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Ficha de cátedra: RADICALISMO y DÉCADA INFAME Somos una Argentina Colonial: queremos ser una Argentina Libre.” Manifiesto fundacional de FORJA, 29 de junio de 1935. Hemos visto cómo se construyeron los elementos del Estado Moderno argentino en relación de dependencia con el imperialismo británico, mediante la hegemonía oligárquica y a partir de la inserción de nuestro país en la división internacional del trabajo. Así, sostuvimos que a partir de 1880 se consolidó el poder con la constitución del Ejército profesional cuyo debut de fuego fueron las campañas genocidas de las poblaciones originarias patagónicas, que -sumado al exterminio de los pueblos nativos del norte así como el sofocamiento de los caudillos y las montoneras federales- permitió consolidar el elemento territorial. Asimismo, concluimos que la población exterminada que resistía al modelo pretendido por la oligarquía, fue sustituida por inmigración europea, para cuya homogeneización –tanto entre ellos así como con los pueblos originarios que quedaron y los que provenían del pasado hispánico- se masificó la escolarización con el objeto de “hacer” argentinos, tarea que fue terminada con la instauración de la historia oficial, que niega todo pasado suramericano para reducirlo a la estrecha senda porteñocéntrica y a los próceres de la oligarquía. Ahora bien, el desarrollo de ese modelo agroexportador generó también sus propias crisis, tanto a nivel nacional como internacional. Cuando hablamos de crisis nos referimos a que es el sistema – tomando la idea marxista- el que genera su propio germen de destrucción o su propio enterrador, para decirlo más gráficamente. Con esto queremos decir que es el propio sistema el que produce a aquel que lo cuestiona, dado que muchos de los hijos de aquellos inmigrantes son de hecho los que empiezan a reclamar, partiendo de considerarse argentinos –fin buscado por la escuela- el hecho de decidir quién los gobierna en tanto argentinos. A ellos se deben sumar otros sectores que incluso tenían alguna porción -aunque mínima- de tierras, y que conjuntamente con aquellos son los que comienzan a discutir la cuestión del poder. En efecto, el radicalismo se compuso mayoritariamente de aquellos sectores que se produjeron por la propia estructuración económica de la oligarquía, pues el modelo agroexportador necesitaba de instancias profesionales, burocracia y sobre todo, de servicios que nacieron al calor de esa estructura, pero que no eran ni los propietarios de las grandes extensiones de tierra ni los peones de campo. Con los ferrocarriles ello se ve en forma clara. Esos sectores –podríamos decir- populares en tanto subalternos a las elites que hasta entonces manejaban el país aunque con preponderancia de sectores medios, empiezan a reclamar para sí el ejercicio del gobierno, querían ser parte de la discusión política. Por su parte, la oligarquía se encuentra por entonces temerosa de los niveles de organización de los trabajadores europeos –sobre todo por la experiencia de la Revolución Rusa- aunque ello no tuviera un correlato real con el nivel de organización que existía efectivamente en estas latitudes. Pues esa mano de obra que el modelo oligárquico necesitaba y para cuyo fin impulsó la inmigración europea, eran peligrosos en tanto venían con experiencia en la lucha de los trabajadores anarquistas, socialistas y comunistas en Europa. En consecuencia, ese temor es el que impulsa al sector más lúcido de la oligarquía –comandado por Roque Sáenz Peña- a hacer algunas concesiones, como la de la ley que lleva su nombre relativa al sufragio, para utilizarlo como una especie de válvula de escape al conflicto social.

Ficha de cátedra: RADICALISMO y DÉCADA INFAME · Ficha de cátedra: RADICALISMO y DÉCADA INFAME ... Ahora bien, el desarrollo de ese modelo agroexportador generó también sus

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Ficha de cátedra: RADICALISMO y DÉCADA INFAME

“Somos una Argentina Colonial: queremos ser una

Argentina Libre.” Manifiesto fundacional de FORJA, 29 de

junio de 1935.

Hemos visto cómo se construyeron los elementos del Estado Moderno argentino en relación de

dependencia con el imperialismo británico, mediante la hegemonía oligárquica y a partir de la inserción

de nuestro país en la división internacional del trabajo. Así, sostuvimos que a partir de 1880 se consolidó

el poder con la constitución del Ejército profesional cuyo debut de fuego fueron las campañas genocidas

de las poblaciones originarias patagónicas, que -sumado al exterminio de los pueblos nativos del norte

así como el sofocamiento de los caudillos y las montoneras federales- permitió consolidar el elemento

territorial. Asimismo, concluimos que la población exterminada que resistía al modelo pretendido por la

oligarquía, fue sustituida por inmigración europea, para cuya homogeneización –tanto entre ellos así

como con los pueblos originarios que quedaron y los que provenían del pasado hispánico- se masificó la

escolarización con el objeto de “hacer” argentinos, tarea que fue terminada con la instauración de la

historia oficial, que niega todo pasado suramericano para reducirlo a la estrecha senda porteñocéntrica

y a los próceres de la oligarquía.

Ahora bien, el desarrollo de ese modelo agroexportador generó también sus propias crisis, tanto a

nivel nacional como internacional. Cuando hablamos de crisis nos referimos a que es el sistema –

tomando la idea marxista- el que genera su propio germen de destrucción o su propio enterrador, para

decirlo más gráficamente. Con esto queremos decir que es el propio sistema el que produce a aquel que

lo cuestiona, dado que muchos de los hijos de aquellos inmigrantes son de hecho los que empiezan a

reclamar, partiendo de considerarse argentinos –fin buscado por la escuela- el hecho de decidir quién

los gobierna en tanto argentinos. A ellos se deben sumar otros sectores que incluso tenían alguna

porción -aunque mínima- de tierras, y que conjuntamente con aquellos son los que comienzan a discutir

la cuestión del poder.

En efecto, el radicalismo se compuso mayoritariamente de aquellos sectores que se produjeron por

la propia estructuración económica de la oligarquía, pues el modelo agroexportador necesitaba de

instancias profesionales, burocracia y sobre todo, de servicios que nacieron al calor de esa estructura,

pero que no eran ni los propietarios de las grandes extensiones de tierra ni los peones de campo. Con

los ferrocarriles ello se ve en forma clara.

