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1 INDICE 1. Introducción...............................................2 2. Objetivos..................................................3 2.3 Objetivo General........................................3 2.4 Objetivo Especifico.....................................3 3. Marco Teórico..............................................4 3.1 Antecedentes Históricos.................................4 Boquerón, preludio heroico y terrible......................5 Ofensivas Bolivianas.......................................6 Contraofensivas Paraguayas.................................7 "Corralito" Boliviano......................................8 3.2 Las enfermeras de la Cruz Roja Boliviana................9 Los hospitales en el frente de batalla y en la retaguardia 19 Las enfermeras: valentía y muerte en servicio.............21 Enfermeras y sanitarios presos............................24 Las misiones del Comité Internacional de la Cruz Roja.....25 Intercambio de prisioneros................................30 3.3 Las enfermeras de la Congregación de las Hermanas Pontificias................................................ 30 3.4 Enfermeras destacadas en la Guerra del Chaco...........31 3.5 Las enfermeras paraguayas durante la Guerra del Chaco. .42 4. Conclusiones..............................................44

Enfermeras en La Guerra Del Chaco

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INDICE1.Introduccin22.Objetivos32.3Objetivo General32.4Objetivo Especifico33.Marco Terico43.1Antecedentes Histricos4Boquern, preludio heroico y terrible5Ofensivas Bolivianas6Contraofensivas Paraguayas7"Corralito" Boliviano83.2Las enfermeras de la Cruz Roja Boliviana9Los hospitales en el frente de batalla y en la retaguardia19Las enfermeras: valenta y muerte en servicio21Enfermeras y sanitarios presos24Las misiones del Comit Internacional de la Cruz Roja25Intercambio de prisioneros303.3Las enfermeras de la Congregacin de las Hermanas Pontificias303.4Enfermeras destacadas en la Guerra del Chaco313.5Las enfermeras paraguayas durante la Guerra del Chaco424.Conclusiones445.Bibliografa45ANEXOS46

GUERRA DEL CHACO: Enfermeras; cual era su misin.Ellas salvaron mi vida y la de muchos soldados. Estuvieron con nosotros auxilindonos despus de cada batalla. Fueron muy valientes, se comportaron como hroes Max Selaez Ortiz, ex combatienteIntroduccin La Guerra del Chaco fue uno de los acontecimientos blicos mas importantes en Bolivia, conflicto que fue ampliamente investigado desde distintas perspectivas, sin embargo, en el presente trabajo, se desarrollara una faceta que pocas veces a sido destacada; la misin de las enfermeras durante la Guerra del Chaco. Durante la Guerra del Chaco, el papel de la mujer jug roles muy variados. La mujer boliviana era protagonista tanto en el frente de batalla como enfermeras y auxiliares, y las ciudades.En las ciudades la lucha es diferente. En primera fila est la mujer. Confecciona uniformes, reemplaza a los hombres en las fbricas y en los campos de cultivo. La ausencia masculina se hace sentir sobre todo en el aparato productivo nacional. Las mujeres en las ciudades recolectan vituallas y dinero. Algunas incluso intentan enrolarse para luchar junto a sus amados y hay quienes se suman a las fuerzas de inteligencia.En las urbes la poblacin se agolpa alrededor de puestos militares para conocer la lista de muertos. Rostros de esperanza se mezclan con miradas apagadas por la verdad. Unos derraman sangre. Otras lgrimas. Todos sufren.En la lnea de fuego, a las enfermeras, les ha tocado vivir los momentos ms crudos de este conflicto. Ellas tenan la triste misin de salvar vidas destrozadas por la metralla. Los hospitales de campaa eran vetustas instalaciones en las que los cadveres iban sumando con incontrolable rapidez. Las enfermeras tenan el mandato de atender solamente a los heridos sobre los que se tena la certeza absoluta de su sobrevivencia, no as a los soldados que tenan rganos vitales comprometidos o heridas que por su gravedad ya no auguraban en el combatiente ms vida que la que le permita su triste y dolorosa agona. Entre alaridos espantosos, ellas tenan que tambin proveer un ltimo consuelo a los moribundos. Cuando la muerte se acercaba, el soldado rogaba que se comuniquen con sus familiares y para avisar de su muerte como valiente y no como cobarde, dile a mi mamita que la amo, dgale....Al hospital de Villamontes llegaban los heridos cuya vida ya no estaba comprometida; los mdicos y las enfermeras vestan batas blancas que no se parecan en nada a las ropas impregnadas de sangre y purulencia que caracterizaba a los y las sanitarios en el campo de batalla. El grueso de la tropa de enfermeras corresponda a las religiosas alistadas desde diferentes ciudades de Bolivia y a jvenes voluntarias que se enrolaron en la ms horrible aventura de sus vidas.A lo largo del presente trabajo describiremos la importante misin que desarrollaron las enfermeras en la Guerra del Chaco.ObjetivosObjetivo General Realizar la investigacin histrica y descripcin de la misin de las enfermeras durante el conflicto blico denominado Guerra del ChacoObjetivo Especifico Efectuar una breve descripcin de los antecedentes histricos de la Guerrea del Chaco Describir la actuacin de las enfermeras de la Cruz Roja Boliviana Sealar la participacin de las religiosas como enfermeras voluntarias en la Guerra del Chaco Mostrar algunas enfermeras destacadas durante la Guerra del ChacoMarco Terico0. Antecedentes Histricos[footnoteRef:2] [2: http://www.editorialbitacora.com/armagedon/chaco/chaco.htm]

A mediados de 1932, comenzaba uno de los mayores conflictos de nuestro continente, protagonizado por sus dos pases ms pobres, por supuestas riquezas petroleras. Durante tres aos, bolivianos y paraguayos mezclaron valor y ferocidad en una lucha que tena mucho de arcaico y otro tanto de tecnologa blica del siglo XX, para lograr slo estriles resultados.Uno de los ms famosos cuentos bolivianos inspirados en esta guerra es "El Pozo", de Augusto Cspedes, que relata la obsesiva excavacin de un grupo de soldados sedientos en busca de agua. Como para corroborarlo, un veterano de esa nacionalidad recordaba un episodio parecido, donde sus compaeros esperaban el anuncio de "agua!", quiz "con mayor intensidad con la que resonara despus la palabra paz!". El lquido elemento es un factor que por s solo resume el carcter de esta contienda, librada hace siete dcadas en el corazn de Amrica.Paradoja tpica de nuestro continente, esta sangrienta conflagracin, que enfrent y desangr durante tres aos a Bolivia y el Paraguay, es una de las ms grandes guerras que se haya librado en este suelo, aunque muy pocos que no pertenezcan a las naciones involucradas sepan algo de ella. Acaso porque muchos quisieran olvidar la feroz disputa por una tierra inhspita y hostil, que tena, supuestamente, un codiciado tesoro: el petrleo.Con este inters en juego, el conflicto del Chaco adquiere una connotacin an ms detestable, ya que grandes interesados eran dos poderosas compaas petroleras, ansiosas por explotar los yacimientos que all existiran, y apoyaron cada una a uno de los dos pases que iban a la batalla, pases que, por aadidura, eran los ms pobres de Sudamrica. En cierto sentido al menos, bolivianos y paraguayos libraron una lucha que no era la suya, se mataron sin el odio de las autnticas rivalidades nacionales, lo que no quita que hayan derrochado enormes dosis de herosmo y sacrificio.El origen remoto del problema estaba en la muy imprecisa delimitacin de las fronteras entre ambos pases, lo que se remontaba a la poca en que stos nacieron a la vida independiente. Para distinguirlo del Chaco Austral, territorio argentino, el Chaco Boreal est situado al norte del ro Pilcomayo, poblado por unos pocos aborgenes hostiles a las escasas expediciones que se aventuraron por l durante el siglo XIX.En lo diplomtico, sucesivos intentos de arreglo haban fracasado, y en los hechos, pequeos destacamentos de ambos pases haban ocupado el territorio por partes aproximadamente iguales, y haban levantado fortines; esto ltimo es ms bien un decir, ya que se trataba de poco ms que toscas chozas ("pahuichis") rodeadas de atrincheramientos. En 1928 se produjo un incidente que hizo temer una guerra que no se evit, slo se posterg. En 1931 asuma en Bolivia el presidente Daniel Salamanca, con la poltica de "pisar fuerte en el Chaco", traducida en el aumento de guarniciones en la zona.Boquern, preludio heroico y terribleAl Chaco se le llam el "infierno verde" porque, pese a que su terreno era salpicado de pantanos y de espesa vegetacin de matorrales y rboles como espinos, lo ms difcil de obtener era el agua, ya que no lo cruzaban ros, y haba que cavar pozos para encontrar fuentes subterrneas. Un calor insoportable y un ambiente malsano, caldo de cultivo de enfermedades, ayuda a entender las atroces condiciones en que se debi pelear, en especial los bolivianos que, sacados de sus ciudades y pueblos andinos, deban desenvolverse en un medio totalmente extrao.Esto explica tambin que la chispa que encendi la hoguera no fue el petrleo, sino el agua. En 1931 se descubri una laguna en medio del territorio chaqueo, bautizada Pitiantuta o Chuquisaca, y ocupada sin mucho esfuerzo por un destacamento boliviano. Sin embargo, los paraguayos contraatacaron el 16 de julio de 1932, batiendo a su vez en retirada a los bolivianos. A esas alturas, diversos pases neutrales intentaron preservar la paz, pero los enemigos ya se aprestaban para la primera gran batalla: Boquern.All, un destacamento mixto boliviano de poco ms de 600 hombres, al mando del comandante Manuel Marzana, se haba hecho fuerte para resistir el ataque de los 5.000 hombres del I Cuerpo de Ejrcito paraguayo. En la madrugada del 9 de septiembre comenz el primero de una larga seguidilla de asaltos infructuosos, tras lo cual sigui un sitio, subrayado por el bombardeo de la artillera guaran, muy superior.Pese a los ataques de la aviacin y los nuevos refuerzos terrestres que reciban los paraguayos, la porfiada resistencia boliviana se prolong durante casi todo septiembre. Pero el alto mando de La Paz no poda enviar ms refuerzos, y los vveres y el agua se agotaban. Por fin, agotados y abrumados por la superioridad numrica, los bolivianos negociaron una rendicin que en ningn caso fue deshonrosa. Los esquelticos prisioneros fueron aclamados a su paso por las calles de Asuncin, y el comandante Marzana pas a ser uno de los grandes hroes de Bolivia.Pero ste no era sino el comienzo. Los paraguayos seguan disfrutando de superioridad numrica, y obligaron a sus enemigos a seguirse replegando, aunque la situacin se estabiliz. Ahora Bolivia haba movilizado ms tropas hacia el Chaco y se lanz a la ofensiva, alentada por la presencia del general alemn, Hans Kundt, veterano de la I Guerra Mundial y de vinculacin ya larga con La Paz, nombrado comandante en jefe del ejrcito.Ofensivas BolivianasSiguiendo el ejemplo chileno, en aquel entonces los militares bolivianos llevaban algn tiempo bajo la influencia germana, pero sta y la presencia de Kundt, tena su contrapartida en que este jefe no era precisamente un genio militar, con una imaginacin estratgica bastante limitada. Por su parte, los paraguayos haban tenido instructores franceses y argentinos y, sobre todo, contaban con la en la capacidad del coronel (ms tarde mariscal) Jos Flix Estigarribia. Estos mandos regiran los destinos de miles de hombres sepultados en cenagosas trincheras, que hicieron que este conflicto fuese visto como una suerte de versin americana de la Guerra del '14.Tras un repliegue para recuperar fuerzas, los bolivianos intentaron un gran ataque al campo fortificado de Nanawa, el 20 de enero de 1933 que, tras un aparente xito, fue rechazado por los paraguayos, a punta de bayoneta y machete. Pese al fracaso, las tropas de Kundt no perdieron la iniciativa, y en los meses siguientes emprendieron otros ataques contra fortines paraguayos, que arrojaron algunos magros xitos.Extraa, como suelen ser las guerras americanas, la del Chaco mezclaba a soldados precariamente vestidos y alimentados, valerosos aunque de escasa instruccin, con un amplio despliegue de armamento moderno como ametralladoras, morteros, lanzallamas, carros blindados, artillera y aviacin. Como ocurri en un segundo ataque boliviano a Nanawa (4-8 de julio de 1933), rechazado con ms energa an por las tropas guaranes; mientras Hans Kundt era cada vez ms cuestionado, el coronel Estigarribia se ganaba su ascenso a general. Ahora le tocaba a ste tomar la iniciativa ofensiva.Contraofensivas ParaguayasEl Paraguay contaba entonces con 27.000 hombres, que emple en su casi totalidad para una gran maniobra envolvente, cuyos puntos clmines fueron las batallas de Alihuat y Campo Va, en diciembre de 1933, que resultaron en la rendicin de dos divisiones bolivianas: 7.500 prisioneros y un abundante botn de armamentos. Ahora s, el general Kundt fue destituido, y el mando supremo boliviano recay en el coronel Enrique Pearanda.Un breve armisticio de fin de ao sirvi para que los bolivianos se salvasen del desastre total y pudieran reorganizase, cediendo terreno; de los 77.000 hombres movilizados slo les quedaban 7.000 en el frente. La mayora de sus bajas era por enfermedades; ahora los paraguayos tenan superioridad numrica.La guerra de movimientos se combinaba con la monotona de la guerra de posiciones estticas, donde las escaramuzas muchas veces se reducan a insultos entre "bols" (bolivianos) y "pilas" (paraguayos); la lucha era ms bien contra la sed y la enfermedad. En esta etapa de la guerra apareci un novedoso elemento: la participacin de 53 oficiales chilenos, emigrados del pas por la intestabilidad poltica de comienzos de los aos '30, quienes se pusieron al servicio de Bolivia, destacando el coronel Aquiles Vergara Vicua, autor de varios libros sobre el conflicto.En los primeros meses de 1934 los paraguayos pensaban que podan terminar la guerra, pero tenan que arrastrar su eterno problema, la falta de movilidad, causada por la carencia de camiones y otros medios de transporte. El desenlace se demor por una victoria boliviana en Caada Strongest, a fines de mayo; pero por otro lado, el avance guaran hacia la zona petrolera boliviana, en el norte chaqueo, y una nueva gran derrota de stos ms al sur, en Ballivin (2.000 muertos, 4.000 prisioneros), colm la paciencia del presidente Salamanca. El Paraguay haba ocupado el grueso de las tierras bajas, arrinconando a su enemigo contra los faldeos de la cordillera andina."Corralito" BolivianoEl mandatario boliviano decidi hacerse presente en la gran base de retaguardia de Villamontes donde, el 27 de noviembre de 1934 donde, en un episodio vergonzoso, los jefes militares lo derrocaron y arrestaron, dejando al pas acfalo mientras el enemigo se aproximaba. Fue el llamado "cerco" o "corralito", de connotacin muy distinta a la que tiene en la Argentina actual.En La Paz asumi un gobierno provisorio, pero entretanto, los paraguayos siguieron avanzando hasta la propia base de Villamontes, y le pusieron sitio. Corra mediados de 1935 y se iba a librar la mayor batalla de la guerra cuando por fin, el 14 de junio, se logr el cese del fuego. En una espontnea reaccin, las tropas de ambos bandos corrieron a abrazarse.A los tres aos de guerra siguieron otros tres interminables aos de negociaciones diplomticos, y el tratado de paz se firm en Buenos Aires el 21 de julio de 1938. En virtud de ste, el Paraguay obtuvo la mayora del Chaco Boreal, aunque Bolivia retuvo los campos petrolferos ya en explotacin; la existencia de petrleo en otros sectores de esa zona prob ser mera especulacin. As, quedaba de manifiesto la dudosa utilidad de esta matanza.Al inicio de la contienda el ejrcito boliviano contaba con 5.500 efectivos, y el paraguayo slo con 4.200; durante la misma, el primero moviliz 200.000 hombres y el segundo 150.000. Bolivia tuvo 50.000 muertos y 25.000 prisioneros, pero los 40.000 muertos y 2.500 prisioneros guaranes prueban que la victoria de stos fue prrica.Las enfermeras de la Cruz Roja Boliviana[footnoteRef:3] [3: ESTENSSORO VALDEZ, Renn con la investigacin de CANTUTA VELA, Mara Ana, HISTORIA DE LA CRUZ ROJA BOLIVIANA, Editorial Quatro Hnos, 2007. ]

