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Rendón Bonilla Juan Carlos Sánchez Gaos Rodrigo Ensayo final: Seminario de comunicación Psicología del Arte y Comunicación El arte, como manifestación humana y medio simbólico de comunicación es poco considerado por la psicología. Esto resulta muy extraño si se considera que durante todo el proceso de desarrollo de la disciplina, ha existido un marcado interés por la mente, la creatividad y la conducta. La psicología como cuerpo teórico surge poco demarcado en su núcleo de análisis, al comienzo insostenible por sí mismo, indiferenciado de la filosofía y distintas vertientes de esta y con un porvenir impredecible. Con todo y su destino aún informe, aparece en el mundo con un ávido apetito por comprender el comportamiento humano y por abrirse paso entre los gremios académicos y círculos intelectuales del momento hasta merecer el mote de ciencia, con la ventaja y novedad de ser no solo ciencia humana sino también natural y social, en este aspecto comparada a las ramas encargadas del cuerpo humano pero encomendada al estudio de la mente, el alma, el cerebro o lo que se dejara ver por ahí mientras los psicólogos se asoman con curiosidad entre los distintos recovecos del ser. Aunque poco nos interesa aquí la historia de la psicología, no podemos dejar de recordarla y con ello mencionar una de las tendencias en las que tanto tiempo ha quedado estancada y que es además, en gran parte causa del reduccionismo que hoy día encaramos, el análisis de la conducta. Tampoco es nuestro interés retomar el conductismo (el enfoque cognitivo conductual, como se llama actualmente) pero tampoco podemos dejar de recordarlo. Más bien el interés aquí es tratar de encontrar puntos de encuentro entre distintas vertientes de la psicología y el estudio

Ensayo Arte y Comunicación

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Ensayo escolar Sobre la teoría psicológica del arte y la comunicación Vygotsky

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Rendón Bonilla Juan CarlosSánchez Gaos Rodrigo

Ensayo final: Seminario de comunicación

Psicología del Arte y Comunicación

El arte, como manifestación humana y medio simbólico de comunicación es poco considerado por la psicología. Esto resulta muy extraño si se considera que durante todo el proceso de desarrollo de la disciplina, ha existido un marcado interés por la mente, la creatividad y la conducta.

La psicología como cuerpo teórico surge poco demarcado en su núcleo de análisis, al comienzo insostenible por sí mismo,  indiferenciado de la filosofía y distintas vertientes de esta y con un porvenir impredecible. Con todo y su destino aún informe, aparece en el mundo con un ávido apetito por comprender el comportamiento humano y por abrirse paso entre los gremios académicos y círculos intelectuales del momento hasta merecer el mote de ciencia, con la ventaja y novedad de ser no solo ciencia humana sino también natural y social, en este aspecto comparada a las ramas encargadas del cuerpo humano pero encomendada al estudio de la mente, el alma, el cerebro o lo que se dejara ver por ahí mientras los psicólogos se asoman con curiosidad entre los distintos recovecos del ser.Aunque poco nos interesa aquí la historia de la psicología, no podemos dejar de recordarla y con ello mencionar una de las tendencias en las que tanto tiempo ha quedado estancada y que es además, en gran parte causa del reduccionismo que hoy día encaramos, el análisis de la conducta.Tampoco es nuestro interés retomar el conductismo (el enfoque cognitivo conductual, como se llama actualmente) pero tampoco podemos dejar de recordarlo. Más bien el interés aquí es tratar de encontrar puntos de encuentro entre distintas vertientes de la psicología y el estudio (analítico y comprensivo-interpretativo) del comportamiento humano, respecto al arte.

Es por tanto que existen dos razones poderosas que nos motivan a escribir estas líneas.La primera es en protesta hacia el reduccionismo. Estamos cansados de que nos digan (o nos vendan) que el ser humano es un cerebro, un análisis estadístico, un conjunto de patologías con nombre de cuadro clínico, una caja de respuestas, la pancita de la campana de Gaus, un sistema cibernético, etc; determinaciones que por sí mismas sólo reflejan una necesidad de certidumbre científica que ha optado por estudiar ahora al ser cerebro, al ser patológico, al ser adaptativo, al ser estadístico o al ser sistema, dejando de lado al ser humano. Rescatar el arte como tema de la psicología implica reivindicar a la disciplina como una aproximación genuinamente curiosa que no se limite al reduccionismo metodológico que rige actualmente a las demás “ciencias sociales”. El debate sobre la racionalidad de la ciencia quedó concluido con las ideas de pensadores como Popper, Kuhn, Lakatos y

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Feyerabend. Existen otras aproximaciones en la búsqueda del conocimiento y esto permite también explorar nuevos (o viejos) horizontes fenoménicos.

