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ESTA T O R R D E MARFIL DONDE SE VEN VERDADES. BENJAMÍN JARNÉS Y LA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA DE LOS PAÍSES EUROPEOS RELACIONES 71, VERANO 1997, VOL. XVIII Manuelle Peí o Ule ECOLE NORMALE SUPÉRIEURE DE FONT E N AY / S AI NT CLOUD

ESTA TORRDE MARFIL - El Colegio de Michoacán · 2014-03-07 · de cuatro libros de índole biográfico: Don Vasco de Quiroga, obispo de uto pía-si creemos al investigador norteamericano

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ESTA T O R R D E MARFILD O N D E SE VE N VERDADES. B E N J A M Í N JARNÉS Y LA POL ÍTI CA

C O N T E M P O R Á N E A DE LOS PAÍSES EUROPEOS

R E L A C I O N E S 7 1 , V E R A N O 1 9 9 7 , V O L . X V I I I

M a n u e l l e Pe í o U l eECOLE N O R M A L E S U PÉRI EURE DE FO NT E N AY / S A I NT C L O U D

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| 1 exilio mexicano del español Benjamín Jarnés (Codo, ** Aragón, España 1888 - Madrid 1949) no representa pro­

piamente hablando el auge de su creatividad literaria, por lo menos si nos atenemos a recopilaciones de ar­tículos escritos en los años veinte y treinta en periódi­

cos madrileños (Cartas al Ebro y A rie l D isperso) o, como en el caso de La novia del v ien to o de V enús dinám ica, a reelaboración de material noveles­co ideado antes del exilio. Pero no por eso conviene afirmar que su obra se acaba del todo, sino que adopta otro rumbo, ya explorado en su ju­ventud. En los años cuarenta, aparte de artículos de crítica literaria pu­blicados en revistas de intelectuales exiliados como Las Españas o R o ­

m ance, dominan trabajos pedagógicos que acercan al público mexicano elementos de la cultura universal. Jarnés publica, pues, una Enciclopedia de la litera tura en seis tomos,1 y unas cuantas antologías de contenido muy variado entre las cuales figura una recopilación de textos de Mi­guel de Unamuno, para la SEP,2 y otras de chistes bajo el título La sal del m u n d o .3 Pero la expresión más destacada de esta orientación pedagógi­ca es la biografía, género ya cultivado por Jarnés con Z um alacárregui, caudillo rom ántico, y Sor Patrocinio, la m onja de las llagas. Sin embargo de género secundario pasa a dominante, ya que en 1942 no publica menos de cuatro libros de índole biográfico: D on Vasco de Quiroga, obispo de u to ­pía -si creemos al investigador norteamericano J. S. Bemstein, es la pri­mera biografía sobre el obispo michoacano-, M a n u e l A c u ñ a , poeta de su siglo, y S tefan Zw e ig : cum bre apagada. Por fin, un manojo de biografías reunidas en torno al tema de la libertad: Escuela de libertad,4 siete maestros:

1 México, D.F., Editora Central, s / L2 M ig u e l de U n am u n o , México, D.F., SEP, Biblioteca enciclopédica popular, 1947.

1 Publicado en México, D.F., Continental, 1942. Publicada en 1940, en la editorial

EDIAPSA, en México D.F. Es notable la antología de chistes en tomo al vino y al buen

beber, La taberna po r vec ina , . Añadamos que la expresión "la sal del mundo", en Jarnés,

designa, en un libro escrito en 1938 pero que no se llegó a publicar hasta diez años más

tarde, Eufrosina o la gracia, designa precisamente el don peculiar de la gracia, en todas sus

acepciones.

4 México, Continental, 1942.

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Bolívar, H idalgo, L incoln , M a rtí , San M a r t ín , Sucre, W a sh in g to n , en cuyo prólogo ha de centrarse nuestro trabajo.5

El criterio de elección de estas figuras es la defensa de la libertad procedente de un espíritu cívico, de una dedicación al servicio de los hombres. A este respecto, Bolívar, Hidalgo, Lincoln, Martí, San Martín, Sucre y Washington le parecieron dignos del máximo interés. En todas sus biografías, y más especialmente en esta serie, se hace patente la vo­luntad de escoger "modelos", confiriendo al ejemplo individual un pa­pel educativo:

tal vez sean hoy precisos libros m ás hum ildes. N o libros nutridos de ideas

y programas, sino libros nutridos de ejemplos, de v idas "ejemplares". (Tal

quisiera ser éste, lector, que tienes ante los ojos). Libros d on d e reviviesen - y

se com en tasen - no sólo ideas, sino especialm ente hazañas, hechos, y he­

chos "magistrales".