Esos sectores –podríamos decir- populares en tanto subalternos a las elites que hasta entonces

manejaban el país aunque con preponderancia de sectores medios, empiezan a reclamar para sí el

ejercicio del gobierno, querían ser parte de la discusión política.

Por su parte, la oligarquía se encuentra por entonces temerosa de los niveles de organización de los

trabajadores europeos –sobre todo por la experiencia de la Revolución Rusa- aunque ello no tuviera un

correlato real con el nivel de organización que existía efectivamente en estas latitudes. Pues esa mano

de obra que el modelo oligárquico necesitaba y para cuyo fin impulsó la inmigración europea, eran

peligrosos en tanto venían con experiencia en la lucha de los trabajadores anarquistas, socialistas y

comunistas en Europa. En consecuencia, ese temor es el que impulsa al sector más lúcido de la

oligarquía –comandado por Roque Sáenz Peña- a hacer algunas concesiones, como la de la ley que lleva

su nombre relativa al sufragio, para utilizarlo como una especie de válvula de escape al conflicto social.

Podría sostenerse que lo que movía a ese sector era una profunda convicción democrática, pero lo

cierto es que esa oligarquía tenía muy en claro que el radicalismo no cuestionaba la médula del sistema

dependiente, de manera que abrir el juego democrático no importaba un peligro concreto a sus

intereses materiales, aunque sí era muy efectivo a los fines de actuar como freno al avance de las luchas

más radicales como la de los anarquistas y comunistas.

Lo cierto es que la ley Sáenz Peña tampoco respondía a un avance tan fuerte de organización de los

trabajadores en nuestro país, sino que eran parte de los propios fantasmas de una oligarquía que se

miraba demasiado en el espejo de Europa, y en consecuencia, sobredimensionaban la cuestión. Allí esas

luchas sociales eran realmente peligrosas, de hecho pensemos que para esa época en Alemania están

cerca de la toma del poder. Esas luchas sociales le preocupaban a las élites que además habían visto

venir a los trabajadores que venían con esa experiencia de lucha, no obstante acá no existía era una

organización real de esos trabajadores que hiciera que esa experiencia pudiera realmente disputar el

poder.

Cuestionamiento político al proyecto dependiente: Ley Sáenz Peña

Tal apertura democrática que planteaba Sáenz Peña era controlada, porque estaba pensada para

hacer del radicalismo una minoría por las características del sufragio instaurado por esa ley, cuyas

características constitutivas eran el voto universal –para hombres mayores de edad-, secreto y

obligatorio, esta última característica es en todo caso lo más democrático y lo más inexplicable.

Ahora bien, lo más importante –y lo que muchas veces es soslayado- era cómo se repartían los

cargos, es decir la proporcionalidad. El sistema entonces instaurado, era de lista incompleta, con lo cual

la fuerza política que triunfaba en la contienda electoral, ocupaba las dos terceras partes de los cargos y

la primera minoría, se quedaba con el tercio restante. Ello lo que permitía era que el ganador, tenía

facilidades para gobernar porque contaba con la mayoría en ambas cámaras. En palabras de hoy,

diríamos que el sistema garantizaba la gobernabilidad. Esta idea respondía a que la oligarquía estaba

convencida de que el radicalismo no sería la fuerza triunfante, sino la minoría, lo que legitimaba a los

conservadores.

En aquel entonces, la elección tanto de todos los cargos públicos electivos no era en forma directa

sino a través del Colegio electoral que proclamaba a los candidatos electos, de manera que era una

instancia más para que –en caso de que resulte ganador alguien que no era del paladar de la oligarquía-

se abría la instancia de negociación con los poderes locales que conformaban el Colegio. De todas

maneras, en Argentina nunca hubo una negociación distinta de quien resultaba ganador para la

presidencial en las elecciones.

Lo importante es entender que el sistema estaba pensado para que el radicalismo sea minoría y al

mismo tiempo, servía para descomprimir el conflicto social. De hecho, contaban con el ensayo hecho

por la propia oligarquía con el Partido Socialista cuyo candidato fue el primer parlamentario socialista de

América Latina, Ernesto Palacios, en 1902 y en una época donde sólo se triunfaba en las elecciones a

través del fraude, lo que claramente fue una manera de evitar crisis mayores, aunque el partido de los

doctores implicaba dar lugar a lo más moderado del socialismo, puesto que no cuestionaban el modelo

agroexportador. Por contrario, defendían abiertamente el libre cambio, la hegemonía británica y dicho

modelo, en consecuencia, del mismo modo que se hacía fraude para los conservadores se lo hizo para la

izquierda y se otorgó una banca al Partido Socialista. Este mismo ensayo, con mayores dimensiones

porque se trataba de una presidencial, pensaba hacerse habilitando la participación del radicalismo.

De ello ser deriva el triunfo de los sectores populares imponiendo su voluntad de hacer a Yrigoyen

presidente. Aunque de algún modo también estaban preparados para ello porque en el peor de los

casos, la elección no la hicieron renovando todos los escaños de las Cámaras sino sólo la porción de

bancas que se renovaba. Con lo cual Yrigoyen en su primer gobierno, tuvo tanto senadores como

diputados en contra. Recién en el segundo mandato –que duró solo dos años- contó con mayoría en

diputados, no así en senadores porque representaban a las provincias, que casi la totalidad de ellas

seguían funcionando los colegios electorales, con lo cual seguía existiendo el mecanismo de control

sobre quién accedía al Senado por parte de la oligarquía.

Entonces este modelo lo que hizo fue poner en crisis al sistema, porque si bien no se esperaba el

triunfo de la UCR, aunque eso no significara cambiar el modelo agroexportador, si implicaba otras

cuestiones que se colaban como, por ejemplo, cambiar políticas internacionales, como el

mantenimiento de la neutralidad en la primera guerra mundial o interimperialistas. Que, aunque en un

primer momento era conveniente para los intereses de Inglaterra y los conservadores lo apoyaban,

luego cuando las potencias aliadas presionan para que entremos, Yrigoyen mantuvo la neutralidad.

