Upload
luis-montor
View
215
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Descripción sobre el trabajo de Raimon Lul
Citation preview
UNIVERSIDAD DEL VALLEDepartamento de FilosofíaLicenciatura en Filosofía
Santiago de Cali – 20 de Junio 2015
Profesor: Daniel González GarcíaEstudiante: Andrea Toro Muñoz Código: 1327366- 3250
Trabajo final:
Diferenciación del Entendimiento en el conocer del hombre y el conocer
Dios según el Ars Luliano.
En primer lugar, debemos tener presente que Raimundo Lulio (1232- 1316) vivió en
un periodo histórico marcado por la ciencia escolástica de tono aristotélico y por las
doctrinas de su mayor comentador, Averroes.1 Podemos hasta considerar a Lulio
como un autor moderno, en tanto que la filosofía moderna es una filosofía hecha a
partir del sujeto. Lulio, en palabras de Jaulent, es clásico y moderno al mismo
tiempo, moderno porque empieza su construcción a partir del sujeto y clásico
porque todo lo ve desde la perspectiva del ser.2 Por eso, Lulio es quien nos abre la
posibilidad de adentrarnos, gracias a su discurso filosófico, al funcionamiento del
Ser que es inteligible: la verdad real, y al entendimiento humano, que es el que tiene
la posibilidad de alcanzarle.
La intención del Ars luliano, es clara, quiere posibilitar un entendimiento de la
verdad, llegando a ella a partir de premisas aceptables. En el dialogo en el que
Raimundo le responde al monje, se puede notar su gran interés por el conocimiento
de la verdad: “mucho tiempo he trabajado en inquirir la verdad de un modo y de
otro, -dice Lulio- y últimamente por gracia de Dios he llegado à el fin y
conocimiento de la verdad, que tanto desee saber, la cual he puesto y he declarado
en mis libros.”3 El conocimiento de la verdad constituye el fin del método propuesto
1 PARDO PASTOR, Jordi, “La mística Luliana pretensión de síntesis”, [documento electrónico] Archivum Lullianvm - Universitat Autònoma de Barcelona y Instituto Brasileiro de Filosofía e ciencia Raimundo Lúlio (“Ramon Lull”), núm. 37, (2002): (pp.74)
2 JAULET, Esteve, “Arbor scientiae: Inmanencia o trascendencia en el pensamiento Luliano”. En Studia Luliana. (1998), vol. XXXVIII: (pp.30)
3 LULL, Ramón. Árbol de la Ciencia del muy iluminado maestro Raymundo Lulio (Alonso de Zepeda y Adrada trad.) Francisco Foppens: Bruselas, 1664: (pp.2)
1
por Lulio y para alcanzar tal fin, el entendimiento toma el papel de instrumento. Por
lo cual reconocemos en Raimundo la importancia de que el entendimiento del
hombre pueda llegar al fin deseado, este es el de conocer la verdad, conocer a Dios,
de entenderle, además de amarle, servirle y honrarle:
A saber el hombre es para que recuerde y memore à Dios, le entienda, ame,
honre, y le sirva, y haga toda reverencia (…) Y su virtud ò nobleza consiste
en la virtud y nobleza de el objeto, y este objeto es Dios dignísimo de toda
honra; y es digno que sea recordado, entendido, amado, honrado y que se le
sirva más que à otro Ente alguno, que no es Dios.4
Es precisamente al entendimiento, que se debe el presente trabajo, el cual
propone, a grosso modo, una reflexión filosófica del conocimiento humano a Dios
como creador suyo, Ser inteligible, la verdad real, esto, con ánimos de aportar una
explicación del proceso cognoscitivo del hombre con respecto al de Dios. Esto a
partir de la estructura que hace Raimundo Lulio en el Árbol humanal: “Por el árbol
Humanal se da el conocimiento de los principios y conjunciones de las cosas
corpóreas y espirituales y de sus naturalezas, y de los otros fines de las causas.”5 Y
por el Árbol Divinal: “Por el Árbol Divinal entendemos Dios y las operaciones que
tienen en sí y en las creaturas, y el fin o perfección, que tiene en sí, y que tenemos
en él.”6 Estos dos árboles serán claves para la distinción que proponemos del
hombre y de Dios. Dicha distinción nos servirá para entender cómo, según Lulio,
opera el conocimiento del hombre, según su entendimiento y cómo opera Dios.
