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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. zación de la p ro tagonista. Parti cu- larmente pienso que esas pocas líneas, co nsignadas en las páginas 42 y 43, de berían ampliarse en las futuras investigaciones qu e se pr opone el Ismac s ob re el tema. La imp ortancia de M aria Cano en la fo rmación de la clase o br e ra radica en el liderazgo poHtico que ella ejerció en los os vein te. Pero Ma ri a C an o no fue cualquier der socialista del dece ni o: ¡ella e ra mujer! Piénsese que se trataba de una época en donde la muje r estaba excluida totalmente de la política, ad emás de sufrir otras formas de o pr esión aún hoy en día vige ntes. María Cano denuncia ba clara- ment e esta si tua ción: "Entre nos otros se tiene por no rma qu e la mujer no ti ene criterio pr opio, y qu e si empre o br a por acto reflejo del c ura , del pa dre o del amigo. Creo haber edu- cado Jo suficiente mi criterio para orie nt arme" (p ág. 95). C on su actua- ción concreta, mostrarla efectivament e su in dependencia como mujer. Por ello su figura alcan za dimen siones especiales para la h is to ria de la clase obrera colo mbiana . Sin embargo, en el tex to de Marín no enc ontramos suficie nte énfasis en la dimens ión de mu je r pr o piame nt e dicha de Maria Ca no. Un aspecto que qu e da ta mb ién por ana li za r, y esc apa, ob vi ame nte, de los ob jetivos que se pr o puso la inve s- tigación de l Ism ac, es eJ influjo de Maria C an o en la form ac ió n de la cultur a de los tr abajadores. Para ello seda út il la co ntrast ac ión de discur- sos y escritos de la Flor R evo luciona- ria del Tr ab aj o, co n tes timonios o ra- les de gente qu e la co n oció , co mo de hecho lo ha cen Los au to re s al e ntre- vistar a María T ila Uribe, hija de Tom ás Uribe Má rqu ez (primo her- man o y co mpañero de luc ha de María C an o). Los a ut ores advierten de e ntrada la intenció n de recons tr uir una parte de la biografía de esta fo rmidable mu jer , evi tand o el peligro de una apología. Si n e mb argo, el peligro sig ue lat e nt e, xime cuando las tr adiciones po pulares tie nd en a miti- ficar a q uienes consideran sus héroes. En cier to sentido las clases po pula - res, para afirmar se, necesit an c rear mitos y héroes, per o éstos pue den 90 convertirse en obstáculos p ara la co mprensión crítica de su pas ad o. D e ello son bien co nscie ntes los investi- gador es del Isma c. El trabaj o de Iv án Marín es un loable esfuer zo en la reconstru cción de la biografía de una mujer que el país co n oce poco pero a la cual le deb e much o. Son los pr ime ro s pa sos, limitados c om o todos, pero impor - tant es en una investigación histórica que los c olombianos debemos cono - cer. Es de e sperar que los obreros utilicen es ta biografía que ha sido pedagó gi camente diseñada para ellos. De esta fo rma que darían satisfechos los anhel os, no sólo del ls ma c, sino pr o bablemente de la mis ma María C an o. MAURICIO ARC HILA N. Excepción a la regla El federalis mo en Antioquia: Aspeclos polí Cicos Luis Ja'Vler Ortiz Mesa Universi dad Nacional de Colo mb ia, secciona! de Medellin, 1985, 119 págs. La c orr i ent e de la his toria regio nal ha venido arrojando frutos que , como éste, demues tran la importancia de frac cionar la investigación del deve- nir na cional a lo aconte c ido en los te rrit orios que comp o njan La re pú- blica en sus primero s os. Es te impulso es, por lo de más, una c on se- cuen cia direc ta de la primera etapa de lo qu e en su moment o se llam ó "la nu e va his toria ", cuyo s logros s ostensibles y publicitados ha an gene- raliza ciones so bre lo naci o nal desde un án gulo en el que la urgen c ia de enco ntr ar lineas expli c ativas globa- les hacía de sdeñar la i mportanci a de RESEIVAS hechos qu e c ontradecían, o al menos ponían en dificultades, la argumen- ta ci ón ce ntral de sus aut ores. A sí., por ejempl o, Alvaro Tirado Mejía , en sus trabajos s obre la hi s- toria del bi partidi s mo aparec id os en el Manual de historia de C olcul t ura, o en Colo mbia h oy, hace hinc ap en la hegemo nía liberal que vivió el gobi erno c entral entre 1849 y 1885, con los i nt e rval os c onservadores de Manuel M. Mallarino y Mariano Ospina Rodríguez entre 1855 y 1861 . Así mis mo , otros autores, como Gerardo Molina, se han c onc e ntrado exclu si vament e en las re fo rmas ad e- lantada s por los g obi e rno s liberales del me dio siglo, s in anotar las di fi- cultades que és tas enc ontraron en c iertas provin cias, en las qu e se gobern ó bajo patrones ideológi cos muy difere nt es. Dividido en tres capítul os, que comienzan co o un detallado y amen o estudio de la revo lución conserva- dora en Anü o quia en 1851 -e n la que los c onservad ores movilizaron muchos c opart idari os y establecie- ron un régimen que a duras penas pasó del de s pertar revolucionario a la derrota en Abej o rral y Ri onegro- ; seguido p or un i lu str ad o a lisis de la forma co mo los con se rvadores, una vez reconquis tad o el po der en 1853, se dedic ar on a es table ce r un mecanis mo abusivo (o hegemóni co, que suena s elegante) de pe rma- nencia en el pod er mediante las elec- ciones (complet a mente controladas ); el libro del pr ofes or Lui s Javier Ort iz termina con una clasificació n de los aspectos poHticos y admin is trati vos que dis tan ci aban definitiv ame nte a liberales y conse rvadores durant e el período es tudiado que, como se ve luego, a la vez plantea y deja por fuera los problema s más pol é mi cos de la obra . Finalmente , la publica- ción termina co n un anexo qu e lleva el número 7 (?)y que no se mencio na en el índice general de la obra . Alrededor de la his toria po Ht ica del siglo pasado podría decir se que la dificultad re side no tant o en soslay ar la importancia de las excepc iones regionales a la re gla nacional , s ino en darle una explic ación debida a es tas s ituaciones atípicas. En ese sentido es que me interesa mirar el trabajo de

