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Biblioteca Digital DIBRI -UCSH por Universidad Católica Silva Henríquez UCSH -DIBRI . Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ OIKOS año 10, N° 21, julio de 2006 • pp.55-88 Etapas y crisis en la historia económica argentina (1880- 2005) 1 Mario Rapoporf* Resumen: La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentístico-financiero. El país está saliendo ahora de la brutal crisis de 2001 con un notable proceso de recuperación que parece significar el inicio de una nueva etapa. Este trabajo describe en forma sintética pero suficientemente precisa el cambiante curso de la economía argentina mediante una explicación que incorpora también, junto al análisis económico, los diferentes escenarios internacionales y los factores políticos, sociales y culturales, que marcaron su evolución. Palabras clave: modelo agroexportador, industrialización, peronismo, década perdida, crisis de endeudamiento. Stages and crisis in the Argentinean economic history (1880-2005) Abstract: Argentina has had in its economic history three very defined stages: the call agro export model, the import substitution model of industrialization and the rent financial model. The country is going out now of the brutal crisis of 2001 with a notable recovery process that seems to mean the beginning of a new stage. This paper describe in a synthetic but sufficiently accurate way the changing course of Argentinean economy through an explanation that incorporates also, together the economic analysis, the different international scenarios and the political, social and cultural factors that marked its evolution. Keywords: agro export model, industrialization, peronism, waste decade, debt crisis *Argentino, Economista y Dr. en Historia (Univ. de París I-Sorbona). Director del Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social de la Universidad de Buenos Aires ((iBA) e Investigador Superior del CONICET, Argentina. Contacto: [email protected] 1Ponencia presentada en el Seminario "La Historia Económica de América Latina en el siglo XX" realizado los días 21 y 22 de septiembre de 2005 en la División de Posgrado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actualizada.

Etapas y crisis en la historia económica argentina 1880-2005

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Page 1: Etapas y crisis en la historia económica argentina 1880-2005

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Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported de Creative Commons.

Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/

OIKOS año 10, N° 21, julio de 2006 • pp.55-88

Etapas y crisis en la historia económica argentina (1880-2005) 1

Mario Rapoporf*

Resumen:

La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el

modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentístico-financiero. El país está saliendo

ahora de la brutal crisis de 2001 con un notable proceso de recuperación que parece significar el inicio de una nueva

etapa. Este trabajo describe en forma sintética pero suficientemente precisa el cambiante curso de la economía argentina

mediante una explicación que incorpora también, junto al análisis económico, los diferentes escenarios internacionales

y los factores políticos, sociales y culturales, que marcaron su evolución.

Palabras clave: modelo agroexportador, industrialización, peronismo, década perdida, crisis de endeudamiento.

Stages and crisis in the Argentinean economic history (1880-2005)

Abstract:

Argentina has had in its economic history three very defined stages: the call agro export model, the import substitution

model of industrialization and the rent financial model. The country is going out now of the brutal crisis of 2001 with a

notable recovery process that seems to mean the beginning of a new stage. This paper describe in a synthetic but

sufficiently accurate way the changing course of Argentinean economy through an explanation that incorporates

also, together the economic analysis, the different international scenarios and the political, social and cultural factors

that marked its evolution.

Keywords: agro export model, industrialization, peronism, waste decade, debt crisis

*Argentino, Economista y Dr. en Historia (Univ. de París I-Sorbona). Director del Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social de la Universidad de Buenos Aires ((iBA) e Investigador Superior del CONICET, Argentina. Contacto: [email protected] 1Ponencia presentada en el Seminario "La Historia Económica de América Latina en el siglo XX" realizado los días 21 y 22 de septiembre de 2005

en la División de Posgrado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actualizada.

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La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentístico-financiero. Si llamamos modelo a un esquema simplificado que pretende reflejar una realidad compleja en sus principales rasgos, nos estamos refiriendo a tres etapas que representan los elementos sobresalientes de distintos modelos de país, aunque en cada uno de ellos subsistieran trazos de los otros.

El modelo agroexportador (1880-1930)

La Argentina agroexportadora, que duró desde los años 80 del siglo XIX hasta la década de 1930, no era simplemente el país de las mieses y las vacas, ni el del Canto a la Argentina de Rubén Darío: estaba basado en una peculiar dotación de factores propios y ajenos: grandes recursos agrícolas, capitales externos y amplias masas de población inmigrante. Pero esto, se sustentaba en una estructura socio-económica en donde la tierra, el bien abundante, estaba en pocas manos y en donde el endeudamiento externo, si bien ayudó a montar el aparato agroexportador fluía generalmente sin control y con fines especulativos. Desde el punto de vista de la inserción en el mundo, la Argentina se había transformado en un gran exportador de productos agrícolas e importador de manufacturas y bienes de capital, favorecida por una división internacional del trabajo, cuyo eje principal era Gran Bretaña, la gran potencia hegemónica de la época.

El Modelo Agroexportador. Rasgos Esenciales • La unidad nacional y los gobiernos oligárquicos • Factores: grandes recursos agrícolas, capitales externos, mano de obra inmigrante • División internacional del trabajo. Relación de Gran Bretaña y Europa • Concentración de la propiedad de la tierra • Endeudamiento externo para montar la infraestructura del modelo, pero no sujeto a control • El liberalismo económico, como ideología dominante • Transformación del país en un gran exportador de productos agrícolas e importador de manufacturas y bienes de capital • Las crisis de 1885, 1890 y 1913 • Los cambios a partir de la Primera Guerra Mundial • Los gobiernos radicales • La relación triangular con Gran Bretaña y EEUU

Por otra parte, la poderosa elite que gobernaba el país tenía como principales características una cultura fuertemente rentística (sus principales ingresos provenían de la renta de la tierra), una visión del mundo dependiente (se llegó a pensar a la Argentina como una especie de "colonia informal" del Reino Unido) y una conducta en el poder antidemocrática basada en la marginación de gran parte de la ciudadanía, la corrupción y el fraude electoral. En primer lugar, la cultura de lo rentístico. La elite tradicional, que poseía la mayor parte de las tierras explotables del país (el 5% de los propietarios poseía el 55% de las explotaciones agropecuarias en 1914) vivía fundamentalmente de una sustancial renta agraria, como los grandes señores ingleses del siglo XVIII que criticaba David Ricardo en sus Principios de Economía. Aunque se preocupara por mejorar sus propios campos, esa elite tenía, por lo general, pautas de consumo extravagantes y no necesitaba o no le interesaba invertir en capitales de riesgo, que, por ende, vinieron casi en su totalidad del exterior para crear la infraestructura del aparato agroexportador. Esta matriz cultural se transmitió, de una u otra forma, al resto de la sociedad y, sobre todo, a los sectores medios. Así, una de las funciones principales del endeudamiento externo de las últimas décadas no fue otra que la de financiar el gasto de ciertos sectores privilegiados de la sociedad y la fuga de capitales, generando un modelo que podríamos llamar de "capitalismo ausente',' en tanto reproducía y prolongaba de alguna manera aquel viejo modelo del "terrateniente ausente',' que vivía mayormente en Buenos Aires y no tenía conductas productivas sino rentísticas o suntuarias, hasta que agotaba, como en muchos casos, la riqueza original, vendiendo incluso las tierras que poseía. En las últimas décadas ha ocurrido, como veremos, algo parecido a nivel del país.