La segunda razones es en pro de una psicología más humana, sensible y completa. Por ello nos acercamos a uno de los campos que representan lo más humano, sensible y que ha su vez funge como un puente o complemento indispensable en la teoría de la comunicación: El Arte.

Creemos que la psicología y el arte tienen muchos puntos de encuentro, en especial retomando la personalidad multifacética de la psicología. La idea es bidireccional: se trata de saber cómo la psicología puede ayudarnos a entender al arte y al artista y asimismo, escuchar lo que el arte tiene que decirle a la psicología sobre el ser humano y las distintas maneras en que se le puede escuchar.  Este es un intento por articular elementos quizás aislados de esta ciencia humana y otros tantos del arte, auxiliándose también de la filosofía y la semiología.Se entiende que aquí el esfuerzo que se emprende es inabarcable en unas cuantas cuartillas, por ello nos esforzaremos en ofrecer un primer bosquejo que pueda servir en el futuro para enriquecer la discusión y generar más preguntas y más campos fértiles para abordar las cuestiones aquí planteadas de manera más profunda.

¿cómo comenzar a abordar algo tan aparentemente complejo? Dar una definición breve de lo que este concepto significa e implica no es una tarea fácil, pero como ya lo mencionó el gran Umberto Eco:“Existe un sentido en que preguntarse “qué es" el arte equivale a la pregunta metafísica "qué es el mundo"; pero elaborar una definición aproximativa del arte no significa pretender agotar el problema de una esencia del arte, sino elaborar un modelo de los fenómenos artísticos” (1963). Considerando estas palabras de Eco, nos limitaremos a hablar primero de las cualidades del arte, para poder posteriormente ver su valor como elemento comunicativo.

El arte tiene cualidades sustancialmente valiosas para el análisis de las formas expresivas. Las formas expresivas de naturaleza artística son profundamente ricas y fértiles como punto de partida para el análisis de las formas representacionales de las que es capaz el ser humano. Además, como práctica, el arte es especialmente rico, útil y valioso en la estimulación y ejercitación de las estructuras de pensamiento y de los sistemas representacionales y emocionales. Una de las propiedades del arte es que en él, se integran armónicamente diversas dimensiones como las pasiones, el raciocinio, la cultura, el misticismo, el sentido y la belleza. El arte además de ser un catalizador de emociones, es un reflejo de las estructuras sociales, de las expectativas y de las creencias sociales y personales, todo esto relacionado tanto con el psicoanálisis, la hermenéutica y el construccionismo social. Además de tener una virtud inherente que es la de ser capaz de representar ambos polos de cualquier valor o sentimiento como la bondad, la maldad, la luz y la oscuridad, esto siempre es llevado a cabo de una manera constructiva y estética, por lo cual es perfectamente gozable tanto en la práctica como en la contemplación. El arte nos acerca a la parte más humana

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de nuestro ser. Nos vemos reflejados en ella, permitiéndonos conocernos más y apreciar nuestro lado más íntimo además de conectarnos con el misticismo de nuestros ancestros, nuestros dioses, del universo y la naturaleza. Además, el arte representa un espacio privilegiado en donde se pueden dejar fluir libremente nuestras pasiones liberándonos de nuestros fantasmas personales, adelgazando el peso de las normas sociales y funcionando excelentemente como catalizador y promotor social y cultural. Otro aspecto característico del arte es la polisemia o la característica de utilizar los signos de una manera libre, ambigua, abierta a posibilidades múltiples de interpretación y catártica siendo el arte un campo donde además de ser la obra de arte una representación de nuestra realidad, la obra de arte se basta a sí mismo para generar realidades múltiples del sentido y del significado.