Otro motivo, a nuestro parecer, mueve el libro que tuvimos entre manos: la voluntad de contraponer aquellas figuras del siglo xix hispa­noamericano a los políticos de las naciones europeas, contemporáneos de Jarnés, símbolos del despotismo, como si, por su lucha a menudo he­roica en pos de la libertad, los hombres ilustres de la historia americana tuvieran que infundir sangre nueva en las naciones del otro lado del charco. En este libro un español exiliado, valorando altos hechos de la historia hispanoamericana, se apropia de nuevos puntos de referencia. La distancia ya no se establece solamente en lo temporal y en lo espa­cial, sino también en el punto de vista, con una crítica atinada de lo que ocurre en Europa. Un ojo hacia Europa, otro hacia América.

Quizás tanto por necesidad económica como por afición al "bosque­jo biográfico", la tarea pedagógica llevada a cabo en sus libros publica­dos en el exilio lo integran plenamente al servicio del país de acogida, haciendo de él un transterradoh efímero. Por dirigirse a un público am­

s Habría que mencionar la salida, dos años más tarde, de un "bosquejo biográfico"

de Cervantes.

k Este término, acuñado por el filósofo José Gaos, incluye lo definitivo del desplaza­

miento, opuesto a lo transitorio del exilio.

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plio de forma muy sencilla y amena, esta labor, asimismo, confirma el

mentis dado hace algunos años a uno de los tópicos muy extendidos so­bre la obra y el personaje de Jarnés:7 su carácter alejado del mundo cir­cundante. Cierto es que su actitud neutra frente a los debates que agita­ban al bando exiliado tras la contienda civil pudo un tiempo llevar a tal conclusión. Tampoco se puede negar que parecía más distante que otros del porvenir de España: mientras en Las Españas, en 1947, se encuentran artículos como "La justicia de Franco", "Cultura franquista", mientras esta revista lanza una encuesta ¿Cómo cree usted que debe organizarse la España del futuro?8 Jarnés, por los mismos años, se dedica más bien a las figuras de Quevedo, Gracián, o a entregar cuentos.* Pero más que separación, se trata de distancia que nunca deja de entroncar con las sa­cudidas del mundo. Por eso nos proponemos un breve paseo por un texto de unas 30 páginas que forma el prólogo al citado libro Escuela de Libertad. Si bien no presenta el refinamiento estilístico de sus novelas de antes del exilio, deja ver un sobresalto de conciencia histórica y política como reacción a la abulia que parecía apoderarse del escritor poco tiem­po después de la derrota republicana:

a Jarnés lo traía abatido el sentirse víctima de unas circunstancias en las que

emocionalmente no participaba, o participaba en mínima medida; de unos

hechos históricos que se le antojaban absurdos y en cuyo disparate veía qui­

zá más lo ridículo que lo patético, pero de cuyas consecuencias no podía es­

capar en manera alguna."’

Dos pilares dan estructura a estas páginas: la percepción de la histo­ria contemporánea, y la concepción crítica de la política a partir de la ob­

7 Cfr. Fuentes, V., "La sociedad y lo social en la obra de Benjamín Jarnés", en: ín su la , núm. 256, año xxm, marzo de 1968, pp. 13-14. y "La dimensión estético-erótica y la nove­

lística de Jarnés", en: Cuadernos Hispanoam ericanos, núm. 235,1969, pp. 25-39.

* Las Españas, primera época, núm. 7, noviembre de 1947, respectivamente pp. 9 y 19

l’ Se trata de "Quevedo figura actual", en: Las Españas, primera época, núm. 1, octu­

bre de 1946, pp. 1 y 8, y del cuento "La 'desenvuelta' Altisidora", ibid., núm. 3, enero de

1947, pp. 7 y 15.

Francisco Ayala, prólogo a Lo rojo y lo a zu l, Zaragoza, Guara, 1981, p. 13.

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servación de la corrupción imperante en los principales países europeos en los años cuarenta.

L a visión histórica

U n texto contem poráneo

La ausencia casi total de lugares y fechas o de nombres de personajes históricos no ha de disimularnos los numerosos elementos que insertan esta reflexión en la contemporaneidad del año de su publicación, 1942, y en los años inmediatamente anteriores. El texto viene escrito principal­mente en presente, a la vez señal de coincidencia del escrito con su épo­ca y expresión de cierta voluntad de generalizar. La palabra "contempo­ráneo" vuelve en varias ocasiones, acompañada del "ahora", de "hoy" o de marcas más escasas como "nuestra edad". Fuera de notas tempo­rales, ciertas evocaciones contribuyen, por vía indirecta, a colocar defi­nitivamente este texto en una contemporaneidad cuasi inmediata: "Ros­tros de mármol. Cascos de acero. Puños de hierro. Dureza de cara y de pecho".

