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98 AGOSTO 15 - SEPTIEMBRE 15 / AUGUST 15 - SEPTEMBER 15 2012 Entrevista: Ricardo Dueñas Novoa_narración: Xavier Gómez M._fotografía: Cecilia Puebla L legamos al nido del Pájaro, según reza un sutil aviso colocado en la entrada de su domicilio en Conocoto, a pocos minutos de Quito. El reloj marcaba las 16:30 y el mismísimo Francisco Febres Cordero (Quito, 1950) salió a recibir a la delegación de ABORDO, comandada por nuestro director editorial Ricardo Dueñas. “El Pájaro” reside en un nido de estilo campestre, de acabados rústicos, estancias generosas y jardines llenos de color. Nos invita a pasar. Es imposible desviar la mirada de las obras de arte (Varea, Kingman, Guayasamín...) que cuelgan de las paredes. Así como es imposible no fijarse en las decenas de retratos de seres queridos que exhibe sobre una mesa de madera y en las pequeñas figuras (gallos, palomas…) que recuerdan su sobrenombre en los exteriores. Nos ofrece algo de beber. Pedimos agua y gaseosa. Lleva una gran sonrisa en el rostro y un cigarrillo electrónico en la mano. Se sienta sobre uno de los muebles de la sala, posa su mirada aguda, de ave, sobre nuestro director editorial e inicia el diálogo: RD: ¿Eso de escribir así, buscándole el sarcasmo a las cosas, es un estilo literario? Bueno, en mi caso, es involuntario. Es algo que se mantuvo represado desde cuando aprendí periodismo en El Tiempo, un diario que nació a inicios de los 60. El Tiempo fue un diario que tuvo un cuerpo de redacción increíble. Ahí se inauguró una sección humorística, la de Los Picapiedra, que tuvo gran éxito. Ahí me inicié. RD: Volvamos más atrás. Hablemos de tus padres. Mi papá nació en 1914 y mi mamá en 1921. Mi papá era guayaquileño y mi mamá, quiteña. Mi papá vino a Quito más o menos a los 25 años. Aquí conoció a mi mamá, se casaron y tuvieron cuatro hijos. Éramos una familia de recursos moderados, pero de una vida cómoda. Mi infancia transcurrió en un barrio maravilloso, que en ese entonces se estaba recién formando: La Floresta. RD: ¿A quién eras más apegado de niño a tu papá o a tu mamá? A los dos. Mis papás tenían personalidades totalmente distintas. Mi papá, como mono (guayaquileño), era más extrovertido, de muy buen sentido del humor. Mi mamá era una persona estricta, que nos formaba con rigidez. RD: ¿Qué influyó en tu niñez para que tengas esa personalidad tan definida? Creo que siempre fui rebelde. Mis hermanos eran más sumisos, obedientes. RD: ¿A ti era al que le daban las nalgadas? (Risas) Más que eso, mi mamá me encerraba en un medio baño que teníamos en la casa, hasta que llegaba mi papá y me salvaba. RD: ¿Tienes alguna anécdota de esa época? Recuerdo que las amigas de mi mamá, muy elegantes, iban a tomar el té a la casa. Yo les abría las carteras y les metía cosas. A una señora le puse una lagartija. Era una señora de origen alemán y me persiguió con el paraguas para contramatarme, mientras me decía: “diablo gojo, diablo gojo, te voy a matar”. (Risas) RD: ¿Ahora le metes la lagartija a los artículos? Espero… (Ríe, nuevamente) RD: Después fuiste a la escuela. Sí. Los primeros tres años fueron trágicos. Estuve en Es bien conocido el mito de que los gatos tienen siete vidas. ¿Pero cuántas tienen los pájaros? Intentamos dilucidar el tema a partir de una entrevista con un personaje de lujo, el periodista, columnista, escritor, actor… Francisco “El Pájaro” Febres Cordero. 2012 AUGUST 15 - SEPTEMBER 15 / AGOSTO 15 - SEPTIEMBRE 15 99

Es bien conocido el mito de que los gatos tienen siete vidas. … · 2016-02-15 · Hablemos de tus padres. ... a otra sala y por primera vez en la vida hice trampa en ... Fíjate