Excepción a la regla

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zación de la protagonista. Particu­larmente pienso que esas pocas líneas, consignadas en las páginas 42 y 43, deberían ampl iarse en las futuras investigaciones que se propone el Ismac sobre el tema.

La importancia de M aria Cano en la fo rmación de la clase obrera radica en el liderazgo poHtico que ella ejerció en los años veinte. Pero Maria Cano no fue cualquier Líder socialista del decenio: ¡ella era mujer ! Piénsese que se trataba de una época en donde la mujer estaba excluida totalmente de la política, además de sufrir otras formas de opresión aún hoy en día vigentes. María Cano denunciaba clara­mente esta situación: "Entre nosotros se tiene por norma que la mujer no tiene criterio propio, y que siempre obra por acto reflejo del cura, del padre o del amigo. Creo haber edu­cado Jo suficiente mi criterio para orientarme" (pág. 95). Con su actua­ción concreta, mostrarla efectivamente su independencia como mujer. Por ello su figura alcanza dimensiones especiales para la his toria de la clase obrera colombiana. Sin embargo, en el texto de Marín no encontramos suficiente énfasis en la dimensión de mujer propiamente dicha de Maria Cano.

Un aspecto que queda también por analizar, y escapa, obviamente, de los objetivos que se propuso la inves­tigación del Ismac, es eJ influjo de M aria Cano en la formación de la cultura de los trabajadores. Para ello sed a útil la contrastación de discur­sos y escritos de la F lor Revoluciona­ria del Trabajo, con testimonios ora­les de gente que la conoció, como de hecho lo hacen Los autores al entre­vistar a M aría Tila Uribe, hija de Tomás Uribe M árquez (primo her­mano y compañero de lucha de María Cano).

