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 INTRODUCCION Mi propósito es abordar el concepto de exilio un pa- s o m ás allá de sus estructuras históricas y colectivas. o s estudios sobre el exilio se centran, con bastante propie- dad, sobre la historia de un traslado geogr áfi co. a s cir- cunstancias políticas de la emigración, el destino demo- gráfico y económico del grupo desheredado, y el trabajo realizado e n distintos países por individuos separados de su tierra natal, todo esto forma parte de los primeros te- mas de investigación. Una vez qu e tiene lugar la ruptura territorial, sin embargo, una segunda dimensión se des- pliega y plantea cuestiones no .menos dignas de consi- deración. La separación del país de uno significa algo más que la falta de contacto físico con la tierra y los edi- ficios s también un conjunto de sentimientos y creen- cias que aislan de la mayoría al grupo expulsado. Una vez que reconocemos que el exilio es una condición mental más que material, q ue aleja a unas gentes d e otras gentes y de su manera de vivir, entonces queda de finir la naturaleza de esta separación, no como un des pegue unlateral, sino com o algo más profundo. La es cisión es una relación recíproca; el separar a un segmen- to de la población del resto de ella es también dejar al segmento m ás grande separado del pequeño. La cuestión qu e estoy planteando es la de s i las es tructuras inte rnas del exilio son lasfundamentdes,siendo

Exilio y Exilio Interior-Paul Ilie

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Introducción y Capítulo primero

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  • INTRODUCCION

    Mi propsito es abordar el concepto de exilio un pa- s o ms all d e sus estructuras histricas y colectivas. Los estudios sobre el exilio se centran, con bastante propie- dad, sobre la historia de un traslado geogrfico. Las cir- cunstancias polticas de la emigracin, el destino demo- grfico y econmico del grupo desheredado, y el trabajo realizado en distintos pases por individuos separados d e su tierra natal, todo esto forma parte de los primeros te- mas de investigacin. Una vez que tiene lugar la ruptura territorial, sin embargo, una segunda dimensin se des- pliega y plantea cuestiones no .menos dignas de consi- deracin. La separacin del pas de uno significa algo ms que la falta de contacto fsico con la tierra y los edi- ficios Es tambin un conjunto de sentimientos y creen- cias que aislan de la mayora al grupo expulsado. Una vez que reconocemos que' el exilio es una condicin mental ms que material, que aleja a unas gentes de otras gentes y d e su manera de vivir, entonces queda de- finir la naturaleza de esta separacin, no como un des- pegue unlateral, sino como algo ms profundo. La es- cisin es una relacin recproca; el separar a un segmen- t o de la poblacin del resto de ella es tambin dejar al segmento ms grande separado del pequeo.

    La cuestin que estoy planteando es la de si las es- tructuras internas del exilio son lasfundamentdes,siendo

  • la localizacin geogrfica de una importancia secundaria. ;No hay nada aparte de la incomunicacin territorial con la propia tierra, ni aislamiento interno en la patria que llene el exilio, a ambos lados de la grieta, de sus esenciales contenidos intelectuales y espirituales? Si el exilio manifiesta una psicologa y tica propias, ;ema- nan estas manifestaciones necesariamente slo de la se- paracin fsica? Yo afirmara que el exilio es un estado de nimo cuyas emociones y valores responden a la se- paracin y ruptura como condiciones en s mismas. Vi- vir aparte es adherirse a unos valores que estn separados de los valores predominantes; aquel que percibe esta di- ferencia moral y que responde a ella emocionalmente vive en exilio.

    As, un ciudadaii puede experimentar descontento respecto a la mayor&, incluso aunque est viviendo en su seno. Su exilio se ' a m e j a , en su morfologa interna, a la dimensin psicomoral del emigrado. Adems, una poblacin residente vive en exilio respecto del segmento expulsado tanto como este ltimo respectd del primero. Efectivamente, rara vez una emigracin deja a una nacin completamente vaca de las gentes polticamente des- contentas. En el xodo espaol de 1939, muchos ciuda- danos que permanecieron atrs compartieron la margi- nacin, la separacin y la sensacin general de prdida respecto a su tierra natal que experimentaron los que de- jaron el territorio.