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98 AGOSTO 15 - SEPTIEMBRE 15 / AUGUST 15 - SEPTEMBER 15 2012

Entrevista: Ricardo Dueñas Novoa_narración: Xavier Gómez M._fotografía: Cecilia Puebla

Llegamos al nido del Pájaro, según reza un sutil aviso

colocado en la entrada de su domicilio en Conocoto, a

pocos minutos de Quito. El reloj marcaba las 16:30 y

el mismísimo Francisco Febres Cordero (Quito, 1950)

salió a recibir a la delegación de ABORDO, comandada

por nuestro director editorial Ricardo Dueñas.

“El Pájaro” reside en un nido de estilo campestre, de

acabados rústicos, estancias generosas y jardines

llenos de color. Nos invita a pasar. Es imposible desviar

la mirada de las obras de arte (Varea, Kingman,

Guayasamín...) que cuelgan de las paredes. Así como

es imposible no fijarse en las decenas de retratos de

seres queridos que exhibe sobre una mesa de madera

y en las pequeñas figuras (gallos, palomas…) que

recuerdan su sobrenombre en los exteriores.

Nos ofrece algo de beber. Pedimos agua y gaseosa.

Lleva una gran sonrisa en el rostro y un cigarrillo

electrónico en la mano. Se sienta sobre uno de los

muebles de la sala, posa su mirada aguda, de ave,

sobre nuestro director editorial e inicia el diálogo:

RD: ¿Eso de escribir así, buscándole el sarcasmo a las cosas, es un estilo literario?

Bueno, en mi caso, es involuntario. Es algo que se

mantuvo represado desde cuando aprendí periodismo

en El Tiempo, un diario que nació a inicios de los 60. El

Tiempo fue un diario que tuvo un cuerpo de redacción

increíble. Ahí se inauguró una sección humorística, la

de Los Picapiedra, que tuvo gran éxito. Ahí me inicié.

RD: Volvamos más atrás. Hablemos de tus padres.

Mi papá nació en 1914 y mi mamá en 1921. Mi papá

era guayaquileño y mi mamá, quiteña. Mi papá vino

a Quito más o menos a los 25 años. Aquí conoció a

mi mamá, se casaron y tuvieron cuatro hijos. Éramos

una familia de recursos moderados, pero de una

vida cómoda. Mi infancia transcurrió en un barrio

maravilloso, que en ese entonces se estaba recién

formando: La Floresta.

RD: ¿A quién eras más apegado de niño a tu papá o a tu mamá?

A los dos. Mis papás tenían personalidades totalmente

distintas. Mi papá, como mono (guayaquileño), era más

extrovertido, de muy buen sentido del humor. Mi mamá

era una persona estricta, que nos formaba con rigidez.

RD: ¿Qué influyó en tu niñez para que tengas esa personalidad tan definida?

Creo que siempre fui rebelde. Mis hermanos eran más

sumisos, obedientes.

RD: ¿A ti era al que le daban las nalgadas?

(Risas) Más que eso, mi mamá me encerraba en un

medio baño que teníamos en la casa, hasta que llegaba

mi papá y me salvaba.

RD: ¿Tienes alguna anécdota de esa época?

Recuerdo que las amigas de mi mamá, muy elegantes,

iban a tomar el té a la casa. Yo les abría las carteras

y les metía cosas. A una señora le puse una lagartija.

Era una señora de origen alemán y me persiguió con

el paraguas para contramatarme, mientras me decía:

“diablo gojo, diablo gojo, te voy a matar”. (Risas)

RD: ¿Ahora le metes la lagartija a los artículos?

Espero… (Ríe, nuevamente)

RD: Después fuiste a la escuela.

Sí. Los primeros tres años fueron trágicos. Estuve en

Es bien conocido el mito de que los gatos tienen siete vidas. ¿Pero cuántas tienen los pájaros? Intentamos dilucidar el tema a partir de una entrevista con un personaje de lujo, el periodista, columnista, escritor, actor… Francisco “El Pájaro” Febres Cordero.