Aunque también tuvo consecuencias económicas, como fue -por ejemplo- la creación de

Yacimientos Petrolíferos Fiscales que es la cuestión más gráfica de cómo mediante la democracia podían

pasar algunos cuestionamientos que impliquen la creación de un modelo económico diferente.

"El periodista Alberto Gerchunoff acusa a Yrigoyen de llevar al país hacia el comunismo mediante

medidas gubernativas anticapitalistas. Y Norberto de la Riestra, en carta a Arturo Dellepiane de fecha 4

de agosto de 1923, califica a la Presidencia de Yrigoyen con los siguientes términos: 'gobierno sovietista

de la baja capa social analfabeta'" citado por A. Sampay.

YPF se crea, no como empresa única de exploración y explotación del petróleo en Argentina (lo que

sucede recién durante el peronismo) sino como una empresa más entre otras. Su creación fue a

instancias del General Mosconi que era el jefe de la fuerza aérea del Ejército, por entonces -y hasta

1945- no era una fuerza propia. La cuestión se planteó ante la necesidad de combustible para mandar a

entrenar a sus pilotos, cuando entra en conflicto con las petroleras que -por una cuestión de

especulación ante un aumento inminente del petróleo- no se lo vendían. En consecuencia, plantea que

en el caso hipotético de necesitar declarar la guerra como país antes debemos pedirle permiso a las

potencias para que nos provean el combustible lo que realmente nos hacía dependientes. Entonces

impulsa la creación de una empresa propia, en principio destinada únicamente a la provisión militar; de

aviones, tanques, jeeps y etcétera. La idea central entonces es, que no podemos hacer la guerra si las

empresas extranjeras controlan el petróleo.

Así impulsa la creación de YPF y el radicalismo lo toma de las ideas nacionalistas que tenían en su

concepción, a diferencia de los conservadores que con su colonialismo congénito consideraban que solo

participaríamos en las guerras a las que nos convoque Gran Bretaña con lo cual no tenían problema en

que sus empresas controlen el hidrocarburo.

Posteriormente YPF fue creciendo y se va percibiendo la dimensión cuantitativa y cualitativa de los

negocios de las petroleras, entonces empieza a aparecer la idea de nacionalización del petróleo,

dejando su manejo en manos de la empresa estatal, como sucedía en la mayoría de los países centrales.

Por contrario, en los países periféricos nuestra YPF fue el modelo de creación de gran parte de las

empresas petroleras de Latinoamérica, como Petrobras, Pemex, Pedevesa, ni hablar de la boliviana que

directamente se llama YPFB.

Este hecho fue una de las variables por las cuales se colaba mediante la democracia esta concepción

nacionalista que cuestionaba el nudo del modelo, porque tener una petrolera propia también permitía

otras políticas para un proyecto autónomo, como lo es una política energética soberana. En efecto, “[l]a

defensa del monopolio estatal en materia petrolera por parte de Yrigoyen lo enfrentaba tanto con los

grupos agro-exportadores como con los intereses de Inglaterra y Estado Unidos en la materia. Al mismo

tiempo, los compromisos con su base popular -por ambiguos y contradictorios que fuesen- no lo hacían

confiable para contener la crisis general del sistema” (Cullen, XXX: XX)

Entonces, la caída de Yrigoyen es inminente, y tal como sucedió con la culminación de todos los

procesos nacionales de la historia, los sectores oligárquicos no escatimaron tinta en odio contra el

ascenso de los sectores sociales subalternos. Así, una vez más desde las mismas páginas del diario La

Nación -el guardaespaldas de Mitre, parafraseando a Homero Manzi- desde donde se denostara a los

caudillos de las montoneras federales, y aún contra el propio Alberdi cuando se animó a cuestionar la

conducción política del liberalismo oligárquico basada en el exterminio de gauchos y nativos, esta vez se

destilaba el odio contra el caudillo radical: “Ayer, en un movimiento popular, verdadera apoteosis cívica,

Buenos Aires ha enterrado para siempre el régimen instaurado por el señor Yrigoyen. Hasta pocas horas

antes de su caída parecía firmemente asentado sobre la venalidad, la sumisión y el desprecio de la

inteligencia. Estas características constituían los rasgos fundamentales de su ‘ética’, que junto con los

adornos grotescos de su adjetivación delirante y los descoyuntamientos de su sintaxis, darían una

fisonomía especial a todo un período de la vida argentina […] Por incuria mental y un poco también por

espíritu de burlesca oposición a todos los partidos orgánicos -desde el socialista hasta los de extrema

derecha- [la nación argentina] prefirió endiosar a ese hombre que no entendía ni se dejaba entender, ni

quizás, se entendía él mismo.” (diario La Nación, 7/9/2016).

Peor aún son las palabras del conservador Sánchez Sorondo, como Ministro del Interior del golpe de

Uriburu, quien dirá que “[l]a época yrigoyenista ha pasado ya vomitada por el pueblo al gheto de la

historia. El 6 de septiembre marca, en la historia argentina, una de las grandes fechas nacionales. Junto

con el 25 de mayo y el 3 de febrero, son las Revoluciones Libertadoras.” Acaso como un presagio de lo

que vendrá con el golpe que derroca a Perón, que no casualmente lleva ese nombre y se inscribe en la

línea histórica Mayo-Caseros.

