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Por Xahvier Quintero Páginas 4 y 5 Ilustración: Cortesía DOMINGO 6 de julio de 2014 / Núm. 171 Editor: Rael Salvador Diseño: Ana Salgado de Anda [email protected]

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Por Xahvier QuinteroPáginas 4 y 5

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DOMINGO 6 de julio de 2014 / Núm. 171Editor: Rael Salvador • Diseño: Ana Salgado de Anda • [email protected]

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2 DOMINGO 6 de julio de 2014

No. 171/ 6 de julio / 2014

Suplemento Cultural de

Por Rael Salvador

“Y las olas del goce se rompían contra las rocas del dolor sin fin”. Novalis.

MIENTRAS ME DELEITABA con la be-lleza pecaminosa de Helena, interpreta-da por Diana Kruger (amante mía desde la cinta La copista de Beetho- ven), no dejaba de acariciar en el re-cuerdo los maravillosos ver-sos del gran poeta griego Giorgos Seferis: “…Tanto trabajo y tanta vida/ des-peñáronse al abismo/ por una túnica deshabitada, por una Helena”.

Sí, ayer por la noche de nuevo me aventé Troya, heroica cinta de Wol-fgang Petersen, 2004), basada en los versos de Homero, es decir en una refrendada sono-ridad del tiempo –y no en Homero Simp-son, como muchos po-drían creer.

La película rescata videncias poderosas en las fi guras míticas de Aquiles (Brad Pitt) y Héctor (Eric Bana), guerreando cursi y sanguinariamente por el honor de sus ciuda-des y sus dioses.

El personaje de Ho-mero, nombre que en la lengua de Cima de Eolia signifi ca “ciego”, carece de fun-damento histórico –alegan algunos testarudos expertos– al no existir datos precisos y confi ables que testifi quen su existencia: “Heródoto, Padre de la His-toria, dejó escrito que Homero había vi-vido cuatro siglos antes que él –nos dice Luis Santullano, en su bello prólogo a La Ilíada y La Odisea, en su clásica versión española–, lo que nos llevaría a situar la existencia del poeta en el siglo prime-ro antes de Cristo; pero otras referen-cias dicen que escribió algunos de sus poemas en el siglo IX anterior a la era cristiana y en un puerto del Asia Menor, quizás Mileto, dejando allí, y más tarde en la Isla de Quíos, discípulos continua-

dores de su obra, los homéridas, que de algún modo intervinieron en la compo-sición de los dos poemas, hoy admira-dos por el mundo entero”.

Se dice también que el pretendido au-tor –de dar por cierta, insisto, su exis-tencia–, en su “cantar de ciegos” (ir de pueblo en pueblo ganándose la vida can-tando y vociferando rapsodias admira-bles) fue recogiendo y recomponiendo

el mito griego, ubicándolo admirablemente en el registro literario de la época. La Odisea, narrada

con una sensibilidad extrema, es un bestia-rio de latitudes cósmi-cas, donde la fantasía toma los límites de lo onírico y lo planta con humana injerencia en la lúbrica realidad terrestre.La Ilíada, como ya de-

cía, es la visceral carnice-ría entre Aqueos y Troya-

nos, matizada de celo-sías divinas.

El maestro que me enseñó a apreciar es-te mundo, libro en mano, estatuillas en su escritorio y posta-les del Partenón en los estantes, era un hom-bre salido de una ágo-ra helenística, más que de los despres-tigiados atrios de la universidad moderna,

a la que condenaba (por obligar a sus alumnos a vender boletos).

Con la voluntad intempestiva de un estoico, en él la sabiduría llegó a ser un arte.

Así aprendí a leer el cine, pluma en mano –la cámara cinematográfi ca ya me había cansado– y a agradecer la sa-biduría del escritor galo Anatole Fran-ce que, en una refi nada cita, dicta lo si-guiente: “Sé ahora lo que debo a los griegos, a quienes yo quisiera deber aún más, pues de ellos nos viene cuan-to fundamentalmente conocemos del universo y el hombre”.

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Dirección GeneralJorge Camargo

Director EditorialAriel Montoya

Coordinador EditorialManuel Quintero

EditorRael Salvador

Editor de FotografíaJorge Calderón

Críticos / Colaboradores Héctor García M., Marcela Danemann, Ruth Gámez, Arnulfo Estrada, Federico Campbell (†), Olga Aragón, Javier Cruz, Jorge L. Osiris Fernández, Gerardo Sánchez, Montserrat Buendía, Sergio Gómez Montero, Elia Cárdenas, Jesús López Gorosave, Patrick Liotta, Paúl Nazar, Renata Sández Oseguera, Lauro Acevedo, Benjamín Pacheco, Heberto J. Peterson L., Iliana Hernández P., María Eugenia Bonifaz de Novelo, Daniel Pacheco C., Josué Cordero C., Max Zamarripa S., Kepa Murua, Dr. David Rodríguez de la Peña, Ana M. Mora, Herandy Rojas, Manuel Guillén, Alina I. Gallardo, Ramiro Padilla, Daniel Salinas, Óscar Ángeles Reyes, Gerardo Ortega, Lorena Mancilla, Raúl Lara Franco, Fabiola del Castillo, J. Ernesto García H., Aldo Calderoni Etcheverri, Ileana Búrquez, Elba Jordán S., Gabriel Ríos C., Mayra G. Huerta S., Diana Venegas, Fernando Macillas T., Jaime E. Delfín V.

Corresponsal en FranciaCony Singüenza

Corresponsal en ItaliaFerdinando Scianna

Corresponsal en ChileRamón Ángel Acevedo, “Rakar”

FotografíaEnrique Botello

Correo electrónico [email protected]@elvigia.net

Teléfonos para publicidad120.55.55, ext. 1023Ensenada, B.C. México.