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que pasa es que las drogas han corrompido a la sociedad

por su no legalización. Pero por fin estamos viendo ciertos

atisbos de que esa legalización puede venir, por lo menos

para esas drogas suaves como la marihuana.

RD: ¿Has consumido drogas?

Poco, porque no me hacen sentir bien. Soy muy nervioso y

me angustio. Las veces que he probado marihuana me he

angustiado mucho y me ha dado una paranoia… Además

me da miedo, porque tengo un temperamento adictivo.

RD: ¿Y cocaína?

He probado… Fue terrible lo que me pasó la última vez. No

dormí nada y entonces dije: no, no, no, esto no vale para

mí. Pero entiendo que hay personas a las que si les va bien

con la cocaína pueden hacerse fácilmente adictos, porque

les da una energía que les mantiene despiertos, lúcidos,

todo el tiempo. Claro que también debe haber procesos de

educación preventiva. No es lo mismo que un muchacho

de 14 años consuma droga que uno de 30. Al muchacho de

14 años si hay que enseñarle, hay que guiarle, decirle que

eso es malo. Pero ya después, si él elige esa opción, es su

problema.

Las manos de “El Pájaro” juegan un papel fundamental en

sus conversaciones. Bailotean con gracia. Se mueven libres,

de un lado para el otro, como ensayando respuestas por sí

solas. Su rostro gesticula con fuerza y sus labios pronuncian

con énfasis ciertas palabras como estética, símbolos,

inteligencia, Montalvo, Picasso…

RD: ¿A qué personajes has admirado en tu vida?

A muchos. Montalvo, en su lucha contra el poder, Martin

Luther King, Nelson Mandela, Picasso…

RD: ¿En el arte, Picasso es el que te marca?

Me marca mucho Picasso, porque revolucionó la cuestión

de la estética. Pero claro estoy hablando de personajes que

son ya casi como símbolos, seres que de alguna manera

han revolucionado la concepción de las cosas.

RD: ¿Cómo era en sus inicios tu vida de periodista?

Siempre he sido de muy mal dormir. Salía de la casa el

rato que me levantaba, podían ser las 3 ó 4 de la mañana.

A veces llegaba al diario Hoy y me decían: señor, ¿está

entrando o saliendo?

RD: Fuiste uno de los pocos que logró entrevistar a Daniel Camargo Barbosa. ¿Cómo fue el proceso para acceder a él?

Yo era el editor de la sección de Cultura en diario Hoy,

pero siempre me ha fascinado el mundo policial. Y como

jodía tanto me asignaron el tema junto con el periodista

judicial que era Marco Jurado. Nos íbamos todas las

noches al Regimiento Quito, donde él estaba hospedado,

y tratábamos de conseguir la entrevista. Pero nos daban

largas. Estuvimos un mes, yendo todas las noches, hasta

que un día hablé con el jefe de la policía y le dije que

estaba encubriendo a Camargo. Él respondió que Camargo

odiaba a los periodistas y que si queríamos entrevistarle

teníamos que pagarle como 200 mil sucres, que en ese

tiempo era una fortuna. ¡Pero cómo íbamos a pagarle a

un delincuente, a un violador! Entonces me dijo: para que

vea que no lo estoy encubriendo les vamos a hacer pasar

como psicólogos. Y ahí logramos la entrevista.

RD: Y ya en la entrevista, ¿qué paso?

Cuando entramos nos dijo: doctores buenas noches, y

nos dio a cada uno la mano izquierda. De ahí pasamos

a otra sala y por primera vez en la vida hice trampa en

una entrevista: me escondí la grabadora en la chompa,

comenzamos a conversar y cada media hora, que era

el tiempo que duraba el casete, yo me iba a hacer pipí.

Camargo debió haber creído que yo era prostático. (Risas)

Así estuvimos hasta las tres de la mañana, fue algo

larguísimo.

RD: ¿Camargo era un tipo inteligente?

Inteligente, culto, lector, muy buen lector. Tal es así que

cuando le capturaron él tenía Crimen y Castigo (novela

célebre de Fiódor Dostoievski) en su mochila, junto a un

calzoncito de una niña de 9 años. Era una cosa terrorífica.

