26
Universidad de Chile Magíster en Análisis Sistémico Aplicado a Sociedad Intervención Social y Políticas Públicas Articulando perspectivas para articular sociedad Ensayo final de cierre de semestre

ensayo de intervención social

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: ensayo de intervención social

Universidad de Chile Magíster en Análisis Sistémico Aplicado a SociedadIntervención Social y Políticas Públicas

Articulando perspectivas para articular sociedadEnsayo final de cierre de semestre

Estudiante: Daniel Collinao PonceProfesores: Isabel Piper

Francisca FernándezTutor: César Mariñez

Introducción

Page 2: ensayo de intervención social

Este ensayo pretende tomar algunos conceptos desarrollados por la psicología social y otras disciplinas involucradas en prácticas de Intervención Social principalmente. La idea central de este recorrido será poder responder a una inquietud que si bien la plasmo personal e individualmente aquí en este trabajo, se “articula” con el conjunto de comunicaciones y prácticas que se desarrollan entre grupos de personas cuyas aspiraciones están bastante lejanas y hoy en día cada vez más, de las que tradicionalmente de han postulado, de parte de las diversas corrientes de pensamiento en pugna por la legitimidad y de una u otra manera, el poder, de lograr una escena social cuyas pautas no estén de antemano definidas por un dramaturgo ni dirigidas por un director. Esta perspectiva, anárquica sobretodo, debe ser especificada puesto que si bien puedes ser ubicada en plano público por los diversos modos en que se le puede referir – desde grupos contraculturales, centros de estudios hasta los insurreccionalistas -, lo cierto es que el pasado de esta perspectiva cuentan hoy en día con una renovación teórica que no logra relevarse con nitidez, en los escenarios académicos, puesto que nunca fue una perspectiva que se sintiera cómoda dentro de estos espacios ni mucho menos es bien tratada en los mismos. La perspectiva anarquista que deseo ensayar en este texto puede ser identificada como aquella que se dedica al levantamiento de organizaciones sociales. No voy a adentrarme en una mayor explicación de la idea pues estaría tratándola como ideología y prefiero más bien situarla como una premisa básica que abre un horizonte de expectativas que orientaría determinadas prácticas y podría admitir una infinidad de sistemas teóricos toda vez que estos puedan ser modificados, alterados, según las necesidades de los miembros del grupo, organización, o comunidad de que se trate y que en la medida en que se estime que la única premisa “casi – incuestionable” que debe respetarse, es la del diálogo, puesto que es ésta operación básica y elemental la que abriría las posibilidades de manipular colectivamente el sentido o los sentidos que predominarán en las operaciones comunicativas que sustentan a la sociedad, o al menos al sistema – entorno inmediato en referencias luhmanianas, que afectan la sobrevida de los miembros.De todas maneras, para dar ciertas referencias al lector o lectora de un trabajo como el que aquí se expone, sugiero como referencias clásicas las obras de Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Reclus, Rocker y Malatesta. Como algo más actual conviene leer a Murray Bookchin, Negri, Colombo, Loureau, etc.En todo caso, y como para ilustrar lo que se plantea aquí con una vaga idea de anarquismo “aplicado a la problematización de la intervención social”, se puede decir con casi absoluta confianza que no es necesario remitirse sólo a teorías que pinten como emblemáticas, ya sean estas clásicas o incluso pos – anarquistas. La realidad que se pretende esbozar en este ensayo, mediante un recorrido seleccionado de términos relativos principalmente a la Intervención Social, se haya en inspirado sobretodo en las posibilidades que se abren con las perspectivas de los paradigmas constructivistas radicales, métodos tan maleables como la etnometodología y por supuesto, la interesante propuesta de la perspectiva situada, la cual puede ser planteada incluso ¡como una anti-intervención! Esto no es menor cuando uno pertenece a grupos de nómades teórico – prácticos que persiguen quimeras lejanas a todo lo normalmente planteado. Encontrarlo en la academia no es extraño, lo extraño es que algún anarquista lo aprenda y logre comunicarlo de alguna forma, para que las labores de organización social que son atendibles como una especie de intervención, tengan procesos más vigorosos y renueven tejidos culturales al respecto. Si lo que el anarquismo plantea en términos elementales es una sociedad autorregulada básicamente un acceso al diálogo que construye realidades cognitivas, procesos legitimadores y deliberantes inclusivos además de acceso total a las tomas de decisiones

Page 3: ensayo de intervención social

que afectan la vida de todos, el constructivismo crítico, defensor de ésta premisa básica, será su aliado. En palabras de Piper:

‘Para dicha perspectiva, aquello que la psicología convencional llama entidades mentales o en otra clave aparato psíquico, no tiene su origen dentro de la cabeza de la gente, ni tampoco son internalizaciones producidas en la vinculación con un ámbito exterior. Éstas son en sí mismas procesos sociales (y por tanto simbólicos) constituyentes y constituidas de aquello que llamamos subjetividad.’ (Piper, I. 2007)

I En busca de una perspectiva particular

Una perspectiva antropológica y libertaria de la autogestión en los grupos, comunidades y organizaciones, no es un tema nuevo. Se podría leer o entender como si se tratara de un tópico histórico entre las corrientes de pensamiento desarrolladas en occidente. De todas formas es complicado afirmar una relación continua, unitaria, coherente. Se trata más bien de un tópico que emerge entre discursos y cursos de acciones. Tal vez concatenaciones o incluso semi-concatenaciones, las cuales no están plenamente vinculadas. Motivos que se construyen o emergen no siempre de la misma manera. Este punto de partida nos sirve para plantear al menos una óptica abierta, “al estilo del constructivismo radical”, que se imprime más bien como una estrategia para plantear una epistemología anarquista y hermenéutica, que incluya una serie de fenómenos que sin constituirse en unidades plenamente formadas, pueden ser indicados como paradigmáticos. Podemos hablar de ideas asociadas a este tipo de perspectiva, a esta estrategia para tratar de relacionar formas emergentes y en continuos movimientos de actualización o desaparición de “la escena de la historia y la sociedad”: libertad, progreso, racionalidad, fraternidad, bien común, bienestar, Estado, modernidad, calidad de vida, justicia social, y otras más, se verán convocadas por diferentes momentos, pensamientos, pugnas ideológicas, que coagulan discursos y semánticas que articulan el pensamiento y la acción individual con la conformación de “estructuras sociales”. Articulaciones que se retroalimentan en sí y que son a su vez reintroducidas como materia de análisis y reflexión, con la aparente intención de fomentar ya sea el cambio o la conservación de determinado “estado de cosas” en la sociedad. Desde esta última afirmación, podemos señalar la relevancia que ha alcanzado hasta “nuestro tiempo”, ese esfuerzo que aquí señalamos con el nombre de Intervención Social, actividad de reconocida pertenencia de las ciencias sociales y otras prácticas profesionales afines.