Esta serie de notas, expresadas de manera muy seca, no deja de traernos a la mente cuadros del más puro arte fascista o fotografías como las del alemán Heinrich Hoffmann, que retrató las multitudinarias asambleas del partido nazi. Y prosigue Jarnés en el mismo sentido al escribir esto: "Y -allá en lo alto, sobre un pedestal- un hombre muy rígi­do que contempla ceñudamente el desfile, subiendo y bajando la mano".

La fórmula "subiendo y bajando la mano" es una referencia dema­siado obvia al saludo fascista. Y aunque en el año de 1942 la expresión "campo de concentración" no estaba vinculada necesariamente a pro­pósitos de exterminio11 y "holocausto", se refiere, bajo la pluma de Jar­nés, a algo más cercano al significado bíblico de sacrificio a un Eterno que en el caso presente se llama porvenir. Con nuestros ojos de lector de

11 Es de notar, sin embargo, que el campo de concentración designaba los campos le­

vantados por los franceses para los españoles refugiados en Francia tras la derrota repu­

blicana.

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los años noventa, la frase que sigue: "Y el dictador [...] rodeado de esos hombres, en apariencia libres, continúa llenando sus prisiones, sus cam­pos de concentración, cuando no los cementerios, en holocausto al por­venir", nos suena irremediablemente a la expresión de la conciencia prematura de uno de los mayores dramas del siglo xx. Cabría matizar un tanto la afirmación del principio según la cual no aparecía ninguna precisión de lugar, ya que en el final del texto topamos con una de las únicas observaciones críticas hacia su país:

Por eso - h e aquí un ejem plo- pocos niños españoles conocen la línea gene­

ral histórica de su nación, las causas de sus derrum bam ientos y exaltacio­

nes; pero m uchos conocen la fecha y el lugar de ciertas pintorescas batallas

don d e, súbitam ente, el azar tomaba la forma de cierto caballito blanco [...]

En la enseñanza de la historia en España la exaltación de las anécdo­tas salientes y el recuerdo de hechos superficiales dominan el cultivo de la sana curiosidad de la juventud, o sea, la tensión hacia el conocimien­to de la verdad histórica. Esta oración parece, dicho sea de paso, un eco lejano de los debates acerca de la enseñanza en España en favor de ma­yor rigor y cientificismo. Pero de momento queremos concluir con esto el rastreo de las marcas que contribuyen a insertar este texto en la con­temporaneidad y a ubicar su propósito, ya que la alusión directa a España y las evocaciones visuales de asambleas celebradas bajo el régi­men hitleriano remiten claramente a Europa.

C onciencia aguda de v iv ir un período de reacción

En los primeros momentos del texto domina la idea de repetición, de "retorno de la historia". Se hace patente la conciencia del escritor de vi­vir una época de plena reacción, de vuelta atrás histórica. Vuelta atrás en comparación con un referente que aparece de manera muy difusa, que corresponde con la época de los grandes libertadores de América, con el siglo en que la palabra "libertad" conllevaba esperanzas aún no concretadas. Se trata, sin embargo, de una vuelta atrás de 180 grados.

Por reacción, se podría entender vuelta atrás, pero hacia un punto más

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avanzado que el de partida. Pero aquí, Jarnés parece tener una concep­ción circular, expresada muy bien por el uso del "siempre": "y los pue­blos -siempre niños- acaban por aplaudir".

Esta reacción es más precisamente una "vuelta a la Edad Media". Para Jarnés, el punto común que justifica esta vinculación con la época contemporánea es el predominio de los instintos, opuestos, en su visión, a la práctica de la libertad. Aunque esto remita a un lugar común am­pliamente difundido desde el siglo xix por historiadores como Michelet, no olvidemos que procede de alguien que ante todo es un literato. Más adelante, hemos de ver un elemento de mayor originalidad: la subordi­nación de lo más avanzado de la "civilización" (con la técnica, el maqui- nismo) a estos instintos. Así, caracteriza los años en los que le tocó vivir: "Cuando el hombre vuelve a estados primitivos, en los que sólo gobier­na el instinto, sólo reconoce domadores. No admite nada por métodos de comprensión, sino por métodos de sugestión, propios de la Edad Media".

Primero, el final de esta oración opone algo ligado a la conciencia, la comprensión, a la sugestión, vinculada con los sentimientos e instintos más bajos. Nos parece tanto más acertado este juicio cuanto que Hitler, en sus escritos como M e in K a m p f ( M i lucha), apelaba precisamente a los sentimientos y a todo lo que negaba la conciencia. Había que agarrar a la gente por el corazón y nunca por la razón. La frase citada introduce la segunda clave de este texto, a saber la referencia a una concepción de la libertad primitiva, la de los instintos, exenta de servidumbres apa­rentes, pero regida por las necesidades de la fuerza natural. Este último rasgo caracteriza una de las "dos historias" en la concepción de Jarnés, siendo la segunda la historia fundada en la razón:

Porque ocurre eso: que, en realidad, hay dos historias. La de la voluntad y la de la inteligencia. La primera se nutre de acción política, de vida econó­mica. Pertenece -casi por entero- a los dominios del instinto. Mientras la se­gunda está formada por los hombres de la lógica, del orden armonioso, de la meditación.

