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.,:;0Ô5 +, 3(: ,46*065,: E n febrero de 2010, el distinguido investigador y premio Nobel de economía, Daniel Kah- neman, iniciaba una charla titulada El Enigma de la Experiencia versus la Memoria 1 , haciendo un comentario en torno a la enorme can- tidad de libros sobre felicidad que había en el mercado. Decía que había encargado a una persona que contase los ejemplares que en los últimos 5 años incluyesen en su título la palabra felicidad, pero que se había dado por vencida cuando había sobrepasado los 40 volúmenes.Y si Kahneman hubiese agregado que como la felicidad está Capital Humano www.capitalhumano.es 64 asociada con el bienestar y la positividad, y que todos estos términos se relacionan con el florecimiento del ser humano, el número de publicaciones a contar con títulos incluyendo estos vocablos habría sido increíblemente más grande. Y más aún, si a esto añadimos que a la par han surgido innumerables páginas web, e incluso organizaciones con cualquiera de estas palabras comprendidas en su razón de ser, resulta evidente que estamos viviendo un llamativo y creciente interés en torno a este tema. Ahora bien, la pregunta es: ¿A qué se debe esto? y ¿qué tiene que ver un premio nobel de economía con este asunto? FICHA TÉCNICA Título: Positividad, el camino para convertir los hábitos en resultados (I). Autor: GIL SALINAS, Alonso. Fuente: Capital Humano, nº 294. Enero, 2015. Resumen: Desde hace unos años la felicidad es un tema recu- rrente en la literatura de gestión de personas. Es un término que se asocia a los de bienestar y positividad y, por tanto, relacionado con lo que se ha denominado el ‘florecimiento humano’. Las in- vestigaciones llevadas a cabo sobre este tema desde la psicología positiva han demostrado el interés que tiene tanto para el público en general como para el ámbito empresarial, especialmente por la conexión entre positividad, éxito y productividad. En esta primera parte del artículo, el autor ofrece una visión de conjunto del estado de la cuestión. Analiza las investigaciones científicas y las que, sien- do rigurosas, no pueden considerarse como científicas y se detiene en el modelo PERMA, desarrollado por Martin Seligman. Descriptores: Positividad / Felicidad / Bienestar / Productividad

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En febrero de 2010, el distinguido investigador y premio Nobel de economía, Daniel Kah-neman, iniciaba una charla titulada El Enigma de la Experiencia versus la Memoria1, haciendo un comentario en torno a la enorme can-

tidad de libros sobre felicidad que había en el mercado. Decía que había encargado a una persona que contase los ejemplares que en los últimos 5 años incluyesen en su título la palabra felicidad, pero que se había dado por vencida cuando había sobrepasado los 40 volúmenes. Y si Kahneman hubiese agregado que como la felicidad está

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asociada con el bienestar y la positividad, y que todos estos términos se relacionan con el florecimiento del ser humano, el número de publicaciones a contar con títulos incluyendo estos vocablos habría sido increíblemente más grande. Y más aún, si a esto añadimos que a la par han surgido innumerables páginas web, e incluso organizaciones con cualquiera de estas palabras comprendidas en su razón de ser, resulta evidente que estamos viviendo un llamativo y creciente interés en torno a este tema. Ahora bien, la pregunta es: ¿A qué se debe esto? y ¿qué tiene que ver un premio nobel de economía con este asunto?

FICHA TÉCNICA

Título: Positividad, el camino para convertir los hábitos en resultados (I).

Autor: GIL SALINAS, Alonso.

Fuente: Capital Humano, nº 294. Enero, 2015.

Resumen: Desde hace unos años la felicidad es un tema recu-rrente en la literatura de gestión de personas. Es un término que se asocia a los de bienestar y positividad y, por tanto, relacionado con lo que se ha denominado el ‘florecimiento humano’. Las in-vestigaciones llevadas a cabo sobre este tema desde la psicología positiva han demostrado el interés que tiene tanto para el público en general como para el ámbito empresarial, especialmente por la conexión entre positividad, éxito y productividad. En esta primera parte del artículo, el autor ofrece una visión de conjunto del estado de la cuestión. Analiza las investigaciones científicas y las que, sien-do rigurosas, no pueden considerarse como científicas y se detiene en el modelo PERMA, desarrollado por Martin Seligman.

Descriptores: Positividad / Felicidad / Bienestar / Productividad

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Positividad, el camino para convertir los hábitos en resultados (I)Desde hace unos años la felicidad es un tema recurrente en la literatura de gestión de personas. Es un término que se asocia a los de bienestar y positividad y, por tanto, relacionado con lo que se ha denominado el ‘florecimiento humano’. Las investigaciones llevadas a cabo sobre este tema desde la psicología positiva han demostrado el interés que tiene tanto para el público en general como para el ámbito empresarial. Para el autor, el hábito y no la autodisciplina está detrás del resultado. En este primer artículo, ofrece una visión de conjunto del estado de la cuestión y se detiene en el modelo PERMA, desarrollado por Martin Seligman. Alonso Gil Salinas, Ingeniero Químico y MBA. Consultor en Dirección de Empresas.

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El objetivo del presente artículo consiste en aportar una breve visión de conjunto sobre el contenido esencial de lo que hay detrás de este llamativo fenómeno. Tal nú-mero de publicaciones se debe al creciente interés por conocer los descubrimientos de la relativamente reciente investigación científica en torno al florecimiento humano. Aunque la terminología puede prestarse a confusión, ya que las palabras positividad, bienestar, florecimiento y felicidad suelen utilizarse de manera indistinta para refe-rirse a esta materia, en lo que no hay lugar a duda es en el uso de la expresión investigación científica al abordarla.

Kahneman es uno entre un gran número de expertos que trabajando en áreas como la psicología, la neurociencia o la economía conductual, están desvelando hallazgos en torno al florecimiento humano que son de vital interés tanto para el público en general, como para la comunidad empresarial en particular.

De hecho, se ha constituido una también relativamente nueva disciplina para aglutinar la investigación en torno al florecimiento humano: la rama de la Psicología denominada Psicología Positiva. Para darnos una idea de lo moderno de

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POSITIVIDAD VERSUS AUTORREALIZACIÓN

Debemos distinguir claramente lo que implica abordar el florecimiento humano con un enfoque rigurosamente científico, comparándolo con un enfoque serio y rigu-roso pero no científico. Como ejemplo de esto último, consideremos uno de los iconos más significativos que nos legó la Escuela Humanista: La Pirámide de Maslow. Abraham Maslow, quizá el más distinguido exponente de dicha escuela y que también abogó por la necesidad de desarrollar un enfoque positivo a la psicología, publicó su teoría sobre la jerarquía de necesidades del ser humano en el año de 19434.

En su planteamiento, Maslow señalaba que si una persona alcanzaba la autorrea-lización, era porque había florecido desa-rrollando al máximo su potencial como ser humano y por lo tanto, en parale-lo, su sensación de bienestar y felicidad. Ahora bien, aunque la autorreal iza-ción constituía una idea intuitivamente atractiva, siempre presentó ciertas li-

mitaciones en cuanto a su aplicación práctica, ya que es difícil determinar cuándo es que un ser humano en par-ticular la ha alcanzado. De hecho, si nos preguntásemos si podríamos establecer claramente si una persona está autorrealizada de acuerdo con el modelo de Maslow, la respuesta definitiva sería que no, ya que no incorpora la manera en que pueda medirse objetivamente dicha variable.

