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La Guerra Contra el Terrorismo y la Ética de Gandhi Por: RAJMOHAN GANDHI

Gandhi, Rajmohan - Guerra Contra El Terrorismo

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La Guerra Contra el Terrorismo y la Ética de GandhiPor: RAJMOHAN GANDHIPrimera publicación en españolIniciativas de Cambio 2010Bogotá, ColombiaTraducido por Helena de von [email protected]

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La Guerra Contra el Terrorismo y la

Ética de Gandhi

Por: RAJMOHAN GANDHI

Conferencia John Howard YoderUniversidad de Notre Dame, USA29 de Octubre 2004

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Primera publicación en españolIniciativas de Cambio 2010

Bogotá, ColombiaTraducido por Helena de von Arnim

[email protected]

Haber sido invitado a la Conferencia John Howard Yoder del año 2004 en esta Universidad de Notre Dame, es para mí un gran honor por el que me siento muy agradecido. Recibo con agrado esta oportunidad que me ofrecen de ser parte de este diálogo, departiendo en compañía de una tan distinguida, pensante y reflexiva audiencia, para tratar tantos aspectos de la guerra contra el terrorismo que nos turban y acerca de lo que he sentido y pensado frente a este difícil tema.

Empezaré por hablarles acerca de cómo veo yo el legado que nos dejó Gandhi; luego les compartiré algunos de mis pensamientos acerca de los Estados Unidos y la guerra contra el terrorismo y finalmente me atreveré a hacerles una inevitable y poco convincente, pero breve síntesis del ‘Mundo Musulmán’. En este contexto les hablaré acerca del hermano espiritual del Mahatma Gandhi; Kahan Abdul Ghaffar Khan, de la Provincia Nororiental de la frontera de la India, quien murió en 1988 a la edad de 98 años.

Cuando Gandhi decía; como lo hizo tan a menudo al final de su vida, “Mi vida es mi mensaje”; estaba siendo audaz, atrevido y hábil a la vez, además de acertado. Audaz porque la mayoría de nosotros somos más propensos a decir: “No juzguen mi maravilloso mensaje a la luz de mi inadecuada vida” o “soy un pésimo comunicador de un gran mensaje; por favor enfóquense en el mensaje y no en mi vida”. Gandhi en cambio, nos invitó a estudiar su vida, de manera descarada.

Pero también fue astuto y hábil, porque con esas 5 palabras: “Mi vida es mi mensaje”, dejó una respuesta a toda crítica a la que hubiera podido ser sometido lo que

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pudo haber dicho aquí o escrito allá. Nos estaba diciendo: juzguen mi ética por lo que traté de hacer con mi vida, no por afirmaciones aisladas.

Algunos Recuerdos

Durante el verano de 1942, cuando yo iba a cumplir 7 años, pasé algunos días con mis abuelos en su Ashram (propiedad campestre) en Sevagram en el centro de la India. Poco tiempo después los sometieron a arresto domiciliario y allí estuve visitando a mi abuela poco antes de que muriera. En 1944, (cuando yo tenía nueve años), Gandhi fue puesto en libertad y se dedicó a viajar a muchas partes del país haciendo campañas y negociaciones por la independencia de la India. También buscando apagar el fuego de la violencia entre hindús y musulmanes; fuego que luego entre Agosto y Septiembre de 1947 se propagó hasta causar la muerte de un millón de personas o tal vez más.

A lo largo de esos tres años después de haber sido puesto en libertad, siguió viviendo como lo había hecho desde el comienzo de su campaña, nunca más volvió a tener una casa propia en donde vivir y en la que sus nietos pudieran jugar con él. De hecho tuvo muchos más nietos de los que le dieron los cuatro hijos que tuvo, (no tuvo hijas). No fue solamente llamado ‘Padre de la Nación’, sino que se involucró personalmente en el diario vivir de un gran número de personas que acudían a él pidiendo consejo, consuelo y ayuda y nosotros los hijos de sus hijos nunca

sentimos que él nos perteneciera solo a nosotros o primero que todo a nosotros, antes que a otros.

Entre el verano de 1946 y Enero 30 de 1948, en que fue asesinado, Gandhi estuvo a menudo en Dheli, en donde yo vivía con mis padres y asistía al colegio. La independencia de la India y Pakistán se hizo realidad en Agosto de 1947 y también se produjeron grandes matanzas, sobretodo en la provincia del Punjab, que había sido partida en dos; una parte se convirtió en Pakistán y la otra en el Punjab Occidental que siguió siendo parte de la India.

Cientos de miles de refugiados hindús y sikhs que habían huido del Punjab Occidental vivían en Delhi en campos improvisados, también lo hicieron miles de musulmanes que abandonaron sus hogares en las afueras y dentro de Delhi y que se refugiaron en estos campos improvisados buscando protección.

Parte de la ira de los refugiados hindús y sikhs se volvió contra Gandhi; porque no podían aceptar que este ‘Padre de la Patria’ no hubiera podido impedir ni la partición, ni las matanzas. Airados hindús y sikhs iban a encontrarse con Gandhi para contarle como se sentían, al lugar en el que él estaba viviendo con sus asociados, un apartamento para huéspedes de una mansión perteneciente a Ghanshyam Das Birla un industrial que lo apoyó durante años. Otros asistían a la sesión diaria de oración a las cinco de la tarde en los prados de la Casa Birla, como se la llamaba.

Yo también asistí con mis padres y hermanos a la oración de las 5 de la tarde, que consistía en media hora de oraciones y cantos de diferentes tradiciones religiosas,

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seguidas por dos minutos de meditación en silencio y luego una charla de Gandhi durante quince o veinte minutos.

Acompañado por sus asociados más cercanos, sus amigos y parientes, Gandhi que ya tenía 78 años, caminaba unos 200 metros desde su habitación en la Casa Birla hasta el lugar de oración, sus brazos por lo general descansaban sobre los hombros de sus nietas, nietos, sobrinas y sobrinos nietos; mis bastones los llamaba él. Yo también fui algunas veces su bastón.

