Escritos Hna White Sobre La Adultez

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LAS GENERACIONES UNIDAS

UNIVERSIDAD DE MONTEMORELOSFACULTAD DE PSICOLOGAPsicologa de la Adultez Media y Tarda2

Escritos sobre la Adultez a travs del Espritu de Profeca

Psicologa de la Adultez Temprana, Media y TardaEnero Mayo 2014

Lic. en Psicologa Clnica yPsicologa Educativa

LAS GENERACIONES UNIDASLibro: Conflicto y Valor

"El joven Samuel ministraba a Jehov en presencia de El." (1 Sam. 3: 1).

Aunque era muy joven cuando se le trajo a servir en el tabernculo, Samuel tena ya entonces algunos deberes que cumplir en el servicio de Dios, segn su capacidad. Eran al principio muy humildes, y no siempre agradables; pero los desempeaba lo mejor que poda, con corazn dispuesto. . .

Si se les enseara a los nios a considerar el humilde ciclo de deberes diarios como la conducta que el Seor les ha trazado, como una escuela en la cual han de prepararse para prestar un servicio fiel y eficiente, cunto ms agradable y honorable les parecera su trabajo! El cumplimiento de todo deber como para el Seor rodea de un encanto especial aun los menesteres ms humildes, y vincula a los que trabajan en la tierra con los seres santos que hacen la voluntad de Dios en el cielo (Patriarcas y Profetas, pgs. 619, 620).

La vida de Samuel desde su temprana niez haba sido una vida de piedad y devocin. Haba sido puesto bajo el cuidado de El en su juventud, y la amabilidad de su carcter le granje el clido afecto del anciano sacerdote. Era bondadoso, generoso, diligente, obediente, y respetuoso. El contraste entre la vida del joven Samuel y la de los hijos del sacerdote era muy marcado, y El hallaba reposo, consuelo y bendicin en la presencia de su pupilo. Era cosa singular que entre el principal magistrado de la nacin y un simple nio existiera tan clido afecto, Samuel era servicial y afectuoso y ningn padre am alguna vez a su hijo ms tiernamente que El a ese joven. A medida que los achaques de la vejez le sobrevenan a El, senta ms profundamente la conducta desanimadora, temeraria, licenciosa de sus propios hijos, y buscaba consuelo y sostn en Samuel.

Cun conmovedor es ver a la juventud y la vejez confiando la una en la otra, a los jvenes buscando consejo y sabidura en los ancianos, a los ancianos buscando ayuda y simpata en los jvenes. As debiera ser. Dios quisiera que los jvenes poseyesen tales cualidades de carcter, que encontraran deleite en la amistad de los ancianos, para que puedan estar unidos por los fuertes lazos del cario con aquellos que se estn aproximando a los bordes del sepulcro (SDA Bible Commentary, tomo 2, pg. 1021).

PROBLEMAS GERITRICOSLibro: Mente, Carcter y Personalidad 2

Los ancianos tambin necesitan sentir la benfica influencia de la familia. En el hogar de hermanos y hermanas en Cristo es donde mejor puede mitigarse la prdida de los suyos. Si se los anima a tomar parte en los intereses y ocupaciones de la casa, se los ayudar a sentir que an conservan su utilidad. Hacedles sentir que se aprecia su ayuda, que an les queda algo que hacer en cuanto a servir a los dems, y esto les alegrar el corazn e infundir inters a su vida. MC 155 (1905).

En cuanto sea posible, haced que permanezcan entre amigos y asociaciones familiares aquellos cuyas canas y pasos vacilantes muestran que van acercndose a la tumba. nanse en los cultos con quienes han conocido y amado. Sean atendidos por manos amorosas y tiernas. 155, 156 (1905).

Constantemente se hace hincapi en la necesidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas ancianos que no tienen hogar. Qu puede hacerse por ellos? La luz que el Seor me ha dado ha sido la misma que en otras ocasiones: No es lo mejor establecer instituciones para el cuidado de los ancianos, a fin de que puedan estar juntos, en compaa. Tampoco debe despedrselos de la casa para que sean atendidos en otra parte. Que los miembros de cada familia atiendan a sus propios parientes. Cuando esto no sea posible, la obra incumbe a la iglesia, y debe ser aceptada como deber y privilegio. Todos los que tienen el espritu de Cristo considerarn a los dbiles y ancianos con respeto y ternura especiales. 2JT 509, 510 (1900).

La presencia en nuestras casas de uno de estos desamparados es una preciosa oportunidad para cooperar con Cristo en su ministerio de gracia y desarrollar rasgos de carcter como los suyos. Hay bendicin en la asociacin de ancianos y jvenes. Estos ltimos pueden llevar rayos de sol al corazn y la vida de los ancianos. Quienes van desprendindose de la vida necesitan del beneficio resultante del trato con la juventud llena de esperanza y nimo. Los jvenes tambin pueden obtener ayuda de la sabidura y experiencia de los ancianos. Ms que nada necesitan aprender a servir con abnegacin. La presencia de alguien que necesita simpata, longanimidad y amor abnegado ser de inestimable bendicin para ms de una familia. Suavizar y pulir la vida del hogar, y sacar a relucir en viejos y jvenes las gracias cristianas que los revestirn de divina belleza y los enriquecern con tesoros imperecederos del cielo. MC 156 (1905).

Qu conmovedor es ver a los jvenes y los ancianos cuando confan uno en el otro; cuando el joven busca en el anciano consejo y sabidura, y el anciano busca en el joven ayuda y simpata. As debe ser. Dios quiere que los jvenes tengan tales cualidades de carcter que encuentren deleite en la compaa de los ancianos, que estn unidos por los vnculos del afecto hacia los que se estn acercando al borde de la tumba. Carta 6, 1886; (SD 161).

Se debe a los padres mayor grado de amor y respeto que a ninguna otra persona. Dios mismo, que les impuso la responsabilidad de guiar las almas puestas bajo su cuidado, orden que durante los primeros aos de la vida, los padres estn en lugar de Dios para sus hijos. El que desecha la legtima autoridad de sus padres, desecha la autoridad de Dios. El quinto mandamiento no slo requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que tambin los amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que escuden su reputacin y que los ayuden y consuelen en su vejez. Tambin les encarga que sean considerados con los ministros y gobernantes, y con todos aquellos en quienes Dios ha delegado autoridad. PP 316 (1890).

Quienes hayan de cuidar ancianos deben recordar que stos, ms que nadie, necesitan cuartos abrigados y cmodos. Con los aos, el vigor declina y mengua la fuerza vital con la cual resistir las influencias malsanas. De ah que sea tan necesario proporcionar a las personas de edad mucha luz y mucho aire puro. MC 209 (1905).

Sucede con frecuencia que las personas ancianas no estn dispuestas a comprender ni reconocer que su fuerza mental est decayendo. Acortan sus das asumiendo preocupaciones que corresponden a sus hijos. Satans obra a menudo sobre su imaginacin y las induce a sentir una ansiedad continua respecto de su dinero. Este llega a ser su dolo y lo guardan con cuidado avariento. Hasta se privan a veces de muchas comodidades de la vida y trabajan ms de lo que les permiten sus fuerzas, en vez de usar los recursos que tienen. De esta manera sufren constante necesidad por temor a que en algn tiempo futuro tengan que pasar miseria.

Todos estos temores tienen su origen en Satans. l excita los rganos que los inducen a sentir temores y celos serviles que corrompen la nobleza del alma y destruyen los pensamientos y sentimientos elevados. Tales personas son insanas respecto del dinero.