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En segundo lugar, existe también una cultura antidemocrática. Los primeros gobiernos de "unidad nacional" que salieron de la llamada generación del '80, en las últimas décadas del siglo XIX, fueron gobiernos que no respetaron los principios constitucionales. Era una democracia ficticia o "ficta',' como se decía en su época. Con presidentes "electores" que escogían a su sucesor. La elite se identificaba con la clase política y los rasgos principales del manejo político eran el paternalismo, el clientelismo, la corrupción y el fraude electoral. Más tarde, la intervención de los militares y los golpes de Estado, bajo el pretexto de derrocar "democracias corruptas',' forma ron parte de la misma ideología elitista. Esas conductas han perdurado, desafortunadamente, en los distintos períodos democráticos, penetrando en el comportamiento de los partidos políticos mayoritarios, aún cuando se expresen de otro modo. En tercer lugar, persistió una cultura de subestimación del interés nacional o, más directamente, de vivir dependiendo de factores externos o sometiéndose a condiciones externas, sin ningún beneficio compensatorio. Un caso notable fue el primer empréstito otorgado por la compañía inglesa Baring Brothers, en 1824, cuyos fondos no fueron destinados a sus propósitos iniciales y se volatilizaron en pocas manos, aunque terminaron de pagarse puntualmente casi un siglo después. Otro caso fue el del primer tratado de comercio y navegación, que establecía una libertad de comercio que favorecía sólo a intereses británicos, los únicos en condiciones de aprovecharla. Esa era, en aquella época, la trampa de la libertad de comercio. Esta cultura de la dependencia se acentúa a partir de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX cuando la Argentina se inserta en el mundo a través de una relación fuertemente dependiente de la potencia hegemónica de aquel entonces, Gran Bretaña. Todavía en 1933, ante la firma de un nuevo tratado comercial argentino-británico, el Pacto Roca-Runciman, el vicepresidente de entonces, Julio A. Roca (h), decía que la Argentina "desde un punto de vista económico debía considerarse una parte integrante del imperio británico',' concepción que se procura justificar teóricamente en la década del 90 en el plano de la política exterior, a través del llamado "realismo periférico': que proponía la subordinación a otra potencia hegemónica, los Estados Unidos, y alcanzó su máxima expresión en las propuestas de

dolarización y de manejo de la economía por expertos"externos".2 (*Notas a pie de página al final)

Esta cuestión se halla relacionada con otra igualmente importante, señalada ya en la década de 1920 por Raúl Prebisch a través de una serie de estudios sobre la historia económica argentina (sus primeros trabajos académicos). Uno de los grandes problemas de la Argentina era —para Prebisch— el de la falta de control de los flujos de capitales. Esto llevaba a algo que hoy nos parece común: la dependencia de los ciclos económicos de los centros capitalistas mundiales y, fundamentalmente en aquella época, de Gran Bretaña, que por su propio proceso de acumulación necesitaba exportar capitales, volcándolos hacia la periferia e iniciando allí ciclos de endeudamiento. Luego, en otra fase de su desarrollo económico, cuando se veía obligada a atraer capitales en función del impulso de actividades internas u otras razones, hacía subir las tasas de interés a través del Banco de Inglaterra, y dejaba a esos países con una altísima deuda externa que no podían devolver, arrastrándolos a pro-fundas crisis, como en Argentina en 1873, 1885, 1890 y 1913. En esos artículos están las raíces de la teoría cepalina del centro-periferia.3

Completando el análisis del modelo agroexportador, a través de la educación se procuró homogeneizar la cultura del conjunto de la población sobre la base de valores predominantes y de una cierta imagen del país y de su historia. Pero, la raíz ideológica liberal no proveyó políticas activas de seguridad social, que las comunidades, sobre todo inmigrantes, debieron asumir por sí mismas, ni propició un mejor reparto de los ingresos; de modo que la integración social provino solamente del "efecto derrame" del mismo crecimiento económico.

Por otra parte, a diferencia de naciones como Canadá y Australia, que se vieron favorecidas por similares estructuras agroexportadoras en un momento en que el mundo de la época las necesitaba, las elites argentinas mantuvieron un cerrado liberalismo que les impidió desarrollar políticas de protección a sus industrias, como Canadá, o de distribución de ingresos, como Australia. En general, aquellas elites ofrecieron una gran resistencia a adoptar otras conductas productivas cuando, a fines de los años 20, el modelo agroexportador mostraba ya señales de completo agotamiento. 4

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En ese sentido, aún hoy persiste en muchos extranjeros y, por sobre todo, en gran parte de los argentinos, el "mito" del carácter «excepcional» del crecimiento económico de nuestro país, tanto en un sentido positivo, en su etapa de auge, como en uno negativo, en la de su meteórico descenso. Desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años 30, según se afirma comúnmente, la Argentina pasó de ser un país atrasado y marginal a figurar entre los primeros del mundo. Un país que aún tenía, en el período de entreguerras, un PBI mayor que el de países europeos, como España, o que el de su gran vecino, el Brasil. Sin embargo, y contrariamente a lo que hicieron otras naciones agroexportadoras, la Argentina mantuvo inalterable hasta la crisis de los años 30 su política de libre comercio.

Muchos economistas e historiadores sostienen todavía que las riquezas de la época agroexportadora fueron despilfarradas sin sentido a partir de los años 30, al promoverse la industrialización y la intervención del Estado, conduciendo así a la declinación económica del país, la inflación y la inestabilidad política que habrían imperado bajo el modelo de sustitución de importaciones, pero el análisis cuantitativo y cualitativo no les da la razón. El país fracasa, como veremos, porque no completa su ciclo de industrialización no porque se industrializa.5

El modelo de industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1975)

El modelo de industrialización por sustitución de importaciones, que sustituyó el período agroexportador, nació en forma espuria. Prohijado a la fuerza por la elite oligárquica que retorna al poder en 1930, frente al derrumbe de la economía mundial y la necesidad de salvaguardar sus propios intereses, tuvo por eje una intervención creciente del Estado en la economía y un crecimiento del sector industrial forzado por las cir-cunstancias. Al mismo tiempo, el país se independizaba relativamente de los poderes externos y de sus fuentes tradicionales de financiamiento, aunque se intentaban conservar a toda costa los mercados existentes para la colocación de los productos agrarios.

El Modelo de bidustrializadón: Los Gobiernos Conservadores (1930-1943)

• Efectos de la crisis económica mundial • Gobiernos fraudulentos, represivos e impopulares • Creciente intervención del Estado en la economía

• Creación de juntas reguladoras de la producción • Crecimiento de industrias livianas

• Pacto Roca-Runciman y relación especial con Gran Bretaña • Resistencia a la política panamericanista de EEUU • Creación del Banco Central • La Segunda Guerra Mundial, los conflictos con EEUU y las libras bloqueadas

Los cambios en la composición de la estructura social, como consecuencia de la ampliación de la masa de trabajadores industriales y urbanos, y el vacío político resultante de gobiernos apartados de los derechos y aspiraciones de la ciudadanía (fraudulentos y represivos) dieron lugar a la aparición de un fenómeno político nuevo, el peronismo, que apoyará el proceso de industrialización sobre la base de la participación social de los nuevos sectores y de la ampliación del mercado interno y tendrá conductas de una mayor autonomía en el marco internacional. De las filas militares apareció un nuevo líder político, como Perón, que tenía otra visión de la realidad del país y llegó a captar rápidamente los cambios sociales que se habían producido. Así, desde el poder, a partir del golpe de Estado de 1943, comenzó a realizar una serie de políticas sociales que irían ganando a la masa trabajadora y a gran parte de la dirigencia sindical, procurando también apartar, por otros métodos, a los que se le oponían.