En marcado contraste con las aproximaciones al floreci-miento humano intuitivamente válidas, la Psicología Positiva ha desarrollado un nuevo campo de conocimiento para determinar con riguroso criterio científico cuáles son los factores que permiten al ser humano florecer desarro-llando al máximo su potencial. Como ejemplo de dicho enfoque, podemos señalar la metodología que se apoya en el hecho de que la relación de emociones positivas a negativas que una persona experimenta puede medirse escaneando su cerebro, siendo este ratio una medida objetiva de su nivel de felicidad.

Retomando a Maslow y como más adelante podremos apreciar, la autorrealización se considera hoy en día como

este enfoque, podemos decir que el punto de inflexión entre la llamada Escuela Humanista, que durante la segunda mitad del siglo XX se ocupó del florecimiento humano y el nuevo enfoque científico, fue la publicación en el año 2000 de un influyente artículo denominado Psicología Positiva. Una Introducción2.

En dicho artículo, un grupo de investigadores cuestionaron el dominante enfoque tradicional de la Psicología con-sistente en eliminar patologías, argumentando que dicho enfoque, aunque vital para el bienestar del ser humano, solamente llega hasta situarlo a cero, en una escala de posibilidades que van desde lo muy negativo hasta lo muy positivo. Y señalaron la necesidad de desarrollar una ciencia que contribuyese a situarnos más allá de la mera ausencia de lo negativo. Esto es, que contribuyese a lo positivo, a lo que implica el florecer y que redunda en el bienestar y la felici-dad del ser humano. Plantearon que el es-tudio riguroso de la experiencia subjetiva sobre la positividad, sobre los rasgos in-dividuales positivos y sobre las insti-tuciones positivas, contribuiría significativamente al florecimiento tanto de personas como de comunidades y sociedades. Y así ha sido.

Es importante no confundir el término positividad, que se refiere a la sensación de emociones positivas, con una corriente que aboga por lo se conoce como pensamiento positivo, un planteamiento que nada tiene que ver con el estudio del florecimiento humano. Por aclarar someramente, se trata de una especie de pensamiento mágico que preten-de que por el mero hecho de pensar positivamente en las cosas buenas y deseables de la vida, como por ejemplo el dinero o el éxito, la persona las atrae y las obtiene. Quizá el más llamativo exponente actual de este planteamiento, sea el éxito de los libros El Secreto y su secuela, El Poder, de Rhonda Byrne. Solo el primero de ellos ha vendido más de 19 millones de copias en más de 40 idiomas. Esta tremenda popularidad se debe en parte a que, como señalan los auto-res de una severa crítica publicada en el New York Times3, explota de manera óptima un conjunto de debilidades en el diseño de la mente humana para convencer a sus lectores de una serie de planteamientos carentes de seriedad y totalmente al margen de lo tratado en este artículo.

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La Psicología Positiva ha desarrollado un campo de conocimiento para determinar los factores que nos permiten desarrollar al máximo nuestro potencial

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sólo parte de los distintos factores que contribuyen al florecimiento humano.

POSITIVIDAD Y PRODUCTIVIDAD

Una buena parte de las publicaciones sobre positividad son muy apreciadas en el entorno empresarial, aunque su éxito no se debe a que implícitamente se reconozca que el bienestar o la felicidad de los recursos humanos de la empresa sea deseable per se, como alentaba la Escuela Humanista en el siglo pasado. Más bien, su éxito se debe a la relación que la ciencia ha encontrado entre la positividad y la productividad de las personas. En un meta-análisis de 225 investigaciones académicas publicado en 2005, los investigadores Sonya Lyubomirsky, Laura King y Edward Diener encontraron una relación causal entre las emociones positivas y el éxito en casi todas las esferas de actuación del ser humano: trabajo, salud, amistad, sociabilidad, creatividad y energía5.

Sus conclusiones pueden resumirse de la siguiente manera: Las personas que están más satisfechas con la vida y por lo tanto son más positivas y felices, son más productivas, por lo que tienden a lograr en mayor medida lo que se proponen, lo cual a su vez redunda en su bienestar. Este hecho propicia aún más el éxito, creando así un círculo virtuoso. Aunque estamos hablando de una relación que va en ambos sentidos, se trata de un proceso en el que más bien primero somos más felices y luego tenemos más éxito, en lugar de un proceso en el que primero tenemos más éxito y como consecuencia somos más felices. Estos hallazgos han impulsado a un creciente número de em-presas a facilitar las condiciones en las que su personal pueda incrementar su nivel de positividad, ya que ello redunda directamente en la productividad organizativa.

PERMA: EL NUEVO MODELO DEL FLORECIMIENTO HUMANO

Martin Seligman, a quien se considera como el padre de la Psicología Positiva, es el autor de uno de los modelos sobre el florecimiento humano más aceptados hoy en día. Desde los inicios de sus investigaciones, Seligman consideraba que el mero hecho de ser feliz en el sentido tradicional de la palabra, esto es, el de sentir emociones positivas, no era suficiente como para describir la satisfac-ción con la vida. Debido a ello, su primer planteamiento comprendía, además de las mencionadas emociones positivas, el grado de implicación en aquello a lo que la persona se dedica y el significado que le atribuye a su vida. Este planteamiento inicial se popularizó como las tres vidas de

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la felicidad humana: la vida placentera, la buena vida y la vida significativa. Sin embargo, casi diez años después de haber publicado su teoría inicial6, y como consecuencia del trabajo de investigación de un considerable número de científicos, decidió añadir dos factores más a los tres originales: el logro y las relaciones positivas7.

El fundamento de su modelo consiste en identificar todo aquello que un ser humano libre y consciente persigue con el fin de alcanzar su bienestar. Asimismo, estos fac-tores cumplen además con los siguientes criterios que los hacen susceptibles de ser analizados desde un punto de vista científico:

Cada factor contribuye al bienestar de forma inde-pendiente.

Cada factor es motivante por sí mismo. Cada factor es medible de forma independiente.

El modelo se denomina PERMA, el acrónimo que corres-ponde a las siglas de cada uno de los factores en inglés: Positive Emotions, Engagement, Positive Relationships, Meaning y Accomplishment.

El modelo PERMA asume que la finalidad del ser humano reside en incrementar su bienestar, floreciendo como persona y desarrollando al máximo su potencial. Y que en consecuencia, eso le hará más feliz. En la descripción de los cinco factores que veremos a continuación po-dremos apreciar que no se reducen al concepto inicial de autorrealización planteado por Maslow:

1. Emociones Positivas. Se refiere a la percepción de buenas sensaciones. Desde el agrado, el confort o el placer, hasta sentimientos de éxtasis.

2. Implicación. Cuando alguien se involucra a fondo en algo, desplegando al máximo sus fortalezas persona-les y quedándose prácticamente absorto en aquello que hace, se produce un estado que se denomina fluidez, concepto acuñado por el investigador Mihaly Csikszentmihalyi8. El término implica que la persona fluye y se funde con lo que hace. Un músico tocando un instrumento, o un directivo llevando a cabo una negociación puede fluir con su tarea. Sin embargo, una persona que ve la televisión para distraerse y sentir así una emoción positiva, no se implica a fondo desarrollando sus fortalezas y talentos, por lo que no se produce el estado de fluidez.

3. Relaciones Positivas. Muy poco de lo que es positivo se da a solas. Basta pensar en la última vez que, por ejemplo, sentimos una alegría desbordante o nos senti-mos orgullosos por un gran logro y lo más probable es

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El desarrollo de relaciones positivas es un factor que contribuye al bienestar del ser humano

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> contribuye a su bienestar. Teniendo en cuenta que la felicidad, consecuencia última del bienestar, más que un estado al que al que se llega es un estado al que se tiende, podemos afirmar que el procurar ser más felices equivale en términos no coloquiales a desarrollar nuestros factores PERMA.