Hemos de volver sobre la asociación aquí establecida entre vida po­lítica y económica e instinto. De momento, señalemos que se puede ex­

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plicar por lo que pudo observar Jarnés en la Europa de los últimos años treinta y de principios de los cuarenta; es decir la corrupción omni­presente de los políticos y una economía regida, bajo apariencias de racionalidad, por la ley de la anarquía. En su definición de la segunda historia, positivamente valorada, hay ecos de la concepción platónica que otorga a los sabios, a los que meditan, un papel de primer plano en la política. Esto revela una conciencia firme de la función social del in­telectual,12 en cuanto al conocimiento y a su transmisión.

La historia como parte del co nocim iento

Por "historia", no se refiere sólo a la historia de los hombres sino tam­bién a la ciencia, planteando unos principios muy claros. Opone clara­mente la historia de las anécdotas a la investigación de las causas, la diversión al verdadero conocimiento:

Ya sabemos que no hay capítulo de historia sin anécdotas, pero el hombre

atiborrado de ellas, como el atiborrado de golosinas, pronto pierde el deseo

de alimentos de mayor enjundia. [...]

La más plausible curiosidad, aplicada a menudencias, se convierte en

puro comadreo. Enfocada hacia la raíz de un fenómeno cualquiera, comien­

za pronto a ser sabiduría.

Por resultar más visibles al público que las oye o lee, las anécdotas tapan "la verdad de la evolución histórica, el verdadero pulso de un pueblo, la entraña viva, con raíces penetrantes auténticas". El privile­giarlas pone en peligro el conocimiento profundo, son el espejismo que distrae la curiosidad intelectual. Todo ello viene ilustrado por unas imá-

12 Sobre el intelectual español y su conciencia de tener un papel social, se pueden

consultar, entre otros trabajos, Bécarud, Jean; López-Campillo, Evelyne, Los intelectuales d u ran te la segunda república, Madrid, Siglo XXI, 1978, a modo de introducción, y, para más

amplia información, la recién defendida tesis doctoral de Paul Aubert, Les intellectuels

espagnols e t la politique dans le prem ier tiers du X X e siècle, dir. Manuel Tuñón de Lara y

Joseph Pérez, Universidad de Burdeos-III (Francia), 1996.

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M A N U E LL E P E L O I L I E

genes o comparaciones en las que encontramos de nuevo al literato, al representante de la "novela-ensayo"13 que ante todo cuida del estilo. En­contramos imágenes relacionadas con el motivo superficie-fondo. Así, el "barniz", la "piel", corren el riesgo de esconder la madera o "la en­traña palpitante de los hechos". El motivo de las apariencias permite in­troducir, al final, el motivo del engaño:

Como si los pueblos, al esconder su historia verdadera, al hundirla en el si­

lencio, quisieran disimular la gran laguna, arrojando en ella flores vistosas, cultivando en ella peces de colores. [...] Y bien sabemos que junto a esa "flo­

ra" [...] no tarda en retoñar el panfleto [El subrayado es mío. M.P.¡.

Con el mismo fin de denunciar lo superficial de las anécdotas, se en­cuentran imágenes relacionadas con la digestión, asimilada al conoci­miento histórico. Así, vienen a ser "golosinas, digestiones menores, con­trapuestas", en la sabiduría verdadera, al "deseo de alimentos de mayor enjundia", al "hambre de conocer".

Al maestro -en su significado más amplio- le toca, pues, el papel de despertar y nutrir la "curiosidad" natural del público, mientras que "ha seguido, en muchos países, este método primitivo, el del temor a la gran curiosidad de sus subordinados: ha cultivado solícitamente la anécdo­ta, ha distribuido anécdotas políticas, guerreras, religiosas, literarias... ¿Para qué? Para esconder bajo ellas la verdad de la evolución histórica". Este fragmento, además de completar lo ya expresado acerca de la con­cepción de la historia como ciencia, remite a la necesidad de educar a los pueblos, en principio protagonistas de la historia. Pero de la oración "los pueblos, siempre niños, acaban por aplaudir" de las primeras lí­neas del texto se desprende cierto desprecio. No define Jarnés "los pue­blos", y es de notar que casi nunca emplea la palabra en singular, como

13 Pedro Montón-Puerto define la "novela-ensayo" como un "tipo de literatura movi­

da desde dentro por afanes muy intelectuales y servida externamente con una prosa rica,

perfecta de flexibilidad y matices, y en ocasiones poemática", "Benjamín Jarnés: los orí­

genes del autor más representativo de la novela-ensayo española", en: ín su la , núm 256,

año XXIII, marzo 1968, p. 13.

