Estados Unidos - la crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación

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  • Estados Unidos : la crisis sistmica y las nuevas condiciones de legitimacin Titulo Sader, Emir - Prologuista; Gandsegui (h.), Marco A. - Compilador/a o Editor/a; Gandsegui (h.), Marco A. - Autor/a; Quintero Rivera, ngel - Autor/a; Zuluaga Nieto,Jaime - Autor/a; Santos, Theotonio Dos - Autor/a; Wallerstein, Immanuel - Autor/a; Caputo Leiva, Orlando - Autor/a; Surez Salazar, Luis Armando - Autor/a; CastilloFernndez, Ddimo - Autor/a; Gaspar Olvera, Selene - Autor/a; Canales, Alejandro I.- Autor/a; Hernndez Martnez, Jorge - Autor/a; Cobarrubias Hernndez, Katia -Autor/a; Grobart Sunshine, Fabio - Autor/a; Romano, Silvina Mara - Autor/a; Martins, Carlos Eduardo - Autor/a; Hernandez Pedraza, Gladys Cecilia - Autor/a; Salinas Figueredo, Daro - Autor/a; Castillo Fernndez, Ddimo - Compilador/a oEditor/a;

    Autor(es)

    Mxico DF LugarCLACSOSiglo XXI

    Editorial/Editor

    2010 FechaColeccin Sociologa y Poltica ColeccinPoltica econmica; Siglo XX; Sistema capitalista; Hegemona; Poltica neoliberal;Geopoltica; Crisis capitalista mundial; Estado Unidos; Amrica Latina; Caribe;

    Temas

    Libro Tipo de documento"http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/coediciones/20121221032750/EstadosUnidosLacrisissistemica.pdf"

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    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)Conselho Latino-americano de Cincias Sociais (CLACSO)

    Latin American Council of Social Sciences (CLACSO)www.clacso.edu.ar

  • ESTADOS UNIDOS LA CRISIS SISTMICA Y LAS NUEVAS

    CONDICIONES DE LEGITIMACIN

    marco a. gandsegui, hijo ddimo castillo fernndez

    coordinadores

    emir saderpresentacin

    immanuel wallersteinprlogo

    poremmanuel wallerstein theotonio dos santos carlos

    e. martins katia cobarrubias hernndez gladys cecilia hernndez pedraza orlando caputo leiva jaime zuluaga

    nieto marco a. gandsegui, hijo jorge hernndez martnez didimo castillo fernndez fabio grobart

    sunshine alejandro i. canales selene gaspar olvera ngel quintero rivera luis surez silvina romano

    daro salinas figueredo

    sigloveintiunoeditores

  • siglo xxi editores, s.a. de c.v.CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310, MXICO, D.F.

    s i g l o x x i e d i t o r e s , s . a .GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA

    siglo xxi de espaa editores, s.a.M E N N D E Z P I D A L 3 B I S , 2 8 0 3 6 , M A D R I D , E S P A A

    primera edicin, 2010 marco a. gandsegui, hijo, ddimo castillo fernndez clacso, siglo xxi editores, s. a. de c. v.isbn 978-607-03-0163-6

    clacsoconsejo latinoamericano de ciencias sociales - conselho latino-americano de cincias sociaisav. callao 875, piso 5, c1023aab ciudad de buenos aires, argentina, tel. (54 11) 48116588, fax (54 11) 48128459

    derechos reservados conforme a la leyimpreso en encuadernacin domnguez,5 de febrero, lote 8, col. centro, ixtapaluca,edo. de mxico, c.p. 56530

    HC106E772010 Estados Unidos : la crisis sistemtica y las nue-

    vas condiciones de legitimacin / por Marco A. Candsegui, Ddimo Castillo Fernndez, coordinadores ; Emir Sader, presentacin ; Immanuel Wallerstein, prlogo. Mxico : Consejo atinoamericano de Ciencias So-Consejo atinoamericano de Ciencias So-ciales, Siglo XXI Editores, 2010

    414 p. (Sociologa y poltica)

    ISBN: 978-607-03-0163-6

    Estados Unidos Condiciones econmicas Siglo xx. Estados Unidos Poltica econmica. I. Candsegui, Marco A., ed. II.Castillo Fernndez, Ddimo, ed. III. Sader, Emir, prl. IV. Wallerstein, Immanuel, prl. V. Ser.

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    PRESENTACIN

    Estados Unidos de Amrica siempre se ha dedicado mucho ms a estudiarnos a nosotros que nosotros a ellos. Los significados de las dos actitudes son dis-tintos. Ellos se preocupan por nosotros como territorios de inversiones, como mercados. No hay preocupacin por entendernos, menos todava por com-prender las eventuales influencias que pudiramos tener sobre ellos. Nosotros los estudiamos para entender la lgica del imperio econmica, poltica, mi-litar, ideolgica, factor todava determinante en la lgica del poder mundial.

    El grupo de trabajo de Clacso: Estudios sobre Estados Unidos (gt) hace una labor notable en la recuperacin de la comprensin de este pas como formacin social, como potencia cabeza del bloque imperialista en el mun-do, o en su relacin especfica con Amrica Latina y el Caribe. Si en el primer libro del gt publicado por Siglo xxI Editores se discutan las con-diciones generales de la hegemona imperial, en este segundo el tema es el de las nuevas condiciones de su legitimidad.

    Se trata de contribuir a la comprensin de Estados Unidos en el nuevo entorno de este comienzo de siglo. Qu condiciones enfrenta en las signifi-cativas readecuaciones del sistema capitalista internacional, en el marco del declive de su economa y del ascenso de pases emergentes? Apuntan hacia la confirmacin de una decadencia econmica de Estados Unidos? Cul es el carcter de la crisis econmica actual? En qu medida cuestiona sta el liderazgo econmico de Estados Unidos? Qu efectos tiene el conjunto de estos fenmenos para Amrica Latina y el Caribe?

    Como la hegemona imperial estadunidense es el factor ms determi-nante en el cuadro poltico mundial, su estudio es estratgico. Equvocos sobre el potencial hegemnico de Estados Unidos sea de subestimacin o superestimacin implican errores graves, con consecuencias concretas. Y hay que recordarlo siempre la realidad suele ser implacable con los desaciertos tericos.

    Desde los aos setenta, gran parte de los anlisis sobre la hegemona imperial estadunidense apuntaban hacia su agotamiento y su final. Sin em-bargo, las dos transiciones que ha introducido el nuevo periodo histrico en escala mundial paso de un mundo bipolar a un mundo unipolar bajo la hegemona estadunidense; paso de un modelo regulador a un modelo

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    neoliberal han generado condiciones de recomposicin de la capacidad hegemnica de Estados Unidos.

    El primer decenio del nuevo periodo los aos noventa del siglo pasado pareca confirmar un nuevo impulso en la hegemona imperial de Estados Unidos sea en las guerras humanitarias, sea el ciclo corto expansivo de la economa estadunidense, pero ese flujo rpidamente demostr sus lmites. Incluso a nivel militar Estados Unidos pas a mostrar dificultades para man-tener dos guerras a la vez, mientras que lo que sera la nueva economa se termin.

    La naturaleza actual de la hegemona de Estados Unidos en el mundo se presenta como un gran enigma para el pensamiento crtico, un desafo esen-cial, con gran cantidad de consecuencias en los planos terico y poltico. Un desafo que supone dar cuenta de los elementos de fuerza y de debilidad de esa capacidad hegemnica, dado que no hay nada que permita favorecer una visin catastrofista, ni tampoco las visiones apologticas.

    Si Estados Unidos mantiene su superioridad en el plano econmico, tec-nolgico, poltico y militar, aun con debilidades, se mantiene como la nica superpotencia, aqulla cuyos intereses y acciones afectan prcticamente a todos los rincones del mundo. El debilitamiento de la hegemona estaduni-dense, sin que se perfilen nuevas hegemonas en el horizonte, apunta hacia un periodo ms o menos largo de turbulencias, de inestabilidades, de pro-longada crisis hegemnica. El elemento de mayor fuerza en la hegemona imperial reside en el plano ideolgico, en la fabricacin y exportacin hacia todo el mundo del llamado American way of life.

    Son desafos tericos stos y tantos otros que el grupo de trabajo Clac-so: Estudios sobre Estados Unidos, enfrenta con gran dinamismo y creativi-dad, apoyado en el pensamiento crtico latinoamericano y en lo mejor del pensamiento social originado en otras latitudes. Los lectores dispondrn en este volumen, coeditado por Clacso y Siglo xxI Editores, al igual que en el anterior y en los que ciertamente seguirn, textos indispensables para captar la naturaleza y las proyecciones futuras de un tema tan determinante para el futuro de la humanidad en esta primera mitad del nuevo siglo.

    EMIR SADER

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    PRLOGOCRISIS, CUL CRISIS?*

    IMMANUEL WALLERSTEIN

    En 1982 publiqu conjuntamente con tres colegas, un libro llamado Dy-namics of Global Crisis (Dinmica de la crisis global). No era el ttulo original. Habamos propuesto el ttulo Crisis?, cul crisis?, que no le gust al editor estadunidense aunque lo utilizamos para la traduccin al francs. El libro constaba de una introduccin y conclusin conjuntas, y un ensayo sobre el tema escrito por cada uno de nosotros.

    El libro se iniciaba con la observacin de que durante el decenio de los aos setenta, el trmino crisis se convirti en una palabra cada vez ms familiar: primero en las oscuras discusiones entre intelectuales, luego en la prensa popular y, por ultimo, en los debates polticos de muchos pases. Observamos que haba mltiples definiciones de la llamada crisis, as como muy distintas explicaciones sobre su origen.

    Para el decenio de los ochenta, la palabra crisis aparentemente haba desaparecido del discurso mundial, sustituida por otra palabra de moda de un tono mucho ms optimista: globalizacin. Fue hasta principios de 2008 que el tono se agri nuevamente y la palabra crisis resurgi, ahora con mucha mayor fuerza que en el decenio de los setenta, aunque con la misma difusin. Por ende, la pregunta crisis, cul crisis? vuelve a cobrar relevancia.

    Sin duda, algo aconteci en el sistema-mundo a finales del decenio de los sesenta y principios del siguiente. Ese momento marc el inicio de la tendencia descendente de dos ciclos absolutamente normales en la opera-cin del sistema-mundo moderno: tanto del ciclo hegemnico como del ciclo general de la economa. El periodo entre 1945 y hasta aproximadamente 1970 marc la cumbre de la hegemona de Estados Unidos en el sistema-mundo; fue tambin el momento de la ms expansiva tendencia ascendente de la fase A en el ciclo de Kondratiev que la economa-mundo capitalista ha conocido en la historia. Los franceses se refieren a ese periodo como los gloriosos treinta, frase por dems afortunada.