Podríamos quedarnos con la idea de que el desarrollo de dichos factores incide solamente en nuestra salud mental, pero sabemos que cuerpo y mente forman una sola unidad altamente interrelacionada. De hecho, la investigación recopilada en el mencionado meta-análisis, asimismo respalda que la felicidad también incide significativamente en la salud física, contribuyendo al círculo virtuoso que conduce al bienestar. Esto es, las personas más felices no solamente son más productivas y se sienten mejor, sino que además son más activas y creativas, cuentan con un mejor sistema inmunológico e incluso disfrutan de vidas más longevas.

Comparemos el modelo del bienestar con lo que instin-tivamente solemos hacer cuando intentamos determinar subjetivamente si una persona es feliz. Lo más común es que en algunas ocasiones nos quedamos con la idea de que lo es, si manifiesta externamente un temperamento de agrado, gusto o alegría. Mientras que en otras intuimos que es feliz simple-mente porque sabemos que tiene éxito en aquello a lo que

que estuviésemos compartiéndolo con otras personas. En la naturaleza del ser humano está el ser sociable, por lo que el desarrollo de relaciones positivas es un factor que contribuye a su bienestar.

4. Significado. Los factores que se circunscriben a la propia persona no abarcan todas sus aspiraciones. Pensemos que quien esté firmemente implicado en su actividad y además disfrute de abundantes emociones y relaciones positivas, no por ello deja de sentir que su vida debe tener algún significado que vaya más allá de sí mismo. El destacado psiquiatra Víctor Frankel solía preguntar a sus pacientes más abrumados y decepcio-nados con su existencia, por qué es que simplemente no se suicidaban9. De su respuesta derivaba que si no lo hacían, era porque su vida tenía una razón de ser que iba más allá de ellos mismos. Ese sentido o signi-ficado suele ser distinto en cada persona: puede ser un ser querido, la familia, una organización o partido político, la religión, etc.

5. Logro. Hay personas que sienten una enorme sa-tisfacción simplemente por lograr algo en concreto sin aparente razón alguna. Valga como ejemplo la conocida anécdota de que si se le pregunta a un montañista: ¿Por qué has decidido escalar esa cumbre? responde simplemente: porque está ahí… Lograr algo por el mero hecho de lograrlo forma parte de la naturaleza humana y constituye un factor que

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organizativo cuando cimentó su modelo de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva en lo que llamó la ética del carácter, una ética basada en principios fundamentales que definió

como leyes naturales y universales que go-biernan la efectividad humana, señalando como ejemplo a la integridad o a la ho-nestidad10.

Quizá la única crítica que podríamos hacer a su planteamiento es que esos valores deberían de calificar-se como ubicuos en lugar de universales,

ya que se trata de valores que son ampliamente comparti-dos por la mayoría de las culturas pero no necesariamente por todas. Es más, como siempre se puede señalar una cultura inusitada, nadie ha podido establecer la existencia de unos valores universales desde un punto de vista cien-tífico. Sin embargo, si se ha podido identificar un conjunto de valores ubicuos, aquellos que están presentes en la mayoría de las culturas que han florecido a lo largo de la historia de la humanidad. De entre este amplio conjunto de valores, que a su vez están asociados a unas destrezas, es de dónde debemos elegir los más idóneos para nosotros en particular, aquellos en los que nos podemos apoyar para potenciar el sentirnos y hacerlo bien a la vez. Como podremos apreciar más adelante, los que intuitivamente menciona Covey en su libro, forman parte del conjunto.

El primer intento por describir esos valores de forma siste-mática, secular, y desde una perspectiva científica, se debe a los investigadores Christopher Peterson y Martin Seligman. Su trabajo culminó con la publicación en 2004 de su Manual de Virtudes y Fortalezas de Carácter, en el que incluyeron vein-ticuatro fortalezas de carácter agrupadas bajo seis virtudes11.

Para incluir una fortaleza en la investigación científica, decidieron que debería cumplir tres criterios:

que fuese valorada prácticamente en todas las culturas, que esa valoración tuviese validez propia (no nece-sariamente como medio para alcanzar otros fines) y

que fuese un rasgo maleable, esto es, que se pudiese cultivar o desarrollar.

Por lo tanto, cuestiones como la inteligencia, que difícil-mente se puede desarrollar, o la puntualidad, que es un

se dedica. Pero pensemos por ejemplo que se puede dar el caso de una persona que se sienta bien debido a que se droga, o el de otra a quien le va muy bien profesionalmente pero que experimenta y rememora profundos resentimientos ante pequeños agravios. Es evidente que te-niendo en cuenta el modelo PERMA, de-bemos mirar ambas facetas a la vez. Esto es, no podemos con-cluir que alguien es feliz ya sea porque se sienta bien o porque está haciéndolo bien. Más bien, el bienestar de una persona depende del grado en el que se sienta bien y esté haciéndolo bien al unísono.

DESARROLLANDO NUESTRO POTENCIAL

¿Qué es lo que debemos hacer para desarrollar nuestros factores PERMA? ¿Qué es lo que cada uno de nosotros en particular debemos potenciar y desarrollar en nuestra persona, con el fin de sentirnos bien y estar haciéndolo bien al unísono? Cada cual es diferente y bajo cada epígrafe de PERMA existen multitud de alternativas por las que se puede optar. Lo lógico es que decidamos apoyar el desarrollo de nuestra vida tanto personal como profesional en aquellas destrezas en las sabemos que somos particularmente fuertes. Pero dado que estamos hablando de nuestro flore-cimiento como seres humanos, no debemos equivocarnos pensando en que la clave está en potenciar cualquier tipo de pericia en la que destaquemos. No debemos considerar, por ejemplo, habilidades del tipo de la capacidad para comunicar o la destreza para negociar, ya que ese tipo de aptitudes favorecen el éxito solamente en ciertas facetas de la vida.

Cuando hablamos de nuestra existencia como un todo, nos interesa potenciar aquellas fortalezas que sabemos han permitido a muchos florecer como persona en la mayoría de las culturas que se han desarrollado a lo largo de la historia. Fortalezas que correspondan a valores amplia-mente compartidos por la humanidad en su conjunto y que inciden en lo que llamamos el carácter de la persona.

Cuando nos referimos a una persona de carácter, hablamos de alguien que actúa firmemente de acuerdo con sus convic-ciones. Stephen Covey popularizó el concepto en el ámbito

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Lograr algo por el mero hecho de lograrlo forma parte de la naturaleza humana y constituye un factor que contribuye a su bienestar

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a diferencia del planteamiento de Peterson y Seligman, invariablemente se ha hecho sólo desde la perspectiva del deber ser y sin ninguna base científica.

Por lo tanto, cuando hablamos de apoyarnos en aquellas destrezas en las que seamos particularmente fuertes, nos referimos a aquellas en las que destaquemos de entre las 24 fortalezas señaladas. Como cada ser humano es distinto, no todos valoramos las 24 fortalezas de la misma manera. Algunos valoramos el deseo de aprender por encima de la creatividad, otros valoran la integridad por encima de la prudencia, etc. Lo importante es que diseñemos nuestra vida de tal forma que podamos desarrollar al máximo lo que llamamos nuestras fortalezas personales, que son las cinco a siete fortalezas de carácter con las que más nos identificamos, aquellas que nos definen como persona ante nosotros mismos y ante los demás. Saber claramente cuáles son las que nos caracterizan, nos permite plantear nuestras propias metas de una manera concordante con los cinco factores del Modelo del Bienestar.