Por Rael Salvador

EN SÉNECADE TROYA CON AMORGracias a Helena, vía Homero

“La Odisea, narrada con

una sensibilidad extrema, es un

bestiario de latitudes cósmicas, donde la fantasía

toma los límites de lo onírico...”

P G R C

A l final de sus trabajos, Salvador Elizondo recor-dó los montages, su aprecio por los caracteres

chinos, las imágenes en blanco y negro, sus sueños prodigiosos, juegos arduos del espíritu.

Es cierto que su obra quedó atrapada en la imagen de un fenómeno invisible.

Sus artificios fueron logrados mediante la suficiencia sensible registrada en su mente, quizá por la falta de interés por lo concreto u objetivo.

Mediante la yuxtaposición de elementos y un escenario silencioso, logró el autor de Farabeuf un extraordinario proceso escritural y artístico.

Si alguna vez se nos ocurriera emplear el spy thriller, no dudamos en equivocar –en acertar– el sentido de lo incomprensible e indescifrable.

Salvador Elizondo, dedicado a la lectura del ideograma, con una mirada-parodia a la litera-tura realista, creó la dramaturgia de su teatro espontáneo.

Farabeuf es un lienzo quemado, fragmentos de ceniza, uniones e intervalos de una mentira íntima o el discurso de varios narradores.

Incomparable es la fotografía de la fuerza san-guínea recorriendo su cuerpo.

Leng Tch’e se llama la tortura china, los cien pedazos, mixturas, fragmentos.

Módulo de artificio del poeta Elizondo, cele-brando su aniversario secreto.

Lo más importante en la literatura de Elizondo es el rigor y oficio que imprimió a su proyecto de escritura, cuya preponderancia es un maravilloso universo mental.

Camera Lucida es la obra de quien arriesgó con innumerables hábitos de lectura.

Más de medio siglo de escrituras, de memo-rias infinitas y todavía lo escuchamos ordenar su desayuno en inglés: “…whichever of the two comes firts…”

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FarabeufEJERCICIOS, MIXTURAS, FRAGMENTOS, ARTIFICIOS, DISCURSOS.. .

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3DOMINGO 6 de julio de 2014

NOCTI-VAGAS

EFRAÍN HUERTA: ARTE Y MILITANCIA (I de III)

Por Sergio Gómez Montero

No caí preso por subversivo (…)Y por más que quise

siempre fui el mismo sin carnet.W. Osuna: “Sin carnet”.

Orígenes revolucionariosCON JUSTA RAZÓN, a cien años de haber nacido se justifican los home-najes que se realizan en favor del gran Cocodrilo de la poesía mexicana: Efraín Huerta; ese alguien a quien todos los que lo conocimos nos enseñamos a res-petar y a ver siempre como un camara-da solidario y congruente. Sus poemas impresionaban por lo común, pero más o igualmente el humor que irradiaba y la bonhomía que era su compañera in-separable. El que hoy se le dé impor-tancia y resalte justa y merecidamente su obra literaria, no puede opacar para nada otra parte de su vida que, como la de muchos artistas de su época, ocu-pó un lugar primordial en sus activida-des cotidianas –su militancia política– y que, en estas notas, tratará de anali-zarse, por considerarla ejemplar desde muchos puntos de vista.

¿Cuáles fueron las razones profundas que llevaron a muchos artistas de prin-cipios del siglo XX mexicano, a militar políticamente de manera paralela al de-sarrollo de sus quehaceres creadores? ¿Por qué los atrajo desde un principio el hacerlo al amparo de un Estado –el Estado postrevolucionario– que nunca se definió claramente (a diferencia del soviético, por ejemplo) por la defensa plena de los sectores marginados de la población y por marcar límites ideoló-gicos claros y precisos con el capitalis-mo? ¿Por qué, a pesar de esa indefini-ción, los artistas militaron plenamente en la política aunque su labor creativa más de una vez se realizó bajo el am-paro de ese Estado indeciso y fluctuan-te generado desde 1917, pero que olvi-da radicalmente su raíces revoluciona-

rias en particular desde 1940?Varias pueden ser las respuestas que

merecen las preguntas anteriores. La más hiriente (aunque sólo parcialmen-te cierta) es porque la militancia esta-ba vinculada a los estímulos otorgados por el Estado: quien no militaba corría el riesgo de verse marginado de la vida artística (como fue, en mucho, el caso de Renato Leduc y de Rubén Salazar Mallén, quienes siempre se distinguie-ron por su autonomía e independencia). Una, más certera, se considera, es por-que entre arte y militancia habría un pa-rentesco estrecho, pues el vanguardismo que caracterizaba al primero mucho te-nía del espíritu de rebeldía que, en esa época, era propio de las actividades po-líticas consustanciales a la militancia.

Mas la pregunta se mantiene: ¿si el Estado del México postrevolucionario nunca fue radical, porqué muchos de los artistas de esa época sí se distinguieron por la radicalidad de sus posiciones po-líticas al margen del oficio que desempe-ñaban (pintores, músicos, literatos), de la misma manera que lo eran los maes-tros? ¿Epidemia de aquellos años, don-de lo mismo en la URSS, en España, en Francia, en México se daba la combati-vidad política de los artistas?

¿Qué tanto, en el caso de Efraín Huerta, esos caminos paralelos entre militancia y arte ilustran las notas an-teriores? Mucho, sin duda, pero tenien-do siempre presente que en el caso de él hubo siempre entre arte y militancia una congruencia extrema, como bien lo ilus-tra su poema “¡Mi país, oh mi país!” es-crito a raíz de 1968, que inicia así:

“Ardiente, amado, hambriento, / desolado

bello como la dura, la sagrada / blasfemia;

país de oro y limosna, país y paraíso,país-infierno, país de policías”.

