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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOLOGA
DEPARTAMENTO DE FILOLOGA ESPAOLA IV
LA CRNICA MEXICANA CONTEMPORNEA A TRAVS DE LOS
TEXTOS DE JUAN VILLORO Y JOS JOAQUN BLANCO
TESIS DOCTORAL DE:
BEATRIZ GARCA TORRES
DIRIGIDA POR:
ESPERANZA LPEZ PARADA
Madrid, 2013
Beatriz Garca Torres, 2013
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE FILOLOGA
Departamento de Filologa Espaola IV
LA CRNICA MEXICANA CONTEMPORNEA
A TRAVS DE LOS TEXTOS DE
JUAN VILLORO Y JOS JOAQUN BLANCO
TESIS DOCTORAL
PRESENTADA POR
Beatriz Garca Torres
Bajo la direccin de la doctora
Esperanza Lpez Parada
Madrid, 2012
2
3
LA CRNICA MEXICANA CONTEMPORNEA
A TRAVS DE LOS TEXTOS DE
JUAN VILLORO Y JOS JOAQUN BLANCO
4
5
AGRADECIMIENTOS
Esta tesis doctoral ha sido realizada con el apoyo de una beca para realizar una
estancia de investigacin en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, gracias
a un convenio entre esta institucin y la Universidad Complutense de Madrid.
Tambin he podido contar con una beca MAEC-AECID durante los cursos 2009
2010 y 2010-2011. Mi agradecimiento a estas instituciones por ofrecerme las
posibilidades para poder llevar a cabo esta investigacin.
Un agradecimiento muy especial a mi tutora Esperanza Lpez Parada, por
inspirarme con su dedicacin y su exigencia, por guiarme y confiar en mi trabajo
pacientemente. A ella se debe en gran parte mi inters por Mxico y por la crnica.
Me gustara agradecer a los doctores Hctor Perea y Miguel G. Rodrguez
Lozano del Instituto de Investigaciones Filolgicas que se ocuparon de asesorarme y
guiarme durante mi estancia en la UNAM. Su amabilidad y sus consejos han sido
determinantes en los inicios de este trabajo.
Por ltimo, mi gratitud a todos aquellos que me han acompaado en estos aos,
que me han brindado su paciencia, su ayuda y su aliento.
A aquellos que han sido y son mi familia a ambos lados del Atlntico.
A Carlos, por su apoyo constante.
A mis padres, por su dedicacin incondicional.
6
7
NDICE
INTRODUCCIN .......................................................................................................... 9
1. LA CRNICA, UN GNERO EN PROBLEMAS. ............................................. 23
1.1 Problemas genricos y rasgos bsicos de la crnica............................................. 25
1.2. Gnero hbrido. Relaciones con otras escrituras y mezcla de materiales
heterogneos ........................................................................................................... 41
1.3. tica y esttica: breve recorrido por la dimensin social de la crnica mexicana
................................................................................................................................ 67
2. UNA ESCRITURA EN LA ENCRUCIJADA ....................................................... 83
2.1. Cruce de caminos: realidad y ficcin .................................................................. 85
2.2 La crnica y lo real. Fidelidad al referente y vinculacin con el testimonio, la
historia y el periodismo...99
2.2.1 Los ojos del testigo: cuestiones sobre la subjetividad y relacin de la
crnica con la literatura testimonial ............................................................... 99
2.2.2. Configuracin narrativa de la historia. Relacin entre la crnica y el
discurso historiogrfico ...117
2.2.3. La realidad en las redacciones. La crnica y el Nuevo Periodismo
norteamericano ............................................................................................. 129
2.3. La crnica y la ficcin ....................................................................................... 145
2.3.1. Relacin con el cuento y la novela. Estrategias mediante las que la ficcin se
cuela en la crnica ............................................................................................ 145
2.3.2 El narrador y el punto de vista ..................................................................... 161
3. LA MIRADA DEL CRONISTA ........................................................................... 185
3.1. Relacin con el ensayo. La crtica literaria........................................................ 187
3.2. Villoro y el anlisis de la cultura de masas. El detalle revelador ...................... 205
3.3. La crtica desengaadora de Jos Joaqun Blanco ............................................. 229
4. EL RELATO DE VIAJE Y LA CRNICA DE LA URBE ................................ 257
8
4.1. Crnica: viaje de ida y vuelta ............................................................................ 259
4.2. La crnica del apocalipsis: Mxico D.F: ........................................................... 281
A MANERA DE CIERRE ......................................................................................... 303
BIBLIOGRAFA ........................................................................................................ 315
Bibliografa de Jos Joaqun Blanco ........................................................................ 317
Bibliografa de Juan Villoro ..................................................................................... 321
Bibliografa de otros autores..325
9
INTRODUCCIN
10
INTRODUCCIN
En el ao 2000 Carlos Monsivis publica por primera vez Salvador Novo. Lo
marginal en el centro. Entre la crnica y el ensayo, los textos de este volumen se
organizan segn una estructura biogrfica que posibilita entre otras cosas, el
desentraamiento de las estrategias mediante las cuales Salvador Novo se coloca a s
mismo, a su intimidad, en el centro de su propia obra.1 Lo marginal en el centro se
refiere precisamente a esta operacin a travs de la cual aparece visible lo que se
pretende oculto y se sita en un lugar central y respetable de la vida social aquello que
la propia sociedad censura.
Pero ya aos antes, en 1987, Carlos Monsivis haba echado mano de esta
locucin, lo marginal en el centro, para titular el prlogo a Entrada libre. Crnicas de la
sociedad que se organiza. La coleccin de textos recoge momentos en que la sociedad
mexicana entra en escena con la determinacin de ejercitar sus derechos como
colectividad estructurada. Monsivis repasa la intervencin de lo que denominar
sociedad civil en ciertas ocasiones: tras el terremoto que asol el Distrito Federal en
septiembre de 1985, las reivindicaciones de los maestros, las explosiones sucedidas en
las instalaciones de PEMEX en San Juanico en noviembre de 1984, la trayectoria del
movimiento estudiantil desde principios del siglo XX o los alcances y conquistas
logradas por el movimiento urbano popular.
En las pginas de estas crnicas, sectores de la poblacin que hasta entonces no
se haban sentido actores reclaman su participacin activa en la historia presente de la
1 En esta obra Carlos Monsivis escribe refirindose a Novo: el intelectual que se propone ser figura
popular, el hombre marginal que obtiene el acatamiento de la sociedad que moralmente lo desprecia (2004: 11) y contina un poco ms adelante: A diferencia de Wilde, la sociedad que lo persigue termin reconocindolo y, por lo mismo, ocultando su significado- en vida (12).
12
nacin. La multitud toma el poder al tiempo que la calle y demanda para s misma una
posicin visible y con capacidad de decisin en el devenir del pas: quienes ejercen la
democracia desde abajo y sin pedir permiso, amplan sus derechos ejercindolos.
(MONSIVIS 1987b: 11).
La crnica ser la escritura privilegiada que acoge, desde su posicin limtrofe y
lateral, las voces y los temas que irrumpen en escena. Agotado el proyecto moderno que
buscaba una verdad con capacidad totalizadora, los diferentes timbres crticos trabajan
para construir versiones que iluminen aspectos parciales de una totalidad que se
descubre heterognea.
Del mismo modo que la crnica coloca asuntos y agentes marginales como
centro de su temtica, el presente trabajo podra entenderse como el intento de efectuar
una operacin semejante que encuentre en el discurso cronstico a su protagonista. Esta
tesis elige como objetivo de su anlisis a un gnero que se ha movido tradicionalmente
en los mrgenes de la literatura, al borde del canon. Esta posicin lo ubica como gnero
anticannico: desafa definiciones establecidas e induce a la reflexin acerca de las
consideraciones sobre el carcter literario o no literario de los textos.2
El presente estudio surge como la continuacin necesaria a un inters que se
despert durante la redaccin del trabajo de investigacin del DEA, Otras historias:
Elena Poniatowska y Rodolfo Walsh. La investigacin entonces arroj ms dudas que
conclusiones, dibuj posibles caminos y espacios de reflexin. Los interrogantes
aparecieron como invitacin. La crnica result una escritura incmoda que cuestiona
2 Sin embargo, la crnica en Mxico ha alcanzado ya hace algn tiempo cierto status de gnero cannico,
gracias a la obra de escritores como Carlos Monsivis precisamente que se postula sobre todo como
cronista o ensayista y juega un papel determinante en la cultura de la segunda mitad del siglo XX
mexicano. A pesar de esto, en un contexto ms amplio la crnica no ha disfrutado de una atencin tan
centrada por parte de la crtica literaria en el mbito hispnico o, ms bien, hace poco que ha comenzado
este proceso.
13
con insistencia. Es precisamente esta capacidad problemtica el estmulo que mueve
estas letras.
La intencin de este trabajo ser entonces profundizar en rasgos caractersticos
de la crnica tales como la relacin que mantiene con el referente real y su contacto con
la ficcin; la manera en que incorpora materiales heterogneos y el dilogo fructfero
que establece con otros gneros; el carcter poltico y a la vez literario de los textos as
como la subjetividad de la que hace gala la crnica y que marca su diferencia con otros
gneros que se pretenden objetivos como la historia o ciertos discursos periodsticos. El
primer captulo de este trabajo, La crnica, un gnero en problemas, se ocupar de
desarrollar una exposicin general e introductoria de estos temas desde una perspectiva
que pretende apuntar las dificultades que implican y los posibles puntos de partida para
pensarlas.
La mirada se centrar en un pas concreto, Mxico, y el periodo de tiempo
considerado abarcar desde la dcada de los setenta hasta la actualidad. Comprende de
esta manera algunos cambios importantes generados en la sociedad mexicana que
determinarn los temas y la dimensin social de la crnica de esta poca. Podra trazarse
un recorrido desde el resurgimiento de la crnica de carcter cvico al que asistimos a
partir del 68 con nombres claves como los de Carlos Monsivis y Elena Poniatowska
hasta las nuevas posiciones crticas en la primera dcada del siglo veintiuno. Entre
medias, la crisis de los aos ochenta, el creciente consumismo de las sociedades
modernas, el fracaso del optimismo poltico y de la confianza en el modelo de
modernizacin.
