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21 LA GERENCIA ES TAMBIÉN UN PROBLEMA POLÍTICO (Una visión maquiaveliana de la Gerencia Pública) ANTONIO J OSÉ MONAGAS* 1. PROLEGÓMENO La realidad latinoamericana de las últimas décadas ha registrado una fuerte tendencia de desarrollo hacia el cre- cimiento del papel histórico del Estado. Esto, revisado como un proceso de comportamiento político ins- titucional, ha dejado ver marchas y contramarchas justamente como resultado no sólo de lo que ha significado “la falta de un nuevo patrón de desarrollo que renueve la dinámica casi agotada del modelo cepalino de cre- cimiento económico que preten- dió establecerse desde la década de los cincuenta en la región” (Matus: 1987, p.22). También, por la incidencia de la brecha entre las necesidades y las dispo- nibilidades de la capacidad administrativa del sector pú- blico. Indudablemente que toda esta suma de dificultades tiene explicación. Porque, desde luego, todo ello bien puede medirse en el contexto de las aludidas razones. Pero además, es el hecho que constituye la recurrencia de causas las cuales por el carácter multi- dimensional que siempre las caracteriza, se convierten en efectos de otras lo cual es muy propio en escenarios sociales, económicos y políticos. Particular- mente, por las múltiples racionalidades que concurren en cualquier situación. Luce así pertinente esta consideración, por cuanto en ella se ve una manera de justificar la presencia de otras razones que por no ser de una mayor contundencia teórico-conceptual, no por ello deja de tener la importancia que su implicación amerita en situaciones de tan evidente complejidad como es la que corresponde a aquellos casos de expansión o crecimiento azaroso o inor- gánico del sector público en Latinoamérica. Si bien ello ha obedecido a necesi- dades inherentes al mismo aparato público, con toda su carga de contrariedades, habrá que reconocer ciertos esfuerzos, aunque aislados, de formalizar las metas que en algún mo- mento se trazaron. Y pre- cisamente, una de estas difi- cultadas pretensiones ha girado en torno a lo que se ha denominado la gerencia . La gerencia vista como una serie de procesos y procedimientos encaminados a modificar el medio, o las relaciones entre la organización y el entorno. Indiscutiblemente que al hablar de gerencia habrá que referirse a quienes hacen ge- rencia. Es decir, al gerente y que en el caso particular de las organiza- ciones del Estado, es el funcionario pú- blico. Pero fundamentalmente, aquel con responsabilidades y funciones propias de un determinado nivel jerárquico que le lleva a actuar de modo más apegado no 3 * Profesor Asociado, Adscrito al Centro de Investigaciones y Desarrollo Empresarial, CIDE, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Universidad de Los Andes. Autor de distintos libros en el área de Gestión Política y Planificación Pública, Columnista de El Universal, La Nación, Frontera y Panorama. e-mail:[email protected] I I I ndiscutiblemente que al hablar de gerencia habrá que referirse a quienes hacen gerencia. Es decir, al gerente y que en el caso particular de las organizaciones del Estado, es el funcionario público. Pero fundamentalmente, aquel con responsabilidades y funciones propias de un determinado nivel jerárquico que le lleva a actuar de modo más apegado no sólo a la institución, sino además, a valores relacionados con principios administrativos, éticos y políticos, especialmente.

Gerencia Como Un Problema Politico

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La Gerencia es También un Problema Político (Una visión maquiavelina de la Gerencia...

LA GERENCIA ES TAMBIÉN UN PROBLEMA POLÍTICO

(Una visión maquia veliana de la Gerencia Púb lica)

ANTONIO JOSÉ MONAGAS*

1. PROLEGÓMENO

La realidad latinoamericana de lasúltimas décadas ha registrado una fuertetendencia de desarrollo hacia el cre-cimiento del papel histórico del Estado.Esto, revisado como un proceso decomportamiento político ins-titucional, ha dejado ver marchasy contramarchas justamentecomo resultado no sólo de lo queha significado “la falta de unnuevo patrón de desarrollo querenueve la dinámica casi agotadadel modelo cepalino de cre-cimiento económico que preten-dió establecerse desde la décadade los cincuenta en la región”(Matus: 1987, p.22). También,por la incidencia de la brechaentre las necesidades y las dispo-nibilidades de la capacidadadministrativa del sector pú-blico.

Indudablemente que todaesta suma de dificultades tieneexplicación. Porque, desde luego, todoello bien puede medirse en el contextode las aludidas razones. Pero además, esel hecho que constituye la recurrenciade causas las cuales por el carácter multi-dimensional que siempre las caracteriza,

se convierten en efectos de otras lo cuales muy propio en escenarios sociales,económicos y políticos. Particular-mente, por las múltiples racionalidadesque concurren en cualquier situación.

Luce así pertinente esta consideración,por cuanto en ella se ve una manera dejustificar la presencia de otras razones quepor no ser de una mayor contundenciateórico-conceptual, no por ello deja de tenerla importancia que su implicación amerita

en situaciones de tan evidente complejidadcomo es la que corresponde a aquellos casosde expansión o crecimiento azaroso o inor-gánico del sector público en Latinoamérica.