Martin Seligman ofrece un test en su página web que nos puede ayudar a determinarlas: http://www.authentichap-piness.sas.upenn.edu. Es totalmente gratuito, es posible seleccionar el idioma español y sólo requiere registrar-se12. Los resultados del test no pretenden establecer un juicio de valor sobre la persona que lo lleva a cabo, ya que todos los resultados son buenos. De hecho, puede repetirse cuantas veces sea necesario, ya que lo que pretende es ayudarnos a determinar nuestras fortalezas personales. Más aún, existe un test abreviado de sólo unas cuantas preguntas en la misma página, que podría considerarse como una guía para aquellos que ya tienen un profundo conocimiento de sí mismos y no necesitan hacer el test. Lo importante es que de una forma u otra, podamos jerarquizar las 24 fortalezas, desde la que más nos describe hasta la que menos lo hace, e identificar las más significativas.

Notas1 Disponible en: http://www.ted.com/talks/daniel_kahneman_the_riddle_of_ex-perience_vs_memory. Consultado el 29 de Mayo de 2014.2 Seligman, Martin E. P. and Csikszentmihalyi, Mihaly (January 2000). “Posi-tive Psychology. An Introduction”. American Psychologist. Vol. 55, No. 1, 5-14.3 Chabris, Christopher F. and Simons, Daniel J. “Fight The Power”. The New York Times. Disponible en: http://www.nytimes.com/2010/09/26/books/review/Chabris-t.html?pagewanted=all&_r=0. Consultado el 29 de Mayo de 2014.4 Maslow, Abraham (1943) “A Theory of Human Motivation”. Psychological Review, 50, 370-396.5 Achor, Shawn. (2010) The HappinessAdvantage. New York: Random House.6 Seligman, Martin, E. P. (2002). Authentic Happiness. Free Press.7 Seligman, Martin. E. P. (2011). Flourish. New York: Free Press.8 Csikszentmihalyi, Mihaly (1992). Flow. Croydon (UK): The Random House Group Limited.9 , FRANKL, Victor (1959) Man’s Search for Meaning. Great Britain: Random House.10 Covey, Stephen, R. (1989). The 7 Habits of Highly Effective People. New York: Simon and Schuster.11 Seligman, 2002.12 En la pestaña de navegación elegir el idioma español. En el apartado de Cuestionarios, seleccionar el Cuestionario VIA de Fortalezas Personales, re-gistrarse y llevar a cabo el test.

medio para alcanzar otro fin, constituían ejemplos que no podían ser incluidos.

Llegaron a la conclusión de que a lo largo de milenios, existe una sorprendente convergencia entre filosofías, religiones y culturas con respecto a las virtudes clave. Confucio, Aristóteles, Santo Tomas de Aquino, el Código Bushido de los samuráis, el Bhagavad-Gita y otras tra-diciones venerables discrepan en cuanto a los detalles, pero esos seis códigos incluyen las seis virtudes clave que identificaron. Una vez establecidas dichas virtudes, las subdividieron en las 24 fortalezas que las describen de acuerdo con los criterios de investigación mencionados. Pueden observarse en el siguiente cuadro:

CARÁCTER Y PERSONALIDAD

Cabe señalar que además de esos valores que conforman nuestro carácter, existe otro tipo de cualidades que tam-bién nos impulsan a actuar de formas específicas: nuestros rasgos de personalidad. Cuando hablamos de personalidad nos referimos a ciertas peculiaridades que definen nuestra naturaleza básica, misma que tiene una importante compo-nente genética y que hace que, por ejemplo, algunos seamos más o menos extrovertidos, o más o menos responsables o concienzudos. Y aunque son rasgos sobre los que se puede trabajar para que afloren en conductas preferidas, nuestra naturaleza incluye diversas características a menudo poco deseadas, que siempre permanecen latentes en nosotros.

Los rasgos de carácter son algo distintos de los de per-sonalidad, ya que se manifiestan a través de la forma en que elegimos poner en práctica nuestra dotación gené-tica para conducirnos por el mundo. Son rasgos con un marcado sentido del deber ser y que se construyen a lo largo del tiempo a través de las decisiones que vamos tomando en el discurrir de nuestras vidas. A lo largo de la historia, esos rasgos se han detallado de muy diversas formas a través de los tratados de moral o de ética, pero

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GESTIÓN DE LAS EMOCIONES

 De entre los factores del Modelo del Bien-estar, las emociones positivas son de especial interés con respecto al proceso de floreci-miento como un todo, ya que el grado en el que se experimentan permite que dicho

proceso progrese; o que por el contrario, se estanque o decaiga. Tanto las emociones positivas, como por ejemplo el aprecio, la confianza o el entusiasmo; como las negati-vas, como por ejemplo el miedo, el recelo o el asco, son vitales para nuestra supervivencia. Pero el hecho es que lo negativo pesa mucho más que lo positivo en nuestro nivel de bienestar. Tal vez esa sea la razón por la que el

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término positividad sea tan favorecido para hacer referencia al proceso como un todo. Hablando coloquialmente, con nuestro bienestar sucede algo análogo a lo que sucede con la satisfacción del cliente en la empresa: que una sola impresión negativa impacta más que muchas positivas.

LAS EMOCIONES POSITIVAS: UN FACTOR CLAVE

John Gottman, un estudioso de las relaciones matrimo-niales, fue uno de los pioneros en investigar sobre el

FICHA TÉCNICATítulo: Positividad, el camino para convertir los hábitos en resultados (II).

Autor: GIL SALINAS, Alonso.

Fuente: Capital Humano, nº 295. Febrero, 2015.

Resumen: Desde hace unos años la felicidad es un tema recu-rrente en la literatura de gestión de personas. Es un término que se asocia a los de bienestar y positividad y, por tanto, relacionado con lo que se ha denominado el ‘florecimiento humano’. Las investiga-ciones llevadas a cabo sobre este tema desde la psicología positiva han demostrado el interés que tiene tanto para el público en gene-ral como para el ámbito empresarial, especialmente por la conexión entre positividad, éxito y productividad. En esta segunda parte del artículo, el autor analiza las emociones positivas del modelo PERMA de Martín Seligman, las estrategias que contribuyen a elevar el gra-do de felicidad del ser humano y la forma de convertir en hábitos los comportamientos positivos. A su juicio, incrementar el nivel de bienestar y felicidad es una decisión personal que se logra median-te el control de pensamientos, emociones y comportamientos.

Descriptores: Positividad / Felicidad / Bienestar / Productividad

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Positividad, el camino para convertir los hábitos en resultados (II)Desde hace unos años la felicidad es un tema recurrente en la literatura de gestión de personas. Es un término que se asocia a los de bienestar y positividad y, por tanto, relacionado con lo que se ha denominado el ‘florecimiento humano’. Las investigaciones llevadas a cabo sobre este tema desde la psicología positiva han demostrado el interés que tiene tanto para el público en general como para el ámbito empresarial. En este segundo artículo, analiza las emociones positivas del modelo PERMA de Martín Seligman, las estrategias que contribuyen a elevar el grado de felicidad del ser humano y la forma de convertir en hábitos los comportamientos positivos.

Alonso Gil Salinas, Ingeniero Químico y MBA. Consultor en Dirección de Empresas.