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El Modelo de Industrialización: El Primer Peronismo (1943-1955)

• El gobierno militar y el fin de la neutralidad en la guerra • La Secretaría de Trabajo y Previsión y el Consejo Nacional de Posguerra • 1946: el peronismo en el gobierno • Los planes quinquenales y la política social y de redistribución de ingresos • Los problemas de divisas. Las nacionalizaciones. El fin del comercio triangular • El Estado industrializador. El Banco de Crédito Industrial y el IAPI • Ampliación del mercado interno. Aumentos salariales y empleo público

• Desplazamiento del capital extranjero de algunas de sus posiciones en la economía argentina y cese del flujo de inversiones externas • La crisis externa de 1950-1952

• Caída de los salarios reales e inflación

• Plan de Estabilización y cambios de la política económica • Nueva estrategia de industrialización: la industria pesada • Se procura atraer la inversión directa extranjera. Contratos petroleros • La Tercera Posición en política externa La recuperación económica entre 1953-1955 • Atenuación del proceso inflacionario Los salarios reales se recuperan • La industria retoma su ritmo de crecimiento

No vamos a analizar exhaustivamente qué significó el peronismo desde el punto de vista político aunque puede señalarse la existencia de un Estado omnipresente y de un partido político que pretendía representar a todos los sectores sociales, pero cuya base de sustentación eran los sindicatos obreros. Tampoco nos detendremos en sus aciertos o errores desde el punto de vista económico, con un crecimiento fuerte en los primeros años de gobierno pero con políticas económicas que se revelaron insuficientes para sostener el proceso de industrialización y llevaron a una fuerte crisis entre 1950 y 1952, de la que costó salir. Sin embargo, cinco aspectos no pueden dejar de mencionarse. En primer lugar, la inclusión de nuevos actores sociales a la vida pública del país pertenecientes a la clase obrera urbana y rural y a sectores medios bajos. En segundo término, una apreciable mejora en la distribución de los ingresos, llegando los asalariados a tener una participación del 50% del ingreso nacional. En tercer lugar, la entrada en vigencia de una serie de leyes sociales: jubilaciones y pensiones, aguinaldos, vacaciones pagas, convenios colectivos de trabajo; y el otorgamiento de otros beneficios materiales para los sectores de más bajos ingresos, como construcción de viviendas populares, hoteles sindicales, etc., que mejoraron notablemente la calidad de vida de la población. En cuarto término, la transferencia de ingresos, mediante una política crediticia y mecanismos institucionales de manejo del comercio exterior, del sector agrario al industrial, acompañado por un proceso de nacionalización de las empresas de servicios públicos y de intervención creciente del Estado en la vida económica, sobre todo en los primeros años del gobierno. Por último, una política exterior más autónoma, que pretendía expresar una Tercera Posición entre el capitalismo y el comunismo, pero que en realidad mantenía

la adscripción a Occidente. 6

Sin embargo, pese a contar aún con un considerable apoyo popular e intentar realizar cambios más ortodoxos en su política económica, en septiembre de 1955, en el marco de un enfrentamiento creciente con la Iglesia Católica y sectores opositores, Perón se vio desplazado del poder por un golpe de Estado cívico-militar. Este hecho inauguró una etapa de inestabilidad política en la Argentina que llevó finalmente a la dictadura militar de 1976.

Es preciso destacar este punto, porque en todo el período que va de mediados de los años 40 hasta mediados de los 70, el país creció económicamente y la distribución del ingreso no empeoró en demasía a pesar de los distintos gobiernos que fueron pasando, civiles y militares. Pero hubo una fuerte inestabilidad política, que comenzó con la proscripción del peronismo, el partido político mayoritario. Esto condujo, por un lado, a la radicalización de

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vastos sectores populares, influenciados también por la revolución cubana y movimientos contestatarios en otros países, y llevó, por otro, a un endurecimiento de lo que llamamos el partido de derecha, que se expresaba a través de las fuerzas armadas: Frondizi tuvo cerca de 30 intentos de golpes de estado antes de ser derrocado y, luego, Illia, un gobierno débil por las proscripciones políticas, cayó en 1966. El peronismo volvió con el apoyo popular después de que los militares dejaron el poder en 1973, pero entró pronto en profundas contradicciones internas (en la que participaron grupos armados de izquierda y sectores paramilitares de derecha), que se agudizaron con la muerte de Perón y dificultaron una nueva salida política.

• Modelo de Industrialización: Gobiemos Civiles y Militares (1955-1975) • El gobierno de la "Revolución Libertadora" (1955-1957) y el Plan Prebisch • Adhesión a los organismos financieros internacionales y multilateralismo • La estrategia desarrollista de Frondizi (1958-1962) • Se retoma el proyecto de industrialización. Énfasis en industrias básicas • Recurrencia a la inversión extranjera directa y predominio de las empresas transnacionales • Política regresiva en materia de distribución de ingresos • Contratos de concesión para explotación del petróleo a empresas extranjeras • Crisis de la balanza de pagos en 1959 y 1962 y ciclos stop-go • El gobierno de Guido (1962-63) y el retorno de políticas ortodoxas • Gobierno del radicalismo del pueblo (1963-1966) • Comercio exterior favorable. No hay estímulos específicos para la industria • Anulación de los contratos petroleros firmados por el gobierno desarrollista • Período de fuerte crecimiento económico que se prolonga hasta mediados de los 70 • Política progresiva en materia de distribución de ingresos • Gobierno de la "Revolución Argentina" (1966-1973) • Se mantiene la industrialización pero en beneficio de las transnacionales • Incremento en las exportaciones manufactureras • Los flujos de inversiones extranjeras se orientaron a la compra de industrias y bancos ya existentes (desnacionalización) • Regresión de la distribución del ingreso que venía mejorando desde el anterior gobierno. Estallidos sociales • Gobierno peronista (1973-1976) • El Plan Trienal (estímulos al sector industrial) • Regulación de las inversiones extranjeras • El Estado como principal agente de transformación y cambio • Política distribucionista • Puesta en marcha de un Pacto Social para lograr la estabilización • Quiebra del Plan Social y ajuste ortodoxo • Proceso inflacionario y recesión • La crisis política

En este período, no se vuelve a caer en el endeudamiento externo pero sí en crisis de la balanza de pagos, los conocidos ciclos de stop-go, como consecuencia de problemas internos y externos y de los requerimientos del propio proceso de industrialización que se contradice con una estructura dependiente de las exportaciones agropecuarias. Basado en el desarrollo del mercado interno y en las industrias livianas desde la crisis de los años 30, ese proceso fue cambiando en los años 50 y pasando a otra etapa, con la creación de ciertas industrias básicas, el énfasis en la necesidad de capi-tales externos y la necesidad de que el proceso redistributivo provenga del incremento de la productividad. En su etapa final se agrega también un tímido intento de exportación de manufacturas.

El modelo rentístico-financiero (1976-2001)

Esto no resuelve, sin embargo, la gran fractura social y desembocó, finalmente, en el último y más sangriento golpe militar de marzo de 1976,que va a producir, a través de la represión, los llamados 30 mil "desaparecidos': En este caso, la intención explícita de sus promotores fue la de eliminar en forma definitiva a actores mayoritarios de la escena política

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nacional debilitando sus bases económicas y sociales. Erdisciplinamiento social y político encarnado por la represión, será la contracara desdisciplinamiento económico:

Por otra parte, la crisis económica internacional que comenzó a desarrollarse en los inicios de la década de 1970, con la crisis del dólar primero y la del petróleo después, creó una amplia disponibilidad de capitales (eurodólares y petrodólares) dispuestos a reciclarse en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las dictaduras de Pinochet y Videla disponer del financiamiento necesario para hacer prevalecer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el mundo, antes aún de la llegada de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tenían tam-bién un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, que

querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.7

Pero los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivió, desde fines de los años sesenta y principios de los setenta, un proceso de agudos conflictos sociales y políticos. Los levantamientos obreros (tales como el "cordobazo" y el "viborazo") así como la existencia de fuertes grupos radicalizados, incluso guerrilleros, en la escena política nacional, entrañaban una seria dificultad para la persistencia de los modos de producción vigentes e iban a llevar al abandono del proceso de sustitución de importaciones, a la liberalización de la economía y a un nuevo tipo de inserción en la economía mundial.

Es por eso que, en 1976, se produjo un verdadero punto de inflexión en la historia del país, que significó no sólo el terrorismo de Estado y la pérdida de varias futuras generaciones de líderes políticos o sociales, sino la convicción por parte de las elites tradicionales de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas populistas y que, como éstas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Ello suponía también la reformulación del papel del Estado, hasta allí involucrado en impulsar ese tipo de desarrollo.