Si bien la guerra se vea venir desde hace varios aos, la Cruz Roja Boliviana se encontraba prcticamente desarticulada cuando esta estall. Sin embargo, se reorganiz ni bien se iniciaron las hostilidades, con el impulso de Juan Manuel Balczar, Luis Prado Barrientos, Bethsab Montes de Montes y Antonia Zalles de Cariaga, entre otros. El 20 julio de 1932, a los pocos das de iniciarse el conflicto armado, la presidenta de la Cruz Roja Boliviana, Bethsab Montes de Montes, puso la institucin a disposicin del Centro de Propaganda y Defensa Nacional. Para tal efecto, remiti la siguiente carta al presidente de ese centro: Seor Presidente: Tengo el agrado de comunicarle que la Sociedad de la Cruz Roja Boliviana, que tengo la honra de presidir, se ha puesto inmediatamente en actividad con motivo de los recientes sucesos ocurridos en el Chaco, habindose comenzado la organizacin del cuerpo de enfermeras que debern partir a la regin del sudeste, proponindose tambin llevar a efecto diversas iniciativas a favor de nuestros soldados, cuya realizacin se dar a conocer en su oportunidad. Fdo. Bethsab Montes de Montes.De esta manera, la Cruz Roja Boliviana comenz a prepararse para asistir a los combatientes bolivianos con enfermeras, vveres, medicamentos, vituallas y la recoleccin de recursos econmicos.En esta etapa recibi un gran apoyo de las mujeres bolivianas. En los primeros das de la guerra, Antonia Zalles de Cariaga y Raquel Ichazo de Adrizola viajaron a la zona de conflicto llevando cigarrillos, jabones, chompas, vveres, frazadas, revistas, libros, y se quedaron, durante un tiempo, como enfermeras en los hospitales de sangre.En julio de 1932, la Direccin General de Sanidad instruy a susdependencias de Sucre, La Paz, Potos, Cochabamba, Oruro, Santa Cruz,Tarija y Trinidad, la organizacin de cursos rpidos de Cruz Roja para enfermeras, auxiliares y mdicos titulados.Otra organizacin de mujeres, el Ateneo Femenino, dirigido por Emma Prez de Carvajal, puso a disposicin de la Cruz Roja Boliviana: dos legiones organizadas, para el servicio militar en campaa; una de seoritas y otra de la clase popularEl 22 de julio de ese ao, la Cruz Roja Boliviana convoc a todas las mujeres bolivianas a enrolarse. El diario La Razn de esa fecha publica el siguiente llamamiento: Habindose comenzado la organizacin del Cuerpo de Enfermeras destinado a la atencin de los heridos en la campaa del Chaco, se hace un llamado a las seoras y seoritas que deseen formar parte de esta institucin. Enfermeras que deseen prestar sus servicios en la regin del sudeste.- Se comenzarn los cursos instruyendo nicamente a aquellas personas que, por sus condiciones de independencia, estn dispuestas a partir al Chaco a la primera indicacin, a cuyo fin debern firmar un compromiso. Las seoras y seoritas que carezcan de esa independencia, slo sern admitidas si son autorizadas por la forma marital o paternal. Las inscripciones se reciben todos los das de hrs. 14:00 a 19:00 en la casa de la seora Milner, calle Montevideo. Fdo-. Bethsab Montes de Montes, Presidenta de la Cruz Roja Boliviana.Ese mismo da, los doctores Renato A. Rivera y Juan Manuel Balczar entregaron al Jefe del Estado Mayor, General Osorio, tres mil ejemplares de la Cartilla Sanitaria para el Enfermero Militar y la Cruz Roja Boliviana, elaborada por ellos mismos para ser distribuida entre las unidades en campaa.El llamamiento que hizo la Cruz Roja recibi infinidad de respuestas. Decenas de mujeres acudieron para enrolarse como enfermeras o voluntarias. De Corocoro lleg Sara Coso, secretaria de la Cruz Roja de esa ciudad, quien manifest al Estado Mayor la intencin de enrolar su institucin, bajo las rdenes del doctor Domingo Vidaurre. Sara Coso parti al sudeste siguiendo los pasos de su hermana que, para ese entonces, ya se encontraba en esa zona.En Oruro, se present similar situacin. El 25 de julio de 1932, un numeroso grupo de seoritas solicitaron enrolarse al primer contingente sanitario como enfermeras y partir al Chaco de manera inmediata. Sin embargo, el Estado Mayor les seal que an no eran necesarios sus servicios. Mientras tanto, las diferentes colonias extranjeras que vivan en Oruro realizaron su contribucin: la japonesa don 1.000 bolivianos y la espaola comprometi 800 bolivianos mensuales.Las instituciones orureas se organizaron alrededor de la Prefectura de ese departamento. El subcomit de la Cruz Roja Departamental organiz las secciones de Sanidad y Pro Soldado. Esta ltima comenz la recoleccin de vveres. Mientras tanto, en La Paz, varias instituciones y personas particulares manifestaron en forma decidida su apoyo al gobierno -como el personal del Liceo de Seoritas Venezuela que don el haber de un da para que sea distribuido entre los soldados-.El 22 de julio, parti un tren con direccin a Villazn y a los hospitales de campaa junto a un contingente de mdicos, militares, sanitarios y enfermeras. El Diario, en su edicin del 23 de julio, public la siguiente nota: El pueblo los victore en la estacin La Paz. La multitud testimoni su admiracin a los representantes del bello sexo que integran la comisin. La noticia extensamente difundida de que deban partir al Chaco los mdicos militares sanitarios conjuntamente con las enfermeras, congreg ayer en la estacin central de ferrocarriles numerossimo pblico que desbordaba en los andenes. El pueblo tribut a los doctores Ibez Benavente, Sergio Cabrera Bello, Corsino Barrero, Fausto Carrasco, James Price y a todos los dems mdicos, enfermeras y ayudantes de Sanidad una despedida cariosa. Se escucharon vtores a la patria, al Chaco boliviano y a los abnegados profesionales cuyo deber est en el territorio que nos disputan los paraguayos, y que abandonan sus comodidades y conveniencias particulares para acudir al llamado de la patria. El pueblo, siempre comprensivo y reconocido, fuera de rodear con su admiracin a los mdicos de la Sanidad Militar, hizo objeto de especiales deferencias al notable cirujano norteamericano, Dr. James Price, cuya figura diminuta pero simptica, con el uniforme de la Sanidad Militar Boliviana, fue llevado en hombros desde el andn hasta el compartimiento especial que a todos ellos se les haba destinado en el tren que parti ayer al sur.En el mismo convoy fueron para incorporarse en sus respectivas unidades los conscriptos que fueron amnistiados y que han pedido expresamente ir a defender a la patria amenazada por la invasin paraguaya. Tambin fueron entusiastamente despedidos por el pueblo. En cuanto a las enfermeras, no hay que decir que el pblico femenino las rode en medio de sus ms fervientes admiraciones. Todas las mujeres que no alcanzaron el privilegio de ir a los hospitales del Chaco, se hicieron el propsito de completar su aprendizaje en la Cruz Roja a fin de alcanzar igual galardn. No cabe duda que en esta hora sublime, en que el patriotismo palpita al unsono, nadie quiere sustraerse al deber patritico de acudir con todo entusiasmo al sitio de preferencia, que no es sino el Chaco, donde tiene que afirmarse la soberana nacional.Cuando se puso en marcha el tren, se agitaron vivamente los pauelos y los sombreros, despidiendo a la misin sanitaria, en la que marchan los mdicos ms conspicuos por sus conocimientos y por su abnegacin. Con esos elementos se puede asegurar que estar bien resguardada la salud de nuestros soldados y que tendrn el amparo que necesitan cuando por desgracia caigan en la refriega.Honra a los mdicos bolivianos incorporados a la Sanidad Militar!El Diario del 19 de agosto de 1932, informa sobre las actividades de la institucin en Cochabamba y seala que las mujeres que la integran confeccionan mosquiteros y otras prendas para la atencin de los heridos. Segn el reporte, esa filial entreg 546 mosquiteros, 546 paquetes sanitarios individuales, 507 toallas, 240 morrales sanitarios para camilleros (cada morral con una botella de tnico cardaco, ocho paquetes sanitarios, una pinza, una tijera, dos paquetes de algodn, dos paquetes de gasa, un tirabuzn, dos docenas de ganchos, doce tablillas para fracturas, un tarro de pomada para contusiones y un frasco de tintura de yodo). Asimismo, recaud 270 bolivianos para su distribucin entre los conscriptos y reservistas del regimiento Aroma.Similares emprendimientos se realizaron en casi todas las filiales de la Cruz Roja del pas. En Tupiza, por ejemplo, los miembros de la Cruz Roja se movilizaron para enviar medicamentos, comestibles y otros tiles. Asimismo, las Hijas de Santa Ana, elaboraron un estandarte, verdadera obra de arte, que fue bendecido en la Catedral de esa poblacin junto a la bandera del Regimiento Aroma, 3 de Caballera.Las actividades de la Cruz Roja se organizaron en toda la Repblica, bajo la coordinacin de la presidencia de la institucin.El 17 de diciembre de 1932 parti de Sucre, con destino al sudeste, el Octavo Contingente Sanitario de la Cruz Roja, formado por mdicos y practicantes que estaban apoyados por un numeroso personal complementario para las labores de sanidad. Numerosas seoritas de la Cruz Roja viajarn juntamente con este cuerpo de sanidad debiendo despedirlas un numeroso grupo de seoras y seoritas que esta noche sern agasajadas.El 31 de diciembre de 1932, La Razn informaba: El carro de la ambulancia viaj ayer a Villazn.