Habiendo mencionado ciertas características del arte de manera general, pasaremos a hablar del arte en su dimensión simbólica comunicativa.Como elemento comunicativo, al arte se le da un lugar fundamental en la antropología. Recordemos la obra del renombrado antropólogo Clifford Geertz, quien argumenta que la cultura es una red de significados y sentidos compartida socialmente, creada a partir de la interacción entre individuos y que puede consecuentemente ser interpretada como un texto literario a través de sus símbolos. Toda obra de arte forma parte de este código a descifrar, es un símbolo o un conjunto de símbolos que dependen de otro (alter) para que tengan sentido. Ideas similares a las de Geerts pueden encontrarse en Bakhtin; a través de su obra, este teórico de origen Ruso, sostiene que todo lo que se considera una obra de arte, como la literatura, se orienta a si misma a una expresión multifacética y comunicación hacia su audiencia. Para Bakhtin, el arte es un vehículo orientado hacia la interacción con su audiencia de modo que pueda expresar o comunicar algo. Otra postura que nos permite entender la labor comunicativa y mediadora del arte, es el Interaccionismo Simbólico. Si bien, esta teoría fue desarrollada por varios autores distintos (notablemente Mead, Dewey y James), es Blumer (alumno de Mead) quien, a nuestro parecer, hace la mejor síntesis y desarrollo de la visión. Blumer establece que hay 3 premisas fundamentales del Interaccionismo Simbólico:La primera es que las personas actuamos hacia las cosas en base en el significado que estas tengan para nosotros, la segunda es dichos significados surgen de la interacción con otras personas y la tercera es que los significados son tratados y modificados por un proceso interpretativo efectuado por la persona que hace uso de las cosas. Una vez que entendemos la importancia de lo simbólico en devenir humano y que el arte no es más que una expresión más que necesita interpretarse y que juega un papel importante en la comunicación humana, podemos avanzar a la teoría que, en nuestra opinión, desarrolla el tema del Arte de manera más completa.

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Desde diversos campos, la psicología ha abordado al arte y al genio musical y les ha conceptualizado de distintas maneras, algunas fértiles y algunas no tanto. Aquí, nos centraremos en el desarrollo de la comunicación mediada por signos, que nos conduce a la maravillosa teoría de Vygotsky, que es considerada aquí especial por su paralelo entramado con el mundo del arte, del cual, se sabe que Vygotsky es allegado.Este pensador, desde temprana edad, tiene un acercamiento al arte, principalmente el teatro y la literatura, que dejará profunda huella en su posterior obra. Su primer obra importante (exceptuando los múltiples ensayos que escribió como estudiante) fue su tesis doctoral titulada Psicología del Arte (1965). Después de eso, la psicología sería su pasión, siempre con un objetivo último en mente: develar los misterios del pensamiento humano y primordialmente aquello que precisamente hace que el humano sea un ser humano, sumergiéndose así en los entramados de la representación del mundo por medio del signo, el aprendizaje de ellos y la mediación entre el mundo y el sujeto por medio de ellos.Un eje fundamental de la teoría de Vygotsky, es la vida social en la que vivimos inmersos pues según sus planteamientos, cada obra de arte es una entidad compleja cuyo análisis y entendimiento no pueden ser reducidos al fruto particular de la vida personal de un sujeto como creador, aislado de un marco social y mucho menos a un exclusivo campo cognitivo de este, más bien una obra de arte es un fruto (reflejo) cosechado del trabajo mental y estético impreso sobre un contenido de base, a saber materia prima, tomado de la realidad y transformado por los sistemas mentales del artista según sus deseos e intenciones expresivas. Sin embargo, también es posible analizar a la obra de arte como ajena a su creador y para ello, Vygotsky utiliza la metáfora de un ente con vida propia, un organismo que se cultiva en la mente creadora y al momento de germinar se distiende en el mundo real como huella y testimonio del mismo genio creador, portadora de su ideología y emociones pero a la vez posible de tomar por otros sujetos para ser interpretada y apreciada por ellos.Conceptualmente, la comunicación se aborda como la  interacción mediada por signos entre dos o más sujetos, inmersos en un cuerpo social, del cual adquieren un acervo de signos que por una larga historia de convenios sociales, han adquirido significados generalizados, más no estáticos. Este acervo de signos del cual se apropia el sujeto, constituye el arsenal comunicativo con el cual se desenvolverá en el mundo. Para conceptualizar la comunicación es importante a la vez, tener en cuenta múltiples dimensiones del proceso, la planeación de la información que se quiere transmitir y la forma de transmitirlo, es decir, el performance del mensaje, que juntos constituyen el acto del habla. En este punto son sumamente importantes algunas consideraciones. Primero, que quien emite el mensaje, lo haga de tal manera que su interlocutor pueda entenderlo, es decir que ha de ser planeado de forma que al articular los signos que utilizará en la transmisión de su mensaje, han de ser elegidos los que mejor representen la información que se desea dar a conocer. Segundo, para que esto sea posible, debe haber un acervo común entre quien emite el mensaje y quien o quienes lo recibirán, de manera que estos últimos puedan descifrar lo que el emisor quiere dar a entender con su articulación de signos. Y tercero, que dependiendo del contexto, la comunicación adquiere múltiples y muy variados

