Upload
hija-perdida-de-freud
View
124
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
México en Crisis; una breve mirada psicosocial
Germán Gómez Pérez Enero MMxii
AA.. MMééxxiiccoo:: ccrriissiiss ttrriiddiimmeennssiioonnaall..
La existencia y utilidad societal de la psicología mexicana es un asunto que inquieta expansivamente, sobre todo porque la
psicología es una de las ciencias/profesiones de mayor crecimiento en el país.
Hace 30 años, en los albores de la psicología como profesión, S. Mercado Domenech una de las eminencias de la
psicología mexicana planteaba:
Hay preguntas que circulan en el aire, tales como: ¿es la psicología una ciencia meramente una quimera? ¿Es significativa
su aproximación, y se están atacando problemas realmente válidos? ¿Puede una disciplina como la psicología enfocarse a
problemas sociales tales como el analfabetismo, la desnutrición a la productividad industrial: o es una ciencia clasista,
encerrada en su torre de Babel enfrascada en problemas bizantinos? (Mercado: 1981).
Hoy no cabría ya formular interrogantes así debido a que la psicología ha iniciado un reconocimiento societal que, aunque
difuso aún, tiende hacia una consolidación tanto de la percepción poblacional sobre su desempeño, como sobre su propia
maduración en tanto ciencia/profesión.
Y el hecho de que haya surgido profesiográficamente apenas hace poco menos de cuatro décadas es en cierto modo una
coincidencia con el convulsionamiento crítico, económico/político, del país, precisamente desde inicios de los años 70.
Por ello parece necesaria una ubicación respecto a las condiciones del país que la actual psicología encarará.
En palabras cortas: la psicología “nace” al tiempo que el país entra en el largo periodo de crisis en que, con altibajos,
naufragamos; por ello puede decirse que el momentum del surgimiento profesiográfico de la psicología, la convierte una
perfecta hija de la crisis…
Pero ¿cuáles son los rasgos de crisis tal? Es una pregunta que parece imprescindible de contestar así sea en gruesas líneas,
si de lo que se trata es de otear cuáles habrán de ser los caminos por los que transitará la ciencia/profesión psicológica.
México se desenvuelve, desde hace casi cuatro décadas bajo una crisis por triple partida: económica (con altibajos desde
inicios de los 70); política desde comienzos de los 80) y valoral (desde fines de los 80-inicios de los 90).
Pero ¿la crisis del país es de cuño patrimonialmente mexicano o resultado de la avalancha neoliberal globalizante?
Desde luego hay elementos de los dos órdenes; pero la dimensión económica de la crisis se inicia a principios de los 70
como fase posterior al fin del mencionado “desarrollo estabilizador” y cobró mayor aceleración y expansión cuando se
implantó, desde fines de los 80, el ritmo globalizante neoliberal con MMH al frente del gobierno
a) La dimensión económica.
Un signo doble muy elocuente del estallido económico de la crisis lo fueron los niveles de crecimiento del PIB muy por
debajo de cero, durante 1995 y 2009 (la otra única ocasión del México moderno, en que acaeció fue 1932, al fin de la
“revolución mexicana”. Si bien es cierto que la evolución del crecimiento del PIB no es el único indicador de la dimensión
económica, sí permite mostrar globalmente lo accidentado y contrastante de este prolongado periodo que ha recorrido la
segunda mitad de los años 70 hasta la fecha. Su crudeza queda más clara, cotejándolo por ejemplo con la deuda externa per
cápita, los índices de pobreza o los niveles salariales estancados, ello no obstante que en las décadas recientes se han
propalado versiones gubernamentales de “crisis superada”, debido a que las cifras “macroeconómicas” muestran una
bonanza de niveles festejados de superávit.
El antecedente con el que contrasta esta larga franja de tiempo crítico es aquel lejano periodo 1940-1970, el milagro
mexicano o desarrollo estabilizador, cuyo pivote fue el papel de soporte que el país cumplió durante la 2da Guerra y las
dos décadas posteriores, periodo durante el cual México vivió un alto crecimiento, lo que cobijó hechos notorios en ámbitos
variados, como el incremento del consumo interno, la producción de bienes intermedios y bienes de capital; pero también
prohijó fenómenos como el charrismo sindical, la universidad moderna, la consolidación del PRI, la inverecundia de
funcionarios gubernamentales enriquecidos, además de la expansión y consolidación de la TV como el vehículo
aculturizante de primer orden.
Abreviando, la marcha de esta dimensión económica de la crisis la expresan cifras como las siguientes:
-15
-10
-5
0
5
10 Producto Interno Bruto 1949-2009
1932 40/69 1970 1972 1973 1974 1975 1976 1980 1981 1989 19 90 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997
1998 2001 2002 2003 2009 2010
Al lado de lo cual son mencionables algunos otros rasgos:
1) existe alrededor de 40% de población extremadamente pobre
2) padecemos una deuda externa total no pagada desde hace más de tres décadas; aunque las reservas en dólares alcanzan
más de 65m); sólo a causa de la deuda interna, ensanchada por el FOBAPROA, cada mexicano adeuda a los bancos casi
600 dls.
3) una aguda constricción del llamado gasto social, lo que se traduce en estancamiento de apoyos a la educación pública, a
los servicios de salud y el consecuente ensanchamiento de los perfiles de morbimortalidad tradicionales (p.e. el
resurgimiento de epidemias de sarampión, de cólera y hasta lepra, desde la década de los 90), pero además las recientes de
obesidad y diabetes
4) una agresiva, férrea y prolongada contracción salarial (la capacidad adquisitiva real promedio hoy, a fines de siglo, es
casi igual que la de los años 40)
5) una extrema polarización de la riqueza, lo que se expresa en un enorme porcentaje de la riqueza concentrada en
pequeños núcleos poblacionales (durante las dos décadas recientes, 24 personas acumularon más de 1 millón de dólares
cada uno y entre todos poseen el equivalente a 1/3 de la deuda externa total del país; dos de ellos, propietarios de Telmex y
Televisa, figuran entre las 10 personas más acaudaladas del mundo
6) desde mediados de los años 80 se desplegó la idea de que “modernización” es sinónimo de implantación de los esquemas
económicos y políticos neoliberales
7) el ritmo de la economía, desde entonces ha sido catalizada por la especulación bursátil, al grado de que los indicadores
de la Bolsa se han convertido en el signo más significativo del ritmo económico
8) existe, desde mediados de los 90 e intensificada desde inicios del milenio, una mezcla de desconfianza entre empresarios
nacionales y extranjeros, y de ilegitimidad interna sobre la capacidad político/económica del gobierno mexicano
(“dictadura perfecta” la llamó un premio Nobel de literatura y “gobierno fallido” han señalado entidades gubernamentales
yanquis)
9) la paridad del peso frente al dólar ha visto un despeñadero espectacular: en agosto de 1976 se inició devaluando a $22.7
por dólar (tras décadas en que la paridad se mantuvo a $12.50 x d). En 1985 llegó a $520 x d. Desde 1989 se devaluó un
peso diario llegando a 1000 x d en 1994, hasta para alcanzar en la actualidad, y sin contemplar la sustracción de 3 dígitos
desde 1992, a poco más de 13mil pesos (sin los tres ceros).
10) México es uno de los países de mayor polarización de la riqueza en el mundo; el ingreso del decil poblacional
más rico, a mediados del siglo actual era ya del 46% del total de la riqueza, mientras que los cuatro deciles más
pobres, tenían acceso sólo al 9% (PNUD, 2006).
b) La dimensión política.
Por cuanto toca a esta dimensión, sus ángulos más visibles han sido:
1) Durante 1976, entre los grupos dominantes se libró una confrontación entre dos estrategias para sacar al país de la crisis:
las llamadas “populista” y la “monetarista”. Con el triunfo de la segunda, se beneficiaron los grandes grupos financieros e
industriales ligados a grandes corporaciones internacionales, los mismos más favorecidos por el auge petrolero. Cambió así
el eje del dominio político en México en favor de los sectores financieros, iniciando con ello la implantación del modelo
neoliberal como vía de incorporación a la globalización mundial.
2) Tuvo lugar con ello un relevo forzado en los grupos políticos dirigentes del país, que engendró desgajamientos
significativos en el PRI, partido de hegemonía durante 7 décadas; caso estridente fue la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas
S. y P. Muñoz-Ledo de sus filas en 1987, constituyendo el FDN junto a un enorme conjunto de organismos de izquierda y
poco después constituyeron el actual PRD.
3) Casi inmediatamente tuvieron lugar destituciones de un abultado número de gobernadores priístas, bajo cargos de
ineficiencia o ineptitud para ejercer el control sobre los gobernados.
4) Otro de los signos políticos de este prolongado periodo de crisis, es el acentuado descenso de la legitimidad del
presidencialismo (proceso iniciado en 1968) y que alcanzó un punto climático con la derrota priísta durante julio del 2000.
5) Ocurrieron también durante los años 90 la creciente divergencia entre las representaciones del charrismo y el aparato de
gobierno, así como el desvanecimiento del apoyo de las organizaciones campesinas y urbanas al aparato priísta mismo,
junto a movilizaciones políticas de los sectores medios inconformes con la caída de sus niveles de vida (universitarios,
bancarios, técnicos y profesionales petroleros, electricistas, controladores aéreos y personal de vuelo recientemente, entre
otros).
6) Los sectores medios, muy golpeados por la dimensión económica de la crisis durante los 70 y ante el estrechamiento de
la estructura meritocrática, escenificaron una novedosa inconformidad política, robusteciendo la acción de agrupamientos
políticos conservadores. El principal efecto de ello fue el inusitado crecimiento electoral del PAN desde fines de los 90.
7) Desde inicios de los 80 se escenificó una ampliación y especialización de organismos dedicados a la "seguridad", al
grado que, en 1992, el presupuesto para este rubro ($1.3 billones), comparativamente alcanzó poco más de la mitad de la
financiamiento asignado por aquellas fechas a la UNAM ($2 billones).
8) Un hecho de acentuada importancia es el protagonismo creciente de la alta jerarquía católica. A la fecha ha crecido el
número de escuelas confesionales, de modo que la feligresía católica de un ciudadano ya no es obstáculo para el ejercicio
de actividades políticas públicas (a expensas de la modificación del artículo 130 constitucional a inicios de los 90) por ello
hay, en los círculos del poder, una relevante incorporación del punto de vista eclesial en las decisiones políticas, además de
una mayor propagación político/ideológica del clero en la vida pública y desde luego una actuación cada vez más abierta de
agrupamientos políticos religiosos asociados como Legionarios de Cristo, Pro-Vida y sectas evangelistas, hasta el punto de
que en actos públicos, infinidad de gobernantes exhiben su filiación confesional como elemento de definición política.
9) Otro elemento es la presencia de la izquierda en la vida parlamentaria (hecho auspiciado por la LFOPPE, puesta en
acción en 1977) al grado de haber logrado diputaciones, senadurías y algunas gubernaturas estatales. Eso ha hecho crecer el
rango de opiniones políticas, pero también ha incrementado las campañas televisivas contra la oposición de izquierda y lo
más inquietante: la ha concentrado más en disputas camarales que en consolidar/fortalecer movimientos y movilizaciones
ciudadanas, obreras, campesinas y de población urbana.
10) Cuando JLP "estatizó" a fines de 1982 al sistema bancario, desató con ello una incisiva confrontación entre el gobierno
priísta y algunos sectores industrial/bancarios hegemónicos; y no obstante fueron más ideológico/verbales que reales
confrontaciones financieras o políticas, uno de sus desembocaduras fue el avance del panismo como fuerza política
organizada a nivel nacional. Las secuelas de ese resultado fueron nítidas desde el año 2000.
11) Adyacentemente el narcotráfico ha ganado importantes espacios de la vida poblacional, semejante a lo que sucede en
algunos países sudamericanos y que, en algunas regiones y algunos sectores gubernamentales, ha mostrado una fuerza de
aclimatación tal, que hace pensar como algo imposible su erradicación en décadas. Un hecho asociado a ello es la
preocupante aceptación y hasta legitimidad entre habitantes de variadas poblaciones en las que el narcopoder opera, además
de un uso creciente de terrorismo y un tráfico asociado de armamento de alto poder. Hay indicios de que el poder narco ha
llegado a los niveles de mando superior gubernamental.
12) Por otro lado, desde mediados de los años 90 se inició un marginamiento y abandono gradual de la llamada “ideología
de la Revolución Mexicana” que fue, durante 70 años, justificación tradicional de la atmósfera gubernamental. Su
desvanecimiento va de la mano de pérdida de nacionalismo y soberanía.
13) Un hecho de profunda importancia, fue el levantamiento armado indígena en Chiapas en enero de 1994 con el EZLN,
sobre todo porque su carácter democratista extremista ha puesto en jaque casi todas las argucias del dominio y
sojuzgamiento gubernamental, además de haber ensanchado las fisuras entre grupos del priísmo, el tradicional y el
modernista, y además entre la prensa oficialista y la crítica, así como entre los partidos y personajes clave de la política.
Trastocó también a los agrupamientos de izquierda y originó una reacción desordenada del ejército mismo. La figura de su
dirigente, el llamado “subcomandante Marcos” es ya, a niveles ampliados, una figura de expansiva significación nacional.
14) La prensa comercial crítica ganó en extensión desde inicios de los 90. Algunos de los casos más conocidos, fueron
UnoMásUno de principios de los 80 (finalmente gobiernista desde 91), La Jornada (desde mediados de los 80), El
Financiero (desde fines de 1992), Reforma (desde inicios de 1994), el Semanario Punto (desde mediados de los 80 y ya
desaparecido) y las revistas Proceso (desde mediados de los 70), Nexos, Mira (desaparecida ya) y Este País (desde inicios
de los 90). Complementariamente, la prensa de los partidos y organismos políticos decreció, especialmente de izquierda.
15) Un elemento subrayable es el crecimiento de la inseguridad, tanto ciudadana en general, como de la "industria del
secuestro" generalizado aunque acentuado contra acaudalados, así como el tráfico extrafronteras de autos y personas
menores en particular.
16) La TV, quizá el agente culturizante de mayor influencia en los hábitos psíquicos y comportamentales, pasó de ser
medianamente competitiva a principios de los 70 (por un lado el 13, el 7 y el 22 gubernamentales; y por el otro el 2, 4, 5 y
8/9 privados), a ser altamente monopolizada desde fines de los 80. Los canales 13 y 7 fueron privatizados durante los 90
originando TVAzteca, y Televisa ocupando un papel líder en todo el continente. Actualmente el duopolio constituye la
llamada TVCracia.