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ALEATORIEDADES

SAUDADE OTOÑAL

Por Daniel Salinas Basave

“EL HOMBRE LLEGA al otoño como a una tierra de nadie; para morir es muy pronto, para amar es muy tarde”. El verso de Aledo Luis Meloni, utilizado como epígrafe en Luna caliente de Mempo Giardinelli, nos restriega la hiriente verdad de la adultez y sus dilemas.

La crisis de la edad madura es en sí misma un subgénero literario.

Tan machacadas han sido las his-torias de cuarentones en busca del sentido perdido de la vida, que po-drían ser equiparables en núme-ro a los relatos de va-queros, detectives o piratas.

El hombre arriban-do al otoño se ha con-vertido en un perso-naje prototípico, el non plus ultra de lo predecible. Vaya, has-ta el mismísimo Dante Alighieri comienza su descenso al Infierno aludiendo a la crisis de la edad mediana: “A mitad del camino de mi vida me encon-traba perdido en una selva oscura y terrorí-fica”. Los estudiosos de la obra del florentino sostie-nen que la “mitad del ca-mino” de la vida eran los 35 años, la edad de Dante en 1300, año del primer Jubileo en que se sitúa el portento del endecasíla-bo universal. En realidad Dante había cruzado ya la mitad del camino de la vida cuando empezó a escribir su Comedia, pues vivió 56 años y no 70. También se puede argumentar que el promedio de vida en el Medioevo no era dema-siado alto y un hombre de 35 años iba ya en pleno camino de bajada.

A la obra dantesca le sobran estudio-sos y no hace falta sumarse al coro. Ya se ha dicho que la selva oscura es la perdición y el pecado, aunque para senderos en tinieblas ninguno como el de la crisis de la edad mediana.

Inmerso en una repentina pérdi-da de sentido, Dante se ve de pron-to ingresando al infierno. La mitad del camino de la vida siempre due-le. El florentino intuía ya los mil de-monios que lo aguardaban.

Esa misma crisis de la madurez y la agonía de los últimos vestigios hedo-nistas, es la que arrastra a Fausto a pactar con Mefistófeles. La peor de las edades medias es la mediana edad del hombre, dijo Lord Byron, quien supo practicar con maestría el arte de morir a tiempo.

Hay autores cuyo sello de identi-dad son sus tragicómicos persona-

jes inmersos en el nau-fragio de la edad adul-ta. Philip Roth ha pa-tentado al tipo otoñal atrapado en las garras de un deseo sexual ca-nijo y devastador.

En la literatura po-licíaca, por ejemplo, sobran los detectives maduros, taciturnos y malqueridos. El divor-ciado Kurt Wallander, del sueco Henning Mankell, y el viudo Charlie Parker, del ir-landés John Connolly, son dos ejemplos re-

cientes de atormentados policías otoñales. Con más sentido del humor, el británico Nick Hornby parece ser padrino del cuarentón infantiloide e inmaduro, persona-je retratado también por el anglopakistaní Hanif Kureishi. Ambos autores

utilizan la música y la cultura pop como el vínculo que une a los adul-tos en crisis con una juventud que se niegan a ver morir.

Una canción de Jethro Tull nom-bra al drama con precisión médica: To old to rock and roll, to Young to die. En efecto, eres demasiado viejo para el furioso hedonismo del rock, pero aún te faltan algu-nos años para morir.

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“Ya se ha dicho que

la selva oscura es la perdición y el pecado...”

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4 DOMINGO 6 de julio de 2014 5DOMINGO 6 de julio de 2014

P X Q*

Koral, hermana, lee mis cartas en silencio y calla.Que mamá no se entere,

Ella descansa en su silla de ruedasTejiendo mi vida con la paciencia de sus dedos.

I

Mi cabeza es una bomba de tiempo, una pulsación más y estallaré como el Big Bang.

Se han gestado gusanos hambrientos en mi médula y hoy salen exprimidos como tinta fermentada por mi yo de ultratumba, por ese extraño gnomo que nació del polvo, del mismo polvo que tupirá los ojos que hoy bañaste en marejadas de sal. Me asemejo al mar; busco un punto de reposo, algún trozo de tierra aislado, solitario y con puestas de sol. Un archipiélago �rme donde soltar mis huesos y descansar en paz. Que así sea. Soy como los rieles del tren; necesito grasa oscura para suavizar mis sesos duros y resecos que sólo conducen a asperezas sin fomentar la sensibilidad de quien los lee.

El tren es un ejemplo descarrilado, un medio de transporte que utilicé para llevarte hasta mi féretro, la parábola es la grasa oscura.

No obstante un siniestro �uido danza en mi cabeza palpitando a diestra y siniestra como si el corazón de tu jardín latiera en mi sepulcro, ¿lo oyes? Es un taladro genocida, me destroza el inconsciente anunciando la erosión de mi jardín, ¿lo sientes?

Anuncia el derrumbamiento de los sue-ños que sembré. Me deforesta, mis enormes raíces se extinguen, siémbrame Koral, ¡me derrumbo!

II¿Mis palabras te hieren…? Balas perdidas. Lo

siento, lo presiento, lo lamento, no era esa mi intención…? No soy yo, el que escribe es mi cuerpo. Abajo estoy yo. Soy mi mensajero. El mensaje del que fui, mas no de mí. No te hablo del que conmigo va, hablo del que me arran-caron de la piel como una costra, del extraño gnomo que hoy encarna sobre estas cartas rotundas para agonizar con la placidez de un hombre varado en el �lo de la muerte**.

Él construye el esqueleto del poema con la mano del que no has visto, los dedos del que no verás y los huesos del que fui y nunca vis-te. Tejemos el corazón del poema con los ojos entreabiertos, la vida entrecortada y el absurdo deseo de vivir aferrado a un cuerpo como la cola amputada de una serpiente.