El Modelo Rentístico-Finandero: La Dictadura Militar (1976-1983)

• La crisis mundial de 1971-1973 y sus repercusiones en la Argentina • El terrorismo de Estado • Razones externas e internas de los cambios económicos

• El plan Martínez de Hoz • Apertura comercial indiscriminada y comercio triangular • Desregulación financiera • Desindustrialización y reprimarización de la actividad económica • Aceleración del endeudamiento externo • La crisis de 1981-1982

• La guerra de Las Malvinas y el fin del régimen militar

Esta fue la tarea principal que realizó la dictadura militar, inaugurando los 30 años de predominio de un modelo neoliberal en el país. La Argentina tenía hasta mediados de los 70 un aparato industrial con problemas pero de dimensiones respetables, ciertos niveles de protección, controles de cambio, tasas reguladas de interés, un sistema financiero bastante controlado y, a pesar de diversas crisis en la balanza de pagos y procesos inflacionarios, tasas de crecimiento relativamente buenas y sostenidas, especialmente entre 1964 y 1974. Todo eso se destruyó: se promovió la desregulación financiera y la apertura indiscriminada de la economía, que afectó a la balanza comercial y a la cuenta corriente de la balanza de pagos; se produjo un fuerte proceso de desindustrialización y reprivatización de la economía y se estableció un sistema de pre convertibilidad que se llamó "tablita cambiada". En particular, a principios de 1977 se implementó una reforma que ubicaría al sector financiero en una posición hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos, mediante su liberalización, el alza de

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las tasas de interés y una mayor vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un factor fundamental: se traían del exterior dólares que se convertían en pesos a un cambio sobrevaluado, se colocaba esos pesos a altas tasas de interés y, cuando se pensaba que el dólar iba a subir, se volvía a cambiar pesos por

dólares y se los fugaba al exterior. 8 Se hacían así negocios fáciles y altamente rentables. Veamos en los cuadros

1,2 y 3 los principales indicadores del período 1975-1983.

Cuadro 1

Año Var PBI Inflación Saldo bza.

Comercial

(millones

de dólares)

Deuda

total

(millones

de dólares)

Variación de

Reservas

(millones

de dólares)

Gasto

público

/PRI

Déficit

fiscal /PBI

(millones

de pesos)

Intereses

deuda!

PRI

Deuda!

Export.

Intereses

externos

export

1975 -0,9 182,6 - 8.085 -791,1 38,95 15,15 1,24 270 14

1976 -0,2 444,0 882 9.739 1.192,4 39,71 11,73 2,02 210 11,9

1977 6,0 176,0 1.490 11.762 2.226,5 38,04 5,13 2,02 170 6,5

1978 -3,9 175,5 2.565 13.663 1.998,4 44,08 6,83 3,07 200 6,3

1979 6,8 159,5 1.102 19.034 4.442,4 42,13 6,26 3,19 240 6,3

1980 0,7 100,8 -2.527 27.153 -2.796,1 44,18 7,55 3,44 340 11,8

1981 -6,2 104,6 -287 35.671 -3.433,1 51,53 15,62 9,75 390 32,4

1982 -5,2 164,7 2.289 43.634 -5.080,5 48,56 16,52 11,94 570 57,8

1983 3,1 343,3 3.334 45.087 -4.204,3 49,72 15,77 5,79 580 63,6

Fuente: Ministerio de Economía de la Nación. Dirección Nacional de Estadísticas y Censos. FIDE.

Cuadro 2

Año Empleo Salario Masa salarial Actividad industrial

1975 100,0 100,0 100,0 100,0

1976 97,6 66,4 64,8 97,0

1977 99,0 51,4 50,9 104,5

1978 100,4 53,9 54,1 93,5

1979 101,8 57,7 58,7 103,1

1980 101,4 66,3 67,2 99,2

1981 103,6 61,9 64,1 83,3

1982 79,4

1983 88,0 Fuente: Ministerio de Economía de la Nación. Dirección Nacional de Estadísticas y Censos. FIDE.

Cuadro 3 Año Hogares pobres / total

de hogares

Población en hogares

pobres ¡población

1970 5,0

1974 2,6 3,2

1980 7,5 10,1

1982 25,3 28,0

Pero, desde fines de los años 70 y principios de los 80, se produjo otro ciclo recesivo mundial, cuando la Reserva Federal, frente a los crecientes déficits fiscales en EEUU, comenzó a elevar las tasas de interés, aumentadas aún más con la

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llegada al gobierno del presidente Reagan. Operaba aquello que señalaba Prebisch respecto a la política del Banco de Inglaterra en el siglo XIX; las tasas de interés pasaron significativamente del 6% al 14%, volviendo a captar capitales del exterior para la potencia del norte y creando una década perdida para América Latina al expandir notablemente el endeudamiento externo de los países de la región, que habían tomado préstamos en los años anteriores y ahora debían pagar intereses mucho mayores. Esta situación llevó, en agosto de 1982, a la declaración de moratoria de México, uno de los principales deudores, desatando una generalizada crisis de la deuda en el subcontinente.9

Sin embargo, antes, en 1981, había estallado la crisis en la Argentina, con una fuerte devaluación de la moneda y el retorno de procesos inflacionarios y, sobre todo, con la inmensa carga del endeudamiento externo que pasó de 8 mil millones de dólares en 1975 a 45 mil millones en 1983, cuando la dictadura militar dejó el poder. Ese endeudamiento había tenido que ver, sobre todo, con la especulación financiera, los autopréstamos, los gastos militares y la corrupción. Incluso la deuda privada fue beneficiada con un seguro de cambio que de hecho lo transformó en deuda pública. Sobre el origen del conjunto de esa deuda se hizo más tarde una presentación ante la justicia, la que dictaminó que una parte de ella era ilegítima.10

La derrota en la guerra de las Malvinas terminó por hundir al gobierno militar y fue en ese momento crítico en el que retornó la democracia. Pero el gobierno de Alfonsín, en el terreno político, luego de realizar severos juicios a los militares terminó cediendo ante ellos y decretando las primeras leyes del perdón, ahora derogadas y, en el terreno económico, a pesar de algunos esfuerzos iniciales por trazar un rumbo diferente, reconoció y sostuvo el endeudamiento anterior con más endeudamiento y a costos más altos, impidiendo que el país pudiera volver a recuperarse económicamente.

De nuevo en los años 90, con la euforia provocada por la caída del muro de Berlín y del bloque soviético y por la globalización financiera, impulsada por cambios tecnológicos y la expansión de los mercados especulativos, se produjo otra sobreabundancia de capitales en el norte que fluyeron hacia la Argentina en busca de mayores rentabilidades y sin temor a su fragilidad económica. Stiglitz y otros economistas han demostrado que, cuando llega un flujo incontenible de capitales financieros en medio de burbujas especulativas, se financian fantasías económicas no sustentables y se crea un incontrolable endeudamiento externo.11

La ideología jugó en este sentido un rol importante impulsada por las reglas que brindaba el Llamado "Consenso de Washington',/ donde se recomendaba que las políticas económicas tuvieran como eje central el control del gasto público y la disciplina fiscal, la liberalización del comercio y del sistema financiero, el fomento de la inversión extranjera, la privatización de las empresas públicas, y la desregulación y reforma del Estado. Los gobiernos debían limitarse a fijar el marco que permita el libre juego de las fuerzas del mercado, pues sólo éste podía repartir de la mejor manera posible los recursos productivos, las inversiones y el trabajo.

Estas ideas coincidían, a su vez, en la Argentina, con una aguda crisis hiperinflacionaria; producto del fracaso de las políticas implementadas y estimulada por intereses económicos en contra del gobierno de Alfonsín y el temor al retorno de un régimen justicialista parecido al de los años 70. Allí se dio de vuelta otra coincidencia: si en 1945 se produjo la confluencia entre un líder histórico populista, como Perón, y los sectores obreros y sindicales, en 1989 se verificó una situación semejante en apariencia, con otro líder político, Carlos Menem, que ganó las elecciones presidenciales gracias al apoyo de los votos populares del partido mayoritario pero, esta vez, con el visto bueno del establishment y la derecha neoliberal. Esa confluencia era justamente la que faltaba, porque la derecha en Argentina nunca tuvo un partido fuerte como para poder imponerse electoralmente. Entonces, de la misma manera que grupos de izquierda radical intentaron ganar al peronismo en la década del 70, la derecha liberal ganó con sus ideas y sus intereses al liderazgo justicialista de los años 90, el llamado menemismo.