17) Cabe agregar que en los últimos 15 años han emergido movimientos políticos civiles sin adscripción a partidos u
organizaciones políticas existentes; ello ha sido perfectamente notorio en las protestas posteriores al terremoto de 85, así
como en el estallido del movimiento estudiantil universitario de 86-87; en parte también en el repunte del movimiento
magisterial de 87-89, y desde luego con las guerrillas de los 90 y, más recientemente aún, el movimiento estudiantil de
1999/2000, los electricistas del SME y los trabajadores despedidos de Mexicana de Aviación.
18) la infinidad de pequeños agrupamientos llamados ONG´s “organizaciones no gubernamentales”, así como el papel
protagónico de comisiones de derechos humanos, hablan elocuentemente del incremento de la inconformidad ciudadana.
De manera sinóptica pueden verse algunos rasgos de las dimensiones económica y política de la crisis:
Criterios en los 70 Criterios desde los 80
Crítica a la explotación Realismo inequitativo complaciente
Activismo político Mercantilización de lo político
Proclamas ideológicas Imparcialismo ideológico
Actitudes colectivistas Actitudes individualistas
Antimperialismo generalizado Antisocialismo condenatorio
Izquierdismo expansivo Predominio conservadurista
Paternalismo obrerista Marginalismo obrero
Populismo estatista Productivismo liberalista
Esperanza en socialismo Culto al democratismo
Consumo restringido Consumismo creciente
Limitado acceso a la información Accesos expandidos a la información.
c) La dimensión valoral.
En términos genéricos se acepta crecientemente que hoy vivimos una suerte de reemplazo de los valores que nos
caracterizaron como mexicanos desde inicios del siglo XX e incluso, en el plano de la catolicidad, hace poco más de 4 siglos.
Es decir, atravesamos por algo así como un agotamiento o desvanecimiento de los valores que caracterizaron
promedialmente a la población durante por lo menos el siglo recién terminado. No es sencillo decir que tal
agotamiento/desvanecimiento signifique indicios de debacle; sin duda en algunos rubros pudiera serlo, pero hay otros a los
que muy difícilmente les es atribuible una interpretación peyorativa o criticable; por ejemplo el uso extensivo del condón
entre jóvenes, o hechos asociados a ello, como la posposición de la edad de procreación, la reducción de la edad de
iniciación sexual y extinción del culto a la virginidad, entre otras.
En un sentido, tal agotamiento/desvanecimiento valórico apunta a ser una crisis de la llamada “identidad nacional”. Otra
manera de decirlo es que atravesamos una crisis poblacional "moral".
Pueden mencionarse decenas de aspectos que así lo muestran: por mencionar sólo un caso, vivimos un proceso de
desvanecimiento de credibilidad en personajes representativos; ello incluye a la figura presidencial, dirigentes políticos y hasta
representantes religiosos e ídolos deportivos;
De acuerdo a un amplio y escrupuloso estudio internacional reciente, el rubro confiar en el gobierno, puntuamos con el
72.4, de un rango entre 0 y 150 (Díaz, 2010).
En un par de estudios recientes y propios sobre valores en adolescentes de Secundaria del oriente de la ciudad, encontramos
que su percepción positiva sobre la policía, casi exclusivamente mostró la categoría Asistencia; resultado muy contrastante
respecto a la percepción negativa ya que aparecieron cinco categorías con puntajes de alta intensidad: Soborno, seguido por
Bandidos y moderadamente seguidas por Violencia, Imperfecta y Mentiroso (Gómez, 2010b).
Desde una óptica investigativa psicosocial Díaz-Guerrero decía desde inicios de este siglo:
…entre los jóvenes mexicanos existe confusión entre "el poder" y "el amor", como característica psicológica, que debiera ser
motivo de gran preocupación. En la cultura mexicana se plantean claramente muchas creencias y premisas que determinan el
comportamiento del individuo. En general prevalecen en distintas sociedades, por ejemplo, entre Estados Unidos y México,
dos actitudes para enfrentar a los problemas: una, hacerlo activamente, modificando la realidad o la perspectiva; otra, la de
adaptarse a las situaciones, modificarse a sí mismo, que es la que prevalece en México. De ahí la posibilidad, la aceptación
de la corrupción (Centro Tepoztlán, 2002).
En el mismo sentido, en su último texto en vida aportó certeras consideraciones sobre el precepto de virginidad, la obediencia
afiliativa y la declinación del machismo, entre otras; pero además sus consideraciones contaban con el sólido respaldo de
estudios de seguimiento a lo largo de 40 años (Díaz-Guerrero, 2003).
Por otro lado, en la versión reciente de la encuesta nacional que sobre valores viene realizando Alduncin desde hace 30 años y
que, no obstante su perspectiva acrítica, arrojó hallazgos ilustrativos:
En 1981, a la pregunta “¿A qué país le gustaría que se pareciera México?" La respuesta espontánea de la mayoría (51%) fue
que a ninguno. En 2011, sólo un tercio (35%) respondió de esa manera. Hoy en día la mayoría de los mexicanos tiene
modelos extranjeros. Una tercera parte (34%) desea que en México se parezca a nuestros socios en el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, cuando hace tres décadas este porcentaje equivalía a uno de cada cuatro (24%). 19% desea
emular a Europa, contra 15% en 1981(…) La premisa más radical "Deberíamos garantizar el desarrollo económico aún a
costa de perder identidad y soberanía" es aceptada por 39%, contra el 26% de 1987; el desacuerdo, que contaba con una
mayoría de 74%, baja a 61%, un cambio neto de 25 puntos. Domina aún el deseo de mantener identidad y soberanía, pero
avanza la visión de que vale la pena el cambio aún con altos costos (Alduncin, 2011 pp 29 y 29).
En sentido convergente apuntan estos otros de un estudio reciente:
(Escalante, 2011).
Pero entre los indicios más elocuentes de la dimensión valoral de esta crisis de 40 años, cabe subrayar cuatro rasgos: a)
corruptofilia, b) menoscabo de la catolicidad, c) incremento de la credulidad televisiva y d) desestructuración de la familia
nuclear tradicional.
i) Corruptofilia y delincuencialidad.
La Encuesta Mundial de Valores de hace 32 años y replicada una década después, indicaban que disminuimos en 2% la
confianza en las instituciones gubernamentales; éramos un 7% menos religiosos; 26% menos rechazantes a la
homosexualidad, la prostitución, el divorcio y el aborto, y un 23% más permisivos ante actos de relajamiento de la "civilidad"
y que, en específico, estábamos 17% más dispuestos a aceptar un soborno (Este País, 1991 pp 3-6).
Pero indicadores más recientes despiertan mayor interés e inquietud:
Se admite hoy que la corrupción y su longevo ariete inspirador: la cleptocracia, de ancestral cuño priísta, está aunada a
considerable proporción tanto de impunidad como incapacidad gubernamentales, que son reconocidos recientemente en el
mundo como rasgos del modo mexicano contemporáneo de vivir.
Ya a mediados de los 90 México era considerado, según cuatro encuestas internacionales sobre percepción de la corrupción
en los servicios públicos realizadas con varios miles de directivos de empresa, uno de los países en que los servicios
públicos eran de lo más desconfiable, con puntaje de 3.18; los rangos fueron menos, algo y muy (Graf Lambsdorff, J. y
Transparency International, 1995).
Para inicios del milenio el informe Índice de Percepción de Corrupción, estudio realizado mundialmente y basado también en
apreciaciones de empresarios y analistas de un vasto número de países, México ocupaba el lugar 58 (de un total de 99 países)
con puntaje de 3.4 --equivaliendo el 10 a muy alta corrupción-- (Este País, 2000, abril). El lugar que ocupábamos en 1997,
de un total de 50 países, fue el 45, con puntaje de 2.66 (Whitehead, L., 1999 Para Combatir la Corrupción, Este País).
Convergentemente se observaban resultados de otro enfoque sobre países latinoamericanos:
Estadísticas comparativas
Indice
Crrupcn:
T.I.
Indice
Demcrcia:
LatinoBa
IndiceDesa
rrlloHmano:
ONUranking
Indice
GINI
ONU
Indice Pobreza
ONU
Ranking
Aplica
ciónNor
masDl
ControlD
Crrupción
BM
rómtro
%Stsfcho
CDemcracia
162 países 0=Igual
dad
90 países Drecho
BM
% países peores
% países
peores
Guatemala 2.9 25 108 55.8 41 13.5 28.6
Honduras 2.7 46 107 59.0 35 10.0 31.7
Nicaragua 2.4 34 106 60.3 39 21.2 24.2
Bolivia 2.0 35 104 58.9 26 41.2 26.1
El Salvador 3.6 23 95 50.8 32 30.6 46.6
RpDomncna 3.1 *** 86 47.4 22 56.5 50.3
Ecuador 2.3 28 84 43.7 28 23.5 13.0
Paraguay ** 23 80 57.5 12 18.2 14.9
Perú 4.1 39 73 46.2 17 35.9 55.3
Colombia 3.8 22 62 57.1 9 71.2 80.7
Venezuela 2.8 49 61 48.8 8 20.0 34.2
Panamá 3.7 28 52 48.5 6 52.9 41.6
México 3.7 36 51 51.9 10 41.2 49.7
Costa Rica 4.5 61 41 45.9 2 71.2 80.7
Chile 7.5 34 39 57.5 3 86.5 90.1
Uruguay 5.1 67 37 42.3 1 72.4 77.6
Argentina 3.5 39 34 ** ** 61.2 45.3
** Paraguay no fue incluido en el Indice para 2001 y 2000; en 1999 su ranking fue 2.0.
*** La República Dominicana no estuvo incluida en el Indice.
Fuente: "Governance Matters II: Updated Indicators for 2000/01" (enero 2002), documento del Banco Mundial: http://www.worldbank.org/wbi/governance/govdata2001.htm
http://info.worldbank.org/beeps/kkz/sc_country.asp
http://www.worldbank.org/wbi/governance/datasets.htm Pero en 2007 México ocupaba ya el más lejano lugar 72 (de 180) con un puntaje de 3.5 (el máximo considerado era 10), detrás
de Colombia y apenas un lugar antes que Perú y Brasil.
Un año antes, según la percepción de empresarios y especialistas internacionales en análisis de desarrollo e industria, el control
de la corrupción en el país (en tanto un indicador del grado de gobernabilidad) era considerado por debajo del 50%
(Zukerman, L., 2008 Transparencia y Corrupción).
Información más reciente indica que el 33% del ingreso de personas con salario mínimo se destina a “pagos” de corrupción,
y que, en promedio, los mexicanos destinamos 14% del ingreso anual (Transparencia Mexicana, 2011 febrero).
Un preocupante elemento conexo, por cuanto equivale a un alejamiento ante el respeto a la integridad de los demás, es la
avalancha homicida asociada al narcotráfico y su correspondiente subcultura. El nuestro es un país que ha visto incrementar
la delincuencialidad desde mediados de los 90 (Ruiz H., 1996); pero desde el reciente lustro el incremento nos ha situado
entre los países con mayor tasa anual de homicidios. Tasas de Homicidios en América Latina y el Caribe (por cada 100.000 personas)
Fines 70s/
prncpios80s Fines 80s/
prncpios90s
Guatemala 150
El Salvador 150
Colombia 20,5 89,5
Brasil 11,5 19,7
Nicaragua 18,3
México 18,2 17,8
Venezuela 11,7 15,2
Rep. Dominicana 11,9
Perú 2,4 11,5
Panamá 2,1 10,9
Ecuador 6,4 10,3
Honduras 9,4
Argentina 3,9 4,8
Costa Rica 5,7 5,6
Uruguay 2,6 4,4
Paraguay 5,1 4
Chile 2,6 3,0
Estados Unidos 10,7 10,1
(OPS, 1997).
La tasa de mortalidad por homicidio en México es superior a la media mundial (6.5/100,000 habitantes) y similar a
la de Latinoamérica (10/100,000) (CIDAC, 2009), muy inferior a la que se reporta en Sudáfrica (de 68.0) o en El
Salvador (63.8), inferior a la reportada en Brasil (29.2), superior a la observada en Estados Unidos (6); Chile (5.8)
o España (0.9) (UNODC, 2011). Sin embargo, al interior del país, las cifras varían en forma considerable,
Chihuahua por ejemplo, presenta una tasa de muertes por esta causa por encima de las reportadas para Sudáfrica
o El Salvador (SS, 2010). La muerte por homicidio en México disminuyó entre 1990 y 2007 cuando la proporción de
homicidios de todas las muertes violentas pasó de 24.7% en 1990 a 16.1 % en 2007 (INEGI, 2010); sin embargo,
en 2008 vuelve a subir para alcanzar un 23.3% y en 2009 se sitúa en 29.4% (INEGI, 2010) (Medina Mora, 2011,
pp8-9).
Estimaciones recientes indican:
…en los recientes 4 años, se contabiliza un asesinato cada hora (Proceso, 2011, feb.20 p20).
…siete de cada 10 homicidios se han cometido, en promedio, en 68 municipios, según las estadísticas de la base de datos de
ese tipo de delitos presuntamente relacionados con la delincuencia organizada, elaborada por la Presidencia de la República
(La Jornada, 2011, enero 13, p5).
Por añadidura desde 2010 las oficiales no parecen suficientemente verídicas, descuidando ángulos como estos:
Los 15 mil 273 muertos en 2010, con los que se obtiene un total de 34 mil 612 en el sexenio, no coinciden con los datos
reales, al menos no con los que presentó y defiende el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública que dice que, en
realidad, son casi 25 mil las muertes de este tipo ocurridas el año que acabó hace un par de semanas (Excélsior, 2011,
enero14).
Para fines del año recién terminado, el semanario Zeta elaboró cuentas pormenorizadas del fenómeno y contabilizó, para
los cinco años de este gobierno, 60 mil 420 muertos, y sólo para 2011, 12,903 fallecidos asociados a la “guerra”
contra las narcoestructuras.
Por entidades, los homicidios relacionados con esta delincuencia, entre diciembre 1 de 2006 y octubre 31 de 2011
mostraron estas escalofriantes cifras:
Chihuahua: 12mil712
Sinaloa: 7mil003 Guerrero: 5mil175 BajaCalifornia: 4mil14 Edo de México: 3mil215 Nuevo León: 3mil35 Durango: 2mil880 Jalisco: 2mil535 Michoacán: 2mil408 Tamaulipas: 2mil291 Sonora: 2mil66 Coahuila: 1mil358 (Proceso, 2011, dic11).
Así, especialistas en tanatología mencionaban a fines de 2010 y para el caso de Ciudad Juárez una de las más conflictivas y
riesgosas del mundo, que hay dimensiones de la mentalidad extraordinariamente preocupantes e indicativas del nivel de la
crisis valoral:
A todos los niños que tienen capacidad de escuchar noticias en televisión les preguntamos qué querían ser de grandes y dicen
que sicarios (…) camionetas, joyas y las mujeres más guapas.