    Las historias externas de las emigraciones han reci- bido una atencin exhaustiva (1). Bastara una ojeada a la bibliografa del caso concreto de Espaa en 1939 pa- ra caracterizar nuestro conocimiento de gran cantidad de casos. Existe una abundante informacin relativa a los siguientes hechos: el xodo republicano; el destino de diversos grupos emigrados en distintas actividades culturales, econmicas y polticas; las circunstancias de las sucesivas emigraciones durante el periodo de dicta- dura franquista; las obras intelectuales y literarias de determinados emigrantes. Todas las versiones histricas, cosa que no debe sorprender, dan testimonio del tema

    en trminos de salida de la tierra natal seguida de expe- riencias forzadas en pases extranjeros, experiencias esta- blecidas sobre las razones de la derrota y posterior dis- persin.

    ;Esto es todo lo que hay respecto del exilio? Pocos habr que pretendan que el tema se agota con las cir- cunstancias externas de un trasplante material a otras tierras. Tambin se debe dar cuenta de los factores sub- jetivos, emocionales y conceptuales, presentes en la sen- sibilidad del exilio. De nuevo en este caso, los investiga- dores han sealado las caractersticas psicolgicas de la vida en emigracin, tanto respecto a sentimientos como a pensamientos sistematizados. Y una vez ms la defini- cin que se da de exilio recalca su escisin geogrfica enmarcada en la esfera de la creatividad en territorio ex- tranjero. Apenas nadie se ha preguntado por el hueco dejado por el xodo, por las repercusiones que tuvo so- bre los ciudadanos que compartan los valores de los emigrados, pero que hubieron de permanecer en su patria.

    El tema del exilio se ve complicado a veces por otros tipos de emigracin, de motivos ms econmicos que polticos. Entre los ms dramticos se encuentra la sali- da de millones de trabajadores espaoles en busca de . empleo en el extranjero. Socilogos e historiadores de la economa conocen bien este fenmeno, pero no se han preguntado si tal salida afect tambin al conoci- miento de la poblacin que rodeaba a los emigrados. Y cuando estos trabajadores vuelven, ;se desvanecen de pronto los estigmas de la separacin, o ms bien ocurre que los emigrantes vueltos a su tierra se sienten "distin- tos" de sus camaradas? En realidad, dado que muchos otros millones en las mismas circunstancias escogieron no emigrar, ;no ser la emigracin una eleccin llevada a cabo por ciudadanos que ya albergaban una tendencia al exilio, y por razones de peso? La historiografa exter- na no suele abordar estos problemas, dado su carcter cualitativo y subjetivo. Sin embargo, al tratarlos con- templamos un dominio nico de inters psicolgico y cultural, en el que la separacin de individuos de su na-

  • cin puede adoptar multitud de formas: separacin vo- luntaria, expulsn, autoexclusin temporal, separacin, marginalidati, desplazamiento fuera del centro, etc.

    El paradigma de la mayora de los exilios -es mi su- gerencia- comprende algo ms que los grupos adyacen- tes de emigrados tras la catstrofe, junto con una gene- racin ms joven de rdugiados econmicos del sistema represivo- En la tipificacin que ofrece el exilio espaol, muchos republicanos huyeron de Espaa en 1939, pero muchos ms siguieron viviendo all; si numerosos traba- jadores e intelectuales emigramn en los aos 50 y 60, fueron incontables quienes, con similares motivos, no lo hicieron. A cada ruptura que tena por vehculo la emigracin, correspondieron con creces traslados por motivos laborales de4nas regiones a otras, y formas an ms sutiles de desarraigo interno : prisin, clandestinidad poltica, ostracismo h n m i c o , escisin moral por parte de una sociedad triunfalista, repatriacin carente de ilu- siones, y todava otras formas bien conocidas para el marginado. Estos componentes evasivos del paradigma exjlico indican interesantes reas de investigacin inter- pretativa a filsofos y crticos literarios, ahora que los hechos internos han sido establecidos.

    Mi enfoque de estos temas puede ser formulado en dos proposiciones. Primera, puede decirse que existe una relacin bilateral entre la emigracin y la brecha que abre en la nacin. El ciudadano ausente deja un vaco, pero la masa que rodea al vaco permanece y debe reac- cionar. En ambas direcciones ha tenido lugar una ptiva- cin, porque mientras el segmento extirpado est te- rritorialmente exiliado de la tierra natal, la poblacin re- sidente se ve reducida al exiiio interior. Cada segmento est incompleto y ausente del otro.