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El Modelo Rentístico-Financiero: Los Gobiernos Democráticos y la Crisis Económica (1983-2001)

• El gobierno de Alfonsín y la crisis de la deuda de los 80 • El fracaso del Plan Austral y la hiperinflación • El nuevo contexto internacional y el gobierno de Menem • La política económica del menemismo. El predominio del neoliberalismo • El Plan de convertibilidad

• La reforma del Estado y las privatizaciones. Negociados y corrupción • Apertura externa y liberalización económica • Política laboral y desocupación • Incremento de la distribución regresiva del ingreso, de la pobreza y de la indigencia • Déficit fiscal y déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos • Relaciones "privilegiadas" con EEUU y la creación del Mercosur • El gobierno de la Alianza y las políticas de ajuste • El FMI y la Argentina • El colapso final del modelo: la crisis de 2001 • El default y la pesificación

Comenzó allí la etapa más dura del neoliberalismo en Argentina. Se implementó por ley un sistema de convertibilidad que llevó al abandono de toda política monetaria y a la sobrevaluación del peso; a la apertura irrestricta de la economía, sobre todo de la cuenta de capital; a la desregulación total del sector financiero; a la flexibilización laboral y al ajuste salarial. Se realizó la venta de los activos más importantes del patrimonio público, que culminó con la de la compañía estatal petrolera YPF y la pérdida de manos del Estado de un recurso estratégico clave para la economía argentina. Muchas de esas privatizaciones, así como otras políticas del gobierno, se implementaron por medio de actos de corrupción que luego se revelaron públicamente. Se incluyó también en este proceso la privatización de la previsión social, que fue una de las causas principales del déficit fiscal en Argentina (cerca de 40 mil millones de dólares), pero que, además, constituye un ejemplo de lo que no debe hacerse: se intentó crear un mercado de capitales compulsiva mente, a costa de los futuros jubilados, para finalmente alimentar el endeudamiento del Estado, que tomó esos capitales a préstamo. En tanto las ad-ministraciones de los Fondos de Pensión, en manos de bancos y financieras, la mayor parte extranjeras, cobraban grandes comisiones a los obligados aportantes, sin relación con la rentabilidad real. Otro sector singularmente afectado fue el industrial cuya participación en el PBI cayó del 27% en 1990 al 15% en 2002.12

La clave del sistema fue, sin duda, la convertibilidad con un tipo de cambio fijo (un dólar igual a un peso), que funcionó como el patrón oro del siglo XIX y contradijo todas las otras medidas de liberalización. En un sistema así, con apertura irrestricta de los mercados, la única forma de controlar el déficit externo y el déficit fiscal es aplicando políticas recesivas y de ajuste a la espera de un milagroso flujo de capitales que compense la situación. Se trata de una economía que crece sólo con el endeudamiento externo, proceso cuya falencia pudo observarse una vez agotadas las privatizaciones, que significaron una importante pérdida del patrimonio nacional y que, junto a la venta de empresas privadas nacionales, dio lugar a una extranjerización sin precedentes de la economía sin que se ampliara su capacidad productiva. Por supuesto, las tasas de crecimiento relativamente altas de comienzos de la década del 90 se revelaron muy frágiles. No sólo beneficiaron a pequeños sectores de la sociedad sino que no pudieron sostenerse en el tiempo, hasta que vino la caída final del 2001-2002. Veamos, en el Cuadro 4, los principales indicadores del período 1990-2002.

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Cuadro 4 Año Var PBI Inflación

minorista

Saldo bza.

Comercial

(millones

de dólares)

Deuda

externa

(millones

de dólares)

Deuda

externa

/ P81

Variación

de Reservas

(millones

de dólares)

Var.Gasto

público

Resultado

Fiscal

(millones

de pesos)

Capitales

argentinos en

el exterior

(millones de

dólares)

IED

1990 - 1343,9 8.275 - - 3.566,0 - - 1991 10,6 84,0 3.703 61.334,0 33,1 2.728,0 100 3.666,0 60.416 1992 9,6 17,5 -2.637 62.766,0 27,7 3.826,0 110 4.922,4 53.583 4.384,0

1993 5,7 7,4 -2.364 72.209,0 30,5 4.250,0 147 2.730,5 62.867 2.763,0

1994 5,8 3,9 -4.139 85.656,0 33,3 682,0 157 -285,9 74.976 3.489,0

1995 -2,8 1,6 2.357 98.547,0 38,2 -102,0 158 -1.373,3 78.973 5.341,0

1996 5,5 0,1 1.760 109.759,0 40,3 3.882,0 162 5.624,4 84.310 6.523,0

1997 8,1 0,3 -2.123 124.382,0 42,5 3.273,0 183 -4.276,6 96.155 8.755,0

1998 3,9 0,7 -3.117 138.844,0 46,6 3.234,0 190 -4.073,5 99.231 6.510,0

1999 -3,0 -1,8 -2,199 145.288,9 51,2 898,2 196 -8.536,0 91.228 23.988,0

2000 0,2 -0,9 1,061 146.575,1 53,07 -505,0 201 -7.763,5 94.249 10.418,0

2001 -5,5 -1,1 6,223 168.544,5 51,57 -9.862,6 203 -6.975,5 107.114 2.166,0

2002 -16,3 25,9 16,719 173.207,1 142,95 -7.922,0 - - 117.654 785,0

Fuente: Ministerio de Economía de la Nación. Dirección Nacional de Estadísticas y Censos. FIDE.

Como observamos, lo que se produjo fue una fenomenal fuga de capitales, 120 mil millones de dólares se fugaron en todos esos años, y se verificó, sobre todo, un incremento casi exponencial del endeudamiento externo, que pasó de 45 mil a 170 mil millones de dólares, creando las condiciones de una grave depresión en la economía argentina, que se aceleró por las sucesivas crisis financieras internacionales, la del tequila, la de Rusia y la del Sudeste asiático (producto de ese proceso de globalización y de burbujas financieras) e incluso, también, por la devaluación en Brasil, hasta que vino finalmente la debacle (el Gráfico 1 compara la evolución de la deuda externa y de la fuga de capitales y el Cuadro 5 da una explicación del proceso de endeudamiento externo en cada una de sus etapas, explicando las políticas económicas implementados que llevaron a su incremento). Pese a la fragilidad de este esquema, los organismos financieros internacionales, en particular el FMI, desempeñaron un rol fundamental en la instrumentación de las reformas económicas que llevaron a la crisis y, luego, frente a las dificultades del repago de la deuda, presionando ante el gobierno argentino que practicase políticas de ajuste

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Gráfico 1. Deuda Externa Argentina vs. Capitales Argentinos en el Exterior

Millones de dólares

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Entonces llegamos a la crisis de 2001, cuyos primeros síntomas se advierten desde los años finales del último gobierno de Menem y se agravan con el gobierno de De la Rúa, que siguió las recetas ortodoxas del FMI, bajando sueldos y jubilaciones, aumentando impuestos a sectores medios, proclamando el déficit cero, pero pagando los intereses de la deuda y realizando un ruinoso mega canje de títulos públicos que incrementó notablemente el endeudamiento futuro. Todo ello tuvo su desemboque a fines de aquel año, cuando el sistema bancario y financiero basado en la convertibilidad, que tenía por fundamento la presunta dolarización de los depósitos bancarios a través de un tipo de cambio artificial no se sostuvo provocando el colapso del sistema bancario, el "corralito': es decir la bancarización forzosa que

impidió al público retirar sus ahorros y llevó al fin de la convertibilidad y del tipo de cambio fijo.13

Ya a lo largo de ese año, las organizaciones y movimientos de desocupados se constituyeron en centros aglutinantes de la población y potenciaron un amplísimo movimiento de protesta, que abarcó a obreros activos y trabajadores estatales y docentes, y fue sumando a productores agropecuarios, comerciantes y pequeños industriales, asambleas barriales, grupos de a horristas, etc. La protesta social se generalizó y se manifestó en el plano político y cultural, también con contenidos de reivindicación de la soberanía nacional frente a la subordinación de toda la política gubernamental a las imposiciones de los organismos finan-cieros internacionales y a su explícita intromisión en la vida política argentina (auditores, misiones, comisiones asesoras de "notables" ex-funcionarios de las grandes potencias, viajes de funcionarios argentinos a Washington y otras capitales europeas y planes de "rescate" propuestos por economistas extranjeros con exigencia de resignación de la soberanía del Estado argentino en materia financiera). Con lo que se arribó finalmente a una explosión social, el 19 y 20 de diciembre de 2001, que en verdad había comenzado a mediados de los 90, pero se exasperó cuando la crisis se profundiza. Explosión social que produjo por primera vez la caída de un gobierno, el de De la Rúa, que había sucedido a Menem, sin

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ninguna intervención militar. La devaluación posterior y el cese del pago de la deuda externa fueron una consecuencia de estos procesos. Los Gráficos 2, 3 y 4 y el Cuadro 6 nos muestran estadística y gráfica-mente los índices de desempleo, salarios, pobreza y distribución de ingreso en la Argentina y su comparación con otros países.