Si en el discurso clínico, el médico es sucesivamente el interrogador soberano y directo, el ojo que mira, el dedo que toca, el órgano de desciframiento de los signos, el punto de integración de descripciones ya hechas, el técnico de laboratorio, es porque todo un haz de relaciones se encuentra en juego.

Michel Foucault, La arqueología del saber. Pg. 87

Page 4: ensayo de intervención social

II La historia y la contingencia

Podríamos decir en primer lugar que la Intervención Social es un concepto moderno, vinculado a la observación y abordaje de una amplia gama de fenómenos que se interpretan como constituidos socialmente: la pobreza, el desarrollo, el progreso, la educación, la salud, la economía, la política de la democracia, etc.De lo anterior podemos decir además, que tanto por derivación desde los centros de decisión como por convocación u exigencia de parte de ciertos sectores de la sociedad, la Intervención Social se debate en el plano de la contingencia: lo que es, lo que ha sido y lo que podría ser, y de cómo se construyen diversas visiones, desde las más diversas y superpuestas posiciones. Esto necesariamente implicará una mirada histórica de los supuestos que permiten la expresión y por lo mismo, la existencia de problemas sociales. No habrá entonces, Intervención Social sin observación de relatos, de indicación de procesos, de conformación cultural, de “existencia” de referentes, de tradiciones, etc. Y esto, no vales solo para el abordaje de “la zona de intervención”.Habría entonces que abordar aunque sea parte de la historia de la llamada Intervención Social y las disciplinas que se hacen cargo de ella también, para saber de qué hablamos cuando hablamos de ella, y qué es lo que se hace cuando se piensa “intervenir”, en qué se pensó desde la aparición del concepto y sus asociados, y qué de ello vale todavía para el presente y el “presente futuro”. Desde la época de la crisis de la modernidad a fines de los 60s, pareciera entonces que es necesario reconstruirlo todo y observar estos instrumentos de observación. Y esta labor solo es posible realizarla mediante los propios insumos que han generado las situaciones favorables como los problemas. Es decir, se hace necesaria la colaboración del lenguaje mismo, y del lenguaje de todas las ciencias y disciplinas envueltas en este embrollo, para obtener “algo más”. En principio, es muy posible que para esta labor, ocupen un lugar privilegiado el propio lenguaje como se ha dicho y la historia. Esto, a pesar de que las disciplinas históricas sirvan más para aumentar los motivos de disputas y discensos que lograr acuerdos. Mucho menos unanimidades. Entonces, ¿qué razones pueden hallarse para comprender desde la historia, las características, las funciones, las definiciones y las funciones de una actividad conocida como Intervención Social?Como diría Gergen, refiriéndose a la psicología social, una de las disciplinas que ha protagonizado el debate de la llamada “crisis de las ciencias sociales” y por supuesto, el debate sobre las llamadas “Intervenciones Sociales”: la psicología social es una historia. Afirmación ésta, extendible también a otras disciplinas que posan sus ojos sobre los llamados fenómenos sociales, y que trabajan con esa materia inasible que es la vida en las sociedades humanas. Nómbrense: Trabajo Social, Sociología, Antropología, Psicología y accesoriamente, los llamados Educadores. Indudablemente que esto a su vez trae consecuencias para la definición y la práctica, para la guía de las acciones en suma que se realizarían bajo el nunca muy comprendido término de la Intervención Social. De acuerdo al trabajo plasmado por Ibañez en su libro Aproximaciones a la Psicología Social (capítulos I y II) la autoconciencia de los estudiantes y los propios psicólogos con respecto a esta materia, está en gran parte determinada por las elecciones historiográficas de William Allport en el clásico Handbook of Social Psychology (1954 y 1968). Este autor de marcada tendencia positivista es el encargado de escribir lo que sería mencionado y entendido como la historia oficial de la psicología social. En este texto reseña por ejemplo que el primero en descubrir las materias propias de la psicología social tal cual como se abordarían para el siglo XX, sería Augusto Comte. Ibañes observa con agudeza que elecciones como ésta, no sólo prestan una lectura descriptiva sino que también descriptiva. De otro modo no podría

Page 5: ensayo de intervención social

habérsele entregado a la psicología social esas marcas identitarias tan ligadas al modelo positivista, que sería por mucho tiempo - incluso hoy, aunque con atenuantes - , comprendida como “la corriente dominante”. Es una declaración fáctica que marcaría gran parte de la “joven disciplina”, que quedaría sujeta a las definiciones de esta “voz oficial” que ligaría no sólo a la psicología social por efecto paradigmático, sino que a toda las ciencias sociales, al modus operandi de las ciencias naturales.Esta corriente por lo tanto, se alimenta de una historia basada en las comprensiones emergentes de la racionalidad científica moderna, cuya forma de construir los conocimientos sigue las formulaciones surgidas en el siglo XVI y XVII en Europa, plasmadas en las obras de hombres como Copérnico, Descartes, Galileo, Newton, etc.Este tipo de matrices históricas tan poco cuestionadas hasta los 70s, con la llamada “crisis de las ciencias sociales” (con la obra de autores como Gergen entre otros), promociona que:

‘Estos psicólogos adoptaron los presuntos métodos de investigación de las ciencias naturales y físicas, que en el tiempo eran propagados por los filósofos del «positivismo lógico». Los positivistas lógicos defendían que las ciencias, física, natural y social, son todas la misma ciencia y que el mismo enfoque básico era aplicable a todas ellas, en concreto, el enfoque de las ciencias físicas; asimismo defendían que las expresiones abstractas que no se refieren a lo concreto, a entidades físicas observables, no deberían ser admitidas en el discurso científico — la significación de una declaración o expresión consiste en el método por el cual se comprueba. Esto se interpretó como que la psicología debería proceder formulando predicciones específicas sobre la conducta observable, las cuales eran empíricamente falsables, por lo general a través del experimento [Armistead, 1974, pp. 11-12].En la base de un planteamiento de este tipo se encuentra una creencia incuestionable acerca de la realidad y su papel en la producción de conocimiento científico. Tal creencia se expresa en una simple formulación que consiste en la afirmación de la existencia de /a realidad como algo independiente de la acción humana.’ (Domenech e Ibañez, 1998)

La última frase de la cita nos permitirá también dirigir la atención al hecho de que este tipo “certeza epistemológica y cognitiva”, funciona eficiente y eficazmente como un credo, aminorando los motivos para inquietarse por los efectos de la constitución histórica no sólo del conocimiento producido por sus métodos sino que también por la constitución histórica de la historia de su propia disciplina, dando por sentada la historia oficial, como si se tratase de la única lectura histórica posible. Es la fe absoluta en el enunciado de los hechos.