Si ellas asumiesen la actitud que Dios quiere que asuman, sus postreros das podran ser los mejores y ms felices. Quienes tienen hijos en cuya honradez y juicioso manejo tienen motivos para confiar, deben dejar que ellos los hagan felices. A menos que obren as, Satans se aprovechar de su falta de fuerza mental, y manejar todo en su lugar. Deben de poner la ansiedad y las cargas, ocupar su tiempo tan felizmente como puedan, y prepararse as para el cielo. 1JT 173 (1864).

El que ha crecido en el servicio a Dios puede olvidar las cosas que estn sucediendo a su alrededor y los acontecimientos de su infancia. Oh, que los jvenes puedan comprender cun importante es mantener la mente libre de pensamientos corruptores, pura y limpia, y preservar el alma de toda prctica degradante; porque la pureza o la impureza de la juventud se refleja en la ancianidad! HHD 80 (1894).

Vi a David suplicando al Seor que no lo abandonase cuando fuese viejo; vi qu causa le arrancaba esta ferviente oracin. Vea l que la mayora de los ancianos que lo rodeaban eran desgraciados, y que las caractersticas desfavorables de su carcter se intensificaban especialmente con la edad. Si por naturaleza las personas eran avarientas y codiciosas, lo eran hasta un punto muy desagradable en su vejez. Si eran celosas, inquietas e impacientes, lo eran especialmente en la edad provecta. 1JT 172 (1864).

David senta gran angustia al ver que los reyes y nobles que parecan haber temido a Dios mientras gozaban de la fuerza de su virilidad, se ponan celosos de sus mejores amigos y parientes cuando llegaban a viejos. Teman de continuo que fuesen motivos egostas los que inducan a sus amigos a manifestar inters por ellos. Escuchaban las sugestiones y los consejos engaosos de los extraos respecto de aquellos en quienes debieran haber confiado. Sus celos irrefrenados ardan a veces como llamas, porque no todos concordaban con su juicio decrpito. Su avaricia era horrible. A menudo pensaban que sus propios hijos y deudos deseaban que muriesen para reemplazarlos, poseer sus riquezas y recibir los homenajes que se les concedan. Y algunos estaban de tal manera dominados por sus sentimientos celosos y codiciosos que llegaban hasta a matar a sus propios hijos. 1JT 172 (1864).

David notaba que aunque haba sido recta la vida de algunos mientras disfrutaban de la fuerza de la virilidad, al sobrevenirles la vejez parecan perder el dominio propio. Satans intervena y guiaba su mente, volvindolos inquietos y descontentos. Vea que muchos ancianos parecan abandonados por Dios y se exponan al ridculo y al oprobio de los enemigos de l.

David qued profundamente conmovido y se angustiaba al pensar en su propia vejez. Tema que Dios lo abandonase y que, al ser tan desdichado como otras personas ancianas cuya conducta haba notado, quedara expuesto al oprobio de los enemigos del Seor. Sintiendo esta preocupacin, rog fervientemente: "No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. . . Oh Dios, ensesteme desde mi mocedad; y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Y aun hasta la vejez y las canas; oh Dios, no me desampares, hasta que denuncie tu brazo a la posteridad, tus valentas a todos los que han de venir" (Sal. 71: 9, 17-18). David senta la necesidad de precaverse contra los males que acompaan a la senectud. 1JT 172, 173 (1864).

El Hno. L es mayordomo de Dios. Se le han confiado medios y debera comprender su deber de darle a Dios las cosas que son de Dios. No debera dejar de entender lo que el Seor requiere de l. Mientras vive y est en su sano juicio, debera aprovechar la oportunidad de decidir el destino de la propiedad que Dios le ha confiado, en lugar de dejarla para que otros la usen y dispongan de ella despus de su muerte. 2T 675 (1871).

El Hno. L debera poner en orden todos sus asuntos, y no dejar cabos sueltos. Es su privilegio ser rico en buenas obras y poner para s mismo un buen fundamento para el porvenir, de manera que pueda echar mano de la vida eterna. No le conviene seguir las sugerencias de su juicio vacilante. Debera buscar el consejo de hermanos de experiencia y procurar la sabidura de Dios para que pueda terminar bien su obra. Debera estar ahora mismo proveyndose con todo fervor de "bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote". 2T 676 (1871).

Se debera manifestar el ms tierno inters hacia aquellos cuya vida est vinculada con la obra de Dios. A pesar de sus muchas enfermedades, estos obreros todava disponen de talentos que los califican para ocupar su lugar. Dios quiere que desempeen cargos directivos en su obra. Han permanecido fieles en medio de tormentas y pruebas, y se encuentran entre nuestros ms valiosos consejeros.

No perdamos de vista el hecho de que en lo pasado estos fervorosos luchadores lo sacrificaron todo para impulsar la obra. El hecho de que hayan envejecido y peinen canas en el servicio de Dios, no es razn para que dejen de ejercer una influencia superior a la de hombres que tienen mucho menos conocimiento de la obra y mucha menos experiencia en las cosas divinas.

Aunque desgastados e incapaces de llevar las pesadas responsabilidades que hombres ms jvenes pueden llevar, su valor como consejeros es del orden ms elevado. Han cometido errores, pero han adquirido sabidura como consecuencia de sus fracasos; han aprendido a evitar equivocaciones y peligros, y, no son acaso competentes para dar sabios consejos? Han soportado la prueba y la tribulacin, y aunque han perdido algo de su vigor, no deberan ser puestos a un lado por obreros menos experimentados que saben muy poco del trabajo y la abnegacin de estos pioneros. El Seor no los pone a un lado. Les proporciona gracia y sabidura especiales. 7T 287, 288 (1902).

Los ancianos portaestandartes que todava viven, no deberan ser puestos en situacin difcil. Los que sirvieron al Maestro cuando la obra era ardua, que soportaron pobreza y permanecieron fieles a la verdad cuando eran pocos en nmero, deben ser honrados y respetados siempre. Se me ha instruido para que diga: Todo creyente debe respetar a los ancianos pioneros que han soportado pruebas, dificultades y privaciones. Son obreros de Dios y han desempeado un papel prominente en la edificacin de su obra. 7T 289 (1902).

Mientras los portaestandartes de edad avanzada permanecen en el campo, los que reciben el beneficio de sus labores deberan atenderlos y respetarlos. No los recarguis con preocupaciones. Apreciad su consejo y sus palabras de orientacin. Tratadlos como padres y madres que han soportado el peso del trabajo. Los obreros que en el pasado se han anticipado a las necesidades de la causa realizan una obra noble cuando, en lugar de llevar ellos mismos todas las cargas, las depositan sobre los hombros de hombres y mujeres jvenes, y los educan como Elas educ a Eliseo. 2MS 260 (1900).

Quiera Dios bendecir y sostener a los obreros ancianos y probados. Quiera el Seor ayudarles a ser sabios para preservar sus facultades fsicas, mentales y espirituales. El Altsimo me ha instruido para que diga a los que han dado su testimonio en los primeros das del mensaje: "Dios les ha dado la facultad de la razn, y quiere que comprendan y obedezcan las leyes que tienen que ver con la salud. No sean imprudentes. No trabajen excesivamente. Dediquen tiempo a descansar. Dios quiere que permanezcan en su sitio y que hagan su parte para salvar a hombres y mujeres de ser arrastrados por la poderosa corriente del mal. Quiere que tengan puesta la armadura hasta que l les diga que la pongan a un lado. Falta poco para que reciban su recompensa". 7T 289 (1902).