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si quisiera generalizar. Aunque da pocos elementos de definición con­creta, insiste mucho en la inocencia, en la "ingenuidad" de los pueblos frente al "gran comediante" que usurpa el poder político: "Había que arrancar sus telarañas a muchos ojos..."

A continuación parece reforzarse la visión despectiva de "los pue­blos", con una cita del belga Maeterlinck: "La clave de todas las des­dichas de los pueblos, es su estupidez [...] esta estupidez fundamental, poco menos que incurable [...]". Pero enseguida agrega Jarnés, apor­tando un matiz esencial: "Y esta planta de la estupidez, ¿no fue siempre amorosamente cultivada alrededor de los tiranos, y sancionada como ley general política?"

Esto quiere decir que la idiotez de los pueblos no es algo natural irremediable -como lo sugería Maeterlinck-, sino que se puede enmen­dar, y aquí encontramos de nuevo al Jarnés pedagogo, que pretende despertar con este libro la conciencia de la gente. Más adelante en el texto, ha de hablar del "poder social" representado por el intelectual, sea maestro, político, sacerdote. Es de notar, sin embargo, que bajo la pluma del novelista aragonés, los pueblos aparecen a menudo pasivos respecto a la política, sea abandonando el poder al dictador, sea reci­biendo educación histórica que les libere. Aunque no podamos presen­tar ninguna frase completa como prueba, sí que podemos afirmar que nunca tienen papel activo en la historia, siempre dependen de una figu­ra ejemplar que sepa encauzar "las fuerzas oscuras que se rebullen en el pueblo", o de educadores.

Otra observación va en el mismo sentido. Al introducir nuestro estu­dio, pusimos de realce la elección de figuras ejemplares con finalidad educativa, y la contraposición implícita de los libertadores de América a los dictadores de Europa. Todo ello refleja la gran importancia otorga­da por Jarnés al individuo -que ya notamos en la crítica de los partidos políticos-, conduciendo a negar el papel activo de los pueblos. A los dic­tadores no se oponen los pueblos engañados, sino los "héroes" de la li­bertad. Bolívar, Hidalgo y Martí representan "creadores de la historia contemporánea", opuestos al "buen ciudadano, nada amigo de "crear" gallardamente historia, [que] prefería conocerse a sí mismo", dando la espalda a la historia y a la política, otro tema fundamental de las pági­nas que nos ocupan.

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La p o l í t i c a

Dos motivos: lo teatral y lo in s tru m e n ta l

Una primera aproximación al texto nos deja una impresión de fuerte desprecio a la política en su conjunto, apoyado por el uso de dos moti­vos, nada nuevos, que pueblan el texto de Jarnés de cabo a rabo. El en­gaño, en primer lugar, aparece declinado bajo múltiples formas. Prime­ro ciertas palabras, como "usurpador" o "histrión" se repiten muy a menudo. El usurpador es aquí sinónimo del político contemporáneo -y no podemos dejar de pensar aquí en la forma como Hitler se hizo con el poder en 1933 mediante vía electoral-, se vale de la traición, del engaño a los pueblos para conquistar el poder. Por otra parte hay referencias a lo que se suele entender por maquiavélico (el significado corriente de la palabra remite a manipulador sin escrúpulos con tal de llegar al poder), visibles en el hilo que arranca de "unos hombres astutos que maniobra­ban en la sombra" para acabar con la "verdad amañada, cuando no franca mentira", que recuerdan la necesidad de valerse del engaño para hacerse con el poder, atropellando a la libertad.

La metáfora teatral viene a reforzar la asimilación entre política con­temporánea y engaño a la conciencia. Una serie de menciones pertene­cen a este campo semántico: "disfrazarse, comediante, magia, biombo, cabalgata, personaje de pecho reluciente, rostro de cartón", y se pone en boca del político contemporáneo una frase absolutamente hueca: aun­que, eso sí, pronunciada "en forma dramática" y de sus efectos: "des­lumbrar, alucinar, maravillar". Todo ello remite a la relación entre el político usurpador y los pueblos, y más concretamente evoca la escenifi­cación de los mítines fascistas o del partido nazi.

En otro plano, la política contemporánea viene asociada a la instru- mentalización de los hombres como negación de su libertad. Son recu­rrentes los vocablos "esbirros y marionetas", a los que se agregan otros: "autómata, maniquí", y alusiones a la sumisión, bajo la forma "automá­ticamente, ciegos instrumentos, marionetas de uniforme, falanges, me­cánica, filas mudas, muñecos de uniforme", etcétera.