“[L]a caída de Yrigoyen significaba el cierre de un período democrático sustentado en las clases

medias del litoral y los sectores populares del interior. Ese frente nacional democrático no había podido

quebrar la dependencia, pero había avanzado -dentro del modelo impuesto por el Imperio Británico-,

con atisbos de autonomía y arrestos antioligárquicos. Ahora, volvían los que querían retrasar el reloj de

la Historia” (Galasso, 2011: 194)

Restauración oligárquica

La apertura democrática termina entonces cuestionada por la propia oligarquía, sobre todo a partir

de la crisis del imperio, porque ese modelo agroexportador funcionaba en la medida en que Gran

Bretaña era la potencia hegemónica. Ahora bien, luego de la crisis del 30, Inglaterra entra en su fase

decadente en el sistema mundial y entonces el modelo entra en crisis en la misma medida que asciende

el rol de EEUU. Ello pues la “complementariedad” con la economía británica no era tal con la

norteamericana. Lo ponemos entre comillas porque en realidad la división internacional del trabajo

también era impuesta, nos hicieron que la estructura sea complementaria. A tal punto importábamos

todo lo que los ingleses producían que la bombacha que hoy nos parece el símbolo del gaucho, era un

rezago inglés de la guerra de Crimea. Recordemos que hace poco había conflictos allí entre rusos y

ucranianos, porque desde Crimea se maneja la salida del Mar Negro con lo cual siempre fue un lugar

estratégico. En aquel momento los turcos eran aliados de los ingleses para tener la hegemonía en la

zona, entonces como los uniformes turcos eran esas bombachas y la contienda les parecía que iba a

durar mucho tiempo entonces produjeron bombachas de más, que las colocaron acá y ahora es el

símbolo de lo nacional.

De manera que, cuando Inglaterra entra en decadencia, también lo hace el modelo agroexportador.

De hecho, a partir de su pérdida de hegemonía mundial, comienza a replegarse sobre sí misma, creando

lo que se conoció posteriormente como Commonwealth. Esto se implementó a partir del tratado de

Ottawa, donde se dispuso Inglaterra sólo comerciaría con sus ex colonias formales. Como consecuencia,

la oligarquía pro británica plantea que no deben dejarnos afuera, porque en definitiva materialmente

éramos una colonia.

Esa es la verdadera causa del golpe de 1930, porque muchos autores lo tratan superficialmente y

sobre todo –desde la visión de la historia como los individuos- se la estudia desde las veleidades

fascistas de Uriburu. Y en realidad, más allá de su admiración a esos regímenes, fue la oligarquía la que

impulsó el golpe. De hecho, lo de Uriburu fue prácticamente un paseo, casi no hubo intervención militar,

sino que salieron del Liceo Militar los que lo acompañaron en la marcha, no hubo mayor grado de

compromiso de las FFAA. Incluso lograron instalarse en la Casa Rosada por el apoyo oligárquico que lo

que estaba armando era volver a tomar el poder para sentarse a negociar las condiciones de reinserción

a la órbita británica.

Necesitaban, de algún modo, tener la casa en orden, para conducir la negociación para ser

aceptados por Gran Bretaña. Debían entonces mostrar que era la oligarquía la que seguía teniendo el

poder y no los populistas que hacen cosas como YPF. Es decir, efectuaron una restauración oligárquica

dejando en claro que no había más cuestionamientos a ese orden. De hecho, el corolario de este

proceso es el Pacto Roca – Runciman, al que Jauretche denominó -entre otros instrumentos- el estatuto

legal del coloniaje.

En su esencia de lo que se trataba el pacto era de reconocer a la Argentina en igualdad de

condiciones que las ex colonias, con lo cual se aceptaba cualquier tipo de condicionamiento en beneficio

del capital británico con tal de seguir comerciando con ellos, ese era centralmente el objeto del pacto.

En virtud de no quedar afuera del tratado de Ottawa, Roca hijo llega a sostener que nuestro país era

parte integrante del imperio británico. Aunque ese pacto fuera inviable porque Gran Bretaña no se

replegaba sobre sus ex colonias porque tenían la misma capacidad de recursos que iba a beneficiar

ahora a ellas, sino porque iba perdiendo cada vez más poder. Con lo cual, el pacto fue prácticamente de

aplicación imposible en lo central, más allá de las cuestiones menores del pacto.

Lo que importa para la comprensión del proceso histórico es la causa real del golpe y asimismo del

pacto, en cuanto a los intereses políticos en juego a nivel del sistema mundial. El golpe de Uriburu no se

hace por el autoritarismo del general, sino que responde al interés oligárquico de terminar con ese

proceso democrático que puede llegar a cuestionar fuertemente su base de poder económico.

Consecuentemente apoya a Uriburu para recuperar el poder y volver al fraude poco más de un año

después. Pues el modelo agroexportador dependía de que el principal comprador lo siga haciendo, esta

es la clave del golpe, toda vez que -al declinar Gran Bretaña como potencia hegemónica- tiene que

achicar gastos y por eso se repliega sobre sí misma.

Como es lógico, cuando alguien entra en crisis tiene que recortar gastos, de modo que lo que

deciden los ingleses es elegir a sus ex colonias formales como únicas a quienes les compraría sus

productos. Entonces, la idea de la oligarquía a la que referimos como “poner la casa en orden” bien se

expresa en los propios pronunciamientos por la firma del Pacto Roca-Runciman, donde uno de los

representantes argentinos de apellido Leguizamón, director de una empresa ferroviaria inglesa que

operaba en nuestro país, –según un cable periodístico- sostuvo que Argentina era una de las joyas más

preciadas de la Corona británica (Puiggrós citado por Galasso, 2011: 207).

“El 10 de febrero de 1933, en el banquete ofrecido a la misión ‘argentina’ en el Club Argentino de

Londres, la relación de dependencia queda al desnudo, sin pudor alguno. El Príncipe de Gales afirma: ‘Es

exacto decir que el provenir de la Nación Argentina depende de la carne. Ahora bien: el porvenir de la

carne argentina depende quizás enteramente de los mercados del Reino Unido’. El Dr. Roca, (...) le

contesta: (...) ‘Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una

parte integrante del Imperio Británico”. En esos mismos días, William Burton, en The Espectador,

sostiene: ‘En materia económica, la Argentina hace tiempo que es prácticamente una colonia británica’

y en el Parlamento inglés, Sir Arthur M. Samuel afirma: ‘La mejor solución de los problemas (…) es que la

Argentina se convierta en declarado miembro del Imperio Británico’” (Galasso, 2011: 207)

Ubicándonos en el orden internacional, pensemos que nos encontramos en un período entre la

primer y segunda guerra que no son mundiales sino interimperialistas porque se están disputando la

hegemonía del mundo, las dos potencias que surgirán del fin de la segunda guerra serán la URSS y

Estados Unidos, donde cambia el orden mundial hacia adentro del sistema de dominación imperialista,

con el declive de Gran Bretaña como potencia hegemónica. Aunque señalemos que esto es un proceso

paulatino y de transición, una especie de paréntesis que se abre a partir de la primera guerra cuando se

empiezan a reacomodar los lugares.