Había bromas y diversión por el camino, pero una vez que estábamos cerca, tanto Gandhi como todos nosotros nos recogíamos. Se subía a un pequeño estrado cubierto por una tela de algodón hilada y tejida a mano y sentándose sobre ella miraba a los cientos de fieles que iban a hacer oración y que también querían saber lo que Gandhi tenía que decir acerca del tema candente del momento.

Aquél pequeño estrado en los prados de la Casa Birla y la gente que se reunía a su alrededor también servía de salón de clase para la nación entera, ya que el gobierno ahora en manos de sus seguidores, trasmitía el evento por la radio a lo largo y ancho de la India.

Una buena porción de los asistentes estaba formada por refugiados hindús y sikhs, cuya atención estaba enfocada en Gandhi; que algunas veces estuviera teñida de ira, era algo notorio hasta para un chico de doce años como yo. Ya que él no contaba con guardaespaldas y que por lo general andaba

desnudo de la cintura para arriba, solía preguntarme si alguna vez serían capaces de golpear a mi desprotegido abuelo hasta dejarle tendido en el suelo y pensaba en lo que yo debería hacer, si él era atacado.

A menudo me sentaba en ese pequeño estrado detrás o junto a él; lo que me proporcionaba una amplia visión de la audiencia. La mayoría era gente cálida, respetuosa y que admiraba a Gandhi, pero que apenas se leía el Al-Fateha, el corto primer capítulo del Corán, brotaba o el resentimiento o la ira de algunos.

Uno o varios jóvenes se levantaban para decir: ‘El Corán no’. Y añadían: ‘En el nombre del Corán se han cometido estas matanzas así que Gandhi debe suspender la lectura del Corán a la hora de sus oraciones’. Mi abuelo escuchaba con mucha paciencia a los que protestaban, felicitaba a aquellos que presentaban sus cargos con respeto y también felicitaba a los demás por ser corteses con los que se estaban quejando. Luego le preguntaba a la audiencia si estaba de acuerdo con la queja presentada, a lo que ellos contestaban que no. Entonces Gandhi les proponía que retiraran su queja y respetaran a la mayoría. A veces aceptaban, pero otras veces no.

Si la queja no era retirada, él decía: si no se hace la oración musulmana tampoco se llevarán a cabo las demás y pasaba directamente a su charla. Así que el lugar de oración se convirtió en una clase de tolerancia y también de tácticas.

Sentado junto a él, pudiéndolo observar y también a la audiencia, yo quedaba impresionado por la calma y el valor de mi abuelo. Esta es una lección que me enseñó, no por medio de una larga y conveniente charla de abuelo a

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nieto, sino al ser simplemente sí mismo, en medio de unas corrientes de ira y de odio.

Enfrentando el Odio y la Intolerancia

Permítanme que ahora les comparta una que otra visión sobre Gandhi sacadas más de mis investigaciones, que de mi memoria y que nos indican la manera cómo Gandhi enfrentaba el odio y la intolerancia. Esta posición sería aplicable hoy en día a lo que sucede en lugares como Irak, Palestina y Cachemira. Esto es lo que Gandhi dijo desde su estrado de oración en la Casa Birla, seis semanas antes de la independencia de la India:

“Ayer alguien me preguntó que se debe hacer

con un perro rabioso. Si estaría bien matarlo o no. (Lo que había detrás de la pregunta como bien se puede suponer, era la idea en boga de que algunos musulmanes son como perros rabiosos y por lo tanto merecen ser eliminados)”. Y Gandhi explicó. Lo que en verdad quería preguntar el que hizo esa pregunta fue: ¿Que hay que hacer cuando un hombre se vuelve loco? Cuando yo tenía unos diez años uno de mis hermanos que ya no está entre nosotros se volvió loco, aunque pasado un tiempo se curó. Cuando le daba uno de sus ataques de locura, salía a pegarle a todo el que encontrara y yo, ¿Que debía hacer en ese momento?, ¿Pegarle a mi vez? o ¿Deberían mi padre y mi

madre pegarle? Se llamó al médico y se le pidió ensayar todo cuanto fuera posible para ayudarlo, menos pegarle. El era mi hermano de sangre; ahora yo ya no hago esas distinciones. Ahora todos ustedes (hindús y musulmanes) son mis hermanos de sangre. Entonces si todos ustedes perdieran su cordura y yo tuviera un ejército a mi disposición, ¿Creen ustedes que debería mandarlos matar a todos?” Pero alguien que en 1947 pensara que tanto los

hindús como los musulmanes eran sus hermanos de sangre, no iba a contar con las simpatías de todo el mundo. Y así fue como el 20 de Enero de 1948 Gandhi fue asesinado. De hecho el plan había sido matarlo diez días antes. Los siete hombres que conspiraron para matar a Gandhi llegaron a los prados de la Casa Birla para el encuentro de oración y hubo una explosión cuando uno de ellos tiró una granada. El plan era que en ese momento dispararían contra Gandhi, pero el arma falló y mientras fue capturado el hombre que tiró la granada los otros escaparon.

Gandhi que estaba hablando cuando ocurrió la explosión, continuó como si nada hubiese pasado y muchos lo alabaron por su aplomo; pero al día siguiente 21 de Enero esto fue lo que les dijo durante la oración:

“Déjenme tratar primero el incidente de la bomba de ayer. La gente me ha estado mandando telegramas de felicitación y enalteciéndome. De hecho no me merezco ninguna felicitación, porque no demostré ningún valor. Solo pensé que se trataba de alguna práctica del ejército en algún lado. Más tarde me

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enteré que se trataba de una bomba y que me hubiera matado si Dios no hubiera deseado que yo siguiera con vida”.