III Definiciones de la Intervención Social asociadas a su historia

La Intervención Social es:

…‘la acción organizada de un conjunto de individuos frente a problemáticas sociales no resueltas en la sociedad a partir de la dinámica de base de la misma. Esta dinámica de base, en el caso del tipo de sociedad a que hacemos referencia en este trabajo, es por un lado, el funcionamiento capitalista en torno al sistema de mercado que determina cualitativa y cuantitativamente la producción de bienes y servicios, y por otra parte, el derecho público y privado que regula tanto la apropiación legítima de tal producción por parte de los individuos como los conflictos de intereses entre los mismos’ (Corvalán, J. 1996).

Page 6: ensayo de intervención social

Esta definición nos sitúa temporoespacialmente y también nos va poniendo al tanto de lo que ha dejado la ola de la anterior crisis de las ciencias sociales, y también de lo que vendría como crisis no sólo de las ciencias sino de epistemologías, de paradigmas y todo tipo de fundamento cognitivo. A pesar de estos “fuertes temblores”, la legitimidad de cierto modo de operar, el creo firme en la profesionalidad y la cientificidad como garantía de cálculos realistas, seguirán en pie. En esta otra definición veremos algo parecido:

‘…Esta área de estudio es de gran relevancia en disciplinas como la psicología social, la sociología o el trabajo social; las cuales producen formulaciones que resaltan como pertinente la acción sistemática sobre “la realidad”. El ámbito de la intervención produce espacios que buscan tomar acciones, desde las capacidades teóricas, técnicas y profesionales, para transformar estados de cosas que son vistas como problemáticas.’ (Montenegro, M. 2001)

Y la misma autora nos dice además:

‘Tradicionalmente la intervención social se ha definido como una acción programada y justificada, para mejorar la situación de un colectivo, eliminando situaciones de desigualdad. “La intervención social busca transformar un estado de cosas a través de la incidencia de un equipo de profesionales (o voluntarios/as) en una situación definida como problemática. El supuesto fundamental es que esa intervención dará elementos para la resolución de dichas situaciones, aumentando la calidad de vida de las personas beneficiarias de los proyectos y programas. Este modelo utiliza conceptos como el de problema social, población excluida (o en riesgo de exclusión), conocimiento científico, etc., que sirven de marco legitimador de la acción de los equipos interventores.”’ (Montenegro, M.; 2003: 229)

Podemos contar con un margen de confianza al afirmar entonces que la Intervención Social es un elemento característico de la Modernidad y que es sobre la base de la dinámica social moderna, que ésta ha aparecido como una necesidad. Esto implica necesariamente que la Intervención Social de la que hablaremos aquí nace al alero de la racionalidad occidental moderna, científica, positiva, progresista, profesional, de producción industrial y de un predominante – y ¿vencedor? – modelo económico capitalista, puesto que es este tipo de referencias las que orientan, directa o indirectamente gran parte del trabajo que se efectúa.

‘Volviendo a lo dicho en párrafos anteriores, la referencia empírica utilizada por los distintos paradigmas sociológicos para imponerse entre sí, es la verificación del progreso o la modernidad producida mediante los proyectos y las intervenciones sociales.’ (Corvalán, J. 1996)

III La intervención social: historia – contingencia - paradigmas

Aceptando ya el marco global histórico en el que se sitúa la Intervención Social, podemos agregar que las disciplinas o ciencias que dedican gran parte de sus esfuerzos a este tipo de actividades, se han desarrollado en medio de interesantes conflictos y debates; epistemológicos, políticos, filosóficos, éticos, etc. Se ha tratado sobretodo de una pugna de poderes: Quién define qué y cómo. Qué es lo que se hace y cuáles son las estrategias aceptables. Cómo se define un problema, y qué criterios legitiman estas definiciones. Quiénes son los involucrados y qué rol juegan en el desarrollo de esta compleja avalancha de discusiones e “intervenciones”.

Page 7: ensayo de intervención social

Abordar este intenso debate a través de la historia puede ser parte de un extenso trabajo que en todo caso repetiría lo que varios otros ya han dicho y con más claridad y talento de lo que uno puede. Nos dedicaremos a revisar algunos hitos de este debate que aborda, como hemos dicho, lo epistemológico que será nuestra prioridad y que incluye además otros temas tales como la política y la ética, que tendrán un espacio relevante en este ensayo.Cuando dentro del mundo de la psicología social se ha debatido tan intensamente con respecto a las premisas que debieran orientar su trabajo, nos encontramos con que las principales discusiones se dieron en la mencionada crisis de las ciencias sociales, entre las décadas de los 70s y 80s. Y uno de los tópicos centrales de dicha crisis, era la determinación de la psicología social como una ciencia positiva – y por lo tanto ahistórica - o si, por el contrario se trataba de una ciencia histórica. Una de las voces más nítidas en este sentido fue Kenneth Gergen, quien publicara en 1973 «Social Psychology as History», un artículo que a la vez que afirmaba que la psicología social es una ciencia que se construye bajo la influencia del contexto específico en el que se desarrolla y por lo tanto de ahí su carácter histórico, rechazaba de plano las teorías y las prácticas de una psicología social positiva al estilo de las ciencias naturales.

‘…se acusaba a la Psicología Social de haberse convertido en una especie de «divertimento» para los iniciados y de carecer de una vinculación efectiva con la realidad social; una disciplina que se basaba en investigaciones divertidas y «exhibicionistas» pero al mismo tiempo insustanciales. Llevadas a cabo en el «vacío social» y carentes, por tanto, de relevancia. Aún más, por debajo de todo ello se encontraba una insatisfacción fundamental con unos cimientos epistemológicos aportados por el positivismo que habían sido seriamente dañados en el mareo general de las ciencias naturales a partir de la física cuántica y la termodinámica. Puede decirse, incluso, que la crisis de la Psicología Social constituye en gran parte un efecto retardado de la quiebra absoluta en que desemboca el paradigma epistemológico general sobre el cual aquella se asentaba’ (Ibáñez, 1985).

IV Las intervenciones sociales: perspectivas, estrategias, pretensiones…

Bartín Baró refiere en su artículo “Entre el Individuo y la Sociedad” que la psicología social se ha vuelto una disciplina bastante cotizada y sobre la que se encuentran grandes cantidades de publicaciones y eventos académicos. Sin embargo mucho de lo que se puede encontrar entre dichas obras y eventos, está lejano a los grandes debates que se han mencionado y más a las temáticas relevantes para el “mundo social”. Aunque es posible que ello se pueda

¿Es esto la psicología social? Ciertamente, es una psicología social apta para el consumo masivo de estudiantes universitarios o "dinámicos" empresarios capitalistas. Por desgracia, para muchos ésta es la psicología social. En nuestra opinión, ni es la única ni es la mejor-al menos, para nosotros- ni en modo alguno el quehacer del psicólogo social tiene que asumir sus lineamientos.