Busco la paz de mi alma (dentro de lo impo-sible), persigo el alma de la paz en los contor-nos de lo posible y he llegado a sospechar que entre mis lagunas hay un útero, una placenta o aún el calor de un cascarón para gestarme. Y es así de inútil, que desconozco esas profun-didades. Ahogarme hasta en lagunas mentales es como visitar mi tumba, es llevarme �ores y pisotear el césped.

IIIA ciencia cierta de tus ojos brotarán dos

cascadas de sal tupiéndote los ojos como un par de lunas ahogadas en llanto, pedirás que calle como una niña al despertar de su pesadilla y, a ciencia incierta, te diremos: la Luna es un globo sonriente en mi ventana, el viento sopla como el leve zumbido de una gaviota y en mis noches de insomnio un ángel con tu rostro me visita. A ciencia oculta, para mí, la Luna es sólo un cráneo luminoso pendiendo del cielo, el rocío es re-saca de humedad que emerge de un cadáver y este viento lúgubre sólo es un leve soplido calcinándome... Ciencia oculta, Yo.

IV¿Explicarte con palabras humanas que mi

vida se desvanece como las olas al tocar tie-

rra? ¿Cómo?, si mi vida está pintada con gis en una pared bajo la lluvia.

Cómo decirte sin anestesia que mi vida desciende y se consume como la tinta de esta pluma.

Quiero deshacerme, desvanecerme y ascen-der como el vapor del agua hirviendo.

Quiero unirme, compactarme y descender como la lluvia ácida, �ltrarme y hundirme, HUNDIRME a 1000 metros del nivel de mi dolor.

Quiero extinguirme como las puestas de sol, quiero puestas de sol, eso quiero. Querer no es poder. Puedo encerrarme en el horno donde mamá cocinaba panes para Navidad y salir calcinado en un Miércoles de Ceniza. Si puedo, no quiero, soy como Adán; me gusta lo prohibido, quiero puestas de sol.

VKoral, hermana, su madre es la noche y

tal orfandad me mata de pena, háblale con el timbre de voz que se le habla a los niños desesperados por salir del sarcófago. Articula tu lengua sólo para hacerme creer que existo, háblale como se le habla a los poetas cursis. No, no me hables de la muerte, la muerte no es un sustantivo, es el verbo hecho carne: vibra, se mueve, la veo, la siento, la presiento. Es un verbo activo, el verbo encarnado en mí. “Lo exorcizo y te hablo de él como una sombra que pasó, como el bosquejo de una leyenda que se hundió”. La Atlántida.

Háblame de las nubes en tu vista, de las vigas que te ciegan como barrotes inquebrantables colgando de tus párpados, háblale con el bos-

quejo de tus voces esbozadas, vocifera que te quiero oír sin voz. ¡Vos!, habla, «Muda» habla por Dios, sácame del sarcófago ¡Ayúdame a levantar estos tres metros de tierra!, dame el pésame y teje en mis ojos un jardín luminoso con columnas descendentes, un arco iris mul-ticolor y el coro soledad cautivándonos en el fondo del lago cristalino.

Quiero ver tu luz, quiero sentir puestas de sol como las que retienes en tus ojos. Ángel de sol.

Desatar la lengua del inconscientees espulgar la cabezadel que yace en mí.

VIPor mi mente pasó un carruaje atado a dos

caballos negros, su jinete sin cabeza me ve expresivo, lúgubre y tan realizado como la muerte. Hay muchos velorios, entierros, fu-nerarias en espera y salitre, terrones de sal y amigos. –Ya estoy hablando de más, no hay amigos. No hay. Hay un túnel directo a mí, allí, veo a la muerte tan metódica e inteligente con el dedo índice en la sien planeando cómo matarme sin dolor (como yo se lo pido), toca mi hombro, sonríe y me besa apasionadamen-te hasta extraer con sus besos el mineral del alma, me deshabita y el cuerpo cuelga como una marioneta sin hilos. El vivo emigra de mí y lo espero ansioso como la princesa del cuento: agonizo en la torre más alta del castillo cercado con fuego y dragones. El puente casi destruido cuelga sobre el in�erno que me di-vide, yo voy valiente en busca de mí, como el príncipe resignado a morir en el estómago de algún dragón que soy yo tragándome la espada y la armadura oxidada; me trago y me digiero, me ahogo, me deshago. Yo soy las llamas del in�erno; me divido, y me quemo, me sumo, me consumo. Soy el castillo rodeado de fuego que nadie conoce; me construyo y protejo, me trabo, me derrumbo. Nos hundimos en silen-cio como una pequeña isla del Atlántico. Ese es mi consuelo, mi desconsuelo.

VIIY yo andaría por las calles de esa isla desinhi-

En este documento hay un túnel directo a la poesía, allí se observa a la muerte, tan metódica e inteligente, con el dedo índice en la sien planeando cómo matar sin dolor (como se lo pide el autor), toca su hombro, sonríe y le besa apasionadamente hasta extraer con sus besos el mineral del alma, le deshabita y el cuerpo cuelga como una marioneta sin hilos...

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4 DOMINGO 6 de julio de 2014 5DOMINGO 6 de julio de 2014

bido, desdichado, desnudo y descalzo como un loco peligroso que vaga en un carruaje atado a dos caballos negros y una corona de espinas clavada en la frente, o bien dedicaría mis 19 años a vivir como los sacerdotes excomulgados y resignados a la cordura; en ruinas, ahogado, salitrado y agónico como La Habana. ¡Oh!, Habana, mi paraíso en agonía, mi hermoso cuadro matizado con orquídeas importadas del Edén y manchado con sangre por un de-monio importado del in�erno. ¡Oh!, Habana, me aíslas, me ahogas, me gustas, por tus pues-tas de sol yo ofreciera las mejores partes de mi cuerpo, por esa brisa nocturna descendiendo por mi piel yo armaría una balsa de tu largo y ancho para que emigres de ti y los que te hunden como a mí. Muerte segura. –Morir es un acto heroico, lo espero ansioso como se espera un parto natural.