RD: ¿Qué es lo que te gusta de entrevistar?

Siempre hay una especie de protección del entrevistado

para que no entres en su vida, pero cuando esa protección

se rompe, tú lo sientes y puedes conversar. Eso es

fascinante, porque así como entrevistas a un delincuente,

entrevistas a políticos, artistas, boxeadores, toreros...

Entras en la vida de varios seres, descubres sus fortalezas,

sus limitaciones, sus luchas, sus fracasos. Recorres la

geografía del ser humano. Y eso es maravilloso.

una escuela en la que nos educaban al estilo del fundador,

con todas las torturas y los horrores a los que pueden

someter a un niño. Recuerdo que tenían un cancel, una

cárcel con barrotes de madera que daba al patio, donde

estaban los niños. Pero para el que había cometido un

crimen mayor, como decirle algo a un profesor, le metían

al sótano que, como su nombre lo indica, era un cuarto

oscuro.

Al hablar de su niñez, el rostro del entrevistado delata varias

sensaciones: nostalgia, reproche, ironía, pero sobre todo

mucha alegría. Por momentos sus ojos vivaces se pierden

entre recuerdos, para luego encenderse y narrar la vida del

infante que lo contiene. Es imposible desligar de su relato un

aire de picardía, que con los años se convirtió en rebeldía.

RD: ¿Y caíste al sótano?Al cancel. No, al sótano.

RD: ¿O sea que había otros más rebeldes?Seguramente… Pero claro, todo esto que te cuento, unido a

la idea de un Dios castigador de colegio católico, convirtió

a esa parte de mi infancia en una tortura. Al cuarto grado

me cambiaron al Spellman, un colegio con una educación

igual de religiosa, pero con más luz, más permisiva. Ya no

había sótano.

RD: ¿Te consideras liberal o conservador?Es difícil establecer parámetros, pero creo que siempre

he estado más a la izquierda que a la derecha. Es decir,

a pesar de que tuve una formación católica y estricta

siempre me revelé contra cualquier tipo de poder.

RD: ¿Qué personajes influyeron en tus primeros años, además de tus padres?Superman, Tarzán… (Risas). Me fascinaban los cómics. Así

comencé mi relación con la lectura. Mi hermano siempre

fue para mí un guía. Era la época de la radio, no teníamos

televisión y soñábamos ser como Pelé o pelear como

Floyd Patterson, Ingemar Johansson, Carmen Basilio.

RD: ¿Cuándo te nace el periodismo?En el colegio, en un periódico estudiantil. Hacíamos de

todo, escribíamos editoriales, buscábamos publicidad,

íbamos a la imprenta, esperábamos con desesperación

a que nos lo entregaran y luego hacíamos de canillitas.

Quizás ahí están mis primeros atisbos de esa venganza

contra el poder, porque quienes lo representaban, en ese

entonces, eran los profesores. Yo hacía unas coplas medias

satíricas contra ellos, jodía, me desquitaba del cero que

me ponían en Química. Ahí descubrí el periodismo y me

fascinó. Tal es así que cuando me gradué de bachiller le

dije a mi mamá que quería estudiar Periodismo. Pero la

situación de mi casa era complicada y ella me dijo: mira,

mijo, estudia una carrera que te dé algo, puedes seguir

escribiendo lo que te dé la gana, pero eso no te va a

alimentar. Por eso entré a Derecho.

RD: ¿Y para cura tampoco tenías vocación?

(Ríe) Durante mi infancia yo quería ser santo, como el

Hermano Miguel, por eso me pusieron Francisco Febres

Cordero (homónimo del santo cuencano). Pero yo tenía

el agravante de que no tenía las piernas torcidas, así que

me las torcía voluntariamente poniéndome arvejas en los

zapatos. Mi aspiración era llegar al cielo. Por eso después,

mi ruptura con la religión fue tan fuerte. Pero finalmente

llegamos a un acuerdo con Dios: yo no le molesto, pero él

tampoco a mí.

RD: ¿Eres ateo?