Entre el individuo y la sociedadBartín Baró, Ignacio (1996)

Page 8: ensayo de intervención social

relacionar con otros fenómenos, ya sea de forma excluyente o no con los argumentos que Bartín señala en el propio artículo, referidos sobretodo a las condiciones de la sociedad de mercado. Puede que la fuerza de la necesidad de conservar ciertas certezas tenga también un importante rol que jugar, ya que de uno u otro modo, incluso las culturas más maleables y flexibles – incluso “la comunidad científica”-, presentarán algún grado de resistencia ante nuevos planteamientos y por ende nuevas prácticas. Se puede decir que cuando la identidad está en juego y sentimos una gran inquietud frente a ese vacío que se nos asoma, más de un músculo se tensará para al menos atenuar el avance de dicho fin de lo visible.Si volvemos nuevamente la oposición de paradigmas, que en este ensayo ocupa gran parte de las inquietudes a reflexionar, diremos que la intervención social es, desde la óptica de la corriente dominante, un esfuerzo técnico y “científico” ahistórico que siguiendo la pauta heredada de las ciencias naturales, se avoca a recoger datos, seleccionarlos y calcularlos para la posterior aplicación de algún “instrumento” que corrija lo que “debe ser corregido y transformado, lo que sea necesario cambiar”, o por el contrario conservar. Dentro de estos enfoques los términos “debe ser” y “necesario”, se refieren en lo profundo de toda la cuestión y de todos los esfuerzos que se planteen desde éste piso, a la conservación del estado de cosas respecto del orden social, tal cual se formula en la sociología estructural funcionalista de Talcott Parsons. Por el contrario, lo que la intervención social como ciencia histórica persigue, exige entender cuál ha sido el devenir histórico del grupo a intervenir, en relación al espacio a intervenir, por lo que necesita comprender “el escenario” social y cultural donde se llevará a cabo esa intervención y eso suma una enorme cantidad de dimensiones y variables que exigen un enorme trabajo. Y más hoy, que además, se admite la necesidad de revisar no sólo los asuntos de vida de los “intervenidos” sino que además, la reflexión histórica debe incluir a los “interventores”.Se trataría entonces, de escenarios – a intervenir -en los que es posible observar ciertas características que pueden ser descritas al amparo de observaciones parciales, ya aisladas o superpuestas. Así, un mismo evento dentro de una población, un grupo, una organización, puede tener una lectura desde enfoques culturales, políticos, económicos, médicos, psiquiátrico, educativos, etc. Por ejemplo, la instalación de una antena en una determinada población puede resultar indiferente, puede ser beneficiosa pues mejora la señal de los aparatos acoplados al tipo de señal dada, puede beneficiar económicamente al vecino o institución dueña del bien raíz que se arrendará para la instalación de la antena, como también, puede ser vista como una amenaza a la salud, como un perjuicio contra el valor del sector, como un deterioro y agente contaminante visual, etc. Visto así, resulta de algún modo, “obligatorio” tener que agregar a la comprensión histórica de toda forma de construir conocimientos que está implicada en el paradigma constructivista, la influencia de elementos ideológicos, políticos, religiosos, de “clase”, de otros paradigmas, etc.Si la construcción sociohistórica de los conocimientos, si la emergencia sociocultural de expresiones como “la racionalidad científica”, emergen de la pugna política de grupos que aspiran al empoderamiento (de una u otra forma), se puede decir según lo expresa Ibañez, que existe, una especie de militancia epistemológica de los individuos de una sociedad y de una situación histórica dada, tal cual como lo ilustra el mismo Ibañez con los máximos representantes del periodo de la Ilustración francesa. Ejemplos como Diderot, Voltaire, J.J. Rousseau, entre otros, arroja “una luz” sobre esta afirmación. La importancia que adquieren estas afirmaciones, estos párrafos, se basan en lo determinante que llegaron a ser los “paradigma ideológicos” o simplemente, las ideologías, dentro del mundo de las ciencias. Puede que las expresiones –como paradigmas y tantas otras – se presten para interminables debates, dada la falta de nitidez de los contornos de sus definiciones, siempre borroneadas por el uso y abuso de diversas voces y en diversos

Page 9: ensayo de intervención social

contextos temporoespaciales. Pero por ahora agreguemos que en ciertos contextos podríamos hablar de paradigmas ideológicos, dada la situación académica y científica en la que son invocados estos metadiscursos, que orientarían el conjunto de saberes prácticos, pero sobretodo teóricos. Esta orientación se da sobretodo en relación a los diversos ejercicios profesionales y científicos plasmados en las intervenciones sociales y sus diseños. Por ejemplo, Corvalán y Montenegro, exponen una variedad de paradigmas, perspectivas y formas de analizar las intervenciones sociales, que se han nutrido de diversas fuentes históricas y filosóficas, que se proponen unos determinados objetivos, los cuales obedecen a unas convicciones o creencias racionalizadas y legitimadas en uno u otro sentido. Dicha racionalización se manifiesta finalmente de forma normativa. Es paradójico – y creo que es imposible escapar de la paradoja, así que sólo queda desarrollarla como dice Luhmann con la lectura de Spencer Brown -, pero nadie puede pretender que al presentar un cuestionamiento, una duda, o una descripción, lo haga sin considerar un ser y un deber ser, aunque pueda posteriormente explicitar dudas también al respecto. Tal vez, como lo plantea Montenegro en su trabajo, al referirse a la perspectiva situada y a la articulación social, no sólo se trata de una visión de la acción social a debatir. Es en sí una voz con postura ética y por ende con una postura normativa, que exige tal vez la más elemental ética: dialoguemos y luego decidamos en conjunto. Volveremos sobre este punto al final del texto, aunque creo que será positivo enfatizar esta consideración. Volviendo con las distinciones de paradigmas, perspectivas, y ejes de análisis, empecemos por confirmar que

‘Las grandes ideas sobre la intervención social, es decir, la identificación y formulación de problemáticas sociales, y de estrategias para resolverlas, no surgen espontáneamente de la inventiva de cada planificador de políticas sociales ni de cada trabajador social de las ONG. Al contrario, la raíz intelectual de cada una de estas ideas debe buscarse en las grandes teorías de la vida en sociedad. Esta hipótesis de nuestro trabajo se fundamenta en el principio de que el tipo de construcción normativa y prescriptiva sobre el orden social que representan las propuestas de intervención social del Estado y de las ONG, toman, en las sociedades modernas, sus argumentos centrales a partir de las explicaciones dadas por las ciencias sociales para el funcionamiento de la sociedad. Dicho de otra manera, antes de entrar a resolver un problema, es indispensable tener alguna noción acerca del funcionamiento del objeto sobre el que se quiere intervenir, y las teorías sociales juegan un rol explicativo de las características de tal objeto. (Weiss, C. y M. Bucuvalas, 1980, en Corvalán, 1996)