- A hrs. 11:00 del da de ayer sali de la estacin de Chijini, con direccin a Villazn, el carro de ambulancia que ha sido equipado por los empleados de la Bolivian Railway, para el transporte de heridos procedentes de la Guerra del Chaco. El seor Quintanal, que tiene a su cargo el servicio de comedor en los trenes de la Bolivian Railway, ha viajado en el mismo carro con el objeto de atender a los heridos estableciendo una tarifa mnima de un boliviano por persona y sirviendo el desayuno gratuitamente.Con la llegada de los heridos del Chaco, se constat la poca preparacin y equipamiento de los servicios sanitarios bolivianos en el frente de batalla. Era necesario organizar y aprovisionar a los hospitales de primera lnea y para ello se precisaba de mayores esfuerzos.Con tal propsito, el 31 de enero de 1933, se fund la Asociacin Femenina Pro Defensores del Chaco, que fue encabezada por Benigna T. de Garca, Mara Medina de Velasco, Raquel Ichazo de Adrizola, Antonia Zalles de Cariaga, Victoria Eduardo de Galdo, Elena Tapia de Salmn y otras 100 mujeres.La Cruz Roja Boliviana, en coordinacin con la Sanidad Militar, implement dependencias para recibir a los heridos del frente de batalla y expandi sus actividades para mejorar la atencin en los hospitales. Asimismo, instal oficinas para manejar recibir, enviar y distribuir la correspondencia entre los soldados y sus familiares. En las mismas, las voluntarias escriban por cuenta de familiares y amigos, las car tas a los combatientes.En la labor de sensibilizacin a la poblacin tuvo una importante participacin la periodista y voluntaria de la Cruz Roja Boliviana, Ana Rosa Tornero, quien desde los micrfonos de Radio Illimani, incentivaba la donacin de vveres, medicamentos y dinero.A travs de esta y otras actividades, la Cruz Roja Boliviana logr dar un gran impulso a la recoleccin de dinero, insumos y medicamentos. En febrero de 1933, la Casa Grace y Cia hizo un donativo de 5.000 bolivianos a los hospitales de la Cruz Roja y, un mes ms tarde, el 11 de marzo, la institucin convoc a comerciantes, industriales y personas particulares a colaborar con la donacin de cajones para embalar artculos de sanidad, sealando que, en caso necesario, estaba dispuesta a pagar por los mismos.La campaa de la Cruz Roja logr movilizar a la ciudadana en todo el pas. El 29 de marzo de 1933, La Razn da cuenta que, en Vallegrande, los miembros de la Cruz Roja se organizaron para atender a las familias de los movilizados y, junto a los pobladores, fabricaron y enviaron cigarrillos y vveres al frente.Para noviembre de 1934, la Cruz Roja haba recaudado 300.000 bolivianos monto que fue invertido en la atencin a los heridos y enfermos de la guerra. Ese mismo mes, una nota de El Diario53 seala que la institucin contribuy notablemente a la colecta de los aguinaldos para los combatientes, y agrega que los subcomits establecidos en los distintos departamentos del pas envan en forma regular de paquetes de medicinas y de otros artculos para la atencin de heridos.El 25 de enero de 1934, el gobierno de Salamanca dict una nueva reglamentacin de la Cruz Roja Boliviana, adecundola a las prescripciones previstas en la Ley del 31 de agosto de 1932. La nueva reglamentacin dispuso la creacin de un Comit Central para dirigir la organizacin en lo administrativo y tcnico. Este rgano deba estar integrado por un presidente, un secretario general y un tesorero. Asimismo, dispuso la creacin de comits departamentales. Las actividades que la institucin deba realizar, de acuerdo a los nuevos estatutos, eran las de fomentar y estabilizar la organizacin en el pas, administrar los fondos destinados al sostenimiento de sus servicios, colaborar con los servicios sanitarios civiles y militares, atender a heridos, evacuar y transportar a los hospitales de campaa y civiles (puestos de curacin de primera urgencia, cantinas, enfermeras y dems servicios auxiliares propios de la Cruz Roja), promover el establecimiento de escuelas de enfermera, dispensarios, sanatorios, farmacias, etc. Tambin se determin que se haga cargo del servicio hospitalario civil si hubiera deficiencia en su personal, manteniendo un servicio permanente de informacin y propaganda para los miembros del Ejrcito en campaa y para las familias de stos en las poblaciones. Establecer un ser vicio de proteccin y canje de prisioneros, estimular por todos los medios, las colectas pblicas pro sanidad y beneficencia, fueron otras de sus actividades. La administracin de todos estos ser vicios debera realizarla directamente el Comit Central en coordinacin con la Contralora y, en su caso, con la Sanidad Militar y las direcciones de aprovisionamiento y transporte. Asimismo, se crearon las categoras de socios (llamados protectores, con aportes de 100 bolivianos mensuales o un aporte anual de 1.000 bolivianos), honorarios y de nmero (con un aporte mensual de 0,20 centavos mensuales y colaboracin de acuerdo a aptitudes).En cumplimiento a la Ley del 31 de agosto de 1932 y a las prescripciones de la Resolucin Suprema del 25 de enero de 1934, el gobierno design a los miembros del Comit Nacional, que tuvo a Jos Luis Tejada Sorzano (Vicepresidente de la Repblica) como presidente y a Juan Manuel Balczar como vicepresidente. Luis Prado Barrientos -quien ms tarde tendra una activa participacin como miembro de la Cruz Roja- fue designado tesorero. Balczar ya haba estado en la zona de guerra organizando los hospitales de campaa.La guerra no era favorable para el pas y demandaba de mayores esfuerzos y sacrificios. Los servicios sanitarios y auxiliares para atender a los heridos y enfermos, y el aprovisionamiento de medicinas, vveres y vituallas no eran suficientes. De ah que el Comit Central impuls la creacin de subcomits en todas las capitales de departamento.El Comit Nacional tuvo a su cargo la direccin de todas las sociedades formadas en el pas y dependan del mismo todos los cuerpos auxiliares (enfermeras, ayudantes de enfermera, camilleros y voluntarias).Ese ao, en 1934, la Asociacin Femenina Pro Defensores del Chaco organiz en Oruro la primera Convencin Femenina con el objetivo coordinar los esfuerzos de todas las mujeres movilizadas. Al evento llegaron mujeres de todo el pas y todas quedaron bajo la bandera de la Cruz Roja Boliviana. Fue entonces que Mara Josefa Saavedra, miembro de la primera Sociedad de la Cruz Roja Boliviana, present el proyecto para la organizacin de la Cruz Roja Nacional Femenina. La propuesta fue aceptada y as surgi esta organizacin que afili a todas las entidades femeninas de beneficencia, ya sean militares o civiles.La convencin eligi, por unanimidad, a Antonia Zalles de Cariaga como presidenta y le otorg las credenciales necesarias para obtener el aval del gobierno, el mismo que la posesion oficialmente, el 30 de octubre de 1934.Un mes ms tarde, el 29 de noviembre de 1934, cuando asumi la presidencia del pas el Dr. Jos Luis Tejada Soriano, Jorge Senz fue designado presidente del Comit Nacional. Tejada Sorzano qued como presidente honorario, lo mismo que su esposa, Lucila Flores de Tejada Sorzano.El Comit Femenino de la Cruz Roja Boliviana inici sus labores estableciendo oficinas en todo el pas, instalando un taller para la confeccin de ropa, formando a enfermeras y a grupos de voluntarias, algunas de ellas, dedicadas a la asistencia social y otras a la atencin de los heridos en los hospitales.El Comit Femenino no recibi ayuda econmica alguna del Estado ni del Comit Central; se sostuvo con sus propios esfuerzos, sin ms aporte que el de sus miembros, y entreg al Comit Central un saldo de 9.196 bolivianos.La Cruz Roja y el Comit Femenino de la Cruz Roja desarrollaron sus actividades en forma paralela y se complementaron en la recoleccin de vveres y medicamentos as como en la recaudacin de fondos. La convocatoria a la ciudadana fue permanente, tal como lo expresa el siguiente comunicado:LA CRUZ ROJA HACE UN LLAMAMIENTO AL PUEBLOLa Cruz Roja Boliviana tiene el siguiente programa mnimo de accin de acuerdo con el estado actual de guerra y sus inevitables consecuencias.1. Colaboracin amplia en la atencin de enfermos y heridos, familias de movilizados, prisioneros, invlidos, etc., y en el servicio de hospitales en general.2. Envo de drogas y material de curacin a nuestros prisioneros en Paraguay, en vista de la informacin de los delegados del Comit Internacional de la Cruz Roja sobre la imposibilidad en que se encuentra aquel pas de atender con eficiencia sus servicios sanitarios.3. Organizacin de escuelas de enfermeras.4. Instalacin de servicios de atencin de urgencia en las poblaciones y almacenes de reserva de material de curacin para los casos de grandes accidentes.5. Organizacin y fomento de la Cruz Roja de la Infancia.6. Defensa de la futura poblacin y de la raza, cuidando las generaciones que vienen (hospitales de nios, consultorio de lactantes y de puericultura, maternidad de refugios, talleres de trabajo para las madres, propaganda tendiente a reducir el mnimo la mortandad infantil, etc.).Muchos de estos servicios ya los presta en la actualidad, los dems se establecern a medida que los recursos lo permitan.Para realizar este programa, la Cruz Roja precisa de su colaboracin. Es un deber moral, patritico y humanitario, de todos los habitantes de Bolivia, el contribuir al fomento de la beneficencia pblica. Mientras dure la presente guerra, si usted es boliviano y no concurre a la campaa del Chaco por cualquier razn, su deber es colaborar, desde su puesto de retaguardia, a la Defensa Nacional, por los medios que estn a su alcance, uno de estos medios es impulsar las obras de la Cruz Roja. No solamente estn en guerra los soldados, usted tiene iguales o mayores obligaciones. Si es usted extranjero, es un deber de gratitud para con el pueblo que lo acoge como a su propio hijo.Es socio protector el que hace a la institucin un aporte mensual no menor de 100 bolivianos, 1.000 anuales, o de 20 centavos o ms a voluntad.Martes 1 de enero de 1935, El Diario, pgina 7Dos semanas ms tarde, la prensa del pas anunci que varios ciudadanos, entre ellos Agustn Elsner y la empresa Schweitzer y Cia, respondieron al llamado y se inscribieron como socios protectores de la Cruz Roja con un aporte mensual de 100 bolivianos por mes.A pesar de las limitaciones, la Cruz Roja Boliviana enfrent la contingencia que signific la Guerra del Chaco con eficacia. La accin desarrollada por el Comit Femenino fue tan buena que, en 1937 se confiere a su propulsora, Antonia Zalles de Cariaga, la presidencia del Comit Central.