La propuesta filosófica sobre el conocimiento planteada por Lulio, que se deja
entre ver en su Arte, evidencia lo concordante y lo no concordante entre el hombre
y Dios. Y no está de más recordar la estrecha relación entre Dios y el hombre que se
haya en las Sagradas Escrituras en el momento de la creación: “Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” [Génesis,
I, 26]. Dicha relación no es cualquiera, según la biblia, se trata de una imagen y
semejanza con Dios mismísimo. De aquí que, también podamos pensar en una
imagen y semejanza de nuestro entendimiento humano respecto al de Dios.
4 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol H. (pp. 107)
5 (Árbol de la ciencia/ pp.2-3)6 (Árbol de la ciencia / pp.3)
2
Vale aclarar que si bien el hombre es creado a semejanza de Dios, no implica
que dicha semejanza signifique una igualdad o equivalencia con Él, de la misma
manera con el entendimiento. El entendimiento humano es semejante al de Dios,
pero no igual a Él. Para entender esta afirmación, que es el punto central del que se
deriva todo este trabajo, propongo hacer un análisis en base a la diferenciación,
básicamente, entre Dios y el hombre. Respondiendo finalmente a la siguiente
cuestión: ¿Por qué el hombre es imagen de Dios en el conocer? Pregunta que
responderemos a lo largo de todo el trabajo; recurriendo a la estructuración y a las
explicaciones que hace Lulio en su Arte.
Primeramente, Lulio ubica el entendimiento en una de las tres ramas superiores
del Árbol humanal, y lo describe: “Los brazos Espirituales de el Árbol Humanal son
tres, es à saber memoria, entendimiento y voluntad, las cuales son potencias, y son
de la esencia del alma racional”7. Y el entendimiento consta de unos principios
iguales, en tanto que para Lulio, todo lo creado es principiado y hecho a partir de
unos principios universalísimos, a saber, estos son Bondad, Grandeza, Duración,
Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, y Gloria &c: “Según lo que se ha dicho
de que la Memoria es de la Bondad, Grandeza y demás principios: De la misma
manera decimos que el Entendimiento consta de ellos y que pasa a tercer número
como la memoria.”8 Aunque los principios a los cuales se refiere Raimundo Lulio
en el hombre, también se encuentran en toda la creación de Dios.
No obstante, encontramos varías diferencias que separan al hombre de todo lo
creado, una de ellas es que sus principios (raíces) son espirituales, además de ser
corpóreos, composición de la que no gozan los animales o cualquier otra cosa
creada: “Las raíces del Árbol Humanal son dos, a saber, bondad corpórea y bondad
espiritual. Y de las dos bondades se hace una raíz compuesta, y así se hace la
composición, en cuanto cada una de ellas da a la otra su semejanza, lo mismo es de
la Grandeza, Duración, Poder, y demás raíces.”9 Además de esta clara diferencia
entre el hombre y las demás creaturas, podemos también notar otra diferencia,
gracias a la anotación que hace Lulio en el Árbol humanal:
7 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol H. (pp.87)8 Ibídem. 9 op. cit. Árbol Humanal. (pp.83) idem.
3
El Árbol humanal contiene en sí cinco naturalezas, las cuales son las cuatro
naturalezas de los cuatro Árboles –a saber, el Elemental, el Vegetal, el Sensual,
y el Imaginal- (de que se ha tratado) los cuales pertenecen al cuerpo humano,
porque son sus partes. Y la quinta naturaleza es la del alma racional conjunta
con el cuerpo humano.10
Si bien, los árboles elementales, como el animal y el vegetal tienen los principios
(raíces) de la Bondad, Grandeza, Eternidad &c., igual que en el árbol humanal; no
obstante, las raíces del humanal difieren de los demás árboles en la manera en que
éstas están constituidas, dado que la composición de los principios, por así decirlo,
es doble: una bondad corporal y de una bondad espiritual. En total que los
principios de los demás árboles son corpóreos, más los del hombre son espirituales
y corpóreos a la vez. Y que, aunque todos posean cuatro naturalezas, incluido el
hombre, sólo en éste se da una quinta naturaleza, la cual ningún otro ser creado la
tiene, y es la de poseer un alma racional. Valgan, pues, estas diferenciaciones, para
entender el por qué sólo en el hombre se da la semejanza con Dios y con ella,
también de su entendimiento.