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Cuadro 6. Pobreza y distribución del ingreso

Países Años Población por debajo

de la línea de pobreza

línea de indigencia

Argentina 1990 21,2 5,2 2002 41,5 18,6 Brasi11990 48,0 23,4

2001 37,5 13,2 México1989 47,7 18,7

2002 39,4 12,6

Una comparación entre los modelos

Veamos más de cerca las cifras, para comparar los tres modelos económicos que venimos de describir. En primer lugar, las tasas de crecimiento en la época primario-exportadora no fueron tan altas como se dice: hubo serias crisis financieras, como en 1885, 1890 (una crisis de magnitud que tuvo repercusiones a nivel mundial) y 1913, y la distribución de los ingresos era muy regresiva. El problema no es el de criticar la industrialización en sí, sino la razón por la cual el país no se industrializó más. Pero es necesario tener en cuenta que ese período de 40 años de industrialización, entre el modelo agroexportador de fines del siglo XIX y las primeras décadas del 20, por un lado, y los últimos 30 años de neoliberalismo, por el otro, fueron la época, económica y socialmente, más importante de la historia argentina. Para mostrar mejor lo que sucedió entre mediados de la década de 1970 y fines del siglo XX, hagamos una comparación con el período anterior, en el cual el país logró un cierto proceso de industrialización, des-truido en los últimos 25 años. Mientras entre 1949-1974 el PBI argentino creció un 127% y su PBI industrial un 232%, entre 1974-1999, el PBI argentino aumentó un 55% y su PBI industrial sólo un 10%.Si comparamos, por su parte, los dos períodos tomando el PBI per cápita, entre 1949-1974 éste creció un 42% y entre 1974-1999 apenas un 9%. Entre mediados de la década de los 40 y mediados de la década de los 70, el país creció a una tasa razonable, el PBI por habitante creció 2,10% contra un 1,3% en el período agroexportador y un 0,3% entre 1976 y el 2000, tasa, esta última

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que sería menor si incluimos los años 2001 y 2002. En los mejores años de la industrialización, entre 1955 y 1975,

el crecimiento promedio del PBI fue de un 5,7% anual mientras que entre 1976 y 1999 no superó más del 1%. 14 Veamos los Gráficos 5,6 y 7 que ilustran la comparación entre los modelos económicos.

El proceso de redistribución regresiva de los ingresos que llegó a padecer la Argentina en el peor momento de la crisis constituye otro aspecto que también podemos comparar: entre 1974 y el 2000,1a diferencia entre el 10% de la población de mayores ingresos y el 10% de menores ingresos había aumentado más de 40 veces. Por otra parte, el porcentaje que tenían los asalariados en el ingreso nacional hacia 1950 era del 50%, y a comienzos del nuevo siglo no llegaba ni a la mitad de esa cifra. Mientras la tasa de desempleo, que históricamente se hallaba en torno al 6%, a partir de 1994 saltó al 12,2 y alcanzó, en el momento más álgido de la crisis, a más del 24%, pero si se incluye la subocupación, personas que trabajan sólo parcialmente, alcanzó a superar con holgura el tercio de la población activa.15

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La salida de la crisis

Eso es en gran medida, para abreviar, lo que explica la llegada del presidente Kirchner al gobierno. Sin

duda, la consigna "que se vayan todos',' esgrimida por muchos sectores de la población era atrayente

para algunos, descreídos del sistema político; pero si se van todos, nadie gobierna y las elecciones

del 2003, respetadas por la población, mostraron los deseos de un cambio.

La pregunta que debe hacerse ahora es si pueden reunirse las condiciones objetivas y subjetivas,

es decir, en las estructuras económico-sociales y en las relaciones con los poderes externos, por un

lado, y en la conciencia de la gente y el liderazgo, por otro, para realizar los cambios necesarios. Por el

momento, parece que se ha iniciado ese proceso. Un elemento esencial, evidentemente, es el fin de

la impunidad, que terminó, con la anulación, por parte de la nueva Corte Suprema de las nefastas

"leyes del perdón" para los militares.

Queda por ver si es posible cambiar el modelo económico, transformarle en un modelo productivo y lograr

un crecimiento con equidad. En los últimos tres años el PBI creció en forma notable; casi un 9% anual. Por

otra parte, se terminó el default, con el canje de la deuda, que fue aceptada por más del 70% de deudores,

y se pagó el total de la deuda pendiente con el FMI (cerca de 10 mil millones de dólares), aunque el nivel

de endeudamiento que queda, a plazos más largos e intereses más bajos, es aún considerable: 125 mil

millones de dólares. Los balances favorables del comercio exterior, basados en un alza de los precios de los

productos exportables, como la soja; en la mejora producida por la devaluación y en una mayor demanda

internacional, junto a un decrecimiento de las importaciones no esenciales, han permitido aumentar las

reservas internacionales. Por otra parte, existe un fuerte superávit fiscal que garantiza, por el momento, el

pago de la deuda, pero faltan todavía reformas económicas de fondo (tributaria, previsional, de inversiones

públicas, etc.).

La economía está creciendo fuertemente, demostrando que una reactivación del mercado interno era

necesaria (algo que los neoliberales negaban) ayudada por una capacidad productiva no utilizada, pero sub-

siste el gran tema pendiente de la deuda interna: revertir la pobreza y la desocupación y, sobre todo, la

distribución regresiva de los ingresos. Además, el amplio superávit fiscal debe usarse para esa redistribución

y para la realización de obras públicas y la creación de empleos.

Tenemos que recordar que la etapa post-devaluación fue traumática, marcada por una devaluación asimétrica que favoreció a unos sectores con respecto a otros, especialmente a grandes grupos económicos y empresas endeudadas por sobre los pequeños ahorristas, y a intereses agroexportadores por sobre otros sectores económicos. Por eso, es necesario replantear el modelo productivo, que no puede basarse otra vez en productos agrarios, sino que debe ampliar su base industrial, produciendo bienes de mayor valor agregado e incorporando procesos de innovación tecnológica para lo cual existen abundantes recursos humanos calificados

Las tres brechas

Desde el Plan Fénix, grupo de economistas heterodoxos de la Universidad de Buenos Aires, se señaló que la crisis se basaba en tres brechas que era necesario cerrar y que restringían el crecimiento. La primera de ellas era la brecha externa producida por el endeudamiento y el déficit creciente en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Esta brecha se ha comenzado a cerrar, aunque los compromisos externos siguen siendo importantes para las generaciones presentes y futuras. Ante todo, no deben aceptarse nuevos endeudamientos que no sean inversiones pro-ductivas directas y en sectores necesarios para el crecimiento del país. En segundo lugar, si el crecimiento no se sostiene en el futuro y los superávit fiscales tampoco, no hay que comprometer pagos que afecten nuevamente el

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nivel de vida de la población. Los capitales externos no dudan en rentabilizarse en los países periféricos cuando les conviene y así sucedió en los años 70 y 90, produciendo un shock financiero en esas economías. Debemos retomar la idea del control y selección de los capitales que entran para que no nos pase eso mismo en el futuro. Por otro lado, debería cambiarse el perfil exportador basado en productos primarios y commodities, que son altamente dependientes de los precios internacionales, por aquellos que provengan de la manufactura y de la alta tecnología, en la medida en que el crecimiento se sostenga. También hay que tener en cuenta que las exportaciones aumentan como consecuencia del propio crecimiento de la economía y requieren divisas: un nuevo proceso de industrialización puede llevar, como en el pasado, a crisis en la balanza de pagos.