Es posible afirmar también entonces como lo hacían varios pensadores provenientes de las corrientes hermenéuticas y críticas de Alemania por ejemplo, que es un país donde se ha ejercido notablemente este tipo de corrientes, que no existe una pregunta que no presuponga ya una respuesta – Nietzsche -, como tampoco existe una posición neutral a la hora de percibir, observar e inevitablemente prejuzgar – Gadamer -. Cualquier suposición de neutralidad deberá ser “supuesta como un esfuerzo ilusorio”. Aún así, puede ser que no quepa posibilidad de esquivar “ese esfuerzo humano”. Pero si no es posible eludirlo, ¡habrá que incluirlo formalmente! Todo lo anterior implica la posibilidad de comprender que las labores de la Intervención Social pueden ser analizadas, construidas, justificadas, planificadas, ejecutadas y evaluadas según determinadas pautas, según determinados sistemas teóricos, todo asociado a una serie de sesgos que deberán ser explicitados si se pretende lograr un esfuerzo por construir o como decía Montenegro, articular colectivamente un “bien neutral”.

Page 10: ensayo de intervención social

Es así como nuevamente insistiremos con las reflexiones arraigadas en el constructivismo y sobretodo, en sus lineamientos más radicales, sociales y críticos. Esto significa que no se pueden descalificar gratuitamente los criterios, las legitimaciones, las premisas más básicas de cada posición, de cada enunciado teórico y paradigmático frente a las situaciones que se vean implicadas en una Intervención Social dada. De alguna forma, esto señala que en los momentos en los cuales se hace emerger la reflexión teórica, tal cual se solicita en varias de las metodologías cualitativas como la ‘grounded theory’, o de forma más radical tal cual lo hace la etnometodología, se pueden traer a colación referencias relativas a diferentes corrientes teóricas, cuál más o cuál menos de acuerdo a los grado de pertinencia que experimenten los distintos actores ante la presentación de tal o cual esfuerzo explicativo de los “registros”. Cabe en este sentido del debate a propósito del debate científico y del debate lego, profano, neófito, incluir o específicamente anunciar que deberemos tratar un poco más adelante, el tema de las paradojas de las formas o tipos de Intervención Social. Sobretodo en lo que respecta a temas de autoridad y jerarquía ante los temas tratados entre interventores e intervenidos, cuestionando incluso estas mismas categorías. Sin embarbo para abordar ese barco primero deberemos revisar unas cuantas pistas más para poder comprender parte del debate ya conocido. Por ejemplo, el mismo Corvalán señala y distingue en sus investigaciones, al menos cuatro paradigmas entre los cuales se distribuirían las diversas iniciativas y prácticas de Intervención Social: integracionista, competitiva, de la alienación y finalmente del conflicto. Por su parte Montenegro, una de las autoras más relevantes en este tema, indica tres tradiciones de pensamiento posibles de identificar en el trabajo social, al menos en España: funcionalismo, marxismo y anarquismo. Estas corrientes pueden verse asociadas también a uno de dos tipos de intervención: dirigida y participativa. Esta autora además se planteó tres ejes de análisis de la Intervención Social, que influyen de forma determinante tanto a nivel teórico como práctico el conjunto de tareas que se realizan en una Intervención Social: la definición de los problemas; el rol de los agentes de la acción de cambio; la concepción del conocimiento que sustenta la intervención.Revisaremos resumidamente los paradigmas teniendo en cuenta además los posibles cruces de categorías, tanto los que presenta el propio Corvalán, los que además combinaremos con algunas distinciones de Montenegro, tratando de suponer grados posibles de compatibilidad e hibridación y teniendo en cuenta que estas combinaciones pueden darse si es que no se han dado ya en la práctica de la Intervención Social.Pasemos entonces a comentar a grandes rasgos las categorías que aportaron estos trabajos de estos dos autores. Empecemos con Corvalán y sus cuatro paradigmas.

a) Paradigma Integracionista : la visión normativa de este paradigma se aferra al proyecto nacional que podríamos decir tiene un tinte bastante corporativo – estructuralista en el hecho mismo -, lo que se manifiesta sobretodo por la constante promesa de alcanzar mayores grados de progreso y bienestar generalizado gracias a los esfuerzos de todos los individuos supeditados a esta macroestructura representada y mayormente determinada por la administración inteligente de parte de quienes se posicionen en roles gobernantes. Se estima que todo gobierno debiera destinar un margen de presupuesto estatal para gastos sociales, destinados a desplegar esfuerzos en materia de políticas públicas debido a que en ningún sistema se puede contar con una socialización absoluta. El gasto social estará principalmente dirigido a la resocialización de quienes no pueden o no han podido acceder a los bienes materiales y simbólicos que genera la sociedad. Se trataría de personas que carecen de habilidades y valores, siendo así estigmatizados como marginales, que

Page 11: ensayo de intervención social

necesitan ser re-socializados. Esto implica que toda intervención se realiza desde la externalidad de dichos entes pasivos, de los cuales nada se puede esperar. Es por lo tanto una visión “basada en una sensación de realismo ontologista y desde luego, objetivista”. Quienes no participan de los modos de integración social deben ser re-socializados, de lo contrario, dicho fenómeno podría expandirse, subvertir el orden y corroer la estructura lo que supondría resultados desastrosos: la desintegración social. Este sería más o menos el síntoma de la tan temida anomia social de Durkheim, quien nutre con los argumentos de su obra, esta corriente. Junto a él, toda la línea sociológica que trata del desarrollo y el progreso, tales como Weber y Parsons y que incluye también a sociólogos adherentes a la idea socialdemócrata del bienestar, tal como se desprendía de la obra del economista británico John Maynard Keynes. Corvalán también menciona para cada paradigma una institución símbolo. Para este paradigma sería “la escuela”, institución clave para construir la idea de nación mediante la estandarización de la cultura y actor clave en la socialización de los individuos respecto de cómo integrarse a la estructura social. Por último, siempre dentro de este paradigma, podemos agregar que es posible suponer un argumento que asocie esta corriente menos con las intervenciones participativas que con las Intervenciones Sociales de tipo dirigida. Éstas, serían promovidas tanto desde visiones funcionalistas y conservadoras (Weber y Parsons, por ejemplo), donde los desequilibrios deben ser abordados para consolidar la armonía del orden social. Las ideas que versan sobre transformaciones radicales de la sociedad no encuentran espacio en este tipo de intervenciones. El propósito de éstas es simplemente corregir y regular los problemas sociales para conservar niveles óptimos de gobernabilidad y que las operaciones económicas no se vean mayormente alteradas por su propio operar – básicamente por un descontrol de la oferta y la demanda y la especulación. Mientras que “por la vereda del frente”, también es posible que perspectivas revolucionarias arranquen desde este paradigma. Los sectores de izquierda se enfocarían en denunciar y combatir la alienación, a través de la educación social o mejor aún, popular, lo que incluye por ejemplo la alfabetización y la concientización de los sectores más explotados y oprimidos. Lo que implica que también exista una preocupación en torno al tema de la exclusión. Sin embargo, puede darse de forma paradójica que se practiquen intervenciones sociales desde este enfoque pero en la que los interventores busque que los intervenidos observen incluso en la propia intervención un ejercicio de control social que sostiene el statu quo. De hecho se puede esperar que los excluidos sean más integrados a los bienes materiales y simbólicos que se estiman corresponden por derecho propio. Pero el Estado sería parte de los obstáculos, dada algunas lecturas marxista clásicas. En todo caso esto podría ya pasar a formar más parte del paradigma de la alienación aunque no se puede descartar una hibridación entre una y otra orientación paradigmática. Por supuesto, aquí sí se esperaría que la sociedad lleve a cabo acciones radicales para transformar la dinámica de base asociada a sufrimientos evitables dados por la injusta distribución del capital y propugnando valores sociales más humanitarios. Y dado todo lo dicho anteriormente es claro que este tipo de prácticas puede estar más asociada al menos en “el en fondo de sus intenciones”, a una intervención social participativa. Finalmente, diremos que las corrientes anarquistas poco o nada participarían de un paradigma así, puesto que son más propensos a rechazar incluso concepciones corporativas correspondientes a su propia tradición.