Una vez aclaradas estas distancias entre el hombre y las demás criaturas,
entendamos, ahora sí, las distancias que nos separan de Dios, en tanto que poseemos
semejanza y no equivalencia con Él. Máxime recordemos que Lulio, como base y
arranque de toda su Arte, fija estas cualidades de bondad, grandeza, eternidad,
poder, sabiduría, etc. como “principios primitivos verdaderos y necesarios, sin los
cuales nada hay, y por los cueles cuanto existe se aleja del no ser”11; pero al tratarse
de Dios, es decir, del Supremo ser, sus atributos y perfecciones son verdaderos
principios de toda perfección creada, entonces Lulio los llama Dignidades.
En el Arte de Lulio, las dignidades son aquellas que encontramos, como era de
esperarse, en el Árbol divinal: “Dignidades de Dios llamamos su esencial Bondad,
Grandeza, Eternidad, Poder, Sabiduría, Voluntad, Virtud, Verdad, Gloria”12–etc.
10 op. cit. Árbol Humanal. (pp.83) idem.11 LEOPOLDO, Eijo Garay, “Las dignidades lulianas”. (1974), vol. XVIII, (pp. 3). Cita que
extraje de “Las Dignidades lulianas” donde Eijo Garay la obtiene, según su pie de página, de Liber correlativorum, dist, I Palmae Belear. 1744
12 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol D. (pp.290)
4
Vale la pena aclarar que las dignidades que menciona Lulio son aquellas que
refieren a los atributos, perfecciones y virtudes que son propios de Dios. Pero estas
dignidades no son honores que se le atribuyen a Dios por parte de los hombres, sino
que son dignidades de Él.
Las Dignidades difieren de los principios que poseen los hombres y sobretodo
las demás criaturas en tanto que éstas, las Dignidades, son absolutas, son en Dios
Dignidades reales (realmente existentes), como bien lo dice Garay,13 las dignidades
son principios inmediatos y necesarios y son primeros principios en absoluto, por
cuantos ningunos otros hay que sean primeros que ellos; y también son primeros
respectivamente, porque de ellos se originan cuantos otros principios hay. En Dios –
dice Gayá- “se da la realidad de unas perfecciones nobilísimas y actualísimas,
como son la sabiduría perfectísima y el entendimiento, la voluntad perfectísima y el
amor, así como las propiedades personales perfectísimas, siendo él, con todo, una
misma cosa”14
En Dios no encontramos los principios, que encontramos en el hombre, en el
sentido en que se les adscribe, sino más bien los de Dios, son principios primeros de
todos los principios que se hayan en las criaturas, estos principios primitivos son
las Dignidades y éstas son una misma cosa en número, no hay diferencia entre ellas,
son alternamente una sola, bien lo expresa Lulio en el Árbol Divinal: “Las Divinas
dignidades son recíprocamente una y misma cosa en número: de manera que la
Bondad es lo mismo con la grandeza, Eternidad y las demás; en cuanto el número
es uno simplemente, sin alguna distinción de número por esencia, naturaleza y
Deidad.”15 El hecho de que las divinas dignidades sea una misma cosa con la
sustancia divina, hará una muy marcada diferencia con respecto a los principios en
el hombre y su esencia.
13 LEOPOLDO, Eijo Garay, “Las dignidades lulianas”. (1974), vol. XVIII: (pp.31) Vale aclarar que esta explicación que tomo de Garay es precedida de una intervención que hace él mismo al pie de su página, y que considero importante. Dice: “Para extirpar equivocaciones y dudas llamamos estos Principios simple y absolutamente primeros, no precisamente porque de ellos descienden otros, sino porque ellos no descienden de otros; y en esto se ve que tal primitividad más retiene la naturaleza de la primitividad que la primitividad de la causa al efecto; porque la primera es absoluta, mientras la otra es respectiva”. (B. Raym. Lullius- De Demonstratione per aequiparantiam.
14 (pp.17) Razones reales15 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol D.