Los hospitales en el frente de batalla y en la retaguardiaPara los primeros das de 1933, con la ayuda que recibieron de las distintas ciudades del pas, los hospitales en el frente de batalla se haban organizado, aunque an no tenan todo el personal, los equipos ni las medicinas que precisaban.En Fortn Ballivin, ubicado al sur del Chaco, estaba el conjunto de hospitales ms importante del Ejrcito boliviano. Tena la capacidad de atender a varios centenares de heridos y su cuerpo mdico estaba distribuido en ocho hospitales. All llegaban los heridos de Campo Jordn, Nanawa, Fernndez y otros frentes. En los caminos de acceso y en las inmediaciones, existan puestos de socorro que eran atendidos por facultativos y practicantes.El diario La Razn del 5 de marzo de 1933, da cuenta del retorno del Chaco del doctor Roberto Landvar, rector de la Universidad Central, quien relat: slo mis enfermos pueden decir lo que para m est vedado, aunque considero que todo lo realizado en beneficio de los enfermos y heridos ha sido lo ms humano y lo ms cientfico que el cuerpo mdico de Ballivin haya practicado para habilitar a los grandes defensores de nuestro patrimonio.Ese mismo diario da cuenta, das despus, de la organizacin de la Sanidad Militar en los hospitales de retaguardia y asegura que los miembros de la misma desarrollan una labor sacrificada. En el informe se detalla la siguiente informacin: Villazn.- El pequeo hospital de Villazn, construido y sostenido por el esfuerzo del pueblo, cuenta con cuatro salas amplias y cmodas. Cada una de ellas, lleva el nombre de un militar cuyas acciones lo han hecho digno. As se lee las placas del teniente coronel Emilio Aguirre, subteniente Vidangos, coronel Germn Jordn y capitn Germn Bush.En 1933, de acuerdo a los informes de la prensa, existan adems de los de Ballivin, los siguientes puestos de socorro y hospitales: Hospital de Villazn.- Un amplio local a cargo del Dr. Alfredo Mollinedo, especializado en Europa y Estados Unidos, con seis espaciosas salas, 150 camas con ventilacin y sol. Tres doctores y tres enfermeras.Puestos Intermedios.- En el camino a Tarija existen varios puestos sanitarios por los que deben pasar forzosamente las columnas que transportan heridos. En cada uno de ellos, sea en Iscayachi, Sama o Quebrada Honda, existe personal competente que presta a los heridos la atencin del caso.Tarija.- El hospital se halla dirigido por el Dr. Solares colaborado por cirujanos. Este hospital, instalado en el local de una escuela, desarrolla normalmente sus labores.Puesto Moreno.- Tiene un amplio y buen hospital. En esta regin el clima parece otro. Los heridos cuentan con amplios galpones y una atencin cuidadosa. Los mdicos, enfermeras y dems personal de sanidad atienden a los heridos y les ofrecen las comodidades necesarias. Cerca, enormes tropas de ganado pastan tranquilamente. El Ejrcito tiene de este modo siempre carne fresca y abundante. Cuando marcha la tropa, lleva tras de s, el ganado suficiente para satisfacer las necesidades del rancho.Hospital de Villamontes.- Dirigido por el Dr. Claudio Caldern Mendoza. Tal vez la ubicacin no sea de elogio por el intenso calor; empero cuenta con el instrumental ms perfecto de la Repblica. Su instalacin es completa y puede realizar operaciones quirrgicas. El personal mdico es numeroso y cuenta con enfermeras y Sier vas de Mara que vinieron de Buenos Aires para prestar su ser vicio.En julio de 1933, se organiz la primera Brigada Sanitaria de La Paz. sta tuvo como destino el Hospital de Tarija. El informe, publicado en la edicin de El Diario del 15 de julio de 1933, en la pgina 8, seala que el nosocomio fue ampliado para cumplir con las exigencias de la campaa y para albergar a todos los heridos que hasta entonces deban ser trasladados a otras ciudades del sur. El jefe de la Primera Brigada Sanitaria de La Paz era el Teniente Coronel sanitario Dr. Daniel Bilbao Rioja, quien, hasta entonces, haba sido el director del Hospital Militar de Miraflores. Lo acompaaban, como radilogo, Guillermo Debbo; como oculista el Dr. Alfredo Delgado Carpio; como practicantes Carlos Lazcano, Jorge Estenssoro, Jos Mealla y Edmundo Ariez. Jos Arellano era el enfermero. Integraban tambin la Brigada, como enfermeras, Elisa Velasco, Ilse Trepp y Cristina Velasco. A esta brigada, se incorporaron otros miembros de Oruro y Cochabamba.El despliegue de mdicos y equipos sanitarios hacia el Chaco dej prcticamente sin resguardo a la ciudad de La Paz. De esta manera, entre agosto y diciembre de 1933, la ciudad se vio afectada por una epidemia de tifus exantemtico. La situacin provoc gran alarma en la ciudad e indujo al Concejo Municipal a solicitar al gobierno recursos para combatirla y a suspender el envo de mdicos al frente para no dejar sin atencin a la poblacin. La edicin de El Diario del lunes 25 de septiembre de 1933, seala: enfermedades y epidemias estn azotando a las poblaciones, sin que autoridades ni otros organismos se preocupen para que la enfermedad se extinga. No hay dinero para asistir a todas las poblaciones con los medicamentos necesarios, por eso vecinos y la sociedad entera van contagindose.Durante la guerra, fueron varias las comitivas de la Cruz Roja Femenina que visitaron los hospitales del Chaco llevando medicamentos, vveres y vituallas. A las comitivas de Antonia Zalles de Cariaga, siguieron otras de distintas ciudades. En junio de 1934, Leonor de Melen presidi una delegacin de la Cruz Roja de Cochabamba que visit los hospitales de campaa. Para llegar a su destino, la comitiva viaj de Villazn a Tarija en vehculos militares y de all a Villamontes en un trimotor de la Fuerza Area. El periplo continu hasta Ballivin. En esa ocasin, la Cruz Roja de Cochabamba dej a los heridos y enfermos 30.000 atados de cigarrillos, 10.000 naranjas, 8.000 chompas, 4.000 paquetes de galletas, 3.800 encomiendas individuales, miles de car tas y papel y lpiz para la correspondencia.Similar iniciativa tuvo Ana Rosa Tornero. El siguiente es su reporte publicado en El Diario el martes 8 de mayo de 1934: Un grupo de sanitarios del Ejrcito boliviano equipados con botiquines y otros implementos para prestar ayuda.Las enfermeras: valenta y muerte en servicioVarias decenas de enfermeras y voluntarias de la Cruz Roja prestaron sus ser vicios en los hospitales de retaguardia durante el conflicto armado. Sin embargo, cabe recordar la labor que realiz la agrupacin de enfermeras de La Paz que, en un nmero de 40, se incorporaron a la Cruz Roja Boliviana bajo la presidencia de Mara Julia Granier, quien prest su ayuda en el hospital de Villamontes.Algunas de las enfermeras que acudieron a la guerra murieron en el cumplimiento del deber, otras cayeron enfermas, vctimas del ardiente y malsano clima de la regin y no faltaron quienes fueron capturadas por las fuerzas paraguayas. Una de las vctimas fue Lola Ramos, quien muri en el hospital de Fortn Muoz. El 29 de marzo de 1933, La Razn daba cuenta de su fallecimiento: La seorita Ramos, natural de Oruro, se alist al poco tiempo de iniciadas las hostilidades en la Sanidad Militar, habiendo desempeado sus eficientes ser vicios en los hospitales de Villamontes, Ballivin y ltimamente en Muoz. Mereci ser ascendida al grado de suboficial por sus relevantes mritos en el desempeo de su humanitaria misin.El Comando del Ejrcito ha enviado una nota de psame a la madre de la extinta, seora Rosario Callo de Ramos, manifestndole que su seorita hija ha sido enterrada con los honores que tributan los oficiales y que ella ha muerto en el cumplimiento del deber, quedndole la Patria agradecida.Mara Jess Bellot fue otra de esas valientes enfermeras que cumpli su misin en el hospital de Macharet. El Diario, en su edicin del 10 de enero de 1935, titulaba: Una digna enfermera y ms adelante sealaba, se encuentra en el hospital de Miraflores la seorita Mara Jess Bellot, que permaneci en el hospital de Macharet.Adolece de una enfermedad contrada en servicio. La Cruz Roja la atiende.En el 2002, el periodista boliviano Mauricio Carrasco recibi el Premio de Periodismo Humanitario Henr y Dunant, que otorga el CICR para Latinoamrica, con el reportaje titulado Hroes olvidados: El recuerdo de una voluntaria de la Cruz Roja en la Guerra del Chaco. En el mismo, Carrasco relata la historia de Juana Mendoza Pedraza, una mujer de Robor (Santa Cruz) que se enrol junto a sus amigas Pablita, Estefana y Margarita como enfermeras en la contienda del Chaco.Llegamos al fortn Ravelo, un fortn militar, relata Juana a tiempo de sealar que a los pocos das comenzaron a llegar los heridos. Y vimos cabezas, piernas y brazos desprendidos de sus cuerpos, entre hombres que agonizaban y geman de dolor.A los seis meses, las cuatro enfermeras fueron trasladadas al fortn Pozo del Tigre y all realizaron su labor en pleno frente de batalla, recogiendo a los heridos con los camilleros sin importarles los disparos.El reportaje de Carrasco recoge tambin el testimonio de un ex combatiente, Max Selaez Ortiz: Ellas salvaron mi vida y la de muchos soldados. Estuvieron con nosotros auxilindonos despus de cada batalla. Fueron muy valientes, se comportaron como hroes, dijo a tiempo de afirmar que fueron los trabajadores de la Cruz Roja, la fuerza del herido, el milagro patente de que Dios est ah, oculto en cada ser humano.Otra enfermera que mereci un especial reconocimiento por sus cualidades humanitarias fue doa Francisca Nieto Pando quien ayud a curar a los heridos de ambos bandos en los hospitales Militares de Sangre 1 y 5 de La Paz. Nieto Pando se capacit bajo la direccin del Dr. Bernardino Bilbao Rioja, quien en octubre de 1932 era el profesor de Clnica Quirrgica y Cirujano del Hospital Militar. El 15 de mayo de 1985, el Directorio de la Cruz Roja Boliviana la condecor por su participacin en la contienda blica con el diploma y la medalla a la lealtad Antonia Zalles de Cariaga y, posteriormente, el Comit Internacional de la Cruz Roja, el 25 de enero de 1986, le otorg la distincin Florence Nigthingale. Cuando en 1932 ingres a la Cruz Roja Boliviana como enfermera voluntaria, se despertaron mis sentimientos humanitarios en favor de los necesitados, dijo a tiempo de recibir esta ltima distincin.Mara Josefa Saavedra ingres como enfermera voluntaria de la Cruz Roja Boliviana en el Hospital Militar No.1, colaborando en la curacin de heridos y enfermos; en la provisin de vituallas y ropa; en la atencin de la seccin car tas de los familiares a los soldados y en la instruccin a las enfermeras. Con el grado simblico de Brigadier Mayor, prest atencin a los heridos que llegaban al Hospital Orihuela, situado en la ciudad de La Paz. Esta inquietud fue compartida con la seora Elena Zavala de Milner, con quien form el equipo de enfermeras.Ante la necesidad de contar con ms centros de atencin mdica, propici la fundacin del hospital Militar XXII habilitado en el Colegio Militar, ubicado en el edificio que hoy pertenece a la UMSA.El gobierno reconoci la labor de estas mujeres, el 10 de enero de 1935, con un homenaje que se desarroll en la Cancillera de la Repblica. El Ejrcito boliviano hizo lo propio con varias de ellas, entre las que se destaca la figura de Mara Josefa Saavedra, quien recibi el 15 de junio de 1935, durante el gobierno de Tejada Soriano, la condecoracin Medalla de Guerra y el Cordn de Benemrita por sus servicios como enfermera voluntaria y activista de la Cruz Roja Boliviana.Enfermeras y sanitarios presosDurante la Guerra del Chaco, el gobierno boliviano