Durante esta poca asistimos a acontecimientos determinantes como el terremoto
que asol la Ciudad de Mxico en 1985,3 el levantamiento del Ejrcito Zapatista de
3 Tras el sismo del 19 de septiembre de 1985 numerosas obras trataron de dar cuenta del acontecimiento.
Adems de la ya mencionada crnica de Monsivis podemos encontrar, sin pretender una lista exhaustiva,
14
Liberacin Nacional en Chiapas el primero de enero de 19944 y el posterior desarrollo
del conflicto chiapaneco o el fin del gobierno del PRI en el ao 2000.5
Este recorrido lo haremos de la mano de Jos Joaqun Blanco y Juan Villoro.
Entre el gran nmero de cronistas que ofrece la literatura mexicana contempornea, la
eleccin de estos autores en concreto parte del placer de su lectura pero no obedece a la
casualidad. Ambos pertenecen a una generacin posterior a la de los cronistas que
reimpulsaron la crnica en Mxico a partir de 1968. Ambos tambin se consideran a s
mismos herederos de esa crnica que les precede y se inscriben intencionadamente en la
tradicin patria del gnero. Se trata, si se quiere, de una razn estratgica, ya que a pesar
de la cercana generacional de Blanco y Villoro y de que desarrollan su labor en un
espacio compartido, cada uno explora temas y estilos bien diferentes, al tiempo que
mantienen en comn rasgos que se perfilan imprescindibles en la crnica
contempornea.
El corpus de obras sobre las que trabajaremos ser Funcin de medianoche
(1981), Cuando todas las chamacas se pusieron medias nylon (1988), Un chavo bien
helado (1990), Los mexicanos se pintan solos (1990), Se visten novias (somos
Nada, nadie. Las voces del temblor de Elena Poniatowska, o los textos de Zona de desastre (1986) de
Cristina Pacheco. Ensayos, estudios y testimonios se recogen en la obra Historias para temblar: 19 de
septiembre de 1985 donde encontramos un texto de Carlos Monsivis, La sociedad y el temblor, y de Jos Joaqun Blanco: La hora exacta. Son las 7.19 minutos. Sobre el mismo tema Hermann Bellinghausen escribe las crnicas de Insurreccin de rincones incluidas en Crnica de multitudes. Por ltimo, Juan Villoro recuperar el tema aos despus a travs de su crnica 8.8 EL miedo en el espejo,
como ya veremos a lo largo de este trabajo.
4 Como en el caso del terremoto del 85, tambin sobre el levantamiento zapatista y el desarrollo posterior
del movimiento se encuentran numerosas crnicas: las crnicas de Carlos Monsivis y Elena
Poniatowska, en especial las incluidas en la coleccin EZLN Documentos y comunicados de Editorial Era;
un texto de Sergio Pitol incluido al final de El arte de la fuga; y sobre todo las numerossimas crnicas de
Hermann Bellinghausen enviadas desde Chiapas y publicadas regularmente en La Jornada.
Juan Villoro dedica tambin algunos textos al movimiento zapatista de los que nos ocuparemos
ms adelante, como es evidente.
5 En el ao 2000 Vicente Fox del Partido de Accin Nacional (PAN) gan las elecciones y se convirti en
presidente de Mxico hasta el 2006, cuando fue sucedido por Felipe Caldern. Su victoria signific el fin
de ms de setenta aos de gobierno del PRI.
15
insuperables) (1993), lbum de pesadillas mexicanas (2002) y Postales trucadas
(2005), si nos referimos a las crnicas de Jos Joaqun Blanco.
En cuanto a la crnica de Juan Villoro, nuestro anlisis se centrar en el estudio
de Palmeras de la brisa rpida (1989), Los once de la tribu (1995), Safari accidental
(2005), Dios es redondo (2006) y 8.8. El miedo en el espejo (2010).6 Se har referencia
tambin a la crnica La ciudad es el cielo del metro recogida en la antologa Mxico
D.F.: Lecturas para paseantes. La estructura libre que manejamos nos permitir
detenernos en una u otra obra o seleccionar determinados textos en el caso de las
colecciones en funcin del aspecto que estemos abordando en cada momento.7
Como puede comprobarse por los ttulos mencionados el anlisis se har sobre
obras recopiladas en libro, aunque se tendrn en cuenta algunos artculos y crnicas
aparecidos en publicaciones peridicas y que puedan ser pertinentes. La opcin de
trabajar sobre textos publicados en formato de libro tiene que ver con la dificultad de
reunir un corpus exacto de las publicaciones periodsticas de estos autores; pero sobre
todo porque, debido al carcter efmero de la publicacin en prensa, el hecho de que
ciertos textos hayan sido recogidos en un volumen evidencia la consideracin del autor
de que poseen cierta cualidad que los hace ms duraderos y los salva de ser una
escritura circunstancial.8
6 Aunque por estas fechas parecera que Juan Villoro se estrena ms tarde en la crnica, encontramos
textos como su crnica dedicada a Augusto Monterroso, escrito ya en 1981, aunque recogido en volumen
ms tarde.
7 La recopilacin Hay vida en la tierra? se incluye en la bibliografa como informacin puramente
bibliografa, pero su publicacin en el ao 2012 en Mxico ha hecho imposible su inclusin en este
estudio.
8 Juan Villoro se refiere explcitamente a este proceso de adaptacin de las crnicas a la publicacin en
libro en el eplogo de Safari accidental. Continuando la metfora que convierte a la crnica en
ornitorrinco, escribe: Quisiera decir, de acuerdo con la correccin poltica imperante, que el safari se llev a cabo sin daos ni lastimaduras, pero confieso que ms de una presa ha muerto entre mis manos.
Reun los ornitorrincos que en mi opinin cumplen con la nocin de resto: los que an viven por escrito (VILLORO 2005a: 258).
16
Otra de las razones que sustentan la eleccin de estos dos creadores es que tanto
Blanco como Villoro cultivan otros gneros literarios sin que por eso su labor cronstica
est considerada como secundaria dentro de su produccin. Muy al contrario, la
importancia que ambos conceden a este tipo de escritura los convierte en maestros del
gnero y defensores del mismo. Este hecho permite que el estudio de las relaciones
entre la crnica y otro tipo de discursos se pueda producir dentro de la propia obra de
estos autores, desentraando as a la vez algunos de los rasgos personales que conectan
toda la produccin del autor: aquello que Ana Mara Amar Snchez denomina
interdependencia formal. La circunstancia posibilitar el anlisis de los modos en que
ciertos aspectos se potencian ms en una escritura o en otra (la presencia del humor o el
tratamiento de determinados temas, por ejemplo).
Por esta razn, adems del corpus de crnicas seleccionado, se trabajar
teniendo en cuenta obras de los mencionados autores pertenecientes a otros gneros que
estn incluidas en la bibliografa. Si bien no se desplegar sobre ellas un anlisis
exhaustivo, s contribuirn a iluminar y esclarecer determinados aspectos de la
produccin cronstica de los autores. Tendremos en cuenta la obra ficcional, novelas y
relatos, as como los libros de ensayos que estn, como se ver, dedicados sobre todo a
la crtica literaria.
Esta cualidad de la interdependencia formal es pertinente en la crnica si
entendemos que se trata de una escritura caracterizada entre otros rasgos por su hibridez
y su contacto permeable con otras escrituras. De acuerdo con esta premisa, ser preciso
establecer ya desde la propia estructura del trabajo una metodologa en la que prime el
dilogo entre el discurso cronstico y la prosa periodstica, la histrica, el testimonio, el
ensayo, la ficcin y la literatura de viajes. Gnero fronterizo donde los haya la crnica
recoge lo ms fructfero de las aduanas: registra el trfico de mercancas y se apropia de
17
lo que considera atractivo para sus propsitos. Esta investigacin se interroga sobre los
intercambios y trasvases que establece la crnica con estas otras formas de discurso con
las que mantiene cercana o con las que incluso comparte territorio. Se trata de
profundizar en los rasgos propios del gnero que nos ocupa a partir de la observacin de
las coincidencias y las distancias que mantiene con estos discursos, en una labor que
podra ser de reconocimiento del territorio: trataremos de cercar la crnica, recorrer sus
lmites, repasar sus lindes y contactos.
Uno de los riesgos que acechan en esta tarea es el de definir el modo de
aproximacin a cada uno de esos tipos de escritura con los que la crnica mantiene una
relacin en la que las fronteras se desdibujan. La posicin elegida ha sido en todo caso
la de ensayar un acercamiento al discurso histrico, periodstico, testimonial o ficticio
enfocado siempre desde la ptica central de la crnica, es decir, se ha tratado que sean
los rasgos cronsticos los que alumbraran aquellos aspectos de las otras escrituras que
interesa estudiar y problematizar. Las carencias de algunos aspectos a la hora de trabajar
otros discursos que no son el cronstico responden a esta posicin que renuncia a la
imposibilidad abarcadora y mantiene la crnica como ncleo y regla de todas las
reflexiones: ella es la que ha requerido los gneros con los que ha sido confrontada as
como las caractersticas de estos que se han puesto de relieve.
Este ser el primero de los dos ejes que establecen la estructura del trabajo. La
profundizacin en los rasgos fundamentales de la crnica, a travs de la escritura de
Jos Joaqun Blanco y Juan Villoro, constituye el segundo. Se produce por lo tanto una
tentativa de doble aproximacin hacia el gnero: desde las disciplinas con las que
colinda y de las que se distingue por sus rasgos especficos, y desde la obra particular de
los autores elegidos que contribuye a anclar nuestro estudio en un lugar y en una poca
18
determinados. No se trata de dos lneas que se desarrollan independientes sino que, al
contrario, se imbrican y se apoyan de manea mutua.