(pp.290)
5
Entendamos, pues, a fondo la semejanza y la no igualdad, entre el hombre y
Dios en cuanto al conocimiento, a lo que conviene que retomemos, las dignidades
que están en Dios, y también los principios que se encuentran en el hombre, con el
fin de entenderles bien, y no sólo eso, sino que entendamos como es que operan en
relación con el entendimiento humano; dado que el conocer se deriva de la
operación de estos principios con el entendimiento. En primer lugar entendamos
como operan los principios y el entendimiento. Lulio dice:
El entendimiento es de la Bondad, la cual es forma abstracta, y es de los concretos
que tienen dentro de sí la forma, esto es el Bonificativo, Bonificable, y Bonificar, y
por eso tiene naturaleza para considerar las formas, que son en abstracto, y para
inclinarle a sus concretos entendiéndolos; y por esta razón recibe los hábitos de las
Ciencias.16
Como bien podemos entender, el hombre tiene un espíritu que opera a su modo,
incorporado en un cuerpo que también opera a su modo. Es en el espíritu del hombre
dónde se haya el entendimiento, la voluntad y la memoria, orden del árbol humanal
según Lulio, pero que sólo nos referiremos al entendimiento, para no ampliar los
términos de este trabajo. Nuestro interés por el entendimiento y su propio modo de
operar es por el conocimiento, pues con el entendimiento se conoce. El entendimiento
es una expresión de la Bondad, Grandeza, Eternidad etc., porque él es de estos
principios, es decir, el entendimiento es de sus partes como lo dice Lulio:
El entendimiento es de sus partes, es a saber de la Bondad, Grandeza y demás
principios. Y por eso el mismo es un todo; porque todo Ente hecho de partes, es
necesario que el todo se lleve è incline à aquellas partes, en cuanto es todo, tiene
naturaleza para entender las totalidades de los Entes. Y porque es de Partes, tiene
naturaleza para entender las cosas particulares.17
Al referir, Raimundo Lulio, que el entendimiento humano es de sus partes, a saber,
de la Bondad, Grandeza etc., quiere decir que el entendimiento es dependiente de las
partes, y éstas dependientes del entendimiento, es decir, que siempre hay una
dependencia mutua y continua de las partes para poder operar. Gayà, con respecto a la
dependencia y a la deficiencia de las partes en el operar dice que ellas son creadas,
16 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol H. (pp.88)17 op. cit. Árbol Humanal. (pp.89) ídem.
6
dependientes, en deficiencia continua y apareciendo una después de otra, partes de una
existencia continuada y de un hacerse continuo, razones diversas de una misma persona.
De todo lo cual queda patente, decía que las razones no son las condiciones divinas,
sino solamente una imagen de las divinas condiciones, de cuya nobleza carecen
infinitamente.18
La Bondad (uno de los principios), por ejemplo, es parte del entendimiento y el
entendimiento es parte de ella; y es por esto mismo, que el hombre pasa a tercer
número, pues el cuerpo y el alma no son de una misma esencia, como si pasa en Dios;
Pero en el árbol humanal y en los elementales –dice Lulio-, “el Tronco pasa a el tercer
número, de manera que no es una especie con sus Raíces; por cuanto él es todo, y las
Raíces son las partes.”19 En Dios encontramos que su sustancia es de una sola esencia,
naturaleza y número. Al contrario, en la sustancia del hombre, su cuerpo y su alma
corresponden a una esencia y naturaleza distintas. Es por eso que el hombre tiene el
tercer número que significa el todo. En donde el alma y el cuerpo son partes de este
tercer número. Las partes son la esencia (alma) y la naturaleza (cuerpo). Estas son partes
del tercer número, del todo en él.
Raimundo Lulio dice que el entendimiento “Según su intención responde a la
intención de el cuerpo; y por eso condiciona y ordena al cuerpo para que pueda
tener operación y conseguir el Fin, e Intención, por la cual es, à saber el conocer a
Dios y las cosas verdaderas.”20 Pues bien, el conocimiento de las cosas verdaderas
se hace al considerar, según lo anterior, lo corpóreo de afuera (Bondad corpórea),
con su propia corporeidad (Bondad corpórea) o/y la esencia de afuera (Bondad
espiritual), con su propia esencia (Bondad espiritual). La sustancia del hombre es,
por lo tanto, compuesta y no simple como es la sustancia de Dios, estas dos se
contradicen, dice Lulio, en tanto que: “ninguna sustancia que sea simple, y en la que
sea el simplificar con el eternizar y el infinitar puede ser compuesta; siendo así que
la simplicidad y la composición se contrarían”.21
18 (pp.20-21) Razones reales19 op. cit. Árbol Humanal. (pp.291) ídem.20 op. cit. Árbol Humanal. (pp.90) ídem. 21 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol D.(pp.