“No han de guardar ninguna clase de odio contra el responsable. El dió por sentado que yo era enemigo del hinduismo. ¿No dice acaso en el capítulo 4º del Gita que cada vez que los malvados se vuelven muy poderosos y hacen el mal contra la religión o contra el Dharma o sea el orden social, Dios manda a alguien a destruirlos? El hombre que hizo estallar la bomba obviamente piensa que él ha sido enviado por Dios para destruirme”.

“Pensemos: será que porque a uno no le guste un hombre, ¿Es por eso un malvado?, ¿Entonces si alguien me mata porque me ha tomado por un malvado, no tendrá de todos modos que rendirle cuentas a Dios? Cuando alguien dice que está cumpliendo con una petición de Dios, lo que está haciendo es convertir a Dios en cómplice de una acción malvada. Aquellos que estén detrás de él, o que lo estén usando de instrumento, deben saber que haciendo estas cosas no van a salvar el hinduismo”.

“Si es que el hinduismo ha de salvarse, será haciendo el trabajo que yo hago. Desde niño he estado sumergido en la religión. Mi niñera me enseñó a invocar a Rama (nombre común dado a Dios como muchos saben), cuantas veces tuviera miedo y después de haber

pasado por todas las pruebas que me daban miedo, sigo siendo un hindú tan obstinado como lo fui por intuición cuando tenía cinco o seis años. ¿Será que lo que quieren es matar la religión hindú matando a un hindú devoto como yo? Algunos Sikhs vinieron a preguntarme si yo pensaba que un sikh podría estar involucrado. Yo se que no fue un sikh, pero y ¿Qué más da si es un sikh o un hindú? Que Dios bendiga a aquél que posee buen juicio”.

Pacifismo y la no violencia de Gandhi

Convertir a Dios en cómplice de actos malvados o

dignos de rechazo, es un ejercicio que nos es muy familiar en estos tiempos. Si la frase nos recuerda el terror y los ataques y si también nos plantea la pregunta de cómo encontrar la manera apropiada de responder, deberíamos entonces reconocer por lo menos en lo que a Gandhi se refiere, que su entrega al pacifismo no era la no-violencia absoluta. En la fase final de su vida estando en Nueva Delhi, él no le pidió al gobierno de la India dirigida por sus seguidores en ese entonces, que manejara de manera no violenta las amenazas, ya fueran internas o externas. Recetó la defensa personal a aquellos que eran blanco de la violencia hindú musulmana. Y no solo pidió no vengarse en los inocentes del bando opuesto y que no se alimentaran sentimientos de odio o de venganza, sino que también le pidió a la población que dejara en manos del gobierno el trabajo de atrapar a los culpables y de castigarlos.

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Estudiosos de la vida de Gandhi, también saben que durante las dos guerras mundiales Gandhi que estaba en Sudáfrica, prestó servicio militar en la unidad de las ambulancias y trató de reclutar personas para que fueran a luchar en la Primera Guerra Mundial mientras declaraba que él personalmente no podía portar un arma. Una de sus objeciones contra el gobierno británico era que le prohibieran a los hindús el derecho a portar un arma. Durante la Segunda Guerra Mundial favoreció una ley del Congreso Nacional Hindú que decía que cuando los ingleses terminaran su dominio sobre la India, ésta como país libre, aceptaría tropas aliadas. En Octubre de 1947, dio con sus propias palabras “una aprobación tácita” al envío de tropas hindús a Cachemira para defenderla de las tropas irregulares venidas de Pakistán.

Así esta posición nos llame o no la atención, fue la posición que él tomo en estos casos; por lo tanto es parte de su mensaje. Podríamos decir que la reconciliación y la justicia y el no tomarse el cumplimiento de la ley con las propias manos parece ser su mensaje y no una santidad inalcanzable de la absoluta no violencia. Él le concedía a los estados el derecho de defensa propia y el deber de proteger a sus ciudadanos; también al individuo le concedía el derecho de usar la fuerza para defenderse. Sin embargo es bien sabido que en sus campañas de no violencia, él estaba siempre vigilante y muy decidido en contra del odio que podría llegar a matar a los otros y por lo tanto matar sus campañas. Cuando Gandhi estaba desarrollando en febrero de 1922 una

campaña de tal envergadura a nivel nacional que tenía entusiasmadísimos a los hindús y asustadísimos a los ingleses, la suspendió cuando en un remoto rincón de la India la gente presente en la demostración que gritaba “Victoria al Mahatma Gandhi” perdió el control y atacó a golpes y redujo a pedazos la estación de policía de la que apenas lograron huir los veintidós agentes. Pocos días antes de comenzar esta manifestación, Gandhi ya había dado aviso acerca de la victoria contra los ingleses que se confirmaría con una intensificación de campañas como aquella que suspendió. Y la suspendió a pesar de que todo dentro de él le decía que era “una cobardía retirarse después de haber hecho todas esas amenazas tan pomposas contra el gobierno ingles y todas esas promesas al pueblo”.

Cuando Gandhi suspendió la campaña en 1922, había 30.000 seguidores suyos en prisión. Muchos quedaron aterrados pensando que esto era un paso atrás y como estaban las cosas, la gente quedó totalmente desmoralizada. Sin embargo más tarde se aceptó que la crisis que se creó después de la suspensión de la campaña, fue lo que salvaguardó el prestigio de su movimiento y dejó a la India al mismo nivel de altura moral que el Imperio y fue admitido también, que en ese momento sin que las directivas del movimiento se estuvieran dando cuenta, las cosas estaban cayendo en manos de personas no tan confiables, así que este paso atrás, resultó ser algo muy sabio.