    * Conferencia magistral impartida durante la 33 Reunin Anual sobre Economa Poltica de la Seccin Sistema-Mundo de la Asociacin Americana de Sociologa, Universidad de San Diego, 23 a 25 de abril de 2009: Anlisis de los sistemas-mundo y los retos del siglo xxi.

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    Estas tendencias descendentes me parecen absolutamente normales. Para comprender la razn, es necesario recordar dos cosas. Todos los sistemas tienen ritmos cclicos; es como subsisten y abordan sus inevitables fluctua-ciones. La otra tiene que ver con la manera como funciona el capitalismo en tanto sistema-mundo, lo cual incluye dos temas importantes: cmo ob-tienen utilidades los productores y cmo garantizan los estados el orden mundial en el cual dichos productores pueden obtener utilidades. A conti-nuacin analizaremos cada uno.

    El capitalismo es un sistema cuya razn de ser es la acumulacin in-cesante de capital. Para acumularlo, los productores deben obtener utili-dades de sus operaciones. No obstante, slo es posible obtener utilidades verdaderamente significativas si el productor vende su producto a un costo mucho ms elevado que el de produccin. En condiciones de competencia perfecta, resulta imposible obtener grandes utilidades. Si hay una compe-tencia perfecta (esto es, muchos vendedores, muchos compradores e infor-macin ampliamente disponible sobre los precios), cualquier comprador inteligente ir de vendedor en vendedor hasta que encuentre alguno cuyo precio sea apenas superior al costo de produccin, si no es que incluso inferior a dicho costo.

    Obtener una utilidad considerable exige un monopolio, o al menos una potencia econmica mundial cuasimonoplica. Cuando existe un monopolio, el vendedor puede poner cualquier precio, siempre que no rebase la elastici-dad de la demanda. En momentos en que la economa-mundo se expande significativamente, encontramos productos lderes relativamente mono-polizados. Con estos productos se obtienen grandes utilidades y es posible acumular enormes cantidades de capital. Los vnculos anteriores y posterio-res de estos productos lderes son la base de la expansin generalizada de la economa-mundo. A esto se le llama la fase A del ciclo de Kondratiev.

    El problema para los capitalistas es que todos los monopolios se autoani-quilan, debido a que existe un mercado mundial al que pueden entrar nue-vos productores, al margen de qu tan bien apalancado est un monopolio determinado desde el punto de vista poltico. Sin duda entrar lleva tiempo pero, tarde o temprano, otros logran tener acceso al mercado, con lo que aumenta el grado de competencia. Y, cuando la competencia aumenta, los precios bajan, como nos han dicho siempre los portavoces del capitalismo. No obstante, las utilidades tambin bajan y, cuando stas bajan hasta un punto determinado en el caso de los productos lderes, la economa-mundo deja de crecer y entra en un periodo de estancamiento al que se denomina la fase B del ciclo de Kondratiev. Se supone que las fases A ms B general-

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    mente han tenido una duracin de entre 50 y 60 aos, aunque sta puede variar. Desde luego, despus de que ha transcurrido cierto tiempo de la fase B, pueden crearse nuevos monopolios, con lo que se inicia una nueva fase A, pero ste no es el lugar para abordar este tema.

    La segunda condicin para obtener utilidades en una economa capita-lista es que exista algn tipo de orden mundial. Si bien las guerras mundiales le ofrecen a algunos empresarios la oportunidad de enriquecerse, tambin provocan una enorme destruccin de los activos fijos e interfieren el comer-cio mundial. El balance general de las guerras, desde el punto de vista de la economa-mundo, no es positivo, un punto que Schumpeter repeta conti-nuamente. Lograr un balance positivo exige contar con una situacin rela-tivamente estable. Y asegurar esta situacin relativamente estable es tarea de una potencia hegemnica, esto es, una potencia lo bastante fuerte para imponerla en el sistema-mundo. Los ciclos hegemnicos han sido mucho ms prolongados que los ciclos de Kondratiev. No es fcil, en un mundo de mltiples estados llamados soberanos, que uno se erija como la potencia hegemnica. De hecho, slo ha ocurrido en tres ocasiones en el transcurso de varios cientos de aos. El primer caso fue el de las Provincias Unidas (los Pases Bajos) hacia mediados del siglo xvii; el segundo, el Reino Unido a me-diados del siglo xix y, por ltimo, Estados Unidos a mediados del siglo xx.

    El surgimiento de un poder hegemnico es el resultado de una larga lucha con otras potencias hegemnicas. Hasta ahora, la ha ganado aquel Estado que, por diversas razones y mtodos, ha logrado reunir la maquina-ria productiva ms eficiente, para luego ganar una guerra de treinta aos contra su rival principal. Cmo lo logra tampoco es nuestro tema, pero el punto importante es que una vez que un Estado asegura por fin la hegemo-na, puede imponer a los dems las reglas con las que operar el sistema, buscando simultneamente asegurar su buen funcionamiento y maximizar el flujo de capital acumulado para sus ciudadanos y empresas productivas. Lo anterior podra denominarse un cuasimonopolio del poder geopoltico.

    El problema para la potencia hegemnica es el mismo que enfrenta una industria lder. El monopolio es autodestructivo debido a dos razones. Por una parte, para mantener su poder, la potencia hegemnica debe hacer uso ocasional de la fuerza militar. Una fuerza militar potencial siempre resulta ms intimidatoria que una fuerza militar efectiva. Y utilizar la fuerza mili-tar tiene un alto costo en dinero y en vidas; tambin un impacto negativo en los ciudadanos de la potencia hegemnica, ya que el orgullo inicial ante la victoria tiende a convertirse en desencanto en la medida en que deben pagar los crecientes costos de la accin militar y comienzan a perder el

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    entusiasmo. An ms, las grandes operaciones militares suelen ser menos eficaces de lo que supusieron tanto los partidarios como los oponentes de la potencia hegemnica, lo cual refuerza la futura resistencia de otros que deseen desafiarla.

    La segunda razn es que aun si la economa de la potencia hegemnica no se ve afectada de inmediato, la de otros pases comienza a fortalecerse. Y en la medida en que los otros pases se fortalezcan, estarn menos dispuestos a aceptar las condiciones impuestas por la potencia hegemnica en cuestin. Por consiguiente, sta entra en un proceso de lento declive en relacin con las potencias que surgen. Y aun cuando el declive sea lento, es irreversible.

    La suma de estos dos tipos de declive, que ocurri aproximadamente entre 1965 y 1970 lo que seala el fin del periodo histricamente ms expansivo de la fase A de Kondratiev, y lo que marca el inicio del debilita-miento de la potencia hegemnica ms poderosa de la historia es lo que provoc que el punto crtico fuese tan extraordinario. No es casualidad que la revolucin mundial de 1968 (en realidad, de 1966 a 1970) haya ocurrido en ese punto crtico, como expresin del mismo.

    La revolucin mundial de 1968 marc una tercera tendencia descendente que ha ocurrido una sola vez en la historia del sistema-mundo moderno: el deterioro de los movimientos antisistmicos tradicionales, la llamada vieja izquierda. La vieja izquierda esencialmente las dos variedades de movi-mientos sociales en el mundo: el comunista y el socialdemcrata, as como los movimientos de liberacin nacional surgieron lenta y laboriosamente del sistema-mundo, principalmente durante el ltimo tercio del siglo xix y la primera mitad del xx. Los movimientos de la vieja izquierda ascendieron de una posicin de marginacin y debilidad poltica a partir de 1870 hasta alcanzar una considerable fuerza y ocupar un lugar central en el campo poltico a partir de 1950.

    Estos movimientos alcanzaron su mxima capacidad de movilizacin entre 1945 y 1968 exactamente el momento tanto de la extraordinaria ex-pansin de la fase A de Kondratiev como de la cspide de la hegemona de Estados Unidos. No creo que haya sido fortuito, aunque podra parecer contraintuitivo. Debido a la increble expansin econmica mundial, los empresarios prefirieron no interrumpir sus procesos productivos a causa de conflictos con sus trabajadores y prefirieron hacer concesiones a sus exi-gencias materiales, al considerarlas menos costosas que las interrupciones. Con el tiempo, esto signific costos de produccin ms elevados, uno de los factores que acab con los cuasimonopolios de las industrias lderes. No obstante, la mayora de los empresarios toman decisiones con base en

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    las utilidades de corto plazo, digamos, aquellas que obtendrn durante los siguientes tres aos, y dejan el futuro en manos del azar.

    Consideraciones similares influyeron en las polticas de la potencia hege-mnica. Mantener una relativa estabilidad en el sistema-mundo era un ob-jetivo esencial y Estados Unidos debi sopesar el costo de una accin repre-siva en la escena mundial frente al costo de las concesiones y las exigencias de los movimientos de liberacin nacional. Renuentemente, al principio, pero despus de manera deliberada, comenz a favorecer una descoloni-zacin controlada, lo que llev a estos movimientos al poder.

    Hacia mediados del decenio de los sesenta, poda afirmarse que los mo-vimientos de la vieja izquierda haban logrado su meta histrica de alcanzar el poder del Estado casi en todas partes... al menos, en papel. Los partidos comunistas gobernaban la tercera parte del mundo el llamado bloque so-cialista. Los partidos socialdemcratas tambin haban llegado al poder o, al menos, alternaban el poder en casi otra tercera parte del mundo el mun-do paneuropeo. Cabe recordar, adems, que en aquel tiempo la poltica principal de los partidos socialdemcratas el Estado benefactor fue acep-tada y practicada tambin por los partidos conservadores que alternaban el poder. Y, desde luego, los movimientos de liberacin nacional llegaron al poder en la mayora del mundo antes colonial (as como diversas versiones de movimientos populistas en Latinoamrica).

    Como se observar, dije al menos en papel. En la actualidad, la mayo-ra de los analistas y militantes suelen ser muy crticos del desempeo de es-tos movimientos y dudan de que haber llegado al poder haya hecho alguna diferencia. Sin duda, se trata de una visin retrospectiva que resulta histri-camente anacrnica. Los crticos olvidan el sentido de triunfalismo mundial que prevaleci en los movimientos de la vieja izquierda y sus partidarios en aquel tiempo, un triunfalismo basado precisamente en haber alcanzado el poder. Los crticos tambin olvidan el profundo temor que prevaleca entre los estratos ms influyentes y conservadores respecto de lo que les pareca el monstruo destructor del igualitarismo.