292)
7
La substancia de Dios no pasa a tercer número, como hemos resaltado
anteriormente en el hombre, pues Dios no está compuesto de partes, como si el
hombre, sino que todo en Dios es una misma substancia:
“La Divina substancia no es sensible, por cuanto no es de cosas corpóreas; y es
inimaginable, por cuanto no tiene figura circular, cuadrangular ni triangular; ni
tiene condición alguna, por la cual pueda ser sentida substancial ni
accidentalmente; siendo así que ella es íntima y eterna; y así mismo no es
substancia compuesta de partes, ni de otra cosa alguna.”22
Podemos decir, en pocas palabras, que la substancia compuesta es de los hombres
y la substancia simple la de Dios, entendiéndose, esta última como aquella que no
pertenece a cosas corpóreas, como bien dice Lulio.
En Dios sucede que la Bondad Divina es, a la vez, el bonificante, el
bonificable y el bonificar, es decir, Ella es todos tres, y todos tres es Ella, esta es, la
Bondad: "que el bonificante es toda la Bondad, y toda la Bondad es el bonificante; y
el bonificable es de todo el bonificante y bonificable". Encontramos una
importantísima distinción, creo de las más importantes, entre el hombre y la
substancia divina. Que a continuación desarrollaremos. No sin antes a entender lo
que para Lulio es la sustancia Divina. Lulio habla de la sustancia Divina de la
siguiente manera:
Cuando la substancia Divina es tocada por sus razones, responde aquellas razones:
Empero no decimos que las razones sean partes; sino que responden según su
realidad y numeralidad en el tocamiento (à nuestro modo de hablar) en la
producción interior, ò en la influencia exterior , que hace a las creaturas: por cuanto
si es tocado de bajo de la razón de la Bondad, la substancia en cuanto buena
responde à la Bondad y produce lo bueno; para que la Bondad tenga en ella su
manantial, fecundidad y abundancia.23
Podemos entender, de lo anterior, que todas las creaturas están hechas de esos
principios que operan de manera que le es propio operar. Pero sólo en el hombre, que le
es propio el conocer y el entender, gracias a su alma racional y a su entendimiento, es lo
que lo diferencia de las demás criaturas y lo coloca en un nivel superior al de los demás.
Cuando el entendimiento conoce y entiende de la operación de las cosas o de las
22 op. cit. Árbol Divinal (pp. 292) ídem.23 op. cit. Árbol Divinal (pp. 292) ídem.
8
creaturas, puede reconocer en ellas los principios (La Bondad, la Grandeza, etc.) y en
esta medida, entonces, se pretende conocer la verdad de las cosas; dado que el
conocimiento se deriva de la operación de los principios que con el entendimiento hace
el hombre.
En la operación de los principios con el entendimiento se procura conocer de la
mejor manera, y en este sentido el hombre necesita servirse de las formas para que
ellas le sean instrumentos para el conocer, en cambio Dios no necesita, ni requiere de
instrumentos para su operar. Y esto por razón de que el entendimiento en el hombre es
de la Bondad, cuya forma es abstracta, y además de ser el entendimiento de los
concretos que tienen la forma. Lulio se refiere a las formas por las cuales entiende el
hombre:
El entendimiento tiene muchos instrumentos para entender; porque todos los instrumentos de
los otros Árboles son formas, con las cuales entiende el Entendimiento: como el Elementar que
es instrumento con el cual se hace lo Elementado; y el Vegetar con el cual se hace lo Vegetado,
y del mismo modo de el Sentir è imaginar. Y todas estas son formas, con que el Entendimiento
produce su Entender.24
El trabajo u operación del entendimiento humano, podríamos decir, consiste en
tratar de conocer la verdad de las cosas, captando en ellas la Bondad, la Grandeza, la
Eternidad etc. Ya que si Dios, Sustancia simple y perfecta, es quien crea las realidades;
entonces el entendimiento del hombre es quien debe procurar conocerlas
verdaderamente. El entendimiento del hombre piensa en lo que ya está o es principiado,
en lo creado, pero él no crea sino que opera con su intelecto en lo ya creado y lo
producido por la sustancia Divina, pues Dios es el creador y el hombre el operador de
las cosas creadas por Dios. Diferenciación en el operar y el crear que no pasa por alto
Raimundo Lulio, pues dice: “Con todo ello la criatura no produce el crear, por cuanto
sería creante; pero es potencia pasiva en la Eternidad, de la cual se puede producir el
crear; siendo la potencia sujeta à el crear en aquel tiempo, en que es producido por el
creante.”25
24 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol D. (pp. 92)
25 op. cit. Árbol Divinal (pp. 295) ídem.