A estos requerimientos responde la organizacin del presente trabajo. El primer
captulo (La crnica, un gnero en problemas) exhibe cierto carcter introductorio. Se
presentarn en l los problemas de delimitacin y denominacin del gnero y se
plantearn a grandes rasgos las caractersticas esenciales de la crnica contempornea
en las que se ir profundizando a lo largo del trabajo con ayuda del anlisis de los
textos: la referencialidad, la subjetividad, la hibridez y su doble dimensin tica y
esttica. Dos de esas caractersticas tendrn un tratamiento especial en este primer
captulo porque exigen ciertas precisiones generales de entrada: sern la hibridez del
gnero y la dimensin tica y social del mismo. La primera se manifiesta en su mezcla
con algunos tipos de escrituras como ya se ha apuntado pero tambin en la
heterogeneidad de los materiales que puede y suele incluir.
Las consideraciones acerca de la doble dimensin tica y esttica de la crnica
se amplan con un recorrido por las diferentes funciones que ha ido adoptando la crnica
mexicana, para centrarnos en nuestro mbito, desde la conquista en una especie de
genealoga que apunta a esclarecer su desempeo social. Este aspecto de la crnica, en
el que se encuadra su labor crtica, se desarrollar de manera extensa en el tercer
captulo del trabajo pero centrndonos ya en el caso particular de la crnica mexicana
posterior al 68 y en las obras de los autores elegidos, Jos Joaqun Blanco y Juan
Villoro.
Podemos entender el gnero que nos ocupa como la interseccin entre dos
naturalezas, realidad y ficcin, que admite todo un abanico de posibilidades: la fidelidad
mayor o menor al referente y la ficcionalidad presente en mayor o menor grado. Ser
interesante cuestionarnos hasta qu punto la crnica se mantiene absolutamente fiel a
19
una realidad externa a la que se debe y sobre la que no puede mentir y si existen modos
oblicuos de referencia que la crnica puede permitirse ms que otros tipos de escritura
de no ficcin.
El segundo captulo, La encrucijada entre la realidad y la ficcin, estudia
precisamente esta doble constitucin. Despus de un planteamiento general de la
cuestin el captulo se divide en dos grandes bloques: por un lado, la crnica y su
relacin con lo real, y, por otro, su vinculacin con la ficcin.
Desde su rasgo de gnero leal a un referente, la crnica se sita en una posicin
cercana tanto a la literatura testimonial como al discurso histrico o al periodismo. Los
apartados contenidos en La crnica y lo real9 se dedican a aprovechar los puntos en
comn para una mayor comprensin del gnero y a explorar sus oposiciones con la
intencin de delimitarlo.
Entendiendo la dificultad de enfrentarnos con un campo tan amplio y que
posibilita una aproximacin desde distintos enfoques, el acercamiento al discurso
testimonial, histrico y periodstico se proyectar, como ya hemos mencionado, desde el
ngulo de la crnica. De este modo, de la literatura testimonial rescataremos la figura
del testigo que podemos aproximar a la del cronista y la recreacin de la oralidad en el
discurso escrito como rasgo que une al tiempo que distingue tanto a la crnica como al
testimonio.
En el caso del discurso histrico, algunas nociones de las teoras narrativistas de
la historia facilitarn la comprensin de la configuracin de la narracin histrica que la
crnica efecta. Se iluminarn as los procesos de individualizacin de la historia que la
esta escritura lleva a cabo, as como la subjetividad del historiador y del cronista que
determina el discurso resultante.
9 2.1. Los ojos del testigo. Cuestiones sobre la subjetividad y relacin de la crnica con la literatura
testimonial; 2.2. Configuracin narrativa de la historia. Relacin entre la crnica y el discurso
historiogrfico; 2.3. La realidad en las redacciones. La crnica y en Nuevo Periodismo norteamericano.
20
En el caso del periodismo, conviene reflexionar sobre cmo los espacios de
publicacin de la crnica, casi siempre relacionados con la prensa, condicionan algunos
de los rasgos de esta escritura. Pero sobre todo nos centraremos en los aportes y las
coincidencias con el llamado Nuevo Periodismo norteamericano prximo
cronolgicamente. Nos cuestionaremos acerca de su influencia en la crnica mexicana:
hasta que punto este influjo acta sobre una ya slida tradicin de cronistas en lengua
espaola. Por otra parte, habra que sealar que la amplia bibliografa existente sobre el
Nuevo periodismo y la no ficcin norteamericanos puede servir de apoyo para el estudio
de la crnica que nos ocupa. As ha sido de hecho, aun cuando este trabajo haya
preferido insistir en considerar el gnero dentro de la historia literaria mexicana y
estudiarlo tomando en cuenta la crtica hispanoamericana.
Si la primera seccin de este captulo investiga la relacin de la crnica con el
referente, la segunda parte se centrar en la participacin de la ficcin en el discurso
cronstico. El objetivo ser desentraar las estrategias mediante las cuales se introducen
rasgos ficcionales en las crnicas y las conexiones entre las obras de ficcin y no ficcin
de los escritores que nos ocupan. Especial tratamiento y espacio requerir el uso del
narrador y del punto de vista por parte de nuestros cronistas. Tras un estudio
pormenorizado de las crnicas podr establecerse una clasificacin de los tipos de
narradores que aparecen y profundizar en el uso de cada uno de ellos, as como en la
variacin de las personas verbales utilizadas. La intencin es que el resultado contribuya
a la comprensin de la cualidad polifnica que posee el texto cronstico.
El tercer captulo de este trabajo, La mirada del cronista, se centra en la visin
particular de cada uno de los autores conjugando la reflexin sobre dos rasgos ya
mencionados: el propsito tico-social de la crnica y la subjetividad que imprime en
21
ella el cronista. Los parmetros en torno a los cuales gira este apartado sern el modo de
anlisis y de crtica de cada uno de estos autores.
Como punto de partida tomaremos la relacin que conecta los discursos
cronstico y ensaystico con la intencin de establecer una continuacin entre el modo
de examen literario y la visin analtica que, tanto Blanco como Villoro, despliegan al
referirse a asuntos no literarios. Es decir, se ha trazado una lnea continua entre la labor
crtica que ambos desarrollan en el mbito literario y la forma en que focalizan la crtica
al referirse a temas que sobrepasan la temtica libresca.
Ms all del hecho de que los cronistas elegidos son tambin ensayistas, el
extenso espacio dedicado en este captulo al ensayo se explica por sus vnculos
particulares con la crnica al tratarse de gneros que comparten muchas caractersticas
hasta el punto de aparecer confundidos y fusionados en numerosas ocasiones. Como se
ver, establecer una diferencia ntida entre ambos es ms que complicado. Adems la
prosa ensaystica cobra protagonismo dentro de la crnica en ocasiones relevantes ya
que suele aparecer en el momento del anlisis en el cual la crnica trasciende la
ancdota singular para conectarse con una problemtica ms amplia.
Dentro de este captulo dedicaremos un espacio especfico y por separado a cada
uno de los autores para dilucidar el modo en que enfrentan su labor crtica en la crnica.
En una vista panormica de todas sus obras cronsticas, desmenuzaremos la temtica
que trata Juan Villoro a travs de una clave de entrada: el detalle nimio que siempre
significa algo ms, el estudio de la imagen y la metfora del juego. Y por ltimo, se
trazar la evolucin de la actividad crtica de Jos Joaqun Blanco y los aspectos
temticos sobre los que se vuelca esencialmente a lo largo de toda su obra.
El ltimo captulo del trabajo, El lugar de la crnica: el viaje y la ciudad, est
dedicado a los espacios que elige la crnica como escenario. Se destinar un apartado a
22
la crnica de viaje en relacin con algunas consideraciones sobre la literatura y el relato
de viajes y basndonos en dos textos de los autores elegidos: los textos de Boarding
pass de Jos Joaqun Blanco contenidas en Cuando todas las chamacas se pusieron
medias nylon, y, sobre todo, Palmeras de la brisa rpida de Juan Villoro.
El ltimo apartado recoge la relacin entre la crnica y la ciudad. Mxico DF
como lugar por excelencia del cronista mexicano: cmo se vive y cmo se escribe la
ciudad, la crnica como intento de ordenamiento o comprensin del caos citadino y la
organizacin de determinadas temticas sociales y de ciudadana dentro del territorio de
la urbe. La escritura se transforma as en cartografa que reconquista espacios que no
son solo fsicos sino, sobre todo, zonas de ejercicio de una nueva ciudadana.
En definitiva, el presente estudio hace hincapi en unos rasgos generales de la
crnica mexicana contempornea que no establezcan normas o conclusiones definitivas
sino que problematicen probables certezas a partir de los textos de los dos cronistas
elegidos y del anlisis de las relaciones entre la crnica y otros discursos con los que
limita y comparte caractersticas.
23
1. LA CRNICA, UN GNERO EN PROBLEMAS
24
La crnica, un gnero en problemas
25
1.1. PROBLEMAS GENRICOS Y RASGOS BSICOS DE LA CRNICA
Cuando se leen artculos de crtica sobre la crnica escritos hace algunos aos, lo
primero que salta a la vista es la insistencia de sus autores en justificar su inclinacin,
como si se tratase de un vicio oscuro o, al menos, de un asunto menor cuyo tratamiento
merece una explicacin. Varios cronistas y estudiosos han constatado y sufrido la
marginacin de este gnero. Susana Rotker, por ejemplo, menciona la poca atencin
prestada a los escritos periodsticos de los modernistas a pesar de que la obra cronstica
de autores como Rubn Daro y Jos Mart es tan amplia como su obra potica a la que
s se han dedicado innumerables pginas de historia y crtica literarias (ROTKER 1992:
13). Tambin Carlos Monsivis se queja del desprestigio del gnero que cultiv con
dedicacin:
Por qu el sitio tan marginal de la crnica en nuestra historia literaria? Ni el enorme
prestigio de la poesa, ni la seduccin omnipresente de la novela, son explicaciones
suficientes del desdn casi absoluto por un gnero tan importante en las relaciones entre
literatura y sociedad, entre historia y vida cotidiana, entre lector y formacin del gusto
literario, entre informacin y amenidad, entre testimonio y materia prima de la ficcin,
entre periodismo y proyecto de nacin. (1987a: 153)
Monsivis protesta al tiempo que reivindica la importancia de la crnica,
trascendencia que parecen no reconocer crticos como Adolfo Castan quien, al
referirse al cronista mexicano, lamenta que emplee horas y neuronas en un gnero al
que le est negada la posteridad. Podemos encontrar muchos ejemplos semejantes y no
es necesario hacer una lista exhaustiva. Basta comprobar el olvido de la crnica
La crnica, un gnero en problemas
26
contempornea en las grandes historias de la literatura hispanoamericana, no as de las
crnicas de conquista.