Hemos perdido la sensibilidad a la vida. Creo que la biofilia normal del ser humano, el amor a la vida, se ha transformado
en necrofilia. Incluso vemos ahora decapitados en los periódicos sin mayor restricción, los niños tienen acceso a esta
violencia, en los videos, en los juegos donde se destrozan los cuerpos. Hemos ido construyendo una cultura de la muerte y
por eso tenemos ese culto a la Santa Muerte (...) un enorme vacío de valores, un enorme descuido al ser humano. Hemos
descuidado a nuestros hijos, la educación, la espiritualidad y nos hemos abandonado como sociedad. No nos importa ser
humanos, sino un antivalor que se llama egoísmo, riqueza. Sobre todo el escepticismo, ya no creemos en nada, en ningún
partido político, ni en el gobierno, tampoco en las iglesias pues nos han defraudado como instituciones. Al no creer en
nada no deposito mi fe y la voy perdiendo (...) lo anterior da origen a un duelo crónico y patológico lo que a escala social
se refleja en incertidumbre y miedo (...) miedo por ver que mucha gente está muriendo en un tiempo muy corto y eso es
parte de una guerra. Hay más dificultad para manejar el miedo y la incertidumbre. El duelo por este problema es muy
complicado porque no hay paz ni estabilidad (Proceso, 2011, feb.20 pp20 pp 22-23).
Que ello constituye un extensivo alertamiento ideacional-emocional es la base para encontrar en el futuro cercano
alteraciones del equilibrio cognitivo/emocional en cientos de miles de personas y que en el lenguaje ordinario se expresa
como un estado poblacional de incertidumbre, miedo y dolor.
Indicios (sólo indicios, pues no parece ser aún algo enfocable por estudios psicosociales rigurosos) de ello son
recientemente mencionados para la pequeña y otrora pacífica ciudad de Tepic:
En la última década se habían contabilizado anualmente menos de 10 muertes derivadas de la violencia del narcotráfico.
En 2009 el número rebasó la veintena. Pero en lo que va de este año, según el ejecutómetro del portal de noticias “Nayarit
en Línea”, ya se registraron 133 asesinatos, de los que 56 ocurrieron sólo el mes pasado (…) Rocío Figueroa, catedrática
de la escuela de Psicología de la Universidad autónoma de Nayarit, comenta que debido al trastocamiento de la
seguridad, en estos momentos existe una sensación de impotencia y miedo entre la población.
Esa incertidumbre es la que provoca los rumores, que impactan mucho porque crean una psicosis colectiva. En una
situación de estrés todos los elementos se magnifican y las reacciones constantes de alarma nos ocasionan desgaste, y ya
estamos empezando a ver trastornos de ansiedad generalizada en la gente. Esta situación, puntualiza, se manifiesta
mediante un nerviosismo constante, la necesidad de recluirse y no realizar las actividades cotidianas, así como de cambiar
los estilos de vida. Además, la especialista considera probable que la mayoría de la población tenga trastornos de sueño
(Proceso, julio 25, 2010, pp 32 y 34.
Es decir, una de las consecuencias de la avalancha delictiva es que franjas poblacionales crecientemente mayores vive con
temor y sin seguridad de protección gubernamental. Eso, en términos psiquiatristas y clínico-psicologistas suele
denominarse “psicosis colectiva” y que aquí es preferible aludir como estados de incertidumbre e indefensión.
Planteaba Ruiz Harrel pocos años antes de fallecer que cuando una sociedad veía aumentar más la incidencia de asesinatos
que el de suicidios, ello indicaba altos niveles de inestabilidad, de crisis societal; y advertía que en 2003 ello ya sucedía en
México junto a Uruguay Chile y Argentina (Metro, diciembre 12, 2003).
Puede decirse, en términos sinópticos, que la combinación: incremento corruptofílico/menosprecio creciente por la vida de los
otros (una especie de “naturalización” de la violencia) son un doble y preocupante ingrediente del resquebrajamiento valoral
de los mexicanos de este milenio.
ii) Catolicidad.
Por su parte éste, un rasgo tradicional del ser mexicano vigente al menos durante los últimos 3 siglos, ha descendido en las
décadas recientes mostrando estas cifras:
(Aguayo, 2008)
De acuerdo a datos del censo de 2010, el porcentaje de mexicanos que se declararon católicos fue de 83.9 %; es decir, un
declive sostenido, mientras que el porcentaje de sin religión avanzó ligeramente de 3.4% a 4.6%.
La elocuencia de estas cifras deja muy escaso margen para agregar reflexiones; sin embargo parece prudente mencionar que
desde los centros decisorios católicos se han desplegado estrategias de crecimiento afincadas en la exaltación de la
credulidad: intensificación de la actuación clerical en política, aparición de sacerdotes en programación de entretenimiento
televisivo, incremento de la comercialización de motivos guadalupanos y papales en infomerciales, fortalecimiento de
campañas como las congregaciones juveniles anuales en el cerro del Cubilete, exhibición pública de la feligresía católica de
funcionarios gubernamentales, fastuosas coberturas televisivas de las peregrinaciones guadalupanas a la Basílica del DF los
12 de diciembre y, muy recientemente, promoción de caravanas nacionales con objetos de uso del fallecido papa Juan
Pablo II. Sin embargo todo eso no parece revertir el impacto negativo que en la percepción poblacional han causado hechos
de alto impacto como…
1) la absolución vaticana al expresidente V. Fox para matrimoniarse por segunda ocasión,
2) la extendida práctica sacerdotal de la pederastía y que, para el caso emblemático del extinto Marcial Masiel quien
además de pederastía incurrió en ruptura del celibato procreando hijos con varias parejas; pero tan grave como la pederastía
misma es el manto de encubrimiento desplegado por casi toda la curia católica sobre su comportamiento,
4) lo grandilocuente de la opulencia que circunda a los personajes encumbrados de la jerarquía católica,
5) los excesos declaratorios y participativos en escándalos de prelados como los obispos de Guadalajara y Ecatepec (Juan
Sandoval Iñiguez y Onésimo Cepeda),
6) una amalgama de claroscuros con personajes del narcotráfico, al grado de haber escenificado el drástico episodio de las
llamadas “narcolimosnas” hace unos años, o la bendición de armamento suntuoso,
7) su férrea oposición a los procedimientos anticonceptivos (píldora, diu´s, interrupción de embarazo o uso del
preservativo) la colocan especialmente contra los valores de población joven.
Ahora bien, claro que sería ingenuo decir que la desestructuración valoral del México actual se debe al descenso gradual y
sostenido de la catolicidad; lo que sí puede afirmarse es que tal disminución es un fenómeno más de la crisis valoral, y
también que la catolicidad sigue siendo poderosamente atractiva entre los sectores poblacionales de mayor fragilidad
económica y cultural.
Si bien el Censo de Población y Vivienda 2010 indica que el número de católicos pasó de 89,7% en 1990 a 88% en 2000 y
a 83,9% en 2010, sin embargo, bajo mediciones más escrupulosas que las del censo, pudiera ser que el porcentaje fuese de
sólo 73% (Masferrer, 2011). Según dicho censo, además la cantidad de evangélicos o protestantes pasó de 4,9% en 1990 a
5,2% en el 2000, para llegar a 7,6% el año pasado. Hecho significativo es que la mayoría del reemplazo de catolicidad por
otra religión fue entre población joven. Pero también disminuyó la cantidad de sacerdotes, mientras aumentó la de
ministros de otros cultos; hay 21mil sacerdotes católicos y 40mil pastores evangélicos (DGAR, 2011).
Más aún:
También el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica, editado en el Vaticano, señala que en 1980 se realizaron 378 mil
matrimonios en México. En el 2008 sólo se casaron por esta religión 310 mil parejas. Además, en 1980 se bautizaron 2.2
millones de mexicanos; 26 mil lo hicieron luego de cumplir cinco años.(Proceso, 2011 julio)
Ello parece evidenciar que se está cristalizando el cálculo planteado por especialistas hace dos décadas: México: Distribución de la población según su religión
Escenario: Hacia un México más ateo
Católica% Protestante% Otra% Ninguna % 1950 98.21 1.28 0.51 -----
1970 96.18 1.82 0.41 1.59 1990 89.69 4.89 2.18 3.24
2000 84.00 6.00 2.40 7.60
2015 72.75 6.90 3.55 16.8
2030 56.85 4.75 5.20 33.2 (Alonso y García, 1999; Aguayo, 2000 p 78).
iii) Credulidad ante la TVpantalla.
Ahora bien, respecto a la propagación televisiva, sus rasgos más típicos han sido su acriticidad, conservadurismo y
progubernamentalismo subrayado.
México, especialmente debido a que ha visto el nacimiento y expansión de Televisa, uno de los monopolios televisivos más
dinámicos del mundo, es un escenario prolijo en episodios de la eficacia propagandística y empresarial televisivas.
La TV es ciertamente el medio más poderoso y en tal medida vehículo de eficaz inculcación valoral, lo que ha
desembocado en la actualidad en una impetuosa inducción de actitudes, prescripciones y creencias poblacionales, inducción
por encima de la educación formal y la tradicional socialización familiar.
Y poco importa si tal papel inculcativo no fue planeado en algún momento por alguna mente avezada de entre el staff; lo
relevante es que tal papel es actualmente tan real como eficaz. En contraste, lo que sí importa es que los actuales dueños del
duopolio hacen uso de ese influjo inculcativo para ejercer creciente presión no sólo en terrenos de la mercantilización, sino
además en la estructura política; precisamente a ello se debe la denominación TeveCracia, que ha conducido a que la
propaganda partidista se haya publicizado y la política se haya pantallizado, teniendo al telespectador como rehén.
Un ángulo de análisis que nunca sobrará insistir en él es el contrabando terminológico de llamar a la TV medio “de
comunicación” ya que, como desde los años 60 asentaran los Mattelart (1976, 1978 y 1989) y un clásico del tema
(Schramm, 1975) es sólo un medio de información pues su funcionamiento no permite retroalimentación de los receptores
hacia los emisores. Y puesto que un episodio de comunicación genuina exige la interacción o retroalimentación entre
emisor y receptor de mensajes: el vínculo televisoras-telespectadores sólo excepcionalmente lo permite. Por ello es
perfectamente obligado denominarles sólo: medios de información masiva (MIM).
Es decir, la comunicación no se ejerce sobre la base de un emisor activo por sobre un receptor pasivo; eso es sólo
información. Pero de ese contrabando conceptual se desprende otro no menos obtuso: denominar “comunicadores” a
locutores y lectores de noticias.
Aún cuando esto parece una simple charada semántica o “arreglo de palabritas", es en realidad un ingrediente de validación
hacia los medios (recordemos que el uso de las palabras "enciende" nuestras creencias y actitudes sobre lo que las palabras
designan). Así, puede afirmarse que esa fatídica validación palabral es un ingrediente poderoso de la credulidad alienante
que padecemos crecientemente la mayoría de TVespectadores.
Por otro lado, tampoco es descuidable el hecho de que la mayoría de quienes reprobamos el influjo disuasivo y alienante de
la TV, ignoramos de qué calibre es la credulidad de los televidentes hacia imagen/palabra de la pantalla y sus siniestros
personajes.
Y es que no cabe confundir credulidad con “credibilidad”:
Credulidad: Calidad de crédulo; que cree fácilmente (Pequeño Larousse, 1994, p284 y Diccionario Enciclopédico, 1986
p518).
Puede agregarse que la credulidad consiste en asumir o aceptar las ideas como precepto o creencia incuestionados, algo
emparentado con la aceptación incuestionante de creencias, reglas y prescripciones, propia de la fe religiosa, en la que toda
duda o escepticismo quedan anulados por designio de orígenes supuestamente divinos.
En otro sentido, la credibilidad es más una opinión o aceptación de ideas expuestas a comparación o verificabilidad, y se
aceptan en función de qué tanto se confía o en la fuente, en la vía o el mensaje.
Así, cabe reconocer que la TV duopólica en México ejerce crecientemente un eficaz proceso de inculcaciones crédulas; un
filtraje y mediación de valores que nos hacen entendible, apetecible o tolerable tanto nuestro presente como el futuro. Una
encuesta de hace 32 años ya exponía:
En cuanto a tiempo libre y medios de comunicación, se observó que la presencia mayor correspondía al radio y sobre todo
a la televisión (principalmente Televisa). Quienes más la veían eran los de escuelas federales, los de tercero de
secundaria, las mujeres y los de nivel socioeconómico bajo. Los medios impresos representaban un lugar muy secundario
y ocasional para ellos, y se advirtió una fuerte inclinación por los mensajes de procedencia extranjera (...) (Maya, 1998
pp9 y 49).
Y es que uno de los señalamientos más insistidos desde los 70 ha sido la promoción de formas de aculturación
pronorteamericana y su insistencia en la promoción de valores asociados a los verticalismos políticos, morales y
económicos, lo que desde fines de los 80 se realiza desde las premisas valorales del neoliberalismo, y la estratagema de la
“globalización de la información” o “sociedad del conocimiento”. Planteaba hace pocos años Latapí:
Día a día la televisión indica en los niños y jóvenes una visión de la vida carente de sentido humano y de los ideales que
supuestamente deben guiar la educación, se les familiariza con funciones sociales normativas y estereotipos -de hombre y
mujer, de soltero, casado o divorciado, de ancianos o personas con discapacidad de héroes y malhechores- que obedecen
a criterios discutibles o patrones de conducta de otras culturas, se moldea el sentido de su sexualidad induciéndolos a
buscar la satisfacción sexual sin reflexionar en sus responsabilidades; se les inculca persistentemente el principio de que
el éxito depende del consumo, y de que es siempre el más fuerte el que triunfa; y se propone una idea de felicidad basada
en valores egoístas sin referencia a la solidaridad con los demás (...) La educación sentimental y de valores de varias
generaciones de mexicanos se abandonó por décadas a la televisión comercial (Latapí, 2003 p27).
Así, el avance de los MIM y su impacto cultural sobre la estructura valoral de los TVespectadores muestra una duplicación
sólo entre 1980 y 1987, pasando de 30 a 50 millones (Loaeza, 1992).
Ahora bien, opiniones hay que subrayan la programación violenta como que el ingrediente más perjudicial de la TV; pero
quizá, tanto o más nociva que la violencia mostrada en la programación (García y Ramos 2000) y especialmente infantil, es
la formación o el troquelamiento de modelos valorales justificatorios o "explicativos" acerca de hechos que, sin la
mediación de los MIM, serían difícilmente imaginables; por ejemplo la aceptación de personajes políticos siniestros como
opciones creíbles y electoralmente atractivas, o la promoción de lenguajes cotidianos generalizados; además pautas de
consumo tanto musical, como alimenticio, de bebidas alcohólicas y tabaco. Haciendo un simple cálculo aritmético, todo
niño de 10 años, mirando tres horas al día, ha observado doce mil hechos violentos en la pantalla.