Si bien ello ha obedecido a necesi-dades inherentes al mismo aparato

público, con toda su carga decontrariedades, habrá quereconocer ciertos esfuerzos,aunque aislados, de formalizarlas metas que en algún mo-mento se trazaron. Y pre-cisamente, una de estas difi-cultadas pretensiones hagirado en torno a lo que se hadenominado la gerencia. Lagerencia vista como una seriede procesos y procedimientosencaminados a modificar elmedio, o las relaciones entrela organización y el entorno.

Indiscutiblemente que alhablar de gerencia habrá quereferirse a quienes hacen ge-rencia. Es decir, al gerente y

que en el caso particular de las organiza-ciones del Estado, es el funcionario pú-blico. Pero fundamentalmente, aquel conresponsabilidades y funciones propias deun determinado nivel jerárquico que lelleva a actuar de modo más apegado no

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* Profesor Asociado, Adscrito al Centro de Investigaciones y Desarrollo Empresarial, CIDE, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Universidad de LosAndes. Autor de distintos libros en el área de Gestión Política y Planificación Pública, Columnista de El Universal, La Nación, Frontera y Panorama.e-mail:[email protected]

IIIIIndiscutiblemente que al hablar de gerencia

habrá que referirse a quienes hacen

gerencia. Es decir, al gerente y que en el caso

particular de las organizaciones del Estado, es

el funcionario público. Pero fundamentalmente,

aquel con responsabilidades y funciones propias

de un determinado nivel jerárquico que le lleva

a actuar de modo más apegado no sólo a la

institución, sino además, a valores relacionados

con principios administrativos, éticos y

políticos, especialmente.

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Antonio José Monagas

sólo a la institución sino además, a valo-res relacionados con principios adminis-trativos, éticos y políticos, especialmente.

Pero también esta intención pudieraapuntalar otras inquietudes. Una, podríaverse en la dirección que representa larevisión de lo que ha sido la construc-ción del Estado moderno. Porque “en lamedida en que el Estado constituye unarealidad histórica se hace preciso indagarlas condiciones sociales que provocaronsu nacimiento y los movimientos socia-les que lo moldearon definitivamente”(Ramos Jiménez: 1993, p.220). Y preci-samente, la presencia en la historia de lasideas políticas de Nicolás Maquiavelo,dieron fuerza a planteamientos que por sucontenido e intencionalidad, iban dirigi-dos, a remozar o a sacudir, de modo crítico,

una estructura política a partir de una vi-sión muy peculiar sobre la forma deproceder a llevar las “riendas” de la situa-ción político–institucional desde laposición que ocupa quien gobierna odetenta el poder político. O simplemente,quien desde cualquier instancia de la orga-nización se desempeña en términos deacometer o contribuir al logro de los obje-tivos institucionales.

2. LAS IMPLICACIONES POLÍ-TICAS FRENTE AL HECHO DE

GERENCIAR

Cuando se afirma que la gerencia estambién un problema político, es porqueciertamente es así. Precisamente, estasreflexiones, aparte de aludir a la referidasituación a partir de consideraciones decarácter técnico–organizacional, animala idea de reconocer que “en efecto, lanueva actitud de la ciencia política es lacorrecta, ya que es la única que puedeexplicar cabalmente el hondo y complejosentido de las realidades políticas. Porconsiguiente, la pérdida u olvido de estarealista perspectiva ha llevado a muchoserrores, tanto en el orden doctrinal o teóricocomo en el real o de la práctica o praxispolítica” (Gándara Feijoo: 1983, p.12).

De manera que ante los fines acáinvocados, se ha visto la necesidad detener que observar al gerente no tanto

DDDDD eberá considerarse

(discrepando de la

realidad) al gerente público

como tecnopolítico por lo

cual se podría delinear alguna

hipótesis que sirva para

evidenciar la equivocada

visión del proceder público

que tiene este gerente. No

tanto por su capacidad para

discernir entre las fronteras

de lo administrativo y lo

político, como por su enfoque

pragmático de lo que significa

la ética pública en la que su

función dirigente adquiere

connotación. De ahí que para

ello hay que apoyarse en el

ingenio del florentino Nicolás

Bernardo de Maquiavelo por

cuanto fue realmente él uno

de los primeros autores en

hacer esta distinción.

como el funcionario administrador oconductor de situaciones concomitantecon las finanzas, la producción o lasrelaciones institucionales. La presenterealidad obliga a mirar al gerente comopolítico, y específicamente, comotecnopolítico. Insdistintamente de surealidad organizacional. Sobre todo, parael gerente del sector público, debeentenderse así, por cuanto el marcopolítico en el cual éste se desempeñaconstituye uno de los principales “puntosneurálgicos” para la funcionalidad de laAdministración del Estado toda vez quela misma ocurre entre contradiccionesmuy particulares que a su vez devienenen otros problemas de mayor repercusiónpolítica. Más, si los mismos son ana-lizados desde el conflicto que se estableceentre bloques de poder obnubilados porla tensión que genera la pérdida de fuerzapolítica. Y si acaso situaciones como éstatienden a convertirse en factores dedisgregación del “poder organizado”,entonces con ello se posibilitaría profun-dizar aún más la incertidumbre con elresultado de magnificar la crisis políticaque viene viviéndose desde hace dosdécadas, aproximadamente (RamosJiménez: 1987, p.135).