Los autores advierten de entrada la intención de reconstruir una parte de la biografía de esta fo rmidable mujer, evitando el peligro de una apología. Sin embargo, el peligro sigue latente, máxime cuando las tradiciones populares tienden a miti­ficar a q uienes consideran sus héroes. En cier to sentido las clases popula­res, pa ra afirmarse, necesitan crear mitos y héroes, pero éstos pueden

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convertirse en obstáculos para la comprensión crítica de su pasado. De ello son bien conscientes los investi­gadores del Ismac.

El trabajo de Iván Marín es un loable esfuerzo en la reconstrucción de la biografía de una mujer que el país conoce poco pero a la cual le debe mucho. Son los primeros pasos, limitados como todos, pero impor­tantes en una investigación histórica que los colombianos debemos cono­cer. Es de esperar que los obreros utilicen esta biografía que ha sido pedagógicamente diseñada para ellos. De esta forma quedarían satisfechos los anhelos, no sólo del l smac, sino pro bablemente de la misma María Cano.

MAURI CIO ARCHILA N.

Excepción a la regla

El federalis mo en Antioquia : 1850~1 880 Aspeclos políCicos Luis Ja'Vler Ortiz Mesa Universidad Nacional de Colombia, secciona! de Medellin, 1985, 1 19 págs.

La corriente de la historia regional ha venido arrojando frutos que, como éste, demuestran la importancia de fraccionar la investigación del deve­nir nacional a lo acontecido en los territo rios que componjan La repú­blica en sus primeros años. Este impulso es, por lo demás, una conse­cuencia directa de la primera etapa de lo que en su momento se llamó " la nueva historia", cuyos logros más ostensibles y publicitados hacían gene­ralizaciones sobre lo nacional desde un ángulo en el que la urgencia de encontra r lineas explicativas globa­les hacía desdeñar la importancia de

RESEIVAS

hechos que contradecían, o al menos ponían en dificultades, la argumen­tación central de sus autores.

Así., por ejemplo, Alvaro Tirado Mejía, en sus trabajos sobre la his­toria del bi partidismo aparecidos en el Manual de historia de Colcultura, o en Colombia hoy, hace hincapié en la hegemonía liberal que vivió el gobierno central entre 1849 y 1885, con los intervalos conservadores de Manuel M. Mallarino y Mariano Ospina Rodríguez entre 1855 y 1861 . Así mismo, otros autores, como Gerardo Molina, se han concentrado exclusivamente en las reformas ade­lantadas por los gobiernos li berales del medio siglo, sin anotar las difi­cultades que éstas encontraron en ciertas provincias, en las que se gobernó bajo patrones ideológicos muy diferentes.

Dividido en tres capítulos, que comienzan coo un detallado y ameno estudio de la revolución conserva­dora en Anüoquia en 1851 -en la que los conservadores movilizaron muchos copartidarios y establecie­ron un régimen que a duras penas pasó del despertar revolucionario a la derrota en Abejorral y Rionegro- ; seguido por un ilustrado análisis de la forma como los conservadores, una vez reconquistado el poder en 1853, se dedicaron a establecer un mecanismo abusivo (o hegemónico, que suena más elegante) de perma­nencia en el poder mediante las elec­ciones (completamente controladas); el libro del profesor Luis Javier Ortiz termina con una clasificación de los aspectos poHticos y administrativos que distanciaban definitivamente a liberales y conservadores durante el período estudiado que, como se verá luego, a la vez plantea y deja por fuera los problemas más polémicos de la obra. Finalmente, la publica­ción termina con un anexo que lleva el número 7 (?)y que no se menciona en el índice general de la obra.