En definitiva, muchos ven en el gnero cronstico a un hermano menor, un modo
poco prestigioso de ganarse el pan, una prdida de tiempo y talento para escritores que
podran engrosar las listas de nuevas novelas o de estupendos libros de poesa. Se halla
en el fondo de esta percepcin la prejuiciosa diferencia entre la escritura como creacin,
reservada al artista, y la escritura como produccin, encaminada a las masas y
contaminada por el factor econmico. El periodismo se encontrara en esta segunda
categora: la palabra como resultado de la urgencia del momento. Prisa y dinero son los
demonios que atentan contra el estilo, manifestacin ltima del autor (como si
estuvieran ausentes de cualquier otro tipo de creacin).
Quin hace periodismo pudiendo escribir cuentos y novelas? se pregunta
Carlos Monsivis en dos ocasiones distintas (en De la Santa Doctrina al Espritu
Crtico (Sobre las funciones de la crnica en Mxico) y en el prlogo a El fin de la
nostalgia). Pues, segn estas ideas, hace periodismo aquel a quien el alquiler obliga.10
No solo los defensores del arte puro miran a este gnero con desdn. Bicho
raro que no encuentra su lugar, la crnica tampoco se siente cmoda dentro del
periodismo. El cronista, que aparece impunemente en su texto, ataca con su presencia
una de las mximas de las que el periodismo se apropia y hace bandera: la objetividad.
Jos Joaqun Blanco escribe al recordar sus crnicas sobre la campaa del PSUM:
10
Monsivis insiste en criticar el desprestigio de la crnica al tiempo que reivindica la tradicin patria del
gnero y a uno de sus maestros: Los cronistas segn los culturati: los magnificadores de la minscula actualidad, los viudos profesionales de las tragedias, los comprometidos en exceso, los amanuenses de las
notas frvolas, los cortesanos de la Buena Sociedad, los aduladores de la vida popular a la que se
aproximan con ojos paternalistas o de adoracin irrestricta.
Todava en 1968, para hacer uso de una fecha significativa, se cree lo anterior de la crnica en
Mxico, en pleno olvido de una tradicin extraordinaria y de los ejemplos disponibles, en primer lugar
Salvador Novo, quien con prosa magistral convierte la descripcin de sus estados de nimo en ndices de
lo moderno y lo tradicional (1992: 15-16).
La crnica, un gnero en problemas
27
Pocas veces he sentido un desprecio ms glido que el de un reportero hacia un
cronista (2005: 107).11
Sin embargo, en los ltimos aos se han multiplicado los trabajos sobre este
gnero. Hay ya dentro de la crtica una corriente de reivindicacin que surge a partir de
la confluencia de diferentes teoras o ramas del pensamiento. El auge de los estudios
culturales, de las teoras postcoloniales aplicadas a la literatura y de algunos conceptos
propios de la postmodernidad han posibilitado la concepcin de la literatura como
prctica cultural. El estudio de los textos literarios desde diferentes puntos de vista,
gracias a nuevos enfoques interdisciplinarios y no solo mediante las armas que provee la
filologa, facilita que estos textos puedan ser entendidos desde los diferentes ngulos
que requieren y pone de manifiesto la riqueza de la crnica. Esta nueva actitud ha
beneficiado al gnero as como los intentos de distintos crticos por ampliar el canon de
lo que se ha considerado literatura hasta el momento.
Adems parece haberse ido diluyendo ese prejuicio contra el periodismo del que
hablbamos anteriormente. La multiplicacin de los medios de comunicacin y su
creciente importancia dentro de la sociedad han convertido la profesin de periodista en
una de las ms solicitadas. De acuerdo con esta idea, Juan Villoro comenta:
La valoracin social del periodismo dista mucho de ser la que tena mi profesor de
Sociologa: los reyes ya no buscan princesas sino reporteras, segn prueba la corona
espaola. El prejuicio que vea al escritor como artista y al periodista como artesano
resulta obsoleto. La nica diferencia vigente son las condiciones de escritura. Una
crnica lograda es literatura bajo presin. (2005a: 13)
11
Y contina Blanco en la misma pgina: Todava no aparecan los supuestos 8 mil cronistas fabulosos de la Sociedad Civil (melodramticos, filantropiquillos, ignorantazos, llorones) y el gnero mismo de
crnica que ni siquiera se llamaba as en los peridicos, sino nota de color, como equivalente de relleno pintoresco- resultaba borroso y marginal (2005: 107).
La crnica, un gnero en problemas
28
Flor de peculiares atractivos, no todos los interesados se han fijado en ella por
las mismas razones. Sus bellezas son mltiples y atraen a diferentes pblicos. Si John
Beverley ve en la crnica y en el testimonio el resurgir de un nuevo sujeto
revolucionario e ideolgico, Linda Egan se esforzar en poner de relieve su vala
esttica por encima de todo, aunque sin olvidar el valor democrtico de estos textos.
Algunos, como Jorge Rufinelli, han coincidido con ella en considerar a la crnica el
gnero matriz de la narrativa hispanoamericana (EGAN 2004: 140).
El auge de la crnica se ha visto subrayado en los ltimos aos por el trabajo
realizado por la Fundacin para un Nuevo Periodismo Iberoamericano creada en 1994
bajo el impulso de Gabriel Garca Mrquez. La crnica se encamina poco a poco a una
institucionalizacin, de la mano de galardones como el Premio para Crnica de Seix
Barral otorgado desde 2005 o el Lettre Ulysses de reportaje literario que se inicia en
2003. En los ltimos aos han salido a la luz diferentes antologas de crnica
hispanoamericana que tambin incluyen trabajos de autores espaoles.12
Juan Poblete
(FALBO: 71) y Gabriela Falbo coinciden en subrayar el buen momento que vive este tipo
de escritura y los jvenes cronistas cuentan hoy en da con ms espacios y vas para dar
a conocer sus trabajos (132).
Ahora que la crnica parece salir de su olvido podemos mirar con ojos
benevolentes su condicin marginal para descubrir que esta posicin lateral otorga
aspectos no del todo negativos. Desde el rincn oculto en el que se la ha ubicado
durante mucho tiempo, la crnica encuentra la libertad de experimentar formalmente
como le plazca y la de lanzar crticas que sortean la miopa de cierta censura. Ser en la
crnica donde se produzca la renovacin radical de la prosa castellana en un momento
12
Algunas de estas antologas recientes (tanto referidas al contexto mexicano como hispanoamericano en
general) han sido consultadas para este trabajo: A ustedes les consta (1980 y 2006), El fin de la nostalgia.
Nueva crnica de la ciudad de Mxico (1992), Enviados especiales. Antologa del nuevo periodismo
hispanoamericano (2004), Mxico DF: lecturas para paseantes (2005), Idea crnica. Literatura de no
ficcin iberoamericana (2006) o Mejor que ficcin (2012) por citar algunas.
La crnica, un gnero en problemas
29
clave como el Modernismo, incluso antes que en la poesa. Ser igualmente en la
crnica donde experimentarn los estridentistas mexicanos y otros vanguardistas. Pero
tambin aparece como el espacio en que ven la luz las primeras denuncias de la masacre
sucedida en la plaza de Tlatelolco en 1968, se multiplicarn crnicas como escombros
tras el terremoto del 85 en la Ciudad de Mxico y en mltiples situaciones la crnica
ser quien recoja la voz de la denuncia que no tiene cabida en los medios de
comunicacin de masas como la televisin, la radio y la prensa que estn ms
controladas y manejadas por ciertos grupos de poder.
En tierra de nadie, movindose como un gnero limtrofe en las fronteras entre el
periodismo y la literatura, la crnica plantea adems problemas genricos que son por su
naturaleza relativos a la definicin de lo que se considera o no literatura. Esta es una de
las razones que hacen necesaria la delimitacin genrica de este tipo de discurso. Aun
cuando muchos de los textos que se nos presenten sean difciles de clasificar conviene
tener una idea ms o menos clara del gnero del que hablamos. No se trata de ordenar y
encuadrar cada texto en su casilla con obsesin clasificatoria sino, al contrario, de
problematizar su naturaleza y acercarnos a la esencia del mismo. Un texto en concreto
podr ser mitad crnica y mitad testimonio, poseer rasgos entremezclados que hagan
imposible su tipificacin pero entonces habr que determinar lo que es cada uno de los
dos gneros para dar mejor cuenta del alcance de ese mestizaje.
El primer problema en cuanto al gnero se nos presenta cuando ni siquiera los
crticos y cronistas parecen ponerse de acuerdo en la denominacin que merece. Ana
Mara Amar Snchez habla de no ficcin y la diferencia de la crnica y de la nota
periodstica. Pero los rasgos que la estudiosa argentina refiere como determinantes para
la no ficcin son perfectamente compatibles con los que desentraaremos en relacin a
las crnicas contemporneas que nos ocupan.
La crnica, un gnero en problemas
30
Por mi parte, prefiero usar la denominacin de crnica para referirme al tipo de
textos de los que trata este trabajo ya que, como menciona Beth E. Jrgensen, la no
ficcin puede ser extensible al teatro e incluso a la poesa.13
El trmino de no ficcin es
el ms usado en el mbito de la crtica anglosajona para ocuparse de trabajos surgidos a
partir de los aos sesenta alrededor de lo que se llam Nuevo Periodismo. Nos
referimos a las obras de Tom Wolfe, Norman Mailer, Truman Capote entre otros.