Así pues que en virtud del interés porcontribuir a generar opinión quefundamenten explicaciones válidas ycongruentes, se busca igualmente

EEEEEn principio, puede asentirse que la originalidad del pen

samiento y obra de Nicolás Maquiavelo realmente radica

en dedicarse a un análisis en el que se halla ausente todo juicio

de valor sobre la moralidad de las acciones que relata. No obstante,

para Sabine lo que ocurría con Maquiavelo “(…) es que no le

interesaba sino un fin, el poder político y por tanto era indiferente

a todo lo demás” (Idem). Pero de toda forma, su indiferencia

moral constituye una garantía por la cual puede permitirse opinar

con mayor equilibrio en situaciones signadas por las desavenencias

y antagonismos a que constriñe el poder político.

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La Gerencia es También un Problema Político (Una visión maquiavelina de la Gerencia...

desarrollar una disquisición que permitacierta aproximación al propósito deindagar los desmanes que caracterizan laactual situación de trapisonda por la queatraviesan amplios sectores de la Admi-nistración Pública latinoamericana. Paraello, habrá que partir del hecho deconsiderar (discrepando de la realidad)al gerente público como tecnopolíticocon lo cual se podría delinear algunahipótesis que sirva para evidenciar laequivocada visión del proceder públicoque tiene este gerente. No tanto por sucapacidad para discernir entre lasfronteras de lo administrativo y lopolítico, como por su enfoque prag-mático de lo que significa la ética públicaen la que su función dirigente adquiereconnotación. De ahí que para ello hayque apoyarse en el ingenio del florentinoNicolás Bernardo de Maquiavelo porcuanto fue realmente él uno de losprimeros autores en hacer esta distinción.

3. LA VISIÓN (MAQUIAVÉLICA)DE LA GERENCIA PÚBLICA COMO

UNA EXPRESIÓN DEL PODER

POLÍTICO

Ciertamente, la visión política queMaquiavelo expone en su obra “ElPríncipe” lo despunta como pensador alatreverse a hacer planteamientos sobreasuntos de gobierno que hasta eseentonces eran tratados de suma yperniciosa discrecionalidad. Así se tieneque la filosofía de Nicolás Maquiavelo“representa una de las primeras mani-festaciones modernas del pensamientorealista y una de las aportaciones másdescarnadas al análisis político tal quepuede decirse que Maquiavelo descorredefinitivamente el oscuro velo de laconciencia medieval y del poder culturalde lo divino” (Granada: 1981, p.9).

Cuando Nicolás Maquiavelo escribeEl Príncipe, en 1513, “(…) todos losgobiernos monárquicos de la épocahabían adoptado una política conscientede explotación de los recursos nacio-nales, de fomento del comercio tanto

EEEEE l hecho de que el juicio de Maquiavelo no es moralista, es

decir, que muestra una indiferencia moral, le facilita revisar

situaciones dominadas por la maldad (violencia) como forma de

conquistar el poder. Lo cual no es óbice para tener o tomar de su

discurso ciertas variables que, en términos de lo que se pretende por

vía de este desarrollo teórico, puedan revertir el sentido de lo inicial-

mente explicado en torno al interés de examinar el carácter de la

relación que puede observarse entre la figura del principe y el rol de

gerente público.

interior como exterior y de desarrollo delpoder nacional” (Sabine: 1976, p.250).Tales cambios económicos tuvieronrepercusiones sociales y políticas bastanteprofundas. Por supuesto, que ello tuvoefectos trascendentales en la concepciónde la política que Maquiavelo se hizo. Yes justamente lo que puede apoyar lossubsiguientes señalamientos.

Es así que “nadie comprendió mejorque él, el arcaísmo de las institucionesque estaban siendo desplazadas y nadieaceptó con mayor facilidad el papel quela fuerza bruta estaba desempeñando enel proceso. Nadie percibió con mayorclaridad que él, la corrupción moral ypolítica que acompañaba a la decadenciade lealtades y devociones consue-tudinaria y, sin embargo, acaso no huboquien sintiese una nostalgia más agudade una vida social más sana, tal como laque a su juicio representaba la AntiguaRoma” (Ibídem, p.252).

Maquiavelo no desarrolló sus teorías demodo sistemático, sino como observacio-nes acerca de situaciones determinadas. “Sumétodo, realmente, es la observación guiadapor la astucia y el sentido común” (Ibídem,p.256). De esta manera fue capaz de darcuenta, con aguda sensibilidad, de lanaturaleza de los problemas humanos.Sobre todo, de aquellos cuyo contexto dedebate era configurado por las circuns-tancias en que el poder se detentaba yusufructuaba. Y es, con acierto, una de lasfacultades que mejor muestra al momentode auscultar tales realidades.

En principio, puede asentirse que laoriginalidad del pensamiento y obra deNicolás Maquiavelo realmente radica endedicarse a un análisis en el que se hallaausente todo juicio de valor sobre lamoralidad de las acciones que relata. Noobstante, para Sabine lo que ocurría conMaquiavelo “(…) es que no le interesabasino un fin, el poder político y por tantoera indiferente a todo lo demás” (Idem).Pero de toda forma, su indiferencia moralconstituye una garantía por la cual puedepermitirse opinar con mayor equilibrioen situaciones signadas por las desa-venencias y antagonismos a que constriñeel poder político.