Alrededor de la historia poHtica del siglo pasado podría decirse que la dificultad reside no tanto en soslayar la importancia de las excepciones regionales a la regla nacional, sino en darle una explicación debida a estas situaciones atípicas. En ese sentido es que me interesa mirar el trabajo de

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RESENAS

Luis Javie r Ortiz, profesor de la carrera de his toria de la secciona! de Medellín de la Universidad Nacional.

Se trata, sin lugar a dudas, de una obra en la que los hechos están bien historiados. Sin embargo, al lector más suspicaz le queda flotando la pregunta: ¿Qué condiciones posibi­litaron que el Estado de Antioquia fuera contra corriente de la tenden­cia nacional entre 1849-1880, como para sostener en el poder al grupo de conservadores que en el ámbito regio­nal impusieron una hegemonía absolu­tamente contraria? A esto podría responderse de manera circular afir­mando que el federalismo en Colom­bia durante el siglo XIX obedeció a la necesidad de encontrar arreglos regionales para la constitución de bloques de poder de las elites loca­les, que no alcanzaban a formular un proyecto de dominación a escala nacional, como se encuentra, por ejemplo, en el libro de Francisco Leal Buitrago Estado y política en Colombia (caps. U y 111). Pero aun así queda sin despejar el interro­gante de las causas de las diferencias regionales.

En este sentido, aunque el libro del profesor Ortiz Mesa arroja luz y ade­lanta terreno en la búsqueda de esas explicaciones, deja un sabor de frus­tración al no aprovechar el esclareci­miento del contexto regional para enfrentarse a la cuestión más general de proponer tesis sobre la singulari­dad de la historia política antioqueña. Por ejemplo, ¿qué hacía que un Estado que salió perdedor en las guerras civi­les de 1851,1861 y 1876 seacomodara momentáneamente a los dictados de los triunfadores de la guerra, para reconstituir al poco tiempo, los meca­nismos de dominación local de un modo que chocaba frontalmente con­tra dichas imposiciones? Porque así como se habla de la hegemonía liberal del gobierno central a mediados del siglo pasado, podríamos hacer cuen­tas de los años transcurridos bajo una no menos férrea y eficaz hegemonía conservadora en Antioquia entre 1853 y 1862, así como entre 1864 y 1877.

El autor da la impresión de encon­trar un elemento que tendria gran importancia como factor de cohesión del proyecto conservador en las leyes

contra la vagancia dictadas durante estos períodos, y le dedica buena parte del último capítulo a este tema. Sin embargo, la sugerencia de que dichas leyes habrían estado orienta­das a crear una especie de "esclavos blancos'', al emplear esa desafortu­nada conceptualización de Alvaro Restrepo Euse en su Historia de Anrioquia, publicada en 1900, impreg­na él tratamiento del tema de una dosis de desconfianza y exageración .

Desde Juego que la aplicación de Hpenas de concierto" bajo la vigilan­cia de patrones particulares o estata­les implicaba una forma de apropia­ción del trabajo cuyos efectos sobre la colonización de nuevas zonas para el cultivo del café y la ganadería, o para la realización de las obras públicas que requería el Estado, aceleraba la acumulación de capital de las elites antioqueñas; pero de ahí a concederle seriedad a las palabras de Restrepo Euse cuando afirma que: ''Con esta especie de colonos gratuitos, que semejaban esclavos blancos, fueron descuajadas las selvas del río Cauca, y millares de cadáveres fertilizaron este suelo que forma hoy la mejor riqueza de Antioquia", hay mucho trecho. Esta posición es mitigada por la refe­rencia a Roger Brew, quien sostiene, en palabras del autor: .. Quienes impul­saron la colonización, en su mayoría propietarios de tierras y comerciantes de la región antioqueña, se proveye­ron de mano de obra incluso (el subrayado es mío) a través de las leyes contra la vagancia, de gran aplicación en las décadas del 30 al 70 del siglo XIX" (pág. 89).