Se me ha pedido que diga a mis hermanos de edad que anden en humildad con Dios. No seis acusadores de los hermanos. Debis llevar a cabo la obra que os ha sido asignada, bajo la direccin del Dios de Israel. La tendencia a la crtica es el peligro ms grande que afrontan muchos. Los hermanos a quienes os sents tentados a criticar son llamados a llevar responsabilidades que posiblemente vosotros no podis soportar; pero podis ser sus ayudadores. Podis prestar un gran servicio a la causa si queris hacerlo, utilizando vuestra experiencia adquirida en el pasado en relacin con el trabajo de otros. El Seor no ha encomendado a ninguno de vosotros la tarea de corregir y censurar a vuestros hermanos. (Ev. 82, 83. 1907)

LOS PADRES ANCIANOSLibro: El hogar cristiano

La obligacin que tienen los hijos de honrar a sus padres dura toda la vida. Si los padres son ancianos y dbiles, los hijos deben dedicarles su afecto y atencin proporcionalmente a su necesidad. Con nobleza y decisin deben amoldar su conducta, hasta con abnegacin si es necesario, para evitar a los padres todo motivo de ansiedad y perplejidad.

Debe ensearse a los hijos a amar y cuidar con ternura a sus padres. Hijos, atendedlos vosotros mismos; porque ninguna otra mano puede hacer tan aceptablemente los pequeos actos de bondad que la vuestra puede hacer para ellos. Aprovechad la preciosa oportunidad que tenis para sembrar bondades.

Recuerden los hijos atentamente que aun en el mejor de los casos los padres disfrutan de poca alegra y comodidad. Qu puede causar mayor pena a su corazn que una negligencia manifiesta de parte de sus hijos? Qu pecado pueden cometer los hijos que sea peor que el ocasionar pena a un padre o a una madre de edad y sin amparo?

Una vez llegados a la madurez algunos hijos piensan que han cumplido su deber cuando han provisto de morada a sus padres. Aunque les dan comida y albergue, no les conceden amor ni simpata. En la vejez de sus padres, cuando stos anhelan que se les expresen afecto y simpata, los hijos sin corazn los privan de sus atenciones. No hay momento en que los hijos no hayan de respetar y amar a sus padres. Mientras stos vivan, los hijos debieran tener gozo en honrarlos y respetarlos. Debieran infundir en la vida de los ancianos padres toda la alegra que puedan, y allanar su senda hacia la tumba. No hay en este mundo mejor recomendacin para un hijo que el haber honrado a sus padres, ni mejor anotacin en los libros del cielo que aquella donde se consigna que am y honr a su padre y a su madre.

Cuando los padres permiten que un hijo les falte al respeto en su infancia, tolerando que les hable speramente, tendrn que segar una terrible cosecha en aos ulteriores. Los padres que no requieren pronta y perfecta obediencia de sus pequeuelos no echan el debido fundamento para el carcter de sus hijos. Los preparan para que los deshonren en la vejez y llenen su corazn de pesar cuando se estn acercando a la tumba, a menos que la gracia de Cristo transforme el corazn y carcter de esos hijos.

Si los hijos piensan que fueron tratados con severidad en su infancia, les ayudar esto a crecer en la gracia y en el conocimiento de Cristo? Reflejarn ellos la imagen de l si albergan un espritu de represalias y venganza contra sus padres, especialmente cuando stos hayan envejecido y se hayan debilitado? No bastar el desamparo de los padres para despertar el amor de los hijos? No lograrn las necesidades de los ancianos padres evocar los nobles sentimientos del corazn, y por la gracia de Cristo, no sern los padres tratados con bondadosa atencin y respeto de parte de sus hijos? Ojal que el corazn de stos no se endurezca como el acero contra el padre y la madre!

Dijo una vez una mujer: "Siempre odi a mi madre, y ella me odi a m". Estas palabras fueron anotadas en los libros del cielo y sern reveladas en el da del juicio cuando cada uno ser recompensado segn sus obras.

Resulta especialmente terrible pensar que un hijo se vuelva con odio contra una madre envejecida, debilitada y afectada por los achaques de la segunda infancia. Con cunta paciencia y ternura debieran conducirse para con ella los hijos de una madre tal! Debieran dirigirle tiernas palabras, que no irriten el nimo. Nunca carecer de bondad quien sea verdaderamente cristiano, ni en circunstancia alguna descuidar a su padre o a su madre, sino que escuchar la orden: "Honra a tu padre y a tu madre".

Para los hijos, el pensar en que contribuyeron a la comodidad de sus padres ser motivo de satisfaccin para toda la vida y les infundir gozo especial cuando ellos mismos necesiten simpata y amor. Aquellos cuyo corazn rebose de amor tendrn por inestimable el privilegio de suavizar para sus padres el descenso a la tumba. Se regocijarn por haber podido infundir consuelo, y paz en los postreros das de sus amados padres. Obrar de otra manera, negar a los ancianos indefensos el bondadoso ministerio de hijos e hijas, llenara de remordimiento el alma de stos, y sus das de pesar, si no tuviesen el corazn endurecido y fro como una piedra.

EL HONOR DEBIDO A LOS PADRESLibro: El hogar cristiano; Cap. 50

Los hijos deben sentir que tienen una deuda con sus padres que los han vigilado durante su infancia, y cuidado en tiempos de enfermedad. Deben darse cuenta de que sus padres han sufrido mucha ansiedad por ellos.

Cuando los hijos lleguen a la edad adulta apreciarn al padre que trabaj fielmente y no les permiti que cultivasen sentimientos errneos y cediesen a malos hbitos.

"Honra a tu padre y a tu madre, porque tus das se alarguen en la tierra que Jehov tu Dios te da". Este es el primer mandamiento con promesa. Est en vigencia para los nios y los jvenes, para los adultos y los ancianos. No hay poca en la vida en que los hijos estn excusados de honrar a sus padres.

Se debe a los padres mayor grado de amor y respeto que a ninguna otra persona. Dios mismo, que les impuso la responsabilidad de guiar las almas puestas bajo su cuidado, orden que durante los primeros aos de la vida, los padres estn en lugar de Dios respecto a sus hijos. El que desecha la legtima autoridad de sus padres, desecha la autoridad de Dios. El quinto mandamiento no slo requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que tambin los amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que escuden su reputacin, y que les ayuden y consuelen en su vejez.

En esta era de rebelin, los hijos no han recibido la debida instruccin y disciplina y tienen poca conciencia de sus obligaciones hacia sus padres. Sucede a menudo que cuanto ms hacen sus padres por ellos, tanto ms ingratos son, y menos los respetan. Los nios que han sido mimados y rodeados de cuidados

Esa misma disposicin se ver en toda su vida. Sern incapaces, dependern de la ayuda ajena, y esperarn que los dems los favorezcan y cedan a sus deseos. Y si encuentran oposicin, aun en la edad adulta, se creen maltratados; y as recorren su senda por el mundo, acongojados, apenas capaces de llevar su propio peso, murmurando e irritndose a menudo porque todo no les sale a pedir de boca.

He visto hijos que no parecen tener afecto que conceder a sus padres, ni les expresan el amor y cario que les deben y ellos apreciaran, pero prodigan afecto y caricias a los escogidos a quienes manifiestan preferencia. Es esto lo que Dios quiere? No, no.

Introducid en el crculo del hogar cuantos rayos del amor y afecto os quepan. Vuestros padres apreciarn estas pequeas atenciones que podis otorgarles. Vuestros esfuerzos por aligerar las cargas, y por reprimir toda palabra de irritacin e ingratitud, demuestran que no sois hijos irreflexivos, y que apreciis el cuidado y el amor que os dieron durante los aos de vuestra infancia desamparada.