Es ello pues lo que hace a Maquiavelover “las cosas tal como son y no comodeberían ser” lo cual como principio deobservación, contribuyó a que el floren-tino reflexionara desde un enfoque críticopoco usual de la época. Tanto es que ElPríncipe “nace de esa voluntad de accióny del conocimiento de la única vía deacción posible para conseguir la supe-ración de la crisis: la ciencia de la política,la política realista fundada en el necesariocurso de las cosas y en los imponderablesde la naturaleza humana” (Granada;1981, p.80). Más aún, “el tono exaltadoy pasional de El Príncipe no sólo emanade esa voluntad de acción sino también–y no en escasa medida– de la afirmaciónde la ciencia de la política y sus principiosfrente a las representaciones ilusorias,deformadas, abstractas e ingenuas de la

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política humana” (Loc. cit). Tanto quehay quienes afirman que esta obra “(…)permite a su autor fundar la ciencia políticamoderna tal que ello hace que se le tengacomo una auténtica sociología del poder,del poder que invade todas las estructurassociales” (Ramos Jiménez: 1987, p.78)

La analogía o símil que se estableceentre el príncipe, en la obra del mismonombre de Maquiavelo, y el gerentepúblico, luce interesante. Su com-prensión sobre la función de gobierno,es realmente esclarecedora. Sobre todo,cuando en ciertos capítulos, haceimportantes referencias alrededor del rolque debe asumir quien conduce unainstancia pública en función de go-bierno. Desde luego que, para llevar acabo esta relación entre semejanzas esimportante considerar el uso axiológicode los conceptos implicados por laaludida vinculación. Específicamente,por la necesidad de establecer entre estosuna ordenación a partir de la cual esposible orientar una preferencia. Así pues,debe observarse del discurso contenidoen El Príncipe, el desconocimiento de lafuerza y la prudencia, como elementosjustificativos de una capacidad degobierno, lo cual le induce a Maquiavelola posibilidad de inferir que las cualidadesrequeridas por un príncipe en funcionesde gobierno monárquico, supuestamenteserían: “Virtù e fortuna ”.

La virtù, porque representa la inte-ligencia política, la habilidad de fijarseobjetivos realistas y de alcanzarlos conlos medios más económicos. La fortuna,porque es la suerte que sonríe a losaudaces, y que algunas veces sonríe alestratega torpe permitiéndole lograr éxitodonde otro quizás más hábil, pero másinfortunado, fracasaría. Podrá afirmarseque estos conceptos de virtù e fortunason centrales en la concepción maquia-veliana de la historia.

A decir de Norberto Bobbio, Ma-quiavelo entiende por virtud “(…) lacapacidad personal de dominar losacontecimientos y de realizar incluso

recurriendo a cualquier medio, el findeseado; mientras que por fortuna,entiende el curso de los eventos que nodependen de la voluntad humana” (Aut.cit.: 1994, p.69-70). Asimismo, cuandoGérard Namer se refiere a El Príncipe, loseñala como “(…) una sociología de laacción social del político en donde seinserta, de una parte, el determinismo, lafortuna , y de otra parte, el querer hacersocial, la virtù (…)” (Namer: 1979, p.11).

Para Maquiavelo, “lo que uno con-sigue no depende del todo ni de la virtudni de la fortuna, es decir, traducido apalabras propias, ni todo por el méritopersonal, ni todo por el favor de lascircunstancias, sino por una y otra causaen igual proporción” (Ibídem, p.70). Elmismo Maquiavelo aduce que “(…) side la fortuna depende la mitad denuestros actos, de nosotros depende laotra mitad” (Aut. cit.: 1962, p.137).Agrega que “aquellos que arreglan suconducta a las circunstancias rara vez sondesgraciados, porque la fortuna se mudasolamente para los que no saben pro-ceder debidamente” (Ibídem, p.138).

Con esta consideración se intentajustificar no sólo una explicación queconduzca a resaltar la importancia de talescualidades ante el estado de príncipe.También, porque habría que reconocer–sin prejuicio alguno– que los hombrescambian pero las condiciones de éxitosiguen siendo las mismas desde lostiempos de César Borgia: virtù e fortuna.Justamente, el carácter de pertinencia queobservamos con respecto al modomaquiaveliano de destacar estos con-ceptos como cualidades, es lo que puedefundamentar la relación que se buscaestablecer entre la función de príncipe yla que corresponde con la función públicaque debe caracterizar el desempeño delgerente público.

Cosas como estas, no podían escapara quien había escrito de política que era“ más conveniente ir tras la verdad efectiva

LLLLL a idea que brinda el

hecho de revisar a la

gerencia pública como una,

entre otras, expresiones del

poder político, a partir de la

comprensión maquiaveliana

de la función pública, resulta

de suma utilidad por cuanto

posibilita examinar, con ma-

yor aprehensión y capacidad

crítica, las realidades en las

que se debate esta gerencia en

realidades tan particulares

como Venezuela.

de las cosas que tras su apariencia”.Fundamentalmente, porque tal carac-terización le permitía a Maquiaveloreivindicar valores que considerabapuntales para quien debía desenvolverseen la conducción del principado comoforma de gobierno. Así plantea que “eléxito para un príncipe nuevo se mide porsu capacidad de conservar el Estado”(Ibídem, p.50).

El hecho de que el juicio de Ma-quiavelo no es moralista, es decir, quemuestra una indiferencia moral, le facilitarevisar situaciones dominadas por lamaldad (violencia) como forma de con-quistar el poder. Lo cual no es óbice paratener o tomar de su discurso ciertasvariables que, en términos de lo que sepretende por vía de este desarrollo teórico,puedan revertir el sentido de lo ini-cialmente explicado en torno al interésde examinar el carácter de la relación quepuede observarse entre la figura delpríncipe y el rol del gerente público.