Linda Egan ha recogido la multiplicidad de nombres que la crnica recibe tanto
en la crtica anglosajona como en la que se desarrolla en nuestro idioma. Adems del
trmino de no ficcin encontramos otros como periodismo de autor, cronovela,
metaperiodismo...14
Egan es una de las estudiosas que ms han insistido en la necesidad
de limitacin genrica de la crnica a pesar de la pereza de unos para atajar el problema
o de las convicciones de otros respecto a la desaparicin de los gneros (2004: 144).
Para ella el gnero proporciona un libro de instrucciones acerca de cmo el texto quiere
ser ledo: limita los posibles significados. Se tratara, en palabras de Todorov de una
especie de modelo de escritura para los autores y, lo que es ms importante, un
horizonte de expectativas (1991: 53). No se cuenta lo mismo en un poema que en una
novela o una crnica, o al menos no se cuenta igual. Del mismo modo el lector no toma
la misma actitud ante el texto. Leer una crnica de denuncia poltica como si fuera un
cuento supone restarle todo el contenido histrico y concreto que porta. En el fondo,
13
Segn Jrgensen, un ejemplo de no ficcin en poesa sera la obra de Ernesto Cardenal y en teatro
alguna obra de Vicente Leero como Martirio de Morelos. (JRGENSEN 2002: 91)
14 En espaol, estos trminos incluyen periodismo de autor, ficcin documental, sociologa auxiliar,
crononovela, socioliteratura, metaperiodismo, periosa, periodismo cultural, relato de no-ficcin,
periodismo interpretativo, neo costumbrismo y (el ms difcil de manejar) no(crnica)vela. En ingls, la lista incluye transfiction, faction, transformation journalism, creative nonfiction, documentary narrative
as art, apocalyptic documentary, paraliterary journalism, midfiction, metareportage, liminal literature,
radical news analysis, higher journalism, journalit, postmodern journalism, parajournalism,
participatory journalism, the New Nonfiction y poetic chronicle. (EGAN 2004: 142)
La crnica, un gnero en problemas
31
significa no entender el texto de una manera total. Es en este punto en el que radica la
importancia de la determinacin genrica.15
La eleccin de un gnero u otro por parte del autor no es fortuita sino que
obedece a las caractersticas ntimas del gnero en cuestin. No se trata por lo tanto de
una decisin neutral sino que condiciona de manera absoluta la obra, no hablamos de un
aspecto sino de su expresin total.
Adems, segn Todorov, un gnero no es ms que una opcin entre otras de las
posibilidades del discurso en una poca y en una sociedad determinada (1991: 22). El
hecho de que una sociedad privilegie unos gneros por encima de otros es revelador de
la ideologa predominante. Es aqu cuando aparece la idea del canon: aquellas obras o
gneros privilegiados en cierto momento histrico en detrimento de otros que se
consideran menores. En gran parte la marginacin sufrida por la crnica ha tenido que
ver con su exclusin del canon, algo que se relaciona con su condicin de gnero
fronterizo, con la imposibilidad de situarla dentro de un campo concreto, como literatura
o como periodismo o la idea de que estos campos estn radicalmente separados.16
15
Tambin Miguel ngel Garrido en su estudio preliminar, Una vasta parfrasis de Aristteles, a su Teora de los gneros se refiere al gnero como un horizonte de expectativas para el autor que siempre escribe en los moldes de esta institucin literaria aunque sea para negarla (20). Por su parte, Wolf-Dieter Stempel prefiere subrayar la importancia del gnero a la hora de asegurar la comprensibilidad del texto
por el lector ya que le informa sobre la manera cmo deber comprender el texto; en otros trminos: el gnero es una instancia que asegura la comprensibilidad del texto desde el punto de vista de su
composicin y de su contenido (243). Desde luego, el gnero reduce las posibilidades interpretativas aunque no determina tajantemente la comprensin puesto que, como advierte Walter Mignolo el destinador tiene el privilegio del sentido en tanto que el destinatario lo tiene sobre el significado. Pero el
lector no tiene la obligacin de leer el texto como el escritor asume (1986: 235). 16
Walter Mignolo habla de lo literario como de un concepto abierto en el sentido en que la obra literaria
necesita ser reconocida como tal por la comunidad interpretativa. Las diferentes definiciones de literatura
que se han sucedido a lo largo de la historia corresponderan a lo que el estudioso argentino denomina
paradigma hermenutico (1986: 52), diferencindolo del paradigma terico que corresponde a la
comprensin terica, exterior a la literatura (43).
Huyendo de la equiparacin entre lo literario y lo imaginario o ficcional, habra que considerarlo
en funcin de su apartamiento de la norma, en la lnea del formalismo, pero como esta misma es mutable
la concepcin de lo literario vara histricamente (EAGLETON: 16) e incluso en los individuos (RYAN:
255): no hay un nivel unificado de la lengua comn frente al cual se puedan definir con rigor las caractersticas constitutivas del discurso literario (RYAN: 256).
La crnica, un gnero en problemas
32
Evidentemente este hecho encuentra un obstculo en la rigidez de ciertas
categoras literarias ms que en la riqueza y movilidad de este tipo de textos. Escribir
desde un gnero marginal y conflictivo puede leerse como una provocacin entonces,
como una toma de posicin que desafa las convenciones que establecen lo que es o no
literatura.
El cronista Rodolfo Walsh consideraba la novela como un gnero burgus frente
a la nueva narrativa documental de obras como Operacin Masacre. Exista para l una
clara vinculacin entre ciertos gneros y su cultivo tradicional y determinadas
ideologas. Segn el argentino, la novela burguesa desaparecera con la cada del tipo de
ideologa que la sustentaba aunque admita que poda ser modificada y convertida en un
instrumento revolucionario. Para Walsh exista la posibilidad de que en un futuro el arte
documental reemplazara a la novela en prestigio e importancia.
Pero, al referirnos a los gneros literarios, habra que pensar en modificaciones
ms que en desapariciones. El sistema de los gneros es un marco abierto en el sentido
de que permite variantes, creaciones novedosas y trasgresiones. Unos gneros podrn
ser sustituidos por otros en un cambio de jerarquas.17
No son pues los gneros los que
han desaparecido sino los gneros del pasado; y no es que han desaparecido sino que
han sido remplazados por otros dira Todorov (1991: 49).
Del mismo modo que se originan cambios dentro del sistema de los gneros,
tambin en el interior de un mismo gnero pueden producirse a lo largo del tiempo
modificaciones enormes18
. Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano han visto en el gnero un
17
Jakobson describes as a shift in the hierarchy of genres. (ZAVARZADEH: 7) 18
De nuevo Walter Mignolo propone una nocin til: marco discursivo. A pesar de que desarrolla el
concepto en relacin al gnero ensaystico podra aplicarse a la crnica, que aqu nos ocupa: Si queremos justificar el ensayo dentro de la familia literaria, debemos aceptar un concepto fluctuante de literatura; o,
mejor, conceptos de literatura que se forjan y se modifican en la comunidad interpretativa; [] las definiciones esenciales intentan captar los rasgos fijos y universales. La nocin de marcos discursivos,
por el contrario, ofrece mayores libertades para capturar los criterios siempre mviles mediante los cuales
se conciben tanto lo literario como el gnero ensaystico. (1986: 94)
La crnica, un gnero en problemas
33
modo de mantener cierta ilusin de eternidad mientras los textos y la funcin de estos
van cambiando (123). La coincidencia de que bajo el techo de la crnica se resguarden
textos tan diferentes entre s como Operacin masacre, la Historia verdadera de la
Nueva Espaa, Dios es redondo, La linterna mgica o Funcin de medianoche... solo
puede aceptarse si se parte de una nocin amplia del gnero capaz de integrar
innumerables variables a condicin del respeto a ciertos rasgos esenciales.19
Estas condiciones necesarias en el caso de la crnica sern: la referencialidad, la
subjetividad, la hibridez y una doble dimensin manifiesta en la preocupacin tica y la
preocupacin esttica a partes iguales en principio o con cierta preponderancia del
inters esttico dependiendo del autor.
La crnica es un relato ntimamente apegado a los datos reales. Se trata de una
escritura ligada a su contexto histrico de manera medular. Normalmente su referente
real suele ser reconocido por el lector o al menos existe la posibilidad de que lo sea.
Este apego al dato emparenta a la crnica con discursos referenciales como la historia y
el periodismo y plantea problemas para aquellos que identifican invariablemente
literatura con ficcionalidad.
Susana Rotker, en su estudio sobre la crnica modernista, seala este rasgo junto
con el de la actualidad del contenido como esenciales de la escritura cronstica (1992:
Por su parte Gerard Genette diferencia entre modos y gneros remontndose a Platn y a Aristteles
que nunca hablaron de gneros sino de formas de representacin, lexis en el caso del primero (GENETTE
1988: 188) (narrativa, mimtica y mixta), o de modos en el caso del segundo. Ser Diomedes a fines del
siglo IV quien rebautiza como gneros los tres modos platnicos. Segn Genette la diferencia entre
gneros y modos se encuentra en que mientras los gneros son categoras propiamente literarias, los modos son categoras que dependen de la lingstica, o ms exactamente, de una antropologa de la
expresin oral (227). Walter Mignolo retoma esta distincin de Genette y con ayuda de las reflexiones de Flix Martnez-
Bonati aclara el paso (semiotizacin) entre los modos de decir y los modos literarios de decir (MIGNOLO
1986: 63-64). Mignolo agrega el nivel de los tipos discursivos que pertenece al mbito de la comprensin
terica y sera el equivalente al gnero dentro del campo de la comprensin hermenutica que se
desarrolla en la comunidad interpretativa.
19
Es Todorov de nuevo quien diferencia entre los rasgos bsicos, organizados en sistema, y los frecuentes
pero no esenciales.