Es comparable al proceso de traspaso del colonialismo al imperialismo, necesitamos analizar siglos

para ver en qué momento España deja de ser la principal potencia europea: por ejemplo, si pensamos

porqué la lengua castellana es mucho más refinada que el inglés, vemos que es porque cuando se crea

gran parte de la lengua, España era una potencia en términos económicos, políticos y militares, con

intereses en toda Europa y que podía producir genios como Cervantes, mientras que en Inglaterra eran

criadores de ovejas. Por ese motivo, para decir lo mismo que en castellano encontrarías un sinnúmero

de palabras y de formas, en inglés hay un vocabulario mucho más restringido, de hecho, no existen dos

artículos sino uno. De manera que estas cuestiones son procesos de largo plazo, no hay un momento en

que de la noche a la mañana España declina, sino que primero entra en crisis su hegemonía y a partir de

allí se da un largo proceso de transición.

En este mismo sentido, volviendo a Inglaterra, si bien empieza a perder la hegemonía nunca dejó de

ser un país central, incluso aún hoy, para que nos demos una idea de la dimensión de los procesos.

Aunque bien podemos ubicar puntos de inflexión para analizar este proceso de declinación, que en el

caso inglés es en el período que arranca con la primera guerra “mundial” hasta la mitad del siglo XX. Lo

cierto es que si uno toma un mapa británico de 1910, puede ver que al menos un tercio del globo está

bajo su dominio. En cambio, un mapa de Inglaterra de 1960 muestra que todavía conserva enclaves

coloniales en lugares estratégicos que fueron conservando, pero con toda claridad su dominio es

inmensamente menor, y fue perdiendo paulatinamente sus colonias a partir de las primeras que fueron

las trece colonias de América del Norte. En ese momento ya podemos ver que algo estaba en crisis en su

hegemonía porque inclusive se trató de una derrota militar frente a los norteamericanos con ayuda de

los franceses.

Entonces, en nuestro país, este período -iniciado con el golpe de 1930 hasta 1943- es comúnmente

conocido como “década infame”, según lo describiera un periodista nacionalista que se llama José Luis

Torre, porque es una época de muchísima corrupción, que generalmente tiene que ver con los

momentos de mayores niveles de dependencia. Para darse una idea de este fenómeno y no creer que

estamos haciendo una apelación a la moral y al carácter corrupto que tenemos los argentinos o la

burocracia política, de esta época datan las denuncias por hechos de corrupción de tal envergadura que

implicaron hasta asesinatos en el propio recinto del Senado de la Nación. Tal es el caso de Enzo

Bordabehere, senador nacional por Santa Fe del Partido Demócrata Progresista liderado por Lisandro de

la Torre que en 1914 -a partir del juego abierto por la Ley Sáenz Peña- se había escindido del Partido

Autonomista Nacional. Cuando intentan matar a este dirigente, Bordabehere se interpone y resulta

muerto.

Ahora bien, lo principal que queremos señalar es que se trataba de conservadores que denunciaban

los negociados espurios de la carne y que de alguna manera les reclamaban que dejen de robar porque

era prácticamente un descontrol. Es decir, no eran revolucionarios que cuestionaba la relación de

dependencia o que planteaban la reforma agraria, ni mucho menos. Porque si algo es claro es que

cuando se achica el negocio, existe mucho dinero disponible para quedarse adentro (un caso similar

podemos verlo en 2001 con las escandalosas comisiones del blindaje y megacanje, que implicaron el

endeudamiento más grande de la historia argentina, precisamente para no salir del negocio financiero

de la deuda externa -como mecanismos de sumisión de las naciones- que culminó con la quiebra o

default de Argentina en 2002).

Otro ejemplo que nos sirve para entender cómo se manejaban los negocios en esta década, es el

caso del comité de la UCR del distrito Capital Federal de la calle Tucumán, que es un edificio muy

suntuoso incluso mucho más lindo y de mayores dimensiones que el comité nacional, que fue regalado

al partido en 1939 por una empresa de energía eléctrica porque los entonces concejales de la ciudad

votaron a favor en las concesiones del servicio. Es una donación o bien, para decirlo en términos

concretos, un soborno con motivo en el claro beneficio de la empresa, cosa que en esa época de

corrupción y venalidad era una cuestión cotidiana.

Entonces, estamos hablando de un período no sólo de mucha corrupción y entrega del patrimonio

nacional sino también de fraude en términos políticos, donde se elegía en la Cámara Argentino-británica

quién sería el próximo Presidente del país dentro del poder que concentraba una alianza entre las

fuerzas conservadoras lideradas por Agustín P. Justo “llamados ‘demócratas nacionales’, [aliados] con

los socialistas independientes de Federico Pinedo y los radicales antipersonalistas, constituyendo ‘la

Concordancia’, confluencia que levanta la fórmula Justo-Roca (h). Detrás de esa fórmula, esconde su

rostro siniestro la alianza oligarquía-imperialismo inglés.” (Galasso, 2011: 201)

Esto es así desde el golpe de Uriburu, cuyo principal ideólogo es precisamente Justo y a su vez el

principal beneficiario, en 1930 “se mueve entre bambalinas, dejando que Uriburu se considere el jefe

del golpe militar, mientras él urde una red de vínculos en los comandos clave del ejército, que le

permiten constituirse, (...) el hombre fuerte de la institución armada” (Galasso, 2011: 204). Justo era un

militar de carrera, profundo admirador de Mitre, que había sido Ministro de Guerra durante el gobierno

de Alvear, y que -como dijimos- concentraba la hegemonía dentro de las FFAA -a través de la logia “San

Martín”-, que no tenían en su mayoría simpatía fascistas como las voluntades individuales que concitó

Uriburu, sino que simpatizaban en general con los conservadores. En efecto, Justo se hará elegir en las

elecciones fraudulentas del 8 de noviembre de 1931 aparentando hacerlo democráticamente y será

quien controle la escena política hasta su muerte en 1942 que, no casualmente, es cuando se llega al fin

de este período de fraude y entrega.