    La revolucin de 1968 cambi todo lo anterior. Tres temas impregnaron el anlisis y la retrica de quienes participaron en los diversos levantamien-tos, los cuales denotaban una nueva versin de triunfalismo. El primero era que Estados Unidos haba extendido su poder hegemnico a tal grado que se haba vuelto vulnerable. La guerra de Vietnam era el ejemplo modelo, si bien no el nico. La ofensiva de Tet se consider el golpe de gracia de la operacin militar estadunidense. Como parte de la nueva atmsfera, los revolucionarios atacaron el papel de la Unin Sovitica, por considerarla

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    coludida con la hegemona de Estados Unidos, sentimiento que creca des-de al menos 1956.

    El segundo tema era que los movimientos de la vieja izquierda en sus tres variedades no haban cumplido sus promesas histricas. Las tres varie-dades construyeron su tctica en la llamada estrategia de dos pasos: primero, llegar al poder y luego cambiar el mundo. Los militantes afirmaban que, en efecto, haban tomado el poder del Estado pero no haban logrado siquiera cambios mnimos en el mundo, por lo cual deban ser sustituidos por nuevos movimientos y estrategias, cosa que se proponan hacer. Muchos enarbola-ron la revolucin cultural china como el modelo de esta posibilidad.

    El tercer tema era que los movimientos de la vieja izquierda haban igno-rado a los pueblos olvidados aquellos oprimidos por razones de raza, gne-ro, etnia o sexualidad. Los militantes insistan que no podan posponerse las demandas de trato igualitario por parte de todos estos grupos a un supuesto futuro, cuando los partidos principales de la vieja izquierda haban logrado sus objetivos histricos. Estas demandas, afirmaban, eran parte del presente urgente, no del futuro pospuesto. En muchos sentidos, el movimiento del Poder Negro en Estados Unidos era el ejemplo preferido.

    La revolucin mundial de 1968 fue un enorme xito poltico. La revolucin mundial de 1968 fue un enorme fracaso poltico. Se elev cual ave fnix, ar-di en todo el mundo en medio de brillantes llamaradas y, hacia mediados del decenio de los setenta, pareci extinguirse prcticamente por doquier. Qu se haba logrado con este incendio incontrolable? Algo, sin duda. El liberalis-mo centrista fue destronado como la ideologa dominante del sistema-mundo y qued reducido a una opcin ms entre otras. A su vez, los movimientos de la vieja izquierda fueron destruidos como movilizadores de cualquier tipo de cambio fundamental. El triunfalismo inmediato de los revolucionarios de 1968, liberados de la subordinacin al liberalismo centrista, comprob ser superficial e insostenible.

    La derecha tambin qued liberada de cualquier atadura al liberalismo centrista en el mundo entero. Aprovech el estancamiento de la econo-ma-mundo y el colapso de los movimientos de la vieja izquierda (y de sus gobiernos) para lanzar una contraofensiva, que ahora conocemos como globalizacin neoliberal aunque, de hecho, es bastante conservadora, cuyos principales objetivos eran dar marcha atrs a los logros obtenidos por los estratos inferiores durante la fase A del ciclo de Kondratiev. En todo el mundo, la derecha busc reducir los principales costos de produc-cin, destruir al Estado benefactor en todas sus versiones y desacelerar el deterioro del podero estadunidense en el sistema-mundo. El avance de la

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    derecha pareci culminar en 1989. El fin del control sovitico sobre sus satlites centroeuropeos y el desmantelamiento de la propia Unin Sovi-tica provoc un nuevo y sbito triunfalismo de la derecha mundial. Otra ilusin ms!

    La ofensiva de la derecha fue un gran xito en todo el mundo. La ofensi-va de la derecha fue un gran fracaso en todo el mundo. A partir del decenio de los setenta, la acumulacin de capital se sustent en nuevos parmetros: en vez de buscar utilidades por medio de la eficiencia productiva ahora lo haca va manipulaciones financieras, lo que en trminos correctos se llama especulacin. El mecanismo principal de la especulacin es alentar el consumo por medio del endeudamiento y esto es, desde luego, lo que ha sucedido en cada fase B del ciclo de Kondratiev.

    No obstante, en esta ocasin la diferencia ha sido la escala de la especula-cin y del endeudamiento. A la mayor expansin de la fase A en la historia de la economa-mundo capitalista ha seguido la mayor locura especulativa. Las burbujas recorrieron todo el sistema-mundo desde las deudas nacionales de los pases del tercer mundo y del bloque socialista en los aos setenta, hasta los bonos chatarra de las grandes empresas en el decenio de los ochenta y el endeudamiento de los consumidores en el decenio de los noventa, has-ta el endeudamiento del gobierno estadounidense durante el gobierno de Bush. El sistema ha transitado de burbuja en burbuja hasta intentar, en este momento, poner a prueba una ltima burbuja: el rescate de los bancos y la emisin de dlares.

    La depresin en la que ha cado el mundo continuar todava un buen tiempo y ser an ms profunda. Destruir el ltimo pilar de la relativa es-tabilidad econmica: el papel del dlar estadunidense como la divisa de re-serva para salvaguardar la riqueza. Conforme esto suceda, la preocupacin principal de los gobiernos del mundo desde Estados Unidos hasta China, de Francia a Rusia y Brasil, por no mencionar los gobiernos ms dbiles en la escena mundial ser cmo evitar el levantamiento de los desempleados y de los estratos medios, cuyos ahorros y pensiones han desaparecido. Los gobier-nos han recurrido al proteccionismo y a la emisin de papel moneda como su primera lnea de defensa para manejar el descontento popular.

    Posiblemente estas medidas pospongan los peligros que temen los go-biernos y logren mitigar momentneamente el enojo de la gente aunque, a la larga, sin duda empeorarn la situacin. Nos acercamos a una paraliza-cin del sistema, del cual el mundo difcilmente podr sustraerse. Esta pa-ralizacin se traducir en fluctuaciones constantes, an ms errticas, que convertirn cualquier prediccin de corto plazo tanto econmica como

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    poltica en una mera adivinanza. Lo anterior, a su vez, agravar los temo-res y la alienacin popular.

    Algunos afirman que la notoria mejora en la economa de los pases asiticos especialmente Japn, en primer lugar, de Corea del Sur y Taiwn, China y, en menor medida, India favorecer el resurgimiento de la empre-sa capitalista con un simple cambio de ubicacin geogrfica. Otra ilusin ms! El relativo surgimiento de Asia es una realidad, pero justamente so-cava an ms el sistema capitalista al sobrecargar el nmero de personas entre los que se distribuir la plusvala. La cspide del sistema capitalista no puede ser demasiado grande, ya que ello reduce, en vez de aumentar, la acumulacin de capital. La expansin econmica de China acelera la reduccin estructural de utilidades de la economa capitalista en el mundo.

    Hacia dnde vamos? Es en este punto de la discusin que debemos in-troducir otro elemento: las tendencias seculares del sistema-mundo y contra-ponerlas a sus ritmos cclicos. El funcionamiento formal de todos los sistemas es el mismo y los ritmos cclicos son su forma de operar, de respirar, podra-mos decir. Hay innumerables altibajos, algunos ms importantes que otros, pero las fases B nunca terminan en el mismo punto donde iniciaron las fases A que les antecedieron. Siempre es necesario pagar un precio sistmico por renovar la fase ascendente de los ciclos. El sistema siempre debe moverse un poco ms all de su punto de equilibrio, incluso de su equilibrio dinmico.

    Podramos pensar que cada fase ascendente es una contribucin a la curva ascendente en lento movimiento, que se acerca a su asntota. En la economa-mundo capitalista, no resulta tan difcil distinguir las curvas ms importantes. Y dado que el capitalismo es un sistema en el que la acumulacin incesante de capital es de la mayor relevancia y el capital se acumula por medio de las utilidades en el mercado, el problema principal para los capitalistas es cmo fabricar productos a precios menores, preferentemente mucho menores, que los precios a los que pueden venderse.

    Por consiguiente, debemos analizar cmo se integran los costos de pro-duccin y qu determina los precios. Hay tres tipos de costos de produc-cin: el costo de personal (todo el personal), el costo de los insumos (todos los insumos) y el costo de los impuestos (todos los impuestos). Me parece que no es difcil demostrar que los tres costos se han incrementado gradualmen-te como porcentaje de los precios reales a los que se venden los productos, pese al constante esfuerzo de los capitalistas por mantenerlos bajos y pese a los avances tecnolgicos y de organizacin que han aumentado la llamada eficiencia de produccin. Resumir brevemente la razn de lo anterior y, posteriormente, por qu hay lmites a la elasticidad de la demanda.

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    El costo de personal puede dividirse en tres categoras: la mano de obra poco calificada, los cuadros intermedios y los directivos. El costo de la mano de obra poco calificada suele aumentar durante las fases A, como resultado de la accin sindical. Cuando estos costos son demasiado elevados para algunos empresarios y, particularmente, para las industrias lderes, la solucin preferi-da es la reubicacin a zonas que histricamente han tenido menores salarios en la fase B. Si posteriormente ocurriera una accin sindical en la nueva ubi-cacin, se vuelve a cambiar de lugar. Los cambios son costosos aunque efica-ces pero, a escala mundial, propician un efecto de trinquete. Las reducciones nunca logran eliminar por completo los incrementos. Este proceso repetido en el transcurso de 500 aos ha agotado los lugares hacia donde moverse, como puede medirse por la desruralizacin del sistema-mundo.

    El creciente costo de los cuadros es el resultado de dos consideraciones: 1] la mayor escala de unidades productivas exige mayor nmero de emplea-dos de nivel intermedio, cuyos salarios engrosan la nmina; 2] los riesgos polticos ocasionados por la organizacin sindical de los trabajadores poco calificados se contrarrestan con la creacin de un estrato intermedio ms amplio, conformado por aliados polticos del grupo gobernante y que a la vez sirven como modelo de una posible movilidad ascendente entre la ma-yora no calificada, entorpeciendo as su movilizacin poltica.

    El mayor costo de los directivos es el resultado directo de la mayor com-plejidad de las estructuras empresariales la famosa separacin entre propie-dad y control. Debido a ello, los directivos se apropian cada vez una mayor porcin de los dividendos de la empresa en forma de renta, reduciendo as las utilidades de los propietarios y el capital de reinversin de la empresa. Este ltimo incremento tuvo dimensiones espectaculares en los ltimos decenios.

    El costo de los insumos tambin se ha incrementado por las mismas ra-zones. El esfuerzo principal de los capitalistas radica en externalizar costos, esto es, no pagar totalmente los insumos que utilizan. Hay tres costos que se suelen externalizar: el manejo de residuos txicos, la renovacin de materia prima y la construccin de infraestructura. Durante mucho tiempo, desde los orgenes de la economa-mundo capitalista en el siglo xvi hasta el de-cenio de los sesenta, esta externalizacin de costos se consider como algo normal y nunca fue cuestionada por los polticos.