La crnica, un gnero en problemas
34
136). Tambin Jos Olivio Jimnez resalta la actualidad de la crnica modernista.20
Me
inclino por no considerar la actualidad como un rasgo determinante de la crnica,
aunque es cierto que son muy frecuentes aquellos textos que versan sobre temas del
presente, acercndose al periodismo. Pero existen otras crnicas cuya filiacin elige a la
historia y tratan sobre asuntos pasados. Normalmente el cronista escoge un episodio del
pasado que tiene algn tipo de vigencia o conexin con el momento de la escritura.
Tomndolo con estos matices, puede entenderse el rasgo de actualidad que Rotker
menciona.
Si toda la literatura es en esencia tiempo, la crnica es quiz la escritura que ms
sucumbe a sus presiones. La crnica le debe al dios Chronos el nombre y la urgencia.
Escrita con frecuencia bajo el apremio de una entrega, aparece a menudo confinada a las
pginas de un peridico, ser efmero que vive un da. Son relativamente pocos los textos
que finalmente sern recogidos en libro (sobre los que fundamentalmente se centra este
trabajo).
La crnica pretende reproducir el evento en su devenir (GRANDIS: 92). Beth E.
Jrgensen e Ignacio Corona por su parte, subrayan en la introduccin a The
Contemporary Mexican Chronicle, la necesidad de registrar eventos y ordenarlos
cronolgicamente como norma de este tipo de textos (CORONA: 4). El hecho de imponer
una narratividad a los eventos reales que suceden al margen de esta supone atribuir un
ritmo y un orden especfico que forma parte del mensaje de la crnica. Esa organizacin
no viene dada sino impuesta y es deliberada.
Este acercamiento a la realidad que pretende la crnica se produce a travs de la
mirada del autor. Su respiracin impregnar el discurso. De este modo la realidad
20
Un solo criterio, y aun aproximado, pudiera ser vlido para reconocer lo ms caracterstico de la crnica, y permitir la clasificacin genrica de un texto como tal: la inmediatez y actualidad de lo
comentado, es decir, de lo que pudiera considerarse como ncleo o semilla de su ms o menos slida, ms
o menos leve materia argumental. (JIMNEZ: 546)
La crnica, un gnero en problemas
35
penetra en el texto desde el punto de vista personal del cronista que puede ser testigo o
protagonista de los hechos. Lejos de acomplejarse, la crnica hace gala de su
subjetividad y la convierte en rasgo distintivo, el segundo de los citados anteriormente,
frente a la pretendida visin objetiva de la historia y del periodismo. El mexicano Carlos
Monsivis recordar este rasgo a la hora de diferenciar a la crnica del reportaje:
Esto implica la no muy clara ni segura diferencia entre objetividad y subjetividad, lo
que suele traducirse de acuerdo a premisas tcnicas: el reportaje, por ejemplo,
requerido de un tono objetivo, deshecha por conveniencia la individualidad de sus
autores (). En la crnica, el juego literario usa a discrecin la primera persona o
narra libremente los acontecimientos como vistos y vividos desde la interioridad
ajena. (1980: 13)21
Ana Mara Amar Snchez mantiene que esta subjetivacin va acompaada de un
fenmeno de ficcionalizacin. El propio autor se ficcionaliza al introducirse como
cronista en el texto y hace lo mismo con el resto de personajes y con los hechos. Sin
dejar de ser reales a partir de ese momento tambin sern ficticios, participan de una
condicin ambivalente, una naturaleza duplicada. Este doble carcter convierte a la
crnica en una encrucijada de dos economas, la ficcin y el reportaje (VILLORO
2005a: 12).
As pues, la crnica ser siempre resultado de la mezcla armnica (pero no
necesariamente a partes iguales) de dos realidades: el dato y lo ficcional, la realidad
exterior y la mirada subjetiva. Como cualquier cruce de caminos se nutre de diferentes
influencias. Se permite confianza con distintas formas de escritura hasta confundirse
con ellas. Varios autores han coincidido en referirse a ella como un gnero hbrido.
Linda Egan no duda en llamarla gnero bastardo:
21
Aunque para el resto de referencias trabajamos con la segunda edicin (corregida y aumentada) de A
ustedes les consta, publicada en 2006, en este caso recurro a un pasaje que aparece en la primera edicin
de 1980 y que Monsivis omite en la segunda.
La crnica, un gnero en problemas
36
El gnero que Monsivis defiende es una forma bastarda que no slo no intenta
ocultar su mitad iliteraria, sino que se ufana de ostentarla; sus vnculos con el
periodismo forman parte de su razn de ser. Tambin son el pretexto por el que se la
condena. (EGAN 1995: 144)
Juan Villoro habl de la crnica como el ornitorrinco de la prosa. Los
primeros cientficos britnicos que se hallaron ante el cuerpo inerte de uno de estos
animales pensaron que se trataba de un montaje, un ser artificial formado con pedazos
de otras criaturas, definido por aquello que tena en comn con otros seres ms
conocidos: un pato o un castor segn el punto desde donde se observe. Animal extrao,
la crnica parece concretarse por aquello que toma de la ficcin, de la autobiografa, del
teatro, del ensayo, del periodismo... pero lo que en esencia la define es la coherencia que
impone entre los distintos cdigos acogidos. No solo se deja contaminar por diferentes
discursos, sino que admite en su seno materiales heterogneos: testimonios, citas
literarias, letras de canciones, fragmentos de documentos oficiales como actas o
discursos, material fotogrfico... La cantidad y el origen de estos materiales diferir en
funcin del tema, el tipo de crnica y el autor, as como tambin cambiar el manejo
que el cronista haga de ellos.
Todas estas variables, los materiales que acoge, la forma de manejarlos, la
cercana o lejana con otros gneros... convierten a la crnica en un objeto
extremadamente mutable. Como el camalen, su aspecto se ajusta al mensaje que
pretende transmitir y puede saltarse sus propias reglas en funcin del evento que retrata,
de los intereses estticos del autor o de la personalidad del cronista.
Por ltimo, caracteriza al discurso cronstico una doble dimensin tica y
esttica que se manifiesta a partes iguales. En ciertos momentos puede cobrar ms
importancia un aspecto pero jams el otro quedar olvidado. Un experto cronista, Carlos
La crnica, un gnero en problemas
37
Monsivis, ha fluctuado en estas consideraciones. En la primera edicin de A ustedes les
consta escribir que se trata de un gnero donde el empeo formal domina sobre las
urgencias informativas (1980: 13),22 pero al hablar de las crnicas de los liberales
subraya la importancia poltica que este gnero tena para ellos (1987a: 754).
Por su referencialidad la crnica aparece intensamente ligada al contexto, como
ya se ha mencionado. Susana Rotker insiste en esta idea de vincular la crnica con su
espacio de produccin porque entiende el gnero como una respuesta formal y temtica
a este. Tambin rsula Kulhmann destaca el carcter circunstancial de este tipo de
escritura, pensada como una praxis social, como lo es para ella toda la literatura, y
subraya la necesidad de formular un anlisis que no tenga como armas exclusivas las
estrictamente literarias o filolgicas (KULHMANN: 200).
Estas consideraciones estn dentro de la concepcin bajtiniana de la literatura
como produccin social, no producto, para subrayar su carcter de prctica. Segn el
terico ruso, un sujeto social produce, nutrindose de un mundo ideolgico que
funcionara como el contenido para esa creacin y como intermediario en la relacin del
sujeto con la realidad (ALTAMIRANO, SARLO: 40). Las ideas de Bajtin se refieren a toda
la literatura pero la crnica participa de esta condicin de un modo definitivo. La
conclusin es que estas obras no pueden ser comprendidas en su totalidad si no
abarcamos el contexto en el que se producen.
La crnica surge, entonces, de un contexto que la nutre y con una
intencionalidad que la anima. Esa intencionalidad sera algo as como el principio
constructivo del que habla Bajtin, que ordena todos los aspectos y materiales de la obra
y los dispone apuntando a un vrtice que puede situarse externo al texto.
22
De nuevo, conviene recordar que esta consideracin de Monsivis aparece en la primera edicin de su
antologa de crnica mexicana pero desaparece ms adelante. Lo cual evidencia un cambio de apreciacin
en este aspecto del gnero.
La crnica, un gnero en problemas
38
La intencin tica de la crnica es un rasgo fundamental de esta, pero es variable
en su intensidad y direccin. El texto puede obedecer a un propsito puramente
informativo, empaparse del tono moralizador del cronista, asumir como tarea la crtica
abierta o la denuncia poltica, consagrarse al anlisis pausado de la situacin social o
sucumbir a la consigna exaltada. Otras veces la crnica se convierte en el lugar de la
memoria, el espacio para aquellos que han sido o son negados cuyas historias han
permanecido en el silencio. Cada crnica traduce la intencin de querer insertarse en la
problemtica poltica, entendindola en el sentido laxo y tradicional de vida pblica. La
crnica post 68, en la que se encuadra el trabajo de los dos autores a los que nos
referimos, se interesa ms en analizar que en describir (CORONA, 2002b: 129). Trata de
explicarse el Mxico de los aos setenta, ochenta y el fin de siglo. Aparece en la
segunda mitad del siglo XX como el gnero ideal para describir la crisis, para abarcar
fragmentos de una sociedad que ya no puede narrarse como totalidad y para ofrecerse
como espacio a quienes haban estado al margen de la literatura identificndose de esta
manera con un propsito democratizador de la cultura.
Pero la crnica no se define exclusivamente por su labor social. Haciendo gala
de su doble naturaleza, estos textos vuelven la mirada hacia s mismos y hacen del
propsito esttico otro de sus deberes. A menudo acogen reflexiones sobre la naturaleza
de la escritura. Equilibrista en el alambre, la crnica no puede descuidar ninguno de los
pesos, si no quiere caer al vaco.
Estos rasgos esenciales se irn analizando a lo largo de los apartados y captulos
siguientes, tomando como ejemplos y motivos de reflexin los textos de Juan Villoro y
de Jos Joaqun Blanco.
Pero existen tambin algunas otras caractersticas que, sin ser imprescindibles,
son muy frecuentes en la escritura cronstica. La crnica prefiere la imagen a la
La crnica, un gnero en problemas
39
explicacin. Su naturaleza visual muestra preferencia por la representacin en escenas y
da importancia a las descripciones ambientales. Pero no por eso deja de lado la voz.