9
El producir el operar que corresponde al hombre, da cuenta de una captación o un
conocimiento de la Bondad en las cosas o las criaturas por parte del entendimiento
humano gracias a los principios que éste posee. Y por otra parte, en Dios además de la
captación o conocimiento de la Bondad en las cosas, gracias a sus Dignidades y a su
esencia que son ellas mismas una sola esencia, sin partes, hay una producción de las
cosas mismas. El crear, entonces podemos decir, es superior al operar; diferenciación a
la que también se refiere el autor Esteve Jaulet en su artículo “Inmanencia y
trascendencia”, cuando dice “Comparado con el conocimiento que se realiza mediante
una operación, los conocimientos no operativos son de un nivel superior”26 Cuando Dios
las conoce las hace verdaderamente y se reconoce Él mismo en ellas, en cuanto que
Dios es una sola esencia; y es por eso que la Bondad reconoce su propia Bondad en
toda su creación.
Dios, de alguna manera podemos decirlo, piensa en lo no principiado, en lo
increado, captando la Bondad en eso que “piensa”, luego lo hace real creándolo; por
otra parte, el entendimiento del hombre no crea sino que opera con su intelecto lo ya
creado y lo producido por Dios. De aquí que las cosas que Dios hace sean todas ellas
buenas, en gran manera; lulio se refiere a eso: “La ociosidad es mala y pequeña, y
contra la Bondad, Grandeza y Eternidad. Pero esto es imposible en Dios: luego en él la
producción es buena, grande, eterna e infinita en Bondad y no en malicia; en Grandeza
y no en pequeñez; en Eternidad y no en tiempo.”27
En otras palabras, Lulio quiere decir que en Dios no hay ociosidad, Él siempre
cumple su, así llamémoslo, “ciclo cognoscitivo”. Además de ser conocidas las cosas, se
producen, llegan a ser, a razón de su no ociosidad, pues ella (la ociosidad) es contraria a
Él (Dios). En cambio el “ciclo cognoscitivo” del entendimiento humano es variable,
pues puede cumplir o no cumplir con su “ciclo cognoscitivo”, ya que el hombre puede
ser ocioso en el conocer. Tanto es así de dañina la ociosidad para el hombre, que el
mismo Lulio aconseja lo siguiente: “Para que la Bondad, Grandeza y Eternidad no
26 JAULET, Esteve, “Arbor scientiae: Inmanencia o trascendencia en el pensamiento Luliano”. En Studia Luliana. (1998), vol. XXXVIII: (pp.32)
27 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol. D (pp.308)
10
tengan ociosidad requieren del poder Divino, que el poderificar sea en el bonificar,
grandificar y eternizar.”28
Podemos ver recreado, por así decirlo, el acto “cognoscitivo” de Dios cuando se
dispone a crear. Reconozcamos a continuación su producir creante, y la captación de la
Bondad, en este caso, de las cosas y las creaturas, producto todas ellas de su mismo acto
“cognoscitivo”:
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios
la luz de las tinieblas. (…) Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las
aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. (…) Produjo, pues, la tierra hierba
verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla
está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. (…) y para señorear en el
día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
(…) Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve,
que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio
Dios que era bueno. (…) E hizo Dios animales de la tierra según su género, y
ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su
especie. Y vio Dios que era bueno. (…) Y vio Dios todo lo que había hecho, y he
aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
(Génesis. 1)
Según comprendemos, cuando Dios crea la luz, por ejemplo, la hace existente y luego
reconoce en ella su propia Bondad. La luz, era posiblemente buena (en su
“pensamiento”) y Él la bonificó, la hizo en gran manera buena, grande, eterna, poderosa
&c; reconociendo a la vez su Bondad. Este reconocimiento está implícito cuando Dios
ve la luz “vio Dios que era buena”. Este es un modo en el que la Bondad, Grandeza,
Eternidad de Dios se expresa; pues Bonificó, lo Bonificable en el acto de Bonificar. El
operar de Dios en el momento de la creación es resultado de tocamiento de las razones a
la substancia Divina, respondiendo en el tocamiento según su realidad y numeralidad,
como dice Lulio, produciendo así a las criaturas.