    Mas en el siglo xxi, cuando el debate principal gira en torno del cambio climtico, y lo verde y lo orgnico han pasado a ser palabras de moda universales, resulta difcil recordar que, durante cinco siglos, lo normal era tirar los residuos txicos en terrenos pblicos. Pero sucede que el mundo ya no dispone de esos terrenos pblicos desocupados el equivalente de la

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    desruralizacin de la mano de obra en todo el mundo. De pronto, las con-secuencias para la salud y los costos relacionados se han elevado a tal grado, y el problema nos resulta tan cercano, que se ha dado una gran respuesta poltica en la forma de exigencias de control y de limpieza ambiental.

    La segunda externalizacin, la relativa a la renovacin de los recursos, se ha convertido recientemente en un problema importante, como consecuen-cia del notorio incremento en la poblacin mundial. Sbitamente la gente se preocupa por la escasez de fuentes de energa, de agua, de la deforesta-cin, de los productos del suelo, de los peces y de la carne. Nos preocupa quin usa qu, con qu propsito y quin paga el costo.

    La tercera externalizacin es la infraestructura. Llevar los productos al mercado mundial exige transporte y comunicaciones y el costo de hacerlo se ha elevado en la medida en que stos son ms eficientes y veloces. Hist-ricamente, los empresarios slo han pagado una pequea parte del costo de infraestructura. Como consecuencia, y como una medida poltica, los go-biernos han asumido directamente varios costos relacionados con la gestin y restauracin ambiental, la renovacin de recursos y la expansin de la infraestructura. Para ello es necesario incrementar los impuestos y, a menos que quieran irse a la quiebra, promover una mayor internacionalizacin de los costos y que stos sean absorbidos por los empresarios, lo cual afecta significativamente su margen de utilidad.

    Por ltimo, los impuestos se han elevado. Hay mltiples niveles polticos de tributacin, aunque tambin existe el impuesto privado de la corrupcin y las mafias organizadas. Al margen de quin reciba los impuestos, stos significan un costo para los empresarios. Los impuestos privados se han elevado al aumentar la extensin de la actividad econmica en el mundo y la complejidad de las estructuras burocrticas en los pases. No obstante, la mayor tributacin se debe, en gran medida, al impacto que han tenido los movimientos antisistmicos en la cultura poltica a escala mundial, lo que podramos llamar la democratizacin de la poltica mundial.

    Los movimientos populares han pugnado por obtener del estado tres garantas: educacin, salud y un ingreso vitalicio, cada una de las cuales ha aumentado en los ltimos 200 aos por dos motivos: los servicios exigidos y la extensin geogrfica de esta exigencia. El Estado benefactor es una solucin a estas exigencias y actualmente no hay un solo gobierno exento de la presin de mantenerlo, aun cuando las posibilidades de dicho Estado benefactor varen, dependiendo de la riqueza colectiva del pas.

    En los ltimos 500 aos, los tres costos de produccin se han elevado continuamente como porcentaje del precio de venta real de los productos,

  • 19prlogo

    si bien en forma de un efecto de trinquete en las fases A y B. Los incremen-tos ms drsticos ocurrieron despus de 1945. Acaso no puede elevarse simplemente el precio de venta de los productos, con el fin de mantener el margen de utilidad real? Eso es precisamente lo que se ha intentado a partir de 1970. El incremento de precios se ha sustentado en el mayor consumo, sustentado a su vez por el endeudamiento. El colapso econmico en el que nos encontramos no es ms que la expresin de los lmites de la elasticidad de la demanda. Cuando todos viven ms all de su ingreso real, llega un punto en que alguien tiene que poner un alto y, muy pronto, el resto siente que tambin tiene que ponerlo.

    La conjuncin de los tres elementos: la magnitud del colapso normal, el incremento real en los costos de produccin y la presin adicional sobre el sistema provocada por el crecimiento de China y, en general, de los pases asiticos significa que el sistema se ha fracturado sin remedio. El sistema se encuentra muy lejos del equilibrio y las fluctuaciones son enormes. De ah que resulte imposible hacer predicciones de corto plazo, lo cual tiende a congelar el consumo, lo cual se conoce como crisis estructural.

    A partir de este momento, vivimos ante la bifurcacin del proceso sist-mico. La cuestin ya no es cmo podr enderezarse el sistema capitalista y renovar su impulso. Ms bien debemos preguntarnos qu sustituir a este sistema. Cul ser el orden elegido para salir del caos?

    No todos son an conscientes del problema. La mayora sigue viviendo como si el sistema continuara de una u otra manera con sus viejas reglas. En realidad, no estn equivocados. El sistema sigue operando conforme a las viejas reglas, slo que ahora estas reglas nicamente exacerban la crisis estructural. No obstante, algunos actores son muy conscientes de que nos encontramos en una bifurcacin y saben, aunque sea tcitamente, que en algn punto de la bifurcacin, la colectividad se inclinar de manera defi-nitiva en una u otra direccin. Podramos decir que ya se ha tomado una decisin, aun cuando la palabra decisin suene antropomrfica.

    Podramos pensar que este periodo de crisis sistmica es el escenario de una lucha por un sistema sucesor. Y aun cuando el resultado de la lucha sea impredecible, su naturaleza es muy clara. Nos encontramos frente a elec-ciones alternativas, que si bien no pueden expresarse en todos sus detalles institucionales, s pueden esbozarse.

    Podemos elegir, como colectividad, un nuevo sistema estable que se parezca al sistema actual en algunas de sus caractersticas bsicas: jerrqui-co, explotador y polarizante. Esto podra adoptar muchas formas, algunas mucho ms duras que el sistema-mundo capitalista en el que hemos vivi-

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    do. Otra alternativa es elegir un sistema radicalmente distinto que nunca haya existido, un sistema relativamente democrtico e igualitario.

    He llamado a estas alternativas el espritu de Davos y el espritu de Porto Alegre, aunque los nombres no importan. Lo importante es analizar las posibles estrategias de organizacin de cada bando en esta lucha defini-tiva, que se ha dado de alguna manera desde la revolucin mundial de 1968 y no podr resolverse antes de 2050.

    No obstante, antes de analizar las estrategias, debemos observar dos ca-ractersticas cruciales de una crisis estructural. Debido a las fluctuaciones tan errticas, hay poca presin para regresar al equilibrio. Durante la vida normal del sistema, estas presiones eran la manera de limitar los efectos de las amplias movilizaciones sociales (las llamadas revoluciones). Mas cuando el sistema se encuentra tan lejos del equilibrio, sucede exactamente lo opuesto: una movilizacin social pequea tiene efectos muy notorios.

    Esto es lo que la ciencia de la complejidad denomina el efecto maripo-sa o, en el antiguo lenguaje filosfico, el momento cuando el libre albedro prevalece sobre el determinismo. Prigogine llama a esta manera de compren-der sistemas complejos el estrecho camino entre dos conceptos que llevan a la alienacin: un mundo gobernado por leyes deterministas, donde no cabe la novedad, y un mundo gobernado por un dios que juega a los dados, donde todo es absurdo, acausal e incomprensible.1

    La segunda caracterstica crucial de una crisis estructural es que ningu-no de los dos bandos tiene, o puede tener, una estructura vertical en la que un pequeo grupo en la cspide tome las decisiones. No hay un comit ejecutivo formado por la clase alta ni un politbur de las masas oprimidas; no puede haberlos. Incluso entre quienes son conscientes y estn compro-metidos con la lucha por un sistema sucesor, hay mltiples participantes, mal coordinados entre s, que proponen nfasis distintos. Estos dos grupos de militantes conscientes en ambos bandos tienen dificultad para persuadir a las mayoras que forman la base potencial de su fuerza de la utilidad y posibilidad de organizar la transicin. En sntesis, el caos de la crisis estruc-tural se refleja tambin en las estructuras relativamente caticas de los dos bandos que pugnan por el sistema sucesor.

    Lo que podemos hacer, desde el centro de esta crisis estructural, es inten-tar analizar las estrategias de cada uno de los bandos, con el fin de orientar mejor nuestras elecciones polticas de acuerdo con nuestras preferencias

    1 Ilya Prigogine, The End of Certainty, Nueva York, The Free Press, 1996, pp. 187-188.

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    morales. Podramos empezar con la estrategia del bando del espritu de Davos, que se encuentra muy dividido. Algunos quieren instituir un siste-ma sumamente represivo que propaga abiertamente una visin del mundo donde se glorifica el papel de los gobernantes hbiles, sigilosos, con grandes privilegios sobre sbditos sumisos. No slo difunden esta visin sino propo-nen organizar una red de fuerzas armadas que aplasten a la oposicin.

    El segundo grupo cree que el camino hacia el control y el privilegio tran-sita por un sistema altamente meritocrtico que podra cooptar un gran nmero de cuadros, necesarios para mantener el sistema con un mnimo de fuerza y un mximo de persuasin. Este grupo habla de un cambio fun-damental, utilizando todos los eslogans que han surgido de los movimien-tos antisistmicos, incluyendo un universo verde, una utopa multicultural y oportunidades meritocrticas para todos, cuando en realidad apoyan un sistema polarizado y desigual.

    Por cuanto al bando del espritu de Porto Alegre, encontramos una di-visin similar. Algunos imaginan un mundo descentralizado que privilegia la distribucin racional de largo plazo por encima del crecimiento econ-mico, que hace posible la innovacin sin crear nichos de expertos ajenos a su responsabilidad social. Este grupo evoca un sistema que construir un universalismo verdaderamente universal a partir de la fusin constante de mltiples saberes que el ser humano ha creado y continuar creando en sus diferentes florecimientos culturales.

    El segundo grupo se ha orientado a proponer una transformacin desde arriba, a cargo de cuadros y especialistas que creen ver con ms claridad que el resto. Lejos de pensar en la descentralizacin, imaginan un sistema-mundo cada vez ms coordinado e integrado, un igualitarismo formal sin innovacin real y sin la paciencia para construir un universalismo verdade-ramente universal y multifactico.

    Por consiguiente, lejos de ser una batalla entre dos contendientes que luchan por el sistema sucesor, veo una batalla entre cuatro contendientes: una entre los dos bandos principales y otra al interior de cada uno de ellos. Sin duda es una situacin muy confusa en los aspectos intelectual, moral y poltico, lo cual es una razn ms para insistir que el resultado es esencial-mente impredecible e incierto.