b) Paradigma de la Competitividad : La principal preocupación que emerge desde este paradigma es el acceso de los individuos al intercambio de bienes materiales y simbólicos, aunque se puede decir que principalmente materiales, dado que un

Page 12: ensayo de intervención social

acceso a este tipo de bienes puede garantizar el acceso a la dinámica circular entre bienes simbólicos y materiales. Teóricamente se sustenta en las obras que van desde clásicos liberales como Adam Smith y J. Stuart Mill, Karl Poper, hasta los actuales (neo) liberales, incluso libertarios1 Robert Nozik, Friedrich Hayek y Milton Friedman. Aquí lo central es el individuo y su capacidad racional. Si bien no niega estructuras supraindividuales, prioriza la acción del individuo, depositando las posibilidades de solución en la relación entre éste y el mercado, evitando en lo posible cualquier mediación o “intervención”. En este sentido, podemos encontrar acuerdo en las expresiones vertidas por Corvalán

‘…su visión del individuo, su legitimación del beneficio privado y del individualismo, su cambio de utopía colectiva por una de tipo personal, hacen que sea, a nuestro entender, el proyecto social post-moderno más fuertemente desarrollado de la actualidad. El neoliberalismo es un proyecto social que rompe el contrato social de libertad-igualdad-fraternidad, aludiendo sólo al primer término, despreciando el segundo e ignorando el tercero.’

De este modo se entiende también que la institución que representa de mejor manera este paradigma sea “La empresa”, por lo que gran parte de los programas que se confeccionen con la influencia de éste paradigma llevarán como “solución insigne” el tema de la iniciativa microempresarial. En palabras de Touraine en Corvalán:

“la empresa no será más considerada como la expresión concreta del capitalismo; al contrario, aparece cada vez más como una unidad estratégica sobre un mercado competitivo y como un agente de utilización de nuevas tecnologías (...) este paso de un análisis en términos de clases sociales o de racionalización, a otro, definido en términos estratégicos, modifica completamente nuestra representación de la empresa" (Touraine, A.,1992:167).

Terminando la síntesis de lo que puede agregarse a este comentario sobre el paradigma de la competitividad, podemos imaginar que yéndonos a los términos de Montenegro, podemos afirmar que éste paradigma se alejaría un poco del tipo de intervenciones dirigidas y se acercaría más a las intervenciones participativas a pesar de que generalmente estas estén asociadas al tema de contraindicar la conservación del sistema capitalista, mientras que este paradigma busca radicalizar los aspectos relativos de desregulación del mercado. De todas formas las intervenciones realizada desde este enfoque velarán y que sean dirigidas, implicarán que el gobierno de turno es un gobierno que le otorga créditos al funcionamiento del mercado y por lo tanto la intervención a realizar será una que potencie la iniciativa privada e individual. Ahora, también podemos incluir en este tipo de ejercicios a corrientes funcionalistas y sistémicas, puesto que se trata de al menos conservar el desarrollo logrado por el dominio capitalista. Arriesgando un poco más, diremos que no es imposible que sea abordada por una corriente marxista incluso alguna que otra organización anarquista, alterando eso sí, los contenidos más característicos de este paradigma, hasta al punto de “traicionarlo” (considerando que se conserva la lealtad de las propias convicciones), como por ejemplo, en vez de enfatizar el individualismo y el beneficio privado, es posible plantear una iniciativa que ponga el acento en el colectivismo o en

1 Distinto del libertarismo asociado a anarquismo, la decimonónica corriente socialista que se separó de La Primera Internacional.

Page 13: ensayo de intervención social

algún tipo de mutualismo, algo así como una cooperativa, estrategias todas estas muy clásicas dentro de los grupos anarquistas que se centran en el desarrollo de organizaciones sociales, para hacer frente a los “embates del capital y el Estado”.