Quizás buena parte de la explica­ción a las leyes contra la vagancia y la hegemonía conservadora en Antio­quia durante el período del federa­Lismo, resida en el poder y la impor­tancia de la familia . En ese sentido estaríamos a la espera de uno de esos antioqueños guapos y emprendedo­res que se proponga hacer un análisis de la familia antioqueña en el siglo XIX: fértil , prolija, religiosa, labo­riosa, unida, andariega, tradiciona­lista, cerrada y conservadora~ o sim­plemente mistificada ...

En ese sentido el libro de Luis Javier Ortiz resulta ser un buen cami­no de penetración para elaborar un

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HISTORIA

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directorio de esos Pedro Antonio Restrepo, Rafael María Giraldo, José María Gómez H oyos, Pedro J . Berrio, Recaredo de Villa , Julián Vásquez, Juan Crisóstomo Uribe, José María Martínez Pardo, Félix de Villa, Mar­celiano Vélez y tantos otros sobre los cuales deberíamos saber qué hacían, a qué se dedicaban, de dónde deriva­ban su sustento o cómo habían obte­nido sus fortunas cuando no estaban dedicados al honrado arte de la gue­rra, la conspiración y la política. La participación de cada uno de estos y otros protagonistas de la hegemonía conservadora da la impresión de que el partido conservador en Antioquia ya funcionaba con unas claras orga­nizaciones en las poblaciones, muni­cipios y departamentos del Estado, de modo que los lazos que unían a cada uno de estos niveles de la orga­nización partidista se movían muy eficientemente para perpetuar la domi­nación o para prepararse para la gue­rra: conseguir bestias, aperos y hom­bres; reunir pólvora y piedra de chispa; acopiar lanzas, escopetas y fusiles. En otras palabras, el partido conser­vador funcionaba como un meca­nismo electoral que cumplía con los rituales de la democracia: realizar elecciones, garantizar el funcionamien­to de un poder legislativo, o rganizar la policía y las rentas del Estado: todo ello dejando por fuera a los libe­rales . Sin embargo, perdía las gue­rras. Por eso cabría preguntarse por qué tuvo tan poca utilidad para los liberales antioqueños que el gobierno central los apoyara y les diera el triunfo en las guerras de 185 1, 186 1 y 1877 ... puesto que la penetración de la ideología conservado ra, apoyada y reforzada por la Iglesia y los aguerri­dos curas párrocos de la época, suma­das a la es tructura y característica de

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HISTORIA

la familia antioqueña, volvían a colo­car al conservatismo en el poder.

En conclusión, el libro de Luis Javier Ortiz es, a la vez. pionero y abreboca; rescata gran cantidad de información, de la cual necesitába­mos los antioqueños y todos los demás interesados en descubrir un pasado político un tanto difuso o pasado por alto en otras obras (F. Safford, Signi-ficación de los antioqueños en el desa­rrollo económico Colombiano, donde se sostiene que los antioqueños no estuvieron muy interesados en la polí­tica durante el siglo XIX). Sus fuentes van desde la prensa liberal y conser­vadora de la época, hasta los registros electorales y oficiales. Además, cuenta con un completo apoyo de las fuentes secundarias más autorizadas. Tal vez Lo más importante sea su valor didác­tico, aunque desafortunadamente éste tenga que sufrir las ya atávicas limita­ciones de una politica editorial y comercial sin formulación central y cultural alguna.

JORGE ALBERTO RESTREPO R.

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la salvación eterna

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Providencia: Las actividades colonizadoras de los puritanos ingJeses en la isla de Providencia Arthur Percival NewJon Banco de la República, Bogotá, 1985, 301 págs.