protest en reiteradas ocasiones por la violacin a los convenios internacionales de parte de Paraguay. Varios de estos reclamos se referan a la captura de sanitarios bolivianos y a su retencin en calidad de prisioneros de guerra. Sobre este tema, El Diario informaba en septiembre de 1933, que: .varios facultativos se encuentran en cautiverio en Asuncin, y Paraguay parece no haber tomado nota de las convenciones internacionales que rigen al respecto: se trata de un caso de reincidencia cometido ante las naciones del orbe, sin motivar protesta alguna.Tuvimos ocasin anteriormente de acusar a Paraguay por faltar a las convenciones que rigen el funcionamiento de la humanitaria institucin de la Cruz Roja. Lo hicimos con motivo de retener como prisioneros de guerra a los capitanes de sanidad Jos Mendoza y Luis Castro Pinto, cirujanos de los regimientos Loa y Ballivin y al subteniente de Sanidad, Jos Miranda.Si las citadas convenciones de Ginebra amparan e inmunizan a estos directores y profesionales de las ambulancias bolivianas de un modo claro, no se comprende cmo el comandante superior paraguayo los retiene como prisioneros.El hecho lo denunciamos por segunda vez ante la conciencia del mundo entero y esperamos que la Cancillera tome las medidas necesarias contra el atentado a la inmunidad de la Cruz Roja, cuyo respeto no puede ser un mito para Paraguay que no conforme con los salvajismos que comete a diario sin respeto a los pases mediadores y otros organismos apreciables.Las protestas por este tipo de violaciones a los Convenios de Ginebra se repitieron constantemente durante la guerra. Durante las gestiones que realiz el CICR para la repatriacin de heridos y enfermos en 1935, se solicit que Paraguay devuelva a los mdicos, enfermeros y dems miembros de la Cruz Roja que mantena cautivos.Los reclamos por la violacin a los convenios internacionales no slo se realizaron en relacin a detenidos. La Cruz Roja Boliviana tambin inter vino en varios casos para dar con el paradero de civiles cautivos. Uno de los casos que llama la atencin se refiere a la detencin de una mujer y sus dos nias por par te de tropas paraguayas. Durante febrero de 1935, la Cruz Roja Boliviana envi un cable a su similar de Asuncin pidiendo que se gestione la devolucin de las dos nias y su madre -de apellido Ros-, que fueron apresadas por las fuerzas de Estigarribia en el sector de Carandaiti. El comandante Ros dej su hacienda en manos de su esposa para alistarse en las filas del ejrcito, pero los azares de la for tuna permitieron que las huestes paraguayas llegaran a su hacienda y no contentos con devastarla, se apoderaron de sus moradoras. Sabedor de esta desgracia, el ciudadano Ros se dirigi con car ta escrita con profundo dolor y abatimiento a la seora Antonia Zalles de Cariaga, presidenta del Comit Nacional Femenino de la Cruz Roja Boliviana. El Comit Central, adems de gestionar la intervencin de la Cancillera, remiti un cable a la Cruz Roja de Asuncin y un paquete postal en que se hallan fundamentados los trmites de la solicitud.Las misiones del Comit Internacional de la Cruz RojaEn marzo de 1933, el Comit Internacional de la Cruz Roja decidi enviar una misin a Bolivia y Paraguay para observar el trato que se dispensaba a los prisioneros de guerra y el cumplimiento de ambas naciones de las convenciones de Ginebra y La Haya.La ocasin fue aprovechada por La Razn para solicitar al gobierno la constitucin de un comit oficial de la Cruz Roja que, a la vez, se encargue de recibir a la comisin de Ginebra. Tambin pidi que ese comit se designe mediante Decreto Supremo. Un comit constituido por el gobierno en la forma establecida por aquel pacto internacional, tendr la suficiente personera para reclamar de las irregularidades cometidas por Paraguay, entre otras, las de equiparar la suerte de los combatientes con los oficiales de la sanidad, el someter a los prisioneros a trabajos forzados o reducirlos a lugares malsanos, la victimacin de los heridos y del personal de la Cruz Roja; as como el hecho de resguardar la insignia de las institucin, los parques de guerra y los puestos de concentracin militar.El gobierno de entonces dispuso que una comisin, encabezada por el doctor Bailn Mercado, reciba a la misin de la Cruz Roja Internacional, le brinde las facilidades que precise para el cumplimiento de sus objetivos y le informe sobre las organizaciones bolivianas de Cruz Roja, Sanidad Militar de Guerra y el tratamiento que otorgaba Bolivia a los prisioneros paraguayos.En ese entonces, ni Bolivia ni Paraguay haban suscrito an el Convenio de Ginebra de 1929 sobre el trato debido a los prisioneros de guerra. Sin embargo, la misin obtuvo de ambos gobiernos la autorizacin para visitar a los prisioneros de guerra internados en cada uno de los pases.Los delegados, Emmanuel Galland y Rodolfo Talice, visitaron primero el Paraguay. All fueron recibidos por el Presidente paraguayo, Ayala, quien autoriz la visita a los campos donde estaban internados los prisioneros bolivianos. Del 20 a 31 de mayo de 1933, la misin del CICR visit los hospitales militares y 24 centros de concentracin en los que se encontraban los 1.200 prisioneros bolivianos.Galland y Talice llegaron a Bolivia el 1 de julio de ese ao y se reunieron con representantes del gobierno, del Estado Mayor del Ejrcito y con los colaboradores de la Cruz Roja Boliviana. Recorrieron 6.000 kilmetros, visitando los principales centros de detencin de prisioneros paraguayos. En 22 das, la misin verific el estado de los 137 detenidos paraguayos.Su principal contribucin fue la de proponer y gestionar el intercambio de prisioneros de guerra heridos y enfermos entre ambos pases. El 23 de julio de 1933, el gobierno paraguayo repatri a 26 heridos bolivianos y el 22 de agosto, las autoridades bolivianas realizaron los mismo con 14 paraguayos. La operacin se realiz en consideracin a que estos combatientes estaban inhabilitados para continuar la lucha.Segn los reportes de la prensa boliviana, en un principio Paraguay se negaba a devolver a los cautivos bolivianos. Sin embargo, la misin del CICR logr que ese pas accediera a entregarlos el 23 de julio en Formosa, Argentina. La informacin, proporcionada por la Cancillera boliviana y difundida por El Diario, seala que se trataba de un intercambio de cautivos, impedidos de tomar las armas nuevamente, que deba ser presenciado por la misin los delegados del CICR.La Cancillera inform que el gobierno del Paraguay se comprometi a entregar, el da 20 de este mes, en la localidad de Formosa, Argentina, a los prisioneros bolivianos inutilizados que retiene en su poder. Se ignora el nmero y nombres que Paraguay ha querido mantener en reser va. La llegada de los prisioneros bolivianos a Formosa coincidir con el arribo de los delegados de la Cruz Roja de Ginebra, seores Emmanuel Galland y Rodolfo Talice, que ayer se embarcaron rumbo a Villamontes, en compaa de los doctores Bailn Mercado y Juan M. Balczar.Probablemente permanecern breves das en Villamontes y en Ballivin, para pasar inmediatamente a Argentina y proseguir viaje a Buenos Aires. Lograron que el Paraguay acepte devolver a Bolivia a los cautivos inhbiles a consecuencia de las heridas que recibieron en la campaa. Parece que Bolivia devolver algunos prisioneros paraguayos que se encuentran en malas condiciones e impedidos de tomar las armas nuevamente.Durante julio de 1933, la comisin del CICR, luego de una breve estada en Villamontes, se embarc junto a Bailn Mercado en direccin a Fortn Aguaray. Los reportes de prensa de la poca sealan que la misin de Mercado era la de proporcionar toda la informacin posible a Galland y Talice sobre el respeto que guardaba Bolivia a los convenios internacionales.En esos das, El Diario report que el viaje del Dr. Bailn Mercado es importante para el pas por el hecho de que ha de contribuir notoriamente a que el personal del comit delegado de la Cruz Roja Internacional, recoja informaciones completas de todo cuanto hace Bolivia en materia de asistencia sanitaria. Se debe recordar que la comisin de Galland y Talice declar a la prensa de esta ciudad que tena la impresin de que Bolivia daba verdaderas normas al mundo en materia de ser vicio de sanidad militar, siendo notorio el hecho de que por primera vez en la historia de las guerras un pas empleaba la aviacin para el transporte de heridos, cosa que no se ha conocido ni an en los das de la guerra europea en que algunas naciones como Alemania, por ejemplo, ofrecieron casos extraordinarios de progreso en materia de organizacin de todos los ser vicios anexos a una campaa armada. Hemos querido remarcar este aspecto porque interesa de sobremanera a Bolivia comprobar con los hechos materiales, las calumniosas informaciones que hicieron en Paraguay respecto del ser vicio militar de Bolivia.Una vez realizado el intercambio de prisioneros heridos y enfermos, los delegados del CICR sealaron la necesidad de abrir una agencia que recopile informacin sobre los prisioneros de guerra. El gobierno paraguayo haba abierto una en 1932. Dicha oficina trabaj en colaboracin con los Rotary Club de Asuncin y de La Paz en la distribucin de la correspondencia de los prisioneros detenidos en Paraguay y Bolivia.En su informe final, los delegados tambin propusieron a los dos gobiernos ciertas mejoras de las condiciones de detencin de los prisioneros de guerra que, segn el CICR, se ejecutaron.Durante 1934, el conflicto se acento y el nmero de prisioneros aument. Es entonces que el CICR decidi enviar una segunda misin. Para ello, design a un miembro de su comit, Lucien Cramer y a un delegado, Lucien Roulet, a quienes se unieron Talice y ms tarde, Galland.Los delegados del CICR llegaron a Paraguay el 27 de octubre de 1934. Lucien Cramer fue recibido por el presidente Ayala, por representantes de varios ministerios, del Ser vicio de Salud del Ejrcito y por la Cruz Roja Paraguaya. Durante su misin en ese pas, los delegados visitaron los lugares donde se encontraban detenidos cerca de 18.000 prisioneros bolivianos, que estaban distribuidos en varios regiones realizando trabajos pblicos y agrcolas.La misin arrib, a fines de noviembre de ese ao, a Bolivia. Esta vez, la comisin fue recibida por los doctores Juan Manuel Balczar y Luis Prado Barrientos en representacin de la Cruz Roja Boliviana.En Bolivia se encontraban detenidos a cerca de 2.500 paraguayos que realizaban trabajos de ingeniera civil bajo la direccin de oficiales bolivianos. Las inspecciones se realizaron en los campos de concentracin de Yungas y Quime. El informe que brindaron seal que, en el caso de los detenidos en Yungas, los paraguayos se encontraban con un clima favorable, eran alimentados de forma adecuada y atendidos por un mdico y ocho sanitarios.En sus conclusiones, la misin del CICR nuevamente realiz observaciones a las autoridades de ambas partes sobre la necesidad de mejorar las condiciones de detencin. Segn el CICR, estas recomendaciones fueron aceptadas y acatadas por las dos partes.Asimismo, la misin obtuvo el compromiso de los dos pases para la repatriacin de los prisioneros heridos y enfermos. La segunda operacin de repatriacin se realiz en mayo de 1935. En la misma, 135 bolivianos y 22 paraguayos retornaron a sus hogares.Tras la aprobacin del armisticio del 12 de junio de 1935 y de la firma del Protocolo de Paz celebrado en Buenos Aires el 21 de enero de 193667, los dos pases repatriaron a todos los prisioneros de guerra sin la intervencin del CICR.