De ahí que resulta entonces con-veniente abstraer del referido escrito

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maquiaveliano lo que para él significabala función pública. Pero entendida notanto según la acepción sistémica para lacual es “la consecuencia observable deuna actividad” (Easton: 1973, p.89). Máshacia el lado de interpretarla comoaquella gestión que fundamentada yvalorada a instancia de intereses de razónpública, se dirija a flexibilizar mecanismosde gobierno caracterizados por aspectosque relacionen necesidades y capacidades,demandas y ofertas, motivaciones ysatisfacciones, cooperación y voluntadpor los cuales tienda a consolidarse unaamplia concepción de Estado”. (Mo-nagas: 1992, p.36).

En términos de la presente diser-tación, puede inferirse que Maquiaveloofrece la vía de salida y regeneración alproblema que significaba la crisispolítico–social en su tiempo. Aunque deentrada a su opúsculo dice que “noquisiera que se tome como presuntuosoatrevimiento de un hombre de modestacondición, como la mía, el dar consejosa un príncipe para el gobierno de susestados” (Maquiavelo: 1962, p.3.). Noobstante, aduce una solución: “el príncipenuevo que implante un principado civil”.Pero para llegar a esta altura en sudiscurso, Maquiavelo llega a plantearciertas reglas de gobierno a las cuales lesdedica una atención primordial. Así,comienza destaca el problema que refierela función pública aludiendo sólo alprincipado, revela su principal interés:“Diré cómo deben ser gobernados ypueden conservarse”.

De esta manera, el florentino se atrevióa referir justamente al problema de “cómohan de gobernarse las ciudades o los prin-cipados (…)”. Con ello, se permiteobservar el contexto práctico en el cualadquiere sentido la conducción de laestructura de gobierno con base en lascapacidades propias de la funcióndirigente. Al respecto considera laimportancia que reviste “(…) conservaruna ciudad acostumbrada a regirse porsus propias leyes, nombrando paragobernarla algunos de sus ciudadanos”lo cual nos deja inferir el sentido de

respeto por esa inalienable facultad delos pueblos de buscar siempre reivindicarsus valores históricos, culturales y socialesy que debe ostentar un gobernantecuando pretende justificar sus ideas ydarlas por válidas.

de la milicia antigua para organizar otranueva, así como la ruptura de alianzasantiguas ante otras más convenientes. Deeste modo afirma que “si los príncipesquieren que su poder sea durable, le debenapoyar en cimientos sólidos. Consistenpues, los principales fundamentos de losestados, ya sean nuevos, antiguos omixtos, en las buenas leyes y en los buenosejércitos (…)” (Ibídem, p.323).

La función pública en Maquiavelo,responde necesariamente a otras reali-dades caracterizadas fuertemente por laconfrontación bélica. Ello, por supuesto,se convierte en un elemento de pri-mordial consideración, tanto que segúnél “(…) el arte de la guerra es el estudioa que deben dedicarse principalmente lospríncipes, por ser propiamente la cienciade los que gobiernan” (Ibídem, p.425).Pero además, refiere la conveniencia quepara el gobernante (el príncipe) tiene elhecho “(…) de seguir el ejemplo de loshombres célebres que se propusieronimitar algún modelo de la antigüedad yseguir sus huellas” (Idem).

Fundamentalmente, observando estasreglas Maquiavelo intenta ser con-vincente en tanto y cuanto un gobiernoapunte a consolidarse ante su pueblo. Deahí que, persuadido del carácter vano delproverbio: contar con el pueblo es lomismo que escribir en el agua, aduce enel Capítulo IX de El Príncipe, que “conmucho trabajo se sostiene en el prin-cipado el que asciende a tanta dignidadpor el favor de los nobles, porque suelehallarse rodeado de hombres que,creyendo ser todavía iguales suyos, condificultad se someten a su autoridad; más,aquel a quien el pueblo eleva al podergobierna sin encontrar, entre los queandan a su lado, quien se atreva aoponerse a su voluntad”. De esta forma,Maquiavelo sienta las bases de lo que, entérminos de aquella realidad política ysocialmente contrariada, puede versecomo su concepción de función pública.Prácticamente, caracterizada por lo quesignificaba la incidencia del aspecto

EEEEE l hecho de asentir la

presencia de un gerente

público que no sea capaz de

discernir entre el deber ser y el

poder hacer, en el ejercicio de

sus funciones, apunta a enra-

recer el medio en el cual sus

responsabilidades tienen expre-

sión a través del carácter

determinante de sus deci-

siones. En atención a ello, la

Administración Pública (vene-

zolana) ha tendido a enquis-

tarse o a no dar cuenta de los

problemas que se suscitan en

sus predios debido al excesivo

y pesado burocratismo en el

cual se encierra el tergiversado

discurrir de las organizaciones

públicas.

Maquiavelo luce ecuánime cuandotiene que hablar de los que llegaron a serpríncipes por su valor o por su talento.Tales cualidades las señala ante elproblema que significa establecer formasde gobierno que consoliden la creaciónde nuevos estados. Así se reducirían “lasdificultades que nacen de las modi-ficaciones que necesitan introducirse paraestablecer un gobierno y asegurar susdominios” (Ibídem, p.233).