La colonización inglesa de los puri­tanos en Massachusetts es el ideal que muchos quisieran que se hubiera repetido en América Hispánica en

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vez del esfuerzo español, condenado con frecuencia como el origen de tan­tos males que se padecen en la socie­dad actual. Este deseo es ilusorio, primero, porque la corriente puri­tana fue la excepción o, si se quiere, la protesta dentro de la colonización inglesa. Y en definitiva~ la diferencia radicaba no en el hecho de ser ingle­ses o españoles, sino en el grado de injerencia que tuvo el capital en las distintas empresas colonizadoras. El trabajo de Newton, que nos brinda la oportunidad de comparar las activi­dades de los puritanos ingleses en Estados Unidos y en la isla colom­biana de Providencia, destruye muchos mitos que se han tejido sobre las supuestas bondades de la coloni­zación inglesa en el trópico.

El libro narra la vida de la colonia puritana desde sus antecedentes y su fundación, en 1629, hasta la defini­tiva destrucción, en 1641 , a manos de las fuerzas militares españolas. Toda la obra constituye la referencia indis­pensable para este tema, pero sin lugar a dudas la parte más intere­sante es la primera, que comprende los años 1629-1635 (capítulos 1 a VIII) , cuando se llevó a cabo el único intento de crear una sociedad ideal en la convulsionada zona del Caribe colonial.

Los objetivos en Providencia eran los mismos que en Massachusetts:· "sentar las bases de un monumento eterno y glorioso representado en la propagación de la verdadera religión'' (pág. 1 O 1 ). La isla cumplía la función de ser un refugio para los puritanos que eran perseguidos en Inglaterra. Según la disponibilidad de viajes, algunos iban a Massachusetts, otros a Providencia, pero todos eran de la misma composición social y motiva­dos por el fervoroso deseo de perte­necer a "una sociedad ordenada de acuerdo con los dictados de religión y gobernada con justicia y equidad, pero basada en el más rígido modelo puritano'' (pág. 103).

El modelo puritano no toleraba ninguna otra creencia espiritual, a pesar de haber sufrido 1~ persecuqión religiosa en Inglaterra. El trabajo honrado del individuo y su familia era exaltado eomo la máxima obli­gación. Trabajar y rezar, he ahí las

RESEÑAS

dos funciones del puritano, que no podía dejarse arrastrar por distrac­ciones: los bailes mixtos estaban prohibidos, y cuando llegaron a Pro­videncia mesas de juego, dados y car­tas, todo fue quemado públicamente. Las numerosísimas referencias al vino en la Biblia impedían prohibir el con­sumo de bebidas alcohólicas, pero un control riguroso limitaba sus ventas a mínimas cantidades y solamente en ocasiones especiales. Sobra decir que se ejercía una vigilancia permanente sobre la moral y las costumbres de todos los individuos en la isla, y que cualquier comportamiento que se des­viaba de las normas puritanas aca­rreaba rápidos c~ti,gos, que llegaban hasta la expulsión o la ejecución.

La Compañía de la isla de Provi­dencia, promotora de la fundación de esta segunda colonia puritana, podía sentirse orgullosa de haber establecido en.el Caribe una copia de la que existía en Massachusetts. Pero hab~a una diferencia fundamental que desde la misma fundación, en 1629, empezó a traer resultados muy distintos: mientras que Mas~achusetts fue obra de familias puritanas cuyo único recurso era su propio trabajo, Providencia juntaba las dos metas contradictorias de querer ser una sociedad ideal y al mismo tiempo una inversión rentable. En efecto, los puritanos que habían invertido capi­tales en la empresa esperaban y exi­gían que la isla produjera jugosas uti­lidades. El hecho de estar situada Providencia en una zona tropical y entre colonias españolas ejerció también alguna influencia, pero la explicación decisiva para el desen­volvimiento divergente entre Massa­chusetts y la isla del Caribe la encon­tramos en la presencia del capital mercantil.

A los inmigrante-s puritanos rasos los movía un sincero fervor religioso y actuaban con la más escrupulosa honradez, pero los representantes de la Compañía.en la isla sabían que su permanencia en los cargos directivos dep~ndia de las utilid~des que remi­tían a Londres. Los suelos de Provi­dencia, complementados con la pe_sca, bastaban para dar un sustento abun­dante par~ la pequeña y labotiosa población puritana, ·pera no había l'a