    Qu podemos decir, entonces, sobre los pasos prcticos que cada uno de nosotros, como individuos y grupos de distintos tipos y diversas fortalezas podemos y debemos dar para impulsar este proceso? No hay frmulas que nos permitan integrar una agenda, sino nicamente lneas de nfasis. Yo encabezara la lista con las acciones que podemos tomar, en el corto plazo,

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    para reducir el malestar provocado por el resquebrajamiento del sistema actual, por la confusin derivada de la transicin. En lo personal, no des-preciara la posibilidad de ganar una eleccin, de obtener ms beneficios al interior de los estados para quienes tienen menos en el aspecto material. No despreciara la proteccin de los derechos jurdicos y polticos, ni el combate a una mayor erosin de la riqueza de nuestro planeta, ni el apoyo a condi-ciones que favorezcan la sobrevivencia colectiva. No despreciara nada de lo anterior, aun cuando considero que seran nicamente paliativos mo-mentneos para el malestar inmediato. No son en s pasos hacia la creacin del nuevo sistema sucesor que deseamos.

    Algo ms que podemos hacer es comprometernos con el interminable de-bate intelectual serio sobre los parmetros que exige el tipo de sistema-mundo que deseamos, as como sobre la estrategia de transicin. No slo debemos participar en el debate con constancia, sino con la voluntad de escuchar a personas que consideramos de buena fe aunque no compartan nuestro punto de vista inmediato. Un debate constante y abierto fomentara un mayor en-tendimiento, seguramente una mayor camaradera y evitara que caigamos en el sectarismo que siempre ha derrotado a los movimientos antisistmicos.

    Como tercer punto, podemos construir, aqu y en otras partes, en pequea o gran escala, modos de produccin alternativos y no mercantilizados. Al hacerlo, aprenderemos los lmites de diversos mtodos y podremos demostrar que hay otros modos de asegurar una produccin sensata y sustentable, en vez de depender de la utilidad como la base de nuestro sistema de recompensas.

    Una cuarta posibilidad es formar parte de un debate moral que aguce nuestro sentido sobre los aspectos inmorales de cualquiera y todas las formas de accin, que nos permitan percatarnos de que debe haber un equilibrio para lograr buenos resultados alternativos.

    Sobre todo, debemos dar prioridad en nuestra conciencia y accin a la lucha contra las tres desigualdades fundamentales del mundo: gnero, clase y raza-etnia-religin. Es la tarea ms ardua, ya que ninguno de nosotros est libre de culpa ni es totalmente puro. Y, en todo el mundo, la cultura que hemos heredado milita contra ella.

    Por ltimo, debemos desechar la idea de que la historia est de nuestro lado, que est por venir una sociedad buena si tan slo sucede tal o cual cosa. La historia no est del lado de nadie y, tal vez, dentro de un siglo, nuestros descendientes lamenten todo lo que hicimos. En el mejor de los casos, tene-mos 50% de probabilidades de crear un mejor sistema-mundo que ste en el que vivimos. Pero 50% es mucho y debemos intentar atrapar a la Fortuna, aunque se nos escape. Qu ms podemos hacer?

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    INTRODUCCINESTADOS UNIDOS. DOMINACIN SIN HEGEMONA

    DDIMO CASTILLO FERNNDEZ

    MARCO A. GANDSEGUI, HIJO

    Nadie entiende realmente a Estados Unidos: ni los extranjeros, ni su propio pueblo.

    karl w. deutsch

    Los trabajos que conforman este libro, titulado Estados Unidos: la crisis sistmica y las nuevas condiciones de legitimacin, fueron desarrollados en el marco del gru-po de trabajo estudios de Estados Unidos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). El grupo viene trabajando desde 2004 en torno a la hiptesis que centra su atencin sobre la crisis de hegemona de Estados Unidos. Tanto el concepto de crisis como el de hegemona se entienden en este proyecto en un sentido amplio. El primero, como momento de cambio e incertidumbre, y el segundo como capacidad de legitimacin de las relacio-nes de dominacin entre clases, grupos sociales o pases. La hegemona, en este sentido, se asume desde dos perspectivas o componentes complemen-tarias, aunque no necesariamente coincidentes. La global, representada por el centro (imperio) y la capacidad para imponer a la periferia (otros pases) su proyecto de dominacin econmico, cultural, poltico e ideolgico. La otra se refiere a las condiciones nacionales, a las contradicciones de clases y a la legitimidad con la que se configura y reproduce el orden interno de dominacin social.

    El concepto de hegemona, en sentido amplio, adems de describir los momentos econmicos, culturales, sociales y polticos de un pas, ofrece un marco de referencia sobre el ejercicio de la dominacin de clase, la capa-cidad para expandirla y las posibilidades de mantenerla. En contraste con el concepto de imperialismo el cual como el de la globalizacin, es una constante del capitalismo, el concepto de hegemona y con ste el de poder hegemnico, permite entender (e hipotetizar) el futuro de Estados Unidos en cuanto a su posicin en el sistema capitalista mundial. En rela-cin con la situacin y los escenarios de Amrica Latina, segn Wallerstein, hay mucha diferencia en el anlisis de la situacin si Estados Unidos es he-gemnico o si resulta ser un poder hegemnico en declive, o si, en el futuro,

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    no ser de ninguna manera hegemnico. Despus de la segunda guerra mundial, Estados Unidos se convirti en una potencia con capacidad de dominacin, con control e influencia a escala planetaria.1 Estados Unidos, desde entonces, hasta los inicios de los aos setenta, fue una potencia con hegemona plena, con total dominio y control sobre el mercado mundial, una insuperable capacidad militar y una basta influencia cultural con capa-cidad de imponer su cultura sobre la del resto de los pases del mundo.2

    No obstante, segn Wallerstein (2002: 14), a partir de los aos setenta, la hegemona de Estados Unidos inici un proceso de franco desmorona-miento, que slo se mantuvo (y mantiene) en el mbito de la geopoltica, en circunstancias limitadas en las que puede imponer sus decisiones estratgicas globales sin recurrir al uso de la fuerza activa. Wallerstein (2003b: 177; 1996: 136), en un claro intento por acotar las consecuencias futuras de la actual dominacin capitalista liderada por Estados Unidos, sostiene, por un lado, que dicha hegemona se inici en 1945 y termin en 1990 y que en ese periodo, exactamente y no despus, Estados Unidos fue la potencia hege-mnica de nuestro sistema mundial. Por otra parte, percibe que dicha tran-sicin histrica apunta hacia la consumacin final de algo diferente, digamos alrededor de 2050. Estados Unidos, aunque an constituye la formacin capitalista ms avanzada con el Estado ms poderoso, su dominacin global se sustenta sobre una hegemona reiteradamente erosionada y cuestionada. En palabras de Wallerstein (2002: 13), Estados Unidos es una potencia he-gemnica en decadencia o, parafraseando a Arrighi (2007), domina, pero sin hegemona.

    1 Segn Bell (1977: 191), a partir de entonces Estados Unidos comenz a ejercer una influencia predominante, si no la hegemona. Indica que para cualquiera que examinase a Estados Unidos a comienzos del decenio de los sesenta, una pregunta sobre las fuentes de la es-tabilidad poltica y social habra parecido fuera de lugar. Estados Unidos pareca por entonces en la cima de su poder. El pas pareca sereno, seguro de s mismo y ansioso de promover las amplias, aunque triviales, concepciones del universalismo en asuntos extranjeros y del progre-so en lo interno (Bell, 1977: 171). No obstante, la propia rapidez de los cambios generaba la sensacin de desorientacin.

    2 En palabras de Wallerstein (2003a), Estados Unidos era tan poderoso en 1945 que tena la capacidad econmica para vender en cualquier mercado nacional por debajo de los precios locales. La fuerza militar norteamericana no tena quien se le acercara. Como consecuencia, poda forjar alianzas militares formidables: otan, el pacto de defensa con Japn y otras. Al mismo tiempo, Estados Unidos se convirti en el centro cultural del mundo. La ciudad de Nueva York emergi como el centro de alta cultura y la cultura popular norteamericana inici su marcha tocando la imaginacin de todos los pueblos del mundo.

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    Ciertamente, por lo menos en trminos econmicos, el debilitamiento de Estados Unidos es real. La rapidez con que otros desarrollos econmicos regionales emergentes han acortado la brecha con relacin al podero eco-nmico de Estado Unidos pone en alerta las condiciones futuras (Castillo, 2007). Existen, adems, dos factores de orden interno sociales, culturales e ideolgicos, que ponen en cuestin los fundamentos propios del llamado sueo americano, as como la creencia en su hegemona y las posibi-lidades de mantenerla. El primero tiene que ver con el desacoplamiento entre los principios e ideales que originalmente dieron sentido y continui-dad al proyecto de nacin, con las actuales condiciones sociales y polticas generadas por el entorno de la globalizacin. El segundo est en relacin con las contradicciones del modelo neoliberal adoptado y sus consecuencias sealadas en varios de los artculos de este libro sobre el deterioro de la condiciones de vida en Estados Unidos.

    En cierta medida, Estados Unidos es un pas en franco retroceso social, que ha dejado de ser la tierra prometida. Las condiciones generales de exis-tencia en Estados Unidos, en muchos aspectos, se han estancado o decado durante los ltimos decenios. En Estados Unidos las contradicciones so-ciales se han acentuado. El salario medio se ha deteriorado. El pas ha ido perdiendo el carcter excepcional de ofrecer seguridad econmica y social a los distintos estratos o grupos sociales. La movilidad no opera a igual ritmo ni est asegurada para el conjunto de la sociedad. El ascenso social se ha he-cho difcil para una parte importante de la poblacin nativa e inmigrante.

    En particular, a lo largo de los tres ltimos decenios, se ha deteriorado la calidad de los empleos, se han polarizado los ingresos y se ha incremen-tado la desigualdad social y las condiciones de pobreza. Los indicadores de decadencia interna de Estados Unidos son diversos y, en cierta medida, contrastan con la situacin europea en lo que corresponde a las expectativas de vida de amplios sectores de la poblacin. El acceso a empleos de mejor calidad, a la seguridad social y mdica y a otros bienes de inters pblicos, distingue a ambos modelos sociales: el primero, centrado en el individuo, la competencia y la sobreexplotacin del trabajo personal, y el otro, por lo menos hasta recientemente, basado en criterios de mayor colectividad, soli-daridad social y respeto a los derechos mnimos de los trabajadores. Estados Unidos est dejando de ser el pas de las promesas. En los ltimos decenios el salario real no slo se ha estancado, tambin se ha reducido. En este mar-co, es posible vislumbrar un escenario social futuro incierto, especialmente para la clase trabajadora. Los riesgos de deterioro en las oportunidades de empleos, ingresos, educacin y salud, son cada vez mayores.