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matices que influenciarán fuertemente la forma tanto de planear el mensaje como de escucharlo.Con estos presupuestos básicos, en concordancia con los de Vygotsky, desarrollaremos nuestra argumentación sobre el arte y la forma en que nos puede enriquecer como psicólogos pero más allá de eso, como seres humanos.En un artículo publicado en el 2008, González Rey, estudioso de Vygotsky y además de vena marxista, nos da una breve reseña sobre los motivos que han determinado que el mundo del arte permaneciera distante del mundo de la psicología. Nos platica como con la instauración del sistema económico capitalista y con él la consolidación de una ideología tecnocrática, dogmática y atravesada por los dogmas empirista y racionalista, en la ciencia no había cabida alguna para temas tan “superfluos” como el arte. Este momento histórico conocido como el periodo moderno de las ciencias la historia guarda un profundo ideal de progreso y evolución de la humanidad hacia horizontes científicos inimaginables pero todo esto a costa misma de la humanidad que habría de pagar como precio de entrada a esta utopía su humanidad misma y por si fuera poco, el abuso en el aprovechamiento y consumo de las fuerzas y materias primas naturales. Tan ciegos fueron para dejar de lado de manera tan cínica  sus capacidades creadoras, no en el ámbito científico-tecnológico, si no es su arista artística.

“El arte es expresión de una de las capacidades más asombrosas del ser humano; la capacidad de trascender todo el conjunto de condiciones objetivas que le rodean, favoreciendo alternativas de acción que conducen a nuevas opciones para el desarrollo humano. El desarrollo humano no se produce por las alternativas objetivas que aparentemente lo definen, sino por opciones de producción subjetiva imposibles de ser reguladas desde fuera de la propia dinámica en que se engendran, de lo cual el arte es una excelente expresión. En este sentido, el arte pasa a ser una excelente vía para el estudio de la subjetividad y del funcionamiento social de un determinado momento histórico, como lo han demostrado una infinita cantidad de autores en las diferentes disciplinas artísticas. En su carácter contestatario y contradictorio representa una fuente única para interpretar algunas de las tendencias de la sociedad en la que nace”.

González Rey realizará en este artículo un análisis denso sobre dos cualidades humanas que fueron excluidas de los gremios académicos y que Vygotsky retoma en su teoría desde los inicios de su trayectoria: La fantasía y la imaginación; procesos que “se legitiman por los nuevos modelos y opciones que nos permiten construir nuevas representaciones sobre el hombre y el mundo”, siendo entonces el arte la expresión de formas novedosas de ver y pensar el mundo, lo cual nos permite generar opciones revolucionarias (en un sentido novedoso) sobre cómo el ser humano puede (re)pensarse a sí mismo, en una búsqueda por cultivar virtudes y valores orientados a mejorar nuestro mundo humano.En La psicología del Arte, Vygotsky menciona lo siguiente, dando por hecho que para el humano existen tanto una realidad interna como una externa que se médian entre sí permitiéndole desenvolverse en el mundo: “todas nuestras vivencias fantásticas y no reales, en esencia ocurren sobre una base emocional completamente real. Así, nosotros vemos que el sentimiento y la