La segunda cuestión a resolver era la de la brecha fiscal. Dejando de lado los pagos de intereses de la deuda, el superávit primario ha superado todas las expectativas previstas, lo que se debe a dos factores: el gasto público sólo ha aumentado moderadamente mientras que los ingresos fiscales se han incrementado en forma notable, cuestión que tiene, a su vez, aspectos que merecen destacarse.

Los impuestos principales siguen siendo todavía los que afectan sobre todo el consumo, como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) cuya tasa es del 21%. Estos impuestos representan más del 60% de la recaudación. Por otro lado, se han establecido retenciones a la exportación, aprovechando un tipo de cambio alto, a los efectos de que los precios no se disparen y facilitar la recaudación de sectores de altos ingresos. Pero, aunque esa medida sea necesaria, no implica un cambio significativo del sistema tributario, porque descansa en recursos extraordinarios que dependen de la demanda internacional. Está pendiente todavía la verdadera reforma tributaria, con las mismas características de los sistemas que predominan en los países desarrollados, estableciendo impuestos progresivos a los beneficios de las empresas, a los capitales financieros y accionarios (ahora desgravados) y a las riquezas, y fortaleciendo los mecanismos recaudatorios. Al mismo tiempo, el IVA debería bajar o eliminarse en los productos de la canasta familiar, lo que incrementaría el consumo y estimularía el crecimiento, al mismo tiempo que produciría un efecto redistributivo importante. La renta de los recursos naturales, como el petróleo, es decir la diferencia entre los precios internacionales y los costos locales de producción, que no deben confundirse con el beneficio empresario, deben pertenecer, también, al Estado, lo que no es el caso. Otro sistema a modificar es el régimen previsional privado, generador de suntuosas ganancias para el sector financiero y de un déficit crónico del Estado, reimplantando, además, las contribuciones patronales.

La tercera cuestión es la de la brecha social, que en nuestro caso tiene varios componentes.

En primer lugar, la regresiva distribución del ingreso, el desempleo y el problema de la pobreza y de la indigencia. Según estadísticas recientes el desempleo ha bajado al 12,1% en el segundo trimestre del 2005, pero es necesario tener en cuenta que todavía se excluye en sus cálculos a los beneficiarios del Plan de Jefes y Jefas de Hogar, que es un programa asistencial (sería del 14,7% o sea casi 2,5 millones de personas) y que existe una economía informal que abarca más del 40% de la población. Están allí amenazados el presente (ausencia de toda seguridad social) y el futuro (ausencia de todo aporte jubilatorio) de una gran parte de la población activa. En cuanto a la pobreza y a la indigencia, si bien han disminuido apreciablemente, queda mucho por hacer: se pasó de un pico de pobreza del 54,7% de la población a un 41%, cifra todavía muy elevada.

El efecto derrame es sólo una ilusión de la ideología neoliberal y es preciso realizar políticas activas y no sólo asistenciales para combatir el desempleo. La inversión pública debe volver a jugar un rol clave generando puestos de trabajo genuino. También es necesario actuar directamente sobre la distribución del ingreso, pero a través de medidas sobre todo fiscales. Debemos recordar, además, que no sólo se ha incrementado brutalmente la diferencia entre pobres y ricos, sino que una gran parte de la riqueza de los que más tienen se ha evadido del país y debe

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recuperarse. Otro tema importante a considerar, y que ahora vuelve a plantearse, es el de la educación y el de la salud. Hay 4 millones de habitantes sin instrucción o con la enseñanza incompleta y 17 millones de habitantes sin cobertura social.

En segundo lugar, debemos mencionar la cuestión salarial y la posible carrera entre precios y salarios con las presiones inflacionarias consiguientes. Sin duda, todo proceso de crecimiento trae presiones inflacionarias, pero ya lo dijo Keynes y lo comprobamos en la Argentina:"Cualquier inflación moderada es mejor que una deflación moderada". Ahora bien, los salarios reales han disminuido drásticamente desde la devaluación y todavía no recuperaron, pese a los aumentos recientes, su nivel anterior, sobre todo para los trabajadores no registrados y para los estatales. Cabe recordar que, mientras los salarios reales cayeron más de 20 puntos durante las crisis, el costo laboral bajó entre 1999 y 2003 un 50%: no se puede hablar de incremento de productividad como base de los aumentos salariales. El ingreso promedio de los argentinos aún es un 25% más bajo del que se percibía antes de la devaluación y gran parte de la población ha tenido una notoria pérdida de su capacidad adquisitiva.

Hacia una nueva industrialización

Por otra parte, el país debe reindustrializarse. Para ello, hay que tener en cuenta ejemplos de naciones como las del sudeste asiático, cuyo crecimiento no fue espontáneo sino apoyado por políticas de Estado. En la Argentina, el valor agregado industrial por habitante declinó un 40% en el último cuarto de siglo. La industria integra cadenas de valor, infraestructura, minería, agro y servicios, pero no tiene todavía un verdadero apoyo. No existen instituciones crediticias de desarrollo como en Brasil después de la desaparición del BANADE, instituciones que deben, sobre todo, respaldar a las Pymes y a las empresas nacionales. En todos los países exitosos, los procesos de acumulación son realizados en gran medida por empresas de capital local; en cambio en Argentina el capital local se ha desnacionalizado. Esto explica, a su vez, que la inversión haya caído hasta un mínimo de un 12% del producto en el 2001, aunque ahora se está recuperando rápidamente y se halla en cerca del 20%.

Con respecto al capital internacional hay que procurar que la reinversión de las utilidades de las empresas transnacionales se haga en gran parte internamente y sus productos se destinen sobre todo al mercado internacional. Además, las filiales se deben integrar al tejido productivo interno promoviendo la participación de componentes y tecnologías locales.

Pero, no sólo hay que promover industrias que sustituyan importaciones dedicadas al consumo interno, sino también crear nichos de alta tecnología que favorezcan la exportación de bienes sofisticados, aprovechando recursos humanos calificados, como, por ejemplo, en biotecnología, informática, etc. y recursos naturales, como en la agroindustria. En lo que respecta a los recursos energéticos, debemos tener en cuenta que no son inagotables y que están en manos privadas. Es preciso, por tanto, fortalecer ENARSA la empresa estatal recientemente creada y captar la renta petrolera y gasífera (existen reservas de petróleo para 11 años y de gas para 15 años).

En lo que hace a las empresas privatizadas se debe discutir a fondo el tema de las tarifas, sobre la base de los beneficios extraordinarios del pasado, y establecer verdaderos mecanismos de control. No hay que temer las renacionalizaciones, porque, como en el pasado (el caso de los ferrocarriles) o el actual (Aguas Argentinas), la retirada de esos capitales puede ser de interés de las mismas empresas ante la pérdida de rentabilidad o de ventajas especiales.