Pero quizá, como se sabía a inicios de este siglo, de mayor violencia sea la profusión de imágenes en pantalla:
Hace 25 años, según Mander, la programación normal tenía diez eventos técnicos por minuto, uno cada seis segundos,
mientras que los comerciales aceleraban el ritmo a 29 eventos técnicos en el mismo plazo (...) Hoy en día, según Kalle
Lasn, la velocidad con la que aparecen los eventos técnicos se ha duplicado (Rojo, 2003 p 72).
Es difícil calibrar el influjo televisivo en la construcción de pautas perceptuales, vale decir: en la formación/adquisición de
preceptos culturales, pero es de tomarse en cuenta que:
…los mexicanos vemos, en promedio, cuatro horas y media de televisión por día. Si lo hacemos en la franja horaria de las
siete a las once de la noche, segmento con mayor número de anuncios por minuto, habremos absorbido alrededor de 90
minutos de comerciales en corte, más la suma de segundos dentro de programa. Monto difícil de cuantificar
conscientemente pero que el cerebro registra y memoriza (Toussaint, 2007 p82).
Por ello cabe afirmar sin equívocos que el TVduopolio es hoy el agente socializador de mayor influencia en hábitos
comportamentales y estructura psíquica del mexicano promedio.
La trayectoria que ha logrado tal eficacia inculcativa ha pasado por tres momentos:
a) el primero cuando desde los años 30 la radiodifusión jugó el papel principal (al grado de haber “construido” al
mariachi como uno de los mitos de la identidad nacional (Velasco, 2004 pp29-59),
b) un segundo con el advenimiento y secuela de la llamada “época de oro” del cine mexicano desde los años 50,
fenómeno asociado a la industrialización auspiciada por la 2da Guerra Mundial, y el arranque de la señal televisiva,
c) el tercero, desde los años 70, tiene a la TV como el arquetipo de expansión inculcativa mediante los noticieros, las
telenovelas, los deportes/espectáculo, los programas cómicos y los comerciales; un caso significativo es que la difusión del
cine mexicano mismo de los años 50 es realizada por la TV.
Pero la TV y en especial el emporio Televisa (inicialmente Telesistema Mexicano), ha pasado, desde su implantación a
inicios de los 50, por cuatro grandes lapsos ante el poder del estado:
1ro) 50´s-70´s TV dedicada casi en exclusiva al entretenimiento
2do) inicios de los 80, el poder expresado mediante la TV
3ro) mediados de los 90, el poder al lado de la TV
4to) primeros años de este siglo XXI, la TV coaccionando y subordinando al poder, hasta el grado de una campaña
promocional para un precandidato presidencial del priísmo (E. Peña Nieto) cuyo caso ilustra con nitidez la importancia de
aparecer insistente, repetitivamente en TVpantalla con la finalidad de obtener altos niveles de intención poblacional de
voto. Así, cada persona que en julio de 2012 tenga la boleta electoral en sus manos, habrá presenciado abrumadoramente la
imagen aprobatoria del priísta en TV durante los recientes 3 años, a diferencia de los demás candidatos. Un mecanismo
promocional semejante practica Coca-Cola para el momento en que las personas apetecen beber líquido (y de ese
mecanismo se nutrió la exitosa campaña presidencial de V. Fox, exfuncionario de Coca-Cola, años antes de julio de 2000).
Vale la pena mencionar algunos momentos cumbre en que la TV, desde los 90, ha sido una eficaz entidad convocante,
incitante y concitante:
a) la devoción popular a la selección de futbol cuando en 1993, tras su segundo lugar en la Copa América; un acto masivo
de patrioterismo inyectado ante los encuentros del fracasante seleccionado nacional de futbol,
b) las últimas recepciones al Papa Wojtyla,
c) la marcha de sectores pudientes en 2005 “contra la violencia” en la Ciudad de México,
d) la disminución del porcentaje de tiempo obligado y gratuito para información del Estado (el llamado “decretazo” que
abrió paso a las enormes derramas gubernamentales para pagar tiempo en pantalla),
e) la casi aprobada “Ley Televisa”, cuyo articulado acentúa la protección duopólica,
f) la llamada “spotización” comercial de la propaganda partidarista, absorbiendo con ello un alto porcentaje del suministro
estatal a los partidos,
g) haber sido vehículo y parte actuante en el ungimiento del gobierno actual, y del golpeteo contra el excandidato López
Obrador mediante la llamada “campaña de lodo” a inicios de 2006, año de la elección,
h) mención acentuable es el apuntalamiento del fervor guadalupano previo a cada 12 de diciembre.
i) así, la TV pasó de ser medianamente competitiva a principios de los 70 (por un lado los canales 13, 7 y 22
gubernamentales, y por otro el 2, 4, 5 y 8/9 privados), a ser altamente monopólica desde fines de los 80; la reciente
asociación enero de 2012, de las dos empresas en torno a la empresa Iusacell es un punto culminante,
j) la contribución de población en pobreza para el teletón de cada fin de año.
Además, durante los 90 fueron privatizados los canales 13 y 7, mientras que Televisa ocupaba ya un papel empresarial
protagónico en Latinoamérica (junto a TV-Globo de Brasil) expandiéndose entre los avances tecnológicos de punta (Mier y
Piccini, 1987).
Cabe insistir que precisamente desde inicios de los 90 hay una teleaudiencia más numerosa y de edades más tempranas, al
punto de poder decir que cumple eficaz y crecientemente funciones de “TVniñera”. Difícil de creerlo ahora pero, durante
los 70 la programación “infantil” se limitaba 4 horas vespertinas entre semana, y aún durante principios de los 80, la
programación nocturna era limitada apenas a unas cuantas horas de medianoche los fines de semana.
Desde luego con la propulsión de la señal por cable y poco más tarde con la digitalización, las horas de programación,
canales y temáticas se han multiplicado a niveles inconmensurables y cuya desembocadura es una expansión invasivamente
creciente del rango inculcativo desde los centros de concentración de emisoras.
Un eufemismo justificatorio desde las esferas monopólicas es que ello constituye uno de los rasgos más elocuentes de la
globalización, con la “apertura de fronteras” al flujo informacional; es decir, de nuevo “la sociedad del conocimiento”,
atmósfera en que las compañías informáticas con mayor experiencia acumulada desde la Guerra Fría dictan con vigor y
generalidad los mensajes que harán homogéneo el pensar y el sentir del hombre común en amplias regiones del mundo.
Al respecto cabe evocar el elocuente acontecimiento de julio de 1990, apenas unos meses tras la caída del sovietismo,
Roger Waters exbajista y compositor del afamado rocgrupo Pink Floyd, escenificó un concierto con un tercio de millón de
asistentes dedicado al repruebo al socialismo recién colapsado. En tal concierto realizó el artilugio de reemplazar la crítica
hecha al autoritarismo de la educación básica en su sosa pieza another break in the wall por la crítica contra “el muro”.
Significativamente el concierto fue patrocinado por Pepsi-Cola…
Y aún cuando una mayoritaria porción de la TVaudiencia ve casi exclusivamente programación “del aire” (los principales
consumidores de la TV “de paga” son sectores de ingresos medios y altos), mayoría que padece precarios niveles de
ingreso y por ende reducidos niveles de consumo, no obstante ello, los contenidos publicitados en la pantalla son
predominantemente objetos de consumo propios de aquello sectores medios y de ingresos altos.
Ello debe hacernos pensar que, en la medida que la mayoría de los objetos de consumo publicitados no son para esas
mayorías, por ello sus niveles de consumo insatisfactorio agrandan y diversifican el sedimento psíquico, subjetivo de
insatisfacción; lo cual acredita pensar que se expresa como resentimiento social, un rasgo de la mentalidad escasamente
tratado en los análisis psicológicos y sociológicos del país; es un fenómeno que pudiera estar explicando acontecimientos
preocupantes como la creciente violencia de cientos de miles de fanáticos del futbol.
Un aspecto de la eficacia aculturante de la TV (y la radiodifusión) es la repetición de contenidos, elemento que en la
emisión de contenidos entraña mayor relevancia que la ingeniosidad para mostrarlos; lo cual pareciera una herencia de la
mención más conocida de J. Goebbels, el encargado de la propaganda nazi, quien ironizaba con ello las versiones judaicas
aborrecidas por los nazis: una mentira mil veces repetida, se convierte en verdad.
Es ése el soporte sobre el que se asienta la eficacia televisiva actual, tanto la propagandística, como en especial, la
publicitaria. Y no necesariamente se trata de mentiras, sino además de medias verdades o verdades planteadas de maneras
trucadas.
Así, casi no importa que en pantalla aparezcan ocasional o con escasa frecuencia personajes o reflexiones de pensamiento
crítico. Lo que importa para el duopolio TVcrático actual es la difusión persistente y además multiplicada por las decenas
de programas y canales.
La finalidad nuclear de la publicidad consiste en incoar, imbuir, adentrar un objeto (idea, palabra, color, hecho o persona)
en la mentalidad cotidiana de las personas. Tal finalidad auspicia que cuando las personas estén ante el objeto publicitado,
lo reconozcan (perciban) preferencialmente ante otros; de ello dependen los actos constitutivos del adquirirlo; de modo que
consumirlo no es el propósito principal de la publicidad, sino crear necesidad o, en otras palabras: construir preferencias
perceptuales. Y no se trata de caso ninguno de supuesta “percepción subliminal”, la cual es un absurdo: en contraste, se
trata de sensorialidad subrepticia.
La repetición explica en gran proporción la expandida credulidad poblacional ante palabra e imagen en pantalla y
micrófonos. Caso elocuente es el éxito de personajes de precarias virtudes artísticas en la farándula, quienes “triunfan” a
base de aparición repetitiva en la programación y que, mediante la célebre institución “promocional” llamada payola, tiene
en la repetición al principal propulsor del éxito “en el gusto de los consumidores…” ello convierte a cada emisión al aire en
un anuncio comercial del personaje.
Pero quizá la expresión más deslumbrante e irritante de la credulidad poblacional hacia la TV lo constituye la devoción
hacia el seleccionado de fútbol que, no obstante su largo historial de reiterado fracaso, arrastra expresiones de intenso
fanatismo cuya base deportiva es la cultura de la derrota; ello logró que en el mundial de 2006 en Alemania viajaran más de
17mil crédulos mexicanos, la mayor asistencia a un evento futbolero fuera del país (algo semejante a los 20 mil en el
Vaticano en ocasión de los funerales de Juan Pablo II).
Desde el punto de vista mercantil, siendo mediocres sempiternos (“ratones verdes” les denominó en los 70 el especialista
fallecido Manuel Seyde) a la Federación Mexicana de Futbol (en amalgama con las televisoras) el negocio del seleccionado
le es más redituable que en sus países las selecciones de Brasil o Francia; 120 millones de dólares obtuvo en la dirección
federativa hasta 2006; y los dirigentes actuales, todos vinculados orgánicamente al duopolio TVcrático, han logrado
recaudar 200 millones y a la vez, en sentido inversamente proporcional, han arrojado el peor saldo competitivo en la
historia del seleccionado (Récord 2009, junio 23).
(Aguayo, 2008)
En suma: hoy la pantalla televisiva en el país ofrece mucho más de un centenar de canales, sumados la programación “del
aire” y la de contratación. Esta evolución expansiva y su consolidación como estructura de culturización cobra significado
al tomar en cuenta que comparativamente, para EU, desde mediados de los 60s cada norteamericano a los 18 años había
visto 1,041 días la TV; es decir, casi tres años; la 6ª parte de su vida (Rojo 2003 Op.Cit. p71). Un cálculo semejante y
actualizado para nuestro país pudiera alcanzar una cifra semejante y especialmente para los mexicanos nacidos desde
inicios de los 90.
A ello puede agregarse que, vista históricamente, la TV ha contribuido fuertemente a suplantar el acto de intercambiar
palabras a expensas del acto de mirar imágenes:
La fuerza arrolladora de la imagen rompe el sistema de reequilibrios y retroacciones múltiples que habían instituido
progresivamente, durante casi dos siglos, los estados de opinión difusos, y que, desde el siglo XVIII en adelante, fueron
denominados «opinión pública» (Sartori, 2000 p 71 y Toussaint, 2004 p 27).
Puede decirse que la población que hoy cuenta con edades entre 20 y 30 años ha cargado sobre su mentalidad un peso
amplio y denso de inculcación televisiva: algo semejante al troquelamiento de lo que Sartori llama homo videns; es decir,
personas que han construido sus estrategias de pensamiento (su subjetividad) predominantemente en mayor apego a la
imagen que a la palabra.
Así, la TV, duopólica desde la privatización de TVAzteca en julio de 1993, es hoy más influyente que nunca en los ámbitos
de las decisiones nacionales, es decir: el periodo de la TVcracia o mediocracia, constituida por la propiedad de 56% de las
TVseñales de Televisa y 39% de TVAzteca; desde luego el despliegue de Televisa es mucho mayor tanto hacia adentro
como hacia afuera del país. Tal fuerza influyente les ha permitido insertar personajes a su servicio tanto en la estructura del
IFE como en las cámaras (la llamada “telebancada”).
La programación, siendo insulsa en su mayoría, es diseminador poderoso y eficaz de subjetividad obsecuente,
complaciente, acrítica y conformista; cabe decir que el predominio de la TVcracia, o telepolítica es producto de una pobre
cultura democrática (Sartori, 1999).
¿Cuál es la dimensión poblacional de este predominio de inculcación TVcrática y credulidad poblacional? Veamos trazos
de respuesta:
1) para 2005 un 48.9% de la población miramos TV entre 2 a 4 horas diarias, mientras que sólo un 35.3% escuchamos
radio esa misma cantidad de tiempo diario (FCPS/CONACULTA, 2005),
2) la programación más escuchada en la radio son programas musicales y en segundo lugar noticieros; y lo que más vemos
en TV son noticieros, seguidos por telenovelas, películas mexicanas y deportes (Ibídem),
3) 75% del público prefiere la televisión privada (Ibid.),
4) en 2010 para la población que mira más de 2hs diarias (el 43,3%), los noticieros son lo más visto, con 36.56% y
telenovelas con 32.81% (CONACULTA, 2010),
5) la TV es el la actividad de tiempo libre preferida con 26.42% (Ibídem),
6) más inquietante es que, para informarnos sobre política, preferimos la TV (62%) a la radio (17%) y los periódicos (10%)
(Ibíd.); México, con apenas poco más de 300, es uno de los países de menor cantidad de periódicos,
7) casi 53% de los mexicanos no leemos un solo libro al año, y sólo el 16% lee uno; por su parte las revistas más leídas son
las que contienen temas de espectáculos y televisivos, deportivos y femeninas de salud y belleza,
8) mención especial merece el caso de la gigantesca ingesta de “refrescos” y de comida “chatarra” especialmente en
población infantil desde los años 90, así como las horas frente a la pantalla ante programación de violencia espectacular;
estos dos hechos puede decirse, al menos en parte, han desembocado en la creciente incidencia de obesidad y agresividad
juvenil e infantil. Cabe mencionar además los intentos, en años recientes, por restringir tanto la publicidad de comida
chatarra en la pantalla, como la venta de tales productos en las tiendas escolares, particularmente de educación primaria,
desde luego con resultados decepcionantes, debido a la presión de las poderosas industrias productoras, las
comercializadoras y sus voceros en las cámaras legislativas, obstaculizando la restricción de su consumo.