LOS MODALESLibro: La educacin

Y Dios ha mandado especialmente que se manifieste tierno respeto hacia los ancianos. "Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia ". "Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia". Habla de batallas que se libraron y victorias que se ganaron; de responsabilidades que se asumieron y de tentaciones que se resistieron, Habla de pies cansados que se acercan al descanso, de puestos que pronto quedarn vacantes. Aydese a los nios a pensar en esto, y entonces allanarn el camino de los ancianos mediante su cortesa y su respeto, y aadirn gracia y belleza a sus jvenes vidas si prestan atencin a este mandato: "Delante de las canas te levantars, y honrars el rostro del anciano"."Delante de las canas te levantars, y honrars el rostro del anciano".Lev. 19: 32. (Nota: Prov. 16: 31.*Lev. 19: 32.*)

Los padres, las madres y los maestros necesitan apreciar ms plenamente la responsabilidad y el honor que Dios les ha conferido al hacerlos, con respecto al nio, sus propios representantes. El carcter que manifiesten en su conducta de todos los das, le servir al nio para interpretar, para bien o para mal, estas palabras de Dios:

"Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehov de los que le temen". "Como aquel a quien consuela su madre, as os consolar yo a vosotros". Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehov de los que le temen". "Como aquel a quien consuela su madre, as os consolar yo a vosotros". (Nota: Sal. 103:13; Isa. 66:13.*)

Feliz el nio en quien estas palabras despiertan amor, gratitud y confianza; para quien la ternura, la justicia y la tolerancia de los padres y el maestro interpretan el amor, la justicia y la tolerancia de Dios; el nio que, por la confianza, la sumisin y la reverencia hacia sus protectores terrenales aprende a confiar, obedecer y reverenciar a su Dios. Aquel que imparte al nio o al alumno semejante don, lo dota de un tesoro ms precioso que la riqueza de todos los siglos: Un tesoro tan duradero como la eternidad.

MENSAJES PARA LA GENTE DE EDAD AVANZADALibro: Mensajes Selectos Tomo II

EL SOL DE LA TARDE: SAZONADO Y PRODUCTIVOEL VERDADERO ministro de Cristo debera mejorar continuamente. El sol de la tarde de su vida debe ser ms sazonado y productivo que el sol de la maana. Debe continuar aumentando en tamao y en brillo hasta su ocaso detrs de las montaas del oeste. Hermanos en el ministerio, es mejor, muchsimo mejor, morir a causa del trabajo duro en un hogar o en el campo misionero extranjero, que enmohecerse a causa de la inaccin. No desmayis a causa de las dificultades, no os conformis con permanecer sin estudiar y sin mejorar. Investigad con diligencia la Palabra de Dios en busca de temas que instruirn a los ignorantes y alimentarn el rebao de Dios. Saturaos tanto de estos temas, que podis extraer cosas nuevas y viejas del cofre del tesoro que es su Palabra.

Vuestra experiencia no debera consistir en diez, veinte o treinta aos de edad, sino que deberais tener una experiencia diaria y vital a fin de poder dar a cada uno su porcin de comida a su debido tiempo. Mirad hacia adelante y no hacia atrs. Que nunca os veis obligados a forzar vuestra memoria a fin de referir alguna experiencia ocurrida en el pasado. Qu valor tendra hoy para vosotros o para los dems? Si bien es cierto que apreciis todo lo bueno de vuestra experiencia pasada, tambin deseis una experiencia ms brillante y fresca a medida que avanza vuestra edad. No os jactis de lo que habis hecho en el pasado, sino demostrad lo que podis hacer ahora. Dejad que os alaben vuestras obras y no vuestras palabras. Poned a prueba la promesa de Dios, segn la cual los que estn "plantados en la casa de Jehov, en los atrios de nuestro Dios florecern. Aun en la vejez fructificarn; estarn vigorosos y verdes, para anunciar que Jehov mi fortaleza es recto, y que en l no hay injusticia" (Sal. 92: 13-15). Mantened jvenes vuestro corazn y vuestra mente mediante el ejercicio continuo (The Review and Herald, 6 de abril de 1886).

No hay excusa para aflojar la disciplina personal He odo decir a los que han estado en la fe durante aos, que solan ser capaces de soportar las pruebas y las dificultades, pero que desde que comenzaron a experimentar las enfermedades propias de la edad avanzada, han sentido mucha angustia cuando las pruebas los han asediado. Qu significa esto? Quiere decir que Jess ha dejado de ser su Salvador? Significa que el que ha llegado a una edad avanzada y tiene el cabello blanco, disfruta por eso del privilegio de poner de manifiesto pasiones profanas? Pensad en esto. Deberais ejercer vuestro razonamiento en relacin con esto, tal como lo hacis con referencia a las cosas temporales. Deberais negar satisfaccin a vuestras tendencias personales, y en cambio deberais convertir vuestro servicio a Dios en el asunto ms importante de vuestra vida. No deberais permitir que ninguna cosa perturbe vuestra paz. No hay necesidad de que ocurra tal cosa; debe haber un progreso constante en la vida santificada.

Cristo es la escalera que Jacob vio, cuya base descansa sobre la tierra y cuyo ltimo peldao llega hasta el cielo ms elevado; y vosotros deberais ascender por esta escalera, peldao tras peldao, hasta alcanzar el reino eterno. No hay excusa para asemejarse ms a Satans, ms a la naturaleza humana. Dios ha puesto delante de nosotros la cumbre del privilegio cristiano, y debemos "ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seis plenamente capaces de comprender con todos los santos cul sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efe 3: 16-19) (The Review and Herald, 1 de octubre de 1889).

Hay que levantarse y llamarlos bienaventurados Los portaestandartes de edad avanzada distan mucho de ser intiles, y por lo tanto no debe dejrselos de lado. Tienen que desempear en la obra una parte similar a la de Juan. Pueden decir: "Lo que era desde el principio, lo que hemos odo, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de Vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifest); lo que hemos visto y odo, eso os anunciamos, para que tambin vosotros tengis comunin " con nosotros; y nuestra comunin verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje que hemos odo de l, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en l. Si decimos que tenemos comunin con l, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como l est en luz, tenemos comunin unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1: 1-7).

Este pasaje muestra el espritu y la vitalidad del mensaje que Juan dio para todos a una edad avanzada, cuando contaba con casi cien aos. Los porta-estandartes estn sosteniendo firmemente sus banderas. No sueltan el estandarte de la verdad hasta que deponen la armadura. Una por una se van silenciando las voces de los ancianos guerreros. Su lugar queda vaco. Ya no los vemos ms, pero aunque estn muertos de todos modos hablan, porque sus obras permanecen despus de ellos. Tratemos con mucha ternura a los pocos peregrinos de edad avanzada que an quedan, y tengmoslos en mucha estima por la obra que han realizado. Aunque sus fuerzas se han debilitado, lo que ellos dicen siempre tiene valor. Estmense sus palabras como un testimonio valioso. Los jvenes y los nuevos obreros no deberan descartar o tratar con indiferencia a los hombres de cabellos blancos, sino levantarse y llamarlos bienaventurados. Deberan considerar que ellos mismos continan las labores de esos hombres. Quisiramos que hubiese mucho ms amor de Cristo en los corazones de nuestros creyentes hacia quienes fueron los primeros en proclamar el mensaje (Manuscrito 33, 1890).

Los obreros de edad deben ser maestros y consejeros Dios pide que sus obreros de edad acten como consejeros, que enseen a los jvenes qu deben hacer en caso de emergencia. Los obreros de edad deben dar, tal como Juan, un testimonio viviente originado en una experiencia real. Y cuando estos obreros fieles vayan el descanso, con las palabras: "Bienaventurados de aqu en adelante los muertos que mueren en el Seor" (Apoc. 14: 13), deberan encontrarse en nuestros colegios hombres y mujeres capaces de tomar el estandarte y de desplegarlo en nuevos lugares.