Según señala Galasso (2011: 204), en la biografía que Rosendo Fraga escribe sobre este personaje,

lo describe como “hombre de fortuna: su padre era un rico hacendado y además, ha recibido valiosos

campos al casarse con una muchacha de la adinerada familia Bernal. Por ello, se incorpora a la Sociedad

Rural y tiene suficiente poder económico como para convertirse en el accionista mayoritario del diario

Crítica. Podría, pues, resumirse su personalidad en pocas líneas: grandes explotaciones agropecuarias,

control del Ejército, ideología mitrista y control del diario de mayor tiraje de aquella época, todo lo cual

lo convierte en el hombre clave de la Década Infame.”

Cuestiones económicas/sociales durante la década infame:

1. Proceso de sustitución de importaciones:

Vimos que ante la caída del modelo agroexportador se intenta reajustar los lazos de dependencia,

mediante el Pacto Roca-Runciman, que implicaba además que todas las empresas inglesas recibieran

subsidios, exenciones aduaneras, el monopolio del transporte de la carne a empresas inglesas,

donaciones de tierras, se contrae además un empréstito con capitales ingleses destinados a remitir

utilidades de empresas inglesas radicadas en Argentina que no podían girarse por falta de divisas, se

crea el banco central mixto bajo hegemonía del capital inglés, se estableció un nuevo sistema de

cambios para una devaluación que favoreciera a exportadores (Cullen, XX:XX); medidas todas que

Jauretche denominó el Estatuto Legal del Coloniaje. Aun así, el proyecto es inviable porque en realidad

estamos ante la decadencia de Inglaterra. (Ej. kiosko y escuela)

Entonces, todo aquello que hasta entonces comprábamos al mercado externo -sobre todo a los

británicos- empieza incipientemente a producirse acá, porque su propia crisis hacía carísima la

importación y a la vez habíamos sufrido grandes bajas en las exportaciones producto del cierre de las

economías centrales en esta coyuntura de guerras interimperialistas y crisis de superproducción

capitalista. (Ej. Si antes una silla salía 100 comprarla a GGBB y ahora sale 200 hay quien se anima a

producirla acá por 180, aunque más caro porque hay que empezar de cero)

Un sector de la oligarquía, empezó a mirar con buenos ojos convertirse en una burguesía nacional,

es decir ocupar el rol social de ser los dueños de los medios de producción y producir manufactura.

Entonces surgen algunas empresas locales de estos sectores, aunque a su vez, la devaluación del peso

bajaba el costo laboral y la mano de obra barata también atraía a capitales extranjeros que -a su vez- iba

en consonancia con la acumulación industrial de EEUU y Europa continental para quienes era más

rentable exportar equipos, capitales y técnicos que productos terminados. Entonces se radican

empresas textiles, electrodomésticos (Philco 1931), alimentos (Nestlé 1930), farmacéuticas y químicas

(Pond’s 1939), de maquinarias y neumáticos, como Good Year 1931 o Pirelli 1930. (Cullen, XX:XX).

Ahora bien, la contracara de este incipiente y desordenado proceso de industrialización por

sustitución de importaciones es la generación de los sectores trabajadores, porque de otro modo uno

no podría entender al peronismo, que no inventa al trabajador, sino que es consecuencia de ello porque

es la expresión de sus intereses. Esto también implicó aumento de la incidencia en el proceso productivo

que se traduce en una mayor capacidad de negociación con el Estado. Este poder va conduciendo al

movimiento obrero a la resolución institucionalizada de los conflictos (Koenig, 2014).

Incluso en esta época empiezan a aparecer necesidades de regulación de la economía que otrora

era un sacrilegio para los propios conservadores, ante el encarecimiento de la manufactura que acelera

la sustitución de importaciones y la cada vez menor compra de la materia prima, como por ejemplo la

Junta Reguladora de Granos para fijar el precio de los productos agropecuarios y evitar la

superproducción, dado que no era fácil depositarlos en el mercado externo cerrado, en crisis y en

guerras. El rol del Estado deja de ser de pasividad absoluta para tener un papel más activo y no porque

fuera parte de sus convicciones, sino para defender los intereses de la propia oligarquía.

2. Proceso de migraciones internas: transformación étnica y cultural del sujeto popular

La crisis del modelo agroexportador significó un enorme drama social pues la crisis golpeó

duramente los sectores populares, filas de humillados aguardan a comer en la olla popular a lo largo y

ancho del país. Los tangos de la época describen este panorama.

“Esta época empieza a hacer impacto el importante proceso de migración interna. En efecto, los

hombres y mujeres corridos por la pobreza de su tierra y atraídos por las industrias (y también las

mujeres por el trabajo doméstico, que muchas veces les permitía sustentar a sus familias), reconfiguran

el rostro de las grandes ciudades. Lo hacen más mestizo, más profundo, lo ligan con tradiciones,

culturas, formas de abarcar lo político que se entremezclan con los cambios relativamente recientes que

aportaron las corrientes migratorias de los lugares pobres de Europa que se iban arraigando en proceso

vertiginoso para los tiempos de la vida de una nación. Con la afluencia del interior profundo, de una

identidad argentina ancestral y fecunda; se da un vasto proceso de transformación étnico, social y

cultural de los trabajadores. No se constituyen en guetos, sino que se mestizan también con aquellos

trabajadores inmigrantes que eran hasta entonces mayoría en la manufactura y que habían traído las

formas de lucha y organización de los trabajadores de sus países natales. Pusieron en crisis, incluso, la

forma de relacionarse, la estructuración orgánica y la cultura política (muchas veces más vinculada a los

problemas de la clase obrera europea y su estructura económica que a las particulares condiciones de

un país dependiente como el nuestro).” (Koenig,2015)

Cuestión política durante la década infame: nuevos actores.