Veinte años más tarde, en plena Segunda Guerra Mundial, Gandhi hizo algo totalmente diferente. En ese verano de 1942, muchos hindús querían que Hitler y el

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Japón ganaran la guerra y los hindús radicales querían que emergiera de la guerra un estado hindú independiente, como también, la liga musulmana estaba exigiendo un territorio para tener su propia patria, mientras en Londres, el primer ministro Winston Churchill parecía estar dispuesto a dividir la India de la post guerra mínimo en tres partes – la India de la realeza, la India hindú y la India musulmana. Mientras que unos peleaban con armas para lograrlo, la respuesta de Gandhi no fue, ni quedarse sentado ni retirarse, sino luchar por medio de la no violencia. Entró a la refriega con un llamado no violento al Imperio Ingles para que salieran de la India; y a sus propios seguidores a que se cosieran literalmente la no violencia a sus vestidos, mientras que Gandhi y el Congreso Nacional de la India, firmaban un compromiso de conceder en una India independiente y democrática los mismos derechos a cada persona. Haciendo esto, Gandhi logró que dos de sus sueños no se extinguieran. El primero, que alguna nación fuera capaz de conseguir la independencia a través de la no violencia. Y el segundo, igual de importante para Gandhi, era una India libre, abierta a todos y no para un solo grupo dominante. La campaña “Salgan de la India” fortaleció los lazos ya existentes entre Gandhi y el Congreso Nacional de la India con la población hindú. Si él no hubiera lanzado su lucha de no violencia, en 1942 nunca hubiera sido posible una India independiente gobernada por Nehru y por el Congreso Nacional y hubiera caído en manos de fuerzas extremistas y autoritarias. Lo más seguro es

que la India hubiera quedado dividida en mucho más de dos pedazos. Gandhi y los Estados Unidos

Gandhi nunca visitó los Estados Unidos, y sin embargo, como el mismo lo decía, era allí en donde más amigos tenía, incluida la India. Sabemos que Thoreau, Emerson y Lincoln lo inspiraron, como también los irlandeses. Cuando llegó el tiempo de lanzar su campaña “Salgan de la India”, trató de ponerse en contacto con Roosevelt el presidente americano, pero los ingleses interceptaron la carta y no permitieron que la recibiera.

Una de las muchas preguntas que aparecen en mi mente cuando trato de imaginar a Gandhi en los Estados Unidos, es si él hubiera sido capaz de organizar todo un ejército de a pie que atravesara de punta a punta este enorme país cuatro veces más grande que la india, pregonando la no violencia. Desde luego que él era bien cándido en sus críticas hacia la situación racial existente en los Estados Unidos en su época. Sin embargo, hubiera amado lo que America tiene para ofrecer: ‘la muerte a las jerarquías y el espíritu de igualdad de oportunidades para todos’.

El hubiera amado un país en el que se acepta a la persona no porque tiene la línea de ascendencia correcta, o ancestros comunes, sino simplemente porque esta en America. Soy de la India y tengo pasaporte hindú, algunas veces critico las políticas norteamericanas, pero mis colegas, mis estudiantes, la gente que trabaja en la Universidad de Illinois conmigo y mucha gente con la que

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me encuentro en las ciudades gemelas de Urbana y Champaign me tratan como a uno de ellos. Dudo que haya otro país como este en ese sentido y Gandhi también hubiera quedado asombrado.

Pero un Gandhi en esta America post 9/11 preguntaría: ¿Es justo que los americanos crean que está bien aceptar a la gente porque está aquí en Norte América y desvalorizar a esas mismas personas cuando viven en sus propios países? Le daría escalofrío ver a todos esos jóvenes americanos adolescentes o en sus veintes, extinguiéndose en Irak; tanto como la muerte de todos esos iraquíes cuyos rostros el pueblo americano nunca ve, que tal vez nunca serían fotografiados, pero que también tienen nombres, sueños, esperanzas y gente a quien amar.

Pienso que Gandhi les preguntaría a los americanos si al ser cuarenta y cinco o cuarenta y seis rupias hindús el equivalente de un dólar americano, entonces creen que una sola vida americana vale miles de miles de otras vidas.

¿Que haría Gandhi con todas esas invocaciones que hacen diariamente los americanos pidiéndole a Dios que bendiga America? Creo que estaría completamente de acuerdo con que sin lugar a dudas la Providencia ha bendecido este maravilloso país; pero creo que se preguntaría muy intrigado “¿Si Dios ha bendecido tanto y sido tan bueno con los Estados Unidos, los americanos no deberían parecerse más a Dios que otros pueblos? Y puesto que no es así, ¿No será porque se han situado algunos escalones por encima del resto de la humanidad?” Y cuando de

hablar del bien y del mal se trate, creo que él estaría muy próximo a sugerir que esa batalla entre el bien y el mal es algo que cada ser humano tiene que pelear dentro de su propio corazón y que los Estados Unidos debería ser muy cuidadoso antes de ir convirtiendo una tierra lejana tras otra, en las fuentes del mal y por lo tanto en campos de batalla en el presente, pero a la larga en un recuerdo lejano que los otros pueblos no olvidaran.

Yo creo que él también le señalaría incluyendo a los musulmanes americanos, que sus estrategias de no violencia contra el Imperio Británico superaron en táctica, pusieron en segundo plano y marginaron el terrorismo que algunos en la India querían usar contra los ingleses y que él condenó con el lenguaje más fuerte que pudo encontrar. También les diría con gran firmeza a los musulmanes del mundo entero que están furiosos por causa de los no musulmanes, que vean la insensatez de continuar con el terrorismo, que lo abandonen.

También le pediría a la única súper potencia mundial que existe actualmente, porque no tratar de comprender el mundo en el que se encuentra y vivir así como los musulmanes y los no musulmanes que han vivido puerta a puerta en medio de la cultura de unos y otros en muchísimas partes del mundo por cientos de años. Una vida normal y una paz a lo largo y ancho del mundo no pueden ser puestas en peligro más que por esa nueva visión de que es inevitable e imposible de escapar de un choque de civilizaciones entre musulmanes y no musulmanes.