c) Paradigma de la Alienación : en éste el problema se construye desde la influencia de corrientes de pensamiento socialistas muy ligadas sobretodo a la tradición marxista, en la que los individuos afectados se corresponden con ciertas categorías estructurales de la sociedad, y que se encuentran en una pugna histórica inevitable, conocida básicamente como lucha de clases; las clases explotadoras contra las clases explotadas. Esta última clase social, de acuerdo con las clásicas tesis socialistas (marxistas y anarquistas decimonónicas) no podrían liberarse con facilidad a pesar de su enorme ventaja numérica y el dominio de las herramientas puesto que se encuentran en una condición psicosocial en la que asumen esta condición de sometidos y oprimidos, dada que las encuentran “naturales y objetivas”, es decir, que se entienden como una fatalidad del orden cósmico. A este fenómeno se le llama alienación y es comprensible también refiriéndolo también como falsa conciencia, debido sobretodo a que las clases explotadoras no sólo poseen los medios de producción económica sino que también dominan los medios de reproducción cultural, es decir, los medios simbólicos que refuerzan el modo en que la sociedad se produce a sí misma. Pero esta situación, si bien es difícil de cambiar, se estima que es una realidad transformable, en la medida en que una educación dialéctica, teórico práctica y de énfasis social pueda “despertar” la conciencia real de las masas obreras, la conciencia de clase, para que el sujeto se rebele contra las condiciones que lo oprimen. En este paradigma pueden participar claramente las corrientes marxistas y anarquistas, con la diferencia de que en la corriente marxista se intentará organizar a la masa trabajadora en torno a un partido de vanguardia que tomará el poder del Estado – mediante reformismo o revolución violente, son las tesis clásicas - y tras un periodo – que algunos denominan dictadura del proletariado – la sociedad se vería preparada a disolver este aparato. En el anarquismo, excepto las corrientes insurreccionalistas, cuyas principales estrategias de lucha son el atentado a instituciones simbólicas del poder del capital y el Estado y sus personalidades políticas, las corrientes que promueven las organizaciones sociales – sindicatos, cooperativas, bibliotecas, centros de estudio, etc. – la intervención se realizaría sobretodo desde una búsqueda de articulación social horizontal. Aunque en el camino y por falta de debate respecto de las estrategias utilizadas, se contradiga en el camino y termine finalmente en prácticas más parecidas al “marxismo libertario”2. En realidad, el anarquismo, podría practicar de forma más coherente una práctica como la que se explica en la perspectiva situada, articulando conocimientos y estrategias que persigan que los intereses individuales y colectivos apunten hacia la emancipación más plena que pueda definir el conjunto, el grupo u organización.Finalmente, la institución clave de este paradigma es el partido popular, receta clásica del socialismo revolucionario de corte marxista. Podemos afirmar que la formación o la adherencia a este tipo de proyecto, es casi exclusivamente marxista.

d) Paradigma del Conflicto : a diferencia de los otros paradigmas, mantiene una tensión relativa a aspiraciones colectivas por una parte, lo que se asemeja al paradigma de la alienación, pero se aleja también del mismo puesto que se articula sobre la base de las subjetividades más que sobre la base de categorías estructurales tales como las clases sociales. La intervención social aquí puede ser dirigida pero, siempre con un

2 Ver Daniel Guerín

Page 14: ensayo de intervención social

transfondo emancipatorio que hace que este paradigma sea más propenso a las intervenciones participativas, de manera que se suministre a los grupos afectados por las condiciones sociales y políticas que los oprimen, ánimos conflictivos incentivados por el pensamiento crítico y promueva acciones desde la sociedad civil. El objetivo es que desde las propias bases se definan las necesidades, sus satisfactores y el diseño de las estrategias para conseguir las mismas, levantando la protesta contra aquellas situaciones consideradas como intolerables. Se estima que la institución simbólica es la de los sindicatos y otras formas similares serían parte de la estrategia general para canalizar la acción civil. Para Touraine la sociedad se constituye como un escenario de luchas sociales que no se reducen a aspectos puramente económicos. De esta manera, se logran articular y relevar temas que pueden ser prioridades locales determinadas por los mismos afectados, tales como conflictos de género, políticas medioambientales, educación, cultura, participación, etc. Respecto algunas de sus consideraciones teóricas más relevantes serían según Corvalán

‘Existen dos postulados económicos distintos que pueden ser considerados correlatos del paradigma conflictualista en sociología: por un lado, las teorías respecto del sector informal de la economía y, por otro el pensamiento económico de base keynesiana que ha acompañado los gobiernos social-demócratas, principalmente en Europa occidental en las últimas décadas. En el primer caso, se interpreta un movimiento social emergente, en paralelo a la oficialidad del mercado y del Estado, en el segundo se reconoce la acción organizada, gremial y sindical como un elemento central en la negociación y el funcionamiento económico nacional, en palabras de Touraine: "el Estado social demócrata se sitúa al encuentro de una presión trabajadora y de un Estado modernizador"’ (Touraine, A. en Corvalán, 1978:157).

Respecto de las combinaciones posibles, podemos imaginar que este paradigma es más compatible con intervenciones participativas y que las corrientes que pueden potenciar una práctica de intervención como las que se plasma en la institución símbolo, serían las corrientes marxistas y anarquistas. Claro que entre las funcionalistas puede haber un acomodo si se le otorga un propósito funcional a los movimientos de protestas, tomando algunos argumentos y lecturas cercanas al planteamiento sistémico luhmaniano.

Page 15: ensayo de intervención social

V la perspectiva situada y la posibilidad de desarrollar una antropología libertaria (anarquista) con los argumentos del constructivismo radical

Volviendo a la inquietud que abrió este trabajo, y mirando “las referencias revisadas como si quedaran algo atrás”, realizaremos una breve observación a las condiciones epistemológicas y teóricas que permitirían al menos pensar en una práctica situada de Intervención Social en grupos que trabajen anarquistamente, y lo digo así pues el anarquismo que se ha planteado al principio no es un requisito doctrinario, no define una unidad homogénea, simplemente solicita la más básica de las condiciones: un dialogo accesible para todos. Siendo que es ése el supuesto anarquista que se está fraguando en estas frases, podremos aventurarnos a decir que la perspectiva situada puede resultar muy compatible. Si observamos que Montenegro ha revisado con mayor exhaustividad varios de los términos trabajados en este ensayo, podremos acordar con ella en la crítica o al menos en la confección de criterios con los que podemos desestimar aquellos paradigmas y perspectivas – incluso la perspectiva anarquista que menciona en su trabajo - y “articular” una mirada en sintonía. Si dentro de las principales inquietudes del anarquismo que pretende orientarse con prioridad a la articulación de nuevos sentidos de la autopoiesis social (Maturana; Varela; Luhmann), se podrá acordar también que más que hablar de interventores e intervenidos, hablaremos de “articulación entre posiciones de sujetos”, ya que esta expresión se define de forma coherente con las premisas del constructivismo. Si repasamos algunas de aquellas premisas, acudiremos por ejemplo a la siguiente cita de Piper:

‘El movimiento construccionista surge en un contexto de cuestionamiento de la modernidad y su ideología. El descontento es con la racionalidad propia de la modernidad, la científica, que actúa como paradigma y fundamento de toda idea que se pretenda legítima y verdadera, operando como el sentido común de los sectores dominantes de las sociedades capitalistas.’ (Piper, I. 2007)

Desprendo de este fragmento el siguiente comentario: la cientificidad propia de la racionalidad, propia también del periodo llamado moderno, principalmente para occidente y las colonias a las que penetró deficientemente con este formato cultural, sigue siendo considerada todavía de gran manera la tribuna autorizada para sentenciar finalmente qué es

“…una perspectiva situada de la intervención social parte de la preocupación por la transformación de relaciones sociales que, a nuestro entender y desde una posición situada, vemos como problemáticas y transformables. Así que efectivamente esta propuesta está movida por una ética y una política que están preocupadas tanto por la diferencia y la desigualdad, como por las posibilidades de conexiones parciales en las que se definan, en articulaciones específicas, aquello que es digno de transformar.”