Sin duda el destacado lugar de México en el ranking mundial de consumidores de “refrescos” es un hecho asociado al
agigantamiento de Televisa; es en todo caso muestra contundente de la eficacia propagandística y empresarial
predominantemente televisiva. Coca-Cola extrae de la mercantilización en el país 700 mdd en ganancias cada año, y por su
parte la competencia PepsiCo ha invertido 3mmdd desde inicios de 2009.
¿Qué elemento en ambas compañías les ha granjeado tal colosal presencia en la mentalidad de los mexicanos?: ¡su
persistente publicidad! Aunque ello desde luego no niega la ingeniosidad de sus cientos de especialistas en mensajes, ni la
voraz agilidad comercial por colocar sus productos en zonas inconcebibles de transitar.
Pero en cualquier caso, el éxito de Coca-Cola para convertir a México en uno de los principales consumidores descansa en
su incisividad publicitaria. No hay otra explicación; a menos que se deseara hablar de algún gene “cocacolófilo” en los
mexicanos.
Lo más inquietante respecto al influjo inculcativo de la TV en los estilos de consumo de bebidas y alimentos, es la
inculcación valoral (actitudes, representaciones, ideología e “imaginario colectivo”) en la alimentación obesígena. Desde
luego evitando la ingenuidad simplista de atribuir en exclusiva a la TV el origen del problema, sí cabe en cambio reconocer
un influjo de enorme eficacia.
Y es que son mundialmente sabidas las altas prevalencias del país respecto a sobrepeso poblacional (segundo lugar mundial
después de EU) y obesidad infantil (primer lugar mundial), lo que se considera como de las principales causas de
morbi/mortalidad.
Sobrepeso y obesidad infantil se concentran sobre todo en el segmento de 5 a 11 años; pero reflexionemos que estos
jóvenes nacieron entre 2000 y 2006, es decir, en época del doble hecho cultural mencionado: robustecimiento de la difusión
televisiva desde fines de los 90 y el incremento de hogares monoparentales (el censo 2000 y el conteo de CONAPO 2005
encontraron un aumento de poco más de un punto porcentual, alcanzando casi la ¼ parte de los hogares de todo el país), a
lo que debe añadirse el índice creciente de divorcios entre las décadas de 1970-2000.
Así tenemos que la obesidad afecta más a menores varones, mientras que el sobrepeso a niñas; además la padecen 3 de cada
10 menores de doce años. La prevalencia combinada en niños escolares es de 19.5% y suele ser mayor en hijos de padres
divorciados y se acentúa si son hijos únicos. En convergencia tenemos que los cambios en el aprovisionamiento alimenticio
entre 1986 y 1998 arrojaba estos otros datos alarmantes: diminución de 30% en frutas y verduras, 27% en productos lácteos
y 19% de carne; pero simultáneamente aumentaron el de refrescos en 38% y carbohidratos refinados en 6% (Estilos de
Vida, 2007; INEGI, 1999; Rodríguez, 2006 y Secretaría de Salud, 2001, 2007 y 2009). Anuncios Transmitidos durante Programas de Televisión para Niños
País Anuncios x
Hora
DeAlimentos
NoRecomendables
México(Canal5) 39 17
Australia 29 12
Estados Unidos 24 11
Reino Unido 17 10
Francia 16 8
Alemania 14 6
Grecia 12 7
Finlandia 12 6
Dinamarca 12 5
Noruega 7 2
Holanda 5 4
Bélgica(Canal2) 4 2
Austria 4 1
Suecia(TV4) 2 <1
Noruega(TV2) 0 0
(Dibb, 1996).
Estas cifras indicaban que hace 3 lustros, un niño mexicano que mirase un promedio de 2 horas diarias de TV, había sido
objeto de persuasión publicitaria chatarra con más de 12,400 mensajes al año (El Poder del Consumidor, 2005). Es decir,
he allí una de las causas de las altas tasas de obesidad infantil vigentes, pues tal bombardeo publicitario hizo blanco a los
niños actualmente obesos: entre 1999 y 2006, en solamente 7 años, creció en 40% la incidencia de sobrepeso y obesidad en
los niños mexicanos de 5 a 11 años de edad. La diabetes y la hipertensión se registran en edades cada vez más tempranas
(El Poder del Consumidor, 2005).
Cabe subrayar que el influjo televisivo, siendo parte de las causas, no ha merecido la atención suficiente por parte de la
mayoría de especialistas ni en salud, ni en procesos comunicacionales. Pudiera parecer exageración esta acentuación de la
publicidad en TV pero, en descargo, vale la pena pensar en que la prohibición de publicidad de tabaco y alcohol en TV (así
como de imágenes de sangre y violencia asociados al narco) en cualquier horario, tiene por convicción combatir la eficacia
persuasora de la repetición de los mensajes.
Este panorama es contumaz elemento explicativo del porqué la avidez por la concentración de los MIM electrónicos en
pocas manos; al respecto son mencionables estas cifras:
259 de las 461 concesiones de televisión pertenecen a Televisa, y 180 a TVAzteca. En suma: dominan 90% de las
emisiones abiertas (…) En el Distrito Federal, la zona con mayor valor en términos comerciales, Televisa tiene canales
concesionados y “espejos” que representan 65% del total de frecuencias en esa área. En la capital del país ya no existe
espacio radioeléctrico suficiente para otorgar nuevas concesiones de televisión abierta (Villamil, 2006 p68).
Televisa posee el 70% de las concesiones y el 71% de publicidad en pantalla; así como 68.6% de las audiencias (TVAzteca
sólo 28.3%) y el 80% de contenidos audiovisuales; además 95% de la señal satelital y 63% de la señal por cable. Todo ello
le garantiza el acceso a 97.8% de los domicilios con televisión (Villamil, 2008 y 2011).
En complemento, la radiodifusión, el otro MIM de enorme influjo en la mentalidad del mexicano promedio, su control se
distribuye así:
Radiorama 16.27% de las concesiones;
ACIR 13.4% de las frecuencias;
CIMA-Somer (N. RadioMil) 11.88%
Radio Centro 8%
Grupo Promomedios 4.9%
Grupo Imagen 5%
CabenaRASA y MVS, cada uno 4.30%
Organización Radio Fórmula 4% (Villamil, 2006, p70).
Tal panorama suele suscitar exigencias cándidas por restringir las horas ante la pantalla “haz patria, apaga el televisor”, lo
que parece más bien una ridiculez además crecientemente impracticable, debido, entre otros, a hechos como estos:
uno) incremento de familias monoparentales (casi la cuarta parte de los hogares en todo el país) y la inserción creciente de
mujeres en la economía, lo que a su vez ha hecho decrecer la interacción cálida o “viva” con la progenie pequeña y
encomendando su entretenimiento a la programación televisiva “infantil”,
dos) la escasez de espacios “al aire libre” en zonas de alta concentración poblacional,
tres) la actualmente alta credulidad hacia la pantalla, lo que explica el precario nivel de criticidad poblacional hacia la TV,
y a su vez combinado con el alto nivel de analfabetismo funcional.
La TV, reiterando, se encarga hoy de enormes porciones de la aculturación infantil, de su adquisición temprana de valores,
encargo que se expande en la medida que la TV “de paga” destina canales exclusivos durante 24 horas a dicha
programación.
Puede decirse, a modo de conclusión, que en la percepción poblacional muy pocos temas están a salvo del influjo
TVcrático para orientar sus actitudes y actuación.
Ahora bien, aparte de deseable ¿es previsible que el influjo televisivo cambie a resultas de que la programación abandone la
promoción de contenidos estultos, proyanquis y proempresariales, o “democratizar” a la TV e incluso que existieran otras
empresas y diversificar la competencia?
Es difícil prever algo así (sobre todo porque el cambio a la TV digital apunta hacia intensificar la monopolización interna y
el predominio yanqui en la transmisión internacional); pero lo que sí puede afirmarse es que las grandes masas de
televidentes no cambiarán sus preferencias en un plazo corto.
Así como algo de cierto contiene aquel fatídico proverbio: “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”, algo semejante
puede decirse respecto a los TVespectadores.
¿Por qué una perspectiva tan pesimista? Desdichadamente, debido a nuestro analfabetismo funcional, a la apoliticidad
creciente, al fanatismo guadalupano, a la extensión de prácticas y valores de la corruptofilia y la construcción de esquemas
perceptuales de credulidad ante las formas de entretenimiento, diversión e inculcación informativas diseminadas por la TV
en los recientes 50 años, pero especialmente desde los 90 hacia el presente; de modo que no hay elementos posibles para
una respuesta optimista.
En otras palabras: la TV en México ya construyó dos generaciones de inculcados (aún si eso fue sin ninguna planeación
deliberada por los empresarios/propietarios de entonces), pero lo más inquietante es que desde los 90, la continuidad de esa
construcción no es azarosa, sino intencional, calculada, pues de ello depende su predominio duopólico y el fortalecimiento
de la TVcracia.
Es drástico reconocer que si bien presenciar TV es actualmente un acto crecientemente solitario, individualista, lacera
reconocer que tal vez la última ocasión que societalmente se vió TV de manera colectivamente familiar en el país, fue entre
1969 y 1998 con la insulsa emisión dominical Siempre en Domingo comandada por el inefable Raúl Velasco.
Así, cabe reflexionar que una de las salidas pudiera ser emprender acciones hacia la construcción de audiencias críticas,
algo que por ahora casi no ocupa a los especialistas en medios.
iv) Familia y conyugalidad.
Un cuarto rasgo elocuente por mencionar es aquello que pudiera plantearse como la caída del concepto familia (hasta hace
unos lustros asumida como “célula de la sociedad”) y la asociada disminución de pactos de conyugalidad. De ello hay
algunas cifras demostrativas: la concentración poblacional es hoy 75% a 25% respecto medios urbanos-rurales; mientras
que en 1970 era de 58% a 42% (Aguayo 2000 p 65); coincidentemente el promedio de longevidad de la vida conyugal es de
6 años (INEGI, 1999) y el índice de separación de parejas alcanza ya el 15% (Aguayo 2000). Gómezjara informaba hace
más de una década que 27% de los niños de/en la calle provenían de madres solteras (exposición Congreso Cholula, 1999).
Asimismo la edad en que se contraen nupcias se ha retrasado hasta los 21.3 años, mientras que en los 70 era de 18.8 años
(Aguayo, 2000).
Todo ello desemboca en cifras recientes del INEGI:
En 2008, los procesos de divorcio concluidos ascendieron a 81 mil 851, esto es por cada 100 enlaces registrados hubieron
13.9 divorcios. Esta relación ha mostrado una tendencia creciente en los últimos tres lustros y su punto más bajo lo tuvo
en 1994 (5.2 por cada cien). Entre 2000 y 2008 el monto de matrimonios se ha reducido en 16.7%, mientras que los
divorcios se han incrementado de manera significativa, esto es 1.7 veces (en 2000 se registraron 707 mil 422 matrimonios
y 46 mil 481 divorcios (INEGI, 2010).
Estos indicadores sugieren que la población nacida en estas 3 décadas debiera prepararse ya no tanto a la unión conyugal
“hasta que la muerte los separe...” sino alistarse más bien para dos o tres uniones conyugales a partir de los 22 años (con los
consiguientes cambios en el papel como padres y el de sus hijos como sujetos sin uno de ellos). De modo que la otrora casi
sagrada “familia integrada” está dejando de ser una de las instancias de mayor impacto socializador.
La tendencia concuerda también con los resultados del censo reciente:
El asunto es inquietante por cuanto el núcleo familiar es percibido aún como remanso protector de convivencia:
(Escalante, 2011 Op. Cit.)
En otros estudios se aprecia que la familia, como entidad valorativa, es poblacionalmente vista con un alto nivel de
importancia. Pero lo que se desconoce es la razón (Díaz-Guerrero, 2003). Resultados de estudios propios arrojaron un
inquietante contrasentido ya que a la vez que a la familia se le considera como un núcleo convivencial altamente aprobable,
también es percibido como núcleo de desintegración; en un caso como entidad de amparo y a la vez como entidad de
abandono y hasta amenaza (Gómez 2010a y Gómez, 2010b).
Si algo es demostrable en el México actual es que la familia nuclear, una de sus principales instituciones societales, parece
estar en proceso de dilución. Al respecto pueden mirarse algunas otras cifras:
a) La edad promedio en que se iniciaba la vida sexual hace 40 años era mayor que la actual.
b) Las inhibiciones, prohibiciones y tabúes alrededor del sexo eran más frecuentes y expansivas que en la actualidad: por
mencionar un simple ejemplo, a nadie sorprende hoy que en las telenovelas se muestren interacciones hombre-mujer de
relativa intensidad erótica; hace 40 años sólo se miraban en revistas de circulación restringida y hasta prohibida.
c) Es casi ya inexistente el culto a la virginidad premarital femenina.
d) Existe también hoy una menor estigmatización de la maternidad soltera, así como mayor tolerancia hacia otros hechos
culturales como la prostitución, la homosexualidad y las relaciones pre y extramaritales. Todo ello hace menos propicio el
que un hombre o una mujer depositen en su pareja todas las posibilidades por obtener satisfacción erótica, lo que es una de
las funciones básicas de la vida conyugal.
e) Los mexicanos hoy conocen, a lo largo de su vida, a casi cinco parejas sexuales diferentes y mantienen un promedio de
96 actos sexuales al año.
DDiivvoorrcciioo..
Hipotéticamente, el matrimonio es una unidad de vida exclusiva y duradera; pero ya desde 2006 en todo el país, una de
cada 13 parejas se divorcia y en el Distrito Federal una de cada ocho (La Jornada, 8 de agosto, 2006).
En 1980, 4.3 mujeres de cada cien se divorciaban, mientras que en el 2000 lo hicieron 10.38 de cada cien; un incremento
mayor al doble. El incremento en el número de divorcios ha traído como consecuencia que la familia nuclear, compuesta
por padre, madre e hijos se halle en declive y que el número de hogares sostenidos por mujeres haya aumentado
(CONAPO, 2006).