    La segunda proposicin se deriva de la necesidad que tiene el exilio residencial o interior de remodelarse y lle- nar la forma ausente. Los mecanismos y consecuencias de este proceso de adquisicin de una nueva forma tien- den o bien a apoyar la cultura franquista o bien a recha- zarla. La cultura vencedora - e n este caso, el franquismo-

    busca compensar el segmento perdido mediante su auto- suficiencia, que lleva a cabo negando el valor de lo que se ha perdido ("la anti-Espaa"). Ms all de este centro exclusionicta se halla la periferia marginada en la que los ciudadanos, por diversas razones, deciden conservar su residencia incluso sin beneficiarse de los frutos de la or- todoxia establecida. Las tendencias de ambos segmen- tos, centrpeta y centrfuga, ejercen su interaccin den- tro de las mismas fronteras geogrficas, del mismo entor- no nacional, y las mismas privaciones. Y en consecuen- cia constituyen y funcionan como un solo enraizamiento cultural ("la Eopaa solariegaw), a pesar de sus antago- nismos, a diferencia de la entidad culturd ausente ("la Espaiia peregrina"). Pero dentro de la cultura del pas, sigue permaneciendo la otra distincin entre los seg- mentos ortodoxos y disidentes, divisin que puede ser descrita en otros trminos pero que siempre exhibe las incompatibilidades de una ruptura original ms amplia.

    Hablando con propiedad, pues, mi terminologa ten- dra que hacer la diferenciacin entre exilio " " d e n - cial", que afecta a la totalidad de la poblacin de la Es- paa peninsular en lo que se refiere a emigrados y emi- grantes, y el exilio "interior", limitado a los sectores descontentos dentro de esa poblacin en relacin con esa cultura oficial. No obstante, no voy a adherirme a esa distincin de modo muy d r i c t o en los captulos in- mediatos. Una razn es que hay algunas implicaciones y pasos ocasionales de un campo geogrfico al otro. Otra es que cualquier esfuerzo que yo pueda hacer para trazar unas lneas dramticamente claras, incluso si esto fuera posible, requerira ms de una digresin sobre la historia intelectual.

    Mi inters en este estudio radica en la relacin mis- ma, tal y como la describen las dos proposiciones, y especialmente en el hecho d e que la relacin entre el exilio exterior e interior se duplica dentro del exilio interior. En este punto comienza el papel esencial de la literatura imaginativa y otras formas de escritura-seria. Estas fuentes confirmarn la mayor parte del anlisis

  • que se puede desarrollar sobre el tema. Para cualquier lector familiarizado con la literatura espaola de la pos- guerra, debera estar claro intuitivamente que un seg- mento turbulento de la poblacin residente manifiesta su desafeccin de la cultura franquista. Este segmento comparte las motivaciones que hay tras la emigracin a pecar de no haber emigrado, y sus pautas psicolgicas compartidas formarn parte del material que me pro- pongo discutir explcitamente en los captulos siguien- tes. A pesar de todo,mi discusin tratar de interesar a todos los lectores cultos que crean que el tema del exilio es absorbente tanto en su vertiente literaria como en la humana, y que deseen adaptar mis formulaciones sobre evidencias literarias y modelos analticos.

    As pues, mi propsito no es repetir la abundante informacin objetiva que se halla a disposicin de todos, y ttm centrada en 14descripcin de las penas que afligie- ron a un selecto grupo de exiliados, cuya energa demo- cratizadora y vigor intelectual se reconcentr en un de- signio gigantesco de actividades, perdido para la madre patria. En vez de ello, mi plan es tomar ocasionalmente prstamos de los estudios existentes y de varios ensayos claves, escritos por los mismos emigrados, que servirn de contra-modelos para mi propia descripcin de la sensi- bilidad exlica. El crecimiento acelerado de la investiga- cin sobre el exilio en Espaa despus de la muerte de Franco en 1975, paralelamente a la urgencia que marca el flujo torrencial de investigacin histrica en otras reas de la vida espaola contempornea, da idea de un empeo ansioso por recuperar el pasado. Efectivamente, durante treinta y cinco aos los espaoles han estado en exilio respecto a su propia vida nacional, una vida renacida en la Repblica de 1931, diezmada por la gue- rra civil y posteriores emigraciones, y parcialmente ocul- tada por la censura y la historiograf a oficial. Mi propio estudio enfoca su exilio con categoras conceptuales y tambin marcos intuitivos que confo hagan visibles las percepciones inherentes en esa sociedad reprimida. A otro nivel, mi investigacin probar el dolor que agujere

    a Espaa, el cuerpo colectivo de sentimientos, lejos as de identificarlos slo en las formas evasivas canta- das o narradas por los poetas y novelistas que quedaron detrs.