La finalidad de este rastreo es mostrar la abundancia léxica con la que vienen expresados estos motivos, en dos sentidos. Primero, y en

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ello bastante hemos insistido, contribuyen a dar una imagen negativa

de la política en general, por la ausencia de referencias directas a la his­toria -fechas, nombres-. Pero, al mismo tiempo, tienen tanta carga para el lector, que parecen referirse exclusivamente al momento en que Jar­nés escribe. La visión de la política como representación pública masiva es propia de las dictaduras de corte fascista del siglo xx. La misma idea de masa, expresada por "A mano tienen [los dictadores] un teléfono que pone en conmoción millares de esbirros. Un micrófono que envía al mundo entero su verdad amañada, cuando no su franca mentira" tam­bién es propia de la primera mitad de nuestro siglo. La referencia a lo mecánico, asimismo, enlaza con los procedimientos del nazismo, puesto que negaba lo más posible la conciencia humana, en un punto jamás al­canzado hasta entonces. Estos elementos, por remitir a la contempora­neidad, nos conducen a entrever una relativización frente al plantea­miento global de Jarnés, a saber un desprecio "total" de la política.

Antes de proseguir sobre el tema de la política, es preciso detener­nos un momento en el tratamiento del maqumismo. Respecto al parti­cular, en efecto, pasa un poco lo mismo que con la política, es decir que valora más problemas secundarios, lo que nos obliga a leer detenida­mente el texto. Por eso le dedicamos un apartado específico. Lanzó Jarnés esta interrogación angustiada, de sorprendente actualidad:

El m aquin ism o ¿acabará por aplastar la espiritualidad, algo que vosotros

no podéis comprender: la poesía? Sí, acabará con todos los fenóm enos del

pensam iento, de la sensibilidad [...] en cuanto la ciega máquina suprim a

toda libertad de acción.

Nos otorgamos el derecho a darle actualidad a semejante juicio, puesto que hoy en día este argumento aparece en el discurso de los de­fensores de ciertos filósofos del siglo xx14 y de los ecologistas de toda ca­laña respecto a los excesos de la técnica, a sus aplicaciones no siempre

14 Con esta referencia pensamos en el alemán Heidegger, que defiende la tesis según

la cual la técnica, desde que dejó de ser neutra desde el punto de vista de los fines, resul­

ta muy criticable.

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realizadas para bien de la humanidad, en una crítica que muchas veces suele tapar la realidad del debate. El lector ha de esperar algunas líneas para ver otra dimensión -más fundamental- del problema: "El maqui- nismo -que bien pudo ser, lo es, útil progreso- en manos del domador

acaba por ser regresión inútil". E insiste a continuación, con una frase más expresiva por encerrar una comparación: "Todo el maqumismo -en suma- a los pies del tirano, como un perro fiel, aguardando la orden de clavar los dientes en la carne del infeliz ciudadano".

Lo importante, aquí, es que ya no es el maquinismo el que conlleva en sí, por esencia, la destrucción, sino que este carácter procede de estar sometido a un poder político dictatorial, y con este elemento, aquí nos permitimos discrepar un tanto de la afirmación emitida por un crítico norteamericano: "He sounded, in 1942, a cry of alarm of the sort which later was to become almost universal, pointing out the dangers for hu- manity in the advanced technology of destruction which man has developed".15

Y Jarnés podría contestar, desde el prólogo a Escuela de L ibertad: "¿Es la hipercivílización que se muerde la cola? No. Es la vida instintiva que se aprovecha de la civilización para afilarse las uñas".

Valiéndonos de la oración ésta, podemos matizar una de las ideas expuestas al principio. Si bien Jarnés expresa su conciencia de vivir una reacción en forma de retorno a la Edad Media que, según él, comparte con la época contemporánea el predominio de los instintos, aquí lo nue­vo es que la civilización y técnica más avanzada están subordinadas no ya a valores progresistas sino a los instintos. Esta fórmula podría resu­mir la visión jarnesiana de la Europa de los años treinta y cuarenta. Aquí bien vemos que lo malo de la época contemporánea, para Jarnés, no procede de la civilización sino del florecimiento anárquico de los instin­tos. Esta idea es una constante absoluta, hasta tal punto que el mismo crítico llegó a escribir lo siguiente: Jarnés a n tip a th y to the unrestra ined

15 "Lanzó, en 1942, un grito de alarma del modo que más tarde había de ser univer­

sal, apuntando a los peligros para la humanidad de la tecnología avanzada de destruc­

ción que ha desarrollado el hombre", J.S. Bernstein, Benjamín jarnés, Nueva York, Twayne

Publishers, 1972, p. 110.

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expression o f th e in s tin c ts is, in fa c t , one o f th e cornerstones o fh is artistic edi- f ic e .]h

Hemos de tratar de nuevo el problema de los instintos, ya que se oponen a la libertad y a la ley como elemento político.