Fue entonces que Mara Josefa Saavedra se traslad hasta Villazn para recibir a los prisioneros bolivianos liberados por Paraguay. Durante varios meses, en toda la Repblica, se haba esperado este momento.Intercambio de prisionerosParaguay se neg a devolver los prisioneros de guerra hasta abril de 1936, luego de que en enero de ese ao, ante la presin social, firm un convenio de mutua devolucin de prisioneros. Bolivia repatri a 2.498 paraguayos, fallecieron en cautiverio 52 y 16 escaparon, mientras que Paraguay devolvi 17.037, 1.097 fallecieron en cautiverio y 2.000 escaparon. Estas cifras no incluyen los prisioneros bolivianos y paraguayos heridos que se canjearon durante la guerra ni los prisioneros bolivianos que se quedaron en el Paraguay.Las enfermeras de la Congregacin de las Hermanas PontificiasLas religiosas de la Congregacin de las Hermanas Pontificias, ahora conocidas como las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, realizaron un trabajo importante en la contienda de la Guerra del Chaco, atendiendo a los heridos que llegaban con vida a territorio boliviano y preparndoles de forma espiritual eucarstica en las parroquias del campo.La fundadora de la congregacin, madre Nazaria Ignacia, dispuso que las religiosas fundadoras de la congregacin realicen funciones de enfermera, habiendo perdido la vida una de ellas, por contagio de una enfermedad que caus estragos en el Chaco.Las religiosas, participaron como enfermeras en los centros donde atendan a los heridos y enfermos, muchos de ellos con padecimientos contrados por las epidemias que surgan en el lugar de combate, motivo por el que la Madre Nazaria Ignacia, abri un primer banco de sangre en el hospital de Potos.Ante el conflicto blico y la muerte de muchos combatientes, la Madre Nazaria Ignacia, determin abrir el Asilo de los Hurfanos de Guerra, como una iniciativa de las religiosas, adems de atender los requerimientos de las vctimas como eran las familias que en muchos casos se quedaron desprotegidas y que fueron acogidas en lugares donde se encontraban las religiosas.Enfermeras destacadas en la Guerra del ChacoEn esta etapa se recibi un gran apoyo de las mujeres bolivianas, en los primeros das de la guerra, algunas mujeres, viajaron a la zona de conflicto llevando cigarrillos, jabones, chompas, vveres, frazadas, revistas, libros, y se quedaron, durante un tiempo, como enfermeras en los hospitales de sangre.Cabe resaltar que adems de los soldados que acudieron a esta nefasta guerra, estuvieron tambin las mujeres que se enrolaron como enfermeras, aun sabiendo que en el campo de batalla podan perder su vida, algunas murieron en el cumplimiento del deber, otras cayeron enfermas, vctimas del ardiente y malsano clima de la regin y no faltaron quienes fueron capturadas por las fuerzas paraguayas, pero en toda su labor desplegada estaba presente el amor por la Patria.Mencionemos a algunas de ellas:Emma Prez de CarvajalEsta seora diriga el Ateneo Femenino, una organizacin de mujeres, puso a disposicin de la Cruz Roja Boliviana dos legiones organizadas, para el servicio militar en campaa; una de seoritas y otra de la clase popular.Ana Rosa TorneroEn la labor de sensibilizacin a la poblacin tuvo una importante participacin esta periodista y voluntaria de la Cruz Roja Boliviana, quien desde los micrfonos de Radio Illimani, incentivaba la donacin de vveres, medicamentos y dinero.Lola RamosUna de las vctimas fue Lola Ramos, quien muri en el hospital de Fortn Muoz. El 29 de marzo de 1933, La Razn daba cuenta de su fallecimiento:La seorita Ramos, natural de Oruro, se alist al poco tiempo de iniciadas las hostilidades en la Sanidad Militar, habiendo desempeado sus eficientes servicios en los hospitales de Villamontes, Ballivin y ltimamente en Muoz. Mereci ser ascendida al grado de suboficial por sus relevantes mritos en el desempeo de su humanitaria misin.El Comando del Ejrcito ha enviado una nota de psame a la madre de la extinta, seora Rosario Callo de Ramos, manifestndole que su seorita hija ha sido enterrada con los honores que tributan los oficiales y que ella ha muerto en el cumplimiento del deber, quedndole la Patria agradecida.Mara Jess BellotFue otra de esas valientes enfermeras que cumpli su misin en el hospital de Macharet, el Diario, en su edicin del 10 de enero de 1935, titulaba: Una digna enfermera y ms adelante sealaba, se encuentra en el hospital de Miraflores la seorita Mara Jess Bellot, que permaneci en el hospital de Macharet, quien adolece de una enfermedad contrada en servicio, la Cruz Roja la atiende. Juana Mendoza Pedraza, una mujer de Robor (Santa Cruz)En el 2002, el periodista boliviano Mauricio Carrasco recibi el Premio de Periodismo Humanitario Henry Dunant, que otorga el CICR para Latinoamrica, con el reportaje titulado Hroes olvidados: El recuerdo de una voluntaria de la Cruz Roja en la Guerra del Chaco. En el mismo, Carrasco relata la historia de esta mujer que se enrol junto a sus amigas Pablita, Estefana y Margarita como enfermeras en la contienda del Chaco.Al amanecer de un da gris, nublado y triste, el insistente sonido de un clarn del Ejrcito se escucha en Robor convocando a sus habitantes a la plaza principal, que de a poco se desperezan.El contingente militar recorre solemne y marcial las calles del pueblo, levantando tras de s una nube de polvo amarillento como el suelo mismo de la zona, calcinado por el sol desde tiempos sin memoria.En la plaza principal, un soldado coloca bajo la copa de un gran rbol una pequea mesa y su silla y al costado derecho clava en la tierra el mstil donde la tricolor boliviana ondea con orgullo. Puestos similares bordean el permetro y reclutan combatientes, mdicos y enfermeras para el segundo ao de campaa de la guerra del Chaco.Juana Mendoza Pedraza, que en enero de 2002 cumplir 90 aos, recuerda con lagrimas y amargura que ese da se enrol como enfermera, junto a sus amigas "Pablita, Estafana y Margarita"."Toc el primer clarn en Robor llamando la Patria a sus hijos y fuimos nosotras las primeras en presentarnos. No hemos ido por dinero o interesadas por algn muchacho o novio, porque si le miento, de eso voy a dar cuenta a Dios".Juana, lleg por esos das a Robor, su hogar, despus de estudiar " un poquito " de enfermera en el Brasil. Cuando estamp su nombre y firma en el libro de registro, lo hizo para la Sanidad Militar, una unidad medica que el Ejrcito organiz junto a la Cruz Roja, para que brinde servicios de asistencia y ayuda a los combatientes en las ardientes arenas del Chaco.Recibieron el uniforme y cuatro das de instruccin, antes de partir rumbo a las primeras lneas del frente de batalla.Al atardecer del quinto da partieron en un " ocho en V " , dejando atrs lgrimas, familiares y cantando " tricolor, tricolor, hermoso pabelln. Tricolor, tricolor, patria ma ya me voy " , con civismo y emocin."Llegamos a los dos das a Ravello, un fortn militar", cuenta, y recuerda haber sido conducida, junto a sus compaeras, al pabelln mdico, donde haba un fuerte olor a carne podrida."Esa primera noche dormamos en un pauhichi, llorando arrepentidsimas".Juana y sus compaeras construyeron camas de madera y colchones con hojas secas, para el pabelln destinado a los enfermos y los heridos.Por esos das se haba iniciado el segundo ao de la guerra y miles de soldados procedentes de la glida altiplanicie boliviana - antes de entrar en combate y en medio de una naturaleza hostil y poco conocida - haban muerto de sed, hambre, disentera, paludismo y metralla, soportando en verano temperaturas de 40 grados a la sombra y el intenso fro del sur, en invierno."Entonces lleg en camin, el pr imer grupo de heridos a Ravello. Y vimos cabezas, piernas y brazos desprendidos de sus cuerpos, entre hombres que agonizaban y geman de dolor".Juana recuerda que recibieron la orden de atender slo a los combatientes que se podan salvar, porque las medicinas y el agua eran escasas. Los muertos eran enterrados en una de las cinco fosas comunes que fueron preparadas con anterioridad y que anticipaban el desastre."Por Dios, slo tenamos yodo y vendas para curarlos y mientras atendamos a uno, el de su lado ya haba muerto", dice Juana, que entonces tena 21 aos, joven y bella y que no haba conocido el mundo, ni disfrutado lo que la vida le ofreca."Pero nuestro mundo y nuestro pensamiento eran esas personas que llegaban en camiones y que esperaban un poco de atencin y compasin".Los jefes militares ordenaron que el pabelln de descanso del equipo mdico sea utilizado para atender a los enfermos.Mientras se ocupaban de las vctimas, el estruendo del combate se oa da y noche, cada vez ms cerca del fortn."Tun...tun, tururun oamos las 24 horas, mientras los muertos y heridos llegaban en camiones y en gran nmero".A los heridos que se recuperaban y que se los poda evacuar, se los trasladaba a Santa Cruz, La Paz y Tarija.Muchos hombres murieron en los brazos de los mdicos y enfermeras dejando un nico mensaje, como herencia de su paso por la vida: "Mamita, dgale a mi familia que ca en este fortn", "morir por ella y por la Patria " , "nunca tuve miedo" , "que no lloren, que he muerto como un hombre"."No s cmo han aguantado nuestros corazones", dice la anciana ex enfermera.Lgrimas del corazn recorren las mejillas de Juana, pero es valiente porque si tuviera la oportunidad de recorrer en el tiempo y cambiar la historia de su vida " hara exactamente lo mismo, ayudar a esos jvenes soldados".OTRO FORTIN, OTRA HISTORIA Despus de permanecer seis meses en Ravello, Juana, Pedrita, Margarita y Estefana fueron trasladadas al fortn El Palmar, primero, y Pozo del Tigre, despus, que estaban en la primera lnea de batalla y donde permanecieron hasta el final de la guerra.El trabajo para Juana haba cambiado. Ahora a los combatientes deba atenderlos en el mismo campo de batalla, despus de cada interminable combate. En su primer da en el nuevo fortn, mdicos y enfermeras recibieron una peligrosa advertencia que haba sido dictada por el destacamento Bilbao, un ao antes, y que se extendi a todos los puestos de avanzada."Nuestro personal de la Cruz Roja y camilleros no ha sido respetado por el enemigo, habindoles ste roto el fuego, en momentos en que cumplan su noble tarea de auxiliar y recoger a nuestros heridos en el campo de batalla".Saba que no se respetaba a la Cruz Roja, que el enemigo poda matarlos sin ninguna consideracin. Pese a ello, Juana y el resto del personal mdico se quedan para auxiliar a los cados.La fina memoria de Juana le recuerda que en esa circunstancia, con la insignia de la Cruz Roja en el brazo, estuvo recogiendo enfermos con el camillero despus de cada combate."Usted no sabe cmo era nuestra vida, donde la guerra estaba ms dura y ms dura, y donde escuchbamos en cada incursin para recoger a nuestros heridos, gritos de amenaza contra las mujeres".Las posiciones de los combatientes eran individuales porque no existan zanjas de comunicacin y slo avanzando a travs del pajonal y la maleza, guiados por los gritos y llantos de dolor y auxilio, la Cruz Roja poda atender y evacuar a los heridos."Es verdad, as ellas salvaron mi vida y la de muchos soldados. Estuvieron con nosotros auxilindonos despus de cada batalla. Fueron muy valientes, se comportaron como hroes", dice Max Selaez Ortz, quien se enrol en el Ejrcito a los 17 aos. El ex combatiente asegura que los mdicos y enfermeras de la Cruz Roja nunca tuvieron descanso porque no haba quin los releve."Fueron los trabajadores de la Cruz Roja, la fuerza del herido, el milagro patente de que Dios est ah, oculto en cada ser humano" , reflexiona Selaez, quien recuerda tambin que haban valientes camilleros que sin importarles los disparos rescataban a los heridos."Fueron todos ellos hroes, cuyos nombres no se escribieron, fueron la mano amiga del desconocido, el vaso de agua en medio de un infierno verde".LOS FRIOS DEL ALMA Derrotada por el cansancio, extenuada y rodeada de cadveres, Juana escuchaba los gemidos de los heridos y mutilados y presenciaba, impotente, el ltimo adis, como pidiendo perdn o compasin, con los temblorosos labios o el rostro lleno de dolor, de los cados que agonizan en el campo de batalla."Como espectros, ms muertos que vivos, eran muy pocos los que sobrevivan a la carnicera humana".En las interminables horas de espera para que finalice el combate y bajo el ardiente sol, Juana recuerda que tomaba entre sus manos vendas teidas de sangre para calmar su sed."Otras veces, cuando llova, untbamos las gasas en el barro y chupbamos un poco de agua", lamenta la ex enfermera. Ese ha sido nuestro sufrimiento en el Chaco."Pero nunca, esccheme bien, nunca, ningn mdico o soldado nos dijeron una palabra descomedida, descorts... todo era armona y llanto", dice Juana con la voz entrecortada y las mejillas hmedas.Ahora, sola en su habitacin, cavila intensamente. El amplio ventanal a uno de sus costados le devuelve la nica imagen que tiene hace mucho del mundo exterior. Sus piernas ya no responden. Ha perdido la vista en uno de sus