Mientras los porta-estandartes de edad avanzada permanecen en el campo, los que reciben el beneficio de sus labores deberan atenderlos y respetarlos. No los recarguis con preocupaciones. Apreciad su consejo y sus palabras de orientacin. Tratadlos como padres y madres que han soportado el peso del trabajo. Los obreros que en el pasado se han anticipado a las necesidades de la causa realizan una obra noble cuando, en lugar de llevar ellos mismos todas las cargas, las depositan sobre los hombros de hombres y mujeres jvenes, y los educan tal como Elas educ a Eliseo.

David expres su gratitud a Dios por la enseanza y la direccin divinas que haba recibido. "Oh Dios, me enseaste desde mi juventud" (Sal. 71: 17), declar. Los que en la historia de la predicacin del mensaje han llevado la carga y han soportado el calor del da, deben recordar que el mismo Seor que les ense desde su juventud, extendindoles esta invitacin: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m" (Mat. 11: 29), y dndoles la luz de la verdad, est igualmente dispuesto a ensear a los hombres y las mujeres jvenes de hoy tal como estuvo dispuesto a ensearles a ellos.

Los que han soportado pesadas cargas actuaran con sabidura si se retiraran por un tiempo para descansar. Estos fieles obreros deberan ser aliviados de toda carga pesada. Debera apreciarse la obra que pueden realizar como educadores. El Seor mismo colaborar con ellos en sus esfuerzos por ensear a otros. Deberan dejar la lucha en manos de los que son ms jvenes; la obra futura ha de ser realizada por hombres jvenes y fuertes. La obra est bajo el control del Autor y Consumador de nuestra fe. El dar habilidad a hombres que sepan aprovechar las oportunidades. Har surgir a los que puedan pelear sus batallas. Nunca deja su obra librada al azar. Esta obra es grande y solemne, y debe proseguir.

No es la voluntad de Dios que los padres de su causa utilicen la vitalidad que les queda para llevar pesadas cargas. Que los hombres jvenes soporten todas las responsabilidades que puedan, y que peleen virilmente la buena batalla de la fe. El Seor sabe mejor a quines elegir para que lleven a cabo su obra, mejor que los hombres ms sabios, por mucho inters que manifiesten. Es Dios quien implanta su Espritu en los corazones de los hombres jvenes y quien los gua para que luchen por l frente a grandes desventajas. El inspir a Saulo de Tarso, quien, con todas las capacidades que haba recibido por la verdad revelada del cielo, luch contra apstatas, que eran quienes deberan haberlo apoyado. Los siervos de Dios de la actualidad tendrn que hacer frente a las mismas dificultades que Pablo enfrent. Esa misma experiencia la tuvieron algunos que hoy levantan el estandarte de la verdad. Tales hombres son los que pueden permanecer firmes en defensa de la verdad. Si prosiguen aprendiendo, Dios podr utilizarlos para vindicar su ley.

Que los obreros de edad no piensen que ellos deben llevar todas las responsabilidades y todas las cargas. Constantemente se estn abriendo nuevos campos donde podemos trabajar. Que los jvenes se unan con obreros experimentados que comprenden las Escrituras, que durante mucho tiempo han sido hacedores de la Palabra, que han llevado la verdad a la vida prctica, que han confiado diariamente en Cristo, que buscan al Seor tal como lo busc Daniel. Daniel oraba a Dios tres veces por da. Saba que Uno cuyo consejo es poderoso era la fuente de sabidura y de poder. Su arma de guerra era la verdad tal como se encuentra en Jess: la espada de dos filos del Espritu.

Los hombres que han puesto su confianza en Dios constituyen un ejemplo, para los jvenes que se relacionan con ellos, en palabra, en espritu y en principios. Estos fieles siervos de Dios deben relacionarse con hombres jvenes y unirse a ellos con el vnculo del amor, porque ellos mismos han sido atrados hacia los jvenes por las cuerdas del amor de Cristo (Review and Herald, 20 de marzo de 1900).

LA CURA MENTALLibro: El ministerio de curacin

Muy intima es la relacin entre la mente y el cuerpo. Cuando una est afectada, el otro simpatiza con ella. La condicin de la mente influye en la salud mucho ms de lo que generalmente se cree. Muchas enfermedades son el resultado de la depresin mental. Las penas, la ansiedad, el descontento, remordimiento, sentimiento de culpabilidad y desconfianza, menoscaban las fuerzas vitales, y llevan al decaimiento y a la muerte.

Algunas veces la imaginacin produce la enfermedad, y es frecuente que la agrave. Muchos hay que llevan vida de invlidos cuando podran estar buenos si pensaran que lo estn. Muchos se imaginan que la menor exposicin del cuerpo les causar alguna enfermedad, y efectivamente el mal sobreviene porque se le espera. Muchos mueren de enfermedades cuya causa es puramente imaginaria.

El valor, la esperanza, la fe, la simpata y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. "El corazn alegre es una buena medicina." (Proverbios 17:22, V.M.)

En el tratamiento de los enfermos no debe pasarse por alto el efecto de la influencia ejercida por la mente. Aprovechada debidamente, esta influencia resulta uno de los agentes ms eficaces para combatir la enfermedad.

Influencia de una mente en otra mente Sin embargo, hay una forma de curacin mental que es uno de los agentes ms eficaces para el mal. Por medio de esta supuesta ciencia, una mente se sujeta a la influencia directiva de otra, de tal manera que la individualidad de la ms dbil queda sumergida en la de la ms fuerte. Una persona pone en accin la voluntad de otra. Sostinese que as el curso de los pensamientos puede mortificarse, que se pueden transmitir impulsos saludables y que es posible capacitar a los pacientes para resistir y vencer la enfermedad.

Este mtodo de curacin ha sido empleado por personas que desconocan su verdadera naturaleza y tendencia, y que lo crean til al enfermo. Pero la as llamada ciencia est fundada en principios falsos. Es ajena a la naturaleza y al espritu de Cristo. No conduce hacia Aquel que es vida y salvacin. El que atrae a las mentes hacia s las induce a separarse de la verdadera Fuente de su fuerza.

No es propsito de Dios que ser humano alguno someta su mente y su voluntad al gobierno de otro para llegar a ser instrumento pasivo en sus manos. Nadie debe sumergir su individualidad en la de otro. Nadie debe considerar a ser humano alguno como fuente de curacin. Slo debe depender de Dios. En su dignidad varonil, concedida por Dios, debe dejarse dirigir por Dios mismo, y no por entidad humana alguna.

Dios quiere poner a los hombres en relacin directa consigo mismo. En todo su trato con los seres humanos reconoce el principio de la responsabilidad personal. Procura fomentar el sentimiento de dependencia personal, y hacer sentir la necesidad de la direccin personal. Desea asociar lo humano con lo divino, para que los hombres se transformen en la imagen divina. Satans procura frustrar este propsito, y se esfuerza en alentar a los hombres a depender de los hombres. Cuando las mentes se desvan de Dios, el tentador puede someterlas a su gobierno, y dominar a la humanidad.

La teora del gobierno de una mente por otra fue ideada por Satans, para intervenir como artfice principal y colocar la filosofa humana en el lugar que debera ocupar la filosofa divina. De todos los errores aceptados entre los profesos cristianos, ninguno constituye un engao ms peligroso ni ms eficaz para apartar al hombre de Dios. Por muy inofensivo que parezca, si se aplica a los pacientes, tiende a destruirlos y no a restaurarlos. Abre una puerta por donde Satans entrar a tomar posesin tanto de la mente sometida a la direccin de otra mente como de la que se arroga esta direccin.