U n desprecio aparen tem ente sin matices de la política

Si no se lee muy detenidamente, el prólogo a Escuela de Libertad nos con­duce a ciertas interrogaciones. Por una parte, expresa indudable des­precio a la política y, por otra, alude a una "verdadera política" y admite de hecho, planteando la necesidad de la ley, la existencia de la política como marco.

Nuestra confusión arranca principalmente de las generalizaciones a raíz de la observación -justificada- de la corrupción política en la Euro­pa de los años treinta y cuarenta. En este sentido podemos observar, pues, una crítica muy violenta de los partidos políticos: "¿No son los partidos los peores enemigos de la libertad de los pueblos? ¿[sic] Y si los "partidos" se funden en uno, ¿no crece el monstruo hasta adquirir di­mensiones apocalípticas?"

El partido político, para Jarnés, se caracteriza por la negación de la libertad individual y por la vocación a conquistar el poder. Lo compara con un "rebaño que de pronto deja de balar y comienza a soñar con el poder". Esto nos lleva a compartir la imagen de un ser "ajenjo] a cual­quier encasillamiento de grupo o tendencia".17 No cabe duda acerca del individualismo del escritor. Esta expresión introduce otro eje en la vi­sión jamesiana de los partidos políticos: el problema de la conquista, de "la caza del poder". Se coloca del lado de las ideas, de las mentes: el so­ñar con el poder es el aliciente que hace ingresar a los hombres en un partido. Tal concepción, expuesta en la urgencia, deja de lado la con­quista del poder vista como medio, como "palanca" para una clase de­

,s "La antipatía de Jarnés por la expresión sin límites de los instintos es una de las

piedras angulares de su construcción artística", Ibid., p. 108.

17 Manuel Andújar, "Benjamín Jarnés en México", en: ¡ornadas Jarnesianas, Zaragoza,

Institución Femando el Católico, 1989.

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terminada de garantizar la realización de sus intereses, y no como puro afán originado por el amor propio. También oculta por completo el pa­pel teórico de un partido, es decir el de marco organizativo para las fuerzas sociales que no niega la libertad individual.

Se entiende la postura de Jarnés por las formas que tomaban los par­tidos únicos como el partido nazi o el partido fascista en Alemania o Italia, y aparece un matiz muy importante, porque presenta el partido político como un "pretexto", sin que conlleve por esencia el peligro de la dictadura: "en nombre de un partido político, se hincan los dientes en el corazón -en la intimidad más honda- no sólo del enemigo, sino del más confiado amigo".

El hombre político, o el "hombre de partido" es otro blanco de los ataques de Jarnés, porque sólo ve en él al usurpador, al que quitó la libertad de los pueblos de Europa: "el político no vive apoyado en su propia vida sino en la vida de los demás. ¿Cuándo el político, no ha sido un parásito?".

"Parásito": la palabra resuena de manera muy fuerte, y hasta pro­duce escalofríos por aplicarse, en el ideario nazi, al intelectual en la sociedad. El carácter generalizador de la afirmación apoya la imagen despectiva de la política que esgrimieron los mismos dictadores a quienes critica. En eso reside la ambigüedad de la visión jarnesiana de la política, por muy justificada que parezca la crítica del político cor­rupto del siglo xx y xix. Otros elementos, con todo, introducen matices muy importantes: "Estas formas políticas conducen a una y la misma negación de la verdadera política".

Esta tímida alusión a una "verdadera política" como punto referen­tial permite disipar la asimilación entre política tal y como se practica­ba, es decir de manera pervertida, y política como arte de gobernar, que podríamos llamar "lo político". Pero no basta todavía para eliminar una fuerte impresión de desprecio debido al desarrollo de metáforas como las del teatro o del automatismo. Además, esta "verdadera política" queda sin definir en su escrito.

Al final de este prólogo, dice del panfleto:

es un admirable género literario que todos debiéram os cultivar. Se ha culti­

vado, efectivamente, pero con sentido m ás literario que político. ¿Por qué?

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Tal vez porque los pueblos no sentían gran cosa la política; les preocupaba

m ucho m ás la "cuestión personal" [...]. Que, de algún m odo, es preciso re­

peler... El problema general - ¡a y !-q u ed a b a aparte.

En una frase así, la política significa más bien "lo político", como asunto de índole general opuesta a los partidos y al hombre político, vistos como fuente de engaño y foco de lucha por el poder particular, de una persona o de un grupo. Pero otro elemento decisivo nos conduce a entrever una distinción entre la política (corrupta) y lo político (arte de gobernar).