En 1950 el país sólo registró 824 divorcios, más o menos el seis por ciento de los matrimonios de ese año. Con el tiempo
las cifras han crecido de modo caudaloso: en 1960 el divorcio rondaba el nueve por ciento, diez años después el 22 por
ciento, y en 1980 llegó a un 39%, siempre en relación al número de uniones de cada año. AAssiimmiissmmoo lla duración promedio
de la convivencia conyugal, según el censo de 2000, es de entre 6 y 10 años CONAPO, 2006).
Ahora bien, ya que la provisión de afecto recíproco es una de las funciones más importantes de la conyugalidad, resulta que
el cónyuge hoy representa a mucha más individuos del otro sexo ante el cónyuge, en contraste a lo que representaba hace
30 años (y hacia atrás); es decir: en 1970 una mujer representaba a unos 20 millones de mujeres para su cónyuge y un
hombre a otro tanto de millones de hombres. La carga representativa era mucho menor que en la actualidad, por ende las
posibilidades de distraer la dedicación de afecto es hoy multiplicada; lo que actúa razonablemente a contrasentido de la
consabida fidelidad.
Y ya que hace 40 años la concentración poblacional en las grandes ciudades era notoriamente menor que la actual, por ello
la interacción de cada persona con otras era notoriamente menos variada y menos numerosa que hoy. Baste reconocer que
en 2006 ya el 76.5% de la población habitaba centros urbanos (Aguayo, 2008, Op,Cit.).
Pero hay más: en el México del siglo XXI uno de cada 14 mexicanos es adulto mayor. Para 2020 será uno de cada ocho, en
2030 uno de cada 6, y en 2050 uno de cada 4. Es decir que 25% de la población será de la llamada “tercera edad”.
A esto se agregará una mayor esperanza promedial de vida para hombres y mujeres, que para 2050 se calcula de 81.3 años.
Y debido a que la longevidad promedio hoy es notablemente mayor que hace 40 años, en tales fechas, al conyugalizarse a
los 22 años, el significado de las palabras convivirás con tu pareja hasta que la muerte los separe, alcanzaba entonces una
perspectiva de duración promedio de 35-45 años; hoy el alcance de esas mismas palabras comprendería una convivencia
conyugal promedio de alrededor de 50-65 años. Es fantástico pensar lo difícil que eso debe parecerle a cualquier aspirante a
cónyuge, máxime si las interacciones afectivo-eróticas ya no son ni novedad ni tabú o actividad prohibida.
TTaalleess cciiffrraass iinnccuummbbeenn ddeessddee lluueeggoo aa oottrroo tteemmaa ddee hhoonnddaass pprreeooccuuppaacciioonneess ((mmuuyy lleejjooss ddee sseerr aassuunnttoo rreessuueellttoo)):: llaa iinnffiiddeelliiddaadd
ccuuyyaass ccaauussaass mmááss rreeccoonnoocciiddaammeennttee mmeenncciioonnaaddaass ssoonn monotonía, vida sexual deficiente, búsqueda de nuevas sensaciones,
venganza, percepción de libertad amenazada, o defectos de la pareja idealizada. Y sin embargo se desconoce con precisión
si hombres o mujeres son más propensos a ello.
Ya la Primera Encuesta Nacional sobre Sexo, realizada por Consulta Mitofsky (1999) indicaba que cuatro de cada 10
mexicanos consideraba normal la infidelidad, y 21% la toleraría; más del 65% de las personas entre hombres y mujeres
admitieron que efectivamente era polígamo. Pero además la masificación de los métodos anticonceptivos y una mayor
información sexual van a la par con que la infidelidad sea hoy más ejercida.
Cabe aquí una breve precisión conceptual: desde el punto de vista de cualquier ciencia social, la convivencia en pareja es
un hecho complejo; particularmente desde la psicología la convivencia conyugal se estudia para indagar la interacción y
satisfacción afectivas, apoyos económicos, interacción erógena, procreación, compañía consuetudinaria y hasta la trama de
complicidades. Las personas que conviven consuetudinariamente como pareja, troquelan su personalidad de manera
distinta a quienes no; éste es el nudo de la indagación psicológica.
Por ello para la investigación psicológica, el término jurídico “estado civil” y sus variantes, ofrece escasa riqueza para el
análisis, ya que no es lo mismo interrogar por si se es soltero o casado, que si se pregunta por si, siendo soltero, se ha tenido
o no convivencia conyugal previa y el grado de satisfacción.
Además, desde el punto de vista jurídico, estar casado implica contar con el documento para la unión pero, según cifras del
censo de 2000, una considerable cantidad de personas, jurídicamente casadas, no conviven con su cónyuge “legal”.
HHooggaarreess MMoonnooppaarreennttaalleess..
Para 2006 había casi tres millones de hogares a cargo de mujeres, los cuales albergan a aproximadamente diez millones de
personas. Casi el 25 por ciento de los hogares mexicanos lo sostienen predominantemente mujeres.
La proporción de familias dirigidas por mujeres (en áreas urbanas) es de poco más de 23%; en las ciudades de entre 100 mil
y un millón de habitantes, uno de cada cuatro hogares está dirigido por una mujer. Para 2006, las madres solas o por
separación suman alrededor de 1.7 millones de mujeres. Seis de cada 10 habían asumido la jefatura de su hogar, pero 27.6
por ciento residían con al menos uno de sus padres (CONAPO, 2006).
El avance de este hecho mostró un incremento notorio, ya que en 2000 19% de los hogares mexicanos estaba dirigido por
una mujer (CONAPO, 2000) pero apenas 5 años más tarde alcanzó 23%.
Aún más, los hogares encabezados por viudas han cedido la primacía a los dirigidos por separadas o divorciadas: la
proporción de la primera modalidad disminuyó de 52.5 por ciento en 1976, a 35.9 por ciento en 1997; en cambio, la
segunda aumentó de 36.1 por ciento a 40.3 por ciento, respectivamente.
Pero la evolución de hechos asociados avanza con gran rapidez, de ello son elocuentes los datos arrojados entre el censo de
2000 y el conteo cinco años después:
Ahora bien, este panorama estructural es perfectamente asequible acudiendo a fuentes demográficas, pero desde la
perspectiva de estas páginas, son sólo indicios que suceden junto a cambios en las maneras poblacionales de pensar/sentir;
esto es: formas de percibir a la familia misma y la conyugalidad, lo que conduce a sostener que en la atmósfera cultural
gravitan ya valores radicalmente distintos a los que imperaron hasta fines de los años 80, distanciados del modelo
tradicional de familia nuclear.
Ello a su vez se emparenta con aspectos como la socialización valoral infantil, preparación y enfrentamiento de los
conflictos y rupturas familiar/conyugales, enfrentamiento de pater/maternazgos con hijos no propios, las prácticas de la
vida sexual y la constitución misma de las modalidades de familia, entre muchos más.
Tipo de hogar 1976 1982 1987 1992 1997
Nuclear 71.0 68.8 68.4 68.4 68.4
Estricto 6.1 5.5 6.4 6.4 7.1
Nuclear conyugal 58.1 56.3 55.2 55.0 52.8
Monoparental 6.8 7.0 6.8 7.0 8.5
Extenso 22.7 26.5 25.5 24.3 24.7
pareja sin hijos/ otros parientes 1.4 1.8 1.6 3.3 3.8
Pareja con hijos/ otros parientes 13.3 17.1 16.1 12.6 13.7
Jefe con hijos solteros/otros parientes 5.2 5.1 4.6 3.9 3.7
Jefe y otros parientes 2.8 2.5 3.2 4.6 3.5
Compuesto 1.5 0.8 1.2 1.0 1.0
Pareja sin hijos y otros no parientes 0.2 0.1 0.2 0.2 0.3
Pareja con hijos y otros no parientes 1.0 0.5 0.7 0.6 0.6
Jefe con hijos y otros no parientes 0.3 0.2 0.3 0.2 0.1
Unipersonal 4.2 3.5 4.3 5.5 5.4
Corresidentes 0.6 0.4 0.6 0.6 0.5
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Así, es perfectamente posible afirmar que uno de los problemas más relevantes para países como el nuestro, es que no
existe algo parecido a un núcleo de rasgos o valores nacionales homogéneamente asumido. En otras palabras: no hay por
ahora consensos incontrovertibles sobre lo que distingue el ser ciudadano mexicano, el llamado “sentir nacional”, lo cual es
otro indicados de que vivimos un desdibujamiento de la identidad poblacional como nación.
BB.. JJóóvveenneess hhooyy:: llaa ggeenneerraacciióónn CC.
En todo este estado de cosas, ha prohijado ya una franja poblacional en madurez: la Generación de la Crisis, esto es: la
población que está ocupando las directrices del país (con poco más de 35 años) nació y se desarrolló en un país de las
inestabilidades societales mencionadas.
Y claro que existe una denominación muy socorrida para describir a esta franja poblacional: por ejemplo “generación
equis” (y hasta “y”), denominaciones erróneas y pseudoteóricas; la de “generación X” proviene del título de una novela
escasamente trascendente y poco amena, además hecha película (Coupland, 1993) cuyos personajes centrales son tres
jóvenes anglosajones viviendo apatía, abulia, ironía e iconoclastias a fines de los años 80 e inicios de los 90; si eso fuese
extrapolable a los jóvenes mexicanos, abarcaría exclusivamente a jóvenes de estratos de altos ingresos; los llamados
“pirrurris”. El caso es que la mayoría juvenil mexicana está muy lejos de amoldarse al esquema de los personajes de la
novela pues en ella no hay nada parecido al fenómeno “NiNi”.
De regreso al punto, es destacable que aquella campaña contra la tasa de natalidad emprendida en los 70 ha desembocado
hoy en una cantidad de población joven menor que hace 30 años:
Cabe enfatizar que, no obstante el aumento de población adulta, en específico la mediana de población joven aumenta (26
años en 2010), lo cual es un incremento simultáneo al aumento de población de edad avanzada; lo cual es más elocuente en
la siguiente proyección demográfica para los próximos 40 años:
En palabras escuetas: estamos ante uno de los últimos tramos de historia en que la población joven es mayoría demográfica.
Ahora bien, intentando una caracterización de los jóvenes actuales puede recurrirse a decir que entre sus rasgos vivenciales
promedio está su vestimenta un tanto extravagante, su lenguaje ríspido, música de cierto estruendo y monotonías sin
complicaciones armónicas, así como su aprobación y/o habituación actitudinal ante las drogas suaves, el distanciamiento
ante la participación en política, su vitalidad presentista y su alejamiento de ideaciones utopistas.
Así, puede decirse que en México quienes nacieron entre inicios de los 70 y principios de los 80 y que hoy cuentan con
edad cercana a 40 años, les tocó vivir infancia y adolescencia (el troquelado inicial de su socialización y por ende los
inicios de su formación valoral) con las dimensiones económica, política y valoral de la crisis del país como suelo y telón
de fondo.
Nacidos Dimensiones de la crisis Edad en 2011 Generación C-a inicios 70´s -- mediados de 80´s predominantemente económica alrededor de 40 años
Generación C-b mediados 80´s -- mediados 90´s económico/política casi 30 años
Generación C-c inicios/mediados de los 90 en adelante económico/política/valoral cerca de 20 años.
Conforme la crisis se ha ido extendiendo a lo largo de las últimas tres décadas, ha dejado un sedimento de efectos
perjudiciales en las generaciones emergentes. Si puede hablarse de que los nacidos a inicios de los 70 aún experimentaron
rasgos de relativa estabilidad, en contraste quienes nacieron a mediados de los 80, consolidaron sus años iniciales de vida
en un entorno de resquebrajamiento económico y enrarecimiento político. Pero particularmente quienes nacieron en los 90,
han padecido, como elemento socializante, la mezcla más intensa y concentrada de las dimensiones críticas del país y por
ello pudiera decirse que su subjetividad es la menos optimista, menos aprobatoria y más presentista que los demás
segmentos etáreos juveniles.
Ello es un hecho en extremo rico para la indagación psicológica, es decir preguntarnos cómo este segmento de población
joven ha asimilado subjetivamente tales condiciones, a diferencia de como las hemos asimilado quienes fuimos troquelados
mentalmente en condiciones societales y culturales muy distintas.
La generación de mexicanos que cuenta hoy con un máximo de 40 años, adquirió sus valores tempranamente (y ya se sabe
cuán impactantes son para el resto de la vida) de la mezcla de una familia promedialmente fracturada y una TV de
influencia societal expansiva (hasta la señal satelital asociada a la ampliación de los espacios virtuales de “navegación”
digitales) y que, desde mediados de los 80 cuando empezó su expansión explosiva, gana ya la carrera por el influjo valoral
ante la institución familiar.
Esa forja televisiva en la subjetividad de los jóvenes del presente, ha fomentado un privilegiamiento de la imagen por sobre
la palabra (lo que Sartori llama homo videns), que a su vez conduce a otro doble efecto: mientras más imágenes, son más
atrayentes e inculcantes sus contenidos, lo que a su vez ha fomentado que se les estigmatice como “ágrafos y/o
despreciativos de la lectura”.
Ahora bien, tomando en cuenta que no antes de 20 años la economía global del país recuperará los niveles de vida previos
al llamado “efecto Tequila” de diciembre de 94 (Alvarez, 2004) por ello para la mayoría de quienes cuentan por ahora con
alrededor de 20 años, no es previsible un futuro personal optimista. Y desde luego tal estructuración del país desemboca en
inquietantes perfiles actitudinales, perceptuales o valorales de la población joven.
Ya la encuesta nacional del Instituto Nacional de la Juventud de hace 11 años, destacaba algunos resultados inquietantes:
son crecientemente escépticos de las instituciones mexicanas; en las que escasamente confían estaban la iglesia (34.7 por
ciento), la familia (34.6 por ciento) y el gobierno (10.8 por ciento); las que menos apreciaban eran los MIM (4 por ciento),
la escuela (3.6 por ciento), el ejército (2.9 por ciento), los sindicatos (1.8 por ciento), las agrupaciones de ciudadanos (1.6
por ciento) los partidos políticos (0.9 por ciento) y el Congreso (0.8 por ciento).
De los entrevistados en edad para votar, 84.1 por ciento contaba con credencial de elector; ocho de cada diez habían votado
alguna vez y siete de cada decena acudieron en las elecciones de 2000.
Respecto a expectativas competían el casarse (27%), con tener un buen empleo (27%) o un negocio propio (20%), seguido
por obtener una vivienda propia (14.9%); pero tener hijos (4.8 por ciento) o servir a los demás (3.3 por ciento) era de sus
proyectos menos apetecidos a futuro.