Otra de las necesidades que hacenconfiable la gestión de un gobierno, en laperspectiva maquiaveliana, es la reforma

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normativo, del elemento militar y de lasalianzas convenientes. Sin menospreciar,lo que dimana del hecho de actuar enfunción de los apoyos y articulacionesnecesarios que precisa la gestión pública.

4. UN ANÁLISIS DE LA GEREN-CIA PÚBLICA (EN VENEZUELA):entre el deber ser y el poderhacer

Precisamente, la idea que brinda elhecho de revisar a la gerencia públicacomo una, entre otras expresiones delpoder político, a partir de la comprensiónmaquiaveliana de la función pública, resultade suma utilidad por cuanto posibilitaexaminar, con mayor aprehensión ycapacidad crítica, las realidades en las quese debate esta gerencia en realidades tanparticulares como Venezuela.

Desde luego, habrá necesidad deentender los cambios que ocurren comoconsecuencia de la dinámica socio-económica y la complejidad en la cualestos procesos adquieren sentido.Indudablemente que ello obligaría aquienes se sientan involucrados con laelaboración y toma de decisiones delaparato público a conocer no sólo la razónque explica los embates propios del hechode coexistir entre “(…) múltiples recursosescasos, múltiples criterios de eficacia,muchas racionalidades y diversas auto-rreferencias explicativas” (Matus: 1990,p. 43). También, en términos de tanabsorbente actividad, se solicita de ellosel conocimiento en torno al insidiosoproblema que significa lidiar entre lasexpectativas del deber ser y las con-dicionantes del poder hacer.

Este dilema, en tanto determinantede acuciante praxis, configura uno de losplanos en cuyo contexto se desarrollanserias inconveniencias capaces de difi-cultar los postulados más significativosde la deontología de la gerencia pública.Y es que cuando se trata de situacionesque comprometen el grado de inter-vención o de imbricación que detenta el

gerente público ante una realidad dondeestá previamente resuelto el problema delpoder político, resulta de éstas una suertede coyuntura que evidencia las diferen-cias que acusa la brecha entre laspretensiones del deber ser y la mate-rialidad del poder hacer. Sobre todo,debido al problema que en Venezuela hasignificado la ausencia de una culturagerencial y la precariedad de una culturapolítica desde cuyos contextos teórico–conceptual y teórico–metodológico,pueda entenderse y atenderse susmanejos, tanto como sus dificultades yposibilidades de acción hacia adentro yhacia afuera de la organización desde lacual se actúa.

Si se exige la justificación pragmáticay teórica de las normas o postulados sobrelos cuales se erige la actitud del gerentepúblico, ciertamente podrían ser fun-damentadas en la concepción másprimigenia del Estado y de su relacióncon la sociedad y la economía. Pero dadoel cuestionamiento del cual es actual-mente objeto esa relación, en virtud de lacrisis derivada del agotamiento delmodelo de desarrollo en el cual talvinculación ha buscado consolidarse, noes de dudar entonces que el referidoproblema igualmente encadena circuns-tancias y procesos en los cuales debe contarse–de manera particular– aquel en el que

incurre el gerente público al momento deno advertir, debidamente, que sus deci-siones engloban consideraciones y com-promisos que revelan el carácter holísticode la situación en la que actúa.

Desde luego, es importante notar, allado de otros efectos que ello genera, elde la involución de las posibilidades dedesarrollo y afianzamiento del acervosocial, tecnológico y administrativo delas organizaciones públicas. Justamente,la incidencia de este problema coadyuvaa impedir el alcance de una legitimidadsociológica e institucional a partir de lacual la gerencia pública podría cons-tituirse en el mecanismo garante de losfines más plausibles en materia econó-mica, social y cultural del Estado.

Justamente, el hecho de asentir lapresencia de un gerente público que nosea capaz de discernir entre el deber ser yel poder hacer, en el ejercicio de susfunciones, apunta a enrarecer el medioen el cual sus responsabilidades tienenexpresión a través del carácter deter-minante de su decisiones. En atención aello, la Administración Pública (vene-zolana) ha tendido a enquistarse o a nodar cuenta de los problemas que sesuscitan en sus predios debido al excesivoy pesado burocratismo en el cual seencierra el tergiversado discurrir de lasorganizaciones públicas.

EEEEEn tanto la gerencia pública venezolana persista en actuar

de manera obcecada frente al cambio paradigmático que

incitan las nuevas realidades, poca perspectiva podría tenerse

entonces de circunstancias caracterizadas por el fenómeno de

la globalización, el aumento de la complejidad en el sector público,

el deterioro de la capacidad de respuesta del gobierno central,

las interfases de grupos culturales heterogéneos en el ámbito

corporativo, la sensibilidad de la población ante el daño del cual

es objeto el ambiente, particularmente.

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La Gerencia es También un Problema Político (Una visión maquiavelina de la Gerencia...

Esta arrollante situación, carac-terizada por esta aguda “miopía geren-cial” que se observa en el contextoadministrativo público, por demás escasode esa aludida capacidad personalmaquiaveliana de dominar los acon-tecimientos o de realizar el fin deseado ypor consiguiente entender el curso de loseventos, es lo que explica la dificultadque podrían vivenciar los gerentespúblicos como resultado del desco-nocimiento de los retos que actualmenteestán planteados en el país. Sobre todo,cuando en el umbral del siglo XXI enmedio de las insuficiencias y carenciasque hacen esos momentos todavía másdecisivos.