  • introduccin26

    Estados Unidos fue un lugar de movilidad intergeneracional efectiva, en la que con frecuencia los hijos eran ms prsperos que sus padres. Despus de la segunda guerra mundial hasta mediados de los aos setenta, el sueo americano de movilidad ascendente fue una experiencia para muchos na-cionales e inmigrantes. Esto parece haberse agotado. Segn De Sebastin (2004: 1), los niveles de vida de la mayora de los ciudadanos de Estados Unidos se han deteriorado; son inferiores a los que eran hacen 30 aos, y no parece que se vayan a recuperar mucho en el futuro. En palabras de Krugman (2004), en Estados Unidos los pobres tienden a quedarse pobres, por duro que trabajen, y los hijos tienen una probabilidad mucho mayor de heredar el estatus socioeconmico de sus padres que los de generaciones anteriores. Segn este autor, la movilidad social en Estados Unidos ha de-cado de manera considerable en las dcadas recientes. En Estados Unidos, actualmente, parece muy probable que uno se quede en la clase econmica y social en la que naci. El deterioro del empleo, el incremento de la desigual-dad social y el aumento de la pobreza, son muestras claras del agotamiento y prdida de legitimidad del modelo social y poltico adoptado.

    En el entorno mundial actual, caracterizado por la crisis sistmica (Wallerstein, 2008; Amin, 2008), las posibilidades de recuperacin econ-micas y sociales del sistema capitalista son limitadas. La evolucin de la economa mundial ha sido sistemticamente decreciente. La crisis actual de Estados Unidos, podra explicarse en trminos coyunturales, analizando sus causas inmediatas que derivaron del colapso financiero, o privilegiando la vertiente que describen los llamados ciclos Kondratiev y que identifica un largo periodo de declive econmico iniciado a mediados de los aos setenta (Sotelo, 2007; Wallerstein, 2008). Al respecto, Wallerstein (2008) sostiene, por un lado, que con el propio desarrollo a largo plazo del capitalismo los tres costos bsicos de la produccin capitalista personal, insumos e impues-tos han subido constantemente como porcentaje de los precios posibles de venta, de tal modo que hoy hacen imposible obtener grandes ganancias de la produccin cuasi monoplica que siempre fue la base de la acumulacin capitalista significativa. Por otra parte, consistente con lo anterior, no ol-vida los conflictos entre los propios capitalistas, a los que seala como una de las contradicciones importantes en el desarrollo del capitalismo. Para este autor (2003a), la contradiccin poltica bsica del capitalismo a lo largo de su historia es el inters comn que tienen todos los capitalistas frente a una creciente lucha de clases. Al mismo tiempo, todos los capitalistas son adversarios de todos los dems. Esta contradiccin fundamental del sistema ser muy explosiva en el futuro. Con la cada de las tasas de ganancia

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    en actividades productivas, los capitalistas que deseen niveles de ganancia realmente altos se inclinan hacia el mbito financiero y a la especulacin (Wallerstein, 2008).3 El neoliberalismo, y con ste, la desregulacin, la flexi-bilizacin, la deslocalizacin y la precarizacin del trabajo, no es ms que el intento de desplazar capitales y recuperar las tasas de ganancias perdidas.

    En este marco, cobran relevancia los estudios que profundicen tanto en las condiciones internas como externas de Estados Unidos y den cuenta de la dinmica econmica, social, cultural y poltica, y de las posibilidades futuras de dicho pas como potencia hegemnica. El primer producto del esfuer-zo desarrollado por este grupo de trabajo dio lugar al libro: Crisis de hegemona de Estados Unidos (coordinado por Marco A. Gandsegui, hijo), coeditado por Clacso y Siglo xxI Editores. El propsito del colectivo acadmico de Clacso es mantener esa lnea temtica. El conjunto de trabajos que integran este nuevo libro coloca en el centro de sus preocupaciones la prdida de hegemo-na de Estados Unidos (a manera de hiptesis). Adems, aportan evidencias de la crisis sistmica y abre la discusin sobre las nuevas condiciones de legitimacin que enfrenta el pas en su desarrollo interno y en relacin con el resto del mundo.

    El libro aborda la problemtica de la hegemona decadente de Estados Unidos desde tres ngulos. Desde el entorno global, en relacin con la di-nmica y los escenarios del sistema capitalista mundial, la aparicin de re-giones econmicas emergentes, la crisis capitalista y los desequilibrios eco-nmicos externos, as como la adopcin del modelo econmico neoliberal y las condiciones de desigualdad salarial en Estados Unidos. En cuanto a la situacin y perspectivas internas del pas, se analiza su estructura social, los fundamentos ideolgicos de su hegemona, el sistema poltico y las estructu-ras de poder, la estructura de clase, las condiciones y los desafos polticos la clase obrera, los nuevos entornos de competitividad cientfica y tecnolgica, y las condiciones de integracin y exclusin laboral, social y cultural de los jvenes nativos e inmigrantes. Finalmente, considera la nueva geopoltica que emana de Washington y los escenarios para Amrica Latina, sus conti-nuidades y rupturas.

    3 Segn Amin (2008), el centro de gravedad de la decisin econmica ha sido transferido de la produccin de plusvala en los sectores productivos hacia la redistribucin de beneficios ocasionados por los productos derivados de las inversiones financieras. Es una estrategia perse-guida deliberadamente no por los bancos, sino por los grupos financiarizados. Ms an, estos oligopolios no producen beneficios, sencillamente se apoderan de una renta de monopolio mediante inversiones financieras.

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    Las tres secciones temticas se conforman por los siguientes artculos:

    1. Estados Unidos en el nuevo entorno capitalista mundial

    Esta seccin la encabeza el artculo de Emmanuel Wallerstein, fundador del Centro Fernand Braudel y, actualmente, investigador en la Universidad de Yale, titulado: Hacia dnde se dirige el mundo?, el cual analiza el panora-ma geopoltico y econmico catico a escala mundial y el entorno de declive del poder de Estados Unidos. Para este autor, el problema mundial actual no apunta definitivamente hacia una anarqua total, pero s hacia un desorden geopoltico y econmico global. Ante el inminente riesgo de una inflacin mundial, se nos presentan las posibilidades de un proteccionismo masivo o de una escasez generalizada que podra desembocar en un recrudecimien-to de las condiciones de vida de la poblacin. Qu acciones sern tomadas por los gobiernos de los pases afectados? Muy probablemente implicara serios recortes en educacin, salud y pensiones de retiro; demandas claves de los pueblos, cuya inatencin traera consigo la prdida de legitimidad e inclu-so levantamientos sociales masivos. En este sentido, la pregunta central de Wallerstein podra definirse en torno a qu y cmo debemos elegir? y al tipo de acciones polticas a seguir a corto plazo, con vistas a un mejor sistema mundial, ampliamente democrtico e igualitario.

    El siguiente trabajo, de Theotonio dos Santos, profesor-investigador de Uni-versidad Federal Fluminense de Ro de Janeiro, Brasil, Globalizacin, el futuro del capitalismo y las potencias emergentes, sostienes que asistimos a un perio-do de transicin en que los estados nacionales cumplirn un papel ordenador y regulador que exige una fuerte base colectivista y una concepcin socialista de la economa y de la poltica internacional. Somos testigos de la prdida de dinmica del capitalismo central, de las instituciones que lo sostienen y de su condicin de ordenador de la economa mundial, a la vez que nuevas potencias, especialmente las bricas (Brasil, Rusia, India, China y frica del Sur), que emer-gen en el escenario global como actores del cambio en pos de una civilizacin planetaria, pluralista, democrtica. Nos encontramos frente a un capitalismo en el que la hegemona de Estados Unidos est en decadencia con una economa deficitaria y deudora. Ante este panorama, surgen una serie de preguntas fun-damentales: Estaremos asistiendo el final de las hegemonas sobre el sistema mundial? Estaremos caminando bajo la forma de sobresaltos hacia un nuevo tipo de sistema mundial basado en relaciones ms horizontales?

    Carlos Eduardo Martins, profesor-investigador de la Universidad Fede-ral Fluminense, contribuye con el artculo La crisis del sistema-mundo ca-

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    pitalista. La coyuntura contempornea, en el que analiza las grandes ten-dencias que se desarrollan en la economa mundial desde los aos setenta. Plantea la articulacin terico-metodolgica de las tendencias seculares del desarrollo capitalista mundial, los ciclos de hegemona y de Kondratiev para ubicar la coyuntura mundial contempornea. En este marco sita las posibilidades que se abren para Amrica Latina y sus grandes desafos los prximos decenios. La hiptesis que sostiene en la coyuntura actual es la decadencia del moderno sistema mundial, que integra y promueve la mundializacin. En particular, en Amrica Latina el neoliberalismo gene-ra serias condiciones de insustentabilidad e incapacidad institucional para financiar el crecimiento econmico. No obstante, la difusin del neolibe-ralismo en la regin por Estados Unidos, sirve a sus estrategias de mejorar su posicin competitiva a nivel mundial, y con ello retardar su inminente decadencia.

    El artculo de Katia Cobarrubias H., profesora e investigadora del Cen-tro de Estudios sobre Estados Unidos (ceseu) de la Universidad de La Ha-bana, tiene como ttulo El desequilibrio externo de Estados Unidos. Tras las fisuras del liderazgo econmico. Considera al desequilibrio externo estadunidense como sntesis del proceso de debilitamiento a largo plazo. El desequilibrio externo, expresado en el dficit de cuenta corriente y el creciente endeudamiento, constituye un problema estructural de la econo-ma estadunidense que ha persistido por ms de un cuarto de siglo. Analiza sus determinantes e implicaciones, como base para fundamentar la idea de que el liderazgo econmico mundial de Estados Unidos, presenta fisuras y se encuentra sometido en la actualidad a importantes tensiones que lo vulneran.

    La contribucin de Gladys Hernndez P., investigadora del Centro de Investigaciones de la Economa Mundial, La Habana, se titula La evolucin del diferendo econmico entre China y Estados Unidos. Analiza el poten-cial econmico de China frente al podero de Estados Unidos, y hace una comparacin de estas dos grandes potencias, tomando en cuenta su econo-ma, comercio, evolucin del comercio internacional, exportaciones e impor-taciones. La autora concluye que la evolucin de las relaciones entre China y Estados Unidos depende del desempeo econmico y poltico de ambos, tomando como ejemplo que, mientras el dlar est pasando por una crisis severa, el valor del yuan se incrementa dada la participacin cada vez ms activa de este pas en la produccin y comercializacin a escala mundial.