Por último, es necesario afianzar la alianza estratégica con Brasil e institucionalizar el Mercosur, coordinando las políticas macroeconómicas y creando entidades políticas. A través de sostener, especialmente, una política externa común y posiciones compartidas con respecto a las negociaciones sobre el ALCA, la UE, la OMC y la

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concreción de una posible Unión Sudamericana, así como afianzar las relaciones con México y otros países de la región. Al mismo tiempo, se necesita un desarrollo simétrico y simultáneo de los sectores industriales, especialmente en bienes de capital. Se trata de pensar un proyecto compartido, que apunte a interrelacionar más estrechamente las cadenas de generación de valor, densificando las estructuras productivas y desarrollando complementariedades que potencien los procesos internos de desarrollo. En ese marco, no debería considerarse tan sólo una reducción de las barreras arancelarias o de fijar tarifas externas comunes, sino de adoptar medidas para apuntalar la producción en toda la región. Allí encontraría su espacio la creación de instituciones regionales que tengan incidencia en los procesos políticos, pero con un claro contenido económico y social, tratando de buscar instrumentos para la convergencia de políticas macroeconómicas, la financiación conjunta de inversiones, la potenciación de programas de investigación y desarrollo y la implementación de políticas sociales y de empleo. 16

Para concluir: la sociedad argentina está alerta, y lo más importante es el cambio en la conciencia social. La Argentina se ha desembarazado, en lo fundamental, del velo del neoliberalismo, que tenía un peso aplastante, y puede encaminarse en una dirección distinta. En todo caso, comprendiendo en su totalidad y complejidad (económica, política, social e ideológica) las causas históricas de la última crisis, está dando un paso adelante para evitar que, en un futuro próximo, se vuelva a repetir.

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Como citar este artículo:

Rapoport, Mario (2006):"Etapas y crisis en la historia económica argentina (1880-2005) Oikos N°21,55-

88, EAE, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile.

(http://www.edicionesucsh.clioikosioikos21/oikos21_3.html) Fecha de recepción: 10 /02 / 2006

Fecha de aprobación: 26 / 05 / 2006

NOTAS

2 Mario Ra popal, Tiempos de crisis, vientos de cambio. La Argentina y el poder global, Ed. Norma, Buenos Aires, 2002, pp. 251-253. 3 Los trabajos de Prebisch sobre este tema son, en su mayoría, de principios de los años 20, trabajos que completa hacia mediados de la década del 40 cuando deja la función pública y trabaja como profesor en la Universidad de Buenos Aires, poco antes de entrar a la CEPAL. Raúl Prebisch: "La ortopedia bancaria del profesor Piñeiro" y "Anotaciones sobre nuestro medio circulante. A propósito del último libro del Doctor Norberto Pifieiro',' en R. Prebisch, Obras, 1919-1948, Fundación Raúl Prebisch, Buenos Aires, 1991, Tomo I, pp.84-175. Estos dos ensayos fueron publicados bajo la forma de varios artículos consecutivos en la Revista de Ciencias Económicas, en los años 1921 y 1922. En 1948, en sus clases de economía en la UBA, expresa similares conceptos, ver R. Prebisch, Apuntes de Economía Política (Dinámica Económica), extraído de sus clases por uno de sus alumnos, Buenos Aires, 1948, pp. 39-43 y 96-97. 4 Sobre la comparación Argentina-Australia, existen numerosos trabajos como los de Héctor Diéguez, John Fogarty, Guido Di Tella y, más recientemente, James Levy y Peter Ross. Sobre la comparación Argentina-Canadá han trabajado Carl Solberg, Jeremy Adelman y Mario Rapoport, entre otros. Un libro más amplio sobre la historia económica argentina analizada comparativamente con otros países es el de Guillermo Vitelli, Los dos siglos de/a Argentina. Historia económica comparada, Pendergast, Buenos Aires, 1999. 5 Entre los autores que afirman la tesis de la decadencia argentina por haber abandonado el modelo agroexportador y critican el proceso de industrialización y sus consecuencias políticas y sociales negativas debemos mencionar a Carlos F. Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, Amorrortu, Buenos Aires, 1975; Carlos Escudé, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-1949, Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1983 y Felipe A. M. de la Balze, Remaking the Argentine Economy, Council on Foreign Relations Books, New York, 1994.

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6 Cf. Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina, 1880-2003, Ariel, Buenos Aires.,2006, cap.6; Pablo Gerchunnoff y Lucas Llach, El ciclo de/a ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas, Ariel, Buenos Aires, pp.155-242.Cf.tam bién Aldo Ferrer, La Economía Argentina, FCE, Buenos Aires, 2005. 7 Cf. Herman Van der Wee, Historia económica mundial de/siglo XX. Prosperidad y crisis. Recons-trucción, crecimiento y cambio, 1945-1980, Barcelona, 1986; Maurice Byé, Gérard Destanne de Bernis, Relations économiques internationales, Da II oz, París, 1987; Bruno Marcel, Jacques Taieb, Crises d'hier crise d'aujourd'hui, 183 . . .1929 . . .1973 . . , Nathan, París, //1996. 8 Sobre la política económica de la dictadura militar, ver Rapoport,Historia Económica, Capítulo 7; Jorge Schvarzer, La política económica de Martínez de Hoz, Hispamérica, Buenos Aires, 1987. 9 Byé y de Bernis, Relations économiques, pp- 110-1101; Carlos Marichal, "La deuda externa: el manejo coactivo en la política financiera mexicana, 1885-1995en Cidos en la historia, la economía y la sociedad, Buenos Aires, N°17, l er semestre de 1999, pp. 38-39; Rosario Green, La deuda externa de México, 1973-1987, Nueva Imagen, México, 1988. 10 Sentencia judicial del Juez Julio Ballesteros, 13 de julio de 2000, sobre la base de las denuncias de Alejandro Olmos, que escribió un libro clave sobre el tema: A. Olmos, Todo lo que quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron, Ed. de los Argentinos, Buenos Aires, 1989. Cuando Ballestero hizo su dictamen, la causa estaba prescripta y no se pudo enjuiciar a Martínez de Hoz y los responsables del endeudamiento. 11 Cf. Grupo Fénix/'Hacia el Plan Fénix. Diagnóstico y propuestas Enoikos, Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Año IX, N°19, Buenos Aires, 2001;Joseph Stiglitz, Elmalestar en la globalización, Ed. Ta u rus, Buenos Aires, 2002, Joseph Stiglitz, Los felices 90, Taurus, Buenos Aires, 2003. El Grupo Fénix, es un grupo de economistas que se reúne periódicamente desde el año 2000 en la Universidad de Buenos Aires, para elaborar diagnósticos de la economía argentina a fin de diseñar un plan alternativo a las recetas neoliberales. Está integrado, entre otros, por Aldo Ferrer y cerca de 30 destacados economistas. 12 Cf. Rapoport, Historia económica, capítulo 8; Daniel Azpiazu, Las privatizadas I y II, Claves para todos, Buenos Aires, 2005; Eduardo Conesa, Qué pasa en la economía argentina, Macchi, Buenos Aires, 2000; Julio Sevares, Por qué cayó la Argentina. Imposición, crisis y recidaje del orden neoliberal, Norma, Buenos Aires, 2002; Instituto para el Modelo Argentino, "Reforma previsiona I, Ocho años después Informe Económico, N°11, agosto de 2002, pp.15-28. 13 Ver el informe especial del Instituto para el Modelo Argentino, Argentina, de/mejor alumno al náufrago solitario, Documento de Trabajo N°1, diciembre de 2001; Robert Boyer y Julio C. Neffa (comp.), La economía argentina y sus crisis (1976-2001: visiones institucionalistas y regulacionistas, Miño y Dávila, Buenos Aires, 2004. 14 Jorge Schvarzer, "Economía argentina: situación y perspectivas: en La Gaceta de Económicas,24- 6-2001; Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina, (2006), para el crecimiento del PBI, cálculo realizado sobre la base de los datos de los capítulos 5 a 8 del mencionado libro, del cual se extraen también los datos sobre la deuda externa. Los datos del PBI per cápita son de la OCDE y la CEPAL elaborados por Eric Calcagno. 15 Clarín, 5-11-2001; Rapoport, Historia Económica (2006), caps. 8 y 9; Instituto Nacional de Estadísticas y Censos; Instituto para el Modelo Argentino, Informe Económico, IV, enero de 2002. 16 Muchos de los elementos de esa política han sido planteados por el Grupo Fénix, "Plan Fénix. Propuestas para el desarrollo con equidad". En oikos, Revista de la Facultad de Ciencias Económicas, UBA, Año 10, N°20,2003.