ojos, pero no el brillo de la esperanza.Fue testigo de las ms picas batallas y el realismo de esas imgenes an est presente en su mente.Pero algo impalpable en los aires vaga, sin forma, sin color y sin sentido. Algo inexplicable que hiere el pensamiento, sutil como la punta de una daga, que atrapa en un profundo sueo los despiertos sentidos."Es que la muerte ha venido a buscarme, la he espantado, pero no se ha ido". "S que all me esperan la Pablita, la Estafana y Margarita".Mara Josefa Saavedra Ingres como enfermera voluntaria de la Cruz Roja Boliviana en el Hospital Militar No.1, colaborando en la curacin de heridos y enfermos; en la provisin de vituallas y ropa; en la atencin de la seccin cartas de los familiares a los soldados y en la instruccin a las enfermeras. Con el grado simblico de Brigadier Mayor, prest atencin a los heridos que llegaban al Hospital Orihuela, situado en la ciudad de La Paz. Esta inquietud fue compartida con la seora Elena Zavala de Milner, con quien form el equipo de enfermeras.Francisca Nieto PandoNaci en Oruro el 2 de septiembre de 1904 y muri en La Paz, a los 97 aos, el 5 de abril de 2001. Realiz sus estudios en el colegio El Carmen de Oruro y en el Liceo de Seoritas de La Paz, ms tarde, en 1949, recibi el ttulo de enfermera profesional, labor que desempe durante toda su vida con entrega y sacrificio.Durante la Guerra del Chaco, sirvi en el Hospital Militar de Sangre N 1 y en el Hospital del Banco Central, los soldados heridos, a quienes cuidaba y atenda, la llamaban Mamita Panchita. De 1938 a 1940 fue enfermera jefe de la sala de operaciones del Hospital Antituberculoso de La Paz.Ms tarde, en 1944, cumpli esas mismas funciones en el Centro de Higiene Materno Infantil de la Cruz Roja Boliviana, visit y atendi, como representante de la Cruz Roja Boliviana, a los presos polticos de varios gobiernos, entre ellos a los confinados en la Isla de Coati del Lago Titicaca en 1942, y a los de Corocoro durante el gobierno del MNR. En esta misma etapa, atendi a los heridos de la revolucin del 52. En 1947, en varias ciudades del pas, impuls e inaugur el Desayuno Escolar, organizado por el Ministerio de Trabajo y Previsin Social. En 1948, fue designada presidenta del Cuerpo de Enfermeras de la Cruz Roja Boliviana.Estuvo en todos los desastres naturales y tragedias que se registraron en el pas llevando vituallas, medicamentos y alivio a los damnificados. De 1957 a 1962, fue la administradora del Restaurante del Nio de la Cruz Roja Boliviana y, de 1962 a 1968, fue Directora del Instituto de Rehabilitacin para Jvenes Carmen de Ernst, de la misma institucin. Durante el golpe de agosto de 1971, atendi a los heridos del Ejrcito y, a los pocos das, a los presos polticos del nuevo rgimen que guardaban detencin en distintos lugares.Por sus mritos, recibi la condecoracin Antonia Zalles de Cariaga, de la Cruz Roja Boliviana y Florence Nightingale, del CICR. En 1985, la Cruz Roja Boliviana instituy la medalla a la constancia con su nombre. Francisca Nieto Pando, Panchita, nunca se separ de la Cruz Roja Boliviana. Muri prcticamente sirviendo a quienes necesitaban de ayuda. Aqu en nuestra patria Bolivia, la mujer no se qued indiferente, concurri voluntariamente a los campos de batalla en el Alto de la Alianza y posteriormente en la Guerra del Chaco, mujeres de gran corazn y verdaderas patriotas, restaando heridas y curando a los enfermos, quienes recibieron de esas manos divinas el blsamo de bondad.Antonia Zalles de CariagaFilntropa, presidenta de la Sociedad Protectora de la Infancia (1927), entidad que prest apoyo a la niez abandonada. Durante la Guerra del Chaco, actu como enfermera en el frente y ms tarde como activista de instituciones femeninas que colaboraban en esa conflagracin. En 1933, particip en la fundacin de la Asociacin Femenina por Defensores de la Patria (ASFEDEPA), principal brazo de la Cruz Roja Boliviana de la que fue su primera Presidenta pacea, cargo que ejerci de 1937 a 1952. Fue este ao -1952- en que el gobierno del MNR intervino la institucin. Esta ltima circunstancia hizo que no pudiera ver reconocidos sus mritos y servicios prestados durante cuatro dcadas. Alicia Coso Fue de las primeras en ir al frente de batalla, Alicia Coso, mujer fuerte heroica y noble que trae en sus pupilas la impresin de todos los caminos y de todas las angustias. Guarda en su corazn como reliquia el ltimo encargo de los valientes y el postrer suspiro de los que se fueron para no volver ms. Alicia Coso, durante ochos meses ha visto desfilar por sus ojos centenares de heridos, acallando con maternal solicitud las inquietudes y los dolores fsicos, ha mitigado con igual cario la agona del mocetn de ojos azules, como el quejido del obrero y los estertores del indio.Desde muy pequea, le gustaba cuidar a los enfermos, bajo la direccin del doctor Ibez Benavente, trabaj algunos aos en el Hospital de Miraflores, una vez que se produjo el conflicto con el Paraguay ofreci sus servicios a la Cruz Roja, como contaba con varios aos de prctica la aceptaron destinndole inmediatamente a Fortn Muoz. Fue una de las primeras en partir al Chaco, dejaba su hogar y a sus ancianos padres, animada de una emocin profunda viaj en compaa de Anglica Merino, llevando la esperanza de ser til a la Patria.Ella relata en una entrevista: El camino fue largo y penoso, antes de llegar a Muoz tuve que intervenir en un accidente que tuvo lamentables consecuencias; mis recuerdos se confunden, he visto tanto, me hallo an bajo la impresin del estampido de los caones que rasgan el espacio con ligeras intermitencias, ruidos furiosos y ensordecedores, me parece que he soado, aqu un herido que con voz dolorida me peda que le ayudara a rezar, all un soldado que me confiaba sus ltimos encargos, otros que pedan al mdico que los diera de alta para ir nuevamente a la lnea de fuego, otros que averiguaban el curso de los combates, otros que en su delirio llamaban a sus madres, pero los ms queran abandonar el lecho para continuar en su puesto, combatiendo. Es admirable el valor de nuestros soldados.Su conducta ejemplar, su abnegacin y su competencia la colocan como a una digna enfermera, la nobleza de esta enfermera que bajo el sol calcinante del Chaco y en medio de los sacrificios que ofrece la vida de campaa ha sabido conquistar la gratitud de los heridos, merece tambin la recompensa de la Patria. Alicia Coso por sus innumerables servicios ha sido ascendida a Subteniente. Vicenta Paredes MierEl siguiente es un reporte oficial del Ejrcito boliviano que destaca su labor humanitaria:Del Informe Histrico del servicio prestado por el Cuerpo de Ambulancias del Ejrcito boliviano, desde su creacin hasta la repatriacin de su ltima seccin de heridos, presentado al Comit de la Asociacin Internacional de la Cruz Roja de Ginebra. (Antofagasta (Bolivia) 23 de marzo de 1972).La inspeccin de la lencera, de la cocina y la del aseo general fue encomendada a la espontnea colaboracin de algunas seoras que compartieron, hasta el fin, la ardua tarea de asistir a los heridos despus de la derrota. Adjunta a esta seccin, sirvi, desde la organizacin de las ambulancias, una seora modesta, sagaz y comedida llamada Vicenta Paredes Mier, natural de Tocopilla, de cuarenta y cinco a cincuenta aos de edad. Cuando se nos present, solicitando un puesto en el servicio de nuestros enfermos, en el hospital de la Legin, nos manifest que no tena pariente alguno; y que no pudiendo vivir en nuestro Litoral, en medio de los enemigos de su patria, haba preferido abandonar el hogar e ir al lado del Ejrcito, para seguirlo en la campaa y tener siquiera el placer de alcanzar un vaso de agua a sus compatriotas en el campo de batalla. Aceptamos su oficiosidad encargndole una seccin del servicio manual. Ms tarde, cuando salimos al campo, antes del combate del 26, reiter su ofrecimiento de seguir al Ejrcito, del que la disuadimos, hacindole ver lo embarazoso que sera para ella la movilidad frecuente en que poda estar aquel, y la idntica significacin que tena, moralmente, el servicio que quera prestar en el campo de batalla con el que poda continuar prestando a nuestros enfermos y nuestros heridos. No accedi a nuestras observaciones y desempe su rol con abnegacin en el campo de batalla.Un rasgo de conducta que la recomienda de una manera sobresaliente, aparte de la asiduidad, cario y prodigiosidad con que ha cuidado a nuestros heridos, hasta el da de partida de la ltima seccin de nuestra ambulancia general, es haberse desprendido de su cama en los primeros das despus del combate, para repartirla entre los heridos que se hallaban faltos de ella y pasar las noches, silenciosas, por ms de un mes, sobre una ligera estera. La recomienda el desinters con que ha prestado sus servicios, resignndose al pequeo pre de tropa que se le haba asignado en nuestro presupuesto, a pesar de carecer de un vestuario medianamente decente. La recomienda, en fin, el ltimo rasgo de su desprendimiento; haberse marchado nuevamente a su pobre casita de Tocopilla, despus de haber cumplido concienzudamente, el deber que se haba propuesto llevar para con sus compatriotas y cuando crea que sus servicios no eran ya necesarios, sin esperar la gratitud de una sola familia, de los heridos y enfermos, que haba cuidado con tanta abnegacin y esmero. Fue declarada Benemrita de la Patria por la Convencin Nacional de 1880. Muri en La Paz en 1904.El Diario el martes 8 de mayo de 1934, pag. 5.La seorita Tornero nos refiere sus impresiones captadas en su viaje a la lnea de fuego (La seorita Tornero, como representante de la mujer boliviana, supo estimular al soldado de las trincheras, as como al herido y al enfermo)En el hospital Ballivin, se me encomend distribuir entre los heridos y enfermos alegoras del artista Donoso Torres que llevaban constancia que el Chaco es boliviano. As lo hice, pero cuando pas junto a un prisionero paraguayo, este solicit que le hiciera partcipe del presente. Accediendo a la peticin, le obsequi una de las alegoras, juntamente con una cinta que representaba la tricolor nacional.Esta es la bandera boliviana? interrogo. Le respondieron que si, agreg:Qu hermosa es la bandera boliviana! La paraguaya es fea, cralo, seorita, le hablo con sinceridad: detesto mi nacionalidad de paraguayo y estoy en desacuerdo con los colores de mi bandera. Esta guerra tan desastrosa por cierto, nos ha enseado muchas cosas, entre ellas a comprender que combatimos entre hermanos por una tierra que al final de cuentas ser enajenada a los capitales extranjeros.En uno de los pabellones se encontraba un cautivo que me hizo llamar para dejarme un encargo:Seorita, me siento mal, advierto que una plancha de hielo se apodera de mi cuerpo, debo morir dentro de algunos momentos, tengo mi madre y llorar sin consuelo cuando sepa que su hijo ha muerto. Pero es necesario que lo sepa. Avise mi deceso a mi ta, la seora Salas que reside en Asuncin. Ella anoticiar a mi madre que sucumb vctima de la guerra, informe adems que no tengo pena, mi muerte como tantas otras es una consecuencia de la campaa blica.El moribundo no pudo proferir ninguna palabra ms. Poco despus expiraba en mis brazos pronunciando el nombre de su madre.La tragedia en los hospitales de sangreAll, en los hospitales de sangre, se observan los horrores de la guerra en toda su magnitud. Por eso pienso que en esos lugares hace ms falta la mujer porque tal vez el timbre de la voz femenina pueda significar algn consuelo para el herido o para el enfermo.Toda la tragedia de la hecatombe revive en los hospitales de sangre. Los mdicos cumplen con su deber en forma intachable. Es cierto que hay algunas deficiencias pero esto no se debe a los facultativos sino a que la Cruz Roja Boliviana no se preocupa en enviar mayores elementos sanitarios, es necesario que dicha institucin arrime con ms empeo el hombro a la tarea de remitir drogas y medicamentos.Las enfermeras paraguayas durante la Guerra del ChacoLas primeras enfermeras que viajan al Chaco con un pequeo maletn con el que tenan que ir a ver la situacin despus de Boquern a finales de 1932, bajo las rdenes de Mara Victoria Candia, una enfermera formada en Inglaterra y Francia. Con ella viajan Ertida Insaurralde, Alfreda Palacios -primera mdica cirujana, era de Maciel- y Georgina Dvalos. Toda la batalla de Boquern se libr solamente con camilleros y con enfermeros mal instruidos. Muchos eran estudiantes de odontologa.Uno de los graves problemas era la falta de formacin de enfermeras de guerra, acostumbradas a operar en condiciones no hospitalarias y con heridas de metrallas. De ah que he encontrado una carta del Dr. Mario de Finis, desde Nanawa en la que en febrero de 1933 dice que se precisan ms enfermeras para los distintos servicios de lneas. La gran mayora son semianalfabetas y apenas pueden desempear los menesteres de lavado y cocina y sugiere que se hagan cursos rpidos de enfermera elemental en Asuncin con la Srta. Candia (Mara Victoria), pero con personas ms inteligentes.