La necesidad de la ley para ga ran tizar la libertad

Es preciso observar la presencia de otro elemento, más fuerte, que tien­de a matizar la idea de un Jarnés completamente hostil hacia la política. Se trata de su valoración de la ley, opuesta a los instintos, y garantía de la libertad. No trata de la ley bajo el aspecto jurídico, que aquí le importa muy poco, sino de la ley como expresión de la fuerza pública y modo de hacer convivir a los hombres. Admitiendo la ley bajo este aspecto, admi­te de hecho la necesidad de la política como arte de gobernar a los hom­bres. Paralelamente al desarrollo de una crítica muy violenta de la polí­tica, insiste rotundamente Jarnés en la necesidad de la "ley", entendida como algo general: "En todo el mundo crece la tendencia a huir del im­placable fiscal. O a suprimirlo brutalmente. A huir de la razón. De la ley".

Es decir, de la libertad. Porque sólo en la ley está la libertad.Es de notar que nunca habla de las leyes (particulares), sino de la ley

como referencia para todos los ciudadanos -esta noción de "ciudadano" también está presente -. La ley remite a la política por ser la expresión de una potencia pública destinada a regular la vida de los hombres en una sociedad. Semejante valoración nos impide ver en el prólogo de Escuela de Libertad una crítica unilateral de la política en general, sino de la po­lítica corrupta de los países de la Europa de preguerra y de la guerra.

El papel de la ley es garantizar una libertad opuesta a una libertad natural, instintiva, y al fin ilusoria por sólo pertenecer al más fuerte, al más terrible. En lo que sigue, la ley como garantía de la libertad se

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opone a la ley particular: "Para el moderno domador, el deber no existe, como no existe el honor. La única ley es la voluntad del tirano".

Bajo esta apariencia de generalización, subraya el predominio, en esos años, de esta forma de libertad. En cambio, la "verdadera libertad humana", muy valorada -en su parecer- en la América hispánica del siglo xix por los hombres que suscitaron estas biografías, se caracteriza necesariamente por "una red de servidumbres":

Por eso, hoy más que nunca hay que invitar a las gentes al gesto contrario, a

atender al fiscal, a conocer la ley, a ser libres, a penetrar en esa red de servi­

dumbres de que está compuesta -fatalmente- la verdadera libertad humana.

Bajo esta paradoja aparente se esconde una concepción de fuerte influencia roussoniana -caso notable de influencia del ginebrino en un intelectual español- de una libertad que, para ser igual para todos, tiene que constar de una serie de límites que impidan el reino de la fuerza bruta, de los instintos y pulsiones.

Este texto no podía menos de ofrecemos una clara definición de su tema central, es decir de la libertad:

Recordemos el triple significado de la palabra "libertad". Se trata, primero,

de la libertad de acción, de obrar o no obrar, de la libertad de coerción físi­

ca. Libertad de poder o no poder. Segundo: libertad de la voluntad, liber­

tad de querer o no querer, frente a ajenas oposiciones, tercero: libertad

frente a sí mismo, frente a nuestras mismas pasiones; libertad interior, au­

tonomía, brújula propia. Libertad de deber o no deber.

El tercer aspecto de esta definición de la libertad introduce le idea de "límite" puesto a las pasiones de uno. La opone, pues, a la libertad pri­mitiva, por la que uno actúa según su voluntad, pero también conforme con sus pasiones y hasta con sus pulsiones, ya que no hay ley ni moral. Aunque cite a Nietzsche, lo que revela la influencia del alemán en la inteligentsia de principios de siglo, en este particular se opone radical­mente a su concepción de la ley como medio para los débiles de con­

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trarrestar la potencia de los fuertes.18 Otro elemento que aleja la concep­ción jarnesiana de la libertad natural primitiva es que, en varias oca­siones, introduce el carácter adquirido: "Difundamos, a pesar de todo, el optimismo. Si la libertad -como quería Lammenais- es el pan que los pueblos tienen que ganar con el sudor de su frente, preparémonos a ganarlo".

En resumen, es esta una concepción ambigua de la política, con ataques muy violentos que dejan al lector una fuerte impresión de des­precio hacia ella, y que no consiguen apagar del todo los brotes de una idea mejor valorada de lo político, merced al planteamiento de la ley como garantía necesaria de la libertad.

Pero lo que recordamos del prólogo a Escuela de Libertad son los aciertos respecto a la Europa de los cuarenta. La "usurpación" del poder mediante el engaño a los ojos de los ciudadanos, el retomo a los instin­tos en detrimento de la ley nos parecen puntos de arranque en la denun­cia de los fascismos europeos, que -desgraciadamente- llegó de mane­ra tardía.

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18 Aunque La genealogía de la moral fue interpretada como una provocación que no se

debía tomar en serio, seguimos pensando que ataca el papel de las leyes, sean morales o

jurídicas, como trabas a la libre expresión de la fuerza.

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