Texto polifnico donde los haya, se divierte integrando dilogos y acogiendo diferentes
voces adems de la del cronista, que suele hablarnos en primera persona.
A menudo aparece teida de humor, fundamentalmente irona, pero tambin
puede aparecer una mirada sarcstica. Y su intencin de analizar e integrar la ancdota
en un contexto ms amplio no le impide, sino al revs, le impulsa, a detenerse con fijeza
en aquellos pormenores reveladores que condensan el significado de prolijas
explicaciones: busca la amplitud a partir del detalle.
Encontramos a la crnica entonces en la encrucijada de diferentes gneros que la
contaminan sin llevarla a su terreno; como un ser que se debe al dato, pero que
ficcionaliza sin remedio. Sometido a la subjetividad del cronista y cultivador de su valor
esttico a la vez que de su valor poltico. En estos cruces de caminos nos situaremos
para tratar de encontrar, ms que los lmites, las caractersticas, la esencia de este gnero
mvil y perturbador.
La crnica, un gnero en problemas
La crnica, un gnero en problemas
41
1.2. GNERO HBRIDO: RELACIONES CON OTRAS ESCRITURAS Y MEZCLA
DE MATERIALES HETEROGNEOS.
Este extrao animal que es la crnica puede volver loco a cualquier taxnomo.
Como ya se ha mencionado, en manos de unos se acerca al ensayo, en las de otros al
testimonio y siempre posee algn rasgo de cualquier otro gnero. La crnica coquetea
con la autobiografa, el periodismo, la literatura testimonial, la crtica, el ensayo, la
novela y el cuento, el teatro e incluso con discursos alejados de la literatura como son la
sociologa y la etnografa. Transita por las fronteras de estos gneros e invade su
territorio cuando le place. Nia caprichosa, toma para s lo que le conviene de cada uno
sin importarle la confusin que genera.
De la autobiografa la crnica elige la utilizacin de la memoria personal como
fuente y la presencia de un yo que enhebra los acontecimientos relatados y que
impregna al texto con la subjetividad del recuerdo.
Jos Joaqun Blanco recurre a la autobiografa con descaro en Postales trucadas,
probablemente el ms ntimo de sus libros. Textos como Conchita, Primeros pasos
por Jess Mara, El abuelo Joaqun, El joven escritorio podran considerarse
totalmente autobiogrficos. Las otras crnicas del libro, aunque tienen gran cantidad de
datos autobiogrficos, no discurren nicamente sobre la vida del autor. Se trata, sin
duda, de su libro con ms carga personal. En la mayora de las crnicas no contenidas
en l, los este tipo de referencias salpican un texto u otro pero no son demasiado
evidentes o no llegan a ocupar la mayora del espacio en una crnica.
Por su parte, Juan Villoro a menudo introduce datos de su vida personal en las
crnicas: la ancdota que le ha llevado a escribir el texto o la descripcin de algn
hecho o personaje relacionado con el tema que trata. Pero hay ocasiones en los que la
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carga autobiogrfica conforma el meollo de la crnica. Un ejemplo es El libro negro,
texto con el que abre Safari accidental: Durante muchos aos mi familia pudo celebrar
su slida condicin nacionalista: mi padre tena prohibida la entrada a Estados Unidos
(23). A partir de ah sigue una descripcin del carcter y los hbitos del padre y su
vinculacin con el movimiento estudiantil mexicano del 68, algunos aspectos de su
familia y varias ancdotas de la infancia del autor (el sonambulismo, la partida al
extranjero). La subjetividad entra en la crnica de la mano de un yo que recuerda la
historia personal y que la liga ntimamente con la historia del pas. Esta es la razn por
la que el texto es crnica y no autobiografa. En palabras de Silvia Molloy, quien ha
estudiado la escritura autobiogrfica en profundidad, en este caso de la crnica la
autonarracin sera menos un propsito que un medio para lograr ese propsito y no
existe crisis en esta escritura del yo 23 como s se percibe en la autobiografa.
Del teatro, la crnica adoptar sobre todo la organizacin de los dilogos y la
importancia de la escena. Tanto Juan Villoro como Jos Joaqun Blanco han
incursionado en este gnero con obras como Muerte parcial y El filsofo declara del
primero; y La generosidad de los extraos y El castigador de Blanco. Cabe incluso
sealar cierta influencia del guin en cronistas como Vicente Leero o el mismo
Blanco24
. Tambin Juan Villoro ha escrito guiones como El mapa movedizo.25
23
En relacin con este aspecto podemos fijarnos tambin en Hombre en la inicial!, crnica que abre Los once de la tribu y narra el inicio de la vocacin lectora del cronista con la lectura de De perfil de Jos
Agustn. A propsito de este tipo de ancdotas introducidas en textos autobiogrficos Silvia Molloy
escribe unas palabras que se encajan perfectamente en el anlisis de esta crnica: La escena de la lectura no corresponde necesariamente al primer libro que se lee de nio. La experiencia implica el
reconocimiento de una lectura cualitativamente diferente de la practicada hasta ese entonces: de pronto se
reconoce un libro entre muchos otros, el Libro de los Comienzos (29). De este modo la experiencia de Villoro con el libro de Jos Agustn comienza con una identificacin casi total con el protagonista, el
reconocimiento de un lenguaje literario diferente al sabido que nace de la coloquialidad y la cercana.
Ubicada como prtico de la coleccin de crnicas la ancdota potencia su fuerza inicitica. Siguiendo las
reflexiones de Molloy podemos entenderlo de este modo: Colocado precisamente al comienzo, o muy cerca del comienzo del relato [] el primer recuerdo constituye una especie de epgrafe, una autocita que, si bien no resume la esencia de lo que va a seguir, s apunta en esa direccin (257). 24
Jos Joaqun Blanco ha colaborado como guionista con el cineasta Paul Leduc en las pelculas: Frida,
naturaleza viva, Cmo ves?, Barroco, Latino Bar y Dollar Mambo.
La crnica, un gnero en problemas
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El dilogo a veces adopta una actitud teatral o ms bien cercana a la radionovela
como el que escucha la Gladys desde su departamento en uno de los textos de Cuando
todas las chamacas se pusieron medias nylon:
Voz de hombre: No la quiero ms aqu! Que se largue! Que se lleve todo pero que
se largue!
Voz de anciana: Hijo, por Dios!
Voz de mujer: Me voy! Me voy!
Voz de anciana: Adela, no! (BLANCO 1988a : 80)
Otras veces es el propio cronista quien se desdobla y transforma el devenir de su
pensamiento en un juego de preguntas y respuestas que contribuye por un lado a
implicar al lector y por otro a ampliar la sensacin polifnica del texto.
Por qu en Mxico no votan los curas?
Y quin nos asegura que no lo hacen? Quin alguna vez en la realidad, en la
prctica, le ha impedido votar a un cura? Quin ha presentado alguna denuncia de
este tipo? (BLANCO 1990a: 133)
Igual de teatral puede resultar el uso de la escena que Villoro emplea
frecuentemente sobre todo al comienzo de sus crnicas. Se trata de un procedimiento
til en textos breves, ya sean cuentos o crnicas, porque el lector se ve inmerso en la
trama de una manera rpida y determinante. El tiempo presente es fundamental para
contribuir a esta sensacin: Peter Gabriel frota la punta de su barba hasta dejarla en
25
Juan Villoro explicar su participacin de este modo en el prlogo a El mapa movedizo: Hace algunos aos la revista Nexos y el Departamento del Distrito Federal se propusieron hacer un ciclo de programas
de televisin en el que se contaran historias de la capital a la manera de un reloj. Se invit a doce
directores de cine y a cada uno de ellos le correspondi escoger una hora representativa de la vida en la
ciudad. Trabaj en mancuerna con Nicols Echeverra (1995b: 11) y ms adelante pero en el mismo prlogo aade Ninguno de los proyectos que he escrito para Nicols Echeverra se ha filmado. Sin embargo, el cine de papel que hemos vislumbrado ha sido para m un continuo aprendizaje sobre la mirada y sobre la elusiva tarea de contar historias (13). De todos modos, en 2002, se estren Vivir mata, pelcula dirigida por Nicols Echeverra sobre un guin escrito por Juan Villoro.
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forma de signo de interrogacin: S cul es la primera pregunta, sonre: Por qu me
tard tanto en hacer otro disco. (2005a: 95).
Algunos trabajos cronsticos se desarrollan en un territorio muy cercano al de la
literatura testimonial, tipo de escritura que ha extendido su influencia por diferentes
gneros. Sin ir ms lejos, la crnica suele acoger testimonios entre los materiales que la
conforman. En este proceso el cronista actuara como el sujeto mediador o el sujeto
letrado del testimonio. La crnica mexicana posterior a 1968 surge hermanada con el
propsito principal de la literatura testimonial, al configurarse como un espacio de
representacin o de expresin de aquellos que han sido silenciados por la historia. Un
ejemplo muy claro sera el de las obras de Elena Poniatowska, como La noche de
Tlatelolco o Nada, nadie. Las voces del temblor, las cuales poseen una carga testimonial
que se configura como ncleo central de la crnica. En los trabajos de otros cronistas, la
importancia del testimonio no alcanza una determinacin estructural, pero casi siempre
se incluye la voz del otro a travs del cdigo de la literatura testimonial. Ms adelante se
dedicar todo un apartado a esta relacin entre la literatura y el testimonio (2.1. Los
ojos del testigo. Cuestiones sobre la subjetividad y relacin de la crnica con la
literatura testimonial).
Si bien es cierto que el testimonio puede aparecer aislado, desde hace tiempo ha
sido instrumento de disciplinas como la historia oral o la etnografa. Ignacio Corona
dedica su artculo At the Intersection: Chronicle and Ethnography a la relacin entre
la crnica y la etnografa. Las acerca el uso que ambas hacen de lo testimonial, as como
la influencia comn de las obras de Oscar Lewis o del cubano Miguel Barnet. Pero
existen diferencias sustanciales: la etnografa cumple ciertos requisitos que permiten
encuadrarla como un discurso cientfico.