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denominado ratio de positividad, el grado en que expe-rimentamos las emociones positivas en contraste con las negativas. En sus conclusiones, popularizadas como las matemáticas del matrimonio, determinó un punto de inflexión en el desarrollo de la relación matrimonial. Gottman encontró que las parejas exitosas tienen una relación de interacciones positivas a negativas de alrededor de 5 a 1, mientras que las que se encaminan al fracaso las tienen aproximadamente de 1 a 11.

Aunque es difícil determinar un umbral de positividad en términos generales; esto es, no específico para una situación,

la investigadora Bárbara Fredrickson ha establecido que un ratio de en torno a 3 a 1 establece la frontera que inclina al proceso ya sea al florecimiento, o al languidecimiento2. Por lo tanto, dado que como ella misma señala, el ratio de positividad normal, el de la mayoría de las personas, es de 2 a 13 y que estamos hablando de un punto de inflexión entre el florecimiento y el estancamiento o la caída, es de vital importancia decidir situar nuestra tasa de emociones positivas por encima de dicho punto de inflexión.

Fredrickson desarrolló una teoría que denominó La Teoría de Ampliación y Construcción4, que aporta una interesante

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> experimentación de lo positivo, ya que es un hecho que la vida del ser humano se presenta con altibajos y que en mayor o menor medida todos nos enfrentamos con adversidades que producen emociones negativas. De hecho, el experimentar muy poca negatividad en nuestras vidas simplemente indicaría que no estaríamos siendo objetivos.

No obstante, es evidente que con el fin de potenciar nues-tro proceso de florecimiento como un todo, a la mayoría de nosotros nos vendría bien incrementar nuestro nivel de positividad, sin pasarnos, sin caer en la irrealidad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que desafortuna-damente no todo está en nuestras buenas intenciones, ya que tanto nuestra dotación genética como las circunstancias que hayamos vivido contribuyen significativamente al establecimiento de un nivel de felicidad base, o punto de equilibrio, a partir del cual podemos actuar de manera intencional. Fredrickson señala que la proporción de los tres factores mencionados es la siguiente5:

− Genética: 50%.− Circunstancias: 10%− Actividad intencional: 40%

Esto es, todos nacemos con un factor que explica un 50 por ciento de nuestro punto de equilibrio de felicidad. Y contrario a lo que muchas personas piensan, las cir-

explicación sobre la función de las emociones positivas. Independientemente de que la razón de ser de ambos tipos de emociones, positivas y negativas, sea la supervivencia del ser humano, plantea que tanto su desarrollo evolutivo como su forma de contribuir son diferentes. A la amplia-mente aceptada función de supervivencia inmediata de las emociones negativas, como es el caso de las que nos instan a luchar, escapar o escupir, Fredrickson añade que las positivas debieron surgir más adelante en el proceso evolutivo con el fin de sobrevivir en un más largo plazo, basando su afirmación en el hecho de que las emociones positivas amplían nuestra percepción y esquemas menta-les, preparándonos para construir nuevos recursos, como pueden ser nuevos conocimientos, destrezas o alianzas.

LOS LÍMITES DE LA POSITIVIDAD

Pero no nos apresuremos a concluir que a mayor ratio de positividad mejor estaremos. Recordemos que el simple hecho de llenarnos de emociones positivas sin más, como sería el caso de drogarnos, es contraproducente. Asimismo podemos considerar que aquellas personas que padecen trastorno bipolar, también conocidos como maniáticos depresivos, en su fase maníaca experimentan mucho más emociones positivas que las personas normales. El sentido común nos dice que debe haber algún límite a la

El simple hecho de llenar-nos de emociones positivas sin más es contraprodu-cente

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cunstancias de la vida tales como el éxito profesional, el matrimonio o el dinero contribuyen solamente con un 10 por ciento. De hecho, se han contrastado algunas situaciones extremas para bien o para mal, como es el caso de personas que han ganado la lotería o han tenido un accidente con consecuencia de minusvalía grave, para comprobar que al cabo de un tiempo razonable, en ambos casos se regresa al punto de equilibrio de felicidad en mayor o menor medida6. Cabe resaltar que ese 40 por ciento restante no constituye una proporción pequeña. Reflexionemos pausadamente sobre el hecho de que nuestra historia personal de éxitos y fracasos, salvo casos patológicos muy extremos, contribuye sólo con un 10 por ciento.

Ahora bien, incidir en ese, comparativamente hablando, enorme 40 por ciento que está en nuestras manos, implica llevar a cabo actividades intencionales que influyan en nuestros factores del bienestar en el largo plazo. Pero al igual que con las fortalezas personales en las que debemos apoyarnos, también existe cierta confusión con respecto a la identificación de ese tipo de actividades en concreto, ya que existen muchas opciones que aparentemente podrían incidir significativamente en nuestro nivel de felicidad, pero que en realidad no lo logran.

Un buen ejemplo son aquellas actividades que persiguen específicamente el dinero. La relación entre el dinero y la felicidad puede resumirse de la siguiente manera: solemos pensar que el dinero nos brindará mucha felicidad por mucho tiempo, cuando en realidad nos brinda muy poca felicidad y por muy poco tiempo. Los estudios son elocuentes: el efecto se pasa, nos acostumbramos, regresamos a nuestro punto de equilibrio y entonces queremos más. De hecho, cuando logramos algo bueno en la vida, como un buen trabajo, o nos recuperamos de una enfermedad o nos compramos un coche nuevo, ese incremento de felicidad o bienestar usualmente no dura mucho. Pensar que esos hechos o bienes incrementarán nuestro nivel general de felicidad en el largo plazo es equivalente a estar corriendo en una cinta de correr y pensar que estamos avanzando en la dirección en que corremos. A este fenómeno se le conoce como la adaptación hedónica7. Por otro lado, continuando en torno al dinero, la investigación nos dice que quienes utilizan su dinero disponible no para comprar cosas como artículos de lujo, sino para vivir experiencias como paseos o espectáculos, especialmente compartiéndolos con otras personas, modifican su ratio de positividad incrementando su nivel de felicidad de forma más duradera8.

El investigador Richard Davidson ha trabajado mucho sobre la forma en que puede modificarse el ratio de

positividad. El que esto sea posible constituye una de las tantas manifestaciones de lo que se conoce como neuroplasticidad, la idea de que el cerebro es moldeable tanto a nivel molecular como estructural por medio de la experiencia y el entrenamiento. A raíz de su investigación, Davidson se refiere a la felicidad y al bienestar como destrezas, ya que para él no existe diferencia fundamental entre el bienestar y digamos la destreza para tocar un instrumento musical, en el sentido de que ambas se aprenden y se perfeccionan mientras más se practican. Por lo tanto, si decidimos introducir en nuestra vida actividades que contribuyan a nuestro bienestar, es fundamental discriminar entre aquellas que la ciencia ha determinado que incrementan el ratio de positividad y las que no9.

LA IMPORTANCIA DEL ENTRENAMIENTO

Analicemos una de ellas a manera de ejemplo. El inves-tigador Jon Kabat-Zinn, en colaboración con Davidson, llevó a cabo un interesante estudio sobre la felicidad, la meditación, el cerebro y el sistema inmunitario, que ilustra muy claramente el porqué de las afirmaciones de Davidson. El estudio consistió en investigar los efectos de la meditación sobre la respuesta del cerebro y el sis-tema inmunológico al estrés, en un grupo de empleados de una empresa de biotecnología puntera situada en la ciudad de Madison10.

