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92 | FORBES ABRIL, 2013 U n trabajador part-time alquila su casa doce días por mes en el sitio web Air- bnb (US$ 100 la noche, de los cuales gana 97). Cuatro noches por semana, transforma su auto en un taxi de facto a través del servicio para compartir viajes Lyft, para ganar otros US$ 100 por noche. No es glamo- roso. Es la crisis global, un cambio de mentalidad, una nueva tendencia. O todo eso junto. Es la share economy, o economía de la colaboración, en la cual los dueños de activos usan Internet para aprovechar la capacidad ociosa de sus bienes, y los consumidores alquilan o compran esos productos en lugar de tratar con una empresa. Airbnb es el exponente global más conocido de este fenómeno, pero en los últimos cuatro años surgieron al menos 100 compañías, varias argentinas o con alcance en el país, que ofrecen au- mentar los ingresos de personas sin necesidad de comprar nada. “La economía del compartir es una tendencia real. No creo que se trate de una moda pasajera”, afirma Joe Kraus, uno de los socios de Google Ventures que ha brin- Los consumidores construyen mercados multimillonarios para compartir autos, casas, bicicletas y herramientas. ¿Ahorran o cambian su forma de vida? Como sea, están generando una nueva forma de hacer negocios. SHARE dado su apoyo a dos sitios para compartir viajes, RelayRi- des y SideCar. “La gente busca este tipo de actividades por razones económicas, ambientales y de estilo de vida. La onda share creó mercados a partir de bienes que antes no eran considerados rentables: estacionamientos, habitacio- nes y herramientas alquiladas temporariamente. Casas que se convierten en alojamiento para mascotas. Una bicicleta en desuso que sirve de transporte a un turista. Y así. Para ingresar a la economía share, Avis Budget Group pagó US$ 500 millones por Zipcar, a pesar de que este emprendimiento pionero en el alquiler por hora gene- ró ganancias de US$ 4,7 millones durante el año pasado. Pero de alguna manera, Zipcar no comprendió la esencia de esta tendencia: la propiedad de su flota, al igual que la de Avis, está centralizada. El modelo puede resultar más rentable al ofrecer servicios para compartir autos entre pares (como RelayRides y Getaround, en EE. UU., o los servicios locales de pool de viajes Encamello o Poolami), que imitan a empresas como Hertz o Avis, con la excep- ción de que no son propietarias de nada. TECNOLOGÍA FORBES ECONOMÍA Tecno_SHARE.indd 2 03/04/2013 11:22:33 p.m.

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Un trabajador part-time alquila su casa doce días por mes en el sitio web Air-bnb (US$ 100 la noche, de los cuales gana 97). Cuatro noches por semana, transforma su auto en un taxi de facto a través del servicio para compartir viajes

Lyft, para ganar otros US$ 100 por noche. No es glamo-roso. Es la crisis global, un cambio de mentalidad, una nueva tendencia. O todo eso junto. Es la share economy, o economía de la colaboración, en la cual los dueños de activos usan Internet para aprovechar la capacidad ociosa de sus bienes, y los consumidores alquilan o compran esos productos en lugar de tratar con una empresa. Airbnb es el exponente global más conocido de este fenómeno, pero en los últimos cuatro años surgieron al menos 100 compañías, varias argentinas o con alcance en el país, que ofrecen au-mentar los ingresos de personas sin necesidad de comprar nada. “La economía del compartir es una tendencia real. No creo que se trate de una moda pasajera”, afirma Joe Kraus, uno de los socios de Google Ventures que ha brin-

Los consumidores construyen mercados multimillonarios para compartir autos, casas, bicicletas y herramientas. ¿Ahorran o cambian su forma de vida? Como sea, están generando una nueva forma de hacer negocios.

Share

dado su apoyo a dos sitios para compartir viajes, RelayRi-des y SideCar. “La gente busca este tipo de actividades por razones económicas, ambientales y de estilo de vida. La onda share creó mercados a partir de bienes que antes no eran considerados rentables: estacionamientos, habitacio-nes y herramientas alquiladas temporariamente. Casas que se convierten en alojamiento para mascotas. Una bicicleta en desuso que sirve de transporte a un turista. Y así.

Para ingresar a la economía share, Avis Budget Group pagó US$ 500 millones por Zipcar, a pesar de que este emprendimiento pionero en el alquiler por hora gene-ró ganancias de US$ 4,7 millones durante el año pasado. Pero de alguna manera, Zipcar no comprendió la esencia de esta tendencia: la propiedad de su flota, al igual que la de Avis, está centralizada. El modelo puede resultar más rentable al ofrecer servicios para compartir autos entre pares (como RelayRides y Getaround, en EE. UU., o los servicios locales de pool de viajes Encamello o Poolami), que imitan a empresas como Hertz o Avis, con la excep-ción de que no son propietarias de nada.

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Emulando el impacto que tuvo YouTube en la televisión y la blogósfera en los medios tradicionales, esta tendencia subvierte el modelo industrial en el cual las compañías son propietarias y las personas, consumidoras, a la vez que per-mite que todos puedan comportarse al mismo tiempo como consumidores y productores, aprovechando el potencial que genera esta última actividad. FORBES estima que los in-gresos que se trasladan directamente desde la economía del compartir al bolsillo de sus protagonistas superarán los US$ 3.500 millones a nivel global este año, con un cre-cimiento superior a un 25%. Con semejante tasa de cre-cimiento, compartir entre pares está dejando de ser una forma de aumentar los ingresos en un mercado salarial estancado, para convertirse en una fuerza económica disruptiva. La tecnología de los clasificados de los diarios que canalizó el aprovechamiento de los activos durante un siglo mejoró mucho. El sistema de calificación imitado de eBay da a los vendedores credibilidad comercial. Facebook

permite ir un paso más allá y consultar el perfil de una per-sona antes de concretar un alquiler. Las aplicaciones para teléfonos inteligentes nos dejan realizar transacciones en cualquier lugar, buscar productos y servicios compartidos en cada zona y hasta pagar en el momento. “Estamos de-jando atrás un mundo organizado en torno a la propiedad y avanzando hacia otro que se organiza alrededor del acceso a los bienes”, afirma Lisa Gansky, quien fundó el sitio web para compartir fotografías Ofoto para luego vendérselo a Kodak en 2001. Muchos emprendimientos que intenten se-guir esta tendencia fracasarán, porque está comprobado que en mercados como éstos el ganador se lleva todo. Como era de esperar, los líderes están recibiendo los embates de los ansiosos reguladores y las empresas tradicionales estableci-das. Airbnb lucha por demostrar su legalidad en Nueva York y San Francisco. Lyft y SideCar fueron citadas recientemen-te por los inspectores de servicios públicos de California por operar sin autorización. Además, todavía restan por resolver

Nathan Blecharczyk, Brian Chesky y Joe Gebbia, los fundadores de Airbnb.

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dos importantes cuestiones: qué cargas impositivas deberán abonar estos servicios y si protegen adecuadamente a los consumidores en materia de responsabilidad civil y fraude.

LA GÉNESIS DE LA economía del compartir de la era moderna se remonta a la ciudad de San Francisco en 2008, donde los cofundadores de Airbnb, Brian Chesky y Joe Gebbia, pensaron que podrían conseguir dinero ofreciendo alojamiento en colchones inflables en su departamento para los asistentes a una conferencia de diseño industrial. Crea-ron un sitio web llamado Airbedandbreakfast.com para publicitar el espacio de hospedaje. Luego de que tres

FORBES

TECNOLOGÍA - SHARE ECONOMY

REDISTRIBUCIÓN

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ZOPA, PRO

SPER, THE LENDING CLUB

INTERCAMBIO SOCIAL

VEN, THE LIQUIDITY NETWORK, TIMEBANKS, LETSYSTEMS

VIAJES PEER-TO-PEER

AIRBNB, ROOMORAMA, ONE FINE STAY, BED AND FED, 9FLATS

TAXI COMPARTIDO

TAXI2, TAXISTOP, WEEELSTRUEQUE

OURGOODS, ITEX, BARTERCARD, TOURBOARDINGCROWDFUNDING

STARTSOMEGOOD, POZIBLE, CROWDCUBE, CATARSEESPACIOS LIBRESURBANGARDENSHARE, LANDSHARE, YARDSHARE

HABILIDADES COMPARTIDAS

BROOKLYN SKILL SHARE, TRADESCHOOL, SKILLSHARE, WETEACHME

TALLERES Y ESTUDIOS COMPARTIDOS

3RD SPACE STUDIOS, TECHSHOP

PUNTOS DE ESTACIONAMIENTO

PARKATMYHOUSE, PARKCIRCA, PARK ON MY DRIVE

SOPORTE BARRIAL

NEIGHBORGOODS, SHARE SOME SUGAR, STREETBANK, TOOLZDO

RED PARA MISIO

NES ESPECIALES

ZAARLY, AIRRUN, M

YTASKANGEL, G

IGWALK, AIRTA

SKER, TASKRUNNER

COMPARTIR

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SITIO DE INTERCAMBIO DE DVD’S, LIBROS Y JUEGOS

SWAP, DIG N’SWAP, N

ETCYCLER, SWAPSITY

FERIAS BARRIALES

ZAARLY, GARAGE SALE TRAIL

COMPARTIR EL USO DEL AUTO

ZIPCAR, GOGET, WHIZZCAR, AUTOSHARE, STATTAUTO, AUTOLIBRE

COMPARTIR EL AUTO (EN GRANDES AUTOMOTRICES)

BMW DRIVENOW, VOLKSWAGEN QUICAR, PEUGEOT MU, DAIMLER CAR2GO

COMPARTIR EL TRASLADO PUERTA A PUERTAWHIPCAR, RELAYRIDES, DRIVEMYCAR RENTALS, GETAROUND, TAMYCACOMPARTIR EL USO DE LA BICICLETA

VELIB, BIXI, BARCLAYS CYCLE HIRE, B-CYCLE, CALL-A-BIKE, CYCLOCITY

VIAJES COMPARTIDOS

ZIMRIDE, NURIDE, LIFTSHARE, JAYRIDE, GOCARSHARE, CARPOOLING

ENERGÍA SOLAR

SOLAR CITY, SOLAR CENTURY, PRETASOL, ONE BLOCK OFF THE GRID

ALQUILER DE JUGUETES

BABYPLAYS, RENT-A-TOY

ALQUILER DE LIBROS DE TEXTO

CHEGG, CAMPUSBOOKRENTALS, ZOOKAL, BOOKRENTER

ALQUILER DE OBRAS DE ARTE

ART.SY, ARTSICLE, TURNINGART

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De toDo La oferta es muy amplia: se puede comprar bienes

nuevos o alquilarlos por un tiempo.

aquí tambiénEducación, trasporte,

descuentos y colaboración para proyectos made in Argentina.

fuente: Rachel Botsman, collaBoRativeconsumption.com.

educación: EduCABiliAEspACio quE ofrECE tAllErEs, workshops y ClAsEs.

Trabajo: NuBElo, workANA y frEElANCErrEd dE ofErtA y pEdido dE sErviCios profEsioNAlEs vArios.

descuenTos: GroupoN, lEtsBoNus y otros CupoNErAs quE ofrECEN dEsCuENtos y otros BENEfiCios.

crowdfunding: idEAmE y EvENtdooidEAs y proyECtos quE sE hACEN (o No) CoN AyudA dE otros.

TransporTe: ENCAmEllo y poolAmisErviCio dE pool pArA viAJAr A difErENtEs luGArEs.

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respecto a la propiedad, una transformación que podría convertirse en el legado más perdurable de la recesión.

Sabrina Hernandez, de 23 años, era empleada de Star-bucks, pero ya no volverá a su antiguo trabajo, porque este otoño boreal alcanzó un promedio de US$ 1.200 men-suales ofreciendo alojamiento para perros en su departa-mento a través del sitio web DogVacay. Pero fuera de las viviendas y los automóviles, crear mercados de pares para artículos de menor valor resulta más dificultoso, porque las transacciones deben ser lo suficientemente sencillas como para justificar el esfuerzo del propietario. Algunos emprendimientos han tenido éxito en nichos de alto valor, como los artículos deportivos de alta gama, los alimentos, y los equipos e instrumentos musicales.

Aparte de la compra de Zipcar por Avis, Daimler –pro-pietaria de Mercedes– está expandiendo su servicio de vehí-culos compartidos car2go, que alquila sus Smart Fortwo por minuto. Pero nuevamente, se trata de un ejemplo corporati-

vo que intenta imitar la dinámica share. Los economistas no salen de su perplejidad en su intento por encontrar la forma de me-

dir toda esta actividad. “Vamos a tener que inventar nuevos parámetros económicos para medir el impacto de la economía del compartir”, reflexiona Arun Sun-dararajan, un profesor de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York que se dedica a estudiar este

fenómeno. La pregunta más difícil que deberán responder los académicos es si

toda esta actividad genera más valor o sen-cillamente reemplaza a las empresas existen-

tes. Sin duda, ambas opciones son correctas. Es un típico caso de destrucción creativa. Es posible que haya un impacto negativo a corto plazo en la economía cuando una persona deja de comprar un automóvil. Pero la eficiencia económica da buenos resultados a largo plazo, y eso final-mente redunda en beneficios para todos. Airbnb encargó un estudio del impacto económico de la compañía en San Francisco el año pasado, que reveló un “efecto derrame”. Debido a que un alquiler de Airbnb tiende a ser más eco-nómico que un hotel, los huéspedes se alojan durante más tiempo y gastan US$ 1.100 en la ciudad, en comparación con los US$ 840 que gastan los huéspedes de los hoteles; un 14 % de sus clientes afirmó que no habrían visitado la ciudad de no haber sido por Airbnb.

Los humanos ya se dedicaban al intercambio de bienes y servicios incluso antes de la existencia del dinero. Lo único que hace la tecnología es dar rienda suelta a estos ancestrales instintos transaccionales. Aunque se estabi-lizara el crecimiento, no cambiaría el hecho de que los intercambios entre pares son otra modalidad usada por los emprendedores para llegar a sus clientes.

personas pasaron la noche en su departamento esa semana, decidieron invertir los límites de sus tarjetas de crédito para diseñar un sitio más grande que incluyera más servicios. “Nunca se nos ocurrió que estábamos participando en una nueva economía”, cuenta Chesky. “Simplemente intentá-bamos resolver nuestros problemas. Luego de hacerlo, nos dimos cuenta de que muchas otras personas necesitaban lo mismo”. Para reforzar su capacidad tecnológica, los diseña-dores convocaron a Nathan Blecharczyk, un ex compañero de Gebbia. Desde el inicio, el trío orientó su sitio web –re-bautizado como Airbnb– a grandes eventos para los cuales se agotara la capacidad hotelera. En 2009, fueron incorpo-rados al acelerador de Silicon Valley, Y Combinator, a pesar de las dudas de su cofundador, Paul Graham. “Teníamos ciertos reparos con respecto a la idea, pero nos enamoramos de los fundadores”, recuerda Graham. Más tarde, Chesky y su equipo convencieron a Sequoia Capital de invertir un capital inicial de US$ 600.000. Airbnb se puso en marcha lentamente y debió enfrentar la cuestión de la masa crítica que afecta a todos los mercados: los compradores quieren más vendedores, y viceversa. También existía un estigma social con respecto a compartir. Mucha gente le dijo a Chesky que alquilarles su casa a desconocidos era “algo muy raro, una idea alocada”. Para atraer a más propietarios, los fundadores de Airbnb viajaron en 2009 a Nueva York, donde residían muchos de sus usuarios, para conocerlos –una actitud diame-tralmente opuesta a lo que suelen hacer las compañías de Internet– y aprender cómo mejorar el servicio. El sitio cerró ese año con 100.000 reservas. Para 2010, se había internacionalizado, y las reservas de hospedaje nocturno habían ascendido a 750.000. En 2011, superaron los 2 millones de reservas. Airbnb cobra una comisión de 3% al locatario y de entre 6 y 12% al locador, según el valor de la propiedad.

El año pasado, la cantidad de reservas fue de entre 12 y 15 millones. Se estima que Airbnb alcanzará los 100 mi-llones de noches de alojamiento por año, una cifra que pro-bablemente genere ingresos por más de US$ 1.000 millones, en comparación con los US$ 150 millones de 2012. Teniendo como meta la expansión, es probable que el sitio haya perdi-do dinero el año pasado, pero eso no es un problema cuando los fondos provienen de Silicon Valley. A la fecha, Chesky y su equipo recaudaron US$ 120 millones de Sequoia, Gre-ylock Partners, Andreessen Horowitz y Y Combinator.

AIRBNB SE VIO BENEFICIADA por el sentido de la oportunidad y la sagacidad de sus fundadores, pero también por el cambio radical que se suscitó durante los últimos cinco años en el comportamiento de los consumidores con F

LoS que oFrecen eStoS

SerVicioS tienen maYor controL

Sobre Su economía.

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