    Al buscar las actitudes intelectuales y emocionales que caracterizan al exilio interior. me doy cuenta de que en el transcurso de la discusin tienen que surgir proble- mas de enjuiciamiento y de evidencia vlida. Pondr de relieve muchos de estos aspectos metodolgicos, pero sin intentar sistematizar en exceso mis interpretaciones, ni mucho meiios adelantar una teora del exilio. De ma- nera seniejanlc.. los lmites en la documentacin deben tenerse en cuenta, no solamente porque ya hay tantsi- ma informacin, sino por la razn obvia de que los ejem- plos textuales exhaustivos pertenecen a la historia litera- ria, y mi objetivo aqu no es ese. En vez de eso propon- go identificar los componentes axiolgicos y psicol~gicos de una estructura mental comn a muchas sociedades, autoritarias y de otro tipo. Esto significa describir los modelos de pensamiento y de respuesta entre los resi- dentes alienados de una cultura, que pongo como mo- delo, y estos discretos proscritos demostrarn ciertos rasgos caractersticos que se pueden considerar homlo- gos al exilio de los emigrados. Desde luego, este enfoque se basa en la hiptesis de que la literatura constituye una importante expresin de pensamiento y de respuesta dentro de una cultura determinada. De hecho, se ha lle- gado a decir que la literatura es la voz de la cultura ha- blando consigo misma. Al aceptar este axioma, debo evi- tar, y de hecho evitar, la terminologa usual en las ciencias sociales, y tratar de buscar, en trminos huma- nsticos, los valores y los sentimientos de un exilio que no se puede cuantificar, quizs la enfermedad ms fun- damental de las civilizaciones, y que tiene un claro ejem- plo en la sociedad dictatorial espaola que se extendi desde 1939 hasta 1975.

  • CAPITULO I

    HISTORIA Y SEMANTICA DEL EXILIO

    El exdio es uno de los primeros fenmenos en la his- toria de la condicin social del hombre. Los griegos lo practicaban en la modaiidad del ostracismo, UM tos- tumbre basada en votaciones secretas que decidan si el ciudadano deba ser desterrado. Por eso el origen del exilio involuntario ofrece una irnica leccin a los obser- vadores de las sociedades represivas que provocan el exilio! no fue la justicia ni la persecucin, sino un proce- so democrtico lo que determin la primera imposicin de residencia y expatriacin,. Por lo tanto, la palabra " e ~ o n tiene implicaciones negativas. Dado que mi in- ters radica en el modelo ofrecido por el contexto espa- ol, contexto marcado por su sufrimiento y fealdad, d e la pena recordar la perspectiva equilibrada ofrecida por Paul Tabori sobre la historia universal del exilio. Es "la historia dei Buen Samaritano y del horno homini lupus combinados; una historia de compasin y de caridad que corre pareja con la inhumana crueldad del hombre para el hombre" (1). Traducido a trminos actuales, la opi- nin de la mayora llama la atencin sobre los ininten- cionados beneficios que se derivaron del desarraigo: la hospitalidad que se despert en el pas anfitrin no infe- rior a su hostilidad; la contribucin llevada a cabo por

  • los emigrados a la vida literaria e intelectual de la nueva patria.

    Al buscar un enfoque equilibrado, Tabori nos re- cuerda el vnculo inmemorial entre exilio y conducta humana, vnculo patente en lo que conocemos de histo- ria espaola, y quizs de otros lugares: algunassociedades primitivas practicaban la expulsin y que ciertas especies del reino animal, como los conejos, matan a miembros de aspecto distinto. Pero incluso si seguimos sus pasos re- trocediendo en la historia y hacemos una pausa hacia el ao 2000 a.J.C. en el cuento en papiro de Sinuh, el pri- mer caso de exilio registrado, vislumbramos un compo- nente necesario del moderno desarraigo. El acto de echar a sus semejantes y el sentido de obligacin perso- nal de emigrar estn ambos arraigados, al parecer desde el origen, en los princi'pios fundamentales de ciertas na- ciones. La crnica buena de todas las naciones tam- bin ha sido citada pos todos los estudios religiosos y literarios -los judos, los puritanos, Ovidio, Dante, Vol- taire y as sucesivamente. La experiencia espagola, desde el Conde Julin en el siglo VII, y del Cid en el siglo XI, a travs de los siglos, ha sido ampliamente tratada por Juan Goytisolo y Vicente Llorns, entre otros.