A manera de conclusión podemos decir que las diferenciaciones que hemos expuesto
anteriormente nos ayudan a entender, ahora sí, una semejanza importante entre Dios y el
28 LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004: Árbol. D (pp.308)
11
hombre, dado que creí conveniente entender primero algunas de las distinciones que
hemos ya mencionado. Como ya hemos dicho, el hombre además de convenir con el
Creador en los principios, la bondad y similares. Igual que todos las demás cosas
creadas, sólo el hombre es hecho por Dios a imagen y semejanza suya, dotándolo de un
alma con un entendimiento deseoso del conocimiento de la verdad de las cosas y
también de Dios. Y aunque no se da una equivalencia, como lo hemos sugerido, no
obstante, se da una conveniencia con Dios, una semejanza con Él.
Consecuentemente, si se da una semejanza entre Dios y el hombre, sin duda alguna, se
da una semejanza entre la operación cognoscitiva que sucede en Dios y la operación
cognoscitiva del hombre, como bien dice Garay,29 de las Dignidades, pues ellas son
similares a las que poseen las criaturas; y así, cuanto hay en éstas de bueno, grande,
glorioso, poderoso, etc., lo es por la bondad, grandeza, gloria, poder etc. de Dios, que se
refleja en las criaturas. Podemos denotar entonces que hay un reconocimiento, un
proceso de captación de Dios en lo creado por el mismo, esto es que conoce en la cosa o
en la criatura, la bondad, la grandeza, etc. La Bondad en sí misma, podemos decir,
reconoce su bondad en las cosas. Y de aquí que opere conociendo, pues es Él mismo el
conocimiento verdadero de todo.
El hombre con su entendimiento reconoce, gracias a sus principios (raíces) la bondad en
lo bueno (la cosa). Pero este captar no es igual al captar desde la Bondad misma. el
captar del hombre es imperfecto comparado con el de Dios, pues no es lo mismo captar
desde la verdad misma, desde la Bondad en sí, lo cual sólo sucede en Dios; que captar
desde un principio de esa Bondad en sí, siendo el entendimiento de la Bondad, es decir,
de sus partes, de sus principios. Captación o conocimiento que se da en el hombre.
Finalmente podemos responder a la cuestión principal de todo el trabajo, diciendo que la
semejanza en el conocer se da gracias a que el entendimiento humano capta, gracias a su
principio de la Bondad, Grandeza etc., lo bueno en el resto de lo creado y la sustancia
de Dios también capta pero de manera perfecta, sin error alguno; ya que Él es la verdad
misma, y el conocimiento pleno de todo. En esto podemos pensar dicha semejanza.
29 LEOPOLDO, Eijo Garay, “Las dignidades lulianas”. (1974), vol. XVIII: (pp.29)
12
Bibliografía:
LULL, Ramón. Arte breve (Josep. E. Rubio trad.) EUNSA. Pamplona, 2004.
LULL, Ramón. Árbol de la Ciencia de el muy iluminado maestro Raymundo Lulio
(Alonso de Zepeda y Adrada trad.) Francisco Foppens: Bruselas, 1664.
LEOPOLDO, Eijo Garay, “Las dignidades lulianas”. (1974), vol. XVIII, pp.26-46.
JAULET, Esteve, “Arbor scientiae: Inmanencia o trascendencia en el pensamiento
Luliano”. En Studia Luliana. (1998), vol. XXXVIII, pp.27-48.
GAYÀ, J, “Informe olive sobre una teoría acerca de las razones reales esenciales”,
núm. 39, (1999), pp.3-23
PARDO PASTOR, Jordi, “La mística Luliana pretensión de síntesis”, [documento
electrónico] Archivum Lullianvm - Universitat Autònoma de Barcelona y Instituto
Brasileiro de Filosofía e ciencia Raimundo Lúlio (“Ramon Lull”), núm. 37, (2002),
pp. 73-83
13