La contundente disyuntiva quevislumbra en la distancia que se ha creadoentre el deber ser y el poder hacer, comoproblema que acusa la praxis del gerentepúblico en el ámbito de un país polí-ticamente confundido y sorprendido porla velocidad de los cambios que hanvenido ocurriendo en sus estructurasinstitucionales, ha dificultado el ingentedesafío el cual a juicio de Alberto Krygiersigue consistiendo en “comprender larealidad en que se desenvuelven estoshechos tanto como extraer sentido de loseventos e información que emanan deellos” (Aut. cit.: 1997, p. 2-16).

En tanto la gerencia pública vene-zolana persista en actuar de maneraobcecada frente al cambio paradigmáticoque incitan las nuevas realidades, pocaperspectiva podría tenerse entonces decircunstancias caracterizadas por elfenómeno de la globalización, el aumentode la complejidad en el sector público, eldeterioro de la capacidad de respuestadel gobierno central, las interfases degrupos culturales heterogéneos en elámbito corporativo, la sensibilidad de lapoblación ante el daño del cual es objetoel ambiente, particularmente.

Lamentablemente, esta situación,vista desde el enfoque que permite el paísactualmente, en virtud de su coyuntura

político–administrativa, ha propendidoa problematizarse debido a la agudizacióndel conflicto que se ha entronizado casientre la sociedad con mayores osten-taciones económicas y la población másmarginada. Problema éste que respondeal colapso del sistema de autoridad y elcual no sólo consume recursos de tipofinanciero, sino además agobia lasesperanzas de un pueblo expoliado ysubyugado más por la dominaciónsociocultural que por la económica o latecnológica.

Este gerente que se desempeña en laAdministración Pública, dado el pro-blema que se desprende del hecho deenrumbar sus decisiones adosadas acriterios que poco o nada interpretan elsentido estratégico que reivindica lasfronteras entre el deber ser y el poderhacer, pareciera ser el resultado deprocesos educacionales que no han dadocuenta todavía de la diferencia de formar“(…) economistas de nuestro mundo, eldel subdesarrollo, pero no como econo-mistas subdesarrollados” (Maza Zavala:1973, p.12). O lo que en términos deesta disertación sería la brecha que se haagudizado entre los gerentes salidos deabsurdos procesos de cooptación, yquienes pueden vivenciar la gerenciadebido a la formación especializada. Aménde la disposición y de la vocación paraasumir la conducción de los corres-pondientes procesos sociales creativoscuales son los procesos de gobierno.

Esta consideración puede igualmenteservir para resaltar el problema quemuchas veces se solapa entre distintasacusaciones y que se magnifica cuando lagestión pública se convierte en unaentelequia desde la cual se valen algunosgerentes que actúan como “(…) recep-táculo pasivo de lecciones estereotipadasen la fenomenología típica del capita-lismo y del socialismo, es decir comoagente de la dependencia, de la subor-dinación, de la deformación y, en fin, delsubdesarrollo” (Ibídem).

No hay duda, entonces, de la analogíaque sigue estableciéndose entre las

situaciones que cuestionaba NicolásMaquiavelo en su momento, y las quecaracterizan las presentes circunstancias.Es esta la razón para cotejar ambas

NNNNN o hay duda de la

analogía que sigue

estableciéndose entre las

situaciones que cuestionaba

Nicolás Maquiavelo en su

momento, y las que carac-

terizan las presentes circun-

stancias. Es esta la razón para

cotejar ambas realidades a

manera de hacer que los

señalamientos que pueden

aducirse en torno a la actual

gerencia pública, en verdad

tiendan a comprobar el estado

de enrarecimiento que toda-

vía padece, y más injusti-

ficadamente, el desempeño de

la dirigencia en funciones de

gobierno de gerencia pública.

realidades a manera de hacer que losseñalamientos que pueden aducirse entorno a la actual gerencia pública, enverdad tiendan a comprobar el estado deenrarecimiento que todavía padece, y másinjustificadamente, el desempeño de ladirigencia en funciones de gobierno o degerencia pública. Porque si bien sepormenorizan ciertos aspectos, no se harádifícil observar la obstinación alrededordel arcaísmo funcional y ético de distintasinstituciones públicas, al lado de lo queel mismo Maquiavelo reconoció como

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Antonio José Monagas

“la decadencia de lealtades y devocionesconsuetudinarias” en perjuicio de lasresponsabilidades de funcionariospúblicos en comprometedoras posicionesde conducción político–administrativa.

Quizás esto explica muchos de losproblemas que hoy evidencia la Admi-nistración Pública. Particularmente, elque reviste la falta de autoridad pero deaquella autoridad que, en aras de lo quedebe comprender la gerencia pública,“(…) debe provenir del convencimientocolectivo, y que no acepta cortapisa deninguna especie, salvo de las derivadasde la interacción que se da entre los sereshumanos que mantienen relación con lacomunidad” (Opinión de Daniel Gil’adi,catedrático del IESA. En: El Universal. 9Octubre 1998, p. 2-5).