Temible es el poder que as se da a hombres y mujeres mal intencionados. Cuntas oportunidades proporciona a los que viven explotando la flaqueza o las locuras ajenas! Cuntos hay, que, merced al dominio que ejercen sobre mentes dbiles o enfermizas, encuentran medios para satisfacer sus pasiones licenciosas o su avaricia!

En algo mejor podemos ocuparnos que en dominar la humanidad por la humanidad. El mdico debe educar a la gente para que desve sus miradas de lo humano y las dirija hacia lo divino. En vez de ensear a los enfermos a depender de seres humanos para la curacin de alma y cuerpo, debe encaminarlos hacia Aquel que Puede salvar eternamente a cuantos acuden a l, El que cre la mente del hombre sabe lo que esta mente necesita. Dios es el nico que puede sanar. Aquellos cuyas mentes y cuerpos estn enfermos han de ver en Cristo al restaurador. "Porque yo vivo "-dice,- "y vosotros tambin viviris." (S. Juan 14:19.) Esta es la vida que debemos ofrecer a los enfermos, dicindoles que si creen en Cristo como el restaurador, si cooperan con l, obedeciendo las leyes de la salud y procurando perfeccionar la santidad en el temor de l, les impartir su vida. Al presentarles as al Cristo, les comunicamos un poder, una fuerza valiosa, procedente de lo alto. Esta es la verdadera ciencia de curar el cuerpo y el alma.

Se necesita mucha sabidura para tratar las enfermedades causadas por la mente. Un corazn dolorido y enfermo, un espritu desalentado, necesitan un tratamiento benigno. A veces una honda pena domstica roe como un cncer hasta el alma y debilita la fuerza vital. En otros casos el remordimiento por el pecado mina la constitucin y desequilibra la mente. La tierna simpata puede aliviar a esta clase de enfermos. El mdico debe primero ganarse su confianza, y despus inducirlos a mirar hacia el gran Mdico. Si se puede encauzar la fe de estos enfermos hacia el verdadero Mdico, y ellos pueden confiar en que l se encarg de su caso, esto les aliviar la mente, y muchas veces dar salud al cuerpo.

La simpata La simpata y el tacto sern muchas veces de mayor beneficio para el enfermo que el tratamiento ms hbil administrado con frialdad e indiferencia. Positivo dao hace el mdico al enfermo cuando se le acerca con indiferencia, y le mira con poco inters, manifestando con palabras u obras que el caso no requiere mucha atencin, y despus lo deja entregado a sus cavilaciones. La duda y el desaliento ocasionados por su indiferencia contrarrestarn muchas veces el buen efecto de las medicinas que haya recetado.

Si los mdicos pudieran ponerse en el lugar de quien tiene el espritu deprimido y la voluntad debilitada por el padecimiento, y de quien anhela or palabras de simpata y confianza, estaran mejor preparados para comprender los sentimientos del enfermo. Cuando el amor y la simpata que Cristo manifest por los enfermos se combinen con la ciencia del mdico, la sola presencia de ste ser una bendicin.

La llaneza con que se trate a un paciente le inspira confianza y le es de mucha ayuda para restablecerse. Hay mdicos que creen prudente ocultarle al paciente la naturaleza y la causa de su enfermedad. Muchos, temiendo agitar o desalentarse dicindole la verdad, le ofrecen falsas esperanzas de curacin, y hasta le dejarn descender al sepulcro sin avisarle del peligro. Todo esto es imprudente. Tal vez no sea siempre conveniente ni tampoco lo mejor, exponer al paciente toda la gravedad del peligro que le amenaza. Esto podra alarmarle y atrasar o impedir su restablecimiento. Tampoco se les puede decir siempre toda la verdad a aquellos cuyas dolencias son en buena parte imaginarias. Muchas de estas personas no tienen juicio y no se han acostumbrado a dominarse. Tienen antojos y se imaginan muchas cosas falsas respecto de s mismas y de los dems. Para ellas, estas cosas son reales, y quienes las cuiden necesitan manifestar continua bondad, as como paciencia y tacto incansables. Si a estos pacientes se les dijera la verdad respecto de s mismos, algunos se daran por ofendidos y otros se desalentaran. Cristo dijo a sus discpulos: "An tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podis llevar." (S. Juan 16:12.) Pero si bien la verdad no puede decirse en toda ocasin, nunca es necesario ni lcito engaar. Nunca debe el mdico o el enfermero rebajarse al punto de mentir. El que as obre se coloca donde Dios no puede cooperar con l; y al defraudar la confianza de sus pacientes, se priva de una de las ayudas humanas ms eficaces para el restablecimiento del enfermo.

El poder de la voluntad no se aprecia debidamente. Mantened despierta la voluntad y encaminadla con acierto, y comunicar energa a todo el ser y constituir un auxilio admirable para la conservacin de la salud. La voluntad es tambin poderosa en el tratamiento de las enfermedades. Si se la emplea debidamente, podr gobernar la imaginacin y contribuir a resistir y vencer la enfermedad de la mente y del cuerpo. Ejercitando la fuerza de voluntad para ponerse en armona con las leyes de la vida, los pacientes pueden cooperar en gran manera con los esfuerzos del mdico para su restablecimiento. Son miles los que pueden recuperar la salud si quieren. El Seor no desea que estn enfermos, sino que estn sanos y sean felices, y ellos mismos deberan decidirse a estar buenos. Muchas veces los enfermizos pueden resistir a la enfermedad, negndose sencillamente a rendirse al dolor y a permanecer inactivos. Sobrepnganse a sus dolencias y emprendan alguna ocupacin provechosa adecuada a su fuerza. Mediante esta ocupacin y el libre uso de aire y sol, muchos enfermos demacrados podran recuperar salud y fuerza.

Principios bblicos acerca de la curacin Para los que quieran recuperar o conservar la salud hay una leccin en las palabras de la Escritura: "No os embriaguis de vino, en lo cual hay disolucin mas sed llenos de Espritu." (Efesios 5:18.) No es por medio de la excitacin o del olvido producidos por estimulantes malsanos y contrarios a la naturaleza, ni por ceder a los apetitos y a las pasiones viles, cmo se obtendr verdadera curacin o alivio para el cuerpo o el alma. Entre los enfermos hay muchos que estn sin Dios y sin esperanza. Sufren de deseos no satisfechos y pasiones desordenadas, as como por la condenacin de su propia conciencia; van perdiendo esta vida actual, y no tienen esperanza para la venidera. Los que cuidan a estos enfermos no pueden serles tiles ofrecindoles satisfacciones frvolas y excitantes, porque estas cosas fueron la maldicin de su vida. El alma hambrienta y sedienta seguir sindolo mientras trate de encontrar satisfaccin en este mundo. Se engaan los que beben de la fuente del placer egosta. Confunden las risas con la fuerza, y pasada la excitacin, concluye tambin su inspiracin y se quedan descontentos y desalentados.

La paz permanente, el verdadero descanso del espritu, no tiene ms que una Fuente. De ella hablaba Cristo cuando deca: "Venid a m todos los que estis trabajados y cargados, que yo os har descansar." (S. Mateo 11:28.) "La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy." (S. Juan 14:27) Esta paz no es algo que l d aparte de su persona. Est en Cristo, y no la podemos recibir sino recibindole a l.

Cristo es el manantial de la vida. Lo que muchos necesitan es un conocimiento ms claro de l; necesitan que se les ensee con paciencia y bondad, pero tambin con fervor, a abrir de par en par todo su ser a las influencias curativas del Cielo. Cuando el sol del amor de Dios ilumina los obscuros rincones del alma, el cansancio y el descontento pasan, y satisfacciones gratas vigorizan la mente, al par que dan salud y energa al cuerpo.