VIII Y tú andarías por las calles de La Haba-

na: desinhibida, desvergonzada, desnuda y descalza, desahogándote con cataratas de lá-grimas, como una loca peligrosa que canta la más fúnebre de sus canciones mientras carga mi cuerpo entre sus brazos, o bien de-dicarías tus 24 años a vivir como las monjas excomulgadas y resignadas a vivir con los ojos tupidos de sal. «Ciega» ¿Qué no ves? Si tienes ojos para ver, lee. ¡Mira a la loca desinhibida!, paralizó a los transeúntes del malecón, las balsas emigran, el viento es den-so, el carruaje desvanece y la desvergonzada yace sobre el calor del pavimento. Muerte cerebral. La muerte celebra. Las muertes ac-cidentales no son buenas. Llega desvelada y ojerosa al lugar de los hechos, carga los restos en su hombro y los desploma sin ga-nas en el jardín de cuerpos pálidos. “Detesto las muertes accidentales, son desagradables y desastrosas, termino descoyuntada, desecha y en mi desanimo descanso descaradamente en un cuerpo como este”. ¡Pero, por Dios!, no te inspires, exorcízame, esto es una inquisición,

una intromisión del más allá, es su manera inteligente de intercalar con los deseos inter-nos gestados en mi médula derecha (porque son dos; la derecha y la anarquista).

EN(t)RE-CUERDOS

IXMe desconoces...? Y sin embargo me viste

nacer***, acaso no fuiste tú quien me dio el primer beso aquí en la tierra...? Acaso no viste tú mi cara de sonámbulo al ver esta cegadora luz terrenal...? Mi corazón tembló de miedo como el de un venado frente al hombre (a estas alturas de mi vida y hablando de animales vertebrados, una pulsión más y hablaré de los moluscos gestados en mi médula) y me vine. Yo era el corazón de un niño y no pedía más que una canción de cuna, una tierna melodía para saturarme de notas musicales y olvidar-me de existir. Quería, pero mi voz ya era de humano, había adquirido una voz y las voces son de este mundo.

Nací en diciembre, cuando ni el trigo quiere nacer, cuando el calor huye y hasta el Sol pierde algunos rayos. Desde ahí germinó la raíz de la agonía. El destino me dio un salto del Génesis al Apocalipsis y caminé por el �lo del bisturí (ese fue mi primer intento de suicidio).

Han pasado los años con la rapidez del pen-samiento y mis sueños se han �ltrado en el cedazo del mundo dejándome como resaca un espeso pánico existencial. Mi felicidad se ve en los ojos del niño romano que está a punto de ser ejecutado en la guillotina: Mis manos su-dan y el pueblo clama piedad “Salve al inocente, ¡salve, salve!”. Hay un pueblo en mi interior (la 7ª raza), existimos miles en disputa sobre la vida o la muerte. Mi singular aspecto de hom-bre en plural se enmascara y en un vaivén de interrogantes sin respuesta clamamos piedad: “Salve al inocente, salve”, ¡sálvome!

Sin más remedio que el de ser buen un buen verdugo, he recostado mi cuerpo en el niño que fui y sueño con puestas de sol.

Es desesperante empeñarme en cambiar el mundo con mis sueños. Es cambiar el des-espero de mis sueños empañando al mundo con mis cambios. (A estas alturas de mi vida y hablando de cambiar el mundo, 13 años más y estaré cruci�cado con las espinas bien clavadas).

[email protected]@cutensenada.com.mx

*Lic. Tadeo Javier Meza Quintero, director general del CUT Universidad, campus Ensenada.

**Alberto Sicilia.***Novalis.

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6 DOMINGO 6 de julio de 2014

P H J. P L

X avier hizo a un lado el libro La peste, de Albert Camus, escrito en 1947, novela

que trata sobre una epi-demia en Orán; se frota los ojos, estira las piernas y los brazos, permanece sentado en su sillón, to-ma de la mesa adjunta su pipa la rellena de ta-baco, la enciende y, en una posición relajante,

comienza a disfrutarla mientras su pensa-miento era ocupado por el contenido de su lectura y su vista se perdía en el infinito. Acababa de leer una novela, en la cual hay dolor, muerte, dilemas morales y religiosos, que necesariamente arrastra a la reflexión...Sumido en su pensamiento y, sin darse cuenta de ello, quedó profundamente dor-mido, pero el tiempo siguió transcurriendo ante la inconsciencia de Xavier.“¡Xavier!, ¡Xavier!”, gritaba levemente la voz de una dama que se había parado junto a él. Era Lorena, su prometida. Abrió los ojos, emitió un bostezo y se puso de pie, percatándose de que la pipa había caído sobre el piso pero afortunadamente ya había consumido el tabaco.Lorena era una mujer bajita, de facciones finas, sencilla en el vestir, pero con muy buen gusto, siempre con la sonrisa en su boca y amable con todo mundo.Xavier era alto, portaba una barba que ya co-menzaba a encanecer, serio y amable en su trato, con muy buen sentido del humor.El Sol estaba por ocultarse y los dos, dis-frutando una tarde de verano, salieron a caminar, se tomaron de la mano, se en-filaron al malecón y se encontraron con otras parejas que habían salido también a disfrutar el clima.Iban metidos en la plática cuan-do Lorena tropezó con el hueso de una ciruela, se aferró al bra-zo de Xavier y evitó tocar el piso mientras Xavier emitía un quejido por un fuerte rasguño que le pro-dujeron las uñas de Lorena que habían arañado su brazo derecho hacién-dolo sangrar.Se sentaron en una banca, Xa-vier le preguntó si estaba bien, si no se había torci-do el pie o sufrido alguna raspadura. Lorena