    ' Dado el contenido mltiple del fenmeno del exilio, el hispanista puede aprovecharse de la rigurosa atencin que le presta Tabori a sus variaciones semnticas. El emi- grante o emigrado es una denominacin frecuentemente asociada a las salidas de principios de la poca moderna y anteriores al siglo XX; el refugiado, la persona despla- zada ("P.D."), y los "fugitivos de la injusticia" evocan los trastornos derivados de la segunda guerra mundial; los buscadores d e asilo no se hallan reconocidos en los protocolos, y generalmente tienen que pedir una opor- tunidad de supervivencia y asimilacin. En el vocabula- rio de Tabori, el refugiado, o bien no tiene nacionalidad o bien se le identifica por su miedo a permanecer bajo la proteccin normal de su pas, y por su negativa a que- darse. El exiliado significando una individualidad a di- ferencia de una condicin- es una persona forzada a

    abandonar su pas o a permanecer fuera de su lmites por miedo a persecuciones, pero, a pesar de todo, una persona que espera regresar cuando las circunstancias lo permitan.

    Estas diferencias lxicas y substantivas se ven com- plicadas por la terminologa espaola, que incluye deste- rrados, exiliados, emigrados, transterrados, peregrinos, despatriados, y transplantados. Cualquier mrito que pueda haber en ser partidario de estas distinciones, o por el contrario, en embarcarse en un estudio filolgico de su sinonimia relativa, tal esfuerzo no ser de ninguna ayuda para mis argumentos en este caso. Me propongo ofrecer interpretaciones relacionadas con la literatura y el exilio, una discusin en la que la palabra "exiliado" debe aparecer tantas veces como la pura conveniencia me fuerce a utilizar tantos sinnimos como puedan ha- llarse a fin d e conservar una apariencia de estilo crtico. No slo la historia poltica del exilio territorial ser se- cundaria para mis propsitos, y quiz por eso perdonan- do una cierta negligencia en los trminos, sino que mi tesis intentar reunir xodo y residencia en una ms am- plia y general experiencia exilica cuya estructura central admite todas las formas de migracin, fsica y psicolgi- ca, espacial y emocional, externa .e interna. Esta estrate- gia debe por supuesto reconocer la diferencia entre el exilio territorial y el exilio interior o espiritual, pero tambin hallar ms til un vocabulario que encubra dis- tinciones entre, digamos "emigrado", "exiliado", y "re- fugiado" a fin de hacer hincapi cobre la separacin res- pecto del centro que toda condicin de marginalidad, falta de integracin y alienacin tienen en comn.

    La semntica, sin embargo, tendr que preocupamos de otra manera. El trmino "exiliado" se convirti, du- rante la dictadura franquista, en una palabra en clave que evocaba asociaciones contradictorias. Usada normal- mente, connotaba guerra y poltica refirindose, prime- ro, al xodo republicano de 1939, y despus, o bien a la oposicin poltica o bien al olvido. Pero en la criptogra- f a de los significados a medias palabras, "exiliado" des-

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  • encadenaba un conjunto de connotaciones subsiguien- tes que funcionaban segn cmo se considerara la guerra civil. En el espritu de los vencedores, agnificaba trai- cin, y la impresin de que los emigrados ya no eran ver- daderos espaoles. Este punto de vista mezclaba senti- mientos de hostilidad y desprecio con indiferencia, y sigui creyendo que la ausencia era permanente y sin ningn impacto en el futuro de Espaa. En el espritu de los derrotados, "exiliado" significaba campos de de- tencin franceses, sufrimientos fsicos como refugiados, injusticia mientras se afincaban de nuevo, o repatriacin despus de la guerra. Entre el grupo de los vencidos el exlio signific, para los emigrados proletarios, una nue- va vida y la probabilidad de que sus hijos lograran una total asimilacin, Para los intelectuales, signific ser tes- tigos de cmo una energa transplantada continu flo- reciendo, y conocer Ndolor de ser invisibles para la Es- paa residencial.