Estamos en un mundo donde impera el sufrimiento. Dificultades, pruebas y tristezas nos esperan a cada paso mientras vamos hacia la patria celestial. Pero muchos agravan el peso de la vida al cargarse continuamente de antemano con aflicciones. Si encuentran adversidad o desengao en su camino, se figuran que todo marcha hacia la ruina, que su suerte es la ms dura de todas, y que se hunden seguramente en la miseria. As se atraen la desdicha y arrojan sombras sobre cuanto los rodea. La vida se vuelve una carga para ellos. Pero no es menester que as sea. Tendrn que hacer un esfuerzo resuelto para cambiar el curso de sus pensamientos. Pero el cambio es realizable. Su felicidad, para esta vida y para la venidera, depende de que fijen su atencin en cosas alegres. Dejen ya de contemplar los cuadros lbregos de su imaginacin; consideren ms bien los beneficios que Dios esparci en su senda, y ms all de stos, los invisibles y eternos.

Para toda prueba Dios tiene deparado algn auxilio. Cuando, en el desierto, Israel lleg a as aguas amargas de Mara, Moiss clam al Seor, quien no proporcion ningn remedio nuevo, sino que dirigi la atencin del pueblo a lo que tena a mano. Para que el agua se volviera pura y dulce, haba que echar en la fuente un arbusto que Dios haba creado. Hecho esto, el pueblo pudo beber y refrescarse. En toda prueba, si recurrimos a l, Cristo nos dar su ayuda. Nuestros ojos se abrirn para discernir las promesas de curacin consignadas en su Palabra. El Espritu Santo nos ensear cmo aprovechar cada bendicin como antdoto contra el pesar. Encontraremos alguna rama con que purificar las bebidas amargas puestas ante nuestros labios.

No hemos de consentir en que lo futuro con sus dificultosos problemas, sus perspectivas nada halageas, nos debilite el corazn, haga flaquear nuestras rodillas y nos corte los brazos. "Echen mano... de mi fortaleza "-dice el Poderoso,-" y hagan paz conmigo. S, que hagan paz conmigo!" (Isaas 27:5, V.M.) Los que dedican su vida a ser dirigidos por Dios y a servirle, no se vern jams en situacin para la cual l no haya provisto el remedio. Cualquiera que sea nuestra condicin, si somos hacedores de su Palabra, tenemos un Gua que nos seale el camino; cualquiera que sea nuestra perplejidad, tenemos un buen Consejero; cualquiera que sea nuestra perplejidad, nuestro pesar, luto o soledad, tenemos un Amigo que simpatiza con nosotros.

Si en nuestra ignorancia damos pasos equivocados, el Salvador no nos abandona. No tenemos nunca por qu sentirnos solos. Los ngeles son nuestros compaeros. El Consolador que Cristo prometi enviar en su nombre mora con nosotros. En el camino que conduce a la ciudad de Dios, no hay dificultades que no puedan vencer quienes en l confan. No hay peligros de que no puedan verse libres. No hay tristeza, ni dolor ni flaqueza humana para la cual l no haya preparado remedio.

Nadie tiene por qu entregarse al desaliento ni a la desesperacin. Puede Satans presentarse a ti, insinundote desapiadadamente: "Tu caso es desesperado. No tienes redencin." Hay sin embargo esperanza en Cristo para ti. Dios no nos exige que venzamos con nuestras propias fuerzas. Nos invita a que nos pongamos muy junto a l. Cualesquiera que sean las dificultades que nos abrumen y que opriman alma y cuerpo, Dios aguarda para libertarnos.

El que se human sabe simpatizar con los padecimientos de la humanidad. No slo conoce Cristo a cada alma, as como sus necesidades y pruebas particulares, sino que conoce todas las circunstancias que irritan el espritu y lo dejan perplejo. Tiende su mano con tierna compasin a todo hijo de Dios que sufre. Los que ms padecen reciben mayor medida de su simpata y compasin. Le conmueven nuestros achaques y desea que depongamos a sus pies nuestras congojas y nuestros dolores, y que all los dejemos.

No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y que estudiemos nuestras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentar dificultades y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El fijarnos por dems en nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jess. Cuando las tentaciones os asalten, cuando los cuidados, las perplejidades y las tinieblas parezcan envolver vuestra alma, mirad hacia el punto en que visteis la luz por ltima vez.

Descansad en el amor de Cristo y bajo su cuidado protector. Cuando el pecado lucha por dominar en el Corazn, cuando la culpa oprime al alma y carga la conciencia, cuando la incredulidad anubla el espritu, acordaos de que la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al entrar en comunin con el Salvador entramos en la regin de la paz.

Promesas que curan "Jehov redime el alma de sus siervos;"y no sern asolados cuantos en l confan." (Salmo 34:22.)

"En el temor de Jehov est la fuerte confianza:"y esperanza tendrn sus hijos." (Proverbios 14:26.)

"Sin empero ha dicho: Me ha abandonado Jehov,"y el Seor se ha olvidado de m!"Se olvidar acaso la mujer de su nio mamante, "de modo que no tenga compasin del hijo de sus entraas?"Aun las tales le pueden olvidar;"mas no me olvidar yo de ti!" (Isaas 49:14-16, V.M.)

"No temas, que yo soy contigo,"no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo:"siempre te ayudar,"siempre te sustentar con la diestra de mi justicia." (Isaas 41:10.)

"Odme... los que sois trados por m desde el vientre,"los que sois llevados desde la matriz."Y hasta la vejez yo mismo,"y hasta las canas os soportar yo: "yo hice, yo llevar,"yo soportar y guardar." (Isaas 46:3, 4.)

Nada tiende ms a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancola, a los pensamientos y sentimientos de descontento es un deber tan positivo como el de orar. Si somos destinados para el cielo, cmo podemos portarnos como un squito de plaideras, gimiendo y lamentndonos a lo largo de todo el camino que conduce a la casa de nuestro Padre?

Los profesos cristianos que estn siempre lamentndose y parecen creer que la alegra y la felicidad fueran pecado, desconocen la religin verdadera. Los que slo se complacen en lo melanclico del mundo natural, que prefieren mirar hojas muertas a cortar hermosas flores vivas, que no ven belleza alguna en los altos montes ni en los valles cubiertos de verde csped, que cierran sus sentidos para no or la alegre voz que les habla en la naturaleza, msica siempre dulce para todo odo atento, los tales no estn en Cristo. Se estn preparando tristezas y tinieblas, cuando bien pudieran gozar de dicha, y la luz del Sol de justicia podra despuntar en sus corazones llevndoles salud en sus rayos.

Puede suceder a menudo que vuestro espritu se anuble de dolor. No tratis entonces de pensar. Sabis que Jess os ama. Comprende vuestra debilidad. Podis hacer su voluntad descansando sencillamente en sus brazos.

Es una ley de la naturaleza que nuestros pensamientos y sentimientos resultan alentados y fortalecidos al darles expresin. Aunque las palabras expresan los pensamientos, stos a su vez siguen a las palabras. Si diramos ms expresin a nuestra fe, si nos alegrsemos ms de las bendiciones que sabemos que tenemos: la gran misericordia y el gran amor de Dios, tendramos ms fe y gozo, Ninguna lengua puede expresar, ninguna mente finita puede concebir la bendicin resultante de la debida apreciacin de la bondad y el amor de Dios. Aun en la tierra puede ser nuestro gozo como una fuente inagotable, alimentada por las corrientes que manan del trono de Dios.