Soy agnóstico. Ese fue un proceso largo que comenzó,

quizás, con la muerte de mi padre. Lo absurdo de su

muerte me produjo un cisma muy hondo y ya en la

universidad fui distanciándome poco a poco.

RD: ¿Crees que la Iglesia, como institución, ha perdido peso?

La iglesia sigue teniendo un peso gravitante en nuestra

sociedad. Fíjate ahorita, en este tema del aborto, se debate

la cuestión desde los parámetros católicos, no desde el

punto de vista médico o ético. Yo creo que una sociedad

liberal debería discutir en este momento el derecho a la

eutanasia, al suicidio y al aborto.

RD: ¿Tú crees en el derecho al suicidio?

Absolutamente. Nosotros (los seres humanos) no pedimos

venir al mundo, nos botaron en él. Pero tenemos el

derecho de escoger hasta dónde vamos. Yo creo que el

suicidio es una alternativa válida para no tener una vida de

la que ya estás harto.

RD: ¿Qué opinas de las drogas?

Me parece que cada persona tiene derecho a la opción. Lo

“Nosotros no pedimos venir al mundo... Pero tenemos el derecho de escoger hasta dónde vamos. Yo creo que el suicidio es una alternativa válida para no tener una vida de la que ya estás harto”.

PERSONAJE NACIONAL

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PERSONAJE NACIONAL

“Me sorprende un atardecer, un árbol que se mueve al viento. Me sorprenden las cosas y eso a veces me reconcilia con la vida. A veces me indigna. Me enfurece...”.

La naturaleza del ser humano es sabia y compensativa. Así

como hay día y noche, calor y frío…, los seres apasionados

suelen tener también grandes momentos de depresión,

aunque no siempre los dejan notar. “El Pájaro” no se salva de

esta dualidad.

RD: ¿Siempre has tenido tanta pasión en tu vida?

A mí lo que me motiva es la pasión. Pero como todo ser

apasionado tengo caídas.

RD: ¿Eres un ser depresivo?

Sí. Depresivo, inseguro…

RD: ¿Cuándo te deprimes escribes?

Sí. A veces escribo artículos de humor en un estado de

ánimo depresivo. Y, al contrario, a veces estoy de humor y

escribo artículos, digámoslo así, serios.

RD: ¿Cuáles son las cosas que te motivan en la vida?

Me sorprende un atardecer, un árbol que se mueve

al viento. Me sorprenden las cosas y eso a veces me

reconcilia con la vida. A veces me indigna. Me enfurece.

Me enternece. Yo soy un tipo que no tiene parámetros de

comportamiento y estoy abierto a la sorpresa.

En las respuestas del entrevistado se percibe un elemento

que, aunque a ratos pasa imprevisto, suele provocar más

de un contratiempo en la vida. Es también una de las

características que lleva hasta donde se lo proponen a los

hombres más célebres: la terquedad.

RD: ¿Te gusta viajar?

Nunca me gustó mucho, pero por el periodismo he tenido

que viajar. Hasta que decidí nunca más hacerlo.

RD: ¿Cuándo decidiste eso?

Fui decidiendo de a poco. Una vez se me venció la visa

a Estados Unidos y me dije: ¿por qué tengo que darle el

gusto de humillarme a estos gringos? ¿Por qué tengo que

decirles cuánto tengo en mis cuentas de ahorros y todo

eso? ¿Por qué...? Ahí se me redujo un buen pedazo de

mundo… Después me hicieron una invitación a España.

Tenía que presentarme a la Embajada para que me crean

narcotraficante, terrorista. Y dije nuevamente: ¿por qué?

Entonces se me redujo otra parte del mundo. Luego

solamente viajaba a los países donde podía, a Suramérica,

hasta que descubrí que los viajes en el siglo XXI son una

tortura y finalmente me dije: si ahora ya hay Discovery

Channel mejor me siento y conozco el mundo así. (Ríe)

RD: ¿Has sido emprendedor en la parte económica de tu vida?Nunca jamás.

RD: ¿Pero ahora eres accionista, empresario?Pero no sé de eso. Hay un gerente que es el que sabe.