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Existen propiedades en el saber cientfico imprescindibles para que sea
considerado como tal. En La condicin posmoderna, Jean-Franois Lyotard habla del
saber cientfico como de un tipo concreto de discurso, que est obligado a cumplir
ciertas reglas. Se trata de un discurso conformado esencialmente por enunciados
denotativos, se dirige a profesionales o especialistas, puede no ser aceptado y se exigen
determinadas competencias comprobables para el puesto de emisor de ese saber.
La crnica se permite libertades como el sentido del humor y la mirada
subjetiva, el uso libre de los testimonios y la omisin de las explicaciones acerca de las
condiciones de trabajo. Todas estas licencias la alejan de este tipo de discurso y por esa
razn ni el pblico que acceda a estos textos ser el mismo, ni el mensaje ser tomado
de un modo semejante: circular por canales bien diferentes a aquellos que recorre la
escritura cientfica.
La sociologa es otro de los discursos no literarios a los que la crnica se acerca,
sobre todo en aquellos textos que pretenden anlisis amplios sobre ciertos sectores de la
poblacin o sobre la cultura de masas y los medios de comunicacin. Uno de nuestros
cronistas, Villoro, estudi la carrera de Sociologa en la UNAM. La distancia viene
impuesta por la misma razn que opera en el caso de la etnografa: la falta de carcter
cientfico de la crnica (por las razones enunciadas en el prrafo anterior).
Esta mezcla de escrituras ha sido uno de los primeros rasgos sealados como
esenciales. Linda Egan desarrolla una teora indgena de la crnica (2004: 149) para
subrayar su peculiaridad pero considera la hibridez como un rasgo caracterstico de toda
la literatura hispanoamericana y no exclusivo de la crnica (144). Para unos es un signo
de su dependencia de otras escrituras, para otros una seal de la riqueza y variabilidad
del gnero, para todos, una fuente de confusin a la hora de enfrentarse a un texto en
concreto.
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Cualquier lector que se haya acercado a varias crnicas de este tipo se dar
cuenta de que no todas mantienen la misma relacin con los distintos gneros. La
cercana o lejana con el periodismo, el ensayo, la historia, el testimonio... depende del
autor y del tema e incide de manera definitiva en el resultado final.
A menudo la forma de la crnica cultivada por determinado autor encuentra
muchas semejanzas con los otros gneros a los que dedica su escritura. Ya
mencionamos en la introduccin este fenmeno al que Ana Mara Amar Snchez se
refiere como interdependencia formal. Los ejemplos son numerosos. La entrevista
practicada desde muy temprana edad por Elena Poniatowska influy en sus crnicas en
cuanto a la importancia que le concede al dilogo como tema y estructura. Hay una
relacin entre el Rodolfo Walsh escritor de cuentos policiales y la organizacin de sus
crnicas polticas. Y sin duda, Carlos Monsivis intercambia rasgos del ensayo a la
crnica y viceversa hasta convertirlos en dos gneros muy difciles de distinguir, tanto
que Jos ngel Escarpeta habla de croni-ensayos26
para referirse al trabajo del
mexicano.
Tanto Juan Villoro como Jos Joaqun Blanco entregan su pluma a la ficcin, al
teatro y al ensayo adems de dedicarse a la crnica. Temas, rasgos y atmsferas se
trasladan de un gnero a otro y la manera de escribir crnica de cada uno de ellos se ve
marcada irremediablemente por el tipo de ficcin y de ensayo que practican. El autor
deja sus huellas por cada uno de los territorios por los que transita. La pluma plural de
estos escritores se complace en cultivar una escritura contaminada no solo en el mbito
de la crnica, sino en todas las disciplinas que trabaja. Las relaciones entre los distintos
gneros tanto de manera general como con los ejemplos concretos de ambos autores se
irn estudiando de modo ms exhaustivo en los siguientes apartados.
26
Escarpeta desarrolla este trmino en su artculo Carlos Monsivis y sus croni-ensayos de Amor perdido publicado en La Palabra y el Hombre. Revista de la Universidad Veracruzana.
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La hibridez no es nicamente una caracterstica esencial del texto sino que puede
afectar al libro que lo alberga. A menudo encontramos textos infiltrados entre las
pginas de un libro de crnicas. Entrevistas, ensayos y cuentos que se cuelan y
pretenden pasar desapercibidos. Juan Villoro lo seala en el eplogo con el que se cierra
Safari accidental:
Algunos textos podran estar en un libro de entrevistas (los encuentros con Mick
Jagger y Peter Gabriel) y algn otro en un libro de ensayos (la evocacin memoriosa
del romance entre Zelda y Francis Scott Fitzgerald). Me hubiera parecido rigorista
expulsarlos de un libro que se funda, precisamente, en un gnero hbrido, que tanto
depende de la impronta. Los patos que nacen entre los ornitorrincos se creen
ornitorrincos. As pasa con algunos textos de esta selva. (2005a: 257)
Tambin entre Los once de la tribu hay patos. Villoro introduce entrevistas entre
las crnicas del libro. Es el caso de Las hormigas son ms terribles, El viajero en su
casa, Conversacin con Gnter Grass o Jane Fonda en media hora. Es frecuente
que aada algunas consideraciones alrededor del encuentro que tienen mucho de
autobiogrficas: cmo consigui la entrevista, dnde se desarrolla, la descripcin del
viaje hacia el lugar del encuentro...
En su primera coleccin de crnicas, Funcin de medianoche, Jos Joaqun
Blanco introduce varios textos que se ubican en un territorio limtrofe entre el ensayo y
la crnica (de hecho, el subttulo del libro reza Ensayos de literatura cotidiana). Un
ejemplo claro sera Nuevas profecas de Nostradamus donde analiza el rumbo futuro
de la Iglesia catlica ante la eleccin del prximo Papa.
Por otra parte, hay varios textos de ficcin entre las crnicas de Un chavo bien
helado. Aparecen sobre todo en el ltimo apartado de la coleccin titulado Y con
airados ojos me interrogas. Textos como Corte de pelo, La muchacha sobria, La
dama del perrote, La luna negligente o La ltima mata se entienden mucho mejor
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como cuentos que como crnicas. Es cierto que comparten la misma atmsfera que
impregna todo el libro pero o bien el cronista desaparece totalmente y la historia no est
contada a travs de sus ojos, o bien su referente se diluye hasta ser absolutamente
irreconocible.
En lbum de pesadillas mexicanas Blanco parece jugar limpio y nos avisa desde
el subttulo: Crnicas reales e imaginarias. Las imaginarias sern textos como La
tremenda corte, conformado por un dilogo delirante o algunos de los contenidos en el
apartado Emblemas irrisorios como Fray Cipriano en la hoguera, El pipin del
arzobispo y Aspectos siniestros del Nican Mopohua.
No solo cuentos y crnicas se llevan bien. Tambin la poesa comparte espacio
con ellos. La mezcla de gneros es tal que en Se visten novias (somos insuperables)
Blanco nos ofrece Crnicas en verso.27 En estos poemas encontramos rincones de la
ciudad y retratos de sus habitantes a travs de un lenguaje potico que no desdea lo
prosaico. Baste como ejemplo el poema Venadito, uno de los ms breves:
Ah, ah, venadito, flor del viento,
efebo de rock, ngel futbolero,
cmo alzas tu paraso de barrio
cascareando con los cuates en la esquina,
frgil jardn, ojos nuevos,
esbelta naturaleza original,
todo primer da en mitad de la calle,
ya te venadean las patrullas,
ya crujen tus huesos
bajo patrullas macanas de la polica.
Ah ah venadito protestas delirantes
en la camilla de mierda y vsceras
de la ambulancia.
(1993a: 85)
27
Muchos de estos poemas estarn incluidos tambin en su libro Poemas y elegas.
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En resumen, la hibridez no solo afecta al cuerpo mismo del texto sino que suele
extenderse al libro que alberga las crnicas. En esta voluntad de acogida la crnica no
margina ningn gnero: hospitalaria, comparte sus espacios. Y no solo tienen cabida
diferentes cdigos sino que adems se nutre de materiales heterogneos en mayor o
menor medida.
Algunas crnicas dejan entrever un perodo de investigacin anterior, un trabajo
de campo previo. En esos casos el material documental aflora de forma muy evidente
como ocurre en los textos de Elena Poniatowska, donde suele ser el centro de una
crnica que se pretende representativa de muchas voces, o en el caso del argentino
Rodolfo Walsh que busca mostrar las pruebas logradas para sustentar la versin de los
hechos que expone.
En el caso de los dos escritores que nos ocupan, Jos Joaqun Blanco y Juan
Villoro, la necesidad de apoyarse en materiales externos es otra. Ninguno de los dos
suele usarlos como pruebas, ms bien forman parte del bagaje cultural del autor. Se
manejan como el equipaje con el que cada uno comienza su escritura, aquello con lo que
cuentan para enfrentarse al mundo y escribirlo.
En ambos cronistas tienen un peso especial los materiales de origen escrito. La
cita libresca aparece como un modo natural de acercamiento a la realidad para el
intelectual rodeado de cultura. El cronista no solo conoce a travs de lo que ve o lo que
sucede sino tambin, y a veces sobre todo, mediante aquello que ha ledo y le acompaa
y determina en la experiencia. Por ejemplo, Juan Villoro narra en Escape de Disney
World su vivencia personal junto a su familia en aquel lugar pero el anlisis de esta
experiencia lo hace acompaado de Umberto Eco y Michael Sorkin. La reflexin de
otros intelectuales lo asiste en el viaje que es la propia crnica.
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A menudo, Villoro introduce citas de pensadores y escritores con los que parece
entablar una conversacin. Como si ellos estuvieran presentes en el texto y participaran
del tema. Palabras invitadas a la tertulia de un modo tan natural que en ocasiones
prescinde de la referencia. Olvida decirnos de dnde sac la cita como si simplemente
fuera un rec