contestó que no, pero que sí lo había escu-chado quejarse: volteo y vio que de su brazo salía poca sangre. Xavier le dijo: “¡Fíjate de lo que eres capaz! No cabe duda que a veces se encuentran el dolor y la belleza”. “¿Por qué?”, pregunta Lorena, y Xavier, riendo, le contestó: “Es que tus uñas son como el rosal, donde hay belleza y qué temer”.Y prosiguió: “La rosa es bella, pero sus es-pinas pueden lastimar; tú eres bella y ya vez lo que me hiciste o me puedes hacer”. Soltaron la carcajada y siguieron su cami-no. Llegaron a un café a orillas del mar, es-cucharon música, bailaron. Xavier le acom-pañó hasta su casa, regresó a la propia y, al fin, un asiduo lector, se sienta nuevamen-te en su sillón, toma en sus manos el libro Humanismo integral, de Jacques Maritain, donde el autor discurre sobre las falacias de la vieja filosofía liberal, sobre la filosofía totalitaria del Estado tanto de izquierda co-mo de derecha y habla sobre los principios tradicionales de la sabiduría cristiana.Un autor ateo, el primero, y el segundo, un teísta y Neotomista. Xavier se embebió en la lectura y en ella recorría otros caminos que también lo invitarían a la reflexión. Se acos-tó... y pensando en la belleza y el dolor, se sumió nuevamente en un profundo sueño.

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CUENTO

BELLEZA Y DOLOR“Acababa de leer una novela, en la cual hay

dolor, muerte, dilemas morales y religiosos, que necesariamente

arrastra a la refl exión...”

otras parejas que habían salido también a disfrutar el clima.Iban metidos en la plática cuan-do Lorena tropezó con el hueso de una ciruela, se aferró al bra-zo de Xavier y evitó tocar el piso mientras Xavier emitía un quejido por un fuerte rasguño que le pro-dujeron las uñas de Lorena que habían arañado su brazo derecho hacién-dolo sangrar.Se sentaron en una banca, Xa-vier le preguntó si estaba bien, si no se había torci-do el pie o sufrido alguna raspadura. Lorena

[email protected]

Fotógrafo en ideas y planeación de eventos, es originario

de Mérida, Yucatán.

La Foto de la Semana es un reconocimiento

que se otorga por el mayor número de votos,

avalando el dominio del tema, en el sitio de Facebook Fotografía Diaria.

MANUEL ALEJANDRO

SALAZAR PIÑA

FOTO DE LA SEMANA: Instrumento musical

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7DOMINGO 6 de julio de 2014

P F S

Yo no tengo el consuelo de la fe.A decir verdad, no creo que la fe pueda dar consuelo alguno de

frente a la muerte. No creo en absoluto que la muerte sea un misterio y no tengo miedo de mi muerte.Es la vida un gran misterio: la muerte es parte de ella, por supuesto, inseparable. No se puede concebir la vida sin la muerte. La sola idea de la vida eterna me aterroriza.Antes de la muerte de un ser querido, estando de luto, duelo que nos asalta, se refiere al deceso de la parte de nosotros que estaba dentro de la conciencia de la persona amada que ha fallecido, del amigo, de su afecto.El amigo, él, el ser querido, continúa viviendo dentro de nosotros.En 1995, en el jardín de esta casa de Sonvico, Claudie, Julius Redae-lli, Franco Sciardelli, Gaetano Tranchino y yo, en una tarde feliz nos tomaron fotos a todos juntos.Cinco personas unidas por su amistad común con Leonardo Sciascia y un gran afecto del uno por el otro.Julius se ha ido, hoy Claude.Tengo mucho cuidado con la palabra amistad. Más rara y precioso, creo.Yo considero que la amistad es el intercambio de claves de las res-pectivas ciudadanías individuales, es la adquisición del derecho mu-tuo de utilizar uno del otro, los ojos, la mente y el corazón.Sin ninguna jerarquía, ni reticencia.Este era el tipo de amistad que nos ha regalado Claude.¿Se puede considerar un amigo más unido que un hermano y un

maestro al mismo tiempo?Usted puede. Eso es lo que yo pensaba y creo, Claude.

Y lo que pensaban muchos de sus estudiantes, que admiraban al maestro y agregaban el afecto por

el amigo.Ha sido un punto de referencia para mi vida como para el trabajo constante. Algunos de sus escritos han sido capaces de penetrar su-tilmente en mi laberinto, revelando y aclarando algunos aspectos, incluso para mí mismo. Dotación especial del gran crítico.Y lo que él pensaba de Leonardo Sciascia, que lo

había definido: mi crítico.Era inteligente hasta la irritación. La persona no

es fácil, cierto, como todas las de una calidad excepcional. Era, con mucho, la persona en el mundo con la cual he preferido luchar.

Debo decir que lo hicimos casi cada vez que nos encontramos.Con alegre furia. Con limpio afecto.Me siento consternado y con la agonía de que nadie lo puede reemplazar.

[email protected] *Traducción del italiano: Raúl Lara Franco.

[email protected]

“Era, con mucho, la persona en el mundo con la cual he preferido luchar. Debo decir que lo hicimos casi cada vez que nos encontramos. Con alegre furia. Con limpio afecto”. F. S.