Montenegro, M. 2001 “Visiones y vías de futuro”

Page 16: ensayo de intervención social

verdadero y qué no. Y lo más deficiente de dicha creencia es que se estima que la ciencia es la gran guardiana de la verdad, y es casi escalofriante el estatus sacro de dicha autoridad. Queda en el olvido que este campo sagrado relativo al saber puede estar coludido de una u otra manera con el poder político y el poder económico. Primero, retomo esta delicada afirmación explicando por qué remito a la deficiencia de dicha creencia. Me apego a un modelo de análisis racional válido de alguna manera en esos mismos término, continúo y digo que dicha creencia sostenida de forma “acreditada o no”, con estudios profesionales universitarios o sin ellos, es desde la posición sujeto anarquista, una posición inconveniente, incompatible con los esfuerzos por relevar un discurso y una práctica coherente con el planteamiento de que los conocimientos son situados y que estos se articulan en el contexto como afirma Montenegro. Menos compatible aún con la premisa anarquista y con la posición sujeto recién enunciada. La ciencia y los expertos, sólo pueden tener validez como posiciones sujetos precarias ante determinadas situaciones en las que su labor estaría “funcionalmente diferenciada”, pero no al grado de atribuírsele una posición tan fija como para que su “propia gramática excluya cualquier otra posibilidad de explicar, justificar o razonar sobre algo”. Me explico: en una perspectiva situada influenciada por una posición de sujetos anarquistas, la prioridad es que se los roles están articulados en función de logros colectivos que deben emerger desde un diálogo accesible. Esto implica que no sólo quienes se dediquen a labores de desciframiento y construcción simbólica tienen un rol docente o un liderazgo, sino que se aspiraría a que todos estarían capacitados para darse a entender ante otros “Equipos parcialmente especializados”. Esta idea de equipos parcialmente especializados estaría inspirada justamente en la necesidad de que el diálogo sea accesible a todos y que de alguna forma todos pueden jugar un rol docente para cualquier otro. Esto obliga en todo caso a revisar las posibilidades de desarrollo de una dinámica social cuya normatividad implicaría realizar constantes y originales esfuerzos para motivar y estimular la participación, de lo contrario los grupos fracasarían. Estas debilidades no podrían ser eludidas puesto que ello implicaría tomar decisiones coercitivas que quiebran el proyecto de este desarrollo social artesanal (digo artesanal para no ocupar desarrollo de laboratorio). De todas formas un fracaso para quien está convencido derechamente de que este improbable camino de desarrollo grupal, organizacional y social es posible, no es mayor problema, puesto que siempre se podrán revisar y reflexionar las posibles causas que impidieran el desarrollo sostenido y exitoso de proyectos de este tipo.

Conclusión

Sin estar muy seguro si a un ensayo como éste correspondería una conclusión, creo que hay algunas cosas que no deseo omitir. Una de ellas es que la intervención social asociada a las políticas públicas es una idea que dentro de mis prácticas sociales preferiría evitar. Lo mismo tal vez una práctica profesional y por ello acabo de usar la expresión práctica social.No desconozco el hecho de que acreditarme en una institución universitaria de prestigio connota aparentemente el deseo de obtener un certificado que me posiciona como un sujeto autorizado para hablar de ciertos temas, pero creo que prefiero la autorización de una asamblea en la que desde un principio se aspira a la igualdad de voz y voto. Si mis argumentos fueran favorables para desarrollar un proyecto semejante al que plantea Montenegro o al que desde muy joven aspiro, pues bienvenido sea. Tendré que decir en todo caso que dichos argumentos solo pueden serme atribuidos en virtud del accidental acto de enunciación. No creo en el saber como mérito individual.

Page 17: ensayo de intervención social

Finalmente, decir que creo que muchas personas asociadas a la intervención social lo hacen sin el apego debido y esto lo he testimoniado trabajando muy a mi pesar en proyectos públicos. También existen personas muy apasionadas, con las cuales mantengo una sana diferencia respecto de las posiciones desde las cuales se favorece el trabajo social. Sin embargo, creo por las mismas razones que menciono más arriba, que la Intervención Social, dada como un mandato político o como una deducción de responsabilidad social de los privados, sólo puede expresar una antigua mácula de la antropología, que es la colaboración con la colonización. Claro, no hablo de la clásica colonización de blancos contra negros, o indios. Eso ya nos pasó y hoy en medio de una cultura mestiza y desorientada culturalmente me planteo que la nueva colonización se expresa básicamente en este tipo de labores que de buenas a primera parecieran ser que buscan el bienestar de la comunidad pero que en términos generales sigue siendo más útil al control social y la gobernabilidad de las masas que para la liberación de las mismas y la obtención de soluciones más definitivas a problemas tales como el hambre. Este es el fin del ensayo. Se acabó el tiempo y lamento dejar pendiente el desarrollo de varios temas que sólo pude tocar parcialmente. Sin embargo, espero al menos haber dejado plasmada la idea de que combinando las buenas intenciones y no imponiéndolas, podremos tal vez obtener una vitalidad social que nunca está demás.

Bibliografía

Corvalán, J. (1996) Los paradigmas de lo social y las concepciones de intervención en la sociedad. Documento número 4, CIDE, 1996.

Doménech, M. e Ibañez, T. (1988) “La psicología social como crítica.” En revista Anthropos. Psicología Social: visión crítica e histórica. Págs. 12 – 21

Ibañez, T. (1990) Aproximaciones a la Psicología Social. Sendai Ediciones, Barcelona. Parte I, cap. 1 La inexcusable exigencia genealógica. Págs. 11 – 22 y Cáp. 2 La constitución moderna de la reflexión sobre lo social. Págs. 23 – 46

Martín, Baró (1996) “Entre el individuo y la sociedad”. Acción e ideología. Psicología social desde Centroamérica. San Salvador. Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

Montenegro, M. (2001) “Conocimientos, agentes y articulaciones: una perspectiva situada a la intervención social.” Tesis doctoral, UAB. Barcelona. Págs. 145 – 165 (Cáp. 3, sección 3.5)

Montenegro, M. (2001) “Conocimientos, agentes y articulaciones: una perspectiva situada a la intervención social.” Tesis doctoral UAB. Barcelona. Págs. 238 – 252 (Cáp. 5, sección 5.1)

Montenegro, M. (2001) “Conocimientos, agentes y articulaciones: una perspectiva situada a la intervención social.” Tesis doctoral, UAB. Barcelona (cap. 6) “Visiones y vías de futuro”. Págs. 235 – 329

Piper, I. (2007) Usos del socioconstruccionismo en Chile. En Kaulino y Stecher, eds. Materiales para una cartografía de la Psicología Contemporánea: Tradiciones y Campos Profesionales. Ed. LOM, Santiago