Se partió del hecho de que durante décadas de investi-gación previas al estudio, tanto por parte de Davidson como de otros investigadores, ya se había determinado la forma de medir el nivel de positividad en el ser humano escaneando el cerebro. Más específicamente, se había encontrado que existe una asimetría con respecto a la expresión emocional entre una región específica del lado izquierdo y su equivalente del lado derecho del cerebro. La del lado izquierdo está asociada con emociones positivas como la felicidad, la alegría, el entusiasmo y el estado de alerta, mientras que la del derecho está asociada con emociones negativas como el miedo o la tristeza. Esto es, midiendo el ratio de la expresión emocional de am-bas regiones del cerebro, se puede determinar tanto el punto de equilibrio mencionado en párrafos anteriores, registrando la respuesta en estado basal, como la reac-ción ante diversos estímulos tanto placenteros como estresantes o neutros.

En el estudio, se constituyeron dos grupos de parti-cipantes interesados en reducir su nivel de estrés. El primero llevó a cabo un entrenamiento en meditación

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La felicidad puede conside-rarse como una destreza que se puede aprender.

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> solamente la producción de anticuerpos contra la gripe fue superior en el grupo de los que incrementaron su nivel de positividad, sino que se encontró una relación lineal entre la producción de anticuerpos y el ratio de expresión izquierda-derecha del cerebro.

Dado que la meditación es una destreza que se adquiere de manera análoga al aprendizaje de un instrumento mu-sical o de un idioma y su práctica incrementa la relación de emociones positivas a negativas, es evidente por qué Davidson considera que la felicidad puede considerarse como una destreza que se puede aprender.

En conclusión, para ser más felices debemos actuar y pensar como las personas que la investigación nos dice que son más felices. Pero aunque es evidente, no es tan fácil como parece a primera vista, ya que la influencia de muchos usos sociales, así como nuestras costumbres y hábitos nos pueden alejar de nuestro objetivo. Si se toma la decisión de ser más feliz en la vida, insistiendo en que se trata de una decisión, debemos considerar que se reque-rirá esfuerzo, compromiso y cierta dosis de disciplina, ya que fundamentalmente se trata de poder controlar nuestros comportamientos, emociones y pensamientos por medio de actividades intencionales que contribuyan significativamente a nuestro nivel de bienestar.

de 8 semanas basado en la atención plena11 y el segundo se constituyó como grupo de control. Los participantes de este segundo grupo fueron informados de que serían entrenados una vez finalizada la primera fase del estudio.

El resultado fundamental fue el esperado: antes del en-trenamiento la respuesta cerebral de ambos grupos era indistinta; pero una vez finalizado, el grupo de medita-dores mostró un incremento significativo en el ratio izquierdo-derecho del cerebro. Esto es, incrementaron significativamente su nivel de positividad. Curiosamente, el ratio también cambió en el grupo de control pero en la dirección contraria; aunque dicha reducción fue atribuida a que aunque no participaban en el entrenamiento en meditación, si tenían que pasar por la estresante tarea de ir al laboratorio del Dr. Richardson a ser escaneados tanto en estado basal como ante diversas actividades estresantes. Asimismo, se encontró que el cambio en el estado basal de los meditadores persistió cuatro meses después del estudio, mientras que no hubo tal cambio en el grupo de control.

Por otro lado, al finalizar el primer período de entre-namiento, ambos grupos fueron vacunados contra la gripe con el fin de medir su respuesta inmunológica. No

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8. Llevar a cabo más actividades que verdaderamente nos impliquen.

9. Saborear las alegrías de la vida.10. Comprometernos con nuestras metas.11. Practicar la religiosidad o la espiritualidad.12. Cuidar de nuestro cuerpo.

Podemos inferir que todas ellas contribuyen de forma específica a uno o más de los factores del modelo PERMA, pero también que no todos las valoramos de igual manera. Es por ello que debemos elegir las más apropiadas para nosotros mismos. Lyubomirsky consi-dera que además de tener en cuenta nuestras fortalezas personales, deberemos considerar nuestro particular

estilo de vida y aquello que en especial constitu-ya una fuente de infelicidad para nosotros, con el fin de contrarres-tarla. Incluso ha desarrollado un test de autodiag-nóstico conside-rando esos facto-res para ayudar a lograr una buena elección.

En términos ge-nerales, trabajar con unas 4 estrategias suele tener un impacto significativo en nuestra persona. Y una forma pragmática de emprender el camino consiste en comenzar simplemente con una y paulatinamente ir agregando más. Todas ellas giran en torno al desarrollo del potencial de lo positivo que hay en cada uno de nosotros, e implican una metodología concreta so-bre las acciones que deben llevarse a cabo. Van desde técnicas muy sencillas como entrenar nuestra mente a encontrar y rememorar las emociones positivas de un día en concreto, hasta programas personalizados de entrenamiento físico y mental. Por ejemplo, la meditación, mencionada en el apartado anterior, forma parte de la estrategia 12 (Cuidar de nuestro cuerpo). Lyubomirsky señala que aunque incluso a ella algunas le parezcan un poco cursis, el hecho es que los estudios demuestran que todas funcionan; aunque como hemos dicho, no de la misma manera para todas las personas. Por lo tanto, es fundamental conocer con más detalle las diferentes metodologías específicas antes de decidir. Esto puede hacerse ya sea por medio de lecturas específicas, o

¿QUÉ HACER DE MANERA ESPECÍFICA?

Y ¿cuáles son esas actividades intencionales y cómo ele-gir de entre ellas? Si consideramos que cada persona es distinta y que no existe un único camino a seguir, tomar la decisión de ser más feliz implica tres pasos generales que, aunque llevan una secuencia lógica, van afinándose paulatinamente con la experiencia:

− El primero consiste en alcanzar un conocimiento lo más objetivo posible sobre nosotros mismos.

− En función de ese conocimiento, deberemos determi-nar qué actividades, de entre las que se ha demostrado que funcionan, son las idóneas para nuestro caso en particular.

− Y finalmente, deberemos saber clara-mente cómo implementar di-chas actividades con el fin de convertirlas en algo normal en nuestras vidas, de tal manera que incidan en el largo plazo.

Sobre el primer paso, ya hemos se-ñalado los dos elementos fundamentales que nos ayudarán a saber más sobre nosotros mismos: la identificación de nuestras fortalezas personales y el conocimiento de nuestro ratio de positividad de partida. En el presente apartado mencionaremos unas estrategias específicas de entre las que podemos elegir y en el siguiente concluiremos hablando sobre la manera adecuada de implementarlas.

La investigadora Sonja Lyubomirsky, después de contrastar tanto su propia investigación como la de una gran cantidad de colegas, ha identificado las siguientes 12 estrategias que contribuyen significativamente a elevar el grado de felicidad del ser humano:12

1. Expresar gratitud.2. Cultivar el optimismo.3. Evitar las rumiaciones y las comparaciones sociales.4. Llevar a cabo actos de bondad o generosidad.5. Cultivar relaciones estimulantes.6. Desarrollar estrategias de superación.7. Perdonar.

Independientemente de la dosis de autodisciplina con la que contemos, esta se va debilitando conforme vamos haciendo uso de ella a lo largo del día.

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que esta relación también se puede presentar en sentido contrario. Ya desde el siglo XIX William James afirmaba que si nos comportamos de una forma específica, sentiremos emociones específicas y consecuentemente tendremos también repercusiones fisiológicas concordantes con dichos comportamientos. Esto es, no solo la actividad mental incide en la corporal, sino que también lo hace la corporal en la mental. En resumen, tanto la mente como el cuerpo pueden suscitar un una respuesta que finalmente repercute en ambos, en la unidad mente-cuerpo.