El año pasado (2003) vi en televisión una entrevista entre Brit Hume de Fox News y el presidente Bush en la

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Casa Blanca. Sentados en la oficina oval, Hume le preguntó al presidente cuales eran las fuentes de su inspiración. El presidente Bush le nombró a Lincoln y le señaló el cuadro de éste que estaba colgado allí. Y cuando Hume le preguntó de qué manera lo inspiraba Lincoln, el presidente le dijo que durante el tiempo de la guerra civil, Lincoln había luchado por la unidad americana. Y que después del 9/11, él también se sentía llamado en el espíritu de Lincoln, a llamar a la unidad a los americanos dentro de los Estados Unidos.

Permítanme recordarles dos frases bien conocidas y que serán eternas, del segundo discurso de inauguración de Lincoln refiriéndose a los dos lados de la guerra. Lincoln dijo: “Ambos leemos la misma Biblia y le rezamos al mismo Dios, cada uno lo ha estado invocando en contra del otro. Pero parece extraño que cualquier hombre pueda creer que es algo justo pedir la ayuda de Dios para conseguir su pan exprimiéndolo del sudor de la cara otro hombre; pero no juzguemos para no ser juzgados”.

Hoy en día estas frases no le están hablando a las dos caras de un problema dentro de los Estados Unidos, sino a dos fuerzas que aparentemente se van a estrellar sobre el planeta, el mundo de Occidente encabezado por los Estados Unidos y el mundo musulmán. Así que el reto que Lincoln les haría hoy, sería el mismo que les pondría Gandhi. Los americanos ya no están llamados a conseguir únicamente la unidad interna de los Estados Unidos, sino a convertirse en aquellos que sanarán la fractura

mundial más grande que existe actualmente. Después del 9/11que convirtió a los Estados Unidos en uno más de los pueblos que viven junto con el resto de nosotros sobre este sufriente y peligroso planeta, los americanos ya no pueden darse el lujo de pensar solamente en la unidad americana.

Terrorismo

No vayan ahora a entender que lo que les estoy diciendo es que la ética de Gandhi les pide que enfrenten sin armas el terrorismo; la posición que él tomo frente a las situaciones mencionadas anteriormente sugieren lo contrario. Pero su ética, ciertamente les pide que hagan un estudio más franco de las causas del terrorismo. La guerra contra el terrorismo es algo comprensible, en parte imposible de evadir, sin embargo como no se ha hecho un estudio honesto sobre las causas del terrorismo, ha sido una respuesta inadecuada al 9/11. Las reacciones de las encuestas Gut, sus estudios aparentemente eruditos y todas esas declaraciones desde eminentes plataformas y púlpitos, llevaron a un consenso de algo como esto: personas malvadas que vienen de sociedades y países que han fallado y que vienen de religiones defectuosas que odian la libertad, manifiestan toda esta maldad a través del terrorismo.

Yo por mi lado y tal vez también en nombre de la ética de Gandhi, les ofrezco mis comentarios acerca de las conclusiones que ustedes sacaron. Primero: Durante el siglo pasado en una gran variedad de sociedades, países y tradiciones religiosas crecieron individuos malvados que

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cometieron actos malvados; Hitler en Alemania, Stalin en Rusia, Pol Pot en Cambodia, o lo que pasó en Ruanda en 1994, o en Sri Lanka causado actualmente por los budistas intransigentes, o los suicidas de la India. Veamos que el Islam no ha tenido nada que ver con ninguno de estos horrores y ni para que decir de toda una colección de otras espantosas situaciones. Segundo: Gandhi pensaba, (incluyendo el Islam, pero no solamente), que todas las religiones contienen imperfecciones porque se transmiten a través de seres humanos imperfectos y también porque una religión no puede ser juzgada por frases que se han sacado del contexto. Los hindús que le llevaban a Gandhi versículos del Corán que parecían estar defendiendo el derecho de matar, eran confrontados por Gandhi con versículos de textos hindús que parecían estar condenando brutalmente a las mujeres y a las castas inferiores. Sin embargo, Gandhi también proclamaba que la gente común y corriente ya fuera hindú o musulmana, conocía por instinto cual era el verdadero corazón de su fe y que también sabrían que sentido darle (o no darle) a aquellas frases que eran problemáticas. Esta no es una discusión acerca del papel que estas frases juegan en la conducta diaria de los musulmanes o hindús corrientes (o cristianos o judíos). Sin embargo sigo creyendo que es legítimo para mí a estas alturas, señalarles algo en relación con lo que tal vez es el pasaje hindú más conocido del Bhagavad Gita.

Como habrá aquí muchas personas que lo saben, el Gita es un discurso religioso proclamado

supuestamente en medio de una batalla. Cuando los hindús se imaginan este pasaje del Gita, algunos ven una antigua carroza de guerra con Krishna sentado en el puesto del conductor, hablando con su rostro vuelto hacia Arjuna, un príncipe justo y valiente, pero confundido, que está sentado a su lado. Sin embargo la traducción que se le ha hecho al lenguaje más usado hoy en la india, ha condensado su contenido en una sola página; se le llama el Gita Saar que significa la esencia del Gita. esta página tantas veces leída, pasada de mano en mano, pegada en las paredes y puesta bajo el vidrio de los escritorios, contiene consejos sicológicos, morales y espirituales prácticos para el combate de cada día y que nada tiene que ver con la guerra como tal. En este resumen lo que el Gita le pide a los seres humanos es que cumplan con su deber, sin preocuparse ni de los resultados ni de los frutos y les ofrece la seguridad de que Dios les dará la gracia y la protección tan pronto se vuelvan a Él.

Esta desde luego es la manera como la vasta mayoría de la gente en el mundo árabe piensa acerca de la jihad; viéndola como la lucha diaria para conquistar lo malvado o mezquino dentro de nosotros mismos. Desde luego que no nos cabe la menor duda que los extremistas islámicos ven este llamado a luchar contra el mal en el sentido literal de conquista y muerte, igual a como siguen insistiendo los extremistas hindús en que el Gita es un llamado a entrar en guerra contra esas fuerzas malvadas que son escogidas y nombradas como tales por ellos mismos.