En concurrencia, una expresión elocuente del perfil generación C fue el movimiento universitario del CGH en 99-2000,
cuya tónica dominante fue la inacción de la mayoría estudiantil (sin soslayar la actuación de una franja pequeña de
antihuelguistas o supuestos promotores de la “excelencia” estudiantil).
En complemento, al mirar los resultados electorales de 2000, cuando la política dio un golpe de timón que esperanzó en
proporción inversa a su decepción en el presente, una porción significativa de jóvenes votó por Fox, el candidato de
orientación conservadora:
Edad PAN PRI PRD
a) 18-25 25% 19% 20%
b) 26-35 28 24 24
c) 46- a 24 33 25 (Covarrubias y Sofres julio 3. MM)
Edad Fox Labastida Cárdenas
a) 18-24 50% 32% 17%
b) 25-29 47 34 16
c) 30-34 49 34 15
d) 35-39 47 37 12 (Reforma, julio3, MM)
Esto indicaba ya que jóvenes coexistiendo con el movimiento universitario anticuotas 1999-2000, pertenecían a la misma
generación que votó por opciones alejadas de la izquierda. Cabe agregar que, a una década de su derrota, dicho movimiento
no parece haber heredado a los estudiantes un fermento político/civil crítico y participativo.
Reiterando, desde luego estos renglones pueden parecer una mirada en extremo pesimista; pero las perspectivas que ofrece
el estado actual difícilmente fomenta optimismos.
De acuerdo al análisis de la encuesta del INJ hace 5 años, sólo 49.7 por ciento de personas de 12 a 24 años estudian, y la
valoración juvenil predominante sobre la escuela es que se trata de un espacio para adquirir conocimientos y tener amigos,
muy por debajo del interés por conseguir un empleo o poner un negocio (INJ, 2007).
En concordancia, según la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ) advirtió que ante los diagnósticos nacionales
que revelan a un sector juvenil poco tolerante, con prácticas violentas y con escasa comunicación con sus padres, las
condiciones de tensión y angustia que revelan, podrían generar que en 15 o 20 años se tenga un México muy estresado, y si
ya se ha dado la voz de alarma, lo más urgente es atender las causas y desactivar un problema. Más aún: en Iberoamérica
se ha dejado de lado la formación para la democracia, para la vida en comunidad, pero también el fortalecimiento de
valores como la tolerancia y la solidaridad (La Jornada mayo 24, 2008).
De modo que la población de entre 12 y 29 años, son 36.2 millones y, según el censo reciente, representan la tercera parte
de la PEA y constituyen más de la mitad de la población; más aún, partiendo de datos de CONAPO (2011) según los cuales
del total poblacional de 112.3 millones (Censo 2010) hay 31.9 millones de jóvenes entre 14 y 29 años de edad; 13.2
millones son adolescentes (14-19 años), 9.9 son adultos jóvenes (20-24 años) y 8.8 de edad entre 25 y 29 años. Y respecto a
ellos, esquivando miradas apocalípticas, pueden mencionarse cifras recientes que indican el manto sombrío que envuelve
su existencia:
1 ) jóvenes (14 a 29 años) junto a los adultos mayores (mayores de 60) ocupan ya el mayor porcentaje del trabajo llamado
“informal” (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2008) es decir, el tipo de trabajo que menor protección ofrece a
quienes lo desempeñan (ambulantes) ya que no hay ni salarios fijos, ni descansos, seguridad al futuro, o protección a la
salud, INEGI, diciembre 2010: 35.6% desocupada, con estudios de educación media y superior y 22.15% forman parte del
subempleo. En total son 11 millones de jóvenes sin trabajo.
2) ya en este 2011 padecen el homicidio como primera causa de muerte
3) de acuerdo con INEGI la actual tasa de desempleo de jóvenes duplica la tasa general, y son ellos quienes tienen la
mayor fragilidad en su vida laboral ante un eventual escenario económico negativo (Didrikson, A., 2011 Proceso, febrero
20 p71),
4) uno de los aspectos más dramáticos es que 7.8 millones de jóvenes carecen de trabajo y opciones de estudio --en su
mayoría, mujeres dedicadas a quehacer doméstico-- (IMJUVE, 2011), los mal-llamados NiNis quienes, suele decirse, son
por ello codiciadamente reclutables por la violencia organizada, la mayor parte de ellos (70 por ciento) son hombres;
básicamente adolescentes (entre 14 y 19 años); sólo el 40.4% de la población entre 15 y 24 años asiste a la escuela y se
estima que alrededor de uno de cada cinco jóvenes entre 15 y 29 años ni estudia ni trabaja (INEGI, 2010)
5) sólo 30% de los jóvenes en edad de cursar el nivel superior está inscrito en el sistema educativo. La cobertura
universitaria aún no alcanza el 34%, mientras que Argentina constituye el 60%, y en Chile y Panamá 45% (Proceso 2011
agosto 21). 6) al menos 75 mil jóvenes están enrolados en las filas del narcotráfico, la mayoría en tres de los más poderosos cárteles: Sinaloa, Zetas y Familia Michoacana (Cauce Ciudadano, La Jornada 2011 septiembre 6), y concurrentemente se ha incrementado la cantidad de menores detenidos.
7) México es además uno de los principales países de inicio temprano en el uso de drogas, con altos porcentajes
de jóvenes de quince años (Medina M. et al, 2011),
8) de acuerdo con el reciente Informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México del
Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social y el Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (SEP y UNICEF, 2010), a nivel primaria, el 72.5% de los alumnos y el 66.1 % de las alumnas reportó
haber sido objeto de alguna agresión física en los últimos dos años. En secundaria, la proporción fue de 64.1 %
para los varones y 53.4% para las mujeres. Así, en promedio, 64% de los alumnos de educación básica dijo haber
padecido una agresión. En primaria, 32.9% de los alumnos señaló como responsable de la agresión a un
compañero varón, 7.2% a un maestro y 2.7% al director (Saldívar et al, 2006), asimismo: al analizar la tolerancia
hacia la violencia en el noviazgo, encontraron que hasta el 27.5% de los jóvenes estudiantes de la Ciudad de
México mencionó haber ejercido coerción sexual hacia su pareja, y el 23.5% reportó haber sufrido este tipo de
violencia. Estos datos coinciden con la prevalencia de 28% de violencia durante el noviazgo reportada por
mujeres de escuelas públicas de Morelos (Rivera et al, 2006).
De no mediar programas efectivos de prevención muchas de estas mujeres maltratadas durante el noviazgo
sufrirán también de violencia durante el matrimonio. (Medina M. et al, 2011, pp12 y 14)
9) en 2005 la tasa de mortalidad por homicidio en jóvenes de 15 a 17 años era de 2.3% y la de suicidios de 2.1%. Tan
sólo cinco años después, en 2009, los datos fueron de 10.1 y 5.9 por ciento (SINAIS, 2010).
10) la franja de edad entre 18 y 35 años suma 59% del total de delincuentes (ICESI, 2008 p72).
De modo que estamos en el umbral de quizá un largo periodo en que la población joven ya no sea mayoritaria.
C. Final.
Desde luego que la crisis valoral, tema principal de estos renglones, no se compone exclusivamente de 4 elementos.
Sólo fueron considerados aquí cuatro que parecen ameritar miradas psicosociales atentas. Pero interrogarnos sobre cuál
pudiera ser el derrotero valoral del país, dependerá en gran medida de reflexionar con detenimiento sobre las implicaciones,
condiciones precedentes y desde luego los “escenarios” posibles.
Algunos rasgos han adquirido ya un perfil hacia el futuro en cierto modo “adivinable” para los próximos 10 años , pero
otros no.
Para el caso de corruptofilia y delincuencialidad no se ve futuro inmediato abatible; desde luego es difícil decir qué sería
preferible o primordial enfrentar; pero sí puede mencionarse que el combate a la delincuencia, especialmente aquella
asociada a la operación de los narcocárteles, pudiera mermarse sensiblemente para los siguientes 5-10 años; pero no parece
así con la corruptofilia; para aniquilarla parece necesario una generación poblacional anticorruptofílica de renuevo, ya que
su incremento y expansión, acaecidos desde fines de los 80 no parece posible de erradicarse entre las generaciones que lo
hemos hecho un ingrediente cultural “normal” y hasta imprescindible.
Respecto a la catolicidad puede preverse una recuperación parcial en los años próximos, especialmente entre población
joven, ya que las iniciativas políticas del alto clero en los lustros recientes muestran signos de avance, por ejemplo el
permiso para el culto público masivo, la expansión de escuelas clericales o de sostén clerical, la abierta filiación católica de
altos gobernantes, el sostenimiento del fanatismo guadalupano y la creciente aparición de personajes clericales en pantalla
de TV. Ello se aúna a los crecientes rasgos de presentismo y apoliticidad juveniles visibles durante estos años del nuevo
siglo, de modo que no parece haber en el horizonte indicios de que tales rasgos juveniles se atenuarán; más bien es
previsible que se agudizarán aún más.
Por su parte, la credulidad ante TVpantalla tal vez sea el signo más refractario a los cambios durante los próximos decenios,
ya que la especialización del influjo televisivo se acrecentará tanto con la digitalización como con una más aguda
concentración del futuro digital en el duopolio TVcrático; pero además porque el muro que pudiera detener su avance, la
formación educativa formal, no parece tampoco robustecerse para, al menos, los siguientes dos lustros.
Por su parte el de la estructuración familiar y la conyugalidad asociada, no parecen escenificar retrocesos para los
siguientes 10-15 años ya que las condiciones societales circundantes hacen improbables algunos retrocesos (longevidad,
edad de iniciación sexual, posposición de pactos conyugales, restablecimiento de familias longevamente nucleares,
segregación de centros urbanos, transformación a formas rurales de convivencia, desvanecimiento de tabués sobre
sexualidad y conyugalidad, entre muchos más).
Pero, desde una visión integral, no es posible reivindicar la candidez de que la psicología pudiera ser el ariete
profesiográfico para solucionar problemas de tal magnitud; ni siquiera cabe pensar que será de las ciencias/profesión más
decisivas.
Lo único que sí cabe afirmar sin titubeos es que su papel será de importancia concurrente; lo cual empieza a notarse en
ámbitos como los forenses o tratamientos sanitarios, por mencionar sólo un par de ellos.
En otras palabras, será necesaria una atención exopsicológica (profesional, científica y de centros tanto empresariales como
gubernamentales) aunado a demógrafos, urbanistas, sociólogos, antropólogos y comunicólogos, junto con médicos,
criminalistas y juristas, que potencialice el desarrollo actual de la psicología.
Pero para ello será obligada una transformación de teorías y modos de intervención profesional; por ejemplo, remontar la
persistente actuación “clínica” cuya acción tiene por eje la atención posterior al daño, e individualizada; es decir, será
necesaria una acción más bien preventiva (no sólo remedial o “terapéutica”) y de amplio espectro (no sólo individualizada
“en la consulta”).
Y es que hechos como la “naturalización” de la violencia extrema ha construido un horizonte valoral en que los asaltos son
asumidos como algo común, lo que ha llevado a que la percepción poblacional deplore sólo los casos en que hay saña. En
esa atmósfera las posibilidades de que los atentados a la vida aumentan su ocurrencia, pues la cantidad de muertes
mencionadas, sea abiertamente en los MIM o sotto voce en la comunicación oral cotidiana, disminuyen las precauciones y
los escrúpulos de quienes son parte de la delincuencia, sean o no parte de las huestes de narcotraficantes.
Desde luego un influjo decisivo ejercen la impunidad con 98.5% de los ilícitos que no terminan en condenas (La Prensa,
2010, nov.7), lo que significa que cualquier acto delictivo cuenta con sólo el 1.5% de probabilidades de ser penalizado; y la
“cifra negra” (ilícitos sin denuncia) que alcanza el 78% de casos (ICESI, 2009).
En fin, estos renglones cumplen sólo una función de tenue llamado de alerta sobre hechos que delinean un México al futuro
no apetecible, y por ello exigen miradas –y planes de actuación- no complacientes ni pusilánimes…
DD.. BBiibblliiooggrraaffííaa..
AGUAYO QUEZADA, S. (2002) México en Cifras. Edtrles. Hechos Confiables y Grijalbo: México.
------------------------------ (2003) México a la Mano; guía elemental para entender a nuestro país. Edtrls. Hechos
Confiables, Proceso y Grijalbo: México.
------------------------------- (2008) El Almanaque Mexicano 2008. Ed. Aguilar: México.
ALDUNCÍN, Enrique (2005) Los Valores de los Mexicanos en los Últimos 25 Años, Rev. Este País, núm.170: México,
mayo, pp 26-33.
-------------------------- (2011) Valores y Desarrollo, Rev. Este País, núm.242: México, junio, pp 28-32.
ALMEIDA, E.; SANCHEZ, M.E. y DIAZ-GUERRERO, R. (1980) Un Sistema para Analizar la Opinión Pública Acerca
de la Coyuntura Nacional en: HIRSCH ADLER, A (1998) México: Valores Nacionales Eds. Gernika: México pp 57-65.
ALONSO C., A, y GARCÍA A, (1999) Guadalupanos No Católicos Reforma oct 14.
ALVAREZ B., Alejandro (1987) La Crisis Global del Capitalismo en México Eds. ERA: México.
-------------------------------- (2004) Un Balance de Período y sobre la Coyuntura Internacional y Nacional. Colectivo Corre
La Voz. México, D.F.
------------------------------- (2009) Un Balance de 25 años de Teoría, Práctica y Mitos Asociados al Neoliberalismo en
México. México.
------------------------------- y MENDOZA PICHARDO, Gabriel (1991) México 1988-1991,; ¿un ajuste económico exitoso?
México: UNAM/Fac. de Economía/DEP/Taller de Coyuntura.
BARON, R. A. y BYRNE, D. (2005) Psicología Social. Pearson/Prentice-Hall: México.
BARTHES, Roland (1986; 1982, París) Lo Obvio y lo Obtuso; imágenes, gestos, voces. Eds, Paidós: Barcelona.
BAYO MARGALEF, José (1987) Percepción, Desarrollo Cognitivo y Artes Visuales Edit. Anthropos: Barcelona.
BELTRAN, Ulises et al (1996) Los Mexicanos de los Noventa México: IIS/UNAM.
BERNAL SAHAGÚN, V. M. A. (1980) Anatomía de la Publicidad en México Edit. Nuestro Tiempo: México 4ª ed.
BORDIEU, Pierre (2007) Sobre la Televisión. Edit. Anagrama, col. Cuadernos núm. 372: Barcelona.
CALLEJA, Nazira y PERESMITRÉ, Gilda comps. (2001) Psicología Social: investigaciones y aplicaciones en México.
Fondo de Cultura Económica: México.