En fin, cuando la gerencia pública,contraría el hecho de apuntalar susejecutorias en la consideración delhombre como fundamento de losprocesos culturales, sociales, tecno-lógicos, administrativos y políticos, quecomprometen el rumbo organizacionalo institucional, elabora y toma susdecisiones confusamente sin reconocerla valoración estratégica que se infiere deestablecer parangones, fijar posiciones yasumir acciones como consecuencia dedireccionar sus propuestas (deber ser) yviabilizar sus expectativas (poder hacer).Asimismo, ello estimula la tentación dehablar de un gerente público que, lejosde emprender una actitud determinanteque le permita abordar y conocer lassinuosidades características de tancomplicado mundo, irá a conformarsecon adoptar una posición reducida en elsentido de operar con una lógica linealen el terreno de las ciencias sociales paralas cuales la realidad, distinta de merassuposiciones, es creativa, indivisible ycercada por múltiples factores contra-dictorios y discutibles.

5. CONSIDERACIONES FINALES

Cabe referir, entre otras inferencias,algunas consideraciones que bienmerecen ser advertidas con base en la

Teoría Administrativa del Gobierno. Así,podría resaltarse aquella afinidad que seestablece al momento de identificar lasimplicaciones de los aspectos consi-derados por Maquiavelo cuando buscafundamentar la gestión pública o funciónde gobierno.

De esta manera, se hace fácil deducirla relación que se da entre la realidadcuestionada por Nicolás Maquiavelohace casi cinco siglos, y elementosreferenciales que encajan con la TeoríaAdministrativa del Gobierno. Y mássorprendentemente aún, con las mismassituaciones que se han venido haciendoredundantes por reiterativas en losescenarios donde se pretende realizar lafunción pública a partir de la cual,desatinadamente, se entiende y atiendela gerencia pública.

Esta cotejación, permitiría revelar elproblema que evidencia el sesgo quemarca el comportamiento del fun-cionario público toda vez que su actittuddebería responder al hecho de consideraral gerente público como tecnopolítico.

Con base en esta observación, la Ad-ministración Pública venezolana, gene-ralmente, se ve envuelta en acciones quesencillamente apuntan a entrabar lafunción dirigente que bien debe carac-terizar el desempeño del gerente y así,evitar transgreciones a la comprensiónde la ética pública que hoy, con sumagravedad, afectan el devenir de losprocesos gubernamentales en términosde la institucionalidad que le es inma-nente a su razón de ser. No obstante, sinla idea de pretenderse hacer un exhaustivoanálisis comparativo, pudieran señalarsealgunas categorías representativas deluniverso conceptual y fenomenológicoemplazadas por la susodicha Teoría deGobierno desde las cuales igualmentepudieran examinarse las implicacionesde los elementos maquiavelianos frenteal rol del actual gerente público. Así, setendría un cuadro comparativo haciendoabstracción de algunas categorías comolas siguientes:

Puede decirse finalmente, que elpropósito de haber revisado lo que

•• Manejo institucional u organizacional (de la estructura de gobierno).

•• Autoridad formal y liderazgo (en términos de las relaciones de solidaridad quepueden exaltarse a través del ejercicio de una autoridad bien entendida y de unliderazgo ecuánime).

•• Condicionamiento de las decisiones del gobernante por razones de interéspúblico (para evaluar el modo del gobernante ante los resultados delcondicionamiento de las decisiones que toma cuando el mismo está sujeto no sóloa valores administrativos, sino además a valores de naturaleza cultural. Más,cuando ello reside en la importancia de comprender que gobernar es “(…) afectartoda posible decisión del gobernado que involucre alguna alícuota de interéspúblico” (Jiménez Nieto; p.100). Y es que a partir de este punto, añade JiménezNieto, “se abre la línea de construcción de una teoría política y se despliegan lasposibilidades de una teoría administrativa destinada, primeramente, a explicar lafunción de gobierno como el condicionamiento ejercido por las macro–magnitudesadministrativamente relevantes en el ámbito de la nación–estado sobre las micro–magnitudes institucionales de los grupos gobernados. Y en segundo lugar, aordenar las estructuras gubernamentales en armonía con esa función” (Idem).

•• Participación política (entendida como toda acción destinada a influir lasdecisiones políticas; es decir, a ejercer el poder político sobre el gobernante paraque las asignaciones de valores respondan, en lo posible, a los intereses de losgobernados).

•• Intervencionismo como función política (vista por su condición de elemento delsistema político que incide directamente en el acto de gobernar).

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La Gerencia es También un Problema Político (Una visión maquiavelina de la Gerencia...

EEEEE l propósito de haber revisado lo que significa Maquiavelo

en razón de sus observaciones sobre el modo de gobernar

las ciudades, aunque a manera de preámbulo frente al análisis

de la praxis de la gerencia pública en Venezuela, o cómo hoy es

posible entenderla y hasta advertirla, permite reconocer una

suerte de complejidades que revisten la realidad del devenir

institucional público.

significa Maquiavelo en razón de susobservaciones sobre el modo de gobernarlas ciudades, aunque a manera depreámbulo frente al análisis de la praxisde la gerencia pública en Venezuela, ocómo hoy es posible entenderla y hasta

advertirla, permite reconocer una suertede complejidades que revisten la realidaddel devenir institucional público. En todocaso, el estudio precedente, de algunaforma, conduce a inferir que el problemade alcanzar las decisiones tomadas en el

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ámbito de la estructura gubernamental

es función del modo de observar y aceptar

la referida situación como un problema

organizacional y por tanto, político deconsciente y preeminente importancia.