Así como el hindú del común simplemente ignora el ambiente de batalla en el que se desarrolla el Gita y se

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enfoca en su mensaje ético y espiritual; así Gandhi sostenía que el haberlo situado dentro de este contexto era solo un recurso literario para describir la batalla que cada uno tiene que pelear diariamente contra su propia naturaleza más baja. En la visión que Gandhi hace, la carroza es el cuerpo, Arjuna es cada hombre o mujer y Krishna es ese Guía Interior que nos exhorta a pelear la batalla de la vida en contra del desaliento, de la depresión y el fatalismo y en contra del mal, incluidos el odio y el fanatismo.

Así como Gandhi acertó en esta interpretación y por eso se le concedió el derecho de hablar en nombre del hinduismo, así ahora se le está dando apoyo desde adentro y desde fuera del mundo musulmán, a esas filas cada vez más numerosas de valientes musulmanes que están siendo capaces de señalar que los “versos problemáticos” dentro del contexto, son para la mayoría de los musulmanes sobre todo, la representación de una lucha más noble contra esa parte malvada de nuestra naturaleza humana.

Hay aquí una pregunta de fondo que es esta: si la mayoría de los musulmanes son musulmanes porque nacieron en una familia musulmana y la mayoría de los americanos son americanos porque nacieron en America, entonces acusar a los musulmanes solo porque son musulmanes o a los americanos porque son americanos, significa que la gente está siendo condenada de antemano por haber nacido como nacieron, por su sangre, su ADN.

A pesar de todo lo que el mundo ha tenido que aprender acerca del horror que es el condenar a la gente por su nacimiento, por haber nacido de sus padres; a pesar del horror del holocausto, de la esclavitud, de los intocables en la India; parece que estamos de nuevo dispuestos de buena gana a poner como blanco a una sección de la humanidad por ser lo que son, sean quienes sean; por musulmanes o por americanos. Si las personas tienen derecho de ser inocentes hasta que se pruebe que son culpables, estos grupos que están como blanco, ya sea los musulmanes de un lado del mundo y los americanos del otro, se supone que son culpables hasta que demuestren que son inocentes.

Si el ADN no es la causa del terrorismo, ni tampoco el Islam, así como el cristianismo no fue la razón de que se hicieran cosas infames salidas de entornos supuestamente cristianos; entonces ¿Qué lo es? Carezco de la sabiduría para darles una visión clara y fresca, sin embargo me atrevo a sugerir que el terrorismo tiene que ver más con una pérdida de esperanza y de un odio hacia la libertad.

Como sabemos, algunos terroristas reclaman que nos aterrorizan porque al precio que sea, están buscando la libertad y la independencia nacional, o para recuperar sus tierras, o para acabar por ejemplo, con la ocupación de Palestina o de Irak. La independencia nacional y la libertad individual son cosas totalmente separadas, pero que también están conectadas y es difícil creer que los árabes en Irak, o en Palestina vayan a quedar impresionados cuando se les diga que la violencia que viene de su lado nace de su odio a la libertad.

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Hace ya algún tiempo que a lo largo y ancho del Medio Oriente y en el mundo entero, los árabes están diciendo a cualquiera que les pregunte, que la falta de voluntad de los americanos de oponerse a la ocupación de tierras árabes en Palestina, es la causa principal de la ira árabe y musulmana. Habría que preguntarse si esta constante respuesta no merece más atención, preguntarnos cuando fue la última vez que un presidente norteamericano o un alto funcionario haya dicho públicamente a los árabes, que Norte América se opone a la ocupación de las tierras palestinas y que hará todo lo que pueda para que se logre el despeje.

Si la esperanza entregada a plazos enferma el corazón, tal vez la extinción de la esperanza enloquezca al corazón. Por otro lado, un corazón inyectado de esperanza podría rechazar el terror. Desde luego que los Estados Unidos también tendrían que pedir con mucha firmeza un apoyo para proteger al estado y a la gente de Israel. Pero todavía me queda por decir que el total silencio sobre la cuestión palestina en las discusiones americanas sobre la realidad y razón de la ira de los árabes y musulmanes es, ¿Como presentarlo a ustedes? Es cuando menos chocante. No es discutible el derecho que tienen los Estados Unidos de combatir el terrorismo por medio de las armas. Sin embargo, Estados Unidos necesita oponerse a la ocupación de tierras palestinas sin ambigüedades por varias muy buenas razones: Por el derecho que desde los primeros orígenes de la

humanidad tienen los pueblos y los individuos a su propiedad, a su suelo y a su libertad de elección. Por el propio bien de la reputación de los Estados Unidos frente al mundo, por el propio bien de preservar algunas reglas en un mundo en donde la misma vida amenaza la vida y para apoyar a los pocos valientes no violentos que hay en el Medio Oriente y en el resto del mundo.

Por favor tengan en cuenta que no estoy haciendo un análisis de lo que convirtió a los atacantes del 9/11, o a cualquier otro tipo de terroristas venidos de todo tipo de ambientes y religiones, en lo que se han convertido. Ese análisis psicológico se lo dejo a los expertos en el campo. Lo que yo estoy examinando es el clima de ira que alimenta a los terroristas con el oxigeno de la simpatía, la aprobación y el apoyo de la gente.

Reconozcamos también que la guerra contra el terrorismo y la guerra en Irak, ha estado a veces conducida y comunicada de maneras que a pesar de todos los descargos de responsabilidad que se han hecho, sugieren que están relacionados con una guerra contra el Islam. El publico americano y sus reacciones se han usado como factores para tomar las decisiones que se han tomado en el gobierno para la guerra contra el terrorismo y contra Irak. Todavía no sabemos cómo reaccionarán los musulmanes del mundo por no haber sido tomados en cuenta. El hecho mismo de que el número de terroristas islámicos anti americanos y sus simpatizantes haya ido aumentando mientras se sigue el desarrollo de la guerra de Irak, no ha despertado en ustedes la necesidad de reflexión.