RD: ¿Y cómo decidiste comprar acciones en un medio de comunicación?Por qué si no lo hacía yo, lo hacía cualquiera. La revista

(Diners) es parte de mi vida. Entonces, entre la posibilidad

de comprar acciones o que vaya alguien que pueda

convertirla en cualquier cosa, preferí tener una parte.

RD: ¿Qué piensas de la piratería?Que es algo terrible. Te das cuenta de eso cuando eres

autor.

RD: Pero si no te mueven intereses económicos, ¿cuál es el problema?Que no tienes control sobre nada. He visto mis libros o

mis artículos distorsionados en Internet. Las personas

aumentan las cosas que quieren y tú no tienes control

sobre tu propia creación. Eso es terrible. Una creación

merece respeto. En la música, en las películas, es lo

mismo.

Una de las facetas poco exploradas en la vida del entrevistado

es su lado histriónico. “El Pájaro” conoció el teatro cuando

cursaba su carrera de Derecho en la Universidad Católica de

Quito. Se enamoró de las artes escénicas y participó en varias

obras. Recientemente incursionó en el cine, en las películas

El Facilitador y Telón del cineasta Víctor Arregui. Habrá que

esperar el estreno para verlo en la gran pantalla…

RD: ¿Cuál es el personaje al que más te ha gustado interpretar?Bueno, en el teatro más que actor he sido director. Pero

había una obra de Jorge Díaz, Réquiem para un girasol, en

la que yo hacia un personaje fantástico que se llamaba

Manuel. Era un mimo que hacía toda la obra con señas.

Después tuve una etapa de redescubrimiento del cine en

las dos películas que hice. Pero más que eso, me fascinó

conocer a la gente que hace cine, gente joven, profesional,

que se juega por una idea, por una quimera. ¡Qué cosa más

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maravillosa! No están ahí ni por plata, están ahí por hacer una película, por

un sueño.

Han transcurrido poco menos de tres horas, “El Pájaro” ha recargado en una

ocasión el tabaco electrónico que lo ha acompañado durante casi toda la

tertulia y ha encendido dos cigarrillos verdaderos, de esos que tienen harta

nicotina. Se refiere a ese vicio, con cierta dulzura, como uno de los “placeres

ingratos” de la vida. Pero no es el único.

RD: ¿Cuáles son los placeres de la vida?

Tengo un grupo de amigos, muy cercanos, con los que gusta mucho pasar

tiempo, reunirnos, reír, conversar. Son un grupo de 8 ó 9 personas. Son de

larga data. Nos reunimos, almorzamos, tomamos unos tragos.

RD: ¿Juegas cartas?

No. Me encanta el póker, pero ya casi nunca juego.

RD: ¿Eres apostador?

De joven era un pokerista consumado y apostaba.

RD: ¿Te gusta el rock?

No. Para el rock necesitas una formación que yo no tuve, una formación de

roquero. A mí lo que me gustaba era la música protesta…

RD: ¿O sea que nada de The Beatles?

Nada. En mi época éramos tan idiotas que pensábamos que escuchar

música en inglés era ser permisivos frente al imperio. Así me perdí a los

Beatles. Me perdí tantas cosas…

RD: ¿Cantas?

Tengo un pésimo oído y no sé cantar ni el Himno Nacional. (Ríe)

RD: ¿Bailas?

Cómo te dije tengo muy mal oído y creo que por eso no bailo bien. Pero

me gusta mucho la música. Me hubiera gustado tocar algún instrumento,

cantar, no sé… Pero la vida es sabia, si hubiera tocado algún instrumento y

hubiera sabido cantar ya me hubiera muerto de cirrosis hace 40 años.

La entrevista, tal cual comenzó, termina entre risas y reflexiones. La grabadora

está apagada y aprovechamos para hacer las últimas fotografías. Es hora de

despedirnos. Hermann Hesse (Alemania, 1877-1962) creía que los hombres

tienen 1 000 almas, 1 000 personalidades. Esperamos habernos acercado, por

lo menos, a las siete ofrecidas al inicio de este artículo.

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