1. Manifiesto de los radicales fuertes (1935) y surgimiento de FORJA:

Poco después de la caída, en 1933 muere Yrigoyen y se produce una importante escisión en el

partido. Ya vimos como algunos radicales antipersonalistas desde el inicio formaron parte de la

Concordancia, aunque el partido orgánicamente hablando y frente a la proscripción, había decidido

volver a la posición de origen previa a la Ley Sáenz Peña de la abstención revolucionaria.

Ahora bien, muerto el caudillo, empieza la cooptación de los conservadores sobre el sector

antipersonalista y, en consecuencia, deciden participar del fraude legitimando de ese modo el régimen

oligárquico de la década infame. De este modo, en 1935 se genera una crisis dentro del radicalismo -

sobre todo, aunque no exclusivamente de los sectores que venían del yrigoyenismo- que lleva a un

importante sector a firmar el manifiesto de los radicales fuertes. Dentro de estos sectores sin dudas el

más importante cuantitativamente es la columna de Córdoba conducida por Amadeo Sabattini que

incluso llega a ser gobernador de la provincia.

El otro grupo importante desde lo cualitativo es FORJA, Fuerza de Orientación Radical de la Joven

Argentina, cuya sigla es tomada de una expresión de Yrigoyen según la cual los procesos de

transformación no son ordenados, sino que parecen un caos como en una forja donde al mismo tiempo

es donde se están creando. Lo que hicieron fue un gran aporte desde el punto de vista cultural e

ideológico, porque dentro de este grupo había militantes muy formados, brillantes en sus ámbitos de

conocimiento como Scalabrini Ortiz y Jauretche.

Cuál es el aporte fundamental de FORJA, es precisamente crear doctrina, crear pensamiento -como

ellos mismos sostenían- nacional. A qué nos referimos con pensamiento nacional (porque uno podría

creer que todo tipo de pensamiento es de tipo universal) el pensamiento nacional es meterse a bucear

en las condiciones concretas de la dependencia de un país. No hacer o repetir cosas que se plantean en

otras circunstancias, sino meterse con el desafío que implica ver cuáles son las condiciones reales de

dependencia que tiene un país como era el nuestro en la década del 30, dependiente o semicolonial.

Pensemos que su desarrollo político se dio en lo que fue la década infame, digamos que empezó con el

golpe de Uriburu y terminó con la Revolución de 1943.

Ahí ellos lo que hacen es ponerse a discutir en serio, sobre esas condiciones que mencionábamos

y descubren cuáles son los agentes de esa dependencia, descubren que nuestra dependencia es con

los ingleses y descubren que uno de los grandes factores de la dependencia son los ferrocarriles. A

través de los cuales el capital que traen los países imperialistas lo que hace es modificar la estructura

de los países dependientes. Los primeros que estudian la cuestión –que quizás para nosotros es una

cosa muy gráfica y muy obvia- de que toda la red ferroviaria va a los puertos en la Argentina y no hay

redes transversales que son precisamente los forjistas.

En particular, Sacalabrini Ortiz que escribe la historia de los ferrocarriles argentinos donde hace un

pormenorizado estudio de cuál era el poder político que significaban los ferrocarriles en esa época en la

Argentina. Scalabrini era un tipo brillante, un tipo que había recibido premios literarios, había escrito un

ensayo poco tiempo antes, “El hombre que está solo y espera” por el cual había recibido el premio de la

municipalidad de la ciudad de BS AS, había sido reconocido por los diarios influyentes de la época que

eran La Prensa y La Nación, pensemos que Clarín es recién del año 45 y cuando apareció ni siquiera les

hacía cosquillas a dichos diarios. Él era un tipo perteneciente a una familia acomodada, el padre –que

era italiano- Pedro Scalabrini había ido a Entre Ríos como profesor del normal, cuando se armó la

estructura educativa que puso el centro en el tema de los normales, uno de los grandes científicos que

se importó, que fue encargado de la formación de los docentes de esa escuela que se estaba forjando en

la época sarmientina y en los años posteriores, fue Pedro Scalabrini. De hecho, la hermana de Scalabrini

aparecía en las notas de sociales de La Nación, que era comparable a aparecer hoy en la revista Caras en

Mar del Plata, que en esa época era como decir que estuviera en Punta del Este ahora.

Y sin embargo, Raúl se pone a estudiar –durante casi diez años- la estructura de los ferrocarriles a

través de sus balances, a través de sus cuentas. Es decir, él se mete de lleno no sólo en el tema de la

independencia, sino se pone a estudiar por qué además de los ferrocarriles, eran propietarios de los

medios de comunicación, como la corporación de transporte que manejaban los colectivos. Por qué

tenían una tarifa diferencial que favorecía los intereses de Inglaterra. En ese momento en Argentina, si

alguien quería trasladar algo de Santiago del estero a Santa Fe le salía más caro que trasladarlo a BS AS,

porque los ferrocarriles hacían tarifas diferenciales en función de extraer todo lo que puedan. Scalabrini

Ortiz fue elaborando todas estas cuestiones, lo cual le valió que nunca más apareciera en un solo

párrafo en los diarios que mencionábamos, en los círculos de poder. Desapareció del mapa de los

autores considerados importantes en Argentina. Y digo, no va a ser ni el primero ni el último que

desaparecen por tomar determinada posición nacional o, por lo menos, decisiones que a la oligarquía

les hacía ruido.