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Encuesta tras encuesta revela que los musulmanes en países tan diferentes como Turquía, Indonesia, Egipto y Pakistán, se sienten en la mira de los Estados Unidos y la política de los Estados Unidos que es adoptada, ejecutada, explicada, o no explicada, ha jugado un papel importante en generar este sentimiento.

La doctrina de prevención le preocupa a mucha gente y no solo al mundo musulmán. Si todas las naciones invocaran esta doctrina tendríamos una racha de guerras alrededor del mundo y si solamente una nación puede invocarla y puede hacerlo sin consultar adecuadamente con aquellos que habrán de sufrir las consecuencias; entonces por primera vez en la historia del planeta, estaríamos en la era de un imperio global, excepto que si lo comparamos con antiguas versiones, este nuevo imperio mundial, se supone que debería funcionar por medio de su alta tecnología, bajos impuestos y un pequeño ejército. Regresando al sentimiento anti americano en el mundo musulmán, porque este sentimiento es hoy en día muy agudo y amargo, algunos podrían creer que ha estado siempre ahí, pero sabemos que los Estados Unidos han gozado en el pasado de buena voluntad y respeto dentro de las naciones musulmanas. El Mundo Musulmán

Por lo que al mundo musulmán se refiere, ese mundo debería recordar a sus héroes. Uno de ellos fue Abdul Ghaffa Khan (1890-1988) un Pashtun (o un

Pakhtun como lo pronunciaba su pueblo) que creció en la tribu Muhammadzai que ocupaba las fértiles tierras al nordeste del Paso de Khiber, tierras regadas por los ríos Indus, Kabul y Swat y que vivía no lejos de la ciudad de Peshawar.

¿Por qué debería Ghaffa Khan ser recordado? Déjenme ofrecerles rápidamente cinco razones: Una: Porque por sus convicciones pasó 27 años en prisión, doce bajo los Ingleses y 15 bajo los gobernantes pakistanís. Dos: porque Ghaffa Khan, o Badshah Khan, como era más comúnmente llamado, movió a su pueblo a luchar por la independencia del gobierno inglés, de manera no violenta. Tres: porque la pasión que tenía por encontrar una solución al juramento de venganza con el que estaba comprometido su pueblo igualaba su pasión por la independencia. Para este musulmán, el perdón era parte del Islam. Cuatro: porque para Badshah Khan los no musulmanes eran tan importantes como los musulmanes, pues decía que él y sus Pashtuns, protegerían al pequeño grupo de hindús, sikhs y cristianos que vivían en medio de la inmensa comunidad musulmana en la frontera del Nor Oeste de la India. Un hombre que tocó su vida fue un profesor de escuela cristiano llamado Wigram, el otro fue un hindú, Gandhi. Cuando en los años 60s, vivió en el exilio en la ciudad de Kabul, Badshah Khan llevaba visitantes a Bamiyan y con orgullo les mostraba las estatuas del Buda que los talibanes destruyeron en el 2002. Cinco: Badshah Khan quería que las mujeres Patshun estudiaran, trabajaran y fueran líderes. En 1932 mandó a su hija Mehr Taj, que apenas entraba en la adolescencia, a estudiar en Inglaterra.

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La naturaleza de su Islam, quedó bien indicada por un comentario que hizo acerca de un erudito con el que estudiaba diligentemente el Coran, cuando estuvo por primera vez encarcelado por los ingleses. Como lo recordaba más tarde Badshah Khan, “el erudito pronto abandonó el cargo, acusándome de hacer mi propia interpretación del texto, él era un ciego seguidor de la tradición y <no podía> apreciar una interpretación independiente.”

En Marzo de 1947, cuando comenzó la violencia que involucró a los hindús, a los musulmanes y a los sikhs y que llegó a su peor momento en Agosto y Septiembre de ese año, estas fueron las palabras de Badshah Khan: “Me encuentro rodeado de tinieblas que se aumentan mientras pienso en el futuro de la India. Efectivamente no veo ninguna luz. India está en llamas y si la India acaba en ruinas todos van a perder, los hindús, los musulmanes, los sikhs y los cristianos. Lo que se puede lograr con el amor, nunca se podrá lograr por medio del odio y la fuerza. (Marzo 1947). Dos meses después, en Mayo de 1947, dijo en Shabqadar, en pleno corazón de su tierra Pashtun:

“Estamos pasando por tiempos críticos… hay gente que los confunde en nombre del Islam. Creo que es mi obligación advertirles acerca de peligros futuros para poderme justificar ante Dios y ante los hombres en el día del juicio. “¿Que ganancias obtendrán el Islam y los musulmanes con estos disturbios y estas matanzas de niños, mujeres y ancianos? ¿Y como nos beneficiaremos nosotros los

Pakhtuns? Estos sucesos están en contra de los principios del Santo Coran y de las enseñanzas del Profeta. Eso de apoderarse de un pobre inocente también va en contra de la tradición Pakhtun.“El otro día un pobre viejo sikh vendedor ambulante fue asesinado en el camino a pesar de su deseo de convertirse al Islam. ¿Es esto lo que hay que hacer por el bien del Islam? Yo le advierto a los Hermanos de la Liga, que el fuego que ellos están prendiendo, se esparcirá como llamaradas salvajes que consumirán todo a su paso. (Mayo 1947).Su lenguaje era similar al de Gandhi, quién

confrontaba a aquellos hindús que creían que liberarían a la India asesinando ingleses diciéndoles, “¿No tiemblan ustedes al pensar en liberar a la India cometiendo asesinatos? ¿A quienes suponen que van a liberar por medio de asesinar? Los millones de hindús no lo desean y aquellos que obtengan el poder por estos medios, no serán los que harán feliz a la India.” Hoy en día un discípulo de la ética de Gandhi les diría palabras similares contra eso de matar en el nombre de una causa musulmana.