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fantasía representan no dos procesos separados uno de otro, sino, en esencia uno y un mismo proceso, y nosotros correctamente observamos la fantasía, como la expresión central de una reacción emocional” (1965).El punto de partida queda aquí casi completamente asentado para Vygotsky. Tanto la fantasía como la imaginación son funciones psíquicas inherentes al ser humano pero jamás una separada de la otra y a la vez estas, nunca disociadas de las demás funciones mentales humanas, entre las cuales, enfatiza a la emotividad que tiempo después conceptualiza además, relacionada a la dimensión del deseo del ser humano. Como punto final, la siguiente cita termina de sentar las bases para una teoría psicológica con un amplísimo margen abarcativo y de corte comprensivo-interpretativo, más que explicativo como tal: “Mientras nos limitemos al análisis de los procesos que ocurren en la conciencia, no podremos encontrar respuesta a las  cuestiones más esenciales de la psicología del arte”.De esta manera tan brillante y sensible, Vygotsky nos abre un mundo entero sobre el cual dilucidar. Efectivamente, sería mucho decir que Vygotsky sería el mesías de un paradigma revolucionario pues podemos encontrar sin dificultad, puntos de encuentro entre sus presupuestos y los de otras ramas del conocimiento como el psicoanálisis, la hermenéutica, la filosofía, la política y sobre todo, con la psicología ya existente y a este respecto, cabría mencionar que realmente él no ha inventado una nueva área el conocimiento, más bien su genio radica en la forma de articular campos que en apariencia eran inconexos.En resumen, Vygotsky parte de los presupuestos de que el ser humano posee un sistema cognitivo inherente llamado mente, compuesto de varios elementos o núcleos mentales y que además esta mente es capaz de llevar a cabo múltiples funciones psíquicas, a saber, la memoria, la imaginación, el lenguaje, la representación simbólica, la emotividad, etc. y que además existe una parte inconsciente que influye a los procesos conscientes pero que además es influida por estos en relación dialéctica. Vygotsky no desea partir de la existencia de estructuras mentales fijas que llevan a cabo tal o cual labor especializada sino que habla de una compleja red de sistemas mentales cuya colaboración permiten operar funciones mentales; quizás, como si cada uno de estos sistemas mentales (conscientes o no) tuvieran a su disposición y a la vez fabricaran herramientas que la mente como sistema articulador es capaz de aprovechar y poner en juego para el procesamiento de las informaciones que tiene a su alcance de una manera dinámica y cooperativa. De tal forma la complejidad de la información que es posible de ser procesada, depende de la multiplicidad de sistemas que puedan cooperar a la vez en un proceso.Por ejemplo, es bien sabida la importancia que le da Vigotsky a la aparición del lenguaje y la cualidad de éste de ser el promotor más famoso de los procesos mentales superiores como los llama Vygotsky. ¿A qué se debe esto? El aprendizaje de un acervo de vocabulario no es en sí, el meollo del asunto. Más bien, el lenguaje es tan enriquecedor para la mente debido a que como estructura de comunicación, permite articular la esencia de distintas funciones mentales. Es así que la memoria, la imaginación, la planeación, las emociones, las sensaciones y percepciones, que representan información que ya de antemano es procesada por el humano antes de la aparición del lenguaje, dejan de ser informaciones aisladas o articuladas de una manera