Volviendo entonces, Scalabrini Ortiz rompió con gran parte de los grandes medios que más allá de

las individualidades, era lo que le pasaba a la mayoría de los que discutían la cuestión de la dominación

real, digamos ésta es la matriz central del nacionalismo de tipo popular. Arturo Jauretche –que era jefe

político de este grupo FORJA- siempre se preguntaba: qué pasa que cuando los socialistas se paraban en

una posición antimperialista, las convocatorias del día y las crónicas que después hacen, salen en el

diario La Prensa y La Nación y nosotros podemos hacer cualquier cosa que nunca aparecemos. Y

después se respondía: claro, es que cuando ellos hablan en contra del imperialismo lo hacen respecto al

imperialismo norteamericano, y lo que pasa es que la Argentina depende de los ingleses en ese

momento y no de los norteamericanos. Son los diarios pro ingleses como La Prensa y La Nación, los que

los ponen en primera plana porque es una manera de confundir, porque éstos socialismos de imitación

–porque hay tanto nacionalismos como socialismos de imitación- no pensaban en la realidad social de

las necesidades y problemáticas de los argentinos, y planteaban los imperialismos, no en términos del

imperialismo que realmente nos acuciaba a nosotros sino en términos abstractos.

2. Oficiales industrialistas del Ejército: GOU (extracto de libro de Koenig, 2015)

Mientras se movían por abajo las capas tectónicas del pueblo argentino, en el plano político,

durante el último tramo de la década infame se dio la coincidencia paradójica entre un presidente

conservador pro-británico (Castillo) y los oficiales industrialistas del ejército. La política de neutralidad

que en un principio coincidía con los intereses británicos (sostenimiento del 40% de las importaciones

inglesas de productos primarios agropecuarios que provenían de nuestro país) fue bancada por la

oligarquía aún contra las presiones norteamericanas (expresadas en los aprietes diplomáticos de la

Conferencia de Río de Janeiro de 1942). Castillo para lograr sus objetivos coyunturales, se apoya en esa

oficialidad industrialista. Esto permite comprender la causa por qué, en este período, se hayan creado –

por impulso del General Savio- la Dirección General de Fabricaciones Militares. Ésta estaba destinada no

sólo a producir armamentos (cuya provisión se hallaba bloqueada por los yankis e imposibilitada por

parte de los europeos), sino también a la fabricación de productos industriales. Al mismo tiempo se

avanza decisivamente en el proceso de construcción de los Altos Hornos Zapla en Jujuy y se crea el

Instituto Geográfico Militar.

Pero cuando la suerte de la guerra en Europa ya casi está decidida, la oligarquía –siempre alineada

con el Imperio Británico- decide darle continuidad al régimen económico y su cauce político fraudulento.

Es ahí que se proyecta proclamar –como era tradición en los candidatos presidenciales- en la Cámara de

Comercio Argentino-Británica al terrateniente salteño Robustiano Patrón Costas, decidido partidario de

acabar con la neutralidad.

La continuidad proyectada de la década infame, el fraude y la sumisión ante los ingleses anima a los

militares nacionalistas (algunos más reaccionarios, otros más populares) a efectuar el 4 de junio de 1943

–un día antes de tal proclamación- un golpe de estado. Los únicos hechos luctuosos de aquella jornada

constituyen todo un símbolo. No hubo ningún tipo de resistencia popular para defender el régimen

conservador. No lo sentían propio. Sin embargo, hubo más de 70 muertos. Fue un combate frente a la

ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) una de las principales sedes de la Marina. No es paradójico

que ésta, pro británica y pro oligárquica, intentara impedir el avance de la columna proveniente de

Campo de Mayo que encabezaba el general Ávalos. Nuestra Marina de Guerra siempre consecuente con

las posiciones más reaccionarias y dispuesta a ser el epicentro desde donde atacar, con pretensiones de

detener, a la marcha de cualquier transformación, estaba aferrada a los intereses liberales de una

oligarquía con olor a bosta de vaca.

Van a ser los militares nucleados en el GOU (Grupo de Oficiales Unidos o Grupo Obra de

Unificación) quienes van a ponerse a los hombros la tarea política de despliegue de esos intereses

industrialistas. El GOU fue creado en 1942 después de la muerte del general Justo, quien había

conducido materialmente a las fuerzas armadas desde el golpe de 1930. Se trataba de una logia militar

profundamente antiliberal y fuertemente contraria a la entrega y la corrupción generalizada que reinaba

en la década infame. Eran fundamentalmente nacionalistas, algunos con simpatías en los fascismos

europeos, otros no. Pero lo sustancial es que no solamente veían con malos ojos la dependencia

concreta respecto de los ingleses, sino además respecto de los norteamericanos -que ejercían en aquel

entonces un bloqueo militar-. También tenían una marcada interpretación negativa respecto del rol de

la URSS, pues eran –fruto de su formación política- profundamente anticomunistas. El coronel Perón no

era el jefe de la logia, aunque sí uno de sus integrantes más notables. Esos militares habían sido

formados en la escuela prusiana, leyendo a los clásicos de la guerra como Clausewitz, pero sobre todo

influenciados por el concepto de Nación en Armas del mariscal Von der Goltz. Éste planteaba que

ningún Estado estaba preparado para la guerra con otra nación, sino existía una sociedad con un nivel

de justicia y equidad interna que le permitiera afrontarla y sentirla propia.

“La segunda guerra mundial acentúa la fuerza y el interés de estos sectores sociales para quebrar el

orden del viejo país agropecuario y lanzar a la Argentina por un camino nuevo, distinto, que puede

definirse, según la óptica de cada uno de estos sectores, como: Liberación Nacional, crecimiento

industrial, desarrollo del mercado interno, estatización e impulso de áreas estratégicas, pacto social,

pleno empleo, redistribución del ingreso nacional a favor de los trabajadores, avanzada legislación

social. El golpe militar del 4 de junio de 1943, más allá de sus contradicciones abre el camino para la

confluencia de estos sectores” (Galasso, 2005).

El carácter anti norteamericano y anti inglés del movimiento hacen que las principales medidas

ejecutadas por la revolución de junio sean desandar los mecanismos de la madeja legal del coloniaje,

que daban a las potencias imperialistas el control de nuestra economía.