escupir sobre su rebelda.

El Cliente

Bueno, te propongo la igualdad. Tu ropa en la tierra, la pago con mi ropa en la tierra. Seamos iguales, iguales en el orgullo, iguales en la impotencia, igualmente desarmados, padeciendo igualmente el fro y el calor. Tu semidesnudez, tu mitad de humillacin la pago con la mitad de las mas; no queda la otra mitad, es suficiente para poder mirarnos todava y para olvidarnos de lo que los dos perdimos por ignorancia, por miedo, por esperanza, por distraccin, por azar. A m me, quedar, adems, la inquietud que sigue teniendo el deudor aunque haya pagado. El Dealer

Por qu, lo que peds, en abstracto, intangible, a esta hora de la noche, por qu, lo que hubieras pedido a otro; por qu me lo pediste a m.

El Cliente

Desconfi del cliente; parece buscar una cosa pero quiere otra, que el vendedor no sospecha y que al final tendr.

El Dealer

Si hus te seguir; si te cas bajo mis golpes, me quedar a tu lado esperando que despiertes; y si decidieras no despertarte, me quedar a tu lado, en tus sueos, en tu inconciencia, mas all. Pero yo no quiero luchar con vos, no quiero que nos agarremos a los golpes.

El Cliente

No tengo miedo de luchar, le tengo miedo a las reglas de la lucha, porque no las conozco.

El Dealer

No hay reglas; no hay mas que medios; no hay mas que armas.

El Cliente

Trat de alcanzarme, no podrs; trat de herirme; cuando corra la sangre, bueno, va a ser de los dos lados, y la sangre nos unir como a dos indios al lado del fuego, que mezclan su sangre en medio de los animales salvajes. No hay amor, no hay amor. No, no podrs alcanzar nada que no haya sido alcanzado, porque un hombre primero se muere, despus busca su muerte y la encuentra al fin, por azar, mientras camina de una luz a otra, y entonces dice: Ah, era solo esto.

El Dealer

Por favor, en el silencio de la noche, no dijiste nada que desearas de m y que yo no haya escuchado?

El Cliente

No dije nada, no dije nada. Y vos, en esta noche tan profunda que necesita tanto tiempo para acostumbrarse a la oscuridad, no quisiste proponerme nada que yo no haya adivinado?

El Dealer

Nada.

El Cliente

Entonces. Con qu armas?

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