CAPELLO GARCÍA, H. (1998) Identidad Nacional y Carácter Cívico-Político en dos Regiones de México;
comparaciones entre ciudades del norte y centro-sur Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades. Vol
VIII, No.1 ene-jun UAT/CONACyT/UNAM: México, pp 51-74.
CENTRO TEPOZTLÁN (2002) De la Opacidad a la Transparencia en la Sociedad Mexicana; síntesis de la reunión-diálogo.
Rev. Este País, julio.
CONACULTA/FCPS-UNAM (2005) Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales.UNAM/CONACULTA:
México.
CONACULTA (2010) Encuesta Nacional de Hábitos y Consumo Culturales. México.
CONAPO (2000) Situación Actual de la Mujer en México, Diagnóstico Demográfico.
------------ (2004) Proyecciones de la población de México 2000-2030. www.conapo.gob.mx
CORDERA C., R y VICTORIA T., J.L. (2000) Los Jóvenes y el Desarrollo Nacional Rev. Este País núm. 107, febrero pp
44-47.
COUPLAND, D. (1993) Generación X. Eds. B: Barcelona.
Encuesta Mundial de Valores 1981 y 1990, Rev. Este País, 1991 pp 3-6.
DE RIVERA, Joseph (1977) A Structural Theory of the Emotions. New York: International Universities Press.
DÍAZ-GUERRERO, Rogelio (1979; 1967) Psicología del Mexicano; descubrimiento de la etnopsicología. México: Edit.
Trillas.
-------------------------------------- (1997) Una Investigación Transcultural. El Origen de los Valores (Última de Cuatro
Partes). Excélsior. México, mayo 20.
---------------------------------- (2003) Bajo las Garras de la Cultura; psicología del mexicano2. Edit. Trillas: México.
------------------------------------- y DÍAZ LOVING, R. (2001) El Origen Psicológico de los Valores Rev. de Psicología
Social y Personalidad. Vol.XVII, núm.2 México: AMEPSO pp 91-101.
DÍAZ, M., J. (2010) Confianza en el Gobierno. WVS y ASEP/JDS: España
DIBB, A. (1996) A Spoonful of Sugar. Television Food Advertising at Children. An International comparative survey.
Consumers International: EU.
DGAR (2011) Dirección General de Asociaciones Religiosas, Sec. Gobernación.
DRESSER, Denisse (2008) Rev. Proceso Julio 2.
DURAND Ponce, Víctor Manuel (1998) La Cultura Política de los Alumnos de la UNAM. México: UNAM/Miguel
Angel Porrúa.
ENCUESTA MUNDIAL DE VALORES (2000), rev. Este País; núm.148: México, julio p3.
ESCALANTE GONZALBO, F. (2011) El Mexicano Ahorita; retrato de un liberal salvaje, Nexos: México, febrero.
ESTILOS DE VIDA SALUDABLE (2007) Alimentarnos Mejor; manual de uso.
EUDES, Y. (1984; París, 1982) La Colonización de las Conciencias. Eds. Gustavo Gili: México.
FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, F. y YEPES HERNÁNDEZ, M. comps. (1984) Comunicación y Teoría Social; antología.
UNAM: México.
FORGUS, Ronald (1972; NY, 1966) La Percepción; proceso básico en el desarrollo cognoscitivo Edit. Trillas: México.
FRONDIZI, R. (1982) ¿Qué son los valores? Fondo de Cultura Económica: México, 5ª. reimpresión.
FUNDACION ARTURO ROSENBLUETH (2000) Indice Global de Inseguridad México Reforma marzo 17, 2000.
GALLUP INTERNATIONAL (1995) México: el Peor en Percepción Pública de la Democracia; encuesta internacional
de Gallup en 18 paises que suman la mitad de la población mundial EU: abril.
GARCÍA CANCLINI, N. (2004) Diferentes, Desiguales y Desconectados; mapas de la interculturalidad. Edit. Gedisa:
Barcelona.
GARCÍA S., S. y RAMOS L., L. (1998) Medios de Comunicación y Violencia. IMP/FCE: México.
GÓMEZ, C. (2001) Procesos Sociales, Población y Familia Alternativas Teóricas y Empíricas en la Investigaciones
sobre laVida Doméstica. FLACSO: México.
GÓMEZ PÉREZ, G. (2001) La Psicología Mexicana Actual: problemas del futuro próximo y miradas al pasado no
lejano. Mecanograma.
--------------------------- (2004) Aserciones Sobre el Objeto de Estudio de la Psicología Apreciaciones Teórico/Metodológicas;
una mirada desde la psicología. UAQ: México.
------------------------- (2010a) Percepción Sobre el Valor “Familia” en Pobladores del Oriente de la ZMCM. XII
Encuentro de Investigación y Servicio del Oriente del Estado de México. UAChapingo, nov.
-------------------------- (2010b) Subjetividad Valoral de Adolescentes del Oriente de la ZMCM sobre 8 aspectos del país. XII
Encuentro de Investigación y Servicio del Oriente del Estado de México. UAChapingo, nov.
------------------------- (2011a) Percepción y Valores: conceptos fecundos e incomprendidos. FES Zaragoza/UNAM:
México.
-------------------------- (2011b) Trastornos Mentales en México: un desafío poco visible, revista Vertientes; especializada
en Ciencias de la Salud, 2011, FES Zaragoza/UNAM, pp 21-28.
GONZALEZ CASANOVA, Pablo y AGUILAR CAMIN, Héctor; coords (1986) México Ante la Crisis México: Siglo XXI
Editrs. 2a ed.
GONZÁLEZ, Juliana (1997a) Prólogo, Los Valores Humanos en México. Siglo XXI: México, pp 7-9.
----------------------- (1997b) Valores Éticos y Valores Humanos, Los Valores Humanos en México. Siglo XXI: México,
pp 33-44.
GUERRA LÓPEZ, Rodrigo (2005) La Familia y su Futuro en México. Konrad Adenauer Stiftung: México.
HARO BÉLCHEZ, Guillermo (2008) La Lucha Contra la Corrupción en México http://www.clad.org.ve/haro.html.
HIRSCH ADLER, A. (1998) Una Visión Panorámica Sobre las Investigaciones de los Valores Nacionales en México,
México: Valores Nacionales; visión panorámica sobre las investigaciones de valores nacionales. Eds. Gernika:
México, pp 9-36.
ICESI (2009) Victimización, Incidencia y Cifra Negra en México; análisis de la ENSI-6. Instituto Ciudadano de
Estudios sobre la Inseguridad, A.C., Cuadernos núm.8: México.
INEGI (1999) Cambios en el Gasto en alimentos. México.
-------- (2000) Estadísticas de Nupcialidad. Estadísticas Vitales. México.
-------- (2010) Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009. Tabulados básicos.
-------- (2002) Estadísticas de Matrimonios y Divorcios. Cuaderno No. 9. Aguascalientes, Ags.
IMJUVE (2008) Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo 2007. México.
IMJUVE (2011) Encuesta Nacional de la Juventud. IMJuve/SEP: México.
INGLEHART, Roland (1994) Modernización y Posmodernización; la transformación de la relación entre desarrollo
económico y cambio cultural y político México, Rev. Este País; Folio núm.38 pp 1-23.
ITO, M. Emily (1995) Acerca de los Valores y su Medición Rev. de Psicología Social y Personalidad. Vol.XI, núm.1
México: AMEPSO pp 11-19.
------------------- (2001) Los Mexicanos y sus Valores: un enfoque ideográfico, Psicología Social: investigación y
aplicaciones en México FCE: México pp 163-193.
KIMBLE, Ch., HIRT, E. y DÍAZ-LOVING, R. et al (2002) Psicología Social de las Américas. Prentice-Hall/Pearson:
México.
KEMPER, Theodor (1978) A Social Interactional Theory of Emotions. New York: John Wiley & Sons.
LAZARUS, Richard S. y FOLKMAN, Susan (1986) Estrés y Procesos Cognitivos Eds. Martínez Roca: Barcelona.
LAZARUS, Richard S. (2000) Estrés y Emoción; manejo e implicaciones en nuestra salud Eds. Martínez Roca:
Barcelona.
LEÑERO O., Luis (1994) Familias que Cambian. DIF/UNICEF/CEMEFI/IMES.
LOAEZA, Soledad (1997) México en 1994: los síntomas de una crisis moral, Los valores humanos en México. Siglo
XXI: México, pp 77-90.
ENZENSBERGER, H. Magnus (1974) Elementos para una Teoría de los Medios de Comunicación. Edit. Anagrama, col.
Cuadernos núm.34: Barcelona.
MARCUS, Greil (1999) Rastros de Carmín; una historia secreta del siglo XX. Edit. Anagrama; Barcelona.
MASFERRER, Elio (2011) Pluralidad Religiosa en México; cifras y proyecciones. ENAH: México.
MATTELART, Armand y Michèle (1986) Pensar sobre los Medios; comunicación y crítica social. UAM-Xochimico:
México.
------------------------------------------ (1978) Comunicación e Ideologías de la Seguridad. Ed. Anagrama; col. Cuadernos
núm.159: Bracelona.
------------------------------------------ y PICCINI, M. (1977) Los Medios de Comunicación de Masas; la ideología de la
prensa liberal. El Cid Editor: Argentina.
MATTELART, A., BIEDMA, P. y FUNES, S. (1976) Comunicación Masiva y Revolución Socialista. Ed. Diógenes:
México.
McLUHAN, M. y FIORE,Q. (1969) The Medium is the Massage. Penguin Books: Great Britain.
MEDINA MORA, M.A. coord. (2011) La Agresión y la Violencia; una mirada multidisciplinaria. El Colegio
Nacional: México.
MIER, R. y PICCINI, M. (1987) El Desierto de los Espejos; juventud y televisión en México. UAM-Xochimilco/Plaza y
Valdés Folios: México.
MONTERO, Maritza (1987) A Través del Espejo; una aproximación teórica al estudio de la conciencia social en América
Latina Psicología Política Latinoamericana. Caracas: Edit. Panapo pp 163-202.
MORALES, J.F. (1996) Psicología Social. McGraw-Hill: México 1ra ed.
MORALES, J. Fco., PAEZ, D. y otros (2002) Psicología Social. Prentice Hall y Pearson Education : SP Brasil.
MORALES D., J. Fco. et al (2008) Método, Teoría e Investigación en Psicología Social. Pearson/Prentice-Hall: México.
MORENO, F. Martin ( 2006) México Ante Dios. Ed. Alfaguara: México.
NORA, Simon y MINC, Alain (1981; 1978, París) La Informatización de la Sociedad. FCE: México.
OPS (1997) Programa de Análisis de la Situación de Salud citado por el Banco Mundial, Crimen y Violencia como
Temas de Desarrollo en América Latina y el Caribe, 1997.
ORTONY, Andrew; CLORE, Gerald L. y COLLINS, A. (1988) The Cognitive Structure of Emotions Cambridge University
Press: Canadá.
REBOUL, Olivier (1978; 1975, Bruselas) El Poder del Slogan. Fernando Torres editor: Valencia.
REYES-LAGUNES, I. (2001) Aportaciones a la Medición de la Personalidad en México. Psicología Social: investigación
y aplicaciones en México. FCE: México pp 69-99.
RODRÍGUEZ, R. (2006) La Obesidad Infantil y los Efectos de los Medios Masivos de Comunicación. Revista
Investigación en Salud, vol. 8(2) pp 95-98.
ROJO, Pepe (2005) La Familia Temible 2da parte, rev. Encuesta Núm. 28, febrero, pp 55-56.
RUIZ HARREL, R. (1998) Criminalidad y Mal Gobierno Sansores y Aljure Edtrs.: México.
SAGAN,Carl (1984) Los Dragones del Edén; especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana Ed.Grijalbo:
México.
SAGAN, Carl (1997; EU 1995) El Mundo y sus Demonios; la ciencia como una luz en la oscuridad Edit. Planeta: México.
SARTORI, G. (2000) Homo Videns; la sociedad teledirigida Taurus: México 7a reimp.
SCHAFF, Adam (1979; Viena, 1977) La Alienación Como Fenómeno Social Edit. Grijalbo/Crítica: Barcelona.
------------------- (1985) ¿Qué Futuro nos Aguarda? Edit. Grijalbo/Crítica: Barcelona.
SCHETTINO, Macario (2007) Cien Años de Confusión; México en el siglo XX. Ed. Taurus: México.
SCHRAMM. Wilbur (1975; EU, 1963) La Ciencia de la Comunicación Humana. Edit. Roble: México.
SECRETARÍA de SALUD (2001) Encuesta Nacional de Nutrición 1999. México.
------------------------------- (2007) Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006. México.
------------------------------- (2010) Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2009. México.
SINAIS; SISTEMA NACIONAL DE INFORMACIÓN EN SALUD (2010) Defunciones 1979-2009. México,
TIELLET NUNES et al (1998) Moral & TV. Edit. Evangraf: Porto Alegre, Brasil.
TOUSSAINT, Florence (1988) Crítica de la Información de Masas. Edit. Trillas: México.
---------------------------- (2007) Mientras Haya Vida, rev Proceso núm, 1623, diciembre 9.
TREJO DELARBRE, R. (1998) Volver a los Medios: de la crítica a la ética. Eds. Cal y Arena: México.
TRIANDIS, HARRY C. (1994) Cultura: el Nuevo Énfasis en Psicología Rev. de Psicología Social y Personalidad.
Vol.X, núm.1 México: AMEPSO pp 1-16.
VALENZUELA FEIJOO, José (1991) Crítica del Modelo Neoliberal México: Fac. de Economía/UNAM.
VALENZUELA, J. C. (1992) El Estilo Neoliberal y el Caso Mexicano Estado y Políticas Sociales en el Neoliberalismo.
Fundación Friedrich Ebert Stiftung: México.
VALLE BAEZA, Alejandro y MARTINEZ GONZALEZ, Gloria (1996) Los Salarios de la Crisis México: Fac. de Economìa-
UNAM/La Jornada Eds.
VELASCO GARCÍA, J.H. (2004) El Canto de la Tribu. CONACULTA/DGCPI: México.
VERGOPOULOS, Kostas (1981) ¿El Neoliberalismo Contra el Estado? Le Monde Diplomatique en español, julio.
VICTOROFF, David (1980) La Publicidad y la Imagen. Eds. Gustavo Gili, col. Punto y Línea: Barcelona.
VILLAMIL, Jenaro (2001) El Poder del Raiting. Plaza y Janés Edtrs.: México.
------------------------ (2006) La Lectura en México, rev Proceso núm, 1566, noviembre 5.
------------------------ (2008) Tercera Cadena…para Televisa, rev. Proceso núm. 1638 marzo 23.
WHITEHEAD, Laurence (1999) Para Combatir la Corrupción, rev. Este País.