    En resumen, la Espaa franquista se horroriz de la mancha del exilio y declar tab la importacin de sus publicaciones. La Espaa republicana se desvaneci en el recuerdo y sus partidarios se alejaron mentalmente de la realidad geogrfica. Hasta los aos sesenta, la mayora de los emigrados se negaron a visitar la Pennsula, y a cambio, la Espaa oficial evit mencionar pblicamente los nombres de las celebridades exiliadas. Mientras que algunos exiliados se agitaban contra el rgimen, todos se vieron perjudicados por su agresividad ante los ojos de los nuevos patriotas, que creyeron en la propaganda del rgimen y confundieron la parte con el todo. Finalmen- te, el trmino "exiliado" signific para los emigrados una percepcin ambigua de su mndicin, a la vez tem- poral e irrevocable. Ansiaban regresar de nuevo a casa y nunca dudaron de la legitimidad de su reivindicacin de participar en una futura Espaa democrtica. Pero sa- ban, como tal vez los espaoles residentes no lo supie- ran tan bien, que ni los exiliados ni el pas seran nunca los mismos.

    Estas implicaciones fueron ciertas sobre todo durante

    los aos cuarenta y cincuenta. Desde entonces el pro- blema vino a complicarse con otras fonnasdeseparacin. Finalizando la dcada de los cincuenta una segunda ge- neracin de jvenes escritores, as como trabajadores es- aol les de todas las edades empezaron a marcharse. El hecho de que el exilio difiera de otras fonnas voluntarias de emigracin indica la importante distincin entre los motivos poiticos y econmicos. A primera vista la dife- rencia parece crucial. La etimologa de exilio, del latn solire, "saltar", evoca la naturaleza agresiva del acto: echar fuera, desterrar, provocar un salto forzado desde el propio hogar o el propio pas; y por extensin el de una persona que es expulsada por una autoridad. Pero jcmo podemos separar la segunda oleada migratoria de las condiciones dictatoriales que la provocaron? Las presiones del desempleo y la censura suscitaron descon- tentos semejantes a los que conocieron los republicanos. Adems de los exiliados que se vieron forzados a huir temiendo por su vida, tanto el grupo voluntario como el involuntario compartieron la misma orientacin con res- pecto a la dictadura, aunque el trauma de la partida va- riaba considerablemente. Por eso, la distincin entre las emigraciones basada en la b-uena voluntad, parece forzada.

    Hay una razn todava ms importante para conside- rar todos los exilios del perodo franquista como un rna- crofenmeno. Las implicaciones pscolgicas de la sepa- racin tienen un inters mayor que su causa momentnea, porque los sentimientos duran o evolucionan y consti- tuyen la esencia de la experiencia exilica a ambos lados de la separacin. Una vida edificada cobre la escisin, de- ja las mismas cicatrices ya sea por xodo involuntario o por emigracin detiberada. Por lo que respecta a la na- cin y sus heridas, queda daada por la prdida de sus ciudadanos activos sin que cuente de qu manera los pierde. La semejanza se hace ms acentuada en un enfo- que que tenga en cuenta la filologa: la palabra espao- la exilio es un galicismo moderno en vez del trmino an- tiguo destierro, literalmente, un traslado desde la propia

  • tierra, y por lo tanto un desplazamiento obligatorio que pone el acento sobre la "aterritorialidad" de lasituacin. La misma desvinculacin respecto a las prerrogativas na- cionales se anuncia en el ttulo de la novela Juan sin tie- rra (1975), del autoexiliado Juan Goytisolo, en la que la prdida poltica y cultural llega al extremo de abando- nar la lengua nativa.

    El dao psicolgico y cultural sufrido a ambos lados de la frontera est pobremente expresado por un voca- bulario diferenciado. La convergente semntica del exi- lio al nivel ms profundo describe a la mayora de los emigrados en una dislocacin comn respecto de Espaa y de s mismos sin tener en cuenta si se marcharon en los primeros tiempos de la era franquista o ms tarde. Y el tener o no tener 1a.opcin de regresar tenia poco efec- to sobre las mutaciones causadas por el tiempo, que no permaneci inmvil h$ para el individuo ni para los his- toriadores elegir el trmino exiliado para contextos pol- ticos, emigrado para contextos personales y econmicos, y transterrado -una invencin de Jos Gaos adoptada por Max Aub y por otros- para el contexto filosfico de lealtad a la propia tierra espiritual: la propia lengua. Tales usos nos recuerdan que los matices del trmino "exiliado" se multiplicaron despus de 1960, y que un cuidadoso estudio de cada etapa semntica antes y des- pus est esperando todava a algn diligente erudito.