Enseemos, pues, a nuestros corazones y a nuestros labios a alabar a Dios por su incomparable amor. Enseemos a nuestras almas a tener esperanza, y a vivir en la luz que irradia de la cruz del Calvario. Nunca debemos olvidar que somos hijos del Rey celestial, del Seor de los ejrcitos. Es nuestro privilegio confiar reposadamente en Dios.

"La paz de Dios gobierne en vuestros corazones y sed agradecidos." (Colosenses 3:15.) Olvidando nuestras propias dificultades y molestias, alabemos a Dios por la oportunidad de vivir para la gloria de su nombre. Despierten las frescas bendiciones de cada nuevo da la alabanza en nuestro corazn por estos indicios de su cuidado amoroso. Al abrir vuestros ojos por la maana, dad gracias a Dios por haberos guardado durante la noche. Dadle gracias por la paz con que llena vuestro corazn. Por la maana, al medio da y por la noche, suba vuestro agradecimiento hasta el cielo cual dulce perfume.

Cuando se os pregunte cmo os sents, no os pongis a pensar en cosas tristes que podis decir para captar simpatas. No mencionis vuestra falta de fe ni vuestros pesares y padecimientos. El tentador se deleita al or tales cosas. Cuando hablis de temas lbregos, glorificis al maligno. No debemos espaciarnos en el gran poder que tiene Satans para vencernos. Muchas veces nos entregamos en sus manos con slo referirnos a su poder. Conversemos ms bien del gran poder de Dios para unir todos nuestros intereses con los suyos. Contemos lo relativo al incomparable poder de Cristo, y hablemos de su gloria. El cielo entero se interesa por nuestra salvacin. Los ngeles de Dios, que son millares de millares y millones de millones, tienen la misin de atender a los que han de ser herederos de la salvacin. Nos guardan del mal y repelen las fuerzas de las tinieblas que procuran destruirnos. No tenemos motivos de continuo agradecimiento, aun cuando haya aparentes dificultades en nuestro camino?

Cantad alabanzas Tributemos alabanza y accin de gracias por medio del canto. Cuando nos veamos tentados, en vez de dar expresin a nuestros sentimientos, entonemos con fe un himno de accin de gracias a Dios.

El canto es un arma que siempre podemos esgrimir contra el desaliento. Abriendo as nuestro corazn a los rayos de luz de la presencia del Salvador, encontraremos salud y recibiremos su bendicin.

"Alabad a Jehov, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia. Dganlo los redimidos de Jehov, los que ha redimido del poder del enemigo." (Salmo 107:1, 2.)

"Cantadle, cantadle salmos: hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su Santo Nombre: algrese el corazn de los que buscan a Jehov." (Salmo 105:2, 3.)

"Porque saci al alma menesterosa, y llen de bien al alma hambrienta. Los que moraban en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en afliccin y en hierros... luego que clamaron a Jehov en su angustia, librlos de sus aflicciones. Saclos de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompi sus prisiones. Alaben la misericordia de Jehov, y sus maravillas para con los hijos de los hombres". (Salmo 107:9-15.)

"Por qu te abates, oh alma ma, y por qu te conturbas en m? Espera a Dios; porque an le tengo de alabar; es l salvamento delante de m, y el Dios mo". (Salmo 42:11.)

"Dad gracias en todo; porque sta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jess". (1 Tesalonicenses 5:18.)

Este mandato es una seguridad de que aun las cosas que parecen opuestas a nuestro bien redundarn en beneficio nuestro. Dios no nos mandara que furamos agradecidos por lo que nos perjudicara.

"Jehov es mi luz y mi salvacin: de quin temer? Jehov es la fortaleza de mi vida: de quin he de atemorizarme? ... Porque l me esconder en su tabernculo en el da del mal; ocultarme en lo reservado de su pabelln... y yo sacrificar en su tabernculo sacrificios de jbilo: Cantar y salmear a Jehov." (Salmo 27: 1, 5, 6.)

"Resignadamente esper a Jehov, e inclinse a m, y oy mi clamor. E hzome sacar de un lago de miseria, del lodo cenagoso; y puso mis pies sobre pea, y enderez mis pasos. Puso luego en mi boca cancin nueva, alabanza a nuestro Dios". (Salmo 40:1-3.) "Jehov es mi fortaleza y mi escudo: en l esper mi corazn, y fui ayudado; por lo que se goz mi corazn, y con mi cancin le alabar". (Salmo 28:7.)

Uno de los mayores obstculos para el restablecimiento de los enfermos es la concentracin de su atencin en s mismos. Muchos invlidos se figuran que todos deben otorgarles simpata y ayuda, cuando lo que necesitan es que su atencin se distraiga de s mismos, para interesarse en los dems.

Muchas veces se solicitan oraciones por los afligidos, los tristes y los desalentados, y esto es correcto. Debemos orar porque Dios derrame luz en la mente entenebrecida, y consuele al corazn entristecido. Pero Dios responde a la oracin hecha en favor de quienes se colocan en el canal de sus bendiciones. Al par que rogamos por estos afligidos, debemos animarlos a que hagan algo en auxilio de otros ms necesitados que ellos. Las tinieblas se desvanecern de sus corazones al procurar ayudar a otros. Al tratar de consolar a los dems con el consuelo que hemos recibido, la bendicin refluye sobre nosotros.

El captulo cincuenta y ocho de Isaas es una receta para las enfermedades del cuerpo y el alma. Si deseamos tener salud y el verdadero gozo de la vida, debemos practicar las reglas dadas en este pasaje. Acerca del servicio que agrada a Dios y acerca de las bendiciones que nos reporta, dice el Seor:

"El ayuno que yo escog... no es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacer tu luz como el alba, y tu salud se dejar ver presto; e ir tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehov ser tu retaguardia. Entonces invocars, y orte ha Jehov: clamars, y dir l: Heme aqu. Si quitares de en medio de ti, el yugo, el extender el dedo, y hablar vanidad; y si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacer tu luz, y tu obscuridad ser como el medioda; y Jehov te pastorear siempre, y en las sequas hartar tu alma, y engordar tus huesos; y sers como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan". (Isaas 58.7-11.)

Las buenas acciones son una doble bendicin, pues aprovechan al que las hace y al que recibe sus beneficios. La conciencia de haber hecho el bien es una de las mejores medicinas para las mentes y los cuerpos enfermos. Cuando el espritu goza de libertad y dicha por el sentimiento del deber cumplido y por haber proporcionado felicidad a otros, la influencia alegre y reconstituyente que de ello resulta infunde vida nueva al ser entero.

El agradecimiento es factor de salud Procure el desvalido manifestar simpata, en vez de requerirla siempre. Echad sobre el compasivo Salvador la carga de vuestra propia flaqueza, tristeza y dolor. Abrid vuestro corazn a su amor, y haced que rebose sobre los dems. Recordad que todos tienen que arrostrar duras pruebas y resistir rudas tentaciones, y que algo podis hacer para aliviar estas cargas. Expresad vuestra gratitud por las bendiciones de que gozis: demostrad el aprecio que os merecen las atenciones de que sois objeto. Conservad vuestro corazn lleno de las preciosas promesas de Dios, a fin de que podis extraer de ese tesoro palabras de consuelo y aliento para el prjimo. Esto os envolver en una atmsfera provechosa y enaltecedora. Proponeos ser motivo de bendicin para los que os rodean, y veris cmo encontraris modo de ayudar a vuestra familia y tambin a otros.

Si los que padecen enfermedad se olvidasen de s mismos en beneficio de otros; si cumplieran el mandamiento del Seor de atender a los ms necesitados que ellos, se percataran de cunta verdad hay en la promesa del profeta: "Entonces nacer tu luz como el alba, y tu salud se dejar ver presto.