    Orlando Caputo L., economista del Centro de Estudios sobre Trasnacio-nalizacin, Economa y Sociedad, cetes, en su artculo, Economa mun-

  • introduccin30

    dial: salarios y ganancias en Amrica Latina y en Estados Unidos, analiza la disminucin de la participacin de las remuneraciones y el incremento de la participacin de las ganancias en el producto, de la economa mun-dial, particularmente en Amrica Latina y Estados Unidos. Las empresas de Estados Unidos han aumentado sus ganancias en el exterior que remiten a dicho pas. Este es uno de los cambios ms importantes de la economa mundial actual. Indica que el anlisis de la distribucin de la produccin en-tre las clases sociales bajo la forma de salarios, ganancias y renta fue central en la economa clsica, Adam Smith y David Ricardo, asimismo en Marx. A pesar de su importancia, ha sido desplazada por los anlisis de la distri-bucin del ingreso individual o familiar, como parte del predominio del in-dividualismo metodolgico del neoliberalismo. Estos cambios favorables al capital, han permitido un dominio creciente del capital sobre el trabajo, los recursos naturales y sobre los estados. Esta distribucin de la produccin, conocida como la distribucin funcional del ingreso, estuvo muy presente en los anlisis y manuales de la macroeconoma hace unos decenios.

    2. Crisis de hegemona, estructura social y decadencia interna de Estados Unidos

    Esta seccin la inaugura el artculo de Jaime Zuluaga N., profesor-investi-gador de la Universidad Externado de Colombia, La construccin de la identidad nacional de Estados Unidos. Sostiene que el mito fundacional americano, pilar fundamental en la construccin de la identidad estaduni-dense, sigue vigente, y es un instrumento eficaz de dominacin, toda vez que sustituye los intereses de la humanidad por los intereses fundamen-tales de este pas. A partir de estos elementos explica el tipo de leyes y polticas que adopta Estados Unidos, su competencia extraterritorial y su objetivo de limitar los derechos ciudadanos. La paz estadunidense, la paz-guerra democrtica, ha hecho del terror en muchas ocasiones su instrumento de accin.

    Marco A. Gandsegui, hijo, profesor de la Universidad de Panam e in-vestigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos, cela, Jus-to Arosemena, en su artculo Los partidos polticos en Estados Unidos, sostiene que el sistema poltico y los partidos polticos de ese pas deben reflejar su avanzado desarrollo capitalista. Los anlisis de los partidos po-lticos realizados por marxistas y no marxistas generalmente coinciden en que Estados Unidos tiene un sistema poltico y una organizacin partidista

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    anmalos. Sin embargo, si el anlisis se hace desde una perspectiva terica, la anomala se presenta en los pases con regmenes capitalistas mediana-mente avanzados. La pluralidad de partidos polticos constituye una debili-dad relativa de la clase dominante, producto de una correlacin de fuerzas que no le permite legitimar su dominacin de manera permanente. No hay que confundir el sistema partidista capitalista de fines del siglo xx con los regmenes de excepcin capitalistas (bonapartismo, fascismo, dictaduras latinoamericanas) que aparecen para desmontar, en forma violenta, los sis-temas polticos fracasados y efectuar reingenieras totales.

    Jorge Hernndez M., director del Centro de Estudios sobre Estados Uni-dos (ceseu) de La Universidad de La Habana, Cuba, es autor del artculo Estados Unidos: hegemona y legitimacin ideolgica, en el que analiza la funcionalidad que la cultura poltica desempea desde el punto de vista his-trico como sustento de la legitimacin hegemnica de Estados Unidos. El autor parte de un concepto de hegemona que enfatiza los componentes ideo-lgicos y psicolgicos, y centra los fundamentos de la legitimacin, tomando como referencia dos dimensiones: la conformacin del consenso interno y la poltica de defensa de la seguridad nacional. El texto, en palabras del au-tor, no se ocupa, empero, de la hegemona como tal, sino de su legitimacin cultural. La tesis que desarrolla es la de que Estados Unidos se haya inmerso en un proceso de reacomodo o transicin hegemnica.

    El artculo, Hegemona y clase obrera de Estados Unidos de Ddimo Castillo F., profesor-investigador de la Universidad Autnoma del Estado de Mxico, analiza el impacto del proceso de reestructuracin econmi-co neoliberal sobre la clase obrera en Estados Unidos, en trminos de sus nuevas caractersticas, sus condiciones sociales y la organizacin social y poltica vigente. La flexibilizacin laboral implic un cambio drstico en las formas clsicas de gestin del trabajo, adems de generar inestabilidad en el empleo, deterioro de la calidad de las ocupaciones y de los ingresos y desar-ticul a la organizacin social de las clases trabajadoras. El neoliberalismo no slo introdujo cambios importantes en los mbitos de la produccin y de las relaciones laborales, tambin transform la estructura de clases: por un lado, las burguesas nacionales fueron desplazadas por las burguesas ex-portadoras y financieras ligadas al capital trasnacional y, por el otro, la clase trabajadora, representada por el obrero industrial, fue desarticulada al ser relegada a actividades de servicios, al sector informal y al trabajo indepen-diente o autnomo. En particular, con la adopcin del modelo neoliberal, y los procesos de desindustrializacin impulsados por los sectores capitalistas que vean afectadas sus tasas de ganancias, los sindicatos sufrieron un im-

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    portante descenso del nmero de afiliados y, consecuentemente, perdieron capacidad de defensa de sus intereses. En este estudio se tom como varia-ble aproximativa de la clase obrera a los trabajadores asalariados privados. El anlisis se realiz con base en la Current Population Server (cps).

    El trabajo de Fabio Grobart S., investigador del Centro de Investigaciones de Economa Internacional de la Universidad de La Habana, Cuba, Cien-cia y tecnologa en Estados Unidos: crisis de hegemona, competitividad y ciclo reproductivo, analiza el entorno de relativo agotamiento, reconfiguracin y prdida de liderazgo de Estados Unidos, en lo que corresponde a la ciencia, tecnologa y servicios conexos de alta tecnologa (Altec), componentes esen-ciales del modelo reproductivo de la economa. El trabajo, en este sentido, versa sobre uno de los aspectos posiblemente menos estudiados: el creciente cuestionamiento de las llamadas ventajas comparativas dinmicas y sist-micas del capitalismo monopolista transnacionalizado, pilar estratgico de la poltica de dominio mundial. Seala que la interrelacin biunvoca de he-gemona, competitividad y ciclo reproductivo, todos con tendencia a la baja, son indicadores de la crisis sistmico-estructural en los cimientos del capitalis-mo liderado por Estados Unidos.

    Alejandro I. Canales, profesor-investigador de la Universidad de Gua-dalajara, y Selene Gaspar Olvera, investigadora del Consejo Nacional de Poblacin, Conapo-Mxico, en el artculo Migracin y juventud en Esta-dos Unidos. Condiciones demogrficas de exclusin, defienden la idea de que los jvenes migrantes en Estados Unidos sufren una doble condicin de vulnerabilidad y exclusin social. Destacan la creciente migracin de jvenes latinoamericanos a Estados Unidos y la medida en que stos, as como los hijos de inmigrantes nacidos en dicho pas, conforman un grupo social de creciente importancia demogrfica, con diferencias significativas de localizacin e inclusin social. Sealan que el mayor nivel de pobreza y menor grado de proteccin social, estn directamente asociados con los menores ndices de inclusin social que presentan dichos jvenes, por lo que no slo representan grupos socialmente vulnerables que enfrentan conti-nuamente diversas situaciones de riesgo social, sino que, adems, son grupos socialmente excluidos y segregados, que no encuentran los espacios para su integracin a la sociedad estadunidense.

    El trabajo de ngel G. Quintero R., profesor-investigador de la Uni-versidad de Puerto Rico, parte del planteamiento de que la gran difusin internacional de la cultura musical de la salsa nos ayuda a examinar las luchas contemporneas por la hegemona. En lugar de incorporarse a la cultura local, la salsa se globaliza como latinoamericano-caribea. Fue

  • 33introduccin

    cristalizando en un periodo histrico cuando las transformaciones en el ca-pitalismo estaban generando fisuras en algunas concepciones bsicas de la modernidad. Muchas de las prcticas salseras tocaron nudos neurlgicos de la sensibilidad global. Esa sincronizacin con la estructura sentimental epocal no se identific con el pas que pretenda una hegemona mundial. Sostiene, en ese sentido, que la crisis hegemnica estadunidense se mani-fest en la renuencia de los inmigrantes latinoamericanos a incorporar su expresin bailable-sonora en la cultura local, ni siquiera en los trminos del multiculturalismo.

    3. Estados Unidos: la nueva geopoltica. Escenarios para Amrica Latina

    Luis Surez, profesor de la Universidad de La Habana, en su trabajo Cri-sis actual del sistema de dominacin estadunidense sobre Amrica Lati-na y el Caribe, parte de los presupuestos tericos y metodolgicos de la prospectiva crtica. Sintetiza las tendencias y contratendencias que, en los aos ms recientes, han fortalecido o debilitado, segn el caso, el sistema de dominacin estadunidense sobre el llamado hemisferio occidental. Des-de esas contradictorias constataciones y recorriendo los procesos polticos reformistas, reformadores o revolucionarios que se estn desarrollando en Amrica Latina y el Caribe, explora el escenario ms probable que tendr que enfrentar ese sistema de dominacin durante la que pudiera ser la pri-mera administracin de Barack Obama.

    El trabajo de Silvina Romano, investigadora adscrita a la Universidad de Crdoba, Argentina, Democracia liberal y seguridad en el discurso del gobierno de Estados Unidos: continuidades y rupturas, destaca la polti-ca antiterrorista de la administracin de George W. Bush y establece la relacin entre democracia y seguridad. Segn esta autora, dicha estrategia condujo al recorte por medios legales de las libertades bsicas promo-vidas por la democracia liberal. De esta manera, lo que se inici con las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (cia) y del De-partamento de Estado en otros pases, hoy amenaza las libertades civiles de los mismos estadunidenses.

    El artculo de Daro Salinas, profesor-investigador de la Universidad Iberoamericana, de Mxico, Amrica Latina y Estados Unidos: ms all del libre comercio, parte del planteamiento central que se refiere al denso movimiento de tendencias y contratendencias polticas que se desatan en

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    la historia reciente de la regin, en el contexto internacional de posguerra fra y ante los nuevos influjos de la poltica de Estados Unidos. La preocu-pacin analtica gira en dos ejes: la integracin y la democratizacin. Conclu-ye postulando que, ante las seales de crisis del modelo predominante, se est produciendo un complejo proceso de reconceptualizacin del comercio, la democratizacin y la integracin, uno de cuyos cuestionamientos apunta a la necesidad de recuperar la capacidad regulatoria del Estado.

    referencias

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  • I.ESTADOS UNIDOS EN EL NUEVO ENTORNO CAPITALISTA MUNDIAL

  • [37]

    HACIA DNDE SE DIRIGE EL MUNDO?