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rudimentaria e inefectiva para la comunicación y la representación abstracta y son ahora articuladas por un elegante aparato lingüístico que permite comunicar de manera más eficiente lo que el sujeto piensa, desea, quiere y recuerda y por si esto fuera poco, permite también la representación simbólica y la metaforización (inicio de la poesía), funciones y procesos que pertenecen ahora al mundo subjetivo del sujeto pero que pueden a la vez ser expresados y tener un impacto real en el mundo social.Ahora bien, el arte como expresión comunicación, tiene características fundamentales que le diferencian de los demás estilos comunicativos. La primer característica es que a diferencia de los distintos tipos de comunicación, en el arte el componente que más se exalta y se potencia es el emotivo. Cuando un artista crea, es movido infaliblemente por vivencias emocionales que se articulan con las distintas funciones mentales para dar forma a la obra formal. Tales emociones constituyen un trasfondo que atraviesa la expresión y esta función de la obra es la que el artista planea y busca para transmitir aunque de manera velada, tales emociones codificadas en signos, los cuales cobran vida al ser apreciados por el espectador.Otra característica es que una obra de arte está pensada para ser apreciada. Es difícil imaginar una obra que permanece en el anonimato perpetuo. Es naturaleza del hombre expresar y este tipo de obras van siempre destinadas a ser leídas, vistas, sentidas o escuchadas, aunque sea por el autor mismo. Es por tanto que la planeación de la obra, por decirlo así, la codificación del mensaje de fondo, es influenciada en mayor o menor medida por el público al que va dirigida. Los signos que se utilizan para transmitir determinado mensaje son elegidos para ser descifrados, cual si se envolviera la emoción o la idea que se ha de transmitir solo para ser develada por el público. Esto, de manera similar al proceso de seducción en donde un(a) amante, ha de elegir las prendas adecuadas para despertar el deseo de su pareja y ser objeto de fantasía donde es aquello que está velado lo que se desea conocer pero a la vez, si no existiera esta investidura semiótica, carecería de sentido la apreciación, la aventura.Además de esto pero en la misma línea, la tercer cualidad del arte es que su vestimenta por excelencia es la polisemia. Aquí no se pretenden significados fijos e inalterables como en otros métodos comunicativos. Lo que aquí se busca es envolver nuestra creación con signos ambiguos, vagos, difusos, cargados fuertemente de significación pero a la vez posibles de ser leídos e interpretados de múltiples maneras, susceptibles de ser y no ser a la vez, cualidad, a propósito, que despierte en el sujeto un estado de confusión embriagante, debate entre las múltiples realidades alcanzables por medio del signo; cualidad que nos permite trascender las limitaciones de la realidad, que se ejemplifican en el dilema al que se somete Hamlet, “ser o no ser”; aquí el signo puede ser y no ser al mismo tiempo y además de eso ser una cosa completamente distinta o todo lo contrario por medio de la metáfora.Una cuarta cualidad, es la sutileza. El artista debe pensar concienzudamente sobre cómo utilizar sus herramientas una vez que ha descubierto la cualidad polisémica del arte. No es lo mismo realizar un análisis crítico sobre la utilización de los signos en una obra de arte que estar frente a la obra misma. La forma de articular nuestra expresión mediante la representación artística está plagada de una sutileza tal, que encontrar todos los elementos componentes de la obra amalgamados, unidos en una relación orgánica e