P F S

UNA DE LAS DIATRIBAS más leídas y po-lémicas de los últimos años contra los “co-municadores” es el pequeño libro de Serge Halimi, Les nouveaux chiens de garde (Los nuevos perros policías, periodistas y poder), que apareció en París en 1997, haciéndole honor al famoso texto de Paul Nizan escrito en 1932: Los perros guardianes (un violen-to ensayo contra la filosofía tradicional y una crítica despiadada a la indiferencia de los intelectuales). La traducción podría ser también “Los nuevos perros guardianes”, pero a estos cuadrúpedos en México más bien se les conoce con el nombre de “pe-rros policías”. (...)Postscriptum:No hay convento o iglesia de los dominicos que no tenga por allí una pintura con unos perros, como en el convento de Santo Do-mingo de Oaxaca.Por lo demás la expresión dominicos no resulta “etimológicamente” de domine-ca-ne, que supuestamente significaría “perros del señor”, sino de Dominicus, que signifi-caba Domingo. Domine-cane quiere decir literalmente Señor-canta. La frase a la que alude el título de Serge Halimi sería Domini canes. Pero es una invención muy tardía que nada tiene que ver con la etimología de los dominicos.

En el tercer y último volumen de las obras completas de Leonardo Sciascia, Opere 1984-1989 (Bompiani, Milán, 1991), el crítico Claude Ambroise estampa en el prólogo: “Sólo un inquisidor podría de-cir cuál era el Dios de Leonardo Sciascia. Pero en sus libros se pueden encontrar varias figuras de Dios. Para empezar, la del inquisidor”.El inquisidor actúa en el nombre de Dios. Y a la figura de ese Dios le da sentido la etimolo-gía medieval de Domenicani/Domini canes, habiendo sido la orden de Santo Domingo particularmente activa contra los “rastrojos herejes”. Veteados de negro y blanco, en la iglesia de Santa María Novella, en Floren-cia, se encuentran pintados “los perros del Señor”. El de los inquisidores es un Dios de los perros: un patrón al que obedecen, si-guiendo su arbitraria voluntad, que los ha adiestrado para defender la propiedad y cazar otros animales. (Fragmento de La hora del lobo, titulada “Los nuevos guías espirituales”.)

Recuerdo de Claude Ambroise que legó Federico Campbell a PalabraPalabra

Este era el tipo de amistad que nos ha regalado Claude.¿Se puede considerar un amigo más unido que un hermano y un

maestro al mismo tiempo?Usted puede. Eso es lo que yo pensaba y creo, Claude.

Y lo que pensaban muchos de sus estudiantes, que admiraban al maestro y agregaban el afecto por

el amigo.Ha sido un punto de referencia para mi vida como para el trabajo constante. Algunos de sus escritos han sido capaces de penetrar su-tilmente en mi laberinto, revelando y aclarando algunos aspectos, incluso para mí mismo. Dotación especial del gran crítico.Y lo que él pensaba de Leonardo Sciascia, que lo

había definido: mi crítico.Era inteligente hasta la irritación. La persona no

es fácil, cierto, como todas las de una calidad excepcional. Era, con mucho, la persona en el mundo con la cual he preferido luchar.

Debo decir que lo hicimos casi cada vez que nos encontramos.Con alegre furia. Con limpio afecto.Me siento consternado y con la agonía de que nadie lo puede reemplazar.

maestro al mismo tiempo?Usted puede. Eso es lo que yo pensaba y creo, Claude.

Y lo que pensaban muchos de sus estudiantes, que admiraban al maestro y agregaban el afecto por

el amigo.Ha sido un punto de referencia para mi vida como para el trabajo constante. Algunos de sus escritos han sido capaces de penetrar su-tilmente en mi laberinto, revelando y aclarando algunos aspectos, incluso para mí mismo. Dotación especial del gran crítico.Y lo que él pensaba de Leonardo Sciascia, que lo

había definido: mi crítico.Era inteligente hasta la irritación. La persona no

es fácil, cierto, como todas las de una calidad excepcional. Era, con mucho, la persona en el mundo con la cual he preferido luchar.

Debo decir que lo hicimos casi cada vez que nos encontramos.Con alegre furia. Con limpio afecto.Me siento consternado y con la agonía de que nadie lo puede reemplazar.

En la muertede Claude Ambroise*

El escritor Leonardo Sciascia acompañado del profesor y crítico

fancés Claude Ambroise (1935-2014).

El crítico literario preferido de Sciascia

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DOMINGO 6 de julio de 20148

RECETALIA

10 elementos para

cocinar con Herman

Melville:

La comida del capitán

Ahab y sus balleneros es

la sopa Chowder, uno de

los platos tradicionales

de Estados Unidos, y en

su novela Moby Dick,

Herman Melville relata

que era el menú habitual

de la isla de Nantucket.

Su nombre deriva

del término francés

chaudière, que es como

se denominaba una

cacerola de hierro donde

los marineros preparaban

el pescado.

= Almejas: 10 unidades

por persona.= 2 tallos de apio.= 2 papas.= 70 gramos de harina.= 70 gramos

de manteca.= 100 gramos de tocino.= Crema de leche,

al gusto.= Laurel, comino, perejil,

aceite de oliva,

pimienta y sal.= Pan de hogaza

y hojas de salvia.= Vino blanco.

DETRÁS DE LAS COSAS

RECUERDOS

Por Óscar Ángeles Reyes

HAY SITUACIONES, personas, que recordamos por mucho tiem-po (sabré que es por toda la vida si tengo la desgracia de ser cons-ciente mientras muero). Algunas evocaciones parecen desvane-cerse, otras perduran invictas. Pareciera que tenemos el oficio de recordar, pero quizá se trate del oficio de inventar. La memo-ria, dicen, es infiel. Quizá el ejer-cicio más reconocido como parte de la memoria lite-raria, sea En busca del tiempo perdido (Marcel Proust). Memorias, como tales, hay mu-chas, diarios que son una alternativa al ol-vido, un flujo del pen-samiento que se esta-blece en papel. De es-tos diarios, más níti-damente tengo pre-sentes los de Anaïs Nin, después proba-blemente las notas de Bruce Chatwin, y más novelados los textos de Henry Miller.