    La tarea en s de estudiar las frecuencias semnticas puede arrojar una luz sobre e1 estado conceptual de las costumbres en un determinado periodo histrico. Y has- ta puede describir la evolucin de actitudes a lo largo de una dictadura de cuarenta aos. Por ejemplo, el contex- t o y las veces que aparece la palabra "exilio" en los aos cuarenta puede compararse con su empleo en los aos cincuenta. La evocacin en ellos de la derrotada Rep- blica podra ser contrastada con la frase "la Espaa pere- grina", inventada por el exiliado Jos Bergamn y adap- tada en Espaa por la burocracia franquista en los aos sesenta durante una campaa para rehabilitar a los ex- patriados. Las modificaciones personales de Bergam n

    de la palabra "peregrino", tienen que ser comparadas con ciertas condiciones, desde 1960 en adelante, es de- cir, cuando el plan de estabilizacin del rgimen empez a dar resultados -condiciones tales como redescubrir a 10s escritores proscritos, como Garca Lorca y Hernn- dez y la mencin cada vez ms frecuente en la prensa es- paola de los escritores exiliados. Podra hacerse un fas- cinante estudio de las referencias periodsticas a Picasso y a Casals desde 1945 en adelante: las opiniones de estas figuras simblicas que rehusaron regresar a Espaa en vida de Franco, la fecha exacta en que se las reclam corno parte de una herencia perdida y las razones por las que su "espaolidad" se exiga de una manera tan posesiva.

    El problema de cmo esta historia semntica tiene que ver con las implicaciones psicolgicas del exilio pue- de expresarse de otra manera. Que circunstancias, a mediados de los aos sesenta, permitieron a la palabra "exiliado" ganar tolerancia o simpata en primer lugar, y despus respetabilidad,~ de qu manera se hallaban re- lacionadas estas circunstancias con acontecimientos tales como el callado regreso de los emigrados, no solamente de visita, sino para comprar apartamentos, y en el caso de los escritores el volver a publicar sus libros para un pblico espaol? El regreso del exilio, de los comunistas Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri, una idea impensa- ble despus de la muerte de Franco en 1975 e incluso despus del Decreto de Amnista en el verano de 1976, se hizo posible solamente por la fuerza lgica de los acontecimientos polticos? o haba existido un clima de opinin distinto durante un largo periodo, que hizo muy probable lo impensable? (2). En otras palabras, es una visin muy superficial la que mira el primer ao del reinado de Juan Carlos en 1976 como el final del exilio, el ao en el que figuras de renombre como Madariaga y Snchez Albornoz regresaron para recibir todos los ho- nores, incluyendo la admisin en la Real Academia, y en el que Guilln gan el Premio Cervantes. Tras la re-

  • vio nacer ilustra lo que Tabori llamaba "bacillicus emi- presentacin de Adef- graticusW, el virus de la del pas cuya wkn-

    Casar- m jefe de tia vara segn la edad de la partida de cada uno. igual C s s a r e s B u i r o g a , s e ~ u que otras caracCer&,icas del exilio, no se limitaea con- menos espectaculares que rse remmkron a - jcuido?- a la primera representacin de una obra de teatro de diciones geogrficas previas. Loma, Yerma, en lWI?

    Tras 1a historia conceptud.de1 exilio hay un desano- Ilo psicolgico colectivo. Una atmosfera en evolucin condiciona actitudes y decisiones futuras. h resultados de esta preparacin se hicieron patentes hacia 1977, un ao en el que la transicin democrtica estaba decidida- mente en camino, y en el que las implicaciones del tr- mmo AAexiliado" se haban transformado considerable- mente. Tres ejemplos con un nuevo matiz bastarn. En un estudio sobre ~cr'&isis del estodo franquista, los pm- faores Esteban y &$pez Guerra, describan e1 d a d o enclave intelectual de'f 970 como viviendo "condenado al exilio interior" (3). Un vida cultural utilizaba la frase de "emigrantes de la c tura espada" refirindose a los hombres de edad q regresaban a una Espaiia irreconocible que les resulta extraa; el artculo reservaba el trmino "exiados en interior" para los escritores espaoles que no se fuero nunca y que haban descrito la redidad viviente ms

    h tres cssos hacen hin Espaa residente, sin d haba tennmado desde el mpacto psicdgico

    terior. La nostlgica imagen del