Conclusiones Se establece que el papel de las enfermeras durante la Guerra del Chaco fue de verdadero herosmo, por cuanto su actuacin fue de mucho valor y coraje. Es importante realizar una revisin histrica de los acontecimientos histricos ya que de esta forma entenderemos que algunos sucesos no pueden volver a ocurrir. Se debe reconocer el aporte de las mujeres y particularmente de las enfermeras, que cumplieron y cumplen con su deber mas all de lo que deben hacer, as ocurri a lo largo de la historia y as debe continuar ocurriendo en la actualidad.

BibliografaESTENSSORO VALDEZ, Renn con la investigacin de CANTUTA VELA, Mara Ana, HISTORIA DE LA CRUZ ROJA BOLIVIANA, Editorial Quatro Hnos, 2007.

MARZANA, Manuel, "La gran batalla, Memorias". Libro de 314 pginas editado por producciones "CINA" La Paz, Bolivia.

QUEREJAZU CALVO, Roberto, Prologuista del libro "La gran batalla".

ANEXOS

Las enfermeras de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia participaron en la Guerra del Chaco

Durante la Guerra del Chaco la mujer desarroll una gran labor como voluntaria.

Sala de heridos en el hospital de Villazn, 1935.

Mdicos, enfermeras y heridos de la guerra del Chaco en un Hospital de Sangre

Grupo de heridos de la Guerra del Chaco con enfermeras y mdicos, 1935.

Grupo de enfermeras que participaron en la contienda blica del Chaco, muchas de ellas ya no regresaron

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