No olvidar, parece el objetivo. ¿Quiénes somos sin recuer-dos? Nuestra historia parece definir nues-tra existencia, somos lo que ha-cemos, y lo que hacemos a cada instante es pasado.

Cuando leí a Proust algo no pa-recía encajar con la regularidad “normal” de la lectura, de mis pensamientos y de lo que me ro-deaba; Por el camino de Swann tenía un ritmo desconocido para mí, como un intento de hacer perdurar no sólo los eventos, sino fusionar el ritmo del pensamien-to, el del lector y el de la existen-cia que transcurren en todos los tiempos. Unas páginas bastaron para entender que la propuesta no era sólo literaria, sino de la armonía de la vida misma en un orden mental.

El conocimiento de las personas también tienen que ver con su ca-

dencia mental, no sólo con su pers-pectiva. Recordar es algo personal, los mejores recuerdos son los pro-pios, pero las mejores representa-ciones parecen ajenas.

En la creación literaria está la licuefacción de las experien-cias, de lo que inventamos, de lo que podemos entender y evo-car. ¿Qué es cierto, qué es fic-ción? La pregunta es un juego inútil, una maniobra de enga-ño que enriquece nuestra visión del universo. No puedo enten-

der a la creación sin la re-creación.

En todo caso, a los recuerdos los preferimos pla-centeros, y gene-ralmente sólo nos provocan a nosotros mismos: ¿A quién le importa esa imagen recurrente de la mila-nesa con arroz y ensa-lada, en el mercado de

la Cuauhtémoc? ¿A quién le dicen algo esas mañanas en la casa de... en Santa Julia? ¿Qué puede entender alguien de esos sábados en las aguas termales de Ixmiquilpan, o de las noches de pa-

sión infantil explorando venta-nas ajenas con un telescopio astronómico?

Lo cierto es que hay quienes se comen los recuerdos ajenos, quienes viven de las historias, de la recreación de la realidad y los recuerdos... Los lectores, no-sotros mismos. Un libro es un compendio de todo lo anterior, con la ventaja de ser un resu-men bien extenso tamizado, el jugo, digamos, el flujo de lo ex-quisitamente privado de la men-te ajena; un trozo de realidad que intenta rellenar esos vacíos que naturalmente tenemos al nacer, al ser humanos parciales en una colectividad total.

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“Somos lo que hacemos,

y lo que hacemos a

cada instante es pasado”

POR GERARDO ORTEGA

L as crónicas de viaje es un género muy antiguo. Her-

nán Cortés en sus Cartas de relación describe al emperador Carlos V sus observaciones del

territorio al que recién llegó, no sin mencionar sus opiniones.

El cronista guar-da, a mi juicio, dos características, una

es la del observador que desde la curiosidad abre la puerta a lugares y costumbres distintos a la propia.

La otra característica es q u e el cronista observa, y desde su propia valo-ración va implícita su medida de lo que es justo, bueno o bello.

Por esta razón, la nobleza del género permite incluir bue-na dosis de subjeti-vidad del cronista. Estas valoracio-nes enriquecen el texto.

Don Heberto Peterson Legrand, acompañado de parte de su fami-lia, encierra en su Crónicas de via-je cuatro recorridos peninsulares hechos en diferentes momentos: el itálico, el ibérico, el del sureste mexicano y, finalmente, el baja-californiano; como una extensión del primero recoge también algu-nos rincones de Francia y Suiza.

De la bota itálica nos muestra estampas de Roma, Venecia, Flo-rencia, y su registro nos aporta a los lectores una perspectiva del lugar en donde algunos perso-najes escribieron más de una página de la historia.

Al llegar a Venecia, don Heber-to cuenta lo siguiente: “...nos di-rigimos a la Plaza de San Marcos, donde está la basilica del mismo nombre. El papa Juan XXIII, sien-do cardenal, estaba como pa-triarca de Venecia en 1958 cuan-do tuvo que acudir, a la muerte de Pío XII, al cónclave en donde fue electo. Un papa que se ganó el corazón del mundo hizo un llamado para realizar el famoso Concilio Vaticano II, que marcó la segunda mitad del siglo XX

poniendo a la Iglesia al día, en sintonía con los nuevos tiempos que se estaban viviendo (...) La iglesia de San Marcos, aquitec-tónicamente tiene influencioa oriental, bizantina, lo que pare-cen ser unas bellas pinturas en realidad son mosaicos”.

En España, don Heberto da sus puntos de vista del entorno urbano. De la capital española, escribe: “Madrid, una ciudad be-lla, más limpia que Roma y París, con los servicios de telefonía y luz subterráneos y con un servicio de transporte urbano de primera. La gente viste bien y reflejan el or-gullo por su ciudad. Tienen muy

definido el sentido de pertenencia”.

Del sureste mexi-cano, recorre varios estados. De Chia-pas, por ejemplo, describe sus paseos por los lugares más significativos para el turista, como es el caso del Cañón del Sumidero, en Chiapa de Corzo. Menciona

el cronista que el nombre de ese sitio se debe a que los lugareños creían que abismo adentro, el río se sumía en una gran caverna.

El libro Crónicas de viaje de-dica su última parte a la ciudad de Ensenada y zonas aledañas. De las regiones registradas, don Heberto como buen cro-nista honorario de la ciudad que es, no se queda atrás en detallar a modo de recorrido, los lugares más importantes del puerto.

Dicho sea de paso, en ésta co-mo en las secciones anteriores, comparte su opinión gastronó-mica de los sitios a los que llega degustar un platillo (habrá que anotar cada sitio).

El volumen es testimonio de un hombre que goza conocer otras latitudes, pero también de alguien que desea compartir sus impresiones sobre sitios sor-prendentes en este caso, de un puñado de regiones de las más bellas del mundo.

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