    IMMANUEL WALLERSTEIN

    Hacia dnde se dirige el mundo en el prximo decenio o el siguiente? Hay dos arenas en las que podemos anticipar gran turbulencia la geopoltica y la economa-mundo. Permtanme referirme a cada una de ellas por separa-do. El relativo declive del poder geopoltico de Estados Unidos est siendo reconocido casi por todos. La eleccin de Barack Obama no cambiar eso. Ciertamente lo acentuar, en tanto que dejar claro que incluso una pol-tica exterior ms inteligente y multilateral puede al menos evitar un declive de Estados Unidos an ms precipitado, mas no revertirlo.

    Hemos entrado en un mundo verdaderamente multilateral, en el sentido de que la verdadera geopoltica del poder de los estados relativamente ms d-biles es, repentinamente, mucho ms grande. Observemos lo que ha pasado este ao en Medio Oriente. Turqua est interviniendo en negociaciones largamente pospuestas entre Siria e Israel. Qatar intervino exitosamente en un cese al fuego entre facciones fuertemente enemistadas en Lbano. Egipto busca mediar negociaciones entre Hamas e Israel. La autoridad palestina ha reanudado negociaciones con Hamas. Y el gobierno Paquistan entr en una tregua de facto con los talibanes dentro de las zonas fronterizas con Afganistn. Lo significante en cada una de estas acciones es que Estados Unidos se oponan a todas estas negociaciones y han sido simplemente ig-norados, sin ninguna consecuencia seria para alguno de los actores.

    Quines son los jugadores ms importantes en esta divisin multilateral de la geopoltica efectiva real del poder? Junto con Estados Unidos, que por cierto no es ya un jugador central, encontramos los otros dos emplazamien-tos del Norte como lo hemos sabido desde 1970 el conjunto de Europa del Oeste de la Unin Europea y Japn. Pero adicionalmente, por supuesto, encontramos ahora a Rusia, China, India, Irn, Brasil (como el lder puta-tivo de un bloque sudamericano) y Sudfrica (como el lder putativo de un bloque australafricano).

    Lo que sucede es que hay una inmensa cantidad de maniobras en pos de alianzas, con gran carga de debate interno en estas zonas, acerca de los aliados ptimos y gran carga de incertidumbre acerca de quin ser elegido. Adi-cionalmente, hay un gran nmero de pases inseguros de cmo maniobrar en esta situacin. Pienso en Polonia, Ucrania, Corea, Paquistn, Egipto, Ni-

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    geria, Mxico, Canad y sin duda otros ms. Tan pronto como los enlisto, uno puede ver que estamos en una muy nueva situacin geopoltica, muy diferente a lo que el mundo ha visto en mucho tiempo. No es definitivamente anarqua total, sin embargo, ciertamente es desorden geopoltico masivo. Sin duda genera nerviosismo en muchos gobiernos, y los remite a la bsqueda de un conjunto ms estable, lo que precisamente incrementa la crudeza de sus desacuerdos internos acerca de sus opciones polticas. Observen los debates en Irn y Polonia ahora, slo por citar dos ejemplos. Miremos ciertamente el debate que se desarrolla en Estados Unidos y el cual creo ser ms intenso (y tenso) al finalizar el primer decenio del siglo xxi.

    Ahora pongamos este desorden geopoltico al lado de las graves incerti-dumbres de la economa mundial. Cualquier lector de la prensa financie-ra del mundo no puede sino ser sorprendido por los amargos desacuerdos entre los expertos y los grandes jugadores del mercado mundial acerca de lo que pasar y lo que, en consecuencia, deben hacer. Hasta donde se hun-dirn las acciones del mercado? Es la inflacin una amenaza real? Dnde est el terreno seguro?

    Hay una serie de problemas reales. Est primero que nada, el asunto de las divisas nacionales. Hemos vivido, al menos desde 1945, en un mundo esta-bilizado por el dlar. El declive de Estados Unidos, en particular su decli-ve como enclave dominante de la produccin mundial, combinada con su sobreendeudamiento deuda gubernamental, deuda empresarial y deuda individual ha causado un serio decremento en su tasa de cambio, y cuyo punto final permanece incierto pero ser an ms bajo, mucho ms bajo que en la actualidad.

    Este decremento del dlar presenta un dilema econmico serio para otros pases, particularmente aquellos que han puesto su creciente riqueza en inversiones y acciones en dlares. Estos pases estn angustiados: por un lado, por querer mantener a Estados Unidos como un comprador impor-tante de sus importaciones y, por otro, por las prdidas reales en las que incurren en el valor cotizado en dlares de sus activos, ya que el dlar des-ciende. Es obvio lo que pasa: se estn desprendiendo lentamente del dlar, hasta ahora enfatizando el lentamente.

    Sin embargo, como con todas las salidas financieras, el problema para los poseedores de acciones es la eleccin del momento adecuado ni dema-siado pronto, ni demasiado tarde. Siempre hay riesgo, el riesgo elevado del pnico repentino una virtual carrera al banco con consecuencias devastadoras para quienquiera que llegue treinta segundos demasiado tarde e incluso resultados ms devastadores para Estados Unidos su gobierno,

  • 39hacia dnde se dirige el mundo?

    sus compaas y sus ciudadanos-residentes. Todos nosotros estamos con-teniendo la respiracin.

    Pero, entonces qu? Alguna otra divisa remplazar al dlar como la reserva econmica del mundo? El candidato evidente es el euro. No es segu-ro que pueda desempear este papel o siquiera que los gobiernos europeos quisieran que lo desempeara, a pesar de que es posible que este papel le sea impuesto. De no ser el euro, podramos tener una situacin de mlti-ples divisas, una donde el dlar, el euro, el yen, posiblemente el yuan y la libra sean usadas en transacciones mundiales? La respuesta aqu es un tanto semejante a la pregunta de las alianzas geopolticas: no sera total anarqua, pero s ciertamente desorden, y los gobiernos y productores del mundo se sentiran por dems incmodos, ni hablar de los pensionistas.

    No obstante, la divisa est lejos de ser el nico problema. Muchos pases extensos han presenciado grandes incrementos en el volumen de sus pro-ducciones y su nivel de consumo. Slo tomemos los as llamados pases bric Brasil, Rusia, India y China que albergan algo as como el 60% de la poblacin mundial. El incremento en sus niveles de produccin y consumo ha conducido a un increble aumento en la demanda de energa, materias primas, alimentos y agua. Repentinamente los precios en estos lugares han experimentado una escalada incontrolable debido a que la demanda ha rebasado al abasto por un amplio margen.

    Alguien tiene que ceder. Podramos tener una gran inflacin mundial, debido a que los precios de estos bienes continan su escalada, incentivada por los especuladores. Podramos entonces tener proteccionismo masivo, pues los gobiernos buscaran salvaguardar sus propias reservas limitando cualquier tipo de exportacin. Sabemos por experiencias pasadas que esto puede crear un crculo vicioso errtico. O podra haber escasez masiva aqu y all, lo que desembocara en altas tasas de mortalidad y serias catstrofes gubernamentales.

    Gobiernos golpeados por ganancias reales reducidas, y bajo presin de no aumentar impuestos para compensar, podran tener serios recortes en tres ru-bros clave: educacin, salud y pensiones de retiro. Pero estos son los tres rubros que, como parte de la democratizacin del mundo en los dos ltimos siglos, han sido demandas claves de los pueblos a sus gobiernos. Los gobiernos que no se encuentren capacitados para atacar seriamente el mantenimiento de estas tres formas de redistribucin social enfrentaran una grave perdida de legitimi-dad, con consecuencias muy inciertas en trminos de levantamientos civiles.

    Ahora bien, esta fotografa completamente negativa del corto plazo es exactamente lo que uno quiere decir cuando dice que el sistema se ha des-

  • immanuel wallerstein40

    plazado ms all del equilibrio y ha entrado en un estado catico. El caos, ciertamente, no dura para siempre. Las situaciones caticas al final engen-dran su propia resolucin en lo que Prigogine y Stengers llamaron el orden a partir del caos que es el ttulo en ingls de su obra clsica.1 Como enfati-zan los autores, en medio de una bifurcacin hay creatividad, hay eleccin, pero no podemos estar seguros de cules sern las elecciones.

    Hoy la pregunta para el mundo es justamente esa: qu debemos ele-gir?, cmo elegir?, y cmo podemos lograr el resultado que queremos que nuestras elecciones traigan? El mundo de izquierda tuvo un crecimien-to vertiginoso en el siglo diecinueve y en especial en el veinte. Movilizaba apoyos a gran escala y de manera muy efectiva. Lleg un momento en el periodo ubicado despus de1945 cuando se le vea triunfar en todas partes y de cualquier forma. El tono de triunfalismo dominaba el espritu de todos los adeptos.

    Entonces vinieron las grandes desilusiones, y hubo muchas. Los estados en donde los movimientos antisistmicos llegaron al poder, de una forma u otra, fueron en la prctica distantes de lo que las fuerzas populares hubie-ran esperado y deseado instituir. Y la irreversibilidad de estos regmenes result ser otra ilusin. No es necesario revisar aqu las muchas causas de estas desilusiones y las muchas maneras en que el otrora apoyo masivo a estos movimientos fue disipado. Cualquiera puede repetirlos.

    A principio de los noventa, el triunfalismo haba desaparecido totalmen-te en el mundo de izquierda, para ser reemplazado por un extendido letar-go, con frecuencia un sentimiento de derrota. Hubo unos pocos que seguan listos para expresar frmulas, los langue du bois, las certezas de hace treinta aos. Sin duda, el triunfalismo cambi de bando. Repentinamente, fuimos atacados por la derecha con el tema de el fin de la historia del eslogan de la seora Thatcher No Hay Alternativa (tina)2 para la nica eleccin dispo-nible, la globalizacin neoliberal.

    Y sin embargo, como sabemos, el triunfalismo del mundo de la derecha tambin se desmoron, con mayor espectacularidad en el absoluto fiasco de la aseveracin neoconservadora de una dominacin imperial permanen-te de Estados Unidos sobre el mundo. En cinco aos a partir de 2003, la pro-clama de George W. Bush, en medio de magnificencia fingida, de misin

    1 Ilya Prigogine e Isabelle Stengers, El orden a partir del caos: el nuevo dialogo del hombre con la naturaleza (Order Out of Chaos: Mans New Dialogue with Nature), Nueva York, Bantam, 1984. Ttulo original en francs: La nouvelle alliance: Mtamorphose de la science, Pars, Gallimard, 1979.

    2 tina: There Is No Alternative; que en espaol se traduce como No hay Alternativa [T.].

  • 41hacia dnde se dirige el mundo?

    cumplida se ha convertido en un chiste rancio. Desde el levantamiento Za-patista en 1994 hasta el exitoso cierre de la convencin de Seattle de la Or-ganizacin Mundial del Comercio en 1999, a la fundacin del Frum Social Mundial (World Social Forum, wsf) en Puerto Alegre en 2001, un mundo de iz