La investigadora Ellen Langer llevo a cabo un estudio que se convirtió en un clásico ejemplo de cómo el comporta-miento incide directamente tanto en la mente como en el físico de las personas. En el año de 1979, Langer organizó un evento al que llamó La Semana de la Reminiscencia en un hotel de las afueras de la ciudad de Boston, al que invitó a un grupo de hombres en torno a los 70 años de edad, con el fin de rememorar los años 50. Antes del evento, midió la fuerza, postura, capacidad visual, capacidad auditiva y memoria de cada uno de los participantes y les instruyó para que actuasen como si tuviesen 20 años menos cuando llegasen al evento. Al llegar, los participantes se encontraron con que no había nadie para llevarles las maletas, ni ningún tipo de ayudas para personas mayores o con minusvalías.

El salón principal estaba decorado con el ambiente de los años 50, la televisión era en blanco y negro, e incluso había una radio vintage de la época. También se les indi-có que deberían hablar en presente, como si en verdad estuviesen en los años 50, que deberían intercambiar fotos de aquellos años y que no deberían sostener ningún tema de conversación sobre un suceso posterior a 1959. Langer esperaba que ese comportamiento incidiese en la mente y cuerpo de sus participantes, y así sucedió. Al cabo de una semana, comprobó que la destreza, veloci-dad de movimiento, memoria, tensión arterial, capacidad visual y auditiva habían mejorado significativamente y que, de hecho, varios de ellos habían decidido que ya no necesitaban sus bastones. Cabe mencionar que con un grupo de control con el que repitió el experimento no siendo tan estricta con la simulación, se produjeron cambios, pero no tan marcados como en el caso de la simulación más rigurosa14.

Lo interesante del estudio de Langer es que el efecto se logró sin exhortar a los mayores a que pensasen o se sintiesen como jóvenes. Se hizo creando las condiciones específicas para que se comportasen como jóvenes. Por supuesto, fue necesario persuadirles para que comenzasen el proceso, pero pronto las actividades que debían llevar

participando en un seminario de entrenamiento sobre positividad.

IMPLEMENTACIÓN: LOS RITUALES POSITIVOS

Una cosa es saber qué hacer y otra muy distinta es hacerlo. Si por ejemplo consideramos el ejercicio físico, que como la meditación, forma parte de la duodécima estrategia, es posible que pensemos que se requerirá una enorme autodisciplina para llevarlo a cabo. Sin embargo, del estudio de las personas que hacen ejercicio físico regularmente, se sabe que en realidad no lo es tanto, ya que no suelen tirar de su autodisciplina para hacerlo. De hecho, en términos generales, no es adecuado depender de la fuerza de voluntad para sostener una estrategia de cambio personal. Esto se debe a que la autodisciplina es una característica que está en gran parte determinada genéticamente, por lo que cada persona tiene un nivel determinado que no es sencillo modificar. Y más aún, como veremos más adelante, independientemente de la dosis de autodisciplina con la que contemos, esta se va debilitando conforme vamos haciendo uso de ella a lo largo del día. Por lo tanto, en lugar de autodisciplina, lo que necesitamos es la introducción de lo que se conoce como rituales positivos en nuestra vida.

Un ritual positivo es un comportamiento apoyado en un valor profundamente asumido que se realiza con una periodicidad específica y que se vuelve automático con el paso del tiempo. La palabra ritual se utiliza particularmente para definir un comportamiento muy estructurado que tira de nosotros por costumbre, en marcado contraste con la autodisciplina que nos empuja a la acción13. Por ejemplo, no requerimos de autodisciplina para ducharnos o cepillarnos los dientes todos los días, ya que son hábitos que en su día se iniciaron como rituales positivos. Obviamente se requiere autodisciplina para iniciar un ritual, pero pronto se convierte en algo normal y ya no tira de la limitada dosis que tenemos de ella.

Con el fin de entender por qué es recomendable hacerlo de esta manera, profundicemos un poco en la forma en que se relacionan la mente y el cuerpo. Solemos estar muy familiarizados con el hecho de que la mera activi-dad mental conlleva repercusiones fisiológicas y motiva comportamientos. Basta recordar que si nos sentimos amenazados, descargamos adrenalina en la sangre y el cuerpo nos prepara para huir o luchar, ya sea física o figuradamente. Pero lo relevante en relación con la im-plementación de una estrategia de cambio personal, es

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imposibles de resolver. Los participantes no sabían que lo que se mediría era el tiempo en que persistirían en la tarea asignada, una evaluación indirecta de su autodisciplina.

Como posiblemente se habrá inferido, los que comieron galletas persistieron significativamente más tiempo en su intento antes de darse por vencidos. Más específicamen-te, trabajaron en torno a unos 20 minutos de media, en marcado contraste con los 8 minutos que aguantaron los que habían agotado su autodisciplina en la sala de espera resistiéndose a las galletas. Baumeister ha desarrollado numerosos experimentos análogos incluyendo otro tipo de actividades, como la toma de decisiones o el control de pensamientos o emociones, encontrando que al igual

que aquellas que implican direc-tamente nuestra fuerza de volun-tad, también van agotando a lo lar-go del día nuestra dosis particular de autodisciplina.

Consideremos un día normal en nuestra vida, en el que vamos gastando nuestra autodisciplina en cosas tan nimias

pero indispensables como el tener que ser puntuales a diversas horas del día, pasando por no distraernos en Internet, tomando decisiones, respondiendo emails, manteniendo la compostura y las buenas maneras en todo momento, etc.; es obvio que para cuando queramos emprender algo diferente a lo habitual ya no nos quede suficiente autodisciplina como para hacerlo. Es por ello que si lo intentamos tirando de ella, es probable que nos suceda lo que a los que tuvieron que resistirse a las galletas en el experimento de Baumeister, que abandonaremos al poco tiempo.

Por otro lado, si lo intentamos introduciendo un ritual; esto es, por medio de un comportamiento estructurado con una periodicidad específica, haremos uso de nuestra limitada dosis de autodisciplina sólo en la introducción de dicho ritual, incrementando significativamente la pro-babilidad de no abandonar.

A manera de ejemplo, pensemos en una persona se pro-pone terminar un escrito que tiene pendiente y no logra

a cabo se convirtieron en algo espontáneo que incidió en su mente y cuerpo y que a su vez realimentó el proceso.

Obviamente no sucedería lo mismo si simplemente convenciésemos a una persona mayor de que debería comportarse, al límite sus posibilidades, como si fuese más joven, argumentando que justo ese comportamiento es lo que le rejuvenecería. Aunque la persona estuviese genuinamente convencida, si no existiese el escenario propicio para que se comportase de esa manera, tendría que estar tirando de su autodisciplina constantemente para conducirse de forma distinta a la habitual y muy probablemente pronto abandonaría su propósito.

Eso se debe a que como menciona-mos antes, la au-todisciplina se va debilitando con-forme vamos ha-ciendo uso de ella a lo largo del día. En otras palabras, se ha demostrado que si decidimos gastar nuestra autodisciplina en una actividad cual-quiera, ese hecho nos restará auto-disciplina para la siguiente actividad que llevemos a cabo, aunque nada tenga que ver con la anterior.

