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Libro II
Infandum, regina, iubes renouare dolorem
“Me haces reavivar, oh reina, un dolor indescriptible”.
Eneas comienza a relatar el fin de Troya. Sus compatriotas habían
visto desde las murallas un misterioso caballo de madera y, junto a
éste, un griego encadenado, Sinón, abandonado a la peor suerte.
Los griegos, según Sinón, han huido desesperanzados tras una grave ofensa
a Minerva. Han dejado el caballo de madera como ofrenda, por indicación
de su intérprete Calcante, para aplacar a la diosa.
Lo han construido tan grande para que no pueda atravesar las
puertas de Ilión. Si los troyanos consiguieran introducirlo, la
ruina caería sobre los griegos.
“Se dio crédito a semejantes
trampas y al arte del pérfido
Sinón y sucumbieron
víctimas de los engaños y los
llantos aquellos a quienes ni
Diomedes, ni Aquiles de
Larisa, ni diez años, ni mil
naves consiguieron domar”.
Talibus insidiis periurique arte Sinonis
credita res, captique dolis lacrimisque coactis
quos neque Tydides nec Larisaeus Achilles,
non anni domuere decem, non mille carinae.
Laocoonte, sacerdote de Neptuno, interviene en un desesperado
intento por disuadir a los troyanos: “No os fiéis del caballo, teucros.
Sea lo que sea, temo a los dánaos y hasta los dones que ofrecen”.
(...) equo ne credite, Teucri.
quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentis.'
Y justo cuando está a punto de conseguirlo, surge de las aguas una
enorme serpiente enviada por el mismísimo Neptuno.
Este nuevo
prodigio acaba de
convencer a los
troyanos
Por la noche comienza la destrucción: Sinón libera a los griegos
encerrados en el caballo y abre las puertas de Troya.
Los troyanos , dominados por sueño, son presa fácil. Eneas
también está descansando.
Y mientras duerme, se le aparece Héctor:
“Ay, huye, hijo de diosa, ponte a salvo de estas llamas…
Troya te confía sus objetos de culto y sus dioses. Hazlos
compañeros de tu destino. Búscales el recinto, el gran recinto
que al cabo fundarás tras andar errante por el mar”.
Heu, fuge, nate dea
Eneas, sin embargo, se apresura al combate y arenga a sus
hombres: “La única salvación para los vencidos es no
esperar salvación alguna. Vamos a morir, vamos a luchar”.
Una salus uictis nulla sperare salutem:
moriamur et in media arma ruamus.
Príamo, el anciano y emblemático rey de Troya muere asesinado
por Pirro , a la vista de su esposa Hécuba, cuando defendía con
sus últimas fuerzas a uno de sus hijos.
Cuando Eneas está a punto de matar a Helena,
Venus le convence de que parta, porque incluso
Júpiter desea la destrucción de Troya.
ipse pater Danais animos uirisque secundas
sufficit, ipse deos in Dardana suscitat arma.
eripe, nate, fugam finemque impone labori
“El padre mismo a los
griegos infunde coraje y
fuerzas, él mismo empuja a
los dioses contra las armas
troyanas. Date, hijo, a la
fuga y pon fin al tormento”.
El héroe obedece y parte en
busca de su familia
Anquises, que en principio desea morir en Troya, interpreta el prodigio enviado
por Júpiter: la cabeza de Ascanio arde pero no se quema. Señal de que es el fin
de Troya, pero no del linaje troyano.
Eneas coge a su anciano padre y huye con él y su hijo Ascanio. Su esposa
Creúsa los sigue, pero se pierde en la confusión y muere. Cuando el héroe
se vuelve a buscarla desesperado, se le aparece su fantasma, le consuela y
le hace revelaciones.
“Te espera un largo exilio y arar la vasta llanura del mar, llegarás a la
tierra de Hesperia donde el lidio Tíber fluye con suave corriente entre los
fértiles campos de los hombres. Allí te irán bien las cosas y tendrás un
reino y una esposa real; guarda las lágrimas por tu amada Creúsa”.
quid tantum insano iuuat indulgere dolori,
o dulcis coniunx?
¿De qué te sirve entregarte a un dolor
tan insano, dulce esposo?
Los supervivientes troyanos huyen con Eneas hacia el monte Ida de
Frigia.
Allí pasan el invierno construyendo naves para partir con su nuevo
guía en busca de nuevas tierras adonde llevar sus dioses.