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indisolubles no resulte desagradable a la apreciación. Por ejemplo, al escribir este ensayo y escribir de manera que quizás las ideas se atropellan unas a otras, demuestra una carencia de talento en la redacción de trabajos académicos, pues para los propósitos de esta obra, los componentes deben ser organizados de una manera ordenada, cuidada y entendible a la razón. En el arte es todo lo contrario, el orden deja de ser prioridad y en su lugar se postula la emotividad, la catarsis. Es entonces que para cumplir tal propósito, el artista debe encontrar una manera sútil de articulación y organicidad para el corpus artístico de su obra.Estas cuatro características dotan al arte de una sustancialidad especial que nos transportan a otros mundos, en palabras de Vygotsky, la realidad subjetiva se impone a la realidad del mundo como una forma de transformación de la realidad. Es entonces que cobra sentido la frase de Vygotsky (1965) sobre el punto de partida del arte: “Todo esfuerzo creativo parte de una primigenia inconformidad con la realidad”.Jové Pérez (2002) nos recapitula varios de los pensamientos de Vygotsky en varias de sus entregas, en este caso en Arte, Psicología y Educación, nos habla sobre las consideraciones vigotskianas sobre el aprendizaje del pensamiento artístico.Menciona que para aprender a expresar las emociones es necesario generar consciencia sobre la Ley de la doble manifestación… “Las emociones se expresan mediante la mímica, la gestualidad, los tonos de voz, se expresan a través del cuerpo. Son sus manifestaciones periféricas. Pero a su vez, las emociones tienen otro ámbito de manifestación: la propia vida mental. Inciden en el devenir interno de las acciones mentales”. (Jové Pérez, 2002)Así pues, queda más que claro, que en la dimensión del performance, el artista debe conocer bien las diversas formas de expresión de que es capaz el cuerpo y la voz humana o en su defecto, cualquier expresión plástica, literaria  musical. Se trata de generar una especie de “sinestesia consciente” sobre la manera en que se es impactado por el estímulo artístico. Esta sinestesia no es en sí perceptual de una manera psicofísica, más bien, es metafórica. Por ejemplo, Cuando Tchaikovsky escribe la música del lago de los cisnes, lo hace bajo las instrucciones del coreógrafo del famoso ballet. Entonces Tchaikovsky es retado a poner en juego las representaciones que él puede figurar representadas musicalmente pero acorde a los movimientos de los bailarines que son a veces suaves y a veces bruscos, eufóricos, apasionados. Como es notable, el famoso compositor ruso no tiene mayor problema para expresar la movilidad corporal en notas musicales y traslada la espacialidad escénica a una espacialidad musical. El resultado fue tal que la relación de instrucción entre coreógrafo y compositor fue posteriormente de mutua retroalimentación pues debido a la sinceridad y la intensidad emotiva de la composición musical, también la coreografía fue adaptada en algunos puntos para expresar mejor ciertos matices que antes no habían sido contemplados hasta la integración de la orquestación, resultando así en lo que la crítica artística llamaría en alguna ocasión el arte absoluto, no por ser la máxima exponencia artística humana sino por sublimar a un punto tan álgido las posibilidades expresivas de la obra.Ahora bien,  en este punto hay que ir quizás con un poco de cuidado pues hay que entender, aunque sea de manera reiterativa, que tal ejemplo de sublimación artística es posible no solo gracias a la exhumación de una

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inspiración mística. En términos de la teoría vigotskiana, tal sutileza e incorporación orgánica de tan diversos elementos en un todo, es debido a que “las funciones psíquicas forman un todo interdependiente en el que lo emocional siempre desempeña un papel crucial”. (Jové Pérez, 2002)En el acto performativo de la comunicación podemos encontrar tal cual de manera transparente, un ejemplo de lo que acabamos de describir. Cuando Juan Rulfo menciona en Pedro Páramo como uno de los personajes interpela a otro “con una voz deshilachada”, se lleva a cabo un complejo juego de percepciones. En primer lugar, se nos lanza a nosotros la pregunta de cómo suena una voz deshilachada, poniendo a prueba nuestra capacidad metafórica pero además, el mismo Juan Rulfo expone un artilugio poético al utilizar tal expresión, plasmando en el texto un signo que nos envuelve con una incógnita que ha de ser descifrada.

De este análisis deriva nuestra postura de que el arte, más allá de ser un lenguaje particular, es un componente fundamental del desarrollo humano. La fuerza creadora es innata en el ser humano y su expresión en forma de obras de arte sirve como indicador de la importancia que tienen las emociones y lo no fácilmente comunicable en nuestras vidas. No profundizar en el significado que tiene el arte y la forma en la que los símbolos metafóricos interactúan con otros más lógicos y prácticos es renunciar a una parte de interacción humana de suma importancia. La psicología no puede abandonar el arte como objeto de estudio porque esto sería como renunciar al lenguaje o al comer como objeto de estudio. Si creamos, es porque hay un alter hacia el cual esta dirigida nuestra creación. Si el lenguaje es pensamiento, el arte es emoción y esta sujeto a interpretarse y a valorarse como algo significativo para las personas involucradas que lo producen y asimilan.

En conclusión podemos decir que el arte como componente simbólico y comunicativo es fundamental en lo humano y la psicología necesita hacer uso del desarrollo existente del tema y abordarlo con seriedad y compromiso si es que pretende comprender al humano, la mente, el pensamiento y las emociones. Hay mucho campo por recorrer, pero incorporar el arte como tema pilar de la psicología podría conducirla a convertirse en esa disciplina fundadora con la que soñaba Dilthey que permitiera establecer cómo es que se generan los nexos de significado que tenemos en relación con las cosas.