LA DEBILIDAD DE LA AUTODISCIPLINA

El investigador Roy Baumeister llevó a cabo un interesante experimento que ilustra cómo funciona dicho desgaste15. Reunió un grupo de personas a quienes hizo saber que participarían en un experimento en el que llevarían a cabo un test para el que era necesario que se saltasen la comida previa al evento. El día del experimento, los hambrientos participantes llegaban a una sala de espera que olía a galletas de chocolate recién horneadas, las mismas que rápidamente podían localizar en una bandeja colocada junto a otra en la que sólo había rábanos. Du-rante su breve espera en la sala, unos participantes eran invitados a comer de las galletas, mientras que a otros se les decía que sólo podían comer de los rábanos. Más adelante, pasaban a la resolución del test que consistía en encontrar la respuesta a unos acertijos prácticamente

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Si decidimos gastar nuestra autodisciplina en una actividad cualquiera, ese hecho nos restará autodisciplina para la siguiente actividad aunque no tenga que ver con la anterior

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Cuida tus hábitos porque se convierten en tu ca-rácter, cuida tu carácter, porque se convierte en tu destino

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> que logre. Obviamente no es necesario que lo diseñe en torno a una rutina diaria, pero si en torno a un tiempo específico y periódico, como por ejemplo, los sábados de 7 a 10 de la mañana. El hecho es que con cualquier ritual que se plantee, al cabo de un período de tiempo relativamente corto, dedicarse a ello se convertirá en algo normal en

su cotidianeidad, que será la clave para evitar que abandone, por lo que tarde o temprano terminará su escrito.

Más aún, si en lu-gar de un proyecto específico, lo que intentamos es in-troducir un cambio indefinido en nues-tra vida, como sería el caso de practicar

algún tipo de ejercicio físico, el ritual terminará convir-tiéndose en un hábito. Basta con leer anécdotas sobre atletas, músicos, científicos o directivos que han alcan-zado difíciles objetivos, para descubrir que sus logros están respaldados por costumbres o hábitos que en su día comenzaron como rituales positivos. A simple vista

encontrar el tiempo para llevarlo a cabo. Si se propone hacerlo tirando de su autodisciplina, posiblemente se planteará objetivos parciales basados en temas o capítulos, asignándose fechas límite para terminarlos y forzándose a encontrar el tiempo para cumplirlos. Intentarlo de esa manera no sólo le será difícil, sino que como hemos visto, incidirá negati-vamente en su capa-cidad de trabajo para otras tareas.

Por otro lado, si decide acometerlo introduciendo un ri-tual en su agenda, lo hará encontrando la manera de trabajar en ello de forma re-gular y sistemática a un tiempo específico, independientemente del avance que consiga. Aparentemente estará haciendo lo mismo, pero la probabilidad de tener éxito en la imple-mentación del cambio será muy diferente. Uno de tantos rituales posibles podría ser el siguiente: todos los días me levantaré a las 7 de la mañana, me prepararé un café, y dedicaré una hora al escrito, independientemente del avance

No basta con saber qué es lo que hay que hacer y tener la buena intención de hacerlo. Es necesario entrenarnos para tener éxito en ello

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se convierten en tus palabras, cuida tus palabras, porque se convierten en tus acciones, cuida tus acciones porque se convierten en tus hábitos, cuida tus hábitos porque se con-vierten en tu carácter, cuida tu carácter, porque se convierte en tu destino.

NOTAS

Gottman, J. M. (1993, June) “A theory of Marital Dissolution and Stability” Journal of Family Pdycholog. June 1993 Vol.. 7, No. 1, 57-75.

2 Fredrickson, L. Barbara (2013, July 15) “Updated Thinking on Positivity Ratios” American Psychologist. Advance online publication. doi: 10.1037/A0033584

3 Fredrickson, Barbara (2009) Positivity. Great Britain: Oneworld.

4 Fredrickson, 2009.

5 Fredrickson, 2009.

6 Peterson, Christopher (December 8, 2011). “Life Satisfaction in the Wake of Disability” Psychology Today. Disponible en: http://www.psychologytoday.com/blog/the-good-life/201112/life-satisfaction-in-the-wake-disability. Consultado el 29 de Abril de 2014.

7 Fredrickson, 2009.

8 Haidt, Jonathan (2006): The Happiness Hypothesis. Great Britain: Random House.

9 Entrevista a Richard Davidson “Finding Happiness with Richard Davidson” en The Joy Trip Proyect (April 16, 2012). Disponible en: http://joytripproject.com/2012/finding-hap-piness-with-richard-davidson/ Consultado el 19 de Mayo de 2014

10 Kabat-Zinn, Jon (2005): Coming to Our Senses. New York: Hyperion.

11 El entrenamiento consistió en asistir a una clase semanal, llevar a cabo una práctica diaria de un mínimo de 45 minutos guiada por medio de grabaciones y la participación en un retiro de un día completo durante el fin de semana de la sexta semana.

12 Lyubomirsky, Sonja (2007) The How of Happiness. Great Britain: Piatkus.

13 Loher, Jim and Schwartz, Tony (2003). The Power of Full Engagement. New YorK.. The Free Press.

14 Langer, Ellen, J. (2009). Counterclockwise. The Random House. New York.

15 Baumaister, Roy F. et al (1998). “Ego Depletion: Is the Active Self a Limited Resource?” Journal of Personality and Social Psychology. Vol. 74, No. 5, 1252-1255.

aparentan ser personas con una enorme autodisciplina, pero eso es algo que no necesariamente se corresponde con la realidad. Pensemos que quienes hacen ejercicio físico regular a menudo reciben comentarios del tipo… ¡no sé cómo lo haces!… ¡yo es que no tengo tu fuerza de voluntad!… pero como realmente no se trata de fuerza de voluntad, sino que han adquirido un hábito, suelen responder algo así como: no me cuesta ningún trabajo; es más, me siento raro si no lo hago… A menudo quienes confunden un hábito con autodisciplina suelen hacerlo simplemente porque carecen de dicho hábito.

Cabe insistir en que se requiere autodisciplina y a veces mucha, para iniciar un ritual. Es por ello fundamental se-ñalar que la introducción de actividades intencionales que incrementen nuestro nivel de bienestar debe ser paulatina. Aunque hacerlo así sea más lento, siempre será mejor que un ambicioso fracaso por intentar abarcar demasiado. En términos generales, la introducción de un sólo ritual suele bastar para agotar nuestra autodisciplina, por lo que no es conveniente introducir otro hasta que el primero se haya convertido en costumbre. De esta manera no sucederá lo mismo que con los muchos buenos propósitos de año nuevo que generalmente terminan abandonándose.

A MODO DE RESUMEN

Florecer e incrementar nuestro nivel de bienestar y feli-cidad está en gran parte en nuestras manos. Es cuestión de tomar la decisión de llevar a cabo las actividades que nos permitan hacerlo. En su conjunto, puede considerarse como una destreza en la que fundamentalmente se trata de controlar pensamientos, emociones y comportamientos, por lo que no se trata de un cometido fácil. Podemos sintetizar el proceso afirmando que dichas actividades contribuyen a que surjan los cinco factores del modelo del bienestar, que a su vez se realimentan a sí mismos. Por ejemplo, si nos implicamos en algo apoyándonos en alguna fortaleza personal, sentiremos el estado de fluidez y como sentimos el estado de fluidez, más nos implicaremos. Sin embargo, no basta con saber qué es lo que hay que hacer y tener la buena intención de hacerlo. Es necesario entrenarnos paulatinamente para tener éxito en ello, siendo el hábito y no la autodisciplina lo que en realidad suele estar detrás del resultado.

Para terminar, quiero recordar un legendario proverbio que nos advierte de lo fundamental que es ese control de pensamientos, emociones y comportamientos, si es que queremos florecer e incrementar el nuestro nivel de bienestar y felicidad: Cuida tus pensamientos, porque

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