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javiercinta1970
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politica
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Una de las problemáticas actuales con más resonancias es el papel que cumple el Estado
nación ante el fenómeno de la globalización. Ante nuevos actores en el escenario
internacional, quitando la exclusividad a los estados en materia de política internacional, lo
nacional requiere de una resignificación1 la cual entre otros temas la ciudadanía ocupa un
lugar preponderante.
El proceso de globalización ha llevado a la discusión en torno a las fronteras que delimitan
el territorio (entendido este como uno de los elemento constitutivos del Estado nación) La
globalización es un proceso ligado íntimamente al desarrollo del capitalismo como modo de
producción intrínsecamente expansivo respecto de territorios, poblaciones, recursos,
procesos y experiencias culturales. Ante tal afirmación, se ha reducido considerablemente
la acción política dejando poca margen para la maniobra y las políticas de desarrollo
sometiendo a los actores políticos, a los vaivenes de una economía global restringiendo la
capacidad de respuesta ante las demandas sociales. Esto exige una redefinición de los
niveles en la conducción política regionalizando a través de otorgar atribuciones y
competencias a entidades subestatales y establecer marcos regulatorios y entidades
supranacionales eficaces. Si bien la transferencia de competencias estatales se puede llegar
a percibir como una pérdida, desde una perspectiva macro se trata de una redefinición y
reapropiación de competencias que ya no son efectivas a nivel nacional.
Ante este panorama la ciudadanía se redefine a nivel local y global2 ya que no se puede
asimilar únicamente al marco del Estado nación. Al respecto, Hugo Quiroga3 en su obra “El
drama de la democracia argentina”, establece que en el sentido estricto lo que define al
ciudadano es el concepto de participación política. La participación política atribuye
ciudadanía, pero exige la pertenencia nacional como requisito previo. Estos presupuestos
quedaron de lado cuando el proceso de globalización deja las fronteras difusas. En la UE el
concepto de ciudadanía que incluye una gran cantidad de derechos es un ejemplo claro de
cómo la ciudadanía trasciende las fronteras de los estados. Sin embargo, si bien las
1 El término ciudadanía, como todo concepto político es histórico y por lo tanto cambiante. Cecilia de la Rosa, Graciela Ruiz y Walter Camargo. “Ciudadanía y derechos en la Argentina en el marco del bicentenario latinoamericano”. Modulo II de Ingreso. Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Derecho. Mendoza, año 2011.2 La ciudadanía se desvincula del territorio y de la nación. Ello implica que las personas, en paralelo a su nacionalidad o identidad(es),
podrían disfrutar de múltiples ciudadanías, lo que supone la pertenencia política a las diversas comunidades que les afectan de forma significativa. Manuela Mesa. “Globalización, ciudadanía y derechos: la ciudad multicultural”. Papeles nº 95 2006. Citado en el aporte de Gerardo Ulises Moreno.3 Hugo Quiroga. “Ciudadanía y espacio público. Debates y perspectiva. En: Revista Venezolana de Ciencias Políticas. Nro 27/Enero – Junio 2005. Pp. 5-32
ciudades presentan una multiculturalidad existe segregación4. En ciudades como Londres,
Madrid, París, Amsterdam, etc, la dinámica migratoria ha aumentado considerablemente,
profundizando los conflictos internos, exigiendo en la gestión de tales ciudades la
implementación de políticas pluriculturales que se atiendan a las identidades personales y
colectivas tendientes a generar dinámicas propias de participación que trascienden los
ámbitos locales, promover redes y potenciar el sentimiento de pertenencia de identificación
y conciencia de formar parte de una comunidad local-global (esta afirmación surge a partir
de que el 67% de los españoles creen que los musulmanes que residen en su país quieren
ser distintos).
La ciudadanía podemos definirla desde el punto de vista jurídico que es una forma de
codificación de las relaciones entre los ciudadanos y el Estado que convierte al individuo en
sujeto y objeto del derecho local. El individuo es ciudadano-objeto de derecho porque debe
aceptar someterse al conjunto de reglas que establece el cuerpo de ciudadano. Se convierte
entonces en una suerte de deudor y acreedor del Estado ya que puede exigir y debe
contribuir, además de una serie de garantías que generalmente se expresan en
constituciones escritas. Pero resulta que el sistema de derechos y deberes funciona en un
mundo material concreto enmarcado en el sistema capitalista el cual es por naturaleza
desigual. Es así que un Estado moderno debe concretar derechos y deberes en un ambiente
de desigualdad. Tenemos entonces como ejemplo en la UE que en las ciudades antes
mencionadas existen categorías de ciudadanos (de primera aquellos extranjeros que
pertenecen a la comunidad de estados y de segunda los provenientes del Africa
Subsahariana, Europa Oriental y Latinoamericanos, categoría que otorga el derecho de voto
a los primeros mencionados). De esta manera, y a pesar de distintos esfuerzos para llegar a
distintos acuerdos, reanudamos la critica acerca de la relación de la ciudadanía y la
participación política, ya que dada la complejidad del fenómeno, exige debatir a niveles
mega las relaciones de los gobiernos y la ciudadanía en un ambiente globalizado.
4 Debemos destacar que el concepto de ciudadanía se ha regido siempre por la dialéctica de la inclusión-exclusión (“El yo y el otro”). Surge de esta manera una contradicción entre la declarada igualdad de los hombres y la particularidad de la pertenencia nacional de la que depende su asignación.