Los musulmanes y el Islam han sido injustamente puestos en la mira del mundo después del 9/11, pero nadie ha blandido una espada más dañina en contra del Islam, que los que llevaron a cabo el ataque del 9/11, o los que tomaron rehenes en Besla, y los torturadores y los decapitadotes de las últimas semanas. Estos son los verdaderos difamadores del Islam, como bien se dan cuenta los musulmanes corrientes en el mundo entero.

Anteriormente dije que a Gandhi le hubiera gustado pedirle a Estados Unidos hoy, que aprendiera a

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comprender y a conocer a su planeta. Igualmente él también le diría a los musulmanes de todas partes en Norte América, que conozcan su Norte América; y digo su Norte América, porque las conversaciones acerca de los Estados Unidos en los países musulmanes, es por lo general en términos de certeza acerca de su maldad y también muy a menudo lo que se dice es en términos de odio.

Los Estados Unidos le han ofrecido espacio, libertad y oportunidad de practicar su fe a millones de musulmanes, incluso a musulmanes de otras tierras. Aquí los musulmanes pueden libremente venerar a Dios a su manera y tener parte en la vida de la nación. No hay duda de que numerosos musulmanes americanos y los que vienen de visita han recibido pinchazos, hostilidad y hasta experiencias terribles y traumáticas en los Estados Unidos. Pero además de su constitución y su compromiso tradicional con el pluralismo y la igualdad de derechos dentro de los Estados Unidos, los americanos también han defendido los derechos de los musulmanes en Bosnia y Kosovo y apoyó en los años 80tas a los Muyahidines (grupo armado fortalecido por los americanos) de Afganistán en su lucha contra el dominio soviético. Estados Unidos comete errores y a veces hiere los sentimientos de mucha gente, pero de ahí a llamar satánicos a los Estados Unidos, como a veces se ha hecho; no es solamente decir una mentira horrible; es también la manera más segura de impedir un entendimiento entre Norte América y el mundo musulmán del que dependen tantas cosas.

Por consiguiente, el deseo más fuertemente difundido es que aquellos que en tierras musulmanas y bajo el espíritu de un Gandhi, un Lincoln, un Marthin Luther King o un Ghaffar Khan, le hablen con la verdad a los poderosos ya sea políticos o religiosos y que también le hablen con la verdad al hombre de la calle. Esto seguramente sucede mucho más a menudo de lo que pensamos y sin lugar a dudas requiere de gran coraje. Desde luego que estuve muy contento cuando mi primo Arun Gandhi visitó a finales de Agosto el Lado Occidental invitado por activistas israelíes y árabes y tomó parte en varias manifestaciones exigiendo justicia en medio de miles de árabes y judíos y le habló a los dos lados con franqueza. .

Le dijo al Consejo Legislativo de la Autoridad Palestina, que la única opción para los palestinos es la no violencia y que cualquier otra estrategia solo aumentaría el sufrimiento. En ese discurso también criticó de frente a Israel por la ocupación del Lado Occidental y la Franja de Gaza. Habría que reconocer que la Ética Gandhiana da un espacio muy amplio para la estrategia, la táctica, la sabiduría y la paciencia. Cómo he tratado de indicar, Gandhi era capaz de suspender sus campañas y también de conducirlas en tiempos difíciles. Estoy de acuerdo con mi primo Arun en que los palestinos pueden aprender muchísimo de él. Lo mismo pueden hacer los israelíes, los Iraquíes y los Norte Americanos y ni hablar de los hindús y los pakistanís. Es por esto que hay que buscar una alianza mundial, de mujeres y hombres:

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Que se levanten en contra de la ocupación y la dominación y también en contra del asesinato de inocentes.

Que amen la libertad individual y la paz, pero también la independencia nacional.

Que sean capaces de reconocer que en estos tiempos violentos y peligrosos, un solo acto impulsivo de insensatez, podría acarrear grave daño para aquellos que más aman.

No soy ningún experto en tácticas o estrategias no violentas aunque he estudiado y participado en algunas de ellas. Me parece a mí de todos modos que la situación en el Medio Oriente y las consecuencias de la guerra contra el terrorismo, que están conectadas y que hay que verlas como un todo, nos pide tres respuestas:

La primera es tomar la ruta hacia las estrategias no violentas; estrategias que han de ser comunicadas con destreza a lo largo y ancho de América del Norte y del mundo entero. La segunda ruta que se complementa con la ruta de la lucha no violenta es la del dialogo con la esperanza de que eventualmente se llegará a una reconciliación que haya dejado atrás las desconfianzas y la ignorancia.

La tercera respuesta (y con esto termino), es preguntarnos, allí en donde estemos; “Quien es mi gente”. Recordemos que gente como Lincoln, Gandhi, Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela, rompieron esa barrera del < “Nosotros - Ellos” > y pudieron despertar el amor y el respeto en el grupo contrario.

Pocos líderes de hoy en día en cualquiera de los dos lados de la profunda grieta que existe actualmente, quieren cruzar esta barrera porque tener popularidad dentro de su propio grupo es su más grande preocupación; así vivamos en Nueva Delhi o en Islamabad, en Tel Aviv o Ramala, Falujá o Crawford Texas, ya seamos líderes o simples ciudadanos. Y tal vez no hay pregunta alguna que sea más importante a todos los niveles que la pregunta: “Quien es mi gente y como puedo llegar a tocarlos a todos”.

Colección “Rumbo Nuevo”

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Una Ideología superior

1 “Rearme Moral: Cómo Empezó Todo” - Loudon Hamilton

2 “Guerra Contra el Terrorismo.” - Rajmohan Gandhi

3 “Una Apuesta Arriesgada”, - Michael Henderson

4 “Rompiendo la Cadena del Odio”, - Cinco Libaneses

5 “La Voz Interior” ¡Escuchad! - India

6 “Decisiones ¿? Cómo lo Haces? ” - Kenaston Twitchell

7 “Elección de Vida”, - Michel Sentis

8 “Una Idea